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Novela del coloquio de los perros

Miguel de Cervantes Saavedra


NOVELA Y COLOQUIO QUE PASÓ ENTRE CIPIÓN Y BERGANZA

PERROS DEL HOSPITAL DE LA RESURECCIÓN

QUE ESTÁ EN LA CIUDAD DE VALLADOLID

FUERA DE LA PUERTA DEL CAMPO

A QUIEN COMÚNMENTE LLAMAN

«LOS PERROS DE MAHUDES»


CIPIÓN.- Berganza amigodejemos esta noche el Hospital en guarda de laconfianza y retirémonos a esta soledad y entre estas esterasdonde podremosgozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto alos dos nos ha hecho.

BERGANZA.- Cipión hermanoóyote hablar y sé que te habloy no puedocreerlopor parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos denaturaleza.

CIPIÓN.- Así es la verdadBerganza; y viene a ser mayor este milagro enque no solamente hablamossino en que hablamos con discursocomo si fuéramoscapaces de razónestando tan sin ella que la diferencia que hay del animalbruto al hombre es ser el hombre animal racionaly el brutoirracional.

BERGANZA.- Todo lo que dicesCipiónentiendoy el decirlo tú yentenderlo yo me causa nueva admiración y nueva maravilla. Bien es verdad queen el discurso de mi vidadiversas y muchas veces he oído decir grandesprerrogativas nuestras: tantoque parece que algunos han querido sentir quetenemos un natural distintotan vivo y tan agudo en muchas cosasque daindicios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos un no sé qué deentendimiento capaz de discurso.

CIPIÓN.- Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoriaelagradecimiento y gran fidelidad nuestra; tantoque nos suelen pintar porsímbolo de la amistad; y asíhabrás visto (si has mirado en ello) que en lassepulturas de alabastrodonde suelen estar las figuras de los que allí estánenterradoscuando son marido y mujerponen entre los dosa los piesunafigura de perroen señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidadinviolable.

BERGANZA.- Bien sé que ha habido perros tan agradecidos que se han arrojadocon los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura. Otros han estadosobre las sepulturas donde estaban enterrados sus señores sin apartarse dellassin comerhasta que se les acababa la vida. Sé también quedespués delelefanteel perro tiene el primer lugar de parecer que tiene entendimiento;luegoel caballoy el últimola jimia.

CIPIÓN.- Ansí espero bien confesarás que ni has visto ni oído decirjamás que haya hablado ningún elefanteperrocaballo o mona; por donde medoy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del númerode aquellas cosas que llaman portentoslas cualescuando se muestran y parecentiene averiguado la experiencia que alguna calamidad grande amenaza a las gentes.

BERGANZA.- Desa manerano haré yo mucho en tener por señal portentosa loque oí decir los días pasados a un estudiantepasando por Alcalá de Henares.

CIPIÓN.- ¿Qué le oíste decir?

BERGANZA.- Que de cinco mil estudiantes que cursaban aquel año en laUniversidadlos dos mil oían Medicina.

CIPIÓN.- Pues¿qué vienes a inferir deso?

BERGANZA.- Infieroo que estos dos mil médicos han de tener enfermos quecurar (que sería harta plaga y mala ventura)o ellos se han de morir de hambre.

[CIPIÓN].- Perosea lo que fuerenosotros hablamossea portento o no; quelo que el cielo tiene ordenado que sucedano hay diligencia ni sabiduríahumana que lo pueda prevenir; y asíno hay para qué ponernos a disputarnosotros cómo o por qué hablamos; mejor será que este buen díao buenanochela metamos en nuestra casa; ypues la tenemos tan buena en estas esterasy no sabemos cuánto durará esta nuestra venturasepamos aprovecharnos della yhablemos toda esta nochesin dar lugar al sueño que nos impida este gustodemí por largos tiempos deseado.

BERGANZA.- Y aun de míque desde que tuve fuerzas para roer un hueso tuvedeseo de hablarpara decir cosas que depositaba en la memoria; y allídeantiguas y muchaso se enmohecían o se me olvidaban. Emperoahoraque tansin pensarlo me veo enriquecido deste divino don de la hablapienso gozarle yaprovecharme dél lo más que pudieredándome priesa a decir todo aquello quese me acordareaunque sea atropellada y confusamenteporque no sé cuándo mevolverán a pedir este bienque por prestado tengo.

CIPIÓN.- Sea ésta la maneraBerganza amigo: que esta noche me cuentes tuvida y los trances por donde has venido al punto en que ahora te hallasy simañana en la noche estuviéremos con hablayo te contaré la mía; porquemejor será gastar el tiempo en contar las propias que en procurar saber lasajenas vidas.

BERGANZA.- SiempreCipiónte he tenido por discreto y por amigo; y ahoramás que nuncapues como amigo quieres decirme tus sucesos y saber los míosycomo discreto has repartido el tiempo donde podamos manifestallos. Pero advierteprimero si nos oye alguno.

CIPIÓN.- Ningunoa lo que creopuesto que aquí cerca está un soldadotomando sudores; pero en esta sazón más estará para dormir que para ponerse aescuchar a nadie.

BERGANZA.- Pues si puedo hablar con ese seguroescucha; y si te cansare loque te fuere diciendoo me reprehende o manda que calle.

CIPIÓN.- Habla hasta que amanezcao hasta que seamos sentidos; que yo teescucharé de muy buena ganasin impedirte sino cuando viere ser necesario.

BERGANZA.- «Paréceme que la primera vez que vi el sol fue en Sevilla y ensu Mataderoque está fuera de la Puerta de la Carne; por donde imaginara (sino fuera por lo que después te diré) que mis padres debieron de ser alanos deaquellos que crían los ministros de aquella confusióna quien llaman jiferos.El primero que conocí por amo fue uno llamado Nicolás el Romomozo robustodoblado y coléricocomo lo son todos aquellos que ejercitan la jifería. Estetal Nicolás me enseñaba a mí y a otros cachorros a queen compañía dealanos viejosarremetiésemos a los toros y les hiciésemos presa de las orejas.Con mucha facilidad salí un águila en esto.»

CIPIÓN.- No me maravilloBerganza; quecomo el hacer mal viene de naturalcosechafácilmente se aprende el hacerle.

BERGANZA.- ¿Qué te diríaCipión hermanode lo que vi en aquel Mataderoy de las cosas exorbitantes que en él pasan? Primerohas de presuponer quetodos cuantos en él trabajandesde el menor hasta el mayores gente ancha deconcienciadesalmadasin temer al Rey ni a su justicia; los másamancebados;son aves de rapiña carniceras: mantiénense ellos y sus amigas de lo que hurtan.Todas las mañanas que son días de carneantes que amanezcaestán en elMatadero gran cantidad de mujercillas y muchachostodos con talegasqueviniendo vacíasvuelven llenas de pedazos de carney las criadas concriadillas y lomos medio enteros. No hay res alguna que se mate de quien nolleve esta gente diezmos y primicias de lo más sabroso y bien parado. Ycomoen Sevilla no hay obligado de la carnecada uno puede traer la que quisiere; yla que primero se matao es la mejoro la de más baja posturay con esteconcierto hay siempre mucha abundancia. Los dueños se encomiendan a esta buenagente que he dichono para que no les hurten (que esto es imposible)sino paraque se moderen en las tajadas y socaliñas que hacen en las reses muertasquelas escamondan y podan como si fuesen sauces o parras. Pero ninguna cosa meadmiraba más ni me parecía peor que el ver que estos jiferos con la mismafacilidad matan a un hombre que a una vaca; por quítame allá esa pajaa dospor tres meten un cuchillo de cachas amarillas por la barriga de una personacomo si acocotasen un toro. Por maravilla se pasa día sin pendencias y sinheridasy a veces sin muertes; todos se pican de valientesy aun tienen suspuntas de rufianes; no hay ninguno que no tenga su ángel de guarda en la plazade San Franciscogranjeado con lomos y lenguas de vaca. Finalmenteoí decir aun hombre discreto que tres cosas tenía el Rey por ganar en Sevilla: la callede la Cazala Costanilla y el Matadero.

CIPIÓN.- Si en contar las condiciones de los amos que has tenido y lasfaltas de sus oficios te has de estaramigo Berganzatanto como esta vezmenester será pedir al cielo nos conceda la habla siquiera por un añoy auntemo queal paso que llevasno llegarás a la mitad de tu historia. Yquiérote advertir de una cosade la cual verás la experiencia cuando tecuente los sucesos de mi vida; y es que los cuentos unos encierran y tienen lagracia en ellos mismosotros en el modo de contarlos (quiero decir que algunoshay queaunque se cuenten sin preámbulos y ornamentos de palabrasdancontento); otros hay que es menester vestirlos de palabrasy con demostracionesdel rostro y de las manosy con mudar la vozse hacen algo de nonaday deflojos y desmayados se vuelven agudos y gustosos; y no se te olvide esteadvertimientopara aprovecharte dél en lo que te queda por decir.

BERGANZA.- Yo lo haré asísi pudiere y si me da lugar la grande tentaciónque tengo de hablar; aunque me parece que con grandísima dificultad me podréir a la mano.

CIPIÓN.- Vete a la lenguaque en ella consisten los mayores daños de lahumana vida.

BERGANZA.- «Digopuesque mi amo me enseñó a llevar una espuerta en laboca y a defenderla de quien quitármela quisiese. Enseñóme también la casade su amigay con esto se escusó la venida de su criada al Mataderoporque yole llevaba las madrugadas lo que él había hurtado las noches. Y un día queentre dos lucesiba yo diligente a llevarle la porciónoí que me llamabanpor mi nombre desde una ventana; alcé los ojos y vi una moza hermosa enestremo; detúveme un pocoy ella bajó a la puerta de la calley me tornó allamar. Lleguéme a ellacomo si fuera a ver lo que me queríaque no fue otracosa que quitarme lo que llevaba en la cesta y ponerme en su lugar un chapínviejo. Entonces dije entre mí: ''La carne se ha ido a la carne''. Díjome lamozaen habiéndome quitado la carne: ''Andad [G]aviláno como os llamáisydecid a Nicolás el Romovuestro amoque no se fíe de animalesy que dellobo un peloy ése de la espuerta''. Bien pudiera yo volver a quitar lo que mequitópero no quisepor no poner mi boca jifera y sucia en aquellas manoslimpias y blancas.»

CIPIÓN.- Hiciste muy bienpor ser prerrogativa de la hermosura que siemprese le tenga respecto.

BERGANZA.- «Así lo hice yo; y asíme volví a mi amo sin la porción ycon el chapín. Parecióle que volví prestovio el chapínimaginó la burlasacó uno de cachas y tiróme una puñalada quea no desviarmenunca túoyeras ahora este cuentoni aun otros muchos que pienso contarte. Puse pies enpolvorosaytomando el camino en las manos y en los piespor detrás de SanBernardome fui por aquellos campos de Dios adonde la fortuna quisiese llevarme.

»Aquella noche dormí al cielo abiertoy otro día me deparó la suerte unhato o rebaño de ovejas y carneros. Así como le vicreí que había halladoen él el centro de mi reposopareciéndome ser propio y natural oficio de losperros guardar ganadoque es obra donde se encierra una virtud grandecomo esamparar y defender de los poderosos y soberbios los humildes y los que pocopueden. Apenas me hubo visto uno de tres pastores que el ganado guardabancuando diciendo ''¡Toto!'' me llamó; y yoque otra cosa no deseabamellegué a él bajando la cabeza y meneando la cola. Trújome la mano por el lomoabrióme la bocaescupióme en ellamiróme las presasconoció mi edadydijo a otros pastores que yo tenía todas las señales de ser perro de casta.Llegó a este instante el señor del ganado sobre una yegua rucia a la jinetacon lanza y adarga: que más parecía atajador de la costa que señor de ganado.Preguntó el pastor: ''¿Qué perro es ésteque tiene señales de ser bueno?''''Bien lo puede vuesa merced creer -respondió el pastor-que yo le he cotejadobien y no hay señal en él que no muestre y prometa que ha de ser un gran perro.Agora se llegó aquí y no sé cúyo seaaunque sé que no es de los rebañosde la redonda''. ''Pues así es -respondió el señor-ponle luego el collar deLeoncilloel perro que se murióy denle la ración que a los demásyacarícialeporque tome cariño al hato y se quede en él''. En diciendo estose fue; y el pastor me puso luego al cuello unas carlancas llenas de puntas deacerohabiéndome dado primero en un dornajo gran cantidad de sopas en leche.Yasimismome puso nombrey me llamó Barcino.

»Vime harto y contento con el segundo amo y con el nuevo oficio; mostrémesolícito y diligente en la guarda del rebañosin apartarme dél sino lassiestasque me iba a pasarlas o ya a la sombra de algún árbolo de algúnribazo o peñao a la de alguna mataa la margen de algún arroyo de losmuchos que por allí corrían. Y estas horas de mi sosiego no las pasaba ociosasporque en ellas ocupaba la memoria en acordarme de muchas cosasespecialmenteen la vida que había tenido en el Mataderoy en la que tenía mi amo y todoslos como élque están sujetos a cumplir los gustos impertinentes de susamigas.»

¡Ohqué de cosas te pudiera decir ahora de las que aprendí en la escuelade aquella jifera dama de mi amo! Pero habrélas de callarporque no me tengaspor largo y por murmurador.

CIPIÓN.- Por haber oído decir que dijo un gran poeta de los antiguos queera difícil cosa el no escribir sátirasconsentiré que murmures un poco deluz y no de sangre; quiero decir que señales y no hieras ni des mate a ningunoen cosa señalada: que no es buena la murmuraciónaunque haga reír a muchossi mata a uno; y si puedes agradar sin ellate tendré por muy discreto.

BERGANZA.- Yo tomaré tu consejoy esperaré con gran deseo que llegue eltiempo en que me cuentes tus sucesos; que de quien tan bien sabe conocer yenmendar los defetos que tengo en contar los míosbien se puede esperar quecontará los suyos de manera que enseñen y deleiten a un mismo punto.

»Peroanudando el roto hilo de mi cuentodigo que en aquel silencio ysoledad de mis siestasentre otras cosasconsideraba que no debía de serverdad lo que había oído contar de la vida de los pastores; a lo menosdeaquellos que la dama de mi amo leía en unos libros cuando yo iba a su casaquetodos trataban de pastores y pastorasdiciendo que se les pasaba toda la vidacantando y tañendo con gaitaszampoñasrabeles y chirumbelasy con otrosinstrumentos extraordinarios. Deteníame a oírla leery leía cómo el pastorde Anfriso cantaba estremada y divinamentealabando a la sin par Belisardasinhaber en todos los montes de Arcadia árbol en cuyo tronco no se hubiese sentadoa cantardesde que salía el sol en los brazos de la Aurora hasta que se poníaen los de Tetis; y aun después de haber tendido la negra noche por la faz de latierra sus negras y escuras alasél no cesaba de sus bien cantadas y mejorlloradas quejas. No se le quedaba entre renglones el pastor Eliciomásenamorado que atrevidode quien decía quesin atender a sus amores ni a suganadose entraba en los cuidados ajenos. Decía también que el gran pastor deFílidaúnico pintor de un retratohabía sido más confiado que dichoso. Delos desmayos de Sireno y arrepentimiento de Diana decía que daba gracias a Diosy a la sabia Feliciaque con su agua encantada deshizo aquella máquina deenredos y aclaró aquel laberinto de dificultades. Acordábame de otros muchoslibros que deste jaez la había oído leerpero no eran dignos de traerlos a lamemoria.»

CIPIÓN.- Aprovechándote vasBerganzade mi aviso: murmurapica y pasaysea tu intención limpiaaunque la lengua no lo parezca.

