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Crónica de la Nueva España

Francisco Cervantes de Salazar

Libro primero

Argumento y sumario del primero libro desta crónica

Lo queen sumadespués de las cartas nuncupatorias y catálogo de losconquistadores que este primero libro contienees la razón por qué las Indiasdel mar Océano se llaman Nuevo Mundoy la noticia confusa que Platón tuvodeste Nuevo Mundo y lo que cerca dello otros dixeron; la descripción y asientode la Nueva Españala calidad y temple dellala propriedad y naturaleza dealgunos árboles que en ella haylas semillas y hortalizas que producelapropiedad maravillosa de algunas aves y pescados que tienelas lagunas yfuentes que la illustranlas serpientes y culebrascon los animales bravos ymansos que en ella se críanla caza y manera de cazar que los indios tenían ytienenla variedad de metales y valor de piedrasel modo que los indiostenían en poblarlas inclinaciones y condisciones delloslas muchas ydiversas lenguas en que hablanlos sacrificios y agüeros que teníancon lasfiestas de cada año y otras extravagantes que celebrabanlos bailes y areitosque hacían en sus regocijoslos médicos y hechiceros y manera de curar suyalas guerras y modo de pelear que los indios teníancon la manera y modo quecelebraban sus casamientosasí los de México como los de Mechuacán; por quéjueces se hacía la justicia y las penas que se daban a los delicuenteslaforma y manera con que alzaban a uno por señor o daban cargo preeminente en larepúblicala cuenta de los años que tenían y sus fiestaslos signos yplanetas por donde se regíanlas obsequias y cerimonias con que enterraban losmuertoslos pronósticos y agüeros que los indios tenían de la venida de losespañoles a esta tierra.



 

 

Capítulo I

Que es la razón por qué las Indias del Mar Océano se llamanNuevo Mundo.

No parescerá cosa superfluapues tengo de escrebir de tierra tan larga ytan incógnita a los sabios antiguostraer la razón por qué los presentesasí latinos como castellanosle llaman Nuevo Mundopues es cierto no habermás de un mundo y ser vanas las opiniones de algunos filósofos que creyeronhaber muchos; y asíAristótelesen lumbre naturalprobó ser uno y nomuchos cuando escribió De Coclo et Mundollamando mundo a todo lo queel cielo cubrelo cual es causa de que no con verdad estas tierrasdescubiertaspor muy largas y anchas que seanse llamen Nuevo Mundoca entreotros grandes argumentos y razones que en lumbre natural convencen al hombre aque crea que hay un solo Dios y no muchosun universal principio de todas lascosas y no dosuno de los males y otro de los bienescomo algunos falsamenteafirmarones la unidad que todas las cosas criadas tienenperdiendo la cualluego se deshacen todos los materiales en el edificio proporcionadamente unidos;una cosa obran y hacenque es la moraday estonces se deshacen cuando sondivisos y no tienen en sí unidad; de adonde es que una sea la naturalezaangélicauna la naturaleza humanay así uno el mundo; porquea habermuchoshubiera muchos soles y muchas lunas; pero no hay más de un sol y unalunalumbrerascomo escribió Moisésde la noche y del díael cualdandoa entender ser uno el mundodixo: «En el principio crió Dios el cielo y latierra»; no dixo los cielos y las tierrasy cuando dixo «crió»diotambién a entenderlo que no cupo en el entendimiento de algunos grandesfilósofosde nada haber criado Dios todo lo que esporqueguiándose por lavía naturaldecían que de nada no se podía hacer nadano levantando elentendimiento a quesi había Dioshabía de ser (so pena de no serlo)sumamente poderosoy que su decir fuese hacer; porquecomo dice la DivinaEscripturallama las cosas que no son como las que son. Ahorarespondiendo ala dubdadigo que no solamente en nuestro común hablarpero en la manera dedecir en la Divina Escriptura hay metáforassemejanzas y comparacioneso parahermosear y hacer más fecunda la lengua en que se hablao para dar a entenderla frescura del campo y lo que alegradecimos que se ríe; al hombre que hablacon aviso y dice cosas escogidasdecimos que echa perlas por la boca; e almurmurador e infamadorque echa víboras y que es carta de descomunión. Poresta manerala Sacra Escriptura usa de grandes y maravillosas metáforasllamando a Jesucristo sol de justiciay a la Virgensu madrela mañana oluna; por lo cualpues en todas las lenguas son tan necesarias las metáforas ymaneras de encarescimientos por la semejanza que tienen unas con otraslascuales muchas veces dexan sus propios nombresy por alguna similitud que hay enotras vestidas de sus nombres se entienden mejorcomo si al liberal dixésemosser un Alexandrey al valiente y esforzadoun Héctor; no es de maravillarpues todos los antiguos nunca alcanzaron a ver estas tierras que ahora habitamosni tuvieron clara noticia dellascomo paresce por PtolomeoPomponio Mela yEstrabónque en la descripción del mundo jamás las pusieron.

Ovidioen el principio del Metamorphosisdividiendo el mundo encinco zonasafirmó en parte todo lo que ahora la experiencia niegapues dixoqueunas por frío y otras por calorespecialmente la mediaeraninhabitables. Hércolesdespués de su larga peregrinaciónllegando a Cádizy a Sevillafixando aquellas dos grandes columnasentendiendo no haber másmundoponiéndolas por término deldixo: «No hay más adelante»lo cualfue causa de quesiendo el primer descubridor Colón de tanto mar y de tantatierraque verdaderamente es mayor que toda ÁfricaAsia y Europano sinalguna aparente razón y metafórica manera de hablardio lugar a losescriptores a que aquestas tierras llamasen Nuevo Mundono pudiendo explicar sugrandeza sino con llamarlas asípues mundo es lo que en sí encierra longuraanchura y profundidady que después del no hay máspor lo cual en elsiguiente capítulo diremos si destas partes hubo alguna noticia.



 

 

Capítulo II

De la noticia confusa que el divino Platón tuvo deste NuevoMundo.

Cosa es maravillosa y no digna de pasar en silencio que como Diospor suinefable y oculto juiciotenía determinadono antes ni despuésni en vidade otros reyessino de los católicos César y Filipoen tan dichosos ybienaventurados tiempos alumbrar a tan innumerables gentes como en este NuevoMundo habíafue servido como por figura dar a entender al divino Platón y aSénecaauctor de las Tragediasque después del mar Océano de España habíaotras tierras y gentes con otro mar quepor su grandezael mismo Platón lellama el Mar Grandeverificándose por la dilatación y augmento de la feecristiana aquella profecía: «Por toda la tierra salió el sonido dellos»quees la predicación de los Apóstoles y de los quesubcediendo en este cargo eneste Nuevo Mundopredicaron y predican el beneficio y merced que el Hijo deDios hizo al mundo con su venida a él. No sólo quiso que sanctos profetas loprofetizasen tantos años antespero quiso que las sibillasmujeres gentileslos poetascomo Virgilio y Ovidiosin entender lo que decíanloprofetizasentomando diversos instrumentos malos y buenos para lamanifestación de la merced que había de hacer al mundoporque aquello en lascosas humanas suele tener más verdad que el bueno y el malo confiesany nosiendo el don de profecía de los dones del Espíritu Sanctoque hacen alhombre grato y amigo de Diosno es de maravillar que gentilesinfieles ymalescomo fue Balánprofeticenpues profecía es gracia de gracia dadayque no hace al hombre grato y amigo de Diosy porque a los que cerca destoprimero descubrieron algoes justo darles su honor debidoes de saber queAgustín de Záratevarón por cierto doctoen la breve historia que escribiódel descubrimiento y conquista del Perútractando en breve lo tocante a estecapítulodice así:

«Cuenta el divino Platón algo sumariamente en el libro que intitula Thimeoo De Naturay despuésmuy a la larga y copiosamenteen otro libro odiálogo que se sigue inmediatamente después del Thimeollamado Atlánticodonde tracta una historia que los egipcios se contaban en loor de losatenienseslos cuales dice que fueron parte para vencer y desbaratar a ciertosReyes y gran número de gente de guerra que vino por la mar desde una grandeisla llamada Atlánticaque comenzaba después de las columnas de Hércoleslacual isla dice que era mayor que toda Asia y Áfricae que contenía diezreinoslos cuales dividió Neptuno entre diez hijos suyosy al mayorque sellamaba Atlasdio el mayor y mejor. Cuenta otras muchas y memorables cosas delas muchas riquezas y costumbres desta islaespecialmente de un templo queestaba en la ciudad principalque tenía las paredes y techumbres cubiertas conplanchas de oroplata y latóne otras muchas particularidades que seríanlargas para referiry se pueden ver en el original donde se tractancopiosamentemuchas de las cuales costumbres y cerimonias vemos que se guardanel día de hoy en la provincia del Pirú. Desde esta isla se navegaba a otrasislas grandes que estaban de la otra parte dellavecinas a la tierracontinentealiente la cual se seguía el verdadero mar. Las palabras formalesde Platón en el Thimeocon éstas: «Hablando Sócrates con losateniensesles dixo: Tiénese por cierto que vuestra ciudad resistió en lostiempos pasados a innumerable número de enemigos quesaliendo del marAtlánticohabían tomado y ocupado casi toda Europa y Asiaporque estoncesaquel estrecho era navegabletiniendo a la boca dely casi a su puertaunaínsula que comenzaba desde cerca de las columnas de Hércolesque dicen habersido mayor que Asia y África juntamentedesde la cual había contractación ycomercio a otras islasy de aquellas islas se comunicaban con la tierra firme ycontinente que estaba frontero dellasvecina del verdadero mary aquel mar sepuede con razón llamar verdadero mary aquella tierra se puede juntamentellamar tierra firme y continente.» Hasta aquí habla Platónaunque poco másabaxo dice «que nueve mill años antes que aquello se escribiesesubcedió tangran pujanza de aguas en aquel paraje que en un día y una noche anegó todaesta islahundiendo las tierras y gentey que después aquel mar quedó contantas ciénagas y baxíosque nunca más por ella habían podido navegar nipasar a las otras islas ni a la tierra firme de que arriba se hace minción».Esta historia dicen todos los que escriben sobre Platón que fue cierta yverdaderaen tal maneraque los más dellosespecialmente Marsilio Ficino yPlatinano quieren admitir que tenga sentido alegóricoaunque algunos se lodancomo lo refiere el mismo Marsilio en las Annotaciones sobre el Thimeoyno es argumento para ser fabuloso lo que allí dice de los nueve mill años;porquesegún Pudoxioaquellos años se entendíansegún la cuenta de losegipcioslunaes y no solarespor manera que eran nueve mill mesesque sonsiete cientos y cincuenta años. También es casi demonstración para creer lodesta islasaber que todos los historiadores y los cosmógrafos antiguos ymodernos llaman al mar que anegó esta isla Atlánticoreteniendo el nombre decuando era tierra. Pues supuestos ser esta historia verdadera¿quién podránegar que esta isla Atlántica comenzaba desde el estrecho de Gibraltaro pocodespués de pasado Cádizy llegaba y se extendía por este gran golfodondeasí nortesurcomo lesteuestetiene espacio para poder ser mayor que Asiay África? Las islas que dice el texto se contrataban desde allí paresce claroserían la EspañolaCuba y Sant Joan y Jamaica y las demás que están enaquella comarca. La Tierra Firmeque se dice estar frontero destas islasconstapor razónque era la misma tierra firme que ahora se llama asíytodas las otras provincias con quien es continenteque comenzando desde elestrecho de Magallanes contienencorriendo hacia el Nortela tierra del Pirúy la provincia de Popayán y Castilla del Oro y VeraguaNicaraguaGuatemalaNueva Españalas Siete Ciudadesla Floridalos Bacallaosy corre desdeallí para el septentriónhasta juntarse con las Nuruegasen lo cualsinninguna dubdahay mucha más tierra que en todo lo poblado del mundo queconoscíamos antes que aquello se descubriesey no causaba mucha dificultad eneste negocio el no haberse descubierto antes de ahora por los romanos ni por lasotras nasciones que en diversos tiempos ocuparon a Españaporque es de creerque duraba la maleza del mar para impedir la navegacióne yo lo he oídoy locreoque comprehendió el descubrimiento de aquellas partes debaxo destaautoridad de Platóny asíaquella tierra se puede claramente llamar latierra contienente que llama Platónpues cuadran en ésta todas las señalesque él da de la otramayormente de aquella que él dice que es vecina alverdadero marque es el que ahora llamamos del Surpuespor lo que de él seha navegado hasta nuestros tiemposconsta claro que en respecto de su anchura ygrandeza todo el mar Mediterráneo y lo sabido del Océanoque llamanvulgarmente del Norteson ríos. Pues si todo esto es verdad y concuerdantambién las señas dello con las palabras de Platónno sé por qué se tengadificultad en entender que por esta vía hayan podido pasar al Pirú muchasgentesasí desde esta gran isla Atlántica como desde las otras islasparadonde desde aquella isla se navega y aun desde la misma Tierra Firme podíanpasar por tierra al Pirúy si en aquello había dificultadpor la misma mardel Surpues es de creer que tenían noticia y uso de la navegaciónaprendidadel comercio que tenían con esta grande isladonde dice el texto que teníangrande abundancia de navíis y aun puertos hechos a manopara la conservacióndellosdonde faltaban naturales.»

Lo que dixo Sénecacerca de lo que al principio deste capítulo tractéaunque ha sido larga la digresiónaunque necesaria para el conoscimiento de loque pretendemosdice así:

 

«Venient annis saecula seris.

 

Quibus Oceanus vincula rerum

 

Laxetnovosque Tiphis delegat orbes

 

Atque ingens pateat telus.

 

Neque sit terris ultima Thile».

Que vuelto en verso castellanoquiere decir:

 

«En años veniderosvendrá siglo

 

En quien lugar dará el mar Océano

 

A que otro Nuevo Mundo se descubra

 

Distando del esfera nuestra tanto

 

Que Thileque es en ella la postrera.

 

Se venga a demarcar por muy cercano.»



 

 

Capítulo III

De la descripción y asiento de la Nueva España.

Juanote Duránen el libro que hizoque aún no ha salido a luzde laGeografía y descripción de todas estas provincias y reinos por veinte e unatablasllama Grande España a todo lo que los españolesdesde la IslaEspañola hasta Veraguaconquistaron y pusieron debaxo de la Corona Real deCastilla. Movióle llamar Grande España a toda esta gran tierrapor haberlasubjectado subcesivamente los españolesde la cual en la parte primera destaCrónica tractaré (dándome Dios vida) copiosamentey porque al presente es mipropósito de escrebir el descubrimiento y conquista de la Nueva Españaque esmi principal empresaen breve relataré qué es lo que ahora los nuestrosllaman Nueva Españadiciendo primero cómo la ocasión de haberle puesto estenombre fue por la gran semejanza que con la antigua España tienenodiferenciandodella más de en la variedad y mudanza de los tiempos; porque entodo lo demástempleasientofertilidadríospescadosaves y otrosanimalesle paresce muchoaunque en grandeza le exceda notablemente.

LlámasepuesNueva Españacomúnmentetodo lo que los Capitanes ganarony conquistaron en nombre de D. CarlosRey de Españadesde la ciudad deMéxico hasta Guatemalay más adelantehacia el oriente y hacia el ponientehasta Culhuacán; porque por las Audiencias que Su Majestad ha puesto enGuatemala y en Jaliscopor distar por muchas leguas de la ciudad de Méxicohay algunos que dicen llamarse propiamente Nueva España todo el destricto ytierra que la Audiencia Real de México tiene por su jurisdición; perosegúnla más cierta opiniónse debe llamar Nueva España todo lo que en esta tierrafirme han subjectado e poblado Capitanes y banderas de Méxicoquecomenzandodel cabo de Honduras y ciudad de Trujillo en la ribera del Mar del Nortehay decosta las leguas siguientes: del cabo de Honduras al Triunfo de la Cruztreintaleguas; del Triunfo a Puerto de Caballosotras treinta leguas; de Puerto deCaballos a Puerto de Higuerastreinta leguas; de Higueras al Río Grandetreinta; del Río Grande al cabo de Catochetreinta;*** del diez; de Cotoche aCabo Redondonoventa; de Cabo Redondo al Río de Grijalvaochenta; del Río deGrijalva a Guazacualcocuarenta; de Guazacualco al Río de Alvaradotreinta;del Río de Alvarado a la Veracruztreinta; de la Veracruz a Pánucosesenta.Pasaron algunos compañeros de los que fueron con D. Hernando Cortés a Hondurasde la Mar del Norte a la del Sure hay de una mar a otra noventa leguasdesdePuerto de Caballos hasta Cholotamalalacaque vulgarmente se llama Chorotegadela Gobernación de Nicaragua; hay por la costa del Sur treinta leguas al RíoGrande o de Lempay al río de Guatemalacuarenta y cincoy de Guatemala aCitulacincuentay de ahí a Teguantepequeciento y cincuenta; deTeguantepeque a Colimacientoy de Colima al Cabo de Corrientesotras ciento;de Corrientes a Chiametlasesenta; de Chiametla hasta donde fue D. HernandoCortésy lo último que descubrieron los navíos de D. Antonio de Mendoza(enblanco) leguas. Hay de México al cabo de Hondurashacia el oriente algo alsudestemás de cuatrocientas y cincuenta leguasy a Culhuacánque está alponientealgo al norueste(en blanco) leguas. Inclúyense en estoslímites los obispados de TruxilloHondurasGuatemalaChiapaGuaxacaTlaxcala y el arzobispado de Méxicoy los obispados de Méchuacán y Jalíscotoda la cual tierra se extiende y dilata por muchas leguasy conquistándose locircunvecino a ella.

También se puede llamar Nueva España por ser tierra continuada y que portoda ella se habla la lengua mexicanay que de México han de salir losCapitanes y banderas a conquistarlocomo ahora al presente salen por mandadodel Rey D. Felipee industria de su Visorrey D. Luis de Velascoa conquistarla Florida. Esto es lo que con toda brevedad se puede decir de la descripciónde la Nueva Españaporque querer particularizar sus provincias y reinos conlas calidades y temples suyos será cosa prolixa y largaypor tantosiguiendo la misma brevedadpues tengo de tractar de la conquista delladiréalgo por todo este primer libro de sus rictos y costumbres.



 

 

Capítulo IV

De la calidad y temple de la Nueva España.

Porque adelanteen el discurso desta historia pienso tractar copiosamentelas cosas memorablesasí las que tocan al suelo como las que pertenescen alcielo y temple de las provincias de la Nueva Españabrevementepor loscapítulos siguientesantes que tracte de la conquistaescrebiréen generalasí el temple y calidad destas tierras como los rictosleyes y costumbres delos naturales dellay así es de saber que la Nueva Españacomo la antiguaque por esta similitud tomó su nombre y dominaciónen unas partes es muyfríacomo en los Mixesen la Mistecaen el Volcán y en toda su haldaenlos ranchos de Cuernavacadondesiendo el trecho de media leguay de la unaparte tierra caliente y de la otra templadaes tan grande el frío que todo eltiempo del añolos moradores deste poco espacio de tierra viven debaxo dellay debaxo della crían las aves y algún ganadoque es cosa de maravillar.Algunas veces ha acaecido que de los pasajeros que por aquella parte van yvienenpor no haber hecho noche en las casas de los indioshan muerto de fríomuchos.

Es la Nueva Españacomo la viejaasimismo muy llana por algunas partescomo en el valle de Guaxaca y en el valle de Tolucael cual corre más dedocientas leguas; los llanos de Ozumbatan fértiles de ganado avejuno que hayen ellos sobre ochocientas mill cabezas; los llanos de Soconuscolos cuales soninhabitables. Espor el contrariotan montuosaasí en otras partes como entoda la costa de la Mar del Surla cual es toda serranía y montaña hanpoblado de naturales que parescen colmenas. Hay algunos pueblos tan fuertes porla aspereza del sitioque son tan inexpunables queaunque paresce increíbleun hombre los puede defender de muy muchos; porque hay pueblo que no se puedesubir a él sino por una partey tan ásperaque es menester ayudarse con lasmanoscomo es Pilcalya y Oztuma y Chapultepeque. Y como tiene extremos en calory fríosllanos y serraníasansí los tiene en vientos y calmaspluvias ysequíasporqueespecialmente en las costasal principio de Mayo y porNavidad se levantan tan bravos y temerosos vientosque los mareantes y los queviven en las Indias llaman huracanesque muchas veces han derribado edificios yarrancado de raíz muy grandes y gruesos árbolesy es su furia tantaquecorriendo muchas leguas la tierra adentrolevantan las lagunas que sonhondables y se navegan con canoas y barcos pequeños y bergantesde tal maneraque paresce tormenta de la mary así se han anegado muchosno tiniendo cuentacon el tiempoporque algunas vecesaunque con señales precedentesselevantan vientos con tan gran furia que no hay quien pueda tomar la orilla. Lascalmascomo en TabascoTeguantepeque y Zacatulason tan grandes y duran portantos días que los moradores destas tierras no pueden sufrir ropatanto quelos indios ni los españoles no duermen en sus casassino a las puertas dellaso en mitad de la callede cuya causa viven enfermos y tan lisiados en los ojosque los españoles llaman a aquella parte la tierra de los tuertosporquealgunas vecescuando sopla algún vientoes con tan gran calorque paresceque sale de algún horno muy encendido.

En lo que toca a las pluvias y aguas del cieloaunque diferentemente sesiguen según el temple de las provinciaspor la mayor parte en toda la NuevaEspañason muy grandes. Comienzanal contrario de Españadesde Junioyacábanse por Septiembre. Suele llovercuando es la furiatreinta y cuarentadías arreosin cesary dicen los. indios viejos que después que vinieron losespañoles no llueve tantoporque antes solía durar la pluvia sesenta yochenta días sin escamparporque siemprepor la mayor parteen el inviernode las Indiaslos días que llueve es de las dos o tres horas de la tardeadelante; nieva muy pocas vecesy en muy pocas partessalvo en ciertassierrasque por esto las llaman nevadas. Hay también tierraslas cuales sontan secas queaunque fértilesllueve tan veces en ellas (como en Coyuca)quees necesario para cultivallas que un río caudaloso que entra en la marcegándosele la entradacon las muchas olas empape toda la tierrabasta quelos naturales la tornan a abrir cuando veen que la tierra está bien harta. Loshielosesecialmente cuando han cesado las aguasson tan grandes v tangenerales en toda la tierraque lo que es de maravillaren partes donde se dael cacaoque siempre es tierra calientehacen mucho daño; porquenosolamente abrasan y queman el fructopero también el árbol; quémansetambién los panes y maizalescomo en Españaaunque en el valle de Atrisco(como diré cuando tractare de Tlaxcala) hay gran templanza del cielotanto quejamás se ha visto helar. Los serenos en muchas partes son dañososespecialmente en Méxicoel de prima noche y el de la mañana. La causa es elengrosarse los vapores de la laguna en este tiempo con el ausencia del solyreina tanto que hacen enfermar la ciudady que ciegan algunosy a no ser latierra salitralque conserva la vista de los ojos con los serenos y los muchospolvos que los aires levantancegarían muchos. Los truenos y relámpagos ytemblores de tierra en el tiempo de las aguasen algunas partesson tancontinuos y furiososcomo en Tlaxcala y Méxicoy especialmente en losZacatecas y en un pueblo dellas que se dice Asuchualan y en tierras calientesque han muerto muchos de rayos y han sido forzados los vecinos de aquellatierraasí indios como españolespara que las casas no se les cayan encima yque los vientos grandes no las lleven y los rayos no los matensalirse dellas ymeterse en cuevasdebaxo de las peñas. Han caído en esta tierra muchas casasy templos fuertes por los grandes tembloreslas cuales los indiosen sugentilidadcuando en ellas caían unas bolsas de fuegotenían por ciertoagüero que habían de haber hambre o guerra. Estas tempestades subceden lasmás veces cuando el año es seco.

Las lagunascomo también diré en su lugarson muchas y muy grandes y demucho pescadoaunque todo pequeño. Son muy provechosas a las comarcas doestánespecialmente la de Méxicoque hace muy fuerte la ciudad y muybastecida por las acequias que en ella entrany por ellas muchos mantenimientosabundantemente de pescado blanco y prietoque los indios llaman joiles; yporquecomo al principio deste capítulo dixelas demás particularidades querestanque son muchas y maravillosasdel temple y calidad de la Nueva Españatractaré en el descubrimiento y conquista cuando hablare de los puebloslasdexaré al presentepor venir a tractar también en general de algunos árbolesdesta tierra.



 

 

Capítulo V

De la propiedad y naturaleza de algunos árboles de la NuevaEspaña.

Es tan grande la multitud de los árboles de la Nueva Españaaunque todos olos másal contrario de la vieja Españaechan las raíces sobre la haz de latierray así ellos y los traídos de España duran pocoy es nescesariorenovarlos de cuatro a cuatro años o de cinco en cinco. Entre los árbolesdesta tierraaunque no sé si se podrá llamar asípor no echar flor hoja nifructopero porque para hierba es muy grandecontándole entre los árbolesel magüeyque en mexicano se dice meflees el más notable y maravillosoárbol y de más provechos que los antiguos ni los presentes han halladoytanto que a los que no han hecho la experiencia con razón les pareceráincreíble. Haypuesen los magüeyesmachos y hembrasy donde no hay machosno hay hembrasni se dany la tierra que los produce es tenida por fértilylos indios están proveídos abundantemente de lo que han menester para elcomerbeber y vestir donde hay copia delloscomo luego diré. Echa el magüeyal principio de su nascimiento grandes hojas que son como pencas muy anchas ygruesas y verdes; vanse ahusandoy en el remate echan una púa muy aguda yrecia; los machosque son los menosa cierto tiempoque es cuando van ya a lavejezechan un mástil gruesoaltoque nasce de en medio de las pencasencuyo remate hay unas flores amarillas. Los provechosasí de las hembras comode los machosson tantosque los indios vinieron a tener al magüey por diosy asíentre sus ídolosle adoraban por talcomo paresce por sus pinturasque eran las letras con que conservaban sus antigüedades. Sus hojaspuescomosean tan anchasresciben el rocío de la mañana en tanta cantidad que bastapara beber el caminante aunque vaya con mucha sed; las hojas o pencas verdessirven de tejas para el cubrir de las casas y de canales; hácese dellasconserva y de la raíz; por consiguientesecasson muy buena leña para elfuegocuya ceniza es muy buena para enrubiar los cabellos. Secas también laspencaslas espadan como el cáñamoy dellas se hace hilo para coser y paratexer; la púa sirve de agujade alfilel y de clavoy como se hacen telasasí también se hacen cuerdas y maromas muy fuertesde queen lugar decáñamose sirven todos los indios y españoles para lo que suelen aprovecharlas sogas y maromaslas cualesmojadasson más recias y se quiebran menos.El mástil sirve de madera para el edificio de los indiosy el magüey sirvecomo en Castilla las zarzaspara seto y defensa de las heredades. Hácese delmagüey mielazúcarvinagrevinoarrope y otros brevajes que sería largocontallos. Finalmentecomo dixesólo este árbol puede ser mantenimientobebidavestidocalzado y casa donde el indio se abrigue; tiene virtudes muchasque los indios médicos y herbolarios cuentanno sin admiraciónespecialmentepara hacer venir leche a la mujerbebido su zumocon el cual se sanan todaslas heridas.

Hay otros árboles queaunque no son de tanto provecho como el magüeysondignosaunque con brevedadde ser aquí contadoscomo son el plátanoelcual es cosa maravillosaque sola una vez en la vida da fructo. El guayaboprovechoso para las cámaras. El peruétanocuya fructa es más dulce quedátiles; llámanse chicozapotes; deste fructo se saca cierta cera quemascadaemblanquesce los dientes y quita la sed a los trabajadores. El aguacatecuyafructa se llama asígruesa y negramayor que brevasla cual tiene cuesco; escalienteayuda a la digestión y al calor natural; del cuesco se hace ciertoaceite y manteca; en la hoja echa la florde la cual en la lexía para labarbapor ser muy olorosausan los barberos. La tunaque el árbol y lafructa se llama asíla cual huele como camuesas y es muy sabrosa: quita engran manera la sed; es dañosa para los fríos de estómago; hay dellas blancascoloradasamarillas y encarnadas; los que comen las coloradas o encarnadasechan la orina que paresce sangre. Hay otras tunas que se dicen agriasen lascuales se cría la cochinillaque es grana preciosísimala cualdesde estaspartesse reparte por todo el mundo; las hojas deste árbol son muy gruesas yanchas; guisadas en cierta manera es manjar muy delicado y de gran gusto ymantenimiento. El annona lleva fructo de su nombreredondo y mayor y menor queuna bola; lo de dentroque es lo que se comeen color y sabor es como manjarblanco; cómese con cuchara o con pan; tiene cuescos negrosa manera depepitas; refresca mucho; es sana y ciertofructa real. El mamey es el más altoárbol desta tierralimpio todocomo árbol de navíohasta el cabodo haceuna copa de ramas y hoja muy hermosa; de las ramas pende la fructaque tambiénse llama mamey; es a manera de melónla corteza áspera y por de dentrocoloraday ansimismo de fuera; la carne paresce jalea en olorsabor y color;dentro tiene un cuesco grande; para alcanzar la fructa suben los indios trepandocon sogas. La piñamuy diferente de la de Castillaporque es toda zumosasinpepita ni cáscaracomo la de Castillaperopor la semejanza de su tamaño ymanerala llamaron los nuestros así; es frescaalgo más agria que dulce; nomuy sanaporque aumenta la cólera; el árbol do nasce es pequeño y delgado.El cacao es un árbol muy fresco y acopado; es tan delicado que no se da sino entierra caliente y lugar muy vicioso de agua y sombra; está siempre cercado demuchos árboles crecidos y sombríospor que esté guardado del sol y delfrío; lleva el fructo de su nombrea manera de mazorcas verdes y coloradaselcual no pende de las ramascomo los demás fructosantes está pegado altronco y ramas; de dentro es ellogiosoy tiene los granos a manera dealmendras; bébese en cierta manera en lugar de vino o agua; es substancioso; nose ha de comer otra cosa después de bebido; cómese en pepita y sabe muy bienel agua que se bebe tras del; es moneda entre los indios y españolesporquecient almendras más o menossegún la cosechavalen un real. Hay árbolesdestos en tres maneras: unos muy altosy otros muy pequeñosa manera decepasy otros medianosy todosen generalno fructifican sin el amparo deotros árboles mayores que les hagan sombraporque sin ella el sol y el hielolos quema. Es este árbol tan preseciadoque su fructa es el principal tractode las Indias.

Hay otra infinidad de árbolesunos de fructa y otros sin ellatan varios ydiversos en propriedad y naturalezaquequeriendo particularizarlossería irtan fuera de mi propósitoque sería nescesario hacer otro libro de por sí.Los árboles de Castilla se dan muy bienaunque por echar las raícescomodixetan somerasse envejecen presto. Los que menos aprueban son olivascepascastaños y camuesosque no se danaunque en Mechuacán se dice habercamuesaspero no con aquella perfección que en Castilla; parras y uvas hay muybuenas y sabrosaspero no se hace vino dellaso porque no se pone diligencia oporque no acuden los tiemposcomo en Castilla; pero las higuerasmanzanosciruelosnaranjoslimonescidrosmoralesen los cuales se cría grancantidad de sedase dan en gran abundancia y con muy buen gustoy así sedarían otros muchos árboles de Castilla si hobiese menos cobdicia de dineros ymás afición a la labor de los campos.



 

 

Capítulo VI

De las semillas y hortalitas que se dan en la Nueva Españaasí de Castilla como de la tierra.

Son muy diversas las semillas e hierbas de la Nueva España y de diversogusto y saboraunque las de Castilla se dan no menos abundantemente que allá.La semilla del maízque en su lengua se dice tlaulies la principalsemillaporque en esta tierra es como en Castilla el trigo. Cómenla loshombreslas bestias y las aves; la hoja dellacuando está verdees el verdecon que purgan los caballos; y secaregándola con un poco de aguaes buenmantenimiento para ellosaunque todo el añoen la ciudad de Méxicopor elalagunay en otras partes por las ciénagastiene verdeque los indios llamanzacate. Con el buen tiempo acude tanto el maízque de una hanega secogen más de ciento; siémbrase por camellones y a dedoy a esta causaunahanega ocupa más tierra que cuatro de trigo. Quiere tierra húmidaosi fuesesecamucha agua del cielo o de riego; echa unas cañas tan gruesas como las deCastillay el fructo en unas mazorcas grandes y pequeñas; echa cada caña dostres y cuatro mazorcas a lo más; cuando están verdes y tiernas las llamanclotes; son sabrosas de comer; después de secas se guarda el maízodesgranado o en mazorcasel cualcuando se come tostadose llama cacalote.Para hacer el panque es en tortillasse cuece con cal ymolido y hecho masase pone a cocer en unos comales de barrocomo se tuestan las castañas enCastillay de su harina se hacen muchas cosascomo atoleque es como poleadasde Castillay en lugar de arroz se hace del manjar blancobuñuelos y otrascosas muchasno menos que de trigo. Hácese del maíz vino y vinagrey antesque hobiese trigo se hacía biscocho. Y porque mi intento es escrebiren sumapara la entrade desta historialas cosas naturales que produce esta tierradexaré de decir del maíz muchas particularidadespor tractar en breve deotras semillasde las cuales la chíaque es del tamaño de agongolíunaprieta y otra blancase bebehecha harinacon maízy es de muchomantenimiento y fresca; dase en grano a los pájaros de jaulacomo en Castillael alpiste; echada en aguaaprovecha para dar lustre a las pinturasy puestasobre las quemadurashace gran provecho. El chianzozolique es como lentejase come de la manera que la chía; es buena contra las cámaras de sangre;bebidarefresca mucho. El michivautleque es como adormiderases buenopara beberse el cacaoque pusimos entre los árboles.

También se cuenta entre las semillasporque se siembra en pepitaaunque nocada añosino para trasponelloel ichicatleque es semilla dealgodón; tiene la pepita sabrosa como piñones. Hácese della aceite y manteca;échase en las comidas de cazuelas en lugar de pepitas; dase en tierra calientey no en fría. El ayoetlique es pepita de calabazade las cuales sehacen muchos guisados y sirven de almendras para hacer confites. El calicavotees también pepita de otro génerode la corteza de las cuales se hace elcalabazatey de lo de dentro conserva de miel; las pepitas no aprovechan sinopara sembrarlas. El etleque es frisoleses semilla de granmantenimiento; cómese en lugar de garbanzos; con de diversos colores. EnCastilla los llaman habas de las Indias. El piciete es semilla pequeña yprietezuela; la hoja es verdesecay revuelta con calpuesta entre los labiosy las encíasadormece de tal manera los miembrosque los trabajadores nosienten el cansancio del trabajoni los puestos a tormento sienten con mucho eldolory el que durmiere en el campo y lo tuviere en las manos o en la bocaestará seguro de animales ponzoñososy el que lo apretare en los puños ysubiese a alguna sierrasentirá en sí aliento y esfuerzo; los que tienendolores de bubas lo toman para adormecer el dolor y poder dormir.

De las hierbas y raíceslas principales son: Las batataso camotesqueasadastienen el sabor de castañasy en muchas partes se hace pan dellos. Lasxicamas son como nabosmuy zumosas y muy frías; la conserva dellas es muybuena para los éticos y los que tienen gran calentura. Los chayotes son comocabezas de erizos; cómense cocidos. Los xonacates son cebolletas de la tierra;cómense crudascomo las de Castilla. El agí sirve de especia en estas partes;es calienteayuda a la digestión y a la cámara; es apetitosoy de manera quelos más guisados y salsas se hacen con él; usan dél no menos los españolesque los indios. Hay unos agíes colorados y otros amarillos; éstos son losmadurosporque los que no lo sonestán verdeshay unos que queman más queotros. Los tomates son mayores que agraces; tienen su saboraunque no tanagrio; hay unos del tamaño que dixey otros grandesmayores que limasamarillos y colorados; échanse en las salsas y potajes para templar el calordel agí. Los quilitesunos se comen cocidoscomo riponcesy otros verdescomo berros. Debaxo de este nombre de quilites se entienden y comprehendenmuchas maneras de hierbasque tractar dellas sería cosa muy largay más sihobiese de decir de las hierbas medicinales que los indios médicos conoscen ycada día experimentan ser de gran virtud en diversas y peligrosas enfermedadesque han curado y curan; por lo cualen el siguiente capítulo tractaré de ladiversidad y géneros de aves que en estas partes hay y de algunas maravillosaspropriedades suyas.



 

 

Capítulo VII

De algunas aves de maravillosa propriedad y naturaleza que hayen la Nueva España.

Muchas aves hay en la Nueva España muy semejantes a las de Castilla; perohay otras en todo tan diferentesque me paresció ser justode la multituddellasescoger algunaspara queentendiendo el lector su maravillosadiversidadconozca el poder del Criadar maravilloso en todas sus obras. El aveque en la lengua mexicana se llama tlauquechul espor su pluma y porhallarse con gran dificultadtan presciada entre los indiosque por una (entiempo de su infidelidad) daban cuarenta esclavosy por gran maravilla se tuvoque el gran señor Montezuma tuviese tres en la casa de las avesy fuecostumbrepor la grande estima en que se tuvo esta aveque a ningún indiollamasen de su nombresi no fuese tan valeroso que hubiese vencido muchasbatallas. Tiene la pluma encarnada y morada; el picosegún la proporción desu cuerpomuy grandey en la punta una como trompa; críase en los montes. Elave que se dice aguicil es muy más pequeña que gorriónpreciosísimatambién por la plumacon la cual los indios labrán lo más perfecto de lasimágenes que hacen; es de diversas coloresy dándole el solparescetornasol; es tan delicada que no come sino rocío de floresy cuando vuelahace zumbido como abejón; hay alguna cantidad de ellas. El quezaltotoles ave toda verde; críase en tierras extrañas; la cola es lo principal dellaporque tiene plumas muy ricasde las cuales los indios señores usaban como dejoyas muy ricas para hacer sus armas y devisas y salir a sus bailes yrescibimientos de Príncipes; tiene esta ave tal propiedad quede cierto acierto tiempocuando está cargada de plumasse viene a do hay gente para quele quite la superflua. El pico es tan fuerteque pasa una encina con el pico;tiene cresta como galloy silba como sierpe.

Hay otro pájaro quenaturalmentecuando canta habla en indio una razón yno másque dice tachitouanque en nuestra lengua suena: «padrevámonos»; tiene la pluma parda; anda siempre soloy dice esta razóndolorosamente. Otro que se llama cenzontlatlolque en nuestra lenguaquiere decir «cuatrocientas palabras» llámanle así los indios porque remedaen el canto a todo género de aves y animales cuando los oyey aun imita alhombre cuando lo oye reírllorar o dar voces; nunca pronuncia más de una vozde manera que nunca dice razón entera. El cuzcacahtl es pájaro blanco yprieto y no de otro color; tiene la cabeza colorada; náscele en la frentecierta carne que le afea mucho; aprovecha para conservar la pluma y que no secorrompa; muestra en sí cierta presunción y lozaníacomo el pavón cuandohace la rueda; es de mucha estima entre los indios.

De los papagayos hay cinco maneras: unos colorados y amarillosy destos haypocos; otros amarillos del todo; otros verdes o coloradossin tener pluma deotro color; otros verdes y morados; otros muy chiquitospoco menores quecodornices; éstos son tantos que es menester guardar las simenteras dellos.Aprovecha la pluma de todosy todos hablan cualquier lengua que les enseñanymuchosdos y tres lenguas; quiero deciralgunas palabras dellas. El chachalacaquepor ser tan vocinglerolos indios le llaman así; tiene tal propriedadquepasando alguna persona por do estáda muy grandes gritos. Hay un pájarodel tamaño de un gorriónpardo y azulque dice en su canto tres veces arreomás claro que un papagayo bien enseñado«Jesucristo nasció»; jamás seposa cuando anda en poblado sino sobre los templosy si hay cruzencima della;cosa es cierto memorable y que paresce fabulosasi muchos no lo hobiesen oídode los cualessin discrepanciatuve esta relación. Hay otra ave cuyo nombreno séque las más vecesaunque es rarase cría en los huertoso donde hayarboledasde tan maraviflosa propriedadque los seis meses del año estámuerta en el nidoy los otros seis rivive y cría; es muy pequeñay encantarmuy suave. Han tenido desto que digo algunos religiosos ciertaexperienciaque la han visto en sus huertos.

Hay otra ave quepor ser de mucha estimala presentaron al Virrey D. Luisde Velascono menos extraña que las dichasmayor que un ánsar; cómese mediocarnero; tiene las plumas de muchas y diversas coloresy las de la gargantaporque van las unas contra las otrashacen excelente labor; ladra como perroylas plumas son provechosas para el afeite de las mujeres; llámanla los indiosave blancay cuentan della otras propriedades no menos maravillosas que las quehemos dicho de otras. Hay otra ave que tiene la cabeza tan grande como unaterneramuy fiera y espantosay el cuerpo conforme a ella; las uñas muygrandes y fuertes; despedaza cualquier animal por fuerte que sea; nunca se veehartay suelede vuelollevar un hombre en las uñas.

Aves de agua hay muchascomo patos y otros que llaman patos reales; garzasmuchas y muy hermosas. En la tierra hay ánsares muy grandesy grúas. Devolateríamuy buenos halcanosque por tales los llevan a España; hay azoresno menos buenos.



 

 

Capítulo VIII

De los más señalados ríos de la Nueva España y de suspescados.

Porque suelen los ríos caudalosos y abundantes de pescados ennoblescer lasprovincias por do correnme paresció ser razónpues la Nueva Españaentreotras cosasmuchas memorableses una de las más insignes regiones del mundotractar de algunos famosos ríos que por ella correnentre los cuales seofresce el río de Zacatulaque da nombre a la provincia por do correel cualnasce en términos de Tlaxcala y entra en la mar por la villa de la Concepciónde Nuestra Señoraque es en la provincia de Zacatula. Es muy caudaloso deaguaporque entran en él más de treinta ríos principalessin otros muchosde los cuales no se hace caso; su corriente es muy velozmás hondo y ancho quedos veces Guadalquivir. Tres leguas antes que entre en la marsale de entreunas sierras y da en unos llanos donde se hunde de cuatro parteslas tres detal manera quea tres leguas de la marhaciendo algún pozohallan el aguatan corriente como cuando va todo juntoa cuya causa no entran navíos gruesospor élsino pequeñossegún la cantidad de agua que queda sobre la tierra.Corre más de docientas leguas; sus pescados son muchos y muy grandesaunquetambién tiene chicos. Los principales son: lizasmerosmoxarrasbobostruchaspargosbagres yentre ellosaquel espantoso y perjudicial pescadoque los indios llaman caimán y nosotros lagartoy algunos de los latinosengañados dicen ser cocodrilo.

Désterepartiendo el capítulo en dos partestractaré de algunos máscopiosamente que de los otros pescadospor ser tan señaladodiciendo primeroen este río y en otros haber tantosy tan encarnizadosque no hay quien oseentrar en el agua hasta el tobilloporquecon increíble velocidadson conél debaxo del agua. No puede hacer presa nadandosin que primero estribe enalguna cosapor lo cualel tiburónaunque es muy menor pescado y de menoresfuerzasle rinde y vencequitándole la vidametiéndose debaxo dél. Hayalgunos quepuestos en el arenalson tan grandes que parescen vigas muygruesasde luengo de más de veinte y cinco pies. Hanse visto juntos en latierra más de sesentaen la cual no pueden hacer malaunqueestribando a laorilla sobre los brazosda un apretónque sale buen rato fuera de la tierratras la presa que pretende. Péscanse con varios y diversos artificios yanzuelos muy gruessoaunque hayque es de tener en muchoindios tandiestrosquemetiéndose en el agualos atan de pies y manos con cordelesyasí los sacan a tierrala cual experiencia ha sido a hartos peligrosa y auncostosa. Hay otra manera de tomarloscomo es con villardasponiendo el cebo decarne o tripas en un palo rollizo de dos palmos en largoy por el medio déluna recia cuerda con una boya; traga el caimán el palo con el cebo yatraviésasele en la gargantay como con esto él da vuelcos en el agualahoyameneándose en diversas parteslo da a entendery así los sacan ajorro.

Hay diversas maneras de caimanes: unos gruesos y otros verdes; otros no tantoy más largasde color de cieno; los verdes son más dañosos; tienen la bocatan grande como media brazapoblada de muchos y muy gruesos dientes; la lenguano se les parlescepor ser muy pequeñala cual les cae sobre la garganta yagallasde manera que ningún agua les puede entrar; tiene desde el pescuezohasta la colapor la parte de arribaunas conchas que con ningún asta sepueden pasar; llegancomo dixecon tanta velocidad a la orillaquesin sersentidoshacen presa en muchos animales que van a bebery asíse tiene muygran cuenta con los niños en que se aparten de la orilla del río; cuando hacepresasi es cosa vivavase a lo fondo con ellahasta que la ahogay luego sesobreagua para ver si estámuertay saliendo del agua a la más segura parteque veela hace pedazos para comerlay nocomo algunos dicentragándoseloentero. Suelen los encarnizados trastornar las balsas con que navegan losindiospara hacer presa en ellosaunque ha habido indio tan fuerte quetomándose a brazos con el caimánsin darle lugar que con la boca le hiciesedañolo ha sacado en tierray ha habido otros que los han muerto en el agua.Los tigres viejos tienen grande enemistad con ellostanto queyendo a velar ala orilla del ríoantes que el caimán haga presale saltan encimay asícon las uñasle sacan fuera del agua y hacen pedazoshasta abrilles labarriga y sacarle el hijo o hijos en cuya busca veníany si le hallanes cosanotable las bravezas que hacen deteniéndose en despedazarle; y si no le hallanvanse a buscar otro. Salen los caimanes del río de noche y atraviésanse en loscaminos para quetropezando con ellos los indioscayan y ellos los maten.Tienen una tripa sola; mandan la quixada de arribay no la de abaxo; en lasagallas tienen unas como landrecillas que huelen como almizquey asílos quetienen lengua destofácilmente saben el río que tiene caimanespor el olorque hay a su orilla.

Hay otros caimanes que llaman bobos porque no hacen mal; la causa es no estarencarnizados. Todos ponen los huevos en el arena en gran cantidadunos grandesy otros pequeños; salen con el calor del sol y abrigo del arena. Los grandesantes que la madre vengacomen los chicosy cuando ella sale en tierrasúbense todos sobrellay asíse mete ella con ellos en el aguadondesacudiéndoselos dexa para no verlos más. Y porque es razón hablar de otrosríos y de sus pescadospor no hacer fastidioso este capítulodexando dedecir otras cosas de los caimanesen el siguiente capítulo proseguiré eltítulo déste.



 

 

Capítulo IX

Donde se tracta de otros ríos y pescados.

No es menos memorable el río de Pánucoel cual nasce sesenta leguas de lamar y hace tres nascimientostodos muy grandeslos dos de los cuales se vienena juntar cuarenta leguas de la mary el tercerodiez leguas; después deandadasva por tierra llana más de las treintamás ancho y más hondo queGuadalquivir; entran en él navíos de docientas toneladas; sube por él lacresciente de la mar más de quince leguas; está a par dél fundada la villa deSantisteban del Puertoque es en la provincia de Pánucotierra sana y bienbastecida. Este río tiene muchos pescadospero especialmente los que no hay enotros: hay en él un cierto pescado que se llama manatícuyo pescado parescecarne de vaca gorday hicoteasque son a manera de tortugas.

Hay otro río que se dice del Espíritu Sancto: nasce en el valle de Toluca;correhasta entrar en la marmás de ciento y cincuenta leguas; es río máscaudaloso que ninguno de los de Españaasí por su nascimiento como por losríos que se le van juntando; súmese por la tierra lo más dély ésta es lacausa por qué no entran en él navíos gruesossino bergantines; tiene grancantidad de pescados de muchos génerosy por esto se hacen en él muy grandespesquerías de camarones cerca de la marquesecoslos llevan los indios portoda la tierra a vender.

Catorce leguas déstehacia el ponientepor la misma costa de la marcorreotro gran río que se llama Iztatláncon el cual se juntan tres o cuatro muycaudalososde manera queal entrar en la martiene más de media legua deancho; no es hondable de manera que sufra navíos gruesos; tiene muy grancantidad de pescadosy de ostíastan innumerablesqueaunque vayan diez milindios a cargar dellashacen tan poca mellacomo si no fuese nadie. Deste ríoadelantepor la misma costaal ponientecasi tresientas leguas hay otro ríotan caudalosoque lo más angosto dél tiene media legua de anchoy cuandoentra en la mar tiene cinco; es muy hondablede manera que por todo él puedennavegar navíos muy gruesos; correa lo que paresce; es tan grandesegún seconjecturapor las nieves que se derriten de las sierraslo cual paresceclaroporque sus mayores crescientes son por Sant Joancuando hay más calor.La tierra es fría y poblada de pobre gente; el pescado que tiene es muchoaunque la variedad dél no se ha visto.

Hacia la mar del Norte hay otros ríos muchos quepor no ser tan grandesnohago mención dellosy es cierto que los ríos que van a dar a la mar del Suren poblaciones y en fertilidad de tierra y en riquezas de oro y plata y perlashace gran ventaja a los del Norteaunquea lo que dicen y adelantetractaremoslos ríos de la Florida son muy grandes y muy ricos de perlasyporque hemos hecho alguna mención de señalados pescadosno será fuera depropósitoaunque no sean de ríodecir que en la mar de la Californiaa lacual fue Hernando Cortésmuchos de sus soldadosen tiempo de calmasdesdelos navíos vieron por tres veces levantarse en el agua unos pescados que desdela cinta arribaporque de ahí abaxo no se vían nadaque parescían hombresdesnudos en carnesque a los que los vieronverdaderamentepusieron ciertopavorlos cuales se zabulleron luegoy de ahí a poco tornaron a parescer dosvecesa los cualespor la semejanza humana que teníanllamaron los nuestrospeces-hombres.



 

 

Capítulo X

De algunas lagunas y fuentes de la Nueva España.

No menos hace al propósitohabiendo de hablar de las cosas señaladas quehay en esta tierradecir algoaunque de pasode algunas lagunas y fuentes queen ella hay. De las lagunasla de Méxicopor cercar la más insigne ciudaddeste Nuevo Mundoes muy señaladay porque [es] la que está más cerca de laciudad; es saladay con ellaa la parte del nortese junta otra dulcey a laparte del sur otra también de agua dulce. Esta es mucho mayor que la otraporque dentro della hay cuatro grandes pueblos de indioslos cuales sonSuchimilcoCuitlauacMesquiqueCuluacán. Bojan estas tres lagunasque hacenunamás de ochenta leguas; tienen mucho pescado quepor estar lexos la marno poco proveen la ciudad. Hay en ellas un pescado que se llama axoloteque esprieto: tiene pies y figura de lagarto. Ranas hay en tanta cantidadque ayudanmucho a la falta del pescado fresco. Hay en esta alaguna tres peñoles de muchacaza de liebresconejos y venadosque fueron echados a mano. Entran en estalaguna muchos ríos pequeñoscon todas las aguas que caen de las vertientes delas sierras que la rodean. Hay otra laguna en la provinciade Mechuacánmuygrandede hechura de una herradura; es de agua dulcey tan hondable queapartestiene más de cien brazas. Hay en ella muchos peñoles poblados; esabundante de pescadosespecialmente de galápagosque no hay en otras lagunas;boja más de treinta leguas; tiene tormenta como la mar.

Hay otra laguna que se dice Cuyseola cual tiene muchos bagres; tiene otrospescados a manera de sardinas y de pexereyes; boja más de veinte leguas; tienealgunos cerros dentro. Hay otra laguna muy más grande: está toda juntay nodividida como la de México;tiene más de ochenta leguas de box; hay muchospueblos muy populosos alderredor della; tiene algunos peñoles pequeños; es muyhondable; es tan abundante de pescado como las demás. Alrededor della críanmuchos patos; es de agua dulce; entra en ella un río caudal y torna a salirnocresciendo ni menguando el alagunacerca de la cuala la parte del nortehayunos ojos de agua saladade la cuallos indios que allí cerca vivenhacenmucha cantidad de sal muy blanca y muy buena. Alrededor destos ojos toda el aguaes salobrey los indiostomando del agua y de la tierrala cuelan de talmanera quellevando el agua toda la fuerza de la tierraponiéndola un poco alfuegoqueda hecha sal de muy buen gusto y muy blanca. Y el río de Alvaradohace una laguna entre unos manglaresque tiene catorce leguas de largo y diezde ancho; hácese en ella mucha y muy buena sal; es abundante de camarones yostiones y anguillas queaunque parescen culebrasson muy buenas y muy sanas.

Las fuentes de la Nueva Españaaunque no tienen tan maravillosaspropiedades como las de los escriptores antiguos de Asia y Áfricasonemperomuchas dellas de grandes y abundantes nascimientosy algunas de agua tandelgadaque corrompen a los que la beben; hay otras muy calientes quemetiendoen ellas un perrole sacan cocido y deshecho: otras tan frías quecualquiercosa viva que en ellas caigamuere al instantede la frialdad. Cerca deJaliscoen muy poco espacionascen dos fuentesla una por extremo fría y laotra por extremo caliente. Júntanse cerca de los nascimientos y hacen un aguaextremada para blanquescer la ropa.

A la ciudad de Méxicocomo otras cosasennoblescen muchas fuentes de muchay muy buen aguacomo son las de TanayucaCuyoacánEstapalapaSancta Fee yaunque la de Chapultepeque es muy hermosa y de mucha aguay que por máscercanaporque nasce media legua della y entra por grueso caño en ellano estan buena como las demáslas cuales con facilidad pueden traerse a Méxicocomo al presente se procura traer una dellas. En el alagunamedia legua de laciudadhay un peñola la halda del cual nasce una fuente de mucha y muycaliente aguade la cual se han hecho unos baños no menos nobles que los deAlhama; es nescesariopara poder sufrir el calorechar primero el agua en unaspilas que están junto al nascimiento. Hay en la provincia de Mechuacán unafuente que sale junto a una peña quede noche y de díatiene un calor muygrande; es tan saludable quea los que se lavan en ellasi van tullidossedestulleny los llagadossanan. En ésta sanó dentro de ocho días un hombretan leproso que no había hombre que se osase llegar a él. Hay otra cercadésta que nasce en llano y es más ancha que una grande alberca; tiene la mismapropriedad. Lo demás remito a otros que desto han escripto másparticularmentepor venir al capítulo siguiente.



 

 

Capítulo XI

De las serpientes y culebras y otras sabandijas ponzoñosasque hay en la Nueva España.

Sierpes muy fierascomo en otras partes del mundono se hallan en estatierra a menudoaunque los días pasadosen una muy honda quebradavieron doshombres una sierpe mayor que un gran becerrotan fiera y espantosa que nosabían encarescerla. Decían que tenía cuatro pies y que la cola era tan largacomo el cuerpocubierta toda de unas conchas que parescían launas de armar.Hizo gran ruido al subirmientras ellos huían. Decían que el rostro teníatan feroz que parescía cosa del infierno. Sierpes como ésta hanse visto muyraras vecesaunque hay muy gran cantidad de culebras tan gruesas como el cuerpode un hombre y más largas que una braza. Llámanse mazacoatl; son bobasporque no pican ni hacen mal a nadie; son pintadas como venados de los nuevos;mantiénense de conejosliebresvenadosperros y avesy esto cazanmetiéndose en lo más espeso de los arcabucosesperando de secreto la cazalacual matan con la cola. Críanse entre las peñas y riscos altos. Hay otrasculebras tan delgadas como el dedo de la mano y más largas que braza y medialas cualespara acometer y herir al hombrejuntan la cabeza con la cola. Dondehay pajonalcorren tanto como un hombrepor bien que corra.

Hay víboras en dos maneras: unas gordas como una pantorrilla de la piernaylargasaunque deste género hay también muy más delgadas. Tienen hacia lacola unas a manera de escamas quecuando se muevenvan sonando como cigarrasporque algunospor las oírse guardan e huyen dellas. Llámanse de cascabelpor este ruido que traeny tienen tantos años cuantas escamas. Mueren losmordidos dellas si no saben curarsey la cura es sajar luego la herida yespremir luego la ponzoña antes que más se extienda. Hay otro género dellasdelgadas como el dedoy de palmo y medio de largotan ponzoñosas queal quemuerdensi no cortan el miembro heridono vive. De las otras hay muchasydéstas muy pocas. La pestilencia de las unas y de las otras es el puercoquese las come. Hay otra culebra o serpecilla que paresce codornísporquecuandohace malse abalanza y hace el sonido como una codornís. Los indios ponennombre a algunas cosas por la semejanza que tienen con otras.

De las sabandijasunas hay ponzoñosas y otras no. De las unas y de lasotras hay casi infinitas. Las ponzoñosas son alacranesque matan a los quepican si con tiempo no los socorreny si pican a algún niñono escapa.Arañasgrandesvellosas y negrasson peores y más ponzoñosas que lasvíboras.

En las tierras calientes hay muchos mosquitos y de muchas manerasqueparapoder vivirhan de andar de día con un amoscador en las manosy de nochecubrirse bien en la camaaunque en algunas partes las indias salen a hilar y atexer a la lunaporque estonces no los hay. Hay algunos que pican de talmaneraque levantan grandes ronchas. La langostaasí en tierras calientescomo en fríasalgunos años suele hacer en las mieses gran dañoy para queno aoven en la tierra después de hechas las simenteraslos indiospuestos enalaque toman una legua y dospegan fuego cada uno por su parte a las hierbasy rastrojos y como están en torno y comienzan circularmente a prender el fuegoes cosa maravillosa cómo las sabandijasvenadosliebres y otros animalessalen huyendo del fuego y se amontonan en el medioy cómo los indiosllevandosus arcos y flechas y otras armasmatan la caza que quierenaunque en estamanera de caza hay muchas veces peligroporquecomo del aire se suele hacer untorbellinoasí estonces se hace de fuegoque al que hallaabrasa con lafuria grande que trae atrás. Desta maneralos indios limpian sus campos de lassabandijasy cuando vienen las aguasla hierba para los ganados nasce en mayorabundancia y más limpia y de mayor mantenimiento.



 

 

Capítulo XII

De los animales bravos y mansos que hay en la Nueva España.

Hay en esta tierracomo en Españaalgunos animalesaunque difieren enalgo de los de Españacomo leoneslobosososvenadoscorzosgamosliebresconejostigresonzas. Déstoslos tigres han sido muy dañososporque andaban muy encarnizadosy tantoque esperaban los indios por loscaminos para matarlosy de nochecomo muchas de las casas eran de cañaporentre ellas hubo tigres quemetiendo la manosacaban la mitad de la cabeza delque estaba durmiendoporque tienen tan gran fuerza en las uñasque todocuanto con ellas alcanzan hacen pedazos. También ha habido muchos leonesaunque no coronadostan encarniszadosque así en los españoles como en losindioshan hecho gran daño.

Hay otro animal del tamaño y figura de zorra que los indios y los nuestrosllaman adibeno menos dañoso al ganado ovejuno que los lobos muy encarniszadosde Españay porque destos animales hay tantos que no basta armarles lazoselremedio es echarles pedazos de carne con cierta hierba que nasce en esta tierraquecomiendo dellaluego mueren. Entre otros animales que difieren en el todohay unos corno conejosarmados de ciertas conchas; andan por peñas y riscosmuy fragososy cuando quieren baxar de alguna sierra muy alta a lo más baxodellano corren ni andansino arrojándose desde lo altoporquecubriéndosecon las conchas todosin echar pie ni mano fueraaunque cuando hace el golpesuena muchono se hace mal ninguno.

Hay otros animales que son poco mayores que huronesque traen consigo loshijos cuando pasen en la hierba; y cuando sienten gente los hijosvienencorriendo a la madrea los cuales ellametiéndoselos en ciertos senos quetiene en la barrigahuye sin caérsele ningunoy cuando está desviadalostorna a soltar. Hay otro animal que se paresce en alguna manera a éstela coladel cual es de tan gran virtud quesi se secay molidala bebe cualquiera quetenga saetapiedra o otra cosa metida en el cuerpola echa luego fueray aesta causalos indios que iban a las guerraslos que podíanllevaban estospolvos consigo para cuando los hobieran menester. En la tierra de Cibola habíaunos como carneros monteses que saltaban por las peñas más ligeros que cabrascon tener los cuernos más laros que bueyes de diez años y los cuerpos nomayores que carneros de España.

Las vacas de aquella tierra son pequeñas y corcovadasy el pelo tanpequeño y liso como de ratón. Los toros son de la misma figuramás bravosque los de Castillacon ciertas vedijas de lana en la cabeza muy largas queparecen clines. Hay perros chicos y grandes corcovados. Sírvense los moradoresde aquella tierra de los grandes para la cargacomo en el Pirú de las ovejasque allá nasceny porque en la Nueva España no tenían animal que llevasecargalos indiosdesde niñosse enseñaban a traerlay esles tan naturalque aunque ahora se les prohíbequieren más muchas veces llevar ellos lacarga que echarla en las bestiaslas cuales hay en abundancia de asnosmulas ycaballosy los caballos y mulas tan buenosque en España no los hay mejores.Los pellejos de los caballos son los más lindos del mundoy las coloresqueen España no aprueban bienen esta tierra son señal de muy recios; y asílos caballos overos y blancos son muy recios y para mucho trabajoy asíhaycaballos de camino mejores que en todo lo descubierto del mundoy de los derúatantos y tan buenosque en ninguna parte dél hay más ni taleslo cualno poco ennoblesce esta tierra y la fortificaporque a pieen los llanos y enlas sierrascuando hay guerrapor su ligerezaespecialmente en las sierrasson más poderosos los indios que los españolesmayormente cuando no hayarcabucos.

Animales del agua y de la tierra son lobos marinoscaimanesde quien yadeximos que son como lagartos pequeños; galápagostortugastodos los cualesdesovan en la tierra ydespués de nascidosse meten en el agua. Otrosanimales hay muchosde los cuales en su lugar hablaremos largo.



 

 

Capítulo XIII

De la caza y manera de cazar de la Nueva España .

Cazan los indios diversas aves y animales de diversas maneras: Los patos delas lagunas toman hincando unos palos altos en el alagunay puestos de trecho atrechocuelgan unas muy grandes redes muy delgadase ya que el sol se va aponerlevantan la caza con voces y con paloscon que dan en el aguay como elvuelo no es alto y la red es menudano viéndoladan en elladonde los másse enmarañan.

Cazan los venados metiéndose en el cuero de otro venado; van a gatasllevando sobre su cabeza la cabeza del venado de cuya piel van vestidosy asíasegurando la cazala flechan de muy cerca. Cuando quieren hacer alguna cazarealcomo se ha hecho a D. Antonio de Mendoza y a D. Luis de VelascoVisorreyesjúntanse quince o veinte mill indios armados de sus flechas y arcosy otros con macanas y varas tostadasy cercan algún monte donde hay venadosososleonespuercos monteses. Por su orden se van metiendodando vocesyendola gente de a caballo delantecon sus lanzas y arcabucesy levantan la caza detal maneraquecomo vuelve espantada de cualquier parte donde la ojeanvienenpoco a poco a acorralar tantaque se han muerto de una vez más de trecientosvenados. De otras muchas maneras cazan los indiosy son tan diestros en ellasque ninguna cosa se les escapaespecialmente las codorniceslas cualesenmucha cantidadtoman de noche vivas; tractar de lo cual seríacomo ya tengodicho hacer libro muy grande.

Las cazas que principalmente siguen los españoles son matar patos y otrasaves que se crían en el alagunacon arcabucesmetiéndose en ella con canoas.También con las aves de rapiñacomo halcones y sacresvuelan garzas y otrasaves;

también con perros levantan las codornices y las matan con azor; son éstasmás sabrosas. Cazan asimismo con muy buenos galgosque se hacen en estatierramuchas liebreslas cuales son mayores e más ligeras que las de Españaaunque no son tanto los cazadoresasí por no ser la gente tantacomo porqueen estas partes los hombres no tienen tanta quietud y trabajan más que enEspañao por volver a ella ricos o por vivir acá honradosque no lo son sinolos que tienen. Y esto basta tocante a la caza.



 

 

Capítulo XIV

De los metales y piedras de valor y de virtud que hay en laNueva España.

El más noble Y precioso metalcomo todos sabenes el oroel cualaunquede todas las nasciones ha sido siempre tenido en mucho por la nescesidad que haydél para las contrataciones y otros negocios importantísimosesta gente no lotenía en tantoaunque todavía le tenían en más que a los otros metalesydel hacían joyas presciosasporque las plumas ricas y las de virtud eran lasmás estimadas y más principales joyas que los indios tenían. Las minas deloro se hallan por la mayor parte en tierra calienteen los ríos y arroyos. Sunascimiento es cerca dellosporque a la orilla toman el seguimiento hasta daren el oro. Cógese en polvoentre la arenaylavándolo en unas bateas queson ciertos vasos acomodados para ellodespidiendo el arena con el aguaquedael oroel cual también se halla en las sierras y en tierra llana. Hansedescubierto granos muy finos y de muy gran peso. También se saca platay enellaincorporado el oro. Apártase el un metal del oro con agua fuerte.Síguense muy poco las minas del oroporque es menester hacer mucho gastoyson pocos los que puedan sufrillo.

Las minas de la plata son más generales y hállanse en muchas partes.Florescieron en un tiempo las de Tascoy ahora las de los Zacatecas. Tambiénéstas son costosaspor la falta que hay de esclavos e indiosy por lo muchoque cuestan los negros y la poca maña que para ello se dan. Las minas de platacuando andan buenassustentan y engruesan la tierray cuando van de caídaparesce que todo está muerto. Nescesidad tienen los mineros de que Su Majestadles dé favorpues aliende del aprovechamiento destos reinoscon ninguna cosase adelantan tanto sus rentas reales como con el buen aviamiento de las minas.

Hay minas de plomocon el cualno menos que con azoguese beneficia elmetal de la plata. Hay minas de cobrelas cuales no siguen porque no son detanto provecho. Hay ansimismo minas de metal que tienen plata y cobrejuntamente. Finalmenteno se labran sino las de plataporque son más y acudenmejor que las demás.

Piedras preciosasal presenteno hay tantas como en Españani de tantosgéneros; pero las esmeraldas son las mejores y las estimadasmuy aprobadaspara la embriaguescomo dellas se escribe. Hay otras piedras queaunque no sonde tan buena vistason de gran virtudporque hay algunas tan buenas paraquitar el dolor de ijada y riñonesquepor obrar en tan brevesonmaravillosas e dignas de gran estima. Son de color de esmeraldas turbiasmuymayores que ellas; atraviesan por ellas unas vetas blancas. Hay otras de colorcárdena; déstas hay muchas en anillosquetocando por debajo del engaste ala carnehacen mucho provecho. Hay otras piedras queaunque no son presciosasni de virtudson muy buenas para hacer aras; son tan limpias y resplandecientesque sirven de espejos; son negras; sácanse dellas navajasque son tan agudascomo las de acero. Hay para el efecto de las aras otras piedras bermejas yvetadas de negro que no se tienen en menos que las negras. Piedras para coloreshay muchasaunque se dan pocos a buscarlasporque el que puede iry aun elque notodos andana buscar platala cualcomo decía Diógeneshabía deestar amarilla de miedocomo el orode los muchos que la andan a buscar hastasacarla de las entrañas de la tierra. Cierto; si hubiese el asiento que sedeseahabría menos cobdicia. y más virtud.

Parésceme que para en generalbasta haber dichocon la brevedad que hepodidolo que toca al temple desta tierra y propiedades della. Ahoracon nomenor brevedad tractaré de los indios y de sus rictos y costumbrespara quecuando comience la conquistael lector vaya advertido de muchas cosas que setocarán de paso.



 

 

Capítulo XV

De la manera que los indios tienen en el poblar.

Pueblan los indios de la Nueva España muy diferentemente de las otrasnascionesporquepor las idolatrías que tenían y por hablar con el demoniomás secretamenteni buscaban riberas ni costa de marni lugares llanos dondehiciesen sus poblacionesy las que hacían era en lugares altosásperos ymontuosossin orden ni continuar casa con casapor maneraque un pueblo demill vecinos venía a ocupar cuatro leguas de tierra. Decían que el hacer suasiento en tales partes era por fortalecerse contra los enemigos comarcanosyel estar tan apartados los unos de los otrospor tener cada uno la simentera omilpa a par de su casay porquesi hubiese pestilenciano se inficionasenestando juntosy ciertamente era consejo del demonioporqueya que poblabanen lugares altospor la fortaleza para acometer y para defendersemás fuertesestuvieran juntos que derramados. Ahorapor industria de los religiososaunquecon muy gran trabajolos hacen vivir juntos y por orden y conciertoy si estoestuviese hecho así para la policía humana como para la cristiandadharíamucho el casoporque podrían ser visitados con más facilidad y evitarse híanlas idolatríassodomíasborracherasestruposadulterios y homiscidios quecada día se cometen por estar tan partados. Sienten mucho el congregarseporquecomo dice el morodesean mucho vivir y morir en la leycasa y tierrade sus padres y abuelosynaturalmenteson enemigos de los españolesoporque les reprehenden sus vicios o porque tienen poca semejanza con ellos; cacomo dicen los filósofosla semejanza es causa de amor.

Las casas de sus moradas son de adobes y maderay tan pequeñasque un díase puede hacer una; las puertas y ventanas dellas muy pequeñas; ningúnadereszo tienensino sola una esteraque llaman petatepor cama. Tienen pocaconversación los unos con los otros; visítanse pocoaunque estén enfermos;son amigos de hacer sus moradas en altodo vean las quebradas de los arroyos yríos.

Hay otros indios que llaman chichimecasque siguen la costumbre de losalárabesno tiniendo casa ni morada ciertani labrando los campos de que sesustentenmanteniéndose según los tiemposunas veces de fructa de la tierray otras de la caza que matanporque son muy grandes flecheros. Finalmentedesto que he dichoparescerá la nescesidad que tenían de policía y la mercedgrande de Dios les hizo en inviarles los españolesy entre ellos a losreligiosos y clérigos que les predicasen y los instruyesen y alumbrasen de loserrores en que estaban tan contra toda razón; y porque esto se vea más claroen el capítulo siguiente tractaré de sus condisciones e inclinaciones.



 

 

Capítulo XVI

De las condisciones e inclinaciones de los indios en general.

No hay nasción tan bárbara ni tan viciosa donde no haya algunos de buenentendimiento y virtuososypor el contrariotan política y bien enseñadaque en ella no haya hombres torpes y mal inclinadosy asíaunque en generaldiré haber sido bárbaros los moradores destagran tierrano excluyo haberalgunos de buen entendimientocomo adelante se parescerápor las leyes quetenían. Sonpueslos indiosen generalamigos de novedadescréense deligeroson pusilánimos; no tienen cuenta con la honrapoco deseosos deadelantar su honra y nombre y opinión; tan dados a cerimoniasque a esta causaafirman muchos descender del linaje de los judíos; son medrososaunque entreellosen comparación de los otroshabía unos que llamaban tiacanesque quiere decir «valientes»: son vindicativos por extremoy por livianascosas traen entre sí pleitosgastando mucho más que vale la cosa por quepleitean; guardan poco el secreto; no hacen cosa bien sino por miedoy asítienen en poco a sus señores si los acarician y no se les muestran graves; sontan ingratos a los beneficios rescibidosque aunque se hayan criado con losespañoles muchos añosfácilmente los dexan; son mudablesy con cualquierrazón se persuaden a mudar parescer; los más dellos son simples y discurrenpocoy asíaunque algunos han aprendido gramáticaen las otras escienciascomo requieren buen entendimientono aprovechan nada; son tan cobdiciosos quepor el interés llevaran a sus padres presos y de los cabezoneshallándolosborrachos o en otro delictoy esto si se lo manda la justicia; son amigos deestarse ociosos si la necesidad del mantenerse no los fuerza tantoque seestarán un día entero sentados en cuclillassin hablar ni tener conversaciónlos unos con los otros; la causa es ser muy flemáticoslo cualaunque en estodañeaprovecha para acertar en los oficios mecánicos que han aprendidoporque lo que se hace de priesaaunque haya mucho exerciciopocas veces seacierta. Conocíalos muy bien Montezumay asílos gobernó mejor que ningúnotro Príncipe de los infielesy dixo muchas veces al Marqués que con el temorde la pena y exercicio del cuerpo losgobernaba y mantenía en justicia. Van debuena gana a los bailes y danzasque acaece danzar todo un día sin descansar.No había ningunopor principal que fueseque no se emborrachase y lo tuviesepor honrahaciendo después de borrachos graves delictos. Son torpes si no esen el tirar de los arcos; en todos los otros exercicios de armas no tienenvergüenza de proveerse en las ocultas nescesidades donde los vean. Conservanmuy poco el amistad; siguen fácilmente lo malo y con dificultad lo bueno; tantoqueen las contractacioneshácense ya más engaños que los nuestros; cuandocomen a costa ajenason tragonesy apenas se hartan por mucho que les denycuando de su haciendamuy templados y abstinentes. Lo que ganan de su trabajoquepara lo que merescenes muchono lo gastan en hacer casani comprarheredad ni en dar docte a las hijas con que se casensino en vino de Castillaylo que es peoren pulcreque es un vino que ellos hacende mal olor ygustoy que con más furia y presteza los emborracha y saca de sentidoquecuanto más se lo viedantanto más lo procuran.

Hay muchos mercaderes muy ricos de dineropero no se han visto en su muerteque haya parescido ni que lo manden gastar en obras pías. Los indios ladinosque son los que se han criado con los españolesson más malisciosos quevirtuosos. La razón es porque temen poco y son más inclinados a lo malo que alo bueno; cuando están borrachos hablan en romance y descubren el odio quetienen a nuestra nasción; cuando van a negociaro van caminoaunque sea unoel que va a negociarle acompañan muchossi no son los tarascosque las másveces van solosporque son más hombres y de mejor entendimiento. Acriminan losindios los negociosy con palabras y lágrimas engrandescen la injuriarescibidapor liviana que seapara haber mayor venganza del que se la hizoyaun suelen revolcarse en la tierrasacarse sangre y decir que han rescibidogran golpe en el cuerpotodo a fin de que el injuriador sea molestado y les déalgo en el pagar de sus tribuctosono dándolos talescomo convieneoquexándose que no pueden dar tantoescondiéndose para cuando los cuentanalgunos dellosolos másjuran falsosin temor ninguno contra losespañolesy no faltan muchos testigos para esto. Ciertoes lástima rescibirjuramento dellosporqueaun en la confesión. pocos dicen verdad.

Tiniendo mucha tierra sobradaadrede siembran junto a las estancias de losespañolespara que el ganado dellas haga daño en lo sembrado e haya ocasiónde quitar las estancias por estar en perjuicioy como conoscen el favor que lasjusticiaspor mandado del Reyles hacenmolestan por cualquier cosa a losespañolesy verdaderamenteen este negociocomo en los demásse conoscetodos los extremos ser malosporque al principio fueron con mucho rigortractados de algunos que no se acordaban si eran cristianosaunque en algunamaneraen los Capitanesaquel rigor era nescesarioporque no se atreviesen aproseguir en las traiciones que habían intentado. Ahora tienen tanta sueltaqueaun para ellos es dañosapara el remedio de lo cual era nescesario que elVisorrey y Audiencia tuviesen mucha mayor comisión de la que tienen. No haycosa a mal recaudo que no la hurtany jamás la restituyen si no los toman conella. Son amigos de vil gentey así se hallan mejor con los negrosmulatos ymestizos que con los españoles; no quieren dar de comer a los caminantesosilo dande mala arteaunque se lo paguen; pero si les va algún interesesalena rescebir con músicay sólo a los que son justicia o flaires tienenrespectoaunque ya no tanto.

Los templos que hacen no es por devociónsino por fuerza o por presunciónde tener mejor iglesia que sus vecinos. Entre todos los indioslos mexicanosson los más maliciosos y de menos virtudy así lo fueron desde su principioque por tiranía vinieron y tiránicamente poseyeron y ganaron lo que teníanporque fueron advenedizos y despojaron a los otomíesque eran señoresnaturales.

De sus vicios e inclinaciones malas no quiero decir másaunque laexperiencia lo enseñaporque también entre ellos hubo varones de muchoconsejo y de grande esfuerzoca de otra maneratan gran república no sepudiera gobernar y conservar en tan pujante estado. Con rigurosas leyes secastigaban los delictostodos vivían en quietud; tractábase toda verdad;respectaban mucho a su Príncipeyfinalmenteentre ellos como en las demásnascionescomo dice Aristóteleshabía hombres para gobiernoque llamanaturalmentelibresy otrosque eran los máspara sólo obedescerque élmismo llamanaturalmentesiervosaunque los unos y los otros se pueden llamarbárbarospues hacían tantas cosas contra toda ley naturalque aun hasta lasbestiascon su natural instintoguardanpues adoraban las piedras y animalesque eran menos que ellos; sacrificaban a los que menos podíanprocurando enotros lo que no querían para sí; frecuentaban el pecado de sodomía que entrelos otros pecadospor su fealdadse llama contra naturay asícomo diceSant PabloDios los traía en sentido reprobadocegándoles el corazóncomoa Faraónpara que por sus pecados viniesen a pecar aun contra lo que la razónnatural vedabahasta que Dios fuese servidopor su oculto e inscructablejuiciode inviar los españoles a quehaciendo primero las diligenciasdebidascomo se verá en la conquistales hiciesen justa guerra hasta traerlosa que por su voluntad oyesen y rescibiesen el Evangelio.



 

 

Capítulo XVII

De la variedad de lenguas que hay entrelos indios.

Bien parescecomo la experiencia nos enseña y la Divina Escripturamanifiestapor el pecado de la soberbiahasta estas partes haberse derramadola confusión de lenguasporque las que hay en la Nueva España con muchotrabajo se podrían contartan diferentes las unas de las otrasque cada unaparesce ser de reino extraño y muy apartadoy esto es tan cierto que en unpueblo que se llama Tacubauna legua de Méxicohay seis lenguas diferenteslas cuales son: la mexicanaaunque corruptapor ser serranía donde se habla;la otomíla guatala mazauala chuchumé y la chichimecaaunque es de saber que en toda la Nueva España y fuera della es la mexicana tanuniversalque en todas partes hay indios que la hablan como la latina en losreinos de Europa y Áfricay es de tanta estima la mexicana como en Flandes yen Alemania la francesapues los Príncipes y caballeros destas dos nascionesse prescian de hablar en ella más que en la suya propia. Asíen la NuevaEspaña y fuera dellalos señores y principales la deprenden de propósitopara preguntar y responder a los indios de diversas tierras. Después de lalengua mexicanala tarasca es la mejory algunos quieren decir que haceventaja a la mexicanaaunque no se habla sino en la provincia de Mechuacán.

De las demás lenguas no tengo que escrebirpues como dixeson tantasquequererlas contar sería dar gran fastidio. Baste deciren conclusión destoquecomo en la latina y castellanaunos hablan con más primor que otros; asíes en todas las lenguas de los indiosaunque en la mexicana y tarascaasí porla pronunciación como por la variedad de vocabloshay más lugar de hablarunos mejor que otros. La mexicana paresce mejor a las mujeres que otra lenguaningunay así la hablan españolas con tanta gracia que hacen ventaja a losindiose ya esto muchos años haha mostrado la experiencia que el castellanohabla las lenguas de todas las nasciones no menos bien que ellas cuando lasdeprendeny todas las otras nasciones jamás con entera propiedad y limpiezahablan la castellana. Era grandeza y argumento de gran majestad que cuando sehabía de dar alguna embaxada a Montezuma o a otro Príncipe no tan grande comoélel que la traía la decía en su lengua propriay el intérprete que laentendía la decía a otroy otro que en tendía aquéllaen otra lenguahasta quedesta manerapor seis o siete intérpretesvenía Montezuma a oírla embaxada en lengua mexicanay respondiendo en la misma lenguala repuestavenía al que traía la embaxada por los mismos intérpretes. Usábase tambiénpor la reverencia que se tenía al Príncipeque el que le había de hablarhabía de decir lo que quería a uno de los que con él estabany asíde manoen manopor una misma lenguavenía al Príncipe lo que quería el que primerohablabay por la misma manera rescebíala repuesta.



 

 

Capítulo XVIII

De los sacrificios y agüeros de los indios.

Como Luciferpríncipe de los ángeles condenados con sus secuacespretendió igualarse con Diosy sea de tal naturaleza y condisción que jamásconoscerá su errorporque el ángela lo que una vez se determinaparasiempre se determinaechado del cieloviendo queaunque engañó al primerhombrele levantó Dios hasta ponerle en el asiento que él perdióhaprocurado y procuradesde que perdió tan alto asientoestorbar que el hombreno suba a ély para esto el principal medio que procurófue hacer que muchosde los hombres no diesen la honra y gloria al verdadero Diosauctor de todo locriadohaciéndoles entender ser muchos los diosesque aun en buena razónnatural repugnaporque no puede haber más de una summa causa causadora de tanmaravillosos efectos como vemosy asíatribuyéndose a sí la honra y gloriaque a sólo Dios se debese hizo adorar en diversas partes del mundocondiversos rictos y cerimoniasdebaxo de diversas figuras y diversos nombres deanimales: unas vecesdándoles a entender que el sol era dios; otrasque lalunahasta traerlos a tan gran errorquea los bructos animales que mataban ycomían y hasta las piedrastuviesen por diosesporqueerrando en lo queprincipalmente se ha de creer y amarque es un Dios verdaderose perdiesenycomo hombres que iban sin luz y sin caminodiesen para siempre consigo en loprofundo del infierno; y asísi en alguna partecon cruelísima tiraníasembró tan abominable errorfue en este Nuevo Mundoadondecomo luegoparesceráa costa de los cuerpos y almas de sus ciegos moradoresha hecho pormuchos años miserable estragohasta quecon la venida de los españoles yreligiosos que luego vinieronfue Dios servido alumbrarlos y librarlos de taninsufrible tiranía.

Había ciertas maneras de templos donde el demonio era adoradoque sellamaban Teupaunos baxos y otros muy altosa los cuales se subía por muchasgradas: en lo alto de arriba estaba puesto el altar. En la provincia de Méxicoel principal demonio que adoraban e a quien tenían dedicado el más sumptuosotemplo se llamaba Ochipustl Uchilobusde quien el templo tomaba nombre. Lostemplos pequeños eran como humilladeroscubiertos por lo alto con algunasgradasen lo alto de las cuales estaba el ídolo que adorabany en algunaspartesen su compañíaponían las figuras y estatuas de algunos señoresmuertos.

Los templos grandes siempres estaban por lo alto descubiertosy al derredorun gran pretilcon sus entradas al altar. Hacíanse los sacrificios hacia do elsol salíaporque le tenían por dios. En estos templos había dos maneras deservientes: unos que llamaban teupisquesque quiere decir «guardas»que tenían cuenta con la lumbre y limpieza de los templos; otros que se decíantlamazcacaueue que tenían cargo de abrir el costado y sacar el corazóndel que había de ser sacrificado y mostrarlo al soluntando con él la caradel demonio a quien se hacía el sacrificio.

Estospara convocar el pueblo a la fiestadesde lo altocomo nosotros lascampanastocaban bocinaslas cuales eran caracoles de la marhoradados; otroseran de palo. En el entretantopor debaxo de los templostocaban otros ciertosinstrumentosy al son dellos bailaban y cantaban canciones en alabanza de sudemoniodelante del cualen papel ensangrentadoponían su enciensoqueellos llaman copaly la sangre que ellos ponían en el papella sacaban de lasorejasde la lenguade los brazos y piernasy esto era en lugar de oración.Otras vecesen lugar de oraciónarrancando hierbas y poniéndolas encimadaban a entender que estaban afligidos y que pedían consuelo a su ídolo. Estohan hecho muchas vecesy los que bien lo miranverán en los caminos estamanera de oración y sacrificiosin hallar quién lo hizo. Eran con esto tanagorerosque miraban en los cantos de las avesen el sonido del aire y delfuegoen el soñar y en el caerse alguna pared y desgajarse algún ramo de susárboles. Por estos agüeros decían que adevinaban los malos y buenos subcesosde los negocios que emprendían y las muertes y desgracias que habían desubceder. Tenían y adoraban por dioseslo que aborresce todo entendimientoalgunos árbolescomo cipresescedrosencinasante los cuales hacían sussacrificios; y porque el cristiano entiendasi lo viesecuando eran adoradospor dioses los tales árbolessabrá que los plantaban por mucha orden alderredor de las fuentesy asípara manifestación destoha querido Dios queponiendo una cruz entre estos árbolesse sequen luegocomo acontesció enSanta Feelegua y media de México.

Delante de estos árboles ponían los indios fuego y sahumerio de copalqueescomo dixesu encienso. También entre las peñas y lugares fragosos hacíansus secretas adoracionesy así hallaban cabezas de lobosde leones y culebrashechas de piedraa quien adoraban. Solían las más veces sacrificar y ofrescersus ofrendas cuando era menester agua para las mieses o cuando habían de entraren batallao dar gracias por la victoria alcanzada. En estos sacrificios ycelebraciones de fiestas había tan grandes borracheras que con sus madres yhijasque también la ley natural aborrescepues muchos de los animales bravosno lo hacentenían ayuntamiento carnal. Y por que este capítulo no défastidio por ser largodividiéndole con el siguientediré en particular lasfiestas y maneras de sacrificios que los indios tenían.



 

 

Capítulo XIX

De las fiestas y diversidad de sacrificios que los indiostenían.

Comenzaban los indios su año desde el primero día de marzo. Tenían veintefiestas principalescada una de veinte en veinte díasy la postrera caía aveinte y cinco. Cada año señalaban con cierta figurahasta número decincuenta y dosy el indio que los había vividodecía que ya había atadolos añosy que ya era viejo. Las fiestassin las estravagantes y lossacrificios que en ellas se hacíaneran las siguientes:

La primeraque caía en el primero día de marzose llamaba Xilomastli. Eneste día dexaban los pescadores de pescarcomo que dixesen que dexaban elaguaporque en aquel tiempo las mazorcas de maíz no estaban acabadas decuajarlas cuales se llaman jilotesy así pintaban su dios con un jilote enla mano. En esta fiesta sacrificaban niñosahogándolos primero en canoas.Llamábase el demonio a quien lo sacrificaban Tlaloc.

La segunda fiesta caía a veinte e uno de marzodía de Sant Benicto. A estafiesta llamaban los indios Tlacaxipegualistleque quiere decir «desolladme ycomerme heis»porque ataban por la cinta a una gran piedracon reciascuerdasa un indioy dándole un escudo y una espada que ellos usaban de paloy por los lados enxertas ciertas navajas de piedrale decían que se defendiesecontra otro vestido todo de una piel de tigrecon armas igualespero sueltos.Trabábase entre los dos la batallay las más veceso casi todasmataba elsuelto al atadoy desollándolo luegodesnudándose la piel de tigresevestía la del muertola carnaza afueray bailaba delante del demonioquellamaban Tlacateutezcatepotly el que había de pelear contra el atadoayunabacuatro díasy ambos se ensayaban muchos días antescada uno por síofresciendo sacrificios al demonio para que alcanzase victoria el uno del otro.

La tercera fiesta caía a diez de abril. Llamábase Tecostliy el demonio aquien se celebraba Chalcuitliporque le ponían al cuello un collar deesmeraldas que ellos llaman chalcuitl. Sacrificaban en esta fiesta niñosy ofrescían mucho copalpapel y cañas de maíz; sacrificaban luego una indiaatados los cabellos al derredor de la cabezaporque el demonio a quien lasacrificaban los tenía así. En esta fiesta daban de comer los parientes másricos a los otrosy lo que una vez ofrescíanno lo ofrescían otra. En estafiesta ponían nombres a los niños recién nascidos.

La cuarta fiesta caía a treinta de abril. Llamábase Queltocoztliporqueponían al demonio cañas de maíz con hojasofresciendo tamales amasados confrisoles al demonio. Los padresen esta fiestaofrescían los niños de tetaal demoniocomo en sacrificioy convidaban a comer a los parientes. Llamábaseeste sacrificio Teycoa.

La quinta fiestaque los indios llamaban Toxcatlcaía a veinte de mayo.Era muy gran fiestaporque el demonio a quien entonces hacían sacrificiosedecía Tezcatepocatlque quiere decir «espejo humeador»el cual era el mayorde sus dioses. Llamábanle por otro nombre Titlacauaque quiere decir «dequien somos esclavos». A éste atribuían los bailes y cantaresrosasbezotesy plumajesque son las más ricas joyas que ellos tienen. En esta fiesta secortaban las lenguas y daban la carne al demonio y hacían tamales de la semillade bledos y de maízque llaman cuerpo de su diosy éstos comían con granreverencia y acatamiento.

La sexta fiesta caía a nueve de junio. Llamábase Elcalcoalistlique quieredecir «comida de ecel»que es en cierta manera de maíz cocido. El demonio aquien se hacía la fiesta se llamaba Quezalcoatlque quiere decir «culebra depluma rica». Era dios del aire. Pintaban a éste sobre un mano manojo dejuncos; sacrificábanle de sus naturasy hacían esto porque tuviese por biende darles generacióny los labradores le ofrescían los niños reciénnacidosconvidando a sus parientescomo lo hacen los cristianos en losbautismos de sus hijos.

La séptima fiesta caía a veinte y nueve de junio. Llamábase Teulilistli.En esta fiesta los mancebos llevaban en andassobre los hombrosal demoniovestido como papagayo; iban delante dél muchos tañendo flautasy otrosalson dellasbailando; poníanle en la mano un ceptro de plumacon un corazónde pluma ensangrentado. Llamábase este demonio Tlaxpilcque quiere decir«presciado señor». Este día la Iglesia romana celebra la fiesta de lossantos apóstoles Pedro y Pablo.

La octava fiesta caía a diez y nueve de julio. Llamábase entre los indiosGuestequilutly el demonio a quien se hacíaUzticiual. Sacrificábase en estafiesta una mujer con insignias de mazorcas de maíz.

La novena fiesta caía a ocho de agosto: Micailhuitlque quiere decir«fiesta de muertos»porque en ella se celebraba la fiesta de los niñosmuertos. Bailaban con tristezacantando canciones doloriosascomo endechas;sacrificaban niños al demonioel cual se llamaba Titletlacauque quiere decir«de quien somos esclavos». Es el mismo que Tezcatepocatlque es «espejohumeador»salvo que aquí le pintaban con diversas coloressegún losdiversos nombres que le ponían.

La déscima fiesta caía a veinte y ocho de agosto. LlamábaseGueimicalguitlporque en ella levantaban un árbol muy grandeen lo alto delcual sentaban un indio y otros muchosy por cordeles que estaban pendientes delárboltrepandosubían a derribarletomándole primero de las manos unostamales que ellos llamaban teusaxalesque quiere decir «pan de dios»y por tomar unos más que otrosle derribaban abaxo. Había más hervor en estoque entre los cristianos en el tomar del pan bendito. Hecho estoal indio quehabía caídoembarrándole muy bien la cabezale echaban en el fuegoporqueaunque se quemaseno hiciese daño a los cabellos y cabezapara que despuésla comiesen asada y el cuero della se pusiese otro para bailar delante deldemonio a quien la fiesta era dedicada.

Destas diez fiestasporque seguir las demás sería muy largoentenderá elcristiano lector cuán a costa de sus vidas servían los indios a los demoniospues hubo sacrificio en el templo de Uchilobus donde se sacrificaban ocho milhombresno entendiendo que si fueran diosescomo falsamente creíanno losdexaran vivir tan viciosa y bestialmentepermitiéndoles hacer tansanguinolentos y espantosos sacrificiospues ninguno hacían sino era matandohombres o sacándose sangre. Sacrificios se ofrescieron en la ley de naturalezay en la Escriptura; pero era de lo que la tierra producía y en testimonio yreconoscimiento de que Dios lo había criado todoy aunque como señor de lasvidas de los hombres y de todo lo demásmandó a Abraham que sacrificase a suhijo Isaaclo cual era figura de la muerte del Redemptor y exemplo singular dela fee que debemos tenere ya que alzaba el cuchilloquiso que un ángel letuviese el brazo y sacrificase en lugar del hijo un carnero que luego allíparesciódándonospor estoa entender ser Dios de vida y de gracia ymisericordiay quepor estocomo la Escriptura Divina diceno quiere lamuerte del pecadorsino que se convierta y viva.



 

 

Capítulo XX

De los bailes o areitos de los indios.

Por la manera que el demonio procuraba con sacrificios de sangre ser adoradoansí también procuró en los bailes y canciones que los indios hacían en susfiestas no cantasen otra cosa sino en su alabanzaatribuyendo a sí la bestiainfernal lo que a sólo Dios se debe.

Entraban en estos bailes o ximitotes muchos indios de diversas edades;emborrachábanse primero paracomo ellos decíancantar con más devoción;andar en ruedade cuatro en cuatroo de seis en seisy así se multiplicansegún hay la cantidad de bailadores; tienen para entonarseasí en el cantarcomo en el bailardos instrumentos en medio de la rueda: unocomo atabal altoque llega casi a los pechosy otrocomo tamboril de palotodo huecoy en elmedio sacadas dos astillasuna par de otradel mismo gordor del palo; enaquéllas toca un indio diestro con dos palos que tienen el golpe guarnescidocon nervios; suenan más de una legua; júntanse a esta danza más de diez millindios muchas veces; la manera de su cantar es triste; acorvan la cabezainclinan el cuerpollevan el brazo derecho levantadocon alguna insignia en lamano; parescen en la manera de bailar hombres quede borrachosse van cayendo.Cantaban en estos bailesdespués de las alabanzas del demoniolos hechosfuertes de sus antepasadosllorando sus muertesiban vestidoscomo dixe en elComentario de la jura hecha al invictísimo Rey don Filipede diversaspieles de animalesque tenían por cosa de majestad y fortalezaadornados dericas piedras y vistosas plumas. En estos bailescuando esta tierra se comenzóa conquistartractaban los indios la muerte y destruición de los españoles aque el demonio los persuadía. Son los indios tan aficionados a estos bailesquecomo otras veces he dichoaunque estén todo el día en ellosno secansany aunque después acá se les han quitado algunos bailes y juegoscomoel del batey y patol de frisolesse les ha permitidopor darlescontentoeste bailecon quecomo cantaban alabanzas del demoniocantenalabanzas de Diosque sólo meresce ser alabado; pero ellos son tan inclinadosa su antigua idolatría que si no hay quien entienda muy bien la lenguaentrelas sacras oraciones que cantan mesclan cantares de su gentilidady para cubrirmejor su dañada obracomienzan y acaban con palabras de Diosinterponiendolas demás gentílicasabaxando la voz para no ser entendidos y levantándolaen los principios y finescuando dicen «Dios». Cierto sería mejordesnudarlos del todo de las reliquias y rastros de su gentilidadporque hacontescidosegún dicen religiosos de mucho crédictoestar haciendo el bailealrededor de una cruz y tener debaxo della soterrados los ídolos y parescer quesus cantares los endereszaban a la cruzdirigiéndolos con el corazón a losídolos.

Hacen otro baile que llaman del paloen el cual son muy pocos los diestros.Es uno el que lo haceechado de espaldas en el suelo; levanta los piesy conlas plantas y dedos trae un palo rollizo del grueso de una piernaysincaérselelo arroja en el aire y lo torna a rescebirdando tantas vueltas conél en tantas manerasunas veces con el un pie y otras con ambosque es cosabien de veraunque no es menossino másver en una maroma puesta en muy altohacer vueltas a los trepadores en Castillaque las más veces les cuesta laviday creo que no en estado seguro.



 

 

Capítulo XXI

De los médicos y hechiceros.

De los médicos y cirujanos que entre los indios habíalos más eranhechiceros y supersticiososy todos no tenían cuenta con la complexión de loscuerpos ni calidad de los manjarestanto quesi a los que hoy hay lespreguntan la virtud de las hierbas y polvos con que curany en qué tiempo sehan de aplicarno lo sabeny sólo responden que sus padres curaban asíy enresponder esto no piensan que han hecho pocode manera que el que se cura conellos corre gran riesgoy si sanan es por mucha ventura; y eran y son muchosdellos tan embaidores en algunas de sus curasque así para ganar como para sertenidospor médicoshacen entender al que tiene dolor de muelas que lesacarán un gusano que le causa el dolory para estoentre algodónllevanmetido un gusanilloy limpiando las muelas del paciente con el algodóndescubren el gusanoy asícon los miserables nesciosganan crédicto yhaciendadexándolos con su dolorcomo antes. Hay otros que afirman que sacanespinas del corazónhaciendo otros embustes como el dichoaunque laexperiencia ha enseñado haber indios que el mal del bazo curan metiendo unaaguja más larga que de ensalmarpero muy delgadapor el lado del bazodesaguando por allí la enfermedad.

Lo principal con que curan los que saben hacer algo es con brevajesqueellos llaman patleslos cuales son tan peligrosos las más veces quequitan presto la vida. Con estos bebedizos hacen a las mujeres echar lascriapturasy a las que están de parto dicen que las ayudan. Conoscen unasmariposas tan venenosas quedándolas a beber hechas polvosmatan luegoy silos polvos son de las mismas mariposasmás pequeñasmatan en diez díasysi son de las muy chicas y muy nuevasconsumen y acaban la vida al que lastomapoco a poco.

Tienen por costumbre estos médicosen las caídasdesnudar al paciente yflotarle las carnes y estirarle los miembrosy vuelto de brucespisarle lasespaldasy esto vi yo e oí decir al enfermo que se sentía mejor. Hay entreestos médicos tan grandes hechicerosque dicen que darán hierbas con queconcilien a los que se aborrescen y olviden todo rencor. Déstospor arte deldemonioque de otra arte no puede serse vuelven muchos en figuras de diversosanimalescomo de tigre o leóny es así quedando una cuchillada a un leónque entró entre unos indios a llevar un muchachootro díael español que lehirióhalló un indio que era el hechiceroherido en la misma parte dondehabía herido al león. Esto afirman muchos españoles haberlo visto: cada unocrea lo que le paresciereque el demonio muchos engaños puede hacer.

Hay entre estos hechiceros médicos algunos que hacen parescer lo perdido ydecir quién lo hurtóy dan aviso del que está muy lexossi le va bien desalud o no. Solían también estos médicos hechicerosahora fuesen hombresahora fuesen mujerespara ver si el enfermo había de sanar o morirponíandelante dél un ídoloque llamaban Quezalcoatlque quiere decir «culebraemplumada»y ellossentados en un petatesobre una mantaechabancomoquien juega a los dadosveinte granos de maízy si se apartaban y hacíancampopronosticaban que el enfermo había de moriry si caían unos sobreotrosque viviría y que aquella enfermedad le había venido por somético.Todo esto pueden hacerporque el diablocuyos ellos sonse lo enseñaparaengañar a otros: La lástima es que no faltan españolas ni españoles que loscrean y se ayuden dellos en sus nescesidades y maldadesno entendiendo que vancontra la fee que rescibieron en el baptismoy que las enfermedadescomo sonnaturales en los hombresno se pueden ni deben curar sino con medicinasnaturalessi no fuese que en virtud de Diosauctor de la naturalezacomohacían los discípulos y apóstolescurasen milagrosamente de presto lasenfermedadesque es con medio sobrenaturallo cual no quiere Dios que se hagasino cuando hobiere nescesidad o causa para ellocomo quería que se hiciese enla primitiva Iglesiapara que la fee cresciese y los hombres se confirmasen enella. Finalmentecomo el demonio entendía en todas las obras destos indiosnose descuidaba en hacer dañoenseñándoles medicinas falsas y vanas yperniciosas supersticioneslas cuales dejaremos por venir el capítulosiguiente.



 

 

Capítulo XXII

De las guerras y manera de pelear de los indios.

Por tener siempre ganancia el insaciable demonionunca se ocupaba en otracosasalvo en dar orden cómo ninguno de los miserables indios se escapase desus manosy asía la continaengendraba entre los unos y los otros tangrandes rancores y discordiasque casi no había pueblo que con el vecino notuviese guerray eran las leyes dellos tan cruelesprincipalmente entre losmexicanos y tlaxcaltecasque ninguno perdonaba la vida a otro. No seusabacomo las leyes humanas permitenque el vencedorpudiendo matar alvencidousando de misericordiale hiciese su esclavo o lo diese por rescatesino quenosolamente vencedores mataban a los vencidos y los sacrificabancuando los traían vivospero después de muertos los desollaban y se vestíande sus cueros y comíancocidassus carnes; los señoreslas manos y muslosy los demáslo restante del cuerpo. Acontescíay esto pocas vecesque si aalguno de los captivos dexaban con la vidahabía de ser señor o muyprincipalal cual daban licencia para que libremente fuese a su tierra yllevase las nuevas del castigo riguroso que en los prisioneros se había hechoy que dixese a los indios que escarmentasen de trabar con ellos otra vezbatallasi noque se diesen por sus masceguales y esclavos si querían viviren quietudporque sus dioses les favorescíany si quisiesen hacer locontrarioque supiesen que harían con ellos lo que habían hecho con los quehabían captivado.

Preguntará algunoy con razónqué es la causapues entre las otrasnasciones no se pretende más que la victoria y despojoen ésta sea loprincipal el matar al contrarioydespués de muertotractarle tancruelmente. La experiencia ha enseñado tres causas: la primerael dar contentoen esto al demonioque así lo mandaba; la otraser más vengativos los indiosy de menos piedad que las otras gentes; la terceraser más pusilánimos y máscobardes que todos los hombres del mundoporque los valientes y animosos nuncapiensan que a los que una vez han vencido ternán ánimo para volverlos aacometery el ánimo generoso conténtase con vencery no con matarlo cualse ha de hacer cuando para vencer o defenderse no hobiere otro remedio.

Las armas con que los indios peleaban eran arcosflechas y macanasen lugarde espadascon rodelas no muy fuertes. Llevaban a la guerra los más ricosvestidos y joyas que tenían. El capitán generalvestido ricamentecon unadevisa de plumas sobre la cabezaestaba en mitad del exércitosentado en unasandassobre los hombros de caballeros principales; la guarnición que alrededortenía era de los más fuertes y más señalados; tenían tanta cuenta con labandera y estandartequemientras la veían levantadapeleabany si estabacaídacomo hombres vencidoscada uno iba por su parte. Esto experimentó elmuy valeroso y esforzado capitán don Fernando Cortés en aquella gran batallade Otumbadondecomo diremos en su lugarcon ánimo invenciblerompió elexército de los indiosy derrocando al capitánvenció la batallaporqueluego el exército se derramó y deshizo. Y por que constecomo en otra partedirécuando tractare de la justificación de la guerra que a estos indios sehizocómo los indios mexicanos fueron tiranos y no verdaderos señores delprincipado y señorío de Culhuaes de saber que con su señor vinieron de másde ciento y sesenta leguas gran copia de indios de una gran ciudad que ahora sellama México la Viejay llegando poco a poco a esta tierraporque veníandespacioreparando en algunas partes cinco o seis añosdonde dexaban susarmas e insigniaspor fuerza de armas quitaron el imperio y señorío a losnaturales de esta provincia e hicieron su principal asiento en el alagunaparaqueestando fuertespudiesen conquistar y señorear todala demás tierra.Llamaron a esta ciudaden memoria de la antigua suyaVieja MéxicoTenuchititlán.

El señor dellosa cabo de cierto tiempo que habían hecho asientoles dixoque se volviesen a su tierra antiguay como todos respondieron que no queríanporque estaban a su contentoél se fue con algunos de los suyosy a ladespedida les dixo que del occidente vendrían hombres barbudos muy valientesque los subjectarían y señorearíanlo cual fue así después de muchosaños; y porque se sepa la causa de la venida déstosdecían los indios muyviejos de la antigua Méxicoque estando en aquella gran ciudad haciendo unsolemne sacrificio al demonioapareció un venadomuy crescidonunca enaquella tierra vistoy tomándolehecho muy pequeños pedazosle cocieronytodos los que comieron délque serían más de seis mill personas principalesmurieronpor lo cuallos demásamedrentadostiniendo por cierto que eldemonio estaba enojadoy que los había de destruirdivididos en dos partescada uno con su Capitánsalieron de su antigua patria. Los unos fueron haciael norte; los otroscamino desta ciudaddondecomo dicho espor fuerza dearmas usurparon esta provinciaen la cual introducieron todos los rictos ycostumbres que tenían en su tierra; y asíporque hace al propósito destecapítuloera costumbre que los que habían de ser caballerosen un templovelasen primero sus armaslas cuales eran un arco y flechauna macana y unarodela a su modocon muchos plumajes ricos para la cabezay luegoel que enbatalla había muerto a otrose podía poner un almaizal colorado con unoscabos largos labrados de plumalos cuales le ceñían el cuerpo. El que habíamuerto a dos indios en batallase ponía una manta de pinturascon un águilaen ellaplateaday habiendo muerto cuatrose encordonaba el cabello en loalto de la cabeza; a éste llamaban tequiganombre de honor y gloria. Enhabiendo muerto cincomudaba el traje de cortar del cabello hacia las orejashechas dos rasuras: a éste llaman quachicque es título más honroso.Habiendo muerto seisse podía cortar el cabello de la media cabeza hasta lafrente; lo otroque iba hacia las espaldaslargoque caía abaxo de loshombros: a éste llamaban zozocolecque quiere decir «muy valiente».Habiendo muerto sietese podía poner un collar de caracoles por la gargantaen señal que había tenido las otras honras y títulos de valiente: llamaban aéste quaunochitl; tenía libertad para hablar y comunicar con losCapitanes y comer con los señores. Finalmenteel que había muerto diez sediferenciaba de los demás porque traía el cabello cortado igualmente por todaspartesel cual le llegaba hasta los hombros: a éste llamaban tacatlecque quiere decir «don fulano»; hacíanle señor de algún pueblodondedescansaba lo restante de su vida. De manera que el que era pobrepara subir aser señorera nescesario que cresciese en virtud y esfuerzo por los grados quetengo dichosi primero no le tomaba la muerte.



 

 

Capítulo XXIII

De la manera y modo que los indios tenían en sus casamientos.

Cosa cierta es y averiguada que la firmeza del matrimonio consiste en ellibre consentimiento de la mujer y el varóny éste en todas las nasciones hasido y esporque es cierto que también entre los infieles hay verdaderomatrimonio; y porque el consentimiento de las voluntadesen el cual tiene sufuerzapor diversos modos y maneras le declararon las nascionessegún susrictos y costumbresno poco hará al propósito de nuestra historiaaunque mealargue algotractar los rictos y cerimonias con que los moradores desta tierrahacían sus casamientospara lo cual es de saber que entre los mexicanoselque era principal y quería casar su hijo o hijalo comunicaba primero con susparientes y amigosy tomado el parescer delloslos casamenteros preguntabanqué docte tendría la novia y qué hacienda el noviolo cual sabidosetractaba con cuántas gallinas y cántaros de miel se habían de celebrar lasbodas. Concertadoy venidos los noviosse asentaban en una esteraasidos delas manosañudando la manta del novio con la ropa de la noviaen la cualcerimonia principalmente consistía el matrimonio. Hecho estoel padre delnovioy si no el pariente más cercanodaba de comer con sus propias manos ala noviasin que ella tocase con las suyas a la comidala cual había de serguisada en casa del mismo padre del novio; luegopor consiguientela madre dela noviao la parienta más cercanadaba de comer al novio. Acabada destasuerte la comida y de estar todos bien borrachosque era lo que mássolemnizaba la fiestalos convidados se iban a sus casasy los noviosen loscuatro días siguientesno entendían en otra cosa que en bañarse una vez porla mañana y otra a media nochey el quinto día se juntabany si la novia noestaba doncellaquexábase el novio a sus padres como a personas que debieranguardarlalos cuales tornaban a llamar los convidados al sexto díay de loscestillos en que ponen el panhoradaban uno por el suelo y poníanle entre losotros para servir el pan en la comidala cual acabadael que se hallaba con elcestillo en la mano y el pan en las faldasentendía luego el negocioyhaciendo que se espantaba lo echaba de sí juntamente con el pan. Luegotodos aunalevantándosereprehendían a la novia por la mala cuenta que de síhabía dadoy asíenojadosse despedían. Por esto muchas veces los noviosrepudiaban y desechaban sus mujeres. Al contrariosi en la tornaboda todos loscestillos estaban sanoslos convidadosacabada la comidase levantabandabanla norabuena a los novios y especialmente el más anciano hacía una largaplática a la noviaalabándola de buena y de la buena cuenta que había dadode síy entre otras cosas le decía que en buen signo y estrella habíanascidoy que el sol la había guardadoy que con muy gran razón la había dequerer su marido; que los dioses la guardasen y hiciesen bien casada. Acabadoeste razonamientoque duraba gran ratomuy contentos se volvían losconvidados a su casa.

La edad de los que se habían de casar era de veinte y cinco años arribaporque hallaban que si de menos años los casabanellos y sus hijos eran parapoco trabajoy para cargarsecomo siempre tuvieron de costumbreeranescesario tener fuerzay así dicen los viejos que a esta causa vivíanentonces más y tenían menos enfermedades que ahoray esta cirimonia decasarse no tenía la gente baxaporque los masceguales o plebeyosllamados susparientes y juntospara la fiestase casabandándose aquel ñudo en la ropaque arriba diximosy acabada la comida y borracheraera toda la fiestaconcluida.

Otrosen esta misma provinciacuando sin convites se querían casarasípor ser pobres como por ser gente baxausaban que el que se quería casarllevase a cuestas una carga de leña y la pusiese a la puerta de la que pedíapor mujery si ella tomaba la carga y la meteía en casaera hecho elmatrimonioy si noél buscaba otra por la misma vía con quien se casase.



 

 

Capítulo XXIV

Do se trata la cerimonia con que los indios de Mechuacán secasaban.

El Maestro fray Alonso de Veracruzmaestro mío en la sancta Teologíaenel libro doctísimo que escribió del matrimonio de los fieles e infielesresume las cerimonias con que los indios nobles de Mechuacán contraían sumatrimonioy por ser cosa notable y digna que nuestra nación la sepadeterminé escrebirla aquí. Tractandopuesprimero entre sí los padres delnovio con quién casarían su hijoy resumidosinviaban un mensajero al padrede la que pretendían casar con su hijoy juntamente inviaban dones y joyasyel mensajero decía que fulanocaballero e príncipequería a su hija paramujer de su hijo. Los padres della respondían: «Así se hará.» Con esto sevolvía el mensajeroy en el entretanto elloscon los parientes de la mozatractaban del casamientoy determinados de efectuarleadereszaban la novia ylas criadas que habían de ir con ellala cualante todas cosasllevaba unaropa rica para el esposo y otras joyas y dones; llevaba asimismo el axuar ypreseas de casa nescesarias y una hacha de cobre para partir la leña que sehabía de quemar en los templos de los dioses y una estera hecha de juncos dondese sentase. En compañía destas mujeres iba un sacerdote de los ídolos a lacasa del esposoadonde todo también estaba muy bien adereszado. El pan que sehabía de comer en la boda era diferente de lo que se solía comery llegados acasa del esposoel sacerdote tomaba las donas della y las dély por su manodando al esposo las donas de la esposa y a la esposa las donas del esposolesdecía así: «Plega a los dioses os hagan buenos casados y que el uno al otroos guardéis siempre lealtad.» Contraído desta manera el matrimoniolospadres de los desposados les decían: «Mira quede aquí adelante os améismuchoy el uno al otro de hoy resciba dones; no haya entre vosotros liviandadninguno haga adulterio»y especialmente decían a la esposa: «Mira que no tehallen en la calle hablando con otro varónporque nos deshonrarás.» Elsacerdotevolviéndose al esposodecía: «Si hallaras a tu mujer enadulteriodéxalay sin hacerle malinvíala a casa de su padredonde lloresu pecado.» Acabados estos razonamientoslos parientes y amigos comían conlos noviosy después de la comidael padre del novio les señalaba unaheredad en que trabajaseny al sacerdote y a las mujeres que habían venidoacompañando a la nuera les daba ciertas ropasinviando con ellos algunos donesal padre de la novia. Desta maneraquedando en uno los noviosel matrimonioquedaba firme y consumado.

Entre la gente baxa no había tanta solemnidad ni cerimoniaporque secontentabanpara hacer el casamientode que lo tractasen entre sísin inviardones ni que viniese el sacerdotesalvo que el esposo daba alguna cosa a laesposa y della rescibía él algoy asísin otras palabraspor mandarlo suspadresse juntabany el padre de la esposa decía: «Hijaen ninguna maneradexes a tu marido en la cama de noche y te vayas a otra parte; guarte no hagasmaleficioque serás para mí mal aguero y no vivirás muchos días sobre latierra; antessi mal hicieresmatarán a mí y a ti.» Cuando se casaban desecretoahora fuesen noblesahora plebeyosdecían: «Tú me labrarás laheredad para mí e yo texeré ropa para tu vestido y te coceré el pan que comasy serviré en lo nescesario.» Tenían asimismo otra manera de casarsesinpalabras ni cerimoniasporquemirándose amorosamente el uno al otrosejuntabany después de muchos años que estaban juntos sin hablar encasamientodecía el varón a la mujer: «Hiparandes catumguini tenibuine»que quiere decir «yo te tomé por mujer» o «huélgome de haberte tomado pormujer» Ella respondía algunas veces enquamque quiere decir «asísea»aunque algunas veces callaba. Esta manera de casarse tenían cuando elvaróno había tenido a otra que estaba vivao cuando ella había tenido otromarido y estaba ya muertoo cuando venía a noticia de los parientes haberestado tanto tiempo juntos. La mujer que por todas las maneras dichas tomabanera la mujer legítima y la principaly de quien los hijos que nascían eranherederos Y subcesores en la casa de su padre. Tenían otras muchas mujeresy aesta causa era muy grande la multitud de los indios que estonces habíay el nohaber ahora tanto númerocopia y cantidadproscede de la prohibición del usode tantas mujeres como antiguamente teníanque defiende nuestra religiónyno los malos tractamientoscomo algunos mala y temerariamente dicen.

Casábanse estos indios principalmente por el servicio que sus mujeres leshabían de hacer y ropas que les habían de texer; faltando estofaltaba elamory asífácilmente las dexaban y tomaban otras. Por esta causalo queninguna nasción haceno tenían cuenta con que fuesen feas ni hermosasni debaxo ni alto linajeantesque es cosa miserablemuchos caciques casaban sushijas con hombres baxos para servirse dellos y de sus haciendasde lo cual seentenderá en todas gentes y en todos estados ser la cobdiciay especialmenteen esta nasciónraíz y causacomo dixo Sant Pablode todos los males.



 

 

Capítulo XXV

Qué jueces tenían los indios y cómo los delincuentes erancastigados.

En su idolatría no se halla por sus pinturas (que servían de memoriales)los indios haber tenido jueces que los gobernasen y mantuviesen en justiciaquees lo que de ninguna nasción he leídoy lo que más arguye y prueba serbárbaros y poco políticoses ver que obedescían en todo al señor a quieneran subjectosy tenía en ello tanto poder quesin contradicciónmandaba loque queríade manera que por injusto que fuese se cumplíasin apellación niotro remedio algunoque no era pequeña tiranía. Tenían estos señores ycaciques a esta causa tan avasallados a sus súbditosque dellos y de susmujereshijos y haciendas disponían a su parescer. Tenían para el castigo delos delincuentesciertos tiacanesque quiere decir «hombresvalientes»con los cuales executaban la justicia en los culpadosen loscuales principalmente se castigaban el adulterio y el ladronicio con todo rigorporque el homicidiosi no era con traicióno cometido contra mujerno sepunía como entre nosotros.

Al adúlterosi no era persona nobleporque no se supiese el pecado quehabía cometidoahorcaban de una viga en su misma casay lo mismo hacían conla adúlteraechando luego fama que por engaño del demonio o por alguna otracausa se habían ahorcado. Enterrábanlos en el mismo lugar donde parescíahaberse ahorcado. A los adúlterossiendo hombres plebeyos y de poca suertellevaban al campoyentre dos piedrasles machucaban la cabeza. Esta ley secumplíay su pena se executaba con tanta severidadque aunque no hubiese másde un testigoni bastaba haciendafavor ni parentesco con el cacique para queel adúltero dexase de ser castigadoaunque dicen algunos que en ciertasfiestas se perdonaba por las borracheras que en ellas habíadurante las cualesparescía no tener tanta culpa el que hubiese cometido adulterio.

Con los ladrones también se habían diferentemente los caciques como con losadúlterosporque si el ladrón era nobleno moría muerte naturalsinocevilcondemnado a perpectua servidumbre o a perpectuo destierro; si era mascegualque quiere decir hombre baxollegando a cinco mazorcas de maíz el hurtomoría por ello ahorcadoy si el noble o de poca calidad hurtaban del temploalguna cosapor liviana que fuesele abrían luego el costado con navajas depiedra en el mismo templo donde había hecho el hurtoy sacándole el corazónlo mostraban al sol como a dios que había sido ofendidoen cuya venganza lossacrificadores comían el cuerpo del sacrificado. Ahoradespués que Dios losvisitó y alumbró de la ceguedad en que estabanse gobiernan de otra maneraylos que poco podíanestán libres de la tiranía y vexación de los máspoderosos.

Hay entre ellosa nuestro modogobernadores y alguacilesaunque losalguaciles soncomo antes he dichotan executivosde su natural condisciónque por pequeñointerese no tienen cuenta con padrehermano ni hijo; si lohallan borracho o en otro algún delictolo llevan a la cárcel de loscabellos. Acusan muchas vecesque es argumento de gente bárbarael padre alhijo y el hijo al padreen juicio y fácilmentesin fuerza algunael unotestifica contra el otrono guardándose la caracomo la ley natural losobliga; y así no sé si tenga por acertado darles cargo de justicia y pedirlesjuramento como a nosotrosporque como no están tan firmes en la feecomo esnecesariofácilmente se perjurancomo cada día se vee.



 

 

Capítulo XXVI

Del modo y manera con que los señores y otros cargospreeminentes se elegían y daban entre los indios.

Ninguna cosa hacían los indios que fuese de algún tomoque en ella nohubiese alguna cerimonia diferente de las que las otras nasciones usaban ensemejante caso; y asícuando éstos alzaban a alguno por señor o le elegíanpara algún cargo honrosoqueriendo hacer primero prueba del valor de supersonale hacían estar desnudo en carnes delante de los principales que lehabían de elegiral cualsentado en cuclillascruzados los brazoshacíanun largo razonamientodándole a entender cómo había nascido desnudo; y quehabiendo de subir a tanta dignidadcomo era mandar y gobernar a otroseranescesario que primero se corriegese a sí y considerase cuán gran cargo eragobernar a muchos y mantenerlos en justiciasin que ninguno se quexasey queesto era más de los dioses que de los hombres; y que si lo hiciese bienganaría muy grande honratendría muchos amigos y subiría a mayores cargos; esi lo hiciese al contrarioque sería infame y deshonraría a sus parientes yamigosporque cuanto en más alto lo poníanconfiados que haría el debertanto más afrentosa sería su caída si no hiciese bien su oficio; porqueaquellos que al presente tenía por amigos y favorescedoresle serían enemigosy perseguirían cuanto pudiesen.

Hecho este razonamientocon pocas palabras él les daba las graciasyrespondía que con el favor de los dioses él haría su oficio lo mejor quepudiesepara que los dioses fuesen dél bien servidos y ellos quedasencontentos. Dada esta respuestaofrescían luego encienso (que es entre elloscopal) al dios del fuegodelante el cual se hacía esta cerimoniay al elegidoponían nuevo nombremandándole que una noche durmiese así desnudo al serenosin otra ropa alguna; hecho lo cualotro día le vestían una rica ropa quedenotaba el cargo que le daban. Ofrescíanle luego una manta ricaun barrildos calabazas con unas cintas coloradas por asas; todo esto le echaban alcuelloy asícargadole llevaban con mucha pompa al templodonde el diosdel fuego estabaal cual prometía de ser fiel y de servirle en su oficio y debarrerle el patio él o sus subjectospara cuyo reconoscimiento y veneraciónayunaba los cuatro días siguientes a pan y aguacomiendo una sola vez a lanoche. Acabada esta cerimoniacon la misma pompa se volvía a su casausandode ahí adelante el cargo o oficio que le habían dado.



 

 

Capítulo XXVII

De la cuenta de los años que los indios tenían y de algunasseñaladas fiestas.

Como eran estos indios tan bárbaros y que carescían de la principalpolicíaque es el escrebir y conoscimiento de las artes liberalesque son lasque encaminan e guían al hombre para entender la verdad de las cosasandaban atiento en todoy aunque la nescesidad les enseñó (ya que no tenían letras) ahacer memoria de las cosas por las pinturas de que usabaneran confusas yentendíanlas muy pocosy asíen el regirse de los años y mesesaliende queno había mucha certidumbresolamente los que residían en los templosqueeran los sacerdotesentendían algoy la cuenta por donde se regían (segúnalunos de los que la sabían me han contado) era que su año comenzaba elprimero día de marzoque era fiesta muy solemne para ellos (como entrenosotros el primero día de eneroque llamamos Año Nuevo); de veinte a veintedías hacían mesque es una lunay al principio del mes celebraban unafiestaaunque había otras extravagantesque eran muy más principalesaliende de esta particular cuentade las cuales diré algo en el iguientecapítuloporque de las veinte que teníancon que señalaban sus mesesyadixe algunaslas cuales más servían para la cuenta de los meses y tiempos quepara tenerlas por fiestas muy principales.

Aliende desta principal cuenta de su añotenían otra que llamaban [de]añosy era que contaban de cincuenta en cincuenta los años; de manera que elaño grande que ellos decían tenía cincuenta añosy el año comúnveintemesesy acabado el año grandeera grande el miedo que todos tenían deperescerporque los teupixques o sacerdotes de los templos decían y afirmabanque al fin de aquel año habían de venir los dioses a matarlos y comerlos atodosy asíen el día postrero deste añoechaban los ídolos por lassierras abaxo en los ríosy lo mismo hacían con las vigas y piedras que paraedificar sus casas tenían. Apagaban todo el fuegoy a las mujeres preñadasmetían en unas caxasy los hombresarmados y adereszados con sus arcos yflechasesperaban el subcesoy pasado aquel riguroso y temeroso díasejuntaban todoscomo libres de tan gran infortunioa dar gracias al sol y a losdiosesporque no los habían querido destruiry para mayor reconoscimiento delbeneficio rescibido y manifestación de su alegríasacrificaban luego a losdioses los esclavos que les paresciasacando fuego nuevoqueludiendo un palocon otrohacían. Este sacrificio se hacía principalmente al dios del fuegoporque los había socorrido con lumbre para calentarse y guisar sus comidas. Alindio (que es cosa bien de reir.) que había vivido dos años grandesque erancientotenían gran miedo y se apartaban deldiciendo que ya no era hombresino fiero animal.



 

 

Capítulo XXVIII

De algunas fiestas extravagantes que los indios tenían.

Las fiestas con que los indios contaban sus meses y años no eran tanprincipales y solemnes que no hubiese otras extravagantesen las cuales hacíanmuy mayor fiesta y solemnidad al demoniode las cuales diré algunasporcumplir con mi propósitodexando las demás para su tiempo y lugarcon otrascosas peregrinas y dignas de saberde las cuales se hará libro por sí.

De las fiestas extravagantesla primea y muy principal se llamabaSuchiylluitlque quiere decir «fiesta de flores». En ellas los mancebosporsus barrioscuanto podían galanamente adereszadoshacían solemnes bailes enhonra y alabanza de su dios. Caía esta fiesta dos veces en el añodedocientos en docientos díasde manera que en un año caía una vez y en elsiguiente dos. Para esta fiesta guardaban los indiosentre añolos cascaronesde los huevos de los pollos que las gallinas habían sacadoy en este díaenamanesciendolos derramaban por los caminos y callesen memoria de la mercedque dios les había hecho en darles pollos. Llamábase este día Chicomexutlique quiere decir «siete rosas».

Había otra fiestay era que cuando algún indio moría borracholos otroshacían gran fiesta con hachas de cobre de cortar leña en las manosdanzando ybailandopidiendo al dios de la borrachera que les diese tal muerte. Estafiestaprincipalmentese hacía en un pueblo que se dice Puztlan.

Había otra fiesta más general queaunque principalmente se hacía a undios llamado Paxpataquetambién se hacía a cuatrocientos diosessuscompañerosdioses y abogados de la borrachera. Tenían diversos nombresaunque todos en común se llamaban Tochitlque quiere decir «conejo»a loscualesdespués de haber cogido los paneshacían su fiestadanzando ybailandopidiendo su favor y tocando con la manocon gran reverenciaaldemonio principal o a alguno de los otros; bebían y daban tantas vueltasbebiendo cuantas eran menesterhasta que cada uno cayese borracho. Duraba lafiesta hasta que todos habían caído.

Había otra fiesta en la cual los indios hacían un juego que llamaban patoleque es como juego de los dados. Jugábanle sobre una esterapintada una comocruzcon diversas rayas por los brazos. Los maestros deste juegocuandojugabaninvocaban el favor de un demonio que llamaban Macuisuchilque quieredecir «cinco rosas»para que les diese dicha y ventura en el ganar.

Había otra fiesta que se hacía a un demonio llamado Oceloocoatlque quieredecir «pluma de culebra». Era dios del aire; pintábanle la media cara de lanariz abaxocon una trompa por donde sonaba el airesegún ellos decían;sobre la cabeza le ponían una corona de cuero de tigrey della salía porpenacho un huesodel cual colgaba mucha pluma de paloy della un pájaro.Cuando celebraban esta fiesta los indiosofrescían muchos melones de latierrahaciendo solemnes bailes y areitoslos cualesno sin emborracharseduraban todo el día.

De otras fiestas extravagantes que hacían en conmemoración de los muertosdiré en el último capítulo deste primer librocuando hablare de lasobsequias que a los muertos se hacían.



 

 

Capítulo XXIX

De los signos y planetas que los indios tenían.

Como estos miserables hombres vivían en tanta ceguedadsiguiendo pormaestro al demoniopadre de mentirasen ninguna cosa acertabanasí en la leynatural como en el conoscimiento de otras cosas naturales quesin lumbre defeealcanzaron los sabios antiguoscomo era el número y movimiento de loscielosel curso y propriedades de los planetas y signosy asíéstosatiento y sin verdad algunacomo el demonio los enseñabatenían los planetasy signos de la manera siguiente:

Al primero planeta llamaban tlatoc; reinaba siete díaslos nombresde los cuales eran cipaltliecatlcalivexpalicoatlmiquiztlimazatl. El que nascía en el signo de cipaltlihabía de ser honrado y llegar a mucha edadporque tenían noticia que Cipaltlifue un principal que había vivido mucho tiempoy por esta causa les paresciótomar este nombre para su cuenta. El segundo día se llamaba ecatlquequiere decir «aire». El que nascía en este signo había de ser hombre parleroy vano. El que nascía en el signo de calique quiere decir «casa»había de ser desdichado en sus negocios y no había de tener hijos. El signo devezpalique quiere decir «lagarto o lagartija» denotaba que el quenascía en él había de tener grandes enfermedades y dolores. Miquiztlique quiere decir «muerte»significaba que viviría poco y tristemente y connecesidad el que en él nasciese. Mazalt significa «venado»y el que nascieseen este signo había de ser medroso y hombre pusilánimo.

El segundo planeta se llamaba tezcatepucanombre de demonioentreellos muy venerado. Reinaba seis díaslos cuales se llamaba tochitlaltlizinquiltliuxumatltetleacatl. Tuchitl seinterpreta «conejo». El que nascía en este signo había de ser hombre medrosoy cobardecomo el que nascía en el signo del venado. Atlque quieredecir «agua»daba a entender que el que nasciese en su día había de sergran desperdiciador y destruidor de haciendas. Izcuintli significa«perro». El que nascía en este signo había de ser hombre de malasinclinaciones y ruines costumbres. Ocultlique quiere decir «ximio»denotaba que el que nasciese en su día había de ser hombre gracioso y decidor.Tletli se interpretaba «fuego». El que nasciese en este signo había de vivirmucho tiempo. Acatl significa «caña de carrizo». El que nascía eneste signo había de ser hombre vano y de poco ser y manera. Miquitlantecutlise interpreta principal entre los muertosnombre proprio de demonio. Reinaba enlos mismos días o signos que tlatlocplaneta primero. Seguíase luego tlapolteutlque era otro planeta que reinaba en los mismos días que los ya dichos; tomónombre de un demonio que los indios adoraban por diosTonatiuque quiere decir«sol»que era el más venerado planeta de todosporque los días que reinabaeran prósperos. Los nombres dellos eran ocelotlquautlolitecpatlicitlali.

Luegosubcesivevenían los días de otro nombre de demonio que llamabantlaltecultliy otro que llamaban macuiltonal. Su operación era como la de los yadichos planetas. Duraba la cuenta destos planetas docientos y tres díasyacabadoscomenzaban a contar desde cipactli. Este era el orden quetenían en su diabólica y falsa astrologíala cual quise escrebir para quemás claramente constase el engaño en que estos miserables han vivido hastaestos nuestros tiemposlos cualespara elloshan sido más que adoradosasípara la lumbre de sus almas como para la libertad de sus personasla cualaunque no fuese tantapor lo mal que usan dellano les haría daño.



 

 

Capítulo XXX

De las obsequias y mortuorios de los indios.

Mucho hace al propósito desta nuestra historiaen este último capítulotractar de las obsequias y mortuorios de los indios: lo unoporque se vea cómoen la muerte y después della el demonio no tenía menos cuidado de engañarlosy hacerse adorar dellos que en la vida; lo otroporque los sacerdotes yreligiosos que de nuevo vinieren a predicarles la ley evangélicaesténadvertidos para quitarles muchas destas cirimonias de que aún hasta ahora usanespecialmente en partes donde no son muy visitados.

La manerapuesde enterrarse no era unasino diferentecomo entrenosotrossegún el estado y calidad de las personasyentre otras cosastenían sus demoniosque llamaban dioses de los muertosa los cualesen losentierroshacían sus sacrificios. A los señoresdespués de muertosamortajaban sentados en cuclillasde la manera que los indios se sientanyalderredorsus parientes le ponían mucha leñaquemándole y haciéndolepolvoscomo antiguamente solían los romanos. Sacrificaban luego delante déldos esclavos suyospara quecomo ellos falsamente decíantuviese serviciopara el camino. Los polvos del señor ponían en un vaso rico o sepoltura cavadade piedra. En otras partes no quemaban a los señoressinocomo se ha visto ennuestros días en algunos entierros que se han descubiertolos componían yadornaban con penaches y plumajes y piedras preciosaslas mejores que tenían;poníanles bezotes de oroanillos y orejerasque son de hechura de cañón decandelero; poníanles también brazaletes de oro y plata; enterraban con ellos asus esclavosaunque algunos dellos pedían primero la muerte para seguir a susseñorespresciándose de fielesy entendiendo que por esta fidelidad habíande ser en la otra vida muy honrados. A éstos daban a beber los casquillos delas flechascon que luego se ahogaban; a otrosdándoles a entender que iban adescansar con sus señoresde su voluntad y con mucho contento se ahorcaban.Para estas obsequias se juntaban los parientes y amigos del muerto y otros susconoscidos que venían de otros pueblosy poniéndose en torno delante delmuertoponían las ropas que en vida vestía y puesto cacao y brevaje y otrossahumerioscomenzabancon tono muy tristea cantar diabólicos cantaresordenados por el demoniosu maestroen los cualesentre otras cosasque delmuerto contabandecían cómo había sido valiente en las guerras y diestro enlas armasgran compañeroamigo de convites y que a sus mujeres habíatractado con mucho regalo y auctoridady que había dado joyas y hecho mercedesa los servidores y amigos que teníay que de las preseas que había traído dela guerra había hecho servicio a los dioses. Acabado este cantoal cual lasmujeres del muerto ayudaban con sollozos y otras señales de tristezaechabanrosas sobre la sepoltura y unas mantas ricasa las cuales hacían todos elmismo acatamiento que hicieran al muerto cuando vivolas sillas y asientos delcual guardaban con tanto acatamientoque no permitían sentarse en ellas sinoal subcesor y heredero legítimode adonde es que todos los principales nocomen con sus mujeres (que es una muy ruin costumbre)sino con los caciques yseñoreslo cual hoy hacensiguiendo su gentilidad.

Cuando enterraban algún Capitán señalado en la guerrale ponían en lasepoltura armado de las más ricas armas que teníacomo cuando iba a laguerracon mucha parte de los despojos. Puestos a los lados todos loscaballeros y hombres de guerracon lloroso canto celebraban sus proezas yvalentíasdiciendo: «Ya es muerto y va a descansar nuestro buen amigo ycompañero y valeroso Capitán» y si el talcomo atrás dixehabía subido aser señor por sus hazañosos hechospor extenso contaban sus valentías ycómo de grado en grado había subido y tenido tanta fortunaque meresciese ensu muerte ser tan honrado; y uno de los más viejosanimando a los demásestando el cuerpo delantedecía: «Mancebos y Capitanes: animaos y señalaosmientras viviéredes en la guerrapara que cuando muriéredes os enterremos contanta honra como a este Capitán valeroso» cuyo entierro acababan con tantoruido de música de caracoles y atabales y otros instrumentos de guerra.



 

 

Capítulo XXXI

Donde se prosiguen los entierros y obsequias de los indios.

A los mercaderes y tractantes enterraban con las alhajas y joyas en quetractabany porque el principal tracto dellos era en pieles de tigres yvenadosechaban con ellos muchas de aquellas pielesenvueltas en ellas muchaspiedras finas y vasos de oro en polvocon gran copia de plumajes ricosdemanera que los que en vida no habían gozado de aquellas riquezasparesce quemorían con contento de saber que las llevaban consigo al lugar de los muertosque creían ser de descansoy como ninguno volvía a dar la nueva de la tierrade tormento donde ibanjamás se desengañaron hasta que Dios los alumbró.

A los mancebosdespués de muertosadereszaban de lo mejor que ellosposeíany porque morían en su juventud y parescía a los que quedaban quetendrían nescesidad de comidaechábanles en la sepoltura muchos tamalesfrisolesxícaras de cacao y otras comidas. Poníanles en las espaldascomocargamucho papel y otro como rocaderoque servía de penacho hecho de papelpara que con todo este aparato fuese a rescebir al señor de la muerte.

El entierro de las mujeres se hacía casi por el mismo modo. A las señorasenterraban con grande majestadvestidas ricamentey algunas criadasque semataban por acompañar a sus señoras y hacerles algún servicio en la jornadaparesciéndoles que morirse era como pasar de una tierra a otray que lo queera nescesario en la vida había de ser nescesario en la muertey por estoenterraban a las criadas cargadas de comida. Acabado el entierroel marido yparientesy todas las señorashacían un solemne llanto; el marido diciendoque le había sido buena mujer y texido buenas mantas y camisas; las señoras ymujeres principales decían que había sido muy honradaque había bien criadosus hijos y hecho mercedes a sus criadas. De allídespués deste llantoseiban al templo del dios de la muertedonde hacían sus sacrificios y se laencomendaban.

A las otras mujeres de menos suerte enterraban con menos pompa y ruidosalvoque en los estados había diferenciaporque a las viudas enterrabandiversamente que a las casadasy esta diferencia también guardaban con lasdoncellasquecon las casadasechaban en la sepoltura los adereszos de lacocina y el exercicio principal en que solía entenderrueca o telar. En lasepoltura de la viuda echaban alguna comida y llevaba el tocado y trajediferente de la casada. La doncella iba vestida toda de blancocon ciertossartales de piedras a la garganta; echaban en la sepoltura rosas y flores; lospadres hacían gran llantoy de ahí a un poco se alegrabandiciendo que elsol la quería para síy encomendábanla luego a una diosa que se llamabaAtlacoayaen cuya fiesta sacrificaban indiaslas cuales daban a comer a losdiosesquepor númeroeran cuarenta.

Estas y otras muchas cerimonias ordenadas por el demonio tenían los indiosdesta tierralas cualespor ser muy variase mi intento tractar deldescubrimiento y conquista de la Nueva Españano las escribopor extensocontento con haber dado en este primero libro desta mi crónica alguna noticiade los rictos y costumbres que en esta tierra había; porque no era razón quehabiendo de escrebir el descubrimiento y conquista dellano dixese primero algode lo que a su inteligencia pertenescíaremitiéndome en lo demás a un libroque sobre esto está hechoel cuala lo que piensosaldrá presto a luzyporquepara tractar del descubrimiento y conquista desta tierra (que será enel segundo libro)abren el camino los muchos pronósticos que los indiostenían de la venida de los españoles decirlos he en el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo XXXII

De los pronósticos que los indios tenían de la venida de losespañoles a esta tierra.

Muchos años antes que los españoles conquistasen esta tierra debaxo del nom*** y bandera del gran César don CarlosEmperador quinto deste nombrelosindios tenían dello grandes agüeros y tan ciertos pronósticosquecomo silo vieran lo afirmaban por muy ciertoy así los demás se recelabany de manoen mano venía el antiguo pronóstico a noticia de los presentesaunque en cadaedad tenían nuevas adevinanzas por sacerdotes y hombres sabios antiguosaquien todos los demás daban mucho crédito. La primera profecía y adevinacióndesto fue de aquel Capitán y caudillo que de la antigua México traxeron cuandocomenzaron a conquistar y poblar esta tierrael cualcomo dixe en el capítulo(en blanco)viendo que los suyos no querían volverse a su antigua tierralesdixo: «Aunque pasen muchos años en mediodel occidente vendrán hombresbarbudos y muy valienteslos cualespor fuerza de armasaunque no sean tantoscomo vosotrosos vencerán y subjectaránponiéndoos debaxo del imperio yseñorío de otro mejor y más provechoso señor que yo; tomaréis nueva leyconosceréis un solo Dios y no muchos; cesarán los sacrificios de los hombres;en vuestro vivir siguiréis su manera y modo; quebrantarán y desharán losídolos de piedra y madera que tenéis y no se derramará más sangre humana;porque el Dios que conosceréis es muy grande y piadoso. Esta gente vendrádespuéspoco a pocoa nosotrosy de ahí adelante se irá dilatando pormuchas gentes y lugares de toda esta tierra; estad advertidosaunque nofaltará después quien os lo digay sed ciertos que será así.» Acabada estabreve pláticano sin lágrimas de los que bien le queríanse despidió yvolvió a su tierra con algunos que le acompañaron.

Después deste pronóstico y adevinanzaluego que comenzaron los Reyes yEmperadores a gobernar y señorear esta tierrapor boca del demonioque muchasveces se lo dixo por palabras no muy claras y por señales que vieron en elcielo y grandes agüeros en la tierrabarruntaron y entendieron que deloccidente habían de venir hombres en trajelenguacostumbre y ley diferentesmás poderosos que ellosy asíalgunos años después destoun indio muyviejosacerdote de un demonio que se decía Ocilophclitlimuy poco antes quemuriesecon palabras muy clarasdixo: «Vendrán del occidente hombres conlargas barbasque uno valdrá más que ciento de vosotros; vendrán por la maren unos acales muy grandesydespués que estén en tierrapelearán en unosgrandes animalesmuy mayores que venadosy serán sus armas más fuertes quelas nuestras; daros han nueva ley y desharán nuestros templos y edificaránotros de otra manera; no habrá en ellos más de un Diosel cual adoraréistodos; no derramaréis vuestra sangre ni os sacarán los corazones; no tendréismuchas mujeres; viviréis libres del poder de los caciques que tanto os oprimeny aunque al principio se os hará de maldespués entenderéis el gran bien quese os siguirá.» Acabado este razonamientoya que quería expirarle oyeronhablando con el demonioque decía: «Ya no más: veteque también yo mevoy.» Rindió el ánima con estas palabras. Dixeron los indios que de ahíadelantemientras vivieronnunca vieron en aquel pueblo señal de fuego nioyeron voces en el aire como casi continuamente oían y vían. Sabido esto portoda la tierrase comenzaron llantos generales que duraron muchos días.

Después destos pronósticosadevinanzas y agüerosen tiempo de Motezumael último Rey e Príncipe de los mexicanoshubo muchos sacerdotes y hombresviejos quehablando diversas veces con el demoniosupieron cómo unas tierrascercadas de agua (eran éstas las islas de Sancto DomingoPuerto Rico y Cuba)lexos de estas tierras estaban conquistadas y pobladas de otra gente que habíavenido de una muy gran tierramuy lexos de aquellas tierras cercadas de aguayque esta gente vendría muy presto a esta tierray que aunque no fuese muchasería tan fuerteque cada uno podría más que muchos dellos; llamarlos yhanhijos del sol y teotlesque quiere decir «dioses»y que lasseñales que antes desto verían serían grandes humos por el aire y cometas porel cieloandando de una parte a otray que del levante al poniente verían iruna llama de fuego a manera de hozyendo discurriendo como garza en el vueloyque oirían grande ruido y vocesaullidos y gritos por los aires de espíritusmalos que lamentarían la venida de los nuevos hombres.

Estos pronósticosagüeros y adevinanzas y otros muchos más quepor notenerlos por tan ciertos como éstos no hago dellos aquí menciónpublicabanlos indios después que los nuestros entraron en esta tierravariando ymultiplicando más cosas de las que la verdad de la historia suele admitirlascualesaunque por su variedad fueran sabrosas de oírremitiéndolas a supropio lugardonde se tractará más o por extensopasaré al segundo librodel cual comenzará el descubrimiento desta tierra.

 

Libro Segundo

Del descubrimiento de la Nueva España



 

 

Capítulo I

De la primera noticia que tuvieron los españoles de la Costade la Nueva España.

Gobernando Diego Velázquez la isla de CubaFrancisco Hernández deCórdobaCristóbal Morante y Lope Ochoa de Caicedovecinos de Cubaarmarontres navíos en el año de mill e quinientos y diez e seis: unos dicen que confavor de Diego Velázquezel cual era muy inclinado a descubrir; otros dicenque a su costa. El fin que llevaron estos armadores dicen algunos que fue paradescubrir y rescatar (aunque se tiene por más cierto que para traer esclavos delas islas de Guanajoscerca de Honduras). Fue Capitán destos tres navíosFrancisco Hernández de Córdoba; llevó en ellos ciento y diez hombresy porpiloto a Antón de Alaminosnatural de Palosy por veedor a BernardinoÍñiguez de la Calzada. También dicen que llevó una barca de DiegoVelázquezcargada de matalotajeherramientas y otras cosas para las minaspara que si algo traxesenle cupiese parte. Desta manera salió FranciscoHernández del puerto de Santiago de Cubael cualestando ya en alta mardeclarando su pensamientoque era otro del que parescíadixo al piloto: «Novoy yo a buscar lucayos (lucayos son indios de rescate)sino endemanda de alguna buena islapara poblarla y ser Gobernador della; porque si ladescubrimossoy cierto que ansí por mis servicios como por el favor que tengoen Corte con mis deudosque el Rey me hará merced de la gobernación della;por esobuscadla con cuidadoque yo os lo gratificaré muy bien y os haré entodo ventajas entre todos los demás de nuestra compañía.»

Aceptando el piloto las promesas y ofrescimientosanduvo más de cuarentadías arando la mar y no hallando cosa que le paresciese bien. Una nochealmedio dellaestando la carabela con bonanzala mar sosegadala luna claralagente durmiendo y el piloto envuelto en una berniaoyó chapear unas marecitasen los costados de la carabelaen lo cual conosció estar cerca de tierrayllamando luego al contramaestredixo que tomase la sonda y mirase si habíafondoel cualcomo lo hallódixo a voces: «Fondofondo»; tornando apreguntarle el piloto «en qué brazas»respondió «en veinte»; mandóle elpiloto que tornase a sondarentendiendo por la repuesta que estaban cerca detierra. Muy alegre se fue el piloto al capitán Francisco Hernándezdiciéndole: «Señoralbriciasporque estamos en la más rica tierra de lasIndias»; preguntándole el Capitán: «¿Cómo lo sabéis?»respondió:«Porquesiendo yo pajecillo de la nao en que el almirante Colón andaba enbusca desta tierrayo hube un librito que traíaen que decía quehallandopor este rumbo fondoen la manera que lo hemos hallado ahorahallaríamosgrandes tierras muy pobladas y muy ricascon sumptuosos edificios de piedra enellasy este librito tengo yo en mi caxa.» Oyendo esto el Capitántiniendopor cierta la ventura que buscabadixo a voces: «Navega la vuelta de tierraquevistasaltaremos en ellay si ansí fuere lo que decísno habréisperdido nada y creeremos lo demás que estuviere escripto.» Navegando otrodíaa las diez de la mañanacon grande alegría vieron tierray debarlovento una isla pequeña que se llamó Cozumelpor la mucha cantidad demiel que en ella había. El pilotono pudiendo tomar aquella islasurgió muybajomás de treinta leguasy saltaron en tierra el Domingo de Lázaroa cuyacausa llamaron a aquella tierra Lázaro; a los que saltaronque serían hastadoce hombresacudieron luego indioslos cualeshaciendo una raya muy larga enel sueloles dixeron por señas que si de aquella raya pasabanlos matarían atodos. El Capitánno espantándose de nada destoles mandó que pasasenadelantepara ver si había algún edificio de los que el piloto decía. Deahí a poco acudió mucha gente de guerraque de tal manera maltrataron a losespañolesquematando dos dellosa los demásheridos de muchos flechazoshicieron retraer a los navíos. El piloto salió con diez e seis flechazos y elCapitán con más de veintepor lo cual les fue forzado arribar a Cuba paracurarsey asíviniendo a la Habanaescribieron a Diego Velázquez el subcesode lo pasado y cómo querían ir a Santiago de Cuba a acabar de curarse.

Sabida esta nueva por Diego Velázquez (aunque con pesar de las heridas desus amigos)contento con el nuevo descubrimientocomenzó luego a hacer gentepara vengar el daño que sus amigos habían rescebido de los indios de Lázaro.Hecha ya la gentellegó Francisco Hernández de Córdoba con los demáscompañerosde los cualesDiego Velázquezinformándose más por extensocobró nuevo ánimo para emprender esta jornadala cual dilató hasta que elpiloto Alaminos sanase de las heridas que había rescebido. Esto es lo quealgunos dicenaunque hay otros queaunque no en el todovarían en algoy esqueen saliendo Francisco Hernández del puertoencaminanda su derrota a lasislas de Guanajos a rescatar lucavos (que son indios de servicio para lasminas y haciendas de los españoles)engolfándose con tiempo que no le dexóir a otro cabo fue a dar en tierra no sabida ni hollada de españolesdo hallóunas salinas en una punta que llamó de las Mujerespor haber allí torres depiedra con gradas y capillas cubiertas de madera y pajaen que estaban puestosmuchos ídolos que parescian mujeres. De allí se fue otra parte que llamó cabode Cotochdonde andaban unos pescadores quede miedo se retiraron en tierrayllamándolosrespondían cotohc que quiere decir «casa»pensando lespreguntaban por el lugarpara ir a él; de aquí se quedó este nombre al cabodesta tierra.

Poco más adelantehallaron ciertos hombres quepreguntados cómo sellamaba un gran pueblo que estaba allí cercadixeron Tectetlán que quieredecir «no te entiendo»; pensando los españoles llamarse asíy corrompiendoel vocablole llamaron Yucatán hasta hoy. De allí fue Francisco Hernández aCampechelugar grandeel cual (como dixe)llamó Lázaropor llegar a él elDomingo de Lázaro. Salió en tierratomó amistad con el señor y rescatóallí (aunque esto no lo tengo por muy cierto). De Campeche fue a Champotónpueblo gruesocuyo señor se llamaba Mochocobochombre de guerrael cual noles consintió entrar ni rescatarni dio provisión alguna como los de Campechehabían hecho. Francisco Hernándezo por no mostrar cobardíao por probarpara lo que eran aquellos indiossacó su genteno bien armaday losmarineros a que tomasen aguay ordenó su escuadrón para pelearsi menesterfuese. Mochocobocpor desviarlos de la mar y que no tuviesen cerca la guaridahizo señas que fuesen tras de un collado donde la fuente estaba; temieron losnuestros de ir allápor ver ser los indios muchosya su modomuy bienarmadoscon semblante y determinación de combatir; por lo cualFranciscoHernández mandó soltar el artillería de los navíos para espantarlos. Losindios se espantaron del gran ruido de los tiros y del fuego y humo que dellossalía; atordeciéronse algún tanto del ruidoaunque no huyeronantesarremetieron con buen denuedo y conciertocon gran gritaque es con la queellos mucho se animantirando piedrasvaras y saetas. Los españoles semovieron a buen pasoy siendo cerca dellosdispararon las ballestasy con lasespadas mataron muchospor hallarlos sin armas defensivas. Los indioscon lapresencia de su señoraunque nunca tan fieras heridas habían rescebidoduraron en la pelea hasta que vencierony asíen la batalla y en el alcance yal embarcarmataron más de veinte españoles y hirieron más de cincuenta.Quedó Francisco Hernández con treinta y tres heridos; embarcándosellegó aSantiago de Cubadestruidoaunque con buenas nuevas de la tierray el añosiguientecomo diremos luegoDiego Velázquez invió a Joan de Grijalva aseguir el descubrimientoy a España a pedir la gobernaciónpor la parte desu barca (como Gómara escribe).

Entre estos dos paresceres hay otroy es quellegado Francisco Hernándezcon tiempo a la costa de Yucatána una parte que se dice Campechelos indiosdespués de haber él saltado en tierrapor las nuevas que habían tenido desus vecinosle hicieron tornar a embarcarsin dexarle reposar ni tomar agua niotros bastimentos. Embarcadoy queriendo volver a lo que iba (que era a losGuanajos)dióle un tiempo que le echó nueve o diez leguas abaxo hacia laNueva Españaadonde cerca de la costa había un puerto que se dice Champotónjunto al cual entra un pedazo de mar que paresce ríoy allípor suplir lanescesidad que llevabantornó a saltar en tierrayqueriendo entrar en elpueblosalió a él mucha gente de guerrapor el aviso que tenían de suscomarcanos; dondetrabándose una recia batallamurieron muchos indios yalgunos españolesy los demásno pudiendo sufrir la multitud de los indiosse retraxeron y metieron en los navíosyalzando velasfueron a dar a lacosta de la Floridapara tomar aguade la cual tenían gran nescesidaddondecomo iban heridos y fatigadosacometidos por los indiosles fue forzadotornarse a embarcar e irse a la isla de Cubadondecomo dixese supo la nuevade lo que les había subcedido; por lo cualahora digamos qué es lo que sobreelloproveyó Diego Velázquez



 

 

Capítulo II

De lo que Diego Velázquez hizo sabido el subceso de FranciscoHernández.

Después que Diego Velázquez se informó del Capitán Francisco Hernández ydel piloto Alaminosde la tierra descubierta y de la prosperidad que prometíacon alegre ánimocomo solía las demás cosascomenzó a hacer una armada condeterminación de inviar por General della al Francisco Hernándezde quienpor su virtud y esfuerzotenía mucho conceptoel cual a la sazón murió ydexó por heredero de sus bienes y de la aución y derecho que tenía y lepodía pertenescer de lo descubierto a Diego Velázquezel cualviendo que elnegocio era de mucha importancia y de confianzadeterminó de cometerle a JoanGrijalvasu sobrinoel cual se detuvo hasta que el piloto Alaminos sanóporque no había otro tan diestro como él.

La armada fue de cuatro navíosmuy proveídaasí de buena gente como dearmas y mantenimientos. Dio el mejor navío a Joan de Grijalvaporque eraGeneraly de los otros hizo Capitanes a Pedro de Alvarado y Alonso de Ávila ya Francisco de Montejo; hizo Alférez general a Bernardino Vázquez de Tapiadelos cuales hablaré adelante en el discurso desta historia. La demás gente eramuy buena y muy lucidaporque eran hombres hacendados y que tenían indios enla islay como leal servidor del Reyinvió Oficiales para la Real haciendaentre los cuales iba por Tesorero un Fulano de Villafañaal cual dio muchascosas de rescate de ropa y mercaduría para dar a los indios por comida o oro yplatay para hacer con buen título este viajelo hicieron saber a los flairesjerónimospidiéndoles licencia para ellolos cualesen aquel tiempogobernaban las Indias por el Cardenal don Francisco XiménezGobernador deCastilla por el Rey D. Carlosdesde la isla Fernandina; dieron licenciay desu mano inviaron por Veedor a una persona de mucha confianza. Puesto todo apunto en Sanctiago de Cubado residía Diego Velázquezhizo alarde dedocientos hombrestodos vecinos de la misma islacon los marinerosque eranlos que bastaban para el viajey por que Dios (sin el cual no hay cosaacertada) guiase en su servicio tan buena empresadespués de haber bendecidolas banderas y hecho otras cerimonias en semejantes casos acostumbradasoyendotodosdespués de haber confesado y reconciliado unos con otrosuna misa alEspíritu Sanctoen ordencon música de atambores y pífarosse embarcaronacompañándolos hasta el puerto Diego Velázquezel cualabrazando al Generaly a los demás Capitanesles hizo un breve razonamiento en la manera siguiente:

«Señores y amigos míoscriados y allegados: Antes de ahora tendréisentendido que mi principal fin y motivo en gastar mi hacienda en semejantesempresas que éstaha sido el servir a Dios y a mi Rey naturallos cualesserán muy servidos de que con nuestra industria se descubran nuevas tierras ygentepara que con nuestro buen exemplo y doctrinareducidas a muestra sanctafeesean del rebaño y manada de los escogidos. Los medios para este tanprincipal fin son: hacer cada uno lo que debesin tener cuenta con ningúninterés presenteporque Diospor quien acometemos tan arduo y tan importantenegocioos favorescerá de tal maneraque lo menos que os dará serán bienestemporales.»

Acabada esta pláticael General y los demás Capitanes y personasprincipalescon menos palabrasrespondieron que harían todo su deber cuantoen sí fuesecomo su merced vería por la obray asíno sin lágrimas de losque quedaban y de los que se despedíancon gran ruido de música y tiros quedispararon de los navíosse hicieron a la velaysin subcederles cosa que decontar seallegaron a la Habanapuerto de la misma islaciento y cincuentaleguas de donde salieron.



 

 

Capítulo III

De lo que en la Habana se hizo y de lo quedespués que dellasalieronsubcedió.

Llegados con buen tiempo a la Habanase reformaron de bastimentosy otrascosas nescesarias para el viaje; estuvieron allí algunos díasdeseosos todosde ver la nueva tierrapor las cosas que della decía el piloto Alaminos;salieron de allí al cabo de la isla que se dice Guaniguanicoo Punta de SantAntóny en el puertodespués de haberse todos confesadose tresquilaron lascabezasque fue la primera vez que los españoles lo hicieron en las Indiasporque antes se presciaban de traer coletas. Hicieron esto porque entendieronque el cabello largo les había de ser estorbo para la pelea. Navegaron ciertosdías con próspero tiemposin subceder cosa memorible; llegaron a una tierraque les paresció fresca y de buen artee yendo cerca de la costa dellaveíana trechos muchos como oratorios o ermitas blanqueando; prosiguiendo desta manerasu viaje por la costa adelantee ya que se quería poner el solllegaron a unancón y puerto que hacía la mardonde estaba un puebloel cualcerca de lamartenía un templo con una torre grande de piedra y calmuy sumptuosos;tenía en cuadro por la una pared ochenta pies; subíase a lo alto dél portreinta gradas: había arriba una torre cuadradadentro de la cual salía otratorre que se andaba alderredordonde los indios parescía haber tenido susídoloslos cualescomo después se supocon la venida de los nuestroshabían alzado. La torre principal tenía arriba un poco de plazacon un andéno pretil a la redondaentre el cual y la torre había espacio de más de docepies. Víase della gran parte de la costa y tierra de Yucatán; parescíase unpueblo muy torreado. Cerca deste templo o mezquitaque los indios llamaban cuhabía otros edificios de piedraa manera de enterramientos; había asimismounos mármoles enhiestosde una hechura extrañaque parescían cruces. Eltemplo estaba un tiro de ballesta de la mary el pueblo un poco más adentroen la tierra; tenía casas de piedra con portales sobre postes; era muy frescode aguas y arboledas. El templo era muy celebrado por toda aquella tierraacausa de la mucha devoción con que a él concurrían de diversas partes encanoasespecialmente en tiempo de verano. Pasando un estrecho de marvenían yhacían allí sus oracionesofrescían muchas cosasa los ídoloshaciéndoles muy grandes y solemnes sacrificiosno solamente de brutosanimalespero de hombres y mujeresniñosviejosniñas y viejasconforme alas fiestas que los sacerdotes del templo publicaban. Finalmenteno de otramanera era estimado este templo entre ellos que la casa de Meca entre los moros.

Allegando aquí los nuestrossalió mucha gente de guerra a elloscon arcosy flechas y otras armas. Entoncesel Capitán mandó armar a sus soldados ysacar los bateles para saltar en tierradisparando desde ellos algunos tiroslo cual viendo los indiosse volvieron al pueblopara sacar las mujeresniños y viejos y sus haciendas y ponerlas en el monte y en otros puebloscercanos. En el entretantoel Capitán saltó en tierra con toda su genteyluego subieron al temploy desde lo alto dél vieron otros muchos pueblos conmuchos edificios que blanqueaban desde lexosy holgaron mucho los nuestros dever tierra nunca vista de españoles y tan sumptuoso edificio. Paseáronse porély dicen que aquí mandó el Capitán que el sacerdote que traían dixesemisaal cualpor no haber sacado tan presto el ornamentotrató algodescomedidamentepor lo cualen la batalla que después hubole castigóDios. Hecho estoel Capitán entró con alguna gente en el pueblo y procurótomar algunos indios para informarsea los cualeshaciendo muy buentratamientolos invió a los suyosdándoles a entender lo mejor que pudo queellos no venían a hacerles mal ni a quitarles sus haciendassino a tenerlospor amigos y contratar con elloscomo vían por la obra. Estos indiosaseguraron a otros muchos de los demáslos cuales volvieron a sus casas ycomenzaron a tratar con menos recelo a los nuestrosy preguntando qué tierrafuese aquélla y cómo se llamabadixeron que era isla y que se llamabaCozumel. Preguntados también qué tierra era otra que se parescía desde eltemploque tenía un pueblo torreadocuatro o cinco leguas de allídixeronque Yucatán. Por esta orden se informó el Capitán de otras muchas cosasycómo en aquella isla había muchos gallipavos y muchas redes con que pescaban.



 

 

Capítulo IV

Cómo Grijalva salió de Cozumel y de lo demás que lesubcedió.

Viendo el Capitán que en la isla de Cozumel no había resistencia y quepodría volver a ella cuando quisiese y le parescieseproveyéndose de algunascosasse tornó a embarcar para costear la isla y descubrir más tierraeyendo asívieron desde lejos una persona que desde la costa les hacía señascon un paño. Acercándosevieron ser una indiala cual venía dando voces yhaciendo señas tras los navíos para que la rescibiesen. El Capitán mandóechar un batel y que en él fuese Bernardino Vázquez de Tapiael cual la tomóy metió en el bately traída al Capitándixo que ella y otros indiosconuna brava tormentahabían dado en aquella costa y que su tierra estaba deallí más de trescientas y cincuenta leguas.

Pasando adelantevio que la tierra se acababa y cómo los indios le habíandicho verdad de que era islapor lo cual dyeterminó de atravesar a la otratierra que se parescía y le habían dicho que era Yucatány llegado a ellala fue costeandoy vio cómo cerca de la mar parescían algunos pueblostorreados y que sus edificios ran de piedra y callo cual no menos lesparesció que la isla de Cozumel. Yendo todavía costeandoacontesció quehabiendo un día navegado al ueste y noruesteotro díacuando amanesciósehallaron todos los navíos adonde habían estado el día antes por la mañanayfue la causa que las aguas corrientes que por aquella parte habíavenían dehacia el puerto de Honduras y Caballoslas cuales corrían hacia aquella partecon gran velocidadpor lo cualtornando a navegarllegaron a una bahía quela mar hacíaa manera de laguna en la tierray tiniendo el piloto sospechaque era algún estrecho que apartaba y dividía la una tierra de la otraporfió a entrar cuanto pudo con los navíos hasta que dieron en poca hondurade manera que no pudieron pasar adelantepor lo cualel Capitán mandó sacaralgunos bateles y que en ellos fuese alguna gente a descubrir lo que de ahíadelante había. Fuerony después de haber andado muchono descubrieron cosanotableyde cansadosse volvieron.

Este ancón o bahía tan grande que apartaba aquellas dos tierrasdioocasión a que despuéstornando los nuestros a bojar aquella tierradixesenlos pilotos que aquel ancón salía al Puerto Deseadoy asídixeron que latierra de Yucatán era isla y que aquella agua dividía las dos tierrashaciéndolas islas. A esta bahía llamaron los nuestros bahía de la Ascensiónporque en tal día llegaron a ellay como se tuvo por entendido que aquel aguacorría por mucha distanciay que la tierra de Yuestán se acababa allíacordaron todos de volver por donde habían venido e ir costeando toda la tierrade Yucatán; salieron con muy gran trabajoporque casi estaban encallados losnavíos. De allícosteando la costa de Yucatánvolvieron a la isla deCozumela la cual habían llamado la isla de Sancta Cruzporque el día deSancta Cruz de Mayo habían llegado a ella. Desde allítornando a navegaratravesando la costa de Yucatán para verla y cercarla toda y saber lo que enella habíallegaron a una punta que salía a la marsobre la cual estaba unedificio de cal y cantoquesaltando los nuestros en tierrasupieron ser untemplo de grande devocióndonde venían a hacer oración y sacrificios mujeresde religiónpor lo cualel Capitán llamó aquella punta la Punta de lasMujeres. No faltó quien dixo que en aquella tierra había amazonas aunque losnuestros nunca las vieronporque decían algunos indios que con la venida delos españoles se habían retirado la tierra adentro.

Desde allí fueron navegando por la costa muchos días hasta que se vieron engran nescesidad de aguay queriéndola tomardeterminaron de acercarse atierray porque hallaban siempre menos fondoacordóse que fuesen delante losnavíos más pequeños. Yendo así ya legua y media de la tierralos navíosque iban delante comenzaron a rastrear por el arena y lamatantoque salía laseñal arribapor lo cual acordaron de dar la vuelta a la marpero no lopudieron hacer con tanta presteza que primero no se vieron en muy gran peligro.Finalmentesaliendo con muy gran trabajotornando a seguir su camino costa acostallegaron donde el mar hacía una vuelta hacia la tierraque parescíapuertoy allíel piloto Alaminosque fue el que había llegado allí conFrancisco Hernández de Córdobareconosció ser la tierra de Campechededonde los indios habían echado a Francisco Hernández. Surgieron en aquellapunta que hacía puertoy aquel día todo y la noche siguiente el Capitán hizosacar los bateles y que los Capitanes y personas principales de los otrosnavíos viniesen al suyo para tractar y comunicar lo que sería bien que sehiciesey estando todos juntosel Capitán les dixo así:

«Señores y amigos míos: Ya veis la nescesidad grande que de tomar aguatenemosy que estamos en tierra donde los moradores della son muchos y enemigosnuestroscomo paresce por el mal tratamiento que hicieron al Capitán AlonsoHernández de Córdobacomo por sus ojos vio el piloto Alaminosque estápresente. Riesgo veo y peligrode una parte y de otrapero paréscemesalvovuesto mejor consejoque debemos antes rescebir la muerte de nuestros enemigosprocurando la conservación de nuestra vidaque de pusilánimos y flacosdexarnos morir de sedpues no hay género de mayor cobardía que dexarse elhombre matar no haciendo la resistencia (aunque faltase esperanza de vencer) quees obligado en ley naturaly asísiseñoresos parescepues somos muchosmás que los de Francisco Hernándezy no menos que ellos obligados a hacer eldeberyo determino que mañanaantes que amanezcasalgamos los quecupiéremos en los batelesy puestos en tierrainviaremos por la demás gentey asíantes que los indios nos puedan ofender al desembarcarsin sersentidosestaremos en tierrapuestos a punto para resistirles si nosacometieren.»

Acabando de hablar el Generalcomo los Capitanes y la demás gente principaltenían el mismo propósito que su caudillocon alegre semblante vinieron todosen su parescery asíotro díamuy de mañanase puso por obra lo que elGeneral había ordenado.



 

 

Capítulo V

Cómo Grijalva saltó en tierra y de lo que con los indios leavino.

Otro díabien de mañanalos nuestrosconforme a lo que el día antes seles había dichosacaron los bateles y pusieron los tiros en ellos. Entrado elGeneral con los demás Capitanes y gente que supo a punto de guerrasaltaron entierrayantes que fuese bien de díalos que quedaban en los navíos sejuntaron con los que primero habían saltadoy asítodos juntosse llegarona un edificiocomo teatroque estaba cerca de la costa donde Grijalva quisieraque luego se dixera misaporque el día antes había avisado a Joan Díazclérigoque sacase el ornamento para cuando fuese menestery como en aquellugarmás que en otrohabía aparejo para que todos oyesen misay entendióque el sacerdote se había olvidado de sacar el ornamentoriñóle con máscólera de la que fuera razóndiciéndole algunas palabras ásperas que atodos los de la compañía pesó y paresció malpor lo cual paresce quepermitió Dios que otro díapeleando con los indiosle dieron un flechazo enla boca que le derribaron tres dientesy a no llevar cerrada la bocacomo élconfesóle pasara la flecha; lo cualentendiendo él que había sido por supecadocomo públicamente había afrentado al sacerdoteansí públicamentedando exemplo de hombre arrepentidole pidió perdóntratándolo de ahíadelante como lo deben ser los puestos en tal dignidad. Esto es lo más ciertoque acontesció a Grijalva con el sacerdote en este lugary no en el que antesdixecomo algunos piensan. El sacerdotepuesantes que otra cosa respondieseni se hicieseinvió por el ornamentoy revestiéndosecomenzó la misaalmedio de la cual asomaron en gran concierto muchos escuadrones de indiosymarchando en son de guerrallegaron a un tiro de ballesta del edificio donde lamisa se decía. Los nuestros no se alteraron.

Acabádose la misael Capitán hizo poner en orden su gentecon los tirosde campo delantey deseando hablar con los enemigos de pazfuese poco a pocohacia elloshaciendo señales de paz. Como los indios vieron que los nuestrosse iban acercandoellos se fueronpoco a pocoretrayendohasta que losnuestros llegaron donde estaba un poco de agua muy buenay como el intento deGrijalva y de los suyos era hartarse de agua y proveer los navíos dellamandóhacer altoy asíbebieron todos hasta que se hartaronporque la sedcon lafalta de aguahabía ido en aumento. Luegocomo el Capitán vio que los indiosno acometíanno quiso él acometerlospara convidarlos a paz y amistad;antesen el entretantomandó que se traxesen vasijas para llevar agua a losnavíosen lo cual se ocuparon aquel día y otros dos.

Los indiosvisto que los nuestros habían asentado junto a los pozospusieron su real cerca de una arboleda grandeun tiro de ballesta de losnuestrosysegún después paresciótenían determinado de pelear con losnuestroslo cual suspendieron hasta que llegaron tres o cuatro escuadrones demucha gente que esperabanpor dar más a su salvo la batalla; pero no osandoaún con esto determinarsepor ver que los nuestros se estaban en el lugar quehabían tomadopensando que debían de ser más de los que parescíaninviaronalgunos indioscomo espíaspara que reconosciesen el lugar de los españolesy viesen cómo estaban fortalescidos y las armas y gente que habíaa loscuales el Capitán y los demáspor su mandadorescibieron y trataron muybieny dándoles algunas cosas de las de Castillales dixeron por señas quedixesen a su señor que ellos no venían a hacerles mal ni a quitarles sushaciendasni dar otra pesadumbresino tener su amistad y contratar con ellosy a tomar de aquella agua que había en aquellos pozos.

Los indios respondieron en pocas palabrascon muestra de enojoque nohabía para qué. Al segundo díaperseverando en su propósitoinviaron treso cuatro mensajerospor los cuales dixeron al Capitán que qué hacían allíque se fuesen; si noque los echarían por fuerza. El Capitán respondió queen acabando de tomar el agua se iríay que no rescibiesen pesadumbre si sedetuviesen algún día en hacer el aguadaporque ya les habían dicho que novenían a hacerles enojo.

Desta manerafueron y vinieron tres o cuatro vecesllevando la mismarespuesta al Capitánhasta queno pudiéndose ya sufrir los indiosnohabiendo acabado de tomar el agua los nuestrosinviaron más mensajerosdiciendo que luego a la hora se fuesensi noque los matarían a todos. ElCapitán respondió que ya acababan de hacer el aguada y que luego se iríanyvolviéndose al escribano con quien solían hacer semejantes auctosle pidiódelante los Capitanes y otras personasestando presentes los indiosle diesepor testimonio que él y los suyos no venían a hacerles maly que sidefendiéndoselos ofendiesenfuese a su culpaporque él y los suyos nohabían venido sino por agua y a contratar con ellossi lo tuviesen por bien.Esto dio a entender el Capitánlo mejor que pudoa los mensajerosy asísefueron luego; incontinente vinieron otros con uno como brasero de barroconlumbre y cenizado delante de los nuestros echaron cierto sahumerio que hacíamucho humo y olía bienyponiéndole cerca del Capitánle dixeron: «Ios enel entretanto que este sahumerio se acabaporquedonde nomoriréis luego.»El Capitánviendo que ya se le iban desvergonzandocon rostro airadolesrequirió delante el mismo escribano que estuviesen quedos y le dexasen acabarde tomar aguapues estaban donde no les ofendían en cosay que él no seiría hasta que hubiese acabado de tomar el aguapues era cosa que ningunanasción la podía negar a otra no habiendo prescedido enemistad.



 

 

Capítulo VI

De la batalla que Grijalva hubo con los indios y de lo que enella pasó.

Grijalvaviendo que los indios que habían traído el braserosin respondercosa con enojo se habían apartado y vuelto a los suyosmandó que todosestuviesen a punto para cuando moviesen arma los contrarioslos cualesestandomuy atentos al acabar del humocomenzaron a moverse en gentil ordencondenuedo grande de pelearviniéndose poco a poco hacia los nuestrostirandomuchas piedras con hondas y arrojando varas y dardos. El Capitán mandósopena de muerteque ninguno de los suyos se moviese hasta que él hicieseseñal; y viendo que ya las saetas daban en el real y que no se debía sufrirsin que hiciese la resistencia debidadiciendo pocas palabras en alta vozconque animaba a los suyosdio a entender que peleaban para defenderse; y haciendoseñalmandó a Bernardino Vázquez de Tapiasu Alférez generallosacometiese. Dentro de poco espacio se trabó una brava batallaque duró enaquel lugar do se juntaron más de dos horas.

Los indioscomo traían pensadopoco a poco peleandose fueron retrayendoa una arboledadondecomo a celadatraxeron los nuestrosa los cualesenbreve espaciocercó gran multitud de indioslos cuales hicieron notable dañoen los nuestros. Aquí murió Juan de Guetariahombre de suertesabio yesforzadocuya falta se sintió después mucho.

El Generalviéndose cercado y que de refresco acudían enemigos y que lossuyos iban desfallesciendoasí por las heridas como por el cansanciomandócargar los tiros y recogió toda la más gente que pudocon el Alférezgeneralal lugar donde él estabaque era más conveniente para hacer daño enlos enemigosde adondeanimando a los suyos y diciéndoles que se acordasenque eran españolesy que ya no peleaban por la honrasino por la vidaacometió a los enemigos como si comenzara de nuevomandando soltar los tiros ytirar las ballestas.

En este lugar dieron a Grijalva el flechazo que diximos en el capítulopasadosin otros que le hicieron mucho desangrarporque los indios eranmuchosy en la parte donde estabanmás poderososa causa que detrás de losárboles se guardaban y flechaban a su salvo a los nuestros. Viendo esto elGeneral y que si de allí no salía no podía escapar hombre de los suyostirando del Alféreza grandes voces mandó a los suyos salir de aquellaespesura lo mejor que pudiesen a lo llano; en lo cual los nuestroscomo les eraforzado volver las espaldasiban con paso largono tiniendo lugar de ofender;recibieron muchas pedradas y flechazos hasta que salieron a lo llanodondejuntándosehicieron altodonde desde el arboleda no podían alcanzar losarcos. Estuvieron allí hasta cerca de la nochedefendiéndosesegún algunosdicenlo mejor que pudieron; aunque es opinión de otrosque estando puestosen aquel lugar los nuestros no fueron más acometidos de los indiosde loscuales hubo muchos muertos; de los nuestros algunosy los demás en muchaspartes del cuerpo heridos.

Otro díaviendo el Capitán cómo los indios no salían a hacerle guerrarecogió su gente a par de los pozosadonde se curó él y los demás heridos.Los Capitanes y otras personas principalesviendo que su General estaba tan malheridole rogaron muchas veces se metiese en un navío con algunos de los quetenían heridas peligrosasy que en el entretanto que él y los demás heridosconvalescíanellos entrarían en el pueblo y harían todo el daño quepudiesenpara que de ahí adelante los indios no tuviesen atrevimiento deacometer a los españoles. El Generalagradesciéndoles con buenas palabras suvoluntad y celorespondió que él no venía a vengar injurias ni a pelear conlos indiossino a descubrir aquella tierrapara que dando della noticia a SuMajestad proveyese cómo en ella se desarraigase la idolatría y otros pecadosnefandos con que Dios era gravemente ofendidoy se plantase la fee católica; yasíluego en nombre de Su Majestad y para Su Majestaddelante del escribanoque se lo dio por testimonioy de los demás que estaban presentespor DiegoVelázquezque le había enviadotomó posesión de aquella tierra; hecho locualmandó que primero se embarcasen todos los heridos y después los demáspara que si los indios quisiesen acometerleshubiese quien los pudieseresistir.

El día antes que esto se hicieseestando algunos de los nuestros en losnavíosacontesció que como estoncessiendo las aguas vivasecharon lasamarras cerca de la tierra en tres o cuatro brazasy de ahí a poco comenzó lamar a menguarquedaron los navíos casi en secoacostados en la lama y arenade manera que las gavias tocaban en el agualo cual fue gran confusión paralos nuestrosporque a venir un poco de viento que levantara la marlos navíosse hicieran pedazos y los nuestros quedaran aisladospuestos a gran riesgoporestar tan heridos y tantos enemigos tan cercasin haber reparo algunoadondese acoger; pero como el otro día siguiente volvió pleamarse tornaron aendereszar los navíosponiéndose como estaban cuando surgieron; y asíporque otra vez no subcediese lo mesmomandó el Capitán que con los bateles ycon las anclas los sacasen a la marlo cual se hizo con mucho trabajo.



 

 

Capítulo VII

Cómo el Capitán y su gente se embarcó y de lo que despuéssubcedió.

Nadando ya los navíos en el agua que habían menesterel Capitán seembarcó con su genteguiando su navegación por la costay nueve o diezleguas hacia Champotónantes que llegasen a élhallaron una gran bahíadonde se hacía una isletaen la cual vieron un grande y sumptuoso temploypor él algunos indios que debían ser sacerdotes. Hiciéronles señas queviniesenperoo porque no las entendierono porque no osaronno vinieron.Veían los nuestros desde los navíos las casas del puebloalgunas de lascuales eran sumptuosasy un río que corría cerca dél. Quisieran los quevenían sanos saltar en tierrapero por estar herido el Capitán y otros muchosque aún no habían convalescidotemerosos no les subcediese alguna desgracialo dexaron de hacery así siguieron su viaje sin entrar en Champotóntomandola derrota que era menester para costear y descubrir la tierra. Siguiendo destasuerte su viajeuno de los navíos comenzó a hacer mucha aguade tal maneraque a no hallar un puerto quince o veinte leguas de Champotónpeligraran losque iban en él; habíase maltractado cuando se trastornó con los demás enCampeche. En este puerto adereszaron el navíoporque tuvieron lugar de saltaren tierra sin contradicción de enemigosa causa de unas arboledas que cercaestabanlas cuales tomaron por reparo.

Adereszado el navíoel Capitán siguió su viajey porque había quedadoconcertado que Diego Velázquezque los inviabadespacharía otro navío congente y bastimentospara que hobiese oportunidad de poblary porque los queviniesen estuviesen avisados de que Grijalva y los suyos habían pasado porallíhicieron unas letras en un árbol grandey en un calabazo que colgarondel árbol pusieron una carta que decía el Capitán Grijalva había llegadoallí y que iba adelante descubriendo tierracon propósito de no volver allíhasta pasados dos meses; y fue así que el Gobernador Diego Velázquez despachóel navío y por Capitán dél a Cristóbal de Olidel cual partió con mucha ybuena genteadereszado de armasartillería y bastimentosy no hallandorastro de Grijalva se volviólo cual fue causa que Grijalva no poblase enmuchas partes que pudieraporque el navío que esperaba había de traer lafacultad para ello.

A este puertodonde Grijalva dejó estas señales llamaron los pilotos elPuerto Deseadolos cualestomando el altura del sol y del nortese tornaron arectificar que la mar de la bahía de la Apsención venía a aquel PuertoDeseadoafirmando que Yucatán era isla. Saliendo de allínavegando ycosteando la tierrapasaron por unas bocas que la mar hacía en la tierra ydentro hacía grandes lagunas. A estas bocas llamaron los nuestros los Puertosde los Términos. Yendo así navegandollegaron a la boca de un río grande quetraía mucha corrientetanto que por muy largo trecho metía el agua dulce enla mar. Entraron con los navíos en él con trabajoy habiendo subido obra demedia leguadescubrieron un puebloal parescer grande y de mucha frescura;surgieron allíy poco después de estar surtos vinieron muchas canoas grandesllenas de indios bien adereszados con ricas mantas y armas muy lucidasconvistosos plumajes en las cabezaslos arcos embrazados a manera de guerra.

