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¡Viva Rusia!

Juan Miguel Lamet


I

El proyecto de ¡Viva Rusia!cuyo guión firmabanRafael AzconaJorge Berlanga y Luis García Berlangay que dirigiría esteúltimose presentó a las dos primeras convocatorias de subvenciones del año1992 publicadas por el Instituto de la Cinematografía y de las ArtesAudiovisuales (ICAA)del Ministerio de Cultura. Yo fui el Director General querecién llegado a ese puestodenegó en ambas ocasiones la ayuda solicitadayaunque los interesados conocen perfectamente las causas de tan inusitadadecisiónme gustaría dejar constancia escrita de las mismas de cara a unalectura solvente de la historia del cine españolsobre todo dado el lugarrelevante que en ella ocupa un maestro como Luis García Berlanga.

Las subvenciones sobre proyectomás conocidas comoanticipadasse regían en aquel momento por el Real Decreto 1182/1989de 28 deagostoy por la Orden Ministerial de 12 de marzo de 1990. Para concederlaselDirector General estaba obligado a solicitar el informe previo no vinculante [lacursiva es mía] del Comité Asesor de Ayudas a la Cinematografíaórganocolegiado del que formaban parte productoresdirectoresguionistastécnicosactorescríticos y profesores de la Facultad de Ciencias de la informaciónelegidos los profesionales por sus correspondientes asociaciones o sindicatos;en totalveinte personas. Pese a que el Real Decreto de referencia hacíahincapié en el carácter meramente consultivo de sus dictámenesla acusaciónde arbitrariedad y amiguismo en el reparto de las subvenciones era tan públicay notoria cuando accedí a la Dirección General que me comprometí a aceptarlas resoluciones del citado Comité Asesordejando de hecho en manos del propiosector el reparto del dinero públicoy limitándome a establecer unas somerasreglas de procedimientoque resumo a continuación.

Como el Real Decreto citado establecía en su artículo 11.2cuatro consideraciones que el Comité Asesor debía tener en cuenta en laformulación de sus informesdecidí que esos cuatro requisitos se valorasencon 25 puntos cada uno de ellosmanejandoen consecuencialos vocales untotal de 10 puntos individuales cuya sumadividida por el número de asistentesa la reunióniba dando la puntuación ordenada de los proyectos quehastaconsumir el presupuesto de cada convocatoriadebían incluirse en laresolución del Director General al respecto.

Las cuatro consideraciones a las que se refería el RealDecreto eran las siguientes: «a) la calidad y el valor artístico delproyecto; b) el presupuesto y su adecuación para la realización delmismo; c) el plan de financiación de la película; y d) lasolvencia del productor yen su casoel cumplimiento por el mismo enanteriores ocasiones de las obligaciones derivadas de la obtención desubvencionesasí como su grado de actividad en los últimos cinco años». Todocuando antecede debía documentarse satisfactoriamente según lo establecido enla ya citada Orden Ministerial de 12 de marzo de 1990. Resolvíasimismoqueel primero de los requisitos -la calidad y el valor artístico del proyecto-fuese de carácter selectivo y se valorase a través de la lectura del guióncuya solidez esa mi juiciocondición indispensable para asegurar la bondadde una película. Hasta aquí las reglas del juegoidénticas para todos lossolicitantesfuese cual fuese su cualificación o su prestigio.

Pues bienateniéndose a las mismasel proyecto de ¡VivaRusia! fue valorado por los veinte vocales del Comité Asesor de lasiguiente forma en la primera convocatoria de 1992: a) guión25 puntos;b) presupuesto15; c) plan de financiación17; y d)solvencia del productor13; total7 puntos. Las máximas calificaciones lasobtuvieron La marrana (10) y Belle époque (97)y las mínimasentre las que lograron la subvenciónfueron para Intruso (88) y TiranoBanderas (8)ambas muy superiores a los 7 puntos de ¡Viva Rusia!¿Por qué un proyecto cuyo guión había sido tan altamente estimado (25) fueperdiendo fuerza conforme se iban votando los restantes apartados? La respuestaes muy sencilla: porque su productorAndrés Vicente Gómezapenas presentódocumentación que acreditase la veracidad de sus cifraslimitándose a confiarpresumí entoncesen el nombre de Luis García Berlanga. Así se lo hice ver aambosque se presentaronsorprendidosen mi despacho nada más conocer elresultado de la convocatoriaesperando que Andrés Vicente Gómez subsanaríatales deficiencias en la siguientepues el cine españolles dijesinceramenteno podía permitirse el lujo de perder una película de LuisGarcía Berlanga.

Sin embargoen la segunda convocatoria de 1992 volvió asuceder otro tanto y por idéntica razón. Transcribo el resultado final de lavotación correspondiente: máximas puntuaciones para Rosa-rosae (94) y Laardilla roja (91); mínima para El amante bilingüe (65). ¡VivaRusia! sólo obtuvo 6 puntos. En esta ocasiónno obstanteel hecho de queEl amante bilingüe fuese también un proyecto de Andrés Vicente Gómez(quien conocía de sobra que jamás se había dado más de una subvención a unamisma persona en cada convocatoria) me llevó al convencimiento moral de quepor las razones que fueseneste productor nunca quiso hacer la película deLuis García Berlanga.