BERGANZA.- En estas materias nunca tropieza la lengua si no cae primero laintención; pero si acaso por descuido o por malicia murmurareresponderé aquien me reprehendiere lo que respondió Mauleónpoeta tonto y académico deburla de la Academia de los Imitadoresa uno que le preguntó que qué queríadecir Deum de Deo; y respondió que «dé donde diere».

CIPIÓN.- Esa fue respuesta de un simple; pero túsi eres discreto o loquieres sernunca has de decir cosa de que debas dar disculpa. Di adelante.

BERGANZA.- «Digo que todos los pensamientos que he dichoy muchos másmecausaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis pastoresy todos losdemás de aquella marinatenían de aquellos que había oído leer que teníanlos pastores de los libros; porque si los míos cantabanno eran cancionesacordadas y bien compuestassino un «Cata el lobo dó vaJuanica» y otrascosas semejantes; y esto no al son de chirumbelasrabeles o gaitassino al quehacía el dar un cayado con otro o al de algunas tejuelas puestas entre losdedos; y no con voces delicadassonoras y admirablessino con voces roncasquesolas o juntasparecíano que cantabansino que gritaban o gruñían.Lo más del día se les pasaba espulgándose o remendando sus abarcas; ni entreellos se nombraban AmarilisFílidasGalateas y Dianasni había LisardosLausosJacintos ni Riselos; todos eran AntonesDomingosPablos o Llorentes;por donde vine a entender lo que pienso que deben de creer todos: que todosaquellos libros son cosas soñadas y bien escritas para entretenimiento de losociososy no verdad alguna; quea serloentre mis pastores hubiera algunareliquia de aquella felicísima viday de aquellos amenos pradosespaciosasselvassagrados monteshermosos jardinesarroyos claros y cristalinas fuentesy de aquellos tan honestos cuanto bien declarados requiebrosy de aqueldesmayarse aquí el pastorallí la pastoraacullá resonar la zampoña delunoacá el caramillo del otro.»

CIPIÓN.- BastaBerganza; vuelve a tu senda y camina.

BERGANZA.- AgradézcoteloCipión amigo; porque si no me avisarasde manerase me iba calentando la bocaque no parara hasta pintarte un libro enterodestos que me tenían engañado; pero tiempo vendrá en que lo diga todo conmejores razones y con mejor discurso que ahora.

CIPIÓN.- Mírate a los pies y desharás la ruedaBerganza; quiero decir quemires que eres un animal que carece de razóny si ahora muestras tener algunaya hemos averiguado entre los dos ser cosa sobrenatural y jamás vista.

BERGANZA.- Eso fuera ansí si yo estuviera en mi primera ignorancia; masahora que me ha venido a la memoria lo que te había de haber dicho al principiode nuestra pláticano sólo no me maravillo de lo que hablopero espántomede lo que dejo de hablar.

CIPIÓN.- Pues ¿ahora no puedes decir lo que ahora se te acuerda?

BERGANZA.- Es una cierta historia que me pasó con una grande hechiceradiscípula de la Camacha de Montilla.

CIPIÓN.- Digo que me la cuentes antes que pases más adelante en el cuentode tu vida.

BERGANZA.- Eso no haré yopor ciertohasta su tiempo: ten paciencia yescucha por su orden mis sucesosque así te darán más gustosi ya no tefatiga querer saber los medios antes de los principios.

CIPIÓN.- Sé brevey cuenta lo que quisieres y como quisieres.

BERGANZA.- «Digopuesque yo me hallaba bien con el oficio de guardarganadopor parecerme que comía el pan de mi sudor y trabajoy que laociosidadraíz y madre de todos los viciosno tenía que ver conmigoa causaque si los días holgabalas noches no dormíadándonos asaltos a menudo ytocándonos a arma los lobos; yapenas me habían dicho los pastores ''¡alloboBarcino!''cuando acudíaprimero que los otros perrosa la parte queme señalaban que estaba el lobo: corría los vallesescudriñaba los montesdesentrañaba las selvassaltaba barrancoscruzaba caminosy a la mañanavolvía al hatosin haber hallado lobo ni rastro délanhelandocansadohecho pedazos y los pies abiertos de los garranchos; y hallaba en el hatoo yauna oveja muertao un carnero degollado y medio comido del lobo. Desesperábamede ver de cuán poco servía mi mucho cuidado y diligencia. Venía el señor delganado; salían los pastores a recebirle con las pieles de la res muerta;culpaba a los pastores por negligentesy mandaba castigar a los perros porperezosos: llovían sobre nosotros palosy sobre ellos reprehensiones; y asíviéndome un día castigado sin culpay que mi cuidadoligereza y braveza noeran de provecho para coger el lobodeterminé de mudar estilono desviándomea buscarlecomo tenía de costumbrelejos del rebañosino estarme junto aél; quepues el lobo allí veníaallí sería más cierta la presa.

»Cada semana nos tocaban a rebatoy en una escurísima noche tuve yo vistapara ver los lobosde quien era imposible que el ganado se guardase. Agachémedetrás de una matapasaron los perrosmis compañerosadelantey desdeallí oteéy vi que dos pastores asieron de un carnero de los mejores delapriscoy le mataron de manera que verdaderamente pareció a la mañana quehabía sido su verdugo el lobo. Pasmémequedé suspenso cuando vi que lospastores eran los lobos y que despedazaban el ganado los mismos que le habíande guardar. Al puntohacían saber a su amo la presa del lobodábanle elpellejo y parte de la carney comíanse ellos lo más y lo mejor. Volvía areñirles el señory volvía también el castigo de los perros. No habíalobosmenguaba el rebaño; quisiera yo descubrillohallábame mudo. Todo locual me traía lleno de admiración y de congoja. ''¡Válame Dios! -decíaentre mí-¿quién podrá remediar esta maldad? ¿Quién será poderoso a dara entender que la defensa ofendeque las centinelas duermenque la confianzaroba y el que os guarda os mata?''»

CIPIÓN.- Y decías muy bienBerganzaporque no hay mayor ni más sotilladrón que el domésticoy asímueren muchos más de los confiados que delos recatados; pero el daño está en que es imposible que puedan pasar bien lasgentes en el mundo si no se fía y se confía. Mas quédese aquí estoque noquiero que parezcamos predicadores. Pasa adelante.

BERGANZA.- «Paso adelantey digo que determiné dejar aquel oficioaunqueparecía tan buenoy escoger otro donde por hacerle bienya que no fueseremuneradono fuese castigado. Volvíme a Sevillay entré a servir a unmercader muy rico.»

CIPIÓN.- ¿Qué modo tenías para entrar con amo? Porquesegún lo que seusacon gran dificultad el día de hoy halla un hombre de bien señor a quienservir. Muy diferentes son los señores de la tierra del Señor del cielo:aquéllospara recebir un criadoprimero le espulgan el linajeexaminan lahabilidadle marcan la aposturay aun quieren saber los vestidos que tiene;peropara entrar a servir a Diosel más pobre es más rico; el más humildede mejor linaje; ycon sólo que se disponga con limpieza de corazón a quererservirleluego le manda poner en el libro de sus gajesseñalándoselos tanaventajados quede muchos y de grandesapenas pueden caber en su deseo.

BERGANZA.- Todo eso es predicarCipión amigo.

CIPIÓN.- Así me lo parece a mí; y asícallo.

BERGANZA.- A lo que me preguntaste del orden que tenía para entrar con amodigo que ya tú sabes que la humildad es la basa y fundamento de todas virtudesy que sin ella no hay alguna que lo sea. Ella allana inconvenientesvencedificultadesy es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce; de losenemigos hace amigostempla la cólera de los airados y menoscaba la arroganciade los soberbios; es madre de la modestia y hermana de la templanza; en finconella no pueden atravesar triunfo que les sea de provecho los viciosporque ensu blandura y mansedumbre se embotan y despuntan las flechas de los pecados.

»Déstapuesme aprovechaba yo cuando quería entrar a servir en algunacasahabiendo primero considerado y mirado muy bien ser casa que pudiesemantener y donde pudiese entrar un perro grande. Luego arrimábame a la puertay cuandoa mi parecerentraba algún forasterole ladrabay cuando venía elseñor bajaba la cabeza ymoviendo la colame iba a ély con la lengua lelimpiaba los zapatos. Si me echaban a palossufríalosy con la mismamansedumbre volvía a hacer halagos al que me apaleabaque ninguno segundabaviendo mi porfía y mi noble término. Desta maneraa dos porfías me quedabaen casa: servía bienqueríanme luego bieny nadie me despidiósi no eraque yo me despidieseopor mejor decirme fuese; y tal vez hallé amo queéste fuera el día que yo estuviera en su casasi la contraria suerte no mehubiera perseguido.»

CIPIÓN.- De la misma manera que has contado entraba yo con los amos que tuvey parece que nos leímos los pensamientos.

BERGANZA.- Como en esas cosas nos hemos encontradosi no me engañoy yo telas diré a su tiempocomo tengo prometido; y ahora escucha lo que me sucediódespués que dejé el ganado en poder de aquellos perdidos.

»Volvíme a Sevillacomo dijeque es amparo de pobres y refugio dedesechadosque en su grandeza no sólo caben los pequeñospero no se echan dever los grandes. Arriméme a la puerta de una gran casa de un mercaderhice misacostumbradas diligenciasy a pocos lances me quedé en ella. Recibiéronmepara tenerme atado detrás de la puerta de día y suelto de noche; servía congran cuidado y diligencia; ladraba a los forasteros y gruñía a los que no eranmuy conocidos; no dormía de nochevisitando los corralessubiendo a losterradoshecho universal centinela de la mía y de las casas ajenas. Agradósetanto mi amo de mi buen servicioque mandó que me tratasen bien y me diesenración de pan y los huesos que se levantasen o arrojasen de su mesacon lassobras de la cocinaa lo que yo me mostraba agradecidodando infinitos saltoscuando veía a mi amoespecialmente cuando venía de fuera; que eran tantas lasmuestras de regocijo que daba y tantos los saltosque mi amo ordenó que medesatasen y me dejasen andar suelto de día y de noche. Como me vi sueltocorrí a élrodeéle todosin osar llegarle con las manosacordándome de lafábula de Isopocuando aquel asnotan asno que quiso hacer a su señor lasmismas caricias que le hacía una perrilla regalada suyaque le granjearon sermolido a palos. Parecióme que en esta fábula se nos dio a entender que lasgracias y donaires de algunos no están bien en otros.»

Apode el truhánjuegue de manos y voltee el histriónrebuzne el pícaroimite el canto de los pájaros y los diversos gestos y acciones de los animalesy los hombres el hombre bajo que se hubiere dado a elloy no lo quiera hacer elhombre principala quien ninguna habilidad déstas le puede dar crédito ninombre honroso.

CIPIÓN.- Basta; adelanteBerganzaque ya estás entendido.

BERGANZA.- ¡Ojalá que como tú me entiendes me entendiesen aquellos porquien lo digo; que no sé qué tengo de buen naturalque me pesa infinitocuando veo que un caballero se hace chocarrero y se precia que sabe jugar loscubiletes y las agallasy que no hay quien como él sepa bailar la chacona! Uncaballero conozco yo que se alababa quea ruegos de un sacristánhabíacortado de papel treinta y dos florones para poner en un monumento sobre pañosnegrosy destas cortaduras hizo tanto caudalque así llevaba a sus amigos averlas como si los llevara a ver las banderas y despojos de enemigos que sobrela sepultura de sus padres y abuelos estaban puestas.

»Este mercaderpuestenía dos hijosel uno de doce y el otro de hastacatorce añoslos cuales estudiaban gramática en el estudio de la Compañíade Jesús; iban con autoridadcon ayo y con pajesque les llevaban los librosy aquel que llaman vademécum. El verlos ir con tanto aparatoen sillassi hacía solen coche si llovíame hizo considerar y reparar en la muchallaneza con que su padre iba a la Lonja a negociar sus negociosporque nollevaba otro criado que un negroy algunas veces se desmandaba a ir en unmachuelo aun no bien aderezado.»

CIPIÓN.- Has de saberBerganzaque es costumbre y condición de losmercaderes de Sevillay aun de las otras ciudadesmostrar su autoridad yriquezano en sus personassino en las de sus hijos; porque los mercaderes sonmayores en su sombra que en sí mismos. Ycomo ellos por maravilla atienden aotra cosa que a sus tratos y contratostrátanse modestamente; ycomo laambición y la riqueza muere por manifestarserevienta por sus hijosy asílos tratan y autorizan como si fuesen hijos de algún príncipe; y algunos hayque les procuran títulosy ponerles en el pecho la marca que tanto distinguela gente principal de la plebeya.

BERGANZA.- Ambición espero ambición generosala de aquel que pretendemejorar su estado sin perjuicio de tercero.

CIPIÓN.- Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con dañode tercero.

BERGANZA.- Ya hemos dicho que no hemos de murmurar.

CIPIÓN.- Síque yo no murmuro de nadie.

BERGANZA.- Ahora acabo de confirmar por verdad lo que muchas veces he oídodecir. Acaba un maldiciente murmurador de echar a perder diez linajes y decaluniar veinte buenosy si alguno le reprehende por lo que ha dichorespondeque él no ha dicho naday que si ha dicho algono lo ha dicho por tantoyque si pensara que alguno se había de agraviarno lo dijera. A la feCipiónmucho ha de sabery muy sobre los estribos ha de andar el que quisieresustentar dos horas de conversación sin tocar los límites de la murmuración;porque yo veo en mí quecon ser un animalcomo soya cuatro razones que digome acuden palabras a la lengua como mosquitos al vinoy todas maliciosas ymurmurantes; por lo cual vuelvo a decir lo que otra vez he dicho: que el hacer ydecir mal lo heredamos de nuestros primeros padres y lo mamamos en la leche.Vese claro en queapenas ha sacado el niño el brazo de las fajascuandolevanta la mano con muestras de querer vengarse de quiena su parecerleofende; y casi la primera palabra articulada que habla es llamar puta a su ama oa su madre.

CIPIÓN.- Así es verdady yo confieso mi yerro y quiero que me le perdonespues te he perdonado tantos. Echemos pelillos a la marcomo dicen los muchachosy no murmuremos de aquí adelante; y sigue tu cuentoque le dejaste en laautoridad con que los hijos del mercader tu amo iban al estudio de la Compañíade Jesús.

BERGANZA.- A Él me encomiendo en todo acontecimiento; yaunque el dejar demurmurar lo tengo por dificultosopienso usar de un remedio que oí decir queusaba un gran juradorel cualarrepentido de su mala costumbrecada vez quedespués de su arrepentimiento jurabase daba un pellizco en el brazoo besabala tierraen pena de su culpa; perocon todo estojuraba. Así yocada vezque fuere contra el precepto que me has dado de que no murmure y contra laintención que tengo de no murmurarme morderé el pico de la lengua de modoque me duela y me acuerde de mi culpa para no volver a ella.

CIPIÓN.- Tal es ese remedioque si usas dél espero que te has de mordertantas veces que has de quedar sin lenguay asíquedarás imposibilitado demurmurar.

BERGANZA.- A lo menosyo haré de mi parte mis diligenciasy supla lasfaltas el cielo.