Como los nuestros desde los navíos se vieron rodear por todas partes detanta gente que traía denuedo de pelearsobresaltáronse algún tantoy asíse adereszaron todos para defenderse si fuesen acometidos; e ya que los indiosse iban acercandoel General mandó que les hiciesen señal de paz y como quelos llamaban para hablar con ellos. Los indiosentendida la señasin ningúnrecelo se juntaron con los navíosdel uno de los cuales el Capitán por señasdio a entender a una canoa donde venía con otros principales uno como señorque fuese a la nao capitanadonde estaba el Generalla cual salió luego deentre las otrasy por las señas que los otros navíos le hicieron llegó a lanao capitanadesde la cual el General y otros caballeros le mostraron muchoamor y dieron señas de tanta amistadque aquel señor y los principales quecon él iban subieron al navíodonde el General los abrazó y mostró cuantoél pudo el contento que tenía de verlos en el navío. Hízoles dar de comer ybeber; regalólos muchoy antes que se despidiesenles dixo que él no veníaa hacerles malsino a tener su amistady que en confirmación desto le rogabarescibiesen aquellas camisasropas y otras joyas que les dabapara quetratando con los suyos les diese a entender que los hombres de España no eran tequanesque quiere decir «crueles»porque tequán quiere decir «cosa brava»sino piadosos y amigos de hacer placer.

Rescebidos los doneslos indiosa vista de todos los demásmuy alegresvolvieron a su canoaa la cual siguieron todas las demás y rodeándolaestuvieron todas paradas un gran rato para saber de aquel señor y suscompañeros lo que habían pasado con el General; acabada su pláticaque notardó muchotodos juntos se fueron al pueblo. Lo que della resultó parescióluego por la obraporque otro día vinieron algunos indios muy bienadereszadoslos cualescon mucho comedimiento y amordieron al Generalalgunos plumajes ricos y otras cosas de estima que había en su tierraa loscuales Grijalva rescibió con muy alegre rostromandándoles dar de comer ybeber y algunas ropas de sedaque los indios tuvieron en grande estima; e yaque se querían despedirles dixo que ellos traían alguna nescesidad decomidaque si no les daban enojosaltarían en tierrapara que por rescate sela diesen. Los indios respondieron que su señor no rescibiría pena delloperoque esperasenque otro día volverían con la repuesta.



 

 

Capítulo VIII

Cómo vino el señor de aquellos indios a la nao capitana y delo que luego pasó.

Vueltos los indios con gran contento y alegríaasí por los preciosos donesque llevaban como por el amor con que el General y los suyos los habíantratadoentraron acompañados de muchos indios que los estaban esperando a lalengua del aguaadonde estaba su señoral cualmuy alegresdando laembaxada del Capitán con la reverencia y cerimonias que suelenpusieron losdones y presentes delante de su señorel cualcomo después se supo yparesció por la obralos tuvo en muchopor ser cosas jamás vistas en sutierra; y aunque bárbarono queriendo que en liberalidad y magnificencia losextranjeros le hiciesen ventajaadereszándose lo más ricamente que él pudoacompañado de los principales de su tierra y casatambién conforme a sucalidad vistosamente adereszadoscon gran ruido y armonía de música decaracoles y otros instrumentosentró en las canoasllevando consigo presentesde oroplatapiedras y plumas y mucha cantidad de comida. Grijalvacomo vioque se acercaban y que venían magnifestando mayor amistadmandó se tocasen entodos los navíos los atambores y pífarosde lo cual el señor del dichopueblo no rescibió poco contento. Grijal va antes desto tenía proveído cuandovio salir al señor para los navíosque todos se adereszasen lo máslucidamente que pudieseny los Capitanes de los otros navíos con algunos de suCapitanía se viniesen a la capitana para que con mayor auctoridad rescibiesen aaquel señor que con tanta majestad venía.

Subió el señorque los indios llaman caciquea la capitana con granestruendo de música de los nuestros y de los suyosabrazáronse los dos congrande amory tomando el General por la mano al cacique le truxo por el navíomostrándole cosas que él no había vistoal cual todos los demás Capitanes ypersonas principalescomo estaba ordenadohablaron con grande amor y él aellos. Las otras personas principales que con el cacique entrarondel General yCapitanes fueron tractados como su calidad pedía. El caciqueacabando de verlo que en el navío habíacon grande comedimiento echó a la garganta delGeneral una cadena de rosas y floresmuy olorosasy púsole en la mano unaflor compuesta de muchas floresque ellos llaman suchil; púsole en losmolledos de los brazosa su costumbredos grandes axorcas de oro; diólepiedras y plumajes ricosmandando poner luego delante dél muchas avestamalesfrisolesmaíz y otras provisiones de comercon que no poco sealegró el General y su gente. Esto así hechotornando el General a abrazar alcaciquele hizo sentar en una silla de espaldas y poner luego dos mesasla unapara donde él y el cacique solos comieseny la otra para sus Capitanes eindios principales que el cacique traía. Comieron todos con mucha alegría.Acabada la comidael caciqueagradesciendo la honra que se había hechodixoal General que el día pasado ciertos criados suyos le habían dicho que sumerced quería saltar en tierray que para ello le habían pedido su licencia;que él y todos los suyos estaban a su servicioque viniese norabuenaporqueél y los suyos sabían que en hospedar a personas de tan buen corazón hacíanservicio a sus diosesy que no podían creer sino que gente tan buena fuesehija del sol.

Dichas estas y otras muchas sabrosas palabrasque por señas entendían losnuestrosel General le dio algunas cosas que aunque no eran de mucha estimapor ser extrañasél las tuvo en muchoy con esto le dixo que le agradescíamucho tan buena voluntadla cual pagaría más largamente cuando por allívolvieseporque le parescía que era merescedorpor su mucha bondadde que sele hiciese todo servicio.

Acabados estos y otros comedimientosporque ya era horamandó el Generalechar los bateles al aguadonde entraron todos los que cupieron. El General semetió en un batel con los Capitanes y el señor con sus principales en sucanoay así juntosacompañados de todos los demáscon mucha músicasaltaron en tierradonde luegodándolo por testimonio un escribanotomóposesión en nombre de Su Majestadpor Diego Velázquezde aquella tierra.

Llamábase el pueblo Potonchany la provincia Tabascocuyo río se llamóde ahí adelante de Grijalva por haber entrado en él el General Joan deGrijalva. Hecho este auctoel General con los suyos fue a la casa del caciqueque era muy sumptuosaen la cual fue muy festejadodonde en el entretanto dioa entender al señor cómo hacia el occidentemuy lejos de allíhabía unagran tierra que llamaban Españacuyo Rey era muy poderosoasí por la muchagente que teníacomo por los grandes heberes y provincias que poseíay queellos eran sus vasallos inviados por él a descubrir aquellas tierras y tractarcon los moradores dellas y enseñarles cómo no se había de creer en laspiedras ni animalesni en el solni en la lunaque ellos falsamente teníanpor diosessino en un solo Dios hacedor y criador del cielo y de la tierraalcual los españoles y cristianos adorabany que esto lo entendería adelantecon la comunicación y amistad que tendría con los españoles.

El caciqueque debía de ser de buen entendimientorespondió que el Rey delos nuestros debía de sercomo el General decíamuy poderosopues teníavasallos tan fuertes que osasensiendo tan pocosvenir a tierras extrañasllenas de tantas gentesque para uno dellos había más de tres mill; e quepues decía que había de volver por allíque él holgaba mucho dello paraentender dél como de su amigo aquella nueva religión y adoración de un soloDios que le decíay que paresciéndole taldexaría la suyaporqueverdaderamente entendía que aquellos sus dioses eran muy feos y cruelespuesles pedían sacrificios de hombres y mujeres.

No poco contento el General con la respuesta del caciquecon lágrimas yotras muestras de mucho amor se despidió dél y se tornó a embarcaracompañándole el cacique y principales hasta que se metió en el bateldesdeel cual se tornó a despedir tan amorosamente como de antes.



 

 

Capítulo IX

Cómo Grijalva se tornó a embarcar y costeó la tierra y delo demás que le acontesció.

Embarcados que fueron los nuestroscomenzaron a navegar costeando la tierracerca de la cualandadas quince leguasllegaron a la boca de un río queparescía grandeel cualporque tenía muchas palmasllamaron de ahíadelante el Río de Palmasy pasando adelantede trecho a trechovieron muycerca del agua unos bultos grandes y blancos que parescían humilladeros ooratorios. Deseando saber el General qué cosa fuesenmandó a BernardinoVázquez de Tapiasu Alférez generaly a otro hombre de cuenta que saltasenen un batel y entrando en tierra viesen qué eran aquellos bultos que tantocampeaban; y haciéndolovieron que eran unos edificios hechos de maderos yramas muy texidas a manera de tolvas de molinosa los cuales edificios sesubía por unas escalerillas muy angostas; estaban casi llenos de arenahechoen medio un hoyoel cual los moradores de aquella tierra henchían de agua dela marla cual con el gran sol que por allí hacecuajándose se volvía ensal muy buena y de muy buen gusto; gastábase mucho la tierra adentro.Prosiguiendo la navegaciónvieron los nuestros muchos ríosy algunos dellosmuy caudalesque entraban en la mary todos los díasen poniéndose el solsi la costa era limpiasurgían en ellay si no había buen surgiderometíanse en la marponiéndose al reparo.

Fue cosa maravillosacomo después acá ha parescidoque siendocomo esaquella costa tan brava y tan peligrosaque ningún navío osa en este tiempollegarse a la costa que no perezcaestoncesnavegando y surgiendo tan cercadella por tantos díasninguno perescióhabiéndose perdido después acámuchoslo cual es gran argumento de que Dios allanaba las esperezas y quitabalos peligros para que su sancto Evangelio fuese predicado en tierras tanextrañasdonde el demonio por tantos años había tiranizado aquellasmiserables gentes.

Prosiguiendo su viajepasaron cerca de unas sierrascuyas grandes peñasdaban en la mar; parescíanse entre sierra y sierra unas tierras de granfrescura y de hermosas arboledas y bocas de ríos quecon gran copia de aguaentraban en la mar. Veíanse asimismodesde las gavias de los navíoslatierra adentrootras muy grandes sierrasy lo que era llano muy fresco. Deahí a pocas leguasyendo navegando un díavieron por delante islas yarrecifes que se hacían en la mar a una parte y a otra por donde navegabanporlo cual les era forzado ir sondando con cuidado de no dar en algún baxo. Yendoasíno lexos de las naosvieron dos o tres canoas con indios que andabanpescando; el Generalcomo los viomandó saltar en un batel al Alférez conotros de la compañíapara quedando caza a las canoastomase alguna dellas;salió luego otro batel para atajarlas que no se fueseny asíse dieron tantapriesaque aunque las canoas huían muchoen breve tiempose fueron acercandoa ellas. Los indiosviendo que no se podían escabullirdexando de remartomando unas navajas de pedernal que traían en las canoascomenzáronse asacrificarsacándose sangre de las orejasnarices y lengua y de los muslos yotras partes del cuerpoofresciendo la sangre que salía al solcreo queofreciéndose a él como a su dios y defensorpuestos en aquel peligro. Estefue el primero sacrificio de sangre que los nuestros vieron en esta tierra.Tomaron los de los bateles una o dos canoas y piedras verdes y azules de pocovalor. Estas señales y derramamiento de tanta sangre dio ocasión a que losnuestros llamasen a aquella isla Isla de Sacrificios. Está de la tierra firmeun cuarto de legua. No hallando en ella persona viva de quien pudieseinformarseotro día determinó el General de saltar en tierra con los bateles;los indioscon las buenas nuevas que los indios de las canoas les habían dadosin ningún recelo vinieron a ver al Capitántrayéndole alguna comida yfructaslo cual fue gran refresco para los nuestrosporque tenían ya grannescesidad de mantenimientos. Estuviéronse todo aquel día cerca de una boca deun río pequeñode agua muy buenaque entra en la mardonde algunos selavaron y otros nadaronno hartándose de aquella agua por la nescesidad grandeque della otras veces habían pasado. A puesta del sol se volvieron a dormir alos navíos.

Otro díael Generalsaltando en tierramandó llevar muchas ropasjoyaspiedrascuentas y otras cosas de mercería para rescatar y descubrir si losindios tenían oro o plata y piedras presciosaspuestas estas cosas de rescatesobre unas mesaspara que los indios las pudiesen ver y rescatar las quequisiesen. Llegaron muchos dellos queasí por la buena conversación quehallaroncomo por lo que aquellas cosas tan nuevas a sus ojos les contentabancomenzaron a rescatar algunas dellasdando en pago unas hachas de Chinantlaque son de cobre que reluce como orode las cualescreyendo Grijalva que eraoro baxotomó muchasaunque dicen algunos que ciertas dellas tenían calzadoslos filos con oro; rescató asimismo otras cosas de pluma y algodón y algunaspiedras que los indios llaman chalcuites. Llegó Grijalva a aquellaisleta día de Sant Joany comopreguntados los indios cómo se llamabaaquella tierrarespondieron que Uluallamaron al puerto Sant Joan de Ulua.

Habiendo Grijalva rescatado las cosas que dixecreyendo ser las hachas deoro baxoy que conforme a la muchedumbre que dellas teníano podía dexar devolver muy ricotrató de volverse luego sin poblarcomo aquel que no habíaconoscido su buena venturay asíotro día llamando los Capitanes y personasprincipalesles habló en esta manera:

«Señores y amigos míos: Entendido tengo que entre nosotros hay dosparesceres; el uno contrario del otroporque algunos de vosotros sois deparescer quepor las buenas muestras que hay en esta tierrapoblemos en ellainviando alguna persona a Diego Velázquez para que nos invíe más gente ybastimentos; otrosdecís que no traigo poder para poblarsino para descubriry que a eso venistesy no a otra cosay que pues esto está hechoque osqueréis volver a Cubadonde tenéis vuestros indios y haciendasy que sivolviendoos paresciere acertada la jornadadaréis la vuelta conmigocomo lohabéis hecho. Ciertono puedo. dexar de estar dubdoso y perplexo entre dosparesceres tan diversospues cada uno dellos paresce tener razón. Mi paresceressalvo el vuestroquepues Diego Velázquez no ha inviado a Cristóbal deOlidcomo prometióque debe de querer que nos volvamos y que no poblemoshasta que vea la relación que llevamos. Estos indios son muchos y están en sutierra proveídos de lo nescesario; nosotros estamos en el ajenafaltos debastimentos y armasy no tantos cuantos seríamos menester. Podría ser quecomo gente tan diferente de la nuestrael día que nos vean hacer asientopiensen que les queremos quitar la tierray asíse levantarán contranosotrosy el negocio de la población no tendrá firmeza.»

Acabada esta pláticaAlonso de Ávila y Pedro de Alvaradoque eran deparescer contrario del de Grijalvarogándose el uno al otro para querespondiesedespués de hecho su comedimentoPedro de Alvarado dixo así:«Entendido tenemos todosseñor y valeroso Capitán nuestroque con todocuidado habrá vuestra merced mirado este negocioy que en él hay tantadificultad como parescepor lo que vuestra merced nos ha dicho; pero comoninguna cosa haya tan dubdosa ni perplexa que por entrambas partes tenga igualcontradiccióny ninguna tan cierta que no puedaen alguna manera sencontradichadebemos siemprelos que consultamostener cuenta con el provechosi va acompañado con hacer el debery asíaunque haya algunosinconvenientessi lo que se hace vale másno se ha de tener cuenta con ellos.Esto digoporque aunque expresamente Diego Velázquez no dio licencia parapoblartampoco lo prohibiósino quea la partidadelante de los más denosotros dixo: «Ya sabéisGrijalvacuánto importa este descubrimiento;hacerle heís con todo cuidadoy dél me daréis relaciónysobre todoosencomiendo quevisto lo que subcedierehagáis en todo como yo haría sipresente fuese». De las cuales palabras se vee claro que no ató a vuestramerced las manos para no poder hacer asiento en esta tierraque tantas muestrasha dado de riquezacuanto más queaunque expresamente lo vedarani Dios niSu Alteza del Reynuestro señordello serán deservidos; porque muchas vecesacontesce que cuando se hace la ley es nescesariay andando el tiemposegúnlo que se ofresceno hace mal el que la quebrantaporque el principal motivodella es el bien comúny cuando falta y se sigue dañocesa su vigory cercadestosi apretamos más el negocio¿qué pesar puede rescibir DiegoVelázquez poblando por élen nombre de Su Altezapues el descubrimiento seencamina para esto? A lo que vuestra merced dice que somos pocos y que losindios son muchosy que los más de nosotros desean volver a Cubano hay queparar en estopues estando conformespocos valemos por muchosy no somos tanpocos queinviando luego mensajero a Diego Velázquezno nos podamosentreteneraunque durase la guerra un añola cual tengo entendido que nohabráporque si los indioscon el buen tractamiento que en tan pocos díasles hemos hechonos tienen tanta voluntad¿qué harán cuando por muchos leshiciéremos buenas obras?pues el amistad no se conserva sino con buenas obrasy largo tiempo en el deseo de los de contrario parescer. Lo que se puederesponder es queasentado vuestra merced y nosotrosmudarán parescero porvergüenza o por no poder ser de los primeros en esta conquistaY si algunoshobiere que todavía porfíen en irsevayan con Dios y sirvan de mensajerosque no serán tantos que nos puedan hacer falta.»

Acabada esta pláticaAlonso Dávila y los demás Capitanes dixeron que erande aquel parescer si su merced venía en él; pero como Grijalva pensaba queestaba rico con las hachas de rescatey tenía algunos al oídoque le decíanque con el haber que llevaba podría descansar en Cubao volver a la mismaempresa con más pujanzareplicó desimuladamente que miraría el negocio yharía lo que conviniese.



 

 

Capítulo XI

Cómo Grijalva se embarcó y partió para la isla de Cuba.

Grijalvaaunque los más y más principales de su exército eran de parescerque se poblasepor haber hallado tanta comodidadse entró aquel día en losnavíos con otra ocasión de la que paresciay a la media noche dixo al pilotomayorAlaminosque alzasen anclas y se hiciesen a la vela. Lo que cerca destoalgunos dicen es queaunque topó con su buena venturano la conosciódexándola ir de entre las manos para Hernando Cortésde cuyos valerososhechos será lo principal desta historia. En esta jornada no subcedió cosa quede contar seaporque no veía Grijalva la hora de llegar a Cubapensando queiba muy rico y que había hecho mucho en llevar tan buenas y tan ricas muestrasde la tierrapara dar nuevas de las cuales se adelantó Pedro de Alvaradoyllegó por tierra primero un Joan de Cervantesque había visto venir la flotael cual dio nueva a Diego Velázquez de la venida de la flota de Grijalva. Pesómucho destocomo era razóna Diego Velázquezy más cuando supo que losmás del exército habían sido de parescer que se poblase y que hubiese sidotan para poco su sobrino que no lo hubiese hechopues había llevado tantos ytan buenos caballerosy la tierra que había descubierto era tan aparejada paraelloy asíantes que Pedro de Alvarado llegasepublicó luego que teníadeterminacióncomo lo hizode tornar con más pujanza a armar otra flota ygastar en ella toda su hacienda y la de sus amigospara lo cual comenzó atractar con Andrés de Dueroque era muy su amigo y hombre de mucha corduraaquién sería bien encargar la jornadapara que con honra saliese con laempresaporquecomo por el subceso había parescidoFrancisco Hernández deCórdobaaunque valiente y animosohabía sido desgraciadoy aunque quisierapor la poca gente que llevabano podía poblary Grijalvaaunque pudono seatrevió.

En el entretanto que él con Andrés de Duero tractaba este negocio llegóPedro de Alvarado y luego Grijalvalos cuales luego inviaron las muestras de latierra descubiertaque eran las hachas que deximoscotarasplumajesropas depluma y algodón y algunas joyas de oro y platalas cuales muestrascomopusieron nuevo ánimo a Diego Velázquez para hacer nuevo gastoasí leacrescentaron el enojo contra Grijalva; y como el que entendía que en elesfuerzo y prudencia del General consistía el buen subceso de lo queemprendíapuso al principio los ojos sobre dos o tres caballerosque el unose llamaba Vasco Porcallo y el otro Diego Bermúdez y el otro Garci Holguíndelo cual no poco se agravió Pedro de Alvaradoporque dixo que si no le hacíanGeneral no volvería a la jornadaaunque despuéspor medio de Andrés deDuerotornó a ellapor sercomo había vistodigna de emplearse en ellacualquier hombre de valor.

La elección de uno destos caballero se estorbó por las envidias Yemulaciones que entre ellos había y porque Diego Velázquez se recataba de loque le subcedió con Hernando Cortésno se le alzasen con la gobernación dela tierrade la cual los Reyes Católicospor sus cédulas y provisiones lehabían hecho Adelantadodando licencia los flaires jerónimos para que armasey descubriese y de lo así poblado tuviese cierta partecomenzó a comprarnavíos y a hacer otros muchos gastosen los cualescomo después paresció enlas cartas de pagodicen que gastó con la ayuda de sus amigosmás de cienmill ducados. Ya que en el puerto había doce muy buenos navíos y la municióny lo demás nescesario para la navegacióntornó a pensar a quiénencomendaría tan importante negocioque con fidelidadesfuerzo y seso leacometiese y saliese con él; y como en los negocios de dubda aprovecha mucho unbuen terceroAndrés de Dueroque era grande amigo de Hernando Cortésy lefavorescía y ayudaba cuanto podíaporque había conoscido dél que teníaaquellas partes que eran nescesarias para emplearle en tan buen negociodicenque de secreto dixo a Diego Velázquez que ninguno otro convenía que fuese porGeneral sino Hernando Cortésporque los demás caballeros parescíanbulliciosos y entre ellos había grandes competencias sobre quién iría; e queyendo alguno dellosse habían de quedar los demásque no habían de dexar dehacer falta; y que yendohabía de haber disensión y desgraciasy que ningunodellos estaba tan obligado a servirle como Hernando Cortéspor haberle siemprehonrado y puesto en cargos y haberle casado y hecho Alcaldey que en todo loque se había ofrescidohabía mostrado ser bien bastante para aquella jornaday que por estas y otras razones que él sabíano debía a otro que a Cortésconfiar la jornada.



 

 

Capítulo XII

Cómo Diego Velázquezpersuadido por Andrés de Dueroeligió por General de su armada a Fernando Cortés y lo que dellos se dixo.

Diego Velázquezvisto que las razones de Andrés de Duerode quien éltanto crédicto teníaeran bastantesa su parescersegún en aquel tiempoestaban las cosasdeterminó de elegir a Fernando Cortés por Capitán Generalde la Armada; y así luegoantes que con él hiciese las capitulacioneslemandó pregonar por General con trompetas y atabales. Oído por todos losvecinos de Sanctiago de Cuba el pregónno faltó quienpronosticandodixo aotros en la plaza: «Diego Velázquez ha elegido por General del Armada aHernando Cortés; él le echará el agraz en el ojo»y así luegoacabadas defirmar las capitulacionesdio a entender no haberse engañado el que dixoaquello. Comenzó Cortés a hablar a muchosconvocó a otrosasí en secretocomo en públicohaciendo a cada uno grandes promesas y no pudo recatarsetantoaunque era muy avisadoque no descubriese algo de lo que tenía en supechoque venido a noticia de Diego Velázquezno le hizo buen estómagoprincipalmente que Andrés de Cuéllarhombre ya anciano y deudo de DiegoVelázquezle había dicholuego como supo la elección: «Hijomal habéishechoporque con quien habéis tenido enojono debíades tractar negocio enque después se pueda vengarporque los hombrespor hacer su provechonotienen cuenta con muchas obras buenassi hay alguno que haya dado desgusto.

En el entretanto que estas cosas se decíanHernando Cortés adqueríaamigosgastaba lo que teníay aun se empeñabaporque sabía que en laguerra cuando gasta el Capitán es amado y tenido y hace las cosas a su gusto.Pasaron en esto veinte y cinco díase ya que la gente estaba hecha y todo apuntoquiso Diego Velázquez revocar lo hecho y señalar a Alonso de Mendozacompañero en el cargo de Alcalde de Hernando Cortés. Entendiendo esto Cortéshizo que no lo entendíay dióse toda la priesa que pudohaciendo Alférezgeneral de la gente a Villarroelque después se llamó Antón Serrano deCardona; hizo que se hiciese alarde de los que al presente estaban en Sanctiagode Cubasacando de repentesin comunicarlo con Diego Velázquezuna banderamuy hermosala cual con atambor y pífaro llevó arbolada Villarroel.

Juntáronse cincuenta hombre de pie y de caballo; difirió Cortés el dar delos demás cargos hasta que estuviesen en la Habana; fuese con esta gentegalanamente adereszado en calzas y en jubóncon la espada en la cinta y unaascona en la manoal son del atambormarchando hacia la iglesiadondediciendo la misa un flaire llamado Fray Bartolomé de Olmedode la Orden de laMercedbendixo la banderalo cual hechose volvieron en ordenanza a casa deCortésdonde estaba adereszado para todos muy bien de comer; gastaron todoslos soldados aquel día en jugar y en otros pasatiempos hasta la nochequeCortés les dio una cena tan espléndida como había sido la comida; al cabo dela cualtrabándose entre ciertos soldados una pendenciamataron a un hombreque se decía Joan de la Pilacarpintero de riberael cual había de ir en elArmada: estuvo tendido en el suelo sin que nadie le alzase ni hiciese alborotohasta que a las dos de la nocheCortéscon toda la gente que había en sucasa se fue a la iglesiay acabando de oír misa del mismo flairea las tresde la mañanatomando consigo veinte soldados se fue a la casa de Alonso deMendozay llamando a la puerta dixo a los que le respondieron: «Llamad acá alseñor Alonso de Mendozaque le quiero hablar.» Dende a poco salió Alonso deMendoza armado con una hacha encendida delante; mandó abrir la puertasaludáronse amigablementeapartáronse a solas y hablaron más de una hora ensecreto. Créese que lo que con él tractó fue decir que Diego Velázquezestaba arrepentido y que no sabía por qué; que él no dexaría la jornadaporque su corazón le daba que había de ser muy próspera y que había de tenermuy buen fin; y que si en algo se pusiese Diego Velázquezque le suplicabapues era Alcalde y compañerole favorescieseporque adelante se lo pagaría.Estas y otras palabras se cree que Cortés dixo a Alonso de Mendozapor otrasque él después dixo a algunos de sus amigos.



 

 

Capítulo XIII

Cómo Hernando Cortés se hizo a la velay de la plática quehizo a sus soldados.

Vuelto Cortés a su posadano con poco contento de lo que había tractadocon Alonso de Mendozaestando juntos todos los soldadosque serían hastaochentarogándoles que con cuidado le oyesenles habló desta manera:«Señores y amigos míos: Sí tuviésedes como yo entendido la buena dicha yventura que en esta jornada que emprendemos se nos prometeninguna habría devosotros que ya no le pesase de estar más aquíporque aliende de lo quevosotros sabéis de la riqueza y prosperidad de aquella tierra que FranciscoHernández y Joan de Grijalva dexaron para nosotroshay otras muchas razonesque os deben mover para embarcarnos muy contentos: primeramenteser losprimeros quepoblandoplantaréis la fee católica y pondréis en policíaaquella gente bárbaraque es tanta en número que no se puede numerar; SuMajestad del Reynuestro señortendrá cuenta con vuestras personas como conprimeros conquistadores; daros ha rentahaceros ha señoresde vasallos yhonraros hacomo confío que harácuando sepa vuestros señalados servicios.Esta isla está ya tan llena de genteque para vuestras personas no hay lo quemereséis; razón será quecomo valerososbusquéis vuestra fortuna y osenseñoréis dellaque yo hallo que muchas veces acude y responde a los buenospensamientos cuando por los medios que convienen se ponen por obra; navíostenemos y todolo nescesario para la jornada; no falta sino que con alegreánimo acometamos este negocio; conoscido me tenéis en paz y en guerraque conmi poca posibilidad no os he faltado; menos os faltaré ahorapues tengo máspoder para haceros mejores obras e yo más nescesidad del ayuda de vuestraspersonasque yo no puedo pelear más de por un hombre; y si con alguna razónvosotros tenéis contento de llevarme por vuestro caudillomucho mayor le tengoyo de llevaros por compañerospues sé que ni en fidelidad ni esfuerzoqueson dos cosas principales en el buen soldado y con las cuales la guerra se hacedichosamente no debéis dar ventaja a otros muchos. Diego Velázquezpor ruinesterceros desconfía de míy no tiene razónporque mi intento es de servir aDios y al Reycomo leal vasallo; y que en esto yo me quiera adelantarno debepesar a alguno. Si a la partidaque será luegohobiere algún estorboestadadvertidos que no habéis de consentir que de las manos se os vaya la buenaventura.»

Acabada esta pláticael Alférez y otros principalesen nombre de losdemásle dieron las graciasy lo que le respondieron en pocas palabrasdecía así: «Señor y Capitán nuestro: Ni queremos ser soldados de otronique otro sea nuestro Capitán; y pues decíscomo lo entendemosqueemprendemos negocio en que tendremos buena dicha y venturacomenzadle vosprimerocomo caudillo nuestroy salgamos ya de aquí para donde nuestra buenaventura nos llama.»

Dichas estas palabrasHernando Cortés salió de casaen la delanteraconsu gente en ordenque le seguía; baxó por una cuesta abaxo que daba en lalengua del aguaen la cual estaban ya esperando los bateles; mandó que seembarcasen poco a pocoe ya que los más estaban embarcadosque no quedabancon él sino cinco o seis soldadosllegó Diego Velázquezcaballero en unamulacon cuatro mozos de espuelas españoles y la color algo mudada; aunque élse reportó cuanto pudodixo a Cortés: «Hijo¿qué es esto que hacéis?;¿qué mudanza es ésta?; ¿para qué os embarcáis sin tener pan y otras cosasnescesarias para la jornada? Deteneospor vida vuestrahasta mañanaque demis estancias se traerá pan y carne y lo demás que menester fuereporque noquerría que vos y los que con vos van padesciesen nescesidad.» Cortés lerespondiócon determinación de no volver atrásatendiendo al fin con queDiego Velázquez le rogaba que se detuviese: «Señorbeso a vuestra merced lasmanosque no hay al presente tanta nescesidadporque los navíos están bienproveídosy donde yo voy no padecerán mis soldados nescesidadque bien sabevuestra merced que para mí y para ellos lo sabré buscar.» Calló DiegoVelázquezno sabiendo qué se hacery porque no se le desmandase Cortésnole replicó.

En esto llegó el batel de la capitanay entrando en él con los soldadosquitando el sombrero a Diego Velázquezle dixo: «SeñorDios quede convuestra mercedque yo voy a servir a Dios y a mi Reyy a buscar con estos miscompañeros mi ventura.» Así se metió en la capitanay Diego Velázquezmuyenojadoaunque lo disimuló cuanto pudose volvió a su casa. Cortés luego semetió a la marmandando soltar un tiroque era señal para que todas lasdemás velasque eran doce entre chicas y grandeshiciesen lo mismo ysiguiéndolese juntasen con él. Y porque Gómaraque siguiendoa Motolineadicepor no haber sido bien informado ni viocomo yolas capitulaciones queentre Diego Velázquez y Cortés se hicieronque Hernando Cortés iba porcompañero y no por Teniente de Diego Velázquezy que había gastado con DiegoVelázquez mucha cantidad de pesos de oropara hacer lo que debo a la verdad dela historiay para que conste el gran valor de Hernando Cortéspondré al piede la letra las capitulaciones que con él hizo Diego Velázquezy pues en eldiscurso de todo lo de adelante tengo de tener principal cuenta con tanexcelente Capitánantes que prosiga su navegación y jornadadiré quién fuey las cosas que le acontescieron en Cubapara quecomo yo le oí muchas vecesdecirlos hombres entiendan que después de Diosde su buen sesodiligencia yvalorhan de hacer caudal para venir a ser estimadoscomo ello fuenoestribandocomo algunos hacenen la virtud ajena; pensando por ella merescerla gloria que por ella alcanzó el que primero la tuvo.



 

 

Capítulo XIV

Del treslado de las capitulaciones que entre Diego Velázquezy Hernando Cortés pasaron.

Y porque el que leyere esta historiallegando a este capítulono juzgueatrevidamenteparesciéndole que me contradigoes de saber que aunque en loque antes tengo escripto dixe que las capitulaciones e instruición que DiegoVelázquez hizo con Hernando Cortés fue después que tuvo nueva de un Joan deCervantes y de Pedro de Alvarado de la venida de Grijalvapasa así quecreyendo Diego Velázquezcomo paresce por la cabeza desta instruiciónque laarmada de Grijalva debía estar en algún riesgodeterminó de proveerla con laque luego armó con Hernando Cortésy al mismo tiempo que se hizo estainstruición Pedro de Alvarado estaba ya en la costa de Cuba; de manera quecuando esta instrucción se publicócomo dixeya había nueva de la venida deGrijalvaaunque cuando se ordenó estuvo secreta; que de lo uno a lo otro hubomuy pocos días. Dicepuesla instruición así:

«Por cuanto yoDiego VelázquezAlcaide y Capitán general e Repartidor delos caciques e indios desta Isla Fernandinapor Sus Altezasetc.invié losdías pasadosen nombre y servicio de Sus Altezasa ver y bojar la isla deYucatánSancta María de los Remediosque nuevamente había descubiertoy adescubrir lo demás que Dios Nuestro Señor fuese servidoy en nombre de SusAltezastomar la posesión de todouna Armada con la gente nescesariaen quefue y nombré por Capitán della a un Joan de Grijalvavecino de la villa de laTrinidad desta islael cual me invió una carabela de las que llevabaporquehacía mucha aguay en ella cierta gente que los indios en la dicha SanctaMaría de los Remedios le habían heridoy otros adolescidosy con la razónde todo lo que le había ocurrido hasta otras islas e tierras que de nuevodescubrió; e la una es una isla que se dice Cozumely le puso por nombreSancta Cruzy la otra es una tierra grande que parte della se llama Ulúaquepuso por nombre Sancta María de las Nievesde donde me invió la carabela ygente y me escribió cómo iba siguiendo su demandaprincipalmente a saber siaquella tierra era isla o tierra firmee ha muchos días que de razón habíade haber sabido nuevas délhasta hoy no se sabeque debe de tener o estar enalguna extrema nescesidad de socorro; e asimismoporque una carabela que yoinvié al dicho Joan de Grijalva desde el puerto desta ciudad de Sanctiagoparaque con él y la Armada que llevaba se juntase en el puerto de Sant Cristóbalde la Habanaporque estuviese muy más proveído de todoy como al servicio deDios y de Sus Altezas convenía fuesecuando llegó adonde pensó hallar aldicho Joan de Grijalvano le halló porque se había hecho a la vela y era idocon toda el Armadapuesto que dexó aviso del viaje que la dicha carabelahabía de llevar; y como la dicha carabela en que iban ochenta o noventahombresno halló la dicha Armadatomó el dicho aviso y fue en seguimientodel dicho Joan de Grijalva; y según paresce y se ha sabido por relación de laspersonas heridas y dolientes que el dicho Joan de Grijalva me invióno sehabía juntado con él ni della había sabido ninguna nuevani los dichosdolientes y heridos la supieron a la vueltapuesto que vinieron mucha parte delviaje costa a costa de la isla de Sancta María de los Remediospor dondehabía idode que se presume que con tiempo forzoso podrían decaer haciatierra firme o llegar a alguna parte donde los dichos ochenta hombres podríancorer detrimento por el navíoo por ser pocosopor andar perdidos en buscadel dicho Joan de Grijalvapuesto que iban muy bien pertrechados de todo lonescesario; y demás destoporque después que con el dicho Joan de Grijalvainvié la dicha Armadahe sido informado de muy cierto por un indio de los dela dicha isla de YucatánSancta María de los Remedioscómo en poder deciertos caciques principales della están seis cristianos captivos y los tienenpor esclavos y se sirven dellos en sus haciendasque los tomaron muchos díasha de una carabela que con tiempo forzoso por allí aportó perdidaque se creeque alguno dellos debe ser NicuesaCapitán que el muy católico Rey donFernandode gloriosa memoriamandó ir a Tierra Firme; y redimirlos serágrandísimo servicio de Dios Nuestro Señor y de Sus Altezas. Por todo lo cualparesciéndome que al servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Alteza conveníaenviar así en seguimiento y socorro de la dicha Armada que el dicho Joan deGrijalva llevóy busca de la dicha carabelaque tras él en su seguimientofuecomo a redemirsi posible fueselos dichos cristianosque en poder delos dichos indios están captivosacordéhabiéndolo muchas veces mirado ypensadopesado y platicado con personas cuerdasde inviarcomo invíootraArmada tal y tan bien bastecida y aparejadaasí de navíos e mantenimientoscomo de gente y todo lo demás para semejante negocio nescesario; que si porcasoa la gente de la otra primera Armada y de la carabela que fue en suseguimientohallase en alguna parte cercada de infielessea bastante para lasocorrer e decercar; e si ansí no los hallarepor sí sola pueda seguramenteandar y calar seguramente en su busca todas aquellas Indias e islas y tierras ysaber el secreto dellas y hacer todo lo demás que al servicio de Dios NuestroSeñor cumpla a al de Sus Altezas convenga; y para ello he acordado de laencomendar a vosHernando Cortése os inviar por Capitán dellaporque porexperiencia que de vos tengo del tiempo que en esta isla en mi compañíahabéis servido a Sus Altezasconfiando que sois persona cuerda y que con todaprudencia y celo de su real servicio daréis buena cuenta y razón de todo loque por míen nombre de Sus Altezasos fuere mandado acerca de la dichanegociacióny la guiaréis y encaminaréis como más al servicio de DiosNuestro Señor y de Sus Altezas convenga; y porque mejor guiada la negociaciónde todo vayalo que habéis de hacer es mirar e con mucha vigilancia y cuidadoinquerir e saberes lo siguiente:

«Primeramenteel principal motivo que vos y todos los de vuestra compañíahabéis de llevar es y ha de serpara que en este viaje sea Dios Nuestro Señorservido y alabadoy nuestra sancta fee católica ampliadaque no consentiréisque ninguna persona de cualquier calidad y condisción que sea diga mal a DiosNuestro Señor ni a su sanctísima Madre ni a sus sanctosni diga otrasblasfemias contra su sanctísimo nombre por ninguna ni alguna maneralo cualante todas cosas les amonestaréis a todos; y a los que semejantes delictoscometierencastigarlos heis conforme a derecho con toda la más riguridad queser pueda.

«Itemporque más cumplidamente en este viaje podáis servir a Dios NuestroSeñornoconsentiréis ningún pecado públicoasí como amancebadospúblicamenteni que ninguno de los cristianos de vuestra compañía hayaacceso ni coito carnal con ninguna mujer fuera de nuestra leyporque es pecadoa Dios muy odiosoy las leyes divinas y humanas lo prohiben; y proscederéiscon todo rigor contra el que tal pecado o delicto cometierey castigarlo heisconforme a derecho por las leyes que en tal caso disponen.

«Itemporque en semejantes negociostoda concordia es muy útil yprovechosay por el contrariolas disensiones y discordias son dañosasy delos juegos de naipes y dados suelen resultar muchos escándalos y blasfemias deDios y de sus sanctostrabajaréis de no llevar ni llevéis en vuestracompañía personas algunas que se crea que no son muy celosas del servicio deDios Nuestro Señor y de Sus Altezasy tengáis noticia que es bullicioso yamigo de novedades e alborotadory defenderéis que en ninguno de los navíosque lleváis haya dados ni naipesy avisaréis dello así a la gente de la marcomo de la tierraimponiéndoles sobre ello ciertas penaslas cualesexecutaréis en las personas que lo contrario hicieren.

«Itemdespués de salida el Armada del puerto desta ciudad de Sanctiagotendréis mucho aviso y cuidado de que en los puertos que en esta IslaFernandina saltáredesno haga la gente que con vos fuere enojo alguno ni tomecosa contra su voluntad a los vecinosmoradores e indios della; y todas lasveces que en los dichos puertos saltáredeslos avisaréis dello conapercebimiento que serán muy bien castigados los que lo contrario hicieren; esi lo hicierencastigarlos heis conforme a justicia.

«Itemdespués que con el ayuda de Dios Nuestro Señor hayáis rescebidolos bastimentos e otras cosas que en los dichos puertos habéis de tomaryhecho el alarde de la gente e armas que lleváis de cada navío por símirandomucho en el registrar de las armasno haya los fraudes que en semejantes casosse suelen hacerprestándoselas los unos a los otros para el dicho alarde; edada toda buena orden en los dichos navíos e gentecon la mayor brevedad queser puedaos partiréis en el nombre de Dios a seguir vuestro viaje.

«Itemantes que os hagáis a la velacon mucha diligencia miraréis todoslos navíos de vuestra conservae inquiriréis y haréis buscar por todas lasvías que pudierdessi llevan en ellos algunos indios e indias de los naturalesdesta isla; e si alguno hallardeslo entregad a las justiciaspara que sabidaslas personas en quien en nombre de Su Alteza están depositadosse los vuelvany en ninguna manera consentiréis que en los dichos navíos vaya ningún indioni india.

«Item después de haber salido a la mar los navíos y metidas las barcasiréis con la barca del navío donde vos fuéredes a cada uno dellos por síllevando con vos un escribanoe por las copias tornaréis a llamar la gente decada navío según la tenéisrepartidapara que sepáis si falta alguno delos contenidos en las dichas copias que de cada navío hobiéredes hechoporquemás cierto sepáis la gente que lleváis; y de cada copia daréis un tresladoal Capitán que pusierdes en cada navíoy de las personas que halláredes quese asentaron con vos y les habéis dado dineros y se quedarenme inviaréis unamemoria para que acá se sepa.

«Itemal tiempo que esta postrera vez visitáredes los dichos navíosmandaréis y apercibiréis a los Capitanes que en cada uno dellos pusierdesy alos Maestres y piloto que en ellos van y fueren e cada uno por sí e a todosjuntostengan especial cuidado de seguir e acompañar el navío en que vosfuéredese que por ninguna vía y forma se aparten de vosen manera que cadadía todos os hableno a lo menos lleguen a vista y compás de vuestro navíopara que con ayuda de Dios Nuestro Señor lleguéis todos juntos a la isla deCozumeldonde será vuestra derecha derrota y viajetomándoles sobre elloante vuestro escribano juramento y poniéndoles graves y grandes penas; e si porcasolo que Dios no permitaacaesciese que por tiempo forzoso o tormenta de lamar que sobreviniesefuese forzado que los navíos se apartasen y no pudiesenir en la conserva arriba dicha y allegasen primero que vos a la dicha islaapercebirles heis e mandaréis so la dicha pena que ningún Capitán ni Maestreso la dicha penani otra persona alguna de los que en los dichos navíos fueresea osada de salir dellos ni saltar en tierra por ninguna vía ni manerasinoque antes siempre se velen y estén a buen recaudo hasta que vos lleguéis; yporque podría ser que vos o los que de vos se apartasen con tiempollegasen ala dicha islamandarles heis y avisaréis a todosque a las nochesfaltandoalgún navíohagan sus faroles por que se vean y sepan los unos de los otros;y asimismovos lo haréis si primero llegardesy por donde por la marfuéredesporque todos os sigan y vean y sepan por dónde vais; y al tiempo quedesta isla os desabrazáredesmandaréis que todos tomen aviso de la derrotaque han de llevary para ello se les de su instruición y avisoporque en todohaya buena orden.

«Itemavisaréise y mandaréis a los dichos Capitanes y Maestres y a todaslas otras personas que en los dichos navíos fuerenque si primero que vosllegaren a algunos de los puertos de la dicha isla algunos indios fueren a losdichos navíosque sean dellos muy bien tractados y rescebidosy que porninguna vía ninguna personade ninguna manera e condisción que seasea osadode les hacer agravioni les decir cosa de que puedan rescebir sinsabor ni a loque vaissalvo como están esperandoy que vos les diréis a ellos la causa devuestra venida; ni les demanden ni enterroguen si saben de los cristianos que enla dicha isla Sancta María de los Remedios están captivos en poder de losindiosporque no los avisen y los mateny sobre ello pondréis muy recias ygraves penas.

«Itemdespués que en buen hora llegardes a la dicha isla Sancta Cruzsiendo informado que es ellaasí por información de los pilotos como porMelchiorindio natural de Sancta María de los Remediosque con vos lleváistrabajaréis de ver y sondar todos los más puertos y entradas y aguadas quepudiéredes por donde fuéredesasí en la dicha isla como en la de SanctaMaría de los Remedios e Punta LlanaSancta María de las Nievesy todo lo quehalléredes en los dichos puertos haréis asentar en las cartas de los pilotosy a vuestro escribano en la relación que de las dichas islas y tierras habéisde hacerseñalando el nombre de cada uno de los dichos puertos e aguadas e delas provincias donde cada uno cayerepor manera que de todo hagáis muycumplida y entera relación.

«Itemllegado que con ayuda de Dios Nuestro Señor seáis a la dicha islade Sancta CruzCozumelhablaréis a los caciques e indios que pudierdes dellay de todas las otras islas y tierras por donde fuéredesdiciéndoles cómo vosis por mandado del Reynuestro señora los ver y visitary darles heis aentender cómo es un Rey muy poderosocuyos vasallos y súbdictos nosotros yellos somose a quien obedescían muchas de las generaciones deste mundoe queha sojuzgado y sojuzga muchas partidas déluna de las cuales son en estaspartes del mar Océano donde ellos e otros muchos estány relatarles heis losnombres de las tierras e islas; conviene a sabertoda la costa de Tierra Firmehasta donde ellos estáne la Isla Españolae Sant Joan e Jamaica y estaFernandina y las que más supierdes; e que a todos los naturales ha hecho y hacemuchas mercedesy para estoen cada una dellastiene sus Capitanes e genteeyopor su mandadoestoy en esta Isla; y habida información de aquella adondeellos estány en su nombreos invíopara que les habléis y requiráis sesometan debaxo de su yugoservidumbre e amparo reale que sean ciertos quehaciéndolo así e serviéndole bien y lealmenteserán de Su Alteza y de míen su nombre muy favorescidos y amparados contra sus enemigose decirles heiscómo todos los naturales destas islas ansí lo haceny en señal de serviciole dan y envían mucha cantidad de oropiedrasplata y otras cosas que ellostienen; y asimismo Su Alteza les hace muchas mercedese decirles heis que ellosasimismo lo hagany le den algunas cosas de las susodichas e de otras que ellostenganpara que Su Alteza conozca la voluntad que ellos tienen de servirle ypor ello los gratifique. También les diréis cómo sabida la batalla que elCapitán Francisco Hernándezque allá fuecon ellos huboa mí me pesómucho; y porque Su Alteza no quiere que por él ni sus vasallos ellos seanmaltratadosyo en su nombre os invío para que les habléis y apacigüéis yles hagáis ciertos del gran poder del Rey Nuestro señore que si de aquíadelante ellos pacíficamente quisieren darse a su servicioque los españolesno tendrán con ellos batallas ni guerrasantes mucha conformidad e pazeserán en ayudarles contra sus enemigose todas las otras cosas que a vos osparesciere que se les debe decir para los atraer a vuestro propósito.

«Itemporque en la dicha isla de Sancta Cruz se ha hallado en muchas partesdellay encima de ciertas sepolturas y enterramientos cruceslas cuales dizque tienen entre sí en mucha veneracióntrabajaréis de saber a inquerir portodas las vías que ser pudiere e con mucha diligencia y cuidado lasignificación e por qué la tienen; y si la tienenpor que hayan tenido otengan noticia de Dios Nuestro Señore que en ella padesció hombre algunosysobre esto pondréis mucha vigilanciay de todo por ante vuestro escribanotomaréis muy entera relaciónasí en la dicha isla como en cualesquier otrasque la dicha cruz halláredes por donde fuéredes.

«Itemtendréis mucho cuidado de inquerir y saber por todas las vías yformas que pudiéredessi los naturales de las dichas islas o de algunas dellastengan alguna secta o creencia o ricto o cerimonia en que ellos creen o adoreno si tienen mesquitas o algunas casas de oracióno ídolos o otras semejantescosasy si tienen personas que administren sus cerimoniasasí como alfaquíso otros ministrosy de todo muy por extenso traeréis ante vuestro escribanoentera relaciónpor manera que se le pueda dar fee.

«Itempues sabéis que la principal cosa que Sus Altezas permiten que sedescubran tierras nuevases para que tanto número de ánimas como deinnumerable tiempo acá han estado y están en estas partes perdidas fuera denuestra sancta feepor falta de quien della les dé conoscimiento verdaderotrabajaréis por todas las maneras del mundosi por caso tantaconversacióncon los naturales de las islas e tierras donde vais tuvierdespara les poderinformar dellacómo conozcana lo menoshaciéndoselo entender por la mejorvía e orden que pudierdescómo hay un solo Dios verdaderocriador del cieloy de la tierra y de todas las otras cosas que en el cielo y en el mundo sonydecirles heis todo lo demás que en este caso pudierdes y el tiempo para ellodiere lugary todo lo demás que mejor os paresciere que al servicio de DiosNuestro Señor y de Sus Altezas conviene.

«Itemllegados que a la dicha isla de Sancta Cruz seáis e por todas lasotras tierras por donde fuéredestrabajaréis por todas las vías quepudiéredes de inquerir y saber alguna nueva del Armada que Joan de Grijalvallevóporque podría ser que el dicho Joan de Grijalva se hobiese vuelto aesta isla e tuviesen ellos dello nueva y lo supiesen de ciertoe que estuviesenen alguna parte o puerto de la dicha isla; e asimismopor la misma ordentrabajaréis de saber nueva de la carabela que llevó a su cargo Cristóbal deOlidque fue en seguimiento del dicho Joan de Grijalva. Sabréis si llegó a ladicha islae si saben qué derrota llevóe si tienen noticia o alguna nuevadella e adónde están y cómo.

«Itemsi dieren nueva o supiéredes nuevas de la dicha Armada que está porallítrabajaréis de juntaros con ellay después de juntossi hubiéredessabido nueva alguna de la dicha carabeladaréis orden y concierto para quequedando todo a buen recaudo o avisados los unos de los otros de adónde ospodréis esperar y juntarporque no os tornéis a derramare concertaréis conmucha prudencia cómo se vaya a buscar la dicha carabela e se traiga adondeconcertáredes.

«Itemsi en la dicha isla de Sancta Cruz no supiéredes nueva de que elArmada haya vuelto por ahí o esté cercay supiéredes nuevas de la dichacarabelairéis en su buscay hallado que la hayáistrabajaréis de buscar ysaber nuevas de la dicha Armada que Joan de Grijalva llevó.

«Itemhecho que hayáis todo lo arriba dichosegún y como la oportunidaddel tiempo para ello os diere lugarsi no supiéredes nuevas de la dicha Armadani carabela que en su seguimiento fueiréis por la costa de la isla deYucatánSancta María de los Remediosen la cualen poder de ciertoscaciques están seis cristianossegún y como Melchiorindio natural de ladicha islaque con vos lleváisdice que os diráy trabajaréis por todaslas vías y maneras que ser pudiere por haber los dichos cristianos por rescateo por amoro por otra vía donde no intervenga detrimento dellos ni de losespañoles que lleváis ni de los indiosy porque el dicho Melchiorindionatural de la dicha islaque con vos lleváisconoscerá los caciques que lostienen captivosharéis que el dicho Melchior sea de todos muy bien tractado yno consentiréis que por ninguna vía se le haga mal ni enojoni que nadiehable con élsino vos solo y mostrarle heis mucho amor y hacerle heis todaslas buenas obras que pudiéredesporque él os le tenga y os diga La verdad detodo lo que le preguntáredes y mandáredesy os enseñe y muestre los dichoscaciques; porque como los dichos indios en caso de guerra son mañosospodríaser que nombrasen por caciques a otros indios de poca manerapara que por elloshablasen y en ellos tomasen experiencia de lo que debían de hacer; y por lo queellos dixesen e tiniendo al dicho Melchior buen amorno consentirá que se noshaga engañosino que antes avisará de lo que viereypor el contrarioside otra manera con él se hiciere.

«Itemtendréis mucho aviso y cuidado de que a todos los indios de aquellaspartes que a vos vinierenasí en la mar como en la tierraadondeestuviéredesa veros y hablaros o a rescatar o a otra cualquier cosasean devos y de todos muy bien tratados y rescebidosmostrándoles mucha amistad eamor e animándolos según os paresciere que el caso o a las personas que a vosvinieren lo demanday no consentiréisso graves penasque para ellopondréisque les sea hecho agravio ni desaguisado algunosino antestrabajaréis por todas las vías y maneras que pudiéredescómo cuando de vosse partieren vayan muy alegrescontentos y satisfechos de vuestra conversacióny de todos los de vuestra compañíaporque de hacerse otra cosa Dios NuestroSeñor y Sus Altezas podrían ser muy deservidosporque no podría haber efectovuestra demanda.

«Itemsi antes que con el dicho Joan de Grijalva os juntáradesalgunosindios quisieren rescatar con vos algunas cosas de las que vos lleváisporquemejor recaudo haya en todas las cosas de rescate y de lo que dello se hobiesellevaréis una arca de dos o tres cerraduras y señalaréis entre los hombres debien de vuestra compañía los que os paresciere que más celosos del serviciode Sus Altezas seanque sean personas de confianzauno para Veedor y otra paraTesorero del rescate que se hobiese y rescatáredesasí de oro como de perlaspiedras presciosasmetales e otras cualesquier cosas que hobiere; y si fuere elarca de tres cerradurasla una llave daréis que tenga el dicho Veedor y laotra el Tesoreroy la otra tendréis vos o vuestro Mayordomoy todo se meterádentro de la dicha arca y se rescatará por ante un escribano que dello de fee.

«Itemporque se ofrescerá nescesidad de saltar en tierra algunas vecesasí a tomar agua y leña como a otras cosas que podrían ser menestercuandola tal nescesidad se ofrescierepara que sin peligro de los españoles se puedahacerinviaréiscon la gente que a tomar la dicha agua y leña fuereunapersona que sea de quien tengáis mucha confianza y buen conceptoque seapersona cuerdaal cual mandaréis que todos obedezcany miraréis que la genteque así con él enviardes sea la más pacífica y quieta y de más confianza ycordura que vos pudiéredes y la mejor armaday mandarles heis que en su salidao estada no haya escándalo ni alboroto con los naturales de la dicha islaymiraréis que salgan e vayan muy sin peligroy que en ninguna manera duerman entierra ninguna noche ni se alexen tanto de la costa que en breve no puedanvolver a ellaporque si algo les acaeciere con los indiospuedan de la gentede los navíos ser socorridos.

«Itemsi por caso algún pueblo estuviere cerca de la costa de la mary enla gente del viéredes tal voluntad que os parezca que seguramentepor suvoluntad e sin escándalo dellos e peligro de los nuestrospodáis ir a verle eos determináredes a ellollevaréis con vos la gente más pacífica e cuerda ybien armada que pudiéredesy mandarles heis ante vuestro escribano que ningunosea osado de tomar cosa ninguna a los dichos indiosde mucho ni poco valornipor ninguna vía ni maneraso graves penas que cerca dello les pondréisnisean osados de entrar en ninguna casa dellos ni de burlar con sus mujeresni detocar ni llegar a ellasni les hablarni decirni hacer otra cosa de que sepresuma que se pueden resabiarni se desmanden ni aparten de vos por ningunavía ni manerani por cosa que se les ofrezcaaunque los indios salgan a voshasta que vos les mandéis lo que deben hacersegún el tiempo y nescesidad enque os hallardes e viéredes.

«Itemporque podrá ser que los indiospor os engañar y matarosmostraran buena voluntad e incitaran a que vais a sus pueblostendréis muchoestudio y vigilancia de la manera que en ellos veáis; y si fuéredesiréissiempre muy sobre avisollevando con vos la gente arriba dicha y las armas muya recaudoy no consentiréis que los indios se entremetan entre los españolesa lo menos muchossino que antes vayan y estén por su partehaciéndolesentender que lo hacéis porque no queréis que ningún español les haga ni digacosa de que resciban enojo; porque viéndose entre vosotros muchos indiospueden tener cabida para que abrazándose los unos con vosotrossalgan losotrosque como son muchos podríades correr peligro y perescery dexaréis muyapercibidos los navíosasí para que estén a buen recaudocomo para que sinescesidad se os ofrescierepodáis ser socorrido de la gente que en ellosdexáisy dexarles heis cierta señaasí para que ellos hagansi ennescesidad se vierencomo para que vos la hagáis si la tuviéredes.

«Itemhabido queplaciendo a Nuestro Señorhayáis los cristianos que enla dicha isla de Sancta María de los Remedios están captivosy buscado quepor ella hayáis la dicha armada y la dicha carabelaseguiréis vuestro viaje ala Punta Llanaque es el principio de la tierra grande que ahora nuevamente eldicho Joan de Grijalva descubrióy correréis en su busca por la costa dellaadelantebuscando todos los ríos y puertos della hasta llegar a la bahía deSant Joan y Sancta María de las Nievesque es desde donde el dicho...



 

 

Capítulo XV

De quién fue Hernando Cortés y de sus costumbres y linaje.

Fue Hernando Cortésa quien Dios con los de su compañía tomó porinstrumento para tan gran negocionatural de la villa de Medellínque es enExtremadurauna de las mejores provincias de España. Fue hijo de MartínCortés de Monroyno ricoaunque de noble castay de D.ª Catalina Pizarrodel alcunia de los Pizarros y Altamiranostambién noble. Nasció en el año demill e cuatrocientos y ochenta y cinco. Diéronle sus padres a criar a un amacon menos aparato del que después el valor de su persona le dio. Criósesiempre enfermoy tanto que muchas veces llegó a punto de morir.

Dicen que su amasiendo muy devota del apóstol Sant Pedrose lo ofresciócon gran devoción con ciertos sacrificios dignos de mujer cristiana que hizoyasí piadosamente se cree que por tomarle la piadosa mujer por intercesor yabogadode ahí adelante convaslesció; por lo cualdespués que vino a losaños de discrecióntuvo siempre especial devoción al apóstol Sant Pedrotomándole por su intercesor y abogadode tal manera que desde que tuvo algunaposibilidadcada año lo mejor que él podía celebraba su fiesta. Siendo deedad de catorce años le inviaron sus padres a Salamancadonde en breve tiempoestudió Gramáticaporque era muy hábil; quisieran sus padres que siguiera elestudio de las leyesmas como su ventura le llamaba para empresa tanimportantedexando el estudio por ciertas cuartanas que le dieronde lascuales sanó dentro de ciertos mesesque volvió a su tierraen este comedioel Comendador de Lares se aprestaba para pasar a las Indias. Cortés era ya dediez a nueve años; pidió licencia a sus padresla cual le dieron de buenaganaporque entendían del que era inclinado a la guerra y había mostrado enalgunas cosas que se le ofrescieron queprosiguiéndolasería valeroso enella.

Fletóse en un navío de Alonso Quinteroque iba en conserva de otros cuatronavíos; llegaron todos juntos a las Canariasy en la Gomerahecha oración aSancta María del Pasotomaron refresco. Alonso Quinterocodicioso de venderbien sus mercadurías en la isla de Sancto Domingosin dar dello noticia a suscompañerosse hizo a la vela una noche. Poco después le hizo tan recio tiempoque le volvió al puerto de do había salidoquebrado el mástil. Rogó a loscompañexos que mientras le adereszabale esperasen; hiciéronloaunque no selo debían; partieron todos juntosy después de haber navegado así muchosdíasviendo Quintero el viento prósperoengañado con la cobdiciaqueengaña a muchostornó a adelantarsey como aquella navegación era nueva ylos pilotos eran poco diestros en ellavino Quintero a dar adonde no sabía siestaba bien o mal. No pudo disimular la turbación y tristeza. Visto estolospasajeros se entristecieron muchoy los marinerosno menos turbadossedescargaban de la culpa echándola los unos a los otros. Los bastimentos lescomenzaron a faltary el agua que traían vino a ser tan poca que no bebíansino de la llovediza cogida en las velasque por esto era de peor gusto.Cresciendo los trabajoscrescía en todos la confusión y turbación;animábalos el mozo Cortéscomo el que se había de ver en otros mayoresaprietos.

Estando así confusos e ya más congoxosos de la salud del ánima que delcuerpotemerosos de dar en tierra de caribes do fuesen comidosel Viernessanctocuyo día y lugar los hacía más devotosvino una paloma al navíoasentóse sabre la gaviaque parescía a la que vino a Noé con el ramo de laoliva; lloraban todos de placer y daban gracias a Dioscreyendo que estabancerca de tierra; voló luego la paloma y ellos endereszaron el navío hacia dola paloma ¡ba volandosiguiendo este norte y estrella. El primero día dePascua de Resurrecciónel que velaba descubrió tierradiciendo a grandesvoces «¡tierra!¡tierra!»nuevaporciertoa los que andan perdidos porla marde grandísima alegría y contentocon la cual Cortésaunque mostróplacerno fue tan grande que diese muestra de haber temido como los demás.

El piloto reconosció la Punta de Semanay desde a tres o cuatro díasentraron en el puerto de Sancto Domingopara ellos muy deseadodo hallaron lasotras cuatro naos que había muchos días que estaban en el puerto. Otros diceny tiénese por ciertoque antes que Cortés se determinase de hacer estajornadapidió licencia a sus padres para seguir la guerra en el reino deNápoles; y queo por ir tan pobre de posibilidad cuanto rico de pensamientoso porque la edad entonces hacía su oficiollegando a Valencia mudópropósitode adonde se volvió a sus padres e hizo la jornada que hemos dicho.



 

 

Capítulo XVI

Do se prosigue lo que el pasado promete.

Pasados estos y otros trabajossin los cuales pocas veces los hombres vienena tener estimasaltó Cortés en Sancto Domingoy derecho se fue a casa de DonNicolás de OvandoComendador de LaresGobernador que estonces era de la isla;y después de haberle besado las manos y dicho que era de Extremadurale diociertas cartas de recomendación. El Comendador le rescibió graciosamenteydespués de haberle preguntado algunas particularidades de la tierrale dixoque se fuese con Dios a su posada y que si algo se le ofresciese en que pudieseser aprovechadose lo dixesenporque lo haría de buena voluntad. Con esto sedespidió Cortésbesándole las manos por el ofrescimientoy de ahíadelanteaunque estaba muy pobrey tanto quede una capa se servían tresamigos para salir a negociar a la plazase dio luego al trabajo de las minas yotras granjerías de la tierratomando algún principio para el fin tan dichosoque sus grandes pensamientos prometían.

Dicen otros que saltando en tierrano halló en la ciudad de Sancto Domingoal Comendador a quien llevaba las cartasy que su Secretarioluego que leconoscióle aconsejó pidiese al Cabildo de la ciudad vecindadpara que comoa vecino le diesen solar para edificar casa y tierras donde labraseen elentretanto que otra cosa se ofrescía en que más fuese aprovechado. Aceptó elconsejo y dióle gracias por ély venido el Gobernador a la ciudadle besólas manos y pasó sobre ello lo que hemos referido. Luego de ahí a pocos díasa causa de una gran señora viuda que se llamaba Anacaonase rebelaron lasprovincias de Aniguavagua y Guacayarimaa cuya reducción y pacificación ibaDiego Velázquezpersonacomo al principio deste libro dixede calidad y detodo buen crédito. Fue con él Cortés todo lo mejor adereszado que él pudolo cual fue causa que el Gobernador le diese ciertos indios en tierra delDayguao y la Escribanía del Ayuntamiento de la villa de Achúaque elComendador había fundadodonde Cortés vivió seis años dándose agranjerías y sirviendo su oficio a contento de todo el pueblo.

En este tiempo quiso pasar a Veraguatierra afamada de muy rica; dexó dehacerlo por un dolor grande que le dio en una pierna. Decían sus amigos queeran las bubasporque siempre fue amigo de mujeresy las indias mucho más quelas españolas inficionan a los que las tratan. Con esta enfermedadsea comofuereque ella le dio la vida después de Diosexcusó la ¡da con Nicuesa yse libró de los trabajos y peligros en que se vio Diego de Nicuesa y suscompañeros; porque andando descubriendo y no poblandobuscando mejor tierratraía la gente descontentade manera que hizo algunas crueldades con ellayasí ninguna cosa le subcedió bien.

Fue Cortés hombre afable y gracioso; presciábase de ganar amigos yconservarlosaunque fuese a costa de su hacienda; hacía con mucho calor lo quepodía con ellos; procuró siempre el amistad de los mejores y que más podían;tenía muy claro juicio y aprovechábase muy bien de lo que había estudiado;nunca se determinaba a negociosin pensarlo muy bien y consultarlo con losamigos de quien se confiaba; era amigo de leer cuando tenía espacioaunque eramás inclinado a las armas; veneraba y acataba mucho a los sacerdotes; procurósiempre cuanto en sí fue la pompa y auctoridad del culto divino; honraba a losviejos y tenía en mucho a los valientes y animososypor el contrarioerapoco amigo de los pusilánimos y cobardes.

Cuando vino a mandar y tener cargo de Generalsupo darse maña cómo de losmás fuese amado y temido; gastaba su hacienda con liberalidadespecialmentecuando pretendía más señoríocomo hizo cuando lo de Narváezporqueentendía que ganadas las voluntadesera fácil el ganar las haciendas;perdonaba las ofensas de buena voluntad cuando los que las cometían searrepentían dellas; en el castigar era misericordioso; regocijábase mucho conlas damasy era muy comedido y liberal con ellas; jugaba todos juegos sinparescer tahurmostrando tan buen rostro al perder como al ganar; en lasfiestas y banquetes que hizo fue muy largo. Edificó en México dos casas muysumptuosas; cúlpanle todos no haber hecho iglesiaconforme a la grandeza delas casas; los que le defiendendicen que era su pensamiento hacer el templomás sumptuoso que el de Sevillay que por no haber estonces oficialesespañoles lo dexó. Como quiera que seaél se descuidó más de lo queconvenía. Cúlpanle también muchos de no haber pedido o dado perpectuidad deindios a los conquistadorescomo pudieraa causa de tenerlos siempre debaxo dela mano; pues élaunque tan valerosono pudiera sin ellos conquistar tangrandes reinos y señoríos; no falta quien le defiende destoaunque comohombre no podía acertar en todo. Cúlpanle asimismo muchos de losconquistadores que en el repartir de las ganancias de la guerra tomaba lo más ymejor para sí; podía ser que como a cada uno paresciese que merescía más queel otrole cresciese en el ojo lo que Cortés meresciendo tanto tomaba parasí.

Fue Cortés hombre de mediana disposiciónde buenas fuerzasdiestro en lasarmas y de invencible ánimo; de buen rostrode pecho y espalda grandesufridor de grandes trabajos a pie y a caballo; parescía que no se sabíacansar; velaba mucho y sufría la sed y hambre mucho más que otros; finalmente:cuán dichoso y valeroso Capitán fuesecuán avisado en el razonarcuánrecatado con los enemigoscuán deseoso de que el Evangelio se promulgasecuán piadoso y amigo de los suyos y cuán leal a su Reyparescerá claro porel discurso desta historiaen la cual no tractaré de su muerte hasta que hablecómo y por qué partió desta tierra para Españadonde quedó; y porque hedicho cómo pasó a las Indiase Diego Velázquez le encomendó eldescubrimiento y conquista desta tierradiré por los capítulos siguientescómo casó en Cuba y las pasiones que tuvo con Diego Velázqueztocandoprimero el pronóstico que de su prosperidad tuvo.



 

 

Capítulo XVII

Del pronóstico que Hernando Cortés tuvo de su buena andanza.

No es de pasar en silencioantes que trate las pasiones que Cortés tuvo conDiego Velázquezel pronóstico que él muchas veces contó de la prosperidaden que vino; porque con haber estado en Puerto de Plata con otros doscompañerostan pobre que se huyeron por no tener con qué pagar el fleteestando en Azúa sirviendo el oficio de escribanoadurmiéndose una tardesoñó que súbitamentedesnudo de la antigua pobrezase vía cubrir de ricospaños y servir de muchas gentes extrañasllamándole con títulos de grandehonra y alabanza; y fue así que grandes señores destas Indias y los demásmoradores dellasle tuvieron en tan gran veneración que le llamaban Teultquequiere decir «dios y hijo del sol y gran señor»dándole desta manera otrostítulos muy honrosos; y aunque él como sabio y buen cristiano sabía que a lossueños no se había de dar créditotodavía se alegróporque el sueñohabía tido conforme a sus pensamientoslos cuales con gran cordura encubríapor no parescer locopor el baxo estado en que se víaaunque no pudo vivirtan recatado que en las cosas que hacía no mostrase algunas veces la granpresunción que tenía en su pecho encerrada. Dicen que luegodespués delsueñotomando papel y tinta dibuxó una rueda de arcaduces; a los llenos pusouna letray a los que se vaciaban otray a los vacíos otray a los quesubían otrafixando un clavo en los altos. Afirman los que vieron el dibuxopor lo que después le acaescióque con maravilloso aviso y subtil ingeniopintó toda su fortuna y subcesos de vida.

Hecho estodixo a ciertos amigos suyoscon un contento nuevo y no vistoque había de comer con trompetas o morir ahorcadoe que ya iba conosciendo suventura y lo que las estrellas le prometían; y así de ahí adelante comenzómás claro a descubrir sus altos pensamientosaunquecomo luego diremoslafortuna le contrastaba cuanto podía para que entendamos quecomo dixoAristótelesla virtud y la ciencia se alcanzan con dificultad.



 

 

Capítulo XVIII

De las pasiones que hubo entre Diego Velázquez y HernandoCortés.

Después que Hernando Cortés tuvo entendida la tierra y conosció losmotivos e intentos de Diego Velázquezque eran pretender la gobernación deCubaporque estonces era Teniente de D. Diego Colónhijo del Almiranteprimero descubridordel cual se ha de hablar en la primera parte destahistoriacomenzócomo hombre bulliciosoa tractar con ciertos amigos suyosque sería bien dar aviso al Almiranteque estaba en Sancto DomingocómoDiego Velázquez trataba de alzarse con la gobernación de Cubapara laconquista de la cual había sido inviado Diego Velázquez en nombre de Colón yde los Reyes Católicos en el año de mill e quinientos y once.

Hecha cierta liga para este efecto entra Cortés y sus compañerosescribieron ciertos capítulos contra Diego Velázquezdeterminando de irsesecretamente a la Yaguanaque estaba de allí más de ciento y cincuentaleguasy de allí con canoas pasar un golfo de más de treinta leguas paraentrar en Sancto Domingo. No pudo ser el negocio tan secreto que DiegoVelázquez no lo viniese a entendery así mandó luego prenderloscondeterminación de inviarlos luego al Almirante con los capítulos que habíanhechopara justificar su causa.

Había al presente en el puerto de la villa de Barucoa un buen navíoen elcual mandó meter a Cortés bien aprisionado y debaxo de sosota; pero él tuvomaneraaunque con mucho trabajocómo quitarse las prisiones y salirse por unescotillón a tal hora de la noche que los que en el navío estaban dormían muyprofundamente. Dubdoso qué haríaporque no sabía nadarabrazándose con unmaderocon grande ánimo se echó al agua; a la sazón era la mar menguanteya esta causa la corriente le metió la mar adentro más de una legua de la otraparte del navío. Quiso su ventura queaunque ya estaba cansadovolviendo lacrescientele tornase a tierra. En el camino vio gran copia de tiburones y delagartosde que no poco temió que le tragasen; y asípor este miedo comoporque el trecho era grandevino a desfallecer tanto que muchas veces estuvodeterminado de soltar el madero y dexarse ahogarporque ya no podía sufrir eltrabajo; pero esforzándose lo más que pudoencomendándose a Dios y a suabogado el apóstol Sant Pedrose halló en seco en la costaque una grandeola le había echadoy no como dice Gómaraque trocando sus vestidos con elmozo que le servía y saliendo por la bombase metió en un esquife.

Estandopuesen la playa tornó en sítanteó la tierray abriendo losojosno se puede decir el contento que rescibió reconociendo dónde estaba;pero entendiendo que ya se acercaba el día y que echándole menos las guardasdel navío le habían de buscar par todas partesfuera de camino se escondióentre unos matorralesy cuando fue tiempo se metió en la iglesia de la villadesde la cualcomo vivía cerca Joan Xuárez y su hermana Catalina Xuárezcomenzó a tratar amores con ella. En este comedioJuan Escuderoalguacilmayor quepor dar contento a Diego Velázquezle espió tanto para prenderleque un díapor ver Cortés mejor a la hermana de Joan Xuárezque era de buenparescer y entendimientosaliendo al cimenterio de la iglesiael Alguacilmayorentrando por la otra puertase abrazó con él y lo llevó a la cárcel.Los Alcaldes proscedieron contra él y le sentenciaron rigurosamentede cuyasentencia apeló para Diego Velázquezque verdaderamente era bueno y piadosoel cualrevocando la sentencia y comutándola en una pena muy livianade ahíadelante le favoresció por medio de Andrés de Agüeroel cual privaba muchocon Diego Velázquezpor ser muy cuerdo y valerosoy no como otros dicenmercader. Otros afirmany es creíble de la bondad de Diego Velázquezque unJoan Justeque a la sazón era Alcalde ordinariopor ciertas pasiones quehabía tenido con Cortésle perseguíay que Diego VelázquezcomoGobernadorle amparaba y defendía. Dicen también otroslo que es contrariodestoque dos veces le mandó prender.

Como quiera que fueCortésasí por el valor de su personacomo por mediode Andrés de Duerovino en tanta gracia con Diego Velázquezque por sucomisióncomo paresce por la instruición dello arriba insertaacometió ysalió con el mayor negocio que romano ni griego jamás emprendió niconsiguió.





 

 

Capítulo XIX

Cómo se casó Cortésy de un gran peligro de que se libró.

Acabadas las pasionesDiego Velázquez procuró que Cortés se casase conCatalina Xuárezy efectuado el casamiento como él lo deseabalo festejó lomás que pudoporque era muy inclinado a honrar y favorece a sus amigosespecialmente en tales casosy porque hasta estonces se habían hecho pocoscasamientos.

Era Joan Xuárez hijo de Diego Xuárez y de María de Marcaidavecinos deSevilla. Pasó a la isla Española con el Comendador de LaresD. Fray Nicolásde Ovando. Pasó Catalina Xuárez por doncella de la hija del contador Cuéllarsuegro que fue de Diego Velázquezy después del descubrimiento de Méxicovinieron otras dos hermanas suyas a Cuba y de allí a Méxicolas cualesmurieron sin casarseaunque estaba tractado con personas honradas. Muriódespués Catalina Xuárez en Cuyoacán por octubre del año de veinte y dosdespués de ganado México. No tuvo Cortés della hijo alguno.

Antes de todos estos subcesosporque convenía que pasase por grandestrances el que había de verse en tan gran pujanzaviniendo Cortés un día delas bocas de Bain para Barucoadonde a la sazón vivíaya anochecidoselevantó una gran tempestad que trastornó la canoa en que veníay élcomono sabía nadarpor gran ventura se abrazó con la canoa media legua de tierray atinando a una lumbre de pastores que estaban cenando a la orilla del marayudándole la marca y viento que corría hacia tierrase halló bien fatigadoen la orilladonde conoscido por los pastoresdesnudándole de la ropa quetraía mojadale cubrieron con la mejor que se hallaronencendiendo en elentretanto mayor fuego do se calentase y se enxugase su ropa; diéronle aquellanoche a cenar de lo que teníany a la mañanavestido de su ropaque estabaya enxutase fue a su casaque no estaba lexos de allíagradesciendo con muybuenas palabrasporque las tenía talesel beneficio rescebido.



 

 

Capítulo XX

Do se prosigue la navegación y jornada de Hernando Cortés yprovisión del Armada.

Partiéndose Hernando Cortés del puerto de Sanctiago de Cuba a diez e ochode noviembretan a pesarcomo todos dicende Diego Velázquezinvió luegouna carabela a Jamaica para cargarla de bastimentosmandando al capitán dellaque con lo que comprase se viniese a la Punta de Sant Antónque está al finde la isla de Cuba hacia ponientey él en el entretantocon los demás quellevabase fue a Macacado compró trecientas cargas de pan y mucha cantidadde tocinosy de allíyéndose a la Trinidadcompró un navío de AlonsoGuillén y tres caballos y trecientas cargas de maíz. Allí tuvo aviso quepasaba un navío cargado de vituallas que Joan Núñez Sedeño inviaba a vendera unas minas. Mandó luego que Diego de Ordás le saliese al caminoy pagandolo que era razónpor fuerza o por gradole tomase las vituallas. Diego deOrdás lo hizo asícompró mill arrobas de pan y mill e quinientos tocinos ymuchas gallinasyéndose con todo estocomo le era mandadoa la Punta de SantAntón.

En el entretantoCortés recogió en la Trinidad y en Matanzas y en otroslugares cerca de docientos hombres de los que habían ido con Grijalvaeinviando los navíos delante con los marineros y algunas personas de quien élse confiócon toda la demás gente se fue por tierra a la Habanaque estoncesestaba pobladaa la parte del sura la boca del río Onicaxonal. Los vecinosde allítemiendo enojar a Diego Velázquezno quisieron venderle bastimentosalgunosy élcomo iba puesto en justificar su negocio lo mejor que pudieseaunque era más poderoso que ellosno quiso tomar nada por fuerzay asícomprando de uno que cobraba los diezmos y de un receptor de bulas dos milltocinos y otras tantas cargas de maíz e yuca e ajoscontento de haberproveído medianamente su flotaprosiguió su viaje.

Llegaron luego en una carabela ciertos caballerosde los cuales eran losprincipalesy que después fueron Capitanes en la conquista de la NuevaEspañaFrancisco de MontejoAlonso de ÁvilaPedro de Alvarado y Cristóbalde Olid. Recibiólos Cortés con muy alegre rostroporque eran personas demucha cuenta y de quien después se ayudó mucho. Así en conserva llegaron aGuaniguanicodonde ordenando su gente y concertando su matalotajevino uncriado de Diego Velázquez que se decía Garnicacon cartas por las cuales lerogaba afectuosamentecon palabras de mucho amorno se partiese hasta que seviesen. Este mismo mensajero traxo también cartas y mandado de Diego Velázquezpara Francisco de MontejoAlonso de ÁvilaPedro de AlvaradoDiego de OrdásCristóbal de OlidMoralesEscobar y Joan Velázquez de Leónque todoshabían sido sus criados y capitanessi no era Alonso de Ávilaa quien teníapor particular amigoencargándoles y mandándoles que impidiesen el viaje aCortésy que como leales amigos se lo prendiesen y enviasen a buen recaudo.Los más dellos vinieron en que era bienpues Cortés daba tan claras muestrasde quererse alzar contra Diego Velázquezde quien tan buenas obras habíarescebidoque le prendiesenaunque algunos eran de parescer contrariodiciendo que aquel era el hombre que ellos habían menestery no a Grijalvaque de las manos dexó la buena ventura para sí y para otros; y como siemprevencen los que son másdeterminóse muy en secreto que en el navío de Diegode Ordás hiciesen un banquetepara el cual convidando a Cortésdespués dehaber comidole pudiese prender con alguna gente que para ello tenían puestade secreto.

Cortésno sabiendo de las cartas que a aquellos caballeros se habían dadonada receloso del convitele aceptó con alegre rostroy metiéndose con pocosen una barca para entrar en el navío de Diego de Ordástuvo avisocréeseque de alguno de los que contradixeronde lo que estaba tratado; fingió luegovómito de estómagoy metiendo la manó echó un poco de flemay asídiciendo que se sentía mal dispuesto y que no estaba para comeragradesciéndoles mucho la comidaaunque en su pecho sentía otra cosasevolvió a su navíoadonde llamó luego a los que entendía que eran susamigosy a unos rogó que estuviesen apercebidos y a punto para lo que seofrescierey a otros de quien más se confiabadescubrió el secreto y laintención que contra él tenía Diego Velázquez de impedirle la jornadadándoles en esto a entender cuánto a todos importaba que él y no otro lahicieseporque si Diego Velázquez la cometía a otrono sería tan amigodellos como él. Los unos y los otroscon juramentos y palabras de mucho amorle ofrescieron sus personas y vidasprometiéndole de morir donde él muriese.

Confiado Cortés de la promesa déstosque eran los más de la flotase dioluego tan buena maña y tanta priesa que aquella noche hizo embarcar toda lagentey antes del día salió del puertoque fue la peor repuesta que sepodía dar a Diego Velázquez. Todavía los Capitanesaunque se hacían a lavelaestaban en propósito de prender a Hernando Cortéscuando para ellohobiese tiempo; pero como Dios quería otra cosalevantóse de súbito una tangran tormentaque de tal manera apartó los unos de los otrosque apenas ibanavío con navío. Visto estolos Capitanes mudaron el propósitoy algunosdellos lo manifestaron a Hernando Cortésprometiéndole de serle lealesamigospues veían que claramente Dios era servido que él y no otroprosiguiese tan importante negocio. Élcomo sagazno descubriendo el vómitoque había fingidopor no darles a entender que les había tenido miedodeahí adelante los tractó con más amor y hizo mayor confianza dellosdiciendoque como con Diego Velázquez habían sido tan lealesasí lo serían de ahíadelante con ély él quedaría obligado a morir por ellos cuando seofresciese.



 

 

Capítulo XXI

De los navíos y gente de Cortésy la bandera y letra quetomó.

Llegados todos los navíos y gente del armada de Cortés a Sant Antónhizoluego allí alardey halló que llevaba quinientos e cincuenta españolesdelos cuales los cincuenta eran marineros. Repartió toda la gente en oncecompañías y diólas a los capitanes Alonso de ÁvilaAlonso Hernández PuertoCarreroDiego de OrdásFrancisco de MontejoFrancisco de MorlaFrancisco deSaucedoJoan de EscalanteJoan Velázquez de LeónCristóbal de Olid y a unFulano de Escobary Cortés como General tomó otra; y así los once Capitanescada uno con su gentese embarcaron en once navíospara que cada Capitántuviese cargo de su gente y navío. Nombró por piloto mayor de la flota aAntón de Alaminosporque era el que mejor entendía el viajea causa que enel primero descubrimiento había ido con Francisco Hernández de Córdoba ydespués con Grijalva. Aliende de toda esta gentepara el servicio dellallevaba Cortés docientos isleños nascidos en Cuba y ciertos negros y algunasindias para hacer pany diez y seis caballos e yeguas. De matalotaje se hallóque había cinco mil tocinosseis mill cargas de maízmucha yuca y gran copiade gallinasvinoaceite y vinagre el que era menestergarbanzos y otraslegumbres abastomucha buhonería o merceríaque era la moneda y rescate paracontratar con los indiosporqueaunque tenían mucho oro y platano teníanmoneda delloni de otro metalsino era en ciertas partesunas como pequeñasalmendras que ellos llamaban cacauatly déstas hoy por más dequinientas leguas de tierra usan los indios en la Nueva España en lugar demoneda menudaporque también usan de la nuestra; y de comida y bebidarepartió Cortés matalotaje y rescate por todos los navíosconforme a lo quecada uno había menester.

La nao capitanadonde Cortés ibaera de cien toneles; otras había de aochenta y de a sesentapero las más eran pequeñas y sin cubiertacomobergantines. La bandera que Hernando Cortés tomó y puso en su navío era detafetán negrosu devisa era una cruz colorada en medio de unos fuegos azules yblancos; el campo y orla negros; la letra que iba por la orla decía: «Amigosla cruz de Cristo sigamosque si en ella fee tuviéramosen esta señalvenceremos.» Era tan devoto de la Cruzque doquiera que llegabahabiendo paraello lugar decenteponía una cruz en el sitio más alto que hallabapara quede lexos pudiese ser vista y adorada de los que después por allí pasasen;queriendo también dar a entender a los moradores de aquellas tierras a quieniba a convertir a nuestra sancta feeque en otra señal como aquellaJesucristoDios y Hombremurió para que el hombre se salvase y heredase elcielopara el cual Dios le había criado; y aunque dicen algunos que losprimeros descubridores hallaron cruceslos indios más las tenían acaso quepor saber lo que eran ni lo que significabancomo muchos de los antiguos lasteníanpor tormentoafrenta y oprobiosalvo si no decimos que Dios por susocultos juicios quiso que las hobiese en todas las partes del mundoy en estospara que los moradores dellasque habían de ser alumbrados por los españolescon devoción considerasen el misterio que en tal señal por tanto tiempo leshabía estado encubiertay en otras para dar a entender que después que en talseñalel que era y es vidaJesucristo Nuestro Señor y Diospor darnos vidamurió fuese tan honrosa que todo cristiano se arrodillase a ella como al mismoCristo que en ella nos redimiópor lo cual Cortés con gran razóncomo elEmperador Constantinoponiéndose debaxo desta fuerte bandera y estandartedixo lo que él: «En esta señal venceremos»y fue así que le fue tanfavorableque Príncipe en el mundo no hizo tan señaladas cosas.



 

 

Capítulo XXII

De la plática y razonamiento que Cortés hizo a suscompañeros.

Ordenado todo como tenemos dichoHernando Cortésen quien era nescesariopara tan dichosa jornada concurriesencomo concurrían a la igualsaber yesfuerzoparesciéndole que era razónpues ya estaba todo a punto y nofaltaba otra cosa sino el comenzaranimase a sus compañeros; y para que todostuviesen entendido cuánto importaba la jornada que emprendíanhaciendo señalde silenciopuesto en parte de donde de todos pudiese ser oídoles habló enla manera siguiente:

«Señores y hermanos míos: Entendido tengo que cada uno de vosotros enparticular habrá hecho su consideración del viaje y conquista que al presenteintentamosy cómo en ella ponemos el cuerpo a tantos trabajos y la vida atantos peligrosentrando por mar que hasta nuestros días no ha sido decristianos navegadoy procurando tan pocos en número como somos (aunquemuchoscomo espero en Diosen virtud y esfuerzo)entrar por tierras tangrandes que con razón las llaman Nuevo Mundomoradas y habitadascomo tenemosentendidode casi infinitos hombresen lenguacostumbres y religión y leyestan diferentes de nosotrosque siendo la similitud causa y vínculo de amornopueden dexar de extrañarnos mucho; y no habiendo de presenteaunque leshagamos muy buenas obrascómo se confíen de nosotrossernos enemigosrecatándose de que los engañemosprincipios tan duros y ásperosverdaderamente no se pueden hacer fáciles y sabrosossi no se considera lagrandeza del fin en quien van a parar; y pues este es el mayor y más excelenteque en la tierra puede haberque es la conversión de tan gran multitud deinfielesjusto es quepues llevamos oficios de apóstoles y vamos alibertarlos de la servidumbre y captiverio de Satanásque todo trabajoheridas y muertes demos por bien empleadas; pues haciendo tanto bien a estasbárbaras nasciones y tanto servicio a Dioslo mejor ha de redundar ennosotrosporque este es el mayor premio del que hace bienque goza dél másque aquel a quien se hacecomo del que hace mallloverle encima. Ofensas hemoshecho todos a Dios tan grandesque por la menor dellassegún su justiciamerescemos muy bien el infierno; y puessegún su misericordianos ha hechotanta merced de tomarnos por instrumento para alcanzar al demonio destastierrasquitarle tantos sacrificios de carne humanatraer al rebaño de lasescogidas tantas ovejas roñosas y perdidasyfinalmentehacer a Ia DivinaMajestad tan señalado servicio entre tantos trabajos y peligros como se nosofrescerángrande alivio y verdadero consuelo es saber que el que murieremuere en el servicio de su Dios y predicación de su feey el que quedaresialgo nos debe mover lo temporalpermanescerá en tierra prósperaillustrarásus descendienteshallará descanso en la vejez de los trabajos pasadosynuestro Rey e señor tendrá tanta cuenta con nuestros serviciosquegratificándoles como puedeanime a otros quecon no menos ánimo que nosacometan semejantes empresas; y porque veáis claro que en esta jornada seinteresan el servicio de Diosla redención destos miserablesel rendir aldemonioel servir a nuestro Reyel illustrar vuestras personas y elennoblecerse y afamar vuestra nasciónel ganar gloria y nombre perpectuoelesclarecer vuestros descendientes y otros muchos y maravillosos provechosqueno todossino cualquiera dellos basta a inflamar y encender cualquier ánimocuanto más el del español; será superfluo y aun sospechoso con más palabrastractar cuánto nos convienepues hemos puesto la mano en la esteva del aradopor ningún estorbo volver atrásque grandes cosas jamás se alcanzaron sintrabajo y peligro. Lo que de mí os prometo es que con tanto amor procuraré eladelantamiento de vuestras personas como si fuésedes hermanos míos carnalesyporque todos miran al Capitánno se ofrescerá trabajo ni peligro que en élno me halle yo primero. Esto era lo que pensaba deciros. Eacaballerosvalerosos; si a mis palabras habéis dado el crédicto que es razóncomenzadmea seguir; y si hay algo que respondermelo haced luegoque tan buena fortunano es razón dexarla de las manos.»

Acabado este razonamientofue grande el contento que todos mostraron y elesfuerzo que tomarony tomando la mano uno de los Capitanesque algunos dicenque fue Pedro de Alvaradootros que Francisco de Montejole respondió así:

«Valeroso y excelente Capitán nuestroa quien Dios proveyó por tal paraadelantamiento nuestro y pro de tantas nasciones como esperamos conquistar; notenemos que respondertemás de quepues has hablado conforme a lo que quierenánimos españolesque nos hallarás tan a tu voluntadpues esta es lanuestraque en ninguna cosa echarás menos nuestrafidelidadamor e esfuerzodiligencia y cuidado; y pues a cada uno de nosotros y a todos juntos convieneseguirtepor lo que nos prometesla última palabra nuestra es que mandes loque se debe hacerpues nosotros estamos esperándolo para obedescerte.»

Muy alegre Cortés con la repuesta de sus compañerosdicha primero una misaal Espíritu Sanctoponiendo por intercesor a su abogado Sant Pedrohizoseñal de que todos se hiciesen a la vela.



 

 

Capítulo XXIII

Cómo Cortés partiendo para Cozumelun navío se adelantó yde lo que subcedió.

Acabado el razonamiento de Cortés y la respuesta de los suyostodos conalegre ánimooída primero una misa que se dixo al Espíritu Sanctosecomenzaron a embarcar cada Capitán en su navíocomo de antes estabaconcertado. Yendo todos en conservadicen que un navíoo con tiempo (y estoes lo más cierto) o porque era más velerose adelantó y vino a surgir a unpuerto que más tiene manera de playa que de puerto; estaba algo escondido yhacía un poco de abrigo. Puestos allíno sabiendo dónde estabanvieronmirando a la costauna lebrela quecomo sintió ruido de gente y reconoscióser voces de españolescoleando y ladrando dio muestras de querer pasar adondeel navío estaba. Los nuestrospadesciendo ya nescesidad de comidaconsiderando que donde aquella lebrela estabadebía de haber gente españolaque los socorriesemetiéronse algunos en una barcay pasando de la otraparteno hallaron más de la lebrelala cual hizo grandes extremos dealegríacoleandosaltandoladrando y corriendo de una parte a otra.

Los nuestros la regalaron mucho y traxeron consigola cualproveyéndoloDios asíles fue tan provechosa que sola cazó muchos conejosde que lasnuestros se sustentabany acompañada de dos o tres cazó muchos venadostantoque no solamente proveyó bastantemente a la nescesidad de la hambrepero hízose dellos tanta cecina en el navío que despuésllegados los otrosla repartieron entre ellos. Lo que se pudo saber de hallar aquella lebrela fueque con tiempo un navío de españoles dio en aquella costay sin perderseestuvieron allí algunos díasy después como con nescesidad se hiciesen a laveladexaron allí la lebrela sin acordarse dellapara que despuésporoculto juicio de Diosfuese ayuda de otros perdidos.



 

 

Capítulo XXIV

Cómo Cortésprosiguiendo su viajellegó a la isla deCozumel.

Yendo Hernando Cortés con su flota a vista de tierra en demanda de la NuevaEspañahabiendo salido con muy buen tiempoque fue una mañanaa diez e ochodías del mes de hebrero del añodel Señor de mill e quinientos y diez enuevehabiendocomo es usodado nombre a todos los Capitanes y pilotosquefue de Sant Pedro su abogadoavisándoles asimismoproveyendo para loporvenirque todos tuviesen ojo a la capitanaque llevaba un gran farol parade nochey cómo el viaje que habían de hacer desde la Punta de Sant Antónque es en Cubapara el cabo de Cotocheque es la primera punta de Yucatáncomo era casi leste oestecomo quien dice de oriente a occidente: y comodespués habían de seguir la costa entre norte y ponientela primera noche quecomenzaron a navegar para atravesar aquel pequeño estrechoque es de poco másde sesenta leguaslevantóse el viento nordeste con tan recio temporal quedesbarató la flotade manera que cada navío fue por su parteaunque todosllegaron sin perderse ningunode uno en uno y de dos en dosa la isla deCozumeldo estaba el navío que halló la lebrela.

«Los indios de la islacomo vieron surtos tantos navíostemieronyalzando el hatose metieron al montey otros se escondieron en cuevas. Viendoesto Cortésmandó a ciertos soldados queadereszados como conveníasaltasen en tierra y viesen qué había; los soldados fueron a un templo deldemonio que no estaba lexos de la costa; era el templo sumptuoso y de hermosoedificio; allí luego hallaron un pueblo de buenas casas de cantería; entrarondentroestaba despobladohallaron alguna ropa de algodón y ciertas joyas deoroque llevaron a su Capitán. Holgóse Cortés de verlasy traídos algunosindioshaciéndoles buen tratamientomostrándoles cuanto amor pudo ydándoles algunas cosillas que hay entre nosotroscon alegre semblante losinvitó a los suyoslo cual fue causa que los demás indios poco a pococomenzasen a salir y a venirtrayendo a los nuestros pan de maízfructas ymucho pescadoque de todo esto había abundancia en aquella isla. Rescibíanlosmuy bienlos nuestrosporque así estaban avisados de su Generalel cual paramás asegurar aquellos indiosdio al señorllamado Calatunique habíavenido con ellosciertas cosas de mejor parescer y de más presciolas cualesdio a entender el señor o cacique que tenía en mucho; y asídespués dedespedidole invió muchos presentes de comidalos cuales Cortésdándolesotras cosasrescibió alegremente; y para más asegurarlos y que entendiesenque él ni los suyos no venían a hacerles malhizo una cosa que les aprovechómuchoy fue que mandó traer delante de los indios todas las preseas y oro quelos soldados habían traído del pueblopara que los indiosconosciéndolascada uno tomase lo que era suyo. Destocomo era razónse maravillaron losindios muchoy tomando cada uno lo que conosció ser suyomuy contentos sevolvieron a su señorel cual de ahí adelante con más amor proveyóabundantemen a los nuestros.



 

 

Capítulo XXV

Cómo en Cozumel tuvo lengua de Jerónimo de Aguilar.

Estando desta manera Cortésy cresciendo siempre entre los suyos y losindios de Cozumel la contractación y amistadtuvo noticia que en la costa deYucatán la tierra adentro había cinco o seis españoleslos cuales los indiosde Cozumel dieron a entender por señasdiciendo que eran unos hombres como losnuestrosy tocándose sus barbasdaban a entender que las de aquellos eranlargas y crescidas. Entendiendo Cortés ser españolesle tomó gran voluntadde saber dellos; pero como era dificultosoy él deseaba proseguir su jornadano hizo tanto caso como debiera; pero como Dios encaminaba los negocios mejorque Cortés lo podía desearsaliendo Cortés dos o tres veces del puerto deCozumel en demanda de la Nueva Españacon tiempo que le hizo muy bravosevolvióy entendiendo por esto que Dios quería que aquellos cristianossaliesen de captiverio y volviesen al servicio de Diosinvió a Diego de Ordásy a Martín de Escalante por Capitanes de dos bergantinesy en el batel de lacapitana invió una canoa a aquellos españolesdándoles por ella a entenderque él era venido allí con once navíosy que lo mejor que pudiesen seentrasen en aquel batelen guarda del cual inviaba dos bergantinespara quecon más seguridad se viniese con ellos. Estos Capitanessospechando queAguilar no sabría leer muy bienescribieron otra carta de letra de redondoque contenía lo mismo que la del Generalañadiendo que les esperarían seisdías. Dieron la una carta y la otra a dos indios que llevaban de la isla deCozumellos cualesaunque con mucho miedoporque tenían guerra con los deaquella costaentraron la tierra adentro. Los nuestros esperaron la repuestalos seis días que prometieron y otros dos después. EntretantoCortés estabacon penacreyendoo que los españoles eran muertoso que los indios nohabían llevado las cartas; y asíhaciendo muy buen tiempodeterminó deembarcarse y proseguir su viaje. Saliendo con tiempo prósperosúbitamente selevantó una tan gran tempestad que pensaron todos perescery así les fueforzadoque fue la tercera veztornar al puerto.

Los indios que llevaban las cartaspara darlas secretamente a Aguilar y alos otros españoleslas metieron entre el rollo de los cabellosque lostraían muy largos. Dieron las cartas a Aguilarel cual estuvo muy dubdoso silas mostraría al caciquesu señorosi se iría con los mensajeros; yfinalmenteasí por cumplir con su fidelidadcomo porque no se le sigua algúnpeligrofue con ellas a su señory diciéndole lo que conteníanel señorle dixo sonriéndose: «AguilarAguilarmucho sabesy bien has cumplido conlo que debes al amor y fidelidad que como buen criado debías tener y has hechomás de lo que pensabasporque te hago saber que yo antes que tú tuve estascartas en mis manos»; y fue asíporque los indiosno sólo guardan fidelidada su señorpero al extraño cuando le van a hablar; y asíéstosdesecretoaunque los nuestros les habían mandado lo contrarioacudieron primeroal señor.

Entendidopuespor el cacique lo que las cartas conteníanadmirándose deque el papel supiese hablar y que por tan menudas

señales los ausentes manifestasen sus conceptosporque entre los indioscomo antiguamente los egipcios (según escribe Artimidoro)no se entendían porletrassino por pinturasreportándose un poco el señorque se habíaalterado con las nuevas (porquecomo adelante diremosle era muy provechosoAguilar)le dixo: «Aguilarpues¿qué es ahora lo que tú quieres?»alcual respondiendo Aguilardixo: «Señorno más de lo que tú mandares.»Convencido el cacique con el comedimiento de Aguilarle tornó a decir:«¿Quieres ir a los tuyos?» Replicó Aguilar: «Señorsi tú me daslicenciayo iré y volveré a servirte.» El cacique con rostro más sereno yalegre le dixo: «Pues vee enhorabuenaaunque sé que no has de volver más.»Con todo esto le detuvo dos días esperando si él se iba o arrepentíay comovio que no hacía lo uno ni lo otrole llamó y dixo: «Aguilargrande ha sidotu bondadtu humildadfidelidad y esfuerzo con que en paz y en guerra me hassiempre servido; digno eres de mayores mercedes que yo te puedo hacer; y aunquepor una parte me convida el amor que te tengo y la nescesidad en que me tengo devercaresciendo de tu compañíapor otraeste mismo amormerescido por tusbuenos serviciosy lo que yo debo a señorme fuerzan a que te dé libertadque es la cosa que el captivo. más desea; y pues es esta la mayor merced que yote puedo hacervete norabuena a los tuyosy ruégote por esta buenaobra quete hago y por otras que te habré hechoque me hagas amigo desos cristianospues como por ti he entendidoson tan valientes.»

Aguilarrescebida la licenciacon grande humildad se le postró a los piesy con muchas lágrimas en los ojos (creo que del demasiado contento) le dixo:«Señortus dioses queden contigoque yo cumpliré lo que me mandas como soyobligado». De allí se fue a despedir de otros indios principales con quientenía amistad. Dicen que el cacique le invió acompañado con algunos indioshasta la costadonde le guiaron los indios que le traxeron las cartas. Andandopor la costahalló cómo los bergantines le habían esperado por allí ochodíase muchas cruces levantadas de cañas gruesasa las cualeshincado derodillascon grandes lágrimas adoraba y abrazabaparesciéndole que ya estabaen tierra de cristianos y que su largo deseo era cumplido; y como vio que losbergantines no parescían por la costaentristecióse algún tanto; y pensandoen el remedio que tendría para conseguir su deseoyendo más adelantevio losranchos hechos de palmas do los nuestros habían estado; y creyendo que estabandentrocon gran alegría apresuró el pasoy como llegado no halló a nadiedesmayó mucho; pero como Dios lo guiaba yendo pensativo por la costa abaxoandada una leguatopó con una canoa llena de arenala cual vació con ayudade tres indios que con él iban. Tenía la canoa podrido un lado y por élhacía agua. Aguilar se metió con ellos en la canoa para ver si podríanavegary como vio que hacía tanta aguahaciendo saltar los dos en tierrasequedó con el unoacostándose al lado que no hacía agua; y como vio que destamanera podía navegarsalió a tierra para buscar algún palo con que remase.Proveyó Dios que halló una duela de pipa con que muy a su placer pudo remar; yasíyendo la costa abaxo en busca de los navíosatravesando por lo másangostoque por lo menos serían cinco leguasdio en la costa de Cozumelypor las grandes corrientes vino a caer dos leguas de los navíos. Como los viosaltó en tierra con el compañeroe yendo por la playa adelante otro díaqueera primer domingo de Cuaresmaya que el General y su gente habían oído misay estaban a pique para tornarse a partirun español llamado Ángel Tintoreroque salía de caza aquella mañana de los montesestando sacando camotesquees una fructa de la tierraalzando la cabeza vio venir a Aguilary dándole elcorazón lo que erale dixo: «Hermano¿sois cristiano?y respondiendoAguilar que sísin más aguardarÁngel Tintorero respondió: «Pues yo voy apedir las albricias al General»el cual había mandado cient pesos al primeroque le diese nuevas del cristiano que tanto deseaba ver.

Corrió tanto Ángel Tintoreropor que otro no ganase las albriciasdiciendo a los que topaba que venían indios de guerrahaciéndoles destamanera volver al realque llegó casi sin habla do el General estabaal cualpidió las albriciasy otorgándoselasfue tanta la alegría con que hablabaque casi fuera de síunas veces le llamaba Señoríay otras Merced.Finalmentecontando lo mejor que pudo lo que le había subcedido y cómoAguilar veníafue tan grande el alegría que rescibió toda la genteque conhabei mandado Cortésdebaxo de penaque ninguno saliese a verlelos más delexércitounos en pos de otrossalieron por tierray casi todos los marinerospor la mar se metieron en las barcas a buscarle: y cuando los delanteros queiban por tierra toparon con éldieron muchas gracias a Diosy abrazándole lepreguntaron diversas cosas. Aguilar estaba tan alegre que apenas podíaresponder. Acompañadopuesde mucha gente llegó a la tienda del General;venía desnudo en carnescubiertas sus vergüenzas con una vendaque losindios llaman mástil; tresquilada la cabeza desde la frente y lados hasta lamolleralo demás con cabellos muy crescidosnegros y encordonadoscon unacinta de cuero colorado que le llegaba más abaxo de la cinta; llevaba un arcoen la mano y un carcax con flechas colgado del hombroy del otro una como bolsade reden la cual traía la comidaque era cierta fructa que llaman camotes.Venía tan quemado del solque parescía indiosino fuera por la barba que latraía cresciday los indios de aquella tierra acostumbraban a pelársela conunas como tenazuelascomo hacen las mujeres las cejas; venía todo enbixadoque es untarse con un cierto betún que es colorado como almagraaprovecha estocontra los mosquitos y contra el calor del sol; venía acompañado del indio dela canoa; otros dicen que con los dos indios que le llevaron las cartas.

Y porque pretendo no callar otras opinionesescribe Motolineaa quiensiguió Gómaraque el primer domingo de Cuaresma que Cortés y su gentehabían oído misa para partirse de Cozumelvinieron a decirle cómo una canoaatravesaba y venía a la vela de Yucatán para la islae que venía derechahacia do las naos estaban surtasy que salió Cortés a mirar a do ibay comovio que se desviaba algo de la flotadixo a Andrés de Tapia que con algunoscompañeros encubiertamente fuesen por la orilla del agua hasta ver si los queiban en la canoa saltaban en tierra; hiciéronlo asíla canoa tomó tierratras de una punta y salieron della cuatro hombres desnudoslos cuales traíanlos cabellos trenzados y atados sobre la frentecomo mujerescon los arcos enlas manos y a las espaldas carcáxes con flechas; acometiéronlos los nuestroscon las espadas desenvainadas para tomarlos; los tres delloscomo eran indioshuyeron; el otroque era Aguilarse detuvoy en la lengua de los indios dixoa los que huían que no temieseny volviendo el rostro a los nuestrosles dixoen castellano: «Señores¿sois españoles?» Otros dicen que dixo:«Señores¿sois cristianos?» Respondiéronle que síse alegró en tantamanera que lloraba de placere hincándose luego de rodillasalzando las manosal cielodio muchas gracias a Dios por la. merced que le había hecho ensacarle de entre infielesdonde tantas ofensas se hacían a Diosy ponerleentre cristianos. Andrés de Tapiaatajándole la pláticallegándose a éllo abrazó amorosamente y dio la mano para que se levantase; abrazáronle losdemásy así se vino con los indios compañeroshablando con Andrés deTapiadándole cuenta cómo se había perdidohasta que llegó do estaba elCapitán.



 

 

Capítulo XXVI

Cómo Aguilar llegó do estaba Cortésy de cómo le saludóy fue rescebido.

Era tan grande el deseo que los nuestros tenían de ver a Aguilar e de oírlas extrañezas que había de contarque unos se subían en lugares altosotros se adelantaban a tomar lugares do Cortés estabaotros iban muy juntoscon élpara entrar juntamente e oírle lo que diría. LlegadopuesAguilardo Cortés estabadesde buen espacio atrásinclinada la cabezahizo grandereverencia; lo mismohicieron los indios que con él veníanyluegollegándose más cercadespués de haberle dado a Cortés la norabuena de suvenidase puso con los indios en cuchillasponiendo todos a los lados derechossus arcos y flechas en el suelo; poniendo las manos derechas en las bocasuntadas de la salivalas pusieron en tierray luego las traxeron al lado delcorazónfregando las manos. Era esta la manera de mayor reverencia yacatamiento con que aquellos indios [veneraban] a sus Príncipesdandocomocreoa entenderque se allanaban e humillaban a ellos como la tierra quepisaban.

Cortésentendiendo ser esta cerimonia y modo de salutacióntornó a decira Aguilar que fuese muy bien venidoporque era dél muy deseadoydesnudándose una ropa largaamarilla con una guarnición de carmesícon suspropias manosse la echó sobre los hombrosrogándole que se levantase delsuelo y se sentase en una silla. Preguntóle cómo se llamaba e respondió queJerónimo de Aguilary que era natural de Écija. A estodiciéndole Cortéssi era pariente de un caballero que se llamaba Marcos de Aguilarrespondió quesí. Sabido estole volvió a preguntar si sabía leer y escrebiry comorespondió que síle dixo si tenía cuenta con el añomes y día en queestabael cual lo dixo todo como eradando cuenta de la letra dominical.Preguntadas otras cosas desta manerale mandó traer de comer; Aguilar comió ybebió poco. Preguntado que por qué comía y bebía tan templadamenterespondió como sabioporque a cabo de tanto tiempo como había estadoacostumbrado a la comida de los indiossu estómago extrañaría la de loscristianos; y siendo poca la cantidadaunque fuese venenono le haría mal.Dicen que era ordenado de Evangelioy que a esta causacomo adelante diremosnunca se quiso casar. Hízole Cortés muchos relgalos y cariciasconosciendo lanescesidad que tenía de su personapara entender a los indios que iba aconquistary porque era largo para de una vez informarse del subceso de su viday cómo había venido a aquel estadole dixo que se holgase y descansase hastaotro díamandando al mayordomo que lo vistieseel cual estonces no la tuvopor mucha mercedporque como estaba acostumbrado de tanto tiempo a andar encarnesno podía sufrir la ropa que Cortés le había echado encima.



 

 

Capítulo XXII

De lo que otro día Aguilar contó.

Otro díacon no menos gentepreguntándole Cortés cómo había venido enpoder de aquellos indiosdixo: «Señorestando yo en la guerra del Darién yen las pasiones de Diego de Nicuesa y Blasco Núñez de Balboaacompañé aValdiviaque venía para Sancto Domingo a dar cuenta de lo que allí pasaba alAlmiante y Gobernador y por gente y vituallas y a traer veinte mill ducados delRey. Esto fue el año de mill e quinientos y once; e ya que llegábamos aJamaica se perdió la carabela en los baxíos que llaman de Las Víboras o delos Alacranes o Caimanos. Con dificultad entramos en el batel veinte hombres sinvelas e sin pan ni agua e con ruin aparejo de remos.» Esto dice Motolinea.Otros que oyeron a Aguilar dicen que los que entraron en el batel no fueron sinotrecede los en cuales murieron luego los sieteporque vinieron a tan grannescesidad que bebían lo que orinaban; los seis vinieron a tierrade loscuales los cuatro fueron sacrificados por los indios; quedaron los dosquefueron Aguilar y un Fulano de Morales.

Prosiguiendo Aguilar su pláticadixo: «E desta manera anduvimos catorcedíasal cabo de los cuales nos echó la corrienteque es allí muy grande yva siempre tras del sola esta tierraa una provincia que se dice Maya. En elcamino murieron de hambre siete de los nuestrosy viniendo los demás en poderde un cruel señorsacrificó a Valdivia y a otros cuatro; y ofresciéndolos asus ídolosdespués se los comióhaciendo fiestasegún el uso de latierrae yo con otros seis quedamos en caponerapara que estando más gordospara otra fiesta que veníasolemnizásemos con nuestras carnes su banquete.Entendiendo nosotros que ya se acercaba el fin de nuestros díasdeterminamosde aventurar la vida de otra manera; así que quebramos la jaula dondeestábamos metidos e huyendo por unos montessin ser vistos de persona vivaquiso Dios queaunque íbamos muy cansadostopásemos con otro cacique enemigode aquel de quien huíamos. Era este hombre humanoafable e amigo de hacerbien; llamábase Aquincuzgobernador de Jamancona; diónos la vidaaunque atrueco de gran servidumbre en que nos puso; murió de ahí a pocos díase yoluego serví a Taxmarque le subcedió en el estado.

«Los otros cinco mis compañeros murieron en brevecon la ruin vida quepasaban; quedó yo solo e un Gonzalo Guerreromarineroque estaba con elcacique de Chetemal. y casó con una señora principal de aquella tierraenquien tiene hijos; es capitán de un cacique llamado Nachancame por haberhabido muchas victorias contra los enemigos de sus señoreses muy querido yestimado; yo le invié la carta de vuestra merced y rogué por la lengua seviniesepues había tan buen aparejo y detúveme esperándole más de lo quequisiera; no vinoy creo que de vergüenzapor tener horadadas las nariceslabios y orejas y pintado el rostro y labradas las manos al uso de aquellatierraen la cual los valientes solo pueden traer labradas las manos; bien creoque dexó de venir por el vicio que con la mujer tenía y por el amor de loshijos.

También hay otros que dicen (que no puso poco espanto en los oyentes) queAguilar en esta plática dixo que saltando de la barca los que quedaron vivostoparon luego con indiosuno de los cuales con una macana hendió la cabeza auno de los nuestroscuyo nombre calló; y que vendo aturdidoapretándose conlas dos manos la cabezase metió en una espesura do topó con una mujerlacualapretándole la cabezale dexó sanocon una señal tan honda que cabíala mano en ella. Quedó como tonto; riunca quiso estar en pobladoy de nochevenía por la comida a las casas de los indioslos cuales no le hacían malporque tenían entendido que sus dioses le habían curadoparesciéndoles queherida tan espantosa no podía curarse sino por mano de alguno de sus dioses.Holgábanse con élporque era gracioso y sin perjuicio vivió en esta vidatres años hasta que murió.

Esta plática y relación puso gran admiración a los que la oyerony cadadíaasí Cortés como los suyosle preguntaban otras muchas cosas que por serdignas de memoria y del gusto de la historia pondré en el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo XXVIII

De la vida que Aguilar pasó con el señor a quienúltimamente sirvió y de las cosas que en su servicio hizo.

Dicen los que particularmente comunicaron a Aguilarcuya relación sigo enlo que diréque cuando vino a poder deste caciquelos primeros tres años lehizo servir con gran trabajoporque le hacía traer a cuestas la leñaagua ypescadoy estos trabajos sufríalos Aguilar con alegre rostro por asegurar lavidaque tan amada es. Naturalmente estaba tan subjecto y obedescía con tantahumildadque no sólo con presteza hacía lo que su señor le mandabapero loque cualquier indio por pequeño que fuesetantoque aunque estuviesecomiendosi le mandaban algodexaba de comer por hacer el mandado. Con estahumildad ganó el corazón y voluntad de su señor y de todos los de su casa ytierra. Y porque es malo de conoscer el corazón del hombre y el cacique erasabio y deseaba ocupar a Aguilarcomo después hizoen cosas de mucho tomoviendo que vivía tan castamente que aun los ojos no alzaba a las mujeresprocuró tentarle muchas vecesen especial una vez que le invió de noche apescar a la mardándole por compañera una india muy hermosade edad decatorce añosla cual había sido industriada del señor para que provocase yatraxese a su amor a Aguilar; dióle una hamaca en que ambos durmiesen. Llegadosa la costaesperando tiempo para entrar a pescarque había de ser antes queamanesciesecolgando la hamaca de dos árbolesla india se echó en ella yllamó a Aguilar para que durmiesen juntos; él fue tan sufridomodesto ytempladoque haciendo cerca del agua lumbrese acostó sobre el arena; laindia unas veces lo llamabaotras le decía que no era hombreporque queríamás estar al frío que abrazado y abrigado con ella; élaunque estuvovacilandomuchas vecesal cabo se determinó de vencer a su sensualidad ycumplir lo que a Dios había prometidoque era de no llegar a mujer infielporque le librase del captiverio en que estaba.

Vencida esta tentación y hecha la pesca por la mañanase volvió a suseñorel cual en secretodelante de otros principalespreguntó a la indiasi Aguilar había llegado a ellala cualcomo refirió lo que pasabaelseñor de ahí adelante tuvo en mucho a Aguilarconfiándole su mujer y casade donde fácilmente se entenderá cómo sola la virtudaun cerca de las gentesbárbarasennoblesce a los hombres. Hízose Aguilar de ahí adelante amar ytemerporque las cosas que dél se confiaron tractó siempre con corduraantesque viniese en tanta mudanza de fortuna. Decía que estando los indios embixadoscon sus arcos y flechas un día de fiestatirando a un perro que teníancolgado de muy altollegóse un indio principal a Aguilar que estaba mirándolodetrás de un seto de cañasy asiéndole del brazo le dixo: «Aguilar¿quéte paresce destos flecheros cuán certeros sonque el que tira al ojo da en elojoy el que tira a la boca da en la boca?; ¿qué te paresce si poniéndote ati allísi te errarían?» Aguilarcon grande humildadle respondió:«Señoryo soy tu esclavo y podrás hacer de mí lo que quisieres; pero túeres tan bueno que no querrás perder un esclavo como yoque tan bien teservirá en lo que mandares.» El indio después dixo a Aguilar que aposta lehabía inviado el cacique para sabercomo ellos dicensi su corazón erahumilde.



 

 

Capítulo XXIX

Cómo Aguilar en servicio de su señor venció ciertasbatallas.

Estando Aguilar muy en gracia de su señorofrecióse una guerra con otroseñor comarcanola cual había sidoen años atrás muy reñida y ningunohabía sido vencedor; y asídurando los odios entre ellosque suelen serhasta beberse la sangretornando a ponerse en guerraAguilar le dixo:«Señoryo sé que en esta guerra tienes razón y sabes de mí que en todo loque se ha ofrescidote he servido con todo cuidado; suplícote me mandes darlas armas que para esta guerra son nescesariasque yo quiero emplear mi vida entu servicioy espero en mi Dios de salir con la victoria.» El cacique seholeó muchoy le mandó dar rodela y macanaarco y flechascon las cualesentró en la batalla; y como peleaba con ánimo españolaunque no estabaexercitado en aquella manera de armasdelante de su señor hizo muchos campos yvenciólos dichosamente. Señalóse y mostróse mucho en los recuentrostantoque ya los enemigos le tenían gran miedo y perdieron mucho del ánimo en labatalla campal que después se dioen la cual Aguilar fue la principal partepara que su señor venciese y subjectase a sus enemigos.

Vencida esta batallacresciendo entre los indios comarcanos la envidia delos hechos de Aguilarun cacique muy poderoso invió a decir a su señor quesacrificase luego a Aguilar que estaban los dioses enojados dél porque habíavencido con ayuda de hombre extraño de su religión. El cacique respondió queno era razón dar tan mal pago a quien tan bien le había servidoy que debíade ser bueno el Dios de Aguilarpues tan bien le ayudaba en defender la razón.Esta respuesta indignó tanto aquel señorque vino con mucha gentedeterminando con traición de matar a Aguilar y después de hacer esclavo a suseñor; y asíayudado y favorescido de otros señores comarcanosvino congran pujanza de gentecierto que la victoria no se le podía ir de las manos.

Sabido esto por el señor de Aguilarestuvo muy perplexo y aun temeroso delsubceso; entró en consejo con los más principales; llamó a Aguilar para quediese su parescer; no faltaron entre los del consejo algunos que desconfiando deAguilardixesen que era mejor matarle que venir a manos de enemigo que veníatan pujante. El señor reprehendió ásperamente a los que esto aconsejabanyAguilar se levantó con grande ánimo y dixo; «Señoresno temáisque yoespero en mi Diospues tenéis justiciaque yo saldré con la victoriayserá desta manera que al tiempo que las haces se juntenyo me tenderé en elsuelo entre las hierbas con algunos de los más valientes de vosotrosy luegonuestro exército hará que huyey nuestros enemigos con el alegría de lavictoria y alcancese derramarán e irán descuidados; e ya que los tengáisapartados de mí con gran ánimovolveréis sobre ellosque estonces yo losacometeré por las espaldas; e asícuando se vean de la una parte y de la otracercadospor muchos que sean desmayaránporque los enemigos cuando estánturbadosmientras más sonmás se estorban.»

Agradó mucho este consejo al señor y a todos los demásy salieron luegoal enemigo; Aguilar llevaba una rodela y una espada de Castilla en la mano; e yaque estaban a vista de los enemigos. Aguilar en alta vozque de todos pudo seroídohabló desta manera: «Señoreslos enemigos están cerca; acordaos delo concertadoque hoy os va ser esclavos o ser señores de toda la tierra.»Acabado de decir estose juntaron las haces con grande alarido: Aguilar conotros se tendió entre unos matorralesy el exército comenzó a huir y el delos enemigos a seguirle; Aguilarcuando vio que era tiempo acometió con tantoesfuerzo quematando e hiriendo en brevehizo tanto estrago que luego de suparte se conosció la victoria porque los que iban delantefingiendo quehuíancobraron tanto ánimo y revolvieron sobre sus enemigos con tantoesfuerzoque matando muchos dellospusieron los demás en huída. Prendieron amuchos principalesque después sacrificaron. Con esta victoria aseguró sutierra y estando el adelante no había hombre que osase acometerle. Esta y otrascosas que Aguilar hizo le pusieron en tanta gracia con su señorque un díaamohinándose con un su hijoheredero de la casa y estadopor no sé qué lehabía dichole dio un bofetón. El muchachollorandose quexó a su padreel cual mansamente dixo a Aguilar que de ahí adelante mirase mejor lo quehacíaporque si no tuviera respecto a sus buenos serviciosle mandarasacrificar. Aguilar le respondió con humildad que el muchacho le había dadocausa y que a él le pesaba delloy que de ahí adelante no le enojaría. Elseñorvolviendo adonde el hijo estabale mandó azotarporque de ahíadelante no se atreviese a burlar con los hombres de más edad que él. Quedócon esto muy confuso Aguilaraunque más favorescido y de todos tenido en más.

Después desto pasaron por aquella costa los navíos de Francisco Hernándezde Córdoba y los de Grijalvay como los indios tuvieron algún trato conellostuvieron en mucho a Aguilarporque parescía a los otrosaunque siempretuvieron en él muy grande recaudo porque no se fuese.

Dicencomo escribe Fray Toribioque la madre de Aguilarcomo supo que suhijo estaba en poder de indios y que comían carne humanaque tomó tanta penaque tornándose locade ahí adelante nunca jamás quiso comer carne cocida niasadadiciendoque era la carne de su hijo; y estas y otras muchas cosas sedicen de Aguilarque por no ser tan averiguadas dexo de escrebir; y volviendoal proceso de la historiadiré algo de la isla de Cozumel y tierra deYucatán.



 

 

Capítulo XXX

Qué tierra es Yucatán y por qué se llamó asíy lo quelos religiosos de Sant Francisco después hallaron en ella.

Justo es quepues hemos de proseguir conforme a la verdad de la historia ladichosa jornada de Cortésque primero que vaya adelantediga algo de la islade Cozumel y de lo que en ella hizo Cortés antes que se partieseel cualcuando vio que los indios tenían ya tanta amistad con los nuestrosque sesufría por lengua de Aguilar desengañarlos de la idolatría en que estaban; yasíjuntando los más que pudoy entre ellos a todos los principales y a losque eran sacerdotes de los demoniosasentado en altoy a par dél Aguilarenpie en el principal templo dellosles habló en la manera siguiente:

«Hermanos e hijos míos: ya sabréis e habréis visto y entendido del tractoy comunicación que con vosotros hemos tenidoque aunque somos tan diferentesen lenguacostumbres y religiónnunca os hemos hecho enojo ni dado pesadumbreni pretendido vuestra haciendalo cual si bien lo miráisclaramente os da aentender que tenemos los corazones piadosos y que no deseamos ni queremos másque teneros por amigospara que si entre vosotros hobiere alguna cosa buena queimitar la sigamosy así vosotros hagáis lo mismoconosciendo haber algoentre nosotros que debáis seguir. Ya os dixe al principiocuando entré enesta islaque yo y estos mis compañeros veníamos por mandado de un granseñor que se dice D. CarlosEmperador de los romanoscuyo señorío es a laparte del occidentepara que le reconoscáis por señorcomo nosotros hacemosy porque veáis cuánto le debéis amarsabiendo que así en las costumbres ypolicía humanacomo en la religiónestábades engañadosnos invió paraque principalmente os enseñásemos que sepáis que hay un solo Diosque crióel cielo y la tierray que las criapturas que adoráis no son diosespues veisque son menos que vosotrosy que el demonio os traiga engañados parece claropues contra toda razón natural manda y quiere que los innocentes y sin culpasean sacrificados. Este mismo hace que contra toda ley natural y contra lageneración humanalos hombres tengáis acceso con otros hombreshabiendo Dioscriado las mujeres para semejante uso; coméis os unos a otroshabiéndoos Diosdado tanta variedad de animales sobre la tierrade aves en el aire y peces enel agua. Nuestro Dios es clementísimo; crió todo lo que veis para servicio delhombrey para que después que muriesecreyéndole y guardándole su ley enesta vidapara siempre después le gozase; y pues soiscomo nosotrosnascidosy criados para adorar y gozar a este gran Dios que todo lo que veis crióy quepor llevarnos para sí murió en la cruzresucitando para que despuésresucitásemosquebrantad y deshaced esas feas estatuas de piedra y maderaqueellas no son diosesni lo pueden serpues las fabricaron vuestras manos; ypara que mejor lo creáisquiéroos descubrir una maldad con que hasta ahora oshan engañado los ministros del demonioperseguidor vuestroy es que como esasfiguras son huecas por de dentrométese un indio por debaxo y por una cerbanahabla y da respuestafingiendo que las figuras hablan; y porque no penséis queos engañodelante de vosotros derribaré un ídolo y haré que los sacerdotesconfiesen ser así lo que digo.» Diciendo estohizo pedazos un ídolo y luegolos demás compañeros los otros; confundiéronse los sacerdotes y dixeronpúblicamente que aquel secreto no lo podía revelar ni magnifestar otro queaquel gran Dios de quien hablaba el General.

Fue cosa de ver cómo los indios ayudaron luego a los cristianos a quebrantarlos ídolos. Alegre destocomo era razónHernando Cortéshizo poner crucesdándoles a entender que en una como aquélla Dioshecho hombrehabíapadescido por librar al hombre de la servidumbre del demonio. Dióles luego unaimagen de Nuestra Señoradiciéndoles que aquella era figura de la Madre deDiosde quien Él había nascido; que la tomasen por abogada y a ella pidiesenel agua y buenos temporalesporque se los daríaporque nadie podía tanto conDios como ella. Rescibieron esta imagen los indios con gran devoción yreverencia y adoráronla de ahí adelantealcanzando todo lo que pedíanyaficionáronse tanto a los nuestrosque a todos los navíos que después porallí pasaronrerscibieron de paz e hicieron muy buen tractamientoproveyéndolos de todo lo nescesariomostrándoles la imagen que Cortés leshabía dadoal cual llamaban señor y padre; y como vían que los nuestrosquitándose las gorras se hincaban de rodillas y la adorabancrescía en ellosla fee y devoción.

Después que Cortés hubo acabado su plática y derrocado los ídolospuestolas cruces y dado la imagendiciéndoles otras cosas de nuestra sancta feeabrazó a los señores y a los sacerdotesencomendándoles mucho se acordasende lo que les había dicho; dióles algunas joyas; despidióse dellos no sinmuchas lágrimas y otras muestras de grande amor entre los nuestros y ellos.



 

 

Capítulo XXXI

Do se prosigue la materia del precedente.

Esta isla de Cozumeldonde tan bien fueron rescibidos los nuestrosllamósepor Joan de GrijalvaSancta Cruzporque el día de la Cruz de Mayo ladescubrió; y aunque hemos dicho que después de derrocados los ídolosCortéshizo poner crucesdicen algunos que en un cercado almenado de buen edificioenmedio dél hallaron una cruz de cal y cantode más de estado y medio en altoa la cual moradores de la isla adoraban por dios de la lluvia; de manera quecuando tenían falta de agua iban a ella los sacerdotesy con ellos los hombresy mujeresniños y niñasy con gran devociónofresciéndole copalque esentre los indios como enciensosacrificándole codornices para le aplacarledemandaban agua. Afirmaban los viejos que jamás la habían pedidoque luego odentro de poco tiempo no llovieselo que no les acontescía con los otrosdioses.

Tiene esta isla de boxsegún algunos dicendiez leguasy según otrosmásy según otrosmenos. Está en el mismo altor que Méxicoque son diez enueve grados; dista de la Punta de las Mujeres o Amazonasque llaman cabo deCotochecinco leguas largas; hay en esta isla buenos edificios de cal y cantoespecialmente los templos; la gente andaba desnuda; cubrían sus vergüenzas conuna tirilla de lienzo; su principal mantenimiento era pescadoa cuya causaentre ellos había grandes pescadores. Hay venados pequeños y puercos montesestambién pequeños; son negrostienen una lista blanca por medio y el ombligoen el lomo; andan las más vez en manadadefiéndense bravamentey cuando losacosan se encierran en cuevaspara sacarlos de las cuales les hacen un seto derama alderredory echándoles humosalen luegoy como están cercadosconfacilidad los cazadores los flechan y alancean.

En esta isla montuosa; en lo llano habitan los moradores; es de buen temple ysanay dase mucho maíz; hay gran copia de avesque llaman gallinas de latierra; mucha miel y cera. Tenía cinco mill moradoresaunque ahora may muymuchos menos; la causa es porque estonces cada uno tenía las mujeres que podíasustentar.

Había en ella cinco pueblos y muchas cuevasdonde vivían los moradores.Sembraban en las resquebrajaduras de las piedras. Está por un río grande abaxoquince leguas de Yucatány por la tierra treinta. Es subjecta a Yucatán yallí traen su tribucto. E porque he tocado en Yucatánserá bien saberqueen gran parte de aquella tierrade los cuatro elementos paresce que faltan lostresporque es toda como un peñascoy así la llaman malpaís; apenas se veetierra. Siembran los moradores en las grietas y resquebrajos que hacen laspeñasy acude bien por la humedad de los ríos y arroyos que corren pordebaxoaunque diez y doce estados de hondo llevan los ríos sus peces; tómaseel agua debaxo de la tierra. Paresce también que falta el elemento del airepor ser la tierra llana y llena de arcabucos muy espesos; con todo esto estierra sana; abunda de cera y miel; hay mucha copia de algodónque ahora lahace muy rica por la ropa que en ella se labra; danse mucho las legumbres yfructas de la tierra. Hay al presente monesterios de Sant Francisco y algunospueblos de españolesel principal y cabeza de los cuales se llama Mérida.Señalóse en la conquista desta tierra y población della D. Francisco deMontejode lo cual diré en la primera parte desta historia. Agoraviniendo alviaje de Cortésdiré cómo tomó a Champotón y lo que en él le subcedió.



 

 

Capítulo XXXII

Cómo Hernando Cortés tomó a Champotón y de lo que lesubcedió.

Salió Cortés con su flota en demanda del navío que le faltabaque con eltiempo se perdió al salir de la Punta de Sant Antón y Cabo de Corrientesquepor ser pequeño no pudo sufrir el tiempo. Llamábase El Guecho. Cresce la marmucho cerca de Campechey es esto cosa de mirar en elloporque en toda la mardel Norte no cresce ni decresce sino muy pocodesde la Mar del Labrador aParia. Tráense dello diversas razonesaunque las menos satisfacen.

Prosiguiendo Cortés su derrotallegó a una ensenada que hace unas isletascerca de una de las cualesque Grijalva llamó Puerto de Términoshalló elnavío sano y enteroy toda la gente buenaproveída de mucha cecina que conla lebrela habían cazado; y había tanta copia de conejosque los mataban apalos. Llamó Cortés a aquel puerto el Puerto Escondido; alegróse grandementeen haber hallado el navío sin haber subcedido desgracia; regocijáronse mucholos unos con los otrospreguntándose cómo les había idoporque los de laflota creyeron que el navío había dado al travésy estaban ya desconfiadosde toparleo quea lo menosmorirían de hambre los que en él ibanpor noir muy bien proveídos. Los del navío también creyeron queo la flota eradesbaratada o que habían pasado muy adelante. El Capitán del navío se llamabaEscobar.

Juntospuestodosaunque hasta allí habían padescido muchos trabajoscon buen tiempo navegando la vía de Sant Joan de Lúallegaron a un río muygrande que Grijalva descubriópor lo cual le llamaron el Río de Grijalvaepor otro nombre el río de Tabasco o de Champotónen la boca del cual surgióel Generalno atreviéndose a entrar con los navíos gruesosdesde los cualesvieron luego gran población no lexos del río. Acudieron a la lengua del aguamuchos indios a manera de guerracon arcos y flechasplumajes y devisaspintados a la usanza de la guerra; venían determinados de no dexar desembarcara ninguno de los nuestrosparesciéndoles que les subcedería como con losnavíos que antes habían ojeado. Cortésdexando guarda la que era menestersaltó con la demás gente en los bateles con ciertas piezas de artillería ylos suyos bien armados; entró por el río arribaaunque la corriente no lesayudaba nada; andada legua y mediavieron un gran pueblo con casas de adobescubiertas de paja y cercado de madera con gruesa pared almenada y con sustroneras para flechar a los enemigos. Entoncesdicen unos que los indiosentraron en muchas canoas y muy enojados reprehendiendo a los nuestrosporquese habían atrevido a entrar por su tierra. Otros dicen que desde la playa losamenazaban.

Acercóse Aguilar a ellosy por Aguilar y por un indio que traíalo mejorque pudo les dio a entender que no venía a hacerles malsino a ser su amigo ycontratar con ellos. Los indioso porque estaban lexoso porque no queríanentenderlorespondieron que no entendían. Cortés entonces se acercó hastazabordar en tierray el indiocomo vido tiempo para su deseosaltó en tierray fuese a los otros indiosdiciéndoles que aquellos hombres advenedizostenían mal corazón y que tan crueles y robadores; que no los rescibiesen niproveyesen de cosa. Hizo este indio con sus palabras tanta fuerza en los pechosde los demás indios que fue muy dificultosocomo diremosel subjectarlos.Hízoles Cortés señal de paz y rogóles por Aguilar que le oyesen; pidiólesalguna comida para pasar adelante; ellos en una canoa le inviaron un poco demaíz y tres o cuatro gallinas de la tierradiciéndole que tomase aquello yque se fuese luego; si noque le harían cruda guerray tractarían a él y alos suyos como habían tractado a los otros sus compañeros. Replicóles elGeneral que toda templanza que no fuesen tan crueles e que ya veían que paratantos hombres era poca comida aquella; que le traxesen másque él se lapagaría. Los indiosmientras más blandamente les hablabamás se indignabancontra éltornando a amenazarle que si no se ibamatarían a él y a lossuyos. Esto era a hora de vísperas.

Cortésvista la crueldad y mala intención de aquellos indiosrecogióse auna isleta que el río allí hacey en la noche cada uno pensó engañar alotroporque los indios levantaron la ropa y sacaron las mujeres y niñosjuntando toda la gente de guerrapara dar en los nuestros; y Cortés inviótres hombres el río arriba a buscar el vadoy aunque el río es muy grandecomo era veranole hallaron. Mandó a éstos que pasado el río diesen vueltaal pueblo para ver si por alguna parte podía entrarlos cualeshabiéndolobien vistovolvieron y dixeron que por las espaldas un arroyo arriba se podíaentrar. Entendido esto por Cortéslo más secretamente que pudo invió aAlonso de AvilaCapitán que era de un navíopersona de quien Cortés teníamucho conceptocon ciento y cincuenta hombres de piepara que aquella nocheencubiertamentese pusiese cerca del pueblo por la parte que los tres hombreshabían dicho que se podía entrarcon aviso que cuando él desde los batelesmandase soltar un tiroacometiese con grande esfuerzo al pueblo. En elentretanto que Alonso de Ávila iba con su genteel General mandó que losCapitanes de los navíos saltasen con sus soldados en los batelesy él semetió en otro con hasta treinta soldadosmandando a Alonso de Mesaque era elartilleroque cargase dos tiros a la proa del bately asípuestos todos apuntocon pocas palabras los animó desta manera:

«Señores y amigos míos: Nosotros como cristianos hemos hecho el deberconvidando a estos indios con la paz y comprándoles la comidade que tantanescesidad tenemosnos la niegan; y como si les hubiésemos hecho algún dañonos tienen por sus enemigos. Resta que tornándolos a convidar con la paz yamistadsi no la admitierenlos acometamoscomo está concertadocon todafuriapara que hagan por temor lo que no quieren por amory pues todos habéisde pelearno por quitar la vida a otrossino por sustentar la vuestrarazónes que cada uno haga lo que debe.»

Dichas estas palabrasse fue llegando a tierra poco antes que amanescieseeya los indios estaban en la playa despidiendo contra los nuestros muchasflechas. El General hizo señal de pazy por Aguilar les rogó le oyesen;díxoles lo que otras vecesy finalmentepasada uno hora en demandas yrespuestasdiciendo Cortés que había de entrar en el pueblo y ellos que nomandó soltar el tiroy saltando luego en tierra con toda la gente losacometió con grande esfuerzo; luego Alonso de Ávila por la rezagacomo estabaconcertadodio en el pueblo. Los indioscomo se vieron cercados y sintieron laceladaespantados de los tiros y del ardid de los nuestrosquedaron muchosdellos muertosdesampararon el pueblometiéronse en el monte. Cortésconmuy poco daño de los suyosentró en el templo de los ídolosque era fuertey muy grandedonde puso su gente; halló poca presaaunque mucha comida; yaquella nochepuestas sus guardas y centinelasdescansó hasta otro díaenel cual subcedió lo siguiente.



 

 

Capítulo XXXIII

De lo que a Cortés le acaesció el día siguiente con losindios del río de Grijalva.

Otro día después de curados los heridosque serían hasta cuarentamandóCortés que le traxesen allí los indios presosy por la lengua de Aguilar lesdixo: «Amigos y hermanos míos: Porque sepáis que nosotros no os venimos ahacer malaunque vosotros nos le habéis procuradoos podéis ir libremente avuestro señor y decirle heis de mí parte que de los heridos y muertos y detodo el daño hecho a mi me pesa más que a ellosaunquecomo sabéisvosotros tenéis la culpapues habiéndoos sido rogado tantas veces con la pazno la habéis querido. Diréis también a vuestro señorde mi parteque yo ledeseo tener por amigoy que si no lo rescibe por pesadumbreme venga a verporque tengo muchas cosas que le decir de parte de Dios y del gran señor que meinvía; y si no quisiere venirdecirle heis que yo le iré a buscary lerogaré por bien me provea de comidaporque no es razón en tierra poblada dehombres tan valientes como vosotros muramos de hambre. Traerle heis a la memoriacomo los indios de Cozumel nos rescibieron y proveyeron de lo nescesarioquedando[cuando] nos partimospor muy amigos nuestros.

Los indios se partieron muy alegrescomo aquellos que habían cobrado sulibertade aunque con muchas palabras encarescieron a su señor y a otrosprincipales el buen tratamiento que Cortés les había hecho y relataron porextenso lo que les había encargadono por eso el señor mudó propósitoantes más endurescidojuntó gente de cinco provinciasen que habría más decuarenta mill hombresentre los cuales venían los señores y caudillos que losregíanconjurados de morir todos o matar aquellos pocos españoles y comerloscon gran regocijo en la primera fiesta principal que viniese.

Otro día vinieron hasta veinte indios bien adereszados a su modo queparescían hombres principalesy dixeron a Cortés que su señor le rogaba queno quemasen el puebloque ellos le traerían vituallas. Cortésrespondiéndoles graciosamenteles dixo que él no se enojaba con las paredespues soltaba los hombres que tenía presose que ya les había otras vecesdicho que de parte de Dios y de un gran reysu señortenía que decirlescosas que si las oyesen les darían gran contento. Los indiosque más eranespías que embaxadoresse volvierony por asegurar a los nuestrosotro díavinieron con alguna comidala cual Cortés les pagó algunas cosas de Castilla.Dixéronle después de haberle dado la comida y rescebido el rescateque suseñor decía que libremente podía entrar por la tierra adentro a rescatarcomida. Holgó mucho desto Cortéscreyendo quecomo habían sido vencidos ysentido las grandes fuerzas de los españolesquerían más la paz que laguerra. Cortés les respondió que se lo agradescía mucho y que así lo haría.

En el entretanto los indios se acaudillaron en partes donde de los nuestrosno pudiesen ser vistospara acometerlos cuando fuese tiempo. Cortésnorecelando la celadaotro día invió tres Capitaneslos cuales fueron Alonsode ÁvilaPedro de Alvarado y Gonzalo de Sandovalcada uno con ochentacompañeros; el uno de los Capitanes dio en unos maizales cerca de un puebloyrogando a los indios le vendiesen maízlos cuales no queriendode palabra enpalabravinieron a las armasy fue la furia con que los indios acometieron tangrandeque parescía llover flechas sobre los nuestros. Resistió la capitaníalo que pudohasta que se vinieron retrayendo a una parte donde los indios lospusieron en grande aprietoy murieran todos sin quedar hombre si las otras doscompañías no acudieran a la grita. Trabáse de nuevo una brava batalla queduró hasta la nocheen la cual murieron algunos españoles y fueron heridosmuchosy de las armas; casi los más se encalmaron; hicieran grande estrago enlos indiosaunque por ser tantos no los pudieron vencer.

Luego otro díacomo Cortés entendió la malicia e odio en que losChampotón perseverabandespués de haber llevado aquella noche todos losheridos a las naoshizo que muy de mañanaluego después de haber oído misasaltasen en tierra los sanose juntó en campo quinientos hombres y doce de acaballoque fueron los primeros que en aquella tierra entraron. Ordenólos yrepartiólos por sus capitaníasponiéndolos por los caminos hacia el lugar dohabía de irque se llamaba Acintlaque quiere decir en nuestra lengua «lugarcerca de agua». Ordenó el artilleríade la cual llevaba cargo Alonso deMesael cual en lo más de la conquista fue muy nescesario. Los indiosen elentretantono se descuidaban nadaporque no era amanescido cuando en númerode más de cuarenta mill en cinco escuadrones salieron a buscar a los nuestrosy como gente práctica en la tierralos esperaron entre unas acequias de agua yciénagas hondas y malas de pasar.

Cuando los nuestros se vinieron a juntar con los indiosse hallaron muyembarazados y comenzaron a perder el orden que llevaban. El Generalcon los dea caballofue hacia do entendió que estaba la mayor fuerza de los enemigosmandando a la gente de pie que caminase por una calzada que de una parte y deotra estaba llena de agua; él pasó con los de a caballo por la mano izquierdado iba la gentey no pudo llegar a los contrarios tan presto como pensóniayudar a los suyos. En el entretandolos indios acometieron con gran furia alos nuestros con varias flechas y piedras de honda; teníanlos cercados ymetidos en una hoya a manera de herradura; pusiéronlos en tan gran peligroaunque los nuestros hacían gran daño en ellos con las ballestasescopetas yartilleríaque se vieron muy fatigadosasí porque los indios eran muchos yacometían siempre de refrescomudándose unos y viniendo otroscomo porque sereparaban con los árboles y valladares.

Los nuestros se dieron priesa a salir de aquel mal pasometiéndose hacia unlado a otro lugar más espacioso y llano y con menos acequiasdonde seaprovecharon más de las armas y especialmente de los tiroslos cuales hicieronmucho dañoporque como los enemigos eran muchosdaban siempre en lleno. Contodo estocomo los enemigos eran tantos y los españoles se iban cansando yhabía siempre más heridoslos arremolinaron en tan poco estrecho de tierraque les fue forzado para defenderse pelear vueltas las espaldas uno a otros; yaun desta manera estuvieron en muy gran peligroporque ni tenían lugar dejugar el artillería ni de hacer campo con las armasporque los de a caballoaún no habían llegado. Estando en tan estrecho trance aparesció uno de acaballoque pensaron los nuestros ser el General o Francisco de Morla;arremetió a los indios con muy gran furia; retirólos gran espacio; losnuestros cobraron esfuerzo y acometieron con gran ánimohiriendo y matando enlos indios; el de a caballo desaparecióy como los indios eran tantosrevolvieron sobre los nuestrostornándolos a poner en el estrecho que antes;el de a caballo volvió y socorrió a los nuestros con más furia e ímpetu quede antes; esto hizo tres veceshasta que Cortés llegó con los de a caballoharto de pasar arroyos e ciénagas y otros malos pasosel cualviendo su genteen tan gran peligroles dixo en alta voz: «Adelantecompañeros; que Dios ySancta María es con nosotros y el Apóstol Sant Pedroque el favor del cielono nos puede faltar si hacemos el deber.» Dichas estas palabras arremetió amás correr con los otros de a caballo por medio de los enemigos; lanzólosfuera de las acequias y retráxolos en parte do a su placer los pudo desbaratar.Los indios dexaron el campoy confusos y sin orden se metieron huyendo por lasespesurasque no paró hombre con hombre. Acudieron luego los de a pie ysiguieron el alcanceen el cual mataron más de trecientos indiossin otrosmuchos que hirieron. Pasó esta batalla Lunes sancto.

El Generalconseguida esta victoriamandó tocar a recoger; fueron losheridos de flechas y piedras sesenta; dicen que no murió ninguno: mandólos elGeneral curar todos; dieron muchas gracias a Dios por la merced que les habíahecho en librarlos de tantos enemigos; comenzaron a tractar quién sería el dea caballo; los más decían ser el Apóstol Sanctiagoaunque Cortéscomo eratan devoto de Sant Pedrodecía ser su abogadoal cual en aquel día con grandevoción se había encomendado; y aunque no está cierto cuál de los dosApóstoles fuese aquel caballerolo que se averiguó por muy cierto fue nohaber sido hombre humano ni alguno de los de la compañía; de adonde constaclaramente cómo Dios favorescía esta jornadapara que su sancta fee seplantase en tierra do por tantos millares de años el demonio tiranizaba.



 

 

Capítulo XXXIV

Cómo vencidos los champotonesconvencidos por buenoscomedimientosse dieron por amigos.

Acabada esta batallaque se concluyócon la nochelos nuestrosdescansaron en el real dos díasporque estaban cansados y fatigados de lahambre. En el entretantoCortés invió algunos de los indios que tenía presosal señor y a otros comarcanos caciques que con él se habían juntado a hacerla guerraa decirle que le pesaba del daño hecho entre ambas las partesy queellos lo habían mirado mal en no tener cuenta con los ofrescimientos que leshabía hecho y con no admitir el aviso que cerca de lo que les conveníalesquería dar de parte Dios y de aquel gran Emperador por cuyo mandado venía acomunicarlosy que por lo subcedido entenderían cuán poca razón habíantenidopues tan pocos españoles habían vencido a tantos indiosy que contodo estoél les perdonaba la culpa que en esto habían tenido si luegovenían a él a darle razón por qué habían estado tan endurescidos y habíanporfiado tanto contra tan buenos comedimientosy que les apercebía que sidentro de dos días no veníanque él los iría a buscar por toda la tierradestruyendo y talando cuanto hallase y no dando vida a hombre que topase.

Como la repuesta se tardó algoal tercero día Cortés salió al campo condeterminación de buscarlos; en esto vinieron hasta cincuenta indios principalesde parte de todos aquellos señores que habían sido en la ligalos cualeshumillándose al Capitánhablaron desta manera: «Los que aquí venimos somostus esclavosy de parte de nuestros señoresque también se ofrescen por tusesclavoste hacemos saber que están muy pesantes de haberte enojadoaunquehan llevado la peor partey dicen que bien paresce que tenían poca razón ytú muchapues sus diosessiendo nosotros tantosno quisieron darles lavictoriay que pues ellos conoscen su culpa y tu mucha razón y el granesfuerzo con que has peleadote suplican los perdones y rescibas por tusamigosque ellos te guardarán para siempre esta fee y palabra que te danentestimonio de lo cual te piden les hagas merced de darles licencia para enterrarlos muertos y seguridad para venirte a besar las manos y oír todo lo que lesquisieres decir.»

Cortés con alegre rostro respondió en pocas palabras que se holgabahubiesen venido en conoscimiento de su error y que les daba licencia para lo quepedíany que en la venida de los señores no le mintiesenporque ya no losoiría por mensajeros. Despidiéronse con grandes comedimientos los indiosydespués de dada la repuestasus señores les preguntaron extensamente delasiento y orden de los nuestrosla gravedad y severidad con que el General loshabía rescebido y respondidolas armas y bullicio de gente y otrasparticularidades que no en poca admiración los pusieron; y así juntosantesque ninguno fuese a su casatrataron si sería bien cumplir la palabra o volversobre los nuestros.

Finalmentedespués de grandes altercacionesse resumieron en ir a ver alCapitánpor no poner en condisción sus personas y estadosentendiendo quesus fuerzas no eran iguales con las de los nuestros y que parescíamosinvencibles e inmortales. Con esta determinación salieron a su modo ricamentevestidosacompañados de muchos indioscon joyas de oro que valdrían hastacuatrocientos pesospara presentar al General. Fue la cantidad tan pocaporqueen aquella tierra no labran oroni hay minas de plata; llevaronque era lo quemás hacía al casomucho bastimiento de pangallinas y fructas. El señorprincipal iba acompañado de los otros señoresentre dos de los másprincipales; la demás gente iba un poco atrás.

Llegaron do el General estabay poniendo delante del los criados elpresenteellos le hicieron un grande acatamiento. Levantóse Cortés de lasilla y abrazó primero aquel señory luego a todos los demás por su orden.Hecho estoun indiohaciendo gran comedimientose puso a un lado entre aquelseñor y el General. Aguilar se puso del otro ladopara declarar lo que elindio quería deciral cual señorhaciendo gran comedimiento y reverencia aCortésdixo todo lo que él por su propia boca pudiera decirpara que lodixese a Aguilar. Es esta costumbre entre ellosque cuando el señor con quienhablan no entiende la lenguaponen a un criado a que hablepues el criado delotro señor ha de declararloy así guardan entre ellos su auctoridad yreputación. Lo que este señor dixo por boca de su criadoe interpretado porAguilarfue que él y aquellos señores humildemente se ofrescían por suscriadosy que de lo pasado les pesaba muchoporque habían sido engañados;que de ahí adelante le servirían en todoe que en señal desto le traíanaquel oro y joyas y ofrescían aquel bastimento para el realy que ellos y latierra toda estarían siempre a su servicio y le obedescían como a su señoraquel gran Príncipe en cuyo nombre habían venido.

Holgóse Cortés en extremo con lo que el señor les dixotornóle a abrazare hízole grandes caricias; dio a él y a los otros señores cosas de rescatecon que muchos se holgaron; díxoles que él y los suyos serían muy sus amigos.

Acabadas estas palabras y otras de mucha amistad que entre el General y ellospasaronaquel señor y otrosoyendo el relinchar de los caballosque estabanatados en el patiopreguntaron que qué habían los tequanesque quiere decir«cosas fieras». Respondióles Cortés que estaban enojados porque no habíacastigado gravemente su atrevimientopues se habían puesto a hacer guerra alos cristianos. Ellos amedrentadoscreyendo ser esto asítraxeron muchasmantas do se echasen los caballos y muchas gallinas que comiesen paraaplacarlos; decíanles que no estuviesen enojados y que los perdonasenporquede ahí adelante serían muy amigos de cristianos. A esto Cortés y los queallí se hallaron desimularon muchoporque por entonces convenía así.

Preguntóles qué había sido la causa por que con él se habían habido tanásperamentepues con otros que por allí habían pasado como ellosse habíanhabido humanamente. Respondieron que los otros navíos y los que en ellosvenían eran pocos y los primeros que por allí visto habíany quecontentándose con rescatar algunas cosillas y con pedir pocas cosas para comerse habían pasado de largo; pero que ahora tantas naos y tantos hombres loshabían puesto en gran sospecha que les venían a tomar el oro y su tierra yhaciendas; y que tiniéndose ellos por hombres esforzados entre todos susvecinos y que no reconoscían señorío a nadie ni que dellos ningún otroseñor sacaba tribuctos ni gente para sacrificarle había parescido grancobardía siendo ellos tantos y los nuestros tan pocos no matarlos a todos; yque para estoel indio que se había huido los había animado muchodiciendoser los nuestros robadoresde mal corazónamigos de mandar y señorearlotodopero que se habían engañadoasí en creer al indiocomo en pensar quepodían destruir a los nuestros. Dixeron tras esto que los tiros y las espadasdesnudas y las grandes heridas que con ellas los nuestros hacíanlos había engran manera espantadoy que aquellos tequanesque eran los caballoseran tanbravos y tan ligeros que con la boca los querían comer y parescía no corrersino volarpues los alcanzaban por mucho que ellos corríany que sobre todoaquel caballo que primero vieronles quitaba la vista de los ojos y habíapuesto gran espantode adonde cuando los otros vinieronse tuvieron porperdidosy que siempre creyeron que el caballo y el hombre era todo uno.



 

 

Capítulo XXXV

Cómo Cortés dixo algunas cosas a aquellos señores tocantesal servicio de Dios y del Emperador.

Pasadas estas cosasluego que Cortés entendió que la amistad no erafingidahaciéndolos asentarpor lengua de Aguilar les habló desta manera:«Señores y amigos míos: Todas las veces que os invié a hablar para queviniésedes en la amistad que ahora tenemosos dixe que de parte de Dios y delEmperadormi señortenía que deciros algunas cosas que os importaba muchosaberlas cualespor estar sospechosos de nuestra amistad no quesistes oír; ypues ahora entendéis cómo jamás hemos pretendido vuestro dañoserá bienque con todo cuidado oigáis lo que cerca de Dios y del Rey os quiero decir; yasíante todas cosassabed que no hay más de un Dioscriador y hacedor detodo lo que veisy que no puede haber sino unoporque Éste lo ha de podertodo y saber todoca si hobiese otrosno podría sustentarse la unidad yconcordia que hay en todas las cosas criadas. Este Dios es tan poderoso que denada crió el cielo y la tierralos ángeles y los hombres; es tan bueno que losustenta todo; es tan justo que ni el bueno queda sin galardónni el malo sincastigo; quiso tanto al hombre queviendo cómo el demonio le había engañadose hizo hombrenasciendo de madre virgen; murió por élporque el hombreaunque le veis morirel ánimaque es imagen de Diosnunca muerey despuésvendrá tiempo que el cuerpo se junte con el ánima para nunca más apartarse;de manera que el hombre que en esta vidacreyendo en un solo Diosvivió biencuando este mundo se acabeque será el día del Juicioresucitará en cuerpoy en ánimapara gozar deste Dios para siempre jamásque es verdadera gloria;ypor el contrarioel que no creyere en Élo el que habiendo creídoviviere malen aquel tiempo tomará su cuerpo para ser atormentado para siempreen las penas del infierno; y para que sepáis de raíz vuestra perdición yengañosabréis que después que Dios crió los ángelesuno dellos que sellama Lucifercon muchos que le siguieronse quiso igualar con su Criadorporla cual ofensa fue echado del cielo con sus compañeros. A éste y a ellosllamamos diablosque quiere decir caviladoresporque con el pesar que tienende que el hombre suba al asiento que ellos perdieronprocuran con gran cuidadoquitando la honra al verdadero Diostomarla para síhaciéndose adorar de loshombres como si fuesen verdaderos dioses; y asídebaxo de diversas figurasprocuran ser veneradosen lo cual hay dos grandes engaños: el primeroquehacéis dios de una piedraque no sienteo de un animalque matáis paracomer; el otroque os piden vuestra vida y sangrela cual nunca os dieron nipueden dar ni quitar: y asípara que se pierdan vuestras ánimas y despuésvuestros cuerposos permiten y mandan que os comáis unos a otros; que el máspoderoso tiranice al más flaco; que uno pueda tener muchas mujeres ylo quepeor esque unos con otros tengáis acceso carnal y que cometáis otrosnefandos y abominables pecados que claramente son contra toda razón natural ymuestran que el diossi tal se puede llamarque los consientees malo ynefando. El Dios que yo os predico no quiere sino vuestro bieny quiéreostantoque no quiere que hagáis cosa mala por la cual muráis para siempre; ysi la hicierdesque os pese dellavolviéndoos a Élel qualha querido queel Rey de España y Emperador de los cristianosmi señorpor comisión de unSumo Sacerdote que en la tierra está en lugar de Diosrigiendo y apacentandolas ánimasme inviaron con esta gente que veis a buscaroscomo a hombres queestáis fuera del caminoy alumbraros como a ciegos que estáis con losengaños del demonioy a que conoscáis los errorespecados y maldades en quepor engaño de los demonios habéis vivido; por esto debéis mucho a granseñor; reconocelde y servilde tan grand mercedadmitiéndole de vuestravoluntad por Príncipe y señor vuestropara que él por sus ministros osenseñe la ley cristiana y sustente y conserve en justicia; y porque yo vengo ensu nombre a daros a entender lo que he dichoruégoos que en su nombre merescibáis y deis vuestra palabra de conoscer y creer un solo Dios y servir yobedescer a este Emperador de los cristianos.»

Acabada esta pláticaque aquellos señores y los vasallos que con ellosiban oyeron con gran atenciónadmirados y aun convencidos con la fuerza de laverdad que no habían oídodieron muchas gracias al Generaly aquel señorcon consentimiento y ruego de los demáspor sí e por ellos respondió destamanera: «Señorgran merced es la que nos has hecho en darnos a entender laley que vosotros tenéis y guardáisy ciertodebemos mucho a ese gran señorque te invíay no menos a tiporque veniste. Nosotrosaunque no tanclaramente como querríamos. por ser tan la primera vez que nos hablasconoscemos los vicios en que hemos vividoy que no son diosessino diabloscomo diceslos que hasta ahora habemos adoradopues siempre nos han dexadovivir mal y querido que con nuestra sangre y vida les hagamos sacrificio.Nosotrospuesdesde ahora para siempre nos ponemos en tus manos con nuestrosvasallostierras y haciendaspara que las ofrescas a ese Emperador de loscristianos que tanto nos amay seguiremos la ley que por ti nos predica»

Con estas palabras se despidieron muy graciosamente de Cortésy en llegandoa sus casas le inviaron nuevo refresco y con él doce o trece indias para quehiciesen tortillasentre las cuales vino una que despuésbautizándolallamaron Marinay los indiosMalinche. Esta sabía la lengua mexicana y la deaquella tierrapor lo cualcomo adelante diréfue muy provechosa en laconquista de la Nueva España.



 

 

Capítulo XXXVI

Cómo Marina vino a poder de los nuestros y de quién fue.

Ya que Diospara la conversación y bien de tantos infieleshabíaproveído de Aguilarquiso que entre las esclavas que estos señores inviaronfuese una Marinacuya lengua fue en gran manera para tan importante negocionescesario; y pues se debe della en esta historia hacer notable mencióndiréquién fueaunque en esto hay dos opiniones: la unaes que era de la tierra deMéxicohija de padres esclavosy comprada por ciertos mercaderesfue vendidaen aquella tierra; la otra y más verdadera es que fue hija de un principal queera señor de un pueblo que se decía Totiquipaque y de una esclava suyay quesiendo niñade casa de su padre la habían hurtado y llevado de mano en mano[a] aquella tierra donde Cortés la halló. Sabía la lengua de toda aquellaprovincia y la de Méxicopor lo cual fue tan provechosa como tengo dichoporque en toda la jornada sirvió de lenguadesta manera: que el Generalhablaba a Aguilar y el Aguilar a la india y la india a los indios.

Repartió Cortés estas esclavas entre sus Capitanes para el servicio dellosy cupo Marina a Puerto Carrero. Esta india se aficionó en tanta manera a losnuestroso por el buen tratamiento que le hacíanvisto cuánto conveníaregalarlao porque ella de su natural inclinación los amabaalumbrada porDios para no hacerles traiciónque aunque muchas veces fue persuadidaunasveces por amenazas y otras por promesas de muchos señores indiospara quedixese unas cosas por otraso diese orden cómo los nuestros paresciesennuncalo quiso hacerantesde todo lo que en secreto le decíandaba parte alGeneral y a otros Capitanesy así los hacía siempre vivir recatados. Casósedespués esta indiaen la prosecución de la conquista con Joan Xaramilloconquistador y hombre que en la guerra sirvió valientemente.



 

 

Capítulo XXXVII

Cómo Cortés partió de Champotón y vino al Puerto de SantJoan de Lúa.

Después que Cortés hubo pacificado los champotonesdeseoso de llegar alfin de su esperanzaadereszando su viaje y proveyendo sus navíosdeterminóotro díaque era Domingo de Ramoshacer una solemne procesiónpara la cualconvidó aquellos señores indios y a sus vasalloslos cualescomo son amigosde novedadesvinieron de muy buena ganaricamente adereszados y tantos ennúmero (porque también vinieron las mujeres y niños) que cubrían los campos.Hizo Cortés la procesión con ramos en las manoscon toda pompaauctoridaddevoción y lágrimas que pudola cual solemnidad miraron los indios con granatención y cuidadoy hubo entre ellos algunos que dixeron que el Dios de loscristianos era el verdadero y el Todopoderosopues gentes de tanto esfuerzo yvalorcon tanta auctoridad y pompacon tanta reverencia y veneracióncontantos instrumentos de música y vocesle servían y adoraban. Cortésnodexando el ramo de la manollamó a Aguilary para despedirse de aquellosseñores y de los demás indios le dixo que les dixese: «Señores y amigosmíos: Yo confío en el Dios que adoro y os he predicadoque es solo verdaderoDios y señor nuestroque adelante entenderéis la mucha verdad que convosotros he tratadoy se que encomendándoos a Él y a su Sanctísima Madrecuyas imágenes os dexo que adoréisno le pediréis cosacomo acontesció alos de Cozumelque no la alcancéisy alumbrará vuestros entendimientos paraque mejor conoscáis la ceguedad en que hasta ahora habéis estado; y pues elEmperador y Reymi señornos ha inviado para que siendo vosotros nuestrosamigos vengáis en este conoscimientoruégoos mucho porque después yo osinviaré sacerdotes que os enseñenque tengáis vuestro corazón puesto ensólo Diosy con los cristianos que por aquí pasaren uséis de toda caridadguardando la palabra que me tenéis dada de servir en lo que pudiéredes a estegran Príncipe que me invía.»

Acabada esta breve pláticalos abrazóy ellosdiciendo que harían todolo que les mandabale acompañaron hasta que con toda la gente se metió en losnavíos y se hizo a la vela. Saludólos Cortés desde los navíos con unahermosa salva de artillería; prosiguió su derrota sin subcederle cosamemorable; llegó al río de Alvaradocuyo puerto es Sant Joan de Lúa; noentró por élcomo dicen algunosporque tiene baxíos a la bocay asísino son barcas pequeñasno entran navíos de más cargay si este río sepudiera navegar con navíos gruesosfuera importante negocio para la seguridady contratación de la Nueva Españaporque se pudiera hacer en él puerto muyabrigado; y así por no haber otrosirve el de Sant Joan de Lúatandescubierto para el norteque muchas veces da con los navíos al través.

Hay otro puertoque es el de Diauste y Papalotepero no se cursaporque espuerto muy abierto. Tiene un peñolcillodetrás del cual surgen los navíos.

Deste río de Alvarado al puerto de Sant Joan de Lúa no hay más de ocholeguaspor lo cualsaliendo de Champotónque es el río que se llamó deGrijalvano tuvo Cortés nescesidad de desembarcar en el río de Alvaradosinoderecho tomar puerto en Sant Joan de Lúadonde hasta hoy le toman todos losnavíos que vienen de España. Llegó Cortés a este puerto con su armada sana ysalva jueves sanctoaño de MDXIX.

Libro Tercero

De la segunda parte de la crónica general de las Indias



 

 

Capítulo I

De lo que hizo Cortés desembarcando en San Juan de Lúa.

Antes que entrase en el puertolos que iban en los navíos cantidad deindios andar por la costay capeando a los nuestros hacían señas para que seacercasen. El Generaldespués que hubo tomado puertono quiso que nadie fueseaquel día a tierra sin su licencia y mandadorecatándose no hubiese algunacelada. Los indioscomo vieron que ninguno de los nuestros saltaba en tierrados principales dellos se metieron en dos canoas con sus remerosy buscando alseñor del Armadacomo de un navío les hicieron señas cuál era la capitanadonde Cortés veníallegáronse a bordo. Aguilarque siempre iba con elGeneral y Marinapreguntándoles qué era lo que queríanrespondieron quehablar al General. Dixéronles que entrasen. Elloscomo vieron al Generalhaciendo su acatamientole dixeron que Teudilegran mayordomo de Motezuma ygobernador de aquella tierrainviaba a saber qué gente y de dónde era aquellaque veníaqué buscaba y si quería parar allí o pasar adelante.

Tenía Motezumasegún era grande su podermucha noticia de los españolesdesde Champotónpor vía de los mercaderes que lo corrían todo Invió estosmensajeros Teudilepara luego dar aviso a su señor Motezuma de la venida delos españoles y de lo que pretendíanpara que estuviese advertido de lo quedebía de hacerporquecomo adelante diréno se holgaba nada Motezuma con lavenida de los nuestrospor los pronósticos que teníaCortésaunque no lesrespondióluego rescibiólos con alegre carae hízolos sentar sobre una caxajunto a su sillamandando a todos los del navío estuviesen quedossin hacerbullicioporque aquellos principales no se alterasen y rescibiesen algúnmiedo. Luego ellos desenvolvieron una manta y sacando della una sonajera de orofino a manera de limeta y cinco rodelas de platacon gran comedimiento laspresentaron a Cortésdiciéndole que de parte del gran señor Motezumacuyosesclavos eran ellosrescibiese aquel pobre presente. Dicen que aquí estuvoCortés muy confusoporque Aguilar ya no entendía aquella lengua mexicanaquees de los Nagualesque corre por toda la Nueva Españaaunque luego seentendió de Marinaque la entendía. Dicen otros que estonces no se supo queMarina supiese la lengua mexicanaporque venía con Puerto Carrero en sunavíohasta que después de haber saltado en tierraoyendo que unos indiosintérpretesque eran de los que truxo de Cubainterpretaban falsamenteengran daño de los nuestros lo que Cortés respondíahabló a Aguilar en lalengua que él sabíadiciendo que aquellos perros respondían al revés de loque el General decía. Aguilarmuy alegrelo dixo a Cortésel cualllamandoa la Marina por lengua del Aguilarle dixo que fuese fiel intérpreteque élle haría grandes mercedes y la casaría y le daría libertady que si enalguna mentira la tomabala haría luego ahorcar. Ella fue tan cuerda y sirviótan fielmente hasta que algunos de los nuestros entendieron la lengua queaunque fuera española e hija del Generalno lo pudiera hacer mejor.

Volviendopuesa la confusión que Cortés tuvoacordándose de los indiosde Cubapor ellos respondiendo a aquellos principalesles dixo que él veníaen demanda de aquella tierra de muy lexospor mandato de un muy gran señorpara conoscer y tractar a su señor Motezumade quien tenía grandes nuevasypara decirle algunas cosas de parte de Diosque a él y a toda su genteconvenía muchoe que a esta causa se había de desembarcar y detenerse allíalgunos días. Los principales respondieron que se holgaban mucho dello y que loirían a decir a Teudilesu señorel cual tenía gran deseo de los ver.Acabadas estas y otras razones que entre ellos pasaronmandó Cortés darlescolación de conservas y fructas de Castilla y de beber de nuestro vinocon elcual se holgaran demasiadamentedando a entender el uno al otro cuán bien lessabía. Acabada Ia colación se despidieron de Cortés con mucha crianzaelcualcomo era tan avisado y sabía a lo que obliga el que da y es liberalmandó sacar unos bonetes de granacuchillostixeras y algunas sartas decuentasmargaritas y diamantes falsoslo cual repartió entre los dos conrostro tan alegre que claramente mostraba meterlos en las entrañas y deseardarles mucho más. Dicen que los indiosvisto el contento con que Cortés lesdaba aquellas cosasse atrevieron a pedirle un poco de la conserva y del vino.Cortés se lo mandó dary ellos se despidieron dél muy contentos paraTeudilea quien dixeron que había de dar todo lo que llevaban.



 

 

Capítulo II

Cómo después de llegado Cortés al puerto de San Joan deLúainvió dos bergantines a buscar puerto y de lo que les avino.

La noche antes que Cortés saltase entierra determinópara ver si podríahallar mejor puertoinviar dos bergantines que corriesen la costa; en el unoinvió a Montejoy en el otro a Rodrigo Álvarezpor ser personas de crédictoy confianza. Encomendóles que llevasen la vía de Panucoporque por aquellacosta le habían dicho que había puerto; navegaron la costa abaxoydescubrieron a do es ahora Villa Rica la Vieja y corrieron toda la costa deAlmería y toda la demás costa casi hasta Isla de Lobosadonde les dio tiempotan bravo que nunca pensaron salir con vida del peligro en que se vieron;faltóles luegoaunque el tiempo abonanzóel aguay de tal manera quepensaron perescer de sed. Para socorrer a esta nescesidad el artillero mayorcon otros dos compañerosqueriendo salir a tierra se ahogóy el otroesforzándose lo más que pudono sin muy gran trabajo y grandes heridas de lamucha reventazón que el agua hace en aquellos arrecifessalió a tierra; elotro se volvió con muy gran miedo y no sin notable peligro a los bergantines.Luego otro díaatando sogas con sogas hasta la reventazónecharon elescutillón todo lo más largo que pudieronpara que asiéndose a élel quehabía quedado en tierra pudiese volver al navíoel cual con gran dificultadtomó el caboy balando los marineros con muchos golpes de marle metieron enel navío.

En el entretantoMontejo y Rodrigo Álvarez mandaron que todas las armas seatasen a la tablazón del un bergantín para que la misma tormenta las echase atierradeterminados de zabordar en tierra con los bergantinespor no perescerde sed: e ya que querían hacer estose levantó un norte con un gran aguaceroy como todos estaban tan sedientosaunque el viento los fatigabaholgaronmucho con el aguaceroporque con sábanas y algunas vasijas tomaban el agua; yera tanta su sedque algunos abrían la boca al agua que corría por las velasabaxoque no debía ser tan buena como la del río Tajo. Mataron una toninaporque si no era el pantodo el demás bastimento habían echado a la mar paraquitar la ocasión de la sedy con el norte llegaron aquel día cerca de SantJoan de Lúa. Fueron al real a dar mandado cómo habían hallado puerto;saltaron todos en tierray descalzoslas cabezas descubiertasfueron enprocesión desde donde desembarcaron hasta una iglesia que el General habíamandado hacerdonde llegandocon muchas lágrimas y gran alegría. postradospor tierradieron muchas gracias a Dios por haberlos librado de tan grandespeligros.

Cortés se alegró mucho con ellosporque por los vientos que habíancorrido entendió el gran peligro en que se habían vistoy porque de Sant Joande Lúa se hace tanta menciónserá bien decir por qué se llamó así. Espuesde saber que si dicen Ulúa quiere decir «árbol»o una resina que délsalede la cual los indios hacían sus pelotas con que jugabanque como losespañoles con las manos arrojan la pelotaasí ellosdesnudos en carneslarechazaban y daban con el encuentro del anca; y si dicen Sant Joan de Culhúaquiere decir de aquella generación o gente que se enseñorearon de la tierra deMéxico; y asíantes que los mexicanos se enseñoreasen de tan grandesprovinciaslos indios naturales de aquella tierra la llamaban Chalchicoecaquequiere decir «en el agua clara».



 

 

Capítulo III

Del buen rescibimiento que el gobernador Teudile hizo aCortés y el presente que el Señar de México le invió.

Después que Cortés asentó su realy con sus amigoscomo adelantediremosdio orden y manera cómo se descargase de la obligación que a DiegoVelázquez teníayen nombre del Reypor los de su exército fuese elegidoycomo parescerácasi forzado a aceptar el cargo de Generalel Domingo dePascua por la mañana vino Teudile del pueblo de Cotastaque era ocho leguas deallímuy como señoracompañado de más de cuatro mil indios bien ataviadosy sin armas; los más dellos vinieron cargados con muchas cosas de comerquemataron la hambre a todo el real. Teudile entró acompañado de los másprincipales a do el General estabael cualcomo ya estaba avisadoseadereszó lo mejor que pudo y se asentó en una silla de espaldasacompañadode todos los Capitanesadereszados lo mejor que pudieron para mostrar elauctoridad de su Capitán a los indiosy puesto delante de Cortéscomo vio elauctoridad con que estaba asentadohaciendo primero una grande inclinaciónsesacó sangre de la lengua con una pajaporque la traíaal uso y costumbre deaquella gentehoradada. Fue esta la mayor reverencia y acatamiento que se lepudiera hacer entre los indiosporque sacar sangre de la lengua o del brazo oechar enciensonunca lo acostumbraban sino cuando hacían gran sacrificio a losídolos que por dioses tenían. Hecho este comedimientosacó ciertas joyas deoro y otras de pluma muy vistosas y mantas de algodón ricamente labradas[y]mandando poner delante todo el refresco de comidaque era muy grandeporlengua de Marina y de Aguilar habló de esta manera:

«Señor y valiente Capitán: Bien te acordarás cómo los indios que tefueron a visitar al navío antes que desembarcaseste preguntaron qué era loque querías y a qué eras venidopara dar dello relación al gran EmperadorMotezumacuyo esclavo soy yolos cuales como tú respondiste que de parte deun gran Rey e señor tuyo le venías a conoscer y visitarfueron con estarepueta y ahora son venidos con mandato del gran señor Motezumapara que yo teresciba y sirva lo mejor que pudierey en su nombre te ofresca estas joyaslascuales te invíaagradesciéndote mucho la venida y teniendo en gran merced quetan gran señor como dices que es el Emperador le quiera conoscer.» Cortésaunque luego sospechócomo después parescióque aquellos eran cumplimientosde Motezumarespondió levantándose primero de la silla y abrazándole muyamigablementehaciéndole juntamente sentar en un banquillo: «Mucho teagradescoseñorel trabajo que has tomado de venir desde tu casa hasta aquípero haces lo que debes al servicio de tan gran Príncipe como Motezumaal cualdirás que le beso las manosy que estas joyaspor ser suyaslas tengo enmuchoe inviaré al Emperadormi señorcomo prendas del amor y conoscimientocon que tu señor Motezuma le paga.» Y luegohaciendo sacar un sayo de sedauna medallaun collar de cuentas de vidrio y otros sartaleslos dio por lamano a Teudileel cual lo rescibió con mucho comedimientorindiéndole muchasgraciasporque eran cosas que él ni los suyos jamás habían vistoy como tanperegrinastúvolas en tanto que luego las invió a su señor Motezumanodiciendo que Cortés se las inviabasino que él porque las viesele servíacon ellaspues era su esclavo; invióle asimismo con estas cosas un lienzo quelos indios labran de algodónen el cualporque letras ni modo de escrebir noteníaniba pintado todo el reallos navíos y cómo habían los nuestrossaltado en tierraseñalada la persona de Cortés y las de los Capitanes y deotras personas principalestan al natural como si muchos años los hubierantractado.

Como vio Hernando Cortés el contento que Teudile mostraba con las cosas quele había dado y que allí delante dél las había dado a ciertos indiosprincipales para que luego las llevasen al pueblo de Cotastasintiendo que conellas había de inviar la embaxada a Motezumamandó que delante dél saliesentodos los españoles con sus armas en ordenanzaal paso y son del pífaro yatambory que luego trabasen una muy reñida escaramuzay que también los decaballo con sus cascabeles y adargas hiciesen otra escaramuzade la cualTeudile y los suyos se maravillaron muchoporque pensaban hombre y caballo seruna misma cosa; tuvo pavoraunque Cortés se reía con él. Mandóhecho estoal artillero mayor quepuestas las piezas de artillería en el orden y asientoque es menester para dar batería a una ciudaddisparasesin quedar ningunacontra cierto baluartepara que los indios viesen la gran furia de los tiros yconsiderasen el mucho daño que podrían hacer en las personaspues en lasparedes le hacían tan señalado.

Muy espantado quedó de todo esto Teudiley como era hombre de buen juiciofácilmente coligió que con aquellas armas y bestiasaunque no eran muchos losnuestrospodían salir con lo que intentasen; y que sintiese estoy aun muchosde los principalesparesció claro por el nuevo respecto con que de ahíadelante tractó a Cortésaunque antescomo dixele honró como a susdioses. Preguntóle Cortés que le parescía de todo lo que había visto;respondió con gran reverencia: «Señortodo lo que he visto nunca he vistoyasí no puede dexar de ser nuevo y maravilloso para míporqueaunque soishombres como nosotrossois de otro color y talle; vuestro traje es en tododiferente del nuestroy esos hombres que andan tan altos y corren tanto ytienen cuatro pies me admiran muchopero lo que me ha mucho atemorizadosonaquellas armas gordas que echan fuego y suenan tantoque me paresció querelampagueaba y tronaba el cielo.» Y los navíosasimismodixo que le habíanadmirado a causa que eran grandes casas de madera que andaban sobre el agua.

Cortés se holgó mucho con esta respuestaporque della entendió que losnuestros y nuestras armas le habían puesto miedo y que todo lo haría saber asu señor Motezumacomo luego lo hizodespachando indios por la postaparaque de palabra y por pintura diesen a entender a Motezuma todo lo que asaba.

Dicen que Cortéspara tener espacio de hablarleconvidó a Teudile a comery que le asentó a su mesa. Hízose servir muy como señorpara que de tododiese relación a Motezuma. Acabada la comidadespués de haber reposado unpocoya que Teudile se quería despedir para volverse a su puebloCortés lehizo la plática siguiente:



 

 

Capítulo IV

De la plática que Cortés hizo a Teudile y de lo que mássubcedió.

«Teudilefiel criado y gobernador en esta provincia de Motezuma: Porque séque de todo lo que has vistohas dado y das larga cuenta a tu señorserábien que de propósito entiendas quién soyquién me invía y para qué; paraque veas lo que debes avisarley tu señor lo que debe de hacer. Yo me llamoHernando Cortéssoy Capitán principal de toda esta gente que vessoy vasalloy criado del mayor señor y más poderoso que hay en el mundoel cualtiniendonoticia desta gran tierra y del mucho valor de tu señor Motezumame invió aque le visitase y hablase de su partey de parte de Dios le avisase conoscieselos errores grandes en que él y todos los suyos vivenadorando muchos diosesen figura de animalescon sacrificios de hombres sin culpa e inocentesviviendo en muchas cosas contra toda razón y ley naturalno habiendo nipudiendo haber más de un solo Dioscriador de todo lo que vemos y no vemoselcualen sus sacrificioscomo clementísimono pide las haciendas de loshombres ni la sangreni que pierdan la vidasino dolor y lágrimas por haberleofendido. Sin el conoscimiento deste Omnipotente y solo Diosninguno puede sersalvoporque sólo Él es el que puede matar el alma y darle vida. Hízosehombre nasciendo de una virgen sin corrupción de su virginidadpara quemuriendo por el hombreque luego al principio que le crió la había ofendidole librase de la muerte eterna y le diese la gloriapara la cual le habíacriado. Para conseguir tan gran bien como ésteconviene que yo vea a tu señory le enseñe la gran ceguedad en que con honrar a sus vanos ídolos hasta ahoraha vividoy yo sé que cuando entienda los muchos Reyes e señores queobedescen e sirven al Emperadormi señory el gran deseo que con la obramagnifiesta que tiene de que tu señor y todos vosotros os salvéisle sirvirácomo los demás Príncipes y señores y le querrá muy de su voluntad reconoscerpor señor. Sabido has quién soyquién me invía y a lo que vengo; diráslotodo a tu señor Motezumay que yo estoy determinado de en ninguna manera dexarde verle y hablarle y enseñarle más despacio lo que te tengo dicho y otrascosas muchas que tú ni élsí no es con el curso del tiempopodréisentender.»