Un año más tardeen la segunda convocatoria de 1993 y contoda la documentación en reglalas productoras Antea FilmsSogetel y Centralde Producciones Audiovisuales presentaron el proyecto de Todos a la cárcelobteniendo la puntuación más alta de la jornada (85) y con ella ochentamillones de subvenciónla mayor de cuantas se concedieron durante mi mandato.Nunca comprenderé por qué Luis García Berlanga no recuperó de AndrésVicente Gómez el guión de ¡Viva Rusia! para presentarlo con otra uotras productoraspues eraa mi juicioincomparablemente mejor que el de Todosa la cárcel.

Repartir dinero público es tarea delicada y trabajosa si seacometecomo yo intentécon imparcialidad y justicia. Dejarse llevar por lafama o el prestigio de quienes lo solicitan es tan fácil como atropellarpordesconocidosa los que compiten desde posiciones menos brillantes o simplementenovelespero así mismo legítimas. En mi primer amago de dimisión ante laministra Carmen Alborcha finales de 1993 y cuando ya había sucedido todocuando antecedeun buen número de asociaciones y profesionales se dirigieron aella para que no la aceptase. Luis García Berlanga no quiso sumarse a esapetición porquedijo«estaba conmigo al 50%». Sentí mucho que fuesea su edadtan poco ecuánime.

II

¡Viva Rusia! era la cuarta entrega de la saga delmarqués de Leguineche; incluso su primera versión llegó a llamarse NacionalIV. Escrita esta última por Rafael Azconael fallecimiento repentino deLuis Escobarintérprete ideal del aristocrático personajeobligó a Berlangaa modificar el guión con la ayuda de su hijo Jorge y de Manuel Hidalgo.

Consecuentemente con el óbitola historia comienza con elentierro del finado marquésa quien la muerte había sorprendidosegún elresponso del padre CalvoAgustín Gonzálezotro clásico de la serie«enplena lujuria» con Vitiel ama de llaves de difunto. Antes de esta escenay como arranque de la narraciónLuis Joséel impagable López Vázquez delas películas anterioreses detenido en el aeropuerto cuando baja laescalerilla de un avión entre ancianos decrépitos que despliegan una pancartaque reza: «Los últimos exiliados saludamos a la España del 92». Delapuro es rescatado por un político de nuevo cuñoÁlvaromarido actual deChusla ex mujer que venía encarnando Amparo Soler Leal.

Toda la familia Leguineche se da Citapuesen el cementerioparadesde allípartir hacia Serranillo del Cigarraldonde Jaume Canivell (Sazatornil)y Mercé (Mónica Randall)su esposaactuales propietarios de la fincaahoraCan Canivellhabían cedido al desaparecido marqués la casa de los guardeses yel pozo contiguoque será motivo de litigios secundarios a lo largo de lahistoriapuesmediada la mismaaparecerá en escena Sisitauna hermana monjade Luis Joséque viene desde África rodeada de negros para disputarle eltítulo y dedicar la heredad a montar una aldea para emigrantes. Este nuevopersonaje es descrito como «veterana dama de figura delgada y mirada algodementevestida con una mezcla de atuendo árabe y hábito a lo Madre Teresa».

Sin embargoel núcleo de la acción girará en torno a unosinvitados que el difunto marqués hospedaba en su casa: la condesa OlgaAnitchova («la cabaretera con la que se casó en París tío Luis Ricardo»)el barón Igor Zhilinskyel pope Nikolai y «Su Alteza Imperial Alexisbisnieto del Zar Nicolás y la Zarina Alexandranieto de la duquesa Tatiana»quienal parecerfue violada por un cosaco de la guardia«dando a la lumièreuna niñaIrina»de la que se hizo cargo el peluquero de la cortepadre de la condesa. Casada Irina en Guatemala con un agricultor platanistaalumbró a su vez al llamado Alexisherederopuesdel trono de Rusia.

Conociendo de otras andanzas a Luis Josées fácil adivinarque de inmediato pone en marcha su actividad preferida: convencer a Canivell (halagandosu vanidad con la promesa de un título nobiliario imperial y estimulando sucodicia con el espejismo de grandes negocios moscovitas) para que financie larestauración de la monarquía en Rusiaquesegún todos los indicios«estáa punto de abandonar el comunismo». A partir de este momento la inusitadatrama da entrada a los políticos (en un anticipo más sutil de lo que despuéssería Todos a la cárcel)quienesfinalmenteaduciendo la razón deEstadose quedan con la troupe rusasecuestrándola en un helicópteroante las narices de Luis José y Canivellel estafadocomo siemprede lahistoria.

Como se vela peripecia de ¡Viva Rusia! era similara las anteriores de la familia Leguineche. Sin embargohabía una diferenciasustancial: su carácter premonitoriopues en 1992 todavía existía la URSS yno ondeaba en su cielocomo hoyla antigua bandera del Zar.

«LUIS JOSÉ. Estamos hablando de la nueva nomenklatura.Para ellos habrá que hacer hoteles de lujoclínicas geriátricaspsiquiátricos democráticoslo que sea. Sólo hacen falta hombres comonosotroscapaces de apoyar una causa noble y con iniciativa para los negocios.Ahy podrá tener un palacio enorme. Y nada de conejoscaza mayor a mansalva.

CANIVELL. [Pensativo] Carambapues no parece tan malaidea.»

Nono era una mala idea haber hecho en su momento ¡VivaRusia!




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