»Y asídigo que los hijos de mi amo se dejaron un día un cartapacio en elpatiodonde yo a la sazón estaba; ycomo estaba enseñado a llevar laesportilla del jifero mi amoasí del vademécum y fuime tras ellosconintención de no soltalle hasta el estudio. Sucedióme todo como lo deseaba: quemis amosque me vieron venir con el vademécum en la bocaasidosotilmente de las cintasmandaron a un paje me le quitase; mas yo no loconsentí ni le solté hasta que entré en el aula con élcosa que causó risaa todos los estudiantes. Lleguéme al mayor de mis amosya mi parecerconmucha crianza se le puse en las manosy quedéme sentado en cuclillas a lapuerta del aulamirando de hito en hito al maestro que en la cátedra leía. Nosé qué tiene la virtudquecon alcanzárseme a mí tan poco o nada dellaluego recibí gusto de ver el amorel términola solicitud y la industria conque aquellos benditos padres y maestros enseñaban a aquellos niñosenderezando las tiernas varas de su juventudporque no torciesen ni tomasen malsiniestro en el camino de la virtudque juntamente con las letras les mostraban.Consideraba cómo los reñían con suavidadlos castigaban con misericordialos animaban con ejemploslos incitaban con premios y los sobrellevaban concordura; yfinalmentecómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios yles dibujaban la hermosura de las virtudespara queaborrecidos ellos y amadasellasconsiguiesen el fin para que fueron criados.»

CIPIÓN.- Muy bien dicesBerganza; porque yo he oído decir desa benditagente que para repúblicos del mundo no los hay tan prudentes en todo élypara guiadores y adalides del camino del cielopocos les llegan. Son espejosdonde se mira la honestidadla católica dotrinala singular prudenciayfinalmentela humildad profundabasa sobre quien se levanta todo el edificiode la bienaventuranza.

BERGANZA.- Todo es así como lo dices.

»Ysiguiendo mi historiadigo que mis amos gustaron de que les llevasesiempre el vademécumlo que hice de muy buena voluntad; con lo cualtenía una vida de reyy aun mejorporque era descansadaa causa que losestudiantes dieron en burlarse conmigoy domestiquéme con ellos de tal maneraque me metían la mano en la boca y los más chiquillos subían sobre mí.Arrojaban los bonetes o sombrerosy yo se los volvía a la mano limpiamente ycon muestras de grande regocijo. Dieron en darme de comer cuanto ellos podíany gustaban de ver quecuando me daban nueces o avellanaslas partía comomonadejando las cáscaras y comiendo lo tierno. Tal hubo quepor hacer pruebade mi habilidadme trujo en un pañuelo gran cantidad de ensaladala cualcomí como si fuera persona. Era tiempo de inviernocuando campean en Sevillalos molletes y mantequillasde quien era tan bien servidoque más de dosAntonios se empeñaron o vendieron para que yo almorzase. Finalmenteyo pasabauna vida de estudiante sin hambre y sin sarnaque es lo más que se puedeencarecer para decir que era buena; porque si la sarna y la hambre no fuesen tanunas con los estudiantesen las vidas no habría otra de más gusto ypasatiempoporque corren parejas en ella la virtud y el gustoy se pasa lamocedad aprendiendo y holgándose.

»Desta gloria y desta quietud me vino a quitar una señora quea mi parecerllaman por ahí razón de estado; quecuando con ella se cumplese ha dedescumplir con otras razones muchas. Es el caso que aquellos señores maestrosles pareció que la media hora que hay de lición a lición la ocupaban losestudiantesno en repasar las licionessino en holgarse conmigo; y asíordenaron a mis amos que no me llevasen más al estudio. Obedecieronvolviéronme a casa y a la antigua guarda de la puertaysin acordarse señorel viejo de la merced que me había hecho de que de día y de noche anduviesesueltovolví a entregar el cuello a la cadena y el cuerpo a una esterilla quedetrás de la puerta me pusieron.»

¡Ayamigo Cipiónsi supieses cuán dura cosa es de sufrir el pasar de unestado felice a un desdichado! Mira: cuando las miserias y desdichas tienenlarga la corriente y son continuaso se acaban prestocon la muerteo lacontinuación dellas hace un hábito y costumbre en padecellasque suele en sumayor rigor servir de alivio; mascuando de la suerte desdichada y calamitosasin pensarlo y de improvisose sale a gozar de otra suerte prósperaventurosay alegrey de allí a poco se vuelve a padecer la suerte primera y a losprimeros trabajos y desdichases un dolor tan riguroso que si no acaba la vidaes por atormentarla más viviendo.

»Digoen finque volví a mi ración perruna y a los huesos que una negrade casa me arrojabay aun éstos me dezmaban dos gatos romanos; quecomosueltos y ligerosérales fácil quitarme lo que no caía debajo del distritoque alcanzaba mi cadena.»

Cipión hermanoasí el cielo te conceda el bien que deseasquesin que teenfadesme dejes ahora filosofar un poco; porque si dejase de decir las cosasque en este instante me han venido a la memoria de aquellas que entonces meocurrieronme parece que no sería mi historia cabal ni de fruto alguno.

CIPIÓN.- AdvierteBerganzano sea tentación del demonio esa gana defilosofar que dices te ha venidoporque no tiene la murmuración mejor velopara paliar y encubrir su maldad disoluta que darse a entender el murmurador quetodo cuanto dice son sentencias de filósofosy que el decir mal esreprehensión y el descubrir los defetos ajenos buen celo. Y no hay vida deningún murmurante quesi la consideras y escudriñasno la halles llena devicios y de insolencias. Y debajo de saber estofilosofea ahora cuantoquisieres.

BERGANZA.- Seguro puedes estarCipiónde que más murmureporque así lotengo prosupuesto.

»Espuesel casoque como me estaba todo el día ocioso y la ociosidadsea madre de los pensamientosdi en repasar por la memoria algunos latines queme quedaron en ella de muchos que oí cuando fui con mis amos al estudioconquea mi parecerme hallé algo más mejorado de entendimientoy determinécomo si hablar supieraaprovecharme dellos en las ocasiones que se meofreciesen; pero en manera diferente de la que se suelen aprovechar algunosignorantes.»

Hay algunos romancistas que en las conversaciones disparan de cuando encuando con algún latín breve y compendiosodando a entender a los que no loentienden que son grandes latinosy apenas saben declinar un nombre ni conjugarun verbo.

CIPIÓN.- Por menor daño tengo ése que el que hacen los que verdaderamentesaben latínde los cuales hay algunos tan imprudentes quehablando con unzapatero o con un sastrearrojan latines como agua.

BERGANZA.- Deso podremos inferir que tanto peca el que dice latines delantede quien los ignoracomo el que los dice ignorándolos.

CIPIÓN.- Pues otra cosa puedes advertiry es que hay algunos que no lesescusa el ser latinos de ser asnos.

BERGANZA.- Pues ¿quién lo duda? La razón está clarapues cuando entiempo de los romanos hablaban todos latíncomo lengua materna suyaalgúnmajadero habría entre ellosa quien no escusaría el hablar latín dejar deser necio.

CIPIÓN.- Para saber callar en romance y hablar en latíndiscreción esmenesterhermano Berganza.

BERGANZA.- Así esporque también se puede decir una necedad en latín comoen romancey yo he visto letrados tontosy gramáticos pesadosy romancistasvareteados con sus listas de latínque con mucha facilidad pueden enfadar almundono una sino muchas veces.

CIPIÓN.- Dejemos estoy comienza a decir tus filosofías.

BERGANZA.- Ya las he dicho: éstas son que acabo de decir.

CIPIÓN.- ¿Cuáles?

BERGANZA.- Estas de los latines y romancesque yo comencé y tú acabaste.

CIPIÓN.- ¿Al murmurar llamas filosofar? ¡Así va ello! CanonizacanonizaBerganzaa la maldita plaga de la murmuracióny dale el nombre que quisieresque ella dará a nosotros el de cínicosque quiere decir perros murmuradores;y por tu vida que calles ya y sigas tu historia.

BERGANZA.- ¿Cómo la tengo de seguir si callo?

CIPIÓN.- Quiero decir que la sigas de golpesin que la hagas que parezcapulposegún la vas añadiendo colas.

BERGANZA.- Habla con propiedad: que no se llaman colas las del pulpo.

CIPIÓN.- Ése es el error que tuvo el que dijo que no era torpedad ni vicionombrar las cosas por sus propios nombrescomo si no fuese mejorya que seaforzoso nombrarlasdecirlas por circunloquios y rodeos que templen laasquerosidad que causa el oírlas por sus mismos nombres. Las honestas palabrasdan indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.

BERGANZA.- Quiero creerte; «y digo queno contenta mi fortuna de habermequitado de mis estudios y de la vida que en ellos pasabatan regocijada ycompuestay haberme puesto atraillado tras de una puertay de haber trocado laliberalidad de los estudiantes en la mezquinidad de la negraordenó desobresaltarme en lo que ya por quietud y descanso tenía.»

MiraCipiónten por cierto y averiguadocomo yo lo tengoque aldesdichado las desdichas le buscan y le hallanaunque se esconda en losúltimos rincones de la tierra.

«Dígolo porque la negra de casa estaba enamorada de un negroasimismoesclavo de casael cual negro dormía en el zaguánque es entre la puerta dela calle y la de en mediodetrás de la cual yo estaba; y no se podían juntarsino de nochey para esto habían hurtado o contrahecho las llaves; y asílasmás de las noches bajaba la negraytapándome la boca con algún pedazo decarne o quesoabría al negrocon quien se daba buen tiempofacilitándolo misilencioy a costa de muchas cosas que la negra hurtaba. Algunos días meestragaron la conciencia las dádivas de la negrapareciéndome que sin ellasse me apretarían las ijadas y daría de mastín en galgo. Peroen efetollevado de mi buen naturalquise responder a lo que a mi amo debíapuestiraba sus gajes y comía su pancomo lo deben hacer no sólo los perroshonradosa quien se les da renombre de agradecidossino todos aquellos quesirven.»

CIPIÓN.- Esto síBerganzaquiero que pase por filosofíaporque sonrazones que consisten en buena verdad y en buen entendimiento; y adelante y nohagas sogapor no decir colade tu historia.

BERGANZA.- Primero te quiero rogar me digassi es que lo sabesqué quieredecir filosofía; queaunque yo la nombrono sé lo que es; sólo medoy a entender que es cosa buena.

CIPIÓN.- Con brevedad te la diré. Este nombre se compone de dos nombresgriegosque son filos y sofía; filos quiere decir amorysofíala ciencia; así que filosofía significa 'amor de laciencia'y filósofo'amador de la ciencia'.

BERGANZA.- Mucho sabesCipión. ¿Quién diablos te enseñó a ti nombresgriegos?

CIPIÓN.- VerdaderamenteBerganzaque eres simplepues desto haces caso;porque éstas son cosas que las saben los niños de la escuelay también hayquien presuma saber la lengua griega sin saberlacomo la latina ignorándola.

BERGANZA.- Eso es lo que yo digoy quisiera que a estos tales los pusieranen una prensay a fuerza de vueltas les sacaran el jugo de lo que sabenporqueno anduviesen engañando el mundo con el oropel de sus gregüescos rotos y suslatines falsoscomo hacen los portugueses con los negros de Guinea.

CIPIÓN.- Ahora síBerganzaque te puedes morder la lenguay tarazármelayoporque todo cuanto decimos es murmurar.

BERGANZA.- Síque no estoy obligado a hacer lo que he oído decir que hizouno llamado Corondastirioel cual puso ley que ninguno entrase en elayuntamiento de su ciudad con armasso pena de la vida. Descuidóse destoyotro día entró en el cabildo ceñida la espada; advirtiéronselo yacordándose de la pena por él puestaal momento desenvainó su espada y sepasó con ella el pechoy fue el primero que puso y quebrantó la ley y pagóla pena. Lo que yo dije no fue poner leysino prometer que me mordería lalengua cuando murmurase; pero ahora no van las cosas por el tenor y rigor de lasantiguas: hoy se hace una ley y mañana se rompey quizá conviene que así sea.Ahora promete uno de enmendarse de sus viciosy de allí a un momento cae enotros mayores. Una cosa es alabar la disciplina y otra el darse con ellayenefetodel dicho al hecho hay gran trecho. Muérdase el diabloque yo no quieromorderme ni hacer finezas detrás de una esteradonde de nadie soy visto quepueda alabar mi honrosa determinación.

CIPIÓN.- Según esoBerganzasi tú fueras personafueras hipócritaytodas las obras que hicieras fueran aparentesfingidas y falsascubiertas conla capa de la virtudsólo porque te alabarancomo todos los hipócritas hacen.

BERGANZA.- No sé lo que entonces hiciera; esto sé que quiero hacer ahora:que es no mordermequedándome tantas cosas por decir que no sé cómo nicuándo podré acabarlas; y másestando temeroso que al salir del sol noshemos de quedar a escurasfaltándonos la habla.

CIPIÓN.- Mejor lo hará el cielo. Sigue tu historia y no te desvíes delcamino carretero con impertinentes digresiones; y asípor larga que sealaacabarás presto.

BERGANZA.- «Digopuesquehabiendo visto la insolencialadronicio ydeshonestidad de los negrosdeterminécomo buen criadoestorbarlopor losmejores medios que pudiese; y pude tan bienque salí con mi intento. Bajaba lanegracomo has oídoa refocilarse con el negrofiada en que me enmudecíanlos pedazos de carnepan o queso que me arrojaba...»

¡Mucho pueden las dádivasCipión!

CIPIÓN.- Mucho. No te diviertaspasa adelante.

BERGANZA.- Acuérdome que cuando estudiaba oí decir al precetor un refránlatinoque ellos llaman adagioque decía: Habet bovem in lingua.

CIPIÓN.- ¡Ohque en hora mala hayáis encajado vuestro latín! ¿Tanpresto se te ha olvidado lo que poco ha dijimos contra los que entremetenlatines en las conversaciones de romance?

BERGANZA.- Este latín viene aquí de molde; que has de saber que losatenienses usabanentre otrasde una moneda sellada con la figura de un bueyy cuando algún juez dejaba de decir o hacer lo que era razón y justiciaporestar cohechadodecían: ''Este tiene el buey en la lengua''.

CIPIÓN.- La aplicación falta.

BERGANZA.- ¿No está bien clarasi las dádivas de la negra me tuvieronmuchos días mudoque ni quería ni osaba ladrarla cuando bajaba a verse con sunegro enamorado? Por lo que vuelvo a decir que pueden mucho las dádivas.

CIPIÓN.- Ya te he respondido que pueden muchoy si no fuera por no hacerahora una larga digresióncon mil ejemplos probara lo mucho que las dádivaspueden; mas quizá lo dirési el cielo me concede tiempolugar y habla paracontarte mi vida.

BERGANZA.- Dios te dé lo que deseasy escucha.

»Finalmentemi buena intención rompió por las malas dádivas de la negra;a la cualbajando una noche muy escura a su acostumbrado pasatiempoarremetísin ladrarporque no se alborotasen los de casay en un instante le hicepedazos toda la camisa y le arranqué un pedazo de muslo: burla que fue bastantea tenerla de veras más de ocho días en la camafingiendo para con sus amos nosé qué enfermedad. Sanóvolvió otra nochey yo volví a la pelea con miperraysin morderlala arañé todo el cuerpo como si la hubiera cardadocomo manta. Nuestras batallas eran a la sordade las cuales salía siemprevencedory la negramalparada y peor contenta. Pero sus enojos se parecíanbien en mi pelo y en mi salud: alzóseme con la ración y los huesosy losmíos poco a poco iban señalando los nudos del espinazo. Con todo estoaunqueme quitaron el comerno me pudieron quitar el ladrar. Pero la negraporacabarme de una vezme trujo una esponja frita con manteca; conocí la maldad;vi que era peor que comer zarazasporque a quien la come se le hincha elestómago y no sale dél sin llevarse tras sí la vida. Ypareciéndome serimposible guardarme de las asechanzas de tan indignados enemigosacordé deponer tierra en medioquitándomeles delante de los ojos.