Después que Teudilecon muy gran atención hobo oído esta pláticalepesó de una cosa y se rió de otra; pesóle de la determinación de Cortésporque también pesaba a Motezuma; rióse de que Cortés dixese que un tan granPrínecípe y señor como era Motezuma sirviese al Emperador; y asídisimulando el pesar y descubriendo la risadixo así:

«Cortéshijo del sol (que era el mayor título que le podía darporqueal que principalmente adoraban de los dioses era el sol): Mucho creo queholgará mi señor Motezuma de verte y conoscerteasí por ver lo que nunca havistocomo por salir de esos errores en que dices que vivimos; pero a lo quedices que Motezuma reconoscerá y servirá al Emperadortu señorno sé cómopuede ser estoporque mi señor tiene tantos reinos y señoríos debaxo de sumanomanda tanta tierra y obedéscenle tantos vasallosque no puede haberseñor en el mundo que tanto pueda como él; pero con todo estoyo le inviarémensajeros que le digan lo que me has dichoy antes de muchos días tendrás larepuesta.»

Con esto se despidió Teudilehaciendo luego postas para su señorinviandopintado lo que había visto y diciendo de palabra a los mensajeros muy porextenso lo que había oído. Hecho estose partió para Cotastaque fue unpueblo muy frescodexandopara que los nuestros conosciesen lo que los amaba yqueríaa par del real dos indios principales que mandasen a dos mill indiosque allí dexabaque sirviesen con gran diligencia y cuidado a los españoles.Hicieron los indios de ramas cubiertas con paja sus moradas; en el día de carneproveían largamente el real de gallinasgalli-pavosvenadosconejos y detodas las maneras de fructa que se daban en la comarca; y en el de pescadodemucha variedad de peces de diversos gustos y saboresde los cuales en aquellacosta hay gran copia; proveyó asimismo Teudile de muchas mujerespara quecociesen en el pan y guisasen la comida a los nuestros a su modo y gusto; y comose desengañó que los caballos no comían carnemandó que les traxesen todala hierba y maíz que habiesen menester.



 

 

Capítulo V

El presente que Motezuma invió a Cortés y de la respuestaque le dio.

No eran pasados siete díashabiendo casi setenta leguas de la Veracruz aMéxicocuando los embaxadores vinieronlos cuales antes que dixesen larepuesta que su señor inviabasacaron una vestidura de oro y pluma a manera decoseletecon mucha pedreríaguarnescida por los cabos de cuero coloradoydel mismo pendían unas cintas con que la ropa se ataba a los brazos y a laspiernas; por almete desta ropa que parescía coseletetraxeron una gran cabezade águila hueca por de dentrode oro y plumaque resplandescía a maravillapor el pico de la cual veía el que se la ponía; volaban por cima destacabezamuchos y muy grandes plumajes de ricas plumas de diversos coloresque son conlos que en la guerra y en sus bailes mucho se adornan los Capitanes y otrosvarones fuertesque en su lengua llaman tiacanes. Suplicaron a Cortéscon muy grandes comedimientos que porque aquella ropa era con la que vestían almayor de sus dioses en los días de fiesta y regocijoy especialmente cuando desus enemigos habían conseguido alguna victoriase la vistiesepara rescebirel presente que su gran señor Motezuma le inviaba y para oír la repuesta quedaba a su embaxada que por Teudile había inviado. Fue el motivo de Motezumainviar esta ropaestar avisado de Teudile que los nuestros eran inmortales; yasí por muchos días los llamaron teulesque quiere decir «dioses»yque era razón que pues el mayor de sus dioses vestía aquella ropaqueCortésque era el mayor de los del realse la pusieseel cualo por gozarde la más nueva honra que a Príncipe se ha hecho en el mundoo por complacera los mensajeros y que no dixesen que tenía en poco ropa tan presciosase lavistió sobre el jubón y calzasy era por el oro y pedrería tan pesadaquefue nescesario que algunos caballeros de los que con él estaban la ayudasen asoliviar. Puesto desta manerarescibió dos ruedas grandesuna de oro y otrade plata; la de oro se llamaba el solporque en el medio dellacon granartificio y muy al naturalestaba el sol esculpidocon otras muchas laboreshechas alrededorde vaciadizode lo cual hobo e hay muy diestros oficiales enesta tierra; pesaba cient marcos. La otraque era de platase llamaba la lunaporque en medio estaba esculpida su figura; pesaba cincuenta y dos marcos. Cadauna dellas tenía diez palmos de ancho y treinta de ruedo. Sacaron luego muchacantidad de joyas y piedras de oro y platamuchas plumas riquísimas y de granestima entre ellos; muchas mantas y ropas de algodónblancas y otras labradasde pelos de conejo y plumas muy hermosas de ver. Era el presente tan rico quevalía más de treinta mill ducados.

Dado el presentede los indios principales que con él veníandoshaciendo grandes reverencias a Cortésse rogaron al hablar. Finalmentetomando la mano el más viejodixo: «El gran señor Motezumacuyos esclavossomos cuantos vivimos en esta tierradice que se huelga mucho con tu venida ycon las nuevas que le traes de un solo Diosen quien se ha de creer y ponertodo el corazón y esperanzay con lo que le dicen del gran Emperador de loscristianosal cual desde ahora rescibe por amigo y hará por él y en suservicio todo cuanto pudiere; porquepues es señor de hombres como vosotros aquien nosotros como a dioses tenemos y reverenciamosdebe ser tan poderoso ygran Príncipe como le has significadoy que a esta causa mandará que todo eltiempo que aquí estuviereste sirvan sus vasallos como a su persona misma;pero que a lo que dices de hablarlelo tiene por muy dificultosoasí de suparte como de la tuya; de la suyaporque él está enfermo y flaco y no puedebaxar tan acá; de la tuyaporque la jornada es muy larga y en ella hay muchassierras asperísimas de pasar y grandes despobladosdonde tú y los tuyospadesceréis grandes trabajosy que demás desto has de pasar por tierras deenemigos suyoshombres de mal corazón y muy crueles y sin piedadqueprocurarán hacerte todo el daño que pudieren y estorbarte el paso.» Todasestas escusas ponía Motezumaporque veía que ya era llegado el tiempo en queél había de perder su señorío y sus vasallos habían de profesar otra leypor los maravillosos pronósticos que de la venida de los españoles teníaloscuales trata en su Tercera Parte el padre Motolinea.

Cortésoída la repuesta de Motezuma delante de Teudileque a todo sehalló presentereportándose un pocomandó sacar las mejores ropas de sedaque teníacon algunas buenas joyaslas cuales dio a Teudile para que lasinviase en su nombre a Motezumasu amoy es de saber que aunque en lo pasadohe usado deste vocabloseñorque los indios jamás a sus señores llaman sinoamosparesciéndoles que a solos los dioses se debía el nombre de señoreslocual entre los romanos también sintió un Emperadormandando por públicopregón que ningunoso pena de muertele llamase señor.

Cortéscuantos más estorbos para su deseo le ponía Motezumatanto másdeseaba verle y hablar con élporque esto tiene todo lo que se prohíbe yvieda; y como estaba con este deseosin tener cuenta con examinar ni inquerirlas escusas de Motezumasi eran verdaderas o falsascomo aquel a quien subuena fortuna llamaba para negocio tan grandereplicó a los mensajeros conánimo denodado desta manera: «Diréis a vuestro amo Motezuma quepues contantos trabajospor más de dos mill leguasmetidos en casas de maderahevenido por mandado del Emperadormi señorno a otra cosa sino a verle y ahablarleque no haría yo lo que debía si me volviese sin hacerloporque loque le quiero decir es de parte de Dios y de mi Reyy a él importa tantooírme como a mí hablarley a mí me conviene tanto hacer estoque si pensasemorir mill veces no lo dexaríaque esta costumbre tenemos los cristianoscriados de los reyesque damos por bien empleada la muertepues resulta dellagloria a los descendientescuando en cosa justa morimos obedesciendo a nuestroRey y señory quepues yo estoy determinado de no caer en la indignación demi Dios y de mi Reyque no quiera que a cabo de tanto tiempo y de tan largajornada me vuelva sin ver y hablar a tan gran Príncipe como Motezumaa quienel Emperadormi señordesea tractar y comunicar por cartaspues por presenteconversación no puede.»

Teudileque no estaba muy contento desta respuestasin dexar responder alque vino de parte de Motezumadixo: «Tú haces cierto lo que debes al serviciode tu señoraunque como Motezumami amodiceha de ser muy dificultoso yaun peligroso el poder verlepor las causas que te ha dicho; peropues túestás tan determinado de verleque no sé si después de puesto en ello tearrepintirás; yo despachar luego estos mensajeros que declaren a mi amoMotezama tu determinacióny en el entretanto que vuelvente suplico descansesy tomes placerque no te ha de faltar cosa de las que hobiere menesteryporque me paresce que aquí estás mal aposentadosería bien que te vinieses aun pueblo que está de aquí cinco leguasdonde estarás a tu contento.»Cortésagradesciéndole la buena voluntad y ofrescimientodíxo que él no semudaría de allí hasta que tuviese repuesta de Motezuma. Con esto se despidióTeudile para Cotasta a despachar con los mensajeros.



 

 

Capítulo VI

Cómo el señor de Cempoala invió ciertos indios a ver losespañolesy cómo supo Cortés las diferencias que había entre los señoresde la costa y los señores de México.

Como era tan gran Príncipe Motezuma y los mercaderes y lengua de México seextendían por muchas provincias y reinosentendió la venida de los nuestroslos navíos y número de gentela manera del vestir y figura del rostroycómo en Champotón de toda la costa se habían juntado diversas haces a no otracosa sino a matar y comer a Cortés y a sus compañerosporque como ellos erantantos y los nuestros tan pocoscreyeron que sin dificultad harían lo queintentabany quedaron tan burlados de su deseoque fueron afrentosamentevencidos y muchos dellos muertossin que ninguno de los nuestros faltasey queera tan grande el esfuerzo y valentía de cada uno de los nuestrosque teníaen poco a docientos y trecientos indiosy así pensaban que eran inmortalesypor esta causa dioses; y como con esto supo también Motezuma que el Dios de losnuestros podía muchopues estando los españoles por tres veces en tantoaprieto había inviado un hombre sobre una bestia blancaque peleaba con tantafuria que les quitaba la vista de los ojos y entorpecía las manosdesaparesciendo y paresciendo cuando queríaextendióse la fama de tan nuevo ynunca visto negocio por toda la tierra de tal maneraque cuando Cortés saltóen tierraluego después de pasadas las cosas que he dicho con Teudilemuchosseñores de la costa secretamente inviaron criados suyos para que viesen aCortés y a sus compañerosen especial el señor de Cempualauno de losmayores señores de la costael cualespantado de las cosas que de losespañoles se decíaninvió de los más bien entendidos de su casa hastaveinte criadosporque siendo tantos y tales le traxesen mejor relaciónporqueen lo que uno no advirtiesemiraría otrolos cualescomo llegaronque noestaban de allí más de una jornada y con los otros indios no teníancomunicaciónapartáronse a un lado del real de los cristianosmirando conmucho cuidado a los nuestros que en él estaban.

Cortésque no se dormía nadaporque al que bien vela todo se le revelamiró en aquellos indiosy como los vio juntos y apartados de los otros indiosdiferentes en rostros y trajesy mirar con tanto cuidadopreguntando quiéneran o qué querían aquellos indiosdiciéndole que eran mascegualesque quiere decir como labradores o hombres baxos y de poca suerteno sesatisfizoporque ni parescían masceguales ni estaban con tanto descuidoque no se debiese mirar en ellos y sospecharcomo ello fueque debía de haberotra cosa de lo que parescía; y así para salir desta sospechamandó que selos traxesen delante. Ellos vinieron de buena voluntadCortés los rescibióhumanamente y metió en su tienda; preguntóles que de dónde eran y a quévenían; ellos respondieron que de un pueblo cerca de allíque se decíaCempualay que el señor délque era en aquella costa el más principallosinviaba a que viesen aquellos teules o dioses que habían venido de tan lexastierras en tan grandes acalescuya fama tenía espantados desde Cozumel yChampotón toda aquella tierra.

Cortés les mostró buen rostro y agradesció mucho a su amo haberlosinviado; dióles algunas cosas de rescate; mostróles los caballos y las armas yel asiento real; mandóles dar de merendar y a beber del vinoque no les supomal; e ya que los quería despedir para que diesen relación a su amo de lo quehabían vistomiró cómo los indios de Culhúa no se llegaban a ellos ni loshablabanhabiendo tantos por allí alrededor. Maravillado destopreguntó aMarina qué era la causa de que aquellos indios no se comunicaban con los otros;Marina respondió que los indios que le habían venido a ver no eran nagualeso mexicanos y que se llamaban totonaquesdiferentes en lengua ycostumbres de los mexicanosy aunque en cierta manerasubjectos a Motezumareconoscían a otro señor que era el que al presente teníanlo cualespecialmente entre indiosera bastante causa de discordias y poca amistad.

No pesó a Cortés con estoporque de las palabras de Teudile habíaconoscido que Motezuma tenía enemigosy que a esta causapor tenerlossubjectostenía Capitanes y guarniciones de gente por toda la costa; y paracertificarse más destoapartó en secreto a tres o cuatro dellosque leparescieron más ancianos y que le darían mejor razóny preguntándoles porlengua de Marinaqué señores había por aquella costa y cómo vivían y sientre ellos había guerraslos indios le respondieron que de pocos años aaquella parte los señores de aquella costa obedescían al gran señor Motezumay tribuctaban a él y al señor de Tezcuco y al de Tacubaporque de otra manerano se podían librar de las tiranías de Motezuma y del poder de sus armasquehabía venido siempre en crescimientoporque antes con él y con los señoresque estaban la tierra adentrohabían tenido continuas y crueles guerrasy loque al presente los señores de aquella costa sentían mucho erano elreconoscer a Motezuma por supremo señorsino las vexaciones y malostractamientos que las guarniciones de Motezuma les hacían.

Cortés holgó por extremo saber estas ocultas pasiones y las fuerzas queMotezuma había hecho y hacíaporque entendiócomo ello fueque a no haberpasionesMotezuma era tan poderoso que en ninguna manera pudiera reducirle alservicio del Emperadory así hizo nuevos regalos a estos indiosdióles cosasde rescate y algunas para su señory que le dixesen que él era venido paraser su gran amigopor lo que dél había idoy para favorescerle y ayudarlecontra cualquiera que le tuviese enojado; y porque pensaba presto ir a verle yhablarle despaciono quería decir más. A los indios rogó viniesen otra vez averleporque se holgaría mucho con ellospues los otros indios no eran partepara estorbárselo. Los indios respondieron que harían todo lo que su mercedmandabay que si fuese a do su señor estaba sería muy bien rescebidoporqueera dél muy deseado. Con esto se partieron muy alegresaunque lo quedó másCortés en haber entendido el medio con que se había de conseguir su fin tandeseado.



 

 

Capítulo VII

Cómo Cortés rescibió la respuesta de Motezuma y cómobuscó sitio para poblar.

Rescibió Motezuma los presentes de Cortésy aunque por su extrañeza ynovedad le dieron contentomucho le pesó cuando los mensajeros le dixeron queCortés estaba determinado de venir a verleaunque más estorbos hobiese que suAlteza decíacontandocomo ellos suelentodo lo demás que Cortésrespondíacon grandes encarescimientos. Oída esta respuesta aunque disimulóel pesar que sentía lo mejor que pudodespachó luego otros mensajeros con unpresente de mantas ricaslabradas de algodón y orocon ciertas piezasmuyvistosas hechas de oro y plumay mandóles que yendo primero donde Teudileestabadixesen a Cortés que rescibiese aquel presentey que en lo que tocabaa la venida no lo pensaseporque no era cosa que le convenía; y que si algohobiese menesterque todo se le daríaasí para volver a su tierracomo parapasar adelantey dicen que encargó a los mensajeros que dixesen a Teudile queen todas manerasdándole esta repuestaprocurase cómo Cortés se volviese ydexase la tierra. Teudilevenidos los mensajerosse fue con ellos y con elpresente donde Cortés estabay después de habérselo dado en nombre deMotezumale comenzó a persuadir se volviese a su tierrao pasase adelanteporque pensar de ver a Motezuma era cosa imposible por el riesgo y peligro queen ello habíay porque claramente su señor decía que no le visitasepuesentre Príncipes bastaba el comunicarse por mensajerossin que fuese exércitoarmado. Añadió Teudile que si tanto deseo tenía de ver a Motezumaque fuesecon tres o cuatro compañerosque las guardas de su señor le acompañarían ydefenderían por do fuese. Cortés se rió desta razón postreray aunque seenojó por las escusas de Motezuma lo más disimuladamente que pudoen pocaspalabras respondió a Teudile en esta manera: «Teudiledirás a Motezuma quenosotros los españoles no solemos por miedo ni amenazas dexar de proseguir loque una vez intentamosespecialmente si nuestro Rey nos lo manda. El Emperadory Reymi señorme mandóque aunque me costase la vidano volviese hastaver y hablar a Motezumacon el cualcomo otras veces he dichotiene grandeseo de comunicarse por cartas y embaxadores; y pues es este mi propósitodecirle has que yo iré presto a verle y a besarle las manosy no es menesterque sobre esto vengan ni vayan más mensajeros. A lo que dices que vaya con treso cuatro compañeros solamente y no con tanta genteque paresce que va en sonde peleardirás que cualquiera destos mis compañeros es tan valiente quesabiendo el camino iría solosin que fuesen parte los enemigos de Motezumapara ofenderle; pero que porque yo sé que tiene muchos enemigos y muyvalientesquiero ir acompañado de algunos para que a mis ventajas haga castigoen ellos si me quisieren estorbar el camino.»

Dixo Cortés estas palabrasasí para espantar a Teudilecomo para que lassupiesecomo luego las supoMotezuma. Despidióse con esto Teudileno tangraciosamente como las otras vecesporque no menos le pesó que a Motezuma ladeterminación de Cortés.

Otro día cuando amanesciótoda la gente de los indios se había ido yquedaron las chozas tan vacías que ninguna persona paresció en ellasy estohicieron aquella noche que Teudile se despidió de Cortés tan secretamente queninguno de los del real de los españoles lo sintió. Recelóse desto Cortésparesciéndole que el negocio iba de mal artey así mandó estar a toda sugente a puntoinviando espías y corredores para ver si había alguna celada olos indios intentaban algo; y como ni de guerra ni de paz paresció indiodeterminó de buscar por toda aquella costa si había algún puerto mejor delque tenía y asiento donde más cómodamente pudiesen poblarporque a esto lehabían convidado mucho las ricas muestras de la tierra y la manera de la genteque era mucho más y más lucida y de mejor color que la de las islasque eradescolorida y poco bien tratada.

Invió al piloto mayor Antón de Alaminos con dos bergantines para quecosteando la tierrabuscase puerto y asiento conveniente. Navegó más deveinte días; padesció muchos trabajosllegó con mucha dificultad hasta elrío de Pánucopor los muchos arrecifes y grandes corrientes que había.Corrida la costano hallócomo tengo dicho antessino un peñol que estabasalido en la mar; aquí fue Villa Rica la Vieja. Tomó Cortés lo mejorque fueal abrigo de aquel peñolporque tenía cerca dos buenos ríos y pastoscomoera menester. En el entretanto que se buscaba el puertoCortés levantó surealy metiendo la ropa en los navíosél con los de a caballo y concuatrocientos compañeros tomó el camino que traían los que le proveíany atres leguasa par de un hermoso ríode los cuales hay en aquella costamuchosy cerca déste está lioy fundada la Veracruzvadeando el ríollegóa un pequeño pueblo que estaba de la otra partedel cual toda la gente sehabía salido por temor de los nuestrosdesde el cual pueblo vino a dar a otrostres o cuatro tan pequeños que ninguno subía de docientas casasen lascualesaunque hallaron muchos bastimentos de maízfrisolesmielcalabazas yotras semillas de que los indios usan para sus brevajeshallaron también muchoalgodón y plumajes ricos. Cortéscomo vio que los nuestros se aficionaban ala ropamandó por público pregón que ninguno tomase cosa alguna so pena demuertesi no fuese de los bastimentosporque sin éstos no podían vivir. Elmotivo de Cortés de mandar pregonar esto fue dar a entender a los indioscomodespués lo conoscieronque no venía a robarlos ni a quitarles sus haciendassino a comunicarlos y tractar con ellospara tener entrada para conseguir elprincipal fin que llevabaque era la conversión dellos y el reconscimiento delEmperadorque tanto bien les hacía.

Aprovechó tanto el rigor con que Cortés executaba sus mandamientos y el noperdonar al desobedienteque ningún Príncipe ni Capitán fue tan acatado yobedescido de los suyos como éllo cual fue causa que de ahí adelante todo lesubcediese más prósperamente de lo que pensaba.

Tornóse de allíy mandó descargar los navíospara que si algúntemporal viniese no los desbaratase y para despachar algunos dellos con cartaspara el Emperadorpidiendo más gente y dando aviso de lo que hasta entonceshabía entendido de la tierra.



 

 

Capítulo VIII

Del razonamiento que Cortés hizo a los suyos y de laelección de Cabildo en la Veracruz.

Después que hubo Cortés asentado donde es ahora la Veracruzlosprincipales que le seguían le requirieron delante de un escribano quepues latierra daba tan buenas muestraspoblase luego en nombre de Su Majestad y no leacontesciese lo que a Grijalva. Cortésque no deseaba otra cosaporque lotenía así maneadorespondió que lo oía e que para el cumplimiento dello lesrespondería otro díaporque era razón pensar negocio que tanto importaba; yasírogándoles que para otro día se hallasen en su casales habló en lamanera siguiente: «Señores y amigos míos: Ayer me requeristes delante de PeroFernándezescribano de Su Majestadque comenzase a poblarporque no meacaesciese lo que a Grijalvapor lo cualconsiderando yo por una parte cómofue por Diego Velázquez tan justamente reprehendidoy por otra el habernosDios traído a una tierra de tan buen templetan ricatan poblada de gentetan abundosa de comidame ha parescido quepuesde poblar se han de seguirmuchos provechos y ningún inconvenienteque será bien tomar vuestro parescery ponerlo luego por la obraporque desde allí podríamos entrar poco a poco latierra adentro y ver a Motezumaque es lo que yo más deseoy para este fintenemos tan buenos principios como son el amistad del señor de Cempoala y deotros comarcanos suyoscontrarioscomo tenemos entendidode Motezuma; porquesubjectados por fuerzaserá cosa acertada hacernos fuertesedificando antetodas cosas una fortaleza. También proveeremos con esto de inviar a las islaspor bastimentos y alguna gentee inviar un navío a España con persona deconfianzapara dar noticia a Su Majestad de lo subcedidoinviándole el oro yplata y otras cosas ricas que Motezuma me presentópara que Su Majestadentendiendo nuestra buena venturaque debaxo de su venturoso nombre nos hasubcedidotenga por bien de hacernos toda merced y darnos todo favorinviándonos la gente y los demás adereszos que para esta jornada son menester;y porque en toda población es nescesario que haya justicia y regimiento paraque la república sea bien gobernadayocomo Capitán generalen nombre de SuMajestadparesciendo así a todos vosotrosdetermino nombrar Alcaldes yRegidores y los demás oficios que son nescesarios para nuestra buenagobernación; y porque yo he respondido a lo que me requeristesy he dichootras cosas que me han parescido convenirvos ruego me respondáis a todoporque en el consejo de muchos se suele acertar.»

Oída esta pláticaque a todos contentó muchoen nombre de todos losdemás del real respondieron ciertos caballeros en esta manera: «Señor: Granconfianza tenemos que Dios ha de hacer prósperamente nuestros negociospuesvuestra merced ha hablado de tal manera que paresce que entendía nuestroscorazones y voluntadesporque todo lo que vuestra merced ha dicho y determinahacer deseábamos nosotros todos; por tantolo que tenemos que responder es quevuestra merced ponga luego por obra lo que ha dichopues es lo que al presentemás nos conviene.»

Cortésoída esta respuestapidió luego por testimonio delante delescribano que presente estabacómo en nombre de Su Majestad tomaba posesiónde aquella tierra con las demás por descubrir. Hecho este aucto y diligencianombró luego por Alcaldes a Puerto Carrero y a Montejo; por Regidores a Alonsode Ávilaa Alonso de Gradoa Pedro de Alvarado y a Escalantey porProcurador general a Francisco Álvarez Chicoque era hombre de negocios y porAlguacil mayor a Gonzalo de Sandovaly por escribano de Cabildo a un Godoy.Hecho este nombramiento por su manodelante del escribano que había nombradodio las varas a Alonso Fernández Puerto Carrero y a Francisco de Montejodiciéndoles así: «YoHernando CortésCapitán general por Su Majestadinviado por Diego Velázquezsu Gobernador en la isla de Cubaos doy y entregoestas varaspara que en nombre de Su Majestad exerzáis y uséis el oficio deAlcaldes en esta nueva poblacióny os encargo y requiero que aceptando eldicho cargohagáis justiciasin tener respecto a persona alguna; y a vos elescribano que presente estáispido me deis por testimonio cómo los dichosPuerto Carrero y Montejo aceptan los dichos cargos de Alcaldes en nombre de SuMajestad y prometen de hacer justicia.» Los Alcaldeshecha la solemnidad ental caso acostumbradatomando las varas se asentaron y mandaron al escribanoque diese por testimonio en manera que hiciese fee todo lo que Hernando Cortéspedía. Púsose por nombre a la nueva población la Villa Rica de la Veracruzen memoria que el Viernes de la Cruz habían entrado en el puerto que se llamahoy Sant Joan de Lúa.



 

 

Capítulo IX

Cómo Cortés renunció su oficio en manos de los Alcaldes ycómo fue elegido de los del pueblo por Capitán general.

Hecha esta diligenciaHernando Cortéscomo lo había ya tractado con losque había hecho Alcaldes y Regidoresdelante del mismo escribanoquitándosela gorra a todo el regimientodixo: «Señoresya sabéis cómo por losflaires jerónimos que residen en la Isla Española y de allí en nombre de SuMajestad gobiernan las Indiosyo fui nombrado por Diego VelázquezTeniente degobernador en la isla de Cuba por el Almirante de las Indiaspara descubrir yrescatar en esta tierra que Grijalva descubrió; y porque me paresce que lossusodichos no tuvieron tan bastante poder como conveníayo desde ahora parasiempre renunció el cargo de Capitán general en manos de los señores Alcaldesy Regidores que presentes están y me desisto délpara que en nombre de SuMajestad provean a quien más convengahasta que Su Majestad mande otra cosa; ya vosescribano que presente estáispido y requiero que deis por testimoniocómo hago la dicha dexación de Capitán general para quecomo tengo dichoeste regimiento nombre por Capitán general al que mejor visto le fuerey asílo torno a pedir por testimonio.» Los Alcaldes respondieron que se saliesefuerapara determinar lo que más convenía al servicio de Su Majestad y biende aquella república.

Hernando Cortéshecho su comedimientose fue a su casa. Los Alcaldes yRegidores en el entretanto trataron muchas cosas convenientes al bien de aquellarepúblicadeterminandocomo lo tenían ya en sus pechosde elegir por sucaudillo y Capitán a Hernando Cortés; y para que la elección tuviese másfuerzallamaron a todo el puebloel cual después de juntouno de losAlcaldes dixo así: «Señoresya tendréis entendido cómo Hernando Cortésnuestro Capitán generalpor razones que a ello le movieronha renunciado elcargo de Capitán general en nuestras manospara que nosotros le proveamos ennombre de Su Majestad a quien mejor nos paresciere. En el entretanto que SuMajestad manda otra cosaestamos todos los deste regimiento de parescer queHernando Cortés nos gobierne y sea nuestro Capitán general y Justiciapues selo debemos por el buen tratamiento que nos ha hecho y porque en él cabencomohabéis vistotodas las partes y calidades que deben concurrir en un buenCapitán y Gobernador; y pues todos tenemos entendido estogran error sería yaun cosa peligrosa dexar al que tenemos conoscidopor elegir otro que nosabemos cómo lo haráque ciertocomo la experiencia lo enseñalos cargospreeminentes truecan a los hombres de manera que el que ayer os parescía mansoafable y humildemañanapuesto en el cargono le conosceréishallándoletan otro como si nunca hobiera sido aquel que el día antes conoscistes; por locualsi os parescepara que esta elección tenga más fuerzaos ruego deisvuestro consentimientoque nosotros descargamos nuestras conciencias con dar elnuestro y avisaros de lo que habéis de hacer.» Tuvo tanta fuerza esterazonamiento y era tan sabio y bienquisto Hernando Cortésque sin dar la manoa uno que respondiese en nombre de todosjuntos respondieron a la par:«CortésCortés es el que nos convieney así pedimosy si nescesario esrequerimos a vuestras mercedes le elijan y nombren luego por nuestro Capitángeneralque nosotros desde ahora le habemos por elegido y nombrado.»

El regimientovisto estodeterminó otro día por la mañanaacompañadode los principales del puebloir a casa de Hernando Cortésel cual ya teníanueva de lo que pasabay estaba esperando lo que élcon tanta sagacidadhabía tractado. Entró el regimiento; Cortés los rescibió con mucha graciapreguntándolescomo si de nada estuviera advertidoa qué era su venida.Estonces uno de los Alcaldes a quien ya el regimiento y la demás repúblicahabía cometido que tratase el negociorespondió así: «Señorayerrenunció vuestra merced el oficio de Capitán general y se descargó connosotros para que como nos paresciesehasta que Su Majestad determinase otracosale proveyésemos en persona tal que nos mantuviese en justicia y acabaseesta jornada que tenemos comenzada; y visto por todos nosotros que ninguno puedemejor regir y gobernarnosvenimos a vuestra merced a suplicarle y requerirleysi necesario esmandarleacepte el cargo de nuestro Capitán general yJusticia mayorporque todo el pueblo está de parescer de no elegir a otroniadmitirleaunque nosotros le elijamos; por lo cual será bien que vuestramerced quiera a quien le quiere. Esto es lo que venimos a pedir a vuestramercedporquecomo tenemos entendidovuestra merced nos mantendrá enjusticia y nosotros seremos regidos y gobernadospor el que deseamos.»

Cortésa estas palabrasdisimulando lo más que pudo el contento queteníarespondió: «Señoresaunque es grande la merced que me hacéis enelegirme por vuestro caudilloen más tengo la voluntad y amor con que meelegísporque sin haberos hecho tan buenas obras como yo quisieratenéis demí confianza de que haré el debery pues me lo habéis de mandarharé loque me rogáisy asíen nombre de Su Majestadhasta que de otra cosa seaservidoacepto el cargo de vuestro Capitán general y Justicia mayory prometocuanto en mí fuere de exercer y usar el dicho cargo bien y legalmente.»

No hubo Cortés acabado de aceptarcuando luego los Alcaldes y Regidores ylos demás principales del exército acometieron a besarle las manosdándolemuchas racias por haber aceptado. Despidió Cortés con alegre rostro a losdemás del puebloy quedándose con el regimientocomenzó a tractar de cosasque convenían para lo de adelante. El Cabildotomando ocasión desto parapedirle lo que tenía pensadodixo:



 

 

Capítulo X

Cómo el regimiento pidió a Cortés le vendiese ciertosbastimentos y lo que él respondió.

«Señor: porque sabemos quepudiendoen ninguna cosa vuestra merced nosfaltaránosotros tenemos determinado queatento a que de nuevo ha venido unnavío con bastimentosy no siendo conoscidos en esta tierraseríadificultoso y peligroso por el presente sustentarnos en ellasuplicar a vuestramerced que tomando dél y de los demáslo que hobiere menester para sí y parasus criadoslo demástasado en justo prescionos lo dé y repartaque parala paga todos nos obligaremos a lo pagaremos de montón de lo que nos cupiere enla guerrasacando primero el quinto que a Su Majestad se debiere. Juntamentecon esto suplicamos a vuestra merced mande apresciar los navíos y artilleríapara que de montón los paguemospara que de común sirvan de traer bastimentosde las islas para el proveimiento desta villa y exércitoque desta maneraseremos más bien proveídos y más barato que por vía de mercaderesquevenden por prescios excesivos.»

Cortés respondió que cuando en Cuba había hecho el matalotaje y bastecidola flota no lo había hecho para revendérselocomo habían hecho otrossinopara dárseloaunque en ello había gastado su hacienda y la de sus amigosyque le pesaba de que no fuese máspara que conosciesen lo que deseaba hacerpor ellos; pero que él confiaba en Dios que gastado aquel proveimiento no lesfaltaría. Con esto mandó luego a los maestros y escribanos de los navíosacudiesen con todos los bastimentos que en las naos habíaal cabildoy que elregimiento los repartiese por cabezas igualmentesin mejorar ni aun a supersonaporque en la guerra tanto comía el chico como el grande y el viejocomo el mozo y en lo que tocaba al vender de los navíosrespondió quemiraría lo que más conviniese a todosy que eso haría cuando menester fuese.

Pretendió Cortéscomo sabioporque no le faltaban émulosconliberalidad y largueza de ánimohacer de los enemigos amigoslo cual intentósiempre con mucha prudencia; y porque hasta ahora ninguno ha dicho la manera queCortés tuvo para ser elegido sin contradiccióndecirla he en el capítulosiguiente.



 

 

Capítulo XI

De la manera que Cortés tuvo para ser elegido en la Veracruzpor Capitán general.

Aunque desde Guaniguanicocomo después se supoCortés tenía tratado loque después hizo con sus amigosconosciendo la buena ventura que Grijalvadexóno quisopor no hacerse sospechosodarlo a entender hasta que fuesemenesteraunque de secretocomo yo supe de Diego de Coriaque fue su paje decámaraestuvo recogido ocho noches enteras escribiendo; créesecomo despuésparescióque se apercebía para lo que contra él había de hacer DiegoVelázquez; porque despuésantes que viniese Narváezhubo una cédula delReyque decía que si prendiesen a Hernando Cortésno hiciesen justicia délsino que lo remitiesen a España.

Cortésaliende de lo que escrebía al Reyescribió ciertascaras a supadre y al licenciado Céspedespara que en corte solicitasen sus negocios.Hecho estopocos días después que llegó a Sant Joan de Lúarecatándose delos amigos y deudosde Diego Velázquez que traía en su compañíahablandode secreto y tratando su negocio con los de su tierraque eran muy valerososycon otros amigos de quien él se confiabainvió a Joan Velázquez de Leóndeudo de Diego Velázquezcon docientos y cincuenta soldadosentre los cualespara desimular mejor el negocioiban muchos de sus privados y conoscidosamigosy para que también le avisasen de lo que pasaba. El motivo públicoaunque otro era el secretofue para que Joan Velázquez por tierra entrasedescubriendo los más cercanos pueblos y traxese comida; mandóleparaasegurarle másque no se alexase mucho ni se detuviese sino muy pocos días.Partióse Joan Velázquezy luego otro díano dexando ir de la mano su buenaventura renunciócomo dixeel cargo de General para tenerle por el Rey y nopor Diego Velázquez.

Detúvose Joan Velázquez tres díasy cuando vino halló lo que noquisieraaunque lo desimuló cuanto pudoporque ya no era parte paracontradecirlo; aunquecomo adelante diréno faltaron amigos de DiegoVelázquez que lo murmuraban de secretoe ya que no lo podían estorbardabanorden como Diego Velázquez lo supiese.

Estando así las cosaspara que se conosca la simplicidad que los indiosteníandicen testigos de vistaque después que Joan Velázquez se volviótoparon los indios con un perro que de cansado se había quedado atrásal cualcon grandes comedimientos y reverenciasponiéndole sobre una mantaletraxeron en hombros y venían detrás más de trecientos indios cargados deavesconejos y venados guisados de diversas manerascon ricas xícarasde cacao para que bebiese cuando tuviese sed; hacían esto creyendo que el perroera diospor venir en compañía de los españolesa los cuales ellos llamabanteulesque quiere decir «dioses»; y cuando el perro no quería comerni beber porque iba hartocreyendo que estaba enojadocon palabras amorosas lesuplicaban no se indignase contra ellosy que mandase lo que queríaque elloslo harían luego.

Desta manerallegados do el capitán estabale suplicaron dixese al perrono estuviese más enojado; el perro saltó de la mantay los indios temieronpensando que los quería comer; metióse debaxo de la silla del Capitánelcualdisimulando la risales dixo que aquél no era diossino una fiera muybrava que cuando se enojaba despedazaba los hombresy que él le diría que noestuviese enojadoporque él los tenía por amigos; y asípara que de ahíadelante los indios temiesen y dixesen cómo los españoles tenían aquel animalpor amigoacaeció que saliendo debaxo de la silla retozó un rato con Cortésque los indios lo vieron.



 

 

Capítulo XII

Cómo Cortés fue a Cempuala y del recibimiento que el señordella le hizo.

Cortés y sus compañeros no estando muy contentos del primer sitio quehabían tomadoacordaron de ponerse al abrigo del peñolque tenía de la unaparte y de la otra ocho o nueve leguaslas cuales anduvieron los navíos costaa costa. Cortés con cuatrocientos compañeros fue camino de Cempuala; llegó aun río que parte términos con tierra de Motezumay como iba grande no lo pudovadear hasta la orilla de la mardonde el río hace una reventazón; volviendoel río arriba en demanda de Cempuala halló chozas y casillas de pescadoresdonde hicieron altoporque no sabían dónde estaban ni qué camino habían detomarhasta que con la lengua Cortés se informó de ciertos indios y los tomópor guíaslos cuales llevaron a los nuestros a un pueblo pequeño subjecto ala ciudad de Cempualano lexos dellay porque era ya tarde y no se podíaentrar en Cempuala sino muy de nochedeterminó Cortés quedarse allí;fortificóse lo mejor que pudo; fue regalado y bien tratado por los indios deaquel puebloporque le dieron abundantemente de comersirviéndole como sifuera su señor.

De allí invió Cortés mensajeros al señor de Cempualahaciéndole sabercómo quedaba allí e que a la mañana iría con toda su gente a verlepues élno había querido venir adónde él estaba. Rescebido este mensaje por el señorde Cempualamandó luego que muy de mañana partiesen cient indios cargados degallinas y con ellos ciertos principales quedespués de haber ofrescido aquelpresentedixesen a Cortés cómo su señor se había alegrado mucho con suvenida y que le estaba esperando para hacerle en su pueblo todo servicio; y queno había dexado de ir a verle por falta de voluntadsino porque estaba tancargado en carnes que no se podía menear.

Cortés rescibió el presente dando las gracias a los mensajerosa loscuales hizo almorzar con su gente y dio a beber del vino de Castilla paraaficionarlos e inclinarlos a su amistad. Después que la gente hubo almorzadoCortés mandó hacer señal de partida; puestos todos en ordenanza con supífaro y atambor y con dos falconetes a puntopor si algo acontesciesecaminaron la vía de Cempualasiguiendo a las guías que el señor de Cempualahabía inviado. Estaba el camino muy buenoporque el señor lo había mandadoadereszar a mano; llegaron a un buen ríoel cual pasaron a vadoy desde allícomenzaron a ver a Cempualaque estaría como una milla. Ya que estuvieronjuntosholgaronmucho los nuestros de ver un pueblo tan populoso y de tanbuenos edificioscon tantas aguashuertas y jardinestanto que los nuestrospor su hermosurallamaron a esta ciudad Sevilladiciendo unos: «Aquéllaparesce a la casa del Duque de Medina»; otros«aquélla a la casa del Duquede Arcos». Salieron del pueblo muchos hombres y mujeres de todas edadespormandado de su señora rescibir a los nuevos huéspedes; ofrescieron los indiosa los nuestros muchas flores y rosasde las cuales en aquel pueblo había engran abundancia. Llegaron a Cortés ciertos principalesa su modo ricamentevestidoslos cualesen nombre de su señorle dieron la norabuena de lavenidaechándole al cuello una hermosa cadena de rosas y flores; pusiéronleen la cabeza sobre la celada una guirnalda de flores muy olorosasy para quellevase en la mano le dieron un manojo de florescompuestas y ordenadas de talmanera que hacía una graciosa labora la cual llaman los indios suchil.

Cortés rescibió esto con muy alegre rostro; abrazólos y hízoles muchascaricias. Entraban los indios muy sin temor entre la ordenanza del escuadróncon semblante de alegríadando a cada uno de los nuestros la buena venida.Desta manera y con este regocijocon mucha música de los nuestros y dellosentró Cortés en Cempoala. A la entrada del pueblo salió la gente más noble ymás ataviadaque era de señores y principales; por la una partey por laotrade las calleshabía gran multitud de gente abobada de ver caballostiros y hombres tan extraños; había entre esta gente muchas señorasacompañadas de sus criadasque todas daban a entender el contento querescebían con la venida de los nuestroslos cualesllegados que fueron almedio del pueblovieron un cercado muy grandecon sus almenasblanqueado deyeso y espejuelo tan bruñido que con el sol resplandecía tanto que a seisespañoles de a caballo que iban delante por descubridores les había parescidoplata chapadao porque lo parescíao porque llevaban el pensamiento en laplata y oro que buscaban. Pasaron luego los nuestrosdesengañados de lo quelos de a caballo se habían engañadopor el patio de los teucalesque son lostemplo del demonio. Ya que llegaban cerca de la casa del señorsalió él muybien aderezado e acompañado de personas ancianas muy bien ataviadas;llevábanle de brazo dos señores principalesporque esta era la costumbreentre ellos cuando un señor rescibía a otroa la manera de los Reyes deSiria. Acercándose Cortés y el señorcada uno hizo al otro su cortesía almodo de su tierray saludándose con pocas palabraspor lengua de losintérpretesel señordexando personas principales que aposentasen y diesenlo nescesario a Cortés y a su gentehaciendo gran comedimientose despidióde Cortésvolviéndose a entrar en su palacio. Cortés con toda su gente seaposentó en el patio grande de los templos y cupieron muy bien todosporquelas salas eran muy grandesy aunque los indios habían dado muestras de muchoamorCortés se fortalescióponiendo los tirosfrontero de la puertahaciendo a los que les cabía su guarda velar toda la noche. Mandó Cortés queningunoso pena de la vidasaliese de los aposentos sin su licencia. En elentretantolos indios proveyeron con gran cuidado la cena para los nuestrosque fue muy abundante; traxeron hierba e maíz para los caballosque siempre lahay verde.



 

 

Capítulo XIII

De lo que otro día pasó entre el señor de Cempoala yCortés.

Otro día por la mañana el señor de Cempoalabien acompañado deprincipalesfue a visitar a Cortés; dióle algunas buenas joyas de oromuchasmantas de algodón y algunas piezas ricas hechas de oro y pluma; podía valertodo el presente dos mill ducados. Díxole: «Señordescansa y huélgate tú ytoda tu gente como si estuvieses en tu casaporque yo te amo y deseo servir.»Cortés le rindió las gracias con palabras amorosas y comedidasporque losabía bien hacery con esto el señor se despidiódiciendo a la salida aciertos caballeros de los nuestros que le iban acompañandoque avisasen detodo lo que hobiesen menesterque no les faltaría; y fue asíque de lo quesobraba proveían los navíos.

Estuvo Cortés desta manerarescibiendo y dando presentes quince díashasta que un díainviando al señor ciertas ropas de sedaque él tuvo enmuchole invió a decir que pues le había venido a ver tantas vecesque élqueríasi no rescebía dello pesadumbreirlo a visitar a su casa. Respondióel señor que holgaba mucho dello y que rescebía gran merced. Cortés luegootro díadexando toda su gente en orden y conciertotomó cincuentacompañerosa los cuales mandó que se adereszasen de paz e guerra lo mejor quepudiesenporque así lo hacía él; fuese con ellos a palacio; el señor salióa la puerta de la casa a rescebirloy después de haberse hecha el uno al otrograndes comedimientosCortés tomó por la mano al señory juntos entraron ensu aposento y se asentaron en unos banquillos que los señores usantodoshechos una pieza; y apartándose la gente del uno y del otroquedando solos consola la lenguacomenzaron a tractar de negociosy como Cortéspara ver loque había de hacer adelantedeseaba mucho informarse de las cosas de la tierray había topado con aquel señorque era cuerdo y de buen entendimientoestuvieron muy gran rato en preguntas y respuestas. Cortés le dio cuenta de suvenida y de quién era el Emperador que le inviaba; diole asimismo a entenderque el principal motivo por que el Emperador de los cristianos le habíainviadoera para desengañar a tantas gentes como el demonio con falsareligión había engañado yfinalmentetodas las otras cosas que dixo enChampotón y las que había dicho a Teudile.

El señor oyó estas cosas con gran atención y maravillado de la extrañezadellasporque jamás las había oído; y después de haber respondido a lo quetocaba a la adoración y creencia de un solo Dios y al engaño que hastaentonces tenían de tantos diosesdixo «cómo sus antepasados habían vividosiempre en entera libertadsin reconoscer a otro señory que de pocos años aaquella parte él y su pueblo estaban tiranizados con la fuerza y poder de losseñores de Méxicolos cuales a los principios se contentaban con queadorásemos sus dioses con los nuestrosy despuéspoco a pocopor armassehan enseñoreado de nosotros y de toda esta tierra y serranía que se llama deTotonacapaque casi llega hasta Pánuco; y porque algunos pueblos desta tierraprocuraron de defenderse por armas desta tiranía y no pudieronpor la muchapujanza de Motezumahales echado mayores tribuctos y puesto en mayorservidumbre; y en la guerra cuando procurámos resistirhase tan cruelmente connosotros que a los que llevan presos no los toman por esclavospor no darlesvidasino sacrifícalos luego a los dioses de la victoria y cómenlos en susdanzas y bailes y en otras fiestas que hacen en menosprecio nuestro. Por estemiedo estamos en esta tierra casi todos hechos esclavosmuy abatidospadesciendo intolerable servidumbre. así por los grandes tribuctos que pagamoscomo por las vexaciones que nos hacen los Oficiales y recogedores de Motezuma.De aquíseñorverás si de buena gana desearé yo ser vasallo de un tanbueno y tan gran Príncipe como dices que es el Emperadortu señor.»

Diciendo estas palabras y otras de gran lástima comenzó a llorarsuplicando a Cortés se condoliese de las tiranías que él y los suyospadescíanporque si esto no hacíaya no tenían otro remedio sino matarse;pero diciendo estoencaresciendo el gran poder de Motezumadixo: «Mas¿quién podrá vencer a un gran señorque aliende de su mucho poder estáaliado y abrazado con otros dos señores los mayores de la tierrael uno elseñor de Texcuco y el otro el señor de Tlacopa? Allégase a esto ser Méxicoinexpugnablelo unopor estar asentado y puesto sobre agua; lo otroporquesus moradores son casi infinitos y muy exercitados en la guerray Motezumasuseñores el más rico Príncipe del mundoaunque tiene continua guerra conlos de TlaxcalaGuaxocingo y Cholulaque caen en la serranía de losTotonaques.» En esto había dos opiniones: la una y más creíbleque Motezumatenía guerra con esta gente sin apretarlos como pudierapara que los suyos seexercitasen en la guerra y para que los enemigos traxesen esclavos y gente parasacrificar y comer; la otra opinión es que los tlaxcaltecas eran muchosy muy fuertes y puestos en lugares ásperosdonde no podían ser vencidos sinocuando baxaban a lo llano.

Conforme a esta opiniónprosiguiendo el señor su pláticadixo a Cortés«Si te confederas con los taxcaltecasyo te ayudaré cuanto pudiere yasí serás poderoso contra Motezuma.» Cortés le agradesció mucho habérseledescubierto y ofrescido su amistad y la de sus amigosy cierto no se puededecir el contento que recibió en saber que tenía ya medio conveniente paraconseguir el fin que pretendía. Consoló mucho al señor de Cempoala; díxoleque él confiaba en su Diosque era solo y verdaderoque antes de muchos díasle pondría en su antigua libertad y le vengaría de los agravios rescebidospues por su parte tenía la razónque hacía justa la guerray que él nohabía venida sino para deshacer agravios y para que de ahí adelante no sesacrificasen más hombres a los demoniosenemigos de nuestras almas y cuerposy a que unos no comían a otrosque era cosa contra toda razón y piedad.Díxole másque el buen recogimiento y rescebimiento que en su casa habíahallado no le perderíay que lo mismo haría por aquellos sus amigosa loscuales convenía que llamase y dixese a lo que había venidopara que todos letuviesen por amigo y se hiciesen bien sus negociosy con esto también lesdixese que con el favor de su Dios cada uno de aquellos sus compañeros era másvaliente que mill indios.

Dicho estose levantó y pidió licencia al señor para ir a ver la otragente y navíos que estaban en QuiaustIandonde pensaba tomar asientoporquebastaba lo que allí había estado. El señor de Cempoala le replicó que siquería estar allí más díasque él se holgaría dello; y que si noquecerca estaban los navíos para comunicarse cuando fuese menester. Rógole luegoque en prendas de su amistad y amor rescibiese veinte doncellas totonaquestodas señoras y hijas de principalesentre las cuales le daba una sobrinasuyaque era la más hermosa señora de vasallos. Cortés rescibió el presentecon todo amorpor no enojar al que se lo dabay así se partió llevandomuchos indios principales que le acompañaron hasta la mar y otros de servicio;acompañaron muchas mujeres a las doncellaspor ser tan principalesy mientrasCortés estuvo en los navíosfue muy bien proveído de todo lo nescesariodedonde entendió que el amistad con los de Cempoala sería firme y verdadera.



 

 

Capítulo XIV

De la llegada de Cortés a Quiaustlán y de lo que allíavino.

Aquel mismo día que Cortés partió de Cempoala llego a buena hora aQuiaustlány los navíos no habían llegadode que se maravilló mucho y nole pesó menosporque haber tardado tanto tiempo en camino tan breve no lotenía por bueno. Estaba bien cerca de allí un pueblo puesto en un repecho pocoapartado del peñol; llamábase el pueblo Quiaustlánque quiere decir «lugarde pluvia». Cortéscomo vio que estaba tan cercaoporque no tenía quehacero por ver desde lo alto si parescían los navíossabiendo de los deCempoala que era de un señor totonacade los opresos de Motezumadeterminó subir allá en ordencomo iban. Los de a caballo se quisieran apearporque la subida era ásperapero Cortés se lo estorbódiciendo que noconvenía que los indios entendiesen haber lugar tan áspero donde los caballosno pudiesen subir; subieron poco a pocoy antes que llegasen a las casastoparon con dos indios quepor ser de diferente lengua no los entendió Marina.

Entrado Cortés en el pueblocomo vio que no parescía indio ningunosospechó que los indios que había tomado eran espías y que había algúnengañomas por no mostrar flaqueza entró por el pueblo hasta que topó condoce indios ancianos y de mucha auctoridadque traían consigo un intérpretede la lengua mexicana. Salían a rescebir a Cortés en nombre de su señorporque ya estaban avisados de los indios de Cempoala. Saludaron a Cortésdixéronle que su señor holgaba mucho con su venida; Cortés se lo agradescióy preguntados que por qué se habían escondidorespondieron que porque jamáshabían visto hombres semejantespero que después que el señor de Cempoalalos había asegurado con decir que era gente buena y pacíficahabían perdidoel miedo y salido a rescebirle por mandado de su señor. Cortés los siguióhasta una plazadonde el señor estaba esperando bien acompañado. Saludáronselos dos con muestras de mucha amistad; el señor tomó un braserillo de barrocon ascuasy echando en él cierta resina que paresce anime blanco y huelebienincensó a Cortésporque era cerimonia que a solos los dioses y a losgrandes señores se hacía en señal de reverencia.

En el entretanto que aquellos indios principales aposentaban la gente deCortésel señor se metió con él debaxo de

unos portales de la plazadonde Cortés con los intérpretes le dio aentender quién erade dónde venía y para quécomo había hecho con losotros señores. El señor le dixo lo mismo que el de Cempoalano con poco temorde que Motezuma se había de enojar por haber hospedado a Cortés sin sulicencia y mandado. Estando con este miedoasomaron obra de veinte indios porla otra parte de la plaza con unas varas cortas y algo gruesasa manera deAlguacilesque en la mano traía cada uno y en la otra un moscador grande depluma con que se hacían airepor el calor de la tierraaunque no los usabansino hombres principales. El señorcomo los viocomenzó a temblar de miedo ylo mismo hicieron los que con él estaban. Cortéspreguntó la causa;respondiéronle que aquellos eran los recaudadores de las rentas de Motezuma yque temían que le dirían cómo habían hallado allí aquellos españolesporlo cual temían ser gravemente castigados. Cortés los esforzó diciéndoles queMotezuma era su amigoy que no solamente no se enojaría ni les haría mal porellopero se lo agradescería; y si de otra manera lo hicieseque él losdefenderíapues traía consigo hombres tan valientes que cada uno bastaba apelear con mill mexicanosy que esto lo tenía ya entendido Motezuma por laguerra de Champotón.

No bastaron aquellas palabras para asegurar aquel señor y a los suyosporque luego se quiso levantar para rescebirlos y aposentarlos. Cortés lodetuvoy dixo: «Por que veas cuánto podemos yo y los nuestrosmanda luego alos tuyos que los prendany si se defendierenles den de palosque yo estoyaquí con los míos para defenderte contra todo el poder de Motezumacuantomásque yo sé que por mi respecto no te osará enojar.» Cobró tanto ánimoel señor con estas palabras y encendiósele tanto la cólera con la memoria delos malos tratamientos pasadosque los mandó prender; y porque se defendíanlos apalearon; pusieron a cada uno por sí en prisión en un pie de amigoquees un palo largo en que les atan los pies al un cabo y la garganta al otro y lasmanos en mediode manera que por fuerza han de estar tendidos en el suelo.Puestos los indios de esta numerapreguntaron si los matarían; Cortés rogóque no lo hiciesenporque más convenía tenerlos a buen recaudo con guardasque de noche y de día mirasen por ellos para que no se fueseny que élinviaría a decir a Motezuma cómo ellos habían tenido la culpa de su prisiónpor los agravios que hacían. Paresció bien al señor este consejoaunque élmás se holgara de matarlos. Mandólos meter en una sala del aposento de losnuestrosy mandando hacer un gran fuego dixo que los pusiesen alderredor délcon muchas guardas para que ninguno se pudiese huir. Poso también Cortésalgunos españoles para mejor guardia a la puerta de la sala. Fuese a cenar a suaposentodonde él y los demás fueron bien proveídos de lo que el señor lesinvió.



 

 

Capítulo XV

De la astucia y orden que Cortés tuvo para revolver losindios totonaques con Motezuma.

Ya que era bien de nocheparesciendo a Cortés que todos reposaban y que losguardas indios estarían durmiendoinvió a decir a los españoles queguardaban los presosque quitasen las prisiones a dos dellos sin que los demáslo sintiesen. Los españoles lo hicieron tan bien quecortándoles las cuerdasque eran de mimbrestraxeron dos dellos adonde Cortés estabael cual hizo queno los conoscíay preguntándoles con Aguilar y Marina quién eran y quéquerían y por qué estaban presosrespondieron que eran vasallos de Motezuma yque por su mandado habían venido a aquella tierra a cobrar ciertos tribuctosque los de aquel pueblo y provincia pagaban a su señory que no podían saberqué fuese la causa porque los habían prendido y maltratadoporque hastaestonces los salían a rescebir al camino y con mucho comedimiento los traían asus casasdonde les hacían todo servicio y placery que de tan súbitamudanza no podían entender qué fuese la causasino estar allí los nuestrosque decían ser inmortales y que temían no matasen a los que quedaban en laprisiónprimero que Motezuma lo supieseporque eran serranos bárbaros yvengativosdeseosos de rebelarse contra Motezuma por darle enojo y ponerle encostay que esto lo habían intentado otras veces; por tantoque le suplicabanhiciese cómo ellos y los otros sus compañeros no muriesen ni quedasen en poderde sus capitales enemigosde lo cual Motezumasu señorrescibiría granpesar por aquellos que eran sus criados viejosno merescedores de que por tanbuen servicio les diesen tan mal galardón.

Cortésmostrando en el rostro y palabras pesar de lo hecholes dixo:«Pena tengo que Motezumavuestro señorhaya sido deservido donde yo estoyque tanto procuro su amistad y contentoy así estad ciertos que por sercriados de tan valeroso Príncipeyo miraré por vosotroscomo lo haré portodas las cosas que al señor Motezuma tocaren; dad gracias a Dios porqueestáis librespara que yo pueda inviar luego cierto despacho a México; poreso comed y esforzáos para partir luego y mirad no os descuidéisporque siéstos os cogen otra vez os comerán vivosy a los que quedan presosyoprocuraré cómo no se les haga mal y que vivos y sanos vuelvan a México.»

Ellos se lo agradescieron mucho; comieron brevementeporque no veían lahora de salir del pueblo. Cortés los despidió luegohaciéndolos sacar por doellos guiarondándoles algo que comiesen por el camino; encargóles mucho porla buena obra que dél habían rescebidoque dixesen a Motezumasu señorcómo él deseaba hacerle todo serviciopor lo mucho que de su persona sedecíae que tenía gran contento de habérsele ofrescido tiempo en que por laobra mostrase lo que tenía en el corazónsoltándolos a ellos y trabajandoque el aucturidad de tan gran Príncipe no viniese a menose que aunque suAlteza había desechado su amistad y la de los españolescomo lo mostróTeudileyéndose sin despedirse dél y ausentándole la genteno dexaría élde servirle y buscar para esto cualquier ocasión; y que tenía bien entendidoque sus vasallospensando que le servíanhabían dicho que su señor no lequería ver ni conoscer ni dexarle entrar la tierra adentroporque talespalabras no eran dignas de tan gran Príncipe como élespecialmente que él noiba con aquellos sus compañeros sino a servirle y decirle de parte de un soloDios y del Emperadorsu señorcosas que le convenían mucho y secretos quejamás hobiese oído; e que si por él quedabasería su culpaaunque todavíaconfiaba de su buen seso quemirándolo bienholgaría de oírle y hablarle yser amigo de un tan poderoso Príncipe como el Emperador.» Ellos quisieranmucho llevar consigo sus compañerospero Cortés les replicó que no llevasenpenaque él les prometía de hacerlos soltar y que luego lo hiciera sino[fuera] por no enojar a los del puebloque le habían hospedado y hecho buentratamientoy que no era razón irles a la mano en su casa hasta atraerlos conbuenas palabras; que fuesen con tanto sin cuidado y le traxesen repuestaqueél cumpliría lo prometido.

Los mexicanos se partieron muy alegresprometiendo en todo cumplir sumandado.



 

 

Capítulo XVI

Cómo los Totonaques se levantaron contra Motezuma y lo quesobre ello hicieron.

Otro día en amanesciendoecharon menos los presos que se habían soltado; yel señorteniendocomo ello fueque iban camino de México a dar mandado aMotezumarescibió tanta pasión que quiso matar a los que quedaban y hacercruel justicia en las guardassino fuera porque Cortés defendió a los unos yexcusó a los otrosdiciendo que no era razón matar los presosque eranpersonas inviadas por su señory quesegún derecho naturalni tenían culpani merescían pena por hacer lo que su señor les mandaba. Excusó a losguardasdiciendo que de veinte se hubiesen huido dosporque el preso velacuando los otros duermenpara salir de prisión; y porque los demás no sehuyesenque se los entregase a élporque los echaría en los navíos conbuenas prisionesde donde no pudiesen salir.

Con esto se aplacó el señor y mandó entregar los presos a Cortéselcualdelante del señorles riñó ásperamente y mandó a sus soldados quelos echasen en cadenas. En el entretantoel señorsin que Cortés lo supieseentró en consejo con los principales de su puebloproponiendo si sería mejorpedir perdón a Motezumainviándole su tribucto con otros presenteso ya quehabían preso a los cogedores y tenían a Cortés por amigolevantarse contraMotezumadesechando de sus cervices el yugo de servidumbre en que estabanopresos.

Hubo dos paresceres muy contrario entre síel uno de temerosos ypusilánimos; el otro de esforzados y amigos de su libertad. Decían lostemerosos que lo mejor era aplacar a Motezumainviándole embaxadores con lostribuctos y otros ricos presentesdesculpándose de la locura y dislate quehabían cometido contra la majestad mexicanaa la cual de nuevo pedían perdónde su culpa y humildemente se sometían; y que aunque confesaban haber erradoypor esto ser dignos de riguroso castigotodavíaconfiando en la clemencia desu gran señor Motezuma y de que aquellos españoles los habían forzado a hacertan gran desatinoMotezuma los perdonaría y rescibiría en su gracia. Los decontrario parescer dixeron que era muy mejor morir defendiendo su libertad quevivir en tan áspera y perpectua servidumbrey que no había para qué esperarmisericordia de Motezumapues sabían que con ninguno que lo hobiese ofendidousaba della; y que pues esto había de ser asíy al presente tenían de suparte aquellos hombres inmortales y medio diosesque no había que temersinosuplicar a su Capitán los favoresciesecomo antes se lo tenía prometido.Finalmentecomo las razones destos tenían más fuerza y todos deseaban verselibres de la tiranía de Motezumadeterminaron de rebelarse contra él ysuplicar a Cortés los favoresciese.

Con esta determinaciónacompañado de todos los principalesfue el señora hablar a Cortésal cual en pocas palabras dixo: «Señoryo sé que losprisioneros que se soltaron habrán dicho a Motezuma el mal tractamiento que leshecimosy esto fue porque tú lo mandaste y nosotros holgamos dellopor vernoslibres de la tiranía que padescemos. Hemos determinadodespués de lo haberbien miradode levantarnos contra Motezumaprocurando nuestra libertad. Portantotú cumple tu palabra y danos favorque nosotros determinamos de morirprimero que vivir más en servidumbre.» Cortés holgó en extremo con estoporque vio que no había otro camino para conseguir lo que deseaba sino ésteydisimulando el contentorespondió al señor: «Mira bien lo que hacesporqueya sabes que Motezuma es muy poderoso y tiene muchos amigos»pero que si asílo queríanque él sería su Capitán y los defendería valerosamenteporqueera razón querer y amar a los que le querían y amabany no a Motezumadequien era él desechadohabiéndole convidado tantas veces con su amistad; yporque para la defensa dellos convenía saber qué gente podrían juntar deguerrales dixo que le dixesen la verdad para que él viese cómo había derepartir sus soldados cuando Motezuma los acometiese por diversas partes. Ellosrespondieron que en la liga se podrían juntar hasta cient mill hombres.

Cortésvisto estodixo que avisasen de lo que estaba tractado a todos losseñores comarcanos amigos suyos y enemigos de Motezumapara que cuando fuesemenester se juntasen y supiesen que su favor no les faltaría; y que decíaestono porque tuviese nescesidad dellos ni de su exércitoque él solo y suscompañeros con el favor de su gran Dios bastaban para los de Culhúaaunquefuesen otros tantos máspero para que estuviesen a recaudo y avisadossi porcaso Motezuma inviase gente de guerra contra algunas tierras de losconfederadostomándolos de sobresalto; y también porque si tuviesennescesidad de socorrole avisasen con tiempopara que él los favoresciese yayudase con los suyos. Pusieron tanto ánimo y esfuerzo a aquellos indios laspalabras de Cortés queaunque de suyo eran pusilánimos y estabanacostumbradosaunque de tan lexosa reverenciar y tener a Motezuma como adiospor otra parte como eran orgullosos y no bien consideradosdeterminaroncon grande alegría de despachar luego sus mensajeros por todos aquellospuebloshaciéndoles saber lo que tenían acordado y rogándoles quepuestenían de su parte aquellos teules o dioses tan valientes y esforzadosque congran presteza se juntasen y estuviesen a punto para dar aviso cuando Motezumainviase contra ellos su exércitoporque luego serían socorridos por aquelvaleroso Capitán que determinaban seguirpara desechar de sus cervices elinsufrible yugo de servidumbre que Motezuma les tenía echado.

Entendido este avisocomo los que no deseaban otra cosa por verse libres dela tiranía que padescíanrespondieron que así lo haríany porque el señorde Cempoala viese cómo le obedescían y daban las gracias por el avisoleinviaban sus mensajeros para que con ellos más largamente fuesen avisados de loque debían hacer.

Rebelóse toda aquella serraníado había gran número de indios;publicaron luego guerra a fuego y a sangre contra Motezuma; no dexaron a cogedorni a hombres que fuese de Culhúa a vidadeseosos de hartarse de la sangre deaquellos que tan opresos los tenían. Usó destas mañas y artes Cortés paraganar las voluntades a todos y hacer su hechocomo deseabaporque de otraguisa era imposible; y porque Motezuma no pudiese sospechar que él había sidocausa de la rebelión de los totonaquesdio ordensegún luego dirécómo con la buena gracia del señor de Quiaustlánlos cogedores que habíanmandado prender fuesen sueltos; habló a dos dellos en secretoavisándolesdixesen a Motezuma cómo ellos y sus compañeros volvían con las vidas a tutierray que si su persona y gente fuese menester para castigarlos y reducirlosa su servicioque no le faltaríanaunque estaba agraviado de no haberlequerido admitir a su servicio y amistadno habiendo venido ahora con más que aésta.

Los indiosno viendo la hora que irseen pocas palabras dixeron que haríantodo lo que su Merced mandaba.



 

 

Capítulo XVII

De la fundación de la Villa Rica de la Veracruz y de lo quemás subcedió.

En el entretanto que esto pasabaya los navíos estaban detrás del peñol;fuelos a ver Cortés; llevó consigo muchos indios de los pueblos rebelados queestaban por allí cercaaunque los de Cempoala eran los principalesasí porser vasallos de mayor señore por ser los primeros que se determinaron avolver por su libertad. A éstos todosdándoles a entender Cortés queconveníapara su defensaque él y los suyos se hiciesen fuertes en algúnpueblo edificado al modo y manera de los cristianosles mandó cortar muchamadera y traer la piedra que era nescesaria para hacer casas en aquel lugar quetrazóa quien puso nombre la Villa Rica de la Veracruzcomo habíadeterminado cuando en Sant Joan de Ulúa nombró Alcaldes y Regidores. RepartióCortés los solares conforme a los vecinos que había de haber; señaló lossitios y asientos donde se había de edificar la iglesia y hacer la plazalascasas de cabildocárcelatarazanasdescargaderocarnicería y otrosedificios públicos que para el buen gobierno y ornato de la villa convenían;trazó asimismouna fortaleza sobre el puertoen sitio que a todos paresciómuy conveniente. Comenzóse este edificio y los demás a labrar de tapieríaasí porque la tierra era buena para ello como porque de presente no habíaotros materiales.

Estando los nuestros en el hervor destas obrasvinieron de México dosmancebos bien apuestossobrinos de Motezuma con cuatro viejos de muchaexperiencia y aucturidadbien tratadoscomo ayos y consejeros de los manceboscon los cuales venían muchos indios para su servicio. No pudieron llegar tan desúbito que algunos indios de Cempoala no diesen luego aviso a Cortésel cualse sentó luego en una silla de espaldasmandando a todos los principales de sucompañía quequitadas las gorrasen pieestuviesen alderredor de su sillaa las espaldas de la cual se pusieron dos pajes y su alférez Antonio deVillarroel. Puesto así Cortés para representar el aucturidad que conveníamandó por los intérpretes decir [a] aquellos señores que venían de Méxicoque esperasen un poco; ellos se detuvieron hasta que por otros mensajerosCortés mandó que entrasenlos cuales a la entrada do Cortés estabaquitándose las cotarassacudiéndolas y poniéndolas en la cinta a lasespaldasencubiertas con la manta de que iban vestidosbaxas las cabezastocando con la mano derecha en tierrala besaron como hacían con el granseñor Motezumay sin hablar palabrallegando donde Cortés estabalepresentaron plumajes muy ricosmaravillosamente labradosmuchas mantasextrañamente tejidas de algodónplumas y pelos de conejo y ciertas piezas deoro y platalabradas con piedras y otras vaciadas y un casquete lleno de orocomo se sacaba de las minasque se llamaba entre los mineros oro en granoadiferencia del oro en polvo. Pesaría todosegún escribe Gómarados mil ynoventa castellanos; y a lo que dice Motolineade quien principalmente seaprovechó Gómaratres mill ducados. Como quiera que seao porque así losentía Motezumao por dar a entender la sed que Cortés y los suyos traíandel orole dixeron que si se hallaba bien con aquella medicina para laenfermedad del corazónque le inviaría más; diéronle con esto muchasgracias por haber soltado aquellos dos criados de su casa y haber sido parte deque los demás no fuesen muertosy que si del todo quería hacer placer a suseñor Motezumadiese orden cómo los que estaban presos se soltasenque enlas cosas que se ofresciesen se lo agradescería mucho su señory que asíasu contemplación y por su respectoperdonaba a los que se le habían alzado yeran rebeldescon tal que conosciendo su culpa se emendasen de ahí adelanteaunque tenía entendido ser tales que presto cometerían otro delictoparapagarlo todo junto con mayor castigo de sus personas y exemplo de otros; porquea no haberle rescebido y hospedado tan amorosamente como lo habían hechodeque él se holgaba muchono bastara cosa a que no los mandara gravementecastigar conforme a la gravedad de su desacato y a la gravedad de su delicto. Enlo demás dixeron que por estar su señor Motezuma no bien dispuesto y muyocupado en las guerras que al presente tenía y con otros muy importantesnegocios de la gobernación de sus reinos y señoríosa que no podía dexar deacudirno respondía cuándo y adónde se podrían verpero quehabiendolugarse daría manera y traza en ello.

Cortésa la embaxadano respondió cosaporque no le supo bien la excusade Motezuma; pero rescebidos los embaxadores y presentescon alegre rostrolosmandó aposentar todo lo bien que pudo en unas tiendas de campo que mandó armarpar del ríohechas de manera que los embaxadores no pudiesen entender laurdimbre de su tela; invió a llamar al señor de QuiaustIanque era uno de losrebelados contra Motezuma; díxole la verdad que con él siempre había tratadocómo habían venídole embaxadores de Motezumade los cuales tenía entendidoque Motezuma no se atrevería a hacerles guerrasino que antes pretendíareducirlos a su amistad; pero que mirase lo que hacíaque lo que le conveníaera proseguir lo comenzado y echar de sí el duro yugo de servidumbre queMotezuma había puesto sobre sus cuellos. Por tantoque él y los confederadospodrían de ahí adelante estar libres de la subjección mexicana y que paraesto él no les faltaríacomo era razón y era obligado.

Entendiendo Cortés de aquel señor que con estas palabras se iba alegrandopara acabar de concluir su delgada tramale dixo antes que respondiese; «peroruégoteporque Motezuma no diga que no le damos en algo contentoque si dellono rescibes pesadumbreque le inviemos libres los criados que le tenemospresosporque así me lo invía a rogar.»

El señorcon muy gran contentoque le había nascido de lo que primeroCortés le había dichole respondió que hiciese en todo a su voluntadporqueél en nada excedería dellapues él y los suyos y sus amigos pendían de sufavor y estaba debaxo de sus alas. Con estodespedido con muchos comedimientosmuy alegre se volvió a su casa; lo mismo fueron los embaxadores mexicanosporque llevaban libres a sus amigos y de Cortés habían sido muy bien tratados;diólespara aficionarlos máscomo tenía de costumbremuchas cosas derescatede linolanacuerohierrovidrio. Iban por el camino tratando conlos presoscomo después se entendióel valor y esfuerzo grande de losespañoles y cómo en breve tiemposi no se volvían a su tierraaunque eranpocoshinchirían toda la tierra y serían señores della hasta pasar de laotra parte de México. Trataban de la diferencia del trajearmas y costumbresde los nuestrosque todo era muy nuevo e inusitado para ellos. En el entretantoCortés derramó la fama por toda aquella tierra del miedo que Motezuma letenía y de cómo estando él allíaunque todos se alzasenno osaría tomararmas contra ellosque les dio mayor osadía para proseguir la rebelióncomenzaday asíno quedó indio en toda la serranía de los totonaquesque no se rebelase apellidando libertad y tomando armas contra las guarnicionesmexicanas; vengáronse de los agravios que les habían hecholo cual fue causaque ciertas guarniciones de las mexicanas hiciesen guerra a los de Cempoala.



 

 

Capítulo XVIII

Cómo se tomó a Tipancinco por fuerza por Cortés y lossuyos.

Pocos días después que esto subcediólos vecinos de Cempoala inviaron apedir socorro de españoles a Cortésporque se veían muy afligidos con lagente de guarnición de Culhúa que Motezuma tenía allí; diéronle a entendercómo ello pasabapara más moverle a que les inviase socorrolas muchascrueldades que aquella guarnición hacíatalándoles los árbolesquemándoles las sementerasdestruyéndoles las tierras y labranzasprendiendoy matando los que las labraban.

Confina Ticapacinga con los totonaques y con tierras de Cempoala; eraen aquel tiempoa su modoun lugar bien fuerteporque estaba asentado cercade un río y tenía una fortaleza puesta sobre un peñasco altode la cual casipor todas partesbien de lexosse podían ver los enemigos. En esta fortalezapor ser tan fuerte y estar entre aquéllosque cada día se rebelabanprocurandocomo es naturalsu antigua libertadtenía Motezuma mucha gente deguarniciónla cualviendo que los tesoreros y recaudadores de las rentasrealesafligidos y acosados por los rebeldes de aquella comarcase acogíanallísalía haciendo todo el daño que podía por apaciguar la rebeliónyen castigo de los delictos cometidosdestruía todo cuanto hallaba. Prendió ycastigó gravemente muchas personas.

Cortésvista la necesidad en que sus amigos estabanluego fue a Cempoala yde allíen dos jornadascon algunos de a caballo y con un pujante exércitode aquellos indios amigosllegó a Ticapacincaque estaba poco más de ocholeguas de la ciudad de la Veracruz. Dice aquí Motolinea que con los de caballollevó Cortés algunos de piey así es creíblepor que se hiciese mejor laguerra. Los de Culhúa pensando que les había de subceder con los nuestros comocon los cempoalesessalieron al campo; pero antes que se trabase la batallacomo vieron la braveza y denuedo de los de caballocalmaron y echaron a huir ala fortalezaque estaba cerca de allí; pero no pudieron llegar tan presto quelos de caballo no llegasen con ellos hasta el peñascoy viendo que no lepodían subir por su asperezase apearon cuatro dellos con Cortésy a lasvueltasentrando con ellos en la fortalezase detuvieron en la puertahiriendo y matando a los que la querían cerrarhasta que llegaron los demásespañoles y muchosde los amigos. Entrególes el Generalcon gran humildadla fortaleza y pueblorogándoles que no les hiciesen ya más dañoasí a losde Motezuma como a los vecinos; rogóles asimismo dexasen ir libres a lossoldadosmas sin armas ni banderas. Hízose asíque fue cosa bien nueva paralos indios. Los vencedores comieron aquí algunos de los enemigos muertosyhubo quien con un niño gordobien asadohizo fiesta y banquete a uno de losCapitanes indios. Aquí fue donde la primera vez vieron los nuestros comer carnehumana a los indios.

Alzada esta victoriaque fue la primera que Cortés hubo contra la gente deMotezumase volvió a la mar por el camino que vino. Quedó aquella serraníade ahí adelante libre del miedo y tiranías de Motezumay la fama desto seextendió tanto por los que eran amigos y no amigos de Cortésque de ahíadelantecuando se les ofrescía alguna guerrale suplicaban les diese algunode aquellos teulesque con élllevándole por Capitántendrían porsegura la victoria.

Fue tan dichoso este principio para el fin y motivo de Cortés como fue elsubcesor de Champotón. Vueltos los nuestros a la Veracruz contentoscomo erarazónde la victoria habidahallaron que había llegado Francisco de Salcedocon la carabela que Cortés había comprado a Alonso Caballerovecino de Cubaque había dexado allí dando carena. Traxo setenta españoles y nueve caballose yeguascon que los nuestros no poco se regocijaron y animaronpor ser ayudapara mejor proseguir su destino.



 

 

Capítulo XIX

Cómo Cortés y la Villa inviaron presentes al Emperador.

Deseoso Cortés de proseguir su intento que era la demanda de Méxicodequien tan señaladas cosas había oídodio priesa en que se acabasen las casasy fortalezas de la Veracruzpara que los soldados y vecinoscómodamenteviviesen y se reparasen contra las lluviasy para que tambiéncuando seofresciesetuviesen donde resistir a los enemigosy así después deconcertadas muchas cosas tocantes a la guerramandó sacar a tierra las armas ypertrechos de guerray cosas de rescatelas vituallas y otras provisiones queestaban en los navíos. Entrególas al cabildocomo se lo tenía prometidoyteniéndolos a todos juntos con otros principales que no tenían oficiospúblicosles habló en esta manera: «Señoresya me paresce que es tiempoque Su Majestad del Emperadornuestro señorsepa por relación de alguno denosotros que la llevencómo ha sido servido en estas partes y la granesperanza que de riquezas promete esta tierray asísi a vuestras mercedesparesceserá bien que ante todas cosas repartamos por cabezas lo que hemoshabido en la guerrasacando primero el quinto que a su Majestad pertenesceyporque esto mejor se haganombro por Tesorero del Rey a Alonso de Ávilay delexército a Gonzalo Mexíapara quecomo es uso y costumbrespasando pormanos de Oficiales el negociose tracte con más fidelidad y confianza.»Paresció bien lo que el General dixo a todo el regimiento y a los demáscaballeros que a él vinierony suplicáronle lo pusiese luego por obraporqueno sólo holgaban que aquellos caballeros fuesen Tesorerosmas queellos los confirmaban y rogaban lo quisiesen ser. Aceptaron de buena gana losseñalados sus cargos; comenzaronacabada la juntaa entender en ello con todafidelidady por que en el negocio no hobiese sospechamandó Cortés sacar ytraer a la plaza que todos lo pudiesen verla ropa de algodón que habíaallegadalas cosas de plumaque eran muy de vertodo el oro y plata quehabíaque pesó veinte y siete mill ducadosy entregándolo todopor peso ycuenta a los Tesorerosdixa al cabildo queconforme a razón y justicialorepartiesen. Ellosno olvidados de la buena obra que del habían rescebidorespondieron que no tenían qué repartirsacado el quinto que al Reypertenescíaporque lo demás era menester para pagarle los bastimentos que leshabía dado y la artillería y navíosde que todos en común se aprovechaban;por tantoque le suplicaban lo tomase todo y inviase al Rey su quinto de lo quemejor le paresciese. Élemperoque siempre procuró con buenos comedimientosy obras ganar amigosles dixo que aún no era tiempo de tomar lo que le dabanporque veía que ellos lo habían más menester para ayudar a sus gastos y pagarsus deudasy que de presente no quería más parte de la que le venía como asu Capitán general. Rogóles con esto que porque tenía pensado de inviar alRey más de lo que le venía de su quintoque no rescibiesen pesadumbre siexcediese de lo acostumbradopues era lo primero que se inviaba y había cosasque no se sufría partir ni fundir.

Halló en todoscomo suelen los más españolesgran voluntad para con suRey. Esto es lo que dice Motolineay después Gómaraque en lo más de suhistoria le siguió. Dicen otros de los que se hallaron presentes que ningúnrepartimiento se hizosino queapartando el General lo más y mejor que leparescióse quedó con lo otroy dello invió parte a su padre MartínCortés y parte dello dio a los procuradores que habían de ir para sus negociosa España; e incidentementepor los de la república. Lo que apartó parainviar al Reyfue lo siguiente: Las dos ruedas de oro y plata que dio Teudilede parte de Motezumaun collar de oro de ocho piezasen que había ciento yochenta y tres esmeraldas pequeñas engastadas y docientas y treinta y dospedrezuetas como rubíesde no mucho valor; colgaban dél veinte y siete comocampanillas de oro y unas cabezas de perlas o berruecos; otro collar de cuatrotrozos torcidoscon ciento y dos rubiejos y ciento y setenta y dos esmeraldasdiez perlas buenasno mal engastadasy por orla veinte y seis campanillas deoro: entrambos collares eran de ver y tenían otras cosas primas sin las dichas;muchos granos de oroninguno mayor que garbanzoasí como se hallan en elsuelo; un casquete de granos de oro sin fundirsino asígroserollano y nocargado; un morrión de madera chapado de oro y por de fuera mucha pedreríaypor bebederos veinte y cinco campanillas de oroy por cimera un ave verdeconlos ojospico y pies de oro; un capacete de planchuelas de oro y campanillasalderredory por la cubierta piedras; un brazalete de oro muy delgado; una varacomo ceptro real con dos anillos de oro por remate y guarnescidos de perlas;cuatro arrexaques de tres ganchoscubiertos de pluma de muchos colores ylas puntas de berruecoatado con hilo de oro: muchos zapatos como esparteñasde venadocosidos con hilo de oroque tenían la suela de cierta piedra blancay azul muy delgada y transparente; otros seis pares de zapatos de cuero dediverso colorguarnecidos de oroplata y perlas; una rodela de palo y cuero ya la redonda campanillas de latón morisco y la copa de una plancha de oroescupida en ella Uitcilopuchtlidios de las batallasy en aspa cuatro cabezascon su pluma o pelo al vivo y desolladoque eran de leónde tigrede águilay de un buarro; muchos cueros de animales y aves adobadoscon su pelo y pluma;veinte y cuatro rodelas de oropluma y aljófarprimas y muy vistosas; cincorodelas de pluma y platacuatro peces de orodos ánades y otras aves huecas yvaciadas de orodos grandes caracoles de oroque acá no los haye unespantoso cocodrilo con muchos hilos de oro gordo alderredor; una barra delatón y de lo mismo ciertas hachas y unas como azadas; un espejo grandeguarnescido de oroy otros chicos; muchas mitras y coronas de pluma y orolabradas y con mill coloresperlas y piedras; muchas plumas gentiles y de todascoloresno teñidassino naturales; muchos plumajes y penachos grandeslindosy ricos con argentería de oro y aljófar; muchos ventalles y amoscadores de oroy pluma y sola plumachicos y grandes y de toda suertepero todos muyhermosos; una manta como capa de algodóntexida de muchas colores y de plumacon una rueda negra en mediocon sus rayos y por de dentro rasa; muchassobrepellices y vestimentas de sacerdotespaliasfrontales y ornamentos detemplos y altares; muchas otras destas mantas de algodónblancas solamente oblancas y negrasescacadas o coloradasverdesamarillasazules y otroscoloresdel envés sin pelo ni color y de fuera vellosas como felpa; muchascamisetasjaquetastocadores de algodóncosas de hombremuchas mantas decamaparamentos y alfombras de algodón y otras algunas cosas que todas teníanmás prescio y valor por su extrañeza y novedad que por su riquezaaunque lasruedas tenían de por sí harta estima; y lo que mucho maravilló a ciertosplateros de Españafue ver un pez fundidolas escamas del cual la mitad erande oro y la otra mitad de plataambos metales en su género bien finos.

Inviáronse con estas cosas algunos libroscuyas letras eran como las quedice Artimidorogiroglíficasde las cuales al principio usaron los egipcios.Eran figuras de hombresde animalesárboleshierbaslas cualespintadasdeclarabancomo nosotros por nuestras letraslos conceptos de los queescrebíanaunque confusamente; eran estos librosno como los nuestrossinocomo rollos de papel engrudadoque descogidos daban a entender lo quecontenían. Era este papel hecho de ciertas hojas de árboles; paresce papel deestrazaaunque es más liso y blanco.

Al tiempo que se adereszaba este presentelos cempoalesespara ciertafiesta que hacíantenían muchos hombres para sacrificar; pidióselos Cortéscon mucha instancia para inviarlos al Rey con el presente; pero elloshechosmuchos comedimientosno osaron dárselosdiciendo que sus dioses se enojaríangrandemente y no les darían agua y les quitarían los mantenimientos y quematarían a sus hijos y a ellos. Porfió tanto Cortés queaunque muy contra suvoluntadtemerosos no les hiciese algún dañole dieron cuatro mancebos biendispuestos y dos mujeres de buena gracia y disposición. Era costumbreaunquemás largamente toqué esto en el libro primeroque los que habían de sersacrificadossi eran habidos de guerraadereszados lo mejor que podían conplumajes en la cabeza y espada y rodela en las manosbailaban en lo alto del cucantando cantares tristes como endechasllorando su muerteofresciendo su vidaa los dioses. Lo mismo hacían los que no eran de guerrasalvo que no llevabanarmas. Hecho estose tendían de espaldas y sacábanles los sacerdotes elcorazón con tanta presteza queporque lo vieron personas de créditodiréuna cosa maravillosa; y fueque sacando una vez el corazón los tlaxcaltecasa un indio mexicanoechando el cuerpo por las gradas del cuse levantóy anduvo tres o cuatro pasos por las gradasque sería ochoporque hastaentonces le duraron los espíritus vitales.

Estos cuatro mozoscon los demás que habían de ser sacrificadosandabancantando por las calles y pidiendo limosna para su sacrificio y muerte. Era cosade ver cómo todos los miraban y daban de lo que teníandiciéndoles quehacían gran servicio a los dioses en ofrescerles su sangre y vida para el biende los que quedaban vivos. Traían en las orejas arracadas de oro con turquesasy unos pedazos de oro en el labio baxoque hacía descubrir los dientes.

Los señores con el oro traían metidas en el mismo labio piedras presciosasque en España paresció bien feoaunque entre ellos era mucha gala y ornato; yen esto había tanta diferenciaque cada uno traía las piedras y oro comohabía peleado y mostrado el valor de su personatanto que al que no era decasta o valiente por su personano le era lícito traer sino una paja por oro yun pedernal por piedra presciosa.



 

 

Capítulo XX

De lo que el Cabildo y Cortés escribieron al Rey.

Puesto ya a punto el presente para el Reyentró Cortés en cabildo con losdemás principales del pueblo y díxoles queasí para llevar el presente comopara tratar de los negocios que a todos convenían con Su Majestaderanescesario quecomo era costumbre en todos los pueblosel regimiento nombrasey eligiese procuradoresa los cuales dixo que también daría su poder y su naocapitana en que fuesen. El Regimiento señaló a Alonso Hernández PuertoCarrero y Francisco de Montejoque estonces eran Alcaldes. Holgó dello Cortésy dióles por piloto a Antón de Alaminosy como iban en nombre de todostomaron de montón lo que de oro habían menester para ir a negociar y volver.Lo mismo hicieron en lo del matalotaje para la navegación. Diólescomo habíadichoCortés su poder y una instrucción de lo que habían de hacer en sunombre en Corte y en Sevilla y en su tierraporque habían de dar a su padreMartín Cortés y a su madre doña Catalina Pizarro ciertos dineros y las buenasnuevas de su prosperidad y adelantamiento. Invió con ellos la relación yauctos que había hechoasí en Cuba como en la Nueva Españasobre lo cualescribió una larga carta al Emperadordándole sumaria cuenta de lo que lehabía subcedido desde que salió de Cuba hasta el día de la fechay por queel Emperador estuviese advertido antes que otro le advertiese. Lo queespecialmente escribió fue las pasiones y diferencias que hubo entre él yDiego Velázquez en Sanctiago de Cubalas cosquillas que había en su real porhaber en él muchos de la parcialidad de Diego Velázquezlos trabajos quetodos habían pasadola voluntad que tenían a su real serviciola grandeza yriqueza de aquella tierrala esperanza grande que tenía de ponella debaxo desu real nombrela tiranía y dominio que el demonio tenía sobre toda ella.Ofresciósele de ganar la ciudad de México y haber a las manos vivo o muerto algran rey Motezumael fin de todo. Recontando sus servicios señaladoslesuplicaba le hiciese mercedes en los cargos y provisiones que había de proveeren aquella nueva tierra para remuneración de sus trabajos y gastos que hizo endescubrirla y ganarla.

El regimiento de la Veracruz escribió otra carta por sífirmada solamentede los Regidoresque con brevedad decía lo que aquellos pobres hidalgoshabían hecho en descubrir y ganar aquella tierray casi del mismo tenor otraen nombre de toda la repúblicafirmada de los más principales que en ellahabía.

Escribió otraprometiendo por ella que en su real nombre todos ellostendrían y guardarían aquella villa con el mayor aumento que pudieseny quepor esto moriríanhasta que Su Majestad otra cosa mandase. Suplicáronle conmucha humildad diese la gobernación de aquella tierra y de la demás queconquistasen a Hernando Cortéssu cabdillo y Capitán general y Justiciamayorelegido por ellos mismos para quitar pasiones y hacer mejor lo queconviniese al adelantamiento del estado realy que porque habían visto quepara este fin convenía él más que otrole habían elegido en nombre de SuMajestad. Suplicaban también con mucho calor que por evitar ruidosescándalosy peligros y muertes que se siguirían si otro los gobernase y fuese suCapitánsi acasohabía hecho merced destos cargos a otrolos revocaseporque esto era lo que más convenía y que no sentían ni debían decir otracosa. Al fin le suplicaron fuese servido de responderles con toda brevedad yhacerles merced de despachar los procuradores de aquella su villa con el buendespacho que deseaban y suplicaban.

Con estas cartas y poderes que Cortés y el cabildo dieronse partieron deQuiaustlán los procuradores Alonso Hernández Puerto Carrero y Francisco deMontejo y Antón de Alaminos en una razonable naoa veinte y seis días del mesde Julio del año de mill e quinientos y diez e nuevecon las dichas cartasauctos Y testimonios y relación que dicho tengo; tocaron de camino en elMarién de Cuba; y diciendo que iban a la Habanapasaron sin detenerse por laCanal de Bahama y navegaron con harto próspero tiempo hasta llegar a España.

Escribieron estas cartas los de aquel consejo y exércitorecelándose deDiego Velázquezque tenía muy mucho favor en Corte y Consejo de Indiasyporque andaba ya la nueva en el real con la venida de Francisco de SalcedoqueDiego Velázquez había habido la merced de la gobernación de aquella tierradel Emperador con la ida a España de Benito Martínlo cualaunque ellos nolo sabían de ciertoera muy gran verdadsegún en otra parte se dice.



 

 

Capítulo XXI

Cómo se amotinaron algunos contra Cortés y del castigo queen ellos hizo.

Aunque casi de común parescerpor el seso y valor de Cortésle habíanelegidopor su caudillo y Justicia mayorno faltaroncomo acontesce en todaslas cosas humanascontradiccionesporque algunospor ser criados de DiegoVelázquezy algunos por ser sus amigosy otroso por ir tras las vocesdestoso porque estaban descontentos de no haberlos puesto Cortés en cosas queno merescíancomenzaron entre sí a murmurar de la elección porque lesparescíacomo ello fueque ya Diego Velázquez estaba fuera de parte; e quehabiendo sido el principal auctorera excluido de aquella felice y prósperatierraafirmando con esto ser más elegidopor astuciaardidhalagos ysobornos que por razón e justicia; y que el haberse hecho de rogar para queaceptase el cargo de Capitán general había sido con maña y disimuladamenteyque a esta causa no era válida la elección en perjuicio de Diego Velázquezque le había inviadoespecialmente que para esto se requería el aucturidad ypoder de los flaires jerónimosque por los Reyes Católicos gobernaban lasislas; quesegún se decíaya Diego Velázquez era Gobernador de la tierra deYucatánen cuyo destricto estaba Cortésel cualcomo entendió que poco apoco se iba encendiendo el fuegoaunque no humeaba muchoprimero que levantasetanta llama que no pudiese ser apagadoinformado de los principales auctoressin alterar el reallos prendió y metió en un navío vara inviarlos a Españapresospero como de su natural condisción era benigno y clementerogado poralgunos a quien deseaba complacerlos soltó; y fue quitar los grillos alfurioso y darle armasporque olvidados del beneficio rescebidoperseverando ensu mal propósitousando mal de la facultad del perdónprocuraron alzarse conun bergantín y matar al Maestrepara irse a su salvo a la isla de Cuba a daraviso a Diego Velázquez de lo que pasabay del gran presente que Cortésinviaba al Emperador para ganarle la voluntad y ser confirmado por Gobernador yCapitán generalcomo había sido elegido.

Querían dar estos amotinadores este aviso a Diego Velázquez para quecuando los procuradores de Cortés pasasen por la HabanaDiego Velázquez losprendiese y quitase el presenteestorbando como el fin y motivo de Cortés nofuese adelantey en el entretanto Diego Velázquez pudiese avisar al Emperadorde lo que pasabapara que no se tuviese por bien servido de Cortés y de losdemás que le habían seguido.

Cortésentendida la conjuraciónviendo que convenía antes que más seafistolase la llaga cortar algunos miembrosmostrandoporque así conveníamás enojo del que tenía en su pechoprendió muchos dellos y con grandeavisotomándoles su confesiónhallando ser unos más culpados que otroslesdio diversas penasporque ahorcó a Joan Escudero y a Diego Cermeñopilotograndes cortadores de espada; y era el Cemento tan ligeroque con una lanza enla mano saltaba por cima de otra atravesada sobre las manos levantadas de losdos más altos hombres que había en el exército. Tenía también tan vivo elolfato queandando por la marolía la tierra quince leguas y más antes quellegase a ella.

Pidieron a éstoscomo se acostumbra en Españados mujeres públicas; unosdicen que ellos no las quisierony otros que Cortés no quisopor lo queestonces conveníael cualla primera vez que los perdonó les dixo que deahí adelante mirasen cómo vivíanporque les prometía por vida del Emperadorquesi recaíanlos mandaría ahorrar. Con todo estoal firmar de unasentenciasubió en un caballo y llorócondolesciéndose de lo que hacía; ypor no ser importunado dio de espuelas al caballoyéndose de allí con algunosque le acompañaron a un pueblo allí cercano.

Mandó cortar el pie a otro y azotar a otros dosque fueron Gonzalo deUmbría y Alonso Peñate. Desimuló con algunos otrosporque vio convenir así.Desta manera puso gran miedo a muchos que se iban ya inclinando. Quieto ypacífico su exércitohízose temer; aseguró su negocioporque adescuidarseDiego Velázquez tuviera aviso y fuérale fácil estorbarprendiendo los procuradoresla buena ventura a Cortés; porque después loprocuróinviando una carabela de armada tras Puerto Carrero y Montejoporqueno pudieron pasar tan secretos por la isla de Cuba que Diego Velázquez no losupiese.



 

 

Capítulo XXII

Del hazañoso hecho de Cortés cuando dio con los navíos altravés.

Andaba pensando Cortés cómo conseguiría su fin tan deseadoque era verseen México con el señor Motezumay aunque se le ofrescían muchosinconvinientescomo eran ser la tierra tan largatan poblada de gentelosestorbos que Teudile había propuestolos enemigos muchos que estaban en elcaminoel deseo de muchos de los suyos que tenían de volver a Cuba y ladificultad que de salir con tan gran empresa a todos se ofrescía; con todoestoechando como dicen el pecho al aguaentendiendo que jamás grandes cosasse consiguen sin gran trabajo y diligenciaacompañando a su singular esfuerzomaravillosa prudenciadeterminó de dar con los navíos al travéscosa ciertoespantosa y que pocos capitanes hasta hoy han hechoaunque Gómara en este garcuenta otro semejante hecho de Barbarroxa del brazo cortadoque por tomar aBugía quebró siete galeonesque comparado por sus partes con el de Cortéses muy inferior.

Para salirpuescon tan memorable hazaña de manera que los suyos no sealborotasenllamó de secreto a los maestres y pilotosy haciéndoles grandescaricias y nuevas ofertasdándoles en breve a entender la gran fortuna y buenaventura que entre las manos teníanles rogó que con todo secretoso pena dela vidadiesen barreno a los navíosde manera que por ninguna vía se pudiesetomar el aguay que hecho estocuando él estuviese con mucha genteentrasendo él estaba algunos pilotos y dixesen que los navíos estaban cascados ycomidos de broma para no poder navegar; que su Merced viese lo que sobre ellomandaba hacery esto como que venían a darle cuenta por que después no losculpase.

Poniendo por obra los maestros y pilotos con el secreto que se les habíaencargado el negociovinieron algunos dellos a Cortés delante de muchos que sehallaron presentesy con alguna alteración que cubría lo secreto del pechole dixeron: «Señorlos navíos ha más de tres meses que están surtoseahorayendolos a requerir e visitarlos hallamos tan abromados y tan abiertosque por veinte partes hacen agua y se van a fondoy paréscenos que se van afondo y no tienen remedio. Vuestra Merced vea lo que manda.» Cortésoyendoestomostró pesarle mucho; los presentes creyeron ser así por haber tantosdías que los navíos estaban surtos; y después de haber por gran rato tractadolo que se debía hacermandó Cortésque pues ya no había otro remediosacasen dellos la xarcia y lo demás que se pudiese aprovechar y los dexasenhundir. Los Maestressacando primero los tirosarmasvituallasvelassogasáncoras y todo lo demás que podía aprovechardieron al través con cinconavíos que eran de los mejores. No mucho después quebraron otros cuatro conalguna dificultadporque ya la gente entendía el propósito y ardid de suCapitán; y así comenzaron a murmurar y tratar mal délquexándose porcorrillos que los llevaba al matadero y que les había quitado todo el refugioasí para ser proveídos de fueracomo para si se ofresciese algún peligrotener con que librarse dél.

Cortésvisto que muchos de los principalesque eran las principalesfuerzas de su exércitoestaban bien en lo hechojuntos todos[les dixo]:«Señores y amigos míos: A lo hecho no hay remedio; Dios paresce que quiereseamos los primeros que señoreemos tan grande y próspera tierra; los que devosotros no quisiéredes participar de tan buena andanzaqueriendo másvolveros a Cuba que ir conmigo en demanda de empresa tan señaladalo podéishacerque para estoqueda ahí un buen navíoaunque yo no sé con qué carapodéis volverquedando conmigo tantos y tan buenos caballeros.»

Aprovechó mucho esta pláticaporque unos mudaron el propósito y otrosdevergüenzase quedaronaunque hubo muchos que no tuvieron empacho de pedirlelicencia; créese eran marineros y hombres de baxa suerte que querían másnavegar que pelear. Reprehendidos por Cortés y por otros caballerossequedaronhaciendo de las tripas corazón.

Visto estoporque no hobiese logar de arrepentimiento en algunos otrosmandó dar Cortés a la costa con el navío que quedabaquitando a todos laesperanza de la vuelta y dándoles a entender que en sólo Dios y en su esfuerzoy valentía habían de confiar de ahí adelante; e que pues les era nescesarioo pasar adelanteo no dexarse vilmente morirhiciesen el deberpues a lososados siempre ayudaba la fortunay que el cobarde moría más presto y conmás afrenta suya e de los suyos.

Estas palabrascon la nescesidad que había de hacer lo que debíandieronmucho ánimo y aliento a todosy fue muy alabado Cortés y más querido de ahíadelante por el buen consejo y astucia que en tan dificultoso negocio habíatenido.



 

 

Capítulo XXIII

De lo que a Cortés subcedió con ciertos navíos de Garay.

Cortésque no ocupaba el pensamiento en otra cosasalvo en cómo saldríacon la empresa que entre manos tenía comenzadaordenado primero lo que eramenester para el buen gobierno y defensa de la villaque estaba ya casiacabadadexando en ella ciento y cincuenta españolesy por Capitán dellos aFrancisco Álvarez Chico (y no a Pedro Dirciocomo dicen fray Toribio yGómaraporque el año de veinte y cuatro fue Teniente de Gobernador en laVilla Rica Pedro Dircio)y a Joan de Escalante por alguacil mayordexando conesta guarnición dos caballosdos tiros con muchos indios de servicio ecincuenta pueblos de amigos y aliadosde los cualescuando fuese menestersepodría sacar cincuenta mill hombres de guerraencomendando que la fortaleza seacabasepublicó su partida. Salió con los demás españolescon indios deservicio e muchos amigos.

Vino a Cempoalaque estaba cuatro leguas de la nueva villadonde acabado dellegar le dixeron que andaban cuatro navíos de Francisco de Garay por la costa.No le supo bien; recelóse de algún estorbo que impidiese su jornada; volvióseluego a la villapara que desde allíestando fortalescidopudiese defendersey ofender si se ofresciese.

Supocomo llegóque el alguacil mayor Escalante había ido a informarse dequiénes fuesen y qué querían y a convidarlos a que alojasen en su pueblo.Supo también que los navíos venían hacia el Norte e que habían corrido lacosta de Pánueo y rescatado hasta tres mill pesos de ruin oro e algunosbastimentos e que no les había contentado la tierra por no ser tan rica comopensaban.

Cortéscomo supo que los navíos estaban surtos y que no habían queridosalir a tierraaunque los habían convidado a ellofue hacia allá con unaescuadra de su compañía. Llevó consigo a Escalantepor ver si alguno de losde los navíos salía a tierrapara tomar lengua e informarse de lo quequería; e después de andada una leguatopó con tres españoles que habíansalido de los navíosel uno de los cuales dixo que era escribano y los otrosdos testigosque venían a notificarle ciertas escripturas que entonces nomostraron y a requerirle que partiese la tierra con el capitán Garayechandomojones por parte convenienteporque también él pretendía aquella conquistapor primero descubridor y porque quería asentar y poblar en aquella costaveinte leguas de allí hacia ponientecerca de Nautlánque ahora se llamaAlmería. Cortéscon gracioso semblanteaunque sentía otra cosales dixoque primero que nada le notificasen se volviesen a los navíos y dixesen alCapitán que se viniese a la Veracruz con su armadaporque allí hablaríanmejor en lo que conviniesey se sabría qué era lo que pretendía; e que situviese alguna nescesidadle socorrería cuanto mejor pudiese; y que si veníacomo ellos decíanen servicio del Reyque él holgaba mucho delloporque sepresciaba de guiar y favorescer a los semejantespues estaba él allí tambiénpor el Rey y todos eran unos. Ellos dixeron a esto que en ninguna manera elcapitán Garay ni hombre de los suyos saldría a tierra ni vendría do élestaba. Esto dice Gómaraaunque conquistadores que se hallaron en elloafirman no venir allí Garaysino cierta gente suya con un Teniente.

Cortéscomo quiera que fueseoída esta respuestaentendió lo quesospechaba; prendiólos y púsose tras un médano de arena altofrontero de lasnaosdonde cenó y durmió. Estuvo allí hasta bien tarde del día siguienteesperando si Garay o algún piloto o otra cualquiera persona saldría a tierrapara tomarlos e informarse de lo que habían navegado y el daño que dexabanhechocon intento que por lo uno los inviaría presos a Españay [por] lootro sabría si habían hablado con gente de Motezuma. No cociéndosele el panviendo que los de los navíos se rescelaban mucho e que no llegaban a tierraentendió que debía de haber alguna mala trama urdiday para certificarsedesto usó de un ardidy fueque hizo que tres de los suyos trocasen losvestidos con aquellos que habían venidoy que llegando a la lengua del aguacomo que eran de los navíoscapeandollamasen. Los de los navíoso porquepor los vestidos creyeron ser de los suyoso porque los llamaroninviaron enun esquife doce hombres adereszados con ballestas y escopetas. Los de Cortésvestidos de los hábitos ajenoscomo estaban enseñadosse apartaron haciaunas matas que por allí habíacomo que buscaban sombra por el recio sol quehacíaque era a mediodíapara hablar más a placery también por no serconoscidos.

Los del esquife echaron en tierra dos escoeteros e dos ballesteros e unindiolos cuales caminaron derechos hacia las mataspensando que los queestaban debaxo dellas eran sus compañeros. Arremetió entonces Cortés conotros algunos y tomáronlos antes que tuviesen lugar de volver al barcoaunquese quisieren defender. El uno dellosque era pilotoencaró la escopeta contrael capitán Escalante y no dio fuegode cuya causa no le mató. Los de lasnaosvisto el engaño y burla no pararon allí másy haciéndose a la velano esperaron a que llegase el esquife. De estos siete se informó Cortés cómoGaray había corrido mucha costa en demanda de la Floriday tocando en un ríoy tierra cuyo rey se llamaba Pánucodonde hallaron que había oroaunquepocoe que sin salir de las naos habían rescatado hasta tres mill pesos de oroy habido mucha comida a trueco de cosas de rescatepero que nada de lo andado yvisto había dado contento a Francisco de Garaypor no hallar mucho oro y noser bueno lo poco que había.



 

 

Capítulo XXIV

Cómo Cortés volvió a Cempoalay hecho un parlamento a losseñores dellales hizo derrocar los ídolos.

No pudiendo haber Cortés más claridad de los negocios de Garayse volvióa Cempoala con los mismos españoles que había sacado de la Villa Rica.Salióle a rescebir el señor del pueblo con otros muchos principales que leacompañaban; comieron juntos aquel día; hízole grandes caricias Cortés;renovóse el amistad.

Otro díaestando el señor de Cempoala con todos los principales en susaposentospor la lengua les hizo Cortés esta plática: «Señor y amigo míoy vosotrosnobles caballeros: Entendido habréis el amistad y amor verdaderoque os tengopues le he bien mostrado por las obrassiendo parte para quealanzásedes de vuestras cervices el duro yugo de servidumbre del gran señorMotezumaque de pocos años acá tenía puesto sobre vosotrosy de aquíentenderéis que lo que ahora os quiero decir va con el mismo amor y amistadporque sé queno solamente conviene al autoridad de vuestras personas yaumento de vuestro estadopero (que es lo que más se ha de mirar) al descansoy gloria perpetua de vuestras almasque son inmortalesy salidas de vuestroscuerpos han de tenerconforme al bien o el mal que en esta vida hobiéredeshechoholganza o pena perpetua.

«Haos tenido el demonioque vosotros llamáis Tlacatecolotlpor muchosaños muy engañadopara después para siempre atormentar vuestras almashaciéndoos entender que hay muchos diosesno habiendo ni pudiendo haber másde uno. Haceos adorar animalesbestiasfieras que vosotros soléis matar;haceos que sacrifiquéis a las piedras que ponéis en los cimientos de vuestrascasasnegociopor ciertode harto desatinoporque en la tierra todas lasdemás criapturas sirven al hombre y no el hombre a ellas; por lo cual esmenester que sepáis que hay un solo Diostan grande que en todo lugar estátan poderoso que hizo los cielos y la tierra y la mar con todo lo que hay enellatan sabio que todo lo rigetan bueno que perdona los pecadostan justoque a nadie dexa sin castigo. Estepor redemir al hombreque por su culpa sehabía perdidose hizo hombre y murió por nosotros en una cruz como ésta. Enéste creeda éste adoradporque sólo éste es nuestro Dioscriador yauctor nuestro. Haréisle gran servicio sidexando la falsa religión en quehasta ahora habéis vivido por engaño del demonioderrocáredes ydeshiciéredes vuestros ídolosque no son sino palos y piedrasretratos devuestro perseguidory levantad con gran reverencia la cruz en que fuistesredemidos y creed que el que en ella murió os dará bienes temporales sinderramamiento de vuestra sangrevictoria contra vuestros enemigos y después lagloria para que fuistes criados.»

Oída esta plática con gran atención por aquel señor y sus caballerosobrando Dios en sus corazonesrespondieron en pocas palabras que les habíaparescido muy bien lo que les había dicho y que delante dél quebrantarían losídolosy poniendo la cruzla adoraríancomo se lo había dichoporqueentendían que aquel Dios que en ella murió debía de ser muy buenopues pusosu vida por los hombres; y que pues los cristianosque creían en éleran tanvalientes y sabiosno había que buscar otro Dios y que a éste rescebían yquerían.

Alegróse en extremo Cortés con esta respuesta; abrazó al señor y a otrosprincipales; derrocáronse luego los ídolos; ayudaron los nuestros en ello;púsose una cruz grande en el templo mayor y otras en otros templos menores;hízose confederación con otros pueblos comarcanos contra Motezuma; ellos ledieron rehenes para que estuviese cierto y seguro que le serían verdaderos yleales amigos y no faltarían de la palabra que habían dadoprometiendo deproveer de lo nescesario a los españoles que quedaban de guarnición en laVeracruz; ofresciéronle toda la gente de guerra que hobiese menester; diéronlemill tamemesque son hombres de carga para el servicio del exércitopara hacer agua y leña y llevar los tiros; rescibió los rehenesque fueronmuchospero los señalados eran MamexiTeuch y Tamallihombres muyprincipales.

Cortés dexó al señor de Cempoala un paje suyo de edad de doce añosmuchacho bien apuestopara que aprendiese bien la lengua; y por que le tratasenbiendixo que era su hijo; y asídespués que los nuestros se partierontuvieron muy gran cuenta con élhaciéndole muchos regalos y buen tratamiento.

Concertadas las cosas desta manerase despidió Cortés del señor deCempoala con muchos abrazos y lágrimas. Salieron con él buen trecho del pueblotodos los principales y mucha gente del pueblodeseándole toda buena andanzacontra el gran señor Motezuma.



 

 

Capítulo XXV

De lo que a Cortés subcedió después que partió deCempoala.

Partido Cortés de Cempoalaque por su grandeza y asiento llamó Sevilla laNuevay que fue a diez e seis días de agosto del mismo año que entró en latierrasacó consigodexada la guarnición (que dixe) en la nueva villacuatrocientos españoles (otros dicen que trecientos)con quince caballos(aunque otros dicen que trece)con seis tirillos y con mill y trecientosindiosasí nobles y de guerra como tamemesen que también entran losde Cuba. Los amigos eran de la serranía que llaman Totonicapán. Dicen algunosy así lo escriben fray Toribio y Gómaraque la gente de Motezuma dexó aCortés y que le hizo gran falta para acertar el camino; pero muchosconquistadores de quien yo me informéque se hallaron en la jornadadicen quedos Capitanes de Motezuma que gobernaban lo subjecto al imperio de Culhúaleacompañaron desde Cempoala hasta Tlaxcala y más adelantey que con maliciallevaron a Cortés por la rinconadapor tierras ásperas y fragosasdediversos templesunas muy calientespara que con la aspereza de los caminos ydestemplanza de las tierras enfermasen y muriesen los nuestros y así seexcusase su ¡da a México.

Las tres primeras jornadas que nuestro exército caminó por tierras deaquellos sus amigos fue muy bien rescebido y hospedadoespecialmente en Xalapa.Juntáronse aquí Cortés y Pedro de Alvaradoque traían partido el exércitoentre sípor no ser molestos a los pueblos do llegabany allípor descuidose quedó un potrillo que venía con las yeguas y caballosque después pasadoaño y medio hallaron hecho buen rocín entre una manada de venadosde loscuales nunca se había apartadoqueenfrenadofue un buen caballo y sirvióbien en la guerra.

El cuarto día llegó el exército a Sicochimalpoque es un lugar muyfuertepuesto en áspero lugarporque está en una ladera de una agria sierra.Tiene hechos a mano dos escalones que sirven de entradatan angostos que apenaspueden entrar hombres de a piecuanto más de a caballo. Si los vecinosquisieranfuera imposible entrar los nuestros; perocomo después se supotenían mandado de Motezuma para hospedarlos y proveerlos y aún les dixeron quepues iban a ver a su señor Motezumaque estuviesen ciertos que era su amigo yque por todas sus tierras serían muy bien rescebidos.

Tenía este pueblo en lo llano muchas aldeas y alcarías de a trecientos y aquinientos vecinos labradoresque por todos serían hasta seis mill vecinos.Sacaba de allí Motezumacuando queríacuatro o cinco mill hombres de guerra.Llamábase la provincia del nombre del pueblo; era subjecto a Motezuma;gobernábala un señor que por extremo proveyó bien el exército y dio lonescesario para la jornada de adelante. Agradescióselo Cortésdándoles aentender que sería muy servido Motezumaa quien él iba a ver por mandado deun grandísimo señor que se llamaba el Emperador de los cristianos; dióle depaso a entender otras cosas de nuestra religión y poder de los cristianosdeque aquel señor quedó muy espantado. Despedido dél desta manerapasó unasierra muy alta por el puerto que llamó Nombre de Diospor ser el primero queen estas partes había pasadoel cual era sin caminotan áspero y alto que nohay en España otro tan dificultoso de subirca tiene tres leguas de subida.Pasóle seguramenteporque a haber contradicción se padesciera gran trabajo ypeligro. Hay en esta sierra muchas parras con uvas y árboles con miel; a labaxada había otras alcarías de una villa y fortaleza que se llama Texuán; queasimismo era de Motezumadonde asimismo con el pueblo de atrás fueron muy bienrescebidos y proveídos de lo nescesarioporque así lo tenía mandadoMotezuma. Díxoles Cortés algunas cosasdándoles cuenta de su venida;despidióse dellos con mucha gracia. Antes que llegase a este pueblonocreyendo que fuera tan bien proveídomandó soltar dos tiros; salieron losindios al ruidodixeron que no los espantaseque ellos le proveerían de lonescesario. Cortés les respondió lo hiciesen asíporque si no se enojaríanlos tiros y les echarían el cerro encima.

Desde aquí andubo tres jornadas por tierra despobladainhabitable ysalitral donde fueron bien menester los regalos pasados y el buen tratamientoque el exército tuvoporque pasó nescesidad de hambre y mucha más de sedacausa de ser toda el agua que toparon saladay muchos españoles que con lademasiada sed bebieron della adolescieronaunque ninguno murió. Sobrevínolesluego un turbión de piedra y con él gran frío que los puso en mucho trabajo yaprietoca los españoles lo pasaron aquella noche muy malporque acudiósobre la indispusición que llevaban. Los indios corrieron tanto riesgo que ainaperescieran; murieron algunos de los de Cubaasí por ir mal arropadoscomopor no estar hechos a las frialdades de aquellas montañas.



 

 

Capítulo XXVI

De lo que acaesció a ciertos españoles de la Nueva Villaentretanto que marchaba el exércitoy de lo que más subcedió a Cortés en elcamino en Zacatani.

En el entretanto que nuestro exército caminaba para Méxicodoceespañolescon los cuales iba Escalanteque era Alguacil mayorporque con elcargo de Capitán quedaba en la villa Francisco Álvarez Chicopersona de muchogobiernosalieron della a rancheary no dándose [a] acatodieron en unpueblo que los nuestros llamaron Almeríadonde estaba una guarnición deMotezuma de quince mill hombreslos cualescomo estaban avisados por su señorquecomo pudiesentomando algún españolse lo inviasenporqueaunquedesde que entraron los nuestros en el puertotenía por las pinturas que leinviaban noticia de nuestro exército y de las cosas dél deseaba ver alguno delos nuestrosporque los tenía por más hombres; y desta causapor haberalguno a las manostrabaron batalla con los nuestrosla cual duró hasta lanoche. Murió en ella Escalante; tomaron a uno mal herido; los demás con laescuridad de la noche se escaparon por las sierrasdando mandado a la VillaRica. El herido llevaron los indios en una hamaca a Méxicoy por mal curadomurió en el camino. No lo quiso ver Motezuma porque ya iba muy corrompidoperomostráronle las cabezas del que murió en la batalla y del que fallesció en elcamino. Mirólas por gran rato y dixo que ya se desengañaba de pensar seraquellos hombres inmortalesaunquecomo lo mostraban en los rostrosdebíanser muy valientes. Dicen que se le mudó el colorporque por los pronósticosque teníaentendió que habían de ser de aquellos los que le habían dequitar su señorío y traer nueva leyritos y costumbres a su tierra.

Volviendo al camino que hacía nuestro exércitoa la cuarta jornada de malatierraprosiguiendo su viaje adelantesubió una sierra muy ásperay porquehallaron en la cumbre della al parescer como mill carretadas de leña cortadapuesta en orden a manera de baluartecerca de una torrecilla donde había unosídolosllamaron a aquel puerto el Puerto de la Leñapasado el cualdosleguas adelantedieron en tierra estéril y pobrey de ahí vinieron a unlugar que se llamaba Zacatlaniy no Castilblancocomo dice Gómaraporqueestá más adelante. Estaba este pueblo en un valle muy hermoso que se diceZacatamien el cual había casas muy bien labradasporque eran de canteríaespecialmente las del señorque eran muy grandes y de mucha majestad; teníamuy grandes salas y aposentosyfinalmenteera tan real que hasta estonceslos nuestros no habían visto cosa semejante. Aquí Cortés mandó azotar a unsoldado porque había hecho cierto agravio a un indiocontra lo que él teníamandadocon que mucho se hizo respetar de los suyos y amar y servir de losextraños.

El señor del pueblo se llamaba Olintetlel cual rescibió a Cortés conmucho amor. Aposentóleen su casa; proveyó a toda su gentemuycumplidamente; hízolo así porquecomo después él dixotenía mandamientode Motezuma que honrase y sirviese en cuanto pudiese a Cortés; y asíporhacer todo lo a él posible por fiesta y alegría de la llegada de los nuestrossacrificó cincuenta hombresy esto poco antes que los nuestros llegasenporque hallaron la sangre fresca y limpia. Hubo muchos del pueblo que traxeronen hombros y en hamacas las personas señaladas del exército hasta entrar enlos aposentosque es como si los llevaran en andas; honras fueron ambas lasmayores que pudieron hacery sólo por mandárselo así Motezuma. Salió elseñorque era tan gordo que los nuestros le llamaron el Tembladora la puertade la casa a rescebir a Cortés; llevábanle de los brazos dos mozos fuerteslos más nobles de su casa; rescibiéronse con mucho amor y comedimiento. Dixo aCortés que por estar tan pesado en carnescomo veíano le había salido arescebir; que fuese bien venido y descansasen él y los suyos en aquel su puebloy casaporque serían con toda voluntad hospedados.

Cortéspor los intérpretesque eran Marina y Aguilarle dio las gracias.Entráronse desta manera juntos al aposentoque estaba adereszado para Cortésdonde en el entretanto que se adereszaba la comidasentados comenzaron ahablarestando en pie muchos caballeros de los nuestros y de los de la casa yfamilia de aquel señor. Cortés por lengua de Marina y Aguilar le dixo la causade su venida y otras muchas cosas tocantes al honor y gloria de Dios y de suReycasi por la misma manera que las había dicho a los caciques y señores conquienes antes había tratado. El señor mostró holgarse mucho con tan nuevarelación de cosas. Respondióle prudentementeporque era hombre de muchaexperiencia y bien entendido en negociosasí de guerra como de paz. Al cabo dela plática le preguntó Cortés (porque vía la majestad y grandeza con que seservía) si era amigoaliado o vasallo de Motezuma. A esto estuvo callado ungran ratotanto que le dixo Cortés casi como enojado que cómo no lerespondía. Estoncescomo quien despierta de sueñocon un sospiro arrancadode las entrañasrasándosele los ojos de aguacomo maravillado de aquellapreguntarespondió: «¿Y quién no es esclavo y vasallo de Motezuma?»dandoa lo que se pudo colegira entender el grande y tiránico poder deMotezumadel cual le parescía que no había señor en el mundo que se pudieselibrar.

A esto Cortés le replicó que de la otra parte del agua había otro muymayor señorque era el Emperador y Rey de Españaa quien servían muchosPríncipes y Reyesy que él era uno de los menores vasallos suyosque por sumandado venía a ver aquella tierra y conoscer a Motezuma y a los otros señoresdella. Rogóle fuese servidor de tan gran Príncipe y que en reconoscimientodestosi tenía orole sirviese con él. A esto respondió que no haría otracosa sino lo que su señor Motezuma le mandaseasí en tener la amistad deaquel tan gran Príncipe que decíacomo de inviarle oroaunque tenía harto.A esto no replicó Cortésporque le paresció que no era tiempo y vio en él ylos suyos que eran hombres de corazón y gente belicosa; y por no parescer quele atajabale rogó le dixese el estado y grandeza de Motezumapues iba abesarle las manosel cual le respondió como holgándose de haberse ofrescidoaquella ocasióny dar a entender que no podía haber otro señor tan grandecomo el suyo: «Motezuma es señor de muchos Reyes y tan grande que en el mundono conoscemos otro igualcuanto más superior; sírvenle muchos señores en sucasalos pies descalzos y los ojos puestos en el suelo; tiene treinta vasallosque cada uno tiene cient mill combatientes; sacrifica cada año veinte millpersonas y algunas veces cincuenta mill; reside en la mayormás linda y másfuerte ciudad de todo lo pobladoporque está puesta sobre aguay para suservicio hay más de cuarenta mill acalesque son canoas; su casa ycorte es grandísimamuy noble y muy generosa; acuden a ella muchos Príncipesde toda la tierra; sírvenle a la contina grandes señores; sus rentas yriquezas son increíblesporque no hay nadiepor gran señor que seaque nole tributey ninguno tan pobre que no le tribute algoaunque no sea sino lasangre del brazo; sus gastos son excesosporque aliende de las expensas de sucasatiene continuamente guerrasustentando grandes exércitos.» MaravillóseCortés y los nuestros de tan grandes cosasy cierto eran asícomo despuésparescióaunque no dexaron de creerle por ser hombre de tanta auctoridad y quelo decía como hombre que lo había visto.

Estando así en estas pláticasllegaron dos señores del mismo valle a vera los nuestros. Presentaron a Corta cada uno cuatro esclavas y sendos collaresde oro de no mucho valor. Rescibiólos muy bien Cortés; respondióles por laslenguas que les agradescía el presente y voluntad; ofrescióles su personacuando la hobíesen menester; hablaron un rato con Olintetl; despidiéronseluego y fuéronse.

Era Olintetlaunque tribuctario de Motezumaseñor de veinte mill vasallos;tenía treinta mujerestodas en una casacon las de cient otras que lasservían; tenía dos mill criados para su servicio y guarda. El puebloera tangrande; tenía trece temploscada uno sumptuosocon muchos ídolos de piedrade diferentes figurasabogados para diferentes casos; sacrificabanse delantedéstosconforme a lo que se les pedíahombresniñosmujerespalomascodornices y otras cosas con sahumerios y gran veneración.

En este pueblo y en su comarca tenía Motezuma cinco mill soldados enguarnición y frontera; tenía postas de hombres dobladaspuestas por brevestrechosque llegaban hasta Méxicopor las cuales en muy poco espacio sabíapor muy lexos que fueselo que pasaba.

Acabó Cortés de entender la grandeza e mucho poder de Motezumaaunqueantes había entendido gran partey fue tan grande su valor que ni en públiconi en secreto mostró arrepentimiento de haberse puesto en tan grave ydificultoso negocio; antescuanto más dificultadesinconvenientes y temoresle representaban algunos de los que con él ibandiciéndole que para unespañol había tres mill indios y que ellos estaban en su tierra tan amigoscomo había vistodesobedescer a su señorque tenían por gloria morir porély élque estaba en el ajenano sabida ni entendiday que no con armassino a puñados de tierrapodrían ser todos hundidos y acabadospor ser elnúmero de los enemigos casi infinitole eran mayores espuelas para ir a ver yseñorear tan gran poder como él vía y todos le decían[y] con ánimoinvencible que le prometía el dominio y señorío de tan gran imperiodixo laspalabras que por devisa en las columnas traía el Emperadorcon el favor deDios: «Señorespues llevamos tan buena empresa«plus ultra»que quieredecir«más adelante».



 

 

Capítulo XXVII

Cómo Cortésprosiguiendo su jornadafue rescibido enCastilblanco y despachó mensajeros a los tacaltecas.

Estuvo Cortés en Zacatlán cinco díasporque tenía fresca ribera y lagente de aquel valle era apacible; puso muchas cruces en los templosderrocandolos ídoloscomo lo hacía en cada lugar que llegaba y por los caminosydexando muy contento a Olintetlporque le dio algunas cosillas y le trató conmucho amor y respetoacompañándole los principales buen trecho fuera delpueblose despidió. Fuéronle sirviendo muchos indios hasta otro pueblo quelos españolespor la ocasión que para ello daballamaron Castilblanco. Erade Yztacmachtitlánuno de aquellos señores que le presentaron las esclavas ycollares; estaba dos leguas de Zacatlánrío arriba. Está este pueblo enllanopar de una ribera; tiene dos leguas a la redondamuchas caserías quecasi tocaban unas con otras; extendíase su señorío todo por hermosapoblación y por lo llano del valle cerca del río tres o cuatro leguas; en uncerro muy alto estaba la casa del señorcon la mejor fortaleza que había entoda la tierra y mejor cercada de murobarbacana y cavas; en lo alto del cerrohabía una población de cinco o seis mill vecinosde muy buenas casas y gentealgo más rica que la del valle abaxoy porque la fortaleza blanqueaba muchodesde lexos y las casas que estaban en lo altollamaron los nuestros al puebloCastilblanco.

Fue aquí Cortés muy bien rescebidoporque estaban ya avisados; reposóallí tres díaspara repararse del camino y trabajo pasado que el exércitotuvo en el despoblado; hiciéronle muchos mitotesque son danzas y bailes a sucostumbre y otras fiestasasí por obedescer a Motezumacomoporque son algoenvidiosospor parescer a Olintetl; detúvose también por esperar losmensajeros cempoaleses que habían inviado desde el pueblo antes a los taxcaltecas.Lo que contenía la embaxada era que él estaba informado del señor de Cempoalay de los demás señores de aquella comarcaamigos y confederados suyoslasgrandes guerras y enemistades que con tanta razón tenían con Motezumadequien muchos años atrás habían rescebido muchos daños y agravios; que éliba a México y había de pasar por su tierraque les rogaba lo tuviesen porbien; y que si querían favorescerse dél en sus guerras contra Motezumaqueél lo haría con la voluntad y amor que verían. Movieron a Cortés a queinviase estos mensajeros los nobles y otra gente principal que de Cempoalavenía con éldiciéndole que los taxcaltecas eran muchos y muy fuertesy grandes enemigos de Motezumapues continuamente tenían guerra con él y quesabiendo ellos que los cempoaleses y totonaquessus amigos yaliadosse habían confederado con los nuestrosofrescerían con gran voluntadsus casas y personasaunque a los principios subcedió al contrariocreo quepor experimentar los taxcaltecas el valor y esfuerzo que en los nuestroshabía.

Creyó Cortés que fuera así como los cempoaleses se lo habíandichoporque hasta estonces le habían tratado mucha verdady así pensaronque lo trataban en estoporque eran bastantes las enemistades y guerras que lostaxcaltecas tenían con Motezumapara pensar queviniendo los nuestrosen su ayudalos salieran a rescebir y acarisciaríancomo ellos habían hecho.Aquí tuvieron los nuestros noticia que Taxcala era una ciudad tan grande quetenía seiscientas plazasy hubo quien con ánimo generoso dixese: «Buenosvamosque a cada uno de nosotros caben dos plazas.»



 

 

Capítulo XXVIII

Cómo las cuatro cabeceras de Taxcalaoída la embaxada deCortésentraron en su acuerdoy de las diferencias que entre ellos hubo.

En el entretanto que Cortés iba a Castilblanco y reposaba allílos cuatroembaxadores cempoaleses entraron en Taxcala con cierta señal que solíanllevar los mensajerosa manera de correospara ser conoscidos e ir seguros. Ala entrada dieron mandado cómo venían así de parte de Cortés como de los deCempoala. Saliéronlos a rescebir a su costumbre algunos principales de Taxcala;lleváronlos a las casas de su cabildodonde después de haberles dado decomerse juntaron a cabildo los cuatro señores que llaman cabeceras deTaxcalacon otros muchos de sus principales que eran del consejo degobernación y guerra. Estando así juntosmandaron entrar los embaxadoresloscualeshecha gran reverenciacomo en lugar de tanta majestad se requeríaestuvieron en pie un rato sin hablar palabraesperando les mandasen dixesen alo que eran venidos. Estonces Xicotengaque era uno de los cuatro señores quegobernaban aquella provinciales dixo que propusiesen su embaxada. Losembaxadores estonceshecho otro comedimientorogándose los unos a los otrosdieron los tres la mano y el proponer al más ancianoel cualhaciendo ciertacerimoniatendiendo la manotrayéndola a la bocadixo.

«Muy valientes y grandes señoresnobles caballeros: Los dioses os guardeny den victoria en las guerras y batallas que tenéis contra vuestros enemigos.El señor de Cempoala y los otros señores totonaques se encomiendanmucho en vosotros y os hacen saber que de allálas partes de orienteengrandes acaleshan venido unos teuleshombres barbudosmuy fuertes yanimososlos cuales les han ayudado y favorescido contra las guarniciones deMotezuma y los han puesto en grandelibertad. Su Capitán se llama FernandoCortés. Dice que él y los suyos son vasallos de un muy poderoso y gran Rey yque de su parte viene a verse con Motezumavuestro capital enemigo. Dicen los cempoalesy totonaques que será bien quecomo ellostengáis por amigos a estosvalientesporque aunque son pocosvalen más que muchos de nosotros; y porqueentendemos que para contra Motezuma su amistad os será provechosaaconsejamosa Cortésque ha de pasar por esta ciudadinviase mensajeros haciéndoos sabersu venidael cual por nosotros os besa las manos y dice que para verse conMotezumacomo el Emperadorsu señorle mandale es necesariopasar por estavuestra ciudad; que os suplica lo tengáis por bienpues su deseo escontentaros en todo lo que se os ofresciereponiendo a ello su persona y gentey que tiene sabido las guerras que de muchos años a esta parte tenéis traídocon él y los agravios y dañosaunque les habéis hecho otrosque habéisrescebido; si para esto su ayuda os es necesariaos la ofresce.»

Acabada esta embaxadaMagiscacínque era otro señor de los cuatrolosmandó sentar un poco; y después de haber callado todos algún espaciolesdixo en nombre de aquella insigne república fuesen bien venidos y que besabanlas manos a los cempoaleses y totonaques por el consejo que lesdaban y que holgaban mucho de que se hobiesen librado del duro imperio yseñorío de Motezuma; y porque era menester espacio para responder a lo demásque tocaba a la venida de Hernando Cortésque se holgasen en aquella ciudadalgunos díascomo en propria casaen el entretanto que se resumían en lo quedebían hacer.

Con esto se salieron los mensajeros del Ayuntamientoy quedando ellos solostuvieron silencio por un ratomirándose unos a otros. Cada uno esperaba que elotro hablase primerohasta que Magiscacínque era uno de los que gobernabanla señoría de Taxcalahombre de mucho reposo y juiciode noble condisciónbienquisto en aquella repúblicatomando la manoo porque era más antiguooporque en las cosas de consejo era el que primero proponíadixo: «Caballerosseñores y amigos míos que aquí os habéis juntado para oír la embaxada quelos cempoaleses han traído: Entendido tendréis tres cosas della: laprimeraque nuestros amigosenemigos de nuestro enemigonos aconsejanhospedemos a estos caballeros quesegún su valor y maneramás parescendioses que hombres como nosotros; la segundaque dellos podremos ser ayudadospara tomar venganza de nuestro enemigo quea la continacon su podernostiene encerrados en estas sierras sin poder gozar de los mantenimientos y trajesque las otras gentes gozan; la tercera es que nos pide el Capitán destosinvencibles y valientes caballeros que le demos pasaje por nuestra tierra y lehospedemos el tiempo que en ella estuviereofresciéndonos su persona y las desus caballeros. Cosa es esta que en buena razón no se le puede negarespecialmente yendo como va contra nuestro enemigoy nuestros dioses nosenseñan a hacer caridad con los peregrinantes; si no los rescebimosparesceráque somos crueles ylo que más se ha de huirque somos cobardesque no lososamos rescebirtemiendo que nos han de hacer algún dañoteniendo entendidolo contrario por experiencia y por lo mucho que dellos dicen los de nuestranación.

«Lo que sobre todas tres cosas me paresce que debemos responderle es quevenga norabuena y salir con toda alegría a le rescebirporque si losespañolesque los cempoaleses y los otros que los han tratado llamandioses y los tienen por inmortalesquierenfácil les será pasar por nuestratierra a nuestro pesar y destruirnos a todosde lo cual rescibiría nuestrocapital enemigo Motezuma gran contento. Allégase a estoque no poco confirmami parescerlo que nuestros antepasados nos dexaron en nuestros annales ypinturas: que vendrían unos hijos del solen trajes y costumbres diferentes denosotrosde muy lexas tierrasen unos acales grandesmayores que casasyqueaunque en número no serían muchosserían tan valientes que uno podríamás que mill de vosotros; que destruirían nuestros ídolos e introduciríannueva religióncostumbres y leyesy que luego cesaría el imperio y mando deMotezumay que estos invencibles dioses harían su asiento en nuestra tierra yque vendrían inviados por un grandísimo señor que un Dios muy poderosofavorescía e ayudaba para que cesase el derramamiento de sangrela tiraníala sodomía y otros abominables delictos que hasta ahora por subjestión de unPríncipe de tinieblasque nosotros llamamos Tlacatecolotlcon tanto perjuicionuestrohan reinado. Y pues vemos cumplido lo que nuestros antepasadosprofetizaron tan claramente y las fuerzas humanas no bastan a resistir al poderdivino y a las cosas que del cielo vienenno hay para qué ya yo os diga mássino que todos con alegre el ánimo salgamos a rescibir a estos diosesque meparesce vienen en nombre de algún poderoso Diosy mirad lo que en fin desta miplática os digoporque así me lo dice mi corazón: que si hiciéredes locontrariomorirán muchos de los nuestros yaunque no queráisentrarán porfuerza en nuestra tierra y casasporque no se puede dexar de cumplir lo quenuestros antepasadosque eran mejores que nosotrosnos dixeron en susescripturas. Esto es lo que siento; vosotros ved lo que os pareceque el tiempoos dirási lo contrario quisierdes hacerhaberos yo aconsejado bien.»

Como Magiscacín era hombre de mucha prudencia y de afable conversacióneratenido en su república en grande estimaaunque la gente de guerra seguía mása Xicotencatlpor ser bullicioso y aun venturoso en las batallas; y asíaunque hasta que habló Xicotencatl paresció bien a todos su razonamientolosrepublicanos y hombres de auturidad y experienciaque eran los menosestuvieron en su parescerporquecomo luego respondierontenían por acertadosubjetarse a la voluntad de los diosesir contra la cual sería locura; peroluego Xicotencatlque a la sazón era Capitán general del estadopor quienprincipalmente se gobernaban las cosas de la guerraconturbando el parescer deMagiscacíndeseoso de venir a las manos con los nuestrosengañado con losbuenos subcesos que poco antes había tenido en dos batallas campales contramexicanospersuadido destocontradixo apasionadamente el parescer deMagiscacíndiciendo desta manera.



 

 

Capítulo XXIX

De la brava plática que Xicotencatl hizo contradiciendo aMagiscacín.

«Valerosos y esforzados caballerosCapitanesmuro y fortaleza de lainexpugnable señoría de Taxcala: Si no tuviera entendido [que Magiscacín]desea más el descanso y buen tratamiento de vuestras personas que la gloria quecon vuestros belicosos trabajos habéis de alcanzarhaciéndoos cada día másseñalados contra el emperador Motezumaque todo lo ha subjectadosino ha sidoa vosotroscreyera que sus aparentes y bien ordenadas razones tuvieran fuerzapara que yo y todos vosotros viniéramos en su parescerperdiendo la mejorocasión que jamás se nos ha ofrescido para señalar y mostrar nuestraspersonashaciéndolas memorables para todos los siglos venideros; y porqueentendáis la razón que tengo en contradecirrespondiendo en suma a lo queMagiscacín dixoos descubriré lo que por ventura todos no sabéis.

«Dice Magiscacín que el hospedar a los forasteros es precepto de los diosesy que en buena razón se usa. Esto es cuando los huéspedes no vienen a hacerdaño: pero sí cuandopara conoscer nuestras fuerzasvienen a hacerse amigosel daño es mayorporque con dificultad resistimos al enemigo casero. Dicetambién que estos españolesque él sin razón llama diosesson los que hande señorear esta tierraconforme a los pronósticos que dello hay. A estorespondo dos cosas: la unaque los más de los pronósticos han sido falsos; laotraque no sé yo si son éstos o otros los pronosticados; a lo menosparésceme que no haremos el deber si no viéremospara qué sonporque si loshalláremos mortales como nosotros somosno nos habrán engañado; y si fuereninmortales y más poderosos que nosotrosfácil será el reconciliarnos conellosporque no me parescen a mí diosessino monstruos salidos de la espumade la marhombres más necesitados que nosotrospues vienen caballeros sobreciervos grandescomo he sabido; no hay quien los harte; dondequiera que entranhacen más estrago que cincuenta mill de nosotros; piérdense por el oroplatapiedras y perlas; paréscenles bien las mantas pintadas; son holgazanes y amigosde dormir sobre ropaviciosos y dados al deleitea cuya haraganía el trabajola labor y coadebe ser odioso; y asícreo queno pudiéndolos sufrir elmarlos ha echado de sí; y si esto pasacomo digo¿qué mayor mal podríavenir a nuestra patria que rescebir en ella por amigos a tales monstruosparaque quedemos obligados a sustentarlos a tanta costa de nuestras haciendasqueaun para hartar de maíz aquellos mochos venados que traenno bastaránnuestros campos?; pues para ellos¿qué gallinasqué conejosqué liebresbastarán? Donosa cosa sería que estando nosotros habituados a tantaesterilidadpues aun sal no tenemosni mantas de algodón con que noscubramoscontentos con el maíz e hierba de la tierraviniésemos a ponernosen mayores trabajoshaciéndonos esclavos para sustentar los advenedizos. Noespuesrazón que los que derramamos nuestra sangre por defender nuestrapatria y vivir sin servidumbremetamos en ella por nuestra voluntad quien noshaga tribuctarios.

«Informaos de los mercaderes que van y vienen a esta Señoría yentenderéis que es poco lo que yo os he dichoy considedad que si cuandovencemos a los de Culhúa y traemos los enemigos vencidos y atados no caben abocado cuando los comemos en nuestras parentelas¿qué nescesidad padesceremossirescibiendo a éstoslos hemos de sustentar? De adondepues la invencibleTaxcala no tiene otras riquezas que el arcoflechasmacana y fuerte rodelaniotro mayor bien que la tostada y arrojadiza vara con que atravesamos al enemigono hay para qué rendir y entregar nuestra defensa a los que no conoscemospuesestamos en ásperas y fuertes sierras. Muchos sois en número y no menosvalientes en esfuerzo; los que vienen no saben la tierra ni los pasosfácilserási quieren venirel resistirlos y aun hacerlos volver atráshuyendo.Yo en lo que en mí es no os faltaréy prometocomo lo habéis vistode serel primero y acometer al más fuerte; de adondesi de los diosescomo esrazónestáis confiados que nos darán victoriasi pensáis que sois losmismos que tantas veces habéis vencido exércitos de Motezumasi queréisvuestra libertadque excede a todo presciosi amáis a vuestras hijas ymujeressi procuráis que vuestra religión esté en piey sifinalmentenoqueréis perder el nombre de taxcaltecas que tanto temor pone a nuestrosenemigosseguidmemorid conmigoque más vale que por estas tan importantescosas muramos como valientes en el campo queperdiéndolas como mujereslasofrescamos desde nuestras casas a los forasterosde quien tanto mal nos puedevenir.»

Mucho alteró los pechos de los oyentes este bravo razonamiento deXicotencatl; comenzó entre ellos un murmuriohablando los unos con los otrosiban cresciendo las vocesdeclarando cada uno lo que sentía; y como eran losparesceres diferentesque los republicanos seguían el de Magiscacín y lossoldados y capitanes el de Xicotencatlestaba aquel Ayuntamientodivisohastaque Temilotecutluno de los cuatro señores que estonces era Justicia mayorhaciendo señal que quería hablarcallando todoscon una madura gravedad quepuso atencióndixo así.



 

 

Capítulo XXX

De la plática que hizo Temilutecutljusticia mayor deTaxcala.

«Señores y amigos míos: No me maravillo quecomo acontesce en todas lasconsultas que importan algohaya contradicción y variedad de paresceres enéstaporque no hay negocio en las casos humanas tan claro que no tenga haz yenvésy quetratado por buenos entendimientospor muy fácil que seano sehaga dificultoso. Acontesce también para la determinación de algunas cosas enlas cuales uno dice sí y otro noque conviene ni del todo seguir el sí ni deltodo dexar el nocomo se ha ofrescido en el negocio que ahora entre las manostenemosen el cual los señores Magiscacín y Xicontencalt son contrariosporque el señor Magiscacín dice se resciban estos nuevos huéspedesy locontrario defiende el señor Xicotencatl. Ambosaunque contrariostienenrazóny cada uno debe ser alabado por su buen parescer; perosi a vosotrosseñoresparesceha de ser tomando de cada uno lo que más conveniente fuerepara la determinación de nuestro negocio; y asícada uno de vosotrosseñoresquedará contento de haber con razón defendido su parte. Serápuesel medio que resultará de los dos extremosque usemos de un mañoso ardid quecreo aplacerá a todosespecialmente al muy valeroso y sagaz Xicotencatl elviejopadre de nuestro Generalque por estar ciego no sigue la guerray esque inviemos nuestros embaxadores al capitán Cortés con graciosa respuestadiciéndole que con su venida rescibimos todos mucha merced y que cuando venga aesta ciudad será muy bien rescebido. En el entretanto que él viene con sugenteel señor Xicotencatl tendrá concertado con los otomíes lesalgan al caminoy allí le dará la batalla una vez e muchas hasta que veamospara qué son éstos que de tan lexos vienenque nos dicen ser dioses; y porotra partecomo dixo el señor Xicotencatltienen hambre y sed y aman lascosas quesiendo dioseshabían de menospreciar y tener en pocolo cualarguye ser hombresy aun no tan abstinentes como nosotros. Si los nuestrosvencierennuestra ciudad y provincia habrá ganado perpetua gloria y quedaremoscon mayores fuerzas contra nuestro cotidiano enemigo Motezumalibres de laspesadumbres y trabajos que el señor Xicotencatl ha contado; y si fueren tanvalientes y tan valerosos que los nuestros no los puedan empescerdiremos quelos otomíes son bárbaros y gente sin conoscimiento ni comedimientoeque sin nuestra voluntad y parescer y sin saberlo nosotrospara se lo poderestorbarno sabiendo lo que hacíansalieron a ellos; por manera quecomoseñoresveissi esto se haceel señar Magiscacín y el señor Xicontencatlhan dicho bien y nosotros jugamos al seguro. Este es mi parescer; ahora vedseñoresqué es lo que a todos os parescey si otro medio hay mejor yo loseguiréporque no es otro mi fin sino procurar querer y hacer todo lo que másal bien común pertenescieredexada toda honra y gloria de salir con miparescer.»

Acabado Temilotecutl su razonamientoque dio gran contentamiento a todossosegó y aplacó las diferencias; y asíunánimes y sin contradicciónalgunadeterminaron se pusiese luego por obra lo que había dichoporquecierto en las cosas dubdosas que por ambas partes tienen pro y contraun buenmedio hace mucho y no puede prosceder sino de muy buen seso y gran experienciade negocios.

Fue cosa de ver cómo antes que saliesen de su cabildo se levantaron todos yabrazaron a Temilutecutldándole gracias y diciéndole que era la prudencia desu repúblicaque los dioses estaban en su corazón y hablaban en su boca;alabaron muchodemás del medio que había dadola templanza y humildad conque había comenzado y acabado su plática.

Sosegados todos y tornándose a sentarcomo lo tenían de costumbremandaron llamar a los mensajeros; diéronle la repuesta que estaba determinadaaunquecon ocasión de cierto sacrificiolos detuvieron hasta que supieron queCortés venía; y los otomíespor industria de Xicotencatlle salieronal encuentro y pasó entre ellos lo que después diré. Y porque al presente sehace mención de los embaxadoresy no son de callar ni pasar ca silencio lascerimonias de que usaban y cómo eran rescebidos y despachadosdiré en elcapítulo que se siguepor ser muy nuevo y peregrinoloque en ellas había.



 

 

Capítulo XXXI

De las insignias de los embaxadores y de cómo eran rescebidosy despachados.

Erancomo es del derecho de las gentes de los indios de la Nueva Españatan inviolables los embaxadorestenían tan diferentes señales de las que seusan entre todas las nasciones del mundoeran tratados y rescebidos con tantacerimonia y honorque demostraban ser cosa sagradatanto queaunque estasgentesbárbaras de su condisciónson más vengativas que todas las delmundorespetaban a los embaxadores de sus mortales enemigos como a diosesteniendo por mejor violar cualquiera otra cerimonia y rito de su falsa religiónque pecar contra los embaxadoresaunque fuese en cosa muy pequeñaporque porla talno menos que si fuera muy graveeran con mucho rigor castigadosdiciendo quepor los embaxadores se confiaban dellosno debían en un puntoser engañados.

Su manerapuesde caminar para ser conoscidos en tierras de sus enemigosera qué cada uno llevaba una delgada mantade punta a punta torcidarevueltaal cuerpoque cubría el ombligocon dos nudos a los lomosde manera que decada nudo sobrase un palmo de manta. Con esta manta había de entrar cubiertocuando diese la embaxada; sin ésta llevaba otra de algodón gruesode talmanera dobladaque hacía un pequeño bulto enroscado; llevábala echada con unpequeño cordel por el pecho y hombros; llevaba en la mano derecha una flechapor la puntalas plumas hacia arribay en la izquierda una pequeña rodela yuna redecilla en que llevaba la comida que le bastaba hasta llegar do había dedar la embaxada. Entrando por tierra de enemigoshabía de ir el camino derechosin salir dél a la una ni a la otra parteso pena de perder la libertad yderechos de embaxador y estar condenado a muertela cual le daba el señor aquien llevaba la embaxada.

Llegado que era al pueblo donde había de pararera luego conoscido por eltrajey los oficiales de la casa del señor a quien iba le salían a rescebir;mandabánlos los reposar en la calpiscaque era casa del común del pueblodondeconforme a la calidad del señor que le inviabase le hacía en el comery en todo lo demás el tratamiento más o menossegún convenía. Hecho estolos oficiales decían al señor cómo había venido mensajeroel cual mandabaque viniese; iba después de haber almorzado primeroporque la comida era muytardemuy compuestocallado y como recapacitando consigo lo que había dedeciracompañado de los principales de la casa con rosas en las manos queellos le habían dado. Llegado a palacio paso ante pasolos ojos en tierraentraba donde el señor estaba sentado con toda la majestad a él posible;haciéndole un muy gran acatamientose ponía en la mitad de la salasentadosobre sus pantorrillaspegados los pies y recogida la manta con que todo secubría. Hacíale señal el señor que hablasey luego élhecho otroacatamientola voz baxalos ojos en tierracon muy grandes cortesías ycomedimientos y ornato de palabrasde que se presciaban muchoproponía suembaxada. Oíale el señor con los principales que con él estabansentados asu uso y costumbreque era sobre unos banquillos baxos de una pieza que ellosllaman yepalescon muy gran atención baxas las cabezaspuestas las bocassobre las rodillas.

Acabada la embaxadano se le respondía palabra hasta otro díasi no fuesemuy principaly dando algunas graciassalían con él algunos de los que en lasala estaban; volvíanle a la calpiscamandándole proveer de lo nescesario. Enel entretanto el señor trataba con los principales de su consejo la respuestaque se le había de dar para otro día. No le respondía el señorsino algunode los principales por él; echábanle en la redecilla tanto bastimento quebastase para llegar a su tierray según la hacienda y liberalidad del señorse le daban algunos presentes. Rescibíalos si su señor no le había mandado locontrarioporque si era embaxador de amigoera afrenta y agravio que se hacíaal que los daba no rescebirlos; y si de enemigono podía sin licencia de suseñor. Salían los mismos que le habían traído a la calpisca con él cuandole despedían hasta sacarle del pueblodondehechos muchos ofrecimientosélllevaba la respuesta a su señory ellos se volvían a casa.

Los embaxadores que eran de alguna Señoría o provincia nunca iban solosporque por lo menos iban cuatro; eran hombres escogidosde autoridad en laspersonas y los más facundos y elocuentes que podían hallarpara queodesafiando o haciendo paceso tratando de conciertostuviesen mayor eficaciasus palabras y consiguiesen el efecto que deseaban.

Otras muchas particularidades dexoporque no son tan principales. Ahoraviniendo a Hernando Cortésdigamos lo que hizo en el entretanto que losembaxadores volvían.



 

 

Capítulo XXXII

De lo que a Cortés subcedió yendo a Taxcala.

Como había sido Cortés aconsejado por los cempoaleses que inviasesus mensajeros a la Señoría de Taxcala y habían ya pasado ocho días que noveníanpreguntó a los principales de Cempoala que iban con él cómo novenían. Ellos le respondieron que debía de ser lexoso que por la majestad ygrandezasegún su costumbreno los despacharían tan aínasegún yo dixe enel capítulo prescedente. Cortésviendo que se dilataba su venida e queaquellos principales le certificaban tanto la amistad y seguridad de los taxcaltecasdeterminó de partir con todo el campo para alláconfiado que le subcederíade otra manera que le avinoe a la salida del valle topó poco después unagran cerca de piedra secade estado y medio de alta y ancha veinte piescon unpretil de dos palmos por toda ella para peleal de encima; atravesaba todo aquelvalle de una sierra a otra; no tenía más de una sola entrada de diez pasos yen aquella doblaba la una cerca sobre la otra a manera de revellín por trechode cuarenta pasosde manera que era tan fuerte y tan mala de pasar que habiendoquien la defendierase vieran los nuestros en trabajo.

Parósela Cortés a mirary como aquel que velaba por sí y por todosdandocon el caballo una vuelta por más de media leguaasí para ver la fuerza deaquella cercacomo para ver si había algunas asechanzaspreguntando luegopara qué era y quién la había hechorespondió Yztacmichtitlánque leacompañó hasta allíque era para dividir los términos entre él y los taxcaltecasy que servía de mojones y también de fuerza para resistir a los taxcaltecassi quisiesen por fuerza de armas entrar en sus tierrasy que a este fin susantecesores la habían hecho muchos años habíaporque en aquel tiempo los taxcaltecaseran vasallos del señorío que Motezuma tenía a habían hecho muchascorrerías en aquellos sus términosaunque al presente ya eran amigosaunquelos taxcaltecas enemigos de Motezuma.

De aquí entendió Cortés más claramente que los taxcaltecas eranmás valientes que todos los demás indiospues aquéllos habían hecho aquelmuro tan bravo para defensa dellosaunque a los nuestros más les paresciócostoso y fanfarrón que provechosoporquerodeando un pocohabía paso pordonde los enemigos podían entrar.

Como nuestro exército se detuvo algún tanto mirando aquella obra tanmagníficadiciendo cada uno su parescer y reparando principalmente en que tanlarga y ancha cerca estuviese tan bien hechasin mescla de cal ni barroeYztacmichtitlán no entendía lo que hablabanni por qué se habían reparadopensó que tenían y recelaban de ir adelante; dixo y con ahinco rogó alCapitán que no fuese por allípues había otro camino por donde podría irseguro y servidotodo por tierras de su señor Motezuma; que temía que los taxcaltecashabían de hacer de las suyasque era gente muy bellicosa y que por quedaramigos de Motezumales saldrían al encuentro y harían algún daño.

Mamexi y los otros principales de Cempoala le aconsejaban lo contrariodiciéndole que en ninguna manera fuese por donde Yztacmichtitlán pretendíaencaminarleporque lo hacía con engaño y maliciapor apartarlo del amistadde los taxcaltecasgente muy valiente y valerosatemeroso que si losnuestros se juntaban con los taxcaltecassu señor Motezuma sería menospoderoso. Cortésentre paresceres tan diversos dadoscomo parescíacon sanay buena voluntadestuvo suspenso por una piezadeliberando en lo que sedeterminaría; y asíal finse arrimó al consejode Mamexi porque le teníamás conoscido y tenía mejor concepto dély también por no mostrarcobardíaque es lo que siempre el buen caudillo ha de pretenderpues en élestá el desmayo o esfuerzo de los suyos; y asíprosiguiendo el camino deTaxcala que había comenzadose despidió de Yztacmichtitlántornando déltrecientos soldados. Entró por la puerta de la cerca y luegoponiendo en ordensu genteponiendo los tiros a puntocomenzó a marcharyendo el con algunosde a caballo siempre media legua delante para descubrir el campoy si algohobiesedar aviso y poner su gente en concierto y modo de peleary tambiénpara escoger buen lugar para la batalla o para asentar el real si otra cosa nosubcediese.

Andadapuesuna legua topó con un espeso pinar todo lleno de hilos ypapeles que enredaban los árboles y atravesaban por el camino. Riéronse mucholos nuestros cuando vieron estoaunque se detuvieron en quitar hilos y papelespara pasar. Entendieroncomo después se supoque esta era obra de hechicerosque habían dado a entender a los taxcaltecas que aquellos hilos ypapeles habían de tener tanta virtud queo los nuestros no habían de poderpasaro si pasasen habían de perder las fuerzas para no poder resistir cuandofuesen acometidos.

Salidos del pinar los nuestrosandadas más de tres leguas desde la cercamandó el Capitán decir a la infantería que se animase apriesaporque era yatardey él con los de caballo fuese casi una legua delantedonde encumbrandouna cuesta dieron los dos de a caballo que iban delanteros en obra de quince odiez e seis indios con espadas y rodelas y penachos pendientes de las espaldas yde la cabezaque ellos acostumbran traer en la guerralos cuales eran escuchasy estaban puestoscomo paresciópara dar aviso cuando los nuestros llegasenporque como los vieronecharon a huiro de miedo opor dar aviso.

Llegó luego Cortés con otros tres compañeros a caballoy por más quevoceó ni señas que les hizono quisieron esperar; y porque no se le fuesensin saber algolos siguió. Alcanzólospero ya que estaban juntos yremolinadosdeterminados de morir antes que de rendirsecomenzaron a jugar delas espadas y rodelas Hacíales señas Cortés que estuviesen quedos;acercábase a ellospensando tomarlos a manos y con vidapero ellosnocurando destojugaron de las espadas; pelearon y defendiéronse tan bien de losseis de a caballoque hirieron dos dellos y les mataron dos caballos de doscuchilladasy auna lo que vieron algunos de los nuestroseran tan valientesy de tan buenos brazos que a cercén y con riendas cortaron las cabezas a loscaballos que matarony esto no fue porque hicieron golpesino porque lasespadas eran de navajas de pedernales muy agudasy aunque tenían muchasfuerzas habían muy diestramente cortar.

Esta refriega fue principalmente con los seis de a caballo que primerollegaronporque en esto acudieron otros cuatro y tras ellos los demás.Detraxéronse por orden los indiosjugando sus espadas sin muestra de temorhasta que Cortésviendo que con grande alarido y grita descendían muy enorden más de cinco mill indios de guerra a socorrer a los suyosinvió a granpriesa uno de a caballo que dixese a la infantería caminase con toda furia. Elescuadrón de los indios allegó tardeporque ya las escuchas estabanalanceadas por el enojo grande que Cortés rescibió de ver que le habíanmuerto dos caballosy siendo tan pocosy habiéndoles hecho señarno haberquerido rendirse ni detenerse.



 

 

Capítulo XXXIII

De lo que hicieron los indios y de lo que después inviaron adecir al Capitán.

En el entretanto que la infantería caminabael escuadrón de los indiosllegó y arremetió con buen ánimo y denuedo contra el Capitán y suscompañeros; tiráronles muchas flechas; acercáronse a los nuestros cuando laslanzas les daban licencialos cuales mataron y alancearon a todos los que másse metían; acercóse entretanto la infantería y artillería y como delrecuesto lo vieron los Capitanes de los indioshicieron señal de retirar;volviéronse luego en buena ordendexando el campo a los nuestroslos cualescuando llegaron no hallaron más que los caballos e indios muertos. En esterencuentro los de a caballo entraban y salían dellosporque tenían como cosanueva más miedo a los caballos que a los caballerosdiciendo que aquellosvenados mochos eran muy mayores que los suyos e que corrían máse que poralgún encantamento andaban los nuestros encima dellos.

Retiradopuesbien de los nuestros el escuadrón de los indiosinviaronluego los señores de Taxcala dos de los embaxadores que Cortés les habíainviado con otros suyos a decirle cómo ellos habían sabido lo que habíapasadoy que les había pesado mucho de que aquella gente bárbara se hobieseasí atrevido; que sopiese que eran ciertas comunidades y behetrías de indiosque sin su licencia y como les parescíahacían lo que queríanaunque seholgaban que algunos dellos hobiesen pagado la pena que merescían por su locoatrevimientoy que ellos eran sus amigos y deseaban verle en su pueblo parahacerle todo serviciopues eran tan valientes; e que si querían que lespagasen los caballos que aquellos otomíes les habían muertoque luegoles inviarían oro o joyas por ellosporque hombres tan valientes como eran ély los suyosmerescían ser muy servidos de tal gente como la taxcalteca.

Cortésaunque barruntócomo ello eraque el recaudo era falsoparatomarle sobre segurorespondió como siempre sagaz y blandamente que les teníaen merced su ofrescimiento y buena voluntad y que sería con ellos lo máspresto que pudieseporque lo deseaba mucho; y disimulando la pena que la faltade los caballos muertos le hacíany más de que los indios tuviesen entendidoque los caballos eran mortalescerca desto les dixo que no había nescesidad deque se los pagasenque otros muchos le vendrían muy presto de adonde aquelloshabían nascido. Volviéronse con esto los mensajerosllevando consigo loscuerpos de los indios alanceadospara enterrarlos conforme a su rito yreligión. Cortés mandó luego enterrar los caballospor que no supiesen quemorían. Dicen otros que creyó ser el recaudo verdaderopor ser dos de los cempoaleseslos mensajeros que con los otros veníanque a venir solos era más creíble.

Pasó Cortés casi una legua más adelante; llegó casi a puesta de sol cercade un aroyolugar cómodo para asentar el exércitopor ser fuerte y de agua;paró allí porque la gente venía muy cansada; dobló porque dormía en elcampolas velas de pie y las de a caballoy aun dicen otros que por suscuartos velaron de ciento en cientoque no poco los aseguró. Aquella nochereposaron todos según que les cupomejor de lo que pensaronporque notuvieron ningún alarido ni rebato.

Otro día llegaron a unas casasde otomíesen las cuales nohallaron más de algunos muertos de las heridas rescebidas el día antes;quemaron las casas y comieron tunasmás de hambre que de vicioporque no lasosaron comer hasta que vieron que las comían los tamemes que consigo traían; yporque es fruta muy espinosa que aunque se tome con guantes los pasalosnuestrosprimero que entendieron que echándolas en el suelo y volviéndolascon la suela del zapato se les quitaban las espinaslas metían por las puntasde las espadas chamuscándolas a la llama de las casas que ardíande que nopoco se reían los indios. Otro díasalido que fue el exército de aquellaalcaría quemadallegando a un mal pasoque era en una quebrada honda que laseñoreaban sierras alderredorantes que la pasasenun perro sintió espías;ladróacudió un herrador llamado Laresexcelente hombre de caballomatódos; huyéronle los demás. En esto llegaron los otros dos mensajeros cempoalesesque Cortés había inviadocorriendosudandodemudada la colormaltratadosllorando y que apenas de miedo que traían podían hablar; vinieron derechos aCortésecháronse en el sueloabrazáronse con sus piescomo pidiendo favory socorro; asegurólos Cortés; pidióles por las lenguas que dixesen cómovenían así. Respondieron que los malos y perversos taxcaltecasviolandocomo aquellos que no tenían ni reconoscían superiorel derechoinviolable de la embaxadalos habían atado y guardado para sacrificarlos otrodíaen amanesciendoal dios de la victoriadiciendo y afirmando que latendrían cierta si ellos muriesen; e que aquella nochedesatándose el uno alotro se habían escapadoporque también habían oído decir que después desacrificadoshabían de ser para buen comienzo de la guerra sabroso manjareque así habían de hacer con los barbudos y con todos los demás que con ellosvenían.



 

 

Capítulo XXXIV

Del segundo recuentro que Cortés hubo con los de Taxcala y dela celada que le pusieron.

Poco después que los mensajeros contaron lo que con los taxcaltecasles había acontescidoobra de un tiro de ballestaasomaron por detrás de uncerrillo mill indios bien armados; acercáronse a los nuestros con el alarido ygrita que sueleny los acometieron tirándoles muchos dardospiedras y saetas.Cortés les hizo muchas veces señal de paz; hablólos con farautesrogándolesque estuviesen quedosporque él no venía a hacerles mal; requirióselo enforma por ante escribano y testigoscomo si hobiera de aprovechar algo o ellosentendieron qué quería decir hacer requerimientos; y asídespués acá ennuestros días se han engañado muchos flairescreyendo que sin gente de guerraque les guardase las espaldas podían convertir los indios y hales acontescidoal revésporque después de haberles dado muchas voces y tratado con muchablandura y amorhan rescebido cruelmente la muerte de sus manos.

ViendopuesCortés que mientras más les rogaba más se encendíandeterminó defenderse; y asítrabada la batalla con engaño que teníanpensadocomenzaron a retraersellevando a los nuestros tras sí hasta meterlosen una emboscada de más de cien mill indios de guerra que estaban el arroyoarribaque por unas quebradillas que había hacían el paso asperísimo en granmanera y de tanto peligro que los nuestros se vieron perdidosdondedespuésdel favor divinoque claramente conoscieronel ánimo y esfuerzo invencible deCortés aprovechó mucho.

Aquí dicen que Teuchuno de los nobles y principales de Cempoaladixocortado y desmayadoa Marina: «¡OhMarina y cómo veo la muerte de todosnosotros delante de los ojos! ¡No es posible que ha de quedar vivo ninguno!»Marinacon ánimo varonil y espíritu proféticole respondió: «No tengasmiedo ni desmayes asíque el Dios destos cristianos es muy poderoso;quiérelos y ámalos muchoy presto veráscómo siendo vencedoreslos sacadeste peligro.»

No mucho después que Marina dixo estas palabras tan llenas de esfuerzo y defeediéronse tan buena maña los nuestrosqueaunque con muy gran trabajosalieron presto de aquel pasodonde los indios amigospor no ser sacrificadoshaciendo como dicen de las tripas corazónpelearon como deben los que peleanpor la vidaaunque las acequiasguardadas y defendidas con mucha gente deguerraeran a todos los nuestros grande estorboy embarazó tanto que muchosde los enemigos se atrevían a abrazarse con los caballos y quitar las lanzas alos caballeros. Perdiéranse allí muchos españoles si los indios amigoscomodiestros en el agua y con fidelidad maravillosa no les ayudaran. Cortés ibadelante con los de a caballo peleando y haciendo lugar a la infantería; volvíade cuando en cuando a concertar el escuadrón; decíales: «Señoresacordaosque sois cristianos y españoles y que ahora es menester vuestro animosocorazón con que la nación nuestra se señala entre todas las del mundo; miradque peleáis por Jesucristopor defender su honra y vuestra vida. ¡Esfuerzoesfuerzoque Dios es con nosotros y éstos no pueden durar mucho!»

Con estas y otras palabrasdignas de tal Capitánalentó tanto a la genteque peleabaque con nuevo esfuerzo salieron en fin de aquellas quebradas acampo raso y llano dondepudiendo correr los caballos y jugar la artilleríados cosas que pusieron gran espantohicieron gran daño en los enemigosa loscuales tiniéndolos en pocose metían en ellos haciendo gran matanzahastaque no pudiéndolo sufrir los indiosen orden se fueron retrayendo a unrecuesto donde se hicieron fuertes. Quedaron este día en el un recuentro y enel otro muchos indios muertos y heridos; de los españoles hubo algunos heridospero ninguno muerto.

Dieron los nuestros en voz alta con increíble alegría muchas gracias a Diospor la victoria que les había dado. Fue de vercomo acontesce en negocios quehan sidotan peligrososcómo los indios amigosabrazaban a los españoles yentre sí los unos a los otros decían: «Grande y Poderoso Dios en este de loscristianospues siendo tan pocos con aunque fueran pájaros no se pudieranescapar de las manos de los enemigos y de tan peligrosos pasoshan salidovictoriosos.»

Fue también de ver el regocijado y alegre coloquio que entre Marina y elindio cempoalese pasódiciendo él cuán bien había profetizadoyreplicando ella que jamás había tenido miedoteniendo por cierto que el Diosde aquellos cristianos no les había de faltar. Tocáronse los instrumentos quehabía entre los indios amigos y los nuestroslos cuales hicieron bailes ydanzas a su usomirándolo los enemigos del recuestoque no poco los movía aindignación y enojo.

Estando así las cosasun indioCapitán de cierta parte del exército delos enemigosacompañado de ciertos principales de su capitaníahaciendoseñal de pazbaxó adonde Cortés estaba. Díxole que él veíacomo por laexperiencia había parescidoque él y los suyos eran invencibles y que creíaser dioses inmortales; que le suplicaba la guerra no pasase adelanteporque élprocuraría con los otros Capitanes de que le tuviesen por amigo y dexasenentrar en Taxcala.

Cortés se alegró con estoy con la gracia que solía le respondió quefuese asíque él no venía a dar mal por malque su Diosque sólo eraverdaderolo vedaba y prohibía; y que aunque él con tanta razón podía estarenojado dellosque queriendo ser sus amigosse desenojaría y los rescibiríapor tales. Con esto se despidió el indioy tratando de las paces con loscapitanesla dieron tantos de palos que volvió descalabradodiciendo aCortés que aquellos bellacoshombres de mal corazón estaban obstinados en sumaliciaaparejados para hacerle todo mal; que mírase por síporque él y losde su compañía serían sus amigos. Cortés le hizo curar; regalóle yagradescióle su buena voluntad; díxole que con su gente se apartase a un ladocon una seña levantada para que los cristianos no le hiciesen daño en labatalla y rencuentros que con los enemigos habían de tener.



 

 

Capítulo XXXV

Del desafío que hubo entre un indio taxcalteca y otro cempoalesey de cómo Diego de Ordás rompió los enemigos.

Estando así los enemigos puestos sobre aquel recuesto en su orden yconciertoescaramuzando algunas veces con los nuestrosun indio que dicen era otomímuy valiente y bien dispuestoexercitado en la guerraen la cual había hechocosas señaladasbaxó armado a su modo con espada y rodela; hizo señas a losindios de nuestro realdiciendo que saliese el que dellos fuese más valientecon las mismas armas en campo con élporque les haría conoscer persona porpersona que era mejor y más valiente que ellos. Había entre los indios amigosde los nuestros un cempoalesehombre noble y no menos exercitado enguerraque viendo callar a los demásagraviado de que el enemigo tuviesetanto atrevimientoconfiado de que los españoles le habían de socorrer si leviesen en aprietoque no poco le puso ánimose fue a Cortés y le dixo:«Señorno es justo que aquel perro que allí está tenga tan en poco a losque contigo venimosque diga que es mejor y más valiente que nosotros y queesto lo probará por su persona; está allí braveandoy como vees esperandoque alguno salga a él; dame para ello licenciaporque deshaga esta injuriaque yo confío que en tu buena ventura le venceré y te traeré su cabeza.»

Cortés se holgó destoalabóle su buen propósitoanimóle con lasmejores palabras que supoabrazólo y mandó que fuesen con él algunos amigossuyos hasta ponerle de la otra parte donde el enemigo estabaporque leparesció quecomo taxcaltecahabía de ser más exercitado en guerra yen su persona y orgullo demostraba ser más valiente. Por llevar el juego hechoy que su cempoalese no perdiese nadamandó a un español que algo lexostuviese cuidado de mirar por el cempoalesey si le viese ir de vencida yque el enemigo le apretabale socorriese y librase.

Puestos en campo los dosa vista de los exércitoscomenzaron a jugar desus espadas y rodelasafirmándose con gentil denuedo el uno contra el otro; ydespués de muchos golpes que se tiraronque reparaban con las rodelasviendoel cempoalense que duraba la batalla más de lo que quisieradescubrióse elpechocebando al enemigoel cualtirándole a lo que le vio descubiertorescibiéndole el golpe en la rodelael cempoalense le dio una gran cuchilladasobre el hombrode la espaday acudiéndole con otros lo derribó en tierra ycortó la cabezala cualcomo levantó en altoacudió la grita de todos losamigosfestejando su victoria. Los indios que con el taxealteca habíanbaxadomuy cabiscaídosdexando allí el cuerpose volvieron donde el restodel exército estaba.

Había debaxo de aquel recuesto una gran caverna que caía sobre un mal pasopor dondepara ir adelantepor fuerza habían de pasar los nuestrosel cualpaso defendían muy a su salvo desde la caverna gran copia de flechazos. Vistoesto por Diego de Ordáshombre de grandísimas fuerzas y ánimopidió aCortés sesenta soldados que él escogiese y que le aseguraría el paso. Cortésse los dio y él los escogió tales y tan buenosque aunque más espesas quegranizo venían sobre ellos las flechaspasaron adelantey matando muchos delos enemigos que en Ia caverna estabanpusieron en huida a los demás. Pasaronlos caballos de diestroque no eran más de treceque cuando se vieron en lollanorelinchandodieron muestra que eran señores del campoy aunquebestiasparesce que se alegraron en verse fuera de aquellas barrancas; y de lasflechas que sobre ellos caíanmurieran todos si no fuera porque los rodelerosque los llevaban en mediorescibían las flechas. Dicen que era cosamaravillosa ver cómo se apenuscabanno andando más de lo que los soldadosquerían y vían que era menester.

Visto por los que estaban en el recuesto que allí no había ya más queesperarfingiendo que del todo se apartaban de la guerraen brevedesaparecieron todosaguardando otra ocasióncomo lo hicieronpara acometera los nuestros.

Retirados los enemigoslos nuestros aquella tarde bien alegres con lavictoriacaminaron hacia un pueblo que se llamaba Tecoacincopueblo bienpequeño; zasentaron el real en un altodonde estaba una torrecilla y templo deindios; llamáronla después los nuestros y con mucha razón la Torre de laVictoriapor las muchas que Dios les había dado desde allí contra los taxcaltecas.Hiciéronse fuertes daron en esto los indios amigos con mucho cuidadoo porvengarse de sus enemigos o por no venir a sus manos: acariciábalos muchoCortésporqueo por vergüenzao por amorhiciesen el deber; durmieronaquella noche todosque fue la primera de Septiembreen aquel sitio hartosobresaltados porque como la tarde antes habían vistolos cerros cubiertos degente de guerratemieron ser acometidos. Mandó velar Cortés por esto toda lanoche en tres cuartos al exércitotomando él con la parte que le cabía elalbaque era cuando más se temían que vendrían los enemigos; pero novinieronporque no acostumbran pelear de noche.

Otro díaque fue segundo de Septiembreen amanesciendo invió Cortésmensajeros a los capitanes de Taxcala a rogarles e requerirles fuesen amigos yle dexasen pasar por sus tierrasporque él no iba a hacerles daño ni aaliarse con Motezuma contra ellossino a hacer lo que el Emperadorsu señorle había mandado. Con estodexando docientos españoles y el artillería ytamemesy por su Capitán a Pedro de Alvaradotomó los demás españoles ylos indios amigos que traíacorrió el campo y con los de a caballoantes quelos de la tierra se juntasenquemó cuatro o cinco lugares; volvió con hastacuatrocientas personas presas sin rescebir dañoaunque le siguieron hasta latorre peleando. Halló allí la repuesta que los capitanes de Taxcala leinviabany era que otro día vendrían a verle y responderle como veríarepuesta cierto bien soberbiaaunque de pocas palabrasporque prometía muchomás de lo que después hicieron. Cortésoído este recaudo que le parescióbravo y de mucha determinaciónespecialmente que los prisioneros le habíancertificado que se habían juntado ciento y cincuenta mill hombres para venirsobre él otro día y tragárselos vivospuso toda diligencia cómo elexército estuviese bien apercebido.



 

 

Capítulo XXXVI

De lo que más particularmente los prisioneros dixeron aCortésy cómo otro día vino el exército taxcalteco sobre él.

Por que el capitán que no procurare saber lo que su enemigo intentafácilmente será engañado y vencidoCortésque nunca dormíaunas vecespor halagos y otras por amenazas y tormentoprocuró informarse más largo delos prisioneros. Juntó algunos de los más ancianos y que mejor razón lepodían dar; preguntóles que si aquel tan pujante exército era de solos otomíeso de taxcaltecaso de los unos y de los otrosy qué era la causa queestaban tan obstinados en no dexarle pasar por sus tierras y qué número degente era la que la señoría de Taxcala podía poner en campode qué ardidesusaban y si peleaban de noche y qué era a lo que más miedo tenían.

Ellos respondieron por el orden que les había preguntadodiciendo:«Señortus prisioneros somos y la verdad te hemos de decirsin que porfuerza la descubramosporque tienes buen corazón y nos haces buen tratamiento.La gente que has visto es otomí y taxcaltecasubjecta toda a losseñores y Capitanes de Taxcalaaunque ellos no querrían que supieses queTaxcala te hace guerraporque se tienen por tan valientes quesiendo vencidosno quieren que tú sepas ser ellos; quiérente tan mal porque tienen por ciertoque vas a ser amigo de su mortal enemigo Motezumay a esta causa estánconcertados de no parar hasta darte la muertey de ti y de los tuyos hacer muysolemnes sacrificios y ofrendas a sus diosesque nunca tales se hubiesen hechoy luego dar un banquete general de vuestra carneque nosotros llamamoscelestial. Y porque sepas quien es Taxcala y quién son sus Capitanessabrásque aquella gran Señoría se reparte en cuatro cuarteles o apellidos; llámanseTepeticpacOcotelulcoTizatlánQuiauztitlánesto escomo si en romancedixésemós «los serranoslos del pinarlos del yesolos del agua». Cadaapellido destos tiene su cabeza y señor a quien todos acuden y obedescen. Estosasí juntos hacen el cuerpo de la república y ciudad; mandan en paz y en guerracuatro señorespor el que dellos es ahora General del exércitoporque es muyvaliente y ardid y el que peor está contigoes Xicotencatl. Este lleva elestandarte de la ciudadque es una grúa de oro con las alas tendidas y muchosesmaltes y argentería; tráela en tiempo de guerracomo verás mañanadetrás de toda la gentey en tiempo de paz delante. Magiscacínque es elotro Capitánes muy noble y no estás mal con él. Será la gente que contrati se ha juntado ciento y cincuenta mill hombres de guerra; usan de diversosardides con los indios sus enemigospero con vosotros no hay ese aparejo porquepeleáis de otra manera. Lo que habéis de procurar para prevalescer contraéstos y que no os ofendanes que no os tomen en quebradas y pasos angostos yque no peléis con ellos estando puestos en recuestos ni entre tunaresporqueallí los flecheros son más señores y se guardan mejor. Lo que más temen sonesos truenos que parescen del cielo y esos venados grandesque corren mucho queparesceno habiéndoos visto a pieque ellos y vosotros sois de una pieza;también se maravillan de las grandes heridas que dan los tuyos con las espadasque traen de hierro. Esto es lo que sé; tú mirarás lo que te conviene.»

De ahí a poco que esto supo Cortésasomaron los cuatro capitanes deTaxcala con todo su exército que cubría el campo. Vio biencomo losprisioneros le habían dichola señal del Generaly esto fuecomo habíanprometido el día antescuando amanescía; era gente muy lucida y bien armada asu uso y costumbreaunque por venir pintados con bixa y xaguasparescíandemonios; traían grandes penachos que campeaban a maravilla; traían hondasvaras con amínto que pasaban una puertaera el arma que más temían losnuestros; lanzasespadas de pedernalarcos y flechas sin hierbaque no pocoaprovechó; traían asímismo porrasmacanascaxcosbrazaletes y grebas demaderadoradas o cubiertas de pluma y cuero; las corazas eran de algodóntangruesas como el dedo: llámanse escaupiles; las rodelas y broquelesmuy galanosy para ellos bien fuertesca eran de palo y cuero y con latón y pluma; otrastexidas de caña con algodóny son las mejoresporque no hienden; destas seaprovecharon después los nuestrosporque las suyas perescieron presto por losmuchos y grandes golpes que en ellas rescebían de los enemigos.

Venía el campo en muy gentil ordenrepartido en sus escuadronesy en cadacuartel sonaban muchas bocinascaracoles y atabales que cierto era bien de ver.Nunca españoles vieron en campo tan hermoso exército y tan grande después quelas Indias se descubrieronporque los de México nunca salieron a campo. Estagran junta y aparato fue para pocos más de trecientos españolesque tuvierona Dios tan de su parte que pudieron vencer este y otros exércitos. Púsosecerca de los nuestros no más de una barranca grande en medio.

Cortés que así los viócomo si tuviera presente la victoriase alegródando a entender a los suyos que aquella era buena coyontura en que con el favorde Dios habían de mostrar el valor y esfuerzo de la nación española paraespantar a Motezuma mucho antes que a él llegíasen. La gente queya delrecuentro pasadosabían para qué eran los indiosesforzóse y deseó prestovenir a las manos.



 

 

Capítulo XXXVII

De las bravezas que los taxcaltecas hacíany cómoacomtieron a Cortés.

Como los enemigos se vieron tantos y tan venturosos y acostumbrados a vencera sus vecinosparesciéndoles que por ser tan pocos los nuestrosaunqueentendían que tantos por tantos eran más valientes que elloscomenzaron entresí a bravear y decir palabras llenas de presunción y soberbia que la multitudmás que el esfuerzo les hacía decir. Decían: «¿Quién son éstos que siendotan pocos presumen tanto de síque piensan a nuestro pesar entrar por nuestratierra para confederarse con nuestro enemigo Motezuma? ¡Bien será queentiendan lo que podemosy por que no piensen que hacemos a nuestra ventaja losnegocios y que queremos más tomarlos por hambre que rendirlos por fuerza dearmasinviémosles de comerque vienen hambrientos y cansadosporquedespuésen el sacrificio y banquete que dellos hiciéremoslos hallemossabrosos!» Después de dichas estas palabras y otras tan arrogantes y másinviaron luego trecientos gallipavosdocientas cestas de bollos de centliqueellos llaman tamalesque pesarían más de cient arrobaslo cual ayudóen gran manera al trabajo de los nuestros y socorrió a la estrecha nescesidadque padescían. Hecho estocuando les paresció que ya habrían comidodixeron: «Vamos a ellosque ya estarán hartos; comerlos hemos y pagarnos hannuestro pan y gallipavos; sabremos quién los mandó venir acáy si esMotezumavenga y líbrelosy si es su atrevimientolleven el pago.» Conestos y otros semejantes fieros que hacíanmenospreciando el número de losnuestrosaquellos cuatro Capitanes inviaron hasta dos mill soldados de los muyescogidos y más valientes de todo el exército. Dixéronles:»Acometed aquellospocos extranjeros que la mar ha rebosado por no poderlos sufrir; si se osdefendierenmataldospero procuraréis de tomarlos a vidapara que vivosvengan a nuestro poder y nuestros dioses sean con su sangre y muerte aplacados;mirad que hagáis como sabios y valientespues sois la flor de nuestroexército y peleáis por nuestros dioses y patria.» Diéronles los Capitanesuna persona señalada por Capitánque especialmente tenía oído contra losnuestrosel cual mostró tanto esfuerzoo por mejor decirodioque dio aentender que se afrentaba de llevar tantos y tan buenos soldados contra tanpocos.