»Halléme un día sueltoy sin decir adiós a ninguno de casame puse enla calley a menos de cien pasos me deparó la suerte al alguacil que dije alprincipio de mi historiaque era grande amigo de mi amo Nicolás el Romo; elcualapenas me hubo vistocuando me conoció y me llamó por mi nombre;también le conocí yo yal llamarmeme llegué a él con mis acostumbradasceremonias y caricias. Asióme del cuello y dijo a dos corchetes suyos: ''Éstees famoso perro de ayudaque fue de un grande amigo mío; llevémosle a casa''.Holgáronse los corchetesy dijeron que si era de ayuda a todos sería deprovecho. Quisieron asirme para llevarmey mi amo dijo que no era menesterasirmeque yo me iríaporque le conocía.

»Háseme olvidado decirte que las carlancas con puntas de acero que saquécuando me desgarré y ausenté del ganado me las quitó un gitano en una ventay ya en Sevilla andaba sin ellas; pero el alguacil me puso un collar tachonadotodo de latón morisco.»

ConsideraCipiónahora esta rueda variable de la fortuna mía: ayer me viestudiante y hoy me vees corchete.

CIPIÓN.- Así va el mundoy no hay para qué te pongas ahora a esagerar losvaivenes de fortunacomo si hubiera mucha diferencia de ser mozo de un jifero aserlo de un corchete. No puedo sufrir ni llevar en paciencia oír las quejas quedan de la fortuna algunos hombres que la mayor que tuvieron fue tener premisas yesperanzas de llegar a ser escuderos. ¡Con qué maldiciones la maldicen! ¡Concuántos improperios la deshonran! Y no por más de que porque piense el que losoye que de altapróspera y buena ventura han venido a la desdichada y baja enque los miran.

BERGANZA.- Tienes razón; «y has de saber que este alguacil tenía amistadcon un escribanocon quien se acompañaba; estaban los dos amancebados con dosmujercillasno de poco más a menossino de menos en todo; verdad es quetenían algo de buenas caraspero mucho de desenfado y de taimería putesca.Éstas les servían de red y de anzuelo para pescar en secoen esta forma:vestíanse de suerte que por la pinta descubrían la figuray a tiro de arcabuzmostraban ser damas de la vida libre; andaban siempre a caza de estranjerosycuando llegaba la vendeja a Cádiz y a Sevillallegaba la huella de su gananciano quedando bretón con quien no embistiesen; yen cayendo el grasiento conalguna destas limpiasavisaban al alguacil y al escribano adónde y a quéposada ibanyen estando juntosles daban asalto y los prendían poramancebados; pero nunca los llevaban a la cárcela causa que los estranjerossiempre redimían la vejación con dineros.

»Sucediópuesque la Colindresque así se llamaba la amiga del alguacilpescó un bretón unto y bisunto; concertó con él cena y noche en su posada;dio el cañuto a su amigo; yapenas se habían desnudadocuando el alguacilel escribanodos corchetes y yo dimos con ellos. Alborotáronse los amantes;esageró el alguacil el delito; mandólos vestir a toda priesa para llevarlos ala cárcel; afligióse el bretón; terciómovido de caridadel escribanoy apuros ruegos redujo la pena a solos cien reales. Pidió el bretón unos folladosde camuza que había puesto en una silla a los pies de la camadonde teníadineros para pagar su libertady no parecieron los folladosni podían parecer;porqueasí como yo entré en el aposentollegó a mis narices un olor detocino que me consoló todo; descubríle con el olfatoy halléle en unafaldriquera de los follados. Digo que hallé en ella un pedazo de jamón famosoypor gozarle y poderle sacar sin rumorsaqué los follados a la calleyallí me entregué en el jamón a toda mi voluntady cuando volví al aposentohallé que el bretón daba voces diciendo en lenguaje adúltero y bastardoaunque se entendíaque le volviesen sus calzasque en ellas tenía cincuenta escutid'oro in oro. Imaginó el escribano o que la Colindres o los corchetes selos habían robado; el alguacil pensó lo mismo; llamólos aparteno confesóningunoy diéronse al diablo todos. Viendo yo lo que pasabavolví a la calledonde había dejado los folladospara volverlospues a mí no me aprovechabanada el dinero; no los halléporque ya algún venturoso que pasó se loshabía llevado. Como el alguacil vio que el bretón no tenía dinero para elcohechose desesperabay pensó sacar de la huéspeda de casa lo que elbretón no tenía; llamólay vino medio desnuday como oyó las voces yquejas del bretóny a la Colindres desnuda y llorandoal alguacil en cóleray al escribano enojado y a los corchetes despabilando lo que hallaban en elaposentono le plugo mucho. Mandó el alguacil que se cubriese y se viniese conél a la cárcelporque consentía en su casa hombres y mujeres de mal vivir.¡Aquí fue ello! Aquí sí que fue cuando se aumentaron las voces y creció laconfusión; porque dijo la huéspeda: ''Señor alguacil y señor escribanonoconmigo tretasque entrevo toda costura; no conmigo dijes ni poleos: callen laboca y váyanse con Dios; si nopor mi santiguada que arroje el bodegón por laventana y que saque a plaza toda la chirinola desta historia; que bien conozco ala señora Colindres y sé que ha muchos meses que es su cobertor el señoralguacil; y no hagan que me aclare mássino vuélvase el dinero a este señory quedemos todos por buenos; porque yo soy mujer honrada y tengo un marido consu carta de ejecutoriay con a perpenan rei de memoriacon suscolgaderos de plomoDios sea loadoy hago este oficio muy limpiamente y sindaño de barras. El arancel tengo clavado donde todo el mundo le vea; y noconmigo cuentosquepor Diosque sé despolvorearme. ¡Bonita soy yo para quepor mi orden entren mujeres con los huéspedes! Ellos tienen las llaves de susaposentosy yo no soy quinceque tengo de ver tras siete paredes''.

»Pasmados quedaron mis amos de haber oído la arenga de la huéspeda y dever cómo les leía la historia de sus vidas; perocomo vieron que no teníande quién sacar dinero si della noporfiaban en llevarla a la cárcel.Quejábase ella al cielo de la sinrazón y justicia que la hacíanestando sumarido ausente y siendo tan principal hidalgo. El bretón bramaba por suscincuenta escuti. Los corchetes porfiaban que ellos no habían visto losfolladosni Dios permitiese lo tal. El escribanopor lo calladoinsistía alalguacil que mirase los vestidos de la Colindresque le daba sospecha que elladebía de tener los cincuenta escutipor tener de costumbre visitar losescondrijos y faldriqueras de aquellos que con ella se envolvían. Ella decíaque el bretón estaba borracho y que debía de mentir en lo del dinero. En efetotodo era confusióngritos y juramentossin llevar modo de apaciguarseni seapaciguaran si al instante no entrara en el aposento el teniente de asistentequeviniendo a visitar aquella posadalas voces le llevaron adonde era lagrita. Preguntó la causa de aquellas voces; la huéspeda se la dio muy pormenudo: dijo quién era la ninfa Colindresque ya estaba vestida; publicó lapública amistad suya y del alguacil; echó en la calle sus tretas y modo derobar; disculpóse a sí misma de que con su consentimiento jamás habíaentrado en su casa mujer de mala sospecha; canonizóse por santa y a su maridopor un benditoy dio voces a una moza que fuese corriendo y trujese de un cofrela carta ejecutoria de su maridopara que la viese el señor tinientediciéndole que por ella echaría de ver que mujer de tan honrado marido nopodía hacer cosa mala; y que si tenía aquel oficio de casa de camasera a nopoder más: que Dios sabía lo que le pesabay si quisiera ella tener algunarenta y pan cuotidiano para pasar la vidaque tener aquel ejercicio. Eltenienteenfadado de su mucho hablar y presumir de ejecutoriale dijo: ''Hermanacamerayo quiero creer que vuestro marido tiene carta de hidalguía con que vosme confeséis que es hidalgo mesonero''. ''Y con mucha honra -respondió lahuéspeda-. Y ¿qué linaje hay en el mundopor bueno que seaque no tengaalgún dime y direte?'' ''Lo que yo os digohermanaes que os cubráisquehabéis de venir a la cárcel''. La cual nueva dio con ella en el suelo;arañóse el rostro; alzó el grito; perocon todo esoel tenientedemasiadamente severolos llevó a todos a la cárcel; conviene a saber: albretóna la Colindres y a la huéspeda. Después supe que el bretón perdiósus cincuenta escutiy más diezen que le condenaron en las costas; lahuéspeda pagó otro tantoy la Colindres salió libre por la puerta afuera. Yel mismo día que la soltaron pescó a un marineroque pagó por el bretóncon el mismo embuste del soplo; porque veasCipióncuántos y cuán grandesinconvenientes nacieron de mi golosina.»

CIPIÓN.- Mejor dijeras de la bellaquería de tu amo.

BERGANZA.- Pues escuchaque aún más adelante tiraban la barrapuesto queme pesa de decir mal de alguaciles y de escribanos.

CIPIÓN.- Síque decir mal de uno no es decirlo de todos; síque muchos ymuy muchos escribanos hay buenosfieles y legalesy amigos de hacer placer sindaño de tercero; síque no todos entretienen los pleitosni avisan a laspartesni todos llevan más de sus derechosni todos van buscando einquiriendo las vidas ajenas para ponerlas en tela de juicioni todos se aúnancon el juez para «háceme la barba y hacerte he el copete»ni todos losalguaciles se conciertan con los vagamundos y fullerosni tienen todos lasamigas de tu amo para sus embustes. Muchos y muy muchos hay hidalgos pornaturaleza y de hidalgas condiciones; muchos no son arrojadosinsolentesnimal criadosni rateroscomo los que andan por los mesones midiendo las espadasa los estranjerosyhallándolas un pelo más de la marcadestruyen a susdueños. Síque no todos como prenden sueltany son jueces y abogados cuandoquieren.

BERGANZA.- «Más alto picaba mi amo; otro camino era el suyo; presumía devaliente y de hacer prisiones famosas; sustentaba la valentía sin peligro de supersonapero a costa de su bolsa. Un día acometió en la Puerta de Jerez élsolo a seis famosos rufianessin que yo le pudiese ayudar en nadaporquellevaba con un freno de cordel impedida la boca (que así me traía de díayde noche me le quitaba). Quedé maravillado de ver su atrevimientosu brío ysu denuedo; así se entraba y salía por las seis espadas de los rufos como sifueran varas de mimbre; era cosa maravillosa ver la ligereza con que acometíalas estocadas que tirabalos reparosla cuentael ojo alerta porque no letomasen las espaldas. Finalmenteél quedó en mi opinión y en la de todoscuantos la pendencia miraron y supieron por un nuevo Rodamontehabiendo llevadoa sus enemigos desde la Puerta de Jerez hasta los mármoles del Colegio de MaseRodrigoque hay más de cien pasos. Dejólos encerradosy volvió a coger lostrofeos de la batallaque fueron tres vainasy luego se las fue a mostrar alasistentequesi mal no me acuerdolo era entonces el licenciado Sarmiento deValladaresfamoso por la destruición de La Sauceda. Miraban a mi amo por lascalles do pasabaseñalándole con el dedocomo si dijeran: ''Aquél es elvaliente que se atrevió a reñir solo con la flor de los bravos de laAndalucía''. En dar vueltas a la ciudadpara dejarse verse pasó lo quequedaba del díay la noche nos halló en Trianaen una calle junto al Molinode la Pólvora; yhabiendo mi amo avizorado (como en la jácara se dice) sialguien le veíase entró en una casay yo tras ély hallamos en un patio atodos los jayanes de la pendenciasin capas ni espadasy todos desabrochados;y unoque debía de ser el huéspedtenía un gran jarro de vino en la unamano y en la otra una copa grande de tabernala cualcolmándola de vinogeneroso y espumantebrindaba a toda la compañía. Apenas hubieron visto a miamocuando todos se fueron a él con los brazos abiertosy todos le brindarony él hizo la razón a todosy aun la hiciera a otros tantos si le fuera algoen ellopor ser de condición afable y amigo de no enfadar a nadie por pocascosas.»

Quererte yo contar ahora lo que allí se tratóla cena que cenaronlaspeleas que se contaronlos hurtos que se refirieronlas damas que de su tratose calificaron y las que se reprobaronlas alabanzas que los unos a los otrosse dieronlos bravos ausentes que se nombraronla destreza que allí se pusoen su puntolevantándose en mitad de la cena a poner en prática las tretasque se les ofrecíanesgrimiendo con las manoslos vocablos tan exquisitos deque usaban; yfinalmenteel talle de la persona del huéspeda quien todosrespetaban como a señor y padresería meterme en un laberinto donde no mefuese posible salir cuando quisiese.

»Finalmentevine a entender con toda certeza que el dueño de la casaaquien llamaban Monipodioera encubridor de ladrones y pala de rufianesy quela gran pendencia de mi amo había sido primero concertada con elloscon lascircunstancias del retirarse y de dejar las vainaslas cuales pagó mi amoallíluegode contadocon todo cuanto Monipodio dijo que había costado lacenaque se concluyó casi al amanecercon mucho gusto de todos. Y fue supostre dar soplo a mi amo de un rufián forastero quenuevo y flamantehabíallegado a la ciudad; debía de ser más valiente que ellosy de envidia lesoplaron. Prendióle mi amo la siguiente nochedesnudo en la cama: que sivestido estuvierayo vi en su talle que no se dejara prender tan a mansalva.Con esta prisión que sobrevino sobre la pendenciacreció la fama de micobardeque lo era mi amo más que una liebrey a fuerza de meriendas y tragossustentaba la fama de ser valientey todo cuanto con su oficio y con susinteligencias granjeaba se le iba y desaguaba por la canal de la valentía.

»Pero ten pacienciay escucha ahora un cuento que le sucediósin añadirni quitar de la verdad una tilde. Dos ladrones hurtaron en Antequera un caballomuy bueno; trujéronle a Sevillay para venderle sin peligro usaron de un ardidquea mi parecertiene del agudo y del discreto. Fuéronse a posar a posadasdiferentesy el uno se fue a la justicia y pidió por una petición que Pedrode Losada le debía cuatrocientos reales prestadoscomo parecía por unacédula firmada de su nombrede la cual hacía presentación. Mandó eltiniente que el tal Losada reconociese la cédulay que si la reconocieselesacasen prendas de la cantidad o le pusiesen en la cárcel; tocó hacer estadiligencia a mi amo y al escribano su amigo; llevóles el ladrón a la posadadel otroy al punto reconoció su firma y confesó la deuday señaló porprenda de la ejecución el caballoel cual visto por mi amole creció el ojo;y le marcó por suyo si acaso se vendiese. Dio el ladrón por pasados lostérminos de la leyy el caballo se puso en venta y se remató en quinientosreales en un tercero que mi amo echó de manga para que se le comprase. Valíael caballo tanto y medio más de lo que dieron por él. Perocomo el bien delvendedor estaba en la brevedad de la ventaa la primer postura remató sumercaduría. Cobró el un ladrón la deuda que no le debíany el otro la cartade pago que no había menestery mi amo se quedó con el caballoque para élfue peor que el Seyano lo fue para sus dueños. Mondaron luego la haza losladronesyde allí a dos díasdespués de haber trastejado mi amo lasguarniciones y otras faltas del caballopareció sobre él en la plaza de SanFranciscomás hueco y pomposo que aldeano vestido de fiesta. Diéronle milparabienes de la buena compraafirmándole que valía ciento y cincuentaducados como un huevo un maravedí; y élvolteando y revolviendo el caballorepresentaba su tragedia en el teatro de la referida plaza. Yestando en suscaracoles y rodeosllegaron dos hombres de buen talle y de mejor ropajey eluno dijo: ''¡Vive Diosque éste es Piedehierromi caballoque ha pocosdías que me le hurtaron en Antequera!''. Todos los que venían con élqueeran cuatro criadosdijeron que así era la verdad: que aquél era Piedehierroel caballo que le habían hurtado. Pasmóse mi amoquerellóse el dueñohubopruebasy fueron las que hizo el dueño tan buenasque salió la sentencia ensu favor y mi amo fue desposeído del caballo. Súpose la burla y la industriade los ladronesque por manos e intervención de la misma justicia vendieron loque habían hurtadoy casi todos se holgaban de que la codicia de mi amo lehubiese rompido el saco.