Pasaron los dos mill indios con su caudillo la barranca; llegaron a la torrecon mucho esfuerzo y osadíasalieron a ellos los de a caballo y en pos dellaslos de a pie; trabóse la batalla y en breveal primer acometimientoconoscieron los indios cuánto cortaban las espadas españolas; retraxéronse unpocotornando luego a acometer; estonces entendieron más claropor la priesaque los nuestros les dabanel valor de aquellos pocos que poco antes tantoultrajaban. Finalmenteal tercer recuentro sólo aquellos escaparon (que fueronmuy pocos) que acertaron con el paso de la barrancaporque todos los demásmurieron de muy fieras y espantosas heridasvolviéndoseles su vana presunciónmuy al revés de lo que pensaban; pues yendo a prenderquedaron muertos.

Como los Capitanes que de la otra parte estaban vieron la matanza que losnuestros habían hechojuntoscon un alarido que le ponían en el cieloacometieron tan denodadamente que llegaronsin poderlos resistirhasta elrealdonde entraron muchosa pesar de los que dentro estaban; anduvieron a lascuchilladas y brazos con los nuestros. Fue este rencuentropor ser tantos losenemigosde gran riesgo y peligro para los nuestrosca tardaron un gran ratoen matar y echar fuera a los que habían entradohaciéndolos saltar por elvalladar; pelearon desde el valladar y fuera los nuestros más de cuatro horasprimero que pudiesen hacer plaza. Al caboya que todos estaban cansadosafloxaron reciamente los enemigosviendo los muchos muertos de su partelasgrandes heridas que habían rescebido y que no mataban a nadie de loscontrariosque lo tenían por cosa espantosa y nunca jamás vistaconfundiéndose en ver que ellos eran tantos y los nuestros tan pocos y los unosno menos bien armados que los otrosy con estocomo enojados de sí mismoscomo canes rabiososse volvieron aquel día algunas veces contra los nuestroshasta que viendo que ya era tarde y que siempre llevaban lo peorse retiraronde lo que no poco se holgó Cortésporque él y los suyos tenían ya losbrazos tan cansados de matar indiosque a tornar a volver de refresco otrosnopudieran dexar de o morir muchos o ser vencidossi Dios milagrosamente no lesdiera nuevas fuerzas.

Durmieron aquella noche los nuestros muy contentosmás con el poco miedoque tenían en saber que los indios no pelean con lo escuroque con la victoriaque habían ganadoaunque fue tanto mayor cuatinto mayor el peligro en que sevieron; durmieron a placeraunque con muy buen recaudoen las estanciasvelasy escuchas. Los indiosen el entretantoaunque echaron menos muchos de lossuyosno se tuvieron por vencidospor lo que despuéscomo diréhicieron.No se supo cuántos fueron los muertosporque los nuestros [no] tuvieron eselugarni los enemigos pararon a tener cuenta en ello.

El otro día salió Cortés bien de mañana a talar el campo como la otra vezlo había hechodexando en guarda del real la mitad de su gentey por no sersentidoprimero que hiciese el dañopartió antes del día; quemó más dediez pueblos y saqueó uno de tres mill casasen el cual había poca gente depeleacomo estaban en la gran junta; con todo eso pelearon como por sus casas yhaciendas los que dentro se hallaronaunque no les aprovechó; mató copiadellos; puso fuego al lugar; llevó muchos prisioneros; tornóse a su fuertesin casi ningún daño a medio díacuando ya los enemigos acudían a másandar para despojarle y dar en el realque de cansados y calurososcon elresestero del sol y por miedo de los tiros que los ojearonse volvieron atráshasta otro díacomo diré.



 

 

Capítulo XXXVIII

Cómo los enemigos tornaron a acometer a los nuestros y de lascosas particulares que acontescieron.

Porfiando en su demanda los enemigoscreyendo que con acometer muchas vecesa los nuestros les subcedería mejorvinieronaunque no tantosotro díaporque vieron que en lugar angosto la multitud dellos estorbaba y les hacíadañoinviandocomo el día antescomida; bravearondixeron palabras más dehombres victoriosos que vencidos; acometieron con furioso ímpetu a losnuestros; pelearon cinco horas con mucho coraje; no pudieron matar ni prender aninguno de los nuestrosque era lo que mucho procuraban; murieron dellosinfinitosporque como estaban apretadosaunque menos queel día antesy semetían hacia nuestro realdonde había menos espacioel artillería yescopetería hacía gran riza en ellos; finalmentedespués de muy cansados losnuestrosy dellos infinitos muertos y los vivos mohinos y corridos de no haberpodido excecutar su irase fueron sin ningún orden ni conciertotratando quelos nuestros debían ser encantadospues tan poco les empecían las flechas.Luego otro día aquellos cuatro capitanes de Taxcalamás con maña que conamorinviaron sus mensajeros a Cortés con tres maneras de presentes. Los quelos llevaron le dixeron así: «Señorsi eres dios bravo que comes carne ysangrecata aquí cinco esclavos que te invía la Señoría de Taxcala para quecomas; y si eres dios buenoofrescémoste encienso y pluma; y si eres hombretoma estas aveseste pan y cerezasque tú y los tuyos comáis.» Estohicieron los señores de Taxcala por saber si los nuestros eran hombres comoellosporque de no haberlos podido vencer ni matar algunoy viendo que porotra parte tenían hambre y comíanestaban dubdosos si eran dioses o hombres.

Cortésque en las cosas de veras y especialmente en las de nuestrareligiónestaba muy recatado y advertidono queriendo atribuirse lo que nodebía por ningún interésles dixo que él y los suyos eran hombres mortalescomo elloscompuestos de las mismas calidades que ellos; pero que porquecreían y servían a un solo y verdadero Dios y peleaban por su leylosdefendía y amparaba tantohaciéndolos invencibles contra tanto número deenemigos; y que pues siempre les había dicho verdadque de ahí adelante notratasen mentiras ni lisonjas con élporque se descubrirían y redundaríancomo hasta estonces habían vistotodas en su daño y perjuicioy que éldeseaba ser su amigo y no hacerles más daño del que por su culpa hasta allíhabían rescebido; que no fuesen locos ni porfíados en pelearporquepeleabancontra la razónque siempre fue invencible.

Con estas palabrasdichas con todo el amor que pudoprocurando traerlos asílos despidiódándoles gracias por el presente. No pudieron nada con tetan bárbara y tan indignada y contumaz tan buenas razonesporque otro díavolvieron más de treinta mill indios de refrescolos cualesdeseosos deseñalarse más que los pasadospelearon con los nuestros hasta llegar al realtan brava y esforzadamente que fue la más reñida batalla que hasta entonceshabían tenido; pero como Dioscuyo negocio trataban los nuestrosestaba de supartea cabo de gran piezaquedando muchos muertoshuyeron afrentosamente losenemigos. Y por que el que esto leyera vea la especial cuenta que Dios tuvo conlos españoleses bien que sepa que el primer día acometió todo el grandeexércitoque estaba dividido en cuatro cuartelesgobernadocomo dixeporcuatro sumos Capitanesy que por deshacer y cansar a los nuestrosen los otrosdías nunca acometió sinoun cuartelque era de más de treinta mill hombrespara que el trabajo se repartiese mejor y los nuestros acometidos con másfuerzapor lo cual los combates y batallas eran más recias y más reñidascacada apellido de aquellos procuraba de hacerlo más valientemente que el otropara ganar más honraaunque fuese con más daño y más a costa suyateniendoentendido que todo su mal y vergüenza recompensarían con la muerte o prisiónde un solo español. Con esto también es muy de considerar que en quince díasque los nuestros estuvieron en aquella torrecilla peleando los más dellosnunca los enemigos dexaron de proveer de pangallipavos y certezasy esto nolo hacían por darles de comer ni por hacerles bien algunosino que para conaquel achaque los que llevaban la comida viesen el asiento y orden del realosi había alguno heridoo enterraban algún muertoo qué ánimo teníansiestaban con más o menos fuerzas. Desto estaban ignorantes los nuestroshastaque después lo supieron.

Alababan los nuestros mucho a los enemigos de que no hobiesen querido pelearmás que con armasporque con quitarles la comida les pudieran haber hecho grandaño. Todas las veces que venían con provisióndecían no ser taxcaltecaslos que hacían la guerrasino otomíesgente bárbara y sin respecto;encubrían la verdad por no confesar que la nasción taxcalteca podíaser vencida.

Entre otros recuentros que los indios tuvieron con los nuestrosen uno unCapitán de un escuadrón dellos venía tan bien adereszado y era tan animoso yvaliente que peleando solo con dos españolesles dio que hacerhasta queLares el herradorque era muy valiente y muy buen hombre de a caballoapartando a los españoles y diciendo: «¡Vergüenzavergüenza de la naciónespañola que dos no podáis contra uno!»; volviendo sobre el indioaunque élle esperó con su espada y rodelaprocurando dejarretar el caballole dio unalanzada por los pechos de que cayó muerto; y fue causa que aquel día seretirasen más presto los enemigosporque tenían los ojos puestos en elmuerto.

Fue tan severo Cortés en la diciplina militarque porque una nocheestandoen este realse durmieron dos españoles velando su cuartolos mandó azotar.Otro díaporque un Hernando de Osma tomó unas manzanas de la tierra a unindioel cual se las dio de voluntaddiciendo uno en alta vozque Cortés lopudo oír: «¿Cómo los indios nos han de traer de comerpues hay entre losnuestros quien se lo toma por fuerza?»mandó a Alonso de GradoAlcaldemayorle mandase luego azotary así se hizosin que ruegos ni suplicacionesde ninguno bastasen. Algunos por esto culpan a Cortésaunque esta severidadfue por estonces harto nescesariaporque desde aquel día en adelante fue másobedescido y aun temidoy así los negocios de la guerra subcedían comoconvenía.



 

 

Capítulo XXXIX

De las espías que vinieron al real y del castigo notable queCortés hizo en ellas.

Sabían cada día los señores de Taxcala todo lo que pasaba en el real deCortésporque de la torrecilla a Taxcala no había más de seis leguas.Desvelábanse en qué modo y manera podrían vengarsesiquiera en uno de losnuestros; y como hallaban que por fuerza de armas nunca les había subcedidobiendeterminaron probar su ventura con engaño; y asípara asegurar a losnuestros y darles mayores muestras de pazlo que nunca hasta estonces se habíahechoinviaron ciertos mensajeros de los más principales de su ciudad conciertos tejuelos de oro no muy fino e algunas joyas de oro y plumajes ricos quepara Taxcala era muchopor ser tierra áspera y falta de todas aquellas cosas.Entraron con este presente los mensajeros a do Cortés estaba y haciéndolecomo son cerimoniosos y como estaban industriadosgrande acatamientoel másviejo dellos y que en llevar embaxadas era más exercitadole hizo un largo yelegante razonamiento. Lo que en suma contenía era que los señores de Taxcalale besaban las manosy que en señal de amor y de la amistad que con élquerían tener le inviaban aquel pobre presenteno porque no tuviesen voluntadde inviárselo muy mayorsino que por la esterelidad de su tierra no alcanzabanmás; que se sirviese dellos y viese lo que había menesterporque loproveerían como mejor pudiesen.

Cortéscreyendo que tan comedidas palabras nascían de corazones limpios yverdaderosmuy alegre les respondió que él no deseaba cosa tanto como teneraquellos señores por amigos y que su presenteaunque era muy ricono letenía en tanto por su riqueza cuanto por el amor y voluntad con que se loinviaban; y que les agradescía mucho el ofrescimientoen pago del cual lehallarían muy presto en lo que se les ofresciese; y porque no fuesen vacíosles dio ciertas cosas de España queaunque entre nosotros tienen poca estimaellos las tuvieron en mucho y fueron muy alegres con ellas.

Otro díaque fue seis de Septiembrelos señores de Taxcalacreyendo queya tenían hecho su negocio y que no podría subceder desmán que se loestorbaseinviaron cincuenta indios de los muy honradosque en su arte ymanera así lo parescían a los nuestros; dieron a Cortés de parte de aquellosseñores mucho pancerezas y gallipavoscomo de ordinario traían;preguntáronle cómo estaban los nuestros y qué querían hacer y si habíanmenester algo. Cortés les agradesció la venida y dixo que todos estabanbuenosque no había menester nada e que en su partidano estaba determinado.Oído esto por los indiosfingiendo que no se despedíancomo hombres quetenían familiaridad con los nuestroscomenzaron a entrar por el real y a mirarmuy particularmente el asientolos vestidosarmascaballos y artilleríahaciéndose más bobos y maravillados de lo que conveníaaunque a la verdadla novedad y extrañeza de las cosas españolas pedían admiraciónpero elloslas miraban más como espías que como deseosos de ver novedades. Y como lo quese hace por arte no tiene aquella fuerza que lo que se hace por naturalezamirando en ello Teuchcempoalesehombre experto y avisado en las cosasde guerracomo aquel que desde niño se había criado en ellaparesciéndolesmal lo que los mensajeros hacíandixo a Cortés que no sentía bien deaquellos taxcaltecasporque aunque se hacían bobosmiraban con muchocuidado las entradas y salidas y lo flaco y fuerte del real; por tantoquesupiese si aquellos bellacos eran espías.

Cortés le agradesció el buen avisomaravillándose cómo él ni ningúnespañol habían dado en aquello a cabo de tantos días como indios de Taxcalaentraban en el real con comida y otros recaudosy ciertoeste indio no cayóen aquello por ser más sabio ni entendido que los españolessino porque vio yoyó cómo los indios taxcaltecas hablaban paso con los deIztacamichtitlánvolviendo algunas veces el rostro a otras partespara sacardellos por puntillos lo que deseaban saber.

Cortéssospechando lo que Teuch y viendo que aquel bien no era bienmandóluego tomar al que más a mano halló y más apartado de los otrosymetiéndolo do los demás no le pudiesen verpor lengua de Marina y Aguilarpor buenas palabrasle preguntó a lo que era venido con los demás; demudósey titubeóca esto es propio del delicuente por mucho que quiera encubrir sumaldad. Amenazóle Cortésdiciéndole que le haría matar a tormentos si no ledecía la verdad. El indio estoncesreportándosedixo que él y suscompañeroscon achaque de traer comidaeran venidos por espiones a ver ynotar los pasos por do mejor pudiesen dañar y ofender a los nuestros y quemarlas chozas que cercaban el realy que porque habían por muchas vías y modosprocurado a todas las horas del día vengarse y alcanzar alguna victoria y noles había subcedido como pensabanni conforme a la antigua fama y gloria quede guerreros por todo el mundo habían alcanzadotenían determinado de conpujante exército venir de nochelo uno por ver si en aquello consistía suventuray lo otro porque con la escuridad de la noche temiesen menos a lostirosespadas y caballose que para esto ya estaba XicotencatlCapitángeneraldetrás de ciertos cerros en un valle frontero y cerca de los nuestroscon infinita gente.

Oída esta confesiónpor ver si los demás variaban o decían alguna cosamásmandó prender otros cuatro o cinco; y como vio que dixeron lo mismo queel primero y que todos eran espíasprendió a todos cincuentay allídelante de todo el exércitomandándoles cortar las manoslos invió aXicotencatldiciéndoles que le dixesen que otro tanto haría a cuantos leinviase que espías fueseny que supiese que de día y de noche y cada y cuandoque vinieseconoscería que los españoles eran invencibles y a quien Diossubjectaba sus enemigos.

Gran espanto y temor pusieron estos indioscortadas las manosa la gente deXicotencatlporque les paresció cosa muy nueva y que los españoles no eranhombres con quien se debían burlar; creyeron que tenían algún familiar queles decía que lo que ellos tenían en su pensamiento; y así los que delloseran más valientes y más sabiospara espiar a los nuestrosde ahí adelantedeterminaron de no ponerse a peligro tan ciertopor que no les acaesciese lomismo o peor que a los otrosa cuya causa alzaron de allí adelante losmantenimientos que solían inviar a los nuestrosde a do paresció claro lamala intención con que los traían.

Otros diceny aún lo tienen por más ciertosegún yo me informéqueDiego de Ordáshombre experto en las guerras contra indios (porque se hallóen la conquista del Darién)viendo que aquellos indios hacían de los bobosno siéndoloe que se maravillaban más de lo que permitía la conversaciónque con los nuestros teníandixo a Cortés: «No me parescen bien estosindios; no sería malo ver si son espías.» Cortésno tiniéndolos en nadale respondió: «Calla¿de qué tenéis miedo?» Diego de Ordás le replicó:«Yo no tengo miedopero acertado sería saber qué es lo que éstos andanmirando.» Cortés mandó luego prender a unoy por las lenguas que dixeconescribanole hizo preguntasy aunque desvariaba en algosiempre negóytanto que apretándole los compañones sufrió el dolor hasta que se losdeshicieronsin confesar cosa.

Cuando esto se hacíaya estaban presos los demás y cerca del aposentodonde éste fue atormentado; oyeron los gritosaunque no supieron lo que habíadicho; determinaronpor no padescer lo mismode decir la verdad si se lapreguntasen; y asíponiendo al atormentado en otra partemandó llamarCortés a tres o cuatro dellos y díxoles que ya el otro había dicho la verdadque también la dixesen ellos si no querían morir a tormentos. Ellosasí porel miedo como porque creyeron que eran descubiertosconfesaron ser espíasdiciendo todo lo demás que antes dixe. Castigólos como está dicho.



 

 

Capítulo XL

De lo que Cortés hizo después de inviadas las espías y delo que Xicotencatl dixo.

Cortéssabido por lo que las espías dixeron la determinación de losenemigoshizo fortalescer lo mejor que pudo el realpuso la gente en lasestanciascomo convenía; estuvo muy sobre aviso hasta que se puso el solevio ya que anochescía cómo comenzaba a baxar la gente de los contrarioscreyendo que venían muy secretospara cercar nuestro real y poner enexecución su propósito; pero como Cortés estaba tan avisadoparesciéndolesque no era bien dexarlos acercar al realpor el daño que con el fuego podríanhacer (ca a permitir estono quedara español a vida) determinó de salirles alencuentroporque con la escuridad de la noche algunos de los nuestros nodesmayasen viendo la gran multitud de los enemigos. Dexandopuesen el real lagente que era menesterpuso la que con él había de ir en orden y mandó echara los caballos pretales de caxcabelespara que haciendo ruido paresciesen más.

Dicen que estando las espíascortadas las manoscontando lo que les habíaacontescidoponiendo pavor con su razonamiento a los de XicotencatlacometióCortés con los de caballogritando: «¡Sant Pedro y Sanctiago»; y fue tangrande la furia con que los enemigos fueron asaltados y acometidos y el temorque de lo subcedido a las espías habían rescebidoque sin hacer resistenciani haber hombre que los animase sin la grita que suelenvolviendo las espaldasse metieron por los maizales de que toda la tierra estaba casi llenallevandoconsigo algunos de los mantenimientos que traían para estar sobre los nuestrossi de aquella vez no los pudiesen arrancar del todo. Siguiólos Cortés porentre aquellas sementeras hasta dos leguasde noche; mató muchos dellosyporque los suyos descansasen y con el cebo de la victoria no se metiesen enparte donde no pudiesen salir tan prestose volvió victorioso al realdondelos nuestrosvelándolos los que en el real habían quedadodescansaron elresto de la noche hasta bien de día quecomo suele acontescercontaron lo quehabían hechoalegrándose los unos con los otros de la victoria nocturnaqueera la primera en que se habían visto. Daban gracias a Diosdiciendo cuán ala clara los favorescíapues en tierra no sabida y tan poblada y donde losenemigossi tuvieran ánimopuesto entre los maizaleshicieran grandísimodañohabían salido sin heridacon estrago de sus enemigos.

El Capitánque como era muy valiente así era muy cristianojuntando losprincipalesdespués que hobo comidoles dixo: «Señores y amigos míos: Yamuchas veces tenéis visto el favor y merced que Dios nos ha hecho en lasbatallas que con estos bárbaros enemigos de nuestra sancta fee hemos tenidoque cierto paresce claroen especial en esta última batallaque quita lasfuerzas y ciega los juicios a nuestros enemigosque son tantos que a puñado detierra nos podrían anegary por el contrarionos alumbra y esfuerza de maneraque para los siglos venideros nuestras memorables victorias paresceránincreíbles. Soy de parescerpues todo nos subcede prósperamentey el poderde Taxcalacon ser tan grandenos huyó la noche pasadaque de día y denoche salgamos a buscar a nuestros enemigoshasta que de muy seguidos ymolestados vengan a querer la paz que nosotros les ofrescíamosy con nuestrabuena conversación y tratamiento los haremos tan nuestros amigos cuanto hansido hasta ahora enemigospara que prosiguiendo nuestra jornadasi Motezuma nohiciere el debernos ayudemos dellos para contra élpues sabéisesPríncipe poderosísimo.»

Acabado este breve razonamientolos Capitanes y la demás gente que le oíaalegres con la victoria pasadale respondieron en pocas palabras: «No tenemosque decir a lo que vuestra Merced nos ha dicho más de queaunque estamos muycontentos de las buenas andanzas que hasta ahora nos han subcedidolo estamosmás en tener tal caudilloy ver que en el buen seso y maravilloso esfuerzo devuestra Merced nos favoresce Dios. En lo demás haga vuestra Merced su parescerque ése es el nuestroy sepa que nunca tan de veras le siguimos y obedescimoscomo le seguiremos y obedesceremos de aquí adelante.»

En el entranto que los nuestros se adereszaban para salir a los enemigosXicotencatl se recogió en Taxcala bien corrido de los malos subcesos que contralos nuestros había tenido. Magiscacínque siempre fue en favor de losespañolescon los otros señores le reprehendieron gravemente su temeridad yatrevimiento e vana presuncióndiciéndole: «¿No te decíamos nosotros queestos barbudos eran muy valientes e que su Dios debía de ser muy poderosopuesen su virtud han podido y pueden tanto que ni nuestras muchas e infinitasflechas ni los duros golpes de nuestras macanas les han podido empecer? Más nosparescen dioses que hombresy túde loco y atrevidohas porfiado a pelearcontra el poder su Omnipotente Dioshasta que con más de ciento y cincuentamill guerreros la noche pasada veniste afrentosamente huyendoafrentando yescuresciendo con tu loca porfía la floria y honra y fama de la muy ilustre yclara Señoría de Taxcalaa la cual no has tratado como naturalsino comoextraño; no como amigosino como enemigo; no como ciudadanosinocomoadvenedizo y fugitivo; no como padre que debieras ser de tu patriasino comopadrastro aborrecible. Meresciassi no fuera por la gloria y honrosas canas deXicotencatl el viejotu padreque fueras depuesto de la dignidad en queestásy reducido al número de los pecherospara que de aquí adelanteninguno de tus descendientescomo hijos de hombre que tan mal ha tratado surepúblicatome escudo ni sea armado caballeroni coma sal ni vista manta dealgodón.»

A Xicotencatl se le saltaban las lágrimas de los ojos; de pesar y de corajeviendo que todo lo que aquellos señores le decían era así; y confuso de susmalos subcesosdesimulando cuanto pudo el afrenta en que estabales dixo:

«Señores: No podéis vosotros encarescer tanto mi desgracia y mala andanzacuanto yo la siento y padezco en mi corazónque quisiera más ser mill vecessacrificado que haberme puesto contra éstosque ni sé si los llame dioses nisi los llame diablosporque su furiasiendo tan pocoses tanta que parescenrayos quecon gran tempestad descienden del cielo. Con vuestro parescer losacometípensando que me subcediera de otra manera; porfié (que es en lo queme hallo culpado) hasta ver si vivo o muerto os podía traer algunos dellosytodavía los quiero y querré tan mal que si me lo permitiésedes volveríacontra elloso para quedar muertoo para matar alguno.» Magiscacínnopudiendo sufrir que fuese adelantereprehendiéndole de nuevo con más bravas yásperas palabras que antesinterrompió la plática de Xicotencatl y de losdemás que querían hablardexando para otro día la determinación de losnegocios.



 

 

Capítulo XLI

Cómo Cortés tomó a Cipancincoy de lo que Con Alonso deGrado le pasó.

Viendo Cortés que los enemigos no le acometíany era porque no sabía loque los señores de Taxcala habían tratado con Xicotencatlse subió encima dela torrelo que hasta estoncesno había hechoporque no le habían dadotanto espaciopara desde ellacomo era altamirar qué poblaciones habíaalderredory asímirando a unas partes y a otrasvio cuatro leguas de allícerca de unos riscos que hacia una alta sierracantidad de humosaunque no viode dónde salían. Creyócomo ello fueque habría allí gran población; yluegobaxando de la torrecomo había dicho antesdixo a los principales delexército:

«Señores: Yo he visto desde lo alto de la torre muestras de alguna granpoblación; pues los enemigos no vienen de paz ni de guerrano será bien estaren esta dubda; acometámoslospara que hagan por fuerza lo que de gradodebrían.» Respondieron todos que se hiciese asíaunque Gómara dice que sindar parte a nadiesalió.

La verdad es que era Cortés tan amigos de parescer ajeno queaunque el suyolas más veces era mejorpor dar gusto y contentosiempre decía lo quepensaba hacerporque si en algo se erraseninguno le pudiese culpar de nohaberlo primero comunicado. Demarcópuestan bien aquella tarde la tierraque tomando consigo la mitad de la gente con los de caballo (aunque se leofrescieron grandes contrastes que enflaquescieran a cualquier hombre valerosocomo luego diré)entró aquella noche por un camino ancho que le paresciópor la demarcaciónque daría donde vio los humos hasta llegar a Cipancinco.La noche era tan escura que apenas se veía la sierra hacia donde caminaba; latierra no conoscidael poco uso de andar de nochetodo ponía pavorporque nosabían dónde podrían estar los enemigos. Con todo estoque naturalmenteamedrentabasubcedióporque así lo ordenaba el demonioque veía despojarsede su imperio con la venida de los nuestros queno habiendo andado una leguadio a un caballo una manera de torzón que dio con él en tierra. Sabido estopor el Generalmandó que el que iba en él lo volviese al real. Apenas habíamandado estocuando cayó otro caballo y luego otro hasta cuatro o cinco. Vistoesto por los que con él ibanparesciéndoles que era mal agüero y señalledixeron: «Señor¿adónde vamosque paresce que salimos con mal pie?Volvámonos y hagamos nuestros negocios de día para que veamos lo que hacemosque esto es tentar a Dios e ir a ciegas». Cortésque entendía lo contrarioles respondió: «Para estos tiempos es menester el esfuerzoque el alegría ycontento en las buenas andanzaslos necios tan bien como los sabios la toman;muchas cosas hay cuyo parescer es ásperoy si bien se miran son prósperas; nohay que mirar en agüeros ni en siniestras señales que el demonio causa; Dioses sobre todo; su causa y negocio tratamos y es nescesario que de su contrarioel demoniosintamos estorbos e impedimentos; vamos adelante y los de loscaballos vuélvanse al realporque os hago saber que me da el corazón que estanoche habemos de hacer el mayor negocio que hasta ahora habemos hechodel cualha de emanar y prosceder el amistad con Taxcala.»

Diciendo esto se le cayó el caballo de entre las piernasde que él y todosse maravillaron muchoy no faltó quien le dixo que él daría con todo altravéspues era aquello dar con la cabeza en la pared y porfiar contra lavoluntad divina. Hizo alto Cortés y replicó lo dichodiciendo que grandesnegocios no se hacen sin gran dificultad: «Tomemos los caballos de rienda yprosigamos nuestro caminoporque me paresce que veo mayor bien del quepensáis.» Caminaron un buen rato desta manera. Estuvieron luego los caballosbuenosaunque nunca se pudo saber de qué

habían caídomas de pensar que el demonio estorbaba lo que después sehizoporque tuzalescomo dice Motolineano eran parte para que elcaballo cayese y se tendiese en el suelocuanto más que a la vuelta parescióno haberlos y que el camino era ancho y muy hollado.

Andandopueshasta perder el tino de unas peñas que parescían en lasierradieron en unos pedregales y barrancas de donde con muy gran dificultad ytrabajo salieron. Al cabodespués de haber pasado mal ratodespeluzándoselesel cabello de miedovieron una lumbrecilla; fueron a tiento hacia ellala cualestaba en una casa do hallaron dos mujereslas cuales y otros dos hombres queacaso hallaronlos guiaron luego y llevaron a las peñas do Cortés desde latorre había visto los humos. Antes que amanesciese dieron sobre algunoslugarejos.

No hicieron el estrago que dice Gómaraporque mataron muy pocos y fue mayorel pavor y miedo que pusieron con su súbita venida que no el daño quehicieronca siemprecomo cristianopretendió el Capitán no hacer dañosino cuando no se podía excusar. No quemaron aquellos lugarejospor no sersentidos y dar aviso a los comarcanos con las lumbresy también por nodetenerseque ya llevaban lengua cómo allí junto estaba una gran poblaciónque era Cipancincolugar de veinte mill casassegún después paresció por lavisita que dellashizo Cortés.

Entraron los nuestros en él con gran furia y vocesque no poco perturbaronlos ánimos de los moradoresque seguros estabanespecialmente cuando vieronvenir de los lugarejos algunos tan despavoridos y alterados que no acertaban adecir cómo los nuestros habían ido sobre ellos. Al primer acometimientohicieron algún dañopor ponerles algún miedo; salieron a la grita y a losllantos que las mujeres hacíanque son harto alharaquientasmuy sobresaltadoslos hombresunos en carnesotros con sus mantillaslos menos con armasporque ni tal habían pensado ni aquella era hora para que sus enemigos losacometiesen. Huían como locos y desatinados de acá para allásin saberadónde ibany era tanto el miedo que ni el padre se acordaba del hijoni elmarido de la mujerni el amigo del amigo. Murieron no muchoscomo algunosdicenal principioy como Cortés vio que no resistíanmandó que no losmatasen ni les tomasen sus mujeres y ropa. Fueron tan nobles los españoles entodo y siguieron tan acertadamente la voluntad de su Generalque no solamenteno les hicieron dañopero haciéndosles señas de paztomaron muchas mujeresy niños y regalándolos y tratándolos bienpor señas los aseguraban ydecían que fuesen a sus maridos. Otros españoles por señas les pedíancomidadándoles a entender que [a] aquello venían y no a darles guerra. Destamanera los asegurarone ya que el sol era salido y el pueblo estaba pacificadoCortés se subió a un altopor descubrir tierray vio una tan gran poblaciónque le puso espanto. Preguntó cuya era y cómo se llamaba. Dixéronle que erala gran Señoría de Taxcala con todas sus aldeas. Llamó estonces a losespañoles y díxoles: «¿Qué aprovechará matar a los de aquípues haytantos allí?» Demudóse la color a muchos de los que allí estabany por verqué sentían del negociovolviéndose a Alonso de Grado que estaba más cercadixo: «Ya veis la gran muchedumbre de gente que aquí vemos; ¿qué os pareceque hagamos?» Alonso de Grado le respondió: «Señorpara tantos muy pocossomos nosotros; si nos vencenno cabemos a bocado; parésceme que demos vueltaa la mar y que allí nos hagamos fuertes; inviaremos a Diego Velázquez queprovea de socorroporque si perseveramos aquío hemos de apocarnosmuriendode enfermedado todos seremos comidosde nuestros enemigos; ya no es biententar a Dios.»

Mucho le pesó a Cortés con esta repuestaespecialmente cuando tocó enDiego Velázquezy así muy enojado replicó dos veces: «Vos habíades de serAlonso de Gradoel que tal consejo me diésedes. ¿No sabéis que si damosvueltacomo vos decísque las piedras se levantarán contra nosotrospues nopodemos ir sino en son y manera de fugitivosa los cuales persigue tanto lafortunaque no dexacomo dicenpelo ni hueso dellos? ¡AdelanteadelanteAlonso de Gradoque si no se excusa nuestra muertemás vale que muramosprosiguiendo nuestro intento y mostrando el rostro a nuestros enemigosque nocomo liebresmostrándoles las espaldas!» Quedó corrido Alonso de Grado y losque estaban desmayados volvieron sobre sí.

Con estosin hacer otro daño en el pueblose salió a una hermosa fuenteque allí habíadonde vinieron los principales que gobernaban el puebloconmás de cuatro mill hombres sin amas; traxéronle mucha comidasaludáronle congran veneraciónsuplicáronle con lágrimas en los ojos no les hiciese másdañoagradesciéndole con muy fecundas palabras el poco que les había hecho;prometieron de servirle y obedescerley no solamente guardarle la fee ypalabrapero procurar de que hobiese amistad con los señores de Taxcala y conotros comarcanos. Él se lo agradesció y dixo que aunque sabía que ellos conlos de Taxcala le habían diversas veces hecho guerrase lo perdonaba con quede ahí adelante fuesen leales vasallos de Su Majestad. Hízoles muchas cariciasy con tanto los dexó y se volvió a su real harto más alegre que el malprincipio de los caballos prometía.

Decía en el camino a los suyos: «Deprenderéis de aquí adelante a no decirmal del día hasta que sea pasadopues veemos que tras buen sol viene latempestady amanesciendo muchas veces el día nubloso y áspero suele acudir latarde alegre y serena»y llevando el pecho lleno del buen subceso que despuésle había de venirdixo: «Veréis cómo los de Taxcala han de venir antes demuchos días a ser nuestros amigosy si esto se hacecomo esperodichosa ybienaventurada será muchas veces nuestra venida.» Con esto llegó al real.Mandó luego que nadie hiciese enojo alguno a ningún indioporque teníaentendido que en aquel día tenía acabada la guerra de aquella provincia.



 

 

Capítulo XLII

Del temor que hubo en el real de los españoles con la vueltade los caballos que cayeron en el camino.

Cuando llegó Cortés a su realaunque iba muy alegre del buen subcesohalló tristes a los que en él estabanporque habían temidoy no sin causapor la vuelta de los caballosque algún desastre le hobiese subcedido; ca siasí fueratenían por cierto su perdimientopues estaban entre tantosenemigos y les faltaba su caudilloel cual parescía que traía siempre porcompañera a la buena fortuna; pero como Cortés entró arremetiendo el caballoy vieron algunos indios que venían en compañía de los que con él fueronantes que hablase palabra conoscieron el buen subceso de la jornada. Salieronlos principales corriendo a élapeáronle del caballoel cual los abrazó atodosy dixo: «Tenedseñoresconfianza quesegún nos ha subcedidoseremos presto señores de Taxcalaque es principio para conseguir nuestro finde vernos en México.» Con esto les contó por extenso todo lo que les habíaacaescido (según ya está dicho). Hubo aquel día muy gran regocijo y alegríaen el realaunquecomo el contento nunca dura muchosabiendo de los que conel Capitán habían ido la gran población de Cipancinco y la que de Taxcala sehabía descubiertocon las palabras que Cortés había dichocomenzaron muchosa temer y recelarsedeseando verse cerca de la mardonde se pudiesen hacerfuertes y esperar socorro de la isla de Cuba. Teníanciertopara temerrazónporque se vían pocoscansados de trabajosen tierra grandecuajadade gente y toda bellicosabien adereszada y con ánimo de no consentirlos enellatan apartados de la mar y sin esperanza de socorro; a cuya causacomo ibacresciendo entre ellos el miedohacían de secreto corrilloshablando entresí y tratando cómo sería bien hablar a Cortésy aun requerirleque nopasase más adelantesino que se tornase a la Veracruzpues era nescesario queyendo adelante se habían de acabaro por hambreo por guerracaminando porentre tantos enemigosy que así sería cosa acertada dar la vueltalo unopara asegurar las personasy lo otro para recoger más gente y más caballossin los cuales era imposible hacer la guerra.

No se le daba desto mucho a Cortésque cierto su corazón le prometía loque después alcanzóaunque algunos se lo decían en secreto con todo elencarescimiento que podíansuplicándole que antes que la gente se leamotinase o se fuese sin éllo remediase y diese orden cómo saliesen de tantopeligro. Respondíales que no debía ser tanto el temor como se le pintabanyque algunosdeseosos de volver a lo que bien querían en Cubatemían donde nohabía qué; decíales que no le viniesen con aquellas nuevasporque no podíacreer que cayese pensamiento de flaqueza en españolesespecialmentehabiéndoles subcedido hasta allí tan bien; y ciertoaunque algo creyó delmiedo que su gente teníanunca pensó ser tantohasta que una nochesaliendode la torre donde tenía su aposento a requerir las velasoyó hablar recio enuna de las chozas que alderredor estaban. Púsose a escuchar lo que hablaban eoyó que ciertos compañeros que dentro estabandecían: «Si el Capitán esloco y quiere meterse donde no pueda salir sino hecho pedazosseamos nosotroscuerdos y miremos que no nos ha de dar él la vida si por su causa nosotros laperdemos; digámosle claro queo nos volvamoso le dexaremos solopara quehaga de sí a su placer.» Entre éstos había dos principalesde que no pocopesó a Cortésel cualllamando dos amigos suyoscomo por testigosles dixoque oyesen lo que aquellos hablabany luego dixo: «Quien esto osa decirtambién lo osará hacer.»

Fuése escuchando por otras partese oyó que algunos decían: «Estenuestro Capitán ha de ser como Pedro Carbonero quepor entrar a tierra demoros a hacer saltoquedó allá muerto con todos los que le siguieron. Bienserá que escarmentemos en cabeza ajenaporque perdido es quien tras perdidovay no puede dexar de caer el que va tras el ciego. Remediémoslo antes quenos falte tiempo para elloque el Capitán no nos puede ahorcar a todos nihacer la guerra sin nosotros.»

Estas y otras palabras oyó Cortésque le dieron harta pesadumbre. Quisierareprehender y aun castigar a los que las decíanpero como era cuerdo yreportadoentendiendo que era peor por estonces la reprehensión y castigo yque era tomarse con los másacordó de llevarlos por bien y aun hacerles máscaricias y mejor tratamientopara que atraídos a sícuando los tuviesejuntostuviese más fuerza lo que les pensaba decir; y asícuando vio que eratiempojuntándolos a todos les hizo el razonamiento siguiente.



 

 

Capítulo XLIII

Del razonamiento que Cortés hizo a sus soldadosanimándolosa la prosecución de la guerra.

«Valerosos Capitanes y esforzados soldados míosviva maravilla y espantode todas las nasciones del mundo: Entendido he que algunos de vosotrosno pormiedoque éste no puede caber en vuestros corazonessino o por el deseo deque tenéis de volver a Cuba y gozar de la quietud de vuestra casao por ladificultad que se os representa en acabar esta jornadadeseáis que demos lavuelta hacia la mar. Ciertosi de lo que os paresce que convienebien miradono se siguiesen peligrosmuerteshambresedcansancio y lo que peor esinfamia y afrenta y otros muchos inconvinientesque cada uno pesa más que elfalso provecho que pretendéispor daros contentode muy buena gana viniera envuestro parescerca yo hombre soy como vosotros y no menos deseo descanso yquietud; temo la muerte y recelo los peligrosy no menos que a vosotros mefatiga el hambre y cansancio. El padre que mucho quiere al hijo que estáenfermoaunque le desea complacerno le da lo que le pideporque le ha dehacer mayor daño. Vosotros me escogisteis por vuestro padre y Capitáne yosiempre como a hijosy soldados merescedores de todo honor os he tratadohaciéndoos siempre en todos los riesgos y trabajos yo la salva primero; y puesno me podéis negar que esto no sea asírazón será que en lo que os dixereme creáispues del bien o del mal no me ha de caber a mí menos parte que avosotros. Todos somos españolesvasallos del Emperadora los cualesen suexércitohecho de diversas nascionesél suele decir: «¡Eamis leones deEspaña!» Hemos pasado mar que hasta nuestros tiempos nadie navegó; hemosandado mucha tierra que pie de ningún cristianomoro ni gentil hollógrandemuy pobladamuy rica; venimos a illustrar la fama y nombre de Españaaacrescentar el imperio y señorío de Césara señalar nuestras personasparaque de escuderos y pobres hijosdalgomediante nuestra virtud y esfuerzoCésarnos haga señores y queden de nosotros mayorazgos para los siglos venideros; ylo que más es y a lo que principalmente habemos de tener ojoque venimos adesengañar a estos idólatras y bárbaras nascionesa desterrar a SatanásPríncipe de las tinieblasdesta tierraque por tantos años ha tenidomiserablemente tiranizadaa extirpar los nefandos y abominables vicios que comopadre de toda maldad ha sembrado en los pechos desta gente miserable.

«Venimosfinalmentea predicar el sancto Evangelio y traer al rebaño delas ovejas escogidas éstas que tan fueracomo veisestán. Servicio es éstea que todo cristiano debe poner el hombropues es el mayor que a Dios se lepuede hacery así la corona y triunfo de los mártires es mayor y másexcelente que la de las otras órdenes de sanctospues el amor últimamente seprueba en poner la vida por el que amamos. Miradpuessi las utilidades yprovechos que os he contado son tales que el menor dellos pide y meresce que poralcanzarlos nos pongamos a todo trabajoy si ninguna cosa buena se consigue sintrabajotantas y tan excelentes¿por qué las hemos de alcanzar sindificultad? Hasta ahora no tenemos de qué quexarnossino de qué dar muygrandes gracias a Dios por las muchas y muy maravillosas victorias que nos hadado contra nuestros enemigos. Para lo de adelantemaldad y blasfemia seríapensar que la mano del Señor ha de ser menos fuerte que hasta aquí. El que nosha dado vigor para vencer las batallas pasadassi en Él sólo confiáremosnos le dará para concluir lo que queda.

«Confiésoos que le gente entre quien estamos es infinita y bien armadapero también no me negaréis que nos tienen por inmortales y que nos temen comoa rayos del cielo. Mientras más sonmás se confunden y embarazan; muerto unovan todos como los perros tras él; visto lo habéis y pasado por ello; no hayque deciros sino que si volvemos las espaldastoda nuestra buena fortuna setrueca y muda en todo género de adversidadporqueante todas cosasvolvemoslas espaldas a Diospues dexamos de proseguir tan alta demandadesconfiando desu poder que hasta aquí ha sido tan en nuestro favor. ¿Cuándo jamás huyeronespañoles? ¿Cuándo cayó en ellos flaqueza? ¿Cuándo no tuvieron por mejormorir muerte cruel que hacer cosa que no debiesen? ¿Cuándo emprendieronnegocio que dexasen de llevarle al cabo? Poco aprovecha acometer e intentarcosas arduas si al mejor tiempopor graves inconvenientes que se ofrescannose acaban. Por eso se alaba la muerte buenaporque en ella se rematan yconcluyen como en dichoso fin los buenos principios y medios; en el perseverarse conosce el varón fuertey nunca salió con lo que quiso sino el que bienporfió. ¿Qué cuenta daríamos de nosotros si al mejor tiempo de nuestraventura la dexásemos y mostrándosenos la ocasión por la cara que tienecabellos muy largos para asirlaque no se vayadexásemos que volviese elcolodrillodonde no tiene pelo para ser asida? Gocemosgocemosfuerza y valorde las otras gentesesforzados soldados míosdel tiempo que tenemosquemañana se nos rendirán los enemigos; que si quietud y descansovolviendo elrostrocosa cierto vergonzosa para vosotrosbuscáisponiendo vuestra vida encierto y conoscido peligroadelante le hallaréis mayorcon doblado honor ygloria. El cobarde más presto muere que el valienteporque cualquiera se leatreve y acaba más presto por livianas causas; huyendo muere la liebreque ensu alcance y huida convida y anima a los perros. De aquí a la mar hay muy grantrecho; todos los que atrás quedan nos serán enemigos y saldrán contranosotrosporque nadie hay que sea amigo del vencido; todos huyen de la paredque se cae; breve es la viday cuando llega su fintanto monta haber vividomuchos años como pocosporque della no se goza más del instante que se vive.Si hemos de morirmás vale que muramos por Dios y por nuestra honraquedexando tan alta empresamorir en el camino apocadamente o a manos de losenemigos que ahora vencimoso a manos de los que antes subjectamos y como adioses nos acataron y temieron. Los más fuertes se nos rindenque son los taxcaltecas;de los de Culhúa no hay que temer; y pues la fortuna nos es favorableseguillaseguilla y no huillaporque no quiere sino al que la busca; nuestraes y será si no desmayamos. Dios es con nos; nadie será contra nos; y puesesto es verdadved lo que queréis sobre lo dichoque aunque piense quedarsolo (que no quedaré)estoy determinado de seguir la buena andanza que Dioshoy nos promete.»

Con esto acabó Cortés y todos quedaron tan persuadidosque los queenflasquecían tomaron ánimo y los esforzadosle cobraron doblado; los que nole amaban tantode ahí adelante le quisieron mucho; cresció en todos suopinión másy cierto fue nescesaria tan facundalarga y prudente oraciónpara tan arduo negocio como entre manos teníadarle el fin que deseaba para locual era gran estorbo el temor que muchos de los soldados teníanque atrayendoa sí los demás se amotinarany le fuera nescesario volver atrásperdiendola esperanza que se le prometía de lo venidero y el trabajo de lo pasadoquefue el mayor escalón que él tuvo para ponerse en la cumbrede donde despuésde muchos años la muerte le llevó.



 

 

Capítulo XLIV

De la embaxada que Motezuma invió a Cortésy de lo queestando purgado le avino.

Poco después que el Capitán hizo este razonamientoentraron por el real endemanda suya seis señores mexicanos muy principales con hasta docientos hombresque traían consigo de servicio. Fueron rescibidos muy bienporque luego losconoscieron los nuestros en su manera y trajebien diferente del de las otrasgentes. Entraron do Cortés estabay haciéndolecomo tienen de costumbreconmuchas cerimonias muy grandes reverenciasespecialmente estoncesporquehabían sabido las victorias que contra los fuertes taxcaltecas habíatenidoprimero que palabra hablasenle dieron un solemne presente que suseñor Motezuma le inviabaen que había mill ropas de algodónmuchas piezasde plumas ricas y extrañamente labrados y mill castellanos de oro en grano muyfinocomo de las minas se coge. Dado el presentepuestos todos seis en pieelque era más principalmás antiguo y de más elocuenciahaciendo primerocierta cerimoniadixo así:

«El gran señor Motezumaseñor mío y grande amigo tuyote saluda pornosotros y te desea toda prosperidad y cumplimiento de lo que intentas. Dice quequisierasegún tu valorinviarte mayor presente y personas si en su reino lashobiera más calificadas que nosotros; ruégate le hagas saber cómo estás túy los tuyos e que si has menester algo que él puedalo pidasporque todo sete dará. Dice que está muy alegre con las muchas y señaladas victorias que delos taxcaltecassus enemigoshas ganadoy que porque te desea todobien te ruega que tú ni los tuyos vais a Méxicoporque el camino es áspero yfragoso y de mucho riesgo y peligroy no querría que [a] hombres de tantovalor y que él tanto ama les subcediese algún desastre de los muchos quepueden acaescer; y que si tu intención es que él reconosca por superior alEmperador de loscristianosRey e señor tuyoque desde ahora hasta que mueraél y sus descendientes le reconocerány en señal desto cada año le darátribucto de mancebos y doncellas noblesque es el mayor reconoscimiento queentre nosotros se usay con esto le tribuctará oroplatapiedrasperlasropa rica y presciosos plumajesy a tiporque vienes en su nombre te darámuchas riquezas con que próspero y rico vuelvas a tu tierra.»

Con esto acabóy todos seis en señal de que no querían decir más y queesperaban la respuestahecha cierta cerimoniaestuvieron en pielas cabezasinclinadastendidos los brazos el uno puesto sobre el otro. Cortéscon laauturidad que pudopor las lenguas les respondió que fuesen muy bien venidos yque besaba las manos a su gran señor Motezumaasí por el presente que leinviabaque era muy buenocomo por el amor que le teníay principalmente porel reconoscimiento que al Monarca de los cristianos en el Emperador su señorhacía; e que porque venían cansados del caminoporque sabía que habíanrodeado por Castilblanco y valle de Zacatamipor no encontrarse con los taxcaltecassus enemigosles rogaba se detuviesen allí algunos díasasí para quedescansasencomo para que él se viese en lo que había de responder cerca delir o no ir a México.

Esto hacía Cortés para que por sus ojos viesen cómo si volvían de guerralos taxcaltecas los nuestros peleabano si viniesen de pazcómo losrescibíareprehendiéndoles las locuras pasadasrepitiendo las victoriashabidas contra ellospara que desto entendiesen los embaxadores su valor y lopoco que debía recelar el ir a Méxicoy con esto se tuviesen por respondidos.Los mensajeros dixeron que harían lo que mandaba. Mandó Cortés a los suyoslos acarisciasen y tratasen bienpues eran señores y mensajeros de tan granPríncipe.

A aquella sazón sentíase mal dispuesto de unas calenturasa cuya causahabía algunos días que no había salido a correr el campo ni a hacer talesquemas ni otros daños a los enemigos; solamente se proveía que guardasen elfuerte contra algunos tropeles de indios que llegaban a gritar y escaramuzarque era más ordinario que no inviarles cerezas y pan. Purgóse Cortés concinco píldoras hechas de una masa que sacó de Cubay tomándolas a la horaque se suele haceracaesció que el mismo díade mañanaantes que laspíldoras obrasenvinieron tres muy grandes escuadrones a dar por tres partessobre el realo porque sabían que Cortés estaba maloo pensando que de miedoaquellos días no habían osado salir los nuestros. Olvidado Cortés de lapurgacabalgó y salió a ellos con los suyos; peleó valerosísimamente hastala tardeque los desbarató y retraxo por un gran trecho.

Esto miraban los embaxadores desde lo alto de la torre; maravilláronse muchodel gran esfuerzo y poder de los nuestros; encomendáronlo muy bien a la memoriapara contarlo después a Motezuma.

Cortés purgó el día siguiente como si estonces tomara la purga; no fuemilagrosino retenerse naturaleza con la nueva alteración; y también loescribo para que se entienda cuán sufridor era Cortés de trabajos y males ycuán poco se popabasiendo siempre el primero que venía a las manos con losenemigoshaciendo él lo que a su imitación quería que hiciesen los demás.Habiendopuespurgadoveló luego la parte que de la noche le cupo como acualquiera de los compañeroslo cual le dio mayor estima y auturidad.



 

 

Capítulo XLV

Cómo los señores de Taxcala se juntaron con los demásprincipalesy se determinaron de hacer paz con Cortésy cómo lo encargaron aXicotencatl.

Estuvieron algunos días los señores de Taxcala tratando en particular losunos con los otros las buenas andanzas y prósperas victorias de Cortés y cómodebía de ser ayudado y favorescido de aquel gran Dios que los nuestros adoranpues en el postrer recuentrodelante de los embaxadores de Motezumaestandoenfermo y siendo acometido por tres parteshabía salido con tanto esfuerzocomo s; estuviera sanoy con grande afrenta de los enemigos y no sin granmatanza dellos los había desbaratadodurando en la batalla desde la mañanahasta la tardede que no poco se debían afrentar siendo testigo dello losembaxadores mexicanoscon los cuales habían siempre tenido grande estima yreputaciónparesciéndole que proseguir en la guerra era tomarse conespíritus celestialesy que con la amistad de Motezuma había de crescer elpoder de los nuestros. Determinaron de entrar todos en su consistorio eAyuntamientoamando a él a Xicotencatl que todavía estaba de mal arteyhecha cierta cerimoniacomo invocando el favor de sus dioses para que losencaminase en que las paces se efectuasen con buena dichadespués que todosestuvieron a su modo sentados y que ninguno hablabaMagiscacínque como tengodichoera muy principal y de mucha bondad y sesotomando la manohablando portodosdixo así:

«Señores valerosos y esforzados capitanes en quien al presente está puestotodo el negocio de la guerray vosotrossabios y cuerdos varones a quien estácometida la administración y gobierno de la república: Testigos me son losdioses en quien creemos y adoramosque es tanto el amor que a esta insigne ygran república tengoque si con morir yo por ella y sacrificar mis hijos yparienteso ponerlos al cuchillo de nuestros enemigosyo pudiera hacerosvictoriosos contra estos invencibles hombreslo hiciera de muy buena voluntad ypensara ganar en ello muchoporque sé cuán gloriosa cosa es que uno muera pormuchos; pero como veo que esto no puede serpues que el Dios de estosadvenedizos quiere otra cosa y puede y vale más que nuestros diosesque ennadacomo veisnos han favorescidohabiéndoles nosotros hecho tantossacrificiosveopor otra parteque con ser tan poderoso Motezumaquiere yprocuracomo sabéisel amistad destos fortísimos varones; y si solos puedenmás que nosotrosjuntándose con nuestros enemigos¿cuánto os paresce quepodrán? Por ciertotanto que de nosotros no quedará hombre ni quien denosotros venga para que levante nuestra memoria. Estos cristianosque así sellamanson noblesy muchas veces nos han rogado con la paz; de creer es queyéndonos a ellosdiciéndoles que nos perdonennos rescibiráncomo otrasveces han hecho con los que se les han atrevidocon humano y alegre rostro.

«Mi parescer espues Xicotencatl es tan avisado y de tan buena razónqueel error que hasta ahora ha cometido en porfiar a pelear con Cortésloentiende y deshaga con ir en nombre de toda esta provincia con algún presenteque siempre ablanda el ánimo del airadoa los cristianos; y como sabe bienhacerlohable largamente a su Capitánofresciéndose a si y a su república ala subjección y servicio de aquel gran señor en cuyo nombre viene. Destoganaremos dos cosas muy principales: la unaque no nos gastaremos ni pelearemosen baldeafrentando nuestra nación y perdiendo cada día gente; la otra esque después de amigosdiremos a Cortés cuán malos y perversos son los deCulhúapara que dellos se recatey teniéndolos por enemigosnosotros anuestro salvo podremos subjectarlos y vengarnos de algunos agravios quepor sermuchos más que nosotrosnos han hecho.»

Acabada esta pláticatodossin faltar ninguno vinieron en lo queMagiscacín había dichoy asíalgunos dellos en nombre de todos los demásrogaron mucho a Xicotencatl fuese con el presente a hacer paz con el Capitán.Entristecióse Xicotencatl y mostró bien el odio que siempre hasta que muriótuvo con los nuestros. Quiso replicarpero estorbóselo Magiscacíndiciéndole que aquello convenía a la repúblicaque lo hiciese luegoso penade ser tenido por traidor y ser castigado conforme a las leyes y fueros de laSeñoría de Taxcalay que allí se determinase luego con el sícon el cualrescibirían todos gran contento; y si se determinaba en el noque luego desdeallí sería privado de su oficio y dignidad y echado en crueles prisiones hastaque se le diese la pena que merescía.

Xicotencatl calló por poco espacioy como pudo más la penatemor yamenazas que su república le ponía que su obstinación y pertinaciafingiendoel contento que no teníarespondió: «Nunca los dioses quieran que sea contrami república y que no obedesca en lo que me manda. Yo me determino de hacervuestro mandado y de hablar a Cortés lo mejor que yo pudiereinclinándole conmis palabras aquel rescibiéndonos en su amistadnos sea perpectuo y buenamigo.»

Holgóse mucho con esto aquella Señoríay en especial Magiscacín y elbuen viejo de Xicotencatlque también pública y secretamente se lo habíaaconsejado y mandado.



 

 

Capítulo XLVI

Cómo Xicotencatl vino a Cortésy de la oración que le hizoy presente que le traxo.

Después que esto se trató en Taxcala y los taxcaltecas secertificaron bien de la venida de los mensajeros mexicanosXicotencatl seadereszó para llevar la embaxada; vistióse a su modo y costumbre de pazcuanto más ricamente pudo; tomó consigo cincuenta caballeros de los másprincipales y más bien apuestos quepor consiguientese adereszaron lo másricamente que pudieron. Iban con éstos sus criadosque eran muchos; llevaroncomo siempre tienen de costumbreaunque por la esterilidad de la tierra queentonces habíaalgunos presentes no muy ricos de suchilesplumajesmantas yalgún oro; y por que el amistad fuese más firme y Cortés estuviese máscierto dellallevó también Xicotencatl ciertos mancebos hijos de señorespara darle en rehenes.

Salió de la Señoría de Taxcala acompañado de todos los señores della;despidióse cuando fue tiempoy poco antes de que llegase al real de Cortésinvió tres o cuatro de los principales que con él iban adelante a dar avisocómo iba y aqué; alegráronse por extremo los nuestros. Cortés con la mayorauctoridad y gracia que pudosalió a rescebir a Xicotencatl cuando supo queestaba ya en el realacompañado de los principales del exército. Saludáronseel uno al otro a su modo con gran comedimiento y señales de amor. AbrazóloCortésy tomándolo por la mano lo asentó a par de sí; llamó a las lenguas;todos los caballeros españoles estuvieron en piey asimismo los principales taxcaltecas.Estando así todos con mucho silenciolos nuestros por oír lo que Xicotencatlquería deciry los otros por saber lo que Cortés responderíaXicotencatlmandó traer allí el presente y los mancebos nobles que en rehenes de laconfederación y amistad presentaba. Puestos delante de Cortésse volvió aél y con mucha gravedadla voz algo baxainclinados los ojos en alguna maneraen tierralevantándose algo del asientovolviéndose luego a sentarhablóasí:

«Ante todas cosasprimero que algo te digamuy fuerte y sabio Capitánentendido habrás que yo soy XicotencatlCapitán general de la Señoría deTaxcalay cómo vengo ahora en su nombre y en el mío a saludarte y tratarcontigo de perpectua amistad y concordia; también entenderás el crédicto quecomo a Capitán general y embaxador de aquella Señoría me debes dar en lo quedixere. Salúdotepuesy salúdante Magiscacín y todos los otros señores deaquella gran repúblicay como al que procuran ya tener por amigote desean entodo lo que emprendieres prósperos y dichosos subcesos. Suplicámoste que de lopasado nos perdones y admitas a tu amistadporque te prometemos serte de aquíadelantecomo verásmuy fieles y leales amigos. Damos de nuestra voluntad ycon alegre ánimo (lo que hasta hoy a ningún Príncipe hemos hecho) vasallaje yobediencia a ese gran Emperador en cuyo nombre vienespor saber que es muybueno y muy poderosopues se sirve de tales hombres como túy nos dicen quetraes otras leyes y costumbres y otra religión con adoración de un solo Diosque no permite sacrificio de hombres ni cruel derramamiento de sangre ni otrospecados abominables en que nuestros dioses nos han tenido engañados; y si hemostraído contra ti y los tuyos tan continua y brava guerraen la cual siemprehemos sido vencidosha sidopor haber estado hasta ahora persuadidos de queérades otros hombresy no sabiendo qué queríades y aun temiendo que éradesamigos de Motezumaa quien y a sus pasados hemos tenido y tenemos por capitalesy mortales enemigos. Tuvimos razón de sospechar esto porque vimos que desdeCempoala han venido contigo criados y vasallos suyosy asípor no perder lalibertad en que nuestros antepasados nos dexarony que por tiempo inmemorialcon gran derramamiento de sangrehambredesnudez y otros trabajos hemosdefendidodeterminamoshasta estar cierto de quién erasdefender nuestraspersonas y casas; y porquecomo sabesel hombre libre debe morir primero queperder la libertad en que su padre le dexóhemos estado muchos años cercadosen esta aspereza de sierrassin fructas ni mantenimientosin salque da sabora toda comidasin trajes ni vestidos delicadosde que usan nuestros vecinossin plumajes ricosoro y piedrasque para rescatar algo desto era menestervender alguno de nosotros. Todas estas faltas y nescesidades hemos padescido porno venir con nuestras mujeres y hijos en subjección de Motezumadeterminadosde morir primero que hacer tal fealdadpues nuestros antepasados fueron tangrandes señores como él. Ahora que hemos entendido de los cempoalesesque eres bueno y benigno y de noche y de día a ti y a los tuyos habemos halladoinvenciblesno queriendo ya más pelear contra nuestra fortuna y contra lo queese gran Dios tuyo quierenos damos a ticonfiados que nada perderemos denuestra libertadsino que antes nos ayudarás contra la tiranía de Motezumaque más con pujanza y gente y desenfrenada ambiciónque con razón yjusticiaha subjectado a muchos señoríoshaciendo inauditas crueldades enlos vencidos; y en confirmación desta amistad que contigo procuramosteofrescemos y damos en rehenes estos mancebosque son hijos de los principalesseñores de Taxcala.» (Y los ojos rasados de aguaque ya Xicotencatl no podíadisimular el dolor que de rendirse en su corazón sentíadixodespués dehaber callado muy poco): «AcuérdateCapitán valentísimoque jamás Taxcalareconosció Rey ni señor ni hombre entró en ella que no fuese llamado orogado. Trátanos como a tuyospues te entregamos nuestras personascasashijos y mujeres.» Con esto acabó Xicotencatlalimpiándose los ojos con elcabo de la rica manta con que venía cubierto.



 

 

Capítulo XLVII

Del contento que Cortés rescibió con esta embaxada y de loque a ella respondió.

Cortéscomo vio que en las últimas palabras tanto se había enternescidoXicotencatlcon ser tan esforzado y diestro Capitán de su nasciónconsiderandocomo sabio por sílo que en el pecho de aquel Capitán podíahaberaunque muy alegre y regocijado con tan buena embaxada y con tan buenembaxadortomándole por las manos y abrazándoloantes que nada respondiese ala embaxadale dixo: «Muy valiente y muy deseado amigo mío Xicotencatl: Notienes de qué tener pesadumbreni de qué tener pasiónporquecomo verásadelanteyo y los míos te seremosasí a ti como a los tuyostan amigos quevosotros no os tendréis tanta amistadporque somos de tal condisciónque nosolamente hacemos bien al que nos le hacepero procuramos bien a quien nos hacedañocomo habrás visto en los recuentros pasadosporque es hermoso génerode vencervenciendo a mal con bienhacer de enemigos amigos. Ya deseo que a laSeñoría de Taxcala ofresca algo en que veáis el amor que os tengo y el bienque os deseo.» Alegróse con esto mucho Xicotencatly volviendo sobre síconmucho comedimiento respondió que porque ellos tenían creído dél más queaquellohabían venido a su amistad.

Cortésprosiguiendo su repuestadixo: «Aunque sé que me matastes doscaballosy que unas veces debaxo de que érades otomíes y no taxealtecasy otras no como valientes y esforzados que soissino como cobardes y traidoresme salistes sobre seguro al caminodebiendo como taxcaltecas desafiarmeprimeroos lo perdono todocon las mentiras y engaños que conmigo habéistratado; y pues habéis visto tantas veces que todo ha sido en vuestro daño yperjuiciomirad cómo tratáis estas Paces conmigoporque si hay otra cosa delo que me has prometidolloverá sobre tu casa y sobre toda tu tierraque elDios en quien nosotros creemos y en cuya virtud vencemos no sufre engaños nimaldades; y sicomo creoperseverades en la amistad que yo siempre osguardarécomo conosceréis por el tiemposeréis en tantas cosas mejoradosque os pesará de que no hubiésemos venido mucho antes a vuestra tierra. En lodemás dirás al señor Magiscacín y a todos esotros señores que les tengo enmerced el amor y voluntad que me tieneny que cuando vaya a su tierraconoscerán de mí que no estuvieron engañadosy estoque será después quehaya despachado estos embaxadores mexicanos que también de parte de su señorMotezuma vienen a pedirme amistad.»

Dada esta repuesta se levantó Xicotencatlabrazáronse los dossalióCortés con él hasta salir de su tienda y de aquí hasta salir del realleacompañaron algunos caballeros españoles y muchos nobles de Cempoaladondedespidiéndose de todossiguiéndole los suyosmuy alegre caminó para sutierra.

Quedó Cortés y su exército harto más contento que iba Xicotencatl.Cortésporque lo que había prometido le había salido tan verdadero y veíalo que después vioque de aquella amistad pendía todo el subceso y buenaandanza que tuvo. Alegróse en ver que tan gran señor que le humillabacon locual su fama y nombre se adelantaba y su reputación crescía entre todos losindioscomo parescióporque luego dentro de muy pocos días se extendió lanueva dello por todas las Indias.

El exércitoasí de españoles como de indiospor estar ya libres deltemor que con tanta razón podían tenersegún atrás dixeviendo que todossus trabajos y temores se volvían en descanso y grandes esperanzasy porque detodo esto quedase adelante memoriael muy valiente y cristiano Cortésenreconoscimiento que todo venía de la mano de Dios e ya que tenían lugar paraellomandó decir misa al padre Joan Díazclérigoel cualacabada la misapuso por nombre a la torre la Torre de la Victoria en memoria de las muchas queDios había dado allí a los españoleslos cuales estuvieron con los trabajosque la historia ha contado casi cuarenta días. En el entretanto que esto sehacía Xicotencatl llegó a Taxcala; saliéronle a rescebir aquellos señorescasi fuera de la ciudad; entró con ellos en su cabildodonde era obligado adar la respuesta; juntáronse los que se habían hallado a inviarle con laembaxada; puesto allíles dixo todo lo que con Cortés había pasadoyoporque lo sentía asío porque desimulaba su odiopara buscar ocasión en quelo mostrase de síles dixo: «Bien seráseñoresque pues el Capitán delos cristianoscomo habéis visto de su respuestanos muestra tanto amor yvoluntady de su persona contra Motezuma tenemos tanta nescesidadque con todapriesa procuraremos traerle a nuestra ciudadhaciéndole todo regalo yservicio.» Paresció muy bien a todos estoaunque no faltó quien sospechaseque no iba dicho con verdaderas entrañas.

Salidos de allíse publicaron las paces por toda la provincia; hízoseentre ellos en la ciudad grande regocijo y alegría; hubo un mitoteque es sudanzade más de veinte mill hombres de los nobles y principalesadereszadoslo más ricamente que pudieron; cantaron la valentía y esfuerzo de losespañolesel contento que tenían con su amistadpara mejor vengarse de suenemigo Motezuma; quemaron mucho encienso en los temploshicieron grandessacrificiosy lo que más fue de verque las mujeres y niños se alegraronpúblicamente por la quietud y sosiego quede ahí adelante habían de tenerponiendo muchos ramos y flores a sus puertasentre ellosen señal de grandealegría.



 

 

Capítulo XLVIII

Del rescibimiento y servicioque los taxcaltecas hicieron aCortés y a los suyos.

Los embaxadores de Motezuma como se hallaron a la venida de Xicotencatl y atodo lo que dixoy Cortés le respondiópesóles en gran maneraporqueclaramente adevinaron por la voluntad de su señor y por la antigua y grandeenemistad que con los taxcaltecas teníanque aquella nueva amistadhabía de redundar en daño y destruición del imperio y señorío de Culhúayprocurandolo que en ellos fuedesbaratarladixeron a Cortés que mirase loque había hecho y no se confiase de gente tan dobladainconstante y mala comoera la taxcaltecaporque lo que no habían podido conseguir por fuerzade armaslo procurarían por todos los engaños posiblesy que así era suintento meterle en la ciudadpara quecomo dicena puerta cerrada y a susalvole matasen sin dexar hombre de los suyos.

Cortésque entendía la baladaaunque no estaba muy cierto de la amistadde los taxcaltecasmostrando el ánimo que conveníales respondió quepor malos y traidores que fuesen había de entrar en la ciudadporque menos lostemía en poblado que en el campo. Ellosvista esta determinación y lo pocoque Cortés temíale suplicaron diese licencia a uno dellos para ir a Méxicoa dar cuenta a Motezuma de lo que pasaba y llevarle la repuesta de su principalrecaudoy que se detuviese allí hasta pasados seis días que para ellosy siantes ser pudiesevendría con la respuesta de su señor. Cortés dio lalicencia y prometió de hasta aquel tiempo esperar allíasí por lo que denuevo traería el embaxadorcomo para sanearse del amistad de los taxcaltecas.

En el entretanto que esto pasabaiban y venían muchos taxcaltecas alreal de los nuestrosunos con gallipavosotros con pancual con cerezascualcon agí y algunos a sólo visitar a los nuestros y a comunicar y hablar conellos. Los que traían los bastimentos no tomaban prescio y agraviábanse de quelos nuestros se le ofresciesen y decían que su amistad no era para venderleslos mantenimientossino para servirlos en lo que pudiesen. Había de la unaparte a la otra buenas razones y comedimientos; rogaban a la contina a losnuestros que fuesen a su ciudad. Cortés los entretenía con buenas palabrashasta que vino el mensajero mexicanoel cual llegócomo había prometidoalsexto día. Traxo diez joyas de oro ricas y muy bien labradasmill e quinientasropas de algodónmejores sin comparación que las mill primerashechas conmaravillosa arte. Rogó muy ahincadamente a Cortésdespués que le dio elpresenteque no se pusiese en aquel peligro que pensabaque su señor Motezumale hacía cierto que si en él se ponía le había de pesar mucho delloporqueaquellos de Taxcala eran pobres y nescesitados de todo buen tratamiento y quepor robarle le convidaban a su ciudad; que procuraríanaunque fuese durmiendomatarlesólo porque sabían que era su amigo. Acudieron luegocomobarruntando lo que había de decir el embaxador mexicanotodas las cabeceras yseñores de Taxcala a rogarle importunadamente les hiciese merced de irse conellos a la ciudaddonde sería muy servidoproveído y aposentadoca seavergonzaban que tales varones como ellos no estuviesen aposentados comomerescíanque chozas no eran aposentos dignos de tales personas; y que si serescelaba dellosque pidiese otra cualquier mayor seguridadque se la daríany que supiese que lo que le habían prometido sería para siempreporque noquebrantarían su palabra y juramentoni faltarían [a] la fee de la repúblicapor todo el mundo; ca si tal hiciesensus dioses se lo demandarían mal ycaramente.

Cortésviendo que aquellas palabras salían de verdadero corazón y quetanta importunidad con tanta seguridad no podía nascer sino de amor y amistadenteray viendo que los de Cempoalade quien tanto se confiabase loimportunaban y rogabandeterminó cargar todo el fardaje en los tamemes yllevar el artillería. Partióse luego en pos della para Taxcalaque estaba deallí seis leguascon el orden y concierto que solía llevar para dar batalla;dexó en la torre y asiento del realdonde tantas veces había sido victoriosocruces y mojones de piedra. Salióle a recebir al camino buen trecho de laciudad toda la nobleza de Taxcala con rosas y flores olorosas en las manoslascuales daban a los nuestros; salieron todos vestidos de fiesta. Entró destamanera con un gran baileque iba delanteen Taxcala a diez e ocho deseptiembre. Era tanta la gente que por las calles habíaque para ir a suaposento tardó más de tres horas. Aposentóse en el templo mayorque era muysumptuoso; tenía tantos y tan buenos aposentos que cupieron todos los nuestrosen él; aposentó Cortés de su mano a los indios amigos que consigo traíadeque ellos rescibieron mucho favor; y porque nunca estaba descuidadopusociertos límites y señales hasta do pudiesen salir los suyosmandándoles sograves penas no saliesen de allíproveyendo so las mismas penas que nadietomase más de lo que le diesenni se atreviese a hacer algún desabrimientopor liviano que fueselo cual cumplieron muy al pie ele la letraporque aúnpara ir a un arroyo bien cerca del templole pedían licencia.

Trataron muy bien aquellos señores a los nuestros; usaron de muchocomedimiento con el Capitán; proveyeron de todo lo nescesario abundantementeymuchos dieron sus hijas en señal de verdadera amistadasí por guardar sucostumbrecomo por que nasciesen hombres esforzados de tan valientes guerrerosy les quedase casta para cuando otras guerras se ofresciesen. Descansaron yholgáronse allí mucho los nuestros veinte díasprocuraron saber muchasparticularidades; informáronse del hecho de Motezuma. Y porque es cosa mayorTaxcala y de más importancia que un capítulo decirse puedaen los que sesiguen diré algo de su grandeza y señorío y de lo que a más a los nuestrosavino.



 

 

Capítulo XLIX

De algunas particularidades de Taxcala y de lo que a Cortésle pasó con Xicotencatl el viejo y con Magiscacín.

Después que los nuestros fueron aposentadosasí los señores de Taxcalacomo los demás vecinos comenzaron con mucho cuidado y amor a proveerlos yregalarlos en cuanto pudieron; traxéronles luego más de cuatro mill gallinaslas más dellas vivas y las que eran menester asadasy en lo demás que losnuestros habían menester eran proveídoscon dar por señal para conoscerlosdespuésa cada indioun pedazo del sayo rotoy así el indio con él en lamano iba a la comunidad o casa de provisióny visto que venía con el paño departe de algún españolse le daba todo lo que pedíay por el mismo paño leconoscía el español que le había inviado con él; y aunque pensaron losnuestros que no tuvieran platos en qué comerpor hacerse la loza con tantoartificio y los indios carescer de aquel arteAlonso de Ojedauno de lossoldadoshalló en su aposento en unas vasijas grandes de barro más deochocientos platos y escudillas de loza tan bien labrada como se hiciera enTalaverade que no poco se maravillaron los nuestroslos cuales se sirvierondesta loza y de otra mucha en que les traían la fructa y aves guisadas.Entrando adelante por el mismo aposento el dicho Alonso de Ojedahalló un líode petateque es como la que nosotros llamamos esteramuy bien liado; sacóleafueray queriendo saber qué había dentrocon la espada cortó los cordelescon que estaba atado (e ya [a] aquel tiempo se habían llegado otrosespañoles)halló un hueso de hombre de la coxaque es el hueso que va desdela rodilla al cuadriltan grande que tenía cinco palmos. Lleváronlo luego aCortéspor cosa digna de ser vistael cual llamó a algunos viejos y entreellos a Xicotencatlpadre del Capitán generalque de viejo estaba ya ciego;traxéronle unas mujeres de brazomandóle sentar Cortésholgóse mucho deverleporque tenía más de ciento y treinta añosque él contaba por soles;preguntóles muchas cosas; respondióle muy bien a ellasy a lo del hueso dixoque muchos años había que a aquella tierra de unas islas habían venido unashombres tan grandes que parescían grandes árboles y con ellos algunas mujerestambién de disforme grandezae que los unos habían muerto allí y los otrospasado adelante a tierra de México. Decía que o de hambre o de flechaspor elmiedo que poníanhabían sido muertosy que aquel hueso era de uno dellos.Tentaba este viejo a los nuestros las manosla ropa y las barbas;maravillábase mucho de la extrañeza de los hombres que tocaba; decía congrande ansia de corazón que nunca le había pesado tanto de ser ciego comohasta estoncespor no poder ver aquellos hombres de quien él muchos añosantes tenía grandes pronósticos de que habían de veniry así dixo aCortés: «Tú seas muy bien venido y sepas que has de señorear el gran imperiode Culhúa y los míos te serán buenos amigosque yo así se lo he aconsejado.No durarán mucho tiempo nuestros sacrificiosritos y cerimoniasy nuestrosídolos serán quebrantados y deshechos; tomará nuevo nombre esta gran tierray los moradores della nueva religión y nuevas leyes y costumbres; reconosceránotro gran señory el demonio mostrará grandes señales de pesar.»

Holgóse por extremo Cortés con estas palabrasque fueron profecía;enternesciéronse con lágrimas los otros vicios que allí se hallabanloscuales como a más viejo y más sabio respectaban al ciego Xicotencatl. HízolesCortés muchas caricias y buenos tratamientosespecialmente al ciegodándolesalgunos presentes y a beber de nuestro vinoque les supo bienporque entendióque en el consejo de aquellos viejos consistía el perseverar los mozos en laamistad comenzada.

Otro díacomo entendió que el valeroso y prudente Magiscacín había sidosu amigo y el que con todo calor había procurado su amistadle invió a llamary usó con él de muchos comedimientosporque aliende de que era muy señorleparesció en su personatrato y conversación digno del buen acogimiento que lehizo. Agradescióle con muy amorosas palabras la voluntad que le había tenido;prometióle que por él y sus cosas pondría su persona y amigos; dióle algunascosasque aunque no eran muy ricaseran vistosas; holgóse con ellas muchoMagiscacín; respondióle que su corazón estaba ya contento con ver en sutierra a un hombre a quien el cielo y las estrellas habían dado tan subidovalory que aquellos dones los tomaba como por prenda de mayor vínculo yamistadprometiendo de los guardar para que sus descendientes gozasen dellos.

Acabadas estas y otras comedidas razones se despidióinviando luego de lascobasque él tenía más presciadas las mejores a Cortés; y porque los indiosmás que los otros hombres son envidiosos y era menester ganar a todos lavoluntadno solamente Cortés a los otros señores y hombres principales llamóen particulardando a cada uno de lo que teníapero a sus mujeres y hijashizo presentescon que vino a ser amadorespectado y querido de todosque aunen sus mismos negocios que fuesen importantes no hacían cosa sin su parescerde adonde paresoe cuánto puede la liberalidad acompañada con buenas ycomedidas palabrascon la cual el Capitán suele las más veces rendir a sucontrario antes que con la fuerza de las armasaunque lo uno y lo otro fuecumplido en Cortésel cual como supo que de cierta enfermedad había muertouno de sus soldadosmandó que sin bullicio lo enterrasen a la media nochepara que los taxcaltecasa lo menos por estoncesno entendiesen que losnuestros eran mortales.



 

 

Capítulo L

Del sitio y nombre que en su gentilidad tenía Taxcala.

Dicen los antiguos naturales desta insigne ciudad que Taxcala tomó nombre dela provincia en que está edificadapor ser fértil y abundante de pany así tlaxcalanquiere decir «pan cocidoo casa de pan». Otros dicen que la ciudad dio estenombre a la comarca y provincia y que al principio se llamó Texcallanquequiere decir «casa de barranco o de peñascos». Está puesta orillas de unrío que nasce en Atlancatepequeel cual riega gran parte de aquella provincia;entra despuésen la mar del Sur por Zatulán. Tenía cuatro barrios que sellamaban TepeticpacOcotelulcoTizatlánQuiahuztlán. El primero estaba enun cerro altolexos del río más de media leguay porque estaba en sierra lellamaban Tepeticpacque es «como sierra». Esta fue la primera población queallí hubo; estaba tan alta por causa de las guerras. El otro descendía laladera abaxo hasta llegar al río; y porque allí había pinos cuando se poblólo llamaron Ocotelulcoque quiere decir «pinar». Esta era la mejor y máspoblada parte de la ciudaddonde estaba la plaza mayoren que hacían sumercadoque se llama tianquistli. Aquí tenía sus casas Magiscacínque eran las más soberbias y sumptuosas de la ciudad y provincia. El ríoarriba en lo llano había una población que se decía Tizatlánpor haberallí cierta tierra muy blanca que paresce yeso y más propiamente albayalde.Tenía allí su casa con mucha gente de guarnición XicotencatlCapitángeneral de la República. El otro barrio estaba también en llanorío abaxoypor ser el suelo anegadizo y aguazal se dixo Quiauztlánque quiere decir«tierra donde llueve».

Erafinalmenteesta ciudad mayor que Granadamás fuerte y de mucha másgentebastecida en gran manera de las cosas de la tierraque eran pangallipavoscaza y pescado de los ríos; abundancia de fructas y de algunaslegumbres que ellos comen; es la tierra más fría que caliente; fuera de laciudadque lo más della es ásperotiene muy buenas y llanas salidas; dentroen casas de hombres principalesmuchas y buenas fuentes. Había todos los díasen la plaza mayor mercadodonde concurrían más de treinta mill personastrocando unas cosas por otrasporque monedaque es el prescio común con quelas cosas se compranno la había; había también en otras plazas menoresotros mercados de menos contrataciónen todos los cuales lo que se rescatabaera vestidocalzadojoyas de oro y platapiedras presciosas y otras paraenfermedadesplumajessemillasfructas y otras cosas de comer. Había muchaloza de todas maneras y tan buena como se podía haber en España. Tenía ytiene esta provincia muchos valles y muy hermosostodos labrados y sembradossin haber en ellos cosa vacíaaunque ahorapor darse a las contrataciones yser demasiadamente sobrellevadostrabajan poco en el cultivar la tierra.

Tiene en torno la provincia noventa leguas. Era república como la deVeneciaGénova y Pisaporque no había General señor de todos; gobernábanlalos nobles y ricos hombresespecialmente aquellos cuatro señoresca decíanque era tiranía que uno solo los gobernaseporque no podía saber tanto comomuchos. Los cuatro señores eran también Capitanespero sacaban de entre ellosel que había de ser General; en la guerraal acometer y en el marcharelpendón iba detrásy acabada o en el alcancele hincaban donde todos leviesen; al que no se recogíacastigábanle bravamente. La cerimonia ysuperstición con que emprendían la guerra era que tenían los saetas comosanctas reliquias de los primeros fundadoresllevábanlas a la guerra dosprincipales Capitanes o dos muy valientes soldadosagüerando la victoria o lapérdida con tirar una dellas a los enemigos que primero topaban; si mataba oheríaera señal de victoriay si node pérdida. Por ninguna cosa dexabande cobrar la saetaaunque fuese con pérdida de muchos.

Tenía esta provincia veinte y ocho lugaresen que había docientos millvecinos; son bien dispuestoseran muy guerrerosy estonces no tenían par;eran pobresporque no tenían otra riqueza ni granjería sino las sementerascaza y pesca. Había a su modo toda buena policía y orden; eran los vecinos ymoradores muy respectados y tenidos de las otras gentes. Hablábase en ella treslenguas. En el templa mayor se sacrificaban cada año ochocientos y millhombres. Había cárcel públicadonde echaban a los malhechores con prisiones;castigaban lo que entre ellos era tenido por pecadoporque muchos había queellos no los tenían por tales.

Acontescióestando allí Cortésque un vecino de la ciudad hurtó a unespañol un pedazo de oro. Cortés lo dixo a Magiscacínel cual lo tomó tan apechos quehabiendo primero la informaciónhizo buscar con tanta diligenciaque se lo traxeron de Cholulánque es otra ciudadcinco leguas de Taxcala.Entregóselo con el oro a Cortéspara que hiciese justicia dél a su fuero yusopero él no quiso y agradesció a Magiscacín la diligencia y remitióselopara que hiciese dél. lo que le parescieseel cual mandó que con pregónpúblico que magnifestase el delictole llevasen por ciertas calles y despuésle traxesen al mercadoy puesto sobre uno como teatro le matasen con unasporrasy fue asíacompañandoel delincuente mucha gentea vista de losnuestros. Puesto en aquel teatroinclinada la cabezale dieron en ella ciertosmozos robustos tres o cuatro golpes con unas porras pesadas hasta que lehicieron pedazos la cabeza. Maravilláronse mucho los nuestros de aquellajusticiay de ahí adelante los tuvieron en másy aun los indiosquenaturalmente son inclinados a hurtarse recataron (lo que ahora no hacen) decometer hurtos.



 

 

Capítulo LI

De cómo al presente está fundada Taxcala y de los edificiosy gobernación della.

Como los indios de Taxcalaasí como los demás que se fueron sometiendo ala Corona real de Castillase iban aficionando a nuestras religiónleyes ycostumbrescomenzaron poco a poco a tomarlas y seguirlasprocurandoparescernos en todo lo que pudieseny así mudaron el orden y asientos depueblos y ciudadesen lo cual especialmente se señalaron los taxcaltecasporque está hoy Taxcalaque es cabeza de obispadoasentada en un vallealpie de una alta sierra que en la cumbre hay todo el año nieve; está por lasfaldas llena de pinos y cedrosde que se han hechocomo dirésumptuososedificios; pasa por medio de la ciudad el río que atrás dixe; entra muy grande(aunque por aquí corre mediano) en el Mar del Surdonde hay muchos lagartos yotros animales fieros. Está la ciudad ordenada por sus callesque son muyanchas y espaciosas; en lo baxo della tiene una plaza cuadrada y en medio dellauna muy hermosa fuente de cantería con ocho caños; en las dos cuadras de laplaza hay portalesy debaxo dellos tiendas de diversas mercadurías; en latercera cuadra hay dos casas muy sumptuosasla una se llama la casa realdondese resciben los Visorreyes y señores que de España vienen o vuelven por allí;en la sala principalalrededor de toda ellaestá pintado cómo Cortés vino ylo demás que le subcedió hasta llegar a Méxicoestá cosa bien de ver. En laotra casa reside el Gobernador y oficiales del pueblo que tienen cargo de larepública; recógense allí los tribuctos de Su Majestad y otros serviciostocantes a la república. En la cuarta acera hay otra casa donde posa el Alcaldemayorque es español y suele ser siempre hombre de cuenta; hace allíaudiencia con el Gobernador y Alcaldes. Síguese en la misma acera la cárcelpública y luego un mesón con agua de pie y muchos buenos aposentos; está enun corredor altopintada la vida del hombre desde que nasce hasta que muere; launa pintura y otra con muchos edificios y policía que en la dicha ciudad hayhizo hacer y pintar Francisco VerdugoAlcalde mayor que fue allívaróndiscreto y republicano. Al otro lado de la fuente está el rollohecho decanteríadonde se executa la justicia.

En lo alto de la ciudad está fundado un monesterio de Franciscos muysumptuoso y devoto; súbese a él por una escalera ochavada de cantería quetiene sesenta y tres escalonescon sus mesas muy espaciosasy es tan llana ytan artificiosamente labrada que por ella puede subir un caballo. Al pie destaescalera al un lado hay un hospital donde se curan los enfermosasí los indioscomo españoles. Tiene el monesterio una muy hermosa huerta con muchas fuentesde muy linda aguapoblada de frutales de Castilla y de la tierra.

La gobernación del pueblo es en esta manera: que de dos a dos años por suruedapor evitar discusionesse elige un Gobernador de una de las cuatrocabeceras con cuatro Alcaldes e doce Regidoreslos cuales todos en negocios derepúblicas se juntan con el Alcalde mayory otras veces ellos por sí hacen sucabildo. Hay muchos alguacilesporque la ciudad y provincia es muy grandequetendrá hoy cient mill vecinos y más. Cógese en su comarca gran cantidad degranacon que se han enriquescido los vecinosporque son aprovechados cadaaño en más de cient mill ducadosy así la caxa de su comunidad es muy rica.

Los campos son muy fértilesasí de maíz como de trigo y otras semillas.Hay tierras y asientos para ganado menor muchas y muy buenasdonde hay muy granmuy verdadero y tan al natural que es copia de ganado. Hase hecho esta ciudadmuy pasajera de carretas y arrias por industria de Francisco Verdugoque hizoen los ríos y quebradas que van a México y a la ciudad de los Angeles treintay tres puentes de piedra muy fuertes y vistosascada una de un ojo y algunas dedosa cuya causa es muy frecuentada de españoles. Hácese todos los sábadosen la plaza el mercado generaldonde concurren muchos españoles e grancantidad de indios; véndense allí muchas cosas de Castilla y todas las demásde la tierra. Tienen los moradores desta ciudad gran reputación y estima entretodos los indios desta Nueva Españaasí por el antiguo renombre de suvalentíacomo por haber tan leal y valerosamente ayudado a los españoles enla conquista de Méxicopor lo cual el Emperador los honróy en privilegios yexenciones los aventajó de todos los otros.

Tiene esta ciudad en su comarca más de cuatrocientas iglesiassin muchasque han mandado derrocar los obispospor no ser nescesarias y ocuparse el cultodivino y evitarse algunas demasiadas comidas y bebidasque con ocasión de lasadvocaciones de las iglesias los indios hacíany no poderse poner en cada unaministro y sustentarse. Hanse después acá los taxcaltecas señalado entodas las cosas que se han ofrescido al servicio de su Rey y hanlo tenido porpunto de honorcomo ello es.



 

 

Capítulo LII

Cómo Cortés invió a Pedro de Alvarado a México y de lo quetrató con los taxcaltecas acerca de los ídolos.

Estando así los negociosCortés determinó de inviar a Pedro de Alvarado aMéxicopara que en su nombre visitase a Motezuma y le hiciese saber cómodespachando ciertas cosas le iría a ver. Partió Pedro de Alvarado con uncompañero e un criado que le sirviese; llegó a Cholulaque fue la primerajornadadonde los principales de la ciudad le hicieron muy buen hospedajeaposentándole en la mejor casa que tenían. Estuvo allí un día e una nochepasó adelante y por todo el camino fue muy bien rescebido; llegó por susjornadassin acaescerle cosa memorablea la calzada de Yztapalapanque deMéxico está dos leguas pequeñasy como él no daba paso que Motezuma no losupieseciertos criados de Motezuma que allí estaban esperándole no ledexaron pasar adelantediciéndole que no podía ver al gran señor Motezumaque estaba malo de un gran dolor de cabezaque dixese lo que quería y queesperase allíque ellos le traerían la repuesta. Hízolo así Alvaradoporque no osó hacer otra cosa. Los principales volvieron y dixeron que porestar mal dispuesto su señorno daba otra repuesta a la embaxada del capitánCortésmás de que le inviaba allí cierto presente de oro y ropa rica e quecuando estuviese mejor inviaría sus embaxadoresrespondiendo a lo demás.Alvarado se volvió y vino por Guaxocingo y por Choluladonde especialmente lehicieron más honra y fiesta que en los demás pueblos. Llegó al real deCortésal cual y a los oficiales del Rey entregó el oro y ropa; holgáronsetodos mucho con su venidapreguntáronle muchas particularidadeslas cualesAlvarado contó por extensoporque las había mirado con cuidadopara daraviso cómo se habían de seguir adelante los negocios.

A Cortés no paresció bien el dolor de cabeza de Motezumaporque entendióque todavía quería no ser visto; aunque cuanto más el otro lo rehusabatantomás lo procuraba él con los mejores medios que podía; y asíacariciandocuanto en sí era a los taxcaltecas y viendo que en ellos crescía cadadía la afición y que en su falsa y diabólica religión eran tan observantesaunque como dando tientostodas las veces que podíales hablaba con losfarautes cerca del engaño en que estaban. Un día vio haber oportuno lugar paraello. Estando juntos los cuatro señores y los demás principales de Taxcalales dixo:

«Señores y amigos míos que en paz y en guerra sois los más señalados quehay en estas partes: El amor que me habéis mostrado y lo mucho que por él yoos debo me convidan y aun fuerzan a que lo que por algunas veces os he apuntadoos lo diga más claramenteporque de aquí adelante viváis desengañados yprofeséis la verdadera religión que nosotros los cristianos tenemos. Sabedpuesque no hay más que un Diosque crió el cielo que veis y la tierra quepisáisy no es posible ni cabe en buena razón que pueda haber muchos diosescomo vosotros adoráis; y esto veldopor vosotrosporque si dos igualmentemandan en una casano puede ser bien gobernadaporque ni siempre pueden estarde un parescerni hay hombre que en el mandar quiera superior ni igual; y comono puede ser que dos hombres sean igualmente fuertes ni igualmente sabiossinque el uno al otro haga ventajaasí no puede ser que haya muchos diosessinouno soloel cual es tan poderoso que todo lo críatan sabio que todo lo rigey gobiernatan bueno que nos sustenta y mantiene. Este solo Dios ninguna cosaquiere ni nos manda que no sea justa y buena e que nos convengaporque Élmanda que ni matemos ni quitemos la haciendani afrentemosni injuriemosnilevantemos falso testimonio a otroporque no es razón que quiera yo para otrolo que no querría para mí. Lo contrario desto quieren y mandan vuestros falsosdiosesporque tenéis por bueno que no queriendo ser vosotros sacrificadossacrifiquéis los innocentes; no queriendo ser robados y despojados de vuestrahaciendarobéis al que menos puede la suya. Después desto es gran lástimaque siendo el hombre señor de los peces que andan en el aguade los animalesque se crían sobre la tierra y de las aves que se crían en el aireestéistan engañados que subjectando a vuestro poder todos estos animalesa muchosdellos hechos de piedrade oroplata y barrolos adoréisadorando pordioses a los que por vuestras proprias manos hacéis y podéis deshacernolevantando el entendimiento a que ni pues vosotros no os hecistes a vosotrosmismosni los animales se hicieron a sí mismoses nescesario que haya un soloCriador y Hacedor de todo estoque ni es el cielo ni la tierrani el agua niel aireni las criapturas que veisni el hombresino una invisible causaunsumo principioun Dios que como no tiene cuerpo y está en toda parte no puedeser visto con los ojos corporaleshasta que nuestras almascriadas a susemejanzadespués de salidas de nuestros cuerposle vean. La razón nuestranos dicta estoy la fee por más alta manera nos lo enseña y declara.

«Bien sé que aunque esto que he dicho como cosa tan cierta y tan claraconvencerá vuestros entendimientosque por la costumbre tan larga que tenéisde lo contrariose os hará de mal creerlo y seguirlo; pero yo espero en esteDios que os predico que Él os alumbrará para que no siendo parte los demoniosque contradicensigáis su sancta y sabrosa leyentendiendo cada día mejor elerror en que por tanto tiempo os ha tenido nuestro adversario el demonio; yporque si no es oyéndonosno podéis creer ni entender lo que digodespuésque haya ido a México inviaré a quien oigáis y quien os enseñe. En elentretanto me haréis gran placer que dexéis estos ídolosfalsos y mentirososdioses que permiten lo que toda razón rehusaqueno queriendo ser comidoscomáis a otros.»

Oída esta pláticacomo era justocon gran atenciónrespondieron todosque les parescía bienpero dividiéndose en particulares paresceresunosdixeron que de grado hicieran luego lo que les mandabasiquiera porcomplacerlesi no temieran ser apedreados del pueblo; otrosque era recio decreer lo que ellos y sus antepasados tantos siglos habían negado y seríacondenarlos a todos y a sí mismos; otrosque podría ser que andando el tiempolo haríanviendo la manera de su religión y entendiendo bien las razones porqué debían hacerse cristianos y que con la comunicación y trato y con ver susleyes y costumbres se aficionaríanporque en lo que tocaba a la guerra yatenían entendido que eran invencibles y que su Dios les ayudaba mucho.

Cortésoída esta repuestacon afable y alegre rostro les replicó quebien estaba y que el parescer postrero llevaba más caminoque élcomo habíaprometidoles daría presto quien los enseñasee que entonces conoscerían elgran fructo que sacarían y el gran consuelo que sintirían sus corazones; yviendo que no era tiempo de apretarles másles rogó tuviesen por bien que enaquel templo donde estaba aposentado se hiciese iglesia para que él y los suyoshiciesen sacrificio y adoración a Diosy que también ellos podrían venirlo aver. Con muy buena voluntad dieron la licencia y aún vinieron muchos y los másprincipales a oír la misa que se decía cada día y a ver las cruces eimágenes que allí se pusieron y en otros templos y torresy aun hubo (porqueDios así lo guiaba) algunos que se vinieron a vivir con los nuestros.Finalmentetodos los de Taxcala mostraron grande amistadpero el que más seseñaló fue Magiscacínque parescía que traía escripto en el corazón elnombre de Cortésno apartándose de su lado ni hartándose de oír e ver a losespañoles.



 

 

Capítulo LIII

De la enemistad que se hizo entre mexicanos y taxcaltecas y dedónde y por qué causa proscedió.

Ya que Cortés se aprestaba cuanto podía para ir a Méxicoprocuró desecreto informarse del poder y riquezas de Motezuma y de la causa de las guerrastan bravas y tan antiguas que taxcaltecas tenían con mexicanos; procurótambién informarse del camino y de otras particularidades; y como a la sazónestaban en Taxcala los embaxadores mexicanos y los unos eran enemigos de losotrosdescubríancomo dicenlas verdades para entenderlas mejor hablabaCortés a los unos a escondidas de los otrosagradesciéndoles el parescer yconsejo que le daban. Decía Magiscacínprocurando apartar a Cortés de laamistad de Motezuma y del ir a Méxicoque Motezuma erano solamente ReyperoRey de Reyes y Príncipe de Príncipesa quien unos por amor y mercedes que leshacíay otros por temortenían tanto respecto y veneración que se teníanpor muy dichosos en servirleal comer y en otras cosas que se le ofrescían; yque su riqueza de oro y platapiedrasperlasplumaje y ropa rica era tangrandeque podía hacer ricos a muchos Príncipes; y que la ciudad donde teníasu silla y asiento era la mayor y más fuerte del mundoporque estaba fundadasobre una gran lagunay que las calles eran de agua y no se andaba ni podíanentrar sino con canoasque déstas había más de vente mille que a estaciudad concurrían todos los señores de la comarca y otros Príncipes de bienlexosporque era la Corte y no había otro señor a quien seguir ni servir; yque la gente que tenía era innumerableporque podíahaciendo guerra en treso cuatro partesponer en cada una un campo de docientos mill hombres de guerray que con esto él y sus mexicanos usurpaban los señoríos ajenos y extendíany ampliaban cada día más su imperiousandocuando vencíande grandescrueldadespara que las otras gentes se rindiesen y subjectasen a su imperiode temor de no experimentar semejante crueldad; y que eran de tan mal corazón(ca esta es su manera de hablar)que nunca guardaban palabrani teníansecretoni se acordaban de las buenas obras rescebidaspor grandes que fuesen;y pues que veía que eran muchosmalos y tan poderososque no se metiese entreellosporque no le podía subceder bien.

Y aunque estas cosas movieran a miedo y hicieran temblar la barba a otroporser tan verdaderas y dichas por hombre que tanto amaba a los españolesaCortés pusieron nuevo esfuerzo y ánimoengendrando en él mayor deseo deverlas. Desimuló con Magiscacínagradescióle el consejo y parescer y díxoleque se veía bien en ello antes que nada hiciese; y por saber bien de raíz losnegociospara mejor acertar en lo que emprendiesele preguntó qué tiempohabía que los taxcaltecas tenían guerra con los mexicanos y la causa.Magiscacíncomo el que bien la sabíale respondió que habría ochocientosaños que los mexicanos habían venido a poblar aquella lagunade muy lexastierras y que eran tiranosporque por fuerza de armas echaron a los otomíesque eran señores dellay que de noventa o cient años a aquella parte los taxcaltecastenían guerra con ellos por defender su patria y libertad; y que la principalcausa por donde las guerras eran continuas y tan cruelesque nunca tendríanfin hasta que el mundo se acabaseera que en tiempo del abuelo de Motezuma losmexicanos con ardid y engaño prendieron a un señor taxcalteca de losmuy principalesy después de haberle hecho muchas afrentas y muerto condiversos tormentosle embalsamaron y pusieron al solsentado en un banquillobaxo con el brazo tendido; y cuando le tuvieron muy secoinxutoy que deaquella manera podría durar mucho tiempole pusieron en el aposento del abuelode Motezuma para que cada nocheen oprobio y afrenta de los taxcaltecastuviese lumbre encendida en la mano derechaalumbrando cuando aquel tiranocenaba. Cuando Magiscacín llegó a estas palabrasno pudiendo detener laslágrimascon un sospiro que rompía las entrañasdixo: «¡Ohdiosesquemal lo habéis hecho en no habernos vengado de tan grande injuria!» Cortés loaplacó y prometió de vengarlediciendo que ya era llegado el tiempo en que lafalsa religión de los dioses se acabaría y cesaría la tiranía de Motezuma.Esto tuvieronaunque muy secretolos taxcaltecas en sus pinturas y losmexicanoslos unos para que viéndolo les cresciese la seña y deseo devengarlo; los otros para honra y gloria suya y afrenta de sus enemigos.

Mucho se holgó Cortés de que los taxcaltecas tuviesen tanta razónde tener guerra con los mexicanosporque entendiendo que no se podíanconfederar los unos con los otrosveía claro que sus negocios tendrían buensubceso.

Despedido con esto Magiscacínllamó a los embaxadores mexicanosque ibany venían con embaxadas de Motezuma. Preguntóles lo que Magiscacíny comocada uno defendía su partidodixeron que las guerras eran muy antiguas y muytrabadaspero que los señores de México (como ello era) las habíansustentado por dos cosas; la unapor exercitar en la guerra a los mancebosmexicanosque con la ociosidad se entorpecían y no podían ganar nada; laotraporque los señores de México sacrificaban cada añoespecialmente en eltemplo mayor de Huitcilopuchtligran número de gentee que por estoconservaba a los taxcaltecaspara tenerlos como en depósito para sussacrificiossin más lexoscomo a PancoMeztitlán Teguantepequedondehacía siempre guerra; y trayendo de allá prisionerospor los diversos templesde la tierramorían los más primero que llegasen a México. Esto negaban muyde veras los taxcaltecasporque solían prender y sacrificar tantosmexicanos cuantos de los taxcaltecas habían los otros sacrificadoe quemuchas veces los señores de México los habían cercado con todo su poder portodas partespero que ellos se habían defendidohaciendo más daño del quehabían rescebidoy que otras veces les habían corrido la tierra hasta lascalzadas de México. Esto debía ser asíporque después en el cerco deMéxicoyendo con Pedro de Alvaradoafrentando de palabra a los mexicanosdecían: «Bellacossalid acá. ¿No sabéis que antes de ahora como a gallinasos encerrábamos en vuestras casas?»

Cortéscomo dixeentendida tan pertinaz enemistadcomenzó luego a darorden en su partidaporque viendo que dexaba las espaldas segurastenía eljuego por ganadoy así invió a llamar a Magiscacín. Díxole que estabadeterminado de ir a Méxicoque viese lo que él o lo que los otros señores deTaxcala querían que negociase con Motezuma. Magiscacín no pudo sufrir laslágrimasporque cierto amaba tiernamente a los nuestros; pesóle de ladeterminación de Cortéspero como vio que no se lo podía estorbarle dixo:«Señorpues estás ya determinado de ir a Méxicotu Dios te favoresce eayude como hasta ahora ha hecho; rescibiremos merced en quesi pudieresalcances de Motezuma que sin pena algunaporque las tiene muy gravespuedanlos suyos vendernos algodón y salque son las cosas de que al presente ysiempre hemos tenido gran nescesidad.» Cortés se lo prometió y dixo que siotras cosas más hobiesen menesterque se las haría darcomo verían.



 

 

Capítulo LIV

Cómo Cortés determinó de ir por Cholula y de lo querespondió a ciertas mensajeros.

Los de Guaxocingoque siempre habían sido enemigos de los taxcaltecasvisto que eran tan amigos de los nuestrosse confederaron con ellosloscualespor intercesión de Cortésrestituyeron a los de Guaxocingo muchastierras que por fuerza de armas les habían tomadoporque en el hervor de susguerras los de Guaxocingo se habían hecho amigos de los mexicanospordefenderse de los taxcaltecas.

Puestos los negocios en este términoya que Cortés quería ir paraMéxicocuanto Magiscacín y los otros señores taxcaltecas procurabanque Cortés no fuese a Méxicotanto más los mensajeros de Motezuma que conél estaban procuraban queya que había de ir a Méxicofuese por la ciudadde Cholulay esto era por sacar a los nuestros de Taxcaladonde pesaba mucho aMotezuma que estuviesenrecelándose de lo que después le subcedió.

Mientras andaban estas cosasCortés tuvo nueva que Motezumade secretoinviaba a Cholula un exército de treinta mill hombres de guerra; y parafortificarsesi por allí quisiese pasar nuestro campolos cholutecastapiaron las pocas de las callesponiendo sobre las azoteas de las casas grancantidad de piedra; cerraron el camino real con mucha rama y palos que hincaronen el suelohaciendo otro de nuevo con grandes hoyos cubierto por encimahincadas dentro estacas muy agudaspara que cayendo los caballos se espetasen yno pudiesen bullirse. Creyó esto Cortésporque los cholutecasestandocercanunca habían inviado sus mensajerosni venido elloscomo habían hecholos de Guaxocingo y otros pueblos comarcanospor lo cualpara certificarse sila nueva era verdadera o node consejo de los taxcaltecas invió aCholula ciertos mensajeros a que llamasen a los señores y principalesdiciéndoles en breve qué era la causa por qué no habían hecho los que losotros pueblos. Ellos no quisieron venirinviándose a excusar con cuatro ocinco principalejosdiciendo que aquellos señores no podían venirque vieselo que mandaba. Cortés se enojóy tornando a inviar los mismos mensajeros queantes con un mandamiento por escriptoles mandó que viniesen todos dentro detercero díadonde noque los tendría por rebeldes y enemigos e que como atales los castigaría rigurosamente. Los cholutecas entraron en suconsejo; hubo diversos parescerespero como reinaba el temorsin el cual nohacen cosa acertada los indiosresumiéronse de ir otro día los más y másprincipales. Llegaron do Cortés estabay después de hecho un grancomedimientoporque son bien cerimoniosos en estohabló uno que era el másviejoy dixo: «Señor y valentísimo Capitán: Aquí venimos tus esclavos abesarte las manos y ver lo que nos mandas; peroante todas cosaste suplicamosnos perdones no haber venido cuando los otros pueblos ni cuando nos inviaste allamarporque los taxcaltecas son capitales enemigos nuestros y era cosatemeraria meternos por las puertas de los que nos desean y procuran beber lasangrey también porque hemos sabido que te han dicho de nosotros muchosmaleslos cuales no es razón que creaspues te los dicen nuestros enemigosaquien nunca se suele dar crédicto; y por que veas que es todo falso cuanto denosotros te han dichovente con nosotrosporque te serviremos como verás y tehospedaremos en nuestra casa con más amor y amistad que los taxcaltecasque no te aman tanto como paresce ni tú piensas.» Cortés respondió conseveridad pocas palabrasreprehendiéndoles el no haber venidodiciéndolesque donde él estaba no había que recelar. En lo demás dixo que él se iríacon ellospor ver si era verdad o mentira lo que le habían dicho; y esto quisoque pasase por ante escribanopara que a su tiemposi algo subcediesediesetestimonio dello.

Despidióse Cortés de los taxcaltecaslos cuales hicieron tan gransentimiento que parescía claro salirles de las entrañas el pesar querescebían de verle ir a México y por Cholula. Magiscacíncon muchaslágrimas por el rostrole tornó a suplicar excusase la partida; y como vioque no

podíasalió con élacompañado de los demás señores y principales deTaxcala. Proveyó Magiscacín para si alguna cosa acontescieseochenta milhombres de guerra que acompañasen nuestro exércitoal cualpor más de medialeguaacompañó toda la demás gente de Taxcalahasta los niños y mujeresque cubrían los camposllorando y diciendo palabras de grande amorque muchoenternescían a los nuestros. Unos decían: «Vuestro gran Dios os defienda ydé victoria contra aquellos enemigos nuestros.» Otros: «Muy solos nosdexáisque no nos habéis hecho obras de extranjerossino de más que padresy hermanos.» Algunosque eran valientesdecían: «Aunque nos hace faltavuestra presenciabien es que aquel tirano de Motezuma sepacomo nosotrossabemosvuestro grande esfuerzo y valentía.»

Andada media leguahizo Cortés señal de que aquella gente se volvieseparando un gran ratodespidiéndose con mucho amor de los viejos ancianosqueno dexó pasar adelante. Aquel día no llegó a Cholulapor no entrar de noche;quedóse a par de un arroyo que está cerca de la ciudad. Otro día por lamañana salieron otros muchos señores de Cholulaa rescebirle; suplicáronlecomo vieron la gran multitud de los taxcaltecasque no permitieseentrasen con élporque no podían dexar de hacerles gran daño. Cortésporestorbar el alboroto y escándalo que se podía seguirapartó al General y alos otros Capitanes taxcaltecas y agradescióles mucho la venida.Díxolescómo los cholutecasse recelaban dellospor ser tantos y tanvalientes; rogóles se volviesen a Taxcalaque solamente le dexasen cinco millporque de tan buena gente como ellos eran aquéllos bastaban; y que si algo seofrescieseque cerca estaban para poder hacer el oficio de verdaderos amigos.

El Generaldexando los cinco mill hombres que Cortés había pedidosedespidió y volvió con la demás gente muy contra su voluntaddiciendo quehasta México quisiera seguirle por ver en qué paraban los negocios; pero quepues él así lo queríase volvería luegoprometiendo en siendo llamadodeacudir con doblada gente que aquélla; y que por despedida le avisaba una ymuchas veces se recatase de los cholutecasque era mala gentequedecía uno y hacía otroaguardando la suyapara cuando menos se cataban losque trataban con ellos.

Cortés le agradesció mucho el consejo; respondióle que le tomaríaporquebien tenía entendido que aquella gente era de mala digestión y de corazóndoblado.



 

 

Capítulo LV

Del solemne rescibimiento que los cholutecas hicieron a losnuestros.

Después que Cortés llegó a aquel ríoantes que entrase en la ciudadmandó que aquella nochede cincuenta en cincuentapor sus cuartosse velaseel exército de los españoleslos cuales en el caminocon ser trecientos e iralgunos a caballoparescían tan pocos que Pedro de Alvarado volvió a losaposentos de Taxcalacreyendo que algunos quedaban en ellosde adonde sepodrá colegir que serían más de docientas mill ánimas las que salieron conlos nuestrosporque como dicen los que lo vieroncasi no quedó persona deningún estado y condisción que no saliese al campohaciendo el sentimientoque antes dixe.

Otro día de mañanacomo hizo a la salida de Taxcalaconcertó Cortés sugente en orden de guerra para entrar en Cholulaporque los embaxadoresmexicanos que con él habían estado en Taxcala le rogaron queya que sedeterminaba de ir a Méxicofuese por Cholula. Comenzando a marchar nuestrocampollegaron muchos señores vestidos de fiesta; dierona su costumbreaCortés y a los otros Capitanes muchos ramilletes olorososcon grandes muestrasde contentopor venir a su ciudad. Cortéscomo solíalos rescibióhumanamentey como Cholula se divide y reparte en seis grandes barrios yseñoríosque antes entre sí eran contrariospor seguir los unos la parte deMotezuma y los otros la de Taxcalasalieron cada uno por sí a rescebir a losnuestros. Aquí es de saber que como los tres barrios eran diferentes de losotros trespor la causa que es dichalos del bando de Motezumadiciendo queserían señores de Cholulaprendieron y echaron en jaula a los tres señorescabezas de los otros tres barriospor subjestión de Motezumay por grandespresentes que les invió. Soltáronse estos tres señores y viniéndose aTaxcaladonde Cortés estabale pidieron justicia; prometió de hacérsela;viniéronse con ély aquella noche que llegó al ríopara salir otro día arescebirlese fueron a Cholula. Salieron con estos señores grande música detrompetasatabales y caracolesy en pos dellas las personas religiosas ysacerdotes de sus templosvestidos de ropas sacerdotales a su manera; ibancantandocon ramilletes en las manoscon gran solemnidad; lo que el cantardecía era dar la norabuena de la llegada de los nuestros; ofrescieron en elcamino muchas rosaspanaves y fructas; era de ver cuán lleno estaba todo elcampo de gente. Desta manera entró Cortés en Cholulaen la cualpor no serlas calles muy anchas y estar las casas más juntas que en otros puebloseratanto el concurso de los vecinos y comarcanos que acudieron a ver a losnuestrosque tardaron muy grande espacio en llegar a los aposentoslos cualescomo eran viejos y maltratados y otros de los en que habían aposentado a Pedrode Alvaradodixo Pedro de Alvarado a Cortés: «Señormal me paresce estoque éstos no son los aposentos donde a mí me aposentaron cuando vuestra Mercedme invió a México; por tantosíganme todosque yo los llevaré a ellos»yfue así que tomando la delantera los llevó adonde había sido aposentadodeque los cholutecas se desabrieronaunque por estonces lo disimularonpara executar después mejor la traición que tenían armada. Cupieron muy bienlos nuestros y los indios amigos en aquellos aposentosporque eran muy grandesy tenían tan grandes salas y tantos cumplimientos que pudieran caber en elloscincuenta mill hombres; el patio de la casa era tan grande que cabían en élveinte mill personasporque en él estaba levantado un cu muy sumptuoso yalderredor del había muchos y muy crescidos árboles.

Aquel día proveyeron los cholutecas razonablemente de comidaasí alos nuestros como a los taxcaltecas y otros amigos. Buen rato antes queanochecieseCortés ordenó su realporque siempre estuvo receloso de latraición que le ordenaban; y porque en el camino y en la ciudad vio algunasseñales de lo que en Taxcala le habían dichohizo velar por sus cuartos atoda la gente aquella noche.

Otro día los cholutecas traxeron muy poca comida; no venían losseñores a visitar a Cortésy así de día en día se iban empeorando y dandoa entender lo que en sus pechos fraguabande que Cortés tomó peor Sospecha.Allí los embaxadores mexicanos tornaron a porfiar y a persuadir a Cortés queno fuese a México hasta decirlecomo le vieron perseverar en su propósitoque en México tenía su señor muchos y muy bravos tigreslagartosleones yotros fieros y espantosos animalesque echándoselosbastarían en una hora amatar a todos los que con él venían. Cortés se rió y desimuló el enojoporno quebrar con Motezuma. Dixo a los embaxadores: «No creo yo que vuestro señorserá tan mal comedido que porque yo le vaya a ver en nombre del Emperador delos cristianosRey e señor míonos suelte y eche esas fieras que decís; ysi lo hicierelo peor será para él y para sus vasallosporque nosotros somosde tal calidad que no nos pueden empecer esas fieras y presto veréissi noslas echancómo se vuelven contra vosotrosy nosotros las hacemos pedazos.»

Mucho se maravillaron desto los embaxadoresy prestosin que nadie losupiesedieron noticia desta repuesta a su señor Motezuma. Llegaron en estecomedio otros embaxadores con algunos presentesno tan ricos como los pasadosa porfiar que Cortés no pesase adelante.

ViendopuesDiego de Ordás que por una parte los cholutecas notraían comida y que tanto menudeaban los embaxadores mexicanosprocurandoestorbar la ida de los nuestros a Méxicodixo a Cortésacabando de comer:«Señorno me parescen bien éstos y creo que no me engañocomo otra vez avuestra Merced dixe en la Torre de la Victoria.» El Capitánpor que nodesmayasen los que presentes estabandando con la mesa en el suelodixocomomuy enojado: «¡Válame DiosDiego de Ordásy qué de miedos tenéis! ¿Quénos han de hacer éstos ni los otros por muchos más que sean?»



 

 

Capítulo LVI

Cómo los cholutecas se concertaron con los mexicanospara matar a los nuestrosy del castigo que en ellos hizo Cortés.

Entendiendo los embaxadores mexicanos que casi por horas iban y venían doCortés estabaque contra la voluntad de su señor procuraba ir a México y queni por amenazas ni por ofertas mudaba propósitoteniendo de secreto poder paraello de su señorse concertaron y aliaron con los cholutecasque anteshabían sido amigos de los taxcaltecasen quetomando las calles yhaciéndose fuertes en las azoteascon la cantidad grande de piedra que teníanescondidade sobresalto acometiesen a los nuestros sin dexar hombre a vida; ypor que con mayor ánimo acometiesen estoles hicieron ciertos que dos leguasde Cholula estaban cincuenta mill hombres de guerra inviados por Motezumaasípara asegurarloscomo para que si acaso los españoles escapasen de sus manosmuriesen a las de los otros. Prometieron también los mexicanosde parte deMotezumagrandes interesesy dicen que dieron al Capitán principal dellos unatabal de oro; y como tras las dádivasque suelen de ir conforme al proverbioque quebrantan las peñaslas buenas y aparentes palabras tienen más fuerzadiciendo muchas que agradabanmovieron de tal manera [a] los cholutecas

que unánimes se determinaron de hacer lo que los mexicanos pedíanprometiendo de entregarles a los españoles atados; pero como eran hombres deguerrarecelándose de la poca fee de los mexicanostemiendo que debaxo deamistad no se alzasen con su tierrano los consintieron entrar en la ciudad.

Hechopuesel concierto todo lo más secretamente que pudieroncomenzarona alzar el hato y sacar fuera los hijos y mujeresy no a la sierracomo diceGómaraporque Cholula no tiene sierrasino muy lexos. Viendo Cortés el ruintratamiento que los cholutecas les hacían y el mal gesto que lemostrabanqueriéndose partirsupo de Marinala lengualos tratos en queandaban mexicanos y cholutecas; y la manera por donde Marina lo supofueque otra india muy amiga suyamujer de un principal cholutecaapartándola muyen secretole dixo: «Hermanapor lo mucho que te quiero y por el amistad queestos días hemos tenido juntaste ruego que el bien que te quiero hacer enquerer salvar tu vidame pagues con callar un secreto que te descubriré; y sipiensas decirleno te diré palabra y tú morirás antes de muchos días.»Marinaque era sabia y de buen entendimientobarruntando lo que podía serlerespondiópor sacarle del pecho todo lo que sabía: «No tengo yo en tan pocomi vida ni tu amistadque aunque fuese en lo que me has de decir la muerte demuchos hombresno lo callase como si jamás me lo hubieras dicho; por tantonote receles y haz cuenta que hablas contigo misma.» Estonces la otraabrazándolale dixo: «Estos cristianos con quien vienes son malosroban yatalan nuestra haciendasseñorean las tierras por donde pasanquieren ser denosotros servidosespecialmente ahora que se han señoreado sobre los taxcaltecas;siendo tan pocospresumen de hacer por muchosy están engañadosporque los cholutecasy mexicanos están concertados un día desta semanacuando estén másdescuidadoso cuando se quieran irmatarlos a todos; por tantoporque a ti note maten a vueltas delloste aviso te vayas comigo con las otras mujeres a unaparte secretadonde hemos de estar en el entretanto que esto se hace.»

Marina se lo agradesció mucho y contemporizó con elladiciéndole quetenía razón; y cuando tuvo lugar lo contó todo a Cortésel cual difirió lapartida y prendió luego a dos que andaban muy negociados y que le paresció quelo sabrían. Tomó a cada uno aparteamenazóle con una daga en las manos quele puso a los pechos; confesaron ambos una misma cosaconfirmando lo que Marinahabía dicho; y tiniéndolos en apartadoque otros no lo supieseninvió allamar a los señores y principalesa los cuales dixo que no estaba satisfechodellos por el mal tratamiento que le habían hecho y por el poco amor que lemostraban. Rogóles que no le mintiesen ni anduviesen con él en tratos ocultosque si algo queríancomo hombres valientesle desafiasen y no anduviesen conél en traiciones. Elloscomo vieron que ninguna cosa clara les descubríadixeron que eran sus amigos y servidores y que siempre lo querían ser y que lesdixese cuándo se quería partirpara irle a servir por el camino armadosparasi alguna cosa se le ofresciese con los mexicanos. Cortéscon desimulaciónse lo agradesció y dixo que otro día se quería partir y que no quería másde los indios que [lo que] hobiese menester para llevar el fardaje y la comida.Pidióles de comer; ellos se sonrierondiciendo entre dientes: «¿Habéis deser presto comidoscocidos con chiley pedís comida? Ciertosi nosupiésemos que Motezuma os quiere para su platoy dello no se enojaseya oshabríamos comido.» Aunque esto dixeron murmurando y quedono faltó entre losnuestros quien lo entendiese y se lo dixese a Cortésel cualcomo en todo lodemásestuvo con el recato y reportamiento que convenía para poder hacermejor el negociodióles priesa que les diesen tamemesmandó a los quetenían cargos en el exército anduviesen solícitosmandando adereszar lascargaspara que por ninguna vía se pudiese entender la venganza que pretendíatomar de los que con tanto engaño para tanto mal como se esperabale habíanrescebido. Llamó aquella noche a los Capitanes y a otros hombres principalesalos cuales dixo lo que tenía determinado de hacer; avisóles de que ni un puntodiscrepasenpor que no se perdiese el juego que tenía por ciertoque elcastigo que pensaba hacer en los cholutecas había de ser causa que losmexicanospor más que fuesense recelasen de intentar semejantes traiciones.

Otro díabien de mañanalos cholutecaspensando que tenían eljuego ganadomuy solícitos y diligentes comenzaron a traer los tamemesy paramás desimularalguna provisión de comida para el camino. Traxeron tambiénsegún algunos afirmanaunque otros lo nieganhamacas donde fuesen losenfermos o los más regaladospara que en ellascomo en andaslos pudiesenmatar a su placer. Vinieron asimismo hombres escogidos por muy valientesconarmas secretas para matar al que de los nuestros se revolviese; y porque noacometían cosaespecialmente de guerraque primero no la comunicasen con susdioseslos sacerdotes sacrificaron a su Quezalcoatl diez niños de a tresañoslas cinco hembras. Esta era especial cerimonia suya cuando comenzabanalguna guerratanto que si después les subcedía malechaban la culpa a lafalta que en el sacrificio había habido.

Los Capitanes dellos se pusieron cuanto desimuladamente pudieron a las cuatropuertas del patio y aposento de los españolescon los que traían armas.

Cortésque no dormíamadrugó más que los cholutecasy muycalladamente avisó a los de TaxcalaCempoala y otros amigos de lo que habíande hacer a su tiempo; mandó estar a caballo a los que los teníandiciendo alos demás españoles que cuando se soltase una escopeta estuviesen prestos paraacometerporque les iba en ello la vida. Ya que era bien de díaviendo que seiban juntando los cholutecasmandó llamar los Capitanes y señores dellos conachaque que se quería despedir dellos; entraron hasta cuarenta dellos dondeCortés estaba y entraran muchos más si los dexaranpero como faltaba unodellosque era el más viejo y más principalasí por su nobleza como por suconsejodixo Cortés que se lo llamasen; respondieron los demás indios que noestaba bien dispuesto; replicó Cortés que no se iría de allí hasta que se lotraxesenporque se quería despedir del y decirles algunas cosas que lesconvenían; fueron por ély venidoestando todos juntoscon rostro grave yseveropor la lengua les dixo: «Yo siempre he tratado con vosotros verdad yvosotros comigo mentira; yo os he amado como hermanoy vosotros me habéisaborrescido como a enemigocomo se ha parescido bien desde que entramos envuestro pueblo; rogástesme y con dañada intencióncomo se ha parescidoquedespidiese a los de Taxcala; hícelo de gradoaunque ellos me dexaron contra suvoluntadbarruntando lo que habíades de hacer; mandé el los de mi compañíaque no os hiciesen enojo aunque ellos le rescibiesen; y magüer que no mehabéis dado de comercomo era razónno he consentidocomo vosotros sabéisque ninguno de los míos os tomase ni aún una gallina; heos avisado muchasveces que tratásedes comigo verdad y que si quexa alguna teníades de mí o delos míosme la pidiésedes como valientes hombresque yo os satisfaríaporque mi venida no era para agraviar a nadie. En pago destocreyendo que no sehabía de sabery que la maldad había de poder más que la virtudestáisconcertados de nos matar hoy a mí y a los míos; venís de secreto armadostenéis tomadas las calleslas azoteas llenas de piedrala ropaniños ymujeres inviados fuera; habéis os confederado con cincuenta mill mexicanos queestán dos leguas de aquíesperándome a un mal pasopara que si nosescapásemos de vosotros no nos librásemos dellos. Vedpuesqué merescéispor tan gran maldad. Moriréis todosy en señal de traidores vuestra ciudadserá asolada y hombre no quedará vivoni tenéis por qué negarlopues yo losé; ni por qué pedir misericordiapues la gravedad del delicto no lameresce.»

Ellosoídas tan particulares señas de la verdadenmudescieronyespantadosdemudada la colorse miraban unos a otrosdiciendo: «Este es comonuestros diosesque todo lo saben; no hay para qué negarle cosa»y asíconfesaron luego delante los embaxadores que se hallaban presentes ser verdadtodo lo que Cortés había dichoel cual apartó cuatro o cinco delloscréeseque entre ellos al viejo; preguntólesestando lexos los embaxadoresporqueasí convenía para lo que intentabaqué era la causa de aquella traición;ellos contaron el negocio desde el principio y dixeron cómo los embaxadoresmexicanos por mandado de Motezumaque no quería que los españoles entrasen ensu tierralos habían inducido a ellos y que toda la culpa era de Motezuma y delos embaxadores. Estoncesdexándonosse volvió adonde los embaxadoresestaban haciendo del ladrón fiel; díxoles cómo aquellos de Cholula lequerían matar a inducimiento suyo e por mandado de Motezumapero que él no locreía porque Motezuma era su amigo y gran señor e que los tales río solíanmentir ni hacer traicionese que por esto quería castigar aquellos bellacostraidores y fementidosy que ellos no temiesenporque eran personas públicasyentre todas las nascionesinviolablesen especial siendo inviados por tangran Príncipea quien debía servir y no enojarel cual debía ser tanvaleroso y de tanta bondad que no era posible mandase cosa tan fea. Todos estoscumplimientos hacía e decía por no poner el negocio en riesgo y descompadrarcon Motezuma hasta verse en México.

Los embaxadorescomo tenían tanta culpaaunque Cortés les daba a entenderque no la teníanse desculparon como quien defiende mentira; pero quedaroncontentos con la seguridad de la vida.

Mandóhecho estomatar algunos de aquellos Capitanes que le paresciótenían más culpay dexando los demás atadoshizo disparar el escopetaqueera la señal que tenía dada a su gente. Arremetieron los nuestros de súbitocon gran ímpetu y gritasiguiéndolos los amigos taxcaltecas y cempoalesesque pelearon valerosamente. Los del puebloviéndose sobresaltados y queninguna cosa menos pensaban que aquellose turbaron de tal manera queaunqueresistíanno sabían lo que hacían.

Fue tan grande el estrago que los nuestros y los indios amigos hicieronqueaunque los del pueblo estaban armados y las calles con barreras y la batalladuró cinco horasmataron más de seis mill hombresquemaron todas las casas ytorres que hacían resistenciaecharon fuera los más de los vecinoscorríanlas calles sangreno pisaban sino cuerpos muertos. La grita de los que subierona las azoteas y a las torres de los templos y la de los indios amigos era tangrande que ponía mucho pavor. Proveyó Cortés que si niñosmujeresviejos oenfermos hallasenno tocasen a ellos; hiciéronlo asíy así en todo le dabaDios victoria. Los más valientes se subieron a la torre mayorque tenía cientgradas; llevaron consigo a los sacerdotes del templo cuya era la torre;defendiéronse con gran esfuerzohaciendo mucho daño en los nuestros conflechas y piedras. Requirióles Cortés que se diesen; díxoles que por señasde aquel anillo que les inviaba se diesenporque no les haría mal alguno.Mofaron desto todossino fue uno que se baxóa quien los indios amigosrescibieron bienguardiaron y defendieroncomo Cortés había prometido; losdemás se abrasaron con el fuego que los nuestros les pusieron; blasfemaban lossacerdotes de sus diosesquexábanse de lo mal que lo defendían y de lo pocoque volvían por su templodiciendo que mal hubiesen y que les pesaba dehaberlos servido. Subiése uno a lo más alto de la torre e a grandes vocesdixo: «¡TaxcalaTaxcalaahora vengas tu corazón; tiempo vendrá queMotezuma vengue el nuestro!» Tardó en quemarse aquella torre aquel día y lanoche hasta que amanesció. Saqueó Cortés la ciudad; los nuestros tomaron eldespojo de oro y plata y pluma; los indios amigos mucha ropa y salque era loque más les hacía al caso; hicieronhasta que el Capitán mandó que cesasenel estrago que pudieron.

Los Capitanes que presos estabanviendo la destruición y matanza que en suciudad se hacíacon lágrimas y compasión grande suplicaron a Cortés soltasealgunos dellos para ver qué habían hecho sus dioses de la gente menuday queperdonase a los que vivos quedabanpara tornarse a sus casaspues no teníantanta culpa cuanto Motezuma que los había sobornado. El soltó doslos cualestuvieron tanta autoridad en el puebloque otro día estaba la ciudad tan llenay sosegada como si jamás hubiera faltado hombre ni habido alboroto. Luegoaruego de los taxcaltecasa quien los presos tomaron por intercesoreslos perdonó y soltódexándolos libresavisándoles que mirasen de ahíadelante cómo vivían y la merced que les había hecho en otorgarles la vidaydixo que de aquella manera castigaría a todos los que le mostrasen malavoluntad y le mintiesen y tratasen traición .Quedaron con esto muy temerosos;hízolos amigos con los de Taxcalacomo lo habían sido en tiempos pasadosantes que quebrasen el amistad que entre ellos habíacomo la rompieron porinducimiento de Motezuma y de sus antepasados.

Los cholutecascomo era muerto su generalcon licencia de Cortéseligieron otro porque Cholula era Señoría como Taxcala.



 

 

Capítulo LVII

Del asiento y población de Cholulay de su religión.

Choluladespués de Taxcalaera en la Nueva España la principal Señoríaporque en genteedificios y comarca y religiónque era lo que principalmentese miraba entre los indiostenía la primacíaaunque Taxcalafuera de lareligiónera más y tenía mayor nombre. ErapuesCholula ciudad muypopulosa; estaba y está al presente puesta en un muy hermoso llano; tieneveinte mill casas en lo que llaman ciudadporque caresce de muros; y fuerabien lexosque ellos llaman estanciaspor arrabalestiene otras veinte millcasas. Era en su gentilidad la ciudad hermosa de verasí por de dentro como depor fueraa causa de las muchas torres que salían de los templosque erantantossegún algunos dicencomo días hay en el año; y porque algunostemplos tenían dos torresse contaron más de cuatrocientas.

Gobernábase esta ciudad por un Capitán general que la república elegíacon el consejo y parescer de algunos nobles que podían ser elegidos en el mismocargo. Asistían a los negocios los principales sacerdotesporque ninguna cosaemprendían pública que no se tratase primero por vía de religiónpor locual a Cholula llamaban todos los indios el sanctuario de todos los dioses.Ahora gobiérnase por un Gobernador y por Alcaldes y Regidores al fuero deEspaña. Tiene un solo templotan sumptuoso como le hay en toda Castilla;tiénenle y administran en él los sacramentosreligiosos de Sant Francisco;tiene una casa de cabildo y otra do se hospedan los caminantesmuy buenas; hayen la plaza una muy hermosa fuente; las callesal modo de Castillason muylargas y anchas. Cógese mucha cochinillaque llaman grana de las Indiasde lacual hay grandes contratacionesporque se lleva por todo el mundo. Los camposson muy fértilesasí para todo género de sementales como para ganados; muchaparte de la tierra se riegapor ser llana y tener un río grande; podríaseregar mucha mássi quisiesen. Los hombres y mujeres son de buena dispusicióny parescer. En lo de las mujeresque dice Gómaraque eran plateras yentalladorasse engañaopor mejor decirle engañaronporque nunca tratanoficios de hombresocupadas en hilar y texer. Había entre ellos muchosmercaderes que iban a tratar muy lexos de allí. Los vestidos de los pobres erande nequénque se hace de los magüeyes; los nobles y gente rica sevestía de algodón con orlas de pluma y pelos de conejo.

Aquí los nuestros hallaron pobreslos que nunca habían visto hastaestonces; créese que los más venían de fuera a causa de la gran religión queallí habíacomo romeros en España. Los de la ciudad estaban asío porenfermedades o porque no tenían tierras que labrara causa de la mucha genteque la ocupaba.

El templo de la ciudadque tenía cient gradasera dedicado a Quezalcoatlque quiere decir «dios del aire»el primer fundador de aquella ciudadvirgencomoellos afirmaban y de grandísima penitenciainstituidor delayunodel sacar sangre de la lengua y orejas y de que no sacrificasen sinocodornicespalomas y cosas de caza. Nunca se vestió sino una ropa de algodónblancamuy ceñida al cuerpotan larga que cubría los piespor mayorhonestidad; encima una manta sembrada de cruces coloradas. Tenían ciertaspiedras verdes que fueron suyascomo por reliquias; una dellas es una cabeza demonamuy al natural. Iban y venían al tiempo que los nuestros allíestuvieronque serían veinte díastantos a contratar y muchos a verque eracosa maravillosay lo que más a los nuestros puso en admiración fue ver laloza que en los mercados se vendíatan prima y de tan varias y diversascolores que en España no se habían visto semejantes.

Vieron otras muchas cosas que les dieron gran contentoaliende del suelo ycielo de aquella ciudadque cierto son de los buenos y más alegres que hay enel mundo. Tieneentre otras cosas notablesocho leguas de allíun monte quelos indios llaman Popocatepecdel cualprimero que prosiga lo que Cortéshizodiré algo en el capítuloque se sigue.



 

 

Capítulo LVIII

Del monte que los indios llaman Popocatepec y los nuestrosVolcán.

Porque estando en Cholula los nuestros y viendo ocho leguas de allí un muyalto montecuya cumbrecomo el monte de Ciciliahumeaba y aun echaba fuegopreguntaron a los moradores cómo se llamaba y si alguno había subido adondeparescía aquel humo. Respondiéndoles que nolos nuestrosy especialmenteCortéstuvo gran deseo de saber qué había allí.

Me parescióaunque después trataré más largo destopor haberse tenidoen este lugar la primera noticiadecir lo que estonces pasóy es que como losindios habían encarescido mucho la subida a aquel volcánpor ser tan ásperay nunca pies humanos haberla holladoCortésque para las cosas arduas ydificultosas tenía alto e invencible ánimoestando juntos los principales desu exércitoles dixo: «Bien seríacaballerosque pues tan cerca tenemosaquel monte tan alto y tan extraño en su maneraque alguno de nosotrossubiésemos a élasí porque me paresce que pues hay humo y muchas vecesparesce fuegoque debe haber piedra azufrede que poder hacer pólvora cuandola que traemos se acabarecomo para que estos indiosque tanto nos encarescenla aspereza y dificultad de su subidaentiendan que lo que a ellos es imposiblea nosotros es fácil. Fuera destoque tantocomo veisimportallégasequesi se puede subir a lo alto puédese ver desde allí la tierra de México y lademás que alderredor delmonte estápara que siquieracomo en trazaveamos alo que vamos y por dónde.»

A todos paresció muy bien lo que Cortés dixoaunque pocos se determinarona subirentre los cuales el principal fue Diego de Ordáshombre para mucho enla guerrael cual subió con nueve compañeros y muchos indios del pueblo quelo guiaban y llevaban de comer. Era la subida más áspera y embarazosa de loque le habían encarescidoy aunque algunos se arrepintieron y otros secansabanalentándose los unos a los otrosHegaron a encumbrar tan alto queoyeron el ruido grande que dentro habíapero no osaron subir a lo alto doestaba la bocaporque temblaba la tierra y había tanta ceniza que impedía elcamino: pero Diego de Ordás y otroprimero que todos se volviesendeterminaron de ver el cabo y misterio de tan admirable y espantoso humo y fuegoque tanto ruido hacíae porque Diego de Ordás les decía que sería cosavergonzosa que españoles no saliesen con lo que se ponían y dexasen de darrelaciónpues a ello se habían ofrescido; y asíaunque más los indios losatemorizabansubieron allá por medio de la ceniza y llegaron a lo postrero pordebaxo de un espeso humo. Miraron por un rato la bocaque era tan grande ydesemejada que les parescía tener media legua de circuito: espantáronse muchode ver aquella profunda concavidad y del ruido grande que dentro retumbabaqueestremecía la tierra; vieron (aunque los que después subieron lo niegan) tantofuego abaxo que hervía como horno de vidrio. Desde allí Diego de Ordás vio aMéxico puesto sobre el alaguna; vio a los otros grandes pueblos que estaban ensu comarcaporque el día hacía muy claroy las casa principalestemplos ytorres blanqueaban; alegróse por extremopor el contento que dello había derescibir Cortés; miró bien los caminos que iban hacia México y considerócomo hombre del guerraotras particularidades que después hicieron mucho alcaso. No se pudo detener lo que quisierapor ser tanto el calor y humo que losforzó a volverse por las mismas pisadas que habían subidopor no perder elrastro y perderse.

Apenas (según dice Gómara) se hobieron desviado y andado un pedazocuandocomenzó a lanzar ceniza y llama y luego ascuas y al cabo muy grandes piedras defuego ardientesde menara que a no hallar do se metieronque fue debaxo de unapeñaparescieran allí abrasados. Esto niega Andrés de Tapiauno de losvalerosos conquistadores que huboel cual subió allá con trecientos indiosotra vez e dice haber entrado en este volcán ochenta brazas abaxo y afirma nohaber visto salir aquel fuego de ordinario. La verdad de todo esto trataré máslargo cuando diga cómo Mesa y Montaño entraron y sacaron azufre. Finalmentecomo estos españoles baxaron y traxeron tan buenas señasespantados losindios de verlos venir vivos y sanosse llegaban a ellos con grandeacatamientobesándoles la ropa como a dioses; diéronles muchos presentillos:tanto se maravillaron de aquel hecho.

La superstición que los indios comarcanos tenían cerca destopor donde semaravillaron más de la baxada de los nuestrosera tener entendido ser aquellauna boca de infiernoadonde los señores que mal gobernaban o tiranizaban latierraiban después de muertos a purgar sus pecados y de allí a un lugar dedescanso y de deleite como paraíso.

Llamaron los nuestros a esta sierra Volcánpor la semejanza que tiene conla de Cicilia. Es tan altaque de muchas leguas alderredor se vee y jamás lefalta nieve; paresce de noche que echa llama; alderredor de la sierra es latierra más fértil y más poblada de la Nueva Españaporque a cuatroa seisa diez e hasta veinte leguas alderredor tiene los más principales pueblos y demás gente que hay en toda la Nueva España. El pueblo más cercano que tiene esGuexocingopueblo muy grandemuy vistoso y muy fértilaunque Calpa estájunto a la falda.

Estuvo diez años esta sierrasegún decían los antiguosque no echóhumoy el año de mill e quinientos y cuarenta tornó como primero; no se hapodido saber la causa. Traxo tanto ruido cuando volvió a humear que pusoespanto a los vecinos que estaban a cuatro leguas y más adelante; salió tantohumo y tan espesoque los viejos decían no haber visto cosa semejante; lanzótanto y tan recio fuego que su ceniza llegó a GuazocingoQuetlaxcoapanTepeacaCholula y Tlaxcalaque está diez leguasy aúncomo escribeGómaraque llegó a quincecubrió el campoquemó la hortaliza y árboles yaun los vestidos e hizo en otras cosas mucho dañode que los moradores seaternorizaron tantoque algunos de los más cercanos pensaron dexar la tierra yapartarse más lexos.



 

 

Capítulo LIX

Cómo Motezuma consultó con los de su consejo si sería biendexar entrar a Cortés en México o no.

Hecha la matanza y castigo que habéis oído en los traidores y fementidos cholutecasque fue tal que los ballesteros tiraban a los indios que se habían subido a losárboles que estaban en el patio del templolevantándose otro día los vivosquepara guarescerse habían echado en el suelo y hecho mortecinos entre losmuertos; y después de Lares el herrador traxo con algunos compañeros una yeguaque el día de la batalla con el ruido se había soltadoque fue cosa de hartoánimo y de mucha dificultad; finalmentedespués de haber inviado a la VillaRica cuatrocientas indias para servirporque dellas había muy gran nescesidad;y después de haber los indios taxcaltecas sacado cuatro días arreo losmuertos del patio y de las plazasporque hedían mucha; y después que losseñores de Tepeacavista esta tan impensada venganzainviaron en presente aCortés treinta esclavas y alguna cantidad de orodándole la norabuena yofresciéndole su tierra y casasde que no poco holgaron los nuestros por teneraquellos más de su parteMotezumaque no ignoraba nada destoinviaba amenudo mensajeros por ver si podría excusar la venida a México de loscristianos. Cortésque no quisiera romper con Motezuma antes de entrar enMéxicoamohinándose de tantas palabras y excusasdixo a los embaxadores queasistían con élque no entendía cómo un tan gran Príncipe como su señorque por tantas veces le había inviado a decir con tantos caballeros que era suamigo y deseaba complacerle en todobuscase maneras cómo le dañar o matar conindustria ajenaporque si no le subcediese bien se pudiese excusary asíhacer los negocios a su salvo; e que pues no hacía el deber a quien era nimantenía su palabra como Príncipe y señorque él iría a su pesar aMéxicopues de voluntad no lo queríay que como había de ir amigo yfavorescedor de sus cosasiría como enemigo y destruidor dellas. Ellos sedemudaron con estas palabrasporque Cortés las dixo conmás alteración de laque tenía. Desculparon lo mejor que pudieron a su señor y rogáronle que no seenojase y que diese licencia a uno dellos para ir a Méxicopues el camino erabreve para volver presto con la repuestaque sería a su voluntad. Inviaron alque dixeronhablándole en puridad el enojo que Cortés tenía y ladeterminación en que estaba. Cortés dio la licencia de buena ganaporqueentendía que de aquella manera iba el negocio bien guiado. Volvió dende a seisdías el mensajero con otro compañero que había ido poco antes; traxeron diezplatos de oromill e quinientas mantas de algodónmucha suma de gallipavosde pan y cacao y cierto vino que ellos conficionan de cacao y maíz;ofresciéronlo a Cortés; dixéronle y con grandes juramentos que su señor nohabía entendido en la conjuración y liga de Cholulani se había ordenado talcosa por su mandado ni parescersino que aquella gente de guarnición que allíestaba era de Acacinco y Azacamdos provincias suyas y vecinas de Cholulaconquien tenían alianza y comparanzas de amistadlos cuales por inducimiento deaquellos bellacos urdieron aquella maldad; y quecomo vería de ahí adelantesería leal y verdadero amigoaunque siempre lo había sidoy que fuesenorabuena a su ciudadque allí le esperaría; y que si le había rogado que novinieseno era sino porque no se pusiese en trabajo o no le acontesciese algunadesgracia por los caminosque eran ásperos y de mala gente.

Mucho holgó Cortés con esta repuestaespecialmente con aquella palabra quenunca la había podido sacar a Motezumael cual se movió a decirla más por elmiedo que cobró del estrago y matanza que Cortés había hecho en Cholulaquepor las palabras que el mensajero le había dichotanto quevolviéndose a losprincipales que con él estabandixo: «Esta es la gente que nuestro dios medixo que había de venir y señorear esta tierra.» Dichas estas palabras no sinsospiro y gran alteración del almase fue luego a visitar los templos;encerróse en el principaldonde estuvo en oración e ayunos ocho díasenteros; sacrificó muchos hombrespensando aplacar los diosesque debíanestar enojados; hablóle allí el diablocon quien muchas veces solíacomunicar sus cosasel cual lo consoló y animóy esforzándole le dixo queno temieseque él era gran Príncipeseñor de infinitos hombres muyvalientes y exercitados en guerra y que los cristianos eran muy pocos; que losdexase venirque después haría dellos a su voluntad y que no cesase en lossacrificiosen especial en los de carne humanano le acontesciese algúndesastre y que procurase tener favorables y propicios a Vicilopustli yTezcatepuclapara que le guardasenporque Quezalcoatldios de Cholulaestabaenojado porque le sacrificaban pocos y maly por esta causa no fue contra losespañolespor lo cualy porque Cortés le había inviado a decir que iría deguerrapues de paz no queríaotorgó que fuese a México a verle.

Ya Cortéscuando llegó a Cholulaiba con poder más que el que hastaallípor el ayuda de Taxcala; pero después del estrago que hizo en Cholulasu nombre y fama se extendió por toda aquella tierra hasta que Motezuma y lossuyos lo oían cada día por momentosy como hasta estonces se maravillaroncomenzaron dende adelante a temery asímás por miedo que por amor leabrían las puertas por doquiera que iba. Procuró Motezumacomo consta de lopasadoestorbar la venida a Cortésponiéndole miedos con los peligros de loscaminoscon la fortaleza de Méxicocon la muchedumbre de hombres y con suvoluntadque resistíaque era más fuertepues tantos señores la temían yobedescían; pero como vio que con nada desto se acobardada Cortésdeterminócon dádivasque con todos los hombres pueden muchodetenerle y vencerlesabiendo que era aficionado a oro y que lo tomaba de buena gana. Engañósepor[que] cuanto más le inviabaera más cebo para desear ver los nuestros lo quehabía en aquella gran ciudad; y así viendo Motezuma la porfía de Cortéstornó a preguntar al diablo lo que había de hacer en tal casoy esto despuésque tomó parescer con sus Capitanes y sacerdotes. El demonio le dixo que dexasevenir aquellos pocos cristianosque en una mañana los podrían almorzar atodos en la primera fiesta y sacrificioque hiciese.

Estaban también Motezuma y los mexicanos deste parescerentendiendo que eradeshonra tomarse con tan pocosespecialmente siendo embaxadoresaunque esta noera la principal razónsino el temor que poniéndose en guerra los taxcaltecasy otomíescomo después lo hicieronlo apretaran con el ayuda de tanvalerosa gente como eran los españoles.



 

 

Capítulo LX

Cómo salió Cortés de Cholula para México y de lo que en elcandno le subcedió.

Después del castigo que Cortés hizo en Cholulaestuvo veinte días en laciudadasí para dexarla pacífica como para informarse mejor de las cosas deMéxico y sabercomo lo hizolo que desde el Volcán se parescía; y asíluego que tuvo la deseada repuesta de Motezumasalió muy en orden de Choluladespidiendo algunos indios amigos que se quisieron volver a sus casasaunquelos más se quedaron con él.

Los embaxadores mexicanosque nunca pensaron que Cortés se atreviese a ir aMéxicofue de ver cómo a cada paso despachaban mensajeros a Motezumadiciéndole por horas lo que pasaba. Los cholutecas principalesacompañaron a Cortésque no vían la hora que verle fuera de su pueblonopor las malas obras que les hizosino por la ruin intención que ellos tenían.

Cortés no quiso echar por el camino que los de Motezuma le guiabanque erapor Calpapueblo muy junto al volcánpor ser caminocomo desde la mismasierra habían vistomuy áspero y muy malo y dondecomo los cholutecasdecíanestaban los de México en asechanza y celada para matar a los nuestros.Siguió otro camino más llanomás desembarazado y más cerca; reprehendió alos mexicanos por ello; ellos respondieron que lo guiaban por allíaunque noera buen caminoporque no pasase por tierra de Guaxocingoque eran susenemigos: esta fue falsa excusapor lo que adelante se vio. No caminó aqueldía nuestro exército más de cuatro leguaspor dormir en unas aldeas deGuaxocingodonde fue bien rescebido y proveído de todo lo nescesario; dieron aCortés algunos esclavosropa y oroaunque no muchoporque estonces eranpobresa causa que Motezuma los tenía acorralados por de la parcialidad deTaxcala; ahora son muy sobrellevados y muy ricosa causa de la grana que cogeny de otras granjerías que tienen.

Otro día antes de comersubió un puerto entre dos sierras nevadasde dosleguas de subidadonde si los cincuenta mill soldados que habían venido paramatar los españoles en Cholula esperaranlos tomaran a manossegún la nievey frío que les hizo. Desde la cumbre de aquel puerto se descubrían muy clarolas tierras de Méxicola laguna con sus pueblos alderredorque es la mejorvista de todo el mundopor ser muchosmuy pobladosmuy fértiles y de muchosy muy hermosos edificios que desde lexos campeaban maravillosamente. Holgótanto Cortés con tan hermosa vista cuanto algunos de sus compañeros temieronporque hubo entre ellos diversos paresceressi llegarían o no. Los unosconfiando en la buena ventura de su caudillodecían que síe que aquella erala tierra que Dios les había prometidoy que mientras más morosmásganancia; los de parescer contrario decían que no convenía tentar más a Diosporque había mill para uno dellos. Levantóse con esta discordia una manera demotín ocultopero Cortéscon su prudencia y buen juicio le deshizo concierta desimulaciónacariciando a los unos y esforzando a los otrosdándolesgrandes esperanzas para la gran prosperidad en que se habían de ver; y comoellos vieron que él era el primero de los trabajos y que tanto iba por él comopor ellosperdieron el miedoaunque después de la grandeza de Méxicoleshabían puesto miedo los árboles que a la baxada deste puerto estabanatravesados por el caminoque no solamente los de a caballopero ni aun los dea pie podían pasar. Demás destoen un paso hallaron hecha una cava honda ylarga donde se podía esconder mucha gentepara saltear a los nuestros cuandoles paresciera. Al pasar deste puerto durmió una noche en la cumbre délnuestro exército con todo el recato posible; oyeron gran vocería de indiosmexicanos aquella noche; las velas mataron quince espíasy por poco MartínLópezque fue el que hizo los bergantinesmatara a Cortés con una ballestaque tenía armada y encaradaporque con la obscuridad de la noche no devisabamás del bulto; ya que quería apretar la llavediciendo Cortés «¡A la vela!se detuvoy estonces Martín López le dixo que otra vez hablase de más lexosno le acaesciese la desgracia que estoncesa detenerse un pocole pudierasubceder. Cortés le alabó sa cuidadoy habiendo dado una vuelta al realsevolvió a su tiendadando gracias a Dios por haberle guardado y librado delpeligro en que estuvo.



 

 

Capítulo LXI

De lo que otro día avino a Cortés a la baxada del puerto.

Otro día de mañanabaxando nuestro exército a lo llano de la otra partehalló una casa de placer en el campomuy grande y de muchos aposentosrodeadade muchas frescuras. Alojáronse todos los españoles en ellay los indiosamigos que venían de TaxcalaCholula y Guaxocingoy de prestoporque son muyhábiles para estohicieron muchas chozas de rama y pajaa uso de la tierra;tuvieron muy buena cena; serían hasta seis mill. Dicen que los vasallos deMotezuma se comidieron a hacer chozas a los tamemes o hombres de carga. Tuvieronencendidos grandes fuegosy los criados de Motezumavisto que era bien hacerde grado lo que habían de hacer por fuerzaproveyeron abundantemente a losespañoles e indios de lo nescesarioy aunpor hacerles más regaloa sucostumbreles tenían mujeres de buen parescer.

Estando allí nuestro campovinieron a él muchos señores principales deMéxico a ver y hablar a Cortés y entre ellos un pariente de Motezumael cualrepresentaba bienpor el autoridad y acompañamiento con que veníalamajestad y grandeza de su señor. Diéronle tres mill pesos de Ororogándolemucho se volviesediciéndole que padescería gran pobrezahambre y ruincaminoa causa de que en México no se podía entrar sino en barquillosniandar por la ciudad ni entrar en las casas sino por ellos; y que aliende de serla ciudad muy enfermapor el agua sobre que estaba fundada y los malos vaporesque della salíanse podrían ahogar y los que viviesen padescer mucho trabajoy aun con el nuevo y destemplado temple no podrían tener salude que por estole rogaban y aconsejaban se volviese; e que si lo hacía por que su señorreconosciese y tributase al Emperador de los cristianosque le darían muchotribucto puesto cada año en la mar o donde lo quisiesene que para él ledarían muchos haberes con que se volviese a su tierra muy rico.

Cortés lo rescibió con la acostumbrada afabilidaddio a todos cosillas demercería de Españaespecialmente al pariente de Motezumaa quien hizocomoera razónmás particulares regalos y comedimientos. Díxolesdesimulandobien la mohina que sentía por el contradecir tantas veces su ¡da a Méxicoque él holgara mucho servir a tan poderoso Príncipesi pudiera hacerlo sinenojar a su Rey y señor; y que pues de su ida no había de venir a su Altezaningún enojosino mucho serviciohonra y bieny no había de hacer otra cosamás que verlehablarle y volverseque no rescibiese pesadumbre dellopuesél de otra manera no podía cumplir con lo que su Rey e señor le mandabayque estaba su Alteza obligado a servirle y mandarle entrary responderlepersonalmentepues era embaxador de un tan gran señor como era el Emperador delos cristianosque le quería comunicar y tener por amigo. En lo demás dixoque de lo que aquellos caballeroscriados de su señor Motezumacomíancomerían ellose que aquel agua de su laguna no era nada en comparación dedos mill leguas de mar muy profundo que habían navegadosólo por ver y dar suembaxada al gran señor Motezumay comunicarle ciertos negocios de muchaimportancia cerca de su religión y administración de república.

Volvieron con esto algunos dellosquedando muchos ysegún algunos dicenbien armados de secreto para acometer a los nuestros en viéndolos descuidados;pero como Cortés nunca lo estaba y entendió de los indios amigos que debíaestar recatadohizo saber a los Capitanes y embaxadores e a otras personasprincipales que Motezuma inviaba por horascómo los españoles no dormían denocheni se desnudaban las amias ni vestidosy que si sentían andar algunoentre ellos o que estaba en piele matarían luegoy que él no era parte pararesistírseloporque era esta su natural condisción; por tantoque lo dixesena sus soldadospor que se guardasenporque le pesaría sisiendo asíavisadosmatasen alguno dellos. Con todo esoaquella noche vinieron espíaspor fuera del camino para ver si era aí que los españoles no dormían. Lasvelas y escuchas nuestras toparon con tres o cuatro dellos; matáronlos luegocomo habían sido avisados. El otro díaaunque los hallaron muertosno osaronhablar en ello ni quexarse. Aprovechó tanto este ardid de Cortésque de ahíadelante se apartaban bien lexos los mexicanos del alojamiento de los nuestrosy aún dicen que Cortés avisó a los indios amigos para que dixesen lo mismo alos mexicanos.

Este mismo díaen amanesciendocomenzó a marchar nuestro campo; fue a unpueblo que se dice Amecamecados leguas de donde salióque cae en laprovincia de Chalcopueblo que con sus aldeas tiene más de veinte millvecinos. El señor dél salió a rescebir a Cortés muy bien acompañadodiólecuarenta esclavas y tres mill pesos de oro y de comer dos días abundantementey en secretodescubriendo su pechole dio muchas quexas de Motezumadiciendoque a él y a otros señores comarcanos tenían muy opresos; que deseaba seofresciese tiempo en que públicamente pudiese magnifestar sus quexas y librarsede la servidumbre en que estaba. Cortés no poco holgó con estas palabrasporque aquel era gran señor y las decía con tanta ansia que mostraba bien elpesar de su corazón. Estaba cerca de México para cuando fuese menester.Consolóle Cortésdióle algunas cosas de Castilla con que se alegró y holgómucho; quedaron de secreto muy amigosY otro día cuando fue tiemposalió conlos nuestros buen trecho de Amecameca. Allí se despidió de Cortéstornándole por un poco de espacio de tiempo a hablar en puridaddiciéndole loque antes y suplicándole le avisase cuando menester fuese.

Anduvo aquel día nuestro campo cuatro leguas; vino a un pequeño lugarpobladola mitad en agua de la laguna y la otra mitad en tierraal pie de unasierra áspera y pedregosa. Acompañaban a los nuestros muchos criados deMotezumaproveyendo con mucho cuidado en lo que era menesterlos cualesaunque exteriormente mostraban amorquisieron con los del pueblo aquella nocheacometer a los nuestros. Inviaron sus espías para saber lo que de nochehacían; pero las que Cortés puso eran españolesque mataron dellas hastaveintey así viendo los mexicanos lo poco que los nuestros dormían y lo malque les subcedía lo que intentabancesaron de procurar matarlosy era cosacomo dice Gómaramuy de burlar y de reír que cada hora procurasen de matar alos nuestros y no fuesen para ello.



 

 

Capítulo XLII

Cómo otro día de mañanaal tiempo que nuestro exércitopartíallegaron doce señores y lo que más subcedió.

Luego otro díabien de mañanaya que se quería partir el exércitollegaron doce señores mexicanos con muy gran copia de gente que losacompañaba. El principal y a quien los demás respectaban era Cacamacínsobrino de Motezumaseñor de Tezcucomancebo de veinte y cinco años; veníaa su uso ricamente vestidoen unas andas a hombrosy como le abaxaron dellasle iban limpiando la tierra por donde iba andandoquitando las piedras y pajasque era la mayor veneración que le podían hacer; acompañábanle dos de losotros señoresmás viejos y de más autoridad; iban siguiéndole los otros conla genteque cubría el campo.

Como Cortés supo quién erale salió a rescebir fuera de la tienda;abrazóle y hízole muchos comedimientos y asimismo muy buen recogimiento a losotros. Entraron solos los doce señores con él en la tiendadonde Casamacíncon grande autoridadcon pocas palabrasdixo cómo él y aquellos señoresvenían a acompañarle; desculpó a Motezumaquepor estar enfermono veníaél mismo a rescebirle. Cortésprimero que adelante prosiguieserecelándosede lo demás que después le dixole respondió ser grande la merced que él yaquellos señores le habían hecho en salir a rescebirle y acompañarle y queél se lo serviría adelante; que le pesaba de la enfermedad del gran señorMotezumay que aunque estuviera buenono era para él tanta mercedsino paraotro tan gran Príncipe como ély que por eso iba él y aquellos pocoscompañeros a besarle las manos y dar la embaxada del Emperadorsu señor.

Casamacín y los otros señores todavía porfiaron en que los españoles setornasen y no llegasen a Méxicodando a entender que allá no los rescibiríany defenderían el paso si porfiasen entrarcosa cierto que con mucha facilidadpudieran hacer con quebrar la calzadaque fuera tanta resistencia queimposibilitara la entrada; pero como andaban ciegos y turbados y Dios encaminabade otra manera que ellos pensaban los negociosno se atrevieronaunque no erantantospara resistir como pudieran. Dióles Cortés cosas de rescatehablándolos amorosamentecomo siempre lo hacíano dexando de proseguir sujornadaprocurando tratarlos así para que sabiéndolo Motezuma no se lehiciese tan de mal su venida. También salían muchos mexicanos al caminoasíde la ciudad como de los lugares comarcanosa ver los españolesymaravillados de sus barbasvestidosarmascaballostiros y de la novedad queen todo mostrabandecían: «Verdaderamenteestos son dioses.»

Cortés les avisaba siempre que no atravesasen por entre los españoles nicaballosni se llegasen a tocarles la ropasi no querían ser luego muertos.Esta hacía con gran sagacidadlo uno porque no se desvergonzasen con lacomunicación y trato a tener en poco las armas españolassino que siemprecomo no tratadaslas temiesen; lo otroporque dexasen abierto el camino parair adelante sin interromperles el orden y concierto que llevabanen que sueleconsestir la mayor fuerza de la gente. Desta maneraaunque era infinita lagente que los rodeaba sin pesadumbre llegaron a un pueblo que se llamaQuitlauca. Tenía dos mill fuegos; está todo fundado sobre agua; es pueblo muyfresco y de gran pesqueríaantes de llegar al cual entraron por una calzadaancha más de veinte pies; duró más de media legua. Eran las casas del pueblomuy buenas y de muchas torres. El señor dél con muchos principales salió arescebir a Cortés más adelante de la calzada; hízole muy alegre y buenrecogimiento y proveyó el exército abundantemente de lo nescesario; rogómucho al Capitán se quedase allí aquella nocheel cual lo hizo porcondescender con su ruego y por saber dél qué tal era el camino de allí aMéxico. Hablaron los dos en secreto aquella noche gran rato; quexóse muchoaquel señor de los agravios que Motezuma a él y a otros hacía; magnifestólecon harto recelo de ser entendido el deseo que tenía de por cualquier vía quefuese verse libre de su tiranía y subjeccióndiciendo que si él y los suyoscomo parescíaneran diosesque debían poner en su antigua libertad a muchosseñoresque de secreto estaban agraviados; que sería fácilintentándolosalir con elloporque todos le ayudaríany estocomo lo decía muy de verasno pudo resistir a las lágrimasde ver las cuales no poco se holgó Cortésaunque mostró compasión. Díxole que sosegase su corazónque prestotendrían todos contentoporque el gran señor Motezuma haría lo que él lerogase. Esto dixo asíporque si el otro descubriese algono entendieseMotezuma que iba con ánimo de hacerle guerra. En lo demás le preguntó quétal era el camino para Méxicoel cual le respondió que muy bueno y todo poruna calzada como la que había pasado. Descansó con esto Cortésca iba condeterminación de parar allí y hacer barcas para entrar en Méxicoaunque contodo estuvo con pena y cuidado no le rompiesen los mexicanos las calzadasporlo cual llevaba muy gran advertenciayendo muy sobre aviso él y sus Capitanesinviando buen trecho adelante dos de a caballoque descubriesen lo que había.

Cacamacín y los otros señores le importunaron no se quedase más allísino que se fuese a Yztapalapaque no estaba sino dos leguas adelante y era deotro sobrino del gran señor. El hizo lo que tanto aquellos señores le rogabanporque no le quedaban sino dos leguas de allí a Méxicoque podía entrar enella otro día a buen tiempo y a su placer en aquella imperial ciudad. Fuepuesa Yztapalapay aliende que de dos en dos horas iban y venían mensajerosde Motezumale salieron a rescebir buen trecho el señor de Yztapalapa y elseñor de Cuyoacántambién pariente y de la casa real de Motezuma. Iban conellos tantos indios que era bien de verporque toda la calzada estaba cuajadade gente; presentáronle esclavasplumajesropa y hasta cuatro mill pesos deoro. Cuetlauacael señor de Yztapalapale hizo por las lenguas un muycomedido parlamentodándole el parabién de la venida en nombre del granseñor y de los otros señores sus deudoscriados y esclavosque así lo eransegún estaban subjectos. Abrazó Cortés a estos dos señores; dióles algunascosascon que mucho holgaron por su extrañeza; respondióles graciosamentediciendo que él venía de parte del gran Emperador de los cristianos aservirlosconoscerlostratarlos y tenerlos por muy amigos y darles lo que ensu tierra había. Con esto entró en Yztapalapadonde Cuetlauaca hospedó atodos los españoles en su casaporque era una de las grandes que había en elseñorío de Motezuma. Tenía grandes patioshermosos cuartosaltos y baxosmuchos y muy frescos jardineslas paredes todas de cantería y la madera muybien labrada; los aposentos muchos y muy espaciososcolgados de cortinas dealgodónmuy ricas de su manera. Había a un lado una huerta con mucha fruta yhortaliza; los andenes de la huerta y jardines eran hechos de red de cañascubiertos de rosas y flores muy olorosas. Había estanques de agua dulce conmuchos pescados; la huerta era tan grande que en ella había una alberca de caly cantode cuatrocientos pasos en cuadro y mill e seiscientos en tornoconescalones hasta el agua y aun hasta el suelo por muchas partes; tenía muchassuertes de pecesacudían a ellas muchas garcetaslabancosgaviotas y otrasavesque muchas veces cubrían el aguacosa cierto muy de ver.

Miró Cortés todas estas cosas y entendió por ellas la grandeza de Méxicoy ser una cosa de las más notables del mundoe dicen que allí se alegró másque en otra partediciendo a algunos de sus amigos que muy presto tendríantodos el premio de sus trabajosy esto se le confirmó bienpor lo que luegodiré del rescibimiento que Motezuma le hizo.



 

 

Capítulo LXIII

Cómo salió Motezuma a rescebir a Cortés.

Primero que Cortés saliese de Yztapalapa para ir a Méxicoaunque Motezumale había inviado a decir que viniesetodavía procuró excusarloinviándoleallí ciertos caballeros suyoslos cualesno de su partesino como que ledaban consejole dixeron que se volviese y que se le daría todo lo que pedirquisieseporque de allí a México no había caminosino por aguay que él ylos suyos no sabían la manera de andar por aquella laguna y que se perderían yanegarían luego. A estas pláticas se halló Teuchiprincipal de Cempoalaelcual por cierto caso había estado en Méxicoy como vio que aquellos mexicanostan claramente mentíandixo a Cortés: «Señorno creas a éstosporque yohe estado en México y te llevaré hasta las casas de Motezuma por una muyhermosa calzada que hay de aquí allá.» Quedaron avergonzados los mexicanos yCortés los reprehendiera ásperamentesino que se reportó porque nosubcediese algún desmán rompiéndole la calzadaque era toda la resistenciay así les dixo que porque eran criados del gran señor Motezumano los mandabacastigar por la mentira que le habían dichoque se fuesen con Dios y no ledixesen másporque también sabía que si el gran señor Motezuma lo supieselos castigaría gravemente. Ellos se fuerondándose a entender que Cortés noentendía otra cosa de lo que decíay con estoaunque infamados dementirososiban contentoscreyendo que el honor de su señor estaba salvo.

Cortésque se le hacía ya tarde por entrar en la deseada ciudadcomenzóa poner luego en orden su gente con más aviso que hasta allíporque acudíainfinita gente y de toda se recelabapor ser del imperio de Culhúa.

Al salir de Yztapalapa y por el camino mandó a pregonar que ningún indio seatravesase por el caminosi no quería ser luego muerto. Aprovechó tanto estepregón queaunque la gente era tanta que fuera de la calzada en canoasacudían a ver a los nuestros gran número de hombresiban holgadamente por lacalzada.

Está Yztapalapa dos leguas de México por una calzada muy ancha queholgadamente van por ella ocho caballos en ringlera; es tan derechasino es auna enconada que haceque desde el principio se podían ver las puertas deMéxico; a los lados della están Mexicalcingoque es pueblo de cuatro millcasaspuestas todas sobre agua; Coyoacánque tendrá seis millassentadosobre tierra firmefértilmuy sano y alegre; y Huicilopuchcoque tendrácinco mill casas. Tenían estos tres pueblos en su gentilidad muchos templos ytorres muy levantadasencaladasque desde lexos con el sol resplandecían comoplata; adornaban mucho los pueblos y parescían bien desde afuera. Agora haymonesterios bien edificados y que dan mucho lustre y ornamentohechos de lapiedra que había en los cúes o templos del demonio. El mayor trato que enestos pueblos había era de salno blanca ni buena para comerespecialmentepara los españoles y para los indios que eran noblesaunque muy buena parasalar tocinos y otras carnes; hácese de la superficie de la tierra que estácerca de la laguna y es toda salitral; los panes della son casi de color deladrilloredondos; hácese con artificio en cierta maneralarga de decir; eragran renta para Motezumay así es ahora gran trato para los moradorestantoque muy lexos se lleva a otras partes.

En esta calzada había de trecho a trecho puentes levadizas sobre los ojos docorría el aguade la una laguna a la otra. La una laguna es de agua dulce y esmás alta que la otray aunque entra en ella no se mesclan muchopor lascalzadas que están de por medio.

Por este camino iba Cortés con trecientos españoles. Engáñase Gómara endecir que eran cuatrocientosporque los demás quedaron en la Veracruzyotroscomo está dichomurieron. Seguían al exército español hasta seismill indios amigos de los pueblos que había pacificadollegó cerca de laciudaddonde se junta otra calzada con éstadonde estaba un baluarte fuerte ygrande de piedrados estados altocon dos torres a los lados y enmedio unpretil almenado y dos puertasfuerza harto fuerte. Aquí se detuvo Cortésporque salieron a rescebirle cuatro mill caballeros cortesanos y ciudadanosvestidos a su usanza todo lo más ricamente que pudieron y todos de una manerapor su orden. Cada uno como llegaba a do Cortés estabatocando con la manoderecha la tierra y besándolase humillabay pasando adelantese volvía allugar de donde había salido. Tardaron en hacer esto más de una hora y fue cosade ver y bien extraña a los nuestros. En este lugar puso después Cortés elreal cuando cercó la ciudad.

Desde el baluarte se sigue todavía la calzada y tenía antes de entrar en lacalle una puente de madera levadizade diez pasos anchapor el ojo de la cualcorría el agua; es ahora de piedra y está cerca de las casas que fundó Pedrode Alvarado. Hasta esta puente salió Motezuma a rescebir a Cortés debaxo de unpalio de pluma verde y orocon mucha argenteríacolgando; llevábanlo cuatroseñores sobre sus cabezas; iban delante tres señoresuno en pos del otrocada uno con una vara de oro levantada a manera de ceptros. Estas llevabadelante de sí Motezuma todas las veces que salía fueraasí por agua como portierraen señal de guión y muestra de que el gran señor iba allípara quelos que le topasenaunque no le viesenhiciesen la reverencia y acatamientoque a su señor debían. Llevaban a Motezuma de brazo dos muy grandes señoresconviene a saberQuetlauacsu sobrinoocomo otros dicensu hermanoyCacamacínsu sobrino; venían todos tres ricamente vestidos y de una manerasalvo que Motezuma traía unos zapatos de oro que ellos llaman cacles; son a lamanera antigua de los romanos; tenían gran pedrería de mucho valor; las suelasestaban prendidas con correas. Los dos señores que le llevaban de brazo ibandescalzosporque era tan grande el respecto que se le teníaque ningunoentraba donde él estaba que no se descalzase los zapatos ni osase levantar losojos. Iban criados suyos delantede dos en dosponiendo y quitando mantas porel suelopara que no pisase en la tierra; iban a mediano trecho en pos déldocientos señores como en procesióntodos descalzos y con ropas de otra másrica librea que los tres mill primeros. Motezuma venía por medio de la calle yéstos detrásarrimados cuanto podían a las paredeslos ojos en tierraporno mirarle a la caraporquecomo digoera desacato.

Cortésa mediano espaciocomo le viose apeó presto del caballo y conél algunos caballeros. Como se juntaronle fue a abrazar a nuestra costumbre;los que le llevaban de brazo le detuvieronporque les paresció que era granpecado que hombre alguno le tocasepues le tenían como a cosa divina;saludáronseemperocada uno a su mododando el uno al otro la buena veniday el otro agradesciendo el favor y merced de salirle a rescebir. Cortés conmucho comedimiento y muestras de amor le echó al cuello un collar de margaritasy diamantes y otras piedras de vidrio; Motezuma se le inclinó un pocomostrando que con benignidad e imperial majestad rescebía el don y servicio;fuese delante un poco con el sobrino que le llevaba de brazoy mandó a suhermano que se quedase acompañando a Cortés; llevábale por la mano por mediode la calleno consintiendo que español ni indio se llegase. Fue esta la mayorhonra que Motezumasiendo tan gran señorpudo dar a Cortésporque leigualó a sí.

En esto los docientos caballeros de la libreauno a unocomenzaron a darleel parabién de la llegadasegún y como está dichoa su modo. No acabaran enaquel día si todos o los nobles de la ciudad hubieran de hacer lo mismoperocomo su Rey e señor iba delantevolvían todos la cara a la paredpor laveneración grande que le teníany así no osaron llegar los demás quequedaban a saludar a Cortés.

Motezuma se holgó con el collar de vidrio que Hernando Cortés le habíaechado al cuelloporque era extraño y nuevo para élaunque no rico; y comosea condisción de Reyes querer más dar que rescebirélpor no tomar sin darmejorcomo gran Príncipellamando a dos camareros suyosles mandó traer doscollares de camarones coloradosgruesos como caracolesque ellos tenían enmucho; de cada caracol colgaban ocho camarones de oromuy al natural labrados yde a xeme cada uno. Traídosparó Motezuma hasta que Cortés llegóy con suproprias manos se los echó al cuellocon grande amor. Túvose esto por muyespecial favor entre los indiosca se maravillaron mucho de que tan granPríncipe hiciese tan señalado favor cual nunca había hecho otro.

Ya en esto acababan de pasar la calleque duró por un tercio de legua; eraanchaderecha y muy hermosa llena de casas por ambas aceras. Tiene Méxicosegún en su lugar diréal presentelas mejores calles y casasa una manode todo lo que se sabe que hay poblado en el mundo. A las puertasventanas yazoteas de aquellas tan largas aceras había de hombres y mujeres tanta multitudque los unos ponían admiración a los otros. Ellos se maravillaban de laextrañeza de los nuestrosde sus barbasrostros y vestidosde los caballosarmas y tirosy decían: «Dioses deben ser éstosque vienen de do nasce elsol.» Los viejos y que más sabían de las antigüedades y memorias de sugentilidadsospirandodecían: «Estos deben de ser los que han de mandar yseñorear nuestras personas y tierrapues siendo tan pocosson tan fuertes quehan vencido tantas gentes.» Los nuestros estaban abobados de ver tanta gentecuanta jamás no solamente no habían vistopero ni imaginadoy así decían:«¿Qué es esto? ¿Es encantamientoo hay aquí juntado toda la gente quedexamos atrás? Ciertosomos de buena ventura si éstos nos fueren amigos.»Desta manera llegaron a un patio muy grande que era recámara de los ídolosque fue la casa de Axayacacín. A la puerta tomó Motezuma de la mano a Cortés;metióle dentro a una muy gran sala; púsolo en un rico estrado de oro ypedrería; díxole estas palabrasque fueron muy de señordeseoso de le hacertoda merced y favor: «En vuestra casa estáis; comed y bebeddescansad y habedplacerque luego torno.» Cortéssin responderle palabrale hizocomoacetando la mercedel comedimiento que a tan gran señor convenía.

Este fue el rescibimiento que MotezumaRey de muchos Reyes y poderosísimoPríncipehizo al muy valeroso y no menos venturoso Fernando Cortés en la granciudad de Tenuztitlán Méxicoa ocho días del mes de noviembreaño delnascimiento de Christo de mill e quinientos y diez e nueve años.

Cuentos Amatorios

Libro cuarto

(Continuación)



 

 

Capítulo LXXIII

Cómo Sandoval vino a Tapaniquitadon de Cortés estabay decómo vinieron los cempoaleses a quexarse de Narváezy lo que sobre ellopasó.

En el entretanto que estas cosas pasabanel campo de Cortésmarchando pocoa pocovino a Cotastladonde estuvo tres días padesciendo gran nescesidad decomidaporque sin los indios de servicio y otros muchos que acompañaban elcampolos españoles eran docientos y másy comieron solamente ciruelasquea ser de otra nasciónse corrompieran y murieran los más. De allínadahartospartieron para Tapaniquitadonde hallaron algún refrigerioporquehallaron un poco de maíz que comer. Detuviéronse allí cuatro díasasí poresperar a Gonzalo de Sandovalque andaba huyendo por la sierra arriba con lagente de la Villa que había quedado en la marcomo por rehacerse del trabajo yhambre que en el pueblo antes habían padescido. Al cabo de los cuatro díasatoda priesallegaron unos indios con cartas de Sandovallas cuales contabancómo había desamparado la Villa por no juntarse con Narváezy las demásparticularidades que cerca dello acaecierony que aquella noche sería con suMerced. Estuvo Sandoval y los suyos casi un día en pasar el río. Holgósemucho Cortés con las cartassubió luego a caballo con otros algunoscaballeros y salió a rescebir a Sandovalasí porque lo merescíacomo porquehacía mucho al caso su venidapara salir con la demanda que llevaba. Llegóbien tarde Sandovalabrazólo Cortésholgóse por extremo con élque eravaliente y de buen seso; fue hasta entrar en el pueblopreguntándole muchascosascenaron luegoaunque noeran menester muchos cocineros para adereszarla cenaque era poca y ruin.

Otro díaa las ocho o las nueve de la mañana vinieron muchos indios condos principales: el uno se decía Teuchey el otro Arexcolos cualesennombre de los demás que con ellos veníanse quexaron a Cortés gravemente deNarváez y de los suyosdiciendo que era tabaliloque quiere decir ensu lengua «malo» porque no hacía justicia a ellos ni a los demás indios quede los suyos se quexabanpor las fuerzas y robos que les hacíannodexándoles patogallina ni conejo que no se lo robaseny que lo que mássentían era que les tomaban las hijas y mujeresusando dellas a su voluntadhaciéndolos trabajar por fuerzae que a esta causa se habían ido muchos delpuebloy que si él no lo remediabapresto se irían todos los demás; queviese lo que más conveníaporque ellos no harían más de lo que él mandasepues le tenían por señor y no conoscían a otro que a él.

Cortés sintió mucho el mal tratamiento de los cempoalesesaunquejustificaba mucho su causacondoliéndose delloslo que ellos tuvieron enmucho; dioles las gracias; rogóles se volviesen a Cempoala y que comunicando elnegocio con sus deudos y amigosse saliesen del pueblo para cuando él llegaseporque había de echar fuego a las casas y a los españoles que en ellasestabanpor ser malos y de mal corazón y que no eran de su casta ygeneraciónsino de otra que ellos llamaban vizcaínos.

Los indioscon esta repuestadándole muchas gracias y besándole lasmanosse volvieron muy contentosdiciendo que saldrían del pueblo luego quesupiesen su venida y que le ayudarían con todas sus fuerzasviniendo a lasmanos con Narváeza quien deseaban ver fuera de su tierra por los malostratamientos que les hacía y había hecho.



 

 

Capítulo LXXIV

Cómo antes que esto pasase tornó Narváez a inviar otrosmensajeros a Cortés a requerirle con las provisionesy de lo que sobre ellopasó.

Primero que esto subcediesecomo Narváez vio la burla que Cortés habíahecho dél en prenderle los primeros mensajerosentró en consejo con laJusticiaRegidores y Oficiales de Su Majestad y con algunos otros caballeros ypersonas principalesy con mucha indignación dixo cosas de Cortés que nicabían en él niaunque cupieraneran para caber en boca de persona tanprincipal; finalmentedespués de haberle ido a la mano en estose determinóque fuesen tres personas hábiles y de confianza con unos treslados de lasProvisiones reales a requerir a Cortés. Los que inviaron fueron Bernardino deQuesadaAndrés de Duero ypor escribanoAlonso de Mataque es hoy Regidoren la ciudad de Los Ángeles. Otros dicen que fueron Andrés de Duero y JoanRuiz de Guevaraclérigocon el mismo Alonso de Matalos cuales toparon conHernando Cortés cerca de un pueblo que se dice Chachula. Estonces Alonso deMataconforme a la instrucción que llevabacomenzó a requerir a Cortéselcualllegándose a élle prendió luego y le tomó los recaudos sin quepudiese leellos; y porque los otrosora fuesen Joan Ruiz de Guevara y Andrésde Dueroora Andrés de Duero y Bernardino de Quesadaporque eran muy susamigosaunque los detuvo consigo tres o cuatro días marchandonunca les hizomal tratamiento; antes Alonso de Matasegún la información que él me diopresumió que había entre ellos tracto doble contra Narváez. Pasados estosdías los invió a todos y con ellos a dos personas muy principales de su realque fueron Alonso de Ávila y Joan Velázquez de Leónpara requerir a Narváezquepues no quería venir en ningún buen concierto y hacía mal tratamiento alos indios y alteraba la tierraque so pena de la vidacon todos los suyos sesaliese dellalos cualescomo eran valerosos y sabían que tenían muchos desu parte en el real de los contrarioshicieron el requerimiento a Narváez sinque osase ofenderlos en cosa.

En el entretanto que estas cosas pasabaniban y venían espíasentrando enel real de Narváez algunos españolesque ya eran lenguasen hábitos deindiostomando aviso de otros sus amigos de todo lo que en el real pasabaqueno poco daño hizo a Narváezaunque mucho mayor se lo hizo su gran escaseza yruin condisciónde la cualpor ser tan contrarioCortésno solamentesustentó los amigospero allegó y atraxo a sí a los enemigosa los cualesse fue acercando poco a poco hasta llegar a Tapaniquitaadonde un Joan deLeónclérigoy Andrés de Duerohablaron a Cortés no se sabe quémás deque los despidió con buena gracia y muy contentos.

Prosiguiendo adelante el caminosalieron otros dos españoles del campo deNarváezque tambiénsegún dice Mataque se halló presenteparesció quetrataban más el negocio de Cortés que el de Narváezy como esto vio Matacuando se halló con Narváezle dixo que mirase por sí y no se descuidasepuntoporque algunos de los suyos le tractaban traicióne que Cortés era muysagaz e arteroafable y dadivosoe que a esta causa sabía salir con negociosque otros no osaban intentary que no convenía se metieseen casas y cuessino que con su gente puesta en orden esperase a su enemigo en el campodondepues tenía tanta más gente que élpodría ser señor y hacer lo quequisiese. No paresció bien a Narváez este avisoporque pensaba que todo se losabíay porque el que está acostumbrado a oír lisonjasno le sabe bien laverdadespecialmente dicha por el inferior con alguna reprehensión.



 

 

Capítulo LXXV

Cómosabiendo Narváez que Cortés se acercabasalió alcampo y ordenó su gentey de la plática que estando a caballo hizo a lossuyos.

Entendiendo Narváez que Cortés se venía acercandoy la determinación quetraíaaunque le tenía en pocopor la pujanza de su exércitosalió alcampo con toda la gentey no para tomar el parescer de Mata y de otrosquedeseaban la victoriasino para tomar contento y presunción con la vista de lossuyos; ca sabía que los más eran buenos caballeros e que Cortésaunque lostraía talesentre todos no traía más de docientos y cincuenta hombres.Ordenandopuessu gente y haciendo alarde dellahalló que traía novecientosy tantos hombres de guerrade los cuales eran los ciento (según algunos dicen)de a caballoy según otrosochenta. Halló que traía muchos escopeterosyballesteros y algunos buenos tirosy finalmentetodos muy bien adereszadosya lo que parescía (aunque después se vio lo contrario) todos deseosos de venira las manos con los enemigos; y cuando los tuvo puestos en concierto y orden debatallahaciendo señal de que con atención le oyesendesde el caballo leshabló desta manera:

«Valientes caballerosescogidos entre muchos para tan próspera jornada: Yaveis la sinrazón que Cortés tiene y usó con Diego Velázquez desde que saliódel Puerto de Sanctiago de Cubaalzándosele con todas las preeminencias que aél como a Adelantado y Gobernador pertenescían. Vosotros sois muchos más ennúmero y no menos valientes en esfuerzo que nuestros contrarios; traemos muchosmás caballosmás escopetas y más tirosy no solamente somos más poderososcontra ellospero contra todos los indios que en su favor saliesen. Viendo yoestono he querido venir en ningún partido de los que Cortés me ha ofrescidoporque no es bien que el criado parta peras con su señory porque seríaflaqueza y pusilanimidad que de lo que no es suyo nos diese partey quenosotrosviniendo a ser señores y a hacer justicia por los desaguisados que hahechonos hagamos sus igualeshaciéndonos particioneros de sus delictospueslos encubrimos; y porque sé que me podríades decir lo que muchas veces algunosde vosotros me habéis dicho queen tierra tan grandetan extraña y tanpobladano conviene que vengamos en rompimiento con los de nuestra nasciónporque vendremos a ser menosy por consiguiente menos poderosos contra losindios: respondiéndoos a estodigo que viniendo en conciertoadelante no hande faltar disensionesporque el mandar no admite igualy vosotrosporquevenísy ellos porque estabanhabéis de tener pendencias y contiendase asíserá peor la discordia e invidia interiorque el rompimiento de presentecuanto más que ellos son tan pocos y tan mal proveídos de armasque sin muchasangre los podemos tomar a manos y hacer dellos lo que quisiéremos. Quedará uncaudillo y uno que os honre y favorezca y ellos no tomarán más de lo quevosotros les diéredesreconosciendo para siempre vuestro poder y autoridad.

»No tengo más para qué esforzarospues cada uno de vosotros puede ser tanbuen Capitán como yo e animar a otrosy no es menester esfuerzo donde sobra larazón. La ventaja está conoscida y la victoria delante de los ojos; siqueréisno hay quien nos ofenday tampoco creo que hay entre vosotros hombrede tan mal conoscimiento ni tan deslealque quiera más para Cortés que parasí. E porque en esto estoy desengañadoconcluyo con deciros que vuestro eseste negocio más que mío. Dios nos favorezca e ayudee con tanto nos volvamosa nuestros aposentos.»



 

 

Capítulo LXXVI

Cómo Narváez se volvió a su alojamiento y de lo que de suplática sintieron y dixeron los suyos.

Hecho este razonamientoque era hacia la tardesin esperar más respuesta.Narváez mandó hacer señal de que todos se recogiesen a sus alojamientosaunque algunos de los principales que a caballo estaban con Narváez le dixeronquepues se acercaba Cortésque era mejor esperarle en el campo que no en losaposentos. Narváez les respondió: «¡Anday hase de atrever Cortés aacometer en el campo ni en pobladoaunque ha hecho fieros!; él debe de venircomo el que no puede mása ofrescerse a lo que yo quisiere.» Con estoandando hacia los aposentosla gente le siguióla cual después que estuvo enlos alojamientoscomo suele acaecer donde hay muchostuvo diversos paresceres.Unos que deseaban lisonjear a Narváezque eran de su parescer y condiscióndecían que había hablado muy bien y que tenía razón en todo lo que habíadichoporque todo pasaba al pie de la letra como él lo había tratadoe quecon cuatro gatosen el camponi en pobladopor muy atrevido que fueseCortésno osaría emprender negocio tan dificultoso.. Otros que mejorentendían las cosascontradiciendo a éstosdecían: «Mal entendéis losnegocios y mal conoscéis vosotros a Hernando Cortés; él y los suyos hantrabajado y están hechos a los trabajos; han usado de todos buenoscomedimientosy para echarlos de su casa es menester muchoy asícomoaquellos que vienen a defenderlapelearán como leones desatadose suelen lospocosayudados de razón y justicialas más veces vencer a los muchos que locontradicen.


Hernando Cortés ha hecho lo que ningún Capitán en las Indias; es muy sabioy muy valientemuy liberal y muy afable y el que primero se pone a trabajos; ysi algún pleito malo teníaél lo ha hecho bueno por justificar tanto sucausa; y si del ave que él ha cazado no le quieren dar una piernabien es quela defienda today veréis cómo cuando no nos catemosha de dar sobrenosotrosde manera que no nos demos a manos para defendernoscuanto más paraofendelley esto será así por lo que barrunto de los amigos que en este realtiene y porque siempre he vistoque el soberbio cae a los pies del humilde ereportado.» Otros hablaban otras cosasponiendo en dubda los negocios; otrossin hablarmirándosese entendían; otros por corrillos hablaban de secretoy los que tenían gana de vencer a Cortés y gozar de lo que él habíatrabajado a voces decían a Narváez: Señorsalgamos al campo y pongámonos enordenque para tan pocoso contra muchos mejor estaremos allí que no metidosen casasdonde no seremos señores de nuestros caballos.»

Toda esta confusión y variedad de paresceres había en el real de Narváezy lo más de lo que pasaba sabía Cortés e ayudábales mucho para lo que luegohizo. Narváez a la boca del patio de sus aposentos mandó poner los tirosgruesos para defender la entrada si acaso Cortés viniese de repente; invió susespías doblesordenó su gentela que de pie era menesteren sus aposentos;la de a caballo pusocomo después diremosen otras partes; y asíaunque consus velascomenzaron a reposar la nochey en el entretantoque todas estascosas pasabanhacía Cortés lo que diré.



 

 

Capítulo LXXVII

Cómo Cortés partió de Tapaniquita y pasó un ríoy delpeligro que en él hubo y cómo de la otra parte oían las escopetas y tiros delreal de Narváez.

Muy en orden iba marchando Cortéscuando llegó a un río que dicen deCanoasel cualcomo iba crescido y no se sabía el vadodio bien que hacer alos de Cortésporque unos buscando el vadootros haciendo balsasse ahogarondos españolesde que no poco pesar rescibió Cortés por la falta de quesiendo tan pocosle podían hacer; pero como era muy cuerdo y cristianoconformándose con la voluntad de Diosmandó que ninguno entrase en el ríosin que él estuviese presentey asídespués que se hobieron hecho algunasbalsas y sobre ellas anduvieron algunos mirando el ríoy otros con paloslargos entraban por diversas partes de la orillatentando hasta bien abaxodonde el río se tendía mucho y no podía ir recogidohallaron un muy buenvadoaunque no tan baxo que no les llegase en muchas partes el agua a más delos pechos. Desta maneralos unos en balsasy los otros por el vadopasaronel ríoy estando pasando el ríoque casi la mitad de la gente estaba de laotra partevieron venir por unos medanos de arena dos hombres. Creyeron serespías de Narváez. Canelael atambortocó al armay asíen son deguerrasalieron a ellos algunosy acercándoseles conoscieron que eran JoanVelázquez de León y Antón del Ríolos mensajeros que Cortés había inviadoa Cempoalalos cualesya que Cortés con la demás gente estaba de la otrapartele dieron la repuesta de Narváezdiciendo que por ninguna vía queríaconciertos; que le tenía en poco e hacía burla délviéndose pujanteaunqueen el real le hacían saber había muchosy de los principalesque le eranaficionados; díxole otras cosas aparteen secreto.

A aquello y a lo demásen públicodixo Cortés: «Ahorapues Narváez noquiere ningún medioo morirá el asno o quien le aguija; que bien es primeroperder la vida que la honra y la haciendahabiendo lo uno y lo otro ganado contanto sudor y trabajo.» Con estohaciendo alto de la otra parte del ríooyeron los tiros y escopetas del campo de Narváez.



 

 

Capítulo LXXVIII

Cómodiciendo a Narváez que Cortés venía ya dos leguas deCempoalale salió al encuentro una legua de caminoy como no le topó setornó a sus aposentos.

Como los indios de su natural condisción son noveleros y siempre en lo quedicen añaden o quitan de la verdady aquella tierra estaba muy poblada dellosno se meneaba Cortés que Narváez no lo supieseni Narváez sin que Cortés loentendieseel cualcomo había hecho alto en el ríoque estaba tres leguasde Cempoalalos indios espías de Narváeza gran priesale dixeron cómoCortés estaba ya una legua y menos del pueblo. Narváezcreyendo ser asíepor hacer lo que muchos de sus amigos le habían aconsejadodeterminó de salira buscar a su enemigo. Dicen algunosentre los cuales Motolineaque delante deJoan Velázquez de León y Antón del Ríomensajeros de Cortéshizo alardede la gentepara que llevando la nueva de lo que habían vistoatemorizasen aCortés; y que después de hecho el alardepoco antes que mandase hacer señalde partirvolviéndose a Joan Velázquezle dixo: «Señor Joan Velázquez:Muchas veces os he dicho que por ser deudo de Diego Velázqueze por vuestrapersonadeseo que sigáis lo más seguro; vedpuesahora cómo os podréisdefendersiendo tan pocosde nosotros que somos tantos.» Joan Velázquez lerespondió: «Señor: No puedo ya perder más que la viday no dando vuestraMerced algún conciertono puedo dexar a Cortés. Dé Dios la victoria al quetiene justiciapues Dios es sobre todo.»

Con esto dicen que Narváez despidió a Joan Velázquez y a su compañeromandando luegoque ellos lo oyesendar un pregóndiciendo que daría muybuenas albricias al que le traxese muerto o preso a Hernando Cortés. Dado elpregónhizo un caracol con los infantesescaramuzó con los caballoshizotirar el artilleríay éste era el ruido que Cortés y los suyos oyeron a lapasada del río. Esto hizo por dos fines: el uno por que Cortés se rindiese sivenía tan cerca como le decíanoyendo el mucho espacio de tiempo que habíadurado el disparar del artillería y escopeteríay el otroatemorizar losindios de la comarcaque nunca habían oído tan gran ruido ni visto tantagente barbuda armadapor lo cual el Gobernador que en aquella provincia teníaMotezuma le dio un presente de mantas e joyas de oro en nombre del gran señorofresciéndosele mucho para todo su servicio; y no contento con esta manera delisonjacon ciertos indiospor la postainvió pintado a Motezuma el alardeque Narváez había hechodiciendo cómo salía al encuentro a Cortésque nopoco contento dioa Motezuma y a los mexicanosparesciéndolecomo eraquepeleando los unos con los otrosno podían ser muy poderosos contra ellos.

Narváezhecha señal de partircomenzó muy en orden a marchar con suexércitoandando con el maestre de campo de una parte a otra poniendo enconcierto la gentediciéndoles palabras de amordándoles esperanza devictoria; pero como hubo marchado una legua y Cortés estaba dos delloscreyendo ser burla lo que los indios habían dicho y que Cortés estaba máslexos y no se osaría acercar sin que primero le inviase más mensajerosenorden se tornó a sus aposentoscasi ya de nocheproveyendo espías dobladasmedia legua del real y que las centinelas por sus cuartos de ciento en cientovelasen la noche. Hecho estolos demás se descuidaron como los que no pensabanque el enemigo había de dar aquella noche sobre ellos.



 

 

Capítulo LXXIX

Del razonamiento que Cortés hizo a los suyos después queJoan Velázquez de León llegópersuadiéndoles a que muriesen primero queperdiesen lo ganado y viniesen en subjeción.

Después de pasado el río y que todos hubieron sesteadoviendo Cortés quela gente estaba algo descansadaaunque el día antes había marchado diezleguasya que de Joan Velázquez habían sabido todoso los másla malaintención de Narváezsu ruin condisción y mucha escaseza e que en su reallos mejores estaban aficionados a su partesentados todosCortés desde unaltilloles habló en esta manera:

«Señores y amigos míos que hasta la hora presente habéis comigo tanvalerosamente peleadoque de cada uno de vosotros se podrían decir tan grandescosas como de afamados Capitanespues siendo tan pocos en número habéis sidomediante el favor de Diostantos en virtud y esfuerzoque diez mill de vuestranasción no se os han igualadocomo paresce claro por este nuevo mundo queatrás y adelante de nosotros hemos rendido y subjectado a la Corona real deCastillaalanzando dél poco a poco al demonioPríncipe de las tinieblas:Razón será que pues tan buenos principios y medios hemos tenido en todoqueahora que se llega el fin (el cualsiendo adversolo que Dios no quieraha deescurecer vuestras hazañasy siendo prósperocomo esperolas ha de ilustrare hacer inmortales)estéis con nuevo ardid y coraje para contra vuestrosenemigoslos cualesaunque son españoles como nosotros y muchos más ennúmeromás bien artilladoscon muchos más caballos y más municiónnodefienden razón ni justiciaque es la que a nosotros ha de valerestán entresí divisosy muchos dellos desean que venzamos por mudar Capitán y gozar delo que con más liberalidad nosotros les daremos. Yacomo veissin grandeafrenta nuestrani podemos volver las espaldas ni debemoscomo rendidospedirpartidoporque si lo primero hacemoslos de atrás y los de adelante han deser nuestros enemigos y nos han de correr como a liebres; si hacemos lo segundohemos siempre de ser ultrajadosy los amigos que desean que venzamosesosmismoscomo los demásnos tendrán en menos. La vida es brevela muerteciertael bien vivir es buenopero el bien morir gloriosoporque toda la vidaque atrás queda honra y ennoblesce si vencemos. Ayudémonos de los amigos quedesean nuestra victoriay con buenas obras haremos de los enemigos amigos yasí quedaremos pujantes y verán los indios que no sólo contra ellosperocontra los de nuestra nasciónhemos sido fuertes y valerosos; y si acasocomoes siempre dubdosa la fortuna de la guerrasomos vencidoslos que muriéremosconcluiremos con morir honrosamentehaciendo nuestro debery los queviviéremossi los contrarios tuvieren valortendránnos en muchoporhabernos mostrado tan valientes y esforzadosy así querrán tenernos poramigos. De maneraseñores y amigos míosque según lo dichopor todas víasnos está bienno solamente defendernospero acometer para que el contrariopierda el ánimoy asísi os paresceporque no estoy muy seguro de los queen el real de Narváez tenemos por amigosestoy determinado de queyendo pocoa pocovamos a anochecer hoy a Pascuados leguas de aquípara que a la medianoche o al cuarto del albademos sobre nuestros enemigosque dormidos ysoñolientostomados de sobresaltono serán parte para que primero quevuelvan sobre síno los tengamos rendidos. Esto es lo que me paresce; ahoravosotrosseñoresdecid si os paresce otra cosaporque siendo mejor laseguiré yo.»

Cosa fue maravillosa el contento grande que este razonamiento a todos dio yel nuevo aliento y esfuerzo que con él cobrarony así Alonso de Ávilatomando la mano por los demáscomo era valiente y esforzadoencendido con tanbuenas palabrasle respondió brevemente desta manera:

«Muy valeroso y muy digno Capitán nuestro: En el semblante de nuestrosrostrospodéis entender lo que yo en nombre de todos debo responder. Lo quehabéis dicho es lo que nos conviene; donde peleáredes pelearemos y dondemuriéredes queremos morir; no queremos vida sin la vuestrani queremos más delo que quisierdespues siempre (según de tan atrás hemos entendido)nuncahabéis querido sino nuestro adelantamientohonra y provechoy para estohabéis tenido tan buenos medios que en lo presente no podemos dexar de pensarque será así lo que nos prometéiscomo ha sido en lo pasado. Partamos luegode aquí y a la hora que decís demos sobre los enemigosporque aunque todos losean y muchos másse me figura que en vuestra ventura y en la justicia quellevamos seremos vencedores.»

Dichas estas pocas y tan buenas palabrasCortés lo abrazóhaciendo lomismoa otros principalesy mandando hacer señalcomenzó en buen paso amarchar.



 

 

Capítulo LXXX

Cómo Cortésllegando cerca de Cempoalacasi a la medianocheprendió a Carrascoespíay lo que con él pasó.

Aquella nocheluego que anochesciósupo Narváez cómo Cortés estabacerca de su real tres leguasy aunque creyócomo era de creerque habiendocaminado el día antes diez leguasaquella noche reposara allímandó llamara Gonzalo Carrascoque era hombre de hecho y confianzapara que con un criadosuyoque se decía Hurtadoaquella nocheuna legua del realestuviese envela y diese aviso de lo que pasase. Fue Carrasco con el criado de la medianoche abaxoy estando haciendo su velalos corredores que Cortés traía uncuarto de legua siempre delante de sívieron blanquear la ropa de Carrascoyélcomo sintió que le habían sentidoa la pasada de un río fuese hacia unciruelo a mudarse la ropapero los corredores de Cortés fueron tan avisadosque sin hacer bullicioescondiéndose detrás del árbol adonde él ibaletomaron luego. Los corredores eran Jorge de AlvaradoGonzalo de Alvaradosuhermano; Francisco de SolísDiego PizarroFrancisco Bonal y Francisco deOrozcoy luego que fue presohabló recioque era señal para el criado deNarváezque venía detrás délpara que se volviesey si élcon un silbollamasese acercase a él. El Hurtado por la quebrada del río se fue sin quelos corredores le pudiesen tomaraunque le sintieron huirlos cuales esperaronhasta que Cortés llegó. Presentáronle a Carrasco las manos atadas atrás.Díxole Cortésriéndose con él: «Compadre¿qué desdicha ha sido ésta?;¿dónde estaba vuestra ligerezaque así os han cazado?» Riéronse allí unrato con el Carrascoaunque él no estaba para ellodando en albricias unarica cadena de oro a los primeros que le tomaronque traía sobre las armas.Pararon todos allí un ratoporque no estaban más de media legua de Cempoala.Preguntó Cortés a Carrasco que a qué había venido. Respondióle que a buscaruna india que aquella noche le habían hurtadoy que temiendo que la habíanllevado a los navíoshabía salido por allí. Cortésriéndose mucholereplicó: «Compadregran mentira es ésa; ¿quién era el otro hombre que convos veníaque se huyó?» Respondióle: «Señorera un criado míoque sedice Hurtado.» Tornóle a decir Cortés: «Mejor usó de su nombre que vos;decidme la verdadsi nomiraré al compadrazgo.» Afirmóse Carrasco en lo quehabía dichopero preguntado qué orden tenía Narváez en su realdixo todolo que pasabay más por espantar a Cortés que por avisarlediciendo cómo yaNarváez tenía nueva como venía y que otro día sería con éle que por estotenía muy grande guardavelando cada cuarto de la noche cien hombres yrondando cincuenta de a caballo y que el artillería estaba asestada por aquellaparte donde se pensaba que él había de veniry toda la demás gente muyapercebiday que no sabía a qué ibasino a la carnicería; porque de muertoo preso no podía escapar y que eracomo dicendar coces contra el aguijónporque el poder de Narváezahora le tomasen de díaahora de nocheera tangrande quesi quisieseno quedaría hombre dellos vivoe que como compadre yservidorle rogaba y suplicaba se volviese o se pusiese en sus manosporquehacer otra cosa era locura.

Cortésnada alterado con tan justos temoresdixo a Carrasco: «Compadrepor todo cuanto hay en el mundoy aunque perdiese muchas vidas si tantastuvieseno volveré atrás ni iré adelantepara hacer la baxeza que meaconsejáis. Bien veo que somos pocospero como hombres que defendemos razón yvamos determinados de morirharemos más que muchosy pues yo no tengo miedono me le pongáisporque os certifico que desta vez ha de morir el asno o quienlo aguijani tampoco me han de mentir mis amigos.» De donde Carrasco sospechóque debía de tener algunas firmas de algunos del real de Narváez y aun de losprincipalesy hizo bienaunque algunos sienten lo contrarioporque contra elenemigoespecialmente si es más poderosocomo no sea rompiéndole palabracualquier ardid y engaño es nescesario y justo.

Dichas estas palabrasatadas las manosle entregó a tres españolesquecon cuidado le guardaseny comenzó a marchary al apartarse dixo a voces elCarrascoque le oyeron muchos: «Yo juro a Dios que vais a la carnicería y queno daría esta noche mi parte por mill pesos»; y esto dixo por las cadenas ycollares de oro que llevaban los de Cortésel cualvolviéndose con elcaballo a élriéndosele dixo: «Andad acácompadre; que la barba mojadatoma a la enxuta en la cama»; y esto entendió Carrasco que lo decía porquellovía aquella nochey él no lo dixo sino porque el que madruga halla másveces la ventura que busca.

Llegandopuestres tiros o cuatro de ballesta de Cempoalaen una quebradaque allí se hacemandó Cortés esconder los tiros y otras cosas que llevabaque no eran menester y eran embarazosas para pelear. Detúvose allí paraesperar el fardaje y el oro y plata que muchos indios traíanel cual con losindios y tres o cuatro españoles dexó allí hasta ver en qué paraban losnegocios.



 

 

Capítulo LXXXI

De la plática y razonamiento que Cortés hizo a los suyos yde lo que fray Bartolomé de Olmedo hizo e dixo.

En el entretanto que el fardaje llegabaque quedaba un poco atrásCortésordenó su gente en tres hacese puesto en parte de donde de todos podía serbien oídoles dixo:

«Señores míospara quien más que para mí (pues no soy más de uno)deseo toda prosperidad y contento: Ya veis cuán cerca estamos de nuestrosenemigos y que ésta es la hora que los más reposany nosotros debemos tenermás ánimo y esfuerzo; encomendaos muy de veras a Diospues el peligro yriesgo de las vidas está tan cierto que yo espero en su bondad nos darávictoria. Yacomo dicenno hay que mostrar cara de perro en el peligro que nose puede excusar; el ánimo y esfuerzo es el que le vence. Considerad que antesde tres horaso acabaremos todos muriendo por nuestra honra y haciendaque sinestas dos cosas el bueno no debe desear la vidaocomo confío en Diossaldremos victoriososconfirmándonos y perpectuándonos y aun adelantándonosen nuestra honra y hacienda. Aprestaospuesseñorescomo los que por vuestravidahonra y hacienda habéis de pelear; acometamos con denuedo y cantemosluego la victoriaporque los enemigossobresaltados y divididosla tendránpor ciertay así los unoscreyendo que los otros son vencidosse rendiránfácilmente. Gente tan valerosa como vosotros soiscaballeros tan esforzadoscomo comigo venísvarones tan prudentes y animosos como sois los que siempreen tan arduas cosas me habéis seguido; no habéis menesteren el acometermayores negocios que éstepalabras de Capitánque os animenporque cada unode vosotros lo puede ser mejor que yoni habéis menester perseverancia parasalir con lo que emprendierdespues hasta aquí habéis padescido sin desmayarpunto tantos trabajos; ni conoscimiento e humildad en la victoria conseguidapues siempre con los rendidos os habéis habido más como padres que atemorizansus hijosque como soldados vengativos. Todas estas cosasmediante el favordivinohan de ser parte para que mañanaantes de las diezseamos señoresdel campo de nuestros enemigos y espero que se les ha de volver el sueño y loque piensan al revés; e porque dos cosas suelen inflamar y encender el ánimogeneroso para que con más avilanteza acometa y salga con mayores empresas queésta (que son el premio y prez de la honra y defender la razón)puestos losojos en Diosdigo que al primero que rindiereprendiere o matare a Narváez ledaré tres mill castellanosy al segundo que a su persona llegare mill equinientos y al tercero milly así racta por cantidadhasta veinte soldados.La otraque es la defensa de la razónponiendo vuestro corazón en solo Diosésta de vuestro la tenéispor lo cualhincados todos las rodillas delantedesta sancta cruz y de la imagen de Nuestra Señoracada uno haga oracióntomando por abogada a la Madre de Diosque ella será en nuestro ánimo ydefensa.»

Dichas estas palabrasque a todos maravillosamente movieronse hincó derodillas con gran devociónlas manos levantadas al cielosuplicando a Dios lediese victoriapues su enemigo no quería concierto ningunoe que pues a menosgente que ellos había dado victorias contra grandes exércitosse la diese aellospues en sólo su poder estaba el vencer y subjectar los contrarios.Diciendo estas palabrascon gran devoción todos los demás adoraron la cruzperdonáronse los unos a los otrosabrazáronse y diéronse paz como los quedeseabansi la muerte vinieseacabar en gracia. Luego fray Bartolomé deOlmedosin que nadie se levantasehizo decir a todos la confesión generalprotestar la feepedir perdón a los injuriados y perdonar a los ofensores yprometer la enmienda de la vida de si Dios les diese victoria. Hecho estomandóles que rezasen un avemaría a Nuestra Señora; hízoles la forma delabsolución dep[r]ecativadiciéndoles luego palabras dignas de su profesión yreligiónconcluyendo con decirles que Dios les daría victoria para que conmayor pujanza se volviesen a Méxicoalanzando el demonio délpredicando conobra e palabra el sacro Evangelio hasta los fines y términos deste nuevo mundo.



 

 

Capítulo LXXXII

Cómo Hurtadoespíaentró dando arma en el real deNarváezel cual se apercibió aunque no lo creía.

Como Hurtadola espíase desacabulló de manera que no le pudieron tomaraunque rodeó por no ir por lo llano por donde los corredores le pudiesenseguiranduvo cuanto pudoy llegando al real entró por él dandovocesdiciendo: «¡Armaarmaque vienen los enemigos. ¡Armaarmaque ya estácerca Cortés.» Dando voces entró muy alterado donde Narváez estaba. Díxolecómo los corredores de Cortés habían tomado a su amo Carrascoy que élcomo siempre quedaba atrás un tiro de piedrase escapó por una quebradadeque no le alcanzaseny no supo decir más que estoporque hacía escuro y nohabía podido ver cuántos fuesenmás de que por el ruido le parescía queeran más de ocho.

Mucho se alteraron algunos del real; unos decían que no era posible que tannoche y lloviendo caminase Cortés. Narváez le dixo: «Hijo Hurtadono locreyasque no es posible que ahora venga Cortés; íos a dormirque antojarseos híao por ventura lo soñastes.» Diciendo estopidió de beber a un pajey Hurtado sin responder cosa alguna se salió y subió en un cu que dicen deNuestra Señoraaposento que era de Joan Bono y de todos los de su camaradayallí les dixo: «Cortés vieney Carrascomi amoqueda preso e Narváez nolo creey os digoseñoresque lo ha de venir a creer cuando le pese y no lopueda remediar. Dice que lo debo de haber soñado e yo cuando lo vi estaba tandespierto como ahorasi no hay fantasmas por esta tierrapero gente de acaballo me paresció y voces españolas oí» Joan Bono que no debía depesarledixo: «CallaHurtadoque no estaba loco Cortésque de noche ylloviendo había de venirquebrándose los ojos para no ver lo que ha dehacer.» Estonces Hurtadocomo vio que todos hacían burla déldiciendo queno era posible sino queo se le antojabao que lo había soñadodixo: «Acuerpo de Dios yo rebuznarépues tantos me hacen asnoy juro a Dios que ni losoñé ni se me antojóni aun estaba borracho; que días ha hartos que no heprobado gota de vinoy si Cortés no diere sobre nosotros antes que amanezcayo quedaré por lo que vosotros decís.» Con todo esto no lo creyeron oa lomenosno lo quisieron creer.



 

 

Capítulo LXXXIII

Cómo Cortés dio mandamiento a Sandoval para prender aNarváez y cómo ordenó sus haces y les dio apellido.

Ya que era tiempo de dar sobre los enemigosCortéspara justificar más sucausa y negocioante todas cosasllamando a Gonzalo de Sandovalsu Alguacilmayorle dio mandamiento para prender a Pánfilo de Narváezcuyo tenor era elque sigue:

«YoHernando CortésCapitán general e Justicia mayor en esta NuevaEspaña por la Majestad del Emperador de los Romanos Carlos quintoRey de lasEspañascaballeros y soldados que debaxo de mi mando e bandera residenetc. AvosGonzalo de Sandovalmi Alguacil mayor: Sabed cómo he sido informado que aesta Nueva España ha llegado Pánfilo de Narváez con gran exército e gente dearmascaballosartillería e municiones; y sin darme avisode la causa de suvenidacomo era obligadasiendocomo todos somosvasallos de un Reyhacomenzado a entrar de guerra por la tierraque yo tenía pacíficay la haalterado y ha publicado muchas cosas de que los naturales desta tierra se hanalborotadoy ha hecho gran deservicio a Dios nuestro Señor y a Su Majestad; eaunque por mi parte ha sido requerido muchas vecescomo consta por losrequerimientos que le fueron hechosque entrase de pazsin rumor nialteracióny que me diese aviso del poder o provisiones que traía de SuMajestadporque yo estaba presto de cumplirlas e obedescerlasno ha queridomostrármelas ni advertirme de cosa algunaantes siempre ha ido aumentandoescándalos y alborotos; ni tampocosiéndole por mi parte movidos e pedidosmuchos partidos convenibles e razonableslos ha querido aceptarsino seguir entodo su voluntad e propósitode que en hacerlo así e darle lugar a ellocomodicho essería gran deservicio de Dios y de Su Majestadpor estorbarcomoestorbala conquista de tan grandes tierras e nuevo mundotan poblado degentes subjectas al demonio y tan ricas e prósperas para el patrimonio de laCorona real; todo lo cual cesaría estorbando al dicho Pánfilo de Narváez loque ha comenzado. Por tantoatento las causas dichas e otras muchas que a ellome mueven bastantísimasvos mando que con la gente de guerra que os paresciereser nescesariavais al real y exército del dicho Pánfilo de Narváez y leprended el cuerpoy preso y a buen recaudo; le traed ante mípara que proveasobre ello lo que de justicia convenga; e si el dicho Pánfilo de Narváezaltiempo que le queráis prender se os resistiere e hiciere fuertele matadquepara todo vos doy comisión y poder bastantecual de derecho en tal caso serequiere; e mando a los Capitanescaballeros y soldados de mi gobernaciónquepara lo susodicho vos den todo el favor e ayuda nescesaria; que es fecho&.»

Dado este mandamientoordenó sus haces en tres escuadras. La primera dio aldicho Gonzalo de Sandoval (que era el quecomo su Alguacil mayorhabía deprender a Narváez)el cual llevaba hasta sesenta caballeros hijosdalgotalescuales convenía para tan arduo negocioalgunos de los cuales eran Jorge deAlvaradoGonzalo de Alvaradosu hermanoAlonso de ÁvilaJoan Velázquez deLeónJoan de LimpiasJoan Núñez Mercado. La segunda dio a Cristóbal deOlidque era maestre de campoe a Rodrigo Rangel y a Bernardino Vázquez deTapiaque a la sazón era factor del Reye [a] Andrés de Tapiae a JoanJaramillo e a otras personas de valor e calidad. La tercera escuadra tomó parasí; los principales que en ella iban eran los dos hermanos Francisco ÁlvarezChico y Rodrigo Álvarez Chicohombres de seso y valor; Diego de OrdásAlonsode GradoDomingo de AlburquerqueCristóbal Martín de GamboaDiego Pizarro eotros hijosdalgoponiendo en cada escuadra en el avanguardia e retroguarda losmás escogidos.

Repartió a todas tres escuadras setenta picasmás largas que treinta yocho palmoscon hierros de a xemeque de encina las había mandado hacerconlas cualesmás que con otra armahizo la guerra e alcanzó la victoria.Dioles apellido «Espíritu Sancto»por consejo y parescer de fray Bartoloméde Olmedoa quien él mucho amaba y respectabaporque el Espíritu Sancto losrigese y alumbrase. Mandó que los piqueros de la primera escuadraque llevabaGonzalo de Sandovalentrasen delante al aposento de Narváezy la otraescuadra fuese a la casa del cacique y prendiese a todos los que le velabanporque Narváez le había mandado velarpor que no se fuese a quexar a Cortésy que cincuenta soldados con un Capitán fuesen a la posada de Joan JusteAlcaldey le prendiesen con su compañero e con los demás Regidores eOficiales de la república. Mandó a Cristóbal de Olidporque era hombre muyanimoso e de grandes fuerzasque con la mayor presteza que pudiese tomase elartillería e que él con su gente les guardaría las espaldas a todos para quenadie de los que estaban en los otros alojamientos pudiese estorbarles cosaalguna. Iba una escuadra de otra trecho de un tiro de piedray por esta ordencomenzando a caminar. Cortés se paró a hablar con Carrascocon quien pasó loque se sigue.





 

 

Capítulo LXXXIV

Cómo Cortés preguntó a Carrasco cómo estaba ordenado elreal de Narváeze cómocreyendo que no decía la verdadle mandó guindare de otras cosas.

Ya que el exército de Cortés comenzaba a marcharCortésque habíamandado que con el demás fardaje los caballosporque eran pocos y ruinessequedasenembrazada una adargacon una lanza en la mano e su espada en lacintaa pie iba ordenando su exército; llegó adonde Carrasco ibaatadas lasmanosy mandando hacer alto le dixo: «Compadrepor vuestra vidaque medigáis de qué manera está ordenado el real de Narváez; cata que sí no medecís la verdad no bastará el amistad vieja para dexar de mandaros guindar dedos picas.» Carrascodixo lo que había dicho e que aquello era la verdad eque aunque le ahorcase no diría otra cosa. Cortés le replicó: «Pues asíqueréis vosmoriréis»y él lo dixo burlando e aínas saliera de verasporque los que le llevaban le guindaron de dos picasque a no arremeter Rangelcon su caballoaunque dice el mismo Carrasco que iban otros de a caballo conély a no trompellarlosmuriera luego allí. Estuvo desto Carrasco cuatro ocinco días tan malo de la garganta que no podía tragar bocadoaunquesegúndespués se diráse vengó bien del uno dellos que más mal le trató.

Caminandopuestodos hacia el pueblollegaron a un camino que se repartíaen dosen el uno de los cuales estaba una cruza que todos se hincaron derodillasy hecha muy devotamente oración Fray Bartolomé de Olmedo losconsoló a todos y animódiciéndoles: «Caballeros: El Espíritu Sanctoaquien habéis tomado por vuestro apellidoos alumbrefavoresca y dé esfuerzopara quecomo soléispeleéis valerosamente y salgáis con la victoriade lacuál depende vuestra vidavuestra haciendavuestra honravuestra libertadylo que más esel servicio de Dios y de Su Majestad; y pues de una hora detrabajoque espero no será másha de prosceder tanto bien y descansovendacada uno lo más caramente que pudiere su vidaponiéndose a mayores cosas; queel que esto hace con esfuerzo y cordura las más veces sale con ellas.» Luegodichas estas palabrasHernando Cortés les dixo: «Easeñores y amigos míosque ahora es el tiempo en que habéis de dar cima ni mayor hecho que españoleshan emprendidoe de dondesi salimos con élvuestro nombre y fama seextenderá por todo el mundo en los siglos venideros.»

Aquí todos pararon un poco a vestirse los escaupilespor entrar másdescansadose a la pasada de un riachuelocomo Ojeda dicedexaron en goardade un español tres o cuatro caballos que llevaban. Ya que todos estuvieronarmados de los escaupiles y otras armas que de nuevo tomaroncomo leoneshambrientosdeseosos de la presaviendo lo mucho que importaba el vencerenbuen paso y conciertosin bullicio alguno para que no fuesen sentidossefueron acercando a las casas del pueblodonde Joan Velázquez de Leónviendouna lumbre altadixo a Cortés: «Señordonde está aquella lumbre máslevantada es el aposento de Narváez.» Cortés le dixo: «Huélgome de que conla lumbre nos alumbrapara que no vamos a ciegas.»



 

 

Capítulo LXXXV

Cómo Cortés acometió a Narváez y lo rompió y prendióylo que sobre ello pasó.

No perdiendo Cortés de vista la lumbre que estaba en el aposento deNarváezmandó a Gonzalo de Sandoval que con la mayor parte de los piquerosguiase hacia allámandando a los otros Capitanes que con su gente (para que aNarváez no acudiese socorro) cercasen las tres torres donde estaban los demás;estaban todas cubiertas de paja. Sandovaltomó al atambor Canillas pordelanteavisándole que no tocase hasta que acometiesen. Cortés que andabasobre todoentrando ya por las casas del pueblodixo a las escuadrasespecialmente a la que había de acometer a Narváez: «Señoresabríos unospor una acera y otros por otraporque el artillería pase de claro sin hacerdañoque está asestada contra nosotros.» No se pudo hacer esto tancalladamente que no dixesen a Narváez que ya entraba Cortésel cual sevistió una cota y dixo a los que le dieron la nueva: «No tengáis penaque meviene a ver.» Mandó tocar los atabales y dicen que de las otras torres ningunole acudió. En esto hay dos opiniones la una es que se hicieron sordos y queholgaron de que Cortés entrase; la otra esy más verdaderaque no pudieronsalirporque se hallaron cercadosy aunque algunos se holgaron dellomuchoscomo adelante parescerárescibieron pesar.

LlegandopuesGonzalo de Sandoval al principio del alojamiento de Narváezlas velas que estaban al pie de la primer escalera que entraba al patiocomenzaron a dar voces: «¡Armaarmaque entra Cortés!» Sandovalviendoque era sentidomandó tocar a su atambory Cortés a grandes voces comenzó adecir: «¡CierracierraEspíritu Sancto! ¡Espíritu Sanctoe a ellos!»Así subieron por aquella primera escaleray dando en el patio toparon con uncu pequeñodonde estaban aposentados unos negros; salió uno dellos al ruidocon una lumbre en la manoy asomándose sobre el andén del cule dieron dos otres picazosde que cayó muerto abaxo; luegoprosiguiendo adelantehaciéndose pedazoslos atabales de Narváez y el atambor de Canillas tocandoarmafueron derechos al cu de Narváezy subidas dél cuatro o cinco gradasque teníaen el llano hallaron puesta el artillería. Disparó el artillero untiro y mató a dos de los de Cortés; la demás artillería no pudo dispararpor la priesa e ímpetu de los de Cortéso porque no se pudo dar fuego porestar los cebaderos atapados con sebo o cera con unas tejuelas encimapor lomucho que llovía. Dicen algunos que en lugar de pólvora estaba puesta arenapero si esto fuera así no matara el primer tiro dos hombrescomo está dicho.Dio luego Cortés con el artillería de las gradas abaxoy pasando adelantesubió cinco o seis gradas para entrar al aposento donde estaba Narváezy conél hasta cuarenta o cincuenta hombrestodos bien armados. Requirió el Gonzalode Sandoval a Narváez que se dieseporque traía mandamiento de HernandoCortésCapitán general y Justicia mayorpara prendelle por alborotador de latierrae que si se defendiese le mataría.

Mucho burló desto Narváezy así comenzó a pelear valientemente con losque con él estaban; pero como los piqueros de Cortés venían tan determinadosy las picas eran tan largas y tan gruesaslas lanzas y partesanas de Narváezno pudieron resistir tantoaunque todavía se defendían valerosamente.

Visto esto por Martín Lópezque fue el que hizo los bergantinescomo eraalto de cuerpotomando un tizónle pegó a la paja que cubría la torrelacual emprendida con el fuego y humohizo salir a Narváez y a los que dentroestaban. A este tiempo dieron un picazo a Narváez que le quebraron un ojohiriéndole malamente. Dicen algunos conquistadores que a esto dio más lugar latraición de un camarero suyoque se llamaba Avilésque le abrazó pordetrás.

Huyendo del fuegosalió mal herido Diego de Rojasel Alférez de Narváezque ora muy valiente caballerocon la bandera en la manoy dándole a lasalida otras heridascayendo con la banderadixo recio: «¡OhválameNuestra Señora!» Respondióle Cortés: «Ella te valga e ayude» y no quisoque le acabasen de matarpor que tuviese lugar de confesarseque aun hastaaquel tiempo se mostró Cortés clemente y piadoso.

Fuera ya del aposento Narváezcomo estaba tan mal heridocerró con él unsoldado que se llamaba Pero Sánchez Farfány luego Gonzalo de Sandoval ledixo: «Sed preso»; y así por aquellas gradas abaxo le llevaron arrastrandohasta echarle prisiones y llevarle al aposento donde ya Cortés se habíarecogidocomo el que tenía el juego ya ganado.

Puesto Narváez delante de Cortésle dixo: «Señor Cortés: Tened en muchola ventura que hoy habéis habido en tener presa mi persona.» Cortésdeshaciéndole su presunciónque hasta aquel tiempo no le faltólerespondió: «Lo menos que yo he hecho en esta tierra es haberos prendido»; ysin hacerle ningún mal tratamiento ni decirle palabra que le pesasele mandóponer a recaudo y que ninguno se


le descomidiese. No le curaron aquella noche por la revuelta que andabahasta el otro díacomo a las diez; invióle luego preso a la Villa Ricadondele tuvo cuatro años.



 

 

Capítulo LXXXVI

Cómo después de preso Narváez[Cortés] semandó pregonar por Capitán generaly cómo acometió con el artillería atrecientos de los de Narváez que no se querían dary de lo que unas mujeresdixeron.

Preso Narváezrendidas las armas de todos los que con él estaban y de losdemás que acudieronHernando Cortéscon pífaro y atambor se mandó pregonaren nombre de Su Majestad por Capitán general y Justicia mayor de todo elexércitoasí de los de Narváez como de los suyos. El pregón decía:

«YoHernando CortésCapitán general e Justicia mayor en esta NuevaEspaña por la Majestad del Emperador de los Romanos Carlos quintoRey de lasEspañaselegido y nombrado por los Capitanescaballeros y soldados que debaxode mi bandera militanetc. A todos los Capitanescaballeros y soldados delexército que hasta ahora ha sido del exército de Narváezgeneralmentee acada uno en particular: Os hago saber cómo el dicho Pánfilo de Narváezpormi mandamientoestá preso por causas bastantes que a ello me movieronemayormente porque al servicio de Dios y de Su Majestad no convenía que en estenuevo mundo hubiese dos Generales discordes; atento a lo cualvos mandodeparte de Su Majestad e de la mía requieroque luego como a vuestra noticiallegue esta voz y mandovengáis y parezcáis ante mí a jurarme e rescebirmepor vuestro Capitán generallo cual así haced y cumplidcomo dicho essopena de la vida y de perdimiento de bienes al que lo contrario hiciere.»

Dado este pregónmuchosde su voluntady otros porque no pudieron hacermásjuraron a Cortés por Capitán general e Justicia mayor. En el entretantoque esta se hacíalos de Cortés andaban derramados por el realrobando a losvencidos lo que podíane trecientos de los de Narváez se hicieron fuertes enun cu que decían de Nuestra Señoraa los cuales dixo Carrascoel espía:«Señoresahora es tiempo de dar sobre Cortésporque los que le han juradoestán sin armas y los suyos andan derramados robando las tiendas ealojamientos. Vosotros todos estáis bien adereszados y sin dubda haréis lo quequisierdes.» No paresció mal esto a muchos de los que en el cu estabanperocomo no tenían cabeza e cada uno lo quería ser y entre elloshabía algunosque eran aficionados a Cortésno se hizo nadamas de cuanto se estuvieronquedos hasta que viniese el díay estonces viesen con la claridad lo que másles convenía hacer. Fue a ellos Cristóbal de Olidde parte de Cortésarogarles e requerirles que hiciesen lo que los demás habían hechoy queCortéslo haría con ellos harto mejor que lo hiciera Narváez si venciera.Los más dellos le respondieron desabridamenteapellidando «Diego Velázquez ePánfilo de Narváez: Diego Velázqueznuestro Gobernadory NarváeznuestroGeneral por Su Majestad. ¡Viva el Rey!»

Cristóbal de Olidacabada la gritales tornó a decir: «Vosotros haréispor fuerza lo que no queréis de gradoy así después se os agradescerá mallo que hicierdes.» «No vendrá ese tiempo»replicaron ellos. En elentretantoque Cristóbal de Olid volvió a do Cortés estabaCarrasco tornóa decir a los compañeros: «Vamospues hay hartos caballosa do Cortés dexóel fardaje y el oro y plata que consigo traía; tomallo hemos todoporque yosé dónde está y no tiene defensay embarquémonos con ello y vamos a Cuba adar noticia a Diego Velázquez de lo que pasó. Nosotros iremos ricos y darlehemos parte de lo que lleváremospara que pueda descansadamente hacer otraarmada y vengarse de Cortés.»

Tambiénaunque paresció bien estopor la variedad de los paresceres y porlos inconvenientes que algunos pusieronse dexó de intentar. Carrasco solo sefue adonde el fardaje estabadonde no había otra guarda sino Marinalalenguay Joan de Ortegapaje de Cortés. Tomó un caballo e una lanza e noosó llegar a otra cosa hasta ver en qué paraban los negocios. Cabalgó yvolvió a la gentela cual halló toda junta como la había dexadoaunque aunos dellos alegres y a otros tristes.

Cortésque deseaba tener su negocio conclusoantes que amanesciese mandóllevar el artillería de Narváez a la parte do estaban los que no se queríanrendire asestada contra ellosdixo al oído a Mesaartillero mayorquedisparase un tiro e que fuese por altopara espantar y no matardiciéndolesCristóbal de Olid «¡Eacaballerosdaosque mejor es que no morir!» Ellosrespondieron: «¡Viva el Rey e Diego Velázquez!» Visto que no aprovechaba elbuen consejo y amenazasenojado Cortésdixo: «Eapuesartillero mayorpues no quieren hacer el deberhaceldes todo mal.» Asestó luego Mesa un tiroy disparólo; mató dos hombres; disparó luego otro y llevó los muslos a unsoldado e hizo daño a otros que cabo él estaban. Viendo el pleito que andabade mal arte y que les era nescesario rendirse o moriraunque había algunos muyobstinadosdeterminaron de decir: «¡Viva el Rey e Hernando CortésnuestroCapitán general e Justicia mayor!»repitiendo luego el apellido cortesiano«Espíritu SanctoEspíritu Sancto». Baxaron por la escalera del cuentregaron las armas a Cortés; e otros que quedaron arriba tiraban ballestas yescopetasrenovando la guerra. Todo andaba confusono se entendían con lasvoces e ruido del artilleríahasta que finalmentedespués que los másentregaron las armaslos otrosya cansados y que les faltaba la municiónhicieron lo que los primeros. Recogidas todas las armasmandó Cortés a Alonsode Ojeda y a Joan Márquezcomo a hombres de secreto y confianza quesin quepersona otra los sintieseescondiesen todas las armas en un silopara darlasdespuéscuando fuesen menestera sus dueñoso repartillas como leparesciese. Yacuando esto se había hechocomenzaba a quebrar el albay unasmujeresque la una se decía Francisca de Ordaz y la otra Beatriz de Ordazhermanas o parientasasomándose a una ventanasabiendo que Narváez estabapreso y los suyos rendidos e sin armasa grandes voces dixeron: «¡Bellacosdominicoscobardesapocadosque más habíades de traer ruecas que espadas;buena cuenta habéis dado de vosotros; por esta cruzque hemos de dar nuestroscuerpos delante de vosotros a los criados déstos que os han vencidoy malhayan las mujeres que vinieron con tales hombres!» Los caballeros de Cortéslas apaciguaron y dixeron que la justicia y ardid de los de Cortés habían dadola victoria y que no era nuevo en el mundo pocos vencer a muchos con maña y conrazón. Ellasaunque no les faltó qué responderacabándose de vestirfueron a besar las manos a Hernando Cortés; dixéronle palabras de más quemujeresalabándole el valoresfuerzo y prudencia con que había tractadoaquellos negocios.



 

 

Capítulo LXXXVII

Cómo después de amanescidoCortés hizo alarde de los suyose cuántos murierone lo que al jurar Cortés pasó con Carrascoy loqueGuidela el negro dixo.

Poco antes que amanescieselos demás que quedaban juraron a Cortés por suCapitán general e Justicia mayorsegún e como se había pregonado; llegó elpostrero de todosya que ninguno había que no hobiese entregado las armas ycaballoGonzalo Carrascoel cualcomo venía en el caballo que había tomadoen el fardajeCortés le dixo: «Compadreese caballo es míoapeaos dél.»Carrasco le respondió que no sabía si era suyoy que a él le habían llevadoel que tenía y que tendría aquel hasta que le volviesen el suyo. Cortéssonriéndosele dixo: «Apeaos ahoracompadreque después yo os hará volvervuestro caballo con lo demás.» Apeadole dixo que le jurase como todos losdemás habían hecho. Carrascoo porque estaba muy confiado del compadrazgo quecon Cortés teníao porque era muy de Diego Velázquez y le pesaba grandementede lo subcedidorespondió que le mandase otra cosapero que juramento no loharía. Cortésestoncesenojadole mandó prender y echar un pierdeamigodonde estuvo tres días hasta que de su voluntad vino a hacer lo que todos losdemás habían hecho. Venido el díaapoderado Cortés en la pólvoraartilleríaarmas y caballos y rescebido de los de Narváez por Capitángeneralpedido el testimonio dellohizo alarde de su gentepara ver los quefaltaban. Haciéndose el alardevieron que no eran más de docientos ycincuenta hombres y que no parescía el exército grande de indios taxcaltecasque los de Narváez creyeron estar en guarda y defensa de los cortesianosy losvieron con solas sesenta picassin coseletessin caballoscon muy pocascotaspocas lanzaspocas ballestaslas espadas maltractadassolamentearmados de unos escaupiles a manera de sayos. Quedaron muy corridos yafrentadosy los más dellosque eran hombres de suertese pelaban lasbarbasdiciendo: «¿Cómo ha sido estoque estos hombressiendo tan pocoscon sus albardillas nos hayan puesto debaxo de su yugo? Mal haya Narváezquetan buena maña se ha dado.» Cortés entendió este dolor y pesar; recatóse deque no supiesen dónde estaban las armasy los caballos diolos a los suyoshasta que poco a poco fue diciendo tan buenas palabras a los de Narváez ehacerles tan buenas obrasque vino a asegurarlosaunque por estonces él noestuvo segurotemiéndose quecomo eran muchos y gente de presunciónno lehiciesen alguna gresgeta.

De los suyos se halló que no habían muerto más de los dos que habíamuerto el tiro y otro herido; de los de Narváez fueron once los muertos ydellos dos de los que de Cortés se habían pasado a Narváez; hubo algunosheridos. Dice Carrasco y otros conquistadores que de los que se presumió quehabían hecho traición a Narváez escaparon pocos o ninguno cuando después conHernando Cortés salieron huyendo de Méjico.

Estando todo en este puntoGuidelanegrohombre graciosoaplaudiendo ylisonjeando a Cortéscomo hacen los tales en semejante tiempo con losvencedoresriéndose muy de propósito y dando palmadasse vino a do Cortésestaba. Díxole: «Estéis norabuenaHernando Cortésmerescido Capitánnuestro; buena maña os habéis dado con aquesos enalbardados; bien os ha dichola suerte; dad gracias a Dios que si fuérades vencido como sois vencedornosé cómo os fuerani aun si os trataran como habéis tratado a los vencidos. Afee que sois hombre de bien e que no en balde acá y en Cuba decían quesabíades mucho; y por que veáis que no sólo vos sois el que lo sabéis todoos diré lo que hice cuando a media noche acometistes con tanta furiadiciendo:«¡Cierracierra»con vuestras palas de horno. Eché a huirdiciendo: 'Nosacaréis pan de mi horno'y no como el otro majadero de mi colorque quisovolar sin tener alas; subíme sobre un árbolel más alto que hallé y másacopadoen el cual he estado toda esta noche como cuervoy no grasnaba porque[a] alguno de los vuestros no se le antojase cazar a la media noche; estábameel corazón haciendo tifitafeyfinalmenteestaba esperando cuál habrá deser el más ruin; pero como os vi acometer con tanto esfuerzodixe: 'Éste esun gallo'y ha sido asíy no es bien que en un muladar cante más de ungallo».

Cortés se holgó con el chocarrerodiole una rica corona de oro que (segúndice Ojeda) pesaba más de seiscientos pesos. El negro se la pusobailó unratodixo muchas cosasy entre otras: «Capitán: Tan bien habéis hecho laguerra con esto como con vuestro esfuerzo y valentía; si me echáredes encadenas sean déstasque a fee que a los que echáredes en ellas no se sueltentan presto.»



 

 

Capítulo LXXXVIII

Cómo el señor de Cempoala con todos los principales que a lamira habían estado dieron a Cortés la norabuena de la victoria y de cómo lahizo saber a Motezuma por pintura.

Después que todosasí los de Cortés como los de Narváezhobieronreposado dos o tres horas de la mala noche pasadaaunque Cortés por aquel pocode tiempo no se descuidó con las guardas que teníade mirar por sí e por lossuyosvino el señor de Cempoala con todos los demás principalescargados deguirnaldas e rosas y ramilletes. Entraron donde Cortés estabay después dehaberle echado collares de rosas a los hombros y puesto guirnaldas en la cabezay dado ramilletes en las manosdieron de lo mismo a los otros Capitanes epersonas principales que conoscíany luegocon grandes muestras de alegríaaunque no para Motezuma y los mexicanoshaciendo primero muchas cerimonias decomedimientos y reverenciasdixo a Cortés: «Gran señormuy valiente y muyesforzado Capitán: No puede ser sino que tú erescomo todos los tenemoscreídohijo del sola quien nosotros adoramos por nuestro principal diosporque nos calientaalumbra y mantienehaciendo que la tierra lleve fructo ylos hombres nascan y las demás criapturas sean producidas. Muy favorescidodebes ser de tu Diospues de día y de noche peleas y eres siempre victorioso.¡Quién pensara que contra tantos y más bien armados barbudostan bien comolos tuyosfueras tan poderoso que sin ayuda otra en tres horas de la nocheloshayas vencido y subjectado. Y a nosotros vengado de las injurias y agravios queellos y su Capitán (como te invié a decir) nos hacían! Verdaderamente paresceque traes la victoria en tu manoy que nasciste para ser señor de los tuyos yde los nuestros. Tu Diosen que creeste ayude siempre y favorescay nosotroste suplicamos te sirvas de nosotros como de esclavos en tu casay si me quiereshacer mercedpásate luego a otras casas que tengo muy principales y allí tehuelgaporque te queremos servir mejor que nunca.»

Cortés le abrazó muy amorosamente y lo mismo hizo a los otros principales;dio al señor unas joyuelas de Castillaque él tuvo en mucho. Díxole:«Señor y amigo mío: Más contento rescibo la victoria que mi Dios me ha dadopor tu causaque por la míaporque me pesaba mucho verte afligido y que tequexases de Narváezhabiéndote yo hecho siempre buenas obras. De aquíadelante podrás estar seguro que nadie te enojará; yo soy tu amigo y muyservidor del gran señor Motezuma; hazle saber cuanto ha pasado y dile cuántole amo y suplícale mucho tenga gran cuenta con Pedro de Alvarado y con losdemás cristianos que con él dexécomo me lo prometió cuando dél medespedí. En lo demás yo haré lo que me ruegas y rescibo merced de pasarme aesa cara y lo haré luego. En el entretantocon dos cristianos déstos vayaalguna gente tuya a traer el fardaje e tiros que dexé anoche cerca del puebloen una quebrada.» El señor puso luego por obra lo que Cortés mandóy lomás presto que pudo hizo pintar en un lienzo la victoria que Cortés habíaalcanzado contra Narváezpintando a los suyos en cuerposin armas algunascon varicas en las manos e apoderados en los caballos e artillería de los deNarváezlos nuestros de la una partey de la otra a Narváezherido en elojo y aprisionadoe todas las demás particularidades que pudo. Invió estapintura con indios que vieron parte dello o lo másy no la invió por darlecontentoque bien sabía el corazón y pecho de su señor y de los mexicanossinopor advertirle tratase bien a Pedro de Alvarado e a los demás españolesporque estaba muy pujante y muy victorioso Cortéspara que excusase quevolviendono le hiciese algún desabrimiento.



 

 

Capítulo LXXXIX

Cómo Cortés se pasó a las casas de doña Catalina y de losregalos que le hicierony cómo estando allí vinieron ocho mill hombres deguerra chinantecas con el Capitán Barrientosy de cómo invió a Diego deOrdás con trecientos españoles a Guazaqualco.

Había el señor de Cempoalacuando Cortés vino la primera vez a aquellaciudaddádole a su rito y costumbrecomo por mujeruna señora de las másprincipalesa la cual llamaron doña Catalinay así había dado otras aPuertocarreroPedro de AlvaradoAlonso de ÁvilaGonzalo de Sandovaly aotros caballeros principalesa las cuales cada uno puso el nombre que leparesció. Esta doña Catalina era la más principal y más ricay como a casade su mujer se pasó Cortésdonde mudó el artilleríay de secretobien denochese metieron las más de las armasy porque era casa fuertea unaposento della traxeron a Narváez y a algunos otros de quien Cortés serecelabapor lo cualde noche y de día se velabatantoque algunas velasdormían debaxo de los tiroslos cuales estaban asestados a la boca del patiopor donde se podía temer la entrada. La doña Catalina con las otras señorasmancebas de los otros caballeros y mujeresa su parescerporque así tambiénlo creía el señor de Cempoalahacían grandes regalos a Cortés y cada una alsuyoaunque los demás españoles lo pasaban mala causa deque eran muchos ylos indios para proveellos pocosque los más se habían huidopor los malostratamientos quecomo dixeNarváez les había hechoy no habían vueltoaunque después que fueron certificados de la victoria de Cortésque grandecontento les iba dandopor lo cualaunque muy poco a pococomenzaron a venir.

Había todas las mañanas fiesta en la casa de doña Catalinay aunqueCortés estaba en este regalotomandocomo dicenel día bueno para pasardespués el malotrabajaba con el entendimientobuscando medios cómo no estarsiempre la barba sobre el hombrodando trazas cómo pudiese no recatarse detantos queaunque le habían juradotenían el corazón en Diego Velázquez.

Estandopuesentre el contento y cuidadovínole nueva cómo otro díaserían allí ocho mill hombres chinantecastodos bien adereszados de arcoslanzasmacanas y rodelaslos cuales venían con un caballero que se decíaBarrientos. Holgóse mucho Cortéspor verse acompañado de aquella genteaunque eran indiosy asícuando llegaron los rescibió muy bien y determinóluegopara dividir los españoleshacer General de trecientos delloslos másde Narváezy los otros suyosa Diego de Ordáspersona principal y deesfuerzo y consejo en la guerrapara que con ellos conquistase y ganase lospueblos que caían en la provincia de Guazaqualcoy para estollamando losprincipales que iban por Capitanes y a los Alférez y sargentosvolviéndolessus armas y caballosles dixo: «Señores: Ya es otro tiempo del de los díaspasados; no os he vuelto las armas y caballos hasta poneros en negocio queseáis muy aprovechados; la fidelidad y amor que tuvistes a Narváeznoconosciendo en él manera para aprovecharosesa quiero que me tengáispues osprocuro todo vuestro provecho; invíoos con Diego de Ordás a conquistar y ganarlos pueblos y provincia de Guazaqualcodonde espero en Dios que osadelantaréis mucho. Conviene hacer estofuera de lo que en ello ganáisporevitar la hambre quepor ser muchos en este pueblopadescemos.» Fuese conellos Barrientos con los chinantecasy ellosrescibiendo a Diego de Ordás porsu Generalpor mandado de Cortésprometieron de hacer el debercomo por laobra lo veríadiciendo que debían la vida a quien tanta merced en todo leshacía. Tocaron sus atamboreshicieron su reseñatendieron las banderascadaCapitán con la letra que le parescióya que todo estaba a punto para salir.Otros dicen que andadas dos jornadasyendo por Alguacil mayor del campo el duroy pertinaz Carrascoaunque compadre de Cortésy determinado de partirse conla demás gente Cortés para Méxicose estorbó el negocio por la novedad quede México se supo.



 

 

Capítulo XC

Del recaudo que Cortés mandó poner en los navíos y haciendade Diego Velázquezy de cuán caro costó la venida a Pánfilo de Narváez y alos indios de Cempoala y su comarca.

Habida esta tan señalada victoriaque pocas veces se ha vistode tan pocoscontra tantosespecialmente siendo todos de una naciónno se contentóCortés con no decir a Narváez palabra que le desabriesehabiendo él oídotantas suyasantesañadiendo virtud a virtudno solamente permitió quePedro de Maluendamayordomo de Diego Velázquezrecogiese y guardase losnavíos y la ropa y hacienda de Diego Velázquez y Narváez y suyapero pusopersona de confianza que a ello asistiese y diese calorpara que ninguno de losvencedores hiciese agravio y para que Diego Velázquez entendiese que él hacíaen todo la razón y que no pretendía la hacienda ajenasino defender la suyay así lo dixo a Maluendaa quien aun dio de lo suyoporque procuró siempreque aun sus enemigos rescibiesen dél buenas obras.

Muy diferente subceso fue éste del que Diego Velázquez esperabaporquehabiendo Narváez inviádole preso al Licenciado Ayllónporque estorbaba elrompimientosacando por la lista la tocaesperaba que otro día le traeríanpreso a Hernando Cortés. Tornósele este pensamiento y esperanza tan al revésquesabida despuésesta victorianunca más alzó cabeza hasta que murió;perdió asimismo lo que gastó o lo más dello en esta segunda flotaporque enla primera mucho más puso Hernando Cortésy lo que Diego Velázquez habíainviado era para rescate.

Costó esta victoria la honra a Narváez y un ojo que perdió y once o(según otros dicen) diez y seis hombres que murierony entró con tan mal pieque de su desgracia cupo muy gran parte a los indiosporque saltando su genteen tierraun negro que venía con viruelas las pegó a un indioy como elpueblo era muy grande y muy poblado y las casas son pequeñas y suelen muchosvivir juntosde uno en otro fue cundiendo tanto este malque como ellos ensalud y enfermedad tienen de costumbre bañarse y esto fuese tan dañoso con lasviruelasmurieron muy muchosy los que vivieron quedaron tullidosy los quesiendo avisados que no se lavasen se rascaron los rostros y manosquedaron muyfeos por los muchos y grandes hoyos que después de sanos les quedaron. Destemal les subcedió otroporque nunca una gran desgracia viene sin compañerayfue la hambreporque como las más de las mujeresque son las panaderas (quecon una piedra muelen y amasan su trigo) estaban viriolentasno podían amasary así los sanos como los enfermos vinieronpor el tiempo que la enfermedadduróa padescer gran hambre e aun a morir algunos dellade la cualcomosuelese siguiera presto pestilenciasi las viruelas no se acabarany aunquecesara la hambreel hedor de los cuerpos muertosporque no los enterrabaninficcionó tanto el aireque se temió gran pestilencia si el aire que corríarecio no llevara los malos vapores fuera del pueblo. Llamaron los indios a estaenfermedad güeyzaualque quiere decir la «gran lepra»de la cualcomo de cosa muy señaladacomenzaron después a contar sus añoscomo enCastilla el año de veinte e uno. Paresce que en esto se esquitaron losespañoles por las bubas que de los indios rescibierona las cualespor estollamaron la enfermedad de las Indias.



 

 

Capítulo XCI

Cómo los mexicanos se levantaron contra Pedro de Alvarado y lo que sobreello Hernando Cortés hizo.

En el entretanto que esto pasabaMotezuma y los mexicanosque estabanindignados con las cosas que de Cortés y de los suyos Narváez había inviado adecirse amotinaron con tan gran furia y con tan gran copia de genteque enlos pueblos comarcanos casi no quedó ninguna que no fuese en dar combate a lacasa donde Pedro de Alvarado quedaba guardando a Motezuma. Quemaronante todascosaspara quitar el refugio a los españoleslas cuatro fustas que estaban enla lagunaderribaron un lienzo de la casaque con gran dificultad y trabajolos españoles reedificaron; minaron otrospusieron fuego a las municioneslevantaron las puentesquitaron los mantenimientosy finalmenteen laprosecución de los combatesmataron a Peñael muy privado de Motezumanoguardando la cara a la voluntad y amor que su señor le tenía. Defendíanse losespañoles como talesmataron muchos indios; pero como ellos eran tan sincuento y el combate era tan furiosolos que se defendíanaunque fueran deacerofaltaransi Motezumacon miedo que Pedro de Alvarado le mataríaalgunas veces no hiciera señal de paz. Refrenábanse con esto algún tanto losmexicanosdando algún vado a los encerradosque de noche ni de día dormíanpero lo que los mexicanos cesabanaumentaban de furor cuando tornaban aacometer.

Estas nuevasporque sepamos que en las cosas humanas no hay contento que novenga muy aguadosupo Cortésestando con la mayor alegría que jamás estuvoe con la mayor victoriaque de tantos a tantos jamás Capitán alcanzó.Sintiólas mucho porqueaunque de primero se las habían dicho indiosno lascreyóhasta que inviando a México un español a Motezuma con la nueva de suvictoriaen lugar de albriciasvolvió con muchos flechazos y heridastrayendo por nueva cómo el fuego estaba muy encendido y que no solamente losmexicanos habían muerto a Peñapero a otros dos españoles que se decíanJuan Martín Narices y un Fulano de Valdiviay que don Pedro de Alvaradoagran instanciapedía socorro e ayudae que si la dilatabaperesceríantodose que Motezumapor lo que le tocaba de no morirhabía algunas vecesaplacado a los suyosy que él y ellos se habían levantado por entender queCortés no podía vencer a Narváezpor venir con tan pujante exércitotanbien armado e con tantos caballos y artillería.

Cortésentendido estodeterminó de poner remedio luego en elloy asídexando asentada la Villa Rica cerca de la mar y poniendo en ella su Tenientecon la guarnición que era nescesaria para su defensa y guarda de Narváezconel cualde los más delicuentes y bulliciosos y que menos se esperaba podellosreconciliardexó algunos presosescribiendo luego a Diego de Ordásque ibauna jornada o dos de allí con su genteviniese a toda furia; lo mismoescribió a Joan Velázquez de Leónque también había inviado a otra parte.Mandó de secreto a Alonso de Ojeda y Joan Márquezsu compañeroque sacasenlas demás armas que estaban guardadas y no se habían dado a sus dueñosycuando todos estuvieron juntos y las armas en su aposentoasí a los suyos comoa los de Narváezles hizo la plática siguiente:



 

 

Capítulo XCII

De la plática que Cortés hizo a todos los del exércitoqueriendo partirse en socorro de Alvarado y cómo volvió las armasy lo que lerespondieron.

Ya que los que habían ido fuera se juntaronllamando Cortés a todos losdemásasí suyos como a los demás a quien no había vuelto las armasrogándoles que estuviesen atentospor lo mucho que en ello les ibales dixoasí:

«Porque en esta junta donde todos os halláis sin faltar ninguno hay tresdiferencias de personas: unos venistes comigo e seguísteme hasta la horapresente; otros fuistes de los de Narváezvista la razón que teníamehabéis jurado por vuestro Capitán general e Justicia mayore por esto osvolví luego vuestras armas e puse en nuevos descubrimientos; los otrosquehabéis estado más obstinadosdurándoos todavía la ceguedad con que Narváezse perdióno confiándome por esto de vosotrosno os he vuelto las armas;pero ya que sabéis que no hay navíos en que os vais ni armas con que peleéisni aun Capitán que os acaudille y advierta de lo que debéis de hacercomo yolo haré a quien ya habéis juradosaber que pensando Motezuma y los suyossegún lo que Narváez de mí le invió a decir y según la pujanza con queveníaque ninguno de los míos quedaría con la vidadeterminópara que delos enemigos tuviese menoshacer guerra de noche y de díaa fuego y a sangrea Pedro de Alvarado y a los de su compañíaque en guarda de Motezuma dexé:Hanle muerto tres españolesaunque él ha muerto muchos indios; contramínanlela casaestá puesto en gran peligro y aprietoy si con mucha brevedad no lesocorrernosno quedará hombre dellosy el poder mexicanoque es muy granderevolverá sobre nosotrosy así perderemos el más insigne y más rico pueblodel mundodonde cada uno de vosotros será señor y dexará haciendahonra ygloria a sus descendientes. Por tantoayudémonos todos; quered lo que yoquisiereque es vuestro adelantamiento y honra; ca si estamos unánimes no haypoder en todo este nuevo mundo que nos contrastey a vosotrosseñoresquehasta ahora habéis estado algo pertinacesvuelvo vuestras armas y entrego micorazón y os empeño mi palabra de en todos las buenas andanzas haceros igualescon los que más me han amado y más me han seguidoporque espero que adelantehabéis de hacer tanto que merescáis el premio que los más aventajados. Estomismo quieren y desean que hagáis vuestros compañeros y también lo desean losmíos. Por que veáis cuánto os conviene hacer lo que os ruegotomad muyenhorabuena vuestras armasy Dios os haga tan venturosos en ellas que Motezumay los mexicanos entiendan el gran valor de vuestras personasy ellas para lossiglos venideros queden tan memoradas cuanto confío merescerán vuestroshazañosos hechos. Partamos de aquí con toda la brevedad que pudiéremossocorramos a nuestra carne y sangreno permitamos que cristianos amigos edeudos nuestros mueran a manos de gente infiel y bárbara e que sean cruelmentesacrificados al demonioa quien tenemos por principal enemigo y a quien venimosa desterrar deste nuevo mundoy si ni vuestra honrani vuestra glorianivuestro provecho ni lo que más estan gran servicio de Diosno os mueven aquererme e seguirmenunca Dios quiera que yo fuerce vuestro querer ni quieramás de lo que quisierdes. Con vuestras armas os dexo en vuestra libertad: iddonde quisierdesque no podréis buscar ventura mayor que la que yo os darécomo el que la ha hallado en la gran ciudad de Méxicoy primero que merespondáisvosAlonso de Ojeday vosJoan Márquezdad a cada uno susarmas.»

No hubo Cortés acabado de mandar estocuando todoscon muy gran alegríallamándole su Capitán y señorrescibieron sus armasofreciéndole sus vidasy personasdiciendo que sin él no podían hallar la ventura y prosperidad queprocuraban. Abrazó Cortés a los principales delloshonrólos y dioles cargosy desta manera fueron tan amigos como cuando lo eran de Narváez. Estandopuestodos de un corazón y de una voluntad para el socorro y favor de los que enMéxico habían quedadoCortés se aprestó para la partida en la manerasiguiente.



 

 

Capítulo XCIII

Cómo Cortés se aprestó para su partida y de lo que en ellahizo.

Otro día de mañanadespués de hecho este razonamientoCortés hizoreseña de su exército y ordenó sus hacesdando los oficios y cargos quefaltaban para hacer su camino. Dexó en Cempoala su recámarapara que despaciofuese con los enfermos que había; dexópara que fuesen en su guardatreintao cuarenta soldados; los principales dellos eran Juan Juste y Alonso Rascón; yllegados que fueron los tamemesoída misaen son de guerraacompañándolehasta una legua del pueblo el señor de Cempoala con los demás principalesllegó aquella noche a un pueblo que hoy llaman La Rinconada. Otro díapartiendo de allí de mañanaanduvo siete leguas; asentó su real en un llanocerca del caminoque hasta ahora en la Nueva España no se ha visto tan grandeexércitoporque iban en él más de mill y cient españoles con gran multitudde indios que los acompañaban y servían. Luego que los indiosque a los ladosdel camino tenían sus pueblossupieron que Cortés había asentado en aquelllanoacudieron con mucha comida de avesfructas y tamales; vinieron loscaciques con guirlandas y flores; dieron la bienvenida a Cortés; rescibiólosél graciosamente; proveyéronle muy largo de lo que era menester hasta entraren la provincia de Taxcala; e porque todo el exército no podía ir juntoacausa de que unos se cansaban más que otrosmandó Cortés a Alonso de Ojeda ya Joan Márquezsu compañerose adelantasen y entrasen en Taxcalapara sabernuevas de Pedro de Alvarado e para recoger comida para los que atrás quedaban.Anduvieron aquel día hasta la media noche veinte leguas; llegaron a lasprimeras casas de Taxcalaque no se podían tener de cansadosdonde reposandolo que de la noche quedabaluego de mañana entraron en Taxcaladonde losrescibieron con muy alegres rostros los señores de la provincia. Preguntáronlepor el gran señor Cortésinformáronse de la gran victoria que contraNarváez había tenidomaravilláronse y holgáronse mucho dellay más cuandosupieron que tantos españoles veníanpara que Motezumasu enemigopagase latraición que había hecho y fuesen libres los españoles que en México habíanquedado.



 

 

Capítulo XCIV

De lo que Alonso de Ojeda y Joan Márquez hicierane de cómoCortés prosiguió su camino.

Después que aquellos señores taxcaltecas se hobieron informado del estado ysubceso de los negocios de Cortésqueriéndose volver atrás Alonso de Ojedadexando allí el compañeropara recoger mantenimientosaquellos señoresdando aviso a las alcarías y pueblos de lo provinciapara que proveyesen aOjeda cómo con mantenimientossaliesen al caminodixeron que de su partetopando al invencible y esforzado Capitánsu amigo y señorle saludase ydixese le estaban esperandopara hacerle todo servicio y regaloy que supieseque Pedro de Alvarado se había defendido valerosamente y que en el patio deUchilobos había muerto más de mill principales; que se diese priesaporquecon su llegada se apaciguaría todoy los culpados serían castigadosy que sipara esto fuese menester su ayudala darían con gran voluntad. Con esto sedespidió Ojedaentrando por las alcarías; traxéronle mill gallinas de latierracuatrocientas cargas de pancincuenta cántaros de cerezasmuchascargas de tunas y docientos cántaros de agua. Con esta provisión que llevabana cuestasa su costumbremill y docientos hombressalió de madrugada alcamino; yendo con ello hacia do podían venir los españolesentre unas casasde otomíesoyó sonar un pretal de cascabeles. Paróse Ojeda a ver quéseríaporque no había acabado de amanescery vio que venía hacia él elgeneral Cortés con cuatro o cinco de a caballo y dos mozos de espuelas. ApretóCortés las piernas al caballo y dixo a Ojeda: «Estéis enhorabuena¿quénuevas hayy qué comida?porque la gente viene desperescida de hambre.»Respondió Ojeda: «Señorde todo hay buenas nuevas; yo llevo mill equinientos hombres cargados de bastimentos; Joan Márquez queda en Taxcalarecogiendo más; los señores della besan a vuestra Merced las manos; alégransemucho con su venida y están esperándolay dicen que Pedro de Alvarado estábuenoaunque cada día con sobresaltosy que ha muerto en el patio deUchilobos mill principales.»

Mucho se holgó Cortés con estas nuevas; dio muy grandes gracias a Dios;dixo a Ojeda: «Dios os dé buenas nuevasque tales me las habéis dado.»Jorge de Alvaradoque con Cortés ibano cabía de placer de que su hermanofuese vivoy lo hobiese hecho tan bien.

Con esto se apearon de los caballoscomieron una gallina fiambreque lohabían bien menester; tornaron a subir en sus caballos; dixo Cortés: «Yo voya Taxcala. Por vuestra vidaOjedapues lo habéis hecho tan bienprosigáiscon esos tamemes vuestro caminoid por el despobladoporque por ahí viene lagente harto nescesitada de socorro.» Despidióse Cortés; caminó Ojeda como leera mandadoel cual de ahí a poco topó con un soldado que se decía SanctosFernándezel cual le dixo cómo la gente toda a trechos venía ya muyhambrienta y nescesitadatanto que si no se daba priesa morirían algunos desed. Con estodándose mucha priesa Ojedatopó con un Cristóbalpregoneroy con su mujerque era gitana; hallólos medio muertos en el sueloechólesagua en el rostrodioles a beber y de un ave que traía cocidacon quevolvieron en sí. Ahoraen el entretanto que Ojeda prosigue su caminodigamoslo que a Cortésaunque iba de priesa para Méxicoacaeció en Taxcala.



 

 

Capítulo XCV

Cómo Cortésaunque de pasoentró en Taxcala y de lo quecon los señores della pasó.

Aunque Cortés no vía la hora de llegar a México por socorrer a los suyosentró en Taxcala y no pudo ir tan presto ni tan secreto que primero no tuviesenaviso aquellos señores; saliéronlo a rescebir ya que estaba dentro de laciudad; apeáronle ellos proprios del caballo; metiéronle en la casa deMagiscacíndiéronle luego de comer a él y a los que con él ibanrefrescósey descansó un pocoagrasdeció mucho la voluntad con que habíanmandado proveer a su gentey después que entre ellos pasaron palabras de muchoamor y amistadCortés les preguntó muy por extenso el estado de los negociosde México y la causa de su rebelión. Ellos le dixeron lo que habían dicho aAlonso de Ojeda y que no sabían cierto qué fuese la causaaunque se decíanmuchas; pero que la que a ellos les parescía era ser de mal corazón Motezuma ylos mexicanos traidores y malos de su condisciónque no guardaban palabra quediesen ni pasaban por concierto que hobiesen hechoy que no podían vercristianos y que los debían de temer muchopues quedaban pocos; los habíanacometido y hecho guerra continua de noche y de díay que llegado a Méxicosabría más claro y más por extenso lo que había pasado y las causas yrazones de su rebelión; que se hubiese con ellos como con enemigos encubiertosy que en su ausencia tanto se habían declarado; y que pues venía tan poderosoy pujanteno dexase hombre a vida de los que fuesen culpadosque en ellostendría las espaldas bien seguras e toda el ayuda que ellos le pudiesen dar yque mirase mucho por síporque de la manera que pudiesen habían de procurarmatarle o echallo de la tierra.

Cortésque bien atento a estas palabras había estadocomo dichas deamigos y que mejor que otros sabían los negociosles agradesció mucho el amory voluntad con que le avisaban y el ofrescimiento que de su ayuda le hacíanymostrando el poco temor que a los mexicanos teníales respondió: «Señores yamigos míos: Si estando yo en México con la gente que vistesno se osarondesmandar¿qué pensáis que podrán hacer ahora viniendo como vengo con tanpujante exército? Si no fueren buenos y leales de voluntad y corazónyo haréque lo sean por fuerza y no me dormiré nadapor que no tengan lugar de haceralguna traición; antes me daré tal maña que no habrán pensado la cosacuando ya la entienda y sepa y castigarla [he] de tal manera que escarmientenpara otra.»

Ciertoel confiar tanto Cortéscomo Davidde la mucha gente que llevabaen su exércitofue causa que después le subcediese la desgracia que en sulugar diremos. Los taxcaltecascomo siempre presumieron de bravos y másvalientes que los otros indiose tenían por tan enemigos a los mexicanosmucho se holgaron de oír a Cortés; levantaban los brazos a manera de peleadándole a entender que eran fuertes y que delante dél deseaban verse a lasmanos con ellos. Con estoabrazando Cortés a aquellos señores e rogándolesproveyesen a los españoles que veníansubió en su caballo e a toda priesahacia México prosiguió su caminodonde le dexaremosvolviendo a lo que Ojeday Joan Márquez hicieron y les pasó con la gente.



 

 

Capítulo XCVI

De cómo Ojeda prosiguió su camino y cómo llegó de Taxcalasu compañero Joan Márquez y de lo que más les avino.

Prosiguiendo Ojeda su caminoera lástima de ver cómo aquí topaba con unoallí con dosacullá con tres y cuatrounos caídosotros que no podíaandarotros tan enflaquescidos que apenas podían echar la palabra de la bocaporquecomo venían a pie e por despoblado y les faltó la comida y el aguacreyendo que les sobrara lo que al principio les habían dadoveníandespeadoshambrientos y muertos de sed. Llegó Ojeda ya noche a un pinary enaquel llanohaciendo altojuntó a todos los que por su pie podían veniry aotros hizo traer a cuestas; juntó hasta setenta españoleshizo hacer a losindios muchos fuegospelar docientas gallinas que ya traían ahogadas;asáronlas los indiostraxeron pan e agua; hartáronse aquellos hambrientos ysedientos hombres; comían y bebían con tanta agonía ques no se vían hartos;dieron gracias a Dios por el socorro que les había inviadoquea la verdadcreyeron espirar primero que llegasen a Taxcala. Ya que era la media nochequetodos estaban contentos o reposandooyó Ojeda gran rumor de gente; preguntó alos indios que qué era aquello; dixéronle que venía Joan Márquezsucompañerocon muchos indios cargados de comiday fue así que llegó luegocon dos mill y quinientos indiostodos con provisión. Holgáronse mucho losdos compañerosalegráronse por extremo los españoles que allí estabanporel socorro que Joan Márquez traía para los que atrás quedabanque no veníanmenos hambrientos y cansadosy así luego otro [día]en amanesciendocomenzaron a parescer muchos que venían cayéndose. Salieron a ellosdiéronles de comer en el pinare yendo adelante Ojeda y Joan Márquez arescebir los demásllegó un español que se decía Magallanes y otro que sedecía Diego Morenolos cuales traían consigo mill hombres cargados de comida;venían de hacia Tepeaca; viniéronse a juntar al pie de cuatro mill equinientos indiosy estando los españoles e indios así juntosdixo Alonso deOjeda: «Yo e Diego Moreno iremos con alguna provisión a rescebir a los quevienen con la recámara y el artilleríae Magallanes y Joan Márquez se quedenaquí rescibiendo a los que llegaren con la comida adereszada.» ConcertadosasíAlonso de Ojeda e Diego Moreno tomaron cuatro mill indios para sucompañía y para lo que fuese menestere docientos con bastimentos e cientcántaros de agua. Yendo así como iban por conciertopor sus escuadronesasomaron nueve o diez de a caballoy creyendo que los indios era gente deguerrase aprestarontomando las lanzas en las manosque se les caíannopudiéndolas sustentar de desmayados e desflaquescidosy no menos lo veníanlos caballosque no menos nescesidad que sus amos habían padescido.



 

 

Capítulo XCVII

Cómo saliendo de entre los indios Diego Moreno e Alonso deOjedaconoscidos por los de a caballose holgaron mucho y caminaron adelantey de lo que más les acontesció.

Luego como Ojeda e Diego Moreno viesron los de a caballo y que se habíanapercibido como que temían algosalieron de entre los indioshaciéndoseadelantelos cualescomo fueron vistos de los de a caballo y conoscieron queeran españoles los que habían salido de entre los indiosaseguráronse yperdieron el miedo que habían cobrado; con alegría dixeron: «Señores¿cristianos sois? No pensamos sino que todos érades indios de guerra que nosvenían a matarsegún vienen en orden esos que con vos vienen. ¿Hay algo quecomamosseñores?»y esto decían con tanta flaqueza que casi no podíanhablar. Ojeda y Diego Moreno los apearon luegodiéronles de comer y a loscaballos tortillas de maízque comieron con gran gana; y después que los unosy los otros tomaron esfuerzoOjeda les mostró los humos del pinarqueestarían de allí legua y mediadiciéndoles que allí quedaban Joan Márquezy Magallanes con mucha comidaesperando a los que viniesen. Ellos de la hambrepasadacomo no pensaban verse hartos y oyeron estoalegráronse mucho.Preguntóles Ojeda por el artillería y recámaradixéronle que venía dosleguas de allí; fueron luego a buscarlay primero que llegasen a ellaatrechos iban proveyendo y consolando a los hambrientos que topabanmostrándoles adónde habían de ir a descansarque eran los humos del pinardonde todoscomo si a cada unos mostraran su tierra naturalse regocijaron.

Prosiguiendo desta manera su camino Ojeda y Diego Morenotoparon con Gonzadode Alvaradoque traía a cargo el artilleríadonde fue de ver el alegría quelos españoles que venían rescibieron con los que ibany los indios quetraían el artillería con los que llegaronque los más eran sus amigos yconoscidos. Pararon todosy como los que veníanasí españoles como indiosvenían cansados y con mucha hambre y sedy entendieron que había qué comer ybebermuy alegres se asentaron todos; los españoles proveyeron a susespañoles y los indios a los indiosde lo que traían. Hablaban poco y comíanmucho; los hambrientos holgábanse de ver los que venían hartosy éstoscontaban cuentos y los otroscomiendoescuchabandiciendo algunas palabras decuando en cuandohasta que estuvieron contentosque estoncescomo dicentodos hablaban de la oseta. Ya que los cansados y hambrientos estuvieronsatisfechos y algo descansadospreguntándoles si quedaban algunos atrásrespondieron que no; estonces todosde consunodieron la vuelta hacia doparescían los humosdonde llegaron una hora después de anochecido.Rescibiéronse los unos y los otros con mucha alegríaporque ya los estómagosestaban contentos; contábanse sus trabajos; daban gracias a Dios porque estandoen tan gran peligro no hubiesen muertodexándolos para ver aquella gran ciudadde Méxicoy asícon el alegría y descanso presentela memoria de lostrabajos pasados era más suave. Desta manera descansandoque lo habían bienmenesterpasaron aquella nochey lo que luego otro día hicierondiremos enel capítulo que se sigue.



 

 

Capítulo XCVIII

Cómo quedando de los españoles los más cansados descansadolos demás partieron con el artillería hacia Taxcala.

El otro día por la mañanaquedándose allí algunos que habían llegadomuy cansados e yendo otros de su espaciotodos los demásmuy alegrescaminaron hacia Taxcalay entrando por tierra de otomíescomo si entraran ensu tierra naturalfueron rescebidos y hospedados. Recogieron los que destotenían cargo tres mill gallinasmucho pan y fructa; fueron luego a Guaulipánun día antes que Cortés volvieseel cualcomo halló tanto refresco ycomidahizo detener allí la gente hasta que llegase la que había quedado enel pinary de allí despachó al padre Fray Bartolomé de Olmedo con unespañol o dos que le acompañaronpara que a toda priesa fuese a México ydixese a Motezuma que bastaba lo pasado y que no proscediese en su locuraporque le llovería a cuestasy que se espantaba que un tan gran señor y tancuerdo hubiese tomado tan mal consejo de quebrar la palabra que había dadohaciendo guerra a tan pocos españoles como en su casa y debaxo de su palabra yfee real tenía; que le rogaba no hubiese másy que sí así lo hacía seríanamigos y no se acordaría más de lo pasadoy si noque supiese que iba conmucha gentedonde tomaría satisfacción del daño que su gente hubieserescebido. Con este recaudo se partió Fray Bartolomé de Olmedo.

Dice Motolinea que en Taxcalahaciendo Cortés reseña de su gentehallóque llevaba mill peones e ciento de a caballo pero Alonso de Ojedaen losMemoria les que hizodice que se partió de aquel pueblo a otro que se decíaCapulalpay de allí otro díapara Tezcucodonde no pudo llegarhaciendonoche dos leguas antes de llegar a él; pero otro díaya que todos se habíanjuntadode su espacio caminaron para Tezcucoadonde llegaron a las nueve de lamañana. Hallaron casi sin gente aquella gran ciudad; nadie los salió arescebir; la gente que había les mostraba mal rostro; todos los demás estabanen Méxicoporque habían acudido al combate que se daba a Alvarado. Vieronotras señales muy malasde que nada se contentaron. Estuvo allí Cortésdescansando cuatro díasy otro día después de llegadovino una canoa deMéxicoque salió de noche por una de las acequias encubiertamentepara noser vista. Venían en ella dos españoles de los que habían quedado con Pedrode Alvarado; el uno se decía Sancta Clara y el otro Pero Hernández. Holgósemucho con ellos Cortés; diéronle muy larga cuenta de lo pasado y dixéronlecómo había ya trece días que no daban guerra a Pedro de Alvarado y que no lehabían hecho más daño del que él sabía de los tres españoles. Creyó poresto Cortés que ya todo estaba muy seguro y que no había de qué temerparesciéndole que por lo que Fray Bartolomé habría dicho y por la pujanza conque él ibani Motezuma ni los mexicanos se osarían desmandar. Escribió (queno debiera) a Cempoalaa los españoles que con el resto de la recámarahabían quedado allí y a los demás que de cansados aún no habían llegado yquedaban derramados por los pueblosque ya no había guerra ni hombre que seosase desmandarlo cualpara mayor dañoaseguró los españoles.



 

 

Capítulo IC

Cómo Cortés partió de Tezcuco para Méxicoy cómo parandoen Tepeaquilla halló ruines señalesy cómopartiendo de allíentró enMéxico.

Con más reposo del que hasta allí Cortés había tenidono recelándosedel mal grande que después subcediócon su gente en ordenpartiendo deTezcuco para Méxicoparó en Tepeaquillapueblo que está legua y media deMéxicoa la entrada del cualpasando por una pontezuela de madera SolísCasquetehombre de a caballometiendo el caballo la una pierna por entre dosvigasse le hizo pedazosquedando el caballo colgado de la puente. Solíssaltó en el agua; miraron en esto algunos de los españolesespecialmenteBotellode quien diremos adelanteque lo tuvieron por mal agüero y señaldiciendo que no entraban con buen pie y que algún mal les había de subcederaunque el cristiano no ha de mirar en agüerosy así lo hacía Cortésinterpretando siempre e mejor lo que acaecíacomo hacía el Gran Capitánlasmalas señales. Con todola gente halló mucho maíz e otras provisionesperono persona alguna que lo guardaseque también paresció muy mal.

Ya que otro día de mañana se querían partir para Méxicobuscando porentre las casas y dentro dellas algunos indios para que llevasen las cargasAlonso de Ojeda y Joan Márquezque desto tenían el cargono hallaron personaalguna más de un indio que dicen naboriaahorcado de una viga de la casavestido con sus mantas y mástil; salieron algo alterados con estoparesciéndoles mal todo lo que habían visto. El exército comenzó a andar;yendo un poco delante por el mismo pueblohallaron en una plazuela un granmontón de pan y más de quinientas gallinas atadasy tampococomo antespersona alguna que lo guardase ni a quien pudiesen preguntar cosay como estocaía sobre lo demástampoco a Cortésaunque lo desimulabaparesció bien yquisiera no haber escripto a los de Cempoala; pero desimulando la mala sospechay ruines indicios que había vistocon alegre rostroconcertando su gentelosde a caballo por sí y los peones por sítocando el atambor e pífarolesdixo: «Easeñores y amigos míos; que ya se han acabado nuestros trabajosysi los indios no han parescido es de temor y vergüenza de haberse atrevidocontra los nuestros; con emienda los reconciliaremos y nos serán más amigos ytodos seréis de buena ventura.»

Era víspera de Sant Joan cuando Cortés entró con este orden en la ciudadde México; estaban los indios a las puertas de sus casas sentadoscallandoque no parescían haber hecho mal algunoy a la pasadaamenazándoles en lalengua algunos de los nuestrosse sonreíandándoseles muy poco de susamenazas. Tenían todas las puentes quitadas de unas casas a otras; vieronclaras muestras de lo que les pesaba con la venida de los nuestros y aun de loque después hicieron. Llegó desta manera nuestro exército al aposenta dondePedro de Alvarado estaba guardando a Motezuma; las puertas estaban todascerradas; subió sobre los muros la más de la gente que dentro estaba;diéronse la buena venida y la buena estada los unos a los otros con granalegría y regocijo de todos. Llegó Cortés a la puerta principaldio golpespara que le abriesenno le respondieron ni quisieron abriry tornando a tocarla puertadesde el muro respondió Pedro de Alvarado: ¿Quién llama y quéquiere?» Replicó Cortés: «Llama Hernando Cortésvuestro Capitánquequiere entrar.» Entonces Pedro de Alvarado le dixo: «Señor¿viene vuestraMerced con la libertad que salió de aquí y con el mando y señorío que sobrenosotros tenía?» Diciendo Cortés que sí yloado Dioscon más pujanza emayor victoriacon grande alegría los que dentro estaban le abrieron lapuertay entrandocon gran reverencia Pedro de Alvarado le entregó lasllavesabrazándose luego el uno al otroy así todos los demás los unos alos otros.

No se puede decir el alegría y regocijo que todos rescibieron; los deAlvarado contaban los trabajos y peligros en que se habían vistolas muertesde sus españoleslos combates que habían rescebidolas defensas que habíanhechoel deseo que tenían del socorroel amainar de la furia de los indioscuando supieron la venida de Cortés. Los otros compañeros que con el Capitánhabían idotambién contaban el trabajo que en la priesa del camino habíanrescebidoel andar de nocheel acometer a Narváezlloviendo toda la nochela pérdida de los compañerosla victoria tan venturosa. Los que de nuevoveníanque eran los de Narváezhallaron entre los de Alvarado muchosconoscidos y amigos con quien se holgaban mucho. Desta manera pasaron dos horashasta que los aposentadores comenzaron a alojar la gentela cualpor no cabertoda en los aposentos de Cortésfue nescesario que mucha della alojase en eltemplo mayor.



 

 

Capítulo C

Cómo llegado CortésMotezuma salió al patio a rescebirle yse desculpó de lo pasadoy de la contradición que en esto hay.

Entró Cortés a hora de comer en Méxicocon la gente que dixeacompañadode muchedumbre de amigos tlaxcaltecas y otros; y a una hora después de llegadosaliósegún algunos dicen (aunque Ojeda escribe lo contrario) al patioMotezumaacompañado de los más principales señores de la tierraarescebirlepenadosegún mostrabade lo que los suyos habían hecho.Desculpóse lo mejor que supo e pudo. Cortés le respondió pocas palabrashaciendo bien del enojadoe despidiéndose desta maneracada uno se fue a suaposento.

Otros diceny esto es lo más ciertoque Motezuma esperó que Cortéscomosolíale entrase a visitarpues era tan gran Rey e señor y que a esta causaaunque venía victoriosono le salió a rescebir. Cortéscomo venía tanpujanteparesciéndole que todo el imperio mexicano era pocoenojado de lo quehabía pasadono hizo cuenta dél ni le quiso entrara verlo cual fue laprincipal causa de la destruición de los suyose así dixo muchas veces e yose lo oí en corte de Su Majestadque cuándo tuvo menos genteporque sóloconfiaba en Dioshabía alcanzado grandes victoriase cuando se vio con tantagenteconfiando en ellaestonces perdió la más della y la honra y gloriaganadaqueciertopara todos los Capitanes es documento notable para perderel orgullo en la prosperidad mundana.

Fray Bartolomé de Olmedopor mandado de Cortésfue otro día a ver aMotezumapara entender del estado de los negocios. Motezuma le respondió bien;preguntó si el Capitán venía enojadopor que no le había visto;respondióle el flaire que nopero que venía cansado y que por eso no lohabía hechoe con esto le reprehendió del mal consejo que había tenido. Norespondiendo a esto Motezumadixo: «Si el Capitán no está enojadoyo ledaré un caballo con su personade bultosobre éltodo de oro.» Con esto sedespidió Fray Bartolomé; contó lo que pasaba a Cortésel cualextendiéndose con la victoria de Narváez porfió en no querer ver a Motezumaque fue la causa de todo su daño y pérdidaporquecomo después pasaronalgunos días que no hizo caso de tan gran Príncipeél y los suyos losintieron tanto que en breve mostraron el rancor que en sus pechos teníanaunque otros dicen que luegodende a cuatro o cinco días que Cortés llegó aMéxicose levantaron.



 

 

Capítulo CI

De las razones y causas por qué los mexicanos se levantaroncontra Pedro Alvarado.

Deseaba mucho saber Cortés por qué razón en su ausencia los mexicanos sehabían rebelado contra Pedro de Alvaradohabiendo dado Motezuma su palabra deno consentir alteración algunay no tanto deseaba saber esto por castigarlopues siempre pretendió su amistad y confederacióncuanto por reprehender aPedro de Alvarado si había sido culpado. Juntópuesmuchos de losprincipalesque todos (como dice Gómara) no pudo sery con las mejorespalabras que supocon buena graciasin mostrar enojoles rogó le dixesen lacausa de la rebelión pasada. Elloscomo eran muchos y cada uno teníaparticular ocasión de malquerenciacomo los que estaban determinados desegundary con mayor furiadesvergonzadamente y sin muestra de arrepentimientode lo pasadounos respondieron que por lo que Narváez les había inviado adecir; otrosque por echarlos de Méxicoporque no los podían verpara quese fuesencomo estaba concertadoen teniendo navíosy que esto lo habíanbien mostrado cuandocombatiendo la casaa voces decían: «¡Perroscristianoscristianos perrosfuerafuera; salid de nuestra tierrausurpadores de lo ajeno!» Otrosque por libertar a Motezumacomo lo decíandando la guerra: «¡Soltadsoltad a nuestro gran Rey y señor si no queréismorir mala muerte!» Nunca jamás (aunque lo dice Gómara) le llamaron dios.Otrosque por robarles el oroplata y joyasque más por fuerza que de suvoluntad Motezuma y otros señores les habían dadodiciendo que valían másde sietecientos mill ducadosdando voces: «¡Ahperros; aquí dexaréis eloro y joyas que habéis robado!» Quienque por no ver allí a los taxcaltecasy otros indiosque les eran muy odiosospor ser sus mortales enemigos. Muchoso los más decían que por haberles derribado sus ídolos principalesdeshechosu religióndestruido sus sacrificiospuesto nuevas leyesintroduciendonueva religión contraria a la suyae que para la venganza desto el demonio leshabía dado gran priesaconforme a lo que los más decían.

La principal causa fueporque viniendo el principio de su mesque era deveinte en veinte díasque estonces para ellos era fiesta solemnepocos díasdespués de partidoCortésquisieron celebrarlacomo solíanpara lo cualpidieron licencia a Pedro de Alvaradoy esta licencia pidiéronla con engañopara que los cristianos no sospechasencomo ello eraque se juntaban paramatarlos. Alvarado les dió la licencia con que a la fiesta no llevasen armas nisacrificasen persona algunaque para ellos fueron dos cosas harto ásperas eque encendieron el fuego; juntáronse más de sietecientos (otros dicen más demill) caballeros e personas principalescon algunos señoresen el templomayor. Aquella noche hubo muy gran ruido de atabalescaracolescornetashuesos hendidos con que silbaban muy recio; cantaron muchas canciones; créesepor cierto que en ellascomo suelentrataron de la rebelión que luegohicieron. Salieron al baile desnudos en carnes y sin cutarascubiertassolamente sus vergüenzaspero sobre las cabezas y pechos muchas piedras yperlas que estonces no las había sino muy rarascollares a las gargantascintas de oro colgando sobre los ombligosmuchas piedras y brazaletes muy ricosa las muñecascon muchas chapas de oro y plata sobre los pechos y espaldas ycabezas y manospresciosos y ricos penachos. Desta maneraa vista de losnuestrosen el patio del gran templobailaron su baileque fue cosa bien dever.



 

 

Capítulo CII

Cómo se llamaba este baile y cómo se hacíay si Pedro deAlvarado acometió [a] los indios por cobdicia o por deshacer la ligaylo que después se supo de las ollas.

Llamaban los indios a este baile maceuatlistleque quiere decir«merescimiento con trabajo»y así al labrador llamaban maceuatli. Eraeste baile como el netotiliztliaunque se diferenciaba el uno del otroen algunas cerimonias. Poníancuando le habían de haceren el suelo de lospatios muchas esteras y encima dellas los atabales y los otros instrumentosmúsicos; danzaban en corroasidos de las manos y por ringleras; bailaban alson de los que cantaban y tañían y respondían bailando y cantando. Loscantares eran sanctos y no profanos (aunque en éste trataron la conspiracióncontra los nuestros) en alabanza del dios cúya era la fiesta; pidiéronlesegún su nombre e advoracióno aguao pano saludvictoriao pazhijossanidado otros bienes temporales.

Notaron los que al principio miraron en estos bailesque cuando los indiosbailaban así en los templosque hacían otras diferentes mudanzas que en los netotiliztlesmagnifestando sus buenos o malos conceptossucios o honestoscon la vozsinpronunciar palabras y con los meneos del cuerpocabezasbrazos y piesamanera de matachinesque los romanos llamaron gesticulatoresquecallando hablan. A este baile llamaron los nuestros areitovocablo de las islasde Cuba y Sancto Domingo.

Estandopuesen este baile aquellos caballeros mexicanoso porque avisarona Pedro de Alvarado de lo que tractabano por ver baile tan solemne e de tanprincipales personaso por otras causas que no se sabenfue alláy lo que esmás probablepor lengua de algunos españoles que entendieron la tramasabiendo que se tractaba de la rebelión de los indios y muerte de loscristianostomó las puertas del patio con cada diez o doce españolesy élcon cincuenta entró dentrohaciendo en ellos gran carnicería. Mató los mástomóles las joyas e riquezas que traíanlo cual dio ocasión a que algunosdixesen que por cobdicia de las riquezas había hecho tan grande estrago; de locual Cortésaunque no lo creyórescibió pena y enojoy como no era tiempode desabrir a los suyosque tanto había menesterdexó de inquerir elnegocio.

Dicen algunos que los taxcaltecas fueron los que malsinaron a aquelloscaballeros mexicanos e pusieron a Alvarado en que hiciese lo que hizoy ciertodebieron los mexicanos en aquella su fiesta de tratar traición contra losnuestrosporque aunque ellos lo negaronsúpose después de muchas indias quelos españoles tenían de servicioque por la mañana el día del baile habíanpuesto las mujeres infinita cantidad de ollas con agua al fuegopara comer alos españoles cocidos en chileporque pensaban tomarlos sobre seguroehabíanlos descuidado con salir desnudos al bailee teníansegún las indiasdixeronlas armas escondidas en las casas que estaban cerca del temploparatomarlas cuando menos pensasen los españoles. Fue digno castigo de que elsueño se les volviese al revés y pagasen por la pena del talión.



 

 

Capítulo CIII

De lo que Cortésdescubiertas las causas de la rebelióndixo a los señores y principalesy de cómo otro día se comenzaron adescubrir para tornar a ella.

Entendidas por Cortés las causas de rebelión y vista la manera con que lasdixeronque fue bien desvergonzadapreviniendo en lo que pudoa lo quesospechabavino luego a los indios principales y señoresy díxoles:

«Fuertes y nobles caballeros: En las entrañas me pesa de que vosotros aAlvarado hayáis sido causa de la rebelión pasada. Si vosotros lo fuistespésame de que hayáis quebrado la palabra que me distes y entendido tan mal elamor que os tengo y las buenas obras que os he hecho y deseo hacer y lo queprocuroser vuestro amigo y que estéis desengañados de los errores en que eldemonio os tiene metidos; si habéis tenido la culpayo os la perdono con quede aquí adelante me seáis tan amigos como yo os he sido y seré (a esto sesonrieroncomo haciendo burla); y si Alvarado tuvo la culpame pesa másporque os quiero y amocomo a hermanos míosy nuestro oficio y condisción eshacer bien y estorbar que otros no hagan mal; y si en lo hecho ha habido denuestra parte culpahabrá castigo y grande emienda para en lo de adelante. Enlo demásver si hay algo en que os pueda dar contentoque yo lo haré mejorque hasta aquíy mirad quepues que sois caballerosno intentéis ni hagáiscosa que no sea de talesporque si la hicierdes deshonraréis vuestro linajeseros han enemigos los que por mi intercesión os son amigoslloveros ha acuestasy del juego llevaréis lo peorporque si con tan pocos españoles hicetanto cuando al principio vineahora que tengo tantoscomo veismás caballosy más artillería¿qué os paresce que podré? Ya sabéis cómo pelean losespañolescuán bravas heridas dan con las espadascuán grandes fuerzastienen y cómo la vida de uno ha siempre costado muchas de las de vosotros.También sabéis que aunque en la guerra son como leonesdespués que hanconseguido la victoria son clementesmansos y misericordiososy no como otrasnasciones quecuando vencenhacen grandes estragos y crueldades en losvencidos y en aquellos que menos pueden. No tengo más que deciros; ved ahoravosotros lo que os paresceque yo no quiero más de lo que es razón.»

Oyeron aquellos caballeros aquestas palabrase aunque eran buenas yverdaderas e llenas de amorcomo cayeron en pechos dañados y llenos deenemistadno respondieron más de que ellos verían lo que debían hacery conestosin los comedimientos acostumbradosse fueron los unos por acá y losotros por allá.



 

 

Capítulo CIV

Cómo los mexicanospidiendo tianguez a Cortésalzaron porseñor al hermano de Motezumae de lo que acontesció a Antón del Ríoquefue la primera señal de la segunda rebelión.

Muy indignado estaba Motezuma de ver la poca cuenta que dél había hechoCortés en no haberlecomo solíaido a visitary aun porque le habían dichoque Cortés hablaba palabras en su deshonor; pero como naturalmente era noble decondisciónsi aquellos sus caballeros que tanto aborrescían a los nuestros nole indignaran y vinieran con nuevasy Cortés le visitarano vinieran losnegocios al rompimiento que vinieronaunque se supo estar los mexicanos de tanmal arteque por ninguna vía se apaciguabandeseososcomo el demonio lesdaba priesade echar de la tierra a los nuestroso de sacrificallos ycomelloscomo muchas veces tenían determinado y concertado habían para cuandoentró Cortésporque no hallase de comerlevantado el tianguezque es elmercado. Invió Cortés a decir con la lengua a Motezuma que mandasecomo seacostumbrabahacer tianguezporque los españoles comprasen lo que hobiesenmenester. Respondió Motezuma con gravedad enojada que él estaba presoy quelos demás deudos suyos que tenían autoridad y mando en la repúblicaquesoltase uno dellospara que saliendo fuera mandase hacer el tiangueze queéste fuese el caballero que a él le paresciese. Cortésno sospechando lo quesubcedióreplicó que él era contento que su Alteza inviase al que fueseservido. Invió Motezuma a su hermanoel señor de Eztapalapaal cualcomovieron fuera los mexicanos e que en los combates dados a Pedro de Alvarado nohabían podido soltar a su Rey e señorno le dexaron volver a la prisión nihicieron el tianguez; antes le eligieron por su caudillo y Capitán y no fuemenester rogárselo muchoporque lo tenía gana.

Estando los negocios desta suerteun soldado que se decía Antón del Ríosaliendo de la ciudad por mandado de Cortéspara ir a Cempoala para quetraxese ciertas adargas que con lo demás de la recámara habían quedadoparahacer un juego de cañas y regocijarseyendo por el Tatelulco para salir por lacalzada de Tepeaquillapor donde los españoles habían entradocomenzaron losindios a darle muy gran grita e a seguirle con flechas y arcoscon piedras ymacanas; y como la gente con la grita le salía de adelante hacia do él iba eotra le seguía de la que quedaba atráspor que no le tomasen allí a manos yle hiciesen pedazosvolvió atráse rompiendo con el caballohiriendo con laespada a los que podíapasó por ellos hasta que a más correr vino huyendo alos aposentosy como los nuestros lo vieron venir así e quese había apeadoen el aposento del Capitánfueron todos allá para saber lo que pasabaelcual contó el negocio. Invió luego Cortés cinco o seis de a caballo bienadereszadospara que descubriesen lo que había e viniesen a darle mandado.Salieron por la calle que va a Iztapalapahallaron dos o tres puentes por docorrían las acequiasquitadas las vigasy gran cantidad de indios por lasazoteasy dando la vuelta por otras calleshallaron que las puentesque todaseran de maderaestaban quitadassalteadas las vigasquitada una y dexadaotrade manera que la puente que tenía diez vigas estaba con cinco salteadaspara que los de a caballo cayesen y se hicieren pedazosporque para ellossegún su ligerezasiguiendo o huyendono lo era inconveniente.

No pasaron aquellos españoles adelanteasí por el estorbo de las puentescomo porque les paresció muy mal la desvergüenza de los indiosque desde lasazoteas y desde las puertas de las casas con las manos y cabeza hacían señalde que pasasen adelantepara dar sobre ellos.

Desta manerabien confusos y descontentosse volvieron al aposento deCortésel cualcuando supo lo que pasabano se holgó nadaapercibió sugentemandó tener a buen recaudo a Motezuma y a los demás prisionerosesperando que más señales de guerra hobiese.



 

 

Capítulo CV

De cómo se vieron más señales de la rebelión y del primercambate que los mexicanos dieron a Cortés.

Día erasegún algunos dicende Sant Joanesegún la mayor opiniónotro día despuéscuando saliendo Alonso de Ojeda y Joan Márquez sucompañeroa buscar de comer cerca de los aposentosllegaron cerca de la casade Guatemocíndonde hallaron la puerta principal cerrada con adobes; quisieronpasare como el acequia estaba en medio e las vigas que hacían puentesquitadas y el agua hondaecharon muchas piedrasadobespalos y esteras e todolo que demás hallaron para cegar el aguae después de cegada pasaron esiguieron por una calleja toda cerrada por lo alto; saliendo della dieron en unagran troxe de madera. Dio Ojeda el espada a Joan Márquez para subir a la troxee ver lo que dentro habíael cualdespués de subidovio que estaba llena decinchos de cuero con que los indios jugaban al bateye de algunas armas. JoanMárquez llegó a la puerta de una casa que estaba adelante; oyó de lo alto delas casas dar grande gritadiciendo: Miqueteulque quiere decir «Mataa ese hijo del sol». A estas voces descendió Ojeda de la troxey tomando suespada se juntó con el compañeroque llevaba un alabarda. Comenzaroncomodicen «¡Ahputo el postre!»a huir porque ya el aire resonaba con elalarido de los indiosdel cual entendieron que toda la ciudad debía de estarlevantada. Los callones y vueltas eran tantasque a no llevar por guía unindio taxcaltecaque tuvo más memoriano acertaran a salir e murieran allí.Saliendo por donde habían entradohallaron aquella parte del acequia quehabían cegado como estaba cuando la dexaron; pasaron por ellae yendo hacialos aposentos de Cortés encontraron con un papa de los indioscon los cabellostendidoscomo furioso y endemoniadohaciendo señales con las manosdondevocesque ponía espanto. Con todo estola espada desnudatiró tras délAlonso de Ojedael cual se le acogió a una casa que allí cerca estabaen lacual entró siguiéndoley en ella halló muchas grullas mansasque a losgritos de aquel papa comenzaron todas a grasnar. En esto Juan Márquezsucompañerole comenzó a dar grandes voces; saliendo a ellas el Ojedale dixoel Joan Márquez: «¿Qué diablos hacéiso a que os paráis a seguir a eseperro? ¿No veis que se arde la ciudad y dan guerra los indios a nuestroCapitán?» Ojedacomo salía del ruido grande que las grullas hacíanatronadodixo: «Callaque son estas grullas que graznan en esta casa»; peroreparándose un poquitose desengañó luegoporque el alarido de los indioscrescía e ya muchos se habían subido a las azoteas. Como vieron estocorrieron hacia el patio del templo mayordonde hallaron en lo alto dél seis osiete españoles que estaban atalayando para dar aviso a Cortés cómo veníapor todas partes la gente de guerralos campos llenosy cómo comenzaban aentrar por las callesque parescían turbiones de lagosta.

Comenzáronse luego a armar los españoles que quedabanporque ya más dedocientos habían salido a las calles y estaban peleando y defendiéndoles laentrada en el entretanto que los demás se armaban. Fue grande la pelea ybatalla de aquel día; no pudieron entrar al patio de Uchilobosque era el quepretendían tomarpero entre unas puentes e otras hicieron grandes albarradaspara que los cristianos no pudiesen salir y ellos desde ellas pudiesen mejorofender.

Fue muy recia la pelea deste díaporque así los indios como los cristianosestaban descansadosy los unospor defender lo que habían ganado y no perderel nombre y fama de su valentíahacían más que hombres; los otrosciegos desu pasióncomo eran infinitosno temían ni tenían cuenta con el morirporque como perros rabiosospor ofenderse metían por las espadas. Murióaquel día gran cantidad de indios y ningún españolaunquecomo la batalladuró hasta ponerse el solhubo algunos heridos. Acabado este primerorencuentrocon la noche que veníatodos se fueron a reposar para trabajar denuevo el día siguiente.



 

 

Capítulo CVI

Del segundo rebato que los indios dieron a Cortés y de cuánreñida fue la batalla.

Del recuentro pasado entendió Cortés cómo se debía apercibir para labatalla del día siguiente; pesóle (por ser los enemigos tantos y tanporfiados) de haber escripto lo que escribió y de no haber inviado a llamar aSaucedoque había quedado con la recámara en Cempoala y a algunos de la VillaRica; procuró lo más secretamente que pudo inviar a llamar a Saucedopara queviniese con los que con él estabany aunque todos estaban cansadosprocuróque a la media nochealgunos de los más valientes deshiciesen las albarradasque tomaban las calles.

Otro díauna hora antes que amanescieseera cosa espantosa de oír elruido quesilbando e tocando caracoles e otros instrumentos de guerralosenemigos hacían. Luego como amanesciólas azoteas llenas de gente y lascalles cubiertascon un alarido que le ponían en el cielocomenzaron a hacercruda guerra en los cristianos. Hubo muchas muertes de la parte de los indios emuchos heridas de la de los cristianos. Hicieron de nuevo los indios albarradasporque como eran infinitoshabía gente sobrada para lo uno y para lo otro.Salieron los cristianos a la calletratábanlos mal con pedradas los queestaban en las azoteasaunque los escopeteros y ballesteros derribaron muchos.En este día se señalaron algunos indios que con ánimo feroz y endiabladosemetieron por las picas y espadas a herir con las macanas a los nuestros.

Duró sin cesar todo el día la batallaque apenas pudieron comer loscristianos. Venida la nocheque puso fin a tan trabada batallaCortés mandóque hubiese velasporque le habían dicho que aunque fuese contra la costumbreporque los indios jamás pelean de nocheen aquella les habían de dar asalto.Veláronse de veinte en veinte; no vinieron los indios. A la media noche deshizoCortés las albarradas del día antesapercibiendo los caballos para salir siel otro día volvían.



 

 

Capítulo CVII

Del tercer recuentro y cómo salió Cortés con los de caballoe tomó la calle de Tacuba y de lo que pudiera hacer si quisiera.

Otro día de mañanacomo si nunca los indios hubieran peleado ni se hubierahecho en ellos el estrago de los dos días pasadoscon dobladas fuerzas yánimocomenzaron a acometer. Cortéspor no darles lugar que hiciesenalbarradassalió con los de a caballo bien armado; comenzó él y los suyos aromper y alancear con gran furiaaunque de las azoteas rescebían gran dañoporque llovían sobre ellos piedras. Mataron a un Fulano Cerezoque con él ycon su caballo dieron muerto en tierra.

Como esto vio Cortés e que prosiguiendo adelante había de topar con másgente y que la de las azoteas era la que le había de acabarretráxose lomejor que pudo con los de a caballo; volvióse a los aposentospuso en ordenlos peonesballesteros y escopeteroscon cada uno otro que le arrodelase ecubriese la cabezapor las pedradas; en la retroguarda puso algunos de acaballodexando la gente que era menester para defensa de los aposentos.

Salió desta maneray como los unos arrodelaban a los otrosdisparando porsu orden ballesteros y escopeterosmataron y echaron abaxo mucha gente de lasazoteas; la demáscomo vio estose abaxó y metió en casa. Desta manerapudieron los españoles romper por la calle que dicen de Tacuba; ganáronlatoda; hicieron cruel matanza en los indios.

Serían los españoles de a pie cientoy los de a caballo cuarenta. Salierontodos en orden de la calle de Tacuba y alegres de la victoria habida.Prosiguiendo por la calzada llegaron a Tacuba; descansaron allí dos horasecomo era tiempo de flores hicieron guirnaldaspusiéronselas sobre las cabezasvolvieron a Méxicosin que nadie los enojasedando voces: «¡Victoriavictoria!» Pudieran los españolesaunque fuera con el oro y plata queteníansalir aquella tarde a Tacuba e ponerse en salvohaciéndose fuertesallí que por ser tierra firme y llanatodo el poder mexicano no los podíaofender; pero; como los días pasados les había subcedido bien y de atrástenían los indios en pococegáronse de su presunciónno pensando que losnegocios pudieran llegar a los términos que después vinieron; y desto huboluego claras muestrasporque al tiempo que los peonessiguiendo a los de acaballo mediano trechoantes que llegasen a los aposentossalieroninnumerables indios a ellos quecomo en celadalos estaban aguardando ydiéronles tan cruel y brava guerraque los de a caballocomo estaban en calley tan llena de genteno pudieron ser señoresni hacerles dañoa lo menos elque les hicieran en campo raso. Tomáronles un español vivosin poderloremediarsacrificáronle luegoa vista de todostomaron dos tirosque luegoecharon en el acequia. Desta maneracon gran dificultadpudieron losespañoles entrar en los aposentos. Conosció estonces claramente Cortés lomucho que se había errado en haber salido todos de golpe cuando tomaron lacalle de Tacubay confirmóse más su arrepentimiento cuando vio que aquellanoche tornaron los indios a abrir las puentes que la noche antes los españolespara que pudiesen correr los caballoshabían cegado.



 

 

Capítulo CVIII

Del cuarto combate que los indios dieron y de cómo Cortéstomó el cu de Uchilobosadonde trecientos señores se habían fortalescidoyde lo que más pasó.


Aquella noche siguiente trecientos señores y personas muy principalessinque de los nuestros fuesen sentidosse subieron con sus armas y comida a loalto del cu de Uchilobosy luego por la mañanacomo con los otros estabaconcertadoamanescieron todas las azoteas de la ciudad cuajadas todas de gentey las calles asimismoque parescía que tanta gentehabiendo muerto tanta enlos tres combates pasadosnascía de la tierrao que habían resucitado losmuertos. Acometieron los de las calles con grande furia y alarido y los de lasazoteas les respondíandiciendo: «Hoy morirán estos perros cristianos.»

Trabóse la batalla; los de a caballopor la multitud de la gente eporque las puentes estaban abiertasno pudieron hacer nadani en el patio deUchilobosaunque era muy grande y había en él enemigospodían ser señorespor estar losado e deslizar los caballos y subirse a él por siete o ochogradas. Los señores queestaban en lo alto del temploque eran la flor de losque peleabanhacíansin pelearmás daño desde allí que los demáspeleandoporque como cada uno tenía su devisapor la cual de los de abaxoeran conoscidosy desde allí señoreando todo lo baxocomo estaba concertadoque hacia donde hiciese señal allí acudiesen los que abaxo peleabangobernando a su salvo e viéndolo todoo con las rodelas o con las mantas ricashacían señal de que éstos acudiesen a la una partelos otros a la otraavisando que entrasen por donde mayor flaqueza había; y como los que peleabaneran como los que de noche naveganque tienen cuenta con el nortemirando asus caudillos y Capitaneshacían mayor guerra que los días pasados.

Como cayó en esto Cortésllamó a Escobarsu camarerodiole cienthombresmandóle que subiese al cu y derribase de allí aquellos que sin peleartanto daño hacían. Fueron allá los nuestros y comenzaronarrodelándoseasubir por las gradasy como eran muchas y altasno hubieron llegado a lascuatro o cinco primerascuando fue tanta la piedratrozos de maderapalos ytizones que de arriba veníanque con facilidad rodando y cayendolos hicieronvolver atrásmetiéndose tendidos debaxo de la grada primerapara que losmaderos y piedras no los cogiesen. Intentaron tres veces a subir y tantas fueronrebatidos. Supo Cortés lo que pasabatomó de la gente escogida cincuentacompañerosatóse fuertemente una rodela al brazoporque no la podía tomarcon la manopor estar mal heridoy hallando a los demás compañerosalebrestadosque no osaban subirles dixo: «¡Ohvergüenza de españolesycuándo jamás a los de vuestra nasción espantó la muerte! Si hemos de morir¿cuándo se ofresció mejor ocasión que ésta para vengar nuestras muertes yvender bien nuestras vidas? ¡Eaeaque ahora es tiempoque muertos estosperros se allanará todo!» Diciendo estas palabrasse cubrió con la rodelayllevando la espada desnudadixo: «Los que sois hombreshaced como yo»; easí comenzaron a subir con ánimo invenciblehurtando el cuerpo a las piedrasy paloslos que eran animososcon coraje dobladoy los que no lo eran tantoaburriendo las vidas de vergüenzaseguían a su Capitán y a los otroscompañerosde manera que teniéndose los unos a los otrosrepujando los deabaxo a los que iban subiendoaunque cayeron algunos muy mal heridossubierona lo alto. Ganaron todas las gradas; los españoles que abaxo quedaroncercanoal cuy cuando los que arriba subieron hallaron espacio donde podían pelearhiciéronlo tan valerosamenteque de todos trecientos señores no se lesescaparon seisporque los unos murieron a espadalos otros se despeñaron delos pretilese los que iban vivos abaxoluego los acababan los españoles queallí habían quedado.

Aquí dicen que peleó Cortés con tanto esfuerzo y cordura que por su manosola mató y derrocó más señores que seis ni ocho de sus compañeros.Abrazáronse con élcon la rabia de la muertealgunos de aquellos señorespor arrojarse con él de los pretiles abaxopero como era muy valiente y debuenas fuerzas se desasió dellos. Viose estonces en gran peligro de muerteAlonso de Ojedaporque si no fuera por un Lucas Ginovésque acudió a tiempofuera despeñado con otros que le tenía abrazado. Hiciéronlo todos tanvalerosamente queaunque algunos quedaron heridosparescía que todos sehabían revolcado en sangre. Subieron a lo más alto; no hallaron personaperotoparon con muchos cántaros de cacaomuchas gallinas y muchos tamalescon queholgaron harto más que con oro e platapor la nescesidad que ya comenzaban apadescer. Los indios taxcaltecas y cempoaleses tuvieron aquel día por muyfestivalporque no dexaron cuerpo de aquellos señores que no comiesen conchile y tomate.

Mucho desmayaron lo demás indios con la muerte destos trecientos señores.Retraxéronse poco a poco harto antes que la noche viniesepero con propósitode volver con mayor furia otro día a la batalla.



 

 

Capítulo CIX

Cómo otro día más indignados que nuncacon nuevas manerasde pelearacometieron a los nuestros los indiose de lo que un tlaxcaltecahizo.

Tanto más crescía la saña en los mexicanos cuanto menos daño podíanhacer en los españoles con las varas y flechas quecomo granizo muy espesodaba sobre ellos; y aunque cada día era la multitud grande que de los mexicanosmoríaera la que de refresco acudía de la comarca por horas tantaque nosolamente no menguaban ni desmayabanpero parescíay así lo eraque cadadía crescían e con mayor acometimiento y furor combatían a los nuestrosbuscando nuevos modos cómo ofenderlos. Tiraban las varas por el sueloparaherir en los pies y tobillosy desta manera hirieron a más de docientosespañoleshasta que para los pies y piernas buscaron reparos. Eran tantas lasvaras y flechas quehabiendo españoles señalados para recogerlasno hubodía que no se quemasen cuarenta carretadas dellas.

Ya en este día era la guerra más furiosaporque dentro combatían la sed yhambre. La hambre era tantaque a los indios amigos no se daba cada día deración más de una tortillae a los españoles cincuenta granos de maíz. Elagua faltó de tal manera que fue nescesario cavar en el patio de los aposentosy con ser el suelo salitralquiso Dios darles agua dulceaunque Ojeda dice ensu Relaciónque bebían de un agua bien salobre que sacaban de una pontezuelaque estaba en el patio de Uchilobosal pie de un ciprés pequeñopero que losindios cegaron esta fuenteporque allí era la furia y concurso de la batalla;estando en la cualasomándose por un reparo e baluarte un indio taxcaltecalos mexicanos le dixeron: «¡Ahperroque tú y los tuyos y esos perros decristianos moriréis hoyporque ya que nosotros os dexáremosque nodexaremosmoriréis de hambre y de sed.» Estonces el taxcaltecalesrespondió con ánimo español: «¡Andábellacoscuilones (que quieredecir «putos»)traidoresamujerados y fementidosque no hacéis cosa buenasino en gavillae porque sepáis que nos sobra pantomad allá esa tortillaque me sobró de mi ración!» No plugo nada esto a los mexicanoscreyendo serasí lo que el taxcalteca decíael cualcon este tan valeroso hechono pocoanimó a los de su nasción y aun los de otras.

Era la guerra este día por todas las partes de la ciudad y por todas laspartes del aposento donde Cortés estaba. Los indios de Tezcucoque eran másde cient millacometieron desde las azoteas e desde las callespor lasespaldas de los aposentoslo que nunca habían hecho. Estaban cerca dellos atiro de piedrade manera que fue nescesario con su persona acudir allíCortés. Por más de una hora peleó valerosísimamente; hizo desde lo alto dela casa disparar muchas escopetas y algunos tiros pequeñoscon los cuales hizotanto daño en las azoteas que en breve las desampararon los que estabas máscerca. Acudió luego Cortés al patio de Uchilabosdondepor ser enlosadocomo está dicholos caballos no podían correr. Allí jugaba el artilleríaycomo los indios eran infinitosno había la pelota hecho una calledestrozandoy matando indioscuando luego se tornaban a juntar hasta llegarse a las bocasde los tiros. Este día y los demásMesael artillero mayortrabajó pordiez hombresporqueno solamente gobernaba el artilleríahaciendo grandeestragopero la defendía por su persona valerosamente.

Subcediópara que se vea cuánto favorescía Dios a sus cristianosquequeriendo los sacerdotes del templo mayor y otros caballeros mexicanos ytezcucanos quitar la imagen de Nuestra Señora del altar donde Cortés la habíapuestose les pegaban las manos y enflaquescían los brazosno pudiendo porbuen rato despegar las manos de donde iban a asiry otrosreprehendiendo aéstossubiendo por las gradasse les entomecían las piernas y caían de suestado. Unos se deslomabanotros se quebraban la cabezay así no pudieronhacer lo que tanto procurarony estaban tan empedernidos que miraglo tan clarono los confundía. Y porque fueron muchas y notables cosas las que en este díasubcedieroniré contándolas por los capítulos siguientes:



 

 

Capítulo CX

Cómo un tiro sin cebarle disparóy de lo que los indiosdixeron de Nuestra Señora y de Sanctiago.

Mesael artillero mayorcomo vio que los indios eran tantos que casiatapaban las bocas de los tirosdeterminó con carga mayor que nunca el tiromayor; fuepuesel caso que o se le olvidóy con la gran priesa que losindios le dabanno pudo cebarle. Llegaron cerca dél hasta casi juntarse porlos lados e por la boca infinitos de los indiostirando varas y disparandoflechasdiciendo: «¡Perros cristianosahora libertaremos a nuestro Rey yseñor; ahora beberemos vuestra sangre y comeremos de vuestra carne!» Estandoen estoo con el calor que los indios causaban o resestero grande del soloporque Dios quiso hacer este miragloel tirosin estar cebado ni ponerlefuegodisparó con un furioso y espantoso sonidoy como la bala era grande ytenía muchos perdigonesescupió tan furiosamenteque paresciendo mástronido del cielo que del artilleríahizo grandísimo estrago; mató muymuchosasombró a todos de tal maneraque los más cayeron en tierray asíatónitos poco a poco se fueron retirandoaunque por las otras partes de laciudad andaba encendido la guerraen la cual los nuestros acabaran aquel díasi no fuera por Nuestra Señora y por Sanctiagode quien decían los indios queella desde el altar les echaba tierra en los ojos y cegabade manera que lesera forzado volverse a casay que élque era un caballero muy grandevestidode blancoen un caballo asimismo blancoel cualcon una espada desnuda en lamanopeleaba bravamentesin poder ser heridoe que el caballo con la bocapies y manos hacía tanto mal como el caballero con la espada. Decían losindios:

«Si no fuese por aquella mujer y por aquel hombreya todos seríadessacrificadosporque no tenéis buena carne para ser comidos.» Respondíanlesalgunos cristianos: «Ahí veréis cómo vuestros dioses son falsos y mentirososY que no pueden nadaporque esa mujer que decís es la Madre de Diosque nopodistes quitar del altary ese hombre es un Apóstol de Jesucristoabogado ydefensor de las Españasque se llama Sanctiagocuyo nombre y apellidoinvocamos cuando rompemos las batallascuando acometemos y seguimos losenemigosy hallámosle siempre favorable.»

Esto del tiro y aparescerse Nuestra Señora y Sanctiago cuenta Motolinea quefue cuando Pedro de Alvarado estuvo cercadoaunque yo pienso que fue en estasegunda rebelión. Como quiera que seamuchos afirman que paso asíporque entan grandes peligros los españoles estaban más devotos y Dios les daba mayoresconsuelos.

Como por las espaldas de la casa y por el patio de Uchilobos cesó algo lafuria de la guerraDiego de Ordásque había salido con trecientos hombrespor la calle de Tacubase venía retrayendo y casi huyendo para ampararse enlos aposentosporque los indios le daban mucha priesa y le habían ganado muchatierra. Cortésque estaba peleando en la calle de Estapalapaacudió asocorrerle a caballoatada la rienda al brazoporquecomo dixetenía lamano mal herida. Valió tanto sola su personasegún la temían mucho losenemigosque diciendo: «¡Vueltavueltacaballeros! ¡Sanctiagoe a ellos;que español jamás huyó!»con lo cual se animaron los nuestros y revolvieronsobre los enemigosyendo delante Cortés alanceando muchos delloslos hizoretirar gran trecho. Volvió luego Cortés a la calle donde antes peleabaen lacual había dexado sesenta de a caballo y docientos peones; vio que se veníanretirando para meterse en la fortalezae indignado destoles dixo a grandesvoces: «¡Vergüenzavergüenzacaballeros! ¿Qué quiere decir quedexándoos victoriososen una hora de ausencia os volváis retirando? ¡VueltavueltaSanctiagoy a ellos!» Arremetió contra los enemigospúsoles pavorrevolvieron con grande ánimo los cristianospusieron en huida los enemigossiguiéronlos gran trechohaciendo gran matanza en ellos hasta echarlos de lacalle. Volviendo de allí Cortés a ver lo que se hacía por las otras partesadonde peleaban los suyoshalló que en la calle de Utapalapa los indiosllevaban a su amigo Andrés de Dueroque le habían derribado del caballoeotros que llevaban el caballo; arremetió Cortés con gran furiapasórompiendo los indiosrevolvió sobre ellos y los que llevaban el caballoelcualsueltose fue hacia el de Cortés. En el entretanto Andrés de Duero conuna daga comenzó a desbarrigar indios; allegó Cortés alanceando a los que leestaban a la redonda; dexáronle todos y así pudo cobrar Andrés de Duero sucaballo y subir en él con gran contento y alegría de Cortés én haberacertado allí a tal tiempo en socorro de un amigo que él tanto amaba.



 

 

Capítulo CXI

De otro combate que se dio a los nuestros y cómo Cortés porsu persona tomó otro cu y cómo ganó siete puentes. Cómo le inviaron a llamarlos señores mexicanos y lo que con ellos pasó.

Como otro día vieron los indios que todavía los cristianos hacían granresistencia e que los que estaban en los aposentosno solamente se defendíanvalerosamentepero hacían gran dañodeterminaronpara que la guerra fuesecomo dicena fuego y a sangreponer fuego por muchas partes a la casayhaciéndolo asíse encendió tan gran fuegoque aunque a todas acudieron losnuestrosno pudieron excusar que no se quemase un gran pedazo della; y porqueel fuego no fuese adelantefue nescesario derrocar unas paredes e una cámaracuya tierra e polvo apagó el fuegoy aunmientras duró el polvodetuvo quelos indios no entrasen a escala vista. Luego como cesócon gran cuidadoproveyó Cortés en aquel portillo de algún artillería y de escopetasque ano haber aquella defensaaquel día les entraban y no quedaba hombre a vida.

Duró el combate por aquella parte todo el día y aun en la noche no losdexaron dormirdándoles gritay los de dentroreparando aquel lienzo lomejor que pudieron e porque en aquella parte bastaban cient españoles e vioCortés que era menester divertir a los enemigos a otraviendo que de otro cu otorre que estaba en las casas de Motezumale hacían dañodeterminó condocientos compañeros subir a él y echar de lo alto a las enemigoslo cualhizo con tanto ánimo e industriaque le subcedió como en el cu mayory fuecosa miraglosa lo que también en el otro cu subcedióque echando las vigasque en él tenían para dañar a los nuestrosatravesadaspor las gradasabaxoque no podían dexar de tomar diez hombrespor lo menospor hilerasevolvían de cabezay así fue fácil hurtarles el cuerpo.

Murieron todos los que se defendían en el cue baxado de allí Cortésentró en la ciudadquemó más de dos mill casashaciendo un estrago nuncavistoe luegocabalgando en su caballocon pocos que le siguieronaunquetodavía tenía la mano heridaporque a cabo de dos años le sacaron unpedernal dellacubierto con una adargalloviendo sobre él piedras y flechasganó siete puenteslo que hasta estonces muchos no habían podido hacer. Matópor su persona en aquella calle tantos indios queporque no paresca fábulaescribiendo historialo dexo de decir.

Las puentes tenían los enemigos alzadas y hechos muchos baluartes de adobesetierra para defenderlas; hízolas cegar con la tierra de los mismos baluartesy adobes. Estando yapuescerca de la tierra firmevino uno de a caballo agran priesadiciendo que los señores mexicanosque estaban juntos en laplazaquerían hablar con él e tratar de paces. Holgó mucho con esto Cortésaunque los enemigos lo hicieron porque aquel díacegadas las puentesnotuviese lugar de irse de la ciudad. Mandóprimero que fuese do aquellosseñores estabanvenir sesenta de a caballo con Pedro de Alvarado e Gonzalo deSandovale que cuatrocientos peones con Joan Velázquez de Leónen elentretanto que vía lo que querían los mexicanosguardasen aquellas puentesque no se las tornasen a abriry para mayor defensa dexó una pieza deartillería.

Esto así proveídofue do los señores mexicanos estabany ellos de laotra parte del agua y él déstale comenzaron a decir palabras corteses ycomedidaspero fingidas y simuladas. Saludólos Cortés con mucha gracia ycomedimientorogándoles que no porfiasen en su errorpues jamas les habíahecho malas obras. Respondiéronle ellos que por qué no se ibapues lo habíaprometido e tenía navíosy no les daba a su señor Motezuma. A esto replicóCortés algunas cosastratando de medios y conciertos cómo la guerra no fueseadelantediciéndoles que por su bien lo hacía y que de los combates pesadoshabrían entendido lo que sería adelantey que aunque muchos más fuesennoserían parte para echarle de la ciudad.

Estando desta manera en demandas y repuestasllegaron Pedro de Alvarado yGonzalo de Sandoval con hasta ocho o diez de a caballo con ellosmuy alegres ymuy enramados con flores en las manosdiciendo cómo habían salido a tierrafirme sin que nadie se lo contradixese e que ya los enemigos tenían las alasquebradas para no tomar más vuelo. Cortés los reprehendióque paresceadevinada lo que luego supo. Díxoles que ramos y rosas no eran plumas ypenachos para guerrasino para fiestas y bodasy que mejor fuera estarsequedoscomo él se lo había mandadoque no enojar más con liviandades a losenemigos.

Estándoles diciendo estas palabrasllegó otro de a caballo a muy granpriesaporque los indios habían vuelto a ganar las puentes y tomado el tiroylos españoles venían huyendoy los indios dándoles caza. Cortés muyenojadosin despedirse de aquellos señoresvolviéndose a aquellos Capitanesles dixo: «Esto meresce quien se fía de rapaces.» Fue a gran priesa con elcaballo; siguiéronles aquellos Capitanesaunque bien avergonzados de lo hecho;topó con los españolesque venían huyendopasó por ellosentró por losenemigoshaciendo maravillas; detúvolos que no siguiesen a los nuestroscobró las puentesque aún no les habían podido abrir; llegómetiéndosepor los enemigossiguiéndole no más de ocho de a caballohasta tierra firmey como se iba metiendo másdexáronle tres o cuatro de los ochoy entreellosvolviéndose un Fulano Castañodixo a todos los demás que atrásquedabanque Cortés era muerto. Cristóbal de Olidque nunca le dexómirando atrás y viendo que se cerraba la calle de enemigos e queadelantehabía infinitose que ellos eran pocos para meterse en más aprietodixo aCortés muchas veces: «¡Vueltaseñorvueltaque vais perdidoque no nossigue nadie y los enemigos por momentos se van juntando!» Estonces volvióCortés e halló que la última puente e primera a la vuelta estaba medioabierta y en ella caídos cuatro o cinco caballos e dos de los dueños dellosmuertosel uno de los cuales se decía Joan de Soria. Hizo sacar los caballosdefendió que no acabasen los enemigos de abrir la puentepasó por ella consolos tres o cuatroacudió infinita gente; fuele nescesariopeleandoromperpor los enemigos. Aquí sola su persona restauró las vidas de sus compañeros.



 

 

Capítulo CXII

Cómo tornado a seguir los enemigos a Cortéstornó atrásmató muchosy hallando desembarazada la puentepasó con gran dificultad.Cómo Marina habló a Motezuma y él a los suyos y cómo lo hirieron.

Seguían todavía con gran furia los enemigos a Cortés; volvió a ellosmató muchoshízolos retirar muy gran ratovolvió a la puenteno hallómás de un caballoque los demás ya los habían sacada a nado; salvó tambiénéstey como ya la puente estaba más abiertaaunque estonces la hallódesembarazadapasó por ella con muy gran trabajo y dificultad y por las demásno sin gran resistencia. Diéronle dos pedradas en una rodillade que lelastimaron mal. Llegó a los aposentos donde se habían recogido los suyoshallólos muy confusos porque se vían sin caudillono se determinaban a cosaalguna e aun muchos creyeron que como iban tan pocos con él y se habían metidotanto en los enemigossería muerto. Alegráronse y esforzáronse con su vistaqueciertoen los mayores peligros tenía mayor esfuerzo y consejo que pocasveces en semejantes trances suelen tener los hombres. Tornaron luego losenemigos a abrir las puentesy como eran tantoslos demássubiéndose losCapitanes y caudillos sobre las cercanas azoteasdieron bravísima guerra aCortés Y a los suyosque se habían hecho fuertes en los aposentosdondeaunque la hambre los aquexaba más que nuncase defendían valientemente.

Miró Cortés a ciertos caballeros mexicanosmuy bien adereszadosy entreellos a uno de quien los otros hacían gran caudal y que lo gobernaba todo.Deseoso de saber quién fuese y si era aquel al que habían alzado por señormandó a Marina que de su parte lo preguntase a Motezumael cual dixo que nosabía quién fuese el elegido; que creía que siendo él vivono se atrevieranlos suyos a elegir Reyespecialmente tiniendo subcesoresaunquesegún labárbara ley de algunas nasciones indiaslos hermanos y no los hijos subcedíanen los reinos y mayorazgos. Tornó Marina a preguntarle de parte de Cortés siconoscía a alguno de aquellos (que eran diez o doce) muy señalados en devisasy penachos con mucha argenteríae traían las rodelas chapadas de oroque conel sol resplandecían mucho e que eran los que más guerra hacíanporqueestaban más cerca y animaban y regían a los demás. Motezuma los miró bien eaunque los conosció a todosles respondió que algunos dellos le parescía sersus parientes y que entre ellos estaban el señor de Tezcuco y el de Yztapalapa.

Crescía la guerra; víase afligido Cortés y Motezumay porque losespañoles no le mataseno porque verdaderamente los amaba y quería biencajamás en ausencia ni en presencia le oyeron decir mal dellosque era de lo quemás pesaba a los mexicanosinvió a llamar a Marina; rogóle dixese alCapitán que él quería subir al azotea y desde el pretil hablar a los suyosque por ventura cesarían y vendrían en algún buen concierto.

Parescióle bien a Cortésmandóle subir con docientos españoles deguarday éladereszado y vestido con sus paños realespúsose Marina a suladopara entender lo que diría e responderían sus vasallos. Apartáronsealgo los españoles para que los mexicanos le viesen y conosciesen; hicieronseñal de que cesaren y callasencon las mantasalgunos señores que conMotezuma subieron; conosciéronle luego los suyosy en esto se engaña Gómaraque casi trasladó a Motolineaque dice que no le conoscieron. Sosegándosepuestodos para oír lo que les quería deciralzando Motezuma la voz contrasu autoridad realpara que de los más y especialmente de aquellos señores quetanto encendían a los otrosfuese oído les habló desta manera:

«Por los dioses inmortales que nos dan los mantenimientos de que nossustentamos y nos dan salud y victoriaos ruego que si en algún tiempo yo oshe bien gobernado y hecho mercedes y buenas obrasque ahora mostréis elagradescimiento debidohaciendo lo que os rogare y mandare. Hanme dicho quesiendo yo vivo habéis elegido Reyporque yo estoy en prisión y porque quierobien a los cristianos a quien vosotros aborrescéis tanto. No lo puedo creer quedexéis vuestro Rey natural por el que no lo esca los dioses me vengaríancuando yo no pudiese tomar venganza. Si habéis porfiado tanto en los combatescon tantas muertes y pérdidas de los vuestrospor ponerme en libertadyo oslo agradesco muchopero sabed que aunque vuestra intención es buena y deleales vasallosque vais errados y os engañáis muchoporque yo de mivoluntad estaba y estoy en estos aposentosque son mi casacomo sabéisparahacer buen tratamiento a estos huéspedes que de otro mundo vinieron a visitarmede parte de su gran Emperador. Dexados ruegolas armasno porfiéismiradque son muy poderosos y valientes los cristianos e que uno dellos que habéismuerto os cuesta más de dos mill de los vuestros; en los más de losrencuentrospor pocos que hayan sidohan sido victoriosos contra muchos de losvuestros. Han os rogado con la pazno os han quitado vuestras haciendasniforzado vuestras mujeres ni hijasy si con todo esto queréis que se vayanellos se iránporque no quieren contra vuestra voluntad estar en esta ciudad.Yo saldré de aquí cuando vosotros quisierdesque siempre he tenido libertadpara ello; por tantosi como al principio os dixeme amáis e yo os heobligado a ellocesácesápor amor de mí; no estéis furiosos ni ciegos depasiónque ésta nunca dexa hacer cosa acertada.»

Oyeron los mexicanos con muy gran atención este razonamiento; hablaronquedoun poco entre síe como vieron que todavía Motezuma se aficionaba alos españolesque tanto ellos aborrescíany el elegido era de su banda ypensaba quedar con el reino y señorío que no era suyocon gran furia ydesvergüenza le respondieron: «Callabellacocuilónafeminadonascidopara texer y hilar y no para Rey e seguir la guerra; esos perros cristianos quetú tanto amas te tienen preso como a mascegualy eres una gallina; no esposible sino que ésos se echan contigo y te tienen por su manceba.»Diciéndole estos y otros muchos denuestosvolvieron al combatetiraron aMotezuma y los cristianos muchas flechas y piedrasaunque un español teníacuidado de rodelar a Motezumaquiso su desgracia que le acertó en la cabezahacia la sien una pedrada. Baxó a su aposentoechóse en la cama; la herida noera mortalpero afrentado y avergonzado de los suyos que como a dios leobedescíanestuvo tan triste y enojado cuatro días que vivióque ni quisocomer ni ser curado.



 

 

Capítulo CXIII

Cómo Motezuma un día antes que muriese invió a llamar aCortés y de las palabras que le dixo y de lo que Cortés le respondió.

Aunque en el entretanto que Motezuma estaba en cama la guerra no cesaba y losnuestros andaban buscando modo y manera cómo ofender y defendersecresciéndole el enojo y pasión al gran Rey Motezuma e viendo que ya lasfuerzas le desfallecían e que de la heridapor no dexarse curarestabapasmado e que no podía en breve dexar de moririnvió a gran priesa con muchoscriados a llamar a Cortésel cual fue a su llamadoy entrando por su aposentose le arrasaron a Motezuma los ojos de agua. Abrazóle con grande ansialevantáse sobre los coxines y llorando como un niñotomándole las manos ledixo: «No sé por do comience a darte cuenta de lo que este mi afligido yapasionado corazón siente. ¿Soy yovaleroso Capitán y amigo míoaquel granEmperador y señor Motezuma que tú tanto porfiaste querer ver y visitar? ¿Soyyo aquel a quien este mundo ha temido y reverenciado no menos que a losinmortales dioses? ¿Soy yo aquel que con tanta pompa y majestad salí arescebirte? ¿Qué mudanza de fortuna es ésta? ¿Qué desgracia ha sido lamía? Yo no me alcé con reino ajeno; de mis padres y abuelos heredé esteinfelice y desdichado imperio; no he hecho sin justiciahe vencido muchasbatallasconquistado muchos reinos y hecho grandes mercedes. ¿Qué mudanza esésta?¿qué trueque?¿qué desdicha?¿qué infortunio?¿qué miseria?;que los quedescalzos los pieslos ojos por tierrano osaban hablarme sinopor intérpretes; que aquellos sobre cuyos hombros iba y caminabasus mantaspuestas debaxo del brazose hayan atrevido y desvergonzado contra su Rey yseñordiciéndole palabras que a ningún vil esclavo se dixerantirando conpiedras a la persona real? ¡AhCortésCortésel corazón se me hacepedazos; con grande rabia acabo la vidael más apocado y envilescido hombredel mundo! ¡Ohquién viera el castigo y venganza destoprimero que muriera!;pero ya no hay remedioque más me ha muerto el enojo que la herida. Lo que meresta que decirtees quepues por tu causa muerotengascomo caballero queerescuidado de mis hijoslos ampares y sustentes en el reino y señorío desu padre y castigues gravemente a los que me han denostado y quites la vida y elreino al que se ha alzado con él y a mí ha dado la muerte. Mira que es Rey ygran señor y te ha sido muy amigo el que te pide esta palabra y que comocaballero me la cumplasque con esta esperanza mi ánima irá descansada.»

Cortés a todas estas razones estuvo muy atentoy aunque al principioreprimió las lágrimasno pudo dexar de llorary tomándole las manosdándole a entender la que le pesaba de su desgraciale dixo: «Gran Príncipey señor mío: No se aflija tu Altezaque lo que me mandas yo lo haré como siel Emperador de los cristianosmi Rey e señorme lo mandara; ca conosco quepor el gran valor de tu persona se te debe e yo te lo debono has querido comerni ser curadoque tú ni tenías herida para morir della; mueres de pesar ydescontento y debías de considerar que donde tú no tenías la culpa ni habíashecho ni dicho cosa que no fuese de Reypor donde merescieses que los tuyos sete atreviesenno debías de tomar penasino darla a los que tuvieron la culpa;y puestúsegún veoya no podráspor estar tan cercano a la muerteveconsolado con que tus hijos serán mirados como mis ojos y tu muerte la másvengada que hasta hoy ha sidoaunque yo perdiese muchas vidas si tantastuviese.»

Motezumaaunque era tan gran señorcomo era indiodeseaba la venganzaporque los desta nasción la desean más que otros. Holgóse mucho con larepuesta de Cortésrescibió gran descansoy en pago dello le dixo así:«Capitán muy valiente y muy sabioa quien yo hasta este punto donde seconoscen los amigos he amado tanto: No puedes creer el contento que tu visita meha dado y el alegría que tus palabras han engendrado en mi triste corazónenpago de lo cualporque barrunto y entiendo que según eres valerosoque has deseñorear y mandar toda esta tierrahonrando mis hijos y vengando mi muertetequiero avisar cómo yo he gobernado y mandadopara que sepas cómo de aquíadelante tú has de gobernar y mandar todos los indios desta gran tierrasegúnla experiencia me lo ha enseñado. Éstos no hacen cosa buena sino es por miedo;destrúyelos el regalo y humanidad en los Príncipes; son amigos de holgardados a todo género de viciosy si yo no los ocupara hasta hacerles dartribucto de los piojosno me pudiera valer con ellos; los pequeños delictos esmenester castigarlos como los grandespor que no vengan a desvergonzarse e aser peorescasi los hacía yo esclavos o los ahorcaba por una mazorca de maízque hobiesen tomado. Son mentirososlivianosdeseosos de cosas nuevas;aborrescen muchoaman pocoolvidan fácilmente los beneficios rescebidosporgrandes y muchos que sean. Es menester que vivas con ellos recatadono lesconfíes secreto de importanciatenles siempre el pie sobre el pescuezono tevean el rostro alegreenójate por pocas cosas para no darles lugar a otrasmayores; hazles buenas obras sin conversar con ellos ni mostrarte afableporquete perderán el respecto y tendrán en poco. Finalmenteno les perdones cosamal hecha y sepan que si la pensaren te la han de pagar.»

Cortés le agradesció mucho el buen consejo; díxo1e que por lo que élhabía vistosu Alteza tenía razóne que así haría al pie de la letra loque le mandaba. Con estole abrazó y dixo que cuando algo fuese menester lellamaseporque él iba a ver lo que era menester en el combate que los indiosdaban.



 

 

Capítulo CXIV

De la muerte de Motezuma y de lo que Cortés mandó hacer desu cuerpo y donde los indios lo enterraron.

Otro día que dixeron a Cortés Motezuma estar muy al cabofue a verle.Preguntóle cómo se sentía; respondió muy ansioso: «La muerteque es lamayor angustia de las angustias.» Cortés le tornó a decir: «Gran Príncipepara ahora es tu valor y tu ánimo; forzosa es esta deudaporque el que nascees nescesario que muera; pero para que no mueras para siempre y tu ánima no seaatormentada en el infiernopues estaba concertado que te bautizases y tú lopediste de tu voluntadruégote por Dios verdaderoen quien solo debes creerque lo hagas; que Fray Bartolomé de Olmedo te bautizará.». Motezuma dicen quele respondió que quería morir en la ley e secta de sus antepasados e que pormedia hora que le quedaba de vida no quería hacer mudanza; e si esto había dehacer en este tiempomejor fue que no fuese baptizadoantesporque como eraadulto y no estaba instructo en las cosas de la fee y todos sus vasallos eran deopinión contraria y los indios naturalmente mudablesretrocediera fácilmentey fuera peorconforme a aquello: «Más vale no conoscer la verdadquedespués de conoscida dexarla.»

Con esto se salió Cortés del aposento; quedó agonizando Motezumaacompañado de algunos señores de los que estaban presosdio el ánima aldemonio y no al que la había criado; murió como había vividoy antes que seviese en este trancehaciendo una breve plática a aquellos señores que leacompañabanles encargó sus hijos y la venganza de su muerte. Murió comogentildeseoso hasta la postrera boqueada de la venganza de los suyos; jamásconsintió paños sobre la heriday si se los ponían quitábaselos muyenojadoprocurándose y deseándose la muerte.

Como Cortés supo que había ya más de cuatro horas que Motezuma era muertoasomóse al azotea de la casaporque todavía andaba la guerra y él estabarecogido con los suyos. Hizo señal a los Capitanes mexicanos de que cesasen yle oyesen; hiciéronlo así; díxoles por la lengua: «¡Mal pago habéis dadoal gran señor Motezumaa quien como a dios venerábades e acatábades! Él esmuerto de una pedrada que le distes en las sienesy murió más de enojo devuestra traición y maldad que de la heridaporque no quiso ser curado de laherida. Inviároslo he allá para que le enterréis conforme a vuestros ritos ycostumbresy mirad que no porfiéis más en la guerra ni hagáis un mal tras deotroporque Diosque es justo juezasolará por nuestras manos vuestra ciudady ninguno de vosotros quedará vivo.»

Acabado de decir estolos indiosdesvergonzadamentele respondieron:«¿Para qué queremos nosotros ya a Motezuma vivo ni muerto? Caudillo tenemosy lo que está hecho está bien hecho. Guardáoslo allápues fue vuestramanceba y como mujer trató sus negociosy la guerra no cesará hasta quevosotros o nosotros muráis o muramos; ca te hacemos saber que aunque por cadauno de vosotros mueran ocho o diez mill de los nuestrosnos sobrará muchagente. Las puentes tenemos abiertasque vosotros cegastespara que aunquehuyáisno os escapéis de nuestras manosy si no salísla hambre y sed osacabará; de manera que por cualquiera vía nos vengaremos de vosotros.»

Cortés les volvió las espaldasdiciéndoles: «Ahorapuesa las manos.»Mandó luegopara que era cierto que de la pedrada había muerto Motezumaados principales de los que estaban presos para que (como testigos de vistadixeron lo que pasaba) tomándole a cuestas le sacasen de la casa. Estaba lacalle por donde salieron llena de gente; llegó a ellos un principal con unadevisa muy rica; hizosin hablarmuchos visajes y meneos comopreguntandoqué cuerpo sería aquély como le dixeron que era el de Motezumahizoseñales hacia los españoles de que le volviesen. Corrió hacia los suyos y losindios tras dély erasegún se entendióque lo iba a decir a los otrosseñorespara que lo enterrasen como era de costumbre. Desaparescieron losindios que le llevaban de la vista de los nuestros. No se supo de cierto quéhicieron délmás de que le debieron enterrar en el monte y fuente deChapultepequeporque allí se oyó un gran planto.



 

 

Capítulo CXV

De quién fue Motezuma y de su condisción y costumbres.

Fue Motezuma hijo y nieto de los Reyes y Emperadores de Méxicoy aunque suspasados fueron muy valerososhízoles en todo ventajay así decían losviejosy aun lo tenían en las pinturas de sus antepasadosque nunca habíantenido Rey tan valeroso como era Motezumani el imperio mexicano tan prósperoy bien gobernado como en sus días; y así parescecomo se entiende de lasescripturasque cuando los reinos y señoríos están más pujantesestoncesse acaban y dan mayor caída. Desta manera los persasmedosmacedonios e otrosimperios se fueron trocando y mudandopara que se vea que en esta vida no haycosa firme ni estable.

Fuepues Motezumalo que ennoblesce mucho a los Príncipes y los hace seramados de los suyos y temidos de los extrañosnaturalmente dadivosoamigo porextremo de hacer mercedesy asíno solamente a los suyospero a losespañoleslas hizo muy grandes y muchassin fin de otro provechosino sólopor ser liberal. Aunque era muy regalado y muy servidojamás comió ni bebiódemasiado y decía que al Príncipe convenía ser más virtuoso que otrosporque todos le miraban e iban por donde él iba. Tuvo muchas mujeressegúnestá dichoy era con ellas muy templado; tratábalas bien y honrábalas muchodiciendo que la mujer no tenía más valor del que el hombre le daba y que sedebía mucho a las mujeres por el trabajo que en el parir y criar padescían.Fue justicierocastigando gravemente los delictos; jamás pecado cierto dexósin castigoaunque fuese de su hijo. En su religión era muy devoto y muycurioso; tenía gran cuenta con las cerimonias y ritos de su religión. Fuesabio y prudenteasí en los negocios de paz como en los de guerra. Dicen quevenció nueve batallas campales.

Aumentó mucho sus reinos y señoríos; nunca por su persona salió con otroen desafíoni batallaporque esto no lo hacía sino gente baxay aunque lohicieran caballerosno había en todo este mundo quien pudiese entrar en campocon élporque o todos eran sus vasalloso los que no lo eran lo podían ser.Guardó gravementeporque convenía asíla gravedad y severidad de supersonaporque ningún Príncipe le entraba a hablar que no le temiese yreverenciase. Cuando salía fueradaba gran contento al pueblo; acompañábanlemuchos; servíase con grandes cerimonias. Quiso mucho a los españoles; hízolesgrandes mercedesy lo que se pudo saber es que jamás habló mal en ellosy sidespués que los trató procurócontra las señales exterioreshacerles malnunca se pudo entenderporque no quedó hombre vivo de los con quien comunicabasus secretos. En las fiestas y regocijos (guardando su gravedad) se regocijaba así y al pueblo. Finalmentesi muriera cristianofue uno de los mayores y másnotables Príncipes que ha habido en muchas nasciones.



 

 

Capítulo CXVI

Cómo Cortés invió a llamar a los señores mexicanos y de loque con ellos pasó.

Luego que desaparesció el cuerpo de Motezumaaunque los nuestrosbarruntarande las voces que oyeronque ya le habían enterradoinvió adecir Cortés a sus sobrinos y a los otros señores y Capitanes que sustentabanla guerraque quería hablarleslos cualescomo esto entendieronvinieronluegoy Cortésen pocas palabrasdesde el azotea les dixo que pues habíanmuerto a su Rey e señor y era forzoso para su buena gobernación elegir otro yenterrar el muerto con la pompa y majestad que a los demás Emperadores solíanhacerque dexasen las armas e atendiesen a dos cosas tan importantes; la unapara su quietud y la otra para hacer lo que debían; y que por lo mucho quedebía a Motezumacomo amigo suyose quería hallar a su entierro si no lehabían enterradoy si le habían enterradoa sus honrasy que supiesen quepor amor de Motezuma no les había hecho mayor guerra e asoládoles sus casaspero que pues porfiaban tanto y tenían tan mal miramiento y él ya no tenía aquien tener respectoles haría la guerra abiertaofendiéndoles como pudiese.

Ellostan obstinados e pertinaces como antesle respondieron que de suspalabras no se les daba nadae que hasta que se viesen libres y vengadosdexarían primero las vidas que las armasy que en lo de elegir Rey no lesdiese consejoporque ellos sabían mejor que él lo que debían hacere que enlo que tocaba al entierro de Motezumaque no era menester que él le honrasepues un Emperador de suyo estaba honrado y que ellos le enterrarían como a losotros Reyes sus predecesorese que si él quería hacerle compañíapor elamistad e amor que le tenía y quería ir a morar con los diosesque saliese ymatarle hían. Aquí no pudo Cortés sufrir la risaaunque no estaba nadacontento. Díxoles que los cristianos no solían acompañar infieles.

Prosiguiendo ellos su pláticadixeron que más querían justa guerra queafrentosa paz y que no se enojaseca tendría dos trabajos; que ellos no eranhombres que se echaban de palabrase que ellos eran los que por reverencia deMotezuma no le habían muerto y quemado en su casa; que se fuesey que si no lohacíasería peor para éle que salido de la ciudadpodría tratar deconciertos e que de otra manera era trabajar en vano y que sobre esto no leshablase másporque no había de haber otra cosa.

Cortéscomo los halló duros y entendió que el negocio iba de mal arte yque le decían que se fuese para tomarlo a su placerentre puenteslesreplicó que si él hobiera queridohubiera dexado la ciudad; pero que si lesrogaba estoera más por excusarles el daño que les hacíamatándoles tantagenteque por el que él rescibíaque era poco; y con esto dándoles de manoles dixo que se fuesenporque cuando quisiesen arrepentirse no habría lugar.Ellosmofando desto y haciendocomo entre ellos se usala pernetase fueron.



 

 

Capítulo CXVII

Cómo Cortés otro día de mañana salió con tres ingenios demadera y cómo aprovecharon poco.

Viendo Cortés que ya el remedio estaba solamente puesto en las manos y quelos mexicanos no querían paz sino guerradeterminó de salir con tres ingeniosque los días antes habían hecholos cuales los arquitectos llaman burras omantas. Llevábanlos treinta hombrescada uno con unas ruedas por lo baxo; alparescer eran muy fuertespero como la resistencia fue mayoraprovecharonpoco. SaliópuesCortés con ellos por la calle de Tacubaque hoycomoestonceses la más principal de la ciudad. Iban cubiertos los ingenios contablas más gruesas que tres dedos.

Al principiocomo los indios vieron edificios tan bravosmaravilláronse yestuvieron algún tanto suspensos para ver qué hacíane como vieron quesalía Cortés con todos los españoles y con tres mill taxcaltecas y quecomenzaban los unos a pelear desde el sueloy los otrosarrimando los ingeniosa las casas echaban escalas para subir a ellas y derribar los que estaban en lasazoteascomenzaron los indios a dar grita y a pelear valientemente con losnuestrosy los que estaban en las azoteas pidiendo a los que estaban en lospatios muchas y grandes e piedrascon que dando en los ingenios en breve losdeshicieronporqueaunque los nuestros ganaron algunas azoteas baxasdesdelas altas descargaron con tanta furia la pedrería que tenían ajuntadaquefácilmentecomo está dichoquebrantaron las mantasempeciendo malamente alos que las llevaban y regían. Mataron en la refriega un españolel cualllevaron otros sus compañeros encubiertamente debaxo de un ingenio a losaposentos.

Fue tanta la priesa que los indios se dieron en tirar las piedras y tangrande su pesadumbre y grandeza y la furia con que pelearonque no dieron lugara que los nuestros disparasen el artillería ni jugasen el escopeteríade cuyacausa volvieron los nuestros más que de paso e más como hombres que huían quecomo resestidoresy no pudieron másporque aunque las otras vecesde losaltos de las casascon las piedrasrescebían dañonunca como aquella vezhabían sido tan fatigadosporque fueron muchas y muy grandes las piedrasalgunas de las cuales pesaban a tres y cuatro arrobas e donde quiera que dabanhacían gran dañoasí que de la manera que es dicho se retiraron los nuestrosa los aposentoslos unos cubriéndose con los ingenioslos otros con lasrodelasque llevaban hechas pedazos.

Cobraron con esta victoria los enemigos grande ánimoteniendo por ciertoque el día siguiente la conseguirían del todo. Desde las azoteas más cercanasdecían a los nuestros: «¡Ahbellacoscuilonesinventores de nueva sectausurpadores de haciendas ajenasadvenedizosnascidos de la espuma de la marheces de la tierra!; presto moriréis mala muertemañana os sacrificaremos ycon vuestra sangre untaremos nuestros templosque vosotrosbellacoshabéisviolado. Malincheque así llamaban a Cortéspagará la muerte de Qualpopocay la prisión de Motezuma. Las puentes están abiertasvosotros muertos dehambre y cansados. Daosbellacosdaospara que con vuestras vidas hagamosservicio a nuestros dioses y muriendo paguéis vuestras culpas y pecados.»

Los taxcaltecasque con brío solían responderlescallaronporque víanque sus negocios iban de mal arte. Cortésaunque con gran ánimo y esfuerzodesimulaba el aflición y peligro en que se víaallá en su pecho searrepentía mill veces de no haber salido cuando pudiera; pero porque si éldesmayaba habían de desmayar y desfallecer los demásmostraba muy buen rostroal trabajo presentediciendo que Dios no les había de faltare que los indioseran de aquella maneraque cuando algún buen subceso tenían salían de sícomo se encogían cuando huían.



 

 

Capítulo CXVIII

Cómo Cortés pidió treguas a los mexicanos y no se lasquisieron conceder.

Dicen Motolinea y Gómaraaunque lo contrario es lo más ciertoy lo quepasó fue antes deste tiempoque después de haber vuelto Cortés con losingeniosacometió tres veces a subir al templo mayordonde quinientosprincipales se habían hecho fuertes e hacían gran daño porque estaban cercade los aposentose que porfió tanto que subió y los mató y que no halló laimagen de Nuestra Señora que los indios no podían arrancary que quemó lacapilla de los ídolos; esto no podía ser porque eran de bóvedahechas depiedra. Refiero estoporque los que leyesen esta historia entiendan que nodexé cosa que alcanzase de ponersiguiendo lo que en mi fue lo más cierto everdaderoporque en las cosas humanas todo tiene contradisción.

ConsiderandopuesCortés la gran multitud de los contrariosque con habermuerto tantos no parescía que faltaba ningunola porfíael ánimolasmuchas armas con que peleabane que ya los suyos estaban cansados de pelear eque la hambre les hacía dentro de casa la guerra y que no deseaban cosa tantocomo ver la puerta abierta y el camino seguro para saliry que de ahí adelantetodo había de subceder de mal en peordeterminó de inviar a llamar a losprincipales mexicanosa los cualesen siendo venidosles dixo: «Valientes yesforzados caballeros: ¿Para qué porfiáis tanto en hacernos guerrapuessiempre habéis llevado lo peor?; nunca os habemos hecho daño sino cuando nosle hecistes; huéspedes vuestros somos y deseamos vuestra amistad si queréis lanuestra. Motezuma y vosotros nos rescebistes de buena voluntad en vuestra ciudady casas; no es de caballerosni aun vuestras leyes lo permitenque a loshuéspedes tratéis mal de obra ni aun de palabra. Dexad por algunos días lasarmasdescansad del trabajo pasado y pensad lo que más convieneque para todotendréis tiempo. Mirad que aunque hoy ha subcedido bienen todos los díaspasados habéis llevado lo peor; no habéis muerto a ninguno de los míosy delos vuestros no se pueden contar los que han perescido. Aunque me aborrescéisyo os amoque esto nos manda nuestra buena ley; aconséjoos lo que os conviene;miradno os arrepintáis algún día. Los taxcaltecassi vosotros no nosqueréisnos convidan con su ciudad y provinciaquieren nuestra amistad y aunnuestra ley e son indios como vosotrosaunque nosotros tenemos determinado devolver a nuestra tierra y dar relación de lo que hemos visto a nuestro Reyquenos invió.»

Ellosmás endurescidos que piedras y más furiosos que leonesembravescidosle respondieron que no querían paz ni amistad con cristianoscapitales enemigos de sus dioses y religióny que los huéspedes que sus leyesmandaban honrar y tratar bieneran los de su religión e costumbresy que loscristianos no eran huéspedessino perros ataladores y destruidores de cuantobueno ellos teníane que no querían treguas ni sosegar hora hasta que de losunos o de los otros no quedase hombre a vidapara que se acabase aquelladivisión e contradición de leyes y religionese que ya estaban desengañadosde que no eran dioses ni hombres inmortalese que entendían que con la ventajade las armas herían y mataban máspero que ellos eran tantos que poco a pocolos acabaríanpues ya lo habían comenzadohabiendo muerto dellos algunos eque ya ni tenían agua ni pan ni salud e que viesen cuánta gente parescía porlas azoteastorres y calles sin trestanta que estaba en las casasy quehallarían que más presto los españoles acabarían de uno en uno que ellos dediez en diez millporque muertos aquélloshabría otros e otrose queacabados los cristianosno vendrían más e que no eran simiente que había detornar a nascery que para irsepor estar las puentes rotas y no tener barcashabía mal recaudo; que lo mejor erapues no podían salir e forzosamentehabían de morir de hambreque se diesen y muriesen en servicio de susdioses.»

Esto no pudo sufrir Cortés; inviólos para perros e dixo que pues queríanguerraque él les hartaría della. Con esto vino la nochey despedidos losunos de los otrosCortés comenzó a tratar lo que se debía hacer.



 

 

Capítulo CXIX

Cómo determinó Cortés de salir aquella noche de la ciudad yde lo que Botello le dixo y lo demás que Cortés hizo.

Venida que fue la nocheconsiderandoCortés el peligro tan magnifiesto enque los suyos estabanla hambre que de cada día más los afligíalasenfermedades de algunoslas muertes y heridas de otrosel cansancio y extremanescesidad de todosla multitud de los enemigossu rabia y porfíae que porninguna víaasí de halagos como de amenazaslos podía atraer a su voluntady que de cada día estaban más emperrados e que ya no tenía pólvora ni aunpelotastanto que a falta dellas echaban en las escopetas chalchuitesque son piedras finas a manera de esmeraldasmuy presciadas entre los indios yaun entre los españolesllamando a los principales Capitanes e a un soldadoque se llamaba Botelloque decían tener familiar e que había dicho a Cortésmuchas cosas de las que después subcedieronles dixo: «Señores: Ya veis queno podemos ir atrás ni adelante; en todo hay riesgo y peligropero paréscemeque el mayor es quedar y el menor aventurarnos a salir. Los indios pelean mal denoche; salgamos con el menor bullicio que pudiéremosBotello nos diga sobreesto lo que le paresce.»

Los Capitanes respondieron diferentementeporque a los unos les parescióbien lo que Cortés decíaa causa de que todos ellos estaban cansados e losindios no acostumbraban a pelear de noche. A los otros les paresció mejor locontrarioy aun después acá paresció así a muchos de los conquistadoresacausa de que las puentes estaban abiertaslos maderos quitadosla nocheobscura y que llovisnabae que de nochedespertando y acometiendo a losindiosni los de a pie ni los de a caballo podían ver lo que hacían.

Estando en esta diferenciaBotellaque de antes en lo que decía teníamás crédito con todos e había dicho cómo acometiendo Cortés a Narváez denoche le vencería e sería señor del campoles dixo: «Señores: No hay quealtercar. Conviene que salgamos esta nochey saber que yo moriré o mi hermanoe que morirán muchos de los nuestrospero salvarse ha el señor Capitán ymuchos de los principales. Volverá sobre esta ciudad y tomarla ha por fuerza dearmashaciendo grande estrago; e de díaen buena razónparesce que noconviene salirporque la noche tanto y más ayuda a nosotros que a los indios.Las puentes están abiertas; para cerrarlas e pasarlas es menester gran trabajo;falta la pólvora y munición para los tiros y escopetasque es nuestraprincipal fuerza; de las azoteas es todo el dañoy éste cesará saliendo denochee si vamos callandopodría ser que cuando los enemigos diesen en elloestén los más de nosotros en tierra firmeaunque todavía me afirmo en quemoriremos muchos; pero si salimos de díasería posible morir todos y que notuviese efecto lo que después subcederá. Éste es mi parescer; resúmansevuestras Mercedes en lo que más les conviene y no lo dilatenporque si el míosiguenes nescesario no dexar pasar la hora.»

Oído por todos lo que Botello dixoasí por el crédito que tenía como porlas buenas razones que dabase determinaron todos que aquella noche saliesen yse excusase el mayor peligro que podía haber en el día. Comenzáronse luegotodos a adereszararmáronse como mejor pudieron. Cortés (que no debiera)nopudiendo llevar el tesoro que en una cámara había dixo y aun hizo apregonardentro de los aposentospara que todos lo supiesenque los que quisiesenllevar consigo oroplata y joyas lo hiciesey que cada uno tomase lo quequisieseque él les daba licencialo cual fue causa (según los españolesson cobdiciosos) que aquella noche muriesen más por guardar el oro que pordefender sus personasca es cierto que muchos si no fueran cargados pudierancorrer y saltar y escapar las vidasaunque perdiesen el oroy fuera mejorsesoy no que por guardar lo menos perdiesen lo uno y lo otroy asíel quemenos tomó salió más ricoporque iba menos embarazado.

La riqueza de aquel aposento era muy grandeporque subía de más deseiscientos mill ducados. Joan de Guzmáncamarero de Cortésfue el queabrió el aposento donde el tesoro estaba. Dicen que Cortés pidió portestimonio delante de los Oficiales del Reycómo el Rey no podía dexar deperder aquella noche su quintoporque no había modo para lo salvaryvolviéndose a los Oficiales les dixo: «Señores: En este tesoro está elquinto que a Su Majestad pertenesce; tornaldeporque desde ahora yo medescargoy sí se perdiesemucho más pierde Su Majestad en perder tan insigneciudadque otra como ella no hay en el mundo.» Diolessegún dice Motolineauna yegua suya y hombres que lo llevasen y guardaseny en lo demás dio lalicencia que dixeusando de la cual (como venían hambrientas de oro los deNarváez) metieron tanto la manoque muy pocos escaparonlo cual fue ocasiónde que después se dixese que todos o los más que habían sido traidores aPánfilo de Narváez habían acabado miserablemente.



 

 

Capítulo CXX

Cómo Cortés ordenó su gente y hizo una puente de maderapara pasar los ojos de las acequiasy a quién la dioy lo que luego pasó.

Estando ya todos aprestados e cada uno con el oro y plata que había podidotomarlo más secreto que pudomandó Cortés dar aviso a todos los españolespara que ninguno quedaseque es lo contrario de lo que algunos sin razóndixeronque se había a cencerros atapadosy tantoporque mejor se vea elvalor y bondad de Cortésque después que aquella nochehabían salido todosde los aposentos y patio buen rato adelantedixo a Alonso de Ojeda que miraseno quedase alguno dormiendo o enfermomandó también más de dos horas antesque de mano en mano por las cámaras se hiciese saber la salida.

A Alonso de Ojeda se le acordó que un español que se decía Franciscoquedaba en su aposentoencima del azoteaen un arrimadizoque le había dadofrío y calentura. Volvió corriendohallólo en el azotea echadotiróle delos piestráxole hacia sídiciéndole: «¿Qué hacéis aquíhombrequeya todos están fuera del patio?» Tomóle por el cuerpopúsole en el sueloyasí aquel hombre con el miedo de la muerte alcanzó la gentey aun se creyóqueaunque muchos sanos murieronse salvó aquél.

Cortéscomo hombre apercebido y a quien Dios en las armas dio tanto saber yventuracomo entendió que el concierto y orden de la gente es el que lafortificay que no se podía salir a tierra firme sin llevar una puente demaderapara que puesta sobre el primer ojo pasase la genteen esta maneralavanguardia dio a los Capitanes Gonzalo de Sandoval y Antonio de Quiñones conhasta docientos hombres y veinte de caballoy la retroguarda a Pedro deAlvarado y otros Capitanes que con él ibany él tomó a cargo el demáscuerpo del exércitoproveyendo lo que era menester en la vanguardia eretroguardia. Dio el cargo de llevar la puente al Capitán Magarino con cuarentahombres muy escogidos e juramentados que ninguno dexaría al otroe que unomuriese por todos e todos por uno; e si como se hizo una puente se hicierantrespues había gente que las llevaseescaparan todos oa lo menosmurieranpocosque como despuésen el primer ojocon la pesadumbre de la gente y conla tierraque estaba mojadaafixó y encalló la puente de tal manera queacudiendo después la furia de los enemigosno pudieron levantarlae asícomo adelante diremosmiserablemente acabaron muchos.

Dio cargo Cortés a ciertos españoles de confianzaque llevasen a buenrecaudo a un hijo y dos hijos de Motezuma y a otro su hermano e a otros muchosespañoles principales que tenía presoscon intento de que si los salvaraquedespués habría algún medio de amistad para cobrar la ciudado que habiendodisencióncomo era forzosaviviendo los subcesores y deudos de Motezumafavoresciendo su partepodía tener mucha mano en los negocios.

Cortés tomó para sí cient hombres de los que le paresció que másanimosos y fuertes eranpara acudircomo después lo hizoa las nescesidadesque se ofresciesen. Los de a caballo tomaron a las ancas a los que iban cansadosy heridos.

Desta manera y por esta orden y concierto salió el campo con gran silencio ala media noche.



 

 

Capítulo CXXI

Cómo al poner de la puente en el primer ojo los españolesfueron sentidos y las velas tocaron al armay de la gente que por las calles yen canoas luego acudió.

No fue sentido el exército españolsegún iba callando y sin rumorhastaque Magarinoque iba adelante con la puentela puso sobre el primer ojo. Lasvelas que los indios tenían allíe tenían hecho fuegoles tiraron muchostizonasosdando grandes gritostocando sus caracoles; decían: «¡Armaarmamexicanosque los cristianos se van!» En un momento acudieron más de diezmill indos con flechasarcos y macanascomo los que no tenían que vestirarneses ni ensillar ni enfrenar caballos.

Peleóprimero que el resto de los españoles llegasevalerosamenteMagarino y sus compañeros; mataron muchos indios. Puso muy bien la puente;pasaron sin ofensa alguna todos los españoles e con ellos los indios amigos. Enel entretantoa los ojos de adelante habían acudido los enemigos más espesosque lagosta. Procuró Magarino con su gente levantar el pontónpero comollovisnabaafixó mucho y la resistencia impidió que en ninguna manera lepudiese sacary aunque heridos del procurarlo algunos de los compañerospasaron todos adelante. Por el un lado e por el otro acudieron infinitos indiosen canoasgritando: «¡Mueranmueran los perros cristianos!» Metíanse tantoen ellosque los tomaban a manos y echaban en el aguaaunque muchos sedefendían valientementehiriendo y matando gran cantidad de los enemigos.