»Y no paró en esto su desgracia; que aquella nochesaliendo a rondar elmismo asistentepor haberle dado noticia que hacia los barrios de San Juliánandaban ladronesal pasar de una encrucijada vieron pasar un hombre corriendoy dijo a este punto el asistenteasiéndome por el collar y zuzándome: ''¡AlladrónGavilán! ¡EaGavilánhijoal ladrónal ladrón!'' Yoa quienya tenían cansado las maldades de mi amopor cumplir lo que el señorasistente me mandaba sin discrepar en nadaarremetí con mi propio amoy sinque pudiese valersedi con él en el suelo; y si no me le quitaranyo hicieraa más de a cuatro vengados; quitáronme con mucha pesadumbre de entrambos.Quisieran los corchetes castigarmey aun matarme a palosy lo hicieran si elasistente no les dijera: ''No le toque nadieque el perro hizo lo que yo lemandé''.

»Entendióse la maliciay yosin despedirme de nadiepor un agujero de lamuralla salí al campoy antes que amaneciese me puse en Mairenaque es unlugar que está cuatro leguas de Sevilla. Quiso mi buena suerte que hallé allíuna compañía de soldados quesegún oí decirse iban a embarcar a Cartagena.Estaban en ella cuatro rufianes de los amigos de mi amoy el atambor era unoque había sido corchete y gran chocarrerocomo lo suelen ser los másatambores. Conociéronme todos y todos me hablaron; y asíme preguntaban pormi amo como si les hubiera de responder; pero el que más afición me mostrófue el atambory asídeterminé de acomodarme con élsi él quisieseyseguir aquella jornadaaunque me llevase a Italia o a Flandes; porque me parecea míy aun a ti te debe parecer lo mismoquepuesto que dice el refrán «quiennecio es en su villanecio es en Castilla»el andar tierras y comunicar condiversas gentes hace a los hombres discretos.»

CIPIÓN.- Es eso tan verdadque me acuerdo haber oído decir a un amo quetuve de bonísimo ingenio que al famoso griego llamado Ulises le dieron renombrede prudente por sólo haber andado muchas tierras y comunicado con diversasgentes y varias naciones; y asíalabo la intención que tuviste de irte dondete llevasen.

BERGANZA.- «Espuesel caso que el atamborpor tener con qué mostrarmás sus chacorreríascomenzó a enseñarme a bailar al son del atambor y ahacer otras moneríastan ajenas de poder aprenderlas otro perro que no fuerayo como las oirás cuando te las diga.

»Por acabarse el distrito de la comisiónse marchaba poco a poco; nohabía comisario que nos limitase; el capitán era mozopero muy buen caballeroy gran cristiano; el alférez no hacía muchos meses que había dejado la Cortey el tinelo; el sargento era matrero y sagaz y grande arriero de compañíasdesde donde se levantan hasta el embarcadero. Iba la compañía llena derufianes churrulleroslos cuales hacían algunas insolencias por los lugares dopasábamosque redundaban en maldecir a quien no lo merecía. Infelicidad esdel buen príncipe ser culpado de sus súbditos por la culpa de sus súbditosacausa que los unos son verdugos de los otrossin culpa del señor; puesaunquequiera y lo procure no puede remediar estos dañosporque todas o las máscosas de la guerra traen consigo asperezariguridad y desconveniencia.

»En finen menos de quince díascon mi buen ingenio y con la diligenciaque puso el que había escogido por patrónsupe saltar por el Rey de Francia ya no saltar por la mala tabernera. Enseñóme a hacer corvetas como caballonapolitano y a andar a la redonda como mula de atahonacon otras cosas quesiyo no tuviera cuenta en no adelantarme a mostrarlaspusiera en duda si eraalgún demonio en figura de perro el que las hacía. Púsome nombre del «perrosabio»y no habíamos llegado al alojamiento cuandotocando su atamborandaba por todo el lugar pregonando que todas las personas que quisiesen venir aver las maravillosas gracias y habilidades del perro sabio en tal casa o en talhospital las mostrabana ocho o a cuatro maravedíssegún era el pueblogrande o chico. Con estos encarecimientos no quedaba persona en todo el lugarque no me fuese a very ninguno había que no saliese admirado y contento dehaberme visto. Triunfaba mi amo con la mucha gananciay sustentaba seiscamaradas como unos reyes. La codicia y la envidia despertó en los rufianesvoluntad de hurtarmey andaban buscando ocasión para ello: que esto del ganarde comer holgando tiene muchos aficionados y golosos; por esto hay tantostitereros en Españatantos que muestran retablostantos que venden alfileresy coplasque todo su caudalaunque le vendiesen todono llega a podersesustentar un día; ycon estolos unos y los otros no salen de los bodegones ytabernas en todo el año; por do me doy a entender que de otra parte que de lade sus oficios sale la corriente de sus borracheras. Toda esta gente esvagamundainútil y sin provecho; esponjas del vino y gorgojos del pan.»

CIPIÓN.- No másBerganza; no volvamos a lo pasado: sigueque se va lanochey no querría que al salir del sol quedásemos a la sombra del silencio.

BERGANZA.- Tenle y escucha.

»Como sea cosa fácil añadir a lo ya inventadoviendo mi amo cuán biensabía imitar el corcel napolitanohízome unas cubiertas de guadamací y unasilla pequeñaque me acomodó en las espaldasy sobre ella puso una figuraliviana de un hombre con una lancilla de correr sortijay enseñóme a correrderechamente a una sortija que entre dos palos ponía; y el día que había decorrerla pregonaba que aquel día corría sortija el perro sabio y hacía otrasnuevas y nunca vistas galanteríaslas cuales de mi santiscariocomo dicenlas hacía por no sacar mentiroso a mi amo.

»Llegamospuespor nuestras jornadas contadas a Montillavilla del famosoy gran cristiano Marqués de Priegoseñor de la casa de Aguilar y de Montilla.Alojaron a mi amoporque él lo procuróen un hospital; echó luego elordinario bandoycomo ya la fama se había adelantado a llevar las nuevas delas habilidades y gracias del perro sabioen menos de una hora se llenó elpatio de gente. Alegróse mi amo viendo que la cosecha iba de guillaymostróse aquel día chacorrero en demasía. Lo primero en que comenzaba lafiesta era en los saltos que yo daba por un aro de cedazoque parecía de cuba:conjurábame por las ordinarias preguntasy cuando él bajaba una varilla demembrillo que en la mano teníaera señal del salto; y cuando la tenía altade que me estuviese quedo. El primer conjuro deste día (memorable entre todoslos de mi vida) fue decirme: ''EaGavilán amigosalta por aquel viejo verdeque tú conoces que se escabecha las barbas; y si no quieressalta por la pompay el aparato de doña Pimpinela de Plafagoniaque fue compañera de la mozagallega que servía en Valdeastillas. ¿No te cuadra el conjurohijo Gavilán?Pues salta por el bachiller Pasillasque se firma licenciado sin tener gradoalguno. ¡Ohperezoso estás! ¿Por qué no saltas? Pero ya entiendo y alcanzotus marrullerías: ahora salta por el licor de Esquiviasfamoso al par del deCiudad RealSan Martín y Ribadavia''. Bajó la varilla y salté yoy notésus malicias y malas entrañas.

»Volvióse luego al pueblo y en voz alta dijo: ''No piense vuesa mercedsenado valerosoque es cosa de burla lo que este perro sabe: veinte y cuatropiezas le tengo enseñadas que por la menor dellas volaría un gavilán; quierodecir que por ver la menor se pueden caminar treinta leguas. Sabe bailar lazarabanda y chacona mejor que su inventora misma; bébese una azumbre de vinosin dejar gota; entona un sol fa mi re tan bien como un sacristán; todasestas cosasy otras muchas que me quedan por decirlas irán viendo vuesasmercedes en los días que estuviere aquí la compañía; y por ahora dé otrosalto nuestro sabioy luego entraremos en lo grueso''. Con esto suspendió elauditorioque había llamado senadoy les encendió el deseo de no dejar dever todo lo que yo sabía.

»Volvióse a mí mi amo y dijo: ''Volvedhijo Gavilány con gentilagilidad y destreza deshaced los saltos que habéis hecho; pero ha de ser adevoción de la famosa hechicera que dicen que hubo en este lugar''. Apenas hubodicho estocuando alzó la voz la hospitaleraque era una viejaal parecerde más de sesenta añosdiciendo: ''¡Bellacocharlatánembaidor y hijo deputaaquí no hay hechicera alguna! Si lo decís por la Camachaya ella pagósu pecadoy está donde Dios se sabe; si lo decís por míchacorreroni yosoy ni he sido hechicera en mi vida; y si he tenido fama de haberlo sidomerceda los testigos falsosy a la ley del encajey al juez arrojadizo y malinformadoya sabe todo el mundo la vida que hago en penitenciano de loshechizos que no hicesino de otros muchos pecados: otros que como pecadora hecometido. Así quesocarrón tamborilerosalid del hospital: si nopor vidade mi santiguada que os haga salir más que de paso''. Ycon estocomenzó adar tantos gritos y a decir tantas y tan atropelladas injurias a mi amoque[le] puso en confusión y sobresalto; finalmenteno dejó que pasase adelantela fiesta en ningún modo. No le pesó a mi amo del alborotoporque se quedócon los dineros y aplazó para otro día y en otro hospital lo que en aquélhabía faltado. Fuese la gente maldiciendo a la viejaañadiendo al nombre dehechicera el de brujay el de barbuda sobre vieja. Con todo estonos quedamosen el hospital aquella noche; yencontrándome la vieja en el corral solomedijo: ''¿Eres túhijo Montiel? ¿Eres túpor venturahijo?''. Alcé lacabeza y miréla muy de espacio; lo cual visto por ellacon lágrimas en losojos se vino a mí y me echó los brazos al cuelloy si la dejara me besara enla boca; pero tuve asco y no lo consentí.»

CIPIÓN.- Bien hicisteporque no es regalosino tormentoel besar ni dejarbesarse de una vieja.

BERGANZA.- Esto que ahora te quiero contar te lo había de haber dicho alprincipio de mi cuentoy así escusáramos la admiración que nos causó elvernos con habla.

»Porque has de saber que la vieja me dijo: ''Hijo Montielvente tras mí ysabrás mi aposentoy procura que esta noche nos veamos a solas en élque yodejaré abierta la puerta; y sabe que tengo muchas cosas que decirte de tu viday para tu provecho''. Bajé yo la cabeza en señal de obedecerlapor lo cualella se acabó de enterar en que yo era el perro Montiel que buscabasegúndespués me lo dijo. Quedé atónito y confusoesperando la nochepor ver enlo que paraba aquel misterioo prodigiode haberme hablado la vieja; ycomohabía oído llamarla de hechiceraesperaba de su vista y habla grandes cosas.Llegóseen finel punto de verme con ella en su aposentoque era escuroestrecho y bajoy solamente claro con la débil luz de un candil de barro queen él estaba; atizóle la viejay sentóse sobre una arquillay llegómejunto a síysin hablar palabrame volvió a abrazary yo volví a tenercuenta con que no me besase. Lo primero que me dijo fue:

»''Bien esperaba yo en el cielo queantes que estos mis ojos se cerrasencon el último sueñote había de verhijo mío; yya que te he vistovengala muerte y lléveme desta cansada vida. Has de saberhijoque en esta villavivió la más famosa hechicera que hubo en el mundoa quien llamaron laCamacha de Montilla; fue tan única en su oficioque las Eritoslas Circeslas Medeasde quien he oído decir que están las historias llenasno laigualaron. Ella congelaba las nubes cuando queríacubriendo con ellas la fazdel soly cuando se le antojaba volvía sereno el más turbado cielo; traíalos hombres en un instante de lejas tierrasremediaba maravillosamente lasdoncellas que habían tenido algún descuido en guardar su enterezacubría alas viudas de modo que con honestidad fuesen deshonestasdescasaba las casadasy casaba las que ella quería. Por diciembre tenía rosas frescas en su jardíny por enero segaba trigo. Esto de hacer nacer berros en una artesa era lo menosque ella hacíani el hacer ver en un espejoo en la uña de una criaturalosvivos o los muertos que le pedían que mostrase. Tuvo fama que convertía loshombres en animalesy que se había servido de un sacristán seis añosenforma de asnoreal y verdaderamentelo que yo nunca he podido alcanzar cómose hagaporque lo que se dice de aquellas antiguas magasque convertían loshombres en bestiasdicen los que más saben que no era otra cosa sino que ellascon su mucha hermosura y con sus halagosatraían los hombres de manera a quelas quisiesen bieny los sujetaban de suertesirviéndose dellos en todocuanto queríanque parecían bestias. Pero en tihijo míola experiencia memuestra lo contrario: que sé que eres persona racional y te veo en semejanza deperrosi ya no es que esto se hace con aquella ciencia que llaman tropelíaque hace parecer una cosa por otra. Sea lo que fuerelo que me pesa es que yoni tu madreque fuimos discípulas de la buena Camachanunca llegamos a sabertanto como ella; y no por falta de ingenioni de habilidadni de ánimoqueantes nos sobraba que faltabasino por sobra de su maliciaque nunca quisoenseñarnos las cosas mayoresporque las reservaba para ella.

»''Tu madrehijose llamó la Montielaque después de la Camacha fuefamosa; yo me llamo la Cañizaressi ya no tan sabia como las dosa lo menosde tan buenos deseos como cualquiera dellas. Verdad es que el ánimo que tumadre tenía de hacer y entrar en un cerco y encerrarse en él con una legiónde demoniosno le hacía ventaja la misma Camacha. Yo fui siempre algomedrosilla; con conjurar media legión me contentabaperocon paz sea dicho deentrambasen esto de conficionar las unturas con que las brujas nos untamosaninguna de las dos diera ventajani la daré a cuantas hoy siguen y guardannuestras reglas. Que has de saberhijoque como yo he visto y veo que la vidaque corre sobre las ligeras alas del tiempose acabahe querido dejar todoslos vicios de la hechiceríaen que estaba engolfada muchos años habíaysólo me he quedado con la curiosidad de ser brujaque es un viciodificultosísimo de dejar. Tu madre hizo lo mismo: de muchos vicios se apartómuchas buenas obras hizo en esta vidapero al fin murió bruja; y no murió deenfermedad algunasino de dolor de que supo que la Camachasu maestradeenvidia que la tuvo porque se le iba subiendo a las barbas en saber tanto comoella (o por otra pendenzuela de celosque nunca pude averiguar)estando tumadre preñada y llegándose la hora del partofue su comadre la Camachalacual recibió en sus manos lo que tu madre parióy mostróle que había paridodos perritos; yasí como los viodijo: '¡Aquí hay maldadaquí haybellaquería!'. 'Perohermana Montielatu amiga soy; yo encubriré este partoy atiende tú a estar sanay haz cuenta que esta tu desgracia queda sepultadaen el mismo silencio; no te dé pena alguna este sucesoque ya sabes tú quepuedo yo saber que si no es con Rodríguezel ganapán tu amigodías ha queno tratas con otro; así queeste perruno parto de otra parte viene y algúnmisterio contiene. Admiradas quedamos tu madre y yoque me hallé presente atododel estraño suceso. La Camacha se fue y se llevó los cachorros; yo mequedé con tu madre para asistir a su regalola cual no podía creer lo que lehabía sucedido.

»''Llegóse el fin de la Camachayestando en la última hora de su vidallamó a tu madre y le dijo como ella había convertido a sus hijos en perrospor cierto enojo que con ella tuvo; pero que no tuviese penaque ellosvolverían a su ser cuando menos lo pensasen; mas que no podía ser primero queellos por sus mismos ojos viesen lo siguiente:

 

Volverán en su forma verdadera

 

cuando vieren con presta diligencia

 

derribar los soberbios levantados

 

y alzar a los humildes abatidos

 

con poderosa mano para hacello.

»''Esto dijo la Camacha a tu madre al tiempo de su muertecomo ya te hedicho. Tomólo tu madre por escrito y de memoriay yo lo fijé en la mía parasi sucediese tiempo de poderlo decir a alguno de vosotros; ypara poderconocerosa todos los perros que veo de tu color los llamo con el nombre de tumadreno por pensar que los perros han de saber el nombresino por ver sirespondían a ser llamados tan diferentemente como se llaman los otros perros. Yesta tardecomo te vi hacer tantas cosas y que te llaman el perro sabioy también como alzaste la cabeza a mirarme cuando te llamé en el corralhecreído que tú eres hijo de la Montielaa quien con grandísimo gusto doynoticia de tus sucesos y del modo con que has de cobrar tu forma primera; elcual modo quisiera yo que fuera tan fácil como el que se dice de Apuleyo en Elasno de oroque consistía en sólo comer una rosa. Pero este tuyo vafundado en acciones ajenas y no en tu diligencia. Lo que has de hacerhijoesencomendarte a Dios allá en tu corazóny espera que éstasque no quierollamarlas profecíassino adivinanzashan de suceder presto y prósperamente;quepues la buena de la Camacha las dijosucederán sin duda algunay tú ytu hermanosi es vivoos veréis como deseáis.

»''De lo que a mí me pesa es que estoy tan cerca de mi acabamiento que notendré lugar de verlo. Muchas veces he querido preguntar a mi cabrón qué fintendrá vuestro sucesopero no me he atrevidoporque nunca a lo que lepreguntamos responde a derechassino con razones torcidas y de muchos sentidos.Así quea este nuestro amo y señor no hay que preguntarle nadaporque conuna verdad mezcla mil mentiras; ya lo que yo he colegido de sus respuestasél no sabe nada de lo por venir ciertamentesino por conjeturas. Con todo estonos trae tan engañadas a las que somos brujasquecon hacernos mil burlasnole podemos dejar. Vamos a verle muy lejos de aquía un gran campodonde nosjuntamos infinidad de gentebrujos y brujasy allí nos da de comerdesabridamentey pasan otras cosas que en verdad y en Dios y en mi ánima queno me atrevo a contarlassegún son sucias y asquerosasy no quiero ofendertus castas orejas. Hay opinión que no vamos a estos convites sino con lafantasíaen la cual nos representa el demonio las imágenes de todas aquellascosas que después contamos que nos han sucedido. Otros dicen que nosino queverdaderamente vamos en cuerpo y en ánima; y entrambas opiniones tengo para míque son verdaderaspuesto que nosotras no sabemos cuándo vamos de una o deotra maneraporque todo lo que nos pasa en la fantasía es tan intensamente queno hay diferenciarlo de cuando vamos real y verdaderamente. Algunas experienciasdesto han hecho los señores inquisidores con algunas de nosotras que han tenidopresasy pienso que han hallado ser verdad lo que digo.

»''Quisiera yohijoapartarme deste pecadoy para ello he hecho misdiligencias: heme acogido a ser hospitalera; curo a los pobresy algunos semueren que me dan a mí la vida con lo que me mandan o con lo que se les quedaentre los remiendospor el cuidado que yo tengo de espulgarlos los vestidos.Rezo poco y en públicomurmuro mucho y en secreto. Vame mejor con serhipócrita que con ser pecadora declarada: las apariencias de mis buenas obraspresentes van borrando en la memoria de los que me conocen las malas obraspasadas. En efetola santidad fingida no hace daño a ningún tercerosino alque la usa. Mirahijo Montieleste consejo te doy: que seas bueno en todocuanto pudieres; y si has de ser maloprocura no parecerlo en todo cuantopudieres. Bruja soyno te lo niego; bruja y hechicera fue tu madreque tampocote lo puedo negar; pero las buenas apariencias de las dos podían acreditarnosen todo el mundo. Tres días antes que muriese habíamos estado las dos en unvalle de los Montes Perineos en una gran giraycon todo esocuando muriófue con tal sosiego y reposoque si no fueron algunos visajes que hizo uncuarto de hora antes que rindiese el almano parecía sino que estaba enaquélla como en un tálamo de flores. Llevaba atravesados en el corazón susdos hijosy nunca quisoaun en el artículo de la muerteperdonar a laCamacha: tal era ella de entera y firme en sus cosas. Yo le cerré los ojos yfui con ella hasta la sepultura; allí la dejé para no verla másaunque notengo perdida la esperanza de verla antes que me mueraporque se ha dicho porel lugar que la han visto algunas personas andar por los cimenterios yencrucijadas en diferentes figurasy quizá alguna vez la toparé yoy lepreguntaré si manda que haga alguna cosa en descargo de su conciencia''.

»Cada cosa destas que la vieja me decía en alabanza de la que decía ser mimadre era una lanzada que me atravesaba el corazóny quisiera arremeter a ellay hacerla pedazos entre los dientes; y si lo dejé de hacer fue porque no letomase la muerte en tan mal estado. Finalmenteme dijo que aquella nochepensaba untarse para ir a uno de sus usados convitesy que cuando alláestuviese pensaba preguntar a su dueño algo de lo que estaba por sucederme.Quisiérale yo preguntar qué unturas eran aquellas que decíay parece que meleyó el deseopues respondió a mi intención como si se lo hubiera preguntadopues dijo:

»''Este ungüento con que las brujas nos untamos es compuesto de jugos deyerbas en todo estremo fríosy no escomo dice el vulgohecho con la sangrede los niños que ahogamos. Aquí pudieras también preguntarme qué gusto oprovecho saca el demonio de hacernos matar las criaturas tiernaspues sabe queestando bautizadascomo inocentes y sin pecadose van al cieloy él recibepena particular con cada alma cristiana que se le escapa; a lo que no te sabréresponder otra cosa sino lo que dice el refrán: «que tal hay que se quiebrados ojos porque su enemigo se quiebre uno»; y por la pesadumbre que da a suspadres matándoles los hijosque es la mayor que se puede imaginar. Y lo quemás le importa es hacer que nosotras cometamos a cada paso tan cruel y perversopecado; y todo esto lo permite Dios por nuestros pecadosque sin su permisiónyo he visto por experiencia que no puede ofender el diablo a una hormiga; y estan verdad esto querogándole yo una vez que destruyese una viña de un mienemigome respondió que ni aun tocar a una hoja della no podíaporque Diosno quería; por lo cual podrás venir a entendercuando seas hombreque todaslas desgracias que vienen a las gentesa los reinosa las ciudades y a lospueblos: las muertes repentinaslos naufragioslas caídasen fintodos losmales que llaman de dañovienen de la mano del Altísimo y de su voluntadpermitente; y los daños y males que llaman de culpa vienen y se causan pornosotros mismos. Dios es impecablede do se infiere que nosotros somos autoresdel pecadoformándole en la intenciónen la palabra y en la obra; todopermitiéndolo Diospor nuestros pecadoscomo ya he dicho.

»''Dirás tú ahorahijosi es que acaso me entiendesque quién me hizoa mí teólogay aun quizá dirás entre ti: '¡Cuerpo de tal con la puta vieja!¿Por qué no deja de ser brujapues sabe tantoy se vuelve a Diospues sabeque está más prompto a perdonar pecados que a permitirlos?' A esto te respondocomo si me lo preguntarasque la costumbre del vicio se vuelve en naturaleza; yéste de ser brujas se convierte en sangre y carney en medio de su ardorquees muchotrae un frío que pone en el alma talque la resfría y entorpece aunen la fede donde nace un olvido de sí mismay ni se acuerda de los temorescon que Dios la amenaza ni de la gloria con que la convida; yen efetocomo especado de carne y de deleiteses fuerza que amortigüe todos los sentidosylos embelese y absortesin dejarlos usar sus oficios como deben; y asíquedando el alma inútilfloja y desmazaladano puede levantar laconsideración siquiera a tener algún buen pensamiento; y asídejándoseestar sumida en la profunda sima de su miseriano quiere alzar la mano a la deDiosque se la está dandopor sola su misericordiapara que se levante. Yotengo una destas almas que te he pintado: todo lo veo y todo lo entiendoy comoel deleite me tiene echados grillos a la voluntadsiempre he sido y seré mala.

»''Pero dejemos esto y volvamos a lo de las unturas; y digo que son tanfríasque nos privan de todos los sentidos en untándonos con ellasyquedamos tendidas y desnudas en el sueloy entonces dicen que en la fantasíapasamos todo aquello que nos parece pasar verdaderamente. Otras vecesacabadasde untara nuestro parecermudamos formay convertidas en galloslechuzas ocuervosvamos al lugar donde nuestro dueño nos esperay allí cobramosnuestra primera forma y gozamos de los deleites que te dejo de decirpor sertalesque la memoria se escandaliza en acordarse dellosy asíla lengua huyede contarlos; ycon todo estosoy brujay cubro con la capa de la hipocresíatodas mis muchas faltas. Verdad es que si algunos me estiman y honran por buenano faltan muchos que me dicenno dos dedos del oídoel nombre de las fiestasque es el que les imprimió la furia de un juez colérico que en los tiempospasados tuvo que ver conmigo y con tu madredepositando su ira en las manos deun verdugo quepor no estar sobornadousó de toda su plena potestad y rigorcon nuestras espaldas. Pero esto ya pasóy todas las cosas se pasan; lasmemorias se acabanlas vidas no vuelvenlas lenguas se cansanlos sucesosnuevos hacen olvidar los pasados. Hospitalera soybuenas muestras doy de miprocederbuenos ratos me dan mis unturasno soy tan vieja que no pueda vivirun añopuesto que tengo setenta y cinco; yya que no puedo ayunarpor laedadni rezarpor los vaguidosni andar romeríaspor la flaqueza de mispiernasni dar limosnaporque soy pobreni pensar en bienporque soy amigade murmurary para haberlo de hacer es forzoso pensarlo primeroasí quesiempre mis pensamientos han de ser maloscon todo estosé que Dios es buenoy misericordioso y que Él sabe lo que ha de ser de míy basta; y quédeseaquí esta pláticaque verdaderamente me entristece. Venhijoy verásmeuntarque todos los duelos con pan son buenosel buen díameterle en casapues mientras se ríe no se llora; quiero decir queaunque los gustos que nosda el demonio son aparentes y falsostodavía nos parecen gustosy el deleitemucho mayor es imaginado que gozadoaunque en los verdaderos gustos debe de seral contrario''.

»Levantóseen diciendo esta larga arengaytomando el candilse entróen otro aposentillo más estrecho; seguílacombatido de mil variospensamientos y admirado de lo que había oído y de lo que esperaba ver. Colgóla Cañizares el candil de la pared y con mucha priesa se desnudó hasta lacamisa; ysacando de un rincón una olla vidriadametió en ella la manoymurmurando entre dientesse untó desde los pies a la cabezaque tenía sintoca. Antes que se acabase de untar me dijo queora se quedase su cuerpo enaquel aposento sin sentidoora desapareciese délque no me espantasenidejase de aguardar allí hasta la mañanaporque sabría las nuevas de lo queme quedaba por pasar hasta ser hombre. Díjele bajando la cabeza que sí haríay con esto acabó su untura y se tendió en el suelo como muerta. Llegué miboca a la suya y vi que no respiraba poco ni mucho.»

Una verdad te quiero confesarCipión amigo: que me dio gran temor vermeencerrado en aquel estrecho aposento con aquella figura delantela cual te lapintaré como mejor supiere.

»Ella era larga de más de siete pies; toda era notomía de huesoscubiertos con una piel negravellosa y curtida; con la barrigaque era debadanase cubría las partes deshonestasy aun le colgaba hasta la mitad delos muslos; las tetas semejaban dos vejigas de vaca secas y arrugadas;denegridos los labiostraspillados los dientesla nariz corva y entabladadesencasados los ojosla cabeza desgreñadala mejillas chupadasangosta lagarganta y los pechos sumidos; finalmentetoda era flaca y endemoniada. Púsemede espacio a mirarla y apriesa comenzó a apoderarse de mí el miedoconsiderando la mala visión de su cuerpo y la peor ocupación de su alma. Quisemorderlapor ver si volvía en síy no hallé parte en toda ella que el ascono me lo estorbase; perocon todo estola así de un carcaño y la saquéarrastrando al patio; mas ni por esto dio muestras de tener sentido. Allíconmirar el cielo y verme en parte anchase me quitó el temor; a lo menossetempló de manera que tuve ánimo de esperar a ver en lo que paraba la ida yvuelta de aquella mala hembray lo que me contaba de mis sucesos. En esto mepreguntaba yo a mí mismo: ''¿quién hizo a esta mala vieja tan discreta y tanmala? ¿De dónde sabe ella cuáles son males de daño y cuáles de culpa? ¿Cómoentiende y habla tanto de Diosy obra tanto del diablo? ¿Cómo peca tan demaliciano escusándose con ignorancia?''

»En estas consideraciones se pasó la noche y se vino el díaque noshalló a los dos en mitad del patio: ella no vuelta en sí y a mí junto a ellaen cuclillasatentomirando su espantosa y fea catadura. Acudió la gente delhospitalyviendo aquel retablounos decían: ''Ya la bendita Cañizares esmuerta; mirad cuán disfigurada y flaca la tenía la penitencia''; otrosmásconsideradosla tomaron el pulsoy vieron que le teníay que no era muertapor do se dieron a entender que estaba en éxtasis y arrobadade puro buena.Otros hubo que dijeron: ''Esta puta vieja sin duda debe de ser brujay debe deestar untada; que nunca los santos hacen tan deshonestos arrobosy hasta ahoraentre los que la conocemosmás fama tiene de bruja que de santa''. Curiososhubo que se llegaron a hincarle alfileres por las carnesdesde la punta hastala cabeza: ni por eso recordaba la dormilonani volvió en sí hasta las sietedel día; ycomo se sintió acribada de los alfileresy mordida de loscarcañaresy magullada del arrastramiento fuera de su aposentoy a vista detantos ojos que la estaban mirandocreyóy creyó la verdadque yo habíasido el autor de su deshonra; y asíarremetió a míyechándome ambasmanos a la gargantaprocuraba ahogarme diciendo: ''¡Oh bellacodesagradecidoignorante y malicioso! ¿Y es éste el pago que merecen las buenas obras que atu madre hice y de las que te pensaba hacer a ti?'' Yoque me vi en peligro deperder la vida entre las uñas de aquella fiera arpíasacudímeyasiéndolede las luengas faldas de su vientrela zamarreé y arrastré por todo el patio;ella daba voces que la librasen de los dientes de aquel maligno espíritu.