Desta maneraacudiendo Cortés a una parte e a otrallegaron al segundo ojo(que estos todos eran en la calle de Tacuba)ca en la calle de Iztapalapahabía siete. Aquí hallaron sola una viga y no ancha; como estaba mojadalosde a caballo no podían pasary los de a pie con muy gran dificultad; y comoaquí acudió la fuerza de los enemigosfue miserable y espantoso el estragoque en los cristianos hicierontanto que de los cuerpos muertos estaba ya ciegoel ojo de la puente.

Aquí animó Cortés grandemente a los suyos; peleó tan valerosamentequesola su personadespués del favor divinofue causa que todos no peresciesen.Halló por un lado desta acequiatentandovado; entró por él; llegábale elaguaa los bastos del caballo. Siguiéronle los de a caballo que quedaban y aunde a pie púsose sobre la calzaday dexando allí algunosvolvió a entrar enel aguaen la cualpeleando con algunos que le siguierondio lugar a quemuchos peones pasasen por la viga. Desta maneramuriendo e ahogándose muchosde los nuestrosllegaron al tercer ojoque era el postrero; pero del segundo avolvieron a la ciudad más de cient españoles; subiéronse al cupensando dehacerse allí fuertes y defenderseno considerando que habían de perescer dehambretanto ciega el temor de la muertee así se supo que otro díamiserablemente los sacrificaron.

En el ojo terceroya antes que Cortés con el cuerpo del exército llegasehabía grandes muertesporque Gonzalo de Sandovalque llevaba el avanguardiavolvió a Cortés y dixo: «Señormuy poca gente nos defiende el ojo postreropero están ya los españoles tan medrosos que si no vais alláse dexarántomar allí a ahogar en el agua.»

Cortésdiciendo a Pedro de Alvarado lo que había de hacerse fue alavanguardiapasó la gente sin peligro de la otra partepúsola en tierrafirme y dexándola a Joan Xaramilloque era uno de los valientes y esforzadosdel exércitoinvió a Gonzalo de Sandoval para saber cómo pasaba laretroguarda. En esto llegó Cristóbal de Olid a Cortés y le dixo que fuese asocorrer a la retroguardaporque Pedro de Alvarado y toda su gente quedaban engran peligro. Cabalgó Cortésque se había apeado un pocopasó la puentepeleó con muchos indiose pasando adelante topó con Pedro de Alvaradoelcual le certificó que ya no quedaba ninguno por pasaraunque muchos habíanperescidoy fue así. Cortés estonces tomó toda la gente delante de síquedándose en la retroguardaporque allí acudía toda la fuerza de losenemigos.



 

 

Capítulo CXXII

Del salto que dicen de Pedro de Alvaradoy de cómo Cortéstornó a recoger la gente que atrás quedaba.

Fue tan brava y tan porfiada de parte de los indios la batallacomo aquellosque peleaban en sus casas contra los extranjerosque ponía grima y espanto conla obscuridad de la noche y alarido de los indios oír los varios y diversosclamores de los españoles. Unos decían: «¡Aquíaquí!» Otros: «¡Ayudaayuda!» Otros: «¡Socorrosocorroque me ahogo!» Otros: «¡Ayudadmecompañerosque me llevan a sacrificar los indios!» Los heridos de muerte ylos que se iban ahogando y aquellos sobre los cuales pasaban los demásgemíandolorosamentediciendo: «¡Dios sea comigo! ¡MisericordiaSeñor! ¡NuestraSeñora sea comigo! ¡Válame Dios!» y otras palabras que en las últimasaflicionespeligros y riesgos suelen decir los cristianos. Los vencidoslamentaban de una manera; los vencedoresdaban voces de otra; los unos pedíansocorro; los otros apellidaban: «¡Mueranmueran!»; y como no solamente erancontrarias las voces de los vencedores y vencidospero como en lengua eran tandiferentespor ser los unos indios y los otros españolesy no se entender losunos a los otroscargando siempre más la obscuridad de la noche y la matanzaen los cristianosacudió Cortés otra vez con cinco de a caballo a la puenteúltimadonde era la furia de la batalladonde halló muchos muertosel oro yfardaje perdidolos tiros tomadosmuchos ahogados o presos; oyó lamentablesvoces de los que morían. Finalmenteaunque peleaban algunosno halló hombrecon hombreni cosa con cosacomo lo había dexado. Animó y esforzó a losdesmayadosalentó a los que peleabanrecog[i]olosllevólos delantesiguiótras dellospeleando con grande esfuerzo y coraje. Dixo a Alvaradoque quedabaatrás con otros españolesque los esforzase y recogese en el entretanto queél pasaba con aquellos que llevaban la puente. Hizo Alvarado lo que pudopeleó valientementepero cargaron tantos enemigos queno pudiéndolosresistir e viendo que si más se detenía no podía dexar de morirllamando alos que le pudieron seguir a toda priesapasando por cima de cuerpos muertos eoyendo lástimas de otros que moríansaltando sobre la lanza que llevabasepuso de la otra parte de la puentede que los indios y españoles quedaronespantadosporque el salto fue grandísimo e todos los demás que probaron asaltarle no pudieron y cayeron en el aguaquedando algunos ahogadossaliendootros con harta dificultad. Por haber sido este salto tan notable y espantosoquedócomo en memoriael Salto de Alvaradopara en los siglos venideros.Está hoy ciegoporque la calzada corre por él; otros dicen que es unaalcantarilla en la misma calzada que pasa a Chapultepeque.



 

 

Capítulo CXXIII

Cómo los españolespasado aquel ojollegaron a tierrafirme y cómo los indios los siguieron hasta Tacubay cómo después de lapuente reparó un poco Cortés y de lo que acontesció a un español.

De la puente segundaaunque antes dixe que se habían vuelto cientespañoles a fortalescerse en el templo mayordicen muchos conquistadores quefueron trecientose que puestos en lo alto pelearon tres díashasta que decansados y enflaquescidos de la hambrese les cayeron las espadas de las manostiniendo bien poco que hacer los enemigos en matarlos.

Yapues los demás que quedaron vivos y pudieron saltar en tierra firmeestuvieron juntos de la otra parteunos heridosotros muy cansadosCortésaunque los indios no le dieron mucho espaciopuso en orden su gente; halló quele faltaban seiscientos españolescuatro mill indios amigoscuarenta y seiscaballos e todos los prisionerosaunque cerca del número de todosunos dicenuno y otros otromás o menoscomo les parescepero esto es lo másverdadero. Aquí no pudo Cortés detener las lágrimasacordándose cómo Diosle había castigado como a Davidpor haberse ensoberbecido con el númerogrande de su gentee así es verdad que después decía él que el confiartanto en su gente fue ocasión de aquella pérdida.

Acordóse Cortés en este paso de lo mal que lo había hecho en no habervisitado a Motezuma luego como vino de la victoria de Narváez; pesábale deaquella vez que pudono haberse salido de la ciudad y puesto en salvo;pesábale de haber repartido el oropues había sido causa de la muerte de losmás que habían fenescidoporque por defender y salvar cada uno su partenise habían defendido a sí ni a otros. Consideraba la mudanza y trueco defortuna; dolíale mucho ver muertos a manos de tan vil gente tantos españoleshijosdalgo; llegábale a las entrañas el verse huirel verse cansado y con tanpoca gente y con tan pocos caballossin comida algunaen tierra extrañadonde en ninguna parte tenían seguridad ni sabían por dónde ir; perocontodo estorevolviendo sobre sí e viendo que a lo hecho no había remedio e queera nescesario proveer en lo por veniracordándose de lo que Botello le habíadicho e de que había de volver sobre aquella ciudad e que había de ser señordellaesforzándose a sí propiodiciendo que la mano del Señor aún noestaba abreviada para hacerle mercedesya que todos los tuvo puestos enconciertopreguntó si estaba allí Martín López; dixéronle que síholgóse muchoporque era el que había de hacer los bergantines para volversobre Méxicoy por su persona era valiente y cuerdo.

En estolos indios habían saltado en tierra y comenzaron a dar sobre loscristianoslos cuales en buen ordenacaudillándolos Cortés e diciéndoles:«¡Easeñores y amigosque ya no hay agua que nos estorbe!» se fueronpeleandoretirando hacia Tacuba.

En este caminoyendo muy cansado un españolse subió sobre un capulíque los españoles llaman «cerezo»en el cual se estuvo todo lo que quedó dela noche y hasta otro día bien tarde que volvieron los indios que iban en elalcance de los nuestros. Quiso Dios guardarle de maneraque no mirando en élsiendo tantosdespués que hobieron pasadoque a él le parescieron más dedocientos mill hombresbaxó e por entre los maizalesdonde otros españolesse salvaronllegó muy contento a do Cortés estabael cualcontado lo quehabía pasadoCortés dio gracias a Diostiniéndolo por buena señal.



 

 

Capítulo CXXIV

Cómo en aquella parte donde murieron los más de losespañolesdespués de tomada la ciudadun Joan Tirado hizo una capilla dondese dixo misa por los muertos.

En memoria de los muchos españoles que al pasar desta última puentemurieron en aquel propio lugar donde fue mayor la matanzadespués deconquistada y ganada Méxicouno de los que escaparon de no quedar allíquese decía Joan Tiradohombre de ánimo y muy buen cristianodevoto de SantAcacio y de los diez mill Mártiressus compañerosen reverencia dellosedificó una capilla que hoy llaman de los Mártiresdonde por aquellos muertostodo el tiempo que el Joan Tirado vivió hizo decir misay después acárefrescando aquella memoria y sancta obraalgunos conquistadores han hechodecir misasaunque no tan continuadamente como Joan Tiradoel cualen lapostrimería y fin de sus días murió bienaventuradamentedandono solamenteseñales de cristiandadpero de sanctidadconosciendo claramente él y los quea su muerte se hallaron el favor e ayuda de Sant Acacio y de sus compañeros yaun el de las ánimas de purgatorioespecialmente de aquellas que en gracia enaquel lugar pasaron desta vida.

Está esta capilla cerca de otra iglesiajunto a la calzada que se dice SantHipólitola cualcomo ya está dichose edificó en memoria de la toma deMéxicoporque aquel día los cristianoscomo después se diráa cabo demás de ochenta días la tomaronrindieron y subjectaron.



 

 

Capítulo CXXV

Cómo Cortés y los que escaparon de aquel peligroso pasofueron peleando hasta Tacubay de lo que allí les pasó.

Con muy gran trabajo y dificultadsegún está dichoquedando tantosmuertos y tantos para morire que en ninguna manera podían pasar adelanteCortés y sus compañerosaunque iban bien en orden ypor estar ya en tierrafirmealentados y con más corajepeleando y deteniéndolos los enemigos en elcaminopudieroncon ser la jornada tan breve que no había más de medialeguallegar a la ciudad de Tacuba en tres horas. Era tiempo de maizales y queestaban ya muy altos y casi para coger; salían dellos como de bosques muchosindios que a manos tomaban [a] los españolesy metiéndolos adentrode manoen mano los volvían a la ciudad para sacrificarlos vivos y haceren testimoniode la venganzaservicio a sus diosesque tanto habían porfiado se hicieseesta tan cruda guerra con los cristianos.

Escaparon los nuestros [a] algunos déstosaunque a todos no pudieron.Señaláronse allídespués de CortésAlonso de ÁvilaCristóbal de OlidFrancisco Verdugolos hermanos AlvaradosGonzalo de Sandoval e otros hombresde cuentaque aunque iban que ya no se podían tenerunos a otros se animabandiciendo que si el morir no se excusabaque cuándo mejor que estonces podíanvender bien sus vidasespecialmente quecomo adelante diréen su Capitánvieron siempre tanto seso y valentía quetiniéndole presentejamás temieronni desmayaron porque verdaderamentecomo muchos dixeronen esta conquista supoe hizo más que hombre ninguno.

Yendopuesdesta manera peleandollegaron a Tacuba; los de la retroguardacreyendo que Cortésque iba en el avangoardiareposara en los aposentos ycasa del señor de aquella ciudadse entraron en el aposento de la casa. Enesto hay dos opiniones: la una es que llegando allí los nuestroslos mexicanosque venían en su seguimiento se volvierono porque estaban ya cansados depelearo porque no osaron entrar en términos ajenostemiendo que lostacubenses les salieran al encuentroporque rescibieron bien a los cristianosde lo cual se quexaron mucho después los mexicanos dellos y los riñeronporque en su pueblo no habían acabado de matar a los españoles. Esto dicenMotolinea y los tacubensescuyo guardiándespués de convertidosfue eldicho Motolineafraile franciscano y conquistador.

La verdad essegún las Memorias de muchos conquistadoresque los mexicanoslos siguieron hasta allíy más de una legua adelanteque como era de nochelos tacubenses ni ayudaron ni dañaron. Los de la retroguardacomo vieron queCortés no reposaba en los aposentossino que iba adelantea toda furiasalieronpor no perderleque sin él iban como los que navegan sin norte. Yaera salido el sol cuando todos vinieron a alcanzar a Cortés.



 

 

Capítulo CXXVI

Cómo Cortés se mostró sobre una quebrada a los de laretroguardacon que los animó muchoy lo que les dixoe cómo todos sehicieron fuertes en un cu.

Sin saber el camino ni de noche ni de díasino por el hilo de los muertos ymultitud de los enemigos que de la una parte y de la otra del camino estabanlos de la retroguarda caminaban. Llegaron desta manera a una quebradapaso muymalodonde los enemigos los apretaban muchoe cierto desfallecieran y acabaranallí si Cortésque andaba peleando por lo altoentre los maizales noparescierael cualcomo los violes dixo:

«¡Eaamigosarribaarribaa lo rasoa lo raso; que aquí estoy yo; yano hay más peligro!» Alentáronse con su vista todospelearon con nuevocorazónsalieron a lo raso sin perder hombrey acaeció que llevando unosdellos una petaquilla con tres mill castellanos en orodixo a Cortés;«Señor¿qué haré deste oroque me estorba el subir y primero me mataránque salga de aquí?» Cortés respondió: «Dad al diablo el oro si os ha decostar la vida. Arrojadlo o dadlo a otroque yo le hago merced dello.» Hízoloasí e salió con los otrose juntándase todos y tornando Cortés a ponerlosen conciertoya que serían las nueve del díatomaron un cu pequeñotemplode los diosesque estaba en un alto e todo lo de alderredor raso e sinmaizales. La gente se recogió en el patioe Cortés con algunos escopeteros yballesteros se subió a lo alto para que si los indios le entrasenles pudiesemejor hacer la guerra.

Aquí les dieron mucha gritaya que noles podían hacer mucho mallo unoporque no les podían entrar en el templolo otro porque los de a caballocomoestaba el campo rasoeran señores dél. Alancearon cincuenta o sesenta indios.Señalóse aquella tarde un Gonzalo Domínguezhombre de grandes fuerzas y muyrecio en la sillaque por su mano alanceó más que otros cuatro de a caballo.Con todo estocomo la gente de los enemigos era muchaaunque no mataronningún cristianollegábanse tanto a ellospor hacerles dañoque las varastodas daban en el patioque después de puesto el solque cesó la bateríatuvieron que coger más de cuatro carretadas dellascon que hicieron muchosfuegos. Reposaron los heridos. Esperó Cortés allípor ver si algún españolvenía de los que se habían metido por los maizales. Llegaron algunosy entreellos un Fulano de Sopuerta con muchos flechazosque por hacerse muertoescapó la vida; sanóla de las heridasaunque eran muchaspor no haberleacertado ninguna por lo vacío.

Llamaron a este cu por estonces el Templo de la Victoriay después queMéxico se ganó se hizo en él una iglesia que se llamó Nuestra Señora de losRemediospor el que allí los cristianos rescibieron.

Hicieran hasta este sitio muy mayor daño los indios sicomo dicen losconquistadoresno se ocuparan en robar los cristianos muertos y despojarlos dela ropay también porque con el díaconosciendo a los hijos de Motezumaconforme a sus ritos y costumbreslos más de los principales se juntaron allorarlosa los cuales sin conoscercon la obscuridad de la nochehabíanmuerto.



 

 

Capítulo CXXVII

Cómo Cortés hizo alarde de su gente y la puso en orden ysaliópara no ser sentidode nochey de lo que en el camino le acontesció.

Ya que el exército español había reposado más de media nocheCortésasí porque los enemigos no lo sintiesencomo porque el calor del sol noestorbase el marchar e hiciese daño a los heridosdeterminó sin ningúnbullicio salir de allíaunque no sabía el caminopara Taxcaladonde teníaintento de irporque cuando vinoentró por Iztapalapa y salió por Tacubacamino contrario. Hizo primero alarde de la gente que le había quedadoasí deespañoles como de indios amigos; halló que entre los españolesentre heridosy sanoshabía obra de trecientos y sesentapoco más o menose veinte y trescaballosy de los indios amigos hasta seiscientos. Echó mucho menos un pajeque él quería mucho y había procurado defender. Hizo de la gente diezCapitaneso (según otros) ochode a cuarenta hombres cada capitanía. Dio lavanguardia a Diego de Ordásy la retroguarda tomó él. Hizo aquí nuevosentimiento de su desgracia y gran pérdida.

Salió sin ser sentidono llevando otra guía que el cieloaunque su fin ymotivo eracomo está dichoir a Taxcaladonde confiabacomo fueser bienrescebido. Fuecomo dice Motolinearodeando por la parte de occidenteca élhabía entrado por la de oriente en Méxicoy por este camino a Taxcala hayveinte leguase por donde él fue más de treinta. Puso los heridos y la ropaen medio de los sanos; mandó que so pena de la vida ninguno saliese de laordenanza. Salieron desta manera sin pífaro y atamborguiando un indiotlaxcaltecaque aunque no sabía el caminodixo que poco más o menosatinaría a llevarlos hacia Taxcala.

No hubieron andado media leguacuando las escuchas los sintierony tocandoal armaacudieron los enemigos en gran cantidad. Diéronles guerraaunque nomuy grandeporque era de noche y los escopeteros los oxeaban. Siguiéronlosmás de dos leguashasta que los nuestros tomaron una cuesta en que estaba otrotemplo con una buena torre y aposento. Toparon cinco de a caballo que ibandelanteprimero que aquí llegasen ciertos escuadrones de indios emboscadosque esperaban a los españolespara matarlos y robarlosy como vieron a los dea caballocreyendo que venía mayor exércitohuyeronreparando en unacuestae como reconoscieron cuán pocos eran los españolesjuntáronse conlos indios que atrás veníane así todos venían dando caza a los nuestroshasta este templodonde se hicieron fuertesreposando lo que de la nochequedabaaunque no tenían cosa que cenar; diéronles los enemigos malaalboradaaunque fue mayor el miedo que pusieron que el daño que hicieron.Partieron de allí los nuestros; fueron a un pueblo grandeque se diceTepozotlánpor un camino muy fragosodonde los de a caballo no se podíanaprovechar de los enemigosni ellos tampoco de los nuestros; e porque en estepueblo hallaron muchos patosque los indios crían para sacar y quitarles lapluma para las mantaslos españoles le llamaron el Pueblo de los Patos. Losunos huyeronyéndose a otro pueblo grande que se llama Guautitlánuna leguade allí.

Los nuestros pararon en aquel pueblo dos díasdonde descansaron y serehicieron algún tanto. Hallaron alguna comiday los patoscomo llevabanconsigo la salsales supieron muy bieny así mataron la hambre. Curaron losheridos y caballos y llevaron alguna provisión para el caminoaunque segúnibanno pudieran llevar mucha aunque la hallaran. Salieron de allí eatravesaron en busca del camino de Taxcaladexando la ladera de las montañasque habían seguido; toparon con tierra pobladísima; salieron a ellos infinidadde indios que los pusieron en grande aprieto. Vinieron a tanta nescesidadquecomían hierbasy esto duró ocho díashasta llegar a Taxcalafatigándoloslos enemigosaunque lo que más los fatigaba era la hambreque fue tantaqueno pudiéndola sufrir un españolabriendo a un español que halló muertocomió de sus hígadosde lo cual pesó tanto a Cortésque le mandó luegoahorcar. No le pesaba al español mucho dellopor no verse morir de hambrepero a ruego de algunos se dexó de hacer la justicia.

Yendo desta manera perdieron muchas veces el caminoporque la guía no lesabía y desatinaba. Al cabo llegaron a un pueblo pequeño; durmieron aquellanoche en unos templosdonde se hicieron fuertes. Prosiguieron su camino por lamañanapersiguiéndolos siempre los enemigosllevándolos siempre acosadoscomo a torosque no los dexaban reposar.



 

 

Capítulo CXXVIII

Cómo prosiguiendo Cortes su camino le dieron una pedrada enla cabezay cómo Alonso de Ávila dio una lanzada a un español y por quéylo que más subcedió.

Prosiguiendo Cortés su caminoDiego de Ordásque llevaba la delantera;dio en una quebradadonde estaban aguardando ciertos escuadrones de gente deguerra. Reparóse toda la capitaníaporque no les paresció acometerpor ladificultad del lugar y porque los enemigos eran muchoslos cuales como vieronque los nuestros no osaban arremeterarremetieron ellostirando muchas varas ysaetas. En estoun valiente soldadoviendo esto e que era afrenta esperar laretroguardiaquitando la bandera de las manos a un Fulano de Barahonaque eraAlférezsaliendo contra los enemigosdixo: «¡Sanctiagoy a ellos! Los quequisierdesseguidme.» Estoncesacometiendo todoshicieron grande estrago enlos enemigosporque estaban en lo baxo. Pusieron a los demás en huiday destamanera dexaron la quebraday la retroguardia pasó sin resistenciaaunquepuestos en lo llanono mucho después los iban siguiendo los enemigos. Yendo eneste ordencomo estaba mandado que nadie saliese délun soldado que se decíaHernando Alonsoapartándose como ocho pasos del escuadrón a comer unascerezasporque la hambre le aquexaba demasiadamenteAlonso de Avila le tiróuna lanzacon que le pasó el brazodel cualaunque sanoquedó manco. Eraen tanto peligro nescesario el castigo de otra maneraporque no se desmandabael soldado cuandosin poderlo remediarle llevaban los indios vivoy de manoen mano le desaparescíanhaciendo resistencia los que primero le tomabanydesta manera sacrificaron a muchos.

Otro día que esto pasóiba cresciendo la hambretanto que aun para losheridos no había que comer sino acederascerezas verdes y cañas de maízquetodo era pestilenciay ningunoporque Dios los guardabamuriósino eran losque los indios tomaban a manos. Desta manerano lexos de Otumbadondecomodiréfue la señalada batallasalieron a los nuestros muchos indiosdondefueron bien menester las manosporque corno canes rabiosos se metían por lasespadas y lanzas. Aquí los españoleshasta los heridospelearonvalientemente. Salió desta batalla mal herido Cortés en la cabeza de unapedrada de honda que aínas se pasmara; e aunque todavía tenía la mano de larienda herida y la cabeza entrapaxadasu persona sola valió y pudo tanto queconservó y sustentó todo su exército.

Hirieron a Martín de Gamboamatáronle el caballohízolo como valientesoldado. Reparó en aquel lugar aquella noche Cortés. Dio la vida a cuatro ocinco españoles que llegaron bien anochecidosin entender Cortés que sehabían quedado atrássubidos en los cerezosque hay en el camino muchosporla gran hambre que ya no podían sufrir. Esta misma noche metieron el caballomuerto de Gamboa a los aposentosdel cual no se perdió nadatanto que lastripas e uñas comieron; y aun al repartir hubo cuchilladasy fue menesterhallarse el Capitán presente. Cupo la cabeza a cinco o seis soldadosque nopoca fiesta hicieron con ella.



 

 

Capítulo CXXIX

Cómo yendo el exército adelante salió un indio al camino adesafiar los españolesy cómo los mexicanoshecho sacrificio en México delos españolesvinieron a Otumbay del razonamiento que Cortés hizo a lossuyos.

Con esta hambrecansancioguerra y heridasotro día de mañanaque erasábadopartió el campo de los españolesno sin enemigos que le iban dandocaza. Llegando a un llanosalió un indio de travésalto de cuerpocon ricosplumajes en la cabezacon una rodela y macanamuy valiente al parescer.Desafió uno por uno a cuantos iban en el campo. Salió a él Alonso de Ojedasiguióle Joan Cortésun esclavo del Capitán. El indio no quiso esperaroporque venían doso porque deseaba meter a los españoles en alguna emboscada.

En el entretanto que el exército español llegaba a este pasolos mexicanoshabían ya cruelmente sacrificado los españoles que al salir de México sehabían vueltoe más de docientos mill se vinieron a juntar con los de Otumbaen unos campos muy llanos que allí hay para acabar de matar a los españolessin que dellos quedase rastro. Vinieron lo más bien armados que pudieronconmuchos mantenimientosricamente adereszados. Tomaban de la una parte y de laotra las faldas de las sierras; tendiéronse por aquellos camposquecomoandan vestidos de blancoparescía que había nevado por toda aquella tierra.Llevaban un Generala cuyo estandarte tenía ojos todo el campo. Venían enordenrepartidos por sus capitaníascada una con su banderacaracoles eotros instrumentos béllicos que servían de pífaros e atambores. Venían de suespaciosin dar gritahasta ponerse en lo llano. Estonces Cortéscomo vioque sobre él venía tan gran poder y que los suyos se contaban ya por muertos yaun los muy valientes desconfiaron de poder escaparcuanto más vencerhaciendo altoapercibiéndose para la batallaataló los maizales por más demedia leguaque cerca estabanporque desde ellos como de espesa arboleda losenemigos entraban y salíanhaciendo gran daño. Puso los heridos y enfermos enmedio del escuadróncon guarnición de caballos del un lado y del otro;advertió a los que estaban buenos y tenían buenas fuerzasque cuando fuesemenester retirarsecada uno llevase a cuestas un enfermoy a los heridos quesubiesen a las ancas de los caballospara que pudiesen jugar las escopetas.

Ordenado desta manera el pequeñoexército españolrodeándole el mundode gentedesde el caballo habló a los suyos así: «Señores y queridoscompañeros míos: Ya veis en el trance y peligro tan grande en que estáis; eldesmayar no aprovecha sino para hacer menos y morir más prestoy siesto nose ha de excusarbien será que para solo nuestro contento muramos peleandomás fuertemente que nunca; e pues de tan grandes peligros como éste suelensalir los hombres poniendo bien el rostro a ellosmás vale que acabemosmuriendo como valientesvendiendo bien nuestras vidasque de pusilánimes nosdexemos vencer. No es cosa nueva que muchos turcos y morossiendo gente tanbellicosaacometiendo y apretando a pocos de nuestra nasción hayan sidovencidos y puestos en huidacuanto más que ya sabéis cuán milagrosamentehemos sido hasta ahora defendidos. Pidamos el favor a Dios; ésta es su causaéste es su negociopor Él hemos de pelear. Supliquémosle acobarde eatemorice nuestros enemigos; e que si ha sido servido castigarnos por nuestrasoberbia e presuncióncomo nos ha castigado en la salida de México y en elcamino hasta aquíse apiade de nosotroslevantando su azote. Encomendémonosa la Virgen MaríaMadre suya; sea nuestra intercesora; favorézcanos miahogado Sant Pedro y el Patrón de las Españas Sanctiago.

Cada uno se confiese a Diospues para otra cosa no hay lugare poniendonuestra fee y esperanza en Élyo sé que más maravillosamente que nunca nosha de favorescer e ayudar y que este ha de ser el día de la más memorablevictoria que españoles hasta hoy han tenido contra infieles. Hoy espero en Diosque ha de ser el fin y remate del seguimiento destos perros; hoy los confundiráDiosy nosotrossaliendo victoriososentraremos con alegría en Taxcaladedonde volveremos y nos dará venganza dellos.» Diciendo estas palabras se learrasaron los ojos de agua; enternesciéronse los suyos; animáronse cuanto fueposibleaunque dubdosos del subcesoporque por la una parte vían la granventaja que los enemigos les tenían e por la otra del favor que Dios les habíadado y que en lo más de los que Cortés les había dichohabía salidoverdadero.



 

 

Capítulo (XXX

Cómo se dio la memorable batalla que se dice de Otumbaycómo Cortés mató al General de los mexicanosy de otras cosas señaladas.

Ordenado todo de la manera que está dicholos indios por todas partesquecubrían aquellos grandes camposcon grande alarido y ruido de caracoles eotros instrumentoscomo leones desatadosacometieron a los nuestrostirándoles muchas flechas y varase acercábanse tanto a los nuestros queaunque jugaba la escopetería y ballestería y les hacía muy gran dañovenían a brazos y a sacarlos del escuadrón; pero Cortésque vía que toda lafuerza estaba en que los suyos estuviesen juntos y en orden.con su cabezaentrapaxada y la mano de la rienda (como he dicho)heridaalanceó muchos porsu persona con un ánimo y esfuerzo como si estuviera muy sano y peleara conpocos. Defendió tan bien su escuadrónque ningún soldado le llevaronaunqueMotolinea e Gómara dicen que sí.

Acompañaban a Cortés doquiera que se revolvía siete soldados peonesmuysueltos y muy valientesque fueron muchas veces causa de que abrazándose losindios con su caballo no le matasen. Era tan brioso e tan diestro este caballoque hiriéndole de un flechazo por la bocala dio Cortés para que le llevasende cabestro do estaba el fardaje y en el entretanto tomó él otro; pero como elcaballo herido tornó a oír el ruido e alarido de los indiossoltóse y congran furia entró por ellos tirando coces y dando bocados a todos los quetopabatanto que él solo hacía tanto daño como un buen hombre de caballo.Tomáronle dos españoles por que los indios no le flechasen por parte dondemurieseaunque en las ancas y pescuezo sacó muchos flechazos.

Andandopuesla batalla en toda su furia e calorseñalándosenotablemente algunos de los Capitanes y haciendo maravillas Cortésque siempreapellidaba a su abogado Sant Pedrovinieron los enemigos a apretar tanto a losnuestrosque los de a caballopara guarescerse venían a meter en elescuadrón de los peonese todos estaban ya remolinados y en punto de perdersesuplicando a Dios los librase de peligro tan grandecuando Cortésmirandohacia la parte de orientebuen trecho de donde él peleabavio que sobre loshombros de personas principaleslevantando sobre unas andas muy ricasestabasegún parescióel General de los indios con una bandera en la manocon lacual extendida y desplegada al aireanimaba a los suyosdiciendo dóndehabían de acudir. Estaba este Generalcuanto podía serricamente adereszado;era muy bien dispuestoy de gran consejo y esfuerzo. Tenía muy ricos penachosen la cabeza; la rodela que traía era de oro y plata; la bandera y señal realque le salía de las espaldasera una red de oro que subía de la cabeza diezpalmos. Estaban junto a las andas deste General más de trecientos principalesmuy bien armados. Relumbraba aquel cuartel con el sol tantoque quitaba lavista. Había de do Cortés estaba hasta el General más de cient mill hombresde guerray viendo que la victoria consistía en matar al Generaldiciendo:«Poderoso eresDiospara hacernos en éste día merced; Sant Pedromiabogadosé mi intercesor y en mi ayuda»rompió con gran furiacomo siestonces comenzara a pelear por entre los enemigos. Siguióle solamente Joan deSalamancaque iba en una yegua overa. Fue matando y hiriendo con la lanza yderrocando con los estribos a cuantos topaba hasta que llegó donde el Generalestabaal cual de una lanzada derrocó de las andas; apeóse Salamancacortóle la cabezaquitále la bandera e penachos. Otros dicen que lo oyerondespués decir a Cortésque viéndole el General venir con tanta furia haciaélentendiendo que le había de matarse baxó de las andasponiendo a otroen ellas con el estandarte reale que con todo esto tuvo tanta cuenta Cortéscon élque le alanceó estando a piederrocando asimismo al que estaba en lasandas.

Fue de tanto provecho esta tan hazañosa hazañaque como las hacesmexicanas tenían toda su cuenta con el estandarte real y le vieron caídocomenzaron grandemente a desmayarderramándose unos a una parte y otros aotra. Aquellos trecientos señorestomando a su General en los brazosseretraxeron a una cuestadonde con el cuerpo hicieron extraño llantoendechándole a su rito y costumbre. Entre tanto los nuestrosmuy alegrescantando: «¡Victoriavictoria!»siguiendo mucho trecho a los enemigoshaciendo tal estrago y matanza en ellosquesegún se creemurieron más deveinte mill. Tomaron los nuestros de los indios principales que mataron ricospenachos y rodelas y el estandarte realarmas y plumajes del General. Diodespués Cortésy con muy gran razóna Magiscacínsu aficionadouno delos cuatro señores de Taxcalaaquel adereszoy lo mismo hicieron otrosespañoles de los demás despojos que llevabandestribuyéndolos entre losseñores y principales taxcaltecas.

Fue esta batalla la más memorable que en Indias se ha dado y donde másvalió y pudo la persona de Cortés; y asítodos los que en ella se hallaron(a algunos de los cuales comuniqué)dicen y afirman que por sola su persona yvalor llevó salvo y libre el exército español a Taxcala.



 

 

Capítulo CXXXI

Cómo vencida esta memorable batallael exército españolpasó adelantey de lo que más subcedió después.

Acabada de vencer esta tan señalada batallacomo los enemigos se derramaronpor diversas parteslos españolesalegres y orgullosos con el buen subceso ypróspera mudanza de fortunasin que de ahí adelante rescibiesen pesadumbremas de que desde las sierras les daban grita los enemigosprosiguieron sucaminocargados de despojos. Llegaron a una casa grandepuesta en un llanodecuya cumbre se parescía la sierra y tierra de Taxcala y algunos edificiosdellaporque eran altos o blanqueaban mucho. Alegráronse por extremo con estavistacomo si cada uno viera la de su tierraaunque por otra parte estabanalgo dubdosos si serían bien rescebidos e tratados como amigosca es de talcondisción la fortunaquesi abate al hombrepocas veces permite que otroslo ayuden y favorescany así se recelaban los españoles de ser como en lafortuna de antes rescebidosporque venían pocos y huyendolos más dellosheridos y destrozadosy todos hambrientos. Los taxcaltecas eran bellicososmuchos y muy fuertes y que tenían en poco el imperio mexicano cuando másfloresciócuanto más a tan pocos y tan afligidos cristianoslos cuales tardeo nunca hallan favortodo el bien a los tales les huyey cuanto másafligidostanto más te encogen y acobardanespecialmente delante de aquellosa quien la fortuna favoresce y ayuda; pero con todo esto los nuestros teníanmás esperanza de bien que temor ni recelo de mal; lo uno porque confiaban enDiosque les favorescería como lo había hecho en los trabaxos de atráse loque mucho los aconfianzaba era conoscer que los taxcaltecas eran noblesenemigos de los mexicanos capitales e que tenían por cosa gloriosa favorescermás que ser favorescidos. Allegábase a esto la confianza que los nuestrostenían en Magiscacíny las joyas y plumajes ricos de que los taxcaltecascarescíanque los nuestros les llevaban.

Aquella noche Cortésaunque estaba mal heridoveló e atalayó a lossuyostemiendo que el exército mexicanoelegido otro Generalle seguiría ocercaría en aquella casaaunque era bien fuerte y los mexicanos no solíanhacer guerra de noche. Vieron los nuestros muchos fuegos e humos por las sierrase aun oyeron muchas vocesque fueron causa de que Cortésaunque teníanescesidad de dormirvelase.

Luego que amanesciósalió con su gente de aquella casacaminó un pocopor tierra llanasubió un cerro no muy ásperoy a la baxada délporque ibasiempre delantedio en una muy linda fuente de agua dulcede que todos teníanharta nescesidadporque por todo el camino habían tenido falta della y la quehabían bebido era ruincomo recogida en balsas en tiempo de las aguas. Allíhicieron los nuestros altobebieronrefrescáronse y descansaron un pocoaunque no habían perdido de vista los enemigosque por las sierras estaban.

Fueron de allí por buena tierra a un lugar que se dice Guaulipaque quieredecir «lugar que está en el gran camino» pueblo de dos mill casasde laSeñoría y provincia de Taxcala. Deste pueblo y de otras aldeas salieron másde una legua las indias y muchachos con mucha comida y refrigerio a rescebir alos nuestros; e como la piedad está más en las mujeres que en los hombres ylas indias vieron asomar a los nuestros levantaron un gran lloro y plantocondolesciéndose dellos como si fueran sus hijos y hermanos. En juntándoselos hicieron parardiéronles de comerdixéronles palabras de mucho consuelo;salieron tantas que a cada español regalaban tres o cuatro mujeres. Llorabanlos nuestros de alegría y contento; enternescióse mucho Cortésviendo elestado presente de las cosas y dio muchas gracias a Dios porqueviniendocorrido y tan trabajadohallase en gente infiel tanta piedad y regalo. Abrazóa algunas señoras principalesdioles algunas joyas de las que traíaagradescióles mucho el haberle socorrido con tanto regalo.

No se puede encarescer el alegría de los nuestros y el contentoque ellasmostraron con su venida. Dixéronles: «¿No os decíamos nosotras cuandoíbades a México que los mexicanos eran traidores envidiosos y de mal corazóny que cuando no os catásedes os habían de hacer alguna traición?» Fuistesmuchosvenís pocos; fuistes sanosvenís heridos; no tengáis penaquenosotras os curaremos. En vuestra casa estáis; después que estéis sanoslosnuestros os ayudarán y os vengaréis de aquellos traidores mexicanos.»



 

 

Capítulo CXXXII

Cómo Magiscacín y Xicotencatl e otros señores vinieron aaquel pueblo a visitar a Cortésy de la plática que Magiscacín le hizo.

Aquel día por la tarde osegún algunosel otro por la mañanacomo laSeñoría de Taxcala supo la venida de Cortés y en ella tenía muchos amigosMagiscacínque era el mayor dellos vino luegoy con él Xicotencatlmas fuemás por cumplir que por hacer el debery otros muchos señores taxcaltecasycon ellos otro que después de cristiano se llamó don Joan Xuárezseñor yGobernador de Guaxocingolos cuales con cincuenta mill hombres de guerraquerían ir a México en favor de los cristianosno sabiendo hasta estonces lagran pérdida y daño que habían rescebido. Otros dicen que sabiendo cómovenían tan destrozados y maltratadoshuyendo de la furia de los mexicanoslossalieron a consolarfavorescer y ampararqueriendo mostrar en aquel tiempoelamor y amistad que a Cortés y a los suyos tenían. Sea como fuereMagiscacínque era el más principal en la Señoríaapercibió sus amigosadereszóse lomás bien que pudollevó machos regalosacompañáronle muchos caballeros yseñoresentró muy alegre en el pueblo do Cortés estabael cualcomo supola venida de su leal y verdadero amigosalióle a rescebir con los principalesde sus compañeros fuera de los aposentos. Abrazáronse con mucho amor. AMagiscacín se le saltaron las lágrimas de los ojosy Cortés y los suyos nose enternescieron menos. Abrazó luego Cortés a Xicotencatl e a otros señorese volviendo entre Magiscacín e Xicotencatl al aposentodonde después que sehubieron asentado en una gran sala y aquellos señores taxcaltecas le dieron lospresentes que llevabanviendo Magiscacín a Cortés que venía flaco y heridoen la mano y en la cabeza y que los más de sus compañerosporque todos sehallaron allíestaban heridos y maltratadosacordándosele de la prosperidadcon que habían pasado para ir a México y de cómo habían ido tantos yvolvían tan pocos y tan destrozadosy entendiendo que esto no podía ser sinopor traición de los mexicanoslimpiándose los ojoscon la manta rica de quevenían cubiertoreprimiendo el dolor que las lágrimas magnifestabanconosciendo que estonces era el tiempo en que había de mostrar su valor y lomucho que a Cortés amaba tomándole las manoscon voz grave y que [de] todospudo ser oídole habló desta manera:

«Muy valiente y esforzado Capitán de los cristianos e a quien yo amo yprescio mucho: No te puedo decir el alegría que mi corazón ha rescebido enverte vivoaunque no tan sano y contento como yo deseo; en esta nuestra tierraalégrate y desecha de tu corazón todo pesar y tristezapues sabes como sabioy experimentado en la guerraque son varios y diversos los subcesos de lafortunala cualcomo es moviblenunca jamás está de un ser; muchas veceslos muy valientes mueren a manos de los cobardesoporque los tienen en pocoo porque son muy muchoso por alguna traición de que los valientes no serecatan. Valor tenías tú y los tuyos para contra todo el imperio mexicanopues al principioque veniste con tan pocos compañerostantas veces fuistevictorioso contra los invencibles taxcaltecas. Rescibiéronte de miedo en suciudad los mexicanos; saliste contra Narváezvenciste a muchos de los tuyoscon los pocos que llevabas; tratáronte en el entretanto los mexicanoscomosuelentraiciónqueriendo matar a los que con Motezuma dexastede dondeentiendo quepues vienes asífue grande su traición; hante perseguido casihasta aquírompiste la batalla que te dieron en los llanos de Otumbamatastesu Generalhecistecomo suelesmaravillas en la fortaleza de tu brazo. No tepuedes quexar de tipues no has hecho que no debasca si la traición hapodido más que tu valor y esfuerzoni tienes tú la culpasino la ciegafortuna; la mayor y más pesada quexa es de sí propioy pues tú no la tienesni puedes tener y lo hecho no puede ya dexar de ser hechoalégrateregocíjateque con la vida te vengarás de tus enemigos y volverás a mayorprosperidad de la que has perdido. En tu tierra y en tu casa estás y entre lostaxcaltecastus verdaderos amigosque jamás te negarán. Haz cuenta que somostus hermanos y en el amor tan españoles como vosotros. Todos estos caballeros yseñores que veeste venimos a servir y a llevar con nosotros a nuestra ciudady casasdonde después que tú y los tuyos hayáis sanado de las heridasvolveremos contigo con pujante exércitopara que tomes venganza de tusenemigos y nuestros. Esto mismo con todo amor y voluntad te prometen estosseñores. Ahora vee lo que mandas y quieresque se hará todo a tu gusto yvoluntad.»

Acabó con esto de hablar Magiscacín; levantáronse todos los otrosseñoresy con palabras muy amorosashaciendo a Cortés gran comedimientoleprometieron lo mismo que el señor Magiscacín había dicho.



 

 

Capítulo CXXXIII

De lo que Cortés respondió a Magiscacín e a los otrosseñoresy de las joyas que les dioy de lo que más pasó.

Ya Cortés y los suyos estaban algo alegres por el rescibimiento y regalo quelas mujeres tlaxcaltecas les habían hechopero decir el alegría que él yellos rescibieron con la venida de Magiscacín y con el consuelo que les dio yofrescimiento que les hizosería largo. Cada uno que hubiere leído el subcesopasado lo podrá entender por sípues cuanto mayor ha sido la tribulaciónpasada y menos esperanza había de alivio y contentotanto mayor contento serescibiría con el no pensado y repentino contentoy así Cortésrescibiéndole por sí y por los suyos cuan grande imaginar se puedeentendiendo que salía de grandes trabajos e que para la prosperidad queesperaba había de ser gran parte Magiscacín y los tlaxcaltecasaunque dealegría (que también es pasióncomo el pesar) se les arrasaban los ojos deaguacon ánimo fuerte y agradescidorespondió así al buen Magiscacín:

«Muy prudente y valeroso señora quien la Señoría de Taxcala debeconrazóntener sobre sus ojosy a quien yo tanto debo y a quien justamente amotanto como a mí: No tengo palabras con qué encarescerte la merced que tú yestos señores con vuestra venida me habéis hechoporque estonces tiene labuena obra mayores méritos y valor cuando hay mayor nescesidad della. No pudohaber tiempo de mayor aflición y trabajo para mí que aquella desdichada einfelice noche que de México salimos y el demás tiempoque han sido ochodíasque pasamos hasta llegar a esta vuestra tierraque ya nosotrospor elbien que en ella comenzamos a rescebirpodríamos llamar nuestray así nopuede llegar contento al que tenemos de presenteporque nos vemos ya entrenuestros señores y hermanosentre la gente más fuerte y leal de todo estemundoentre gentecomo paresce por la obraque más bien favoresce e ayuda asus amigos y la que más bravamente hasta rendirlos y subjectarlos persigue asus enemigos. Veovalerosos señoresmuchas cosas que me obligan a morir porvosotrosy cada una dellas es de tanta estima que no la sé encarescer; lapalabra y fee que me habéis guardadoel amor y amistad que me habéis tenidoel salir a socorrermecreyendo que estaba en Méxicoel venir ahora con tantospresentesel consolarmeel quererme llevar a vuestra casaylo que muchoestimoel ofrescer vuestras personas contra los mexicanos. Mi Diosen quienlos cristianos creemosme dé vida y fuerzas para serviros tan gran merced;presto con vuestro regalo e ayuda seremos sanosy sabed que conosceremos elbuen presente cuandocomo espero y confío en Diospusiéremos debaxo devuestros pies a vuestros enemigos y nuestros los mexicanos; yo acepto la mercedde irme con vosotros a Taxcalay será cuando os paresciere y nosotros hayamosalgún tanto descansado.»

Dichas estas palabrasde que Magiscacín y todos aquellos caballeros yseñores holgaron de oírmandó sacar el estandartepenachos y armas delGeneral mexicano que había muerto en la batalla de Otumba quecomo estádichoeran muy ricas y presciosas; púsoselas por su mano a Magiscacíndiciéndole: «Vísteteseñorde las armas de tu enemigoque es la mayorgloria que en la guerra el corazón esforzado suele rescebir.» Dio luego aXicotencatl e a otros señores muchas armasplumajes y joyas que del mismodespojo había habido. Holgaron mucho todos con ellasespecialmenteMagiscacínasí por ser prenda de tan grande amigocomo porque hasta estonceslos tlaxcaltecas nunca habían poseído armas tan ricas.

Los compañerosimitaron a Cortéssu Capitán; cada uno dio a los otroscaballeros las armas y despojos que de los mexicanos habían ganadocon que lostaxcaltecas grandemente se alegraron y aun fueron causa (porque los donessiempre pueden mucho) que en Taxcala fuesen muy servidos y curados y auncomodespués se diráque Xicotencatl no saliese con la suya.

Estuvo Cortés tres días descansando en este puebloproveyéronle los délabundantemente de lo nescesarioaunque dicen algunos conquistadores quecompraban parte de la comidapero no es creíblehabiéndolos salido arescebir con tanto amor y voluntadsalvo que algunos de los del pueblocobdiciosos de joyas mexicanaspedían a los nuestros dellaspero no por lacomidaque désta había gran abundanciay muchos años después nuncaquisieron prescio por ella.



 

 

Capítulo CXXXIV

De las nuevas que Magiscacín dio a Cortés de Joan Juste ysus compañerosy de cómo pidieron licencia para salir a correr la tierra conalgunos españolesdonde andaban mexicanos.

Después de rescebidas las armasjoyas y presentes que de una parte a otrase dierony Magiscacínque era muy cuerdoentendió que Cortés estabacontento a alegredíxole: «Señorpara que proveas con tiempo en lo queadelante has de hacerte quiero avisar de lo que pasa e no has de rescebirpenaaunque caiga sobre otra mayor. Sabrás que habrá doce días que pasaronpor Guaulipa Joan Juste y Morla con obra de treinta españolesque llevaban laplata de tu recámarae yopor lo que te amoles di un hijo que fuese en sucompañía; he sabido después acá por muy cierto que pocas leguas adelantedieron en las guarniciones mexicanase allí matando ellos muchosmurierontodos y entre ellos mi hijoquepues había de morirholgué acabase peleandocomo caballero en la guerra y no en la camacomo suelen los de ruin suerteyque hiciese su deber no dexando a los cristianos en cuya compañía yo le habíadexado ir.»

Pasó esto así como Magiscacín había dichoporque despuésyendo losnuestros por aquel caminohallaron hechas unas letras en la corteza de unárbolque decían: «Por aquí pasó el desdichado de Joan Juste con susdesdichados compañerosmuertos de hambre y entre enemigos»; llevaron tantahambreque uno dellos dio a otro por muy pocas tortillasque de una sentadalas podía comeruna barra de oro fino que pesaba más de ochenta ducados.

Mucho pesó a Cortés desta nuevaporque treinta y dos españoles y tanbuenos como aquéllosen tal sazón y coyuntura le habían de hacer muchafalta; pero como sabio y valerosoviendo que a lo hecho no hay remedioencubriendo el dolor y mostrando el contento que no teníaobligando más aMagiscacín le dixo: «Señor e grande amigo mío: Lo que mas me pesa es de lamuerte de tu hijoque de tal padre como tú había de haber muchos hijos y queviviesen muchopara que en todopor muchos añoscorrespondiesen el valor desu padre; pero como dicespues murió peleando e ya no puede dexar de sermuertono hay que decir más de que mientras que tú fueres vivono tengo yode qué tener penaaunque mayores desgracias me subcedieseny sabe que aunquevenimos heridos y cansadoscon esto poco que habemos reposadoestamos ya tanalentados y deseosos de vernos a las manos con tus enemigos y nuestrosque yanos paresce que habemos estado muy ociosos.»

Holgóse mucho Magiscacín de oír lo uno y lo otroporque no hay hombre tansesudo que la alabanzaespecialmente si lleva apariencia de verdadno le décontento; y como no muy lexos de allí las guarniciones mexicanas hacían dañoalegrándose de oír aquellas últimas palabras a Cortésle rogó que porcuanto cerca de allí los mexicanos se desvergonzabanle diese algunosespañoles de los que más sanos veníanpara salir contra ellos. Cortés se lootorgómandando saliesen algunos de a caballo e algunos escopeteros yballesteros de los que menos heridos estaban. Salieron en busca de losmexicanosy halladosdieron con ellos y mataron muchos y a los demás echarondel asiento donde estaban.

Volvieron muy alegres Magiscacín y Xicotencatl y la demás gente con lasplumas y despojos que habían podido tomar. Deste su contento le rescibióCortés muy grande. Despidiéronse Magiscacín y Xicotencatl y los otrosseñoresde Cortés y sus compañeros; fuéronse a la ciudad de Taxcalaparaque otro díaque era el terceroque Cortés había llegado a aquel puebloentrase en su ciudad y le rescibiesen y regalasen.

Libro quinto

 

 

 

 

 

 

Capítulo primero

Cómo Cortés y sus compañeros otro día entraron en Taxcalay del solemne rescibimiento que en ella le hicierony de las palabras queMagiscacín dixo a Cortés.

Otro día después de comerponiendo Cortés su gente en orden como solíacaminarsalió de aquel pueblo acompañado de los principales délpara ir ala gran ciudad de Taxcala. El caminocomo aquella tierra es muy pobladaparescía hormiguerosegún estaba lleno de los que iban y venían por aviso ymandado de los señores de Taxcalalos cuales habían salido más de legua ymedia de la ciudad a rescebir a Cortéscon más de docientas mill personasmuy en orden y concierto. Fueron las mujeres y los muchachos en la delanteralas cualescomo de su natural condisción sean compasivasen viendo a losnuestroscomenzaron a llorar e aun hicieron hacer lo mismo a los nuestrosdiciéndoles: «Seáis muy bien venidosseñores y amigos nuestros. VuestroDios os sane y dé saludque muy heridos y maltratados venís. ¡Ohmalos ytraidores mexicanosque nunca han hecho cosa que no sea por traición! Nuestrosdioses nos vengarán dellos y nos pagarán ésta con las demás.» Diciendoestas palabrasse allegaban a los nuestrostocándoles y tentándoles lasheridasapiadándose con muchas lágrimas dellos.

Así prosiguieron su camino hasta topar con los ciudadanosque también losrescibieron con mucho amor e compasión. Luego llegaron los caballeros y gentede guerraque abrazando con gran comedimiento a Cortésse abrieronmetiéndole con todas u gente en medio hasta que llegaron los cuatro señores deTaxcalade los cuales el más antiguo y principal era Magiscacín y así fue elprimero que abrazó a Cortésy luego los otrospor su orden y antigüedad.Tomáronle en mediofueron con él hablando en muchas cosas de placer econtento. Los cerros y sierraspara ver este rescibimientoestaban cubiertosde gentela música a la entrada de la ciudad fue muy grande. LlevóMagiscacín a su grande y real casa a los otros señores e a otros Capitanes yprincipalesy los demás que no pudieron estar con Cortés se repartieron porlas casas de los caballerose cada unosegún su posibilidadprocuró deregalar e apiadar a su huésped.

Magiscacín como vio a Cortés en su aposento y casadándole su camaledixo: «Señorhuelga y descansapierde todo cuidado y pesadumbreque en tupropia casa estás. Yo luego mandaré llamar sabios maestros en la cirugíaquete curensi el que tú traes no lo sabe hacer mejor. Todo lo que fuere menesterpara ti y para los tuyos sé cierta que no faltaráy pues sano y aun enfermosabes tan bien trabajardescansa ahora algunos días para que con mayoresfuerzas y aliento vuelvas a tu empresa comenzadaquesegún yo te he prometidoe confío de tísaldrás con ella con mucha gloria y honra.» Diciendo estole mandó traer de comery comiendo él con él le dixo otras muchas y muyamigables palabrasa que Cortéscomo el que bien lo sabía hacerrespondíareconosciendo la merced que con tanto amor en todo Magiscacín le había hechoel cualpor hacerle más fiestamandó que después de la comidaen el patiode la casase le hiciese un festival y alegre baile. Los demás españolescomo tenían más nescesidad de descansar que de ver bailescada uno reposó ensu casa lo que pudo.



 

 

Capítulo II

Cómo Cortés halló en Taxcala a Joan Páezcapitány delo que con él había pasado Magiscacíny Cortés después le dixo.

Ya que Cortés hubo reposado y recreádose algún tantoJoan PáezsuCapitánel cual con ochenta hombres había dexado en Taxcala cuando pasó aMéxico a socorrer a Pedro de Alvaradole vino a ver. Holgóse con élpreguntóle muchas cosasespecialmente del tratamiento que Magiscacín y losotros señores le habían hecho. Respondióle que muy bueno y que entre todoslos señores tlaxcaltecas Magiscacín le era verdadero amigoy que Xicotencatlcomo bullicioso y envidioso no le tenía buena voluntad y que de la pérdida sehabía holgado tanto como pesado a Magiscacín. Después que [entre] él yCortés hubieron pasado muchas cosas y que Cortés se advertió para lo quehabía de hacersupo de algunos que se lo dixeroncómo Magiscacínentendiendo que los mexicanos se habían rebeladodixo a Joan Páez: «Si teatreves a ir a socorrer a tu General con esos españoles que tienesyo te darécient mill hombre de guerray mira que creo tendrá nescesidadporque losmexicanos son infinitos y grandes traidores y tan enemigos de cristianosque no[se] les dará nada morir diez mill dellos porque un cristiano muera y poco apoco no quede ninguno.» Joan Páez dicen que le respondió que le besaba lasmanos por la merced e que donde estaba el General Cortés con tanta y tan buenagente no habría menester socorroespecialmente contra mexicanosy que él lehabía mandado quedar y esperar allíque no osaría al hacer hasta que otracosao por carta o por mensajerocon señas le fuese mandado; e verdaderamenteJoan Páez no se atrevióo porque los enemigos eran muchoso porque en elmandar y ser obedescido era muy severo Cortésque es lo que más en la guerrale sustentópero con todo estocomo Cortés entendió que con aquel socorrose pudiera excusar la gran pérdida y mortandad de los suyosinvió a llamarmuy enojado al Joan Páezal cualaunque se excusaba y defendía por muybuenas razonesno admitiéndole algunale riñó bravamente y trató con muyásperas palabrasdiciéndole que era un cobarde y que no merescía serCapitán de liebrescuanto más de hombresy españolesy que estaba enpuntos de mandarlo ahorcar e que jamas le entraría de los dientes adentro e quehabía sido traidor a su General e homicida de sus compañeros e que por estarseholgandopudiendo ir con tanta seguridad a tan buen tiempose había quedadoponiendo vanas excusas; que se fuese con el diablo y no paresciese más delantedél y no tuviese de ahí adelante nombre ni cargo de Capitánpues tan malacuenta había dado de síe que no le replicase más palabraporque lemandaría ahorcar.

Salióse muy triste y muy afrentado el Joan Páezaunque merescía más.Quedó Cortés con el enojo con una gran calenturaque fue causacomo diréque se pasmase la cabeza y estuviese en riesgo de morirconsiderandolo quenunca se le quitó del corazón hasta que subjectó a Méxicoel afrenta y grandaño que por no ser socorrido le habían hecho los mexicanos.



 

 

Capítulo III

Cómo Cortéssabiendo de Ojeda lo que Xicotencatl y los desu parcialidad decíanse mandó velary del gran peligro de morir en queestuvo.

Mandó Cortés a Ojedaque era el que con los tlaxcaltecas tenía másamistad y sabía mejor la tierraque buscase comida por los pueblos comarcanospara los españoles que estaban y de nuevo habían venidoel cual fue; e comoel General de los tlaxcaltecasque era Xicotencatlestaba mal con loscristianos y tenía muchos de su bando y parescerespecialmente a los hombresde guerrapor haberle oído decir mal de los españolesmuchos de los pueblosdecían a Ojeda: «¿A qué vino esa ciguata de Cortés y esotras ciguatas desus compañeros? (y ciguata quiere decir «muchacha o mujer moza»). Venís acomernos lo que tenemos; llevástesnos el maíz a Méxicodexastes los más delos compañeros muertosvosotros venís heridoshuídosdestrozados yhambrientos. Mejor sería que con nuestras mujeres fuésedes [a] amasar panquevosotros no sois más de para comer».

Mucho sentía Ojeda estas palabras y sentía claro que salían deXicotencatl. No osabapor la nescesidad en que los españoles estabanresponder como quisieraantescomo cuerdo e como quien ya sabía la lenguarespondía templadamentediciendo: «No os maravilléis que vengamos asípuessabéis que la fortuna se muda y conoscéis a los mexicanosque son muchos ytraidorese antes habíades de tener por honra y gloria vuestra quepues osdistes por nuestros amigos vengamos a favorescernos de vosotrosque soiscaballeros y valientesy los tales ni suelen ni deben decir palabras afrentosasa los afligidos y que vienen a vuestra casa a favorescerse de vosotros.»

Con estas e otras palabras que respondía Ojedalos hacía callar y sacabalo que quería. Dixo a Cortés lo que pasabay como todo nascía del odio queXicotencatl tenía a los cristianosCortés que a sus oídos le había oídodecir semejantes cosasaunque las cocía bien su pecho y le llegaban a lasentrañasdixo a Ojeda: «No se os dé nadaque estamos en tiempo de sufrir ydesimular cosas hasta su tiempo; yo os prometo que si vivoque él me lo paguetodo juntode manera que nunca más hable»y porque no subcediese algunadesgraciarebelándose la parte de Xicotencatl y no le tomasen descuidadoporlos que estaban sanos y buenos repartió las velasde manera que ni de día nide noche dexaban de velar. Tuvo esta diligencia y cuidado todos los más díasque en Taxcala estuvoque fueron cincuentaaunque Magiscacínsu verdaderoamigole decía que siendo él vivo no podía ser parte Xicotencatl paraofenderle. Cortésno mostrando que por Xicotencatl lo hacíale respondióque la gente española doquiera que estaba se velabaasí para excusarinconvenientes y daños que los hombres dormidos no pueden evitarcomo paraestar exercitados y acostumbrados a que no les hiciesen de mal cuando menesterfuese. Paresciéronle muy bien a Magiscacín estas razonese replicó:«Háceslo cuerdamente y no sin causa; siendo tan pocoshabéis salido contantas victorias contra tantos.»

En el entretanto que estas cosas pasabancomo Cortés había siempre peleadoestando herido y no había tenido lugar de curarse la cabezacomenzósele a pasmary los enojosque ayudabanpusiéronle en tan grandepeligro e riesgoque el cirujano y los otros médicos le desahuciaronafirmando que no podía vivir. Sacáronle muchos huesosy él sintiéndosemortalno le pesaba tanto de morircuanto del gran desmán que habían devenir a los negocios que en su pecho trataba. Estuvieron con su enfermedad muytristres e afligidos sus compañeros; suplicaban con gran calor a Dios le diesesalud y que no los dexase huérfanos de tal caudillocuyo valor tenían entanto que sin él les parescía que no podían acertar en cosa. Quiso Dios quesacados los huesoscomenzó a tener mejoría e ir convalesciendoaunque de lamano no había acabado de sanarpor tener dentro el pedernal de una flecha.

Ahora digamos las demás cosas que en el entretanto que Cortés sanabaenesta ciudad subcedieron.



 

 

Capítulo IV

Del descontento que los españoles teníany de cómorequirieron a Cortés se fuesey de lo que él les respondió.

Muy descontentos estaban los más de los compañeros de Cortésasí por loque los indios de la parcialidad de Xicotencatl les decíancomo porquedeseaban verse la vuelta de la mar para tornarse a Cubahostigados yescarmentados de los muchos y grandes trabajos que habían padescido y de losque padescían. Nunca se juntaban de diez en diez e de veinte en veinte y demás o menos númeroque no dixesen: «¿Qué piensa Cortés hacer de nosotros?¿Quiere por ventura acabar estos pocos que quedamos? ¿Qué le hemos merescido?Dice que nos quiere mucho y quiébranos la cabeza. Estamos heridosdestrozadoscansadoshambrientossin sangre ni fuerzasflacosen tierra de enemigospocos nosotros y ellos infinitosnosotros en tierra ajenaellas en la suya;dícennos mill afrentasy si por Magiscacín no fuerano quedara hombre denosotrose al fin es indio como ellosinfielajeno de nuestras leyes ycostumbresfácilmente mudará parescer; moriremos todos mala muerte. ¿Quépensamoso qué hacemosque nos vemos ir a fondo y callamos? ¿No veis cuáninsaciable es la cobdicia deste hombrede procurar honra y mandoque estandocomo está tan a la muerteanda dando trazas cómo volver a México y meternosen otra pelaza como la pasadadonde acabemos? Quien tiene en tan poco su vidaved en qué tendrá la nuestra. Si no somos nesciosvolvamos por nosotrosqueél no mira que faltan hombresarmasartillería y caballosque hacen laguerray más en esta tierra que en otraylo que es principalno le sobrala comidaporque cada día la tenemos menos; los indios se cansan de darla yotros no quierenpor lo mucho que a causa de Xicotencatl nos aborrescen; e siel exército de mexicanos viene sobre nosotrosfácilmentecomo éstostambién son indios e mudablesse aliarán y concertarán y nos entregaránvivos para que nos sacrifiquen; desimulan ahora con nosotrospara hacercarnicería cuando más seguros estemosy así han dicho muchos dellos que nosengordan para después comernos. No es menester que aguardemos a este tiempo;miremos por nosotrose juntándonosen nombre de todos y de parte del Reylehagamos un requerimiento para quesin poner excusa ni dilaciónsalgaluegodesta ciudad y se vaya a la Veracruz antes que los enemigos tomen los caminosatajen los puertosalcen las vituallas y nos quedemos aislados e vendidosprotestándole todas las muertes y daños e menoscabos que nos puedan venir.»

Concertados todoso los másde hacer este requerimientoaunque huboalgunos (aunque pocos) de contrario parescerjuntos los principales dellos conel Escribanole hicieron el requerimiento que se sigue:

«Muy magnífico señor: Los Capitanes y soldados de este exército de quevuestra Merced es Generalparescemos ante vuestra Merced y decimos que ya avuestra Merced le es notorio las muertesdaños y pérdidas que habemos tenidoasí estando en la ciudad de Méxicode donde ahora venimoscomo al tiempo quedella salimose después de salidosen todo el camino hasta llegar a estaciudad donde al presente estamos; y como la mayor parte de la gente delexército es muertajuntamente con los caballose toda la artillería perdiday las municiones gastadas e acabadase que para proseguir la guerra y conquistacomenzaba nos falta todoy demás destoen esta ciudaddondeal parescersenos ha hecho buen acogimiento y mostrado buena voluntadtenemos entendidoyaun es ciertoque nos quieren asegurar e descuidar con fingidas palabras eobrase cuando menos lo pensáremosdar sobre nosotros e acabarnoscomo hancomenzado y tenemos por la experiencia vistoporque no es de creer ni se debetener por cierto que estos indios nos guarden fee ni palabiani vayan contrasus mismos naturales y vecinos en nuestra defensaantes se debe entender quelas enemistades y guerras que entre ellos ha habido se han de volver enamistades y pacespara quehaciéndose un cuerposean más poderosos contranosotros y nos destruyan y acaben; de todo lo cual habemos visto y entendidoprincipios y ruines señales en los principales desta ciudadcomo ya a vuestraMerced le constará e habrá entendido; y demás desto vemos que vuestra Mercedque es nuestra cabeza y Generalestá mal herido y que los cirujanos que lecuran han dicho que la herida es peligrosa e que temen poder escapar della; todolo cualsi vuestra Merced bien lo quiere mirar y examinarson bastantes causase razones para que salgamos luego desta ciudad y no esperemos a peores términosde los que al presente los negocios tienen; e que porque tenemos noticia quevuestra Merced pretende y quiereno advirtiendo bien en las urgentes ybastantes causas que hay para que esta conquista cesellevarla adelante yproseguir la guerralo quesi así fuesesería nuestra fin e totaldestruición; por lo dicho e otras cosas que dexamos: Por tantoa vuestraMerced pedimos y suplicamos y si es nescesariotodas las veces que de derechosomos obligadosrequerimos que luego salga desta dicha ciudad con todo suexército e vaya a la Veracruzpara que allí se determine lo que más alservicio de Dios y de Su Majestad convengay en esto no ponga vuestra Merceddilaciónporque nos podría causar mucho dañocerrando los caminos losenemigos e alzando los bastimentos y dándonos cruel guerrade suerte que noseamos después parte para defendernos y salir desta tierra; que si así fuesesería mayor daño que dexar la guerra en el estado en que está; e de como asílo pedimos y requerimosvosel presente Escribanonos lo dad por testimonioe protestamos contra vuestra Merced y sus bienes todos los dañosmuertes ymenoscabos que de no hacerlo así se nos recrescieren; e a los presentes rogamosque dello nos sean testigose de como así lo pedimosrequerimos yprotestamosy para elloetc.»



 

 

Capítulo V

De lo que Cortés respondió y del razonamiento que les hizo.

Cortésoído este razonamientoaunque entendió que los menos y de menossuerte y arte eran los que se le hacíandeseosos de volver a Cubao de querermás servir a otros que pelearcomo si todos fueran de aquel parescerhonrándolos en su repuestales hizo esta plática:

«Señores y amigos míoscuyo maravilloso y singular esfuerzo en tantostrances y peligros tengo conoscido: Es tanto el amor y voluntad que os tengopor las muchas y muy buenas obras que de vosotros he rescebidoque so pena deser muy ingratoestaba obligado a hacerno solamente lo que tantos me rogáisy mandáispero lo que cualquiera de vosotros me dixeree si esto es así onovosotros lo sabéisa quien ninguna cosa he negado que yo pudiese e osestuviese bien; pero como ésta que me pedís deshace y escurece la gloria ehonra que en tanto tiempo y con tantos trabajos habéis adqueridosi osparescepor las causas que luego diré respondiendo a las vuestrasno convieneque os la conceda. Decís que estáis pobresdestrozadoscansadosheridossin armassin caballossin artilleríaen tierra de enemigose que confacilidadpara acabarosse podrán concertar con los mexicanose que nosvamos a la Veracruz para que desde allí nos volvamos a Cuba. Si bien lomiráisno son éstas causas ni razones de pechos e corazones españolesqueni por trabajos jamás se cansaronni por muertes ni pérdidas se acobardaron.Vosotros sois los mismos que ayer éradesy no sé por qué boca habéis dichopalabras tan contra vuestra autoridad. Ya los más estáis sanosgordos y biensustentados; ningunoloores a Diosha muerto; hemos hallado aquí cincuenta osesenta españoles; llamando a los de la Veracruz y los que están en Almeríaseremos muchos más de los que éramos cuando por aquí pasamos abriendo el caminoa pura fuerza de armas: la munición no ha faltado todaque con la que hay nospodemos entretener en el entretranto que yo doy en orden en hacer pólvoracuanto más que a la fama de lo que habéis hechocada día vendrán españolescon armas y caballos; ni hay por qué temer porque Xicotencatl no nos sea amigoni que los tlaxcaltecas se confederarán con los mexicanos: lo uno porque si loshubieran de hacer no aguardaran a que sanáramosque en sus casas y en suscamas que nos dieron nos pudieron haber muerto; es muy grande y muy antiguo elodio que tienen a mexicanos; lo otroporque Magiscacína quien sigue toda laSeñoría de Taxcalaes tan de nuestra bandaque primero morirá que consientatan gran maldad. Siempreseñoresestando sin guerrala deseastesy estandoen ello os mostrastes ardidos y bellicosos. Hacer lo contrario (que es lo que mepedís) es no responder a quien soisperder el nombre de españolesescurescerlo hechoperder lo ganado cortar el hilo a la tela comenzada. Si nos vamos deaquí¿do podemos ir que no sea en figura de fugitivos? Los tlaxcaltecas nosmenospresciaránperseguirnos han los mexicanosque dondequiera tienen susguarnicionesy los cempoaleses y totonaques¿qué honra nos pueden hacer másde la que a medrososvendidos y fugitivos? Doquiera que desta manera vamosseremos afrentadosiremos corridos de nosotros proprioslos árboles y matasnos parescerán que son enemigos; ¿Quépues pensáisseñoresque esvuestro designio?¿Dónde teníades vuestro valor y esfuerzoque venistes apedir cosa tan afrentosatan dañosatan contra vuestra autoridad? Pesadpesad primero los negocios e primero que los propongáislos rumiad y miraldosbienque más quisiera la muerteque delante de otra nasción me hubiéradeshecho este requirimiento. Esforzáos y animáosque todo nos sobrarácobraremos a Méxicoseremos señores e si la fortuna nos quisiere en todo seradversamás vale que muramos peleandoque no acabemos huyendocuanto másque yo sé de los tlaxcaltecas que quieren más ser vuestros esclavos que amigosde mexicanos. E porque más os certifiquéis de que tenemos en ellos lasespaldas segurasyo los quiero probar contra los de Tepeacaque los díaspasados mataron dos españolese si no los halláremos amigosyo buscaréhonrosa ocasión cómo salgamos de aquí y nos vamos a la Veracruz; e porqueveáis que en todo deseo daros contentolos que no quisierdes atender a estaprueba (que creo que si querréis) yo os inviaré a la Veracruz; pero mirá queos acordéis que en pocas o ningunas cosas de las que os he dicho he salidomentiroso.»

Pudieron tanto estas palabrastuvieron tanta fuerza e autoridadque todoslos que habían sido en el requerimientomuy alegres y contentos mudaronparescer y prometieron de nunca dexalley fue la causasegún se puedeentenderel prometerles Cortés que en la guerra de Tepeaca harían lo quequisiesen; pero la más cierta es ser condisción del español nunca dexar de ira la guerra que se ofresceporque hacer lo contrario lo tiene por afrenta ymenoscabo.



 

 

Capítulo VI

Cómo los mexicanos inviaron sus embaxadores a lostlaxcaltecasprometiéndoles perpectua amistad si mataban a los españoles.

Pasados algunos díasen que los mexicanos se ocuparon en rehacer sus casascubrir las puentesproveer la ciudady los que de fuera habían venido sevolvieron a sus tierrashechos ya sus sacrificios y dadas las gracias a susdiosespor la matanza que en los españoles habían hechocomo supieron quelos tlaxcaltecas habían salido a rescebir a Cortés y a los demás que con élhabían quedadorecelándose dél no se rehiciese y los tlaxcaltecas leayudasenentrando los principales señores del imperio mexicano en su consejodespués de mucha y larga altercaciónpara asegurar sus negocios e que lostlaxcaltecas con ayuda de los españoles no tomasen más brío ni alasni loscristianos cobrasen coraje para vengarsedeterminaron de inviar de los másprincipales y sabios en el razonar seis embaxadores con presentes de las cosasde que más los tlaxcaltecas carescíanque eran salmantas ricasplumajes eotras cosas con quesi no fueran tan valerososfácilmente los pudieranpersuadir.

Caminaron los embaxadores bien instructose informados de lo que habían dedecir e hacer al dar de los presentes. Llegaron a Taxcalainviaron delantealgunos de sus criados con señales de paz e que venían embaxadores mexicanoslos cuales entradosla Señoría de Taxcala los salió a rescebir al templomayordonde con algunos caballeros los aguardaron donde la Señoría solíaentrar en su consulta e determinar los negocios. Los que estaban en aquelAyuntamiento e Cabildorepresentando la majestad y Señoría de Taxcalaeranlos cuatro grandes señores della e otros algunos que gobernaban la repúblicamuchos Capitanes antiguos e personas de consejoparientes y deudos de loscuatro señores.

Llegados al templo los embaxadores mexicanosmandándolos entrar laSeñoríala embaxada que dieron fue la siguiente:



 

 

Capítulo VII

Cómohechas sus cerimoniaslos embaxadores mexicanospropusieron su embaxaday de lo que Magiscacín respondiómandándolos salir.

Entrando los seis embaxadoresquedando los que con ellos venían fuerahechas primeroa su costumbrelas solemnes cerimonias en negocio tan arduo ycon gente tan principal convenientesofrescidos los muchos y grandes presentesque llevabanel que era más viejo y más principaltomando la mano oyéndolecon gran atención la Señoríahabló en esta manera:

«Muy valientes y muy poderosos señores que en este lugar juntosrepresentáis la sola e muy insigne Señoría de Taxcala: Los Príncipesgrandes señores y caballeros e ciudadanos del imperio mexicanopor nosotrossus embaxadores muchas veces os saludan e piden y ruegan: que ante todas cosasnos deis crédito y entera fee a todo lo que de su parte os venimos a decirpara que con toda fidelidad y secreto llevemos la repuesta que nos diéredes.»Callóacabando de decir estoesperando lo que la Señoría respondía.Entonces Magiscacín dixo: «Proseguid vuestra pláticaembaxador mexicanoqueesta Señoría sabe que lo sois e daros ha en todo lo que dixerdes crédito comosi presentes estuviesen los Príncipes del imperio mexicano que os invían.»

El embaxadoroyendo estohecha de nuevo otra cerimoniaprosiguiendo suembaxadadixo: «Yapoderosos señoresdicen por mí los Príncipesmexicanossabéis que de muchos años acá e de tiempo inmemorialentrenosotros e vosotros ha habido e hay bravas y crueles guerrashaciéndose de launa parte a la otra e de la otra a la otra grandes dañosmuertes y estragossiendo vecinos y partiendo términosprofesando una religión y siendode unalengua e aun viviendo casi debaxo de unas mismas leyes e costumbresylo quemucho hace al casosiendo vuestros antepasados y los nuestros deudos eparientes. Querríanpueslos señores mexicanos poner fin a tan bravas yencendidas guerrase que entre ellos y vosotroshecho un perdón e olvidadaslas muertese injurias rescebidashubiese perpetua paz para que unidosfuésedes más poderososy de común consentimiento debellásemos ysubjectásemos a nuestro imperioe vuestra Señoría lo mucho que sabemos quehay que conquistare se repartiese por mitad entre los unos y los otros. Dicenmásque viniendo en esta confederación y amistadgozaréis de la salavesplumajesplataoropiedras y otras cosas de que vosotros carescéis y elimperio mexicano abunda; e que como hasta ahora las guerras han sido encendidasque las amistades sean firmes e perpectuas; pero que para que lo que os pidentenga el efecto e fin deseado e que todos vivamos en dichosa y bienaventuradapazconviene que a estos pocos cristianosque tan heridos y maltratadosescaparon de nuestras manoslos sacrifiquéis y no dexéis más vivirpuessabéis que en todo son muy diferentes de nosotros; introducían nuevareligiónde que nuestros dioses están muy enojados; dábannos otras leyes ymanera de vivirusurpaban nuestras haciendasforzaban nuestras hijas ymujeresderrocaron nuestros ídoloshicieron justicia públicamentecomo sifueran señores de la tierraprendieron al Emperador Motezumamurió por sucausae poco a poco pretendían enseñorearse de nuestras personas.

«Fueron grandes las causas y razones por donde matamos a los más dellos e alos otros herimos y echamos de nuestra ciudad y tierray si vosotros losrescebís e ayudáis y socorréisserá poner leña al fuego con que todos osabraséisporquecomo lo veréishan de pretender hacer lo mismo que connosotrosca si los ayudáis y con vuestra ayuda nos vencentendrán fuerzaspara subjectaros después a vosotrosy asílo que los dioses no permitanperderemos todo nuestro imperio y señoríolos dioses nos negarán la saludlas victorias y los demás bienes. No es razón que tengáis cuenta que sonvuestros amigos y que se vienen a amparar con vosotrosporque esto éradesobligados a guardarlo si fueran de vuestra ley y dellos en su tierra y patriahubiérades rescebido algunas buenas obras y no temiéradescomo debéis temerque criáis en vuestra casa el dragón que después os coma. Esto es lo que losPríncipes mexicanos os invían por nosotros a decir; ruegan os con la pazpiden os como amigos miréis por vuestra libertad y señoríoe si alhicierdesprotestan que toda la culpa que de los daños que a vos y a ellos serecrescieren será vuestrae que ellos con los dioses y con vosotros desde hoypara siempre se descargan.»

Acabó de hablar el embaxadora Magiscacínen nombre de la Señoríarescibiendo e agradesciendo los presentesdixo: «Negocio es este que esmenester bien mirarle. En el entretanto que determinamos lo que se deberesponderos iréis a vuestras posadas.» Con esto los embaxadores se salieronquedando los señores tlaxcaltecas consultando la repuesta.



 

 

Capítulo VIII

De la consulta de los señores tlaxcaltecas y de cómoMagiscacín defendió la parte de los españoles y echó de las gradas abaxo aXicotencatl.

Contrarios efectos obró la embaxada y razonamiento de aquel embaxadorporque Xicotencatl y los que eran de su partecomo estaban mal con losnuestrosholgáronse con ellano entendiendo el engaño que dentro tenía.Magiscacíncomo los amaba y era tan sagaz e prudenteconosciendo que debaxode aquellas comedidas palabras e falsos ofrescimientos estaba el dañono sólode los españolespero de los tlaxcaltecastomando la manoporque era el másantiguo de los que habían de respondervolviéndose a Xicotencatl e a losotros señoresles habló desta manera: «Muy valientes esforzados caballerosque siempre habéis puesto en la fuerza de vuestro brazo los subcesos prósperosde fortuna: Bien será que con las melosas y blandas palabras de los mexicanosno os engañéisentendiendo ante todas cosas que los que de tiempo inmemorialacá nos han sido capitales enemigosno pretenden ser ahora nuestros amigos pornuestro provechosino por el suyo y aun por dañarnos másy esto veréis enque siendo muchos más que nosotros y habiendo de la una parte a la otra tantosrecuentros y refriegasen que muchas veces han vencido e otras han sidovencidospiden paz como si fueran pocos e siempre hobieran llevado lo peor.Pídennos que violemos y quebrantemos los derechos y buenas leyes de amistaddiciendo que los cristianos no son de nuestra religióncomo si la fee dada atodo género de hombres no se debiera guardarespecialmente por nosotrosquetanto nos presciamos dello: pídennos asimismo que los matemos; ninguno porcierto tal haráporque es negocio cruel y de bestias más que de hombresporque¿qué honra ni gloria se puede sacar ni alcanzar en matar a los quetenemos aseguradosenfermosafligidos y cansados y que de nosotros se confíany a quien nosotros como a hermanos salimos a rescebir y hospedamos en nuestrascasas? Muertos éstoslo que los dioses no permitanlos mexicanos se hallaráncon sus fuerzas antiguase viéndonos sin la defensa de los cristianossegurosdel gran daño que con su ayuda les podemos hacerproseguirán contra nosotrosmejor la guerraquebrándonos la palabra que ahora nos dan; ya los conoscéistan bien como yo y entendéis su fin y motivo; más vale que lo que ellospretenden hacer de nosotros lo hagamos nosotros dellos. Los cristianosconvalescen ya e presto estarán recios y no son tan pocosque con menospodremos asolar y destruir a México y gozar a su pesar de los bienes yprosperidades suyas. Este es mi parescer y no creo que habrá nadie entrevosotros que sea del contrariosi no es enemigo de los dioses y su patria.»

Acabado que hubo MagiscacínXicotencatlque era el Capitán generalno sepudo sufrircomo el que no podía ver a los españolesque sin largorazonamiento no dixese que lo mejor era muriesen los españoles y tuviesenamistad con sus vecinose que esto era el guardar la religión y palabra y queno se había ni debía hacer otra cosaporque los cristianos eran malos ypulilla de sus haciendas y honrasy que debían ser luego llamados losembaxadorespara que se les diese la repuesta conforme a lo que pedían.Magiscacín y los que le seguían contradixeron esto; levantáronse los de laparte de Xicotencatl y defendiendo su partidohubo entre todos mucha discordiaaunque los más seguían a Magiscacíny así porfiando y contradiciéndose losunos a los otrosvinieron a palabras tan pesadasque Magiscacín dio una coz aXicotencatl que lo derrocó del asiento y echó a rodar por las gradas del cudiciendo que era traidor a su patria e a los diosese que los cristianos eranmuy buenos y tan valientes cuanto el había visto por sus ojospues siemprehabía salido vencidoy que ni los tlaxcaltecas ni los mexicanos juntos yconfederados eran poderosos contra ellose que él que algún día pagaríacomo malo que era.

Desta manera se deshizo aquella junta y consejosin dar otra repuesta a losembaxadores mexicanos más de lo que habían oído y visto los cuales se fueronharto confusos de lo pasado sin osar pedir la repuesta. Xicotencatl no lastenía todas consigopor la contradición de Magiscacín y porque ya losespañoles estaban sanos y para pelear.



 

 

Capítulo IX

Cómo Cortés dio las gracias a Magiscacín sobre lo quehabía pasado y cómo Xicotencatl pidió se hiciese guerra a los de Tepeaca.

Luego otro día que esto pasóy según algunos dicen aquella misma nocheCortés se fue al aposento de Magiscacínacompañado de algunos Capitanes ycaballeroscomo tenía de costumbreal cualcon mucha gracia y amor echó losbrazos encimaqueciertolos dos se amaban mucho; rindióle las graciasdiciéndole: «¡Ohmuy valeroso y muy prudente caballerohonra y gloria de laSeñoría de Taxcala! ¿Cuán yo y los nuestros te podremos pagar la merced quesabemos nos has hecho en la consulta pasada despidiendo afrentosamente a losembaxadores mexicanos y tratando tan mal y con tanto esfuerzo a vuestro GeneralXicotencatl? No sé cuál tenga en másla obra (que no puede nascer sino depecho valeroso) o la voluntad y amor con que por nuestra causa te pusiste contralos tuyos. Ciertotengo entendido que el verdadero y solo Dios en quien loscristianos creemos para la salvación y remedio de vosotrosalumbra tuentendimiento y te dasi lo quieres confesarnuevas fuerzas para resistir ynuevas palabras para persuadir lo que quieres. ¿Qué fuera de nosotros sillegandocomo llegamosa Taxcala tan pocostan destrozadostan heridos y tanenfermosque no hubo hombre de nosotros que pudiese servir a otro dieras lugara la indignación y malquerencia que siempre Xicotencatl nos ha tenido sinhaberle hecho por qué? Páguete nuestro Dios (que es el que solo puede hacermercedes) tu obra y voluntadque yo e los míos confesamos que aunquederramemos la sangre por ti y muchas veces pongamos la vida al tablerono tepagaremos la menor parte de lo que te debemos; y pues yo no puedo con igualesobras coresponder a las tuyasquedo contento con hacer lo que debo y es en míque con las palabras más claras y más eficaces que puedo te muestro el amorgrande que acerca de ti está en mi corazón prometiéndotecomo espero en miDiosque dándome prósperos subcesos en la vuelta a Méxicoserás el mayorseñor que habrá en este nuevo mundoque yaloado Diosestamos de saludmejores y no vemos la hora que andar a las manos con los mexicanoscapitalesenemigos vuestros y nuestros.»

Acabándole de decir estas tan comedidas y agradescidas razonesle tornóafectuosamente a abrazarno sin lágrimas de ambosdel contento que el uno enhablar y el otro en oír rescibía.

Holgó tanto Magiscacín con la vista y agradescimiento de Cortésque conpalabras graves y llenas de contento le respondiótomándole las manos:«Valentísimo Capitánamigo mío y en amor más hijo: No es menester que tediga lo mucho que te amo y lo mucho en que tengo tu valerosa personapues separesce por las muestras que he dado desde que te conoscí hasta la horapresenteni aun es menester que tanto te encarezca lo que por ti he hechopuestú meresces máse yopara hacer el deberestoy obligado a más. Dela mejoría tuya y de los tuyos estoy muy alegreporque sé que estandovosotros con salud y fuerzasni Xicotencatl que él te rogará con la paz y teservirá en la guerra que se ofresciereespecialmente en la que ahora quieresemprender contra los de Tepeacadonde algunos de los tuyos han sido muertosalevosamente y otros maltratados.»

Con esto Magiscacín concluyó su repuestay tomando de la mano a Cortés sesalió con él hasta despedirle en la calley no fue esto tan oculto queXicotencatl no lo supiesey por envidia o porque ya no podía máshaciendodel ladrón fieldeterminó otro día de hablar a Cortés y ofrescérseleyasí no se le cociendo el pandespués que supo lo que Cortés había pasadocon Magiscacíncomo era hombre bullicioso y de agudo ingenioviendo que noera parte para contrastar a Cortésdeterminó de irle a hablar y así lo hizo.Fue por el camino pensativocomo el que imaginaba como de tan clara culpa sepodría desculpar.

Cortésque más sabía que élcomo le dixeron que Xicotencatl estaba enel patiole salió a rescebir con mucha gracia y contentopreguntándoleprimero que nada dixesecómo estaba y diciéndole otras palabras de amorqueno poco lo confundieron; deshízole la trama del razonamiento que traíapensadoporque según él después dixopensaba de hablar a Cortés como ahombre enojadoy asíle hubo de hablar como a hombre que antes mostrabacontento con su vendaque pesary asídespués de pasadas algunas razones decomedimientoasidos de las manosse fueron ambos a sentardonde estandopresente la caballería española y tlaxcaltecaXicotencatl habló desta maneraa Cortés:

«No puedo negarCapitán invencibleque he procurado por todas las víasposibles deshacer tu poder y escurecer la gloria que tan justamente en nuestratierra has ganadoporquecomo mejor sabesen todos los provechos cada unonaturalmentequiere más para sí que para otroespecialmente en negocios dehonradonde el hijo la quiere ganar con su padre. Bien sabes que yocomoCapitán general de los valientes y esforzados tlaxcaltecasdebía y estabaobligado a ganar nombre y gloria para mí y para los míos y que cuanto eladversario fuese más bravotanto la gloria de haberle vencido había de sermayor. He procuradocomo has vistoganar ésta de ti y de los tuyos; helointentado muchas vecesy tantas he llevado lo peoro porquecomo paresce eresmás valienteo porque debes de tener razóno porque ese Dios en que loscristianos creéis debe ser muy poderoso. Por cualquiera causa destaso portodasyo determino de no porfiar más contra ti ni contra los tuyosantes tepido y suplico me rescibas en tu gracia y amor y te sirvas de mí e de los queyo a cargo tengoa tu voluntadporque en todo me hallarás como a cualquierade los tuyos; y porque lo puedas ver prestoya sabes que la provincia deTepeacacomarcana a la nuestrasigue el bando y parcialidad de Culhúa y queen ella han sido muertos y maltratados algunos de los tuyos; yo te ofresco mipersona y gente para la venganza delloy paresceme que primero que Méxicoallanemos y aseguremos estas provincias amigas y devotas del imperio y nombremexicanoasí para que nos queden las espaldas segurascomo para ir con másgentecon mayor nombre y más temidos.»

Dicho estocallóesperando lo que Cortés responderíael cualaunqueentendió que por fuerza y no de corazón le había dicho tan buenas palabrasrespondiéndole con otras semejanteso mejoresprocurando hacerle verdaderoamigoabrazándole con mucho amorle dixo así:

«Sabio y valiente Capitán de los valientes y esforzados tlaxcaltecas: Túhas hechoprocurando ganar honra de tu enemigolo que has podido hasta ahora yestabas obligado a ellopor lo cual no hay que culparte; peropues yacomodiceshas hecho todo tu deber y has entendidopor la razón que tenernos yporque sumamente poderoso es el Dios que adoramosque adelante será tan baldeporfía como lo ha sido hasta ahoraseamos amigos verdaderos yjuntosallanemos esas provincias y volvamos sobre Méxicodonde para ti y para tusdescendientes ganarás la honra y fama que siempre como valiente y esforzado hasprocuradoque de mi parte te prometo queolvidado de los enojos pasadosteharé todas las mejores obras que pudierehasta ponerte en aquella dignidad yestado que tú deseas.»

Mucho mostró holgarse con esto Xicotencatlel cualreplicando pocaspalabrasaunque de mucha amistaddespidiéndose de Cortésmuy contento sevolvió a su casa.



 

 

Capítulo X

Cómo Xicotencatl volvió a hablar a Cortés sobre la guerrade Tepracay de cómo primero que la comenzase invió sus mensajerosy lo quelos de Tepeaca respondieron.

Cincuenta días eran pasados después que Cortés estaba en Taxcalacurándose de sus heridas y aún no estaba bien sanoporque las heridas con elpoco refrigerio habían sido malas de curarcuando el General Xicotencatlteniendo prevenida la gente de guerrale tornó a hablar diciendo que ya no sepodían sufrir las desvergüenzas y atrevimientos de los tepeaqueases ymexicanosy que pues le habían muerto doce cristianosy dexando los enemigosa las espaldasno podía ser la guerra segura contra Méxicose determinase decomenzar luego aquella otra guerray que él estaba presto para ir en suservicio con la gente que lo pidiese. Cortésaunque más nescesidad tenía decurarse que de ponerse en guerrapor no mostrar flaquezaque nunca se hallóen élrespondió muy al gusto de Xicotencatldiciéndole que se aprestaseporque él estaba determinado de hacer un bravo castigo en los de Tepeaca y enlas guarniciones mexicanasque les daban favor e ayuda. Con esto se despidióXicotencatlel cual no se durmió en las pajas. Cortésen el entretantoaunque estaba bien indignado de la muerte de sus españoles y de las de unFulano Coronado y de otro que las guarniciones mexicanas habían muerto en eldespobladotomando los caminos para que ningún español pudiese ir ni venir ala marreportándosepor parecer la guerra más justainvió sus mensajeros alos señores y principales de Tepeacarogándoles dexasen de le hacer guerrapues era injustay que era más razón ser amigos de los tlaxcaltecasque eransus vecinos y tan valientesque no de los mexicanosque no sabían guardaramistad ni palabra que diesen e asimismoque ya sabían cuán alevosamente lehabían muerto sus españolese que como quisiesen ser vasallos del Emperadorde los cristianosdexaría de tomar dellos justa venganza y los rescibiría asu amor y amistad y los defendería e ayudaría contra los que los quisiesenhacer agravioy que hecha el amistad que con ellos deseaba trabarentenderíanel tiempo andandocuán bien les estaríaansí para el aumentode su tierra y señoríocomo para desengañarse de la falsa y cruel religiónen que vivíany que si quisiesen hacer otra cosaque élcomo a rebeldes ycontumaces les haría cruel guerrade manera que cuando quisiesen su amistad noles aprovechase.

Fueron los mensajeros y dieron su embaxadala cualoída por los deTepeacahicieron burla dellaparesciéndoles que como uno a uno y dos a doshabían muerto aquellos españolesasí podrían ofender a los que con Cortésestaban; y como los prósperos subcesos en gente favorescida y que no habíanbien probado a qué sabían las tajantes espadas de los españolesengendrabasoberbia y demasiado orgullorespondieron que no querían su amistad ni la delos tlaxcaltecasy que siendo vivo el gran señor de México no habían deservir y obedescer a señor que jamás vieron ni oyerony que ellos teníanbuena ley y religiónrescibida de muy antiguo y guardada con gran cuidado yque estaban determinados de morir en ella y no oír otrateniendo por capitalesenemigos a los que contra la suya fuesenqueriéndoles persuadir otray quesobre esto no había de haber más razonesy que asíquedaban con las armasen la manoesperando para o matar a sus enemigos o morir primero a sus manosque otra cosa hiciesen.

Vueltos con esto los mensajerosCortés llamó a los señores de Tlaxcala.Díxoles lo que los de Tepeaca habían respondido y cómo él determinaba dehacerles cruda guerrapidiéndoles su parescer; y paresciéndoles que era biense hiciese así hicieron la gente que había de ir con los suyos.



 

 

Capítulo XI

De lo que la señoría de Taxcala respondióy de cómo Cortés salió ahacer la guerra.

Como la Señoría de Taxcala vio tan determinado a Cortés para lo que ellatanto deseabaholgó mucho de oír lo que había propuestoy respondiendoMagiscacín en nombre de toda la repúblicale dixo: «Invictísimo Capitán:Muchas gracias doy a mis dioses por verte ya con más salud y tan amado destaSeñoríaporque siendo tú nuestro Capitán y caudillo nada puede subceder queno sea a nuestro gusto y contentoy si mi cansada edad no me lo estorbara y mipresencia no fuera tan nescesaria para proveerte desde esta ciudad en la guerrapor ninguna cosa dexara de ir contigopero en mi lugar te servirá un hijo míoque ahora comienza a seguir la guerray delante de ticuando estéis en elcampoa nuestro usole armarán caballero. En lo demás que a esta Señoríatocate besa las manos por la merced que le hacesdarte ha con su GeneralXicotencatlque presente estácincuenta mill hombres de guerra sin los decargay si fuesen menester docientos mill no te faltarán. Acompañarte hanotros señorescon su gente y armasdesta Señoríade manera que en lo que anosotros tocareno tendrás qué pedir. De ti ciertos estamos que donde tupersona estuviere tendremos la victoria cierta; y porque ésta no se dilate ylos de Tepeaca y sus aliados no hagan más dañoasí en los tuyos como en losnuestrossal hoyporque el enemigo buscadopor valiente que seapierde muchodel orgulloy tu Diosque tantas victorias te ha dadote favorezca e ayude enesta jornadapara que volviendo vencedorcomo deseamostomes de México justavenganza.» Dichas estas palabrastodos los demás señores se levantaron muyalegresdiciendo a una que lo que señor Magiscacín había dicho era lo queellos querían.

Habida esta consulta y hecha esta determinaciónCortéspor darlescontento y porque viesen cuán bien se aprestabamandó luego descoger lasbanderastocar los atambores y trompetasaderezar las armas y armar loscaballerosechando bando que en aquel día había de salir. Visto estoXicotencatlque era hombre bellicosomandó tocar los caracoles e otrosinstrumentos de guerrafue por los señores y Capitanesapercibiéndolos quecada uno recogiese su genteaunque como era tantaen aquel día no se pudoaprestar.

Dicen los que lo vieronque fue cosa muy de ver la gana con que los unos ylos otros se aprestabanel ánimo grande que los unos rescebían con los otrosel bullicio de todos. Salió primero Cortésdexando cargo a Alonso de Ojeda ya su compañero Joan Márquezque acaudillasen y recogiesen el exército deTaxcalaal cual con sus Capitanes y caudillos vinieron los de Cholula yGuaxocingo.

Salió Cortés muy en orden de guerraenarboladas las banderastocando lospífaros y atambores; acompañóle buen trecho fuera de la ciudad su grandeamigo Magiscacíndondeal despedirsele encomendó mucho su hijo. La demásgente que no había de ir a la guerrahasta los niños se derramó por aquelcampo para ver a Cortés. Echáronle todosa su rito y costumbremuchas ygrandes bendicionesdeseosos todos de verle volver con victoria y noiba tan desacompañado de gente de guerra tlaxcaltecaque no llevaba cuatro ocinco mill flecheros para sien el entretanto que la demás gente salíase leofresciese algún rencuentro.



 

 

Capítulo XII

Cómo después de haber salido Cortes salió la demás gentelas devisas que los señores llevaban y la extraña manera con que al hijo deMagiscacín armaron caballero.

Partido Cortésllegó aquella noche camino de Tepeacaa una parte que sedice Cunpancincodonde estuvo tres días hasta que el exército de Tlaxcaladequien llevaba cargo Alonso de Ojedallegó. Salieronasí de tlaxcaltecas comode cholutecas y guaxocingossegún la opinión de los mássobre ciento ycincuenta mill hombres de guerra.

Salieron todos de Taxcala lo más ricamente adereszados que pudieron y en muygentil ordentendidas las banderas de sus Capitanes y la de Taxcaladebaxo dela cual iban las demás. Y porque hace al gusto y sabor de la historia decir lasdevisas que los señores y el Capitán general llevaban como armas e insigniasde sus alcuñas y linajeses de saber que el General Xicotencatl en suestandarte y bandera llevaba una hermosa y grande garza blancatan al naturaltexida de plumasque parescía estar viva. La devisa de Chichimecatlotroseñorera una rueda de plumas verdes con orla dura de argentería de oro yplata. Pistecleque era otro señorllevaba por devisa un arco con susempulgeras y en cada una un pie de tigre y en la empuñadura asimismo una manode tigre. Estos tres eran los más principalesaunquelos dos reconoscían enalgo a Xicotencatl. Iban debaxo destos otros muchos Capitanes y caudillos consus banderas y devisas. Iban todos en hilerapor donde cabíande veinte enveintey donde no de diez en diezy como todos iban vestidos de blanco y enlas rodelas y cabezas llevaban altos y ricos plumajessonando sus instrumentosde guerraparescían por extremo bienespecialmente reverberando en elargentería plumajes el sol.

Ocupaban por do iban gran espacio de tierra. Llegaron a buena hora a doCortés estabael cual los salió a rescebir un tiro de arcabuz; hízoles hacersalvas con las escopetas; rescibiólos con gran ruidode atambores y trompetas;abrazó a Xicotencatl y a los otros dos señoresrepartiólos Ojeda por suscuarteles. Parescía el campo una muy gran ciudad.

Otro día de mañana los corredores de la Señoría de Taxcala prendieronciertas espías de Tepeacatraxéronlas a Cortésel cual las entregó aaquellos señores para que dellas hiciesen a su voluntadlos cualesechadobando por todo el exercito para que viesen armar caballero al hijo deMagiscacíndespués de haberse puesto todos en ruedahaciendo una hermosa ygran plazalevantadas las banderashaciendo señal de callarcon gran ruidode músicapuestos en medio ciertos caballeros y algunos sacerdotes con unasnavajas en una espadacon la cual sacrificaron las espíassacáronlas primerolos corazoneshaciendo ante todas cosas cerimonias. Cuando esto se hacíaelcaballero novel estaba algo apartadoarmado a su uso ricamente. Mandóle uncaballero de aquellos que hiciese fuerte rodela y que se cubriese bien; tirólefuertemente el corazón de una de las espíasy hecho estobaxando el mancebola rodelacon la mano llena de sangre le dio una recia bofetada en el carrillodejándole los dedos sangrientos señalados en él. Estuvo recio el mancebosinmudarse ni demudarse. Paresció esto mal a Cortéscomo parescerá a cualquieraquo esto lea; díxoles que por qué trataban tan mal a caballeros en el campo yque de aquella manera probaban el valor y esfuerzo del que se armaba caballeroporque si siendo reciamente herido no caíacomo aquél había hechoerabastante prueba que cuando se viese en la batalla no se rindiría con fuertesgolpes de su adversario. Calló Cortésaunque todavía le paresció mal.



 

 

Capítulo XIII

Cómo aquel día dieron en la tierra de Zacatepequey delduro y bravo recuentro que allí hubo con los de Tepeaca.

Aquel díao según la más cierta opinión el siguienteasí la gente deCortés como la de Taxcaladieron en unos muy crescidosespesos y altosmaizales de Zacatepequepueblo subjecto a Tepeacaen medio de los cualeshabía una cava grande de tierra muertay de la otra parte puesta en celadamucha ente de guerraaguardando a los de Cortés para tomarlos de sobresaltoyasíen pasando que pasaron la cava los nuestroscon grande alarido y furiavalientemente fueron salteados; pero como los nuestros andaban en busca dellosreportándoseun pocopara ver lo que habían de hacerlos escopeteros yballesteros en breve hicieron harto estrago en ellos. Los de a caballoaunqueeran pocos y no podían en los maizales aprovecharse de los caballos comoquisieranse emplearon en ellosalanceando muchos de los que huían.

En el entretantopor aquella parte por do los tlaxcaltecas peleabanlosenemigos les hicieron mucho rostrohiriéndose y matándose con gran coraje losunos a los otrosaunque los tlaxcaltecasasí por ser animosos y guerreroscomo por el favor que en los nuestros sentíanllevaban lo mejor.

Fue muy reñida aquel día esta batallaporque de refresco acudían muchosde los de Tepeaca. Ya los españoles y los caballoscomo la tierra era mullidaandaban cansados; estaban confusosporque en tierra extraña y tan cubierta delos maizalesno sabían por dónde entrar ni salirhasta que Ojedaque iba enun caballo muy crescidodevisó ciertos edificios casi media legua de dondeestaban en seguimiento de los enemigos; con muchos tlaxcaltecas guió allá.Llegado que fue allávio que eran unos grandes y reales aposentos; apeóse yentró dentro matando los que estaban puestos a la defensa; subió a lo alto conalgunos señores tlaxcaltecas; tendió la banderea y estandarte de Taxcalaparaque viéndola Cortés y los suyos acudiesen allí.

Eran estos aposentos en el pueblo de Acacingo. Ya el sol se quería ponercuando yendo de vencida los enemigosmuchos dellosno sabiendo lo que pasabahuyeron a los aposentosdonde fueron presos y muertos por los tlaxcaltecas queen ellos estaban. Cortésmirando por do podría salir a lo rasoque era yahoravio la bandera; holgóse mucho con ellotiró con todos los suyos haciaallámostróle Ojeda desde lo alto por do había de subirseñoreó toda latierraconsiderando lo que después podría hacer. En el entretantode rato enratohasta que ya cerró bien la nocheacudían tlaxcaltecas con muchacantidad de enemigos presos. Mandábalos Cortés subir arriba a lo altoy paraespantar a los demáshacíalos echar de allí abaxodonde se hacían pedazosporque los aposentos eran muy altos y los arrojados daban sobre piedras.

Hubo aquella noche para los tlaxcaltecas gran banquete de piernas y brazosporque sin los asadores que hacían de palohubo más de cincuenta mill ollasde carne humana. Los nuestros lo pasaron malporque no era para ellos aquelmanjar.

Estuvo Cortés allí tres días con harta nescesidad de comida y aguaaunquesiempre peleandodonde muchos indios hicieron grandes y muy notables desafíoslos unos con los otros. Finalmentedespués de muchas muertesno acudiendomás enemigos. Cortés se fue a Tepeacadonde lo que subcedió diremos luego.



 

 

Capítulo XIV

Cómo Cortés fue a Tepeaca y entró en ella sin resistenciay de lo quemás subcedió.

Marchó Cortés con su campo muy en orden el camino de Tepeaca sin subcederlecosa que de contar seay como los señores y principales delladespués deldesbarato pasado se habían ido a Méxicoentró Cortés sin resistencia enella. Asentó el real de los españoles en un patio grandejunto a una torrefuerte y bien altamandando que junto a su alojamiento estuviesen Marina yAguilarlenguas que fueron harto provechosas y nescesarias. El demás exércitode los tlaxcaltecas se asentó fuera del puebloen unos grandes llanosporquedentro no podía caber y por ser señor del campoaunque los Capitanes yseñores tenían sus aposentos en las casas más fuertes del pueblo.

Estuvo el un campo y el otrosegún la más común opiniónen estosasiento más de cuatro mesesaunque Ojeda en su Relación dice más de seis.Los españoles hicieron muchas correrías donde prendieron y mataron muchos delos enemigos. Hicieron muchas entradas en otras pueblosaunque siemprepadescieron mucha nescesidad de comida y aguaen especial después que seacabó un charco que estaba entre dos sierrasque tenían hecho apostacomoxagüeypara recoger las aguas llovedizas; y por estar los bastimentos alzadospadescieron los nuestros gran nescesidad dellosla cual no tenían los indiosamigospor la carnescería que tenían de carne humana; y como la nescesidad esmaestra de los ingenioscayeron algunos de los nuestros en que los perrillos dela tierraque son de comeriban de noche y de día a comer de los cuerposmuertos. Iban allá los ballesteros y harían su caza y volvían tan contentoscomo si hubieran cazado perdices.

Estando por muchos días en esta nescesidad los nuestrosvino un caciquetepanecade paz; traxo a Cortés alguna comidaaunque pocasegún los másson miserables y mesquinos; tratóle muy bien Cortéspretendiendo que lo quequedaba de pacificar se hiciese sin rompimiento ni derramamiento de sangre.Comenzó desde aquel lugar a inviar sus Capitanesunos por acá y otros porallácon instrucción que lo que pudiesen hacer por bien y por amor no lohiciesen por mal. Invió a Diego de Ordás con docientos españoles y muchosindios amigos a Tecamachalcoel cual [tuvo] diversas refriegas con los indiosde aquel pueblo; fue y vino cinco veces a ély como era grande y muy pobladono se pudo subjectar tan presto. Finalmenteaunque se hicieron fuertes en lasquebradas de una sierradonde mucho se fortalescíanlos sacó dellas y fue ensu seguimientohaciendo en ellos gran matanza y despuésal caboprendiómás de dos mill y quinientos dellosque traxo a Tepeacucon que acabó deallanar aquel pueblo.

Cortés hizo esclavos a los presosherrólos en los rostrosinviando libresa las mujeres y muchachos a su tierra. De los esclavos entregó el quinto a losOficiales del Rey; los demás repartió entre los que lo habían menester yotros invió a Taxcala para que los tuviesen en guarda hasta que él volviese.Hizo Cortés este castigolo uno porque habían sido traidores y quebrantado lapalabralo otro por amedrentar y espantar a los demás rebeladosque no pocoaprovechóporqueno temen tanto la muerte como ser esclavosy es la causaque como de su natural condisción son holgazanesno quieren con la servidumbreser compelidos a trabajar. Fue esta nueva fuera del valle de Yzucar y hastaZapotitlánTepexeAcacingo y otros muchos pueblosa los cualescomodespués diréfue Cortés y envió sus Capitanes.



 

 

Capítulo XV

Cómo estando Cortés en Tepearalos mexicanos tentaron dematar con traición a los cristianos y cómo les descubrióy el castigo quehubo.

Inviando Cortés por diversas partes sus Capitanes con la gente que cada unohabía menestercon la menos se quedaba en Tepeacaesperando a ver lo que cadauno de los Capitanes avisaba que había de proveerlo cual fue ocasión que losmexicanosque eran más maliciosos que otros indiostratasen con los deaquella comarca que matasen a los nuestros. Esto dicen que fue en una de dosmaneras: la una que los unos y los otros se diesen de pazhiciesen muchosservicios a los nuestrosasegurándolos hasta verlos desarmadosy quedescuidadosde noche o de díacon las mismas armaslos más valientesmatasen a los nuestros. La otra esy ésta se tiene por más ciertaque lasguarniciones mexicanascomo vieron repartida la gente de Cortés en diversosCapitanes y en diversas partesque tiniendo aviso adónde acudía el Capitáncristiano que menos gente llevabatodos los vecinos de los otros pueblos conlas guarniciones mexicanas diesen sobre aquél de noche o de díay que asíirían sobre cada uno de los otros Capitanesy que desta manera acabarían enpocos meses a los españoles; y porque muerta la cabezaque era Cortéssepodía esto hacer mejor que con ninguno de los otros Capitanes viendo queCortés quedaba con pocos españoles y que no se velaba muchoa causa de que enTepeaca no había muchos indios naturales della y que algunos de los puebloscomarcanos estaban allanadosaunque temían mucho a Cortésse determinaronlos Capitanes de las guarniciones mexicanas con los de la provincia cercar aCortés en los aposentos donde estabay entrándolematarle o pegar fuego a lacasapara que ni él ni ninguno de los suyos pudiesen escaparpara lo cualtenían gran aparejopor repartirse los indios amigos y en mucha cantidad conlos Capitanes españoles; pero como esta traición no pudo ser tan secreta quealgunas mujeresparientas o amigas e hijas de los de la liga no lo supiesenyellas saben poco callaraficionándose a Marinala lenguaque era mexicanaparesciéndoles que como extraña de la nasción española y como mujer de suley e generación las guardara secretodos de las que sabían la traiciónestando con ella en buena conversación y pasatiempodespués de habermerendadoque estonces más que en otro tiempo se descubren los corazonesledixeron: «Marina: El amor grande que te tenemos y ser tú de nuestra ley egeneraciónpor lo cual estás obligada a querernos mucho más que a loscristianosnos fuerza a descubrirte lo que pasapara que con tiempo te recojascon nosotras y no mueras mala muerteantes seas señora y estés en tulibertad.» Marina sospechó luego lo que querían decir; acariciólas muchodiciendo mal de los cristianosdiciendo que no deseaba cosa más que verselibre. Ellas estoncescomo vieron tan buena entradadescubrieron la traiciónmás largamente que aquí va contada. Marina les agradesció mucho el avisoprometióles de guardar secreto y aun avisólaspara más asegurarlasque nolo dixesen a otra persona. Con estodespidiéndose a su tiempo dellasse vinodo Cortés estabaal cual dixo que mandarse llamar a Aguilar para que en lenguacastellana dixese lo que ella quería descubriren la que Aguilar estandocaptivo había aprendido. Vino Aguilary Marina descubrió todo lo que con lasindias había pasado. Mandólas llamar Cortésconfesaron sin tormentoencartaron a muchos de los indios que se habían dado por amigoshizo Cortésgran castigo en ellosescribió a sus Capitanes que se viniesenvelóse conmás cuidado en el entretantono permitiendo que alguno de los suyos estuviesedescuidado. Hay otros [que] dicen que en la comida pretendieron los mexicanosmatar a los nuestrosque pudieron más fácilmente si Dioscuyo negocio setratabano les fuera a la mano. Como quiera que seaaunque la segundatraición es la más ciertaMarina fue la quesiendo tan leal como se havistola descubrió.



 

 

Capítulo XVI

Cómo en el entretanto que Cortés estaba en Tepeacaindiosde México publicaron que Cortés y los suyos eran muertosy cómo mataron aSaucedo y otras desgracias acaescidas a españoles.

Los señores y principales de Méxicosabiendo cómo Cortés estaba enTaxcala e que ya comenzaba a hacer correríasrecelosos de que algunos pueblosque estaban por ellos tiranizados y opresos no se levantasen y hiciesen delbando de Cortés y de los tlaxcaltecasinviaron camino de la Veracruz y porotras partes ciertos Capitaneshombres esforzadoscon las cabezas de algunoscaballos de los que habían muerto en Méxicoy tambien con las cabezas dealgunos españolespublicando por do iban que ya era muerto Malinche (que asíllamaban a Cortés) por Marina la indiay que no había quedado hombre españolni caballo. Pudo este engaño tantoque levantaron a otros indios por dopasabanpara que matasen a los españoles que en sus pueblos estaban.

Caminaron estos falsos mensajeros hasta llegar a Tustebequeadonde estabaSaucedoal cual había dexado Diego de Ordás con ochenta españoles al tiempoque desde Tepeaca había Cortés inviado a llamar al Diego de Ordás. Asimismoa esta sazón estaba en Chinantla un Fulano de Barrientospor mandado deCortés. Acontesciópuesque Saucedo invió a llamar al Barrientos con unespañola que se viniese debaxo de su banderapues era Capitán y teníagente con quien podría estar más seguro. Respondió Barrientos que no leconoscía y que allí le había mandado estar Cortés y que allí estaríafavoresciendo a los indios de Chinantla hasta que otra cosa le mandase.Volviendo el español con esta repuesta a Tustebequeya que llegaba media leguacerca de los aposentosvio grande fuego levantado y que por lo alto ardíanbravamente los aposentos. Creyó el español quepor algún descuidolasindias haciendo pan habían pegado fuego a la casa. Llegó al ríono oyóbullicio ni rumor alguno de genteantesen llegando al ríovio que veníahacia él una canoa con tres indiosporque los demás estaban escondidos; pasó(que no debiera) de la otra partedonde no hubo saltado en tierra cuando losindiosque estaban a punto para ellole comenzaron a herir. Defendióse lo quepudopero como eran muchos matáronle luego. De tres indios chinantecas queconsigo llevabalos dos se escaparon echándose al agua: el otro murió con suamoporque no le dieron lugar a hacer lo que los otros.

Fue grande la matanza que los indios hicieron en aquellos españolesporquea los unos quemaron vivos en las aposentosy a los otrosque andabandescuidados por el pueblomataronaunque algunos dellos vendieron sus vidas lomejor que pudieroncomo los que veían que no podían escaparmatando yhaciendo el estrago que pudieron en los enemigos; pero como eran tantosno pudohombre dellos escapar. Dieron los indios chinantecas que huyeron las nuevasdesto a Barrientosel cualpor una partese holgó de no haber ido dondeSaucedo estaba; por la otra quedó muy confusomuy triste y pensativoasí poraquella gran pérdidacomo por el peligro grande en que él quedaba de que losindios donde estaba no hiciesen dél otro tanto. Aumentóle esta congoxa lafalta que le hacía un su amigo y compañero llamado Joan Nicolásque pocodespués deste desastre murió de enfermedad que le dió. Todos estos malescausó la traición y ardid de los mexicanosquecomo adelante dirénuncapensaban sino cómo matar a los nuestros.



 

 

Capítulo XVII

Cómo Diego de Ordás fue sobre Guacachulala guerra que hizo y la presa quetraxo.

Prosiguiendo Cortés la guerrainvió a Diego de Ordás y a Alonso de Avilacon docientos hombres de a pie y algunos de a caballo a que entrasen por latierra de Guacachula. Saliéronles al encuentro los indios; hubieron una brava yreñida batalla que duró muchas horasdonde los dos Capitanesasí gobernandocomo peleandolo hicieron valerosamente. Mataron gran cantidad de los enemigospero todavía porfiaron otros díasen que llevaron lo peor. Volvieron estosCapitanes con presa de más de dos mill hombres y mujeresaunque al principiopor espantar a los demásno se daba vida a hombre. Herraron a ellos y a ellasen las caras. Repartiólos Cortés como conveníainvió los demás con Ojeda yJoan Márquez a Taxcalaa que los señores de aquella provincia se sirviesendellos y se los guardasenlos cuales se holgaron mucho dello. Diéronle muchasgracias; inviéronle comidaque la había bien menester. Con la una presa y conla otracomo todos son vengativosemostraron mayor contento del que el hombregeneroso debe tener cuando vencetratándolos mal de palabra y aun de obra.

Volvieron Ojeda y su compañeroy como en el entretantoen lo deTecamachalcolos nuestros habían hecho grande estragotoparon en el caminoque iba a Taxcala y a Cholula muchos indios tlaxcaltecas y cholutecascargadosde indios muertosque había hombre que llevaba dos a cuestas y otros quellevaban cuatro muchachos juntosatados por los pies como si fueran gallinas.Decían que para comer en fresco en sus fiestasy de lo que quedase hacertasajoscosa cierto bien horrenda y que de haberse quitado tan abominablecostumbre Dios ha sido muy servidoy ellos dello están bien confusos.



 

 

Capítulo XVIII

Cómo el señor de Guacachula invió secretamente a darse depaz a Cortés y con qué condiscióny lo que respondió.

Entendiendo el señor de Guacachula lo mal que le iba con los españoles ylos tlaxcaltecas sus amigoso porque mudó parescero porque hasta estonceshabía resistidopor dar contento a las guarniciones mexicanasviendo que yaCortés se había apoderado de Tepeaca y de los otros pueblos comarcanos y quellevaba hilo de no dexar cosa enhiestaqueriendo de dos males escoger el menordeterminó de ser antes amigo de Cortésextraño en todo de su nasción ylinajeque sufrir las molestiasdenuestos y afrentas que los mexicanos hacíana los suyosy asísecretamentepor ser primero socorrido y favorescidoquesentido y muertoinvió dos deudos suyosde quien él se confiabaa Cortéslos cualesllegados adonde estabacon sola la lenguaque no quisieron queotros estuviesen presentesle dixeron:

«Gran Cortéshijo del solespanto de tus enemigos: El señor deGuacachulacuyos criados nosotros somoste saluda cuanto saludarte puede y tesuplica nos des crédito en lo que de su parte te dixéremos. Dice que si hastaahora ha resistido a tus Capitanes no lo ha hecho por probar sus fuerzas y podercon el tuyoque él confiesa que no puedes ser vencidosino de miedo decincuenta mill mexicanos que están en su tierra amenazándole que si no sedefiende de ti le han de matar con todos los tuyos; y como ha visto que ni élni ellos son parte para resistirsequieren tu amistad y que le tengas porservidor y quiere reconoscer por supremo señor a ese gran Emperador de loscristianos en cuyo nombre vienesy cree que debe ser muy grande y poderososeñorpues túque tanto valespublicas que eres su criado. Por tantotesuplica le rescibas debaxo de tu amparo y favorporque de mucho tiempo atrásestá harto de ver los denuestos y afrentas que los mexicanos hacen a los suyostomándoles las mujeresforzándoles las hijasusurpándoles las haciendas; lacual tiranía y servidumbreporque va siempre en crescimientoquiere verquitada de su tierra; porque desea que primero lo remedies que sea sentidodellosnos invía a ti tan solos y tan sin presentesque es fuera de nuestracostumbre y usanza.»

Cortésque de su natural condisción era clemente y piadosoholgó porextremo con esta embaxada; condolescióse de la tiranía que aquel señorpadescíaalegróse de poder ser parte para librarle della y deshacer otrostuertos y desaguisados que los mexicanos costumbraban hacer. Determinó defavorescer muy de veras a aquel señorpara que conoscida por otros suclemenciasin venir a las manos se diesen a él. Respondió a los mensajeros:«Yo creo todo lo que habéis dicho y vuestro señor lo ha acertado en quererser mi amigo y vasallo del Emperador de los cristianosporque ya ninguno seráparte para ofenderle. Desharé y castigaré los agravios que los mexicanos lehan hechode manera que él quede muy contento de querer mi amistad y arrepisode no haberla procurado antes. Decilde que vea por dónde quiere que vayan misCapitanes con treinta o cuarenta mill tlaxcaltecasporque yo los inviaréluegode manera que cuando los mexicanos no piensenlos míos estén sobreellos.» Con estomuy contentos y muy de secreto se partieron con la repuestalos mensajeros.



 

 

Capítulo XIX

Cómo Cortés invió a Diego de Ordás y a Alonso de Avila condocientos españolesy cómo se engañaron creyendo que los de Guacachula lestrataban traición.

No se tardaron los mensajeros en volveravisando a Cortés por dóndehabían de ir los suyospara hacer el hecho que tenían tratado. Despachóluego Cortés a los Capitanes Diego de Ordás y Alonso de Avila con docientosespañoles y mucha gente tlaxcalteca; guiáronlos los mensajeros por buen caminoy derecho atravesaron tierra de Guaxocingo. Allícomo los de Guacachulahablaron con los de aquel pueblo varias y diversas cosas tocantes a la guerraque contra as guarniciones mexicanas iban a hacery al presente no había delos nuestros intérprete que pudiese bien entender ni dar a entender la lenguamexicanaun español que se halló a las pláticastomando uno por otro yentendiéndolo maldixo a los Capitanes que se habían confederado los deGuaxocingo y Guacachula para poner a los indios de Culhúacon quien poco antesse habían confederado y hecho amigos. Creyeron esto los Capitanesporquesiempre los nuestrosandaban recatados y no estaban nada ciertos del amistad delos indioscomo extraños en todo. Determinaron de no pasar adelanteprendieron a los mensajeros de Guachachula y a los Capitanes y otros principalesde Guaxocingo; volviéronse a Cholulay de allí escribieron una carta aCortés con un Domingo García y le inviaron los presos. Motolinea dice que losCapitanes nuestros eran Andrés de TapiaDiego de OrdásCristóbal de Olid; yOjeda en su Relaciónlos ya dichos.

Cortés como leyó la cartapesóle de lo que decíaaunque no sedeterminó en creer lo que en ella veníapor parescerle que los mensajeros deGuacachula le habían hablado con gran calor y lágrimasy porque de los deGuaxocingo tenía buena opinión. Examinó con mucha cordura los mensajeros y alos Capitanes cada uno por síy entendió de la confesión de todos que pasabaal revés de lo que la carta decía y que el españolo de miedo o porqueentendió malse había engañadoentendiendo uno por otroca lo que estabaconcertado y lo que los mensajeros dixeron a los otros indios era que meteríana los cristianos en Guacachula y que luego podían matar a los de Culhúa.Entendió el español que los de Culhúa habían de matar a los españolesdespués de metidos en el pueblo. Averiguado esto asíalegre Cortés de quelos indios fuesen lealeslos soltóhaciéndoles grandes caricias ysatisfaciéndolos cuanto pudopara que no fuesen quexosos; y para mássatisfacerlos y porque no acaeciese algún desastre y por ser el negocio detanta importancia y porque se acertase mejordeterminó de irse con ellos.



 

 

Capítulo XX

Cómo Cortés se partió con los mensajeros de Guacachulayde lo que en el camino le acontesció.

CabalgópuesCortés y Pedro de Alvarado con élcon cuatro o cinco de acaballo y otros tantos de a pie; adelantáronse los indios: comenzó a llovertanto que el agua les daba a la rodillallegaron al rio de Cholulael cual ibamuy crescido y la puente era de vigas no bien juntas. Apeóse Alvaradometiendode diestro su yeguay como las vigas estaban mojadasdeslizó la yeguametióla una mano entre viga y vigay por sacarlacon la fuerza que hizodioconsigo en el ríoy si de presto Alvarado no soltara la riendadiera consigoabaxo. Nadó la yeguaque era muy singulary salió de la otra parte; parósecomo esperando a su amosin irse a una parte ni a otra. Cortés como vio estomandó a Alonso de Ojeda que le pasase el caballo a nado; quitóle Ojeda lasillacabalgó en él en cerrosin desnudarsey como tenía cuenta con lariendacon la furia del aguallevando la espada sin conteracon la otra manoy se hirió sin sentirlo en un pie en los menudillos.

Pasó Cortés y los demás por la puentellegaron a Cholulay como ya aOjeda se le había resfriado la heridacomenzaba a coxquear y no se podíamenearde lo cual pesó bien a Cortésporque era hombre para cualquiertrabajo. Mandó a los indios de Cholula que lo llevasen en hombros a Tepeaca enuna hamacaavisándoles que mirasen por él como por sus ojossi no queríanser todos muertos. Los indiosen quien más que en otra nasción puede mucho elmiedole llevaron a Tepeaca salvoaunque no sano.



 

 

Capítulo XXI

Cómo los indios de Guacachuladesmintiendo las velascercaron a los capitanes mexicanos y cómo pelearon con ellos y [a] la mañanalos ayudó Cortés.

Aquella noche que los mensajeros llegaron a Guacachulalos vecinos delpueblo y los que Guaxocingo y tlaxcaltecaspasada la mayor parte dellaprocurando salir verdaderosengañando las centinelascercaron a los Capitanesmexicanos. Comenzaron a pelear bravamente con ellos y con los demásconfiadosde que Cortés no podría tardar muchas horasaunque los Capitanes cristianosles ponían gran ánimopeleando ellos valerosamenteporque los indiosenemigos eran más de treinta mill y de los más escogidos del imperio mexicanoy estaban fortalescidos y como en su casa. Cortés partió de Cholula una o doshoras antes del día; caminó bien apriesadio sobre los enemigos con dos otres horas de sol. Los de Guacachulaque tenían sus espías para cuandoviniesesupiéronlo luego; saliéronle al encuentro con más de cuarentaprisioneros. Dixéronle: «Ahoraseñorverás cómo te diximos verdad y queel español se engañó.» Cortés les replicó que decían verdad; abrazó aalgunosllamándolos tiacanesque significa «valientes»palabra con queellos mucho se honran y animan.

Llevaron a Cortés a una gran casa donde estaban cercados los mexicanospeleando más valientemente que nuncacomo los que peleaban más por las vidasque por ofender. Teníanlos cercados los del pueblo y los tlaxcaltecas yguaxocingos. Llegado Cortésdieron sobre ellos con tanta furia y tantosqueni Cortés ni los españoles fueron parte (aunque lo procuraron) para impedirque no los hiciesen pedazos sin dexar hombre a vida de los Capitanesque eranmuchos. De la otra gente murieron infinitosasí antes como después de llegadoCortés; pero los demásperdiendo totalmente el ánimo con su venidahuyeronhacia do estaba una guarnición de más de treinta mill mexicanoslos cualessintiendo lo que en el pueblo pasabavenían a socorrer a sus amigos. Llegadoscomenzaron a poner fuego en la ciudad en el ínterin que los vecinos estabanembebecidos en matar enemigos; pero como lo sintió Cortéssalió a ellos conlos de a caballo y con los escopeteros; rompiólosalanceó muchosretráxolosa una alta y grande cuestasiguiólos hasta encumbrarlosdonde encalmados losunos y los otrosni podían ofender ni ser ofendidos. Encalmáronse doscaballosel uno dellos murió luegoy de los enemigossin heridaahogadosdel calor y cansados de la subidacayeron muchos muertos en tierray llegandode refresco muchos indios amigoscasi sin resistencia de los contrarioshicieron tanto estrago que en breve estaba el campo vacío de vivos y lleno demuertos.

Vista esta matanzaque fue una de las grandes que en mexicanos se habíahecholos que quedaron vivos desampararon sus alojamientos. Los nuestrossiguiendo la victoriasaquearon todo cuanto toparon sin dexar cosa; quemaronlas casasen las cuales hallaron muchas vituallastomaronasí de los muertoscomo de otros que prendieronricos plumajesargenteríajoyas de oro y platapiedras presciosasmuchas de las cuales parescían porque lo debían [ser]delas que los nuestros habían perdido a la salida de México. Traxeron los indiospara contra los cristianos lanzas mayores que picastostadas las puntaspensando con ellas matar los caballosy no se engañaban si supieran jugarlaspero si no es en el flecharen todas las demás armas tienen poca destreza.

Tuvo este día Cortés de gente que acudió de Guaxocingo y Cholulasin lostlaxcaltecasmás de sesenta mill hombres de guerraa su modo bienadereszados. Fue cosa de considerar la brevedad con que tanta gente se juntóporque Guacachula era pueblo de no más de cuatro mill vecinospero como de losmexicanos habían rescebido siempre malas obrasdeseosos de la venganzatuvieron alas en los piesque la indignación y enojo les dio.

Guacachula está en llanotiene un río a la una parteque en el verano lesacan los vecinos todo en acequias para regar sus sementeras y huertasy asíes muy fresco de verano. Tiene una barranca por la cual va un arroyo; encimadella está un albarrada o cerca con su pretilde dos estados en altoque erala fuerza del pueblopor la mucha piedra que tenía para arrojar de allíabaxo. A la parte de ocidente tiene muchos cerros peladosbien ásperos.Después acácomo allí se fundó un monesterio de frailes Franciscosreducido a pulicía por ellostiene otra traza. Danse en esta tierra árbolesde Castillaespecialmente los que son de agroy así se dan las mejoresgranadaslimas y naranjas del mundoy lo mismo los higos. Tiene un templo debóvedabien sumptuoso.

Estuvo aquí Cortés tres díastomando lengua de los pueblos comarcanospara ver lo que después le convenía hacer. Estando en estole vinieronmensajeros de un pueblo que se dice Ocopetlayucaofresciéndose en nombre delseñor dél y de los demás moradores a su serviciodiciendo que querían hacerlo que los de Guacachula. Está este pueblo tres leguas de estotroal pie delvolcán cuya comarca veinte leguas alderredorcomo en su lugar diremoses lamás poblada y la más fértil de todo lo que hasta ahora en estas partes se hadescubierto.



 

 

Capítulo XXII

Cómo Cortés desde Guacachula se fue a Yzucar y echó deallí las guarniciones mexicanas que habíay de cómo allíeligió porseñor del pueblo a un muchacho que fue el primero que en las Indias se bautizó.

Como Yzucarque es un pueblocomo después dirégrande y frescoestuviese no más de cuatro leguas de Guacachulaentendiendo los más dél lapujanza de Cortés y que no había fuerzas para resistirle y que lasguarniciones mexicanas (que pasaban de ocho mill hombres) que tenían en suscasasles hacían más daño que si fueran enemigosdeterminaronparalibrarse de los mexicanosno obedescerlesantescomo sus vecinosinviar desecreto a llamar a Cortésel cualvistos los mensajerosvino y entró conmucha gente. Fue de los de Yzucar bien rescebido; trabó luego batalla con losmexicanoslos cuales aunque eran pocosporfiaron hasta que Cortés losrompió. Mató los mássiguió los vivos hasta un río que estoncescomollovíaiba muy crescidoel cual no tenía puenteporque la que habíaqueera de vigas postizasla furia del agua las había llevado. Ahogáronse allílos que pensaronhuyendoescapar. Quemó Cortés luego los templos e ídolosasí por quitar las fuerzas a sus enemigos como por el menosprecio de sureligión vana. Hacía esto Cortés cada vez que los pueblos se le ponían endefensa; y asílos que de paz se le dabanlo primero que pedían era que noles quemase los templos ni derrocase sus ídolos. Condecendía con ellosporqueestonces vía que no era tiempo de hacer otra cosa.

Muertos casi todos los mexicanos y librados de su opresión los de Yzucarcomo su señor se había ido a meter con los mexicanospidieron a Cortés quede su mano les diese señor. Cortésinquiriendo a quién le podría venir dederechosupo que después del señor que teníanel más propinco heredero dela casa y estado era un muchacho de hasta doce añosbien apuesto y de buenagraciahijo del señor de Guacachula e nieto del señor de Yzucar. A estenombró Cortés por señornombrando asimismo dos caballeros viejos y de muchaexperienciaque hasta que tuviese edad la gobernasen a él y al pueblo.

Hecho este nombramientocon que todos los de Yzucar se holgaron muchoporque aunque algunos de más edad lo pretendíana ninguno con tanta razóncomo a este muchacho conveníabaptizáronle los religiosos Franciscos. Fué supadrino Pedro de Alvaradopor lo cual le llamaron don Pedro de Alvaradoalcual llevando después los religiosos para instruirle en las cosas de nuestrasancta feeandaba triste y atemorizadocreyendocomo en su vana religiónhabía vistoque le llevaban a sacrificarque ansí dixo después que suspadres solían hacerpor lo cual un día preguntó a un religioso:«Padre¿cuándo me han de matar y sacrificar?»y entendiendo estonces el religiosoque la tristeza que traía era de aquello que pensabale llegó a síhalagóle mucho y sonriéndosele dixo: «Hijo mío¿y por esto andabastriste?; no me lo dixeras antes. No temasalégrate y regocíjateque en lacasa de Diosa quien tú has de servir y adorarno matan a ningunoantes losdefiendenporque nuestro Dios no quiere la muerte del pecadorsino que seconvierta y vivay así en lo demás de nuestra religión con el tiempo verásmuchas cosas que te darán contento.»

Oyendo esto el muchachose alegró mucho y dixo que era buena cosa sercristiano y que el Dios que no quería que nadie fuese sacrificado debía de sermisericordiosomanso y benigno.

Fué este muchacho el primero que de los idólatras fué rescebido en la casade Dios por el baptismo. Y porque hoy Yzucar es uno de los buenos pueblos deaquella comarcaserá bien decir algo de su asiento y partes en el capítulosiguiente.



 

 

Capítulo XXIII

Del asiento y fertilidad de Yzucar y de cómo Cortés mandóllamar y algunos vecinos que se habían huído.

Es Yzucar en temple más caliente que fríoabundante de fuentes y arroyosque por el regadío hacen su tierra muy fértil y el pueblo el más fresco quehay en aquella comarca. Está asentado en llanoaunque tiene sierras cerca.Danse en él todas las más fructasasí de Castilla como de la tierramuysazonadas y sabrosasen especial de las que son de Castillanaranjaslimashigosy asimismo se hace mucha y muy buena hortaliza. Coge[n] ahora mucho trigoy maíz los moradoreslos cuales andaban y andan vestidos de algodónmásbien tratados que los de otros pueblosporque cogen mucho algodón.

Tenía muchos templos del demoniosumptuosos y bien labrados. El río quecorre junto al pueblo tiene grandes y altas barrancas. Sácanse délasí porla copia del aguacomo por la buena corriente que tienemuchas acequias conque se riega una fértil vega que tieneen la cual a esta causa hay mucha y muybuenas heredades. Todo esto es ahora mejoradoy Cortés lo miró estonces concuidado. Tenía más gente Yzucar que Guacachula.

Estandopuesen este pueblo Cortésentendió que los indios que habíansido de contrario parescercerca de que no se llamasen los españolessehabían metido en la sierray los españoles e indios amigos les habían tomadotoda su ropa e que el señor se había ido a México. Soltó ciertos prisionerosque halló ser de aquella parcialidad; hízoles buen tratamientorogóles querecogiesen la demás gente y que llamasen a su señor y que les prometía todala seguridad que quisiesendiciéndoles que aunque los españoles erantan valientes como víanno hacían mal a quien no se lo hacía e que a los quevenían de paz rescebían como a hermanos. Aprovechó tanto estoque dentro detres días se volvieron todos e Yzucar se pobló como de antes estaba; tantopuede la clemencia y liberalidad del vencedor. Con todo estoel señor no vinoo porque se temió que Cortés no le tratase malo porque era pariente delseñor de México.

Asentado desta manera el pueblotornó a haber disensión sobre la eleccióndel nuevo señor entre los de Yzucar y Guacachulaporque los de Yzucarquisieran que subcediera en el señorío un hijo bastardo de un señor delpueblo que Motezuma matara; los de Guacachula querían que subcediese elmuchacho que estaba elegidoel cualal finquedó en el señorío hasta quesu abuelo vino de pazofresciéndose muy al servicio de Cortésel cual levolvió en el señorío. Murió el mozo algunos años despuéscuyo hermanosubcedió no muchos años después al restituido.

Antes que Cortés saliese deste puebloera tanta la fama y nombre quecobróque vinieron peor sus mensajeros a la obediencia ocho o diez pueblosbien lexos de allí a darse por sus amigos y servidoresdiciendo que no habíanmuerto cristiano alguno ni tomado armas contra ellos.



 

 

Capítulo XXIV

Cómo Cortés volvió a Tepeaca y de allí invió a susCapitanesunos a asegurar el camino de la Veracruzy otros a pacificar otrospueblosy de un nuevo modo de crueldad con que mataban a los nuestros.

Hechas estas cosasCortéspor la comodidad que allí teníase volvió aTepeacade adonde invió luego a Alonso de Avila con docientos españoles ybuena cantidad de indios amigos contra el pueblo de Tecalcoen el cual no lehicieron resistencia los vecinosporque le desampararony lo mismo hicieronotroshuyéndose a la sierra; y viendo Alonso de Avila que no podía hacer nadani hallaba ocasión en que poder señalarsemohino se volvió a Tepeacadedonde Cortéssabiendo el daño que los indios hacían en el camino de laVeracruzporque a su salvoasí a los que venían del puertocomo a los quevenían de las islas o de Castillasi no caminaban muchos juntos o iban muyrecatados y bien armadoshacían el daño que queríansalieron para remediareste dañopor mandado de CortésCristóbal de Olid y Joan Rodríguez deVillafuertecon docientos españoles y muchos indios amigos. Fueron porcuadrilleros Joan Núñez SedeñoAlonso de Mata e un Fulano de Lagoscon cadacincuenta hombres; llegaron a un pueblo que se dice Yztacmichitlánel cualtodo estaba de guerra; detuviéronse los nuestroscorriendo la tierra ochodías; padescieron gran hambreporque de tal manera los enemigos les alzaronlos mantenimientosque ni aun perrillo hallaron que comer.

Entraron en el pueblo y hicieron fuertes en unos aposentos que tenían cincosalas grandes. Los enemigospensando tomarlos allí y que ninguno se lesescapasepusieron fuego de noche a los aposentos por la parte que soplaba elvientoy así en media hora se abrasaron aquellos edificios; y como losnuestros se velabanno se hubo emprendido el fuego cuando saltaron en el patiohaciendo rostro a los enemigosa los cualescomo pelean mal de nocherompieron fácilmentematando algunos. Hiciéronse luego a lo largo y de allíotro díacomo los enemigos no los esperaban ni había remedio de comidamarcharon hacia una provincia que se dice Tlatlacotepequela cual estabaalzadaretirada toda la gente en escuadrones en la sierralos cualescomomuchos y bien armados salían a matar y prender los españoles que en busca delGeneral venían del puerto; tomábanlos tres a tres y cuatro a cuatroy el modoque tenían era que una guarnición dellos de dos o tres mill hombres se salíaa un despoblado que se dice de las Lagunasbaxo del pueblo de Teguacányallí prendieron a los que no se dexaban primero matarlos llevaban a estepueblocabeza de toda la provincia de su nombrey metíanlos en una cocinasegún dice Mata en su Relacióndonde tenían buen fuego; dábanles a comeraunque no muy bien; mostrábanlas amorpara que se descuidasen y engordasenycuando al parescer dellos estaban más contentosdaban de sobresalto con muchagrita sobre ellos. Hacíanlos salir de la cocinay como a toros o otras fieraslos esperaban que saliesen al primer patiodonde con muchas varas tostadas losagarrocheabany si allí no caíanlos esperaban otros nuevos agarrocheadoresal segundo patiodonde el que se libraba del segundoaunque se tornasepájarono podía escapar de ser miserablemente muerto. Ciertoeste era nuevoy nunca visto género de crueldadcomo inventado por el demonioa quientenían por maestro. Era lástima ver las señales de las manos ensangrentadaspor las paredeslos gritos y voces que dabanpadesciendo tan cruel muerte. Losunoscomo canes rabiososabalanzándose al que primero topabanle ahogabancon los dientes y las manos; otrosque más paciencia y sufrimiento teníanconosciendo lo que por sus pecados merescían y que no podían escapar de morirhincados de rodillaslas manos levantadas al cieloesperaban la muerteenmuchosa lo que se puede creerprincipio de vida eterna. Despuéshechospedazoslos inviabancomo cuartos de venadosen presentea sus amigosyloque era mayor crueldadvivos inviaban algunos españolespara que con aquelgénero de muerte o con otros más cruel los sacrificasenhaciéndoles saberque cuanto más corridos y fatigados fuesen aquellos hombrestanto másdespués de muertosserían sabrosos de comerde los que esta crueldad usaban.

Los Capitanes que invió Cortés traxeron treinta o cuarenta principalesquecomo a fieras pudieron cazar. Hízolos Cortés meter en un patioy ellosentendiendo que habían de morirdesnudos en carnes hicieron un areito o danzaque duró media horacantando su muerte y encomendando sus ánimas a losdioseso por mejor decira los demoniosy así esperaron la muerte como sifuera alguna buena nueva. Fueron todos pasados a cuchillo. Sonóse esta nuevapor aquella tierra y refrenáronse de ahí adelantetemiendo morir como ellos.



 

 

Capítulo XXV

De lo que un indio de los que así prendieronantes que lejusticiasenconfesó cerca de lo pasadoy de otras cosas.

Ser así lo que en el capítulo pasado está dichomuéstralo claramente loque un indioclara y espontáneamente confesó delante de Cristóbal de Olid yVillafuerte. Este indiodicen unos que fue preso; otrosy esto se tiene por lomás ciertoque una noche se vino do el real de los nuestros estabay que oarrepentido de lo hechoo por poner miedodixo por una cuenta que ellos hacende granos de maízque él y sus amigosen el camino que va de México a laVeracruz habían muerto cincuenta y cinco cristianosen comprobación de locualsacó luego de una hoya hecha a manocerca de una torreuna cabeza decristiano que no había más de tres días que lo habían muerto en eldespobladoyendo con cartas de Cortés a la Veracruzla cual era de un FulanoCoronadoharto conoscido entre los españoles e indios. Mataque estonces eraEscribano y después fué Regidor de la Puebladio por testimonio cuya erapara prosceder mejor contra los delincuentes y para certificarlo al Generalcuando con él se viese.

En este pueblo hallaron unas casa y aposentos bien soberbios y en ellos unacasa de fundición con sus fuellesherramientas y carbóny en una cámaramuchos panes de liquidámbarde que no poco los nuestros se maravillaron.Había en esta casa en tres patios tres estanques que se cebaba[n] de un ríoquellenospasaba de largo por sus muescas que cada estanque tenía.



 

 

Capítulo XXVI

Cómo el cacique de aquel pueblo entró con cierta gente enaquellos aposentos y salió sin ser sentidoy de otras cosas que acaescieron.

Aloxados los nuestros en estos aposentos y velándose con todo cuidadoentró una noche el cacique del puebloacompañado de algunos principalesylo que más fuede algunas mujeres también principalesen los aposentos.Andúvolos todosentró en la fundiciónvio lo que los nuestros hacían ysalió sin ser sentido al entrar ni al salirque ni la ronda topó con élquefuera gran negocioni las velas pudieron entenderlohasta que de lexos elcacique y sus compañeros dieron vocescomo haciendo burla del descuido de losespañolesque paresció grandepor entrar vestidoscomo siempre andandeblancoque es el color que de noche sólo se paresce y devisa; pero no faltóquien dixo que como entre ellos hay muchos hechicerospor arte del diablohabían entrado y salido.

Salieron de aquí los nuestros; fueron adelante hacia las lagunasa unpueblo que se decía Xalacingodonde estuvieron cinco o seis díasque entodos ellos no pudieron descubrir grano de maíztanta era la solicitud ydiligencia que tenían en esconderlopor que los nuestros muriesen de hambreya que ellos no los podían matarhasta que un marineroescondidamentefue ala cumbre de unos montesde los cuales descubrió un gran valle con muchagente; dio aviso dello; fueron los nuestrosprendieron sin contradiciónalgunos dellostratáronlos bien; soltáronlos luegoporque paresció sergente sin culpa de las muertes de los españoles. Comieron los nuestros delmaíz que aquéllos tenían; hartáronse aquel díaporque los demás habíanayunado; hicieron alguna mochilaaunque no como quisieranaunque la habíanbien menester.

Estuvieron los españoles por estos y por otros pueblos sin tener recuento nisubcederles cosa notable treinta días y másen todo el cual tiempoque fuecosa de mirar en elloni ellos supieron de Cortés ni Cortés dellosde quelos unos y los otros no tuvieron poca pena. La causa fue estar la tierra deguerraque dos ni cuatro españolespor no dar en manos de muchos enemigososaban salir; y así cuando estos Capitanes y su gente hallaron a Cortés enTepeaca no se puede decir lo que los unos con los otros se alegraronporque losunos tenían por muertos a los otros. Entendió Cortés de la relación de losCapitanesque no convenía entrar más la tierra adentrosino volviéndose aTaxcaladar orden en cómo se hiciese la guerra contra Méxicoporque ganadaaquella ciudaderan fáciles de ganar las demásasí las que estaban cercacomo las que lexos.



 

 

Capítulo XXVII

Cómo Cortés desde Tepeaca despachó mensajeros a laVeracruze de las nuevas que tuvo de Barrientos.

No aprovechó tan poco el haber Cortés inviado aquellos Capitanesaunque nomataron genteporque no los esperaronque algún tanto no se asegurase elcaminocreyendo los indios que siempre había de andar por allí guarniciónespañolay así pudo Cortés inviar sus mensajeros a la Veracruzrogando alos que allí estaban le inviasen alguna gente y los caballos que pudiesensinhacer notable falta en la Villa Ricaporque quería rehacerse de gente y armaspara volver sobre México. En el entretanto que los mensajeros ibanlosprincipales de Tepeacaviendo cómo Cortés se había enseñoreado de toda laprovincia y de otros muchos pueblosse unieron a élpidiéronle perdón de surebeldíaprometiéronle verdadera amistad y que en el entretanto que el señorveníaque se había ido a Guatemuzaseñor de Méxicoles diese señor a suvoluntady de su manoporque aquél tendrían y obedescerían como a su señornatural. Cortés los rescibió con mucha graciadióles por señor a unprincipaldeudo muy cercano del otroaunque más anciano y de más prudencia ejuicio. Hiciéronse en esta elección las acostumbradas cerimonias y muchasfiestaslas cuales para Cortés fueron más alegres que otras que había vistopor la gran alegría que rescibió con la nueva que le traxeron unos indiosmercaderesque fue que Barrientos estaba vivo y sano en Chinantla y que era tanamado del señor y los demás de aquella provinciaque tomándole por sucaudillohabían hecho guerra a sus vecinos y ganado con ellos muchahonra; y cierto el Barrientos era valientediestro y animosoy lo que máserasabio y ardid en las cosas de la guerracon las cuales partesquedandosolose dio tan buena mañaqueno solamente no le mataroncomo pudieran ycomo sus vecinos habían hecho con Saucedopero se gobernaron y rigieron porél.

Invióle a llamar Cortésy no sin copia de españolesasí por honrarlecomo por que no se lo defendiesen los indioslos cuales le entregaron con muchoamor y voluntad y le dieron mucha comida y otros dones. LIoraron con él a ladespedidarogáronle que los favoresciese con el Capitán general Cortésyque allí quedaban todos a su servicioy que si algún Capitán hobiese deinviar a aquella tierraque no fuese otro sino élpues le conoscían ysabían cuán sabio y valiente era. Barrientos se lo prometióel cual noviendo la hora que verse con Cortés y los suyosno se detuvo en más razones.Llegado que fue al real de los nuestrosCortés le salió a rescebir; diólemuchos abrazos y hízole mucha honradiciéndole: «Los soldados que tan bienaprueban como vosjusto es que todos los honremos»dando con estas palabras aentender que así honraría al quecomo Barrientoslo hiciesecon el cual seholgó por extremo la demás gentedándole la norabuena de su venida y de subuena andanzapreguntándole en particular muchas cosas que fueron gustosasasí para el que las contaba como para los que las oían.



 

 

Capítulo XXVIII

Tepeaca dio viruelas en los indiosy cómo como poco antesque Cortés saliese de fundó una villa que llamó Segura de la Frontera.

El negro que consigo había traído Narváez con viruelas quesegún estádicholas había pegado a los indios de Cempoalavinieron su poco a pococundiendo como mancha hasta dar en Tepeacadonde della y su comarca muriómucha gentede tal manera que los perros tiraban dellos estando vivosporqueen los muertos se cebaban como sus amosy esta es la causa por qué a losindios les pesa mucho de que los nuestros les llamen perros; y si no fuera porlos españolesque como sabían qué enfermedad eradixeron a los indios queno se bañasen ni se rascaseny los que esto hicieronni murieron ni quedaronhoyosos. Los nuestrosaunque no tuvieron esta enfermedadcomo les faltaba lacarne y el pan de Castilla y vinoy el maíz es sanguinoporque los perrilloslos habían acabadono estaban muy sanos y deseaban volver a Taxcalaque eratierra de amigos y más bien proveídalo cual viendo Cortés e que todaaquella comarca ya estaba pacíficadeterminóprimero que se volviese aTaxcalapara seguridad de los españoles e de los indios amigosfundar unavilla en el lugar más fuerte que en Tepeaca halló. Hízolo así e una casafuerte. Llamó a la villa Segura de la Frontera. Dexó en ella por Alcaide alCapitán Pedro Dircioy por Regidorcon otrosa un Francisco de Orosco. Dexóla gente que le paresció convenir para la fuerza y población de la nuevavillaen la cual dexó algunos que estaban enfermos porque donde habíanenfermadosanarían mejortiniendo cuidado dellos sus amigosque estaban másdesocupados que los que con Cortés ibana causa de la guerrapara que sehabían de apercibir.



 

 

Capítulo XXIX

Cómo Cortés desde la nueva villa de Segura despachó [a unhidalgo] con cuatro navíos de Narváez a Sancto Domingoe cómo vino a ver aCortés el señor de Chinantla.

Algunos días después que vino Barrientos no se pudo sufrir el señor deChinantlaque por su personaacompañado de muchos principales y con muchosdonesno viniese a ver a Cortésel cual le salió a rescebirya obligado porlo que con Barrientos había hecho. Honróle mucho y sentóle a su mesalo cualhacía con pocosen una silla de espaldaslo cual aquel señor (porque nofaltó quien le avisó dello)tuvo en tantoque de ahí adelante ponía a losespañoles sobre su cabezadimosporque no se pusiesen en camino y siendo quesolos ellos en el mundo merescían ser servidos de toda las otras nasciones.Usó Cortés desta manera de honra con algunos señoresy con los más leaprovechó muchoca siempre en los ánimos generosos de cualquier nasción queseanpuede más la honra que el provecho.

Tiene esta tierra de Chinantlaque no es razón pasarlo en silencioestandosetenta leguas de la marun ojo de agua tan salada que della se hace muy blancae muy hermosa sal. Hay algunos otros pueblos en esta provincia en los cuales hayalgunas lagunas salidasde las cuales se hace salpero no tan buena como ladeste ojo. Dase en algunos pueblos destos aquel palo tan presciado que llamanguayacan. E como ya Cortés veía que los negocios se iban encaminando de maneraque su principal propósitoque era de ir sobre Méxicose efectuasedespachó a un hidalgopersona de confianzacon algunos otros españoles quepara su seguridad con él fueron a la Veracruz para quecon cuatro navíos queallí estaban de la flota de Narváezfuese a Sancto Domingo por gentearmasartilleríapólvoracaballospañoslienzoszapatos y otras muchas cosas.Dióle asaz la plata y oro que para esto era menester. Escribió al licenciadoRodrigo de Figueroa e al Audienciadando cuenta de todo lo subcedido desde quelos mexicanos le habían echado de su ciudad hasta aquel díaencaresciendocuanto pudo cuánto convenía inviarle socorro e ayuda de todo lo que inviaba apedirpor la gran esperanza que tenía de recobrar a México. Y porque todo loque sentía no lo podía declarar en aquella relación que inviabacomo atestigo de vista suplicaba se diese entero crédito [a] aquel hidalgo queinviabacon poder de obligarlesi faltase dineropara lo que fuese menestery sobre todo con señas particulares del que inviabapara que hiciese fee y sele diese crédito a lo que dixese. Escribió por sí una carta de creencia conel oro y plata. Invió para aquellos señores y para otros sus amigos joyas deoro y plataplumajes ricospiedrascosas fundidas y labradas así con piedrascomo con martillosropas y otras cosas las más extrañas que pudoclarasmuestras de la gran prosperidad de la tierra.

Llegados a Sancto Domingo los navíosleídas las cartas y relaciónholgaron mucho todos con tan prósperas y buenas nuevas. Dio el Audienciacomoen negocio tan importante y en donde Dios y el Emperador habían de ser muyservidosel calor que pudo. Moviéronse muchos a iry tantosque a noestorbarlo el Audienciala Isla se despoblaraque esto tiene el ánimoespañolque por ir a mayores cosasaunque en sí tengan muy gran dificultaddexa con voluntad la quietud presente. No lo consintió el Audienciapermitiendo que sólo fuesen aquellos cuya ausencia no hiciese notable faltaaunque para el calor déstos fueron algunas personas de cuentacomo en su lugardiremos.



 

 

Capítulo XXX

Cómo Cortés se partió para Tlaxcala y lo que pasó conMartín Lópeze cómo le invió adelante a cortar la madera.

Cortés procurandopor holgarse con los señores de Tlaxcalade tener laPascua de Navidad allíque era de ahí a doce díasdexandosegún estádichogente de guarnición en Segura de la Fronteradeterminó de aprestarsey como vía que México no se podía ganar (que era su principal motivo) sinhacer los bergantinesmandando llamar a Martín Lópezsabio en aquelmenesterle dixo que diese industria cómo se hiciesen seis bergantines ydixese su parescer cerca de mayor o menor número y de mayor a menor grandeza.Martín López le respondió que menos de doce bergantines eran pocos para lagrandeza del alaguna y que todos no habían de ser de un tamañoporque losmás pequeñoscomo más ligerosserían para seguir y alcanzary los mayorespara esperar y rompery que se hiciese uno mayor que todospara Capitán.Finalmentecon el parescer de otros que también entendían de la navegación yarte de fabricar navíosse concluyó que se hiciesen trece bergantines grandesy pequeños para que no hubiese parte por donde se pudiese acometer la ciudadque no nadasen tres o cuatro juntos; y porque esto se pudiese hacer con máspresteza e Cortés se pudiese ir a la ligerainvió adelantea TlaxcalaaMartín López con todos los oficialespara que cortasen la maderainviando adecir a los señores de Tlaxcala que en el entretanto que él ibaque seríaprestodiesen favor a Martín López e todos los indios que fuesen menesterpara cortar la maderae que tuviesen entendido que sin aquellos navíos quepretendía hacer no se podía ganar México. Ellos hicieron lo que Cortés lesmandóporque vían que también hacían su negocio.

Hecho estoCortésinviando dos días antes toda la genteasí españolacomo índicase partió con veinte de a caballo. Vino a dormir (según diceMotolinea) a Guatinchánpueblo de sus amigos; otros dicen (y el Marqués en suRelación) a Cholula. Como quiera que seahasta llegar a Taxcala le salieron arescibirno sólo los pueblos que estaban en el caminopero los de la comarcacon muy gran alegría y reverenciacomo a triunfador y vengador de susinjurias; especialmente los de Cholula y Guaxocingo le hicieron el más solemnerescibimiento a su modoque jamás a Príncipe ni señor se hizoporque usaroncon él de todas las cerimonias y solemnidades que en sus leyes y ritoshallaron. Diéronle una sumptuosa cenaque él y los suyos habían bienmenestersegún iban en pretina de la hambre de Tepeaca.

Hechaspuestodas las fiestas que en su rescibimiento pudieronotro díade mañanajuntándose todos los principales de la provinciale suplicaron queporque del mal de las viruelas habían muerto muchos señoresque quisiese desu mano poner los señores que le paresciese. Cortés les agradesció elcomedimientopreguntó por los deudos más cercanos de los muertoseligióaquellos con voluntad y parescer de los que presentes estabanhiciéronseluegosegún tenían de costumbrenuevas fiestasteniendo de ahí adelante enmás a los elegidos y aun ellos a sí mismopor haberlo sido de mano deCortésa quien más que como a hombre veneraban y acataban.



 

 

Capítulo XXXI

Cómo Cortés entró en Tlaxcala y del rescibimiento que se lehizoy de una plática que un señor al entrar en la ciudad le hizoy de loque Cortés respondió.

Al tiempo que los señores de Tlaxcala supieron que Cortés llegaba a unalegua de la ciudadaunque estaban con luto por la muerte de Magiscacín y deotros señoresmudando las ropas de luto queaunque eran blancaseran toscasy de poco valoren rojas festivales y de alegríacomenzaron a salir enordenanzacada uno en el lugar que le convinía. La gente de guerra salió enorden con sus banderas y señales; los ciudadanosGobernadores y Regidoresconlas insignias y armas de la ciudady con ellos toda la demás gente del puebloque pudo salircon ramos y rosas en las manosy de trecho a trechoun cuartode legualevantaron algunos arcos triunfales cubiertos de rosas y flores.Salieron con la músicaque en paz y en guerra usabandespués se seguía unadanza o baile de más de cuatro mil hombrespor extremo a su modo bienadereszados. Iban cantando las victorias que Cortés y sus ciudadanos lostlaxcaltecas habían ganado en la provincia de Tepeaca. Cortésque muycomedido erasabiendo el rescibimiento que se le hacíase dio priesa para quele tomase más cerca de la ciudad. Topó a un cuarto de legua della con élycomo en el principio iban los señores y Gobernadores después de la gente deguerraapeóse y con él otros caballeros. Abrazólesdiéronse la bienveniday estada los unos a los otrosy hecha cierta señal para que la música cesasey todos estuviesen calladosun caballero de los más principales y más sabio ydiestro en el razonarde toda la Señoría escogida para aquelloestando asílos españoles como los indios muy atentoshizo a Cortés este razonamiento:

«Muy valientemuy sabio y muy clemente Capitánhijo del solque todosestos títulos meresces y te convienen: Esta gran Señoría del Tlaxcalaencuyo nombre yo te doy la bienvenidase ha mucho alegrado con tu presenciaaunque hasta ahora con las muertes que en ella ha habido ha estado muy triste.Hasle sido grande alivio en sus trabajoscomo eres gran defensa y amparo en susguerrasgran gloria y honra en su quietud y sosiego; seaspuesmill vecesbien venido. Tu Diosquecomo vemoses tan poderosote alargue la vidadémucha saludaumente tu honra y estadoengrandesca tus hazañasperpetúe tumemoriadilate tu señoríohágate a tus enemigos temeroso y a tus amigosafable y dadivosodéte siempre mayores victoriasseas aun de los que no teconoscieron amado y servidovuele tu nombre y fama por todas las nasciones delmundoseas para tus descendientes lustre y ornamentono pueda la envidiaescurecer tus claros hechossean honrados y favorescidos los de tu linaje ycasaantepóngate tu Rey y Emperador a todos sus valientes y victoriososCapitaneshonre y ame a los hijos que tuvieresy plega a nuestros diosesquehasta ahora nos han dado los bienes que les hemos pedidoque de aquí adelantenos den larga vidamucha haciendapara que por largos años todo lo empleemosen tu servicioy quieran ellossi nuestros sacrificios y oraciones algo valenque con tan buen pie entres en esta ciudad que della salgas tan pujante contraaquella muy grandemuy fuerte e muy enemiga nuestrala ciudad de Méxicoquesin muertes de los tuyos y de los nuestros y con poca sangre la rindassubjectes y pongas debaxo de tus piestomando cruel y brava venganza de lamuerte y destruición de los tuyos y de los daños (aunque han rescibido más)que nos han hechopara lo cualaunque muchas veces te lo hemos ofrescidodenuevo ofrescemos nuestras personas y haciendas; y si éstas no bastarenquepuedas vender nuestros hijosporque tenemos entendidosegún de lo pasado haparescidoque en tu buena dicha y ventura la Señoría de Tlaxcala ha de hacertan notables cosas que en todo este mundo sea la señora y la cabeza.»

Acabado de hacer este razonamientoel orador hizo a Cortés un grancomedimientoapartóse a un ladoesperaron aquellos señores con mucho sosiegolo que Cortés diríael cual respondió así:

«Muy esforzados y muy valerosos señores y amigos míosfavor e ayudagrande para conseguir las victorias que deseo. En gran merced os tengo el amor yafición quedespués que os distes por mis amigosplacerá a mi Diosdequien todos los hombres resciben el ser y todos los demás bienesque como meha dado tan buenos y dichosos principiosasí me dará los medios y fines paraque Su Majestad sea servido y alabadoy vosotrosseñores y amigos míosconosciéndole como nosotros le conoscemosalcancéis mayores victorias devuestros enemigos. Deos este solo y verdadero Dios todos los bienes ybendiciones que me deseáiscúmplanse vuestros deseosdilátese por muchasleguas vuestro señoríodeos buenos temporalesalargue vuestras vidaslevante vuestras casas y linajes; que en lo que en mí fuerepara la venganzade vuestros enemigos y engrandescimiento de vuestra honra y gloriano sólogastaré mi haciendapero derramaré mi sangre y la de los míos; y porque todoha de magnifestar las obrascomo cuando sea tiempo las veréisno quierodeciros más palabras.» Las cuales dichasaquellos señoresmuy alegresyCortés con los suyosvolvieron a cabalgarentrando en medio de aquellacaballería en la ciudad de Tlaxcala.



 

 

Capítulo XXXII

Del sentimiento que Cortés hizo por la muerte de su amigoMagiscacíny cómo eligió señoresy entre ellos un hijo de su amigo.

Otro día por la mañana todos los señores y principales de la Señoríacon no tan ricas mantasmostrando el sentimiento que por la muerte deMagiscacín teníanfueron a ver a Cortés. Diéronle cuenta cómo su verdaderoy grande amigo Magiscacín había muertocon otros muchos señores ycaballerosde la enfermedad de las viruelasque tanto daño había hecho desdeel Puerto a aquella provinciay que estonces era tiempo de mostrar cuánto loamabahonrando a un hijo ligítimo que le quedabaen quien la memoria ygeneración de tan valeroso padre había de vivir y resucitar. Contáronle muypor extenso y con muchas lágrimas el seso y prudencia grande con que habíagobernado aquella Señoría; cómo en su tiempo siempre había sido vencedora;los sanos y maduros consejos que daba; la justicia que manteníacuán amado yrespetado era de todos y la gran falta que por esto les hacía; y que élcomopor la obra había vistole debía más que ninguno de su nascióncuanto másde la extrañay cómo desde que había empezado a enfermar hasta que murióhabía mentado muchas veces el nombre de su muy amado amigo Cortésdeseandoverle a su cabecera primero que muriesepara consolarse con ély cómoenúltima despedidadecirle cosas grandes que para la gobernación de la tierraconvenían mucho. Cuando llegaron a este punto los que hablabanno pudo Cortésdetener las lágrimasde que no poco aquellos señores se consolaronviendoque tan claras muestras dada del amor que a Magiscacín teníay asímagnifestándole también con palabrasles dixo: «Señores y amigos míos:Ninguno más que yo puede ni debe sentir la muerte de mi querido y verdaderoamigo Magiscacínporque desde la hora que se me dio por amigo hasta quemurióen público ni en secretodixo ni hizoni aun creo que pensócosaque fuese contra la lealtad y firmeza que en verdadera amistad debe haber.Tenéis todos gran razón de sentir tanto como sentís su fallescimientoporqueos ha faltado el más valerosoel más cuerdo y sabio Gobernador que vuestraSeñoría ha tenido; peropues es nescesario y forzoso el moriry a lo hechono puede haber remedioconfiad que Diosentre los vuestrossi le conoscierdesy adoradesos dará otro y otros tan valerosos como élporque como tienecuidado de cada uno de nosotrosasí le tiene de las repúblicas ycongregacionesproveyéndolesfaltando personas bastantes para sugobernaciónde otras tales o mejores. En lo demás que pedísnombre y elijaa su hijo por su heredero y subcesor y cabeza principal en vuestra repúblicahacerlo he con toda voluntad y amorporque el gran valor del padre meresce queel hijo sea muy honrado.» Diciendo estomandó llamar al muchachoque seríade doce años y que bienen su arte y maneramostraba ser hijo de tal padre.Armóle delante de toda la Señoría caballeroal modo hispánicode queaquellos señores mucho se maravillaron y alabaron la buena manera y gentilescerimonias de armar caballero. Baptizáronlo luegopor que también fuesecaballero de Jesucristo. Llamáronle don Lorenzo Magiscacínno poniéndoleotro apellido de nuestra nasciónteniendo respecto a la nobleza e virtud de supadre. Hecho estolo nombró por señor del estado de su padre; e a otroscaballeros y señores asimismodonde es de considerar la gran opinión en queCortés estaba y lo mucho que era respectado y veneradopues en nasciónextrañatan a contento delladaba y quitaba señoríos y estados.



 

 

Capítulo XXXIII

En el cual se da cuenta cómo Magiscacín antes de su muertepidió el baptismoy de otras señales que mostró de cristianoy cómoCortés puso luto por él.

Amaba tan de veras Magiscacín a los nuestros y parescióle tan bien nuestrasancta religión y modo de vivirquecomo ya estaba de la conversación deCortés e de un religioso e un clérigo que con él andabamedianamenteinstructoviniendo Dios en élpara que no perdiese las buenas obras quehabía hecho y fuese de los viejos el primero que se salvasedixo a MartínLópezque fue el que se adelantó para hacer cortar la maderaque él se víacercano a la muerte; y que pues no podía dexar de morirquería morir comocristiano y rescebir el agua del baptismosin el cualcomo le habíanenseñadoninguno se podía salvar; e que en su gentilidad entendía que lasánimas habían de tener en el otro mundo gloria o penasegún las obras quehubiesen hecho cuando estaban en sus cuerpos; y que lo mismo le había enseñadoCortés y los religiosossalvo que convenía creer en un solo Dioscriador delcielo y de la tierray que vía claro ser vanidad y burla lo que de sus diosesse creía y tenía e que le pesaba de haber estado tantos años engañadoporlo cual todole rogaba que primero que espirase lo baptizase. Martín López sealegró mucho con esto; pero los religiosos no estaban lexos y él no sabíacómo se había de hacersuspendiólodespachando con toda furia mensajeros aCortéshaciéndole saber lo que pasabael cual invió luego a Fray Bartoloméde Olmedocon quien Magiscacín se alegró por extremo. Hízole el religiosolas preguntas que convenía; respondió muy bien a ellasque quería sercristianovivir y morir en la fee y ley que los cristianos vivían y morían.Acabado de decir estorescibió el agua del baptismopuestas las manos congran devoción y feey de ahí a poco dio el alma a Diosque la crió yalumbróy cierto paresció que Magiscacín había de tener tan dichoso ybienaventurado finpor lo que en la conversación de los cristianos habíamostradopreguntándolescosas de nuestra sancta fee; y como vía que losnuestros hacían tanta reverencia y acatamiento a la cruzsabiendo lo querepresentaba y cómo JesucristoDios nuestromuriendo en ellahabía redimidoel linaje humanola tenía en su casa en el principal aposento della y cadadía dos veceshincado de rodillasla adoraba e incensaba con sus propiasmanosdiciendo que desto rescebía gran consueloel cualde su tan buenamuerterescibió nuestra genteespecialmente Cortésque tambiéncomo losespañolesle había enseñado. Traxo luto al modo de Castilla todo el tiempoque en Tlaxcala estuvoque entendido por los tlaxcaltecaslo tuvieron enmucho.

El hijo que subcedió en la herenciasalió tan honrado y de tan buenentendimiento que cuando Cortés fue la primera vez a Españacon importunidadle rogó le llevase consigodiciendo que deseaba ver y besar los pies aPríncipe tan grande y señor de tanta y tan valerosa gente. Cortés le llevóconsigoy después de haberle cumplido sus deseos murió y honró Cortés suenterramiento tanto que le enterraron como si fuera algún señor de Castillaque esto tiene los nobles della.

Subcedió en el mayorasgo otro su hermanoque se llamó don FranciscoMagiscacínel cual fuera tan valeroso como su padre si no muriera en un añode gran pestilencia que hubo en esta tierraque fué el de mill e quinientos equarenta y cuatro. Subcedió otro hermano que se llamó don Joan Magiscacínporque los otros no dexaron hijosy así los descendientes déste subceden enel estado del padrelos cualesque paresce traerlo de herencia entre lostaxcaltecasson los que más aman a los nuestros y los que de los nuestros sonmás amados y aun entre los suyos tienen ganada más reputación que los demásseñoresporque con razón se les dio y los tiempos venideros por lasescripturas se le dará mayor.



 

 

Capítulo XXXIV

Cómo Cortés entendió en dar priesa cómo la madera secortasey procuró saber de los negocios de México.

Tiniendo cuenta Cortés con el hacer de los bergantinesque era uno de losprincipales medios con que México se había de recobrarpidió cortadores demaderalos cuales en pocos días echaron grandes árboles en tierracortados asu tiempo y sazónpara que después de hechos los bergantines durasen más; easí hoyque ha más de cuarenta años que se hicieronestán enteros y sanosen las atarazanas de Méxicoguardadoscon razónen memoria de tan notablehecho. Invió a la Veracruz por las velasclavazónsogas y la demás xarciaque era menesterde los navíos que él había echado al travésaunque otrosdiceny es lo más ciertoque no había ya que traersino que se proveyó lomejor que pudo de cosas de la tierracomo lo hizo en lo de la pez quecomo lefaltaseciertos marineros fueron a una montaña que cerca de la ciudad estabade donde le sacaron mucha y muy buenaaunque los naturales nunca habían dadoen ellopor no usarla ni haberla menester. Y en el entretanto que Cortésentendíaen estono se descuidaba en procurar saber lo que en México pasabapara prevenirse con tiempoaunque nunca pudo tener claridada causa que comolas espías habían de ser tlaxcaltecas y en los bezos e orejas y otras señaleseran tan conoscidos que no se podían disfrazary la guarda e vela que enMéxico había era grande y muy continuano se atrevían a ir a México;solamenteo de mercaderes que seguramente andaban por toda la tierrao dealgunos mexicanos que los tlaxcaltecas tomabanse pudo saber que en lugar deMotezuma habían alzado por señor a Cuetlauacsu hermanoseñor deIztapalapael que rebeló la tierra antes que Motezuma muriesey el que soltóCortésque no debieraantes de las guerrasel cual era hombre astutobullicioso y guerreroy así fue el auctor y causa principal de echar losespañoles de México. Fortalescióse con toda diligencia con cavas y albarradase con otros muchos pertrechos e armasdando orden cómo se hiciesen muchas emuy largas lanzasque a saberlas jugar les aprovecharan mucho; y por tener asíla gente de México como la de su comarca mejor de su manohaciendolo quesuelen hacer Príncipes valerosospublicó que él soltaba los tribuctos ytodos los demás pechos por un año e más si la guerra durase más tiempo.Invió presentes a los señoresprometiéndoles de extender sus estados. Invióa los pueblos subjectos al imperio mexicanoque muriesen primero querescibiesen ni proveyesen a los cristianosy que si los matasen le inviasen lascabezasporque les haría grandes mercedes. Diofinalmentea entender grandesa todos los amigos y enemigosvasallos y no vasallosque les convenía paraaquello estar todos concordes y amigos si no querían que gente extraña losmandase y tuviese por esclavos. Ganó con esto mucho créditoasí entre susvasalloscomo entre los que no lo eran; obligólos a todosdióles grandeánimo y púsoles el coraje que en su lugar parescerá. Todo esto era así y ennada se engañaron los que lo dixeronsalvo en que cuando esto pasaba reinabaGuatemuzasobrino de Motezumapor fin y muerte de Guetlauacaque habíafallescido de las viruelas.



 

 

Capítulo XXXV

Cómo Guatemuza se adereszó para la guerray de las cosasque hizo e dixo para contra los cristianos.

Era tan grande el odio que los mexicanosasí antes que Motezuma muriesecomo despuéstuvieron a los españolesque con ninguna buenas obras se lespudo aplacarantesde subcesor en subcesorvino cresciendo tanto hastaGuatemuza quetiniendo por valentía e mayor opinión entre los suyos mostrarsemayor enemigo de los nuestros que su predecesorprocuró hacerle ventaja encuanto pudoimaginandopensando y consultando cómo pudiese no dexar hombre avida de los nuestros ni aun de los tlaxcaltecasque tan por amigos de losnuestros se habían declarado. Invió ante todas cosas muchos y muy ricospresentes (porque estos muchas veces más que las armas suelen hacer la guerra)a los señores así subjectos al imperiocomo a los exentos déldiciéndoleslo mucho que convenía no dar lugar a que los cristianos se arraigasen en latierraporquecomo habían vistode día en día se hacían más señoresdestruyendo lo mejor que teníanque era su religión; prometióles con estoricos casamientosconfederacionesy adelantamientos de sus estadoscon lascuales cosas atraxo a sí muchosaunque hubo algunos que no quisierono por elmiedo que tenía a los nuestros o por verse vengados dellos por sus antiguasenemistades.

Hecho estoa todos los que en México y cerca dél estabande cualquiercondisción y estado que fuesense les mostraba humano y tan dadivoso que enpocos días gastó el tesoro de los Emperadores de México. Hacía que todos losdías se hiciese exercicio de flechade macana y de las demás armaspara queestuviesen exercitados y sin miedo contra los nuestros; alzó los mantenimientosque pudo de la comarcapara que los nuestros no tuviesen que comer; juntódentro de la ciudad inumerable copia de gente; retraxo gran cantidad de mujeresniños e viejos a los montes; hizo muchas canoas; levantó y fortificó grandesy muchas albarradas; prometió grandes mercedes a los que contra los cristianosse señalasen. Finalmenteno dexando ninguna vía y modo con que pudiesedefenderse y ofendercuando vió que todo lo tenía a puntoinviando cada díapara saber lo que Cortés hacíacuando supo que ya se ponía en caminojuntando en su palacio imperial a todos los señoresCapitanes y hombresvalientessentados todosél en pieoyéndole con gran atenciónles hizo elrazonamiento que se sigue.



 

 

Capítulo XXXVI

Del razonamiento que Guatemuza hizo a los mexicanos y a losotros sus amigosanimándolos contra los nuestros.

«YaPríncipesgrandes señorescaballerosCapitanes y ciudadanosveisel estado en que hoy está puesto el imperio mexicano y cómo desta vez ha decaer para no poder jamás alzar cabeza si no hacemos en su defensa lo quedebemoso si se defiendecomo es razónlevantarla entre todos los imperiosdel mundo (si algún imperio hay que con el nuestro igualarse pueda).Señorearse ha sobre todas las nascionespondrá y quitará reyesinviará portierras no sabidas ni conoscidas sus Capitanesno habrá reinos que no lereconoscanni quien de ahí adelante sea tan atrevido que ose tomar armascontra él. Y porque más claro veáis lo que hemos de hacereste mirazonamiento tendrá dos partes: la primera será en breve recontaros lo quetodos hemos visto cerca destos nuevos hombres; la segundaponeros delante delos ojos cuánto os conviene hacer hoy más que nunca el deberde dondenascerá la conclusión de mi fin y designio. Ante todas cosasvaronesfortísimos¿quién de nosotrosunos por vista y otros por oídasno sabelos grandes y muchos daños que estos cristianosarrojados y echados por lamaraún no bien entrados en nuestra tierrahicieronqueriendo lo queconmucho nuestros dioses se han enojadoderrocar sus imágenesintroducir nuevareligión y nuevas leyespretendiendo hacerse señores de nuestra tierraciudades y casas ylo que peor esde nuestras personas? Prendieron al granseñor Motezumaque como cobarde vivió y murió; quemaron y hicieron justiciade Qualpopocayfinalmentecomo si hubieran nascido en nuestras casas yheredado el imperio mexicano y nosotros fuéramos los advenecidos y esclavoshicieron y deshicieron en nosotros y en nuestras cosas a su voluntad y contentohasta que yano pudiendo sufrir los dioses su desvergüenza y crueldadlevantándo[se] mi predescesor Cuetlauacadigno por esto de gloriosa y perpetuamemoriatomaron de aquellos cristianos justa y cruel venganzamatando más deseiscientos dellosunos miserablemente ahogados en el aguaotros hechospedazos en la tierray muchos que tomamos vivos en el templo que tomaron parasu defensaen venganza de sus maldades sacrificados; y los que de tan grandestrozo con su Capitán Cortés quedaron vivosenfermosheridos ydestrozadoshuyendo como liebresse metieron por las puertas de lostlaxcaltecaspidiendo como mujeres socorro y favor a nuestros enemigosde loscualessi hacemos el deberconfío en los dioses que no menos que de loscristianos nos vengaremos; y puescomo veislos dioses son de nuestra parte yhemos de pelear por su honrapor nuestra vidapor nuestra libertadpornuestro imperiopor nuestra haciendapor nuestros hijos y mujerespor nuestranasción y linaje¿quién de vosotros puede haber tan cobarde queaunquedesnudo y sin armascomo fiero leónno se meta por las armas de nuestrosenemigos y no quiera primero morir que perder uno de los bienes contadoscuantomás todos? La ciudad en que estamos es fortísima; la comarca della llena defortísimos guerreros vasallos y amigos nuestros; tenemos recogidos muchosmantenimientoshechas muchas y muy fuertes armaslevantadas muchas y muygrandes albarradasquitadas todas las puentesy en número los que en laciudad estamos somos más de nuevecientos mill hombres de guerrasin más deotros tantos que acudirán de refresco. Cortés tiene pocos cristianosy detlaxcaltecas y otros sus amigos no puede traer docientos mill; de manera quesomos muchos para pocosylo que más esque estamos en nuestra ciudad; quepara echarnos della otro poder que el de los dioses no basta. No veo la hora queestos nuestros enemigos no caigan en nuestras manos; tarde se me hace elensangrentar mi espada en sus cuerposparesce que no estoy en mí hasta vermecon ellos; alegróme mucho que seáis talesque para seguirme no es menesterrogároslo; sé que moriréis donde yo muriere y sabed que yo moriré primeroque os dexe. En el bien de pelear está la victoria; en la victoriavuestrafamanombre y gloriaque hasta los últimos fines de la tierra se extenderá ydurará para siempre. Deseastes batallas y en ellas para siempre quedastesvencedores; dilatado habéis vuestro imperiovengado vuestras injuriasennoblescido vuestro linajeillustrado vuestra nascióny porque menos queesto no puedo esperar para lo por venirsólo os ruego hagáis todos lo que mevierdes hacerque desta manera yo espero que los dioses serán muy servidosytodos los que después de nos vinieren dirán: «Tal Emperador para talesvasallos y tales vasallos para tal Emperador.»

Hecho este tan bravo y vano razonamientotodo aquel auditorioque era muygrande y de muchos y ricos señoresmuy quedo hablando unos con otroslevantóun ruido y susurro como de enxambre de abejasalabando unos el altorazonamiento de su señorotros diciendo que ya deseaban verse en la batalla.Después que todos hubieron desta manera habladolevantándose dos grandesseñores parientes de Guatemuzaen nombre de todos respondieron así:



 

 

Capítulo XXXVII

De la repuesta que dieron los señores a Guatemuza.