»Con estas razones de la mala viejacreyeron los más que yo debía de seralgún demonio de los que tienen ojeriza continua con los buenos cristianosyunos acudieron a echarme agua benditaotros no osaban llegar a quitarmeotrosdaban voces que me conjurasen; la vieja gruñíayo apretaba los dientescrecía la confusióny mi amoque ya había llegado al ruidose desesperabaoyendo decir que yo era demonio. Otrosque no sabían de exorcismosacudierona tres o cuatro garrotescon los cuales comenzaron a santiguarme los lomos;escocióme la burlasolté la viejay en tres saltos me puse en la calley enpocos más salí de la villaperseguido de una infinidad de muchachosque ibana grandes voces diciendo: ''¡Apártense que rabia el perro sabio!''; otrosdecían: ''¡No rabiasino que es demonio en figura de perro!'' Con estemolimientoa campana herida salí del pueblosiguiéndome muchos queindubitablemente creyeron que era demonioasí por las cosas que me habíanvisto hacer como por las palabras que la vieja dijo cuando despertó de sumaldito sueño.

»Dime tanta priesa a huir y a quitarme delante de sus ojosque creyeron queme había desparecido como demonio: en seis horas anduve doce leguasy lleguéa un rancho de gitanos que estaba en un campo junto a Granada. Allí me reparéun pocoporque algunos de los gitanos me conocieron por el perro sabioy conno pequeño gozo me acogieron y escondieron en una cuevaporque no me hallasensi fuese buscado; con intencióna lo que después entendíde ganar conmigocomo lo hacía el atambor mi amo. Veinte días estuve con ellosen los cualessupe y noté su vida y costumbresque por ser notables es forzoso que te lascuente.»

CIPIÓN.- AntesBerganzaque pases adelantees bien que reparemos en loque te dijo la brujay averigüemos si puede ser verdad la grande mentira aquien das crédito. MiraBerganzagrandísimo disparate sería creer que laCamacha mudase los hombres en bestias y que el sacristán en forma de jumento laserviese los años que dicen que la sirvió. Todas estas cosas y las semejantesson embelecosmentiras o apariencias del demonio; y si a nosotros nos pareceahora que tenemos algún entendimiento y razónpues hablamos siendoverdaderamente perroso estando en su figuraya hemos dicho que éste es casoportentoso y jamás vistoy queaunque le tocamos con las manosno le habemosde dar crédito hasta tanto que el suceso dél nos muestre lo que conviene quecreamos. ¿Quiéreslo ver más claro? Considera en cuán vanas cosas y en cuántontos puntos dijo la Camacha que consistía nuestra restauración; y aquellasque a ti te deben parecer profecías no son sino palabras de consejas o cuentosde viejascomo aquellos del caballo sin cabeza y de la varilla de virtudesconque se entretienen al fuego las dilatadas noches del invierno; porquea serotra cosaya estaban cumplidassi no es que sus palabras se han de tomar en unsentido que he oído decir se llama alegóricoel cual sentido no quiere decirlo que la letra suenasino otra cosa queaunque diferentele haga semejanza;y asídecir:

 

Volverán a su forma verdadera

 

cuando vieren con presta diligencia

 

derribar los soberbios levantados

 

y alzar a los humildes abatidos

 

por mano poderosa para hacello

tomándolo en el sentido que he dichoparéceme que quiere decir quecobraremos nuestra forma cuando viéremos que los que ayer estaban en la cumbrede la rueda de la fortunahoy están hollados y abatidos a los pies de ladesgraciay tenidos en poco de aquellos que más los estimaban. Yasimismocuando viéremos que otros que no ha dos horas que no tenían deste mundo otraparte que servir en él de número que acrecentase el de las gentesy ahoraestán tan encumbrados sobre la buena dicha que los perdemos de vista; y siprimero no parecían por pequeños y encogidosahora no los podemos alcanzarpor grandes y levantados. Y si en esto consistiera volver nosotros a la formaque dicesya lo hemos visto y lo vemos a cada paso; por do me doy a entenderque no en el sentido alegóricosino en el literalse han de tomar los versosde la Camacha; ni tampoco en éste consiste nuestro remediopues muchas veceshemos visto lo que dicen y nos estamos tan perros como vees; así quelaCamacha fue burladora falsay la Cañizares embusteray la Montiela tontamaliciosa y bellacacon perdón sea dichosi acaso es nuestra madre deentramboso tuyaque yo no la quiero tener por madre. Digopuesque elverdadero sentido es un juego de bolosdonde con presta diligencia derriban losque están en pie y vuelven a alzar los caídosy esto por la mano de quien lopuede hacer. Mirapuessi en el discurso de nuestra vida habremos visto jugara los bolosy si hemos visto por esto haber vuelto a ser hombressi es que losomos.

BERGANZA.- Digo que tienes razónCipión hermanoy que eres más discretode lo que pensaba; y de lo que has dicho vengo a pensar y creer que todo lo quehasta aquí hemos pasado y lo que estamos pasando es sueñoy que somos perros;pero no por esto dejemos de gozar deste bien de la habla que tenemos y de laexcelencia tan grande de tener discurso humano todo el tiempo que pudiéremos; yasíno te canse el oírme contar lo que me pasó con los gitanos que meescondieron en la cueva.

CIPIÓN.- De buena gana te escuchopor obligarte a que me escuches cuando tecuentesi el cielo fuere servidolos sucesos de mi vida.

BERGANZA.- «La que tuve con los gitanos fue considerar en aquel tiempo susmuchas maliciassus embaimientos y embusteslos hurtos en que se ejercitanasí gitanas como gitanosdesde el punto casi que salen de las mantillas ysaben andar. ¿Vees la multitud que hay dellos esparcida por España? Pues todosse conocen y tienen noticia los unos de los otrosy trasiegan y trasponen loshurtos déstos en aquéllos y los de aquéllos en éstos. Dan la obedienciamejor que a su reya uno que llaman Condeal cualy a todos los quedél sucedentienen el sobrenombre de Maldonado; y no porque vengan delapellido deste noble linajesino porque un paje de un caballero deste nombre seenamoró de una gitanala cual no le quiso conceder su amor si no se hacíagitano y la tomaba por mujer. Hízolo así el pajey agradó tanto a los demásgitanosque le alzaron por señor y le dieron la obediencia; ycomo en señalde vasallajele acuden con parte de los hurtos que hacencomo sean deimportancia.

»Ocúpansepor dar color a su ociosidaden labrar cosas de hierrohaciendo instrumentos con que facilitan sus hurtos; y asílos verás siempretraer a vender por las calles tenazasbarrenasmartillos; y ellastrébedes ybadiles. Todas ellas son parterasy en esto llevan ventaja a las nuestrasporque sin costa ni adherentes sacan sus partos a luzy lavan las criaturas conagua fría en naciendo; ydesde que nacen hasta que muerense curten ymuestran a sufrir las inclemencias y rigores del cielo; y asíverás que todosson alentadosvolteadorescorredores y bailadores. Cásanse siempre entreellosporque no salgan sus malas costumbres a ser conocidas de otros; ellasguardan el decoro a sus maridosy pocas hay que les ofendan con otros que nosean de su generación. Cuando piden limosnamás la sacan con invenciones ychocarrerías que con devociones; ya título que no hay quien se fíe dellasno sirven y dan en ser holgazanas. Y pocas o ninguna vez he vistosi mal no meacuerdoninguna gitana a pie de altar comulgandopuesto que muchas veces heentrado en las iglesias.

»Son sus pensamientos imaginar cómo han de engañar y dónde han de hurtar;confieren sus hurtos y el modo que tuvieron en hacellos; y asíun día contóun gitano delante de mí a otros un engaño y hurto que un día había hecho aun labradory fue que el gitano tenía un asno rabóny en el pedazo de lacola que tenía sin cerdas le ingirió otra peludaque parecía ser suyanatural. Sacóle al mercadocomprósele un labrador por diez ducadosyenhabiéndosele vendido y cobrado el dinerole dijo que si quería comprarle otroasno hermano del mismoy tan bueno como el que llevabaque se le vendería pormás buen precio. Respondióle el labrador que fuese por él y le trujesequeél se le compraríay que en tanto que volviese llevaría el comprado a suposada. Fuese el labradorsiguióle el gitanoy sea como seael gitano tuvomaña de hurtar al labrador el asno que le había vendidoy al mismo instantele quitó la cola postiza y quedó con la suya pelada. Mudóle la albarda yjáquimay atrevióse a ir a buscar al labrador para que se le compraseyhallóle antes que hubiese echado menos el asno primeroy a pocos lancescompró el segundo. Fuésele a pagar a la posadadonde halló menos la bestia ala bestia; yaunque lo era muchosospechó que el gitano se le había hurtadoy no quería pagarle. Acudió el gitano por testigosy trujo a los que habíancobrado la alcabala del primer jumentoy juraron que el gitano había vendidoal labrador un asno con una cola muy larga y muy diferente del asno segundo quevendía. A todo esto se halló presente un alguacilque hizo las partes delgitano con tantas veras que el labrador hubo de pagar el asno dos veces. Otrosmuchos hurtos contarony todoso los másde bestiasen quien son ellosgraduados y en lo que más se ejercitan. Finalmenteella es mala genteyaunque muchos y muy prudentes jueces han salido contra ellosno por eso seenmiendan.

»A cabo de veinte díasme quisieron llevar a Murcia; pasé por Granadadonde ya estaba el capitáncuyo atambor era mi amo. Como los gitanos losupieronme encerraron en un aposento del mesón donde vivían; oíles decir lacausano me pareció bien el viaje que llevabany asídeterminé soltarmecomo lo hice; ysaliéndome de Granadadi en una huerta de un moriscoque meacogió de buena voluntady yo quedé con mejorpareciéndome que no mequerría para más de para guardarle la huerta: oficioa mi cuentade menostrabajo que el de guardar ganado. Ycomo no había allí altercar sobre tantomás cuanto al salariofue cosa fácil hallar el morisco criado a quien mandary yo amo a quien servir. Estuve con él más de un mesno por el gusto de lavida que teníasino por el que me daba saber la de mi amoy por ella la detodos cuantos moriscos viven en España.»

¡Oh cuántas y cuáles cosas te pudiera decirCipión amigodesta moriscacanallasi no temiera no poderlas dar fin en dos semanas! Y si las hubiera departicularizarno acabara en dos meses; masen efetohabré de decir algo; yasíoye en general lo que yo vi y noté en particular desta buena gente.

»Por maravilla se hallará entre tantos uno que crea derechamente en lasagrada ley cristiana; todo su intento es acuñar y guardar dinero acuñadoypara conseguirle trabajan y no comen; en entrando el real en su podercomo nosea sencillole condenan a cárcel perpetua y a escuridad eterna; de modo queganando siempre y gastando nuncallegan y amontonan la mayor cantidad de dineroque hay en España. Ellos son su huchasu polillasus picazas y suscomadrejas; todo lo llegantodo lo esconden y todo lo tragan. Considérese queellos son muchos y que cada día ganan y escondenpoco o muchoy que unacalentura lenta acaba la vida como la de un tabardillo; ycomo van creciendose van aumentando los escondedoresque crecen y han de crecer en infinitocomola experiencia lo muestra. Entre ellos no hay castidadni entran en religiónellos ni ellas: todos se casantodos multiplicanporque el vivir sobriamenteaumenta las causas de la generación. No los consume la guerrani ejercicio quedemasiadamente los trabaje; róbannos a pie quedoy con los frutos de nuestrasheredadesque nos revendense hacen ricos. No tienen criadosporque todos loson de sí mismos; no gastan con sus hijos en los estudiosporque su ciencia noes otra que la del robarnos. De los doce hijos de Jacob que he oído decir queentraron en Egiptocuando los sacó Moisés de aquel cautiveriosalieronseiscientos mil varonessin niños y mujeres. De aquí se podrá inferir lo quemultiplicarán las déstosquesin comparaciónson en mayor número.»

CIPIÓN.- Buscado se ha remedio para todos los daños que has apuntado ybosquejado en sombra: que bien sé que son más y mayores los que callas que losque cuentasy hasta ahora no se ha dado con el que conviene; pero celadoresprudentísimos tiene nuestra república queconsiderando que España cría ytiene en su seno tantas víboras como moriscosayudados de Dioshallarán atanto daño ciertapresta y segura salida. Di adelante.

BERGANZA.- «Como mi amo era mezquinocomo lo son todos los de su castasustentábame con pan de mijo y con algunas sobras de zahínascomún sustentosuyo; pero esta miseria me ayudó a llevar el cielo por un modo tan estrañocomo el que ahora oirás.

»Cada mañanajuntamente con el albaamanecía sentado al pie de ungranadode muchos que en la huerta habíaun manceboal parecer estudiantevestido de bayetano tan negra ni tan peluda que no pareciese parda y tundida.Ocupábase en escribir en un cartapacio y de cuando en cuando se daba palmadasen la frente y se mordía las uñasestando mirando al cielo; y otras veces seponía tan imaginativoque no movía pie ni manoni aun las pestañas: tal erasu embelesamiento. Una vez me llegué junto a élsin que me echase de ver;oíle murmurar entre dientesy al cabo de un buen espacio dio una gran vozdiciendo: ''¡Vive el Señorque es la mejor octava que he hecho en todos losdías de mi vida!'' Yescribiendo apriesa en su cartapaciodaba muestras degran contento; todo lo cual me dio a entender que el desdichado era poeta.Hícele mis acostumbradas cariciaspor asegurarle de mi mansedumbre; echéme asus piesy élcon esta seguridadprosiguió en sus pensamientos y tornó arascarse la cabeza y a sus arrobosy a volver a escribir lo que había pensado.Estando en estoentró en la huerta otro mancebogalán y bien aderezadoconunos papeles en la manoen los cuales de cuando en cuando leía. Llegó dondeestaba el primero y díjole: ''¿Habéis acabado la primera jornada?'' ''Ahorale di fin -respondió el poeta-la más gallardamente que imaginarse puede''.''¿De qué manera?''preguntó el segundo. ''Désta -respondió el primero-:Sale Su Santidad del Papa vestido de pontificalcon doce cardenalestodosvestidos de moradoporque cuando sucedió el caso que cuenta la historia de micomedia era tiempo de mutatio caparumen el cual los cardenales no sevisten de rojosino de morado; y asíen todas maneras convienepara guardarla propiedadque estos mis cardenales salgan de morado; y éste es un punto quehace mucho al caso para la comedia; y a buen seguro dieran en ély así hacena cada paso mil impertinencias y disparates. Yo no he podido errar en estoporque he leído todo el ceremonial romanopor sólo acertar en estosvestidos''. ''Pues ¿de dónde queréis vos -replicó el otro- que tenga miautor vestidos morados para doce cardenales?'' ''Pues si me quita uno tan sólo-respondió el poeta-así le daré yo mi comedia como volar. ¡Cuerpo de tal!¿Esta apariencia tan grandiosa se ha de perder? Imaginad vos desde aquí lo queparecerá en un teatro un Sumo Pontífice con doce graves cardenales y con otrosministros de acompañamiento que forzosamente han de traer consigo. ¡Vive elcieloque sea uno de los mayores y más altos espectáculos que se haya vistoen comediaaunque sea la del Ramillete de Daraja!''

»Aquí acabé de entender que el uno era poeta y el otro comediante. Elcomediante aconsejó al poeta que cercenase algo de los cardenalessi noquería imposibilitar al autor el hacer la comedia. A lo que dijo el poeta quele agradeciesen que no había puesto todo el cónclave que se halló junto alacto memorable que pretendía traer a la memoria de las gentes en su felicísimacomedia. Rióse el recitante y dejóle en su ocupación por irse a la suyaqueera estudiar un papel de una comedia nueva. El poetadespués de haber escritoalgunas coplas de su magnífica comediacon mucho sosiego y espacio sacó de lafaldriquera algunos mendrugos de pan y obra de veinte pasasquea mi parecerentiendo que se las contéy aun estoy en duda si eran tantasporquejuntamente con ellas hacían bulto ciertas migajas de pan que las acompañaban.Sopló y apartó las migajasy una a una se comió las pasas y los palillosporque no le vi arrojar ningunoayudándolas con los mendrugosque morados conla borra de la faldriqueraparecían mohososy eran tan duros de condiciónqueaunque él procuró enternecerlospaseándolos por la boca una y muchasvecesno fue posible moverlos de su terquedad; todo lo cual redundó en miprovechoporque me los arrojódiciendo: ''¡Toto! Tomaque buen provechote hagan''. ''¡Mirad -dije entre mí- qué néctar o ambrosía me da estepoetade los que ellos dicen que se mantienen los dioses y su Apolo allá en elcielo!'' En finpor la mayor partegrande es la miseria de los poetasperomayor era mi necesidadpues me obligó a comer lo que él desechaba. En tantoque duró la composición de su comediano dejó de venir a la huerta ni a míme faltaron mendrugosporque los repartía conmigo con mucha liberalidadyluego nos íbamos a la noriadondeyo de bruces y él con un cangilónsatisfacíamos la sed como unos monarcas. Pero faltó el poeta y sobró en míla hambre tantoque determiné dejar al morisco y entrarme en la ciudad abuscar venturaque la halla el que se muda.

»Al entrar de la ciudad vi que salía del famoso monasterio de San Jerónimomi poetaque como me vio se vino a mí con los brazos abiertosy yo me fui aél con nuevas muestras de regocijo por haberle hallado. Luegoal instantecomenzó a desembaular pedazos de panmás tiernos de los que solía llevar ala huertay a entregarlos a mis dientes sin repasarlos por los suyos: mercedque con nuevo gusto satisfizo mi hambre. Los tiernos mendrugosy el haber vistosalir a mi poeta del monasterio dichome pusieron en sospecha de que tenía lasmusas vergonzantescomo otros muchos las tienen.

»Encaminóse a la ciudady yo le seguí con determinación de tenerle poramo si él quisieseimaginando que de las sobras de su castillo se podíamantener mi real; porque no hay mayor ni mejor bolsa que la de la caridadcuyasliberales manos jamás están pobres; y asíno estoy bien con aquel refránque dice: «Más da el duro que el desnudo»como si el duro y avaro diesealgocomo lo da el liberal desnudoqueen efetoda el buen deseo cuando másno tiene. De lance en lanceparamos en la casa de un autor de comedias quealo que me acuerdose llamaba Angulo el Malo[...] de otro Angulono autorsino representanteel más gracioso que entonces tuvieron y ahora tienen lascomedias. Juntóse toda la compañía a oír la comedia de mi amoque ya portal le tenía; ya la mitad de la jornada primerauno a uno y dos a dossefueron saliendo todosexcepto el autor y yoque servíamos de oyentes. Lacomedia era talquecon ser yo un asno en esto de la poesíame pareció quela había compuesto el mismo Satanáspara total ruina y perdición del mismopoetaque ya iba tragando salivaviendo la soledad en que el auditorio lehabía dejado; y no era muchosi el almaprésagale decía allá dentro ladesgracia que le estaba amenazandoque fue volver todos los recitantesquepasaban de doceysin hablar palabraasieron de mi poetay si no fueraporque la autoridad del autorllena de ruegos y vocesse puso de por mediosin duda le mantearan. Quedé yo del caso pasmado; el autordesabrido; losfarsantesalegresy el poetamohíno; el cualcon mucha pacienciaaunquealgo torcido el rostrotomó su comediayencerrándosela en el senomediomurmurandodijo: ''No es bien echar las margaritas a los puercos''. Y con estose fue con mucho sosiego.

»Yode corridoni pude ni quise seguirle; y acertéloa causa que elautor me hizo tantas caricias que me obligaron a que con él me quedasey enmenos de un mes salí grande entremesista y gran farsante de figuras mudas.Pusiéronme un freno de orillos y enseñáronme a que arremetiese en el teatro aquien ellos querían; de modo quecomo los entremeses solían acabar por lamayor parte en palosen la compañía de mi amo acababan en zuzarmey yoderribaba y atropellaba a todoscon que daba que reír a los ignorantes y muchaganancia a mi dueño.»

¡Oh Cipiónquién te pudiera contar lo que vi en ésta y en otras doscompañías de comediantes en que anduve! Maspor no ser posible reducirlo anarración sucinta y brevelo habré de dejar para otro díasi es que ha dehaber otro día en que nos comuniquemos ¿Vees cuán larga ha sido mi plática?¿Vees mis muchos y diversos sucesos? ¿Consideras mis caminos y mis amostantos? Pues todo lo que has oído es nadacomparado a lo que te pudiera contarde lo que notéaverigüé y vi desta gente: su procedersu vidasuscostumbressus ejerciciossu trabajosu ociosidadsu ignorancia y suagudezacon otras infinitas cosas: unas para decirse al oído y otras paraaclamallas en públicoy todas para hacer memoria dellas y para desengaño demuchos que idolatran en figuras fingidas y en bellezas de artificio y detransformación.

CIPIÓN.- Bien se me trasluceBerganzael largo campo que se te descubríapara dilatar tu pláticay soy de parecer que la dejes para cuento particular ypara sosiego no sobresaltado.

BERGANZA.- Sea asíy escucha.

»Con una compañía llegué a esta ciudad de Valladoliddonde en unentremés me dieron una herida que me llegó casi al fin de la vida; no pudevengarmepor estar enfrenado entoncesy despuésa sangre fríano quise:que la venganza pensada arguye crueldad y mal ánimo. Cansóme aquel ejerciciono por ser trabajosino porque veía en él cosas que juntamente pedíanenmienda y castigo; ycomo a mí estaba más el sentillo que el remedialloacordé de no verlo; y asíme acogí a sagradocomo hacen aquellos que dejanlos vicios cuando no pueden ejercitallosaunque más vale tarde que nunca.Digopuesqueviéndote una noche llevar la linterna con el buen cristianoMahudeste consideré contento y justa y santamente ocupado; y lleno de buenaenvidia quise seguir tus pasosy con esta loable intención me puse delante deMahudesque luego me eligió para tu compañero y me trujo a este hospital. Loque en él me ha sucedido no es tan poco que no haya menester espacio paracontalloespecialmente lo que oí a cuatro enfermos que la suerte y lanecesidad trujo a este hospitaly a estar todos cuatro juntos en cuatro camasapareadas.»

Perdónameporque el cuento es brevey no sufre dilacióny viene aquí demolde.

CIPIÓN.- Sí perdono. Concluyequea lo que creono debe de estar lejosel día.

BERGANZA.- «Digo que en las cuatro camas que están al cabo destaenfermeríaen la una estaba un alquimistaen la otra un poetaen la otra unmatemático y en la otra uno de los que llaman arbitristas.»

CIPIÓN.- Ya me acuerdo haber visto a esa buena gente.

BERGANZA.- «Digopuesque una siesta de las del verano pasadoestandocerradas las ventanas y yo cogiendo el aire debajo de la cama del uno delloselpoeta se comenzó a quejar lastimosamente de su fortunaypreguntándole elmatemático de qué se quejabarespondió que de su corta suerte. ''¿Cómoyno será razón que me queje -prosiguió-quehabiendo yo guardado lo queHoracio manda en su Poéticaque no salga a luz la obra quedespués decompuestano hayan pasado diez años por ellay que tenga yo una de veinteaños de ocupación y doce de pasantegrande en el sujetoadmirable y nueva enla invencióngrave en el versoentretenida en los episodiosmaravillosa enla divisiónporque el principio responde al medio y al finde manera queconstituyen el poema altosonoroheroicodeleitable y sustancioso; y quecontodo estono hallo un príncipe a quien dirigirle? Príncipedigoque seainteligenteliberal y magnánimo. ¡Mísera edad y depravado siglo nuestro!''''¿De qué trata el libro?''preguntó el alquimista. Respondió el poeta:''Trata de lo que dejó de escribir el Arzobispo Turpín del Rey Artús deInglaterracon otro suplemento de la Historia de la demanda del Santo Brialy todo en verso heroicoparte en octavas y parte en verso suelto; pero todoesdrújulamentedigo en esdrújulos de nombres sustantivossin admitir verboalguno''. ''A mí -respondió el alquimista- poco se me entiende de poesía; yasíno sabré poner en su punto la desgracia de que vuesa merced se quejapuesto queaunque fuera mayorno se igualaba a la míaque es queporfaltarme instrumentoo un príncipe que me apoye y me dé a la mano losrequisitos que la ciencia de la alquimia pideno estoy ahora manando en oro ycon más riquezas que los Midasque los Crasos y Cresos''. ''¿Ha hecho vuesamerced -dijo a esta sazón el matemático-señor alquimistala experiencia desacar plata de otros metales?'' ''Yo -respondió el alquimista- no la he sacadohasta agorapero realmente sé que se sacay a mí no me faltan dos meses paraacabar la piedra filosofalcon que se puede hacer plata y oro de las mismaspiedras''. ''Bien han exagerado vuesas mercedes sus desgracias -dijo a estasazón el matemático-; peroal finel uno tiene libro que dirigir y el otroestá en potencia propincua de sacar la piedra filosofal; más¿qué diré yode la míaque es tan sola que no tiene dónde arrimarse? Veinte y dos años haque ando tras hallar el punto fijoy aquí lo dejo y allí lo tomo; ypareciéndome que ya lo he hallado y que no se me puede escapar en ningunamaneracuando no me catome hallo tan lejos délque me admiro. Lo mismo meacaece con la cuadratura del círculo: que he llegado tan al remate de hallarlaque no sé ni puedo pensar cómo no la tengo ya en la faldriquera; y asíes mipena semejable a las de Tántaloque está cerca del fruto y muere de hambreypropincuo al agua y perece de sed. Por momentos pienso dar en la coyuntura de laverdady por minutos me hallo tan lejos dellaque vuelvo a subir el monte queacabé de bajarcon el canto de mi trabajo a cuestascomo otro nuevoSísifo''.

»Había hasta este punto guardado silencio el arbitristay aquí le rompiódiciendo: ''Cuatro quejosos tales que lo pueden ser del Gran Turco ha juntado eneste hospital la pobrezay reniego yo de oficios y ejercicios que nientretienen ni dan de comer a sus dueños. Yoseñoressoy arbitristay hedado a Su Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitriostodos enprovecho suyo y sin daño del reino; y ahora tengo hecho un memorial donde lesuplico me señale persona con quien comunique un nuevo arbitrio que tengo: talque ha de ser la total restauración de sus empeños; peropor lo que me hasucedido con otros memorialesentiendo que éste también ha de parar en elcarnero. Masporque vuesas mercedes no me tengan por mentecaptoaunque miarbitrio quede desde este punto públicole quiero decirque es éste: Hase depedir en Cortes que todos los vasallos de Su Majestaddesde edad de catorce asesenta añossean obligados a ayunar una vez en el mes a pan y aguay esto hade ser el día que se escogiere y señalarey que todo el gasto que en otroscondumios de frutacarne y pescadovinohuevos y legumbres que han de gastaraquel díase reduzga a dineroy se dé a Su Majestadsin defraudalle unarditeso cargo de juramento; y con estoen veinte años queda libre desocaliñas y desempeñado. Porque si se hace la cuentacomo yo la tengo hechabien hay en España más de tres millones de personas de la dicha edadfuera delos enfermosmás viejos o más muchachosy ninguno déstos dejará de gastary esto contado al menoretecada día real y medio; y yo quiero que sea no másde un realque no puede ser menosaunque coma alholvas. Pues ¿paréceles avuesas mercedes que sería barro tener cada mes tres millones de reales comoahechados? Y esto antes sería provecho que daño a los ayunantesporque con elayuno agradarían al cielo y servirían a su Rey; y tal podría ayunar que lefuese conveniente para su salud. Este es arbitrio limpio de polvo y de pajaypodríase coger por parroquiassin costa de comisariosque destruyen larepública''. Riyéronse todos del arbitrio y del arbitrantey él también seriyó de sus disparates; y yo quedé admirado de haberlos oído y de ver quepor la mayor partelos de semejantes humores venían a morir en loshospitales.»

CIPIÓN.- Tienes razónBerganza. Mira si te queda más que decir.

BERGANZA.- Dos cosas no máscon que daré fin a mi pláticaque ya meparece que viene el día.

»Yendo una noche mi mayor a pedir limosna en casa del corregidor destaciudadque es un gran caballero y muy gran cristianohallámosle solo; yparecióme a mí tomar ocasión de aquella soledad para decirle ciertosadvertimientos que había oído decir a un viejo enfermo deste hospitalacercade cómo se podía remediar la perdición tan notoria de las mozas vagamundasque por no servir dan en malasy tan malasque pueblan los veranos todos loshospitales de los perdidos que las siguen: plaga intolerable y que pedía prestoy eficaz remedio. Digo quequeriendo decírseloalcé la vozpensando quetenía hablay en lugar de pronunciar razones concertadas ladré con tantapriesa y con tan levantado tono queenfadado el corregidordio voces a suscriados que me echasen de la sala a palos; y un lacayo que acudió a la voz desu señorque fuera mejor que por entonces estuviera sordoasió de unacantimplora de cobre que le vino a la manoy diómela tal en mis costillasquehasta ahora guardo las reliquias de aquellos golpes.»

CIPIÓN.- Y ¿quéjaste desoBerganza?

BERGANZA.- Pues ¿no me tengo de quejarsi hasta ahora me duelecomo hedichoy si me parece que no merecía tal castigo mi buena intención?

CIPIÓN.- MiraBerganzanadie se ha de meter donde no le llamanni ha dequerer usar del oficio que por ningún caso le toca. Y has de considerar quenunca el consejo del pobrepor bueno que seafue admitidoni el pobre humildeha de tener presumpción de aconsejar a los grandes y a los que piensan que selo saben todo. La sabiduría en el pobre está asombrada; que la necesidad ymiseria son las sombras y nubes que la escureceny si acaso se descubrelajuzgan por tontedad y la tratan con menosprecio.

BERGANZA.- Tienes razónyescarmentando en mi cabezade aquí adelanteseguiré tus consejos.

«Entré asimismo otra noche en casa de una señora principalla cual teníaen los brazos una perrilla destas que llaman de faldatan pequeña que lapudiera esconder en el seno; la cualcuando me viosaltó de los brazos de suseñora y arremetió a mí ladrandoy con tan gran denuedoque no paró hastamorderme de una pierna. Volvíla a mirar con respecto y con enojoy dije entremí: ''Si yo os cogieraanimalejo ruinen la calleo no hiciera caso de vos oos hiciera pedazos entre los dientes''. Consideré en ella que hasta loscobardes y de poco ánimo son atrevidos e insolentes cuando son favorecidosyse adelantan a ofender a los que valen más que ellos.»

CIPIÓN.- Una muestra y señal desa verdad que dices nos dan algunoshombrecillos que a la sombra de sus amos se atreven a ser insolentes; y si acasola muerte o otro accidente de fortuna derriba el árbol donde se arrimanluegose descubre y manifiesta su poco valor; porqueen efetono son de másquilates sus prendas que los que les dan sus dueños y valedores. La virtud y elbuen entendimiento siempre es una y siempre es uno: desnudo o vestidosolo oacompañado. Bien es verdad que puede padecer acerca de la estimación de lasgentesmas no en la realidad verdadera de lo que merece y vale. Ycon estopongamos fin a esta pláticaque la luz que entra por estos resquicios muestraque es muy entrado el díay esta noche que vienesi no nos ha dejado estegrande beneficio de la hablaserá la míapara contarte mi vida.

BERGANZA.- Sea ansíy mira que acudas a este mismo puesto.




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