«Muy poderoso y muy esforzado Emperador y Capitán nuestro: Todos los quepresentes estamosde quien depende todo el resto del imperio mexicanotebesamos las manospor el cuidado que como buen Príncipe tienes de tus reinos yseñoríos. Mucho nos has obligado con el amor que a nosa nuestra patriaanuestra nasciónylo que más esa nuestra religiónmuestrasqueriendoprimeromorir delante de nosotrosque feamente ser vencido. Haces lo que debesa la suprema dignidad de Emperador que tan justamente poseese ciertosi comolos dioses dieron a Motezuma por Emperador para nuestra injuria y afrentatehubieran a ti dado su ceptro y silla imperialno solamente no hubieran loscristianos entrado en nuestro imperiopara tener nescesidad de echarlos délpero no hubieran pasado de Cempoalaca poco aprovecha que el exército sea deleones si el Capitán es ciervoy más fácilmente vencerá el exército deciervos tiniendo por Capitán al leónque el exército de leones tiniendo porCapitán al ciervo; porque no es cosa nueva que desmayando el Capitánporvalientes que sean los soldadosno desmayen luegoy asíaunque éstos nosean muy valientesviendo que lo es su Capitánse animan y menospresciancualquier peligro. Grande es y dichosa nuestra suerte en tenerte en negocio tangrande por Capitán y caudilloy esperamos que no menos dichosa será tufortuna en tener a quien mandes y rijas tantostan fuertes y animososPríncipesseñorescaballerosCapitanes y soldadoslos cualesviendo tudeterminación y entendiendo lo mucho que les importa el bien pelearno tedexarán sin que primero dexen la vida. Venga Cortés y sus cristianos ytlaxcaltecas cuando quisierenque siendo tú nuestro caudillo y dándonos losdiosescomo han comenzadofavorson pocos los que vendránaunque fuesenmuchos más; y pues tienes soldados a tu gusto y voluntad y nosotros en tiCapitán cual no supiéramos desearno hay más que responderte de que hechoscomo es razónsacrificios a nuestros diosescon alegres y fuertes ánimosesperemos a nuestros enemigosy si te parescierelos vamos a buscar.»

Dada esta respuestaque fue tan soberbia y vana como al razonamiento deGuatemuzatodos muy contentosdos a dos y cuatro a cuatrose salieron deaquella gran saladonde se determinaroncomo después lo hicieronde morirprimero que rendirse; y como estaban esperando este tiempofue cosa de ver elbulliciodiligencia e cuidado de todosel adereszar de las armaselacaudillar de los soldadosel tomar las cabezas y los puestos de donde lossuyos habían de pelearlos razonamientos y pláticas que los soldados hacíana sus Capitaneslos avisos que los unos y los otros se daban.

Entre tanto que estos aparatos se hacíandigamos cómo Cortés se rehacíay aprestaba para dar sobre ellos.



 

 

Capítulo XXXVIII

Cómo Cortés se rehizo y se aprestó para venir sobre México.

No pudo tanto la diligencia y solicitud de Guatemuzani fueronaunquevalieron muchode tanto poder sus embaxadaspromesas y amenazasque nohubiese muchos señores que se acostasen al bando y parcialidad de lostlaxcaltecasasí porque eran valientescomo porque estaban aliados con loscristianosque tanto se habían señaladoaunque es lo más ciertopor laenvidia e odio que a los mexicanos teníanpor ser tiranos y opresores de lasotras gentes. Otros se estaban a la mirano osando determinarseporque por launa parte vían la fortaleza grande de México y su casi infinita genteporotra el gran valor de los cristianos y el esfuerzo e destreza de lostlaxcaltecas; desta manera estuvieron neutralesesperando la batallaparaseguir al vencedor.

Entendiendo esto Cortésaunque no muy claramentepor la dificultad de lasespíasdio muy gran priesa en que se labrase la madera para los bergantines;hizo muchas picas y muchos escaupilesmandó adereszar las escopetas yballestas; mandaba hacerasí a los suyos como a los tlaxcaltecasque cadadía se exercitasen en las armas que cada uno había de usar. Invió mensajerosa otros amigos de los tlaxcaltecasnunca parandosino trabajando siempre cómosaliese con su deseada empresa. Ayudó mucho a su buena diligencia su buenafortunaque pocas [veces] aprovecha el saber cuando ésta faltaca comodespués que había estado en México y prendido a Motezumala fama de tanpróspero subceso y la grandezariqueza y fertilidad de aquellos reinos sehabía derramado por todo el mundo y volado hasta donde de las Indias no setenía noticiadeseando muchosespecialmente los de Cuba y Sancto Domingocomo más vecinosy otros de las Canarias y algunos de Españade ver nuevastierras y gozar de la prosperidad que prometíandexando sus casas y quietudpor verse en mayor estadocon alegre ánimo se arrojaron a los peligros de lamar y a los que después en aquestas partes tuvieron. Llegaronpuesal puertoen diversos navíos cantidad de españolespero como venían muchos navíosjuntosno saltaran en tierra muchos españolesy así no llegaban a Tlaxcalacuando más sino treintay como algunos venían con menos númerodieronocasión a los indios del despoblado y aun a los de Tepeacaque losacometiesencomo lo hicieronsegún atrás está dichodonde perdieron lasvidas por buscarlas mejoradasen lo cual puso Cortés el mejor remedio quepudo. Finalmenteaunque murieron desta manera algunos españoleslosdemáscon harto deseo de ver a los nuestrosllegaron a Tlaxcalay como dedía en día se iban recogiendovinieron a hacer un buen golpe de genteque nopoco animó a Cortés y le encendió a que apresurase su partida primero que lostlaxcaltecas se resfriasen o la buena ocasión se le fuese de la mano.



 

 

Capítulo XXXIX

Cómo Cortés hizo alarde de los suyosy de una solemneplática que les hizo.

Después que Cortés tuvo a punto todo lo que era menestermandando elsegundo día de Navidadpor la mañanadespués de dicha misaque se hicieseseñalcómo ya los españoles estaban avisadospara que delante de toda laSeñoría de Tlaxcala se hiciese reseña y alarde de los que habíatenía yaCortés la noche antes señalados Capitanes de a pie y de a caballoque fueronlos mismos quecomo atrás hemos dicholo habían sido. Hízose la seña congran ruido de trompetas y atabales; acudieron todos los señoresCapitanes ycaballeros tlaxcaltecas e otros que habían venido de CholulaGuaxocingo eotras provinciasque tuvieron noticia que aquel día se había de hacer elalarde.

Salieron los nuestrosporque sabían que habían de ser mirados y aun porquepretendían ser temidos aun de sus amigoscuanto pudieron bien armados. Hízosela reseña en una gran plazacerca del gran templo mayor. Cabalgó Cortéselcual y su caballo iban armados con una ropeta de terciopelo sobre las armassuespada ceñida e un azagaya en las manos. Otros dicen que al hacer de la reseñaestuvo asentado a la puerta de la salaque caía sobre la plazaen una sillade espaldascon mucha auctoridady que después de hecho el alardecon los dea caballoescaramuzó que no poco bien paresció a los indios. Lo uno ylo otro pudo ser.

Salieron en el alarde primero los ballesteroslos cuales a la mitad delpuestocon mucha gracia y presteza armaron las ballestas y las dispararon porlo altohaciendo luego su acatamiento y reverencia a Cortés; tras éstos ibanlos rodeleroslos cualesllegando al puesto que los ballesterosecharon manoa las espadasy cubriéndose con las rodelashicieron ademán de arremeteryenvainándolas luegohicieron su acatamiento a Cortés y pasaron adelante.Siguiéronse luego los piqueroslos cuales calaron sus picasmostrando quereracometerhaciendo la reverencia que los demás. Los últimos en la orden de apie fueron los escopeteroslos cualeshaciendo una muy hermosa salvapusieronpavor a los indios. Tras éstosde dos en doscon lanzas y adargaspasaronlos de a caballoy despuéspor la misma formacorrieron sendas parejasescaramuzando con ellos Cortéslo cual por extremo dio gran contento a losindiosanimólos y encendiólos en un deseo ardiente de verse con los enemigosmexicanosporque entendían que con el ayuda a favor de gente tan valientetandiestra y tan exercitadano podían dexar de alcanzar victoria de sus enemigosy envidiosos de aquel orden y manera de alardedixeron a Cortés que ellosquerían hacer otra reseña para el día siguientede que Cortés rescibiócontentoel cual halló que tenía de los suyos cuarenta de a caballo equinientos y cuarenta de a piey nueve tirosaunque con poca pólvora. De losde a caballo hizo cuatro escuadrones de a diez cada unoy de los peones nuevecuadrillas de a sesenta cada unaen las cuales iban los Capitanes y losdemás Oficiales del exércitoa los cualestodos juntoslos unos a caballo ylos otros a piedesde su caballo les hizo la plática que se sigue:

«Cuando consideroseñores y hermanos míosfuertes columnas sobre lascuales Dios en este nuevo mundo edificará nuevo edificioel tiempo pasado y lecotejo con el presenteme alegro mucho e doy gracias a Dios. Bien osacordaréis los que comigo os hallastes con cuánto derramamiento de sangreconcuánta pérdida de fuertes y valientes compañerosfuimos echados de aquellagran ciudad de México y perseguidos los que quedamos hasta esta provincia deTlaxcalallegando a ella pocosy esos heridoslos mas enfermoshambrientos ydestrozados. Fuimos de los tlaxcaltecas como hermanos suyos rescebidos. Muchasvecescon el largo contraste de fortunadesmayastesdeseando veros en vuestratierra y pidiéndome que nos hiciésemos a lo largo. Toda adversidadbien séque trae consigo aflición y desconfianzapero si miráis el estado presenteentenderéis la razón que yo tuve en rogaros no volviésemos las espaldascaes cierto que nunca navegaría el piloto si pensase que siempre había de durarla tempestad. Súfrese el trabajo con la esperanza del sosiego y pásase lanoche mala con esperanza del buen día. El ánimo fuerte y constantecomo nodebe ensoberbecerse con la prosperidadasí no debe desmayar en la adversidad.Vedseñoresla diferencia del tiempo pasado al presente y quedaréis corridosde haber desfallescidono acordándoos que Diosque fue poderoso para darpoder a nuestros enemigos contra nosotrosese mismovolviendo por nosotroshabía de socorrernos. Véoos muchosmuy bien armadossanosfuertes y reciostan respetados y amados de los tlaxcaltecas y sus amigosque no menos confíande vosotros que de sus diosesy así tienen por cierta la victoria contra losmexicanoscomunes enemigos nuestros y suyos. Los amigos entre quienes estamosno nos pueden faltarporque habiéndose declarado por de nuestra partelesconviene primero morir que dexar de pelearporque serán tratados peores queesclavos de los mexicanosperderán su dulce patriasu amada libertadseránsus hijos y mujeres esclavos como ellos. Nosotros hemos de pelear por nuestrasvidaspor nuestra honrapor la venganza de tantos y tan buenos compañeroscomo perdimosy lo principal espor la defensa y predicación de nuestrasancta fee y por el servicio que en estodespués de Diosa nuestro Rey eseñor haremos. Los mismos sois quesiendo yo vuestro Capitánmuchas vecesno siendo tantos como ahorahabéis peleado con cient mill y docientos millindiosy nunca sino una vezhabéis sido vencidosy esto porque lo quiso Diosasí por nuestra soberbia. Puestospueslos ojos y corazones en Diosconalegre ánimo pues todo está tan a punto que no podemos desear cosaemprendamos y acometamos este negocioque aunquecomo tan importantetengadificultadsoy cierto que con el favor divino saldremos con él. Servirse haDios y el Rey; illustraréis vuestras personasdesterraréis al demonioennoblesceréis vuestra nasciónenriqueceréis vuestros deudoslo cual todosiendo asíno resta sino que con César digamos: «Echada es la suerte.»Vamosno donde los hadossino donde Dios y los pecados de nuestros enemigosnos llaman: y porque os veo ya tan deseosos de venir a las manosque máspalabras os serán superfluas y pesadasséaos aviso que pasado mañanahechoel alarde de nuestros amigossaldremos de aquí.»

Hecho este razonamientosin dar la mano la alguno de los Capitanes querespondiesea una voz todosmuy alegresdixeron: «Ya se nos hace tarde paravernos con aquellos perros. Dios nos favorezcaque con tal caudillocierta tendremos la victoria.» Dicha esta breve repuestasonaron las trompetasy atamborescorrieron los de a caballo e después se fueron todos a comerqueera hora.



 

 

Capítulo XL

Del alarde y reseña que otro díaa imitación de los nuestroslostlaxcaltecas hicieron.

Deseosos los tlaxcaltecas de parescer en lo que pudiesen a los cristianosdeterminaron de hacer reseña de los combatientes que a Cortés podíandary asídespués que todos estuvieron apercebidos y Cortés hubo oídomisaen aquel mismo lugar que se había hecho el alarde de los cristianosensu presencia y de todos los nuestroshecha con sus trompetas y caracoles señalde entradacomenzaron en la primera hilera a salir los cuatro señores ycabeceras principales de la Señoría de Tlaxcalaen los cualespor no perdersu preeminenciaiba el mozo hijo del prudente y buen Magiscacín. Estos ibanricamente vestidos a uso de guerracon rodelas y macanassaliéndoles de lasespaldasuna vara en alto sobre la cabezamuy ricos plumajes con que ellosparescían más bravosy como usaban horadar los bezos y las orejas y en loshoyos llevaban encaxadas piedras ricasparescían más bravos. Llevaban tomadoel cabello con una venda de oro o plataen los pies ricas cotarasque ellosllaman cacles. En pos destos cuatrocomo pajesiban cuatro mozos muy bienapuestoscon ricas flechas y arcos para cuando los señores los hubiesenmenester. Luego se seguían cuatro estandartes con las insignias y armas de laSeñoría de Tlaxcalaricamente labradas de pluma; llevábanlas cuatrocapitanes muy principales. Luego por hilerasde veinte en veintepasaronsesenta mill flecherosyendo de trecho a trecho un estandarte con las armas delCapitán de cada compañía.

Cuando los primeros llegaron do Cortés estabale hicieron grandeacatamientoinclinando sus estandartes. Levantóse a ellos Cortésquitándoles la gorra. Los demás como iban pasando inclinaban las cabezas conmuy buena gracia y destrezaque la tenían más en esto que en otra cosa.

Dispararon las flechas por lo altoquecomo eran tantasquitaban la luzdel solporque como son tan diestros disparaban en un momento diez y doceflechas. Tras déstos pasaron los rodelerosque serían más de cuarenta mil.Cerró el alarde y reseña el número de los piquerosque serían más de diezmill. Fueron por todossegún Motolinea dicecient millperosegún Ojedaqueen sumaescribió lo que viófueron ciento e cincuenta mill.

Acabado este alardeque tardó en pasar más de tres horasXicotencatlqueera el capitán generalestando en un alto de do podía ser oído y señoreabatodo el exércitohaciendo señal que callasenles dixo estas pocas palabras:«Muy valientes e muy esforzados señores Capitanes y soldados de la Señoríade Tlaxcala: Ya sabéis cómo mañana hemos de salir de aquí en compañía delinvencible Cortés y de sus compañerospara que juntosa fuego y a sangrehagamos cruel guerra a nuestros enemigos los mexicanos. Bástaospara decirosque hagáis el debertraeros a la memoria que sois tlaxcaltecasnombre bravo yespantoso a todas las nasciones deste mundoy asíno quiero deciros quepeleéis por vuestra libertadpor vuestra honrapor vuestra patriaporvuestros diosespor vuestra vida y por vuestros amigospues tengo en tantoperder el nombre de tlaxcalteca no haciendo el deberque perder todo lo quetengo dichoy pues son superfluas más palabras a soldados tan de antiguovalientesdiestrosventurosos y animososdexando el tiempo para las obrasnole gastemos en más razones.» Con estopara juntarse otro díase fue cadauno a su casa.



 

 

Capítulo XLI

De los navíos y personas señaladas que en ellos vinieron enayuda de Cortés.

Primero que estas cosas subcediesenestando Cortés en Tepeaca y luego quellegó a Tlaxcalaquiso Diospara el castigo de México y para acabar susabominables y nefandos pecadosque algunos de los navíos que llevaban otraderrotacomo los de Garaye otrosque llevaban otro fincomo fueron los queDiego Velázquez inviaba en favor e ayuda de Narváezse juntasen todosy nopudiendo hacer otra cosasirviesen a Cortésy por que más claro se vea elproveimiento de Dios en esto y la buena ventura de Cortéses de saber queprimero llegó un navío cuyo maestre se llamaba Hernán Medel. Este traxocaballosgente y armas y entre ellos a Joan de Burgoshombre de suertequevino con criadosarmas y caballos y sirvió después muy bien en la conquistade Méxicoy conquistadofué Alcalde y tuvo mucha reputación hasta quemurió.

Pocos días después vino otro navío cuyo Capitán se llamaba Pedro Barbanatural de Sevillaque después en la conquista fue natural de un bergantínyel maestre se llamaba Alonso Galeoteque fué muy buen soldado y a la vejéscegó. Traía este navío muchos mancebos hijosdalgoque fueron bien necesariosde aquella edadpara los trabajos que padesieron. Estos dos navíos invióDiego Velázquez para deshacer a Cortés y rehacer a Narváezde manera que lasalud le vino de su enemigo.

Francisco de Garay desde Jamaica invió a descubrir desde la Florida hastaPánucoy de sus Capitanes el primero o segundo fué un Fulano de Pinedaelcual quiso señalar mojones con Cortés cerca de la Villa Rica y vino a dexarlela mayor parte de la gente que traía e volverse sin hacer nada. En socorrodéste invió Garay a Antonio de Camargo con dos navíos. Este fue al que norescibieron bien los indios de Pánucoy así le fue forzado venir al puerto dela Villa Rica con mucha hambre y sedporque los indios no le habían dexadosaltar en tierra. Estuvo en el río treinta días surto. Cortés escribió a suTeniente le diesen todo lo nescesario y le avisassen no pasase de allípor queno se perdiesen. Saltaron muchos hijosdalgo en tierralos cuales no pararonhasta verse con Cortés. Como Garay de todos estos navíos no tenía nuevainvió en socorro de Camargo a Miguel Díaz de Aitosque fué uno de losmejores conquistadores que hubo. Murió muy viejo e muy rico en México; traxomuy buena gente y caballos.

Todos estos navíos dieron a Cortés soldados y Capitanes a cumplimiento delnúmero que tenemos dichoaunque Jerónimo Ruiz de la Motavarón muy cuerdo ycuriosoen sus Memorias dice que fueron quinientos y noventa. Estos fueron losque llegaron a Tlaxcala. De los que después vinieron estando Cortés en Texcucodiré en su lugar.



 

 

Capítulo XLII

De las ordenanzas que Cortés hizo y mandé pregonar para labuena gobernación del exércitoy cómo castigó a algunos que lasquebrantaron.

Considerando Cortés que sin leyes no se podía bien gobernar el exércitopretendiendo estorbar pecados y desafueros que la gente de guerra más que la depaz suele cometerpara que viniese a noticia de todos y nadie sin su pena lasosase quebrantarmandó pregonar las ordenanzas siguientes:

«Ordena y manda Hernando CortésCapitán general y Justicia mayor ennombre de Su Majestad en esta Nueva España:

Primeramente que ninguno blasfeme del sancto nombre de Dios ni de su sanctaMadre ni de ningún sanctoso pena que según la calidad de su persona serágravemente castigado.

Itemmanda y ordena que ningún español riña con otro ni eche mano aespada ni a otra armaso pena quesegún está dichoserá castigado.

Itemordena y manda que ninguno sea osado de jugar el caballo ni las armasni el herrajeso pena que será afrentado.

Itemordena y manda que ninguno fuerce mujer algunaso pena de muerte.

Itemordena y manda que ninguno por fuerza tome ropa a otroni castigueindios que no sean sus esclavos.

Itemordena y manda que ninguno sea osado salir a ranchear ni hacercorrerías sin su expresa licencia.

Itemordena y manda que ninguno captive indios ni saquee casas hasta tenerpara ello facultad.

Item ordena y manda que ninguno sea osado a hacer agravio a los indios amigosni tratar mal a los de cargaso pena que será castigado.»

Publicadas estas ordenanzaspuso luego tasa en el herraje y vestidosqueestaban en subidos prescioslo cualaliende que aprovechó muchodio bien aentender el sesovalor y bondad de Cortésel cualcomo ya tenía tanadvertidos a los suyosninguno quebrantó ordenanzapor principal que fueseque no le castigaseca como en el Capitán es alabada la clemencia con elvencidoasí no se debe descuidar en ser severo contra los que quebrantasen susleyes y preceptospues de guardarlos o quebrantarlos pende el vencer o servencido; y asíporque un español que se llamaba Polanco tomó cierta ropa aun indiole mandó dar cient azotesy porque dos negros suyosque no teníacosa de más valor para su servicio que a ellostomaron a unos indios unagallina y dos mantaslos mandó ahorcarsin que ninguno fuese parte para queles diese otro castigodiciendo que la ley se había de guardar másenteramente por los de su casa que por los de fuera. A un español mandóafrentar públicamenteporque unos indios se le quexaron que les habíadesgajado un árbol; a un Fulano de Moraporque tomó por fuerza una gallina aun indiole mandó ahorcare ya que le habían quitado la escaleraaimportunación de todos los Capitanesestando medio muertole quitó la sogay quedó tal de la burlaque en más de un mes no pudo tragar a placer. Coneste castigo e con los demás fue Cortés tan obedescido que ninguno más en sutiempoy así todo le subcedía acertadamente.



 

 

Capítulo XLIII

Del razonamiento que Cortés hizo a los tlaxcaltecas al tiempode su partida.

Ya que todos los tlaxcaltecas y los de Cholula y Guaxocingo estabanjuntos en la Señoría de Tlaxcalamandando que todos los más se juntasen enaquella gran plaza donde se habían hecho los alardespor un intérprete leshizo este razonamiento:

«Señores Capitanes y los demás amigos míos que presentes estáis: Elhaberos rogado que os juntéis en este lugar ha sido para deciros dos cosas: launaque pues os habéis declarado por enemigos de los mexicanostambiénenemigos míosy me habéis dado vuestra fee y palabra de no mudar propósitodeterminados de morir primero que hacer con ellos amistadhagáis todo vuestrodeber y peleéis como siempre habéis hechono perdiendoantesaumentandola gloria que habéis ganado de las batallas pasadasporque si deotra manera lo hacéisque creo y tengo por cierto no haréisperderéisafrentosamente las vidasy los que quedáredes vivosen perpectua servidumbrecon vuestros hijos y mujeres; y como haciendo lo que sois obligados tendréis enmí fuerte escudo y las espaldas segurasasísi dexáredes de hacerloelmayor enemigo que tendréis será a míporque yo sé que los mexicanosholgarían de tener comigo amistad porque yo os desfavorescieseque es lo queyosiendo vosotros buenosjamás haré. La segunda cosa es quepues sabéisque Méxicopor estar en el alagunano se puede tomar sino con los bergantinesque se están labrandodeispara que se acabenel calor e ayuda que habeisdado para que se comiencentratando bien y amigablemente a los españoles quelos labran los que quedáredes en esta ciudadque yo os prometo que no seránmenos de mí gratificados los que esto hicieren que los que comigo van contraMéxicopues sin los unos ni los otros no se puede hacer la guerra. En lodemás dexá a mí el cargo de vuestra honralibertad y acrescentamiento detierra y señoríoporque estoy determinado de no volver de México hastaponeros a todos en vuestra antigua libertad y deshacer los agravios e injuriasque de los mexicanos habéis rescebido y poneros después en tanta gracia con elEmperadorReymi señorque a vosotros y a vuestros descendientes haga muygrandes y señaladas mercedesy si de los que pensábales ir comigoalgunos osqueréis quedarno rescibiré pesadumbre delloporque más valen pocos quepeleen con gana que muchos contra su voluntad.»

Hecha esta pláticalos señores que más cerca estaban de Cortéspor síe por los suyosen pocas palabrasrespondiéndole a las dos cosasdixeron quenunca tanto deseo habían tenido de pelear y morir defendiendo su libertad comoestoncese que asícada uno por sí e todos juntosle guardarían la palabradada; que primero quedarían ahogados en el alagunaque vivos volviesen sinvencery que en lo que tocaba a los bergantines y buen tratamiento de los quelos quedaban haciendoque descuidaseporque lo harían todo como lo mandabamejor que si presente estuvierenporque entendían que sin aquellas grandescanoas no se podía tomar México.

Dada esta repuestala demás multitudque era grandecon las cabezas ymanos dio a entender que así se cumpliría lo que los señores habíanprometidoy como el día siguiente había de ser la partidatodos se fueron asus casas para adereszar y llevarcomo suelensu comida.



 

 

Capítulo XLIV

Cómo Cortés salió de Tlaxcala y de lo que más subcedió.

Otro díaque fue de los Inocentesmandó Cortés hacer señal de salir elexército para México. Fue cosa muy de ver cómo oída misa y hecha suoracióninvocando el favor del Espíritu Sanctolos españoles salieron en suordenal toque de los atambores y pífarostendidas las banderasmirados congran regocijo de una infinita multitud de hombres que quedaban y de las mujeresy niños que gran trecho de la ciudad los salieron acompañando. Era cosa deoír las bendiciones y rogativas de las mujeresdiciendo unas: «Vayan en buenhora los cristianos; su Dios les dé victoria.» Otras decían: «Mirá cómovan los fuertes a quebrantar la soberbia de los mexicanos.» Muchasconlágrimas de alegríadecían: «Nuestros ojos os vean volver victoriosos:Denos los dioses por vuestra mano venganza de aquellos perros mexicanosquecuando volváis os serviremos y haremos mill regalos.» Fue también cosa nomenos digna de mirar el conciertoplumajesbanderasruido de trompetascaracolesteponastles e otros instrumentos de guerracon que salieron casiochenta mill hombresporque los demása cumplimientoa ciento y cincuentamill se quedaron en Tlaxcala hasta que se acabasen los bergantines y fuesennescesarios en el cerco de Méxicodondecomo adelante se dirápelearonnocomo indiossino como romanos. Llevaron muchos hombres de carga; iban muyproveídos de comidamuy alegres y regocijadoscomo si ya volvieran con lavictoria. Iban cuatro Capitanes generalessin otros muchoslucidamentearmadosy como la gente era mucha e vestida de blanco y en buen concierto y enlos plumajes reverberaba el solparescían tan bien que los nuestros seholgaban mucho de verlos. Acaudillábanlosdespués de sus Capitaneslos doscompañeros que ya se entendían con ellosJoan Márquez y Alonso de Ojeda.Decíanles las indias en su lengua: «Nuestros dioses vayan con vosotros y osvuelvan victoriosos a vuestras casas; haced como valientesque ya es llegado eltiempo en el cualcon el favor de los invencibles cristianoslas tiranías ymaldades de los mexicanos se acabarán.»

Con este despedirlos de la ciudad se volvierony el exército en su ordencomo salió comenzó a marchar más apriesa. Llegó aquella noche a un puebloseis leguas de Tlaxcalallamado Tezcelucaque quiere decir «lugar deencinas». Es pueblo subjecto a Guaxocingodonde leos señores délsabida lavenida de Cortésle salieron a rescebir alegremente. Acogiéronle con muchoamordiéronle bien de cenar y a los nuestrosacariciaron mucho a loshuéspedes tlaxcaltecaspasaron entre ellos muchas cosas aquella nochetocantes al honor de Cortés y de los suyos y al deseo que todos tenían deverse libres de la dura servidumbre de los mexicanos.



 

 

Capítulo XLV

Cómo Cortés prosiguió su caminoy lo que en él le pasó.

Deste pueblo partió Cortéscomenzando a subir una muy larga cuesta quetiene tres leguas hasta llegar a la cumbrepuerto agrio y estonces dificultosoy peligroso. Parte términos con tierras de Tezcuco. Durmió en el monteentierra de Guaxocingodonde el frío fue tan grande que a no templarle lasgrandes lumbres que hicieronpor la mucha leña que habíao padescieran grantrabajoo murieran los máshelados.

Siendo de día prosiguió Cortés su camino todavía por el monteenvióadelante cuatro de caballo y otros cuarto peones a que descubriesen tierra ydiesen aviso de lo que viesenlos cualesno andando un cuarto de leguahallaron grande espesura de muy gruesos y altos pinos y en el camino a manomuchos atravesadosrecién cortados. No quisieron volver luego a dar aviso delo que habían vistopensando que adelante estaría el camino desembarazado yque los árboles que allí estaban atravesados serían para algún edificiopero desegañáronse yendo adelanteporque estaba el camino tan embarazado queen ninguna manera pudieron pasar. Volvieron a Cortésdixéronle lo que pasabael cual les preguntó si habían visto alguna gente. Respondiéronle que noelcualentendido estose adelantó con todos los de a caballo y algunos de piepara descubrir si por alguna parte había alguna celada. Mandó a los demás quecon todo el exército y el artillería caminasen a toda furia e que lessiguiesen mill indiosalgunos con hachaslos cuales fueron de tanto provechoque cortando árboles y ramas gruesascomo iban viniendo los demás delexércitoapartando las ramas y trozoslimpiaron y desembarazaron el caminode manera que pudo pasar el artillería y los caballos sin peligro ni dañoaunquehasta venir a estose padesció muy gran trabajoporque aliende de lospinos que habíaque eran muchos y muy gruesoshabía otros árboles muycrescidos y malos de cortary cierto los enemigos se descuidaron conparescerles que con haber ocupado tanto el caminolos nuestros ni los indiosamigos pudieran pasary si en camino tan fragoso acudieran ocomo pudieranestuvieran en celadano pudieran dexar de hacer muy gran daño y estorbar quelos nuestros no pasasen. Pusiéronse en otros pasos más llanoscreyendo queCortés volviera por el mismo camino que había venido cuando en México entróde paz. Cortéscomo sagazpara desmentir a los enemigosporque de Tlaxcala aMéxico hay tres o cuatro caminosfue por éste que decimosy acertóloporque a ir por do primero había idohallara muchas y muy grandes celadasmuchos y grandes hoyos con estacas agudascubiertas por encima con muchadestrezahechos en el camino y fuera déldonde los de a caballo corrieran muygran riesgoy los de pie se vieran en mucho trabajo.



 

 

Capítulo XLVI

Cómo Cortés subió a la cumbre de aquel montey cómo desdeél señoreó la tierray de la refriega que hubo con los enemigos.

Pasado aquel mal pasosubida una legualos nuestros se pusieron en lacumbre de aquel puertode la cualdescubriendo las lagunas y la imperialciudad de Méxicocon los otros muchos y grandes pueblos que dentro y en sucontorno tienedieron gracias a Dios prometiendo de no volver hasta recobrar aMéxicoo perder las vidasque tan de buena voluntad ofrescían para estenegocio; y porque todos fuesen juntosrepararon un rato los delanterosyllegados los que venían atrás en conciertobaxaron a lo llanoque hasta élles quedaban de andar tres leguas.

Los enemigosque desde las sierras los descubrieroncomenzaron a hacermuchas ahumadasdando aviso los unos a los otros; dieron gritaapellidabantoda la tierrae ya que estuvieron más de cient mill juntostomaron unashoyas por donde los nuestros habían forzosamente de pasar. Arremetió Cortés aellos con veinte de a caballoe aunque llovían sobre él y sobre los otrosflechasalancearon muchosrompieron al orden que traíany como luegoacudieron los demás españolesfueron desbaratadosquedando muchos muertos ycaptivos y huyendo muchos mal heridos.

Desta manera los nuestrossin rescebir dañodesembarazaron el caminoprosiguiendo por un gran llanodonde los caballos valían y podían mucho.Llegaron a un gran pueblo que se dice Guautepecsubjecto al señor de Tezcuco;durmieron allí aquella nochey como no hallaron en el pueblo persona alguna ysupo Cortés que cerca de allí había más de cient mill hombres de guerra delos mexicanosque inviaban los señores de Tenuxtitlán y de Tezcuco contra losnuestroshizo ronda y vela toda la nocheremudando por sus cuartos diez de acaballo. Veló él la prima; apercibió toda la gente. Durmió él poco aquellanocheporque velaba para sí e para los suyos; pero los contrarios nointentaron cosao porque de noche no lo acostumbrano porque no osaronsabiendo por sus espías con cuánto cuidado velaba Cortés.

Otro día por la mañana salió de allí para Tezcucoque está tres leguasde donde por todas partestres leguas adelante y tres leguas y más de anchodesde el alaguna hasta la ladera del monteiba todo muy poblado y de buenosedificiosporque el señorío y ciudad de Tezcuco no era menor que el deMéxico. Moviendo Cortés para aquella ciudadsalieron a él cuatro indiosprincipalesricamente adereszadoscon una vara y bandera de oro; la varapesaría hasta cinco o seis marcos.

Cortésque entendió ser aquella señal de pazhizo alto para verllegados aquellos mensajeroslo que queríanlos cualesconosciendo luego aCortés por las señas y devisa que llevabayéndose derechos a éllesaludaron con mucha gracia y reverencia y le dixeron cómo Quaunacucínsuseñorles inviaba a suplicarle no permitiese que los suyos hiciesen daño a sutierra e a ofrescérsele que con todo su exército se aposentase en su ciudadporque allí sería muy bien hospedadoservido y proveído de todo lo quemenester hubiese y que podía ir muy sin receloporque le seríacomoparescería por la obrabuen amigopues el valor de su persona lo merescíaylos mexicanos lo habían hecho con él tan mal.



 

 

Capítulo XLVII

De lo que Cortés respondió a los embaxadores y cómo se fuea Quatichány de lo que más subcedió.

Mucho holgó Cortés con esta embaxadaaunque le paresció fingida. Saludómás afablemente al uno de los embaxadores más que a los otrosporque leconoscía de antesy es ansí que entre las otras virtudes y gracias queCortés teníaera de tanta memoria que al que una vez hablaba y sabía sunombreaunque después pasasen muchos añosle conoscía y hablaba por sunombrey así a todos los de su exército nombraba por los suyos y se acordabade qué pueblo y tierra eran naturalestanto que cuando el escribano no seacordabalo decía él. Reparadopuesun poquitopara pensar lo queresponderíaconsiderando que ya estaba entre tantos enemigos y si respondíaásperamente los indignabay si con amormostraba temerlostemplando lo unocon lo otroles respondió por las lenguas que fuesen bien venidos y que élholgaba que quisiesen su amistadque viniesen de pazpues con la guerra nopodía ganar naday que en nombre de Su Majestad tendría por amigo a suseñory así le ampararía y defendería contra los que lo quisiesen ofender;pero que pues mostraba serle amigoque le rogaba quepues cuando salió deMéxicocinco o seis leguas de Tezcucoen ciertas poblaciones a él subjectasle habían muerto cinco de a caballo e cuarenta y cinco peones y más detrecientos tlaxcaltecas que cargados veníane le habían tomado mucha plata eoroque pues no se podían excusar desta culpaque la pena fuese volverle loque les habían tomadopues en los muertos no había remedioy el castigohabía de ser asolarlos a todos; y si esto no hiciesenque él proscederíacontra ellos por todo rigorde manera que por cada español muriesen milldellosy que como hiciesen el deberles perdonaría las injurias pasadase nolo haciendose las demandaría crudamente. Ellos le respondieron que aquello sehabía hecho por mandado del señor de Méxicoy que la plata y oro y lo demásse habían llevado los señores mexicanos que se habían hallado en aquelrecuentro y que el señor de Tezcuco no tenía culpapero que ellos buscaríantodo lo que pudiesen y que ellos se lo darían. Con esto le preguntaron si aqueldía iría a su ciudad o se aposentaría en una de dos poblaciones que son comoarrabales a Tezcuco; llámase la una Guatinchány la otra Guaxuta; están auna legua e a media de la ciudad. Deseaban ellos esto por lo que adelantesubcedió.

Cortéspara que no le armasen alguna celadales dixo que no se había dedetener hasta llegar a su ciudad de Tezcuco. Replicaron ellos que fueseenhorabuena e que ellos se iban adelante a apercibir a su señor y aadereszar la posada para él y para los suyos. Con esto se despidieronyCortés fue marchando y con todo recato entró por una de las dos poblacionesque está una legua de Tezcucode la cual le salieron a rescibir con muchacomida ciertos principales. Fue luego de allí a Guaxutaque está media leguadonde también con mucho amorofresciendo lo que hobiesen menesterlosrescibieron sin dar muestras de otra cosay como toda aquella tierra estaba muypobladaparescíasegún había sumptuosas casas y aposentosque allí era elcuerpo de la ciudad; pero yendo adelanteentró en lo más poblado delladedonde le salieron a rescebir a su costumbre con ramilletes de flores en lasmanos y lleváronlos a una casa muy grande que había sido palacio deQuaunacaciseñor de Tezcucopadre del que a la sazón era.

Cupieron en esta casa todos los españoles y muchos de los indios amigosycomo al entrar vio Cortés que no había mujeresviejosni niñosmandóprimero que todos se alojasenque ninguno de los suyosespañol ni indiofuese osado de salir de la casa sin su expresa licenciaso pena de la vida.Esto hizo por dos causas: la unapor asegurar los indios de aquella ciudadpara que traxesen a sus mujeres y hijos; lo otropara que si quisiesen usar dealguna traiciónno matasen alguno de los suyos desmandadoy estuviese fuertepara si acaso le quisiesen acometer.



 

 

Capítulo XLVIII

Cómosubiendo ciertos españoles a las azoteasvieron cómolos vecinos de Tezcuco desamparaban la ciudady lo que sobre ello Cortésproveyó.

Este díaque fue víspera de Año Nuevodespués de haber entendido losnuestros en aposentarseespantados de que en tan gran ciudad hubiese tan pocagente y que la que había anduviese tan rebotadacreyendo que de temor noparescíase descuidaron algún tanto; pero algunos dellosdeseosos de vermás a placer aquella ciudadya que el sol iba decayendose subieron a lasazoteas del palacioque eran muy altas y de donde no solamente lo llanoperogran parte de los altos se señoreaban. Vieronpues que no pocaadmiración les causógran ruido y bullicio de genteque unos con sus hatos acuestasotros con los hijos en los brazosotros llevando de las manos asus mujeres y parientasa gran priesa se metían en sus canoasyendo la lagunaadentro hacia México. Vieron asimismo que otros muchos queo por parescerlesasío por no tener canoascon no menos priesa se subían a las sierras consus haciendas y familias.

Estuvieron los nuestros buen rato mirando estoporque era cosa de ver elbullicio con que tanta gente dexaba su ciudadcomo hormiguero que dexa su lugarpara ir a otro. Cortéssabiendo esto de algunos que lo vieronque con todapriesa le dieron mandadomandó llamar a muchos de los principales de laciudad. Díxoles cómo Don Hernandoque consigo traíaera hijo deNescualpilcintlesu gran señory que se lo daba por Rey y señorpuesCaunacusintsu señorse había pasado con los enemigos y había alevosamentemuerto a Cucuzcasínsu hermano y señorpor cobdicia de reinara persuasiónde Guatemucínmortal enemigo de los cristianos. Dichas estas palabrasprocuró estorbar la ida de los demás; pero como era tarde y anochesció luegono pudoaunque procuró por todas las vías posibleshaber a las manos alseñor que todo lo había rebeladoel cualpor asegurar a Cortés y a lossuyos y hacer mejor su hechohabíasegún tenemos dichoinviado aquellosmensajerosde que tanto más se receló cuanto más comedimientos yofrescimientos le habían hecho. Los que quedaron en Tezcuco comenzaron a venira ver su nuevo Rey e señor y a poblar su ciudad. Estos fueron de los que sehabían recogido a la sierray en breve estuvo la ciudad tan llena y tanpoblada como de antes. Sirvieron e ayudaron por estonces a los nuestros cuantopudieronviendo queno sólo no les hacían malpero los trataban muy bientanto puede con todas nasciones el buen tratamientoy porque en su nuevo Reyconoscieron verdadero amor para con los nuestrostanto que deprendió nuestralengua ycomo he dichose llamó don Hernandoparque en su baptismo fue supadrino Hernando Cortés.



 

 

Capítulo IL

Cómo desde a tres días comenzaron algunos pueblos a venir depaze de lo que más subcedió.

Después de haber estado Cortés tres días en la ciudad de Tezcuco sin haberrencuentro alguno con los indiosporque por estonces ni ellos osaban venir niacometer a los nuestrosni los nuestros osaban desmandarseasí por lo queCortés les había mandadocomo porque se recelaban de algunas emboscadasporla comodidad que para ello habíay porque siempre pretendió Cortés más porbien que por mal atraer a los indiosy asíestando con esta determinaciónvinieron tres señoresel de Guatinchán y de Guaxuta y el de Autengotrespoblaciones bien grandesencorporadas con la de Tezcucolos cualescomoaquellos que cuando quierenlo saben bien hacerllorandole dixeron losperdonase y rescibiese en su servicio y amistadque si se habían ausentadolacausa era el miedo que los mexicanos con su venida les habían puestoa cuyacausa se habían ausentado; mas ahora que estaban en libertadle servirían contodo corazón y serían verdaderos vasallos del Emperador de los cristianos yque estuviese cierto que no habían peleado contra éle que si alguna vez lohabían hechoera más por fuerza que de su voluntad.

Cortés les dixo por las lenguasbien contento de su venida y desculpaqueya sin más pruebas debían de tener conoscido el buen tratamiento que leshabía hecho y que en haber dexado su tierra habían hecho malpuesdesconfiaban de lo que tan conoscido teníanpero que era mejor venir tarde quenunca al verdadero conoscimiento; y puescomo mostrabanse ofrescían por susverdaderos amigosque él los perdonaba y rescebía debaxo de su amparo yamistadcon tal aditamento que supiesen los castigaría gravemente si sintieseque le eran traidoresy que con esto podían volverse a sus casasy traer susmujeres e hijos. Ellosaunque mostraron contento desto al parescer de losnuestrosno le llevabany así se volvierony de ahí a pocopor nocontradecirseo porque de miedo no ostaban hacer otra cosavolvieron a suscasascon sus mujeres y hijoslo cual sabido por los señores de Méxicolesinviaron sus mensajerosreprehendiéndolos y riñéndoles mucho lo que con loscristianos habían hechohaciéndose amigos y esclavos de sus capitalesenemigos y contrarios en el linajelenguacostumbresy lo que más eraenreligiónde que los dioses estaban muy ofendidos; y que si lo habían hechopor miedoque no le tuviesenpues por sus ojos habían visto el estrago ymatanza que en seiscientos españoles habían hechoy que por exercitarsemásque por destruirloshabían tenido guerra con los tlaxcaltecasca el imperiode Culhúa era sobre todos los del mundo; y que si por no dexar sus tierras sehabían confederado con los cristianosno se les diese nadaporque en lastierras de México les darían donde mejor pudiesen poblar.

Los señores destos pueblosconsiderando que les convenía sustentar lo quehabían prometidoatando los mensajeroslos llevaron a Cortéslos cualesconfesaron sin tormento a lo que habían venidoaunque lo dixeron de otramanera como sagaces y astutoso como los que venían para esto bien enseñados.Confesaron que venían de México y por mandado de los señores délpero arogar [a] aquellos señores fuesen a Méxicocomo amigos de los cristianosaser terceros y medianeros para la paz que los señores mexicanos pretendíantener con los nuestros. Desta confesión se rieron mucho los señoresconfederados y dixeron a Cortés no le engañasen aquellos falsosporqueMéxico no estaba de aquel propósitosino en destruir a los cristianos a fuegoy a sangre. Cortésaunque entendió que mentían los mensajeros y que aquellosseñores decían verdadhaciendo como dicendel ladrón fielpor atraer a sía los mexicanossi pudiesemandó desatar a los mensajeros. Díxoles que éllos creía e que a esta causa no los mandaba ahorcar. Dióles algunas cosillasrogóles que de su parte y de la dellos contasen a los señores mexicanos todolo subcedidoy que pues él no quería guerraaunque tenía razón para elloque fuesen sus amigos y que ya sabían que los que antes le habían hecho guerraeran muertoslos más a sus manosy los otros por justicia de Dios; que ellosno tenían que tener respecto a nadie más de lo que les convenía; que mirasencomo buenospor la conservación de sus tierras y casasy que si de otramanera lo hiciesen les llovería encimay que destomensajeros se fueron conesto muy contentosmás por verse sueltos que por lo que les contentaba lo queCortés les había dicho. Prometieron de volver con la repuestaaunque nunca lohicieron.

Los señores de Guatinchán y Guaxuta quedaron por esta buena obra en mayorcrédito y amistad con el Generalel cual por obras y palabras se lo dio bien aentender para confirmarlos más en su amor.



 

 

Capítulo L

De la conjuración que hubo entre algunos españoles contraCortés y cómo se supoy del castigo que hizo en Villafaña.

En el entretanto que esta cosas pasabanla fortunaque jamás está en unserprocuraba de volver el rostro a Cortésy asíhabiendocomo acontesceentre muchosalgunos quexosos del Generalprocuraron por medio de un Fulano deVillafañalo más secretamente que pudieronlevantarse contra él y elegir aFrancisco Verdugohombre valerosocuñado y heredero de Diego Velázquezcasado con hermana suyay esto sin que él lo supieseporque estabandeterminadoscuando de su voluntad no quisiese aceptarloforzarle a ello.Fueron en esta conjuración casi trecientos hombres; unos quexosos de queCortés no los trataba tan bien como ellos quisieran; otrosy éstos eran losmásporque tenían en las entrañas a Diego Velázquez y deseaban que suscosas fuesen adelante. Yapuesque algunos dellosde los más animosos y másindignadosestaban determinados de dar de puñaladas a Cortés y apellidar elnombre de Francisco Verdugo en nombre de Diego Velázquezuno dellosque así Dios lo ordenaba y quería en tan gran negocio servirse de Cortéssefue lo más secreto que pudo adonde él estaba e apartóle en lo más retraídode su aposento y díxole con el rostro demudado y la voz alterada: «Señorsime concede vuestra Merced la vida y promete no descubrirme y en lo que seofresciere hacerme mercedle diré un negocio que importa mucho saberloy siesto vuestra Merced no me concedemoriré primero que lo diga.» Cortésentendiendo que debía ser cosa importanteliberalmente le concedió todo loque pedía. Estonces aquél le dixo que supiese que él era uno de los queestaban determinados de matarle y elegir a Francisco Verdugoe que el que lomuñía y tramaba y tenía las firmas de casi trecientos hombres era Villafañay que a éste convenía prender luego si quería saber y remediar el negocio.Llamábase éste que descubrió la conjuración Fulano de Rojas.

Cortésnada alteradoantes dándole a entender que ninguno era parte paraofenderlellamó de secreto a Gonzalo de Sandovalsu alguacil mayor; diólemandamiento para prender a Villafaña y avisóle procurase tomarle un papel quetraía en el pecho. Fue Sandoval con su guarda a poner en execución lo queCortés le mandóarremetió a Villafaña y primero que le pudiese quitar elpapelse lo había echado en la boca y se había comido la mayor parte.Apretáronle la gargantahiciéronle echar lo que quedaba donde estabanescriptos trece o catorce nombres de personas principalesde los cuales estababien satisfecho Cortés.

Echáronle en prisionesconfesó luego sin tormento que él había sido elmuñidor de la liga y conjuracióny con tormento y tormentos no quisodescubrir a nadiediciendo que él solo tenía la culpa y que los nombres queen el papel se hallaroncon otros muchos que él se comiólos había élescripto de su mano para hacer memoria cómo trataría el negocio con elloseque hasta aquella hora ellos estaban salvos y él solo condemnado.

A Cortésaunque entendió lo contrariono le pesó desta confesiónporque deseabacastigando a unoreconciliar así todos los demás. Concluyóel procesosentenció a muerte al Villafañamandóle ahorcar a vista de todoslos del realmaravillados todos los que sabían la trama del secreto que habíatenido y del esfuerzo con que había negado por salvar a los que él mismohabía metido en la danza.



 

 

Capítulo LI

Cómo Cortés otro día mandó llamar a todos los suyos y delrazonamiento queleídos los nombres del papelles hizo.

Otro díadespués de haber oído misa Cortésmandó llamar a todos sussoldados. Honró más de lo acostumbrado [a] aquellos cuyos nombres o firmastenía en el papele ya que todos estuvieron juntosasí los que sabía queeran de su parcialidadcomo los de la de Diego Velázquezles habló destasuerte:

«Caballeros y amigos míosvirtud y fidelidad tengo muy conoscida de muchaspruebas que he visto en los trances y peligros que después que a estas partesvenimos he visto: No os he llamado para persuadiros hagáis lo que hasta ahorahabéis hecho comigoporque esto sería dubdar de vuestra bondadsino paradeciros lo que en vuestras palabras debéis de estar recatadospara que sinenojo o con él no se os suelte palabra que paresca ser contra la fidelidad quedebéis guardar a vuestro General y Justiciaque de vuestra voluntad elegistesrescebistes y jurastes; porque si entre pocos nunca falta un maloentre muchosno pueden faltar algunos quetomando con ánimo dañado palabras airadas edescuidadasprocuren e intenten de destruir en vosotros la fidelidadque es lamás presciosa joya de los hijosdalgomaculando vuestra honra y la de vuestrosdeudos y descendientes. Esto digo por lo que con Villafaña (que Dios perdone)nos ha pasadocuya traición no permitió Dios que por muchos días estuvieseencubiertael cualpor hacer su error más calificadosiendo un hombrenascido no más de para caluniar y malsinarcontrahizo los nombres y firmas delos más principales de vosotros y de quien yo estoy más confiadoy en estepapel que os leo hay algunasporque las demás se comiópor encubrir mejor sumaldadaunquecomo el que sabía que había de morirlo hizo como cristianoen no afirmarse en el artículo de la muerte en lo que falsamente habíaescriptoporque no permite Dios que la innocencia del que no pecó sea muchotiempo culpada. Yo soy tan vuestroámoos tantodeseoquiero y procuro tantovuestro adelantamientoque ni los trabajos de mi personani el derramar de misangre ni el perder mi vidatendría en nada con queseñoresvosotrosfuésedes en toda prosperidad adelantados. Uno soyvosotros muchose yo sinvosotros no soy ni puedo nadaporque ni soy más que un hombre ni puedo másque por unoy así como los que sois más podéis más y veis másos ruegopor el grande amor que os tengoque si yo errare en algo me advirtáise sialgunopor lo que no séestuviere de mí quexosono se quexe a otro que amíy si se quexare sea a persona de quien yo pueda tener verdadero crédito; ysabedseñores y amigos míosque si cualquiera de vosotros estuviese en ellugar que vosotros en nombre del Rey me pusistestendría tantas zozobras ymás que yoe por esto dicen que la guerra paresce sabrosa al que no la pruebay que vee más el que vee jugar que el que juega. El culpado pagó lo que debíay los innocentes quedáis comigo en mayor crédito y reputación. El quepretendiere parescer a Villafaña ni podrá ni permitirá Dios que sea menosafrentosamente castigado que élca al que Dios pone en este lugar para lagobernación y bien de muchossiendo su celo como lo es el míole guarda ydefiende de toda traición. Yo os he dicho a lo que os hice llamardescubiértoos he mi pechono me queda otra cosa. Si algoen público o ensecreto cerca destoo de otras cosasme quisierdes deciroirlo he de buenagana y agradescerlo he.»

Acabado de hacer este razonamientoa que así los culpados como los sinculpa estuvieron muy atentoslos unos más inflamadoslos otros desimulando loque sentíanmudando parescer y alegres de que no fuesen descubiertosdixerona Cortés que todos le amaban entrañablemente y deseaban servir como a Capitáne Justiciapor tan merescido nombre y títuloy que se holgaban de que comopadre y señor los hubiese advertido de lo que se debían recatar. Cortés seholgó mucho con todosmostrando de ahí adelante a los más sospechosos mejorrostro y obrascon las cuales los volvió a su amor con tanta a mayor firmezaque a los que de antes teníaaunque con todo estode ahí adelante se recatótantoque jamás se quitó cota y jubón fuertey cuando sus muy amigospensaban que dormía le hallaban velandoy cuando creían que estaba echado lehallaban que andaba mirando lo que los suyos hacíande manera que de sueño nide reposo tenía hora cierta para ser de repente salteado. Andaba de noche y dedía con alguna guarda de los más amigoscuyo Capitán era un Fulano deQuiñones.



 

 

Capítulo LII

Cómo Cortés tuvo ciertos recuentros con los de Iztapalapaede un gran peligro en que se vió.

Estuvo Cortés sin salir de Tezcuco ocho o nueve díasfortalesciendo partede la casa en que posabaporque toda no podíapor ser grandísima. Cerrópuertashizo saeteraslevantó pretiles en la parte que mejor le parescióbastecióse de lo nescesario para más de cuatro mesesrecelándose de que loscontrarios le cercarían; pero como vio que en todo este tiempo no le acometíanni daban muestra dello a los que con su licencia salíanaunque bienadereszados por la ciudaddeterminó de buscar a sus enemigosy asísalióde Tezcuco con docientos españolesen los cuales llevaba diez e ocho de acaballo y treinta ballesteros e diez escopeteros e cuatro mill indios amigostlaxcaltecas. Fue boxando hacia el Mediodía el alagunayendo por la orillahasta llegar a una ciudad que se dice Iztapalapaque por el agua está dosleguas de México y seis de la de Tezcuco.

Tenía Iztapalapa más de diez mill vecinosy estonces la mitad della y aunlas dos tercias partes puestas en el alagunay al presente lo más dellaestáen tierra firme. Tiene una hermosa fuente junto al camino que va a Méxicodonde los que vienen de España para México se refrescan y son rescebidos desus amigos.

El señor desta ciudadque era hermano de Motezuma y a quien los indiosdespués de su muerte habían alzado por señorhabía sido el principal quehabía hecho la guerra contra los españoles y echádolos de Méxicoy así poresto como porque sabía que todavía estaban de mal propósitofue Cortéscontra ellosviendo que ni por amenazas ni buenas palabras querían venir en suamistad. No pudo ir tan secreto Cortés que los de Iztapalapa no fuesen luegoavisados por los de la guarnición de Méxicocon humos que hicieron de lasatalayaslas cuales eran las casas y templos de los demoniosque todos erantorreados. Sabiendo. esto los de Iztapalapametieron luego la más ropa quepudieron y las mujeres e niños en las casas que estaban dentro del aguay dosleguas antes que Cortés llegase parescieron en el campo algunos indios deguerra y otros por el alagunaa su modo bien armados. No salió toda la gentecon exército formadoporque pretendieroncomo después lo intentaronmetiendo a los nuestros en la ciudadmatarlos con un nuevo ardidy asícomenzaron los del agua y los de la tierra a escaramuzarcon los nuestrosretrayéndose y reparando hasta llevar a los nuestros aquellas dos leguas ymeterlos en la ciudada la entrada de la cual salió todo el golpe de la gente.Pelearon más de tres horas los unos con los otros bravamente hasta que despuésde haber los nuestros muerto muchos dellosdieron con los demás al aguadondemás con la priesa y alteración que con la hondura dellaque no llegaba másde hasta los pechosy todos son nadadoresse ahogaron algunos; los demássaltaban en las canoasdonde otros los recogían. Con todo estofue tanreñida y sangrienta la batallaque de los enemigos murieron más de cincomilly de los tlaxcaltecas pocos y de los españoles ningunolos cualeshobieron gran despojopusieron fuego a muchas casasy si la noche no vinieraacabaran de destruir el puebloporque estonces más que otras vecescomo losque se vengaban de los daños rescebidosse señalaron tanto que no se podíadar a ninguno ventaja conoscida.

Yapuesque hartos de pelear se querían aposentarlos de Yztapalapa doshoras entes habían rompido una calzada que estaba como presa dos tercios delegua de la ciudadentre la alaguna dulce y la salada. Comenzó con granímpetu a salir el agua salada y dar en la dulce; estoncescon la cobdicia dela victorialos nuestros no sintieron el engañoantescomo está dichosiguieron el alcancey como los enemigos estaban sobre avisohabíandespoblado todas las casas de la tierra firme; cresció tanto el agua que yacomenzaba a cubrir el suelo donde los nuestros estaban. Acordóse Cortes cómohabía visto rota la calzadadio luego en el engañohizo a toda priesa salirla gentemandando que nadie se detuviese si no quería morir anegado. Salierona toda furiaque sería a las siete de la nochepasando el agua en unas partesa vuelapié y en otras a los pechos y a la garganta. Perdieron el despojoahogáronse algunos tlaxcaltecasacabaron de salir a las nueve de la nochey adetenerse tres horas máscorrían todos mucho riesgo. Tuvieron ruin noche defríocomo salían tan mojadosy la cena fue ningunaporque no la pudieronsacar. Todo se les hizo livianoconsiderando que a no ser con tiempo avisadosno quedara hombre que no muriera. Los de Méxicoque todo esto supierondieronluego por la mañana sobre los nuestrosporque los duelos fuesen doblados.Fuéles forzadopeleandoretirarse hacia Tezcuco; apretábanlos mucho losenemigos por tierra y por aguaaunque dellos quedaron tendidos los que más seatrevían. Los del agua fueron los que menos peligraronporque se acogíanluego a las canoas. Los nuestros como estaban mojados y muertos de hambre y losenemigos eran muchos y venían de refrescono osaron meterse en elloscontentos con defenderse y matar a los que podían. Llegaron desta a manera aTezcucomurieron algunos de los indios amigosy un españolque fué elprimero que murió peleando en el campo.



 

 

Capítulo LIII

De la congoxa que Cortés tuvo aquella nochey de cómo otrodía se le ofrescieron de paz ciertos pueblos.

Estuvo Cortés aquella noche bien pensativorevolviendo en sí diversospensamientosca por la una parte se holgaba de haber escapado de tan granpeligro y muerto en su propio pueblo tantos enemigosy por la otra estabacongoxoso de haberle sido forzado retirarsey a esta causa creía que losenemigosasí los de México como los confederadoshabrían tomado ánimo ypuesto miedo a otros para que no viniesen de paz; pero como la matanza hecha nopudo ser oculta y ninguno de los españoles había quedado muertoporque el quemataron le traxeron secreto consigodesmayó mucho a los enemigos y encendióla voluntad a los que estaban dubdososy así par la mañana vinieron ciertosmensajeros de la ciudad de Otumbadonde fue la memorable batallay de otrascuatro ciudades junto a ella que están de la de Tezcuco a cuatro e a cinco e aseis leguas.

Estos mensajerosentrando donde Cortés estabacon las devisas y señalesde mensajerosseguros en todas parteshaciéndole gran reverenciadiciendocada uno la ciudad en cuyo nombre veníadando los cuatro la mano al de Otumbaque era más sabio y más principalbrevemente habló en esta manera:

«Muy valiente e invencible Capitán: Nos los embaxadores de Otumba y de lasciudades a ella comarcanasen nombre dellas y de los señores que lasgobiernante suplicamos nos perdones los enojos que con las guerras pasadas tehemos dadoque han sido más por fuerza que contra nuestra voluntadpor lasamenazas y miedos que a la contina los mexicanos nos han puestotratándonosmal con las guarniciones que cerca de nosotros tienencomo lo han hecho contodos los que se han dadoy como hemos vuelto sobre nosotros y visto queandábamos errados y que contra tus fuerzas no hay poder en nosotros queresistate suplicamos nos perdones y rescibas en tu graciacon que teprometemos de serte verdaderos servidores y amigos y que desde hoy damos laobediencia y vasallaje al gran Emperador de los cristianosen cuyo nombrevienes.»

Mucho holgó Cortés con esta embaxadaquitósele la congoxaque no lehabía dexado reposardesimuló gravemente el gran contento que rescibióagradescióles la veniday porque no sabía si era debaxo de engañoles dixoque aunque se ofrescían de paztenía entendido cuán culpantes eran por lopasado; que para que los perdonase y creyeseconvenía que ante todas cosas letraxesen atados aquellos mensajeros que habían ido de México y a todos los quede aquella ciudad estuviesen en su tierrae que haciendo esto entendería queeran leales y verdaderos amigose que con esto se podían volver a sus tierrasy estar en ellas quietos y pacíficos. Hízoseles de mal estorespondieronmuchas cosasy aunque mucho porfiaronno pudieron sacar de Cortés otrarepuestay al fincomo no pudieron másdixeron que ellos eran leales yverdaderos amigos y que por la obra lo verían de ahí adelante y que ellosprocurarían cuanto pudiesen traer presos a los que les mandabay que si nopudiesenque en otras cosas que se ofresciesen vería cuán de veras se lehabían ofrescidocomo a la verdad después lo hicieron.



 

 

Capítulo LIV

Cómo Cortés invió a Gonzalo de Sandoval con docientoshombres de a pie e veinte de a caballo a dos cosas muy importantesque sedirán.

Estando Cortéscomo dicho hemosen Tezcuco y viendo que sus negocios no sehacían tan bien como deseabaa causa que las guarniciones mexicanas teníantomados los principales pasosasí los que iban a Tlaxcaladonde se labraba lamadera para los bergantinescomo los que iban a la Veracruzde donde esperabasocorroy asípor asegurar los caminos y hacer los negocios acertadamentedespachó a Gonzalo de SandovalAlguacil mayor del exércitocon veintehombres de a caballo y docientos de a pieescopeterosballesteros y rodeleros.Estos fueron el día siguientedespués que vino de la refriega de Iztapalapa.Allegábase a esto la nescesidad que tenía de echar de la provincia ciertosmensajeros que inviaba a la Señoría de Tlaxcala para saber en qué términosandaban los bergantines y proveer otras cosas nescesarias para la Villa Rica dela Veracruz.

DespachadopuesSandoval para estos dos efectosmandóle Cortés quedespués que hubiese puesto en los términos de Tlaxcala a los mensajerosvolviese a la provincia de Chalcoque confina con la de Cuyoacáne que porquele habían inviado los de aquella provincia a decir que aunque eran de la liga ySeñoría de Culhúadeseaban ser vasallos del Emperador de los cristianos yservidores y amigos suyosy que no lo osaban intentar por miedo de lasguarniciones mexicanas que alderredor teníanles diese favor e ayuda.Certificado que pasaba así y no había otra cosaSandovalprosiguiendo sucamino con los indios de Tlaxcala que habían traído el fardaje e con otros quehabían venido ayudar a los nuestros y volvían con algún despojo de lasrefriegas pasadassubcedió que adelantándose los indioscreyendo iban bienseguros con que en la rezaga venían los españolesque salieron de la alagunay de otras partes donde estaban en celada muchos mexicanos y dieron en lostlaxcaltecasmataron algunos dellos y a los demás quitaron el despojoperopagaron luego la culpa de su atrevimientoporque viendo Sandoval la polvareda eoyendo las voces e gritos que los indios más que otras nasciones danarremetió con gran furia con los de a caballo y hallando a los mexicanosenvueltos con los tlaxcaltecasembistió en ellos. Alanceó y mató muchosdesbaratólos a todos; llegaron luego los peonesque con las escopetas yballestas hicieron grande estragode manera que los que dellos quedaron vivosdexando el despojo que habían robado y aun sus propias armasse acogieron alalaguna y a unas poblaciones que cerca de allí estaban. Los tlaxcaltecas ymensajeros de Cortésmuy alegrescargados de nuevos despojosentraron por laSeñoría de Tlaxcalaen la cualcomo deseados y como vencedoresfueron muybien rescebidosteniendo siempre en más el valor y esfuerzo de los españoles.



 

 

Capítulo LV

Cómo Gonzalo de Sandoval fue a Chalco y de la refriega quecon los mexicanos huboy de cómo los de Chalco vinieron a ver a Cortés.

Puestos los mensajeros en salvoSandoval volvió con su gente la vuelta deChalcoy como en las sierras estaban siempre las guarniciones mexicanas paraseñorear los caminos y a los que por ellos fuesen y viniesenbaxaron en muchoconcierto más de diez mill dellos. Hicieron alto en un llano cerca de Chalcopresentando batalla a los nuestroslos cuales arremetieron con gran furia aellosrompieron los de a caballo los escuadrones mexicanostrabóse labatallaestuvo en peso cerca dedos horaspero como los nuestros mataron yhirieron a los caudilloslos demásdesbaratados en brevedexaron el campo.Desembarazado desta manera el caminolos de Chalcoque tenían sus espías ysabían ya la victoria que los nuestros habían ganadoyendo los nuestros ysaliendo ellosse vinieron a encontrar en el camino. Holgáronse por extremolos unos con los otros; los españolespor tener más amigos para su negocioylos de Chalco por verse libres de la tiranía y servidumbre de los mexicanos.Acariciaron mucho aquella noche a los nuestrosen especial a Sandovalque eradiscreto y valeroso Capitán.

Motolinea dice que los de Chalco se ajuntaron luego con los nuestros y quedesta manera se riñó la batallaquemando los vencedores los ranchos yasientos de los vencidosllevando mucha presay que otras veces habíanperdido. Lo que está dicho atrástengo por más ciertoporque conforma conlo que Cortés después escribió al Emperador.

Otro día de mañanahabiendo primero hablado Sandoval muchas cosas con losprincipales de aquella provinciadeterminó de partirse para TezcucodondeCortés estabay como los hijos de los señores de Chalco y Tlalmanalcoque esla cabeza de aquella provinciae otros principalesdeseaban ver a Cortéssefueron con él acompañados de muchos criados y vasallosllevandocomo tienende costumbrealgunos presentes y entre ellos ciertas piezas de oro quepesarían hasta cuatrocientos pesos. Salió Cortés a la puerta de la sala arescibir a los dos hermanoslos cualeshaciéndole gran reverenciadespuésde haberle ofrescido el presentecomo la muerte de su padre era frescaconlágrimas en los ojosse comenzaron a desculpar por no le haber venido a verperoque supiesen que le serían leales y verdaderos amigos y que se venían aofrescer por vasallos del Emperadorasí porque vían que ganaban en ellocomoporque su padre antes de su muerte muchas veces les había mandado se diesen alos españolesparque era gente belicosa y que pretendía deshacer tiraníasyque cuando estaba al punto de la muerte les había dicho que de ninguna cosallevaba tan gran pena como de no haber visto y hablado primero que muriese aCortés y que con este deseo le había estado esperando muchos días; e que yaque él no podía ver cumplido su deseoles mandó y rogó que en viniendo queviniese por aquella tierra se le ofresciesen y tuviesen por padre y señoreque si luego que vino no le habían venido a verhabía sido la causa el temorque a los de Culhúa tenían e que tampoco osaran venir estonces si el CapitánGonzalo de Sandoval no les asegurara el caminoy que asimismo no osaríanvolver si no les daba otros tantos españolesy que bien sabía él que enguerra ni fuera della los de Chalco le habían sido enemigosni aun cuando ensu ausencia los mexicanos combatían a Alvaradoy que cuando les dexó dosespañoles para recoger maízlos habían siempre servido y guardado y despuésllevados seguros a la provincia de Guaxocingoque era enemiga de los deCulhúa.

Acabadas de decir estas y otras palabraslimpiándose los ojoshecha ciertacerimonia de reverenciaesperaron a ver lo que Cortés respondería.



 

 

Capítulo LVI

De lo que Cortés respondió a los señores de Chalco y decómo mandó a Sandoval volviese con ellos y de allí se llegase a Tlaxcala.

Conosciendo Cortés que aquellos señores esperaban repuesta a todo lo que lehabían propuesto y suplicadocon la gracia y afabilidad acostumbrada les dixoque de la muerte de su padre le pesaba mucho y que pues no podíapor ser yamuertoagradescerle la voluntad que siempre le había tenidole agradesceríade presente y en cuanto viviese con ellospues tan buenos caballeros eran y tanbien habían cumplido lo que su padre les había mandado; y que tuviesen por muycierto que como cuerdo y hombre de experienciaen el artículo de la muertedonde especialmente los padres por la despedida suelen decir a sus hijos lasmás importantes y substanciales cosas que sabenles había dicho lo que lesconvenía para de ahí adelante poseer su estado seguro y alanzar de sí el duroy áspero señorío de Culhúa; y que perseverando en lo que su padre les habíamandadose vengarían de las injurias rescebidasporque él no les faltaríay que en lo demás que pedían les diese españoles con quien volviesen segurosa su tierralo haría de muy buena ganapara que entendiesencomo en lodemáslos favorescía cuando menester lo hubiesen.

Ellos a estas palabrascon demasiada alegríahaciendo muchas reverenciaslloraron de contentocomo antes lo habían hecho de pesarlo cual es efecto decausas contrarías cuando son intensas; diéronle muchas graciasofresciéndosele de nuevo con las personashijos e mujeresy por que másquedasen obligadosprimero que de allí partiesenmandando llamar a Sandovalle dixo que con la gente de a caballo y de a pie que le paresciesefuese luegoa acompañar y poner en su tierra aquellos señoresy que después de hechoesto se llegase a la provincia de Tlaxcala y traxese consigo los españoles queallí estaban y a Don Hernandohermano de Cacamacín.

Partió luego Sandoval bien en ordenpuso aquellos señores en su tierra sinacontescerle cosa memorableaunque los enemigoscomo solíanestaban sobrelas sierras. Fué bien rescebido y regalado de los de Chalco. Pasó de ahí aTlaxcalatiniendo en el camino algunos recuentros yfinalmentetrayendoconsigo a los españoles y al Don Hernandodentro de cinco o seis días volvióa Tezcuco.



 

 

Capítulo LVII

Cómollegando Don Hernando el indioCortés lo eligió porseñor de Tezcucoy de la gente que luego vino a esta nueva.

Cortéscuando supo que Sandoval venía con tan buen despachole salió arescebir a la puerta de la calleasí por honrarleque bien lo merescíacomopor rescebir a Don Hernandoa quien deseaba dar contento para atraer a sí alos tecuzcanos y hacerlos de su bando. Abrazó a Sandovaly después que lehubo dado la bienvenidaabrazó al Don Hernando; hízole muchas cariciasdióle a entender lo mucho que le deseaba ver y cómo tenía determinado hacerleseñor de Tezcucopues su hermano era tan malo que se había pasado con losmexicanos. Con estas palabrastomándole por la manose entró a su aposentodonde le hizo sentar y tomar colaciónpreguntando primero a Sandovalque élno lo entendióqué pecho traía y con qué propósito veníay sabiendocuán fixo y estable venía en su amistadcon mayor gracia y afabilidad letratódiciéndole que como él perseverase en el amistad de los españoles yatraxese a sus vasallosle haría tan gran señor como había sidoMotezumaporque esperaba en Dios que antes de muchos días desharía la tiraníamexicana.

Don Fernando le respondió a esto cuerda y avisadamente (ca cierto eraprudente y grande amigo de los españoles)que lo que su hermano lo habíahecho de malesperaba él de hacerlo de bien y que asaz tenía entendida latiranía mexicana y que cosa tan mala no podía durar mucho tiempopor tenerofendidos a tantos reinos y señoríos y tener por enemigos a los cristianosalos cuales su Dios a ojos vistas había dado tan grandes y señaladas victoriasy que él con el autoridad del señorío de que le hacía merced en nombre delEmperador de los cristianosprocuraría poblar su ciudad y provincia como antesestabapara que todos juntos hiciesen brava guerra a los mexicanos.

Esto dichoque mucho contento dio a los nuestrosCortéstornándole aabrazarmandó llamar los intérpretesa los cuales dixo que luego llamasen alos principales y demás vecinos que a la sazón en la ciudad estabanporquequería darles por señor a Don Hernandoque de derecho subcedía en elseñoríoy que se adereszasen de fiesta y traxesen toda la músicapara quecon la solemnidad que acostumbraban le rescibiesen por señor. Desto holgaronlos más de los vecinosaunque les pesó a otrosentendiendo que el poder yfuerzas de Cortés se fortificaba más para subjectar y hacerse señor de losindiosque tanto se recataban de reconoscer señor de otra nasción. Mandóasimismo Cortés a los suyos que todos se vistiesen y adereszasen de guerraconlas trompetasatambores y atabales que había; y hecho en el patioa lacostumbre de los indiosde hierbasflores y rosasun alto y hermoso xacalyaque para el efecto los unos y los otros se juntaronsalió Cortés con muchamúsicallevando consigo a su lado al que había de ser nuevo señorasentándole par de sí en un bancoy sentado él en una silla de espaldas ytoda la demás gente en piehecha señal de que todos callasena los vecinos yal nuevo señor hizo la plática siguiente:



 

 

Capítulo LVIII

De la plática que Cortés hizo a los ciudadanos y nuevoseñor de Tezcucoy de cómo ellos le juraron por señor.

«Entendido habréiscaballeros y los demás vecinos desta gran ciudad yreino de Tezcucoque como en el cuerpo humano sin la cabeza los demás miembrosno tienen fuerza ni vida ni cada uno puede usar el oficio para que fue hechoasí vuestra muy grande y señalada repúblicadespués que su cabeza y señorse apartó de vosotrosha estado inquietadesasosegada y divisa en muchasparcialidadescon contrarios y diversos parescerescomo donde hay tantadiscordia por falta de la cabezano puede haber en los miembrosque soisvosotrosfuerzas ni vigor para sustentarosantes os vais apocandoyéndoos atierras y señoríos ajenosdexando vuestra dulce y amada patria. Viendo yoestoaunque vosotros no me lo agradescáisdeterminé inviar a llamar a DonHernandoque presente veishermano legítimo de vuestro ingrato señorQuaunacacínpara que subcediendo como ligítimo heredero en ese señoríocomo vuestro natural señor os favorescaampare y mantenga en justiciaal cualdaré yo toda ayuda y favor para que él sea respectado de los suyos y temido desus enemigos y vosotros viváis en quietud y sosiegollamando como a estadoseguro a vuestros deudosamigos y ciudadanospara que de hoy en adelantevuestra república florezca más que nunca. Rescebirle heis y jurarle heis avuestro ricto y costumbre por vuestro señor naturaly por que no penséis quesospecho mal de vuestra fidelidadcerca desto no os quiero decir máspordecir a Don Hernando lo que con vosotros debe hacer.

«YapuesDon Hernandosabéis que sois cabezay que como en ella estáel entendimiento para entenderlos oídos para oírlos ojos para ver y lalengua para hablartodas estas cosas con gran cuidado las habéis de emplear encómo los viciosos sean castigados y los virtuosos remuneradosca desta maneravuestra república irá siempre en crescimientoy sabed que como no hay cosamás buena que el buen Gobernadorasí ninguna cosa más mala que el maloelcual aunque tenga mucha guardano puede dormir seguro de los suyos como elbuenoque por doquiera que vaaunque vaya solotodos miran por él.»

Hecho este razonamientoesperó que le respondieseny como había habladocon los caballeros y ciudadanostomando el más antiguo la manorespondió portodos en esta manera:

«Entendido hemos todos los que presentes veesmuy valiente y muy sabioCapitán de los cristianosla gran falta que nos ha hecho nuestro señor y losmuchos daños que de su ausencia se han seguidoy asíestamos muy obligadospar el remedio que al presente ponescon darnos por señor a Don Hernandoligítimo subcesor y heredero en el reino y señorío de Tezcucodel cualesperamos que seremoscomo dicesbien gobernados y mantenidos en justiciayasí será causa que los demás que en México y en otras tierras estánderramadosse junten ycomo antesennoblescan su ciudad; por lo cualDonFernandoRey e señor nuestrohoycomo a ligítimo subcesor de tu hermanopara mientras los dioses te dieren vidate rescebimos y juramos por nuestro Reye señor natural y prometemos a nuestros diosesa ti y a todos los quepresentes están de te obedescer en todo lo que nos mandarescomo no sea contranuestra religión y contra nuestra patriay asíte suplicamos que como atuyos nos rescibas y ampares debaxo de tu favor y autoridad real.»

Diciendo estas palabrasél y los demásen señal de reconoscimiento yvasallajehicieron cierta cerimoniainclinando las cabezasy luegoprosiguiendo su pláticadixo: «Los dioses inmortales te hagan dichosoventuroso contra tus enemigos; en tus dichosos años y días nos dé Dios nuevasvictoriasmuchos amigosguenos temporales y todo nos subceda próspera ydichosamente.»

Acabada esta repuestahizo señal con la manotocaron los cuernos ycaracolesteponastles y los demás instrumentosen testimonio de su grancontentotras lo cual se siguió luego la música de los españolesque muysuavealegre y regocijada les parescióla cual acabadarespondiendo DonFernandodixo estas palabras:

«Rey soy ya e señor vuestrode vuestra voluntad rescebido y jurado. Losdioses me sean contrariosla tierra me niegue sus fructoslas fierasdespedacen mi cuerpomis vasallos se rebelenmis amigos me dexen y desamparentodo me subceda al revéssiniestra y desdichamentesi en lo que en mí fuereno os tratase piadosamentesi no executare vuestras leyessi no cumplierevuestros previlegiossi no os defendiere de vuestros enemigossi no osmantuviere en justicia.» Diciendo esto se levantó en piellegaron losprincipaleshincadas las rodillasinclinadas las cabezas. Abrazólos en nombrede todos los presentes y ausentesmandóse apregonar por Rey e señor deTezcucoy con gran ruido se tendieron por el aire las banderas y estandartesreales con las armas del nuevo Rey y de la ciudad.

Concluído desta manera este tan solemne actose levantó Cortésytomándole por la manotratándole con más respecto que antesle traxo a suaposentodonde le dixo cómo se había de haber con sus vasallos y qué ordentendría para atraer a los demáslos cuales como supieron la nueva elecciónde veinte en veinte y de ciento en ciento se volvieron a la ciudadque no pococontento dio a Cortés.



 

 

Capítulo LIX

De cómo los señores de Guatinchán y Guaxuta vinieron adecir a Cortés cómo todo el poder de Culhúa venía sobre él y de lo que élrespondió y hizo.

Dos días después de la elección de Don Fernandoya que los más de lostezcucanos habían vuelto aa la ciudad y Cortés ganaba cada día mayorautoridad y crédictovinieron de repentemuy alterados los señores deGuatinchán y Guaxuta a Cortésdiciéndole que supiese de cierto cómo todo elpoder de Culhúa venía sobre él y los suyosdeterminados de no dexar hombre aviday que toda la tierra estaba llena de enemigos; por tantoque viese lo quehabían de hacerporque ellos no estaban determinados si traerían sus hijos ymujeres adonde él estabao los meterían la tierra adentrotanto era sutemor. Cortésnada alterado desta nuevales respondió que no tuviesen miedoni saliesen de sus casasporque aunque fuesen más que las hierbas del campono había por quéestando él allíque temerespecialmente siendo crueles ytiranosy que no era bien por vía alguna mostrar que los temíanpero comohombres valientes y de consejo recogiesen las mujeresniños y viejos en lascasas más fuertesy los demás estuviesen apercebidas y pusiesen sus velas yescuchas dobles por toda la tierray en viendo o sabiendo que los contrariosveníanse lo hiciesen saberporque saldría luego con su genteasí la de acaballo [como] con la que de a pie fuese más menestery verían la riza yestrago que en ellos hacía.

Con estomuy animados se volvieron a su tierra aquellos señoresponiendoal pie de la letra por obra lo que Cortés les había dicholo cual hicieroncon mucho concierto y ánimopor el que rescibieron en tener tan seguras lasespaldas.

Cortés luego aquella noche apercibió toda su gentepuso muchas velas yescuchas en todas las partes que vió ser nescesario; no se hizo vela porcuartosporque ninguno durmió aquella nocheesperando que ellos o los otros otodos juntos fueran acometidosque fuera fácil a los enemigossegún erancasi infinitossi tuvieran ánimo. Con este cuidado también estuvieron lo másdel día siguiente y los enemigos no vinieron ni perturbaron a los señores deGuatinchan y Guaxutao porque no osarono porque de sus espiasque es lo máscreíbleentendieron cuán a punto estaban los unos y los otrosy asícomogavilanes de poca presase ocuparon en hacer daño en los indios de carga queproveían a los españolesde los cuales mataron muchos alderredor del alagunae hicieron otros saltosprocurando tomar indios vivosespecialmentetlaxcaltecassus mortales enemigospara despacio encruelescerse en ellossacrificándolos con diversos tormentos; y para hacer esto y otros mayoresdaños se confederaron con dos pueblos subjectos a Tezcucolos más cercanos alalagunadonde hicieron acequiasalbarradas y otros muchos reparos para desdeallía su salvohacer todo el daño que pudiesen.



 

 

Capítulo LX

Cómo Cortés dio sobre aquellos pueblos y ellos le pidieronperdóny lo que sobre esto hizo.

Entendiendo esto Cortéspara atajar el fuego que de secreto se ibaencendiendoy estorbar los daños que se hacíanotro día que esto suposalió con doce de a caballo y docientos peonesdos tiros pequeños de campo yalgunos tlaxcaltecas. Andada legua y mediaque poco más había hasta lospueblostopó con unas espíasmató algunasprendió a las másalanceó amuchos que se le pusieron en defensa. Llegó a los pueblosbatió los fuerteshizo mucho dañoporque quemó muchas casasdesportilló las albarradas yforzó a muchos que echándose al agua salvasen las vidas.

Con esta victoria volvió tan alegre cuanto los otros quedaron de tristesconfusos y perdidososde los cuales otro día por la mañana tres principalescon algunos que los acompañabanvinieron a Cortésdiciéndole palabras degrande arrepentimientosuplicándole con grandes reverencias (que las hacenbien a menudo) que no los destruyese más y que con la emienda que habríavería cuán arrepentidos estaban de lo hechoen lo cual habían sidoengañadosy que primero morirían mill muertesque en ningún tiemporescibiesen en sus pueblos a los mexicanos. Cortéscomo vio que de su voluntadse había venido y que no eran personas de mucha cuenta y que eran vasallos deDon Fernandoa quien deseaba hacer placerlos perdonó con buena graciaamenazándolos bravamente de que si otra les acaecieseno dexarían hombre avida. Fuéronse con esto.

Otro día volvieron de la misma población unos indios descalabradosdiciendo cómo los mexicanos habían vuelto a fortalescerse en sus pueblos y quedefendiéndoselo bravamente les habían muerto e algunosheridos y prendido amuchosy que a no defenderse se señoreaban de los pueblos; y que pues elloshabían hecho el deber y cumplido lo que habían prometidole suplicabanestuviese a punto para cuando le diesen aviso que los enemigos veníanparasocorrerlos y destruirlosporque tenían por cierto que habían de volver conmás gente para meterse en los pueblos. Cortés les agradesció lo hechohizocurar los heridosde que ellos rescibieron gran contento; díxoles estuviesenmuy sobre avisopuestas espías y que cuando entendiesen que los enemigosvenían le diesen noticiaporque luego saldría él en socorrode manera queotra vez no volviesen. Con estomuy contentosaunque descalabradossevolvieron a sus pueblos.



 

 

Capítulo LXI

Cómo los de Chalco pidieron socorro a Cortés y de lo querespondió y de cómo le vinieron mensajeros de tres provincias.

En el entretanto vinieron mensajeros de la provincia de Chalcotambiénharto nescesitados del favor de Cortésporque como se habían declarado paramigos de los cristianos y dados por vasallos del Emperadorlos de Culhúa leshacían brava guerrano dexándolos de noche ni de día. Suplicaron con grandeinstancia a Cortés les diese españoles con que se defendiese[n]y le avisaronque supiese que los enemigos tan encarnizados que cada día convocaban ypercebían gentes para acabarlos del todoy que a él le convenía dar socorroasí porque ellos ya eran suyoscomo porque muertos ellosotros de los amigosse saldrían afuera y los enemigos contra él se harían más poderosos. Muchafuerza tuvieron estas palabras y no poco movieron el pecho a Cortés; pero comocada día esperaba de inviar gente a Tlaxcala para traer los bergantinesno sedeterminó a darles el socorro que pedíanporque sin hacer falta notable ycorrer mucho peligro no podía acudir a tantas partesaunque en todo hacía loque podíay asícon las mejores palabras que supoles dixo que porque a lasazón quería inviar por los bergantines y para ello tenía apercebidos a todoslos de las provincias de Tlaxcalade donde se habían de traer en piezasytenía nescesidadpor los infinitos enemigosque de por medio habíadeinviar para ello toda la más gente de a caballo y de a pie que pudiese nopodía darles al presente el socorro que pedían; pero que pues las provinciasde Guaxocingo y Cholula e Guachachula eran vasallos del Emperador y amigos delos cristianosfuesen a ellos y de su parte les rogasenpues vivían tancercales ayudasen y socorrieseninviando gente de guarnición en elentretanto que él les socorría. Ellosaunque no quedaron muy contentos conesta respuestapor no perder su amistadse lo agradescieronporque en mástenían un español que cincuenta mill indiosy rogáronle que pues ya no sepodía hacer otra cosapara que fuesen creídosles diese una carta suya ytambién para que con más seguridad y osadía se lo osasen rogarporque entreellos y los de las dos provinciascomo eran de diversas parcialidadeshabíahabido diferencias de donde habían nascido antiguos odios.

Estando en estollegaron mensajeros de aquellas provinciasGuaxocingoGuacachula y Cholulay estando presentes los de Chalcodando primerocomosuelensus presentesdixeron a Cortés cómo los señores de aquellasprovincias no habían sabido dél después que había partido de la provincia deTlaxcalaaunque siempre habían tenido sus velas puestas por las sierras ycerros que confinan con su tierra y sojuzgan las de Méxicopara que viendoahumadasque son señales de guerrale viniesen a ayudar y socorrer con susvasallos y gentey que porque acá habían visto más ahumadas que nuncavenían a saber cómo estaba y si tenía nescesidadpara luego proveerle degente de guerra.



 

 

Capítulo LXII

De lo que Cortés respondió a los mensajeros y cómoconfederó e hizo amigos a los de Chalco con ellos.

Gran contento rescibió Cortés con tan buena embaxaday más por ofrescersetan buena ocasión en que pudiese confederar a los de Chalco con los de aquellasprovincias; y así para hacer esto mejormandando dar de beber a losmensajerosque eran personas principales y entre ellos los más sabioshaciéndoles otras cariciasles dixo que a ellos agradescía mucho su veniday[a] aquellos señores la enviada y el ofrescimientoque tenía en tanto cuantoera razóny que así a él y a los suyos de ahí adelante tenían másobligados para hacer por ellos todo lo que se ofresciesey que al presente notenía nescesidad de su socorroporquebendicto Dios que les daba fuerzas yánimoaunque cada día se juntaban más enemigoshabía salido siemprevictorioso de los recuentros y batallas que con ellos había tenidoy queaunque fuesen muchos máspensabacon el favor de su Dioscomo había hechodestruirlos; pero que si algo se ofresciese en que los hubiese menestercomo asus hermanoslos enviaría a llamar; y que pues dellos tenía tanto crédicto yconfianza y ellos habían llegado a tan buen tiempoque los de Chalcoestuviesen presentesles rogaba mucho que olvidades y echadas pasiones apartepues ya todos eran sus amigos y vasallos del Emperadorse confederaseny deahí adelante se hiciesen buena amistad y se aliasen y confederasenpor quedesta manera se vengasen de los de Culhúay que nuncapara mostrar suesfuerzo y valorhabían tenido mejor ocasiónque los de Culhúa molestaban yfatigaban a los de Chalcoa los cuales les rogaba socorriesen y ayudasen en elentretanto que él inviaba por los bergantinesy que por este placer lesprometía de hacerles muy buenas obras cuando menester lo hubiesen.

Mucho se holgaron los unos y los otros con estas palabrasporque sesintieron muy favoreseidosy asícon mucho amorhecha cierta cerimoniasehicieron amigos en nombre de sus repúblicas y lo fueron de ahí adelantetantoque en el discurso de la guerra se ayudaron y favorescieron como hermanos.



 

 

Capítulo LXIII

Cómo Cortés supo que los bergantines estaban hechos y quehabía llegado un navío al puertoy del hecho que hizo un español.

Los soldados que Cortés había dexadocon Martín López en la provincia deTlaxcalahaciendo los bergantinesque fueron la fuerza de los nuestrostuvieron nueva cómo había llegado al puerto de la Veracruz una nao en queveníansin los marinerostreinta o cuarenta españolesy entre ellos algunosballesterosocho caballos y escopetas y pólvoracosas para en aquel tiempoharto nescesarias y bien deseadasy como aquellos soldados no habían sabidocómo les iba en la guerra a los de Cortés ni tenían seguridad para pasardonde ellos estabantenían gran pena y estaban allí detenidos otrosespañoles que no se atrevían a veniraunque deseaban mucho traer a Cortéstan buena nueva; pero como entre los españoles jamás faltaron hombres que congrande ánimo dexasen de abalanzarse a grandes cosaspor muy peligrosas ydificultosas que fuesenun criado de Cortésmozo de hasta veinte y cincoañosaunque estaba pregonado y mandado so graves penas que ninguno saliese deTlaxcala sin expreso mandado de Cortéscomo vido que con cosa ninguna suseñoría habría más placer que con saber de la venida de la nao y del socorroque traía e que a tan buen tiempo estuviesen acabados los bergantinesaunquela tierra estaba tan peligrosase salió de nochela cual caminó a muy grandefuria con el mantenimiento que pudo sacarmetiéndose de día en las partesmás ocultas y secretas que podía hallar. Víóse dos o tres veces en trance demorir. Finalmentecomo hombre venturoso y de gran ánimo y esfuerzollegó muyalegre a Tezcucode que no poco se maravilló todo el real de los españoleseaun el de los indios amigoscomo hombres más temerosos y que sabían mejor quelos nuestros las crueldades de los enemigos y los muchos que dellos había enlos pasos más peligrosos; le miraban y aun tocaban con las manos como cosa muyextrañadieciendo que si no se había hecho invisibleno sabían cómo habíapodido pasar sin que le matasen. Aquella noche en los dos realespor las buenasnuevasse hicieron alegríasdieron al mancebo muchos de los principales yCortés las albricias que pudieronaunque él las merescía muy grandes.



 

 

Capítulo LXIV

Cómo Cortés invió a Sandoval por los bergantines y de loque más le mandó y él hizo.

Muy lleno de grandes esperanzas con tan buenas nuevas tenía Cortés elpecholas cuales le rebosaban por la bocaporque después de dar gracias aDiosdecía palabras prometedoras de prósperos subcesos y con que muchoanimaba y aliviaba a los suyos de los trabajos pasadospor que no se le fuesede las manos su próspera fortuna. Desde a tres días que rescibió la nuevadespachó a Gonzalo de Sandoval con quince de caballo y docientos peones paraque traxese seguro por sus piezas los bergantines y la gente que con elloshabía de venir. Mandóle con esto que de camino destruyesequemase y asolaseel pueblo de Zultepequeque los nuestros después llamaron el pueblo moriscosubjecto a la ciudad de Tezcucoque alinda con los términos de Tlaxcalaporque los naturales dél habían muerto cinco hombres de caballo e cuarenta ycinco peones e trecientos tlaxcaltecas que venían de la villa de la Veracruz ala ciudad de México cuando Cortés estaba cercado en ella. No creyendo que tangran traición se hiciera a los nuestrosaumentó la indignación y coraje deCortés hallar cuando llegó a Tézcucoen los adoratorios o templos de losindioslos cueros de los cinco caballos con sus pies y manos y herradurascocidos y tan bien adobados como en todo el mundo lo pudieran hacery nocontentos con estopara mayor magnifestación de su traiciónque ellostenían por señalada victoriaofrescieron a sus ídolos la ropa y armas de losdesventurados españoles. Hallaron con esto la sangre dellos derramada ysacrificada por todos aquellos adoratorios y templosque cierto fue cosa detanta lástima que les renovó todas las tribulaciones y trabajos pasados.

Sandovalque desto no menos enojado estaba que Cortéstomó el negociobien a cargoaunque Motolinea dice que en este caso siempre se excusaron los deTezcuco de haber prendido y muerto los españolesafirmando haberlo hecho lasguarniciones de Méxicoque después llevaron a sacrificar y comer losespañoles a Tezcuco pero estoncespara que esto no sea creíbleno crean nadaamigos los tezcucanos de los nuestrosy asíconforme a lo que Cortésescribió al Emperadory otros conquistadoresdixeron [que] los de Tezcucofueron en esta maldad; y porque parescerá dificultoso de creer que sin granresistencia y muertes de los indios fuesen presos y muertos tantos españolesdiré cómo pasó.



 

 

Capítulo LXV

De la traición con que los del pueblo morisco prendieron ymataron tantos españoles.

Yendopuestodos aquellos españoles juntosconfiados en ir tantospasaron por aquel puebloen el cual los vecinos les hicieran muy buenrescibimiento para mejor asegurarlos y hacer en ellos la mayor crueldad quenunca se hizo. Ya que del pueblo habían salidoaunque otros dicen antes deentrarbaxando por una cuesta que hacía un mal pasa muy estrecho y angostoque por los lados no se podía subir ni daba lugar donde los hombres semeneasencuanto más los caballosllevándolos de diestroe yendo unos en posde otrospor el angostura del pasolos enemigosque estaban puestos en celadade la una parte y de la otracon tanta furia y alarido los tomaron en medioque en muy breve espaciomatando delloslos demás tomaron a manos paratraerlos a Tezcucodondecon muchas invenciones de crueldadeslossacrificaron y sacaron los corazonesuntandocon ellos los rostros de susídolos.

Motolineaaunque cuenta esto mismodice que es más de creer que lostomaron de nochedurmiendoporque por toda aquella tierra no hay cuesta agrani que allegue a un tiro de ballestani que sea menester apearse del caballopara subirla ni baxarlay que este camino es de todos bien conoscidoque va dela Vereacruz a Méxicoy que el principal pueblo donde esto acaeció fué dondehoy está la venta de Capulalpa. A esto lo que se puede decir es que no vivemás el leal de cuanto quiere el traidory que hombres asegurados no es muchoque los matenaunque sea en llanoespecialmente habiendo sido tantos enprenderlos y matarlosy que no fuese de noche paresce claro por dos cosas: launaporque los indios jamás acometían de nochey la otra porque losespañoles siempre se velany en lo que toca el caminopoco hay dél que notenga cuestas y barrancas.



 

 

Capítulo LXVI

Cómo Sandoval se partió e de un rétulo que vioe delcastigo que en el pueblo hizo.

Salió Sandoval con gran determinación de asolar y destruir aquel puebloasí por lo que Cortés le había mandadocomo porque un poco antes que llegaseal pueblo halló escripto de carbón en una pared blanca de una gran sala quehabía en unos aposentos: «Aquí estuvo preso el sin ventura de Joan Justequeera un hijodalgo de los cinco de a caballo.» Gran lástima puso este letrero alos que le leyeronporque era uno de los más valientes y de más consejo queen el real se pudiera hallary asítodos unánimes los que con Sandoval ibandeterminaron de vengar a fuegoy a sangre tan gran maldad; pero los del puebloconosciendo la traición grande que habían hechosabiendo que Sandoval seacercabaaunque eran muchos y se pudieran poner en resistenciadeterminaron atoda priesacon todos los niños y mujeressalirse dél. Sandoval los siguióalanceó a muchosprendió y captivó muchas mujeres y muchachos que nopudieron andar tantolos cuales se dieron después por esclavosatenta lagravedad del delicto. Siguió el alcancealanceando y matando no tantos cuantospudieraporque como iban en huída y desordenados no pudieron hacerresistencia.

Aplacó su saña Sandovaal con la sangre de los muertos y con la pocaresistencia y más con los ruegos y lágrimasque acerca de los caballerospueden muchoque las mujeres y muchachos derramabanarrojándosele a los piesdel caballoconfesando la crueldad de su delicto; pidieron misericordia porsípor sus padres y maridos. No se dexó Sandoval rogar muchoque condisciónes del ánimo fuerte y generoso ser piadoso con el rendido. Mandó hacer alto yque nadie de los suyos pasase adelante ni diese herida a indio alguno aunquepudiesey asíantes que de allí partiesehaciendo señal de pazhizorecoger la gente que quedaba en el pueblo y la que había ido adelante. Vinierontodos a su presenciaaunque algunos con recelo. Juntos todosconfesaron sumaldaddiciendo que el demonio los había engañado y persuadido que lohiciesen y que bien vían que en su mano estaba su muerte o su vida; que hiciesecomo valiente caballero en dar vida a los que se la pedían y que bastase lasangre que había derramado y los que había preso y captivadoy que leprometían de nunca más creer al demonio y de ser muy leales vasallos delEmperador y grandes amigas de los cristianos.

Con estas y otras palabras que la nescesidad y aprieto en que se vían lesenseñabaacabaron de ablandar el pecho a Sandoval y a sus compañeroselcualcon palabras graves y severaslos amenazócon que si otra vezlesacaesciese otra talaunque fuese de palabracontra algún españolque loshabía de quemar hasta los niños en las cunasy que estuviesen ciertos queestonces no bastarían ruegos ni lágrimas. Con esto los dexódiciéndoles quese acabasen de juntar e hiciesen el debercomo después lo hicieron.



 

 

Capítulo LXVII

Cómo en el entretanto que Sandoval caminabalos españolessalieron con la tablazón de los bergantes.

Al tiempo que Sandoval proseguía su caminoAlonso de OjedaJoan Márquez eJoan González y otros dos españoles determinaronporque se les había acabadoel tiempo en que Cortés les había mandado traxesen los bergantinessalir conellosaunque eran pocospara meterse por tierra de guerra. Estos mismosespañolessaliendo de Tezcuco aquella nocheanduvieron catorce leguasdemanera que otro día bien temprano llegaron a Tlaxcalaapercibieron la genteestuvieron cinco días en hacer esto; al sexto salieron con la ligazónydemás aparato a un pueblo que se dice Gaulipadonde se había de juntar lagente de guerra para asegurar los españoles y tamemes. Juntáronse ciento yochenta mill hombresestuvieron en aquel pueblo ocho días detenidosaguardando que Cortés inviase algún Capitán con gente a rescebirlos alcaminoaunque los tlaxcaltecascomo eran tantos y tan valientesmuchas vecesdixeron que no eran menester más españoles para que ellos pusiesen en Tezcucolos bergantines sin que un palo se perdiesey que primero morirían ellos sinquedar hombre a vidaque consentir llegar a los tamemes. Alonso de Ojedaporno pasar de lo que su General le había mandadoaunque con tanta gente ibasegurodetúvose un pocono mostrando cobardíasino diciéndoles que aunquese acertase y subcediese bienlo que el soldado hace contra el mandamiento desu Capitán no es bueno y meresce ser muy bien castigadoporque no estáobligado a más de a obedescerespecialmente a Cortésque tan valeroso ysabio Capitán era. Con esto no porfiaron los indiosviendo que como elloshacíanse ha de obedescer al Capitán.



 

 

Capítulo LXVIII

Cómo Sandoval topó con los que traían los bergantines y elorden con que venían.

Con todo estoviendo que el Capitán que esperaban se deteníapartióOjeda de Guaulipahizo noche en unas cabañas que eran términos de la gente deguerra de Capulalpay estando aquella noche velándose los señores de Tlaxcalay sus Capitanes por su orden y conciertoque a su modo le tenían bien grandea hora de media noche oyeron los nuestros cascabelesque eran de tres caballosen que venían tres españoles de la compañía de Gonzalo de Sandovalel cualadelantándose una legua de todos los demás de su compañíacomo había vistograndes fuegosinvió aquellos tres a descubrir qué cosa eray él lossiguió con dos compañeros solos. Los trescomo reconoscieron que era la gentede los bergantines corrieron con gran alegría hacia los nuestrosa los cualesdixeron que allí venía el Capitán Sandoval y que la demás gente quedaríauna legua de allí. Llegó luego Sandovalaunque Ojeda dice que quedó con elcuerpo del exércitopor la matanza que el día antes había hechoy que lostres de a caballo volvieron luego a darle la nueva de lo que pasaba. Sea comofuereva poco en esto.

Otro díabien de mañanaalzó el real Ojedamarchando con el orden yconcierto con que había salido de Tlaxcalay como Sandoval también partió demañanaviniéronse a topar a la mitad del caminodonde tendidas las banderasdel un exército y del otrotocando de ambas partes la música que traíanfuegrande el alegría que los unos con los otros rescibieron. Apeóse Sandovalabrazó a aquellos señores tlaxcaltecas y a los Capitanes y Alférezholgósemucho con ellosagradesciéndoles mucho la venida y el grande ánimo con que sehabían determinado de salir sin esperarle. Ellos le preguntaron cómo quedabael Generalyrespondiéndole que bueno y con deseo de verlosle replicaronque mayor le traían ellos de verlo a élporque ya no vían la hora que losbergantines se armasen para verse a las manos con los mexicanos.

En estas y otras razones se detuvieron un ratoy como era de mañanatornaron a marcharrepartiendo Sandoval la gente española de a caballo y de apiede manera que la mitad iba en la vanguardia y la mitad en la retroguardia.Y porque fue de ver y digno de escrebir el concierto con que marchabandecirlohe en el capítulo que se sigue. Vinieron eaquella noche a dormir al pueblomoriscodonde habían muerto a Joan Juste y a Morla y sus compañeros ytomádoles la plata que llevaban.



 

 

Capítulo LXIX

Donde se prosigue el orden y concierto con que iban los indioshasta llegar a Tezcuco.

Traían la tablazón e ligazón de los bergantines más de ocho mill hombresde dos en dossin salir el uno del otroque era cosa bien de ver y así biendigna de escrebir e oírpues se ha visto pocas veces que la tablazón eligazón de trece fustas se llevase en hombros veinte leguas por tierra cuajadade enemigos. Duraba el orden desde la vanguardia hasta la retroguardia casi dosleguas. En la delantera iban ocho de a caballo y cient españoles de a pie; alos lados dellapor Capitanes de más de diez mill hombres de guerraAyutecatly Teptepilseñores de dos principales de Tlaxcalay en la rezaga venía porCapitán con otros diez mill hombres de guerra muy bien adereszadosChichimecatleuno de los más principales señores de aquella provinciaconotros Capitanes que traía consigo. La demás gente de guerraque era la quedixese volvió porque no era menester.

Había en este orden sargento mayor y otros sargentos y un General que iba eveníaponiendo en concierto la gente; llevaban las banderas tendidasnocesando el ruido de la música; andaba el General siempre al lado del GeneralSandoval. Caminaron por este concierto y orden hasta llegar a los términos deCulhúadondecomo dirése trocó el orden.



 

 

Capítulo LXX

Cómoentrandopor los términos de Méxicose trocó elordeny de lo que dixo el Capitán que llevaba la delantera.

Como entraron con este orden los indios tlaxcaltecas por la tierra deCulhúarecelándose los Maestros de los bergantines de alguna emboscadaporque toda era tierra de enemigosdeterminaron de mudar el ordenmandando queen la delantera fuese la ligazón de los bergantinesy que la tablazón sequedase atrásporque era cosa de más embarazopor si algo les acaecieselocualsi fuerrahabía de ser en la delantera. Chichimecatlque traía con sugente de guerra la tablazón y había venido siempre en la delanteratomólopor gran afrentadiciendo que por la tierra de sus enemigos quería entrar comohabía venidoen la vanguardiay que primero moriría que consintiese talafrentaque él y los de su linaje habían siempre seguido la guerra y quejamás se habían puesto sino en los lugares donde había de acudir el ímpetu yfuria de los enemigosy que asía la entrada de México había de ir éldelanteroy que sobre esto no le porfiasenporque con su gente se volvería aTlaxcala. Los Maestros le replicaron cuán entendido tenían su gran esfuerzo yvalor e que no lo hacían por afrentarlo ni tener su persona en menossinoporque la tablazón convenía quedase atráspor ser de más embarazosi losenemigos saliesen; y que para esto convenía que él y los suyosque eran másvalientesquedasen atráspara que si los delanteros huyesenél losrescibiese y hiciese cara a los enemigos; y que porque no había otro que comoél lo pudiese hacerle rogaban mudase lugar y no lo rescibiese por afrentapues por darle más honra lo hacían. Elpersuadidoaunque con hartadificultaddixo que lo haríapero que no habían de ir españolesen sugoarda. Sandoval condescendió con élporqueciertoera muy valiente y degran consejo en la guerra y holgó que ganase aquella honrapues ya no iba enla delantera.

Llevaban los Capitanes dos mill indioscargados con su vituallay así coneste orden y conciertoprosiguieron su caminoen el cual se detuvieron tresdías. Adelantándose Martín Lópezhalló a Cortés comiendo y le dixo:«Señorbien comerá vuestra Merced hoy con el presente que le traemos;acuérdese vuestra Merced a su tiempo del servicio que le he hecho.» Cortés nopudo comer más de contentolevantóse de la mesaabrazólo y apercibiósepara salir.

Al cuarto día entró en la ciudad de Tezcuco Sandoval con toda su gentecongran contento y ruido de todas músicasque cierto fue cosa muy de verasípor el orden y multitud de gente con que entraroncomo por las hermosas devisasy ricos adereszos que traíancon que mucho lucían. Saliólos a rescibirCortésvestido de fiestaaunque armado de secretocon todos los demás suscompañeros que tenía. Rescibió con grande alegría aquellos señorestlaxcaltecas y a los Capitanes y demás gente. Mirábanle y revenciábanlecomoa cosa del cieloy así le llamaban hijo del sol.

Tardó tanto en entrar la genteque desde que los primeros comenzaron hastaque los postreros acabaron se pasaron más de seis horas sin quebrar el hilo dela gente; e después que ya todos hubieron entradoCortésacompañado deaquellos señoresse volvió a su aposentodonde de nuevohaciéndolesgrandes cariciasagradesciéndoles las buenas obras que habían hecholosmandó aposentar y proveer de lo nescesario lo mejor que ser pudo. Ellos aldespedirse le dixeron que venían con gran deseo de verse con los de Culhúaque viese lo que mandabaporque ellos y su gente y la demás que quedaba enTlaxcala estaban de propósito de se vengar o morir con los cristianosy quetenían por ciertosegún eran grandes las maldades de los de Culhúaque pormuchos más que fuesencon el ayuda y favor de los cristianoslos destruiríane asolarían y se enseñorearían de sus mujereshijos y tierras e haciendasyque en esto estaban tan determinados queaunque lloviesen mexicanos o lashierbas se tornasen hombresno habían de volver paso atrás sin que primerovenciesen o perdiesen la vida en la demanda.

Cortés holgó cuanto debía con tan buena determinación; respondióles quenunca los tlaxcaltecas (según él había oído decir) jamás habían hablado nipeleado sino como nascidos para la guerra y ganar en ella gran prez y honra; quereposasen y descansasenque presto les daría las manos llenas.



 

 

Capítulo LXXI

Cómo llegada la tablazón y ligazón de los bergantinesvinosocorro de españoles y caballos que habían venido de Sancto Domingoy de loque Cortés les dixo y ellos respondieron.

Encaminaba Dios los negocios de Cortés tan prósperamenteque no habíanacabado de llegar los tlaxcaltecas con la ligazón y tablazón de losbergantinesque de tanta importancia fueroncuando luego tuvo nuevas cómohabían llegado navíos al puertoque fué al principio del mes de Marzo delaño de mill e quinientos e veinte e uno. Llegó primero el tesorero Julián deAldereteque fué el primero tesorero de Su Majestad en esta Nueva España.Vino con él el almirante Don Diego Colónde España a Sancto Domingoen findel año de quinientos y veintecon quien vino mucha gentey a este mismotiempo los indios de la costa que llaman de Las Perlasque es cosa notableserebelaronmatando muchos españolestanto que los que quedarondexando latierrase vinieron a Sancto Domingo y con el Tesorero y otros se embarcaron encuatro navíos con muchos caballos y armas.

Traía el tesoro Alderete un navío por síen que traía criadoscaballosy armas. Vino Rodrigode Bastidasvecino de Sancto Domingocon dos navíosel uno muy grandecuyo Capitán era Jerónimo Ruiz de la Motanatural deBurgosque también fue después Capitán. Venían en este navíocomo era tangrandemuchos hijosdalgoy entre ellos Francisco de Orduñamuchos caballos yarmas y otros pertrechos.

Vino asimismo otro navío del Licenciado AyllónOidor de la Españolatambién con hombresarmas y caballos. Llegaron a tan buen tiempo queno pudoser mejor. Serían los hombres de guerra casi docientos y los caballos e yeguasde silla más de ochentamuchas y muy buenas armasartillería y municiónbastantecon la cual se hizo después gran haciendade manera que con los queCortés tenía y después llegaron halló casi mill hombres de armas tomarconquecomo era razónestaba muy contento. Fueron rescebidos estos Capitanes yla demás gente con gran alegría en la villa de la Veracruzde la cual sedespacharon lo más breve que pudieronporque cada día se les hacía un añohasta verse con el Generalel cual hasta ver los nuestros no sosegabay asícuando llegaron a Tezcucoporque vinieron en muy gentil ordenlos salió arescebiracompañado de sus Capitanes y otros soldados de preeminencia.Rescibió al Tesorero y a Jerónimo Ruiz de la Mota y a los otros Capitanes conmuy grande alegría y contentotanto que primero que le dixesen palabra lesdixo:«Caballeros muy deseados: Más de mill veces seáis bien venidosqueDioscuyo negocio tratamosos ha traído buenos y sanos para adelantaros enesta tierra y tomaros por instrumento para que su sancta fee se plante y eldemonio pierda la silla que tanto tiempo ha tenido usurpada.» Con esto losabrazóy a ellos de alegría se les arrasaron los ojos de aguay respondiendopor todos el Tesorerocomo Oficial del Reyle dixo: «Todos nuestros trabajosvaleroso y venturoso Capitánmerescedor de la empresa que entre las manostenemosdamos por bien empleadosporque claro se nos trasluce la victoria queDios nos ha de dar contra su adversario el demonioy esperamos en Dios que puesa tan buen tiempo venimosle hemos de hacer algún gran serviciopara que denosotros que de perpectua memoria.» Y Jerónimo Ruizque muy entendido yleído eraa esto añidió otras muchasbuenas y avisadas razones.

Desta manera entraron en Tezcucohundiéndose la ciudad del ruido que lasmúsicas hacíanasí de los tlaxcaltecasque como a hermanos los rescibieroncomo de leos españolesque como a su sangre los deseaban. Hiciéronse aquellanoche muchas alegrías; regocijáronse el otro día tanto los unos con losotrosque no se podía entender en cuales había más contentoo en los quevinieronpor haber llegado a tan buen tiempoo en los que estabanpor ver queya tenían la empresa en las manos.



 

 

Capítulo LXXII

Cómo se armaron los bergantines y de la manera cómo seecharon al agua y con cuánta devoción y solemnidad.

En el entretanto que estas cosas pasabanlos Maestros de los bergantines sedieron la priesa posible en armarlose ya que estaban para echarlos al aguacomo estaban más de media legua del alaguna y un arroyo que iba a ella llevabapoca aguaabrieron una zanja por éltan ancha que cupiesen los bergantinesyporque no era posible que en tan poca agua nadasen los bergantinesde trecho atrecho hicieron presasde manera que era nescesario saltar casi dos estadosepara que no se quebrasen fue menester hacer invenciones e ingenios con queaunque con trabajosin peligrosaltaban. Subcedióque fue cosa misteriosaestando surtos en una de las presasque fuexon docese levantó un bravovientotras el cual se siguió un muy bravo aguacero; desamarráronse losbergantines que estaban amarradoscomo quiera dieron aviso los indiosy adetenerse un poco los españolessaltaban con el aireque los llevaba fuera dela presa donde estabany los unos con los otros se hacían pedazos. Acudieronlos Maestrosatravesaron vigas al cabo de la presapara que si no los pudiesendetenerreparando el primero en las vigaslos demás se detuviesenpero antesque [se] viniese a estosaltando gente en el agualos amarraron de suerte queestuvieron fixospara con seguridad echarlos a la alagunaque ya no quedabamás de una presade dondecomo debían de hacer gran saltofue nescesariocon picos y almadanas romper algunas piedras grandesrepresando el agua un pocoatrás. Finalmentecon grande industriahicieron uno como deslizadero paraquesoltando la presa aunque con mucha furiasin peligro del gran saltolosbergantinesel uno tras el otrodiesen el alaguna. Iban todos adereszados comoconveníaaunque las velas cogidasporque con la furia del agua y viento queles daba en en popano subcediese alguna desgracia. Iban advertidos los pilotosdeen saltando en el alagunahacerse a lo largoporque con la furia del agualos bergantines no topasen los unos con los otros.

Hecho esto asíaquella mañana se juntó todo el exército de españoles ytlaxcaltecasque era cosa bien de verpor la orilla del alagunade aquellaparte por donde los bergantines habían de saltar en el agua; y como habíatanto riesgoarmada una gran tienda y en ella puesto un altarrevestido unsacerdote y confesados los más de los españolescon gran devocióndespuésque hubo bendecido el aguadixo la misa al Espíritu Sanctoque los españolesoyeron con lágrimas y contriciónsuplicando a Dios apartase y librase de todopeligro aquellos bergantinessin los cuales no se podía hacer la guerra tancómodamente contra los que tenían sus casas dentro del agua y tantas canoas dedonde podían ofender y defenderse. Cortésque en todo género de virtudcomodebe el buen caudillose adelantaba de los demásen este díaoyendo lamisaderramó tantas lágrimas y rezó sus devociones con tanta eficaciaque alos demás provocaba a mucha devoción.

Acabada la misaquitada el sacerdote la casullacon el misal en la mano yun hombre par délque le llevaba el aceite e hisopoe otros con candelasencendidas e una cruz delantetodos destocados e hincados de rodillasllegódo los bergantines estabanque era cerca de la tienda; bendíxolesdixo muchasoracionessuplicando a Dios con muy grande instancia los librase de todopeligroasí del aguafuegoaire y tierracomo de los enemigos. Dichasmuchas oracionesdespués de haber invocado el socorro y favor de la Virgen sinmancilla y de los Sanctos y Sanctasespecialmente del abogado Sant Pedro ySanctiagosanctiguó los bergantines y echóles agua bendictahecho lo cualvuelto a los españolesles dixo: «Señoresyo he hecho todo lo que hepodido; ahora todos y cada uno de vosotros ponga en su pecho por intercesor aDiosel Sancto o Sancta a quien más devoción tuvierepara que multiplicadoscomo la Iglesia cantalos intercesoresDios dé buen subceso a tan importantenegocio. Hiciéronlo así todos con la mayor devoción que pudierony hechaluego señal para soltar la presasalieron con gran furia los bergantinessintocar uno en otroy sin peligro saltaron en el alagunay derramados por ellacomo estaba concertadosoltaron las velastiraron muchos tirosdescogieronlos Capitanes las banderastocaron la música que tenían; respondióles detierra el exército de los españoles y el de los indios. Dio tan extremadocontentoque no con menos que con lágrimas le magnifestaron. El sacerdotequeaún no se había desnudado al albahincándose de rodillaslevantadas lasmanos al cielodixo aquel cántico de «Te Deum laudamus» el cual acabadoCortés se volvió a su alogamientoa entender en lo demás que le restaba dehacer.



 

 

Capítulo LXXIII

Cómo Cortés invió [a] Alonso de Ojeda a la Villa Rica pordos tiros y de lo que le subcedió en el caminoy cómo a la vuelta Cortés leencargó la gente Tlaxcalteca.

Luego como Cortés llegó a sus alogamientosllamó a Alonso de Ojeda y aotros dos españolessus amigos. Díxole que sacase consigo cuatro o cinco millhombres tlaxcaltecas y se fuese a la Villa Rica la Vieja y que traxese dos tirosde artillería de hierro gruesoque había dexado allí una nao grande quehabía venido de Jamaica. Partióse luego Ojeda con aquella genteacometiéronle algunos de los enemigose tuvo con ellos algunas escaramuzas enque llevaron lo peor los enemigos. Dábanles en otras partes desde las sierraslos de Culhúa grita a los tlaxcaltecas; pero no osaban decendirde temorporel grande ánimo y esfuerzoaliende del que de su natural teníanque tomabancon la compañía de los españolesy así los que no eran muchos les huyerony los que eran muchoscuando se atrevíansalían descalabrados.

Desta manera Ojeda llegó a la mardesencabalgó los tirosdio orden cómocon facilidad se llevasen puestos en unas barbacoas o lechos de maderacada unopor síy asimismo las cámaras. Llevaban cada lecho veinte indios en loshombros; remudábanse de trecho a trecho. Llevó también Ojeda ciertos barrilesde sardina y otras cosas que halló en la costaque entendió que no daríapoco contento al real de los españolesque nunca estuvo muy harto hasta tenerla tierra subjecta. Partió con este recaudoatreviéronsele algunoscomo levieron embarazado con aquellas cargaspero él iba tan advertido y los indiosde guerra tan en ordenque antes deseaban topar con enemigosque buscarcaminos por donde fuesen más seguros. Finalmentedespués de algunosrecuentrosde que siempre salieron con lo mejorentrando por los términos deTlaxcalade todas las alcarías los salían a rescebir mucha gente con comida.Holgóse mucho Ojeda con ellosy los unos y los otroscomo parientes y amigosy de una nasción. Entró en Tlaxcaladescansó él y sus compañeros aqueldía. Hospedáronle muy bien los señores de la provinciadiéronle de refrescootros indios de carga y otra gente de guerraporque la que traía veníacansada; proveyéronle muy bien de todo lo nescesario; salieron con él más dedos leguasporqueciertotenían muy en el corazón a Cortésno queriendojamás salir a partido de los que los mexicanos les hacíanrespondiendo que niquebrarían el juramento que habían hechoni reposarían hasta morir ohacerlos esclavos.

Despidióse Ojeda de aquellos señores y caballerosvino a dormir a Xaltocay otro día a Guaulipándonde estuvo dos días descansando. Partió de allí yvino a Capulalpay otro díaa dos horas de la nocheentró en Tezcuco.Invióle a llamar Cortésque estaba ya acostado. Rescibiólo con muchaalegríapreguntóle muchas cosasespecialmente cómo estaba el Teniente y losdemás de la Villa Ricay como de todo le dio muy buena razón y traxotanbuen recaudo y vio que los indios todos le eran aficionados y que entendía bienla lenguale dixo a Alonso de Ojeda: «Los que como vos hacen con tanto cuidadolo que se les encomiendamerescen que sus Capitanes los honren y aventajen delos otrospara que ni ellos queden quexosos ni los que estuvieren a la miradesmayen. Ya sabéis cómo de Tlaxcala ha venido mucha genteque con los quehabía y han venido hay más de ciento y ochenta mill hombres. Determino deencomendároslos todos y que vos seáis su General; por tantohaced el debercomo hasta ahora lo habéis hechoque en lo que yo pudiere os favoresceré.»Ojeda le besó por esto las manosdiciendo que asaz le pagaba los servicios quele había hechoy que en lo de adelante vería con cuánto mayor cuidado leserviría. Con esto se despidió muy contento. Luego por la mañana loscarpinteros hicieron cepos para encabalgar los tiros que se traxeron.



 

 

Capítulo LXXIV

Cómo Cortéssin decir adónde ibasalió otro día conmucha [gente] a bojar el alagunay de lo que le subcedió.

Después que la gente de Tlaxcala hubo reposado del camino y vio Cortés queestaban algo desabridos por no venir a las manos con los mexicanosapercibiótreinta de a caballo y trecientos peones e cincuenta ballesteros y escopeteros yseis tiros pequeños de campoy mandó que con Ojeda saliesen treinta ocuarenta mill tlaxcaltecasy sin decir a persona alguna dónde ibaporque serecelabay con razónde los de Tezcucoque diesen aviso a los mexicanossalió de la ciudad y fue a la mano derechaque es hacia el nortea la otravueltae andadas cuatro leguastopó con un muy grande escuadrón de enemigos.Rompió por ellos con los de a caballo; desbaratólosdexandomuchos muertos;puso los demás en huída. Los tlaxcaltecascomo son muy ligeroslos siguieronbravamente; mataron muchos de los contrariosno tomando hombre a vidaporqueestaban ya de las antiguas injurias y agravios muy sedientos de su sangre.Señaláronse aquel día hasta la nocheque duró el alcancecuatro o cincoCapitanes tlaxcaltecas que para entre ellos se mostraron leonesmatando pórsus manos muchos Capitanes y principales de los enemigos; volvieronaunque algoheridosde que ellos no venían poco contentoscargados de ricos despojos deplumajesmantas y rodelas. Viniéronse derechos a do Cortés estabay comovarones muy animososle dixeron: «Señorcon tu favor e ayuda esperamos quenosotros y nuestros hijos nos hemos de vestir y armar de los despojos que aestos perros mexicanosquitándoles las vidashemos de tomar.» Cortéshablándoles graciosamenteles respondió que lo que decían habían comenzadoa cuniplir por la obray que así lo habían de hacer todos los Capitanesquetan valientes fuesen como ellos.

Acercándose la nocheno tiniendo dónde ir a pobladoasentó su real en elcampo. Durmió aquella noche muy sobre aviso y no con menos recaudo lostlaxcaltecasque después de haber asentado su realestuvieron casi toda lanoche con muchos fuegos encendidostocando atabales y caracolesfestejando lavictoria pasadacantando venganza contra sus enemigos. Velaron por sus cuartoslexos del realen compañía de los de caballocada cuarto más de millhombres.

Otro día por la mañanaCortéshecha señalsin decir adónde ibaporel recelo que tenía de los de Tezcuco que consigo llevó salió del alogamientoy prosiguió su camino. Llegó a un pueblo que se dice Xaltocaque está puestoen otra laguna diversa de la que está entre México y Tezcucoque es la de lamala agua y que ninguna cosa críani en la otra que llaman dulceque es tangrande como la saladaque es tan grande como la que cerca a Méxicosino otratercera que está a la parte del norteque tiene tres buenos pueblos y de hartagente. El uno llama Atlaltepeque y el otro Zumpangodonde se hace mucha calyel otro Xaltocaabundante en pescado. Tiene muchas acequias anchas y hondas yllenas de aguaque hacían la población muy fuerteporque los caballos nopodían entrar a ellay asílos vecinoscomo si estuvieran tan fortalescidosque con fuerza humana no se pudieran combatirdieron muy gran grita a losespañoleshaciendo muy gran burla dellostirándoles muchas varas y piedras.Los españolesa quien la mofa encendía más la iralos de a pie con rodelasy espadasse arrojaron a las acequiasque algunas veces el agua les llegaba alos hombros; rescibieron en los morriones muy duros y fuertes golpes.Finalmenteaunque con muy gran trabajo y con algunas heridasentraron en elpueblohaciendo lugar a los que los seguíanasí indios como españoles.Hicieron allí mucho estrago con solas las espadasque tuvieron harto lugar deemplearse. Echaron fuera los enemigosquemaron gran parte del pueblo y con éllos mantenimientos que hallaron. Salieron aquella noche de allí y fueron adormir una legua adelantedonde hechos agua tuvieron la cena tan liviana quecasi no comieron naday como la cama había sido duraen amanesciendo tornaronel caminoen el cual hallaron que los enemigos desde lexossin osarlosacometerles dieron gran grita. Los nuestros los siguierony comola ventajaera grandeno los pudieron alcanzar.

Desta manerasin hacer nada estoncesllegaron a un muy grande y hermosopueblo que se dice Guautitlánque es hoy de Alonso de Avila AlvaradoRegidorde Méxicosobrino de Alonso de Avilaque tanto se señaló en esta conquista.Hallaron este pueblo despobladoporque el señor délque era muy principalde temor de los nuestros se había idoy la demás gente de guerra estaba enMéxicoque está cuatro leguas de allí. Los nuestros durmieron allí aquellanoche en los aposentos del señor y no sin gran recatono los tomasen desobresalto.

Otrodía siguientepasando adelante hacia Méxicollegaron a un puebloque se dice Tenayucaque está dos leguas de la gran ciudad de México. Llegabahasta allí estonces el alaguna. Entraron en el pueblo sin ninguna resistenciae sin detenerse allí pasaron a otro pueblo que se dice Escapuzalcouna leguade Méxicoque todos estos pueblos están alderredor del alaguna. Todo estopasaron sin resistencia y así no pararonpor el deseo que Cortés tenía dellegar a una gran ciudad que estaba un cuarto de legua de allíque se decíaTacubapor donde pasaron los españoles cuando salieron de Méxicodesbaratadosa quien dicen los viejos de aquella ciudad que los suyos nunca losofendieron. Residía en esta ciudad el tercero señor de la tierracuyodescendiente es hoy Don Antonio Cortés. Estaba fuerte de gente y de muchasacequias de agualas cualespor los muchos manantiales de la tierra eran másanchas y hondas que la de otros pueblose aunque los vecinos della se pusieronen defensaque estaban para ello muy a puntoCortés les entró; matóalgunosy los demásque eran muchosechó fuera de la ciudady comosobrevino la noche no hizo otra cosa más de aposentar a los suyos en una casadel señorque era tan grande que cupieron todos en ella a placer. Veláronsecon el cuidado que solían.



 

 

Capítulo LXXV

Cómo otro día los tlaxcaltecas saquearon la ciudady cómoCortés estuvo allí seis días escaramuzandosiempre con los enemigos.

Otro día en amanesciendolos tlaxcaltecas y los demás indios amigoscomenzaron a saquear y a quemar la ciudadsalvo el aposento donde losespañolesaunque se dieron tanta priesa que dél quemaron un cuartoaunquealgunos dicen que por ser las casas de terrados fue mayor el ruido y espanto queel daño que hicierony esto decían ellos que lo habían hecho por vengarse dela matanza que en los nuestros y en sus naturales habían hecho cuando deMéxicosaliendo desbaratadospasaron por aquella ciudad. Lo que sé decir escomo testigo de vistaque para haber rescebido tan buenas obrasno nos quierenmucho.

Estuvo Cortés seis días en esta ciudaden ninguno de los cuales estuvoociosoantes siempre tuvo encuentros y escaramuzas con los mexicanos queestaban cerca de ellose hubo algunos recuentros con tanta grita y barahundacomo suelenque paresció que el cielo se venía abaxo. Los tlaxcaltecascomodeseaban mejorarse con los mexicanos y los mexicanos se tenían por valientesera cosa de ver los desafíos que entre los Capitanes y principales soldadoshabíadesafiándose uno a unodos a dos y cuatro a cuatro. Las más veces losmexicanos llevaban lo peor y en los particulares desafíos no había más quemorir o vencerporque se querían tan mal y tenían por tanta gloria llevar elbrazo o cabeza del vencido a los suyosque jamás se tomaban a vida. Decíanselos unos a los otros tantos denuestostan extraños y encarescidosque eracosa de ver; pero entre otras cosasno son de pasar en silenciolo que losmexicanos decían a los tlaxcaltecas. Decíanles: «Vosotrosmujeres mancebasde los cristianosnunca osastes llegar adonde ahora estáis sino con el favorde vuestros amigos los cristianos. A vosotros y a ellos comeremos en chileporque no nos presciamos de teneros por esclavos». Los tlaxcaltecasrespondían: «Nosotroscomo a gente bellacatemerosa y sin feesiempre oshemos hecho huir y nunca de nuestras manos habéis escapado menos que vencidos.Vosotros sois las mujeres y nosotros los hombrespues siendo tantos y nosotrostan pocos jamás habéis podido entrar en nuestros términos como nosotros enlos vuestros. Los cristianos no son hombres sino diosespues cada uno es tanvaliente que a mill de vosotros espera y mata.»

Con estas y otras injurias se encendían y enojaban tanto los unos contra losotrosque como canes rabiosos se despedazaban sin dar lugar a quesi no era enla figuraparesciesen hombressino fieras.



 

 

Capítulo LXXVI

De las cosas que los mexicanos decían a los españoles y delo que Cortés les dixo y ellos respondieron.

Prosiguiendo en su coraje los mexicanosdeseosos de vengarse de losnuestrossaliendo por la calzadafingían huir para meterlos en alguna celadadonde los pudiesen tomar a manos y sacrificarlosque es lo que ellos másdeseaban y en que más mostraban el odio que les teníany como vían que nosalían con estootras veces los convidaban a la ciudaddiciendo: «Entradesforzadosa pelear. ¿Por qué perdéis tan buena ocasiónque hoy seréisseñores de México?» Otros decían: «Venid a holgarosque la comidahallaréis aparejada. ¿No queréis?pues aquí moriréis como antaño.»Otros: «Ios a vuestra tierraque ya no hay Motezuma que haga lo que vosotrosqueréis.»

Entre estas pláticasCortéscon todo recatopoco a poco se fue llegandoa una puente que estaba alzada; hizo señas a los de la una parte y de la otraque callasen. Ellospor ver lo que diríasosegándosele dixeron quehablase. El estonces les preguntó si estaba allí el señorporque deseabadecirle cosas que mucho le convenían. Ellos le respondieron: «Todos los queveis son señores; decid lo que queréis»; y élcomo no estaba allí elseñorcalló un poco. Ellossintiéndose desto agraviadosle deshonraronbravamentediciéndoleentre otras cosas: «¿Tú piensasCortésque ha deser la de antañoy que es viva aquella gallina de Motezuma? Mal lo haspensado; que de ti y de los tuyos hemos de hacer un gran banquete a losdioses.» Cortés se rió; no les respondió palabraporque hablaba concanallay diciéndoles un español que para qué parlaban tanto estandoencerrados y sin comidapor la falta de la cualaunque más valientes fuesensi no se rendían habían de morir de hambrereplicaron con doblado enojo queno tenían falta de panpero que cuando la tuviesen comerían de los españolesy tlaxcaltecas que matasenpues tenían la caza delante. Con esto arrojaronciertas tortillasdiciendo: «Malaventuradoscomedque tenéis hambre; que anosotrospor la bondad de los diosestodo nos sobra y apartáos de ahísi noharemos os pedazos.» Dichas estas palabrasgritando todostornando con mayorfuria a la peleala cual no dexaron hasta volver bien descalabradosCortéscomo no pudo hablar con Guatemucie que para esto había venidoal cabo de losseis díasdeterminó de volverse por el camino que había venido a Tezcucosalvo que no fué por Xaltocaque es a trasmano.



 

 

Capítulo LXXVII

Cómo Cortésvolvienda a Tezcucosiguiéndole losmexicanosles puso celadas y mató muchos dellos.

Los enemigoscomo vieron levantar el real de los nuestroscreyendo que ibanhuyendodeterminados de seguirloslos dexaron dormir aquella noche en laciudad de Guatitlán para más asegurarlosy luego otro día de mañanasaliendo de allí los nuestroslos enemigosmás espesos que granizoloscomenzaron a seguirpero los de caballorevolviendo de cuando en cuandoleshacían por un rato perder la furiaporque a los que alcanzaban dexaban talesque no volvían jamás a la burla. Con todo estocomo los españoles todavíamarchabanpensando que iban huyendocomo eran tantosquedase el que quedaselos seguían bravamentetanto que fue nescesario que Cortés usase de algúnardidde los que solíay asímandó a la gente de a pie que se fueseadelante y que no se detuviesenproveyendopara la defensa dellosque en larezaga fuesen cinco de caballoy quedándose él con veintemandó a los seisse pusiesen en cierta parte en celada y a otros seis en otra y a otros cinco enotray él con otros tresponiéndose en otrales dixo que cuando élapellidase ¡Sant Pedro! o ¡Sanctiago!diesen en los enemigosque con el cebode ir tras los españolesirían descuidadospensando que todos iban juntosadelante. Fue así como Cortés lo pensóel cualdesde que vio quehabía pasado gran multitud de genteapellidando ¡Sant Pedro!de súbitodieron todos los de caballo en ellosy como los desbarataron fue fácil dehacer gran matanza en ellos. Siguiéronlosdos leguas por tierra llanaquedando a pequeños trechos muchos de los enemigos muertoscon lo cual losvivos escarmentaron de tal suerte que no los osaron más seguir.



 

 

Capítulo LXXVIII

De lo que demás de lo contenido en el capítulo pasado Ojedadice en su Relación.

Cerca de lo contenido en el capítulo antes désteOjedaque a todo sehalló presentedice otras cosas no dignas de pasar en olvido en la Relaciónqueaprobada con otros testigosme invió. Dicepuesque cerca de Xaltocauna legua antessalió mucha gente de los enemigos a meterse en Xalcotay comopor allí los caballos no podían correra causa de las acequias y por ser latierra marismaCortés dixo a Ojeda que con la gente de quien tenía cargofuese en su seguimiento. Ojeda con los señores tlaxcaltecas y con sus soldadossiguió el fardaje. Tomaron los tlaxcaltecas gran cantidad de mujeres ymuchachosy así entraron por el pueblo sin hallarse otro españolsino unoque se decía Martín Soldado. Hicieron gran riza en los enemigosmatando yrobandoy desde a poco llegaron los de a caballoel primero de los cuales fuéun Hernán López.

Los indios de Xalcota desampararon el puebloy pasándose de la otra partede las acequiaspor estar más segurosse comenzaron a defender bravamente delos tlaxcaltecasque iban en su seguimiento; pero como llegaron los españolesde a pie y de a caballorompieron por ellosabrasaron el puebloy aquellanoche vinieron a dormir a otro donde el General asentó su real. Ojeda aposentósu gente media legua adelante en otro pueblo y otros aposentosdonde losseñores tlaxcaltecas por sus personas velaron y repartieron las velas y lasespías.

Ocupaban los escuadrones una gran leguaporque como acudió gente eranciento y ochenta mill hombres.Yendo así marchando el campo hacia Guatitláncomo Cortés iba contento y en las burlas era no menos gracioso que sabioycuerdo en las verasviendo a Ojeda acaudillar tan gran número de gentedixo aalgunos caballeros que con él ibanpresente Ojeda: «Por ciertoseñoresquesi Ojeda fuese a su tierra y dixese que había sido Capitán de ciento y ochentamill hombres y de más de mill Capitanes y caballerosquecomo a cosa dedisparatele tirarían de la falda y aun dirían que de mosquitos era mentiracuanto más de hombres.»

Con esta conversaciónque la tenía muy buenallegaron a Guatitlándondeen un cu hallaron tres mujeres metidas por su natura por unos palos muy agudosque les venía a salir por la bocanuevo génerociertode diabólica ybestial crueldad. Dixeron algunosque en castigo de los adulterios que habíancometidoestaban puestas así para que pagasen por la parte que habían pecado.

Salieron de Guatitlán. Como los indios amigos eran tantos y ocupaban tantatierralevantándose entre ellos algunas liebres (que las hay en abundancia enesta tierra) las tomaban a manos vivas y las llevaban a Ojedael cual las dabaal Generalel cual dixo: «El cobardepor mucho que huyaviene a manos delanimoso.»

De allí pasó a otros pueblos que están asentados en el alaguna e allívieron la mucha priesa con que infinitas canoas metían en los pueblos varastostadasflechaspiedras y otras municiones. Dieron los indios tlaxcaltecas enlos aposentos realesrobaron más de quinientos cueros de grandes tigueres emucho oro y ropa rica. Desto dió aviso Ojeda a Cortésporque vio a muchos delos tlaxcaltecas vestidos de ropa ricade que ellos carescíany que en lascabezas y brazos traían piezas de oroque por su pobreza nunca usaron. Iba conOjeda su compañero Joan Márquez. Díxoles Cortés: «¡Oh!pese a vosotroscataldos y tomaldes el oroque no han menestery dexaldes los cueros y ropascon que se vestany honrenen premio de su esfuerzo y diligencia.»



 

 

Capítulo LXXIX

Cómo Ojeda y Joan Márquez cataron a los indios tlaxcaltecasy del oro que les hallarony cómo por esto muchos dellos se ausentaron.

No dixo Cortes a sordos lo que está dicho arribaporque luego con todadiligenciaporque se les había de pegar algo comenzaron a catar los indios;recogieron hasta tres mill pesos de oro; pero otro díacuando volvieron ahacer lo mismohallaron que se habían idoporque no los catasenmás de diezmill hombresque a lo que se podía presumirsegún lo pasadollevaban másde veinte mill pesos; pero catando a algunos de los otroshallaron mill ysietecientos pesosy cuando vino el otro día faltaban ya más de cincuentamill hombresque también se cree llevaban grandísima cantidad de oro. Andandodesta manera Ojedahalló a unos indios al rincón de un cuque teníanescondida detrás de un pilar una carga de ropa ricaliada en un cacastle.Comenzóla a desliar; díxole un indio que le dexaxeque era naboría delGeneral. Ojeda vió que mentíaporque por menos lo suelen hacer; descogió lacargay dentro della halló un mástil blancoque sirve de pañetes pequeños;tomólo el indiometióselo debaxo del brazo. Disimuló Ojeda hasta ver quémás había en la cargay cuando vio que todo era ropaquitóle el mástil;halló dentro dos ídolos de oromuy finocon sus alasenvueltos enalgodonesy los algodones y ellos salpicados de sangre. Pesaban los ídoloscasi cuatrocientos pesos. Halló asimismo media braza de chalchuíespiedrasentre ellos ricas; había al pie de cientoensartados todos en un hilo gruesode oro que pesaba once o doce castellanos. El indiocomo vio el pleito malparadodíxoleque también lo saben hacer con muy buenas palabras: «Señorpues me has tomado el orodame parte destos chalchuíes.» Ojeda corrió lamano por el cordón y dióle la mitad delloscon que el indio quedó biencontento. No se prosiguió más en catarlos porque ya faltaban casi la terciaparteaunque los señoreso porque no los catarono por vergüenzano seosaron ir.

La ropa que llevaron de despojo en este tiempovalía más de trescientosmill ducados. Ojedaguardando los chalchuíesllevaba descubiertos los ídolospara darlos al General; topó con Cristóbal de Olidque salía de con élelcual le dixo: «¡Ohqué buenas joyasOjeda! Dádmelasque yo las daré alCapitán.» Dióselas Ojeday como era río vueltono supo si las vio Cortés.Halló Ojeda entre los chalchuíes uno labrado con una cara de hombreque ledaban por él en Tlaxcala quince esclavasy si quisiera ropamás de docientascargas.



 

 

Capítulo LXXX

De lo que Ojeda escribe que acaeció a Cortés en Tacubacuando se subió a un altoy de la gracia que Pedro de Ircio dixo a su Alférez.

Estando Cortés en Tacubadice Ojeda que muchas veces mandaba subir unasilla a lo alto de un cuy que asentado en ellamirando hacia Méxicodabamill sospirosacordándosele del gran desmán que por su culpa y presunción lehabía subcedido. Arrasábansele los ojos de aguayciertocon razónporquepara en aquel tiempo ningún Capitán en el mundo hizo tan gran pérdida.Revolvía consigocomo el que tan gran negocio traía sobre sus hombrosporqué vía podría restaurar el mal pasadoseñorearse de aquella tan ricatanfuerte y tan poderosa ciudad; y escarmentado de lo pasadocomo algunas veces yole oíaunque tenía más gente y a punto los bergantinesnada confiado destolo encomendaba todo a Diosy así le subcedió [que] un díajuntándose losmexicanos y los nuestros en la calzadatrabaron una muy brava escaramuzay porsocorrer los nuestros al Chichimecatlseñor de Tlaxcalay a otros señoresque estaban en gran riesgoainas cogieran a manos a tres españolesdonde unJoan Bolanteque no debía de ser muy hidalgoAlférez de Pedro Dirciosoltóla bandera en el agua. Iba en la bandera una imagen de Nuestra Señora. PedroDircioaunque se vio en aquel aprietorecogiendo la banderase volvió alAlférezdiciendo: «¡Ohtraidor; crucificaste al Hijo y quieres ahora ahogara la Madre!» Este dichocontándose después al Emperadordixocomo eraprudentísimo: «Capitán que en tal aprieto decía graciasconsigo las teníatodas.»

Esta misma tarde llegó una canoa junto a la calzada. Echó en tierra sóloun indiobien dispuesto de cuerpo y a su modo bien armadoel cual en sulenguahaciendo fieroscomenzó en voz alta a maltratar [a] los españolesdesafiando a cuantos estaban en el realque uno por uno saliesen a matarse conél. Dichas estas palabrascomenzó a jugar de su espada y rodelay acabandode decir e hacer estodixo: « ¡Eacristianos!; ¿qué estáis parados?;salga ya alguno de vosotros con quien este día haga yo fiesta y sacrificio amis diosesque están ya sedientos de la sangre de vosotrospor las muchasofensas que después que venistes les habéis hecho.»

Salió luego a él un bien determinado soldado que se decía GonzaloHernándezel cual se fue derecho a él con buen denuedopero cuando el indiovio que ya se acercabao porque le hubo miedoo porque para él y para otrostenían armada celadasaltó en el agua. El españolenojado de la burlaechándose en pos délaunque huía bienle alcanzó y dio de estocadase yaque le estaba cortando la cabezaacudieron muchas canoas de gente de guerra;pero como estovieron los nuestrosacudieron luego algunosyfinalmentesino fuera por los ballesteros y las voces que el General dabay que un DiegoCastellanos había muerto de un xarazo a un señorcon cuya muerte se ocuparony aun desmayaronsacaran y llevaran vivo al Gonzalo Hernándezel cualcomosalió de su poder con hartos golpesaunque había dado muchas heridasluegolos de las canoas se retraxeronmetiendio en una dellas al indio desafiadoralcual con la mayorr honra que pudieron llevaron a su casa.



 

 

Capítulo LXXXI

Cómo Cortés entró en Tezcuco y del regocijo con que fuérescebido.

Hechos así los negocios Cortés durmió en un pueblo cerca de Tezcucoparaotro día de mañana entrar en él. Súpolo aquella noche Sandovalque habíaquedado con la demás gente por General en lugar de Cortés. Mandó haceraquella noche regocijos y que para el día siguiente todos estuviesen a puntopara rescebir a Cortésa quien ya los suyos deseaban verporque dél ni delos demás que con él habían ido hasta estonces habían sabido cosacomotampoco Cortés dellosy así los unos con deseo de entrar en Tezcuco y losotros con deseo de salirlos a rescebirfue cosa de ver cómo todospara cuandose encontrasense adereszaron. Salió Sandoval media legua larga de la ciudadporque más no conveníaa caballocon algunos caballerosy los demásespañoles por su ordencon sus atambores y banderas tendidas. Salieron conellos muchos vecinos y personas principales de la ciudadtambién con sumúsica de caracoles y trompas.

Salió Cortés de donde había dormidono de mañanaporque mandó ordenartodo el reallos tlaxcaltecas por hilerade veinte en veintey los texcucanosentre ellostodos muy lucidoslos más vestidos de camisas y mantas ricas queellos antes no alcanzabantomadas en los saltos y batallas que con losmexicanos habían temido. Llevaban oro y mucha salde que siempre habíanestado nescesitados. La mitad de los señores de Tlaxcalaricamente adereszadoscon plumajes ricos y otros despojosiban en la retroguarday la otra mitadpor la misma maneraen la vanguardialos Capitanes y Alféreces cada uno consu compañíay como la gente era mucha y tan lucida y campeaba tantopor irvestida de blancolucía mucho y parescía muy bien; tomaban mucha tierra.

Cortés partió los de a caballo y de a piede manera que él con los unosse puso en la delantera de los indiosy los otros mandó que fuesen en larezagade manera que siempre llevaban a los indios en medioa los cualesregía su Capitán Ojeda. Iban las trompetas y atambores delante y detrásycerca de Cortés su bandera y estandarte. Iban los indios muy contentoscomoera razónde muchas cosasque eran haber puesto los bergantines en salvovencido batallas y en ellas muerto a muchos de sus capitales enemigoshaciendola salva para los muchos que después habían de matar en el cerco de México;iban cargados de despojos ricos de joyas y sal. Desta maneramarchando los unosy los otrosse vinieron a juntar media legua de Tezcucodonde Sandovalinclinando su banderase apeó para besar las manos a Cortés; abrazáronse congrande amory lo mismo los unos españoles con los otros. Fue cosa de contentover el alegría y ruido de música con que se rescibieron y cómo honraron losde Tezcuco a aquellos señores tlaxcaltecasmirándolos y respectándolos comoa más que indios.

Desta manera a horas de comer entró Cortés en Tezcucodonde lo quedespués hizose dirá en los capítulos siguientes.



 

 

Capítulo LXXXII

Cómo los tlaxcaltecas se despidieron de Cortésy cómovinieron mensajeros de Chalco a pedir socorro.

Como la provincia de Chalco era tan provechosa a los señores de Méxicoasí por la mucha renta que della teníancomo porque della se proveían demaízmaderaleña y otras cosasla cual tiene dos puertospara provisiónde Méxicomuy principalesel uno se llama Chalcoatengoy el otro Ayocingopesábales mucho que los vecinos de aquella provincia se hubiesen rebelado ypasado a los españolesy asípensando por mal hacer lo que no podían porruegos ni halagosdeterminaron de juntarse gran cantidad dellosparadestruirlos. En este comedioque fue dos días después de entrado Cortés enTezcucolos tlaxcaltecascomo venían ricos y contentospidieron licencia aCortés para volverse a su tierra y gozar lo que llevaban con sus hijos ymujeresdiciendo que cuando fuese tiempo volverían para hacer la guerra aMéxico. Cortés los despidió con mucha afabilidad y contentotrayéndoles ala memoria lo mucho que dellos confiaba y lo bien que les iría en el despojo deMéxicocomo de lo pasado lo habían entendido.

No hubieron acabado de salir los tlaxcaltecascuandode parte de losseñores de Chalcovinieron mensajeros a Cortéshaciéndole saber cómo losde Culhúa con gran poder venían sobre ellospor las razones ya dichaspidiéndole que pues ellos eran ya vasallos del Emperador y servidores y amigossuyosque con toda prestezaantes que los negocios viniesen a peorlossocorrieseporque ellos estaban determinados de morir primero que volver a laservidumbre mexicana y dexar de ser vasallos de un tan poderoso y buen señorcomo él les había dichoni dexar el amistad de tan valientes y esforzadosamigoscon cuyo favor e ayuda pensabanno sólo resistir a sus enemigosperovengarse delloscomo las injurias rescebidas merescían. Cortés rescibió bienlos mensajerosholgóse de que los de Chalco estuviesen tan enojados con losmexicanos y tan firmes el amistad con los españolesporque pensaba en el cercode México (como lo hizo) ayudarse mucho dellasy asísin más dilacióndespachó luego a Sandoval con veinte de a caballo y trecientos peonesal cualencargó que marchase a toda furia y con todo cuidado y diligencia favorescieseaquellos señorespues eran amigos y tan leales vasallos del Emperador.Sandoval partió luegohizo noche en Tlalmanalcoseis leguas de Chalcoque esla cabeceraseis leguas adelante de la cual estaba la guarnición mexicana enGuastepeque.



 

 

Capítulo LXXXIII

Cómo Sandoval llegó a Chalco y allí ordenó lo que habíade hacery de un bravo recuentro que hubo con los mexicanos.

De Tlamanalco caminó Sandoval a Chalcodonde halló mucha gente juntaasíde aquella provincia como de las de Guaxocingo y Guacachulaque estabanesperando el socorroy dando orden en lo que se había de hacer; partiéronseluegotomaron su camino hacia Guastepequedonde estaba la guarnición deCulhúade donde hacían gran daño a los de Chalco. La guarnición que era demucha gentesalió al encuentro contra los de Chalco y los nuestros a un pueblocerca de Guastepeque. Los de Chalcocomo llevaban las espaldas seguras con losespañolescon grande ánimo rompieron con los mexicanos. AdelantáronseSandoval y Andrés de Tapiaque aquel día hicieron maravillas. No pudieron losmexicanos sufrir mucho tiempo las muchas lanzadas y bravas cuchilladas de losespañolesdesampararon el camporetraxéronse a aquel pueblo de donde habíansalido. Los nuestros los siguieronmataron a muchos y a los vecinos del puebloecharon déllos cuales ya habían sacado las mujeres y niños.

Reposaron y comieron los españolesaunque los indios amigosespecialmentelos tlaxcaltecasalgunos de los cuales holgaron de venir esta jornadaseocupaban en buscar ropaporque aquella tierra es de mucho algodón.

Estando así los españoles descuidados y los amigos ocupados en robarvolvieron los enemigos de repente con gran furia y grita; entraron en el pueblohasta la plaza de los aposentos principalesecharon muchas varasflechas ypiedrascon que hirieronprimero que se apercibiesena muchos de losnuestroslos cuales tocando al arma se recogierony con ellos los amigoseasí juntos salieron a grande priesalos cuales lo hicieron tan bien que antesde una hora los echaron otra vez del pueblo; siguieron el alcance más de unalegua; mataron muchos dellos. Volvieron aquella noche harto cansadosaGuastepequedonde estuvieron descansando dos días.



 

 

Capítulo LXXXIV

Cómo Sandoval fué a Acapistladonde requirió a losmexicanos se diesen de pazy de la batalla que con ellos hubo.

Supo allí Sandoval que en un pueblo más adelantedos leguas deGuastepequeque se decía Acapistlahabía mucha gente de guerra de losenemigos. Fue allá por ver si darían de paz e a requerirles con ella. Estepueblosegún después Cortés escribió al Emperadorera muy fuerte y puestoen un altoaunque Motolinea dice que en llano. Como los mexicanos vieron quelos de caballo no podían subir a lo alto donde ellos estabansin esperar arequerimientos de pazcuanto más a responderllegando los nuestroscomenzaron con gran grita y palabras afrentosas a pelear con ellosechándolesdesde lo alto muchas galgasvaras y flechascon que de sí arredraban a losnuestros. Los indios amigos no se osaban acercarpor la dificultad de la subiday peligro que en ello corríanlo cualcomo vieron Sandoval y Andrés deTapiaque muy valientes y animosos eranapeándose de los caballos yembrazando las rodelasdixeronvolviendo la cara a los compañeros:«Hidalgosgrande mengua será la nuestraque estos perrosporque no lospodemos acometer con caballospiensen que han de hacer burla de nosotros. Bienserá que sepan que no hay lugar fuerte para españoles. Subamoscaiga el quecayereque nunca mucho costó poco.» Desta manera los dos juntosapellidando«¡SanctiagoSanctiago y a ellos!» comenzaron a subirrescibiendo muy durosy graves golpes; siguiéronlos otros muchos; rodaban unosarrodillaban otros;finalmentetiniéndose unos a otrosporfiaron tantoque con el ayuda de Diosaunque fue mucha la defensaentraron en el pueblo. Fueron heridos de loshombres señalados en esta entrada Andrés de TapiaHernando de Osma; los otroseran muchos. Los indios amigoscomo vieron subir a los españoles con tantoánimo y que iban ganando tierra a los enemigossiguiéronlos de tropely asílos unos y los otros hicieron tan gran matanza en los enemigos y dellos sedespeñaron tantos de lo altoque todos los que allí se hallaron afirman queun río pequeño que cercaba casi aquel pueblopor más de una hora fue tanteñido en sangreque no pudieron beber por estonces los nuestros délaunqueestaban bien sedientos por el cansancio y el gran calor que hacía. Motolinea(por [que] no quiero dexar de decir lo que hallé escripto) dice que echaron alos mexicanos del pueblo a lanzadas y cuchilladas y fueron en su alcance medialegua hasta un río pequeñode grandes barrancasde donde se despeñaronmuchostanto que de todos (que eran muchos) quedaron pocos vivos por no quererla paz o por no merescerlay que de dos arroyos el uno fue tinto en sangre ydel otro bebieron. En esto tiene gran crédito lo que Cortés escribióo porverlo él por sus ojoso por saberlo de muchos testigos de vista.

Hecho estoSandoval. se volvió a Tezcucoquedándose los de Chalco muycontentos en su tierra y con deseo de volverse a ver otra vez con los mexicanos.Fueron Sandoval y Andrés de Tapia más bien rescebidos de Cortés que nuncaporque ciertoasí ellos como los demás mostraron bien el grande y singularesfuerzo que en semejantes trances la nación española suele mostrar.



 

 

Capítulo LXXXV

Cómo ido Sandovallos mexicanos revolvieron sobre los deChalcoy cómo antes que allá fuese Sandoval los de Chalco habían vencido.

En sabiendo que supieron los de México que los españoles y los de Chalcohabían hecho tanto daño en su gentedeterminaron de inviar sobre ellosciertos Capitanes con mucha gentey esto tan prestoque los españoles notuviesen lugar de poder socorrerlos. Como los de Chalco tuvieron aviso destoinviaron a toda priesa a suplicar a Cortés les tornase a inviar socorro;Cortés lo hizo así con el mismo Sandovaly así con la misma gente de pie yde caballo. En el entretanto que los de Chalco despacharonllegaron lasguarniciones mexicanas. Salieron los de Chalco al campo con ánimo español másque índicocomo los que habían andado en compañía de españoles y lostenían cercay que por horas los esperaban. Presentóse la batalla de unaparte y de la otra en un gran campocon mucho ardid y ánimo; los mexicanospor tener en poco a los de Chalco y haber tanto tiempo antes que los teníansubjectos y tener espiados a los españolesque para aquel tiempo no podíanvenir en socorro; los de Chalcono estaban menos animososni con menos corajesalían a la batallaporque como ya libres de la antigua subjección y aliadascon gente tan valienteles habían perdido todo temor y respecto; antes cebadosen ellosdeseaban tomar venganza de todo.

Encendidos desta manera los unos y los otrosrompieronsegún sus fuerzascon gran furia los unos con los otros; trabóse de tal suerte la batalla que porgrande espaciono se pudo conoscer la victoria. Finalmentemuriendo muchos delos mexicanosquiso Dios que los de Chalco saliesen victoriosos. Siguieron elalcance buen trechohaciendo gran matanzacomo los que tenían a España en elcuerpo; tomaron cuarenta vivos y entre ellos un Capitán.

Fué para ellos esta victoria de tanta importanciaporque alanzaron de sutierra a los que los trataban peor que a esclavosque no se puede creer. CuandoSandoval llegóhalló los campos poblados de muertos y huyendo por el agua encanoas los mexicanos que quedaron. Llegado que fuelos de Chalco muy ufanos porla victoria pasadamostrándole los muertosle entregaron los vivos y conaquel Capitán dos principalesy esto hicieron para que luego los inviase aCortésporque sabían que dello había de rescebir contento. El invió dellosy dellos dexó consigopor asegurar más a los de Chalco. Estuvo con toda lagente en un pueblo que era frontera de los mexicanosy después que leparesció que no había nescesidad de su estadase volvió a Tezcucotrayendoconsigo a los otros prisioneros que le habían quedado.



 

 

Capítulo LXXXVI

Del socorro que vino a Cortésy cómo de los prisionerosinvió dos a los mexicanos.

Como ya el camino para la villa de la Veracruz desde Tezcuco estaba segurode manera que podían ir e venir por éllos de la Villa tenían cada díanuevas de Cortés y él delloslo que antes no podían. Inviáronle con unmensajero ciertas ballestasescopetas y pólvoracon que hubieron gran placery desde a dos días le inviaron otro mensajerohaciéndole saber que al puertohabían llegado tres navíos y que traían mucha gente y caballos y que luegolos despacharían; creo que eran los mismos de quien atrás hemos hablado. Contodo estoprocuraba Cortéspor todas las vías y formas que podíaatraer alos mexicanos a su amistadpor no destruirlos y descansar de los trabajos delas guerras pasadasy asídondequiera que podía haber alguno de Méxicoleprendíay sin hacerle malsino todo buen tratamientole tornaba a inviar aMéxicopara que por aquella vía los mexicanos se ablandasen y viniesen a lobueno. Persistiendo en estoel Miércoles sanctoveinte y siete de Marzo delaño de quinientos e veinte e unohizo traer ante sí a aquellos principales deMéxico que los de Chalco le habían inviado. Díxoles si algunos dellosquerrían ir a Méxicoque les daría libertad con tal que le prometiesenhablar de su parte a Guatemucín y a los otros señores mexicanos y lesdixesen que no curasen de tener más guerra con élpues habían de llevarsiempre lo peory que se diesencomo antes lo habían hechopor vasallos delEmperadorporque no los quería destruir ni había venido a esosino a ser suamigo. Ellosaunque se les hizo de malporque tenían temor que yendo conaquel mensaje los mataríandos dellos se determinaron de irpidiéndole unacartano porque los mexicanos la habían de entendersino porque viesen queCortés los había soltado e inviado libresencargándoles aquel mensaje.Cortés escribió la carta y cerrada se la diodándoles a entender con lalengua que lo que en la carta iba era lo mismo que él de palabra les habíadichoe así se partierony Cortés mandó a cinco de a caballo saliesen conellos hasta ponerlos en salvo; pero ni de los mensajeros ni de la carta huborepuestaantescomo hombres empedernidos y obstinadoscuando más con pazlos convidabantanto más respondían con guerracomo luego se dirá.



 

 

Capítulo LXXXVII

Cómo los mexicanos revolvieron sobre los de Chalcoehaciéndolo saber a Cortésrespondió que él quería ir al socorro.

El Sábado sancto los de Chalco y otros sus aliados e amigos inviaron a decira Cortés que los de México venían sobre ellosporfiando de vengarse.Mostráronle pintados en un paño blanco grande los pueblos con sus nombres quecontra ellos venían e los caminos que traían; rogáronle con grande instanciapor ser sobrada la genteque en todo caso los socorriese. Cortés lesrespondió que desde a cuatro o cinco días inviaría socorro. Ellos altercero día de Pascua de Resurrección volviendole dixeron que era menesterque con toda brevedad los socorrieseporque a más andar se acercaban losenemigos. Cortés les dixo que él quería ir a socorrerlos e mandó pregonarque para el viernes siguiente estuviesen apercebidos veinte y cinco de a caballoy trecientos peones.

Estando los negocios desta manerael jueves antes vinieron de paz a Tezcucotraxeron gran presente de ropa los mensajeros de las provincias de Tucupán eMexcalcingo e Autlángrandes puebloscon otros sus vecinos que estaban en sucomarca. Dixéronle y con muy gran voluntad que venían a darse por vasallos delgran señor de los cristianos y a ser sus amigosporque ellos no habían muertoespañolni ofendido en otra manera a Cortésel cual los rescibió y tratómuy bien. Respondióles alegremente y en breveporque estaba de partida paraChalcoque él en nombre de Su Majestad los rescebía y ampararía contra susenemigoscomo al presente quería hacer por los de Chalcoy con esto se fuesenen buen horahasta que más despacio los pudiese hablar. Ellos se despidieronmuy contentos délporque pocos o ningunos iban menos.

El viernes siguienteque fueron cinco de Abrill del dicho añosalióCortés de la ciudad de Tezcuco con treinta de a caballo y trecientos peonesque estaban ya apercebidosy dexó en ella otros veinte de a caballo etrecientos peonesy por Capitán dellos a Gonzalo de Sandoval. Salieron conCortés más de veinte mill amigos tlaxcaltecas y tezcucanos y en su ordenanzacomo siempre solía. Fue a dormir a una población de ChalcollamadaTlalmanalcodonde fue bien rescebido y aposentadoy allíporque estaba unabuena fuerzadespués que los de Chalco fueron nuestros amigossiempretuvieron una buena guarniciónporque era frontera de los de Culhúa.

Otro díaque se le llegaron más de otros cuarenta mill amigosllegó aChalco a las nueve del díasin detenerse más de hablar a aquellos señores ydecirles que su intención era dar una vuelta en torno de las lagunasporquepara estonces estarían ya los bergantines prestosy si alguna falta teníanenmendados. Como les hubo dicho estoaquel díaa vísperaspartió de allíe llegó a una población de la misma provincia donde asimismo se les llegómucha gente. Durmió allí aquella noche; y porque los naturales de aquellapoblación le dixeron que los de Culhúa le estaban esperando en el campomandó que al cuarto del alba toda la gente estuviese en pie apercebida.



 

 

Capítulo LXXXVIII

Cómo otro día partió Cortés de allíy cómo halló unpeñol muy fuertey de la manera que tuvo en acometerle.

Otro díaen oyendo misacomenzó a caminar Cortéstomando él ladelanteracon veinte de a caballomandando ir en la rezaga los diez querestabany asícon gran cuidadopasó por entre unas sierras muy agras. Comoa las dosdespués de mediodíallegó a un peñol muy alto e muy agroencimadel cual estaba mucha gente de mujeres y niñosy todas las laderas llenas degente de guerra. Comenzaron luegocomo suelena dar grandes alaridoshaciendomuchas ahumadastirando a los nuestros con hondas y muchas piedrasflechas yvaraspor manera que llegándose cerca rescebían mucho dañoy aunque Cortéshabía visto que no le habían osado esperar en el campoparescíale que eraotro el camino y que le había erradosegún los de Chalco le dixeronque nomenos que en el campo le esperarían. Estuvo Cortés muy dubdoso qué haríaporque pasar adelante sin hacerles algún mal sabor y que los indios amigospensasen que de cobardía lo hacíaparescíale mal casoy acometercosatemeraria por la terrible fortaleza que el peñol teníaera atrevimientodemasiado. Finalmentequeriendo más morir que dar muestra de temorcomenzó adar una vista en torno del peñolque tenía casi una legua; vióle tal que leparesció locura ponerse a ganarloy aunque pudieracercándoleponer ennescesidad de darse a los que en él estabanno quisopor no detenerseyasíabrazándose con aquel dicho que dice: «Al mayor temorosar»determinó de subir el risco por tres partes que él bien había visto. Mandó aun Cristóbal CorralAlférez de sesenta hombresque él siempre traíaconsigoque con su bandera acometiese y subiese por la parte más agray queciertos escopeteros y ballesteros le siguiesen. Mandó a Joan Rodríguez deVillafuerte y a Francisco VerdugoCapitanesque con sus gentes e con ciertosballesteros y escopeteros subiesen por la otra partey que asimismo PedroDircio y Andrés de MonjarazCapitanesacometiesen por la otra parte con losballesteros y escopeteros que quedabane que todos a unaen oyendo soltar unaescopetaaunque Motolinea dice tocar una trompetaacometiesen con grande furiae ímpetudeterminados de morir primero que volver atrás; e luegoendisparando la escopetafue cosa de verapellidando ¡Santiagoy a ellos! concuánto esfuerzo acometieron los nuestros. Ganaron a los enemigos dos vueltasdel peñolque no pudieron subir másporque con pies y manos nose podíantenera causa de la increíble aspereza y agrura del cerroespecialmente quelos de arribacomo gente fortalescidaechaban de lo alto con ambas manosymuchas veces dos y tres hombres juntostan grandes piedras que haciéndosepedazos por el camino hacían gran daño. Finalmentefue tan recia la defensaque habiendo herido más de veinte españolesmataron dosel uno de los cualesperdiendo el sentidode una pedrada que le habían hundido los cascosCortéscon un cuchillo de escribanía se los levantóy desta manera tuvo lugarprimero que muriesede confesarse; y a tener los enemigos más entendimientono quedaba español vivoy en fincomo Cortés vio que en ninguna manerapodía pasar de las dos albarradas e que se iban juntando muchos de loscontrarios en socorro del peñolque todo el campo estaba lleno delloshizoseñal de recogerse. Baxaron los Capitanes con su gentearremetieron los decaballo a los que en el campo estabanrompiéronlos y alanceándolos losecharon del campoy matando en ellosduró el alcance más de hora y media.



 

 

Capítulo LXXXIX

Cómo Cortés combatió otro peñoly cómo ambos se ledieron de pazy de lo que le dixeron y él les dixo.

Como era mucha la gente que los de caballo siguieronderramáronse a unaparte y a otray a esta causa reconoscieron mejor la tierrade manera quedespués de haberse juntadohubo algunos que dixeron que habían vistootro peñol no tan grande ni tan fuertecon mucha genteuna legua de allíyque por lo llanocerca dél había gran poblazón y que no podían faltar lasdos cosas que en el otro habían faltadola una el aguay la otra la facilidadde poderle entrar. Informado desto Cortésaunque harto mohino de haber hechotan poco en el otro peñolse holgó con aquellas nuevaspor suplir en lo unolo que había faltadoen lo otroy asísin más detenersepartió luego deallí e fuese aquella noche cerca del otro peñoladonde él y la gente pasóharto trabajoporque tampoco halló agua ni en todo aquel día habían bebidoellos ni sus caballos; y como la cena que llevaban no era muy grandepasaronaquella noche con no menos hambre que sedoyendo a los enemigos el grandeestruendo que con atabales e caracoles e grita hacíany en siendo de díaclaroCortés con algunos Capitanescomenzó a mirar el riscoel cual leparesció no menos fuerte que el otropero tenían dos padrastros más altosque élque por todas partes le señoreabany no tan agros de subir. En éstoshabía mucha gente de guerra para defenderlos. Cortés con sus Capitanes y conotros hidalgos que le acompañabanembrazando sus rodelasse fueron a piehacia el un padrastroporque los caballos los habían llevado a beber una leguade allí. El intento de Cortés era ver estonces la fuerza del peñol y pordónde se podía combatiry como la demás gente lo vio ir asíaunque no seles había dicho nadasiguieron tras dély como por entre los padrastrosllegaron hasta la falda del peñollos que estaban en los padrastros como enlugar menos fuerte aunque altocreyendo que los nuestros querían acometerdesamparáronloso por miedoo por socorrer a los suyosque estaban en elpeñol. Como Cortés vio el desconcierto de los enemigos y que tomados aquellosdos padrastros se les podía hacer desde allí mucho dañomuy al descuido ysin bullicio mandó a un Capitán que de presto con su gente tomease elpadrastro más agro y fuerte. Hízolo así el Capitány Cortés con la otragente comenzó a subir el cerro arribadonde estaba la más fuerza de la gente.Ganóles luego una vuelta y púsose en una altura que casi igualaba con lo altode donde los enemigos peleabanlo cual así a los españoles como a los indiosparesció cosa imposibley de lo que más se maravillaron que fuese tan sinsangre y peligro de los nuestros.

En este comedio un Capitán se dio tan buena maña que con su gente puso subandera en lo más alto del cerroy desde allí comenzando a soltar escopetas yballestashacía tan mala vecindad a los enemigosque ellos viéndoseapretados por lo alto y por lo baxoe que si el negocio iba adelante habían deperescer todoshicieron señalponiendo las armas en el sueloque se queríandar. Visto esto por el Generalcomo siempre era su motivo traerlos por bienaunque ellos eran malos y los más merescían muertemandó hacer señaltambién de paz.



 

 

Capítulo XC

Do se prosigue cómo los deste peñol se dieron de paz y conellos los del otroy lo que más pasó.

Los indioscomo vieron estodexadas las armasbaxaron todos a lo llanodonde los Capitanes y principalespidieron en nombre de todos los demásperdón a Cortés por lo pasadodiciendo que en lo de adelante lo enmendaríany que bien vían que era trabajar en balde tomarse con los españolesque tanfuertes y valientes eranpues para contra ellos no había fuerzacastillo nisierra que ellos luego no lo allanaseny que lo que habían de hacer por fuerzay a costa de su sangre y vidalo querían hacer de su voluntadpara que conrazón se lo agradesciese; y que para que viese cuán de voluntad se le daban yquerían ser sus amigos y vasallos del Emperadorinviaron luego a los del otropeñol a decirles que luego se diesen de pazy lo mucho que lo acertaron enhacerlo. Cortés a este punto mostró más contento; díxoles que él se holgabamucho de que entendiesen de las españoles dos cosasla una que para ellos nohabía cosa fuertela otra que cuando son vencedoresson benignos y clementesy que con gran facilidad perdonan las injurias y agraviosamparando ydefendiendo como a bienhechores los que se les rindeny que hiciesen luego loque decíanporque si los del otro peñol perseveraban en su mal propósitopagarían cruelmente por sí y por los otros. Respondiendo a estoluego cuatroo cinco Capitanescon muchos que los acompañarona toda priesa fueron al otropeñol. Dixéronles lo que había pasado y que los españoles tenían alasquesubían adonde los páxaros no podíanque se diesen luegocomo ellos habíanhechoy que los españoles eran de tan buen corazón que en rindiéndoseles losofensores no sabían levantar el espada ni acordarse de agravios rescebidoscomo con ellos habían hechoy quecomo lo entenderían adelanteaquelloscristianos hasta vencer eran bravos y cruelespero que después de vencedoreseran clementes y piadososy que siendo esto asívalía más hacer de gradoluego lo que después habían de hacer por fuerza.

Los del peñoloídas estas razones de sus naturales y amigosaunqueestaban muy fortalescidoscomo les faltaba el aguay cercados habían deperescer de sedbaxados del peñol los Capitanes y hombres principalessefueron con sus amigos do Cortés estabaal cual pidieron con lágrimas perdónde lo pasado. El los rescibió y perdonó con gran afabilidadmostrando bienpor la obra ser verdad lo que los que habían ido a traerlos habían dicho depalabra. Hecho estoestuvo allí dos díasde donde invió a Tezcuco losheridose otro día se partió para Guastepec.



 

 

Capítulo XCI

Cómo Cortés partió para Guastepec y de cómo allí fuérescebidoy de la frescura deste puebloy cómo de allí pasó a Yautepec.

Aquel día a las diez de la mañana que partió del peñol llegó Cortés aGuastepecdo fue bien rescebido. Aposentóse en una gran casa que estaba en lahuerta del señor y los demás en otros aposentos alderredor de aquella casaque era muy principal y fabricada conforme a la grandeza y frescura de lahuertala cual en aquel tiempo era la mejor que en todo este Nuevo Mundo ni enel antiguo hallar se podíaporque tenía de circuito dos grandes leguas y pormedio corría un hermoso río poblado de la una parte y de la otra de muchos yfrescos árbolesy de trecho a trechocomo dos tiros de ballestahabíaaposentos e jardines graciosísimospoblados de muchas verduras y flores erosas y de todas las flores e frutas que la tierra llevaba. Había dentro cazade conejos y liebres y venados mansosaves las que se podían habermuchassementerasmuchas fuentes de clara y hermosa aguaespecialmente una que regabala mayor parte de la huertacon caños encalados; es una de las buenas fuentesdel mundo. Finalmentetenía esta huertaaliende de los edificiospeñascosgraciososy labrados en ellos escalerascenaderosoratorios y miradorestodolo que se puede pedir y desear para hacer muy apacible y deleitosa cualquieramuy sumptuosa y real huertay así Motezuma la tenía en mucho y con aparatoreal se iba a recrear a ella.

En esta huerta reposó aquel día Cortés con todo su exército; haciéronlelos naturales todo el placer y servicio que pudieronespecialmente el señorque muy rico y comedido era. Otro día de mañana se partióy a las ocho deldía llegó a una poblazón bien grande que se dice Yautepecen la cual muchagente de guerra de los enemigos le estaba esperando; y como llegóparescióque querían hacer alguna señal de pazo por el temor que tuvierono porengañar a los nuestrospero luego sin más acuerdoni hacer resistenciacomenzaron a huirdesamparando su pueblo. Cortés no se quiso detener;siguiólos con treinta de a caballodio tras dellos bien dos leguas hastaencerrarlos en otro pueblo que se dice Xiutepecdonde alancearon y mataronmucha gente.

En este pueblo hallaron los nuestros la gente muy descuidadaporque llegaronprimero que sus espías; mataron algunos que se quisieron poner en defensatomaron muchas mujeres y muchachosy todos los demás huyeron. Cortés estuvodos días en este pueblocreyendo que el señor dél se viniera a dar de pazycomo nunca vinocuando se partió hizo poner fuego al puebloque estoconvenía estonces; e antes que dél saliesevinieron ciertas personas delpueblode atrásllamado Yautepeclos cuales le rogaron los perdonase e queellos de su voluntad querían ser vasallos del Emperador de los cristianos eamigos verdaderos de los nuestros. Cortés los rescibió de buena voluntadporque en ellos se había hecho buen castigoy así no les dixo más de que porel castigo pasado verían cuánto les convenía perseverar en el amistad queofrescían.



 

 

Capítulo XCII

Cómo Cortés fué a Quaunauacfuerte y grande puebloycómo por el ánimo de un indio tlaxcalteca vino a ser señor dél.

Aquel día que Cortés se partióllegó a las nueve de la mañana a vistade un pueblo estonces muy fuerteque se llama Quaunauacdentro del cual habíamucha gente de guerramuy luciday era tan fuerte el pueblo por la cerca demuchos cerros y barrancas que la rodeaban (porque había alguna de diez estadosy más de hondo) que ningún hombre de a caballo podían entrar sino por dospartesy éstas estonces los nuestros no las sabíany aun para entrar poraquéllas habían de rodear más de legua y media. También se podía entrar porpuentes de maderapero teníanlaspor miedo de los nuestrosalzadasy a estacausa estaban tan fuertesy a su parescery aun al de los nuestrostan a susalvoque aunque fueran diez veces más los españoles e indios amigos no lostuvieran en naday asícada vez que los nuestros se atrevían a llegarsehacia elloslos enemigos a su placer les tiraban muchas varasflechas ypiedrashaciendo más daño que rescebíanaunque con todo estosiempreporfiaron los nuestrosparesciéndoles (como fue) que no había de faltarmanera cómo les poder entrary asíestando en la furia del combateun indiotlaxcaltecamuy valiente y animosopasó por un paso muy peligrosode talmanera que los enemigos nunca le vierone como ellos de súbito y sin pensarlole vieron cerca de donde ellos peleabancreyendo que los españoles lesentraban por allíca nunca pudieron dar en que indio se atreviese a pasar porallíy así ciegosdesatinados y espantadoscomenzaron a ponerse en huíday el indio tras dellosen pos del cual siguieron luego tres o cuatro manceboscriados de Cortése otros dos soldados de una capitanía. Pasaron de la otraparte Cortés con los de caballo; comenzó a guiar hacia la sierra para buscarentraday como entre los nuestros y los enemigos no había más que unabarranca a manera de cavaestándose tirando los unos a los otros muyembebecidossin atendercomo diestros en guerraa más de lo que hacían losespañoles que habían pasado tras del indiode improvisocon grande ánimo ygritadesnudas las espadashiriendo y matandodieron sobre elloslos cualescomo salteados y fuera de todo pensamiento que por las espaldas se les podíahacer alguna ofensaporque no sabían que los suyos hobiesen desamparado aquelpaso por donde los nuestros entraronembazaron y perdieron de tal manera elánimoque no acertaban a pelear. Los nuestros mataban en ellos y hacían sinresistencia gran carniceríay desque reportándose un pococayeron en laburlacomenzaron a huir e ya la gente española de a pie con muchostlaxcaltecas estaba dentro en el puebloquemando y saqueando las casas. Losenemigos que en ellas estabana toda furia las desampararony huyendoseacogieron a la sierraaunque murieron muchos dellosy los de caballosiguieron y mataron también muchosy después que hallaron por donde entrar alpuebloque sería a mediodíaaposentáronse en las casas de una huertaporque lo hallaron todo casi quemadoe ya bien tarde el señor de aquel pueblocon algunos otros principalesviendo que en cosa tan fuerte no se habíanpodido defendertemiendo que allá a la sierra los irían a buscaracordaronde venir a darse de pazprometiendo de guardar de ahí adelante el amistad.Cortés los rescibió muy bien y reprehendiéndoles que por qué habían queridoque los destruyesen y quemasen sus casasrespondieron (cosa cierto donosa) quepor satisfacer más por sus culpas y delictosquisieron más consentir primerose les hiciese dañoporque hecholos nuestros después no tendrían tantoenojo dellos.



 

 

Capítulo XCIII

Cómo Cortés fue a Suchimilcoy del trabajo que en el caminopasóy de la guerra que hizo a los del pueblo.

Después de haber Cortés dormido aquella noche en el pueblosiguió sucamino hacia México por la mañana e por una tierra de pinares despoblada e sinningún agua e con un puerto que tiene casi tres leguas de subida. Pasáronlelos nuestros con grandísimo trabajo y sin bebertanto que muchos de los indiosamigos perescieron de sed. Pararon a siete leguas de donde habían salidoenunas estanciasaquella nochey por ir con la fresca y sentir menos el caminosalieron en amanesciendo; llegaron temprano a vista de una gentil ciudad que sedice Suchimilcola cual está asentada en el alaguna dulce; y como los vecinosdella estaban avisados de la venida de los nuestrostenían hechas muchasalbarradas e acequias e recogida mucha munición de varasflechas y piedras yalzadas las puentes de todas las entradas de la ciudadla cual está de Méxicocuatro leguas.

Estaba dentro mucha y muy lucida gentedeterminada de se defender o morir.Cortés les invió a decirlo que siempre solíaque era mejor se diesen depazexcusando los daños que se les podían seguirque no perseverar en su malpropósitopues tendrían entendido lo que les había subcedido a los demás.Elloscomo eran tantos y tan fortalescidoshicieron las orejas sordasdandopor repuesta el tirar flechas y varas. Cortésvisto estoordenó su gentehizo apear a los de caballoy puestos todos en orden y conciertose apeó ély con ciertos peones escopeterosballesteros y rodelerosque llevaban cargo derodelar a los ballesteros y escopeterosacometió la primera albarradadetrásde la cual había infinita gente de guerray como comenzaron a disparar losballesteros y escopeterosdiéronles tanta priesa e hiciéronles tanto dañosin rescebir casi ningunoque los del albarradano pudiéndolo sufrirfeamente la desampararone los españolescon ánimos de talesse echaronluego al agua y pasaronaunque bien mojadosadelante por donde hallaban tierrafirmey en media hora poco másque pelearon con los enemigosles ganaron laprincipal parte de la ciudad e una muy fuerte puente en la cual estaba laprincipal fuerza. Los que la defendían se echaron en el aguametiéndose ensus acalesy los demás retrayéndose e haciendo lo mesmopelearon fuertementecon los nuestros hasta la noche. Unos daban voces pidiendo paze otros peleabanvalientemente; e moviendo tantas veces paz e peleandojuntamentecayeron losnuestros en el astucia y ardidque era por entretener a los nuestros y alzarellos sus haciendas y poner en cobro las joyas y ropas que tenían guardadasytambién por dilatar tiempo en el entretanto que les venía socorro de México.

Este día mataron los indios dos españolesporque se desmandaron de losotros a robar y vinieron en tanta nescesidad que nunca pudieron ser socorridos.Esto suele hacer la demasiada cobdicia.



 

 

Capítulo XCIV

Do se prosigue la batalla y se trata de un caso extraño quesubcedió a Cortés.

En la tarde pensaron los enemigos cómo podían atajar a los nuestros demanera que no pudiesen salir de su ciudad con las vidase juntos muchos dellosdeterminaron venir por la parte que los nuestros habían entradolos cualescomo los vieron venir tan de súbitoespantáronse de ver su ardid y presteza.Cortés estoncesviendo que el negocio iba perdidocon seis de caballoarremetió a ellosrompiólosy muchosde temor de los caballosse pusieronen huidaaunque otros fueron tan valientes que con sus espadas y rodelasesperaban a los de a caballo. Abrió Cortés el camino para que todos los suyospudiesen salir tras déllos cualescuando se vieron fuera de la ciudadaunque había muchos trampaleshirieron y mataron a muchos de los enemigosycomo eran tantostrabóse de tal manera la batallaque los nuestrosnosolamente se cansaban de matar y herirpero los caballos andaban ya fatigadosde tal manera que el de Cortéscomo trabajaba másandando de acá paraalláno pudiendo sufrir el trabajose dexó caer en el suelo. Cortés seapeó con gran prestezay tomando la lanza con ambas manosla jugó de maneraque no menos mal hacía con el regatón que con el hierro. Defendiéndose destamanera un rato de muchos que le tenían rodeadollegó allí un tlaxcalteca consu espada y rodelaque no supo por dónde entró. Díxole: «No tengas miedoque yo soy tlaxcalteca.» Ayudóle luego a levantar el caballoque estaba yaalgo alentadoe a subir en él a Cortés. Acudió luego un criado suyoy trasél muchos españoles. Miró Cortés en el indioque le paresció bien alto ymuy valiente.

Revolvió Cortés con los compañeros sobre los enemigos; dióles tantapriesa que desampararon el campo sin volver a su ciudady en el entretanto quelos que tenían caballos para ello y los tlaxcaltecas seguían el alcanceCortéscon otros de a caballo que no podían seguirlese volvieron a laciudady aunque era ya casi noche y razón de reposarmandó cegar de tierra ypiedra las puentes alzadas por do iba el aguapara que los de a caballopudiesen entrar y salir sin estorboy no se partió de allí hasta que todosaquellos malos pasos quedaron muy bien adereszados y con mucho aviso y recaudode velas. Pasó aquella noche durmiendo a ratosrescibiendo a los que delalcance volvíanaunque no fue grandeporque ya anochescía cuando se acabaronde romper los enemigos.

Otro día por la mañana cabalgó Cortésbuscó con gran cuidado por sí ypor las lenguas aquel indio que le había ayudadopara honrarle y favorescerleagradesciéndole lo que por élen tan gran peligrohabía hechoy despuésde haberle buscado con toda la diligencia posibleni entre los vivos ni entrelos muertos lo pudo hallarporque llevarle preso los indios no loacostumbraban. Creyósegún Cortés era devoto de Sant Pedroque en aquellaaflición y trance le socorrió e ayudó en figura de tlaxcalteca. Duróle aCortés el cuidado hartos días de saber de aquel indioy jamás pudo sabernada más de lo que presumió.



 

 

Capítulo XCV

De un bravo y soberbio razonamiento que Guautemucínseñorde Méxicohizo a los suyospersuadiéndolos y exhortándolos a que deimproviso diesen sobre Cortés en Suchimilco.

Como supo Guautemuza que los nuestros estaban a Suchimilcollamando a losseñores y Capitanespara animarlos e indignarlos contra los nuestrospara quecon la presteza posible se efectuase lo que él tanto deseabales dixo con grancoraje: «¿Qué es estoseñores y valientes Capitanesque estando nosotrosvivosen nuestra gran ciudad de Méxicocabeza del mundodespués de vencidosrotos y desbaratados y muertos más de seiscientos destos perros cristianosvuelvan delante de nuestros ojos a rodear nuestra ciudadrobardestruir yquemar nuestros puebloslevantar otros que en nuestro servicio teníamosvencieron los fortalescidos en los peñolesque no bastaran nuestros dioses ahacerlo[y] por doquiera que vancomo tigres y leonesson vencedores? Lasmanos me quiero comer de rabia y pelarme las barbasde que no hayamos puestoremedio. ¿Qué esperamosseñoressino que vencidos y rendidos los pueblos yciudades que están alderredor de la nuestracon mayores fuerzas vendrán sobrenosotros estos perros cristianosenemigos nuestros y de nuestros dioses? Ya elnegocio está puesto en términos queno solamente nos conviene pelear pornuestros amigospor nuestra gloria y famapor nuestra haciendapor nuestraciudadpor nuestras mujeres y hijossino por nuestras vidaspor nuestralibertad ylo que más espor nuestros dioses. ¿Para qué queremos lashaciendaslos triunfos ganadoslos amigoslas mujeres y hijos y las vidassihemos de perder la libertad y permitir que nuestros buenos diosesde quientantas mercedes hemos rescebidosean tan gravemente ofendidosque ellos consus templos tan afrentosamente sean quemados y deshechos? Si os duele su honrasi os acordáis que sois mexicanosseñores del mundo; si tenéis en la memorialas victorias ganadas y los grandes reinos y señoríos que vosotros y vuestrosantepasados ganaronno sé cómo os podéis sufrir sin quecomo leonesfuriososarremetáis y saltéis contra tan malos hombres. Cuando faltaren losarcoslas varaslas macanas y rodelaslas piedras y las demás armasde queasaz tenéis abundanciaaguzad los dientesdexad crescer las uñaspara quedespedazandocon los dientes y deshaciendo con las uñas a estos perrosvenguéis a vos y a vuestros dioses de las injurias rescebidasatajando las queos pretenden hacery para esto ninguna ocasión se ha ofrescido tan buena comola presenteque están Cortés y los suyos en Suchimilcocomo en su casadescuidados. Acometámoslos de súbitopor el agua y por la tierra con todonuestro poderque no se nos puede escapar hombre dellas que no mueray asímuertos con su Capitánlos que están en Tezcuco quedarán para sacrificarlosvivos a nuestros dioseslos cualesvolviendo por su honrano dubdéis sinoque serán en nuestra ayuda y favor.»



 

 

Capítulo XCVI

De lo mucho que los mexicanos se encendieron contra losnuestros con el razonamiento de su señory de cómo luego pusieron por obra loque les dixo.

Pudotanto y tuvo tanta fuerza el soberbio razonamiento de Guautemuza conlos suyos (que valiente y facundo era) que no se podría decir cuán encendidosquedaron todos a poner por la obrasin faltar puntotodo lo que su señor lesdixera; y como naturalmente y tan de atrás eran enemigos de los nuestroslaplática brava de su señor hizo en sus pechos y corazones lo que en el fuegoencendidohace el aceitey asíciegos de enojo y ardiendo en iranorespondiendo palabras compuestas y ordenadascomo en otros casos hacíansaliendo como furiosos de ayuntamiento y congregaciónolvidados de la comidasin decir más que: «¡Mueran los perros cristianos!»los unos apercibieronlas canoasque eran más de dos millen las cuales entró luego la gente deguerraque serían más de doce mill hombres; los otros apercibieron y juntaronlos que habían de ir por tierraque casi no tenían cuento; y para no sersentidosprimero que llegasen a Suchimilcono llevaron por el camino lasbanderas levantadas ni tocaron los instrumentos de guerra ni hicieron otrosalborotos por donde fuesen sentidossino como diestros cazadoresfueroncallandopor no levantar la cazateniendo por entendido que si los nuestros nohuíanno podían escapar de muertos o presos.

Salieron desta manerahaciéndoseles larga la jornadaaunque era biencortabraveandocomo ellos suelenmás que los de otras nascioneslos unoscon los otrosdiciendo cómo habían de matar y hender. Cortésque en elentretanto no dormíatiniendo sus espías dobladassupo cómo venía gente.Subióse a una torre de un templopara vercomo sagaz Capitánqué gente yen qué orden y por dónde venía y por qué partes podría acometerparaproveer en lo que más conviniese. Vio como langosta muy espesaasí por elagua como por la tierravenir tanta gente que a otro que no fuera de su ánimoy esfuerzo pusiera gran terror y espanto. Abaxó muy alegredesimulando en supecho el peligro que se ofrescía; dixo a sus Capitanes: «Estos perros vienenpor el agua y por la tierrapensando que nosotros estamos descuidados;armémoslos con quesosque este es el día en que se han de hallar muynescios.» Dichas estas palabrassin hacer ruidopor que los enemigosentendiesen que estaban descuidadosordenó su gente española e indicapúsola en dos o tres partespor donde le paresció que le podían acometer losenemigos. Acabado de hacer esto y de haberse él comendado a Diosandando deuna parte a otravio llegar los que venían por el agua y los que venían porla tierracasi a un tiempoque los unos cubrían el agua y los otros latierra. Fuése a los suyosdíxoles palabras de gran virtud y esfuerzo. LosCapitanes que de los enemigos venían delante traían desnudas en las manos lasespadas que en la muerte grande de los españoles habían tomado; llegáronsepoco a poco con gentil denuedoapellidando los nombres de sus provincias yapellidando todos «¡MéxicoMéxico! ¡TenuxtitlánTenuxtitlán!»paresciéndoles que con solo el apellido de México Tenuxtitlán los nuestroshabían de desmayar. Amenazáronlosdixéronles palabras injuriosasy entreellasque con aquellas espadasque la otra vez en México les habían tomadolos habían de matar y sacar los corazones para ofrescer a sus dioses. Losnuestros callaronguardándose para la obray comolos enemigos se fueronacercandose trabó la batalla bien brava y reñidacomo diré.



 

 

Capítulo XCVII

Cómo se trabó la batalla y cómo la vencieron los nuestros.

Después que todo lo tuvo Cortés tan a punto como convenía y vio que losenemigos se acercabany con tanta furiaa trecho de romperviendo que por latierra firme acudía la mayor fuerza del exércitomandando hacer señalsalió con veinte de a caballo e con quinientos indios tlaxcaltecaslos cualesrepartió en tres partespara romper por otras tantas. Mandóles que desquehubiesen rompidose recogiesen al pie de un cerro que estaba media legua deallídonde también había muchos de los enemigos. Díxoles: «Caballeros: Deotros tan grandes y mayores trances como éste nos ha sacado Dios con victoria;pocos son éstos para los que nosotros en su virtud y nombre podemos vencer.»Divididos en la manera dicha e dichas estas palabrascada escuadrónapellidando«¡Sanctiago!» rompió con gran furia por su parte por losenemigosa los cuales desbarataronalancearon y mataron muchos. Recogiéronseal pie del cerrodonde Cortés mandó a ciertos criados suyos muy sueltos yligerosquebien arrodeladosprocurasen de subir por lo más agro dély queélentretantocon los de a caballo rodearía por detrásque era más llanoy tomarían a los enemigos en medioy fue así que como los enemigos vieron quelos españoles les subían el cerrovolvieron las espaldasy creyendo quehuían a su salvotoparon con los de a caballoy así embazaron y casi se lescayeron las armas de las manos. Hicieron los nuestros y los indios tlaxcaltecastan grande estrago en ellosque en breve espacio mataron más de quinientos;los demás se salvaron huyendo a las sierras.

Los de a caballoque eran quinceporque los otros seis acertaron a ir porun camino ancho y llanoalanceando en los enemigoslos cualesa media leguade Suchimilcodieron sobre un escuadrón de gente muy lucidaque venía en susocorrodesbaratáronlos asimismo e alancearon algunose ya que se hubierontodos juntado donde Cortés les había dichoque serían las diez del díavolvieron a Suchimilco e a la entrada hallaron a muchos españoles que con grandeseo estaban esperando a Cortésdeseosos de saber lo que le había subcedido.Contáronles el grande aprieto en que se habían visto con los enemigos y cómohabían hecho más que hombres por echarlos del pueblo y que habían muerto grancantidad dellos y tomádoles dos de las espadas españolas con que ellos estabantan soberbios. Dixéronles asimismo cómo los ballesteros no tenían ya saetasni almacén.

Estando en estollegó Cortésel cualantes que se apease ni hablasepalabrapor una calzada muy ancha asomó un grandísimo escuadrón de losenemigos dando grandes alaridos. Arremetió a ellos Cortés con sus compañerosa los cuales rompiendoforzó a que por el un lado y el otro della se echasenal agua. Quedaron muertos los que no hicieron otro tantoque fue en grancantidad. Hecho estomuy cansados se volvieron a la ciudadla cual Cortésmandó quemar luegono dexando cosa en ella más de los aposentos donde él ylos suyos estabanpara que no hubiese dónde meterse los enemigos. Desta maneraestuvo allí tres días sin pasarse mañana ni tarde que dexase de pelear.



 

 

Capítulo XCVIII

Cortés salió de Suchimilco y cómo todavía los enemigos leseguíany cómo revolvió sobre ellos hasta que le dexaron y cómo entró enCuyoacán.

Pasados los tres díasdexando quemada y asolada toda la ciudadque pusogran espanto después a los moradores dellaporqueciertosegún dicen losque la vierontenía muchas y muy fuertes casasgrandes y sumptuosos templosde cal y canto y otras cosas muy notablesque el mismo Cortés en la Relaciónque desto escribió dexa de decirpor seguir su brevedadsalió al cuarto díapor la mañana a una gran plaza que estaba en la tierra firmejunto a laciudaddonde los naturales hacían sus tiánguezy estando dando orden cómodiez de caballo fuesen en la delantera e otros diez en medio de la gentey élcon otros diez en la rezagalos de Suchimilcocon gran grita dieron sobre losnuestros por las espaldascreyendo que de miedo se iban huyendo. Cortés conlos diez de a caballo de su compañíarevolvió sobre ellose habiendoalanceado muchos delloslos compelió a volver las espaldase así los siguióhasta meterlos en el aguade tal manera que tuvieron por bien de no volver aprobar más su ventura. Volvió Cortésy por el orden que había comenzadoprosiguió su caminoe así llegó a las diez de la mañana a la ciudad deCuyoacánque está de la de Suchimilco dos leguas. Hallóla despoblada;aposentóse en las casas del señor y estuvo allí aquel día que llegóporqueen estando queestuviesen prestos los bergantinespensaba de poner cerco aMéxicoy así le venía muy a cuenta ver la dispusición desta ciudad y lasentradas y salidas della y por dónde los españoles podían ofender o serofendidosy así otro día que llegótomando consigo cinco de a caballo ydocientos peonesse fue hasta el alagunaque estaba muy cercaque entra en lagran ciudad de Méxicodonde vio tanto número de canoas por el aguay enellas tanta gente de guerraque ponía espantoaunque a él más que aquéllono lo acobardaba.

Llegó a un albarrada que los enemigos tenían hecha en la calzadamandó alos peones que la combatieseny aunque fue muy recia de combatir y en laresistencia hirieron diez españolesal fin la ganaron y mataron muchos indiosaunque los ballesteros y escopeteros se quedaron sin saetas y pólvoraque arevolver los enemigos sobre los nuestrospudieran hacer muy gran dañoaunqueadonde podían andar los caballoshacían gran estrago y ponían gran espanto.Desde aquí vio Cortés cómo la calzada iba derecha por el aguabien legua ymediahasta dar en Méxicoy cómo ella y la otraque va a dar a Estapalapaestaban llenas de gente sin cuento. Visto bien el sitio y disposición de laciudadentendió lo muchoque convenía para poner el cerco a Méxicoasentarallí una parte de su real de la gente de pie y de a caballo. Hecha estaconsideraciónrecogiendo los suyosse volvió quemando las casas y torres deaquella ciudad y destruyendo y haciendo pedazos cuantos ídolos podía topar.



 

 

Capítulo IC

Cómo Cortés fué a Tacuba y de los recuentros que tuvo conlos vecinos de la ciudady de cómo le llevaron dos españoles vivos.

Deseoso Cortés de volver adonde había dexado los demás compañerosdeterminó desde Cuyoacán dar la vuelta por la ciudad de Tacubaaunque ya lahabía visto otra vezpor ver la comodidad que podría haber para asentar otraparte de su real para el cerco de Méxicodonde se endereszaban todos suspensamientos y cuidadoscomo el que veía que toda la suma de sus negociosconsistía en señorearse de aquella ciudady asíotro día se partió parala ciudad de Tacubaque estaba dos leguas pequeñas de allía la cual llegóa las nueve del díaalanceando y matando por unas partes y por otras indiosque a nubadascomo pájarossalían del alagunapor dar en los indios decarga que llevaban el fardaje de los nuestrosa los cuales no pudieron empecera causa de la buena orden que llevaban; antessu atrevimiento les costaba muycaroporque a los que más se atrevían les costaba la vida. Hostigados destamanera algunoslos demás dexaron libremente pasar a los nuestros. OjeóCortés lo mejor que pudo de camino el asiento donde podría poner la otra partede su real y no se quiso detener más en Tacuba para este efectopues bastabalo que había vistoy para otro no había para qué.

Los de Méxicoque se extendían por tierra muy cerca de los términos deTacubacomo vieron que los nuestros no paraban en aquella ciudadcreyendo quede miedo pasaban adelantecobraron grande ánimoy asícon gran denuedoacometieron a dar en medio del fardajepero como los de a caballo venían bienrepartidos y todo por allí era llanorevolvieron de tal suerte sobre ellosque aunque eran casi infinitoslos desbarataronaprovechándose bien dellossin rescebirque fue cosa maravillosalos de a caballo ningún dañoaunquepara Cortés y mayor para ellossubcedió una gran desgracia a dos manceboscriados suyosque le seguían a piepor ser ligeros; que apartándose délloque nunca habían hecholos tomaron los indios vivossin ser vistos de losnuestros. Lleváronlos do nunca más parescieron; créese les darían crudamuerte. Pesó mucho a Cortés desta desgraciaporque a la verdad eran muyvalientesmuy sueltosy en los recuentros y batallas pasadas se habían muchomostradoy quisiera Cortés agradescerles y pagarles sus buenos servicios.Salió de los términos desta ciudad sin rescebir más daño que el dicho.Comenzó a seguir su camino por entre otras poblacionesdonde tampoco lefaltaron recuentrosporque todo hervía de enemigos.

Aquí dice Cortés que alcanzó la gente suya que había dexadoy que allísupo cómo faltaban aquellos dos mozos que tanto él amabay asímuy enojadopor vengar su muerte e porque los enemigostodavía le seguían como canesrabiososse puso con veinte de a caballo detrás de unas casas en celadaycomo los enemigos vieron a los otros diez con toda la gente de pie y fardaje iradelantecebados en la caza que pensaban haceriban en su seguimiento a todafuria por el camino adelanteque era muy ancho y muy llanono se temiendo decosa alguna. Pasado que hubieron buena parte dellosapellidando Cortés«¡SanctiagoSanctiago!» dió reciamente en ellosde manera que antes que sele metiesen en las acequias que estaban cercahabía muerto más de cientprincipales por extremo lucidoscuyas armas y ropas tomaron los Capitanestlaxcaltecasque volvieron a la refriegasabiendo que el Generalquedaba atrásdelante del cual (tanto confiaban de su valor) que peleaban comoleones. Los enemigosno sabiéndoles bien tan mala burlano curaron más deporfiar en su propósito; volviéronle a cencerros atapadoscomo dicensin irpeleandoque lo hacen sin discreción e sin oirse unos a otros cuando tienenalgún buen subceso.

Este día durmió Cortés dos leguas adelanteen la ciudad de Guatitlánque allí los suyos llegaron bien cansados y trabajados de dos cosasla unade siempre pelear y no ir hora segurosla otra de la mucha agua que aquellatarde les dio encimade manera que les entraba por los cabezones y les salíapor las piernas. Hallaron la ciudad despoblada; ninguna cena. Comenzaron a hacerfuegosen que no trabajaron menos que en lo pasadopor estar la leña mojaday asíse hincheron más de humoque se calentaron ni enjugaron.

Otro díaporque deseaba que amanesciesehechos patos de aguacomenzaron acaminar bien de mañanaalanceando de cuando en cuando algunos indios que lessalían a gritarcomo haciendo burla de que fuesen tan mojadoscon que muchosdellos se amohinaban tan de verasque hicieron a hartos de los enemigos que larisa y mofa se les volviese en muerte.



 

 

Capítulo C

Cómo Cortés prosiguió su camino y aquella noche fué adormir a Tezcucoy de cuán bien fué rescebido.

Prosiguiendo Cortés su camino sin acontescerle cosa memorablellegó a unaciudad que se dice Citlaltepec. Hallóla despoblada; descansó allí un díadonde se acabaron de enxugar los mojadose otro día a las doce llegó a unaciudad que se dice Aculmasubjecta a la ciudad de Tezcucodonde fue aquellanoche a dormir.

Supieron los que estaban en la ciudad la venida de Cortés; saliéronle arescebiruna hora antes que se pusiese el sollos que pudieronporque losdemás convenía que quedasen en la ciudadpor los rebatoscomo diréquehabían tenido; y topándose los unos con los otrosse dieron la bienvenida yllegadaabrazándose tan amorosamente que no sabían los unos apartarse de losotros. Desta manera los unos y los otrospoco antes que anocheciesepor darcontento con su llegada a los que estaban en Tezcucose dieron priesa a entrarantes que el sol se pusiese. Fué rescebido Cortés como padrecomo señorcomo amigocomo Capitáncomo triunfadorque de todos estos títulos eradigno el que en todo se mostraba tal. Hizo el alegría mayor la pena que todosantes habían tenido en no saber los unos de los otros. Contóles Cortés susprósperos y dichosos subcesosdando gracias a Dios que en todo tanto le habíafavorescidoprometiéndolescomo si lo viera presenteque en brevesegúniban los negociosse habían de ver señores de aquella gran ciudadde la cualtan afrentosamente y con tanta pérdida de los suyos habían sido echados.Enterneciéronse todos mucho a estocon la memoria de lo pasado; contóles pororden los muchos y grandes rebatos en que se había visto después que salió deaquella ciudady ellos a él lo mucho que habían echado menos su presenciaporque habían tenido grandes sobresaltosaunque todo les había subcedidobiencomo los naturales de la ciudad andaban de malay como cada día lesdecían que los de México Tenuxtitlán con todo su poder habían de venir sobreellosque no poco temor causaba a los másespecialmente viéndolo ausentepero que o en su buena ventura o porque Dios no había querido alzar la manodellossiempre habían sido victoriosos.

Con estas y otras razones gustosas para todosbien tarde se fueron [a]acostaraunque no tenían colchones mollidos.



 

 

Capítulo CI

De lo que pasó a Cortésy cómo fueron tratados enChinantla Barrientos y Herediay de la astucia de Barrientoscon que se hizotemer.

Halló Cortés en Tezcuco muchos españoles que de nuevo a seguirle enaquella jornada habían venido. Traxeron algunas armas y caballose decían quetodos los otros que en las islas estaban morían por venir a servirleaunqueDiego Velázquez lo impedía a muchos. Cortés les hizo todo el placer que pudodióles de lo que teníacon que volaba tanto su nombreque se tenía pordichoso el que a servirle venía.

En este comedio vinieron muchos pueblos a ofrescerseunos por miedo de noser destruídosotros por temor que a mexicanos teníanotros por serfavorescidos y vengarse a su tiempo. Desta manera se halló Cortés con buennúmero de españoles y con grandísima multitud de indiosque no poco hacíaal caso. E porque lo que adelante diré de la carta e industria de Barrientosno se puede entender sin que primero diga otras cosases de saber que despuésque la primera vez que Cortés entró en Méxicoprocuró luego informarse dealgunas provincias y de las granjeríasasí de labor como de minasque sepodían hacer para el adelantamiento de la Hacienda real. Invió después debien informadopor consejo de Motezumaa una provincia que se dice Chinantlaque es hacia la costa del Nortela cual no era subjecta al imperio de Culhúaencima de la Villa Ricatreinta leguasdos españolesque el uno se decíaHernando de Barrientos y el otro Herediapara que descubriesen oro e hiciesenrelación de los secretos de la tierray trocándose aquel próspero tiempo deCortés con la afrentosa y sangrienta salida de la ciudad de Méxicolos de lasotras provincias mataron cruelmente a los españoles que Cortés había inviado(que había sido a diversas partes) y alzáronse con las granjeríasy como sehabían rebelado todosni Cortés pudo saber de Barrientos ni Barrientos délpor más de un año.

Fueron venturosos aquellos dos españoles en caer en aquella provincia que noreconoscía al imperio mexicanoantes era grande enemiga suya. Rescibiéronlosmuy bien y tratáronlos mejor que a sus naturalestanto que el señor de laprovincia hizo Capitán a Barrientos contra los de Méxicosus enemigosque ledaban guerrapor tener españoles consigoy esto después que Motezuma murióporque antes no osaban. Salía siempre vencedor. Tenía el compañero en otropuebloque también peleaba y era Capitán de los indios. Susustentaron los dosaquella provinciaasí para que no viniese en poder de los mexicanoscomo paraque no se levantasen contra los nuestros. Confirmólos en este propósito con elardid de que un día usóporque como acostumbrase a llamarlos al sonido de laescopetadisparandoy no viniesenrecelándose de alguna traiciónderramópor el suelo de un aposento un poco de pólvoray llamando allí a losprincipalesestando sentadoscomo suelenen cuclillastiniendo una varillaen la mano encendida por el un caboles dixo muy enojado: «Vosotros¿quépensáis? ¿Entendéis que yo no sé vuestros pensamientos y que no sé por quédexastes de venir cuando hice señal con la escopeta? Mirad cómo andáis y noos engañe el diabloque yo soy poderosotocando con esta vara en este suelode quemaros a todossin que yo resciba dañoy porque lo veáismirad lo quehago.» Diciendo estopegó fuego a la pólvorala cualen un momentoencendidales quemó las nalgasy como era poca y echada con tientofue mayorel espanto que les causó que el daño que les hizo.

Aprovechó tanto este ardidque de allí adelante le temieronreverenciarony obedescieron como a cosa del cielodiciendo que del cielo era venidopuessacaba fuego del sueloy así cuando supieron que muertos tantos españoleslos demás con dificultad se habían escapado de las manos de los mexicanos eido a Tlaxcala heridos y destrozadosle dixeron a él y a sus compañerosHeredia que no saliesen de la provinciaporque sabían que los otros suscompañeros eran muertos y que quedaban muy pocos vivos. Ellos se estuvieronquedos y daban muchas gracias a Dios por no haberse hallado en aquella refriegaaunque no creyéndolo luego por no parescerles posibleadelante secertificaron.



 

 

Capítulo CII

Cómo los de Chinantla inviaron dos indiosy con ellos lacarta de Barrientosy de lo que más subcedió.

Después destosabiendo los indios de Chinantla que había españoles en laprovincia de Tepeacapor darle contentolo dixeron a Barrientos y a sucompañerolos cualesno creyéndolono les dieron crédito ni mostraron elcontento que mostraran estando certificados dellolo cual viendo los indiosles dixeron que pues no lo creíanaunque la tierra estaba peligrosaque ellosinviarían dos indios valientesgrandes caminantesque de noche caminasen y dedía se escondiesendonde de los enemigos no pudiesen ser habidos. Barrientosholgó mucho dello y se lo agradescióy así escribió luego a los españolesque en Tepeaca podían estaruna carta del tenor siguientetrasladada al piede la letra de su original:

«Nobles señores: Dos o tres cartas he eescripto a vuestras Mercedesy nosé si han aportado allá o noy pues de aquéllas no he visto repuestatambién pongo dubda haberla de aquésta. Fágoosseñoressaber cómo todoslos naturales desta tierra de Culhúa andan levantados y de guerra e muchasveces nos han acometidopero siempreloores a Nuestro Señorhemos siedovencedoresy con los de Tustebeque y su parcialidad de Culhúa tenemos guerra.Los que están en servicio de sus Altezas y por sus vasallosson siete villas.Yo e Nicolás siempre estamos en Chinantlaque es la cabecera. Mucho quisierasaber adónde está el Capitánpara le poder escrebir y hacer saber las cosasde acá; y si por ventura me escribiéseredes adonde él está e inviáredesveinte o treinta españolesirme hía con dos principalesnaturales de aquíque tienen deseo de ver y hablar al Capitány sería bien que viniesenporquecomo es tiempo ahora de coger el cacaoestórbanlo los de Culhúa con lasguerras. Nuestro Señor las nobles personas de vuestras Mercedes guarde comodesean. De Chinantlaa no sé cuántos del mes de Abril de 1521 años. Aservicio de vuestras MercedesHernando de Barrientos.»



 

 

Capítulo CIII

Cómo el Capitán que estaba en Tepeacarescibió la carta yla invió a Cortésy de lo que con ella se holgó.

Los indios que llevaron esta carta diéronse tan buena maña que caminandofuera de camino y por despobladono llevando otra carga consigo que la comidaen pocos díassin subcederles desgracia ni ser sentidosllegaron a Tepeaca.Dieron la carta al Capitán que Cortés allí había dexado. Leyóla con grancontento y alegría y envióla luego a Tezcuco donde Cortés estabacon ciertosespañolespara que con más seguridad la llevasen. Leyóla muchas vecesyasí la puso en la tercera carta y Relación que el Emperador invió.Holgó porextremo de que Barrientos fuese vivoasí porque era valiente y sabio en lascosas de la guerracomo por tener de tan larga experiencia tan conoscida defidelidad de los de Chinantlaporque como en tanto tiempo no había sabido deBarrientosy la incostancia de los indios es grandetenía délcomo de losdemás españolestragada la muerte.

Escribió luego a Barrientos el estado en que estaban sus negocios y lo muchoque se había holgado que fuesen vivos y que hobiesen salido victoriosos en lasbatallas que en aquella tierra habían tenidoy que a los de Chinantla lesagradescería a su tiempo lo bien que lo habían hechoy que ellos se holgaseny no tuviesen pena aunque por todas partes estuviesen cercados de enemigosporqueplaciendo a Diosmás presto de lo que pensaba les aseguraría elcamino como libremente y sin daño alguno pudiesen ir y venir. Con estas cosasles escribió otras particularidades que a hombres tan cercados y tan deseososde verse con su Capitán y con los suyos dieron gran contento y esperanza.



 

 

Capítulo CIV

Cómo Cortésdespués de haber vuelto a Tezcuco entendió enacabar de aprestar los bergantines para la guerra.

Después que Cortés hubo dado vuelta a las lagunasen que tomó muchosavisos para poner el cerco a México por la tierra y por el aguacomenzó afornescerse lo mejor que pudo de gente y de armasdando priesa en que seacabasen de aprestar los bergantinesde los cuales he hablado antessegún larelación de algunos; y ahorapor no dexar cosa por tratarque pertenezca a laverdad desta historiadiré lo que el mismo Cortés diceque lo tengo por másciertoporque dello paresce no haberse los bergantines echado al agua.

Luegopuesque Cortés llegó a Tezcucoaunque de antes la teníacomenzadaprosiguió una zanjabien media legua en largodesde donde losbergantines se armaban hasta la laguna. Andaban en esta obra ocho mill indioscada díanaturales de la provincia de Culhuacán y Tezcuco. Tardaron en abrirla zanja cincuenta días porque tenia más de dos estados de hondo y otrostantos de ancho. Llevábanla toda chapada y estacada por los ladosde maneraque pusieron el agua que por ella iba en el peso del alagunay asísintrabajo y peligrolos bergantines se podían llevaraunque Martín Lópezporcuya industria ellos se hicierondice lo que atrás tengo dichoque sehicieron presas y artificio para el salto del agua. Finalmentedice Cortésycon razónque la obra fue grandísima y mucho para very que se acabaron losbergantines y se pusieron en la zanja a veinte y ocho de abril del aquel añoysegún dice Motolineapor el número dichoentendieron en la obracuatrocientos mill indios.

Echó Cortés los bergantines al agua con la cerimonia y solemnidad quediximose luego entendió en hacer alarde de la gentedel cual [se] trata asíen el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo CV

Cómo Cortés hizo alarde de la gente que tenía y eligióCapitanes para los bergantines.

Como los bergantinesya del todo aprestadosse hubieron echado al aguadeterminó Cortés hacer alardeasí de los hombres como de armas y caballos.Apercibiólos dos o tres días antespara que tuviesen lugar de poder adereszarsus armas y hacer otras cosas para aquel casonescesarias. Venido el díamandó Cortés tocar su trompeta; juntóse mucha gente de fuerapor ver elalardeque fué bien nuevo y aun espantoso a los naturales.

Púsose a caballo Cortésaunque otros dicen que se sentó en una silla conun Escribano que escrebía los nombres de los soldadosarmas y caballos. Hallóque eran nuevecientos españolesde los cuales los ochenta y seis eran de acaballo; ciento y diez e ocho ballesteros y escopeteros(Motolinea dice dosmás) y sietecientos y tantos peonespiqueros y espadas y rodelas yalabarderassin los puñales que algunos traían. De los principalesllevabanalgunos cotasy otros cotas y armas de algodón encima. Halló tres tiros dehierro gruesos e quince pequeños de broncecon diez quintales de pólvora ymuchas pelotas. Había herreros que hicieron muchos casquillos e otros quehicieron saetas. Esta fue la gentey no máscon que el muy valeroso y bienafortunado Cortés cercó a la más fuertea la más ricala más grandelamás poblada y la más insigne ciudad de todas las hasta hoy descubiertas eneste Nuevo Mundoy tiene partes para serlo también entre las del antiguo.

Hecho desta manera el alardefortalesció luego los bergantinespuso encada uno un tiroe en la capitana dos en la proa; los demás dexó para elexército. Eligió Oficiales del campo y Capitanesasí para las guarnicionesde tierra como [para] las del agua. Nombró por Maestro de campo a Cristóbal deOlidnatural de Baeza; por Capitán a Pedro de Alvaradonatural de Badajoz; aGonzalo de Sandovalnatural de Medellínque siempre fué Alguacil mayorCapitán; pero de tal manera a estos tresque fueron como Generales de susguarniciones en TacubaCuyuacán y Tepeaquillaporque en estas tres partes serepartió todo el exército. Fueron Capitanes de infantería Jorge de Alvaradohermano de Pedro de Alvarado; Andrés de Tapianatural de Medellín; PedroDircio natural de Briones; Gutierre de Badajoznatural de Ciudad Rodrigo;Andrés de Monjarazvizcaínonascido en Escalona; Hernando de Lemagallego.

De los bergantines fueron Capitanes Joan Rodríguez de Villafuertenaturalde Medellín; Joan de Xaramillode Salvatierra en Extremadura; FranciscoVerdugode tierra de Arévalo; Francisco Rodríguez Magarinode Mérida;Cristóbal Flórezde Valencia de Don Joan; Garci Holguínde Cáceres;Antonio de Carvajalde Zamora; Pedro Barbade Sevilla; Jerónimo Ruiz de laMotade Burgos; Pedro de Brionesde Salamanca; Rodrigo Morejón de LoberadeMedina del Campo; Antonio de SoteloJoan de Portillonatural de Portillo. DioCortés a Sandoval y a Alvarado seis bergantinesy déstos pusieron dos en lacalzada que va de Tlatelulco a Tenayucade lo cual trataré más largoadelante.

Esta relacióntan debida a los que bien trabajarondebo yo a JerónimoRuiz de la Motavarón sagazmuy leído y cuerdo y de gran memoria y verdad enlo que vio.



 

 

Capítulo CVI

Cómohecho el alarde y elegidos Capitanesmandó pregonarde nuevolas ordenanzasy de las armas falsas que hizo dar.

Hecho el alarde y elegidos los Capitanes y Oficiales del exércitosegúndicho tengomandó Cortéscon toda la solemnidad que pudopregonar lasOrdenanzas que atrás están escriptas. Encargó mucho a los Capitanesque las guardasen e hiciesen guardartrayéndoles a la memoria cómo ningunacosa se podía hacer acertada en la guerra no guardándose con toda severidadlas leyes y reglas con que la guerra se sustenta y mantiene en el deber. Hablópor sí a cada una de las personas principalesdiciéndoles que si habían deser sus amigos y darle contentoque fuesen ellos los primeros en el cumplir yguardar aquellas Ordenanzasporque a su imitación y exemplolos demás lasguardarían enteramentey que no se descuidasenporque cada unosegún lacalidad de su persona sería castigadoy que en lo que él hicieseque seríael primero en cumplirlasverían los demás lo que debían hacer; y ciertoninguno las guardó tan bien como élca da gran fuerza y vigor a la ley cuandoel que la hizo la cumple. Publicadas desta manera las Ordenanzas y encomendadascon tanto cuidadolos mejores las obedescieron y guardaron con gran cuidado quefue la causa por qué la guerra se hizo más acertadamente.

Estandodespués de hecho estoCortés asentando los negocios y cosas queconvenían para el cercocomo sagaz y sabio Capitándeseoso de saber si paracualquier rebato los suyos estaban prestosde secretocomunicándolo con muypocosdio un arma falsa. Dióle gran contento ver la presteza con que los de acaballo cabalgaron y el ánimo con que salieron por aquellas calleslos unosyendo al alaguna a ver si los enemigos habían desembarcadoy los de a pieacudiendo a su bandera y Capitán para ver lo que se les mandaba. Estohizociertas vecesal cabo de las cuales se ordenó aquella conjuraciónde quetraté muchos capítulos antes désteque aquí tornaré a referirpor nodexar cosa que de nuevo tenga entendida que pertenezca a la verdad destahistoria; y así dicen que muchos de los que con Narváez vinieronamigos yservidores de Diego Velázqueztomando de secreto por cabeza de la conjuraciónal tesorero Alderetecriado que había sido de don Don Fulanode FonsecaObispo de Burgosel cual favorescía a Diego Velázquezpor industria de unVillafañay según dicenayudándole Garci Holguíntomando firmasunasverdaderas y otras falsastrataron de matar a Cortés y elegir por Capitánsin que él lo supiesea Francisco Verdugo. Acometieron también de secreto aAlonso de Avilael cualcomo leal y buen caballerose lo reprehendió muchodiciéndoles que de motines nunca se habían seguidosino muchos desconciertosy que tenían el General que habían menester y que se engañaban en querer otroque por venturatiniéndolesegún son todas las cosasestarían másdescontentos. Finalmentedescubierta la acusacióncomo en ella habíaconverdad o con mentiramuchas personas principalesel que más lo bullía queera el Villafañaaunque se comió las más de las firmas al tiempo que leprendieronotro día amanesció ahorcado a una ventana. Con la muerte déste seapaciguó el motíny Cortéscomo dixefue tan cuerdo que de ahí adelantehabló y trató mejor [a] aquellos de quien tenía sospecha. Dicen los que looyeron a la boca de Cortésque supo de quién le avisó que Alderete con losde su bando tenían concertado que estando en misaal tiempo del alzarechasenuna toca a Cortés a la gargantay que luego le diesen de puñaladas. Cortéshabló [a] aquellos de quien se fiaba y tenía por amigos; mandóles que uno auno y dos a dosarmados de secretoentrasen en la iglesiay él entró consolos tres o cuatro. Miró a Aldereteque ya estaba allácon tanta severidadque luego se salió de la iglesia y no hubo efecto la traición y subcedió loque dicho tengo.



 

 

Capítulo CVII

Cómo Cortés invió a Alonso de Ojeda a Cholula a ciertonegocioy de ahí a que apercibiese a los de Tlaxcala y a los demás amigospara ir sobre México.

Luego que se apaciguó aquella conjuraciónvinieron ciertos principales deCholula a quexarse a Cortés de los de Topoyancovecinos suyosporque se lesentraban en sus términosalegando lo mismo los de Topoyanco. Invió Cortésluegoporque deseaba dar contento a los indiosa Ojedaal cual llamó unpajedicho Bautistilla. Venidole dixo que fuese a Cholula y desagraviase alos que hallase agraviadoso los concertase lo mejor que pudiesede manera quequedasen amigosy que hecho esto se partiese luego a Tlaxcala y apercibiese lagente de guerra para que dentro de diez días todos estuviesen en Tezcuco parair sobre México; y para incitarlos más dixo que les avisase que si dentro deaquel tiempono veníanque haría la guerra sin ellos y no gozarían de lavictoria y despojos que pensaba haber de sus capitales enemigos.

Ojeda fue a Choluladonde fue muy bien rescebidoasí dellas como de losotros contendoresy dexando algunas menudencias que acontescieron. Ojeda diolas tierras a cúyas erandexando a los unos y a los otros amigos. Traxéronleen presente cuatro hermosas mujeres con guirnaldas de rosas en las cabezascostumbre usada entre ellos cuando querían hacer algún gran servicio.

Habló a los de Topoyanco y a los de Cholula; díxoles que de ahí adelanteno se quexasen másporque se enojaría mucho el General y les podría costarcaroy que viesen qué gente podrían dar de guerra para poner el cerco aMéxico. Los de Topoyanco prometieron doce mill hombresy hartos más los deCholulaporque era y es muy gran poblazón.

Hecho estose partió luego a Tlaxcalado fue muy bien rescebidoporquelos de aquella provincia fueron los que más amaban a los españoles; y despuésde haber descansado aquella nocheestando otro día de mañana juntos en lascasas del Capitán general Xicontencatl los señores y Capitanes de aquellaSeñoría y provincialos saludó en su lenguade parte de Cortéscon muchagracia y comedimientocon que ellos mucho se holgaron. Díxoles cómo ya se ibacumpliendo su deseo de verse vengado de sus enemigos los mexicanosy quesupiesen que si dentro de diez días no inviaban la gente de guerraque sinella Cortés comenzaría la guerra contra los mexicanos y que se quedarían sinla gloria y despojos de aquella victoria; por tantoque procurasenpues eranlos más valientes indios del mundohallarse los primeros en cosa tan señaladay por ellos tan deseadatan honrosa y provechosay que luego sin másdilación los Capitanes inviasen sus señas para que recogiesen y apercibiesentoda la gente en el entretanto que él iba a apercebir otros pueblos.

Dado este recaudoXicotencatl y su hermano Teotlipelque gobernaba porTiangueztatoahijo de Magiscacíny Chichimecatlequeel de OcotelulcoyAguaolocaseñores y cabezasrespondieron lo que se sigue:



 

 

Capítulo CVIII

De lo que Xicotencatlen nombre de toda la senoría deTlaxcalarespondió a Ojeda.

Dado por parte de Cortés en esta manera el recaudoXicotencatlcomoCapitán generaly de su condisción orgullososin hacerse mucho de rogartomando la mano para responder por sí y por la Señoría de Tlaxcaladixo:

«Mucho nos hemos holgado estos señores e yo de que los negocios estén ental estadoque sea menester que nosotros vamos y tan prestoy asimismo noholgamos de que no otrosino túnos lo venga a decirporque te queremosmuchoaunque estamos corridos de que piense Cortéshijo del solo que somostan poco sus amigoso tan poco enemigos de los mexicanosque por cosa algunahabíamos de perder ocasión tan deseadaen la cual rescibiremos dos muygrandes contentos; el unosatisfacer y contentar a nuestros corazonestomandovenganza de aquellos perros; el otroservir a tu valeroso e invencibleCapitána quien amamos y queremos tanto los tlaxcaltecas que moriremos porél; e ya que él no lo merescierapor ser enemigo de nuestros grandesenemigoscualquiera otro que contra ellos nos pidiera ayudase la diéramosporque nuestro contento y gloria es andar en guerraespecialmente tiniendo tanjustas causas como ahora tenemosy como tú sabespues nunca hemos vuelto lacara ni a ellos ni a otros enemigosno hay razón para pensar que luego que nosavisases no nos habíamos de aprestary asíantes que vayas de aquí veráscómo luego despachamos nuestras señas y banderase que con toda brevedadsalgamos a lo que tanto habemos deseado.»

Concluyó Xicotencatl con estas palabrasque bien parlero eray diciendo lomismo los otros señoresOjedacontento de la repuestasalió a entender enlo que más le quedaba.



 

 

Capítulo CIX

Cómo Ojeda entendió en recoger la gente y de lo que con ellale acontesció.

Era Ojeda muy diligentey como con amor hacía lo que Cortés le mandabanodormía ni comía con reposo hasta hacerlo lo mejor que podíay asísaliendode dar aquel recaudoinvió luego a llamar a los señores de Zacotepecqueeran de Chichimecatlequi y Tequepanecaa los cuales con gran cuidado lesencargó que con toda brevedad despachasen la más gente de guerra que pudiesen.Prometiéronlo y hiciéronlo así. Apercibió también al señor de Compancingoque se decía Axiotecatlel cual también con harto cuidado y voluntad aprestóluego su gente. Salió Ojeda por la comarca [a] dar priesa a los que habían deir a la guerravolviendo luego a Tlaxcaladondedesde que entró hasta quesalióestuvo seis o siete díasen los cuales dio a los tlaxcaltecas lapriesa posible; y como vio que no se despachaban tan presto como él queríaporque tiene tal costumbre que diciendo: «Luegoluego»se tardan en concluirlo que prometentomó los que pudoque estaban apercebidospor delante;llevólos hasta Guaulipaaunque ellos le decían no tuviese penaque prestovendrían los demás. Estandopuesen Guaulipa con los señores que llevó pordelante y obra de cuatro mill hombres entre sirvientes y apaniaguadosa unahora de la noche que hacía buena lunaentró mucha gentede manera queamanescieron al pie de treinta mill hombresy en aquel mismo díacuandoanochescióhabía más de sesenta milly cuando el otro día vinoen lanoche se hallaron al pie de docientos milltodos contados por xiquipiles.

Partió luegoOjeda de Guaulipa. Fue a dormir a Capulalpayendo en ladelantera todos los señores en ordenanza. Era tanta la gente y tan bienordenada que los señores habían entrado en Capulalpa y los de la rezaga nohabía acabado de salir de Guaulipacon ir el camino lleno y el trecho del unpueblo al otro ser muy grandeque paresce cosa increíble. Fuéle forzadoesperar allí aquel díaesperando que acabase de entrar la gente de laretroguarda. Partió otro día de Capulalpa; vino a dormir dos leguas deTezcucode cuya entrada será bien hacer capítuloporque la prolixidad no défastidio.



 

 

Capítulo CX

Cómo entró Ojeda con los tlaxcaltecas y Cortés los salió arescebir.

Había Cortés despachado otros mensajeros para otros pueblos de losconfederadoshaciéndoles saber que pues los bergantines con que a losmexicanos había de hacer tan gran guerra estaban acabadosy ellos habían dadosu palabra de en siendo llamados acudir luegoque lo hiciesenpues les iba enello verse libres de la servidumbre y tiranía de los mexicanos. Respondieronlos más muy bienaprestándose luego a lo que se les mandabapor el deseogrande que tenían de verse a las menos con sus enemigosy asícomo máscercanosllegaron primero los de Cholula y Guaxocingo. Viniéronse a Chalcoporque así Cortés se lo había mandadoporque junto por allí habla de entrara poner el cerco a México.

Poco después comenzaron a entrar los tlaxcaltecas. Adelantóse Ojeda; hallóa Cortés en el acequiaque iba por los acipresesque era por donde echaronlos bergantines; díxole cómo los tlaxcaltecas llegaban muy cerca. Holgósemucho Cortés; preguntóle si traía buen recaudoy como le respondió quetraía todos los señores y más de ciento y ochenta o docientos mill hombresala cuenta que los señores dabandixo muy alegre: «Volved luego y deteneldosporque yo quiero salir a rescebir a esos señores y a su gente.» Cabalgó luegoCortés con ciertos de a caballo. Salió al rescebimiento y vió la más bienlucida y más bien ordenada gente que jamás había visto. Dixo a los caballerosque con él iban: «Grandes muestras nos da Dios de que hemos de hacer grannegocio.» Topó luego con los señoresque venían ricamente adereszados.Abrazólosdíxoles muchas y muy buenas palabras y volvió acompañado delloshablando muchas cosashasta entrar en su aposento. Mandólos luego aposentar lomás regaladamente que pudode que ellos se tuvieron por bien pagados. Entraroncinco o seis días antes de Pascua de Espíritu Sancto. La demás gentesegúndice Ojedano acabó de entrar en los tres días siguientes ni cabían enTezcucoaunque es pueblo muy grande.

Fue cosa de ver el ánimo y deseo de pelear con que entraban lostlaxcaltecascomo después por la obra lo mostraron. Espantábanse los unos delos otrosviendo que eran tantos.



 

 

Capítulo CXI

De una solemne plática que Cortés hizo a los suyos antes quecercasen a México.

Estando ya toda la gente junta y los bergantines aprestadosmandó Cortésque se juntasen todos los españoles y con ellos los señores tlaxcaltecasparaque después supiesen por las lenguas lo que Cortés había dicho a los suyosydesque todos estuvieron juntosles habló en esta manera:

«Caballeroshermanos y amigos míos: Nuncadespués que entramos enaquesta nueva tierrase ha ofrescido ocasión tan importante como al presentetenemospara que yo más de propósito y con más cuidado pensase de antes loque ahora os diréporque como el negocio presenteque prestocon el favor deDiosintentaremoses el mayor y de más riesgo que yo me acuerdo haber vistooídoni leídoasí conviene que con toda prudencia y esfuerzo de ánimo setrate y vosotros me estéis muy atentos; pues del persuadiros ser asícomoello eslo que os dirédepende toda vuestra honraadelantamiento y descanso.Bien sabéistomando el negocio de atráscómo Dios fué servido que ni DiegoVelázquez ni Francisco Hernández de Córdobani Joan de Grijalvani otrosque lo intentaronsaliesen como nosotrosni entrasen en este Nuevo Mundo contan dichosos y bien afortunados principiosque no podían dexar de prometergrandes y prósperos finesa los cualesno llegamoso por mi soberbiaconfiando de la mucha gente que teníamenospreciando a Motezumao por pecadosnuestros y oculto juicio de Diosel cual después acáo por conoscer nosotrosnuestras faltaso por usar de mayor misericordia y creer que por otros mediosque nosotros pensábamosel demonio perdiese su antigua sillafue servidosaliendo tan pocos y tan destrozados de aquella gran matanzaguardarnos y poneren corazón a los tlaxcaltecassiendo tan persuadidos a elloque no nosmatasen. Tráxonos sanos y recios a esta ciudaddonde después que llegamos sinsaber cómosino por su inefable providenciaasí de las Islas como deEspañaviniendo por otros finesse hayan juntado tantos y tan buenoscaballeros e hijosdalgo con armascaballos y otras cosas para la guerranescesariaque tenemos para de tantos por tantos el más lucido y fuerteexército que entre romanos y griegos yo he leído. Tenemos trece bergantinesacabados y echados al aguaque sondespués de vuestra fuerzala mayor fuerzaque pudiéramos tener para combatir tan grande y tan fuerte ciudadcontra loscuales no habrá cosa fuerteporque con ellos entraremos por sus callesqueson todas de agua; batiremos las casas fuertesamontonaremos y desharemos suscanoas aunque son infinitas; la comida para algunos mesesasí de los nuestroscomo de los indios amigosyo la tengo en casay grande aparejocercadaMéxicopara que nos venga de diversas partes y en ella no pueda entrar; demanera que cuando con la espada no pudiéremoscon la hambre nosenseñorearemos de nuestros enemigos. Armas y munición tenemos bastantedocientos mill indios amigosy los más dellos tlaxcaltecasmuy valientescomo sabeísy por extremo deseosos de vengarse de los mexicanos. En sitiosomos mejores y más fuertes que nuestros enemigosporque con los bergantinessomos señores del alagunay con los caballosdel campopara podernoslo quenuestros enemigos no puedenretirarnoscuando se ofrezcapor tierra firme.Pues tratar de vuestro esfuerzo y valentía y buena ventura en la guerra no haypara quépues muchos menos de los que estáis ahora juntos habéis salido congrandes empresas. Este negocioprincipalmentees de Diosa quien venimos aservir en esta jornadaprocurando como católicoscon su favor e ayudaalanzar el Príncipe de las tinieblas destos tan grandes y espaciosos reinoslocualcomo esperohechose le hará gran servicio.

«Fuera deste fin y motivoque es y debe ser el principalconsideradcaballerosa lo que os obliga el nombre de españolesnada inferior del de losromanos y griegos; considerad cuán bien os estará vengar las muchas y cruelesmuertes de los vuestros; considerad que ya el volver atrás es peory nosolamente ha de ser con afrentapero con muerte desastrada; considerad quetodas las victorias habidas y trabajos pasadosno rindiendo a Méxicohan deser de ninguna ayuda y provechoporque desta ciudad se mantienen y gobiernantodas las demás provincias y reinoscomo del estómago en el cuerpo humano sesustentan los demás miembros; consideradfinalmenteque nunca mucho costópoco y que conviene que cada uno tenga prevenida y tragada la muerteporque entales casos es forzoso el morir y derramar sangre. Los que muriéremosmoriremos haciendo el debery los que viviéremosquedandocomo esperovictoriosostendremos descansoquietud y honra para nos y para los que denosotros descendieroncontentos yalegrescomo deben los caballeros yhijosdalgode haberpor la virtud de nuestras personasadelantado nuestrahaciendaennoblescido nuestro linajeillustrado nuestra nasciónservido anuestro Rey; por lo cual conviene quepues los premios que se prometen son tangrandesque en vosotros cresca el ardidesfuerzo y orgulloponiendo todavuestra esperanza en Diosordenando vuestras conciencias y perdiendo rancoressi algunos hay; que con estos presupuestossegún de vuestra naturalinclinación sois de animososinvenciblesdeseosos de honra y gloriacreo ya estáis tan persuadidosque por mejor decirtan encendidosque yacreo que os habrá parescido largo mi razonamiento con el deseo que tenéis deveros ya a las manos con vuestros enemigos; pero he dicho lo que habéis oídocomo aquélque como vuestro Capitán y caudilloestoy obligado a ellono porañadiros ánimoque éste siempre le tuvistessino para que trayéndoos a lamemoria quién sois y lo que intentáislo emprendáis con mayor alegría ycontento.»



 

 

Capítulo CXII

Del público consentimientoy alegría con que Cortés fuéoído y de lo que muchosunos a otrosse dixeron.

Como Cortés hubo hecho este razonamientoy los antiguos y los que pocoantes vinieron entendieron la mucha verdad que tratabacontentos y alegresmirándose los unos a los otrossin determinarseespecialmente los caballeroscuál dellos tomaría la mano para responder en nombre de los demásse fuerona Cortés algunos de los más principalescomo fueron Pedro de AlvaradoGonzalo de SandovalAlonso de Avila y otros desta suerte. Dixéronle que ya nodeseaban cosa tanto como verse con los enemigospues el morir en tal demanda nohabía de ser menos honroso que el quedar con la vida vencedores. Alabáronlemucho las muchas y buenas cosas que había dichoel celo y voluntad con que lashabía tratado y cuán clara y evidentementecomo sabio y valiente Capitánhabía tratado los negocios de la guerra. Dixéronleen reconoscimiento destoque aunque de lo pasado tenían tanta experienciaque para lo que les mandabaen lo por venirlos hallaría tan a su mano que ninguna cosa tendrían por tanprincipal como seguir su voluntaden lo cual creían que acertarían mucho yque tendrían la dicha y ventura que en otras cosassiguiéndolehabíanalcanzado; y que pues todo estaba ya tan a puntoque no restaba más que sitiara Méxicole suplicaban lo hiciese luegopues la oportunidad y coyonturaestaban tan en las manos.

Cortésmuy contento de ver cuán bien estaban todos en el negociorespondiéndoles con la gracia que solíales dixo que él era no más de unhombre y no para más que otrosy que el autoridad que teníaen nombre delRey y por el Reyla había rescebido dellosy que asísin ellosno podíaacertar en lo que pretendía y deseabapor lo cual estaba muy alegreasí deque todos estuviesen de su parescercomo de que para executarle y ponerle porobrapor la mayor parte fuesen todos tan valientes y de tanto esfuerzo yconsejoque no sin razónmediante el favor divinose pudiese tener porcierta la victoria; y que en lo demás el quería sitiar luego la ciudad portres partescomo antes tenía con ellos comunicado.

Con estoaquellos caballeroscon los cuales había ido otra mucha gentesedespidieron de Cortés. Los demástodos llenos de grandes esperanzaslos unoscon los otros comunicaban el negocioy como de todos era tan deseadoaunqueeran diversos los paresceresporque muchos en negocios dubdososcuyas salidasson inciertasno pueden tener todos un paresceren estoa lo menos unánimesy concordesvenían todos en quemuriendo o viviendoles convenía no mudarpie del cerco hasta señorearse de Méxicoo que todos quedasen muertos.Hicieron los celosos de sus conciencias y los que tenían de quéluego sustestamentosdexando los unos a los otros el cuidado de cumplirlos.Confesáronse también muchos y reconciliáronse los que estaban entre sídiscordes y enemigosy hechas estas diligenciascon gran contento y alegríase comenzaron a disponer al negocio que ya entre las manos teníanesperandocómo Cortés ordenaría y dispondría su exército.



 

 

Capítulo CXIII

Cómo Cortés ordenó su exércitoy cómo primero salierontodos los españoles en orden a la plaza con los indios amigos.

Para este fin mandó Cortés tornar a salir a la plaza toda la genteespañola e índica en orden de guerrapara repartir la gente en suscapitaníaslo cual hizo el segundo día de Pascua por el orden siguiente:Repartió (dexando para sí trecientos hombrescon los cuales había de meterseen los bergantines y ser caudillo dellos por el agua) en tres Capitanes comoGenerales o Maestres de campo toda la demás gentepara que por tres partescomo dirésitiasen a México. A Pedro de Alvarado diotreinta de a caballo yciento e cincuenta peones de espada y rodela e diez e ocho ballesteros yescopeteroscon sus Capitanesdos tiros de artillería y más de treinta millindios tlaxcaltecasaunque Cortés dice en su Relación más de veinte y cincomillpara asentar en Tacuba. A Cristóbal de Oliden compañía del tesoreroAlderetedio treinta y tres de a caballodiez e ocho ballesteros yescopeterosciento y sesenta peonesdos tiros y cerca de treinta milltlaxcaltecaspara que se pusiese en Cuyoacán. A Gonzalo de SandovalsuAlguacil mayordió treinta y tres de a caballoaunque él dice veinte ycuatrocuatro escopeterostrece ballesterosciento y cincuenta peones deespada y rodelalos cincuenta dellos mancebos escogidosque él traía en sucompañíacon toda la gente de GuaxocingoCholulay Chalcoque a lo quedice Motolineaeran más de cuarenta mill indiosy éstos habían de ir adestruir la ciudad de Estapalapa y tomar asiento do mejor le paresciesepara surealjuntándose primero con la guarnición de Cuyoacán y pasando adelante poruna calzada del alagunacon favor y espaldas de los bergantinespara quedespuésentrando Cortés con ellos por el alagunamás a su placer y conmenos riesgo asentasecomo dixeSandovaldo mejor le paresciese. Para lostrece bergantines con que él había de entrar escogiófuera de los Capitaneslos más de los trecientos hombresque fuesen hombres de la mar y exercitadosen navegacionesdiestrosvalientes y de huir consejode los cuales hallómuchosespecialmente a Martín Lópezque fue hombre que dixo y hizoel cualtenía todo el cuidado de la flota como aquel por cuya industria se habíanhecho los bergantinesen cada uno de los cuales iban veinte y cinco españolescon su Capitán y Veedor y seis ballesteros y escopeteros.



 

 

Capítulo CXIV

Cómo se partieron los maestros de campoy de ciertasdiferencias que hubo entre ellos.

Dada la orden que tengo dichalos dos Capitanes que habían de estar con sugente en las ciudades de Tacuba y Cuyoacándespués de haber rescebido lasinstrucciones de lo que debían hacerse partieron de Tezcuco a veinte y dosdías de Mayo. Fueron a dormir dos leguas y media de allía una poblazónbuena que se dice Aculmadonde aquellos Capitanessobre el alogamiento de susgentestuvieron pasiónque para en aquel tiempopasando adelantefuera biendañosa. Cortéscomo lo supoporque luego fue avisadopara que el negocio nofuese adelanteinvió un caballero (créese que era Alonso de Avila) a que losreprehendiese mucho y dixese el enojo con que quedaba. También dicen que lesescribió y afeó bien el negocio. Aquel caballeroido adonde los dos Capitanesestabanlos reprehendió y apaciguóy como respectaban tanto a Cortésaunque tenían los pechos acedosno lo osaban mostrar.

Hubo tambiénantes que estos Capitanes saliesen de Tezcucoen todo el realde Cortés alguna alteración y murmuraciónpor haber querido ser General dela flotaparesciendo a algunos principales de su compañía (que iban portierra) que ellos corrían mayor peligro (tantodonde quiera que ibavalía supersona)y así le riquirieron que fuese en el exército por tierra y no en elalaguna en la flota. Respondió que más peligroso era (como ello es) pelear porel aguaque por la tierray de máscuidado mirar por la flota que no por elexércitoy que a esta causa convenía más que su persona fuese en el armadaque no en el exército por tierrapues a todos convenía mirar por lo que máscumpliese. Convencidos con esta repuestacallaronvista la razón que teníaporque por la tierra muchas veces habían probado su venturay por el aguahasta estonces nunca.

Los Capitanesal parescer muy amigosdespués de la reprehensiónotrodía fueron a dormir a un pueblo que hallaron despobladodel cual se había idola gente a México. Luegoal tercero díaentraron temprano en Tacubaquetambién estabacomo todos los pueblos de la costa del alagunadesierto.Aposentáronse en las casas del señorque son muy hermosas y grandesy aunqueera ya tardelos naturales de Tlaxcala dieron una vista por la entrada de lascalzadas de la ciudad de México y pelearon dos o tres horas valientemente conlos de la ciudadhasta que la noche los despartió y se volvieron a Tacuba sindaño.



 

 

Capítulo CXV

Cómo los dos Capitanes fueron a quitar el agua dulce aMéxico y adereszaron algunos malos pasosy de otras cosas que hicieron.

Otro día de mañana los dos Capitanes acordaron (como Cortés les habíamandado) de ir a quitar el agua dulce que por caños de maderaguarnescidos decal y cantoentraba en la ciudad de México. El uno dellos fué al nascimientode la fuente con veinte de a caballo y ciertos ballesteros y escopeteros. Llegóel Capitány aunque había mucha gente en defensacortó y quebró loscañospeleando bravamente con los que se lo procuraban estorbarlo cualhacían por el alaguna y por la tierra. Murieron muchos indiosy de losnuestros salieron heridos algunospero al findespués de haberse reñidoaquella batalla con grande porfía de los unos y de los otroslos nuestrosacabaron de romper los caños y quitaron el agua a la ciudadque les hizo másdaño que les pudieran hacer muchos enemigos que sobre ellos fueran. Fue estegrande ardid e hizo mucho efecto.

En este mismo día los dichos Capitanes hicieron adereszar algunos malospasospuentes y acequias que por allí alderredor del alaguna estabanporquelos de a caballo pudiesen libremente y sin peligro correr por una parte y porotra. Hecho estoen que con aquel día se tardaron otros cuatroen los cualessiempre tuvieron grandes rencuentros con los de la ciudadde los cualesmurieron muchosy de los nuestros fueron algunos heridosganáronles muchasalbarradas y puentes. Hobo entre los de la ciudad y los de Tlaxcala bravashablas y desafíosdiciéndose los unos a los otros cosas bien notables y paraoír.

El Capitán Cristóbal de Olid con la gente que había de estar enguarnición en la ciudad de Cuyoacánque está dos leguas de Tacubasepartióy el Capitán Pedro de Alvarado se quedó en guarnición con su genteen Tacubadonde cada día tenía escaramuzas y peleas con los indios. Llegóaquel día Cristóbal de Olid a Cuyoacán a las díez de la mañana; aposentóseen las casas del señor de allí. Hallaron despoblado el pueblo.



 

 

Capítulo CXVI

Cómo otro día de mañana salió Cristóbal de Olid a dar unavistay de lo que le subcedió.

Otro día de mañana salió Cristóbal de Olid con hasta veinte de a caballoy algunas ballesteros e con seis o siete mill tlaxcaltecas a dar una vista a lacalzada que está entre México y Eztapalapaque va a dar a México. Halló muyapercebidos los contrariosrota la calzada y hechas muchas albarradas. Pelearoncon ellosy los ballesteros hirieron y mataron a algunosy esto continuaronseis o siete díasque en cada uno dellos hubo muchos recuentros y escaramuzase una noche al medio dellallegaron ciertas velas de los de la ciudad a gritara los de nuestro real. Las velas de los españoles apellidaron luego:«¡Arma!» Salió la gente y no hallaron a los enemigosporque mucho antes delreal habían dado la gritala cualcomo era de noche y todo estaba sosegadoparesció a los nuestroscomo la oían tan bienque estaba cerca. Púsolesalgún pavorpor ser cosa tan de repente y ser cosa tan pocas veces usadaycomo la gente de los nuestros estaba dividida en tantas parteslos de lasguarniciones deseaban la venida de Cortés con los bergantines. Con estaesperanza estuvieron aquellos pocos de días hasta que Cortés llegócomoadelante diré. En estos seis días jamás tarde y mañana faltaron recuentros ynotables desafíospara su modoentre los unos indios y los otros.Señaláronle mucho los tlaxcaltecasasí porque de antiguo eran más valientesque los mexiecanoscomo por el ánimo que los nuestros les ponían. Los de acaballo corrían la tierray como estaban cerca los unos reales y los otrosalancearon muchos de los enemigoscogiendo de la sierra todo el maíz quepodían para sustentarse a sí y a sus caballos y aun para proveer a los demás.

Es el maízcomo he dichotrigo de los indiosbuen mantenimiento parahombres y caballos y que hace gran ventaja al de que se sustentan los de lasIslas.



 

 

Capítulo CXVII

De la consulta que Guautemucín tuvo en México con los de sureino sobre la guerray de una plática que les hizo pidiéndoles su parescer.

Viendo el nuevo señor de MéxicoGuautemucíncómo cada día se le ibanmuchas gentes a Cortésque solíanaun de su voluntadser del imperiomexicanoy que de lexos tierras le venían mensajeros de muchos señoresofresciéndole su amistady gente de guerray que por otra partepor sugrande esfuerzo y consejohabía conquistado y puesto debaxo de su señorío deCésarsu señormuchas provinciastodas pacificadasy que ya tenía losbergantines en el aguaque fué lo que más pena le dióa tan grandeexército de españoles e indios amigos para sitiar a Méxicodeterminó dejuntar los Capitanes y señores de su reinopara tratar del remedio; y cuandolos tuvo a todos juntosles habló desta manera:

«Valientes y esforzados Capitanespoderosos señoresque habéisreconoscido y reconoscéis al imperio mexicano: He querido que nos juntemos hoytodospara que como hijos desta gran ciudad nuestradonde nascimosdemosorden cómo la libremos de la servidumbre y crueles tratamientos de loscristianosque tienen los negocios puestos en tales términos que nos convienemirar mucho por lo que de hemos hacerca por la una parte veo que está máspoderoso Cortés; tiénenos quitada el aguaestamos forzados a hurtarla concanoasy esto con gran peligro nuestro; acúdele mucha gente de nuestrosnaturales; ofrescénsele muchos señores; su exército de españoles tiene muyfornido; tiene echados los bergantines al aguaque es la mayor fuerza con quenos puede hacer daño; sítianos por todas partespara que repartida nuestragente sea menos fuerte y nosotros no podamos proveernos de mantenimientos yarmas sin mucho riesgo. Por otra parteveo que estamos en nuestra casaquesomos muchos y muy bien adereszadosy que para echarnos dellahaciendonosotros el deberes menester mucha más gente. Nuestra ciudad no es como lasotrasporque aliende de que es muy grande y populosaestá toda fundada sobreaguay aunque entren bergantinescada casa es una fortaleza; los de caballo notienen por donde corran; las puentes tenemos rotaspues cegarlas no pueden sinmuchas muertes dellos. Nuestros diosessi no resistimosse volverán contranosotros. Por nuestra patrialibertad y religión conviene que muramosy silo que no puedo creerlos cristianos pudieren máscon morir defendiéndonosquedaremos contentospues es peor perder la haciendahonralibertad y tierraque la vidacaresciendo destas cosasque la hacen contenta y ufana; muchospor no vivir mucho tiempo con alguna grave penase matan de su voluntadpor novivir vida penosaqueriendo perderlasiendo tan amablede una vezque morirmucho tiempo viviendo. Yo os he puesto delante de los ojos el pro y el contradeste negocioy he dicho a lo que más me inclino. Ahora vosotros decir vuestroparescerpara que escojamos lo que fuere mejor.»



 

 

Capítulo CXVIII

De la respuesta de los Capitanes y señores mexicanos y de ladiversidad de paresceres que entre ellos hubo.

Después que Guautemucínque con gran cuidado fue oídoacabó surazonamientocomenzaron todos a hablar muy quedo entre síy como su señorles daba libertad para decir su parescer y no todos sintiesen una cosacomenzaronhablando recioa decir lo que sentíany variando los unos de losotrosporque los que de sí mucho confiaban [y] ya había persuadido lapostrera parte del razonamientorespondieron que la guerra en todas maneras sedebía proseguirpara de una vez concluir el negociopor las razones queGuautemucín había dicho y por otras muchas que se podían decir. Otrosquecon más cordura y peso consideraban lo uno y lo otrodeseosos de la salud ybien públicofueron de parescer que no sacrificasen los españoles que teníanpresossino que los guardasenpara hacer las amistades con los españolesvolviéndoselos sanos y libres. Otrosque no se osaban determinar a la una ni ala otra partedixeron que en el entretanto que ni lo uno ni lo otro se hacíaque hechos sus sacrificiosconsultasen a sus dioses sobre lo que debían hacery que conforme a lo que respondiesenaquello les parescía se debía hacer.

El rey Guautemucínaunquepor lo que mostróparescía inclinarse a laguerratodavía quisiera paz. Finalmente [paresciendo] bien a todos aquelmedioGuautemucín dixo que tendría su acuerdo con los dioses.



 

 

Capítulo CXIX

Cómo Guautemuza sacrificó cuatro españoles y cuatro milindiosy cómo se determinó de seguir la guerra.

Luego otro día por la mañanasin que en otra cosa se entendiesemudadaslas ropasel rey Guautemucín con todos los principales de su consejo se fue altemploa aquella parte dél donde estaban los dioses de la guerrael cualaunque manceboiba con harto mayor cuidado que su edad demandabarevolviendoen su pecho grandes cosas e inclinándosea lo que después dél se entendiómás a hacer algún concierto con Cortésque a romper con éltemiéndose delo que después le subcedió; pero por no dar su brazo a torcerviendo que losmás de los suyos eran de parescer contrariocomo entró en el templomandóluego sacrificar cuatro españoles que tenía vivos y enjauladoslos cualesmurieron como cristianosdando gracias a Dios que morían por su fee. Mandóluegodespués que los sacerdotescon gran cerimonia y contentoles hubieronsacado los corazones y ofrescídolos a los ídolosque se hiciese elacostumbrado sacrificio de indiosdondesegún la más común opiniónfueronsacrificados cuatro mill. Hecho este sacrificioo por mejor decircarniceríahizo su oración al demonioel cual dicen que le respondió que no temiese alos españolespues vía cuán pocos eran y tenía entendido ser mortales comoély que tampoco se le diese nada por los indios que con ellos veníanporqueno perseverarían en el cercoy que al mejor tiempo se iríanque no eracreíble que aunque eran sus enemigosno lo fuesen más de los españolesqueen todo les eran contrariose que con grande ánimo saliese a ellos y losesperaseporque él también ayudaría a matarlospues le eran tan enemigos.

Con esta repuesta tan falsa y tan mentirosacomo dada por el padre dementiraGuautemucín salió muy contento; mandó alzar las puenteshaceralbarradasmeter bastimentosvelar la ciudadarmar cinco mill canoas. Conesta determinación e adereszo estaba cuando llegaron Pedro de Alvarado yCristóbal de Olid a combatir las puentes e a quitar el agua a Méxicoe asíconfiado en aquella repuestano los temióantesteniéndolos en pocolosamenazabadiciendo: «Malos hombresrobadores de lo ajeno; presto perderéislo ganado y la furiasi porfiáisen vuestra locura. Con vuestra sangreaplacaremos a nuestros dioses y la beberán nuestras culebrasy de vuestracarne se hartarán nuestros tigres y leonesque ya están cebados con ella»; ea los tlaxcaltecasque era cosa de reírdecían a unos: «Cornudosesclavosputosgallinastraidores a vuestra nación y a vuestros diosespues sois tanlocos que no os arrepentís de vuestro mal propósitolevantándoos contravuestros señores; aquí moriréis mala muerteporqueo vos matará la hambreo nuestras espadaso vos prenderemos y comeremoshaciendo de vosotrossacrificioen señal del cual os arrojamos esos brazos y piernas de losvuestrosque por alcanzar victoria sacrificamoscon promesa que os hacemos deno parar hasta ir a vuestra tierra y asolar vuestras casas y no dexar hombre nimujer en quien reviva vuestra mala casta y linaje.»



 

 

Capítulo CXX

De lo que los tlaxcaltecas respondierony de lo que sienteMotolinea acerca de la repuesta de los dioses.

Los tlaxcaltecasque se tenían por más valientesriéndose destasbravezasles respondían: «Más os valdría darosque porfiar en resistir alos cristianosque sabéis cuán valientes sony a nosotrosque tantas vecesos hemos vencidoy si porfiáis en vuestra locurano amenacéis como mujeresy si sois tan valientes como presumíshaced y no habléisporque es muy feoblasonar mucho y llevar luego en la cabeza; dexad de injuriarnos y hablar detalanquera y salid al campo y en él veremos si hacéis lo que decísy estadciertos que ya es llegado el fin de vuestras maldades y que se acabará muypresto vuestro tiránico señoríoy aun vosotroscon vuestras casasmujeresy hijosseréis destruídos y asoladossi con tiempocomo os avisamosnomudáis de parescer.»

Estas y otras muchas palabras pasaron entre los mexicanos y tlaxcaltecasaunque hubo también obraspor los desafíos y recuentros que entre ellospasaronen los cuales las más veces se aventajaban los mexicanos.

Ahoraviniendo a lo del aparescer del demoniodiré lo que Motolineaescribeque con cuidado de muchos años lo escribió después de haberlo bieninqueridoe yo en esta mi Crónica deseo dar a cada uno lo que es suyo. Dicepuesy así es probableque el demonio no aparescía a los indioso que siles aparescía era muy de tarde en tardey que los sacerdotespor su interesey para atraer a los señores y al pueblo al culto y servicio de sus diosesfingían que el demonio se les aparescía y hablaban con ély así nuncadecían al pueblo sino cosas de que rescibiese contentopara que ofresciese susofrendas e intereseslos cuales tienen gran mano en las cosas sagradascuantomás en las profanasde adonde es de creer que los sacerdotes que estoncesestaban en el temploporque no cesase su falsa religión y grande intereseofingieron que el demonio decía que se hieciese la guerrao usaron de algunamaña y ardid para que hablando ellos paresciese hablar el demonioespecialmente entendiendo que los más de la ciudad estaban inclinados a que laguerra se hiciese.



 

 

Capítulo CXXI

Cómo XicotencatlCapitán de sesenta mill infantessevolvió a Tlaxcalade donde le traxeron; y traídole mandó Cortés ahorcar.

Dicho he cómo la gente de Tlaxcala tardó tres días de entrar en Tezcuco ycómo después que toda estuvo juntaordenando Cortés las guarniciones quehabían de estar en el cerco de Méxicoinviando a Pedro de Alvarado quesitiase la ciudad con treinta mill tlaxcaltecascuyo Capitán era Xicotencatlque nuncahasta que lo pagó todoanduvo de buen artey cómo Gonzalo deSandoval por la parte de Iztapalapa asimismo fue a poner cerco con muchos indiosamigosy con ellos por Capitán Chichimecatl andando para esto la genteespañola y la índica revueltassubcedió que por cargar un indioprimohermano de un señor llamado Piltechtl le descalabraron dos españoles.Apaciguóle Ojedacon promesa que le hizo de darle licencia que se volviese aTlaxcalaporque a saberlo Cortéssin dubda los ahorcara o afrentaramalamente. Idopuesaquel señor a su tierraXicotencatlque estaba conPedro de Alvaradosupo la ida de aquel señory como siempre tuvo el pechodañado y nunca había hecho cosa que no fuese por fuerzaprocurando cuantopodía dañar a los españolessecretamente una nochesin que nadie losupiesecon algunos amigos y criados se descabullóprocurando con su ausenciaresfriar las voluntades de los que él tenía a cargoy que poco a poco sefuesen todos tras dél. Pedro de Alvarado le echó luego menos por la mañana;sintió mal del negocio y escribiólo luego a Cortésel cuala la horaporque también le paresció muy malinviando a llamara Ojeda y a su compañeroJoan Márquezlos despachó para Tlaxcalamandándoles que luegosindetenerse puntose partiesen y le traxesen preso a Xicotencatl y a los demásseñores que hallasen haberse ausentado del exército. Ellos se partieron luegoa Tlaxcalaa la cual llegadosprendieron a Xicotencatly luego él se demudóy turbódándole el corazón en lo que había de parar. Díxoleslo quesuelen los que para su culpa no tienen disculpaque por qué no prendíantambién a Piltechetlque también se había venido del exército. Ojeda lerespondió que aquel señor se había venido a curary con su licenciay queél no había tenido para qué venirse; con todo estono osaron hacer otra cosaque llevar también a Piltechtlporque ya estaba sano.

Llegados que fueron a Tezcuco con los presosCortés no los quiso ver.Mandólos echar en el cepoy desde a dos horas mandó que a vista de todos losindiosen una horca alta ahorcasen a Xicotencatl y que el intérprete en vozalta dixese la causa de su muerte y traxese a la memoria las maldades y fierosque en Tlaxcala había hecho cuando los españoles se vieron en tantanescesidad. Murióaunque era orgulloso y valientecon poco ánimoconosciendo bien que sus malos pasos le habían traído al punto en que estabay asíno acertó a pedir perdón de sus delictos. Ya que estaba muertoacudieron muchos indiostanto que sobre ello se herían a tomar de la manta ydel mástily el que llevaba un pedazo délcreía que llevaba una granreliquia.

Atemorizó la muerte deste Capitán mucho a todos los indiosasí amigoscomo enemigosporque era mucho estimada y temida de los unos y de los otros lapersona de Xicotencatl. Y porque el lector deseará saber qué es lo que se hizocon Piltechtldecirlo he en el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo CXXII

Cómo Cortés quiso ahorcar a Piltechtl y cómo riñóásperamente a Ojeda cuando supo lo que había pasado.

Ahorcado Xicontencatlque fue gran freno para que de ahí adelante ningunodesamparase su caudillopor amedrentar más a los indios de su exércitodeterminó también de ahorcar a Piltechtl; mandóle sacar del cepo y que lepusiesen dende al otro; pero Ojedaa quien como cristiano remordía laconcienciaaunque por otra parte temía de Cortés o castigo o ásperaspalabrascuales oyóle dixo la poca culpa que Piltechtl teníaporque élhabía dado licencia para que se fuese a Tlaxcalapor excusar que su Merced nomandase ahorcar a dos soldados españoles que eran de los valientes de suexércitoy quepor tantole suplicaba no hiciese justicia de aquel señor.Cortés se halló algo atajadoporque le pesó de haber determinádose demandar ahorcar a Piltechtl y haberle puesto en aquella aflición. Enojóse muchoconOjeda y tratóle ásperamente de palabradiciendo que fuera bien que luegoque traxo los presosle dixera la poca culpa que Piltechtl teníao no letraxera en son de presoaunque él había mandado que todos los que hallase enTlaxcala traxese consigo. Ojeda le replicó lo que pudoy finalmenteCortésconsiderando otros buenos servicios que había hechono le castigóyhablándole algo blandamenteOjeda le dixo: «Pues ahora sepa vuestra Mercedotra cosa; que Xicotencatl me daba dos mill ducados porque le soltasey si mediera cient mill no lo hicieraporque no osara.» Estonces Cortéssonriéndosele dixo: «Puesmajadero¿por qué no tomastes los dineros yluego le traíadesque quien había de perder la vidapoco se le diera dedexaros los dineros?» Con esto se despidió Ojeda y se comenzó a entender endar furia a la guerra.



 

 

Capítulo CXXIII

Cómo Cortés se embarcóy de una notable victoria que en elpeñol hubo.

En sabiendo que supo Cortés que sus guarniciones estaban en los lugaresdonde les había mandado asentaraunque quisiera ir por tierrapara dar ordenen los realesdeterminó con los trecientos hombres que le quedaban embarcarseporque en aquel negocio donde se requería gran concierto y cuidado y dondehabía más riesgo y venturay asíotro día después de la fiesta de CorpusChristiviernesa las cuatrodel albahizo salir de Tezcuco a Gonzalo deSandovalAlguacil mayorcon su gentepara que se fuese derecho a la ciudad deIztapalapaque estaba de allí seis leguas pequeñas. Llegó a ella a pocomás de medio día. Comenzó a quemar la ciudad y a pelear con la gente dellala cualcomo vio el gran poder que Sandoval llevabaacogióse al agua en suscanoasy Sandoval se aposentó en la ciudad y estuvo en ella aquel díaesperando lo que Cortés le mandaba y lo que le subcedía. Despachadodesta suerte SandovalCortés se metió en los bergantines y se hizo a la velay al remoy al tiempo que Sandoval andaba quemando la ciudadllegó a vista deun muy fuerte y grande peñol que estaba cerca de aquella ciudadtodo rodeadode agua y por lo alto muy fortalescido de albarradas y en ellas mucha gente deguerra que consigo tenían sus mujeres y hijosdeterminados de morir primeroque de rendirse. Habían concurrido allí de los pueblos del alagunoporque yasabían que el primero rencuentro había de ser con los de Iztapalapa y estabanallí para defensa suya y para ofender a los nuestros si pudieseny nopudiendomorircomo lo hicieron; y como vieron llegar la flotacomenzaron apedir socorrohaciendo grandes ahumadasporque todas las ciudades del alagunalo supiesen y estuviesen apercebidosy aunque el motivo de Cortés era de ir aconibatir la ciudad de Iztapalapa por la parte que estaba en el aguarevolviósobre el cerroporque le tiraban muchas piedras y flechas. Saltó con ciento ycincuenta compañerospúsolos en ordene yendo él adelanteaunque era elpeñol muy agro y altole comenzó a subir con mucha dificultad. Porfió tantoque les ganó las albarradas que en lo alto tenían hechas para su defensa;entró de tal manera que ninguno de los enemigos escapóecepto las mujeres yniñosa quien mandó que no tocasen. Hiriéronle veinte y cinco españoles; nomurió ningunoque fue muy gran cosay así la victoria fue una de las másseñaladas que Cortés alcanzó y que más espanto puso a los enemigosporqueles paresció que aquéllos eran inexpugnables.



 

 

Capítulo CXXIV

De otra muy señalada victoria que Cortés hubo de losmexicanos por el agua.

Como los de Yztapalapa y del peñol habían hecho ahumadasluego los deMéxico y de las otras ciudades que están en el alaguna conoscieron que Cortésentraba ya por el alaguna con los bergantinesy de improvisocomo los queestaban apercebidosse juntó una muy gran flota de canoas. Era cosa de verque el agua estaba toda casi cubiertay los cerroscon los fuegos y ahumadasparescían arder.

Ciertos señores y principales tomaron quinientas canoas de las mayores ymás fuertes; adelantáronse para pelear con los nuestrospensando vencere sinotentar lo que podían navíos de tanta fama. Las demás canoasque eranmuchasen gentil conciertoiban siguiendo. Cortéscomo vio traían suderrota hacia éla gran furiacon el despojo del peñolse embarcó con lossuyos; mandó a sus Capitanes que en ninguna manera fuesen adelantesino quejuntosen buen conciertoestuviesen quedos para que pasando los enemigosquede miedo no osaban acometeracometiesen sin orden ni conciertoy asíacercándosedieroncomo suelengran gritabravoceando y diciendo palabrasfeas. Con todo estono pararon a tiro de arcabuzesperando que las demáscanoas llegasenporque con las suyas no se atrevían.

Estando así queda la una flota y la otradeseando Cortés que aquellavictoria navalen la cual había de consistir todo el negociofuese muyseñaladaporque si no era con los bergantines no se podía alcanzarquisoDios que aunque traían sus canoas empavesadas y en tan gran número que no sepodían contarque de improviso sobreviniese un viento terralpor popa de losbergantinestan favorable a tiempo que parescía milagro. Estonces Cortésalabando a Diosdixo a sus Capitanes: «¡Eacaballerosque Dios es connosotrospues tan claramente nos favoresce! Tiéndanse las velasapréstenselos remosy con mucho concierto rompamos por estos enemigos de Dios ynuestros.» Hizo señale luego todos con gran furia embistieron en las canoasque con el tiempo contrario comenzaban a huir; deshicieroncon el grandeímpetu que llevaban los bergantinesmuchas canoas; echaban otras a fondohaciendo maravilloso y espantoso estrago; mataron infinita gente; siguieron elalcancecomo el viento les era tan favorablemás de tres leguashastaencerrarlos en las casas de México; prendieron algunos señores y a muchoscaballeros e otra gente. Los muertos no se pudieron contarmás de que elalaguna estaba tinta en sangre. Fue causa esta segunda victoria de que de ahíadelante los nuestros fuesen señores del agua y los enemigos perdiesen granparte del ánimo. Fuéles el viento contrarioy como eran tantas canoasestorbábanse las unas a las otras.



 

 

Capítulo CXXV

De otra tercera victoria que Cortés hubo de los mexicanos.

Los de la guarnición de Cuyoacánque podían mejor que los de Tacuba vercómo venían los trece bergantinescomo vieron el buen tiempo que traían ycómo venían desbaratando todas las canoas de los enemigosque erasegúndespués dixeroncosa de ver y de que mayor contento rescibieron; y porquetambién estaban con gran deseo de ver a Cortésque consigo traía tantofavorporque los de Cuyoacán y Tacuba estaban entre tanta multitud deenemigosque milagrosamente Dios los anima[ba] para que no desfalleciesenyenflaquescía los ánimos de los enemigos para que no se determinasen a acometera los nuestros en su realque si lo hicieransegún eran infinitosnopudieran dexar de perescer los españolesaunque siempre estaban apercebidos ydeterminados de morir o ser vencedorescomo aquellos que se hallaban muyapartados de toda manera de socorrosalvo de aquel que de Dios esperaban; yasí como de la guarnición de Cuyoacán vieron cómo con su flota Cortésseguía las canoastomaron su camino hacia Méxicoasí los de a pie como losde a caballoe trabaron una brava pelea con los indios que estaban en lacalzada y les ganaron las albarradas que tenían hechas y les tomaron ambaspuentes que tenían alzadasy con el favor de los bergantinesque iban cercade la calzadalos indios de Tlaxcala seguían bravamente a los enemigos ydellos mataban y dellos prendían e otros se echaban al aguade la otra partedonde no iban los bergantinesy así fueron siguiendo esta victoria más de unagran leguahasta llegar a la entrada donde Cortés había parado con losbergantinescomo después diré.



 

 

Capítulo CXXVI

Como Cortés saltó en tierra y sacó tres tiros gruesosy delo que con ellos hizo.

Como los bergantines anduvieron bien tres leguasdando caza a las canoaslas cuales escaparonmetiéndose entre las casas de la ciudade como era yadespués de vísperasmandó Cortés recoger los bergantines; llegó con ellosa la calzaday allí determinó de saltar en tierra con treinta hombresporles ganar unas dos torres de sus ídolospequeñasque estaban cercadas con sucerca baxa de cal y cantode adonde los enemigos pelearon bravamente con losnuestrospor se las defenderpero al finaunque con harto peligro y trabajose las ganarony luego Cortés hizo sacar en tierra tres tiros de hierrogruesos que él traía; y porque lo que restaba de la calzada desde allí a laciudadque era media leguaestaba todo lleno de enemigos e de la una parte yde la otra de la calzadaque era aguatodo lleno de canoascon gente deguerrahizo asestar el un tiro de aquellosy después de cebado lo mandósoltar por la calzada adelante. Hizo mucho daño en los enemigosa causa deestar la calzada cuajada dellos; atemorizó mucho aquella gentetanto que porestonces no osaron más pelearaunque si supieran la desgraciaporfiaran avengar el daño que el tiro había hechoporque al dispararle se descuidó elartillero de tal manera que se emprendió toda la pólvora que quedabaaunqueera poca. Tuvo estonces Cortés gran sufrimiento de no tratar mal al artilleroque lo merescíapor no desabrirle y ser persona diestra en aquel menesteryluego esa noche proveyó que fuese un bergantín a Iztapalapadonde estabaGonzalo de Sandovalque era dos leguas de allípara que traxese toda lapólvora que había; y aunque al principio deste negocio la intención deCortés había sidoluego que entrase con los bergantinesirse a Cuyoacán ydexar proveído cómo anduviesen a mucho recaudohaciendo el mayor daño quepudiesenpero como aquel día había saltado en la calzada y les había ganadoaquellas dos torresdeterminó de asentar allí real e que los bergantinesestuviesen allí junto a las torres e que la mitad de la gente de Cuyoacán eotros cincuenta peones de Sandoval viniesen otro día.



 

 

Capítulo CXXVII

Cómo aquella nochefuera de su costumbrelos enemigosdieron sobre Cortés.

Proveído estoaquella noche estuvo Cortés muy a recaudo con su genteporque estaban en muy gran peligroe toda la gente de México acudía allí porla calzada e por el agua. Avinopuesque a la media nochefuera de sucostumbre y usoconfederados para esto y habiéndolo tratado de antespensandoque los nuestros dormirían descuidados y que tendrían la caza en las manosdieron en canoas y por la calzada gran multitud de enemigos sobre Cortésycomo no saben acometer ni toman ánimo sino dando gritafueron primero sentidose oídos que pudiesen hacer algún dañoaunque por venir tan sin pensarsepusieron a los nuestros en gran temor y rebatoporque si no era cuando teníanmuchas y grandes victorias y se iban señoreando de sus enemigosjamásacometían de noche; pero como los nuestros estaban muy apercebidoscomenzarona pelear con ellosasí por tierra como desde los bergantinesy como cadabergantín traía un tiro pequeño de campocomenzaron a dispararlos y a tirarlos ballesteros y escopeterosy como estas municiones alcanzaban más que lasflechas de los indios y ellos eran tantosaunque los nuestros tiraban a bultopor la escuridad de la nochehicieron mucho más daño que rescibierony asílos indios tuvieron por bienhallándose burlados en lo que pensaronretraerseno osando ir aadelanteporque rescibieran mayor dañoy asídexaron a los nuestros lo que quedó de la noche sin acometerlos más. En estesobresalto se vio bien el admirable esfuerzo y reportamiento de Cortésquecomo si fuera de día y estuviera con grandes ventajasguió el negocioen elcual se señalaron muchosy entre ellos Alonso de Avila y Martín Lópezqueera el que regía la flotay otros de cuentade los cuales en su lugar harémención.



 

 

Capítulo CXXVIII

De la brava refriega que otro día Cortés tuvo con losmexicanosy de cómo les ganó una puente e un albarrada.

Otro día en amanesciendo llegaron al real de la calzada donde Cortés estabaquince ballesteros y escopeteros y cincuenta hombres de espada y rodela e sieteo ocho de a caballo de los de la guarnición de Cuyoacáne ya cuando llegaronhallaron que Cortés y los suyos andaban muy a las manos con los enemigos de laciudadque venían en canoasy con los que estaban en la calzadalos cualeseran en tanta multitud que por el agua y por la tierra no vían salvo gente deguerra. Daban tantos gritos y alaridos que parescía hundirse el mundo.

Cortésque ya tenía los oídos a estas vocesy los ojos a ver millares dehombresesforzándose para que los suyos no desmayasenpeleó bravamenteponiéndose en la delantera por la calzada adelante; ganóles una puente quetenían quitada e un albarrada que tenían hecha a la entrada. En estos pasosque eran tan peligrosos y dificultosospor la gran resistencia que los enemigoshacíanmostraron bien los nuestros su gran esfuerzo y espantoso porfiarloscuales con los tiros y con los de a caballo hicieron tanto daño en losenemigosque casi lo encerraron hasta las primeras casas de la ciudad; y porquede la otra parte de la calzadacomo los bergantines no podían pasarandabanmuchas canoasque hacían gran daño con varas y flechas en los nuestroshizoCortés romper un pedazo de la calzadajunto a su reale hizo pasar de la otraparte cuatro bergantines. Fue esta diligencia y aviso de tanta importanciaquecomo pasaron de la otra partese dieron tan buena mañaque encerraron todaslas canoas en las casas de la ciudadde tal manera que por ninguna vía osabansalir a lo largoe por la otra parte de la calzada los otros bergantinespelearon bravamente con las demás canoasque eran más y de más gente.Finalmentedespués de haber muerto muchos de los enemigosy deshecho muchascasas de la ciudadatreviéndose a entrar por las callesque hasta estonces nolo habían osado hacerpor los muchos baxos y estacas que habíapero comohallaron canales por donde entrar segurosfueron siguiendo el alcance de lascanoas tomando algunas dellasquemando algunas casas del arrabalde donderescibían dañoallanando por allí el camino para proseguir adelante. Destamanera vino la nocheque los despartió.



 

 

Capítulo CXXIX

De la refriega que Sandoval huboy de la industria queCortés tuvo para que pasase la gente.

Estando desta manera la guerra trabadasin esperanza alguna deconfederación y conciertootro día Sandoval con la gente que tenía enIztapalapaasí de españoles como de indios amigosse partió para Cuyoacánde adonde hasta la tierra firme viene una calzada que dura casi legua y media.Caminando Sandoval por esta calzadaa obra de un cuarto de leguallegó a unapequeña ciudadque también estaba en la alagunaaunque por muchas partesdella se podía andar a caballo. Los vecinos salieron de allí e comenzaron atrabar batalla con Sandoval. Duró la batalla buena pieza e al cabo losdesbarató y mató muchos dellose porque los que quedaban ni sus vecinos no seatreviesen a pelear otra vez con españoles e quedasen de aquello bienescarmentadosles destruyó e quemó toda la ciudad sin dexarles casa donde semeter; y porque Cortés había sabido que los indios habían rompido mucho de lacalzada y la gente no podía pasar sin gran dificultadinvióle dos bergantinespara que le ayudasen a pasarde los cuales hicieron puente por donde los peonespasaronlo cual hicieron con harta contradición de los enemigose desquehubieron pasadose fueron a aposentar a Cuyoacány Sandoval con diez de acaballo tomó el camino de la calzada donde Cortés tenía su real. Hallólepeleandoapeóse luego con sus compañeros y comenzaron a pelear con los de lacalzadacon quien los de Cortés andaban revueltos. Allí los enemigos con unavara tostada arrojadiza atravesaron un pie a Sandoval e hirieron muchos de losnuestrospero con los tiros gruesos e ballestas y escopetas hicieron tantodañoque ni los de las canoas ni los de la calzada osaban ya llegar con aquelatrevimiento y orgullo que solían.

Desta manera estuvieron los nuestros seis días en continuo combate con losenemigosayudando mucho los bergantinesporque iban quemando alderredor de laciudad todas las casas que podíanylo que importó muchodescubrieron canalpor donde podían entrar alderredor y por los arrabales de la ciudady llegarona lo grueso della; y esto y el buen pelear de los nuestros hizo por aquellosdías que no acudiesen ni con un cuarto de legua las canoas de los enemigos alreal de los nuestrosque de antes venían tantas que era espanto.



 

 

Capítulo CXXX

Cómo Cortés invió a Sandoval a que acabase de cercar aMéxicoy lo que sobre esto pasó.

Otro día Pedro de Alvaradoque estaba por Capitán de la guarnición queestaba en Tacubahizo saber a Cortés cómo por la parte de Tepeaquillaporuna calzada que iba a unas poblazones de tierra firme e por otra pequeña queestaba junto a ellalos de México entraban y salían cuando queríany quecreía que viéndose en aprieto se habían de salir todos por allíaunqueCortés más deseaba estoque se hiciesen fuertesporque en tierra firme sepodía mejor aprovechar dellosdonde los caballos se enseñoreaban del campo ylas resistencias duraban poco; pero porque estuviesen del todo cercados y no sepudiesen aprovechar en cosa alguna de la tierra firmeproveyéndoseentrando ysaliendode lo que menester habíanaunque Sandoval estaba heridole mandóque fuese a asentar su real a un pueblo pequeño adonde iba a salir la una delas dos calzadasel cual se partió con veinte y tres de a caballo e cientpeones y diez e ocho ballesterosquedando cincuenta peones a Cortés de los quetenía de antes y en llegando que fué otro díaasentó su real donde Cortésle había mandadoy en una calzadilla que estaba a partes quebradaentreSandoval y Alvaradose pusieron Cristóbal Flórez e Jerónimo Ruiz de la Motacon sus dos bergantinesde que eran Capitaneslos cuales defendieron laentrada y salida y ofendieron cuanto pudieron.

Desta manera quedó cercada por todas partes la muy poderosa y muy fuerteciudad de Méxicode modo que sin ser sentido o visto ninguno de los enemigospodía salir ni entrar.



 

 

Capítulo CXXXI

Cómo Cortés determinó de entrar por la ciudad adentroy delas victorias que aquel día alcanzó.

Repartidos los exércitos y tomados sus asientos o hechos fuertes en elloscomo Cortés vio que tenía algo encerrados a los enemigosy por la otra partela mucha gente de guerra de amigos que le acudíadeterminó de entrar a laciudad por la calzadatodo lo más que pudiese y que ellos al fin de la unaparte y de la otra se estuviesen para hacer espaldas a los nuestrosmandandoque algunos de a caballo y peones de los que estaban en Cuyoacánse viniesenal realpara que entrasen con él. Ordenó asimismo que diez de a caballo sequedasen a la entrada de la calzadapara asegurar las espaldasasí a él comoa algunos que quedaban en Cuyoacánparque los naturales de las ciudades deSuchimilco y CulhuacánYztapalapaOcholobuscoMexicalcingoCuitlauac yMezquiqueque estaban en el agua y se habían rebeladoeran en favor deMéxicoy no les hiciesen daño por las espaldase quitábales el peligro laprovisión de los diez de a caballo que habían de andar en la calzada e otrostantos que había siempre mandado estar en Cuyoacán con más de diez millindios amigos. Mandópor consiguientea Sandoval y a Pedro de Alvarado quepor sus estancias acometiesen aquel día a los de la ciudadporque él queríapor su parte ganarles lo que más pudiesey así salió por la mañana del realy entró a pie por la calzada adelante con tanto ardid y esfuerzo que a lossuyos ponía gran ánimo y a los enemigos temor. Topó luego con los enemigosque estaban en defensa de una quebradura que tenían hecha en la calzadatanancha como una lanzay otro tanto de honduray en ella tenían hecha unalbarradacon que estaban bien fortalescidos. Pelearon allí gran rato los unosy los otros valientementehabiendo muchos heridos de la una parte y de la otra;pero al cabo los españolescomo canes rabiososviendo derramar su sangrecongran corajeolvidados del trabajose dieron tanta priesa y porfiaron tantoque ganaron el albarrada y siguieron por la calzada adelante a los enemigoshasta llegar a la entrada de la ciudaddondeporque hubo otra más notablevictoriala dexaré para el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo CXXXII

Cómo Cortés ganó una torre e una puente muy fuertes.

Prosiguiendo Cortés (según está dicho) por la calzada adelantellegó ala entrada de la ciudaddonde estaba una torre de ídolos muy fuerte y al piedella una puente muy grande levantadacon una muy fuerte albarrada. Por debaxode la puente corría con mucho ímpetu gran cantidad de agua que ponía miedomirarlay asíluego que llegaron los nuestroscon la dificultad que se lesrepresentótuvieron alguna desconfianzala cual perdieron luego que vinierona las manoscon el valor del pelear. Eran innumerables las flechas y varas epiedras que desde la torre y de la otra parte de la puente los enemigos tirabany para que hubiese remedio de ganarles aquel paso tan peligrosodio ordenCortés cómo ocupando los rodeleros y detrás dellos los escopeteros yballesteros a los enemigoslos bergantinesque estaban de la una parte y de laotrase juntaseny así hubiese lugar de hacer más daño y desde losbergantines saltar en el albarraday asísin peligro y con menos dificultadmucho de la que pensabanganaron aquella torre y albarradaque fuera imposibleganarla sin los bergantinespues como los enemigos vieron ganado aquel pasodesmayandocomenzaron a desamparar el albarrada. Los de los bergantinessalieron luego en tierrae Cortés con los suyos pasó el agua y también losde Tlaxcala y GuaxocingoCholula y Tezcucoque serían más de ochenta millhombreslos cuales cegaron con piedras y adobes aquella puente.

Aquí Diego Hernándezaserradorque se halló en el hacer de losbergantinestrabajó más que mill indios. Era hombre de espantosas fuerzasporque con una piedra tamaña como una naranjaque él tiraba por medio de losenemigosno hacía menos daño ni lugar que si la echara un tiro deartillería; tenía grande ánimoaunque no tanto consejo. Conoscíle yo hartoviejo y fue mi vecino algunos añosy en aquella edad parescía ser cierto loque dél algunos de sus compañeros me dixeron.

En el entretanto que esto se hacíalos nuestrosyendo adelanteganaronotra albarrada que está en la calle más principal y más ancha de todala ciudady como aquélla no tenía aguafue más fácil de ganar. Siguieronlos nuestros el alcance por la calle adelantehasta llegar a otra puente quetenían alzadasalvo una viga ancha por donde pasabane puestos por ella y porel agua en salvo quitáronla luego.



 

 

Capítulo CXXXIII

De la brava refriega que en este paso huboy cómo Cortésganó otros pasos hasta llegar a la entrada de la plaza.

Tenían los enemigos de la otra parte de la puente hecha otra grandealbarrada de barro y adobes. Los nuestroscomo llegaron a ella y no pudieranpasar sin echarse al agua (y esto era muy peligroso)repararon probando suventura con pelear cuanto pudiesenque lo habían bien menesterpor la granpriesa que los enemigos les dabanporque aliende de que de la una parte y de laotra de la calle había infinitos dellosque con mucho coraje peleabandesdelas azoteasque también estaban cubiertas delloscon las piedras y varashacían gran daño en los nuestros. Estuvieron desta manera los unos y los otrosdos horase viendo Cortés que ya se sustentaban los enemigosdefendiéndosemás de lo que conveníamandó asestar dos tiros a la calle e que el artillerolos disparase lo más a menudo que pudiesey que lo mismo hiciesen losballesteros y escopeteros. Diéronse los unos y los otros tanta priesa yhicieron tanto daño en los enernigosque en breve perdieron mucho del ánimo yafloxaron algo. Los nuestros lo conoscierony asíciertos dellosarmados conarmas de algodónque eran bien pesadasse arrojaron al agua; pasáronlaaunque no sin harto peligro e golpes que de los contrarios rescibieronloscualescomo vieron tan gran atrevimiento y que con él habían salido losnuestrosdesampararon el albarrada y azoteasque por dos horas habíandefendido; huyeron bien sin orden; dieron lugar a que el resto del exército deCortés pasase sin peligro. Hizo cegar aquel paso con los materiales delalbarrada e con otras cosas que a la mano halló. En el entretanto que esto sehacíaporque era cargo de los indios amigos y de algunos españoles que conellos ibanlos demás con algunos indios tlaxcaltecas prosiguieron el alcancela calle adelantehasta que a dos tiros de ballesta llegaron a otra puente queni estaba levantada ni tenía albarrada; estaba junto a una de las principalesplazas y aposentos de la ciudad. Estaba esta puente desta suerte asíporquelos mexicanos no creyeron ser posible que los nuestros pudiesen ganar tantaspuentes ni llegar hasta allíy así lo pensaron los nuestrosa quien Diosdaba más victorias que podían pedir ni pensar.

Vista esta coyontura y que allí era todo tierra firmemandó Cortésasestar un tiro en la boca de la plazacon el cual los enemigosque erantantos que no cabían en ellarescibieron gran dañoporque no se disparabatiro que no matase a muchos y hiciese gran daño. Con todo estolos nuestros nose osaban determinar de entrar en la plazaporquecomo dicenestaban en suscasas y eran innumerables; pero Cortésque ya no temía el aguaporqueallí no la habíay le parescía que no era de perder aquella ocasión nimostrar cobardía a los contrariosdixo a sus compañerosque estaban cansadosde pelear: «Caballeros¿dónde podemosmejor que aquíaventurar nuestraspersonas y dar a entender a estos perros lo mucho que Dios puede y hace pornosotrospues los tenemos arrinconados siendo tantosque si esperanlos unosa los otros se estorbarán?» Diciendo estas palabrassin esperar másrepuestacomo el que sabía lo que tenía en los suyosdiciendo:«¡Sanctiagoy a ellos!»acometió.



 

 

Capítulo CXXXIV

Cómo Cortés entró en la plaza y huyeron los enemigos yrevolviendo luego sobre los nuestros los hicieron retirar.

Acometió Cortés con su gente con tanta furiaquecomo los de la ciudadvieron la determinación de los nuestros tan puesta en obra y vieron la granmultitud de sus enemigos y amigos nuestrosaunque dellos sin los españolestenían muy poco temorvolvieron las espaldasy los nuestros y los indiosamigos dieron en pos dellos hasta encerrarlos en el circuito del templo de susídolosel cual estaba cercado de cal y canto y era tan grande como una villade cuatrocientos vecinosel cual desampararon luego por la gran priesa que losespañoles y los indios amigos les daban. Estuvieron en él y en las torres unbuen ratopero como los mexicanos vieron que no había gente de a caballoqueellos mucho temíanvolvieron sobre los nuestrosy por fuerza los echaron delas torres y de todo el patio y circuitoen que se vieron en muy grande aprietoy peligroaunque en semejantes trances Cortés los animaba muchoe como ibanmás que retrayéndosehicieron rostro debaxo de los portales del patioe comolos enemigos los aquexaban tan reciamentelos desampararon y se retraxeron a laplaza y de allí los echaron por fuerza hasta meterlos por la calle adelante demanera que el tiro que allí estaba desampararonno pudiendo sufrir la fuerzade los enemigosy así se retiraron con muy gran peligroel cual rescibierande hechosi no acudieran tres de a caballolos cuales arremetieron con granfuria y grita por la plaza adelante. Como los enemigos los vieroncreyendo sermásecharon a huir. Los de a caballo mataron algunos dellosganáronles elpatio y circuito de donde habían echado a sus compañerosy haciéndosefuertes diez o doce indios principales es una muy fuerte y alta torre que teníacient gradas y más hasta lo altocuatro o cinco españoles se la subieron porfuerzay aunque los indios se la defendieron gran rato valientementese laganarone sin dexar hombre a vida los mataron a todose si no acudieran luegootros cinco o seis de a caballolos enemigos revolvieranya desengañados deque no había más de los tres de a caballo.

Los que acudieron y los tres que estaban echaron una celada en que mataron deuna vez más de cuarenta de los enemigose como ya era tardeCortés mandóhacer señal de recogerse. Su gente lo hizoy a este tiempo cargó tanta de losenemigosque a no hacer rostro los de a caballofuera imposible no rescebirlos nuestros muy gran dañoy a no haber antes Cortés prevenido que se cegasenlos malos pasos que atrás quedabanestaba cierta la victoria por parte de losenemigos. Cegáronse tan bien aquellos pasosque los nuestros pudieron en buenorden retraerserevolviendo de cuando en cuando los de a caballolo cualhicieron cuatro veces o cincoalanceando a los que quedaban en la retroguarda.



 

 

Capítulo CXXXV

Cómo los enemigos fueron siguiendo a Cortés y cómo a otraparte pelearon Sandoval y Alvarado.

Con todo estolos enemigos iban tan emperrados y tan sedientos de la sangrede los nuestrosque aunque siempre rescibían dañolos nuestros no lospodían detener que no los dexasen de seguir. Todo el día se gastara en estosi los enemigospara aventajarse y hacer daño a los nuestros a su salvonotomaran ciertas azoteas que salían a la callede donde llovían piedras tanespesas como granizo. Los de a caballo sintieron luego que eran muy ofendidos yque si paraban se habían de ver en gran peligro; salieron a toda furiay trasdellos los demás españolesarrodelándose las cabezasy los indios amigoscubriéndose lo mejor que podíany así sin peligrar ningún españolaunquehubo hartos heridosllegaron a su realdexando puesto fuego a las más ymejores casas de aquella callepara que cuando otra vez volviesen por allídelas azoteas no fuesen ofendidos.

En este mismo día Gonzalo de Sandoval y Pedro de Alvaradocada uno por supartecon su gentepelearon valerosamente y acontescieron cosas de notardelas cuales adelante haré particulares capítulosporque hubo personasasí decargoscomo particularesque en este memorable cerco hicieron cosasseñaladasy aunque estaban los reales y sitios de los españoles unos de otrosapartados más de legua y media (que tanto por todas partes se extendía lapoblación de la ciudad)era tanta la gente de los enemigos que a todas partesacudíaque parescía que en cada una dellas estaba el poder del mundoy asíparesció milagro el vencimiento y venganza que dellos tomó Diosen castigo ypenas de tantas veces y con tan feos pecados como había sido ofendidopor manode los españolesa los cualescomo paresce por lo dicho y parescerá por loque se dixereproveyó de grande esfuerzosufrimiento y consejo.



 

 

Capítulo CXXXVI

Cómo Don Fernandoseñor de Tezcucoacudiendo con muchagente en favor de Cortés hizo una plática a sus hermanosy lo que respondióel mayor dellos.

Dicho he mucho atrás cómo Don Fernandoseñor de Tezcucoera muyaficionado a los españolesy que aunque muchachoprocuraba contentarlosatrayendoasí a los suyoscomo a otrosa su amistadreconosciendo bien lamerced que Dios le había hechopor mano de Cortésen darle tan granseñoríohabiendo otros que no con menor título lo podían pretendery asícorrespondiendo a lo que tan obligado estabaprocuró cuanto pudo cómo todossus vasallos acudiesen a la parte de Cortés y peleasen con los mexicanossusvecinosamigos antiguos y parientesy para hacer esto con más autoridad yconcordia de todos los de su estado como tenía seis o siete hermanos mancebosbien dispuestos y valientes y que cada uno tenía muchos amigosjuntándolos atodosles habló en esta manera:

«Muy queridos y amados hermanos míosque sois la gloria y fuerza de mireino y con quien debo comunicar mis pensamientos: Juntado os he en este lugarpara deciros lo que todos vosotros habéis visto y entendido de míy esquesi me amáis como a hermano y señor vuestrorescibiré extremado contento enque toméis esta guerra en favor del invencible Cortéscontra los mexicanospor propia vuestrapues sabéis que los mexicanos han sido siempre tiranos ynos tienen más por vasallos que por amigosprocurando que así nosotros comotodos los comarcanosy aun los que están bien lexospierdan su antigualibertaden que sus antepasados les dexaron. A los cristianoscomo tienenrazón y son buenosclementes y piadososfavoresce mucho su Diosy meparescea lo que de lo pasado he vistoque este Dios suyo los ha inviado detan lexas tierras por azote y castigo destos tiranos y para vengarnos de losagravios que nosotros y otros muchos hemos rescebido delloslos cuales vencidosy deshechoscomo presto lo veréisnosotrossiendo en favor de Cortésquedaremos libres y muy señores y más poderosos contra los que se nosatrevierenque yo sé que han de quedar muy corridos y aun temerosos los que nohubieren favorescido a Cortés. Por tantotúYztlixuchllque eres el mayorde tus hermanos y tan valientes y exercitado en la guerrea como todos sabemosser tan bueno en ellaserás General de todo el exército y lo repartirásentre tus hermanospara que todos vayan por Capitanesy Cortés y losmexicanos entiendan el gran poder de Tezcuco y lo que amamos a los unos yaborrescemos a los otros». Dichas estas palabrascallando los demás hermanoscon gran reverencia respondió el mayor así:

«Muy poderoso señor nuestro y muy amado hermano: No hay cosa que túmandesque nosotroslos ojos por el suelono la hagamosaunque fuera contrarazóncuanto más habiendo tanta. Yo te beso las manos muchas veces por lamerced que me haces y por la confianza que de mí tienes; yo procuraréjutamente con mis hermanosdarme tan buena maña en este negocio que tú [te]tengas por muy bien servido y Cortés quede muy obligado a siempre conoscer labuena obra que le haces.»

Era este mozo de veinte y cinco o veinte y seis añosy como dice Motolineaque le conosciómuy esforzado e un poco alocado. Llamóse después DonFernandocomo su hermano; fue muy amado y temido. Salió con cincuenta millcombatientes muy bien adereszados y armados; tomó él los treinta mill paraentrar por la calzada por donde Cortés estabay los otros veinte millpartidos igualmentefueron con sus Capitanes a los otros dos reales.



 

 

Capítulo CXXXVII

Cómo Cortés rescibió al General y a los otros Capitanes sushermanosy de lo que más pasó.

Como este socorro era tan nescesario y llegó a tan buen tiempoCortésquemuy bien sabía acariciar a sus amigos y honrarlos cuando conveníanocontentándose con salir él a rescebir al Generaldio con toda presteza avisoa otros Capitanes de los dos reales que hiciesen lo mismo que ély que a losGenerales y demás personas principales dixesen muy buenas y comedidas razonesagradesciéndoles la venida. SaliópuesCortésacompañado de los másprincipales caballeros de su realbuen trechoa rescebir al General tezcucanohermano de Don Fernando; abrazáronse con gran amor y voluntadlo cual despuésque hubo hecho Cortés con muchos de los otros Capitanes y personas señaladasel General tezcucano le dixo estas palabras:

«Invencible Capitán de los cristianosamigos nuestros: Don FernandomiReyseñor y hermanopor mí te saluda muchas veces y dice que tu Dioscomoél esperate dé victoria contra estos tiranos que al presente cercanostienes; ofréscete cincuenta mill combatientes y dice que cuando fueren menestermáste los inviaráporque ya tiene a todos los de su reino tan inclinados atu servicio y tan contrarios de los mexicanosque sin mandárselo muchas vecesde su voluntad vendrán a ayudarte. Esto es lo que el Reymi señorme mandóque dixese; lo que yo de mí tengo que decirte es que no se ha ofrescido jornadani empresa de guerra que como ésta me haya dado alegría y contentoporque veoque entre otras muchas causashay dos muy principales: la unaser tú y lostuyos tan buenos y tan valientes; la otraser los mexicanos tan malos yhabernos hecho malas obrasy asíte doy la fee y palabra como caballerohijode Rey y hermano de Reyde no te faltar ni volver desta guerra hasta quedarmuerto o salir vencedor.»

Mucho se alegró Cortés con tan buenas palabrasy tornándole a abrazartratándole como a Príncipele respondió así: «Gran señor y valentísimoCapitán: Tú seas muy bien llegado a este mi realdonde de mí y de los míosserás como señor y hermano nuestro tratado. Al Reytu hermanobeso muchasveces las manos por la merced e ayuda que de presente me hace y por la que meofresce para cuando sea menester. Nunca entendí menos del amor que me tieneyasíen lo que se ofresciere me hallará tan adelanteque a ninguno tantoyporque esto ha de parescer por la obraquiero ahora responderte a ti. En mercedgrande te tengo la gran voluntad con que a ayudarme has venidoy a ningunopudiera el Reytu hermanocomo a ticometer tan grande empresaporquealiende que eres de alto linajehas mostrado tu persona en las batallas que sehan ofrescido muy valerosamentey asítengo entendido que en éstaque es lamayor y más importante que hasta hoy se te ha ofrescidohas de ganar inmortalgloria y famade suerte quecomo espera en Diosvivo y sano y muy triunfantevolverás al reino de tu hermano.»

Acabadas de decir estas palabrasque grandemente alegraron y animaron alGeneral tezcucanocon gran ruido de la una música y de la otrale llevó a sutienda. Los Generales de los otros dos reales rescibieron a los tezcucanoscuanto puedieron alegre y honrosamentedonde se ha de considerar el contento yalegría que con tan buen socorro los nuestros rescibiríany el pesar y dolorque sentirían los mexicanos en ver venir contra ellos y con tantadeterminación tantos y tan bien apuestos enemigosa los cuales ellos habíansubjectado y tenían por vasallos y por amigosy aun muchos dellosquehacía su dolor más graveparienteshermanospadres y hijos; quebrantándoseen esto el vínculo y fuerza de la consanguinidadque tantocerca de todas lasnascionespuede.



 

 

Capítulo CXXXVIII

Cómo vinieron los de Suchimilco y otros amigosy de lo que aCortés dixerony él les respondió.

Estaban muchos indios a la miraaguardando a ver a lo que se determinaríanlos tezcucanosque eran muchos y poderososy como vieron que tantos y contanta voluntad seguían la parte de Cortéslos vecinos de Suchimilcociudadsituada en la alagunaque está cuatro leguas de Méxicoy ciertos pueblosotomíesque es gente serrana y en gran cantidadesclavos del señor deMéxicodeterminaron hacer lo que los tezcucanosporque tenían másnescesidad de ser libertados y redemidos de las grandes vexaciones quea lacontinuade los mexicanos rescebíany como estaban recelosos y aun temerososde no haberlo hecho antesprobandocomo dicenel vadolos unos y los otrosinviaron a Cortés sus embaxadoreslos cualesdespués que le hubieronofrescido ciertos presentescomo lo tienen de costumbrele dixeron que losseñores de Suchimilco y los pueblos de aquella serraníaque llamabanotomíesle besaban las manos y que le suplicaban les perdonase el no haberseofrescido antes a su servicioy que lo habían dexado de hacerno por falta deamor que le tuviesenni por no estar más nescesitados que otros de su favor yamparosiendo hasta estonces gravemente oprimidossino porque esperaban lacoyontura que al presente tenían para mejor servirle y ellos hacerlo sin quelos mexicanos y sus amigos les pudiesen ir a la mano; que si les daba licenciavendría luego los más que pudiesen a servirle en aquella guerra y que tambiéntraerían vitualla. Cortésdespués que los hubo oído con mucha atención ybuena gracia e vio que los negocios desta manera se iban prósperamenteencaminandotratando muy bien a los embaxadoresles dixo que de muy buenavoluntad les admitía su disculpa y les agradescía mucho que a tan buen tiempose hubiesen determinado de venirle a ayudarporque para ellos sería lo mejorca tenía entendido que muy prestocon el ayuda de Diosse venían vengados ylibres de los agravios y tiranías que habían rescebido. Díxoles que luegoviniesenporque de ahí a tres días pensaban combatir la ciudad a fuego y asangre.

Con estomuy alegres los embaxadoresprometiéndole de volver con todapresteza con los demás sus señores y amigosse despidieronlos cualesvistala repuesta tan a su gustose aprestaron con tanta diligenciaque otro díaentraron por el real de Cortés más de veinte mill hombres de guerracon muchavituallacomo lo habían prometido. Fueron rescebidos de Cortés con grancontentoporquecomo luego diréproveyeron parte del real y le aseguraron elque estaba en Cuyoacán.



 

 

Capítulo CXXXIX

Cómo Cortés repartió los bergantines para el combate de laciudady de la plática que hizo a los suyos antes que la combatiese.

Como por el real de la calzada donde Cortés estabahabía quemado con losbergantines muchas casas de los arrabales de la ciudad y no osaba asomar canoaningunapor todo aquelloparescióle que para suficiente seguridad de lossuyosbastaba tener en torno de su real siete bergantinesy asíacordó deinviar al real de Sandoval tres bergantinesy otros tantos al de Pedro deAlvaradoencomendando mucho a los Capitanes dellos que porque por la parte deaquellos dos reales los de la ciudad se aprovechaban mucho de la tierra encanoas y metían aguafructamaíz e otras vituallasque corriesen de noche yde día los unos y los otros del un real al otroy que demás de impedir que noentrase provisión a la ciudadharían espaldas a las gentes de los realestodas las veces que quisiesen entrar a combatir la ciudad. Desta manera sefueron donde mandó los seis bergantinesque fue cosa bien nescesaria yprovechosaporque no se pasaba día ni noche que no se hiciesen muy buenossaltos en los enemigos tomándoles muchas canoas e mucha provisión haciendoen ellos todo el estrago que podían.

Estando ya todo a punto y proveído lo nescesario y acabada de venir toda lagente de los indios amigos que venían en su socorrojuntos todos losespañoles que tenía en su realCortés les habló desta suerte:

«Caballeros y hermanos míos: Ya veis cómo Dios favoresce nuestro negocioy [por] mejor decir el suyohaciéndonos merescedores de que seamos instrumentocómo su sacro Evangelio se predique y extienda por este Nuevo Mundo y sedesarraigue la falsa y cruel religión destos idólatrasque tan hondas y tanesparcidas había echado sus raíces. Si El es con noscomo paresce tan claropor la obra¿quién será contra nos? Para no perder su ayudasin la cual nopodemos nadaconviene que de nuestra parte hagamos todo nuestro poder enpurificar y limpiar nuestras concienciaspara que seamos dignos de serfavorescidos y amados de Diosquesin merescerlo nosotrostan benigno yclemente se nos muestratiniendo principalmente los ojos y el corazón puestosen su servicio y en la conversión destos indios mexicanosque no han queridoadmitir ni rescibir quien les prediquepor la cual razónya que otrascesasenpueden justamente ser conquistados. Tras este motivoque es en quienhabemos de poner todo nuestro pensamientose siguirá la prosperidad de bienestemporalescon los cuales los espirituales se sustentany pues para venir aesto es nescesario venir a las manos con nuestros enemigosbien serácaballeros y hermanos míosque no es menester decírosloos animéis yesforcéis mucho a resistir y vencer las muchas y grandes dificultades que sehan de ofrescer hasta tomar esta ciudadque después que estuviere en nuestrasmanos y debaxo de nuestro podertodos los trabajos pasados nos serán suaves ysabrosos con el premio que esperamos; y porque cerca desto me paresce que no esnescesario deciros másos adviertopara que hagáis lo que dicho tengoquede aquí a dos días comenzaremos a combatir esta ciudad a fuego y a sangrepues para nuestro fin no tenemos otro medio.»

Hecha esta pláticaque animó y esforzó tanto a los suyos que ya los dosdías que quedaban hasta verse con los enemigos les parescían añosmandó ala lengua o intérprete que dixese a los Generales y Capitanes y a las demáspersonas principales que presentes estabanque se apercibiesen y apercibiesen alos suyosporque desde a dos días comenzaría el combate de Méxicodondeconoscería si lo que hasta estonces les habían dicho conformaba con las obrasy que ya tenían dónde meter las manos para ser muy ricos y vengar sus injuriasy mostrar el valor de sus personasy que tendría gran cuenta con los que másvalientemente lo hiciesenpara honrarlos y ponerlos en mayor estadoy queporel contrarioal que viese cobarde le mataría primero que con su muerte losenemigos se animaseny que pues en tan cruda y brava guerra no se excusaba elmorir y rescebir heridas que procurasen morir como valientesca desta maneratendrían cierta la victoria y los muertos quedarían honrados y los vivos ricosy estimados.

Con estas palabrasrescibiendo nuevo ánimo y esfuerzorespondieron que aeso habían venidoo a moriro salir victoriososy que por la obra veríacuán determinados venían de hacer estopues entendían cuánto les importabaconcluir y acabar este negocio. Con esto se deshizo aquella junta y cada unoprocuró apercebirse para el combate lo mejor que pudo.



 

 

Capítulo CXL

Cómo pasados los dos díasCortés comenzó el combatey delo que aquel día pasó.

Pasados los dos díasel tercero por la mañana Cortés y los suyos con grandevoción oyeron misaencomendándose a Diospodiéndole favor e ayuda yperdón de sus culpas y pecados. Hizo oración el sacerdotesuplicando por lavictoriay vuelto a Cortés y los suyosles dixo pocas y muy sustancialesrazonestrayéndoles en suma a la memoria lo que Cortés poco antes les habíadichoencomendándoles mucho que los unos fuesen bien con los otrosy que suprincipal intento en aquel combate fuese atraer a los enemigos a paz econoscimiento de su engaño y error. Esto hechoque mucho inflamó y encendióa los nuestrossalió Cortés de su real con veinte de a caballo y trecientosespañoles e con gran muchedumbre de amigos y tres piezas de artilleríaeprosiguiendo en gentil orden y concierto por la calzada adelantea tres tirosde ballesta del realtoparon con los enemigosque ya los estaban esperando.Rescibiéronlos con los mayores alaridos del mundohaciendo gran burla dellosconfiados de la gran fortaleza en que estabanque ésta siempre da mayoresfuerzo a los que desde ella se defiendenporque como los tres días antes nose les había dado combateaunque no faltaron algunos rencuentroshabíanabierto todo lo que los nuestros habían cegado del agua y teníanlo de talmanera reparadoque estaba muy más fuerte que de antes y muy peligroso deganar; pero Cortésa quien estos peligros ni otros no desmayabanporqueestuvo siempre muy enteromandó repartir los bergantines con mucho conciertoy que juntosfuesen por la una parte y por la otra de la calzada basta llegaral primer pasodo había gran multitud de enemigosy que llegados allí losrodeleros arrodelasen a los escopeteros y ballesteros y que hiciesen todo eldaño que pudieseny él con los tres tiros asestados contra el albarradacomenzó a ofendery como por tres partes se vieron los enemigos tan aquexadosporque los nuestroscomo ellos eran tantosno perdían tiro y caían comomoscascomenzaron a afloxarasí en los gritos como en la obrayapretándolos los nuestroscomenzaron a desamparar el fuerte.

Los españoles e indios amigosganada aquella albarrada y puentepasaron dela otra partey como iban victoriososdieron con gran ánimo en pos de losenemigoshiriendo y matando en ellos a su placer hasta que se fortalescían enotra puente y albarrada de las muchas que tenían hechasde las cualesaunquecon más trabajoganaron los nuestros algunas. Echaron a los enemigos de todala calle e de una plaza de unos aposentos muy grandes de la ciudad. Reparóallí Cortésy como sagazpara no verse en peligro a la vueltamandó que deallí no pasasen los suyosy él entendió luego en cegar con piedras y adobestodos los pasos que los enemigos habían abierto. Tuvo tanto que hacer en estoque aunque le ayudaban más de diez mill indioscuando acabó era ya más devísperasy en todo este tiempo los españoles e indios amigos jamás dexaronde pelearescaramuzando con los de la ciudad y echándoles celadasen quemataron muchos dellos. Cortésde rato en ratocon los de caballo alanzeabacuantos podíahasta que los acorraló y retraxo a los aposentosde manera queno osaban llegar adonde los nuestros estaban.



 

 

Capítulo CXLI

Cómo Cortéspor consejo del General de Tezcucoquemómuchas casasy de lo que le movió a ello.

Porfiando los enemigos en su propósitofortalesciéndose en las azoteasdedonde hacían gran daño a los nuestrosel General tezcucano dixo a Cortés quenunca se haría cosa buena sicomo iban ganando tierra a los enemigosno lesiban derribando las azoteas. Cortésviendo que los mexicanos estaban muyrebeldes y que mostraban determinación de morir o defendersecoligiendo dellocosasla unaque había poco o nada de la riqueza que al salir de Méxicohabían perdido; la otraque le daban ocasión y aun forzaban a que totalmentelos destruyeseaunque desta postrera tenía más sentimiento en el almadeterminó de tomar el consejo del Generalque fué bien seguroy excusó enel discurso de la guerra muchas heridas y muertes de los nuestros y de losamigos.

Movió a Cortés poner por obra este consejocomo él lo escribió alEmperador Don Carlos quintoel querer atemorizar y espantarpues por buenasrazones no podíaa los mexicanospara que viendo el daño que de aquellamanera comenzaban a rescebirpara excusar su destruiciónviniesen enconoscimiento de su yerroy asícomenzó luego a poner fuego a todas lascasas y a aquellas grandes de la plazade donde la otra vez e de la ciudadecharon a los nuestrosque eran tan grandesfuertes y espaciosas que cualquierPríncipe con más de seiscientas personas de su casa y servicio se podíaaposentar en ellas. Quemó asimismo otras casas que junto a ellas estabanqueaunque eran algo menoreseran muy hermosas y frescas y donde Motezuma teníatodas las diferencias de aves que en estas partes habíay aunque desto pesabaa Cortéspesaba mucho más a los enemigosque grandemente lo mostraronasílos de la ciudad como los otros sus aliadosporque éstos ni otros nuncapensaron ni jamás pudieron entender que fuerzas de hombressiendo ellos vivosbastaran a entrar tan adentro de la ciudad y quemar tan grandes y fuertesedificioslo cual les puso harto miedo y los desmayó mucho.

Cortéscomo era ya tarderecogió su gentepara volver a su real. Losenemigos tenían de la quemazón de las casas tan gran corajeque viendo quelos nuestros se volvíancon grande ímpetu cargaron sobre ellosdando en laretroguardia; pero como toda la calle estaba buena y para correrrevolvían decuando en cuando los de a caballo y de cada vuelta alanceaban muchosaunque contodo esto no dexaban de porfiardando grita a las espaldas.

Este díaaliende de la pena que rescibieron los mexicanos de ver entrar alos nuestros tan adentro en su ciudad y quemar edificios que ellos tenían entantosintieron gran dolor y afrenta en conoscer a los de ChalcoCuchimilcootomíes y los de los otros pueblosque habían sido sus pecheros ytributariosapellidar cada uno su nombre y derramar la sangre de aquellos aquien como a señores solían respectar y obedescer. Dióles asimismo pena loque los tlaxcaltecas les decíanmostrándoles los brazos y piernas de losmuertos a sus manoslos cuales decían que aquella noche cenarían de suscarnes y que lo que sobrase guardarían para almorzarlo otro díacomo de hecholo hicieron.

Desta manera volvió Cortés a su real con los suyossin haber perdidoningún español e pocos de los indios amigosque fueron los que de cubdiciososse cargaron demasiadamente de los despojos que tomaron. Los nuestros llegaron asu fuerte ya que anochescíacansadospero contentosy los enemigos sevolvieron tristescansados y afrentadosy con todo estotanta fue su dureza ypertinaciaque no quisieron pedir pazaunque la matanza deste día fué muygrande y no menos la quema de las casasporquesin las principales que dixequemaron otras muchas.

Los Capitanes de los otros dos reales con los seis bergantines hicieron muchoen divertir los enemigospara que no se juntasen todos a una parteporquefuera imposible vencerlosporque aun asíaunque morían muchoseran tantosque no parescía que faltaba alguno. Todosfinalmentese retraxeron a susreales sin rescebir daño ni acaescerles desgraciaque fue gran cosa para haberdurado tanto la batalla y haber sido con tantos.



 

 

Capítulo CXLII

Cómo Cortés volvió otro día al combatey del trabajo quepasó en tornar a cegar lo que los enemigos habían abierto.

El otro día que se siguiópor la mañanadespués de haber Cortés oídomisaque nunca la perdía pudiendo oirlatornó lo más presto que pudo acombatir la ciudad por la misma orden y con la misma gente que el día pasadoporque los contrarios no tuviesen lugar de abrir las puentes que él habíacerrado y hacer las albarradas; mas por bien que Cortés madrugómadrugaronmás los enemigosca de las tres partes y calles de agua que atravesaban lacalle que iba del real hasta las casas grandes de la plazalas dos dellasestaban ya como los días antes y más fortalescidasporque hubo más cuidadode defenderlastanto que muchos dellos perescieron de cansanciode hambre yfalta de sueñoporque toda la noche ocupaban los que así perescían enrehacer lo que los nuestros deshacían y no podían hacer otra cosaporque elrey Guautemucín daba gran priesa y lo más de la noche andaba con los obreros.Por esta causa el combate de aquel día fue más recio y de muy mayor peligro ytanto que duró desde las ocho horas de la mañana hasta la una después demediodíay como el sol tomaba a los unos y a los otros sobre cansadospadescieron tan gran trabajo que se encalmaron muchos de los enemigos. Gastaronlos nuestros toda la munición y almacénde suerte que ni pólvoranipelotasni saetas les quedaron; quebraron las más de las picastraxeron casideshechas las rodelasabollados los cascosde las macanas y piedrasy lasespadas maltratadas. Con todo estoganó Cortés dos puentes y dos albarradasy como él dice en su Relaciónéste y los demás combates fueron máspeligrosos que los de otras partesporque para ganar cualquiera de lasalbarradas y puentes era forzado echarse a nado los españoles y pasar de laotra partey esto no lo podían ni osaban hacer todosporque era fácil a losenemigos alcanzarlos a cuchilladasa cuya causa fuera casi imposible lavictoriasi por los lados no hubieran quemado los nuestros las azoteasdedonde los que saltaran en tierra rescibieran gran daño. Con todas estasdificultadeslos españolesasí por tener presente a Cortésque les dabagran ánimocomo porque ya estaban determinados de morir o vencerhicieronaquel día maravillasy las mismas hicieron Alvarado y Sandoval con sus gentespor su parteporque ganaron otras dos puentes y albarradas.

Con esta victoria se volvió Cortésdexando cegadas las dos puentesaunqueal retirarse rescibió algún dañoporque cargaban los enemigos como si losnuestros fueran huyendolos cuales venían tan ciegos que no miraban en lasceladas que los de caballo les poníanen que caían y murieron muchos dellos.Este díaaunque muy cansados y más heridos que el pasadose recogieron losnuestros más temprano al real.



 

 

Capítulo CXLIII

Donde se dice qué fue la causa por qué Cortéstomadas ycegadas las puentesno llevaba el real adelantevolviéndose siempre a supuesto.

Podrá dubdar algunoy con razónque hubiere leído los dos combatespasadosqué sea la causa por qué Cortéscomo iba ganando tierranoasentaba luego su realvolviendo de nuevo a un mismo trabajoganando con tantadificultad y riesgo tantas veces unas mismas albarradas y puentesque parescecomo él dice en su Relaciónque o era negligenteo no era para sustentar loque una vez ganabay asíno faltaron en aquel tiempo algunos que no loentendíanque culparon a Cortés porque no iba mudando el real como ibaganandodiciendo que le pudiera poner la primera vez en la plaza. Responde élmismocomo el que tan bien sabía hacer sus negociosque por dos causas eraimposible hacerloo que ya que lo hicieseestaba cierto el perdimiento detodos; la una causa era ser los españoles muy pocos para sustentar y defenderde noche las albarradas y puentesporque todos eran nescesarios para pelear eldíay cansados y sin dormir era imposible hacer algo de noche ni de día; laotrapuesto el real en la plaza de la ciudadaliende de que no tuviera Cortésde dónde se proveer de bastimentos y municiones con la facilidad que dondehabía asentadolos enemigos eran infinitosy el cercador (como diceMotolinea) quedara cercado y acorralado para no poderse valerca de noche y dedíaa todas horasdieran sobre él los enemigos como hombres que estaban ensu casa y tenían dónde se recogery desta manerahabiendo de estar en vela ypelear de noche y de día y a todas horasno pudiera ser posible sustentarsemuchos díascuanto más conseguir la victoriay así tuvo Cortés por mejorel ganar muchas veces unas mismas puentes que llevar el exército adentro de laciudadca estando siempre donde estuvo les quitaba las vituallas y municionesy con hambre y con guerrapoco a pococomo lo hizoiba comiendo los enemigoshasta acabarlos.



 

 

Capítulo CXLIV

De la mucha gente de los pueblos del alagunaque vino enfavor de Cortésy de cómo formó un grueso exército de indios amigosy loque hicieron.

Por todo este tiempo los vecinos de IztapalapaOcholobuscoMexicalcingoMezquiqueCuitlauaca e los naturales de otros pueblos que estaban en el alagunadulce habían estado neutralesde manera que ni hacían daño a los cristianosni favorescían a los mexicanosno determinándose a la una ni a la otra partehasta ver cómo se ponían los negocios de los cristianosy como vieron queeran tan poderosos y que todo les subcedía bientanto que por ser sus amigoslos de Chalco eran poderosos para hacerles mal y dañodeterminaron dedeclararse por amigos de los españolesasí por excusar el inconvenientedichocomo por gozar de la libertad en que vían se habían puesto sus vecinosy para estode conformidadinviaron sus mensajeros a Cortéslos cualesennombre de aquellos pueblosle suplicaron los perdonase por no haber hecho antesesto y que mandase a los de Chalco y a los otros sus vecinos que no les hiciesenmás dañoy que de ahí adelante los podía mandar como a criadosporqueellos venían con determinación de servirle tan bien como los de Chalco.

Cortés les respondió que él no tenía enojo dellossino sólo de losmexicanosporque porfiaban en no querer ser sus amigosy que para que élcreyese que de veras se le ofrescíanporque era su determinación no levantarel real hasta tomar por paz o por guerra a la ciudad de México y ellos teníanmuchas canoas para le ayudarle hiciesen placer de apercebir todas las quepudiesen con toda la más gente de guerra que en sus pueblos habíapara quepor el aguaen compañía de los bergantinesanduviesen de ahí adelante en suayuda. Rogóles asimismo que porque los españoles tenían pocas y ruines chozasdonde recoger y cargaban las aguasque hiciesen en el real todas las más casasque pudiesentrayendo con las canoasde las casas más cercanas de la ciudadadobes y madera.

A lo uno y a lo otro respondieron con muy buena graciadiciéndole que lascanoas de guerra estaban a pique y que las casas las harían luego. Con esto sedespidierony otro díaque fué bien de ver y que dio harta pena a losmexicanosvinieron con gran multitud de canoas y piraguasa su modo muy bienarmadasy así madera y adobesde los cuales con gran presteza hicieron paralos españoles tantas casas de la una parte y de la otra de las dos torres de lacalzada do Cortés estaba aposentadoque desde la primera casa hasta lapostrera había más trecho que cuatro tiros de ballesta. Había más de dosmill personas con españoles e indios de su servicio en estos aposentosporquetodos los demásque eran ya casi docientos mill indios amigosse aposentaronen Cuyoacánque estaba legua y media del real y cerca de los otros reales.

También estos indios proveyeron de algunos mantenimientos a los españolesde que tenían estrecha nescesidadporque ochenta y más días que duró elcerco se mantuvieron con cerezasde que hay grandísima cantidad y duran mástiempo que las de Españay de tortillasde las cuales no se hartaban. Fue poralgunos días gran regalo algún pescadode que éstos mismos proveyeronporque se entienda que no solamente los españoles pelearon con infinidad deenemigospero con la hambre y con el frío y calor e otros trabajosquemerescen para sus descendientes gran remuneración.



 

 

Capítulo CXLV

Cómo Cortés determinó de combatir la ciudad por tres ocuatro partespara que se les diese de paze de lo que sobre esto pasó.

Después que ya no quedaba pueblo que algo valiese en la comarca de Méxicoque no se hubiese dado a Cortésde suerte que libremente los indios deaquellos pueblos entraban y salían de los reales de los españolesunos porayudarotros por comerotros por robar y por ver y mirar lo que pasabaa quelos hombres suelen ser naturalmente inclinadosCortésque dos o tres díasarreo había entrado por la parte de su real en la ciudad de Méxicosin otrastres o cuatro que había acometidollevando siempre lo mejor y hecho granestrago en los enemigoscreyendo que de cada hora se movieran a pedir paz yamistadla cual deseaba como la viday viendo que esto no aprovechabadeterminó de ponerlos en más nescesidadpor ver si podría hacerlos venir alo buenoy asíproponiendo de que no se le pasase día que no combatiese laciudadordenócon la gente que teníaentrarles por tres o cuatro partesypara esto hizo venir todos los hombres de guerra de aquellos pueblos del alagunacon sus canoase ya que por la mañana se habían juntado en su real más decient mill combatientesdiciéndoles por la lengua que los mexicanosobstinados en su errorno querían pazque tanto les conveníasino serpasados a cuchillo e quemados en sus casasque pues por bien no querían hacerla razónque por malapretándolos cuanto pudieseles quería forzar a ella;por tantoque les rogaba mucho que no apartándose de los bergantinescomo éllo ordenaríahiciesen todo su poder hasta rendir o acabar todos los enemigos.Ellos respondieron con gran ánimo que así lo harían e que no habían venido aotra cosa. Visto estoCortés mandó que los cuatro bergantines con la mitad delas canoas y piraguasque serían hasta mill y quinientasfuesen por la unapartey por los otros tres con la otra mitad fuesen por la otra e corriesentodo lo más de la ciudad en tornoquemando y abrasando las casas y haciendo elmayor daño que pudieseny él entró por la calle principal adelante; hallólatoda desembarazada; fue hasta las casas grandes de la plazaporque ninguna delas puentes estaba abierta; pasó adelante a la calle que va a salir a Tacubaen que había otras seis o siete puentese de allí proveyó que Alonso deAvila entrase por otra calle con sesenta o setenta españoles e que seis de acaballo fuesen a los españolespara los asegurar. Fueron con ellos diez o docemill indios amigos. Mandó a Andrés de Tapia que por otra calle hiciese lomismoy él con la gente que le quedaba siguió por la calle de Tacubaadelante. Ganaron tres puenteslas cuales cegaron luego e porque ya era tardese volvieron al real con la victoria que aquel día Dios les había dadodexando para otro día lo que les quedaba de hacer.



 

 

Capítulo CXLVI

De la victoria que otro día tuvieron los reales españoles yde la porfía grande de Guautemuza.

Deseaba mucho Cortés que toda la calle de Tacuba se ganaseporque la gentedel real de Pedro de Alvarado se juntase y comunicase con la suya e pasasen delun real al otroy que lo mismo hiciesen los bergantinesca desta manera teníaentendido que con mayor brevedad concluiría en negocioy asíel díasiguiente volvió a entrar en la ciudad por el orden que el día pasadoyacometió con tan gran denuedoque por doquiera que ibacomo a león furiosole hacían lugar. Retraxéronse este día tanto los enemigos hasta lo interiorde la ciudadque paresció a los nuestros tenerles ganadas las tres cuartaspartes de la ciudad. No menos buen subceso tuvieron los del real de Alvarado eSandovalporque ganaron muchas puentes y albarradas y se señalaron mucho yrescibieron muy poco daño. De aquel día y del pasado tuvo para sí Cortés queresultara el quererse dar de paz los enemigosla cual élcon victoria y sinellala deseaba y procurabadando dello todas las muestras que podíainviando por momentoscomo dicenrecaudos al rey Guautemucíndiciéndolemuchas y muy buenas cosasacariciándole unas veces y amenazándole otras; perotodo era trabajar en baldeporque estaba tan emperrado y tan ciego de ira yenojoque siempre cerró los oídos al buen consejodiciendo: «Morir ovencer»; lo cual fué causa de que muchos de los suyosdeseándolono seosasen dar. Ganadaspuesmuchas victoriaseste día los nuestros se volvierona sus reales con mucho placeraunque con pena de ver que los mexicanosestuviesen tan determinados de morirque no quisiesen salir a ningún partido.



 

 

Capítulo CXLVII

De la desgracia que a Pedro de Alvarado acontesció porquererse aventajar y señalar.

La fortunaque nunca por mucho tiempo muestra el rostro de una manerasetrocó con Alvarado en la manera siguienteel cual cebado (que es lo que a losmás engaña) con las victorias pasadas y prósperos subcesosparesciéndoleque siempre había de ser asíse descuidó en lo que Cortéssu Generalmásle había avisado. Comopueshubiese ganado muchas puentes y albarradas y parasustentarlas pusiese velas de pie y de caballode nocheen ellase la otragente se fuese al realque estaba tres cuartos de legua de allíe como estetrabajo era insufribleacordó de pasar el real al cabo de la calzada que va adar al mercado de México que es una plaza harto mayor que la de Salamancatodacercada de portales a la redonday para llegar a ella no le faltaba de ganarsino otras dos o tres puentes aunque eran muy anchas y peligrosasy así estuvoalgunos díasque siempre peleaba y había victoria; y como de los días anteshabía conoscido flaqueza en los enemigosasí por la priesa que él les dabacomo por los bravos combates con que Cortés los apretabadeterminó de lespasar e ganar una puente de más de sesenta pasos de ancho y de hondo dosestados; pasólaaunque con gran dificultady así por la furia con queacometiócomo por lo mucho que los bergantines le ayudaronganada estapuentesiguió tras de los enemigosque iban puestos en huídasi no lafigieron para hacer lo que luego hicieron. Dio priesa Alvarado que se cegaseaquel pasopero como no reparó hasta verle bien ciegocomo convenía para quelos caballos pudiesen entrar y salirsiguiendo la victoriaquedó por cegarycomo los enemigos vieron el peligro que atrás quedaba y que los españoles quehabían pasado no eran más de cuarenta o cincuenta con algunos amigos y que losde a caballo no podían pasarrevolvieron sobre ellos tan sin pensar y contanto ímpetu que les hicieran volver las espaldas y echarse al agua. Tomaronvivos tres o cuatro españolesque a vista de los nuestros luego sacrificaron.Fue cosa harto lastimosa quepidiendo favorno pudiesen ser socorridos.Murieron diciendo palabras de muy cristianosaunque no les dieron lugar amuchasporque luego les sacaron los corazonesy así Alvarado perdió estavezpor adentarsesin la consideración que convenía. Retráxose a su realllevando bien aguado el placer que de las victorias pasadas había rescebido.



 

 

Capítulo CXLVIII

Cómo Cortés supo esta desgraciay de lo que con Alvaradopasó.

Llegado que fue Cortés a su realsupo luegocomo estaba ya más cerca delde Alvaradoel desmán que le había subcedidoque fue la cosa de que más lepesó por caer en Alvaradoa quien él mucho queríay máscomo era razónpor haber dado ánimo y esfuerzo a los enemigosque tan de caída ibanporquecomo ello fuevolvieron tan sobre síque de ahí adelante por muchos díasanduvieron muy orgullosos y desvergonzadosde suerte que mofando de losnuestroslos contrahacían y remedaban diciendo: «MandaCapitán»y lodemás no acertaban; otros decían: «¡Ay sancta Malía!» (que la r no lapronuncian); otros decían: «Sayobonetezapatos!» y ciertoeste desmánparesció ser principio de otros que después subcedieron.

Pasó Cortés bien mohino al real de Alvaradopara informarse mejor de loque pasaba y reprehenderleporque unos le culpaban muchoy otros no tanto.Miró do había pasado su realy como le halló tan metido dentro de la ciudady consideró los muchos y malos pasos que había ganadose maravillóy viendocuán valerosamente lo había hecho y que fueran malas gracias reprehenderlecomo lo había pensadoalabóle lo que había hecho y con amor y blandura lereprehendió el descuido de no haber cegado por su persona aquel paso sinencomendarlo a nadiecomo a muchas veces se lo había dicho. Encargóleencarescidamente tuviese de allí adelante especial cuidadoy comunicó con élotras cosas muy importantes a la conclusión del cerco. Defendióse Alvaradoaunque en algo confesó su descuidocon la gran priesa que los suyos le dabanconoscida la flaqueza de los enemigosa que primero que Cortés ganase elmercadose aventajase en cosa tan importante de todos los demás que combatíanla ciudadporque ganado el mercadorestaba poco de hacer y lo que quedaba dela ciudad no se podía sustentara cuya causa Alvaradopor no contradecir atantos que así le ahincabanpuso el pecho al negocioy como tengo dichoconel gusto de las victorias pasadas y las importunaciones y persuasiones de losque [le] incitabanno advirtió a lo que tanto conveníadescuidándose conencargarlo a otros.

Esto mismo acontesció a Cortés en su realque fue muy importunado de todoslos de su compañía que tomase el mercado y se metiese cuanto pudiese la ciudadadentro; pero élque mejor que ellos entendía los negocioshacía comodicenorejas de mercaderdisimulando unas veces y contemporizando otrasencubriéndoles el porqué no lo hacíarepresentándoles; algunas veces losgrandes inconvenientes que se ofrescíanporque para entrar en el mercadohabía muchas azoteaspuentes y calzadas rompidasde tal manera que cada casapor donde había de pasar estaba hecha como isla en mitad del aguacosa quedespués puso a los nuestros en grande aprieto.



 

 

Capítulo CIL

De algunas entradas que Cortés hizoy de lo que respondióal tesorero Aldereteque le importunaba se metiese más en la ciudad.

Pasado estoCortés hizo algunas entradas en la ciudad por las partes quesolía. Combatían los bergantines y canoas por dos partes y él en la ciudadpor otras cuatro. Mató muchos de los contrariosporque cada día le veníagente de refrescoseñalándose muchono sólo él y sus Capitanescomo en sulugar dirépero otras personas particularesde las cuales no se esperabanhazañas tan extrañas. Desta manera pasaron algunos días que Cortés y susCapitanes volvían siempre con victoriaque fue causa que todos los españolesy entre ellos principalmente el tesorero Aldereteporfiasen importunadamente semetiese la ciudad adentro y tomase el mercado. Dilatábalo Cortés cuantopodíapor dos cosas: la unapor ver si Guautemuza y los suyos mudaríanpropósito; la otraporque los enemigos estaban muy juntos y muy fuertes e muydeterminados de moriry que cada casa dellospor el agua de que estabacercadaera un fuerte. Con todo estocomo los españoles por veinte díasenteros no habían hecho otra cosa que peleary casi siempre se hallaban en unmismo puestoabriendo los enemigos de noche lo que ellos con tanto trabajocegaba de díacomo la tela de Penélopesentían esto tantopor concluir contrabajos tantas veces repetidosqueno satisfechos de las razones que Cortésles dabale porfiarontomando a poner por intercesor a Aldereteo que lesdiese otras razones más bastanteso que hiciese lo que todos le suplicaban.Cortés respondió estonces a Alderete y a otras personas de calidad que con élvenían: «Señores: vuestro deseo y propósito es muy buenoy ninguno devosotros ni todos juntos lo deseáis tanto como yoe veo que paraimportunármelo tenéis razóny pues tanto me apretáis que me hacéis decirlo que no querríasabed que lo he dexado de hacerporque no todos comovosotros pondrán el hombro a este negocio que es tan peligroso. y dificultosoque me recelo que algunos que mucho bravean han de perder y hacernos perderquees lo que yo mucho sentiría porque en la guerra hace más daño el que huye queprovecho el que va venciendo; y si con todo esto os paresce que acometamoscomodecísporque no digáis que yo sólo me quiero extremar en contradecir lo quetodos pedísveldo bienque a lo que os determináredes me hallaréisyacordaos que si vinierdes en elloos digo que habemos menester bien lasmanos.» Alderete le replicó que todo lo tenían visto y que ninguno había queno estuviese de aquel parescery que más querían ponerse a cualquier peligropor grande que fueseque trabajar tantas veces sin provechoy que no habíahombre dellos que no tuviese tragada la muertepara no dexar por temor della dehacer todo lo posibleo para vengarlao salir con la victoria. Al fin pudierontanto estas y otras razonesque Cortés respondió: «Seapuesasícaballeros; encomendámonos a Diosque con varones tan determinados doquiera mepodré yo arrojar.»



 

 

Capítulo CL

Cómo otro día Cortés dio orden en lo que se había de hacerpara dar el combate.

Determinado ya Cortés de echar el negocio a un cabollamó a consejo a laspersonas más principales y de más saber en

las guerrascon las cuales comunicó y trató el cómo se había de dar elcombatepara que viniese en execución su deseo; y tratado lo hizo saber aGonzalo de Sandoval y a Pedro de Alvaradodiciéndoles cómo otro díasiguiente había de entrar en la ciudad y trabajar cuanto pudiese de llegar almercado. Escribióles como por vía de instruccióninviandopara mássatisfacción suyados criados bien informadosa que Gonzalo de Sandoval porla parte de Tacuba se viniese con diez de a caballo a cient peones e quinceballesteros y escopeteros al real de Pedro de Alvaradoy que en el suyoquedasen otros diez de a caballodexando concertado con ellos que otro día quehabía de ser el combatese pusiese en celada detrás de unas casashaciendoque levantaban el real y que huían con el fardajeporque los de la ciudadsaliesen tras dellos y las celadas les acometiesen por las espaldas; e que conlos bergantines que tenían y con los otros tres de Pedro de Alvarado ganaseaquel mal paso donde Pedro de Alvarado había sido desbaratadoe que sinapartarse de allía toda priesa le cegase; y hecho estocon gran tientopasasen adelantede suerte que en ninguna manera se alexasen ni ganasen pasosin dexarlo primero ciego y adereszadoe que si pudiesen sin mucho riesgo ypeligro ganar hasta el mercado lo procuraseny esto no era menester decírseloque no deseaban otra cosaporque él había de hacer lo mismo; pero quesupiesen que aunque les inviaba a decir estono era para obligarles a queganasen paso de que les pudiese venir algún desbarato o desmány que estodecía porque conoscía de sus personas que habían de poner el rostro donde élles dixeseaunque supiesen perder las vidas; y porque ellos habían de combatirpor sola una parte y él por muchasles invió a pedir setenta o ochentahombres de piepara que otro día entrasen con éllos cuales vinieron con loscriados de Cortés aquella noche a dormir al realcomo les había mandado.



 

 

Capítulo CLI

Del razonamiento que Cortés hizo a los suyos y del orden quedio en el combate.

Oída misaque fue bien de mañana. estando todos juntosCortés les dixo:«Caballeros y amigos míos: Bien sabéis los que estáis presentes y saben losdemás que están en los otros realescómo muchas y diversas veces me habéispersuadidorogado e importunado que nos metamos la ciudad adentro y procuremostomar el mercadoporque ganado estela ciudad será nuestra. Yocomo habéisvistopor todas las vías que he podido lo he excusadopor las causas yrazones que ya os he dicho; pero al fin habéis podido más que yo e no puedodexar de hacer lo que me rogáis. Ya está dada la traza de lo que han de hacerGonzalo de Sandoval y Pedro de Alvarado. Ahora resta que conforme a la quediéremospues hemos de combatir por muchas partesnos dispongamos más quenunca a hacer el deberde suerte que los Capitanes no pasen de lo que se lesmandare y los soldados no hagan más de lo que ellos les dixerenporque porquerer aventajarse un Capitán o un soldadono gobernando el ánimo condiscreciónmuchas o las más veces se pone en peligro de donde no saleo sisalecon mucha pérdida y a gran riesgo de la compañía y algunas veces detodo el exército. Lo que intentamos y emprendemos es muy dificultoso; perodespués del favor divinocon dos cosas lo alcanzaremosconviene a saberconseso y esfuerzoy es bien que de una vezestando como estáis determinadosprobemos nuestra ventura. Muchos acuden en nuestro favor; armas y municiones nonos faltan; los enemigos aunque están fortalesecidosestán acorraladosyganado el mercado y algunas casassiempre valdrán menos. Encomendémonos aDios y a Sant Pedro y Sanctiagonuestros abogados; sean en nuestra ayudaquecreo si seránpues de nuestra parte habemos hecho todo lo que ha sido ennosotros. Ahorasi hay algo de que me avisarhaceldopor que no quede cosapor intentar que convenga.»

Elloscontentos de haberle oídole respondieron que no quedaba más de quemandase e ordenase lo que se debía hacery así ordenó luego Cortés que losotros bergantines guiasen las tres mill canoas y piraguascomo la otra vezporlas calzadas. Repartió la gente de su real en tres compañíasporque para ira la plaza del Tatelulcohabía tres calles; por la una había de entrar elTesorero e Contador con sesenta españoles e veinte mill indiosochocaballerosdoce azadoneros e muchos gastadores para cegar las acequiasallanarlas puentes y derribar las casas; por la otra calle había de entrar Andrésde Tapia e Jorge de Alvarado con ochenta españoles e más de diez mill indios eocho de a caballoe a la boca desta calleque era la de Tacubahabían dequedar dos tiros para asegurarla. Cortés había de ir por la otra calle angostacon cient peones e ocho de a caballo. Entre los peones había veinte y cincoballesteros y escopeteros e con infinito número de amigosavisados los de acaballoque a la boca de la calle se habían de detenersin que en ningunamanera le siguiesen hasta que él se lo inviase a mandar.



 

 

Capítulo CLII

Cómo Cortés acometió con su gente y del bravo y peligrosocombate de aquel día.

Desta manera ordenado todosegún dicho esdespués que Cortés huboentrado

bien adentro sin hallar resistenciase apeó del caballo y tomó una rodelay con los suyos en buen concierto y denuedo acometió a una albarrada bienfuerte y con mucha gente que estaba del cabo de una puente. Asestóle un tiropequeño y con los ballesteros y escopeteros que llevaba le dio por un buen ratorecio combate hasta que la ganó. Pasó adelante por una calzada que teníanrota por dos o tres parteslas cuales estaban todas fortalescidas por losenemigos. Dividió su gente Cortés; combatió todas tres partes; no lasdefendieron muchoporque los indios amigosque eran en gran cantidadlesentraban por las azoteas e por otras partesque parescía que ya la victoriaera por los nuestrosporque como todos entraron a un tiempo y cada cuadrillapor su cabohicieron maravillasmatando hombresdeshaciendo albarradasganando puentes y destruyendo casas. Los indios amigos siguieron la calleadelante sin hallar quien se lo contradixese. Cortés se quedó con obra deveinte españoles en una isleta que allí se hacíaporque vio que ciertosespañoles andaban envueltos con los enemigoslos cuales los retraían algunasveces hasta echarlos en el aguaporque eran muy muchos y les tenían ventaja enel lugar; pero con el favor de Cortés revolvieron sobre ellos hasta echarloslexos de sí. Demás desto se detuvo allí Cortés por guardar que por ciertastraviesas de calles los de la ciudad no saliesen a tomar las espaldas a losespañoles que habían seguido la calle adelantelos cuales a este puntoinviaron a decir a Cortés que habían ganado mucho de la ciudad y que sehallaban cerca de la plaza del mercadoy que en todas maneras querían pasaradelanteporque ya oían el combate que Gonzalo de Sandoval y Pedro deAlvaradodaban por su parte. Cortés les invió a decir que en ninguna manerapasasen adelante sin que primero las puentes que ganasen cegasen muy biendemanera que si tuviesen nescesidad de retraerselo pudiesen hacer sin peligropues sabían que en aquello consistía el vencer o perderse. Ellos le replicaronque las puentes que habían ganado las tenían cegadas muy bien y que si sequería certificar dello que viniese a verloporque hallaría ser así lo quele decían.



 

 

Capítulo CLIII

Del gran riesgo y peligro en que Cortés se viopor no estarbien ciega una puente.

Al tiempo que los de Cortés habían pasado una puente que tenía doce pasosen ancho y el agua que por ella pasaba era de hondura de más de dos estadoshinchéronla de madera e cañas de carrizo e poca tierra e adobesy comopasaban pocos a pocos e con tientono se había hundido la madera y cañasyelloscon el gusto de la victoriaiban embebecidossin atender a lo que tantoles importaba y de que tantas vecescon tanta diligencia les había avisadoCortés. Pensandopuesque todo quedaba fixollegó Cortés a aquella puenteque con justo títulode ahí adelante se pudo llamar la puente desdichadadondecomo dirémurieron tantos españoles. Halló que ya los suyos veníanen huídaporque los enemigos entendieron el peligro grande que de la malcegada puente atrás quedabalos cualescomo perros rabiososdieron en ellos.Cortéscomo los vio venir tan desvalidos e tan sin tientocomenzóles a darvoces diciendo: «¡Tenedtened!¡volvedvolved el rostro a los enemigos!»Elloso porque pensaron que la puente quedaba bien ciegao porque el miedo noles dio lugar a oir y reparardieron consigo en la puentela cualcomo habíaestado llena de madera y carrizoabaxóse toda aquella faxina e quedó tanllena de agua como de antes. Ya Cortés llegaba a este lugarcuando halló queel agua estaba llena de españoles e indiosde manera que parescía no haberechado en ella una paja. Los indiosque más que todos los hombres del mundo seencarnizan en los vencidos (señal grande de ser cobardes)cargaron tantoquematando en los españoles se echaban al agua tras ellos. Acudieron luegoquefue lo que hizo muy gran dañogran cantidad de canoas de los enemigosquetomaban y llevaban vivos a los españoles sin poder por ninguna vía sersocorridos. Cortéscomo vio tan súbito tan no pensado desmándeterminó deparar allí y morir peleandoaunque en lo que estonces pudo más aprovechar ély los que con él ibaneran en dar las manos a algunos miserables españolesque se allegabanpara que saliesen afuera. Unos salían heridosotros medioahogadosotros sin armasy otros que acabando de salir expiraban. InvióCortés a los que podía adelantemandándoles que no parasen hasta llegar alreal.

En estosin los que había (que eran muchos) acudieron tantos de loscontrarios y cargaron con tanta furiaque cercaron a Cortés y a otros doce oquince españoles que consigo llevaba; y como él y ellos estaban tanembebecieclos en ayudar a los que estaban caídos en el agua (que con grandesvoces pedían socorro) no miraron ni advirtieron el gran peligro en que estabany al daño tan cierto que podían rescebiraunque estaban en la calzadaporquede las canoas habían saltado innumerables enemigos hasta venir a tomar a manosa los nuestroscomo luego diré.



 

 

Capítulo CLIV

Do se prosigue y dice el peligro que de ser preso o muertoCortés tuvoy de cómo Olea murió defendiéndoley de lo que hizo Cortéssobre esto.

Fuéronse los enemigos por todas partes acercando tanto a Cortésqueciertos dellos le echaron manodiciendo a voces: «¡MalincheMalinche!»eciertole llevaran vivocomo él confiesa en su Relaciónsi no fuera por uncriado suyohombre muy valienteque se decíaFrancisco de Oleaque de unacuchillada cortó las manos a un indio que le tenía asidoel cual luegopordarle la vidaperdió allí la suya. Ayudó también (según dice Motolinea)un indio tlaxcalteca que se llamaba Baptistahombre muy esforzadoque despuésfue buen cristiano y el primero que rescibió el sacramento de la Extramaución.En su entierrodelante del cuerpollevaron sus parientes y deudos una lanzalevantadaen memoria de su gran esfuerzo y valentía.

ViendopuesCortésque habían muerto a Olea e a lo s que le habíanlibradose quiso echar al agua a peleary Antonio de QuiñonesCapitán de suguarda de cincuenta hombresle abrazó y por fuerza le volvió atrásdiciendo: «Yo tengo de dar cuenta de vosCortésy no otro.» RespondióleCortés: «DéxameQuiñones; ¿Dónde puedo yo morir mejor que con los míosque por darme a mí la vida la perdieron ellos? ¿No veis cómo estos perrosmatan a los nuestros?» Replicóle Quiñones: «No se puede remediar esoperdiendo vos la vida; salvemos vuestra personapues sabéis que sin ellaninguno de nosotros puede escapar.» Con todo estono podía con él hasta quemedio por fuerza le sacó de allíe así él y los demás peleandosevinieron retrayendo. Murieron en este mal paso cuarenta y cinco españoleslascabezas de los cuales pusieron los enemigos entre unos palos en elsacrificaderolos cuales iban hiriendo en los nuestros con gran furia. RodelabaCortés no sólo su personapero la de otros. Peleó este día por más quediez hombrescomo enojado y como el que peleabano solamente por su vidasinopor la de los suyos.

En esto llegó un criado suyo a caballohizo un poco de lugar; pero luegodesde una azotea baxa le dieron una lanzada por la gargantaque le hicieronmás que de paso dar la vuelta. Fue este conflicto tan grandeque cayeron en elagua dos yeguas; la una salió nadandoy la otra mataron los indios. Murióallí un Fulano de Guzmánmayordomo de Cortéscuya muerte él sintió muchoy todos los del real la lloraronporque era muy bastante y muy bienquisto.

Esperando Cortés que la gente pasase por aquella calzadilla a ponerse ensalvoy él y los suyos deteniendo a los enemigosllegó un mozo suyo para quecabalgaseporque era tanto el lodo que había en la calzadillade los queentraban y salían por el aguaque no había persona que se puediese tenermayormente con los empellones que los unos a los otros se daban por salvarse.Cortés cabalgópero no para pelearporque allí era imposible a piecuantomás a caballoysi pudiera serantes de la calzadilla. En una isleta sehabían hallado los ocho españoles de a caballo que Cortés había dexadoqueno pudieron hacer otra cosa que volversey aun la vuelta fue tan peligrosaqueaquícomo dixecayeron las dos yeguas en el agua.

En este mismo lugardice Cortés en su Relaciónque le mataron a Guzmánviniendo a traerle un caballo para en que se salvasela muerte del cualcomoantes dixese sintió tanto que Cortés dice [que] hasta hoy está reciente eldolor de los que le conoscieron.



 

 

Capítulo CLV

De cómo Alvarado y Sandoval pelearon este díae de lo quesubcedió con el bergantín de Flóreze cuánto ayudó el Capitán Mota.

Este mismo díaque tan aciago fué para CortésAlvarado y Sandoval sehallaron juntos con sus compañías y con dos bergantineslos cuales todosacertaron a estar a la parte del norte que viene de Tacuba al Tlatelulcoy paraapartar las muchas canoas que de [la] parte del sur les fatigabanpasaron elbergantín de Pedro de Briones por cierta abertura de la calzadaque estabacasi ciega. Lleváronle (como eran muchos)como en las manoslos indiosamigos. Combatióse muy bien por aquella parte; llegaron muy cerca del mercado ysiempre con prosperidadque jamás le mataron españolcomo dicen otros.Repararon allí; pelearon bravamente gran parte del díahasta que vieronsacrificar muchos españolesy desde a poco espacio les llegaron dos decaballoque Cortés inviabahaciéndoles saber su desgracia y que seretraxesen como mejor pudiesen. No fue esto oculto a los indios amigosporqueluego se pusieron en cobrodesamparando el bergantínque por la mañanahabía de volver a la otra parte. Los mexicanoscomo venían con victoria ydexaban al General y a los de su compañía retiradoscargaron todos sobre losde Sandoval y Alvarado y su gente con tanto ímpetuque se tomó por remedioque Sandoval con ciertos de a caballo se opusiese a los enemigosentre elbergantín y la ciudadcorriendo sobre ellos todo el espacio que correr sepodíarescibiendo cuando volvían mucho daño de las varas y piedras que lestirabany en esto estuvieron hasta casi la nocheque los españoles solosacabaron de pasar el bergantínque se retruxerony Sandoval con losmensajeros que Cortés le había inviadose fue a ver aquella noche con él.

Los dos bergantines que guardaban la calzada de Tenayucaanduvieron aqueldía juntos y entraron por un canal de agua hasta cerca del templodo ahora esel monesterio de Sanctiagoy acaso el capitán Flórez se halló adelanteypensando que a cuanto más peligro se ponía ganaba máscon su compañeroJerónimo Ruiz de la Mota metió su bergantín por una calle angostadondeparó por no poder navegar másdexando a Mota atrás en una como placeta deaguay así estuvieron hasta casi las tres o las cuatro de la tardeque vieronsacrificar los españoles en la gran torre de su templo; y de ahí a pocociertos indios echaron unas calzas y jubón con sus agujetasde una azoteaenel bergantín de Flórezque no poco pavor dio a los que en él estaban.

Los indios principalesque habían rompido al General y a los de sucompañía

acometieron por mar y tierra con gran braveza y alaridos al bergantín deFlórezque más cerca teníanlanzando en él tantas piedras y adobes de loalto de las casas vecinasque sufrieron mucho ellos y el bergantínel cualquisieron sacar ciandoy no pudiendo gobernardio en un carrizaldondecargaron sobre élcomo cosa rendidalos indios. Motaque no menos valienteque sesudo erapor socorrer al temerario compañeromandó con gran prestezabordar su bergantín contra los enemigosy como la gente fuese con más espacioque la nescesidad pedíasaltó desde la proa en tierra tanto trechoque fuerade aquel ímpetu e furia con que ibano lo saltara en dos saltos. Siguióle elVeedor e otros cuatro o cincoe algunos con ballestase como acometieron congran denuedo y tan de súbitopusieron turbación en los mexicanoslos cualesdieron lugar a que Flórez y su bergantín saliesen libresaunque con hartasheridas. Con estocomo ya la noche se acercabase retraxeron como quien escapade las uñas del gavilánquedando enseñado Flórez de ahí adelante a noponerse a más de lo que buenamente pudiese.



 

 

Capítulo CLVI

Cómo Cortés salió a la calle de Tacuba peleandoy de loquee invió a decir a los otros Capitanes de su compañíay de lo que losenemigos hicieron.

Con todos estos trabajos salió Cortés con los que quedaban a la calle deTacubaque era bien anchay recogida la gentese quedó en la retroguardaconoscido bien que los enemigos habían de porfiar en su seguimientolos cualesvenían tan furiosos que parescía que no habían de dexar hombre a vidaeretrayéndose lo mejor que pudoamparando [a] los suyosinvió a decir alTesorero y al Contador que hiciesen lo mismo a que fuese[n] con mucho conciertohasta recogerse en la plaza. Lo mismo invió a decir a Andrés de Tapia e Jorgede Alvaradoque habían entrado por la calle que iba al mercado. Los unos y losotros pelearon valientemente e ganaron muchas albarradas y puentes que habíanmuy bien cegadolo cual fue causa de no rescebir daño al retraerse. Pusoespanto a algunoscuando el Tesorero y Contador combatían un albarradapocoantes que se retraxesenver que los de la ciudadpor encima de la mismaalbarradaecharon tres cabezas de cristianosaunque por estoncessegúnestaban desfiguradasno supieron si eran del real de Pedro de Alvarado o del deCortés.

Recogidos todos a la plazapor todas partes tante gente de los enemigossobre los nuestrosque tenían bien que hacer en apartarlos de síy llegó suatrevimiento a tantoque acometían por aquellos lugares y partes donde antesdeste desbarato no osaban esperar a tres de a caballo y diez peones. Luego queesto pasólos sacerdotes de los ídolos se subieron a los templos e torresaltas del Tlatelulcoy a su costumbrecomo hacían cuando conseguíanvictoriaencendieron muchos braseros y echaron mucho copalque se hace decierta goma que hay en estas partesque paresce mucho al animelo cualofrescieron muy regocijadoscomo dando gracias a sus ídolos por la victoriaque de los nuestros habían alcanzadoe aunque los españoles quisieran muchoestorbárselono pudieronporque ya los más dellos con la demás gente deamigos se iban hacia el real.

Murieron en este desbarato los españoles que arriba dixeaunque Cortés ensu Relación (a quien se debe más crédito) dice que fueron treinta e cinco ocuarentaa más de mill indios amigos; hirieron más de treinta españoleseCortés salió herido en una pierna. Perdióse el tiro pequeño de campoquehabía llevadoy muchas ballestasescopeteros y otras armasque echaron hartomenos después.

Hecha la cerimonia de los sahumeriospor hacer desmayar a Sandoval yAlvaradoque estaban más cerca y frontero de los templosllevaron los de laciudad todos los españoles vivos y muertos al Tlatelulcoque es el mercadoyen las torres altas de los templospara que mejor pudiesen ser vistosdesnudosen carnes los sacrificaronasí a los muertos como a los vivos; abriéndolospor los pechosles sacaron los corazonesy con grande contento y reverencialos ofrescieron a sus ídoloslo cual Sandoval y Alvarado y los demássintieron en las entrañas; púsoles gran tristeza y desmayoviendoespecialmente lo que los vivos hacíanaunque por la gran distancia no lospodían oír. Retraxéronse a su realhabiendo peleado aquel día cuanto tantoshombres podían contra tanta infinidad de enemigos. Ganaron hasta casi elmercadoel cual se acabara de ganar aquel día si Diospor sus ocultosjuicioso por los pecados de los nuestrosno permitiera tan gran desmán.Cortés llegó a su real tan triste como cuando la primera vez salió por fuerzade México; lo unoaunque no fue tan grande esta pérdidaporque le decíanque los bergantinesen quien estaba la fuerza y esperanza de vencereranperdidosaunque después supo que nopuesto quecomo después se dirá en sulugarse vieron en grande estrecho; lo otroporque los enemigos cobrabangrande ánimo y se atrevían a lo que nunca habían osadoderramando lavictoria que habían habido por toda la tierra. Fue este díacomo alegre yregocijado a los enemigosasí triste y lloroso a los nuestros y la noche llenade planto y congoxa.



 

 

Capítulo CLVII

De las alegrías que los enemigos hicieron y de las palabrasque dixeron y recaudos que inviaron a otras provincias.

Aquel día y la noche siguiente los de la ciudad celebraron su victoria conel extremo que suelen sus pérdidas y desastresque en lo uno y en lo otro sondemasiadamente alharaquientos. Encendieron muchos y grandes fuegos por todas lastorres de los templosque hacían la noche tan clara como si fuera de día;tocaron tantas bocinas y atabales e otros instrumentos que resuenan muchoqueparescía hundirse la ciudad; saltaron y bailaroncantando cantares de regocijoy alegríadando gracias a sus ídolos por la victoriapidiéndoles favor paraadelanteprometiéndoles de hacerles un gran sacrificio de corazones decristianos e comer con chile en un gran banquete los cuerpos de lostlaxcaltecas. Recontaron las hazañas de sus antepasadose cotejándolas con lasuya decían que nunca sus dioses habían rescebidotan gran servicioni suspasados habían muerto tan valientes y esforzados hombres. Animábanse en loscantares los unos a los otros a que de ahí adelante peleasen valientementeporque como habían muerto a aquellos cristianos así harían a los demáseque si así no fuese lo mejor era morirque venir en poder de extraña gente.Con esto abrieron todas las calles y puentes del aguacomo de antes lasteníany llegaron a poner sus fuegos y vela de noche a dos tiros de ballestadel real de los nuestrosy como todos salían tan desbaratados y heridos e casisin armashabía nescesidad de que descansasen y se rehiciesen.

En el entretanto que esto hacían los nuestroslos de la ciudadcon granconsejose dieron gran priesa a fortalescerse e a inviar sus mensajeros amuchas provincias a ellos subjectashaciéndoles saber la victoria que de loscristianos habían habidoy como los mensajeros no eran de los que menoshablabanacrescentaban de tal manera el negocioque de una mosca hacíanelefantediciendo cómo los mexicanosseñores del mundohabían muertomuchos cristianos y que presto acabarían los que quedaban; por tantoque losque de miedo se querían dar a los cristianosque mudasen parescery que losque no tenían pensamiento de rendirse a los nuestrosque se holgasenporqueen breve verían vengados sus corazones y sus dioses más servidos yreverenciados que nuncay que los unos y los otros no tratasen de paz con loscristianos si no querían quedespués de muertos los mexicanoslosdestruyeseny sus hijosmujeres y casas y heredades diesen a otros; e por queviesen que esto era asíiban mostrando (por dondequiera que ibandiciendoestas palabras) las dos cabezas de los caballos que habían muerto e algunos delos cristianos. Fueron de tanta eficacia estas palabrasjuntamente con lasclaras muestras que vían de lo que decíanque los unos por temor [a que] sivenciesen a los mexicanos serían destruídos y asoladoslos otros por el odioy enemistad que a los nuestros teníanestuvieron muy firmes en su contumacia yrebeldíatratando de ahí adelante de ofender a los nuestros y jamásayudarlos.

En el entretanto que esto pasabadespués que los nuestros por algún tantohubieron descansado y adereszándose de armasporque los de la ciudad notomasen más orgullo y se ensoberbeciesencomo de menores cosas solíany paraque no sintiesen flaqueza en los nuestrosca a saberlacon facilidad (segúneran muchos y buen adereszados) cumplieran lo que amenazabancada día salíanalgunos españoles de los que más sanos y descansados estabanasí de pie comode a caballocon muchos de los indios amigosa pelear con los de la ciudadaunque nunca podían ganar más de algunas puentes de la primera calle antes dellegar a la plaza.



 

 

Capítulo CLVIII

Cómo sabido el desbarato de los españoles por la comarcalos indios de Marinalco e otros se rebelarony cómo Cortés invió contraellos al Capitán Andrés de Tapiael cual los vencióy de la confederaciónde sus veinte compañeros.

No hubieron bien pasado dos días después del desbarato y rompimiento de losespañolescuando luego (porque el mal vuela) lo supo toda la comarca subjectaal imperio mexicanoy así los vecinos de Marinalco e los pueblos de laprovincia de Coisco comenzaron a hacer brava guerra a los indios de la provinciade Cuernauacasubjectos a la ciudad de Méxicoporque se habían dado poramigos de los cristianos y les ayudaban en lo que se ofrescíae como ya nopodían sufrir las molestias los de Cuernauaca de sus malos vecinosca lesdestruían sus panes y frutalesque cuando a ellos hubiesen muerto daríansobre los cristianosdeterminaron inviar sus mensajeros a Cortéspidiéndolesocorroporque no tanto se tenrían del mal que de presente padescíancuantodel que se les allegabapor irse juntando tanta gente contra ellos. Cortésoído el mensajele pesó mucho que en tal tiempo le pidiesen socorroporquehabiendo tan poco antes subcedido aquel desbaratotenía más nescesidad de sersocorrido que de socorrer; pero con todo estoasí por no mostrar flaqueza deque los enemigos habían de rescebir nuevo ánimocomo por no faltar a susamigosque con tanta voluntad se le habían ofrescido y tanta nescesidadtenían de su socorrodeterminóaunque tuvo muchos contradictoresde inviaral Capitán Andrés de Tapiahombre de consejo y esfuerzocon ochentaespañoles de a pie y diez de a caballoal cual encargó mucha la guerra y labrevedad delladándole no más de diez días de término para ir a volverrepresentándole la nescesidad en que quedaba y la contradicción de muchos.Andrés de Tapia se partió luegoy llegando a una poblazón pequeñaqueestá entre Marinalco y Cuernauacahalló que le estaban esperando los enemigosen campo rasoconfiados demasiadamente en su poder. El ordenó la gente quellevabae con algunos de Cuernanaca les representó la batallala cual setrabó bien sangrienta; pero desde a poco ratocomo los de a caballo eranseñores del campolos nuestros desbarataron a los enemigos y siguieron elalcancehiriendo y matando muchos hasta meterlos en Marinalcoque estabaasentado en un cerro muy alto y donde los de a caballo no podían subireviendo estoatacaron y destruyeron cuanto hallaron en el llanovolviendo muyalegres dentro de los diez días con victoria a su realvengados los deCuernauaca e perdido el orgullo los de Cuernauacadigo los de Marinalcoequitada la esperanza a los demás de rebelarsecomo pensaban.

Era Marinalco pueblo grande y de poca agua. Engañóse Gómara en decir quetenía muchas fuentesporque después acápor la falta y trabajo de traer elaguase baxó a lo llano.

Usó Andrés de Tapia en el discurso de la guerra de un muy avisado ardid yconsejo para emprender mayores cosas que otro y salir con ellasy fue que sejuramentó con los mayores vínculos y firmezas que él pudo con veinteescogidos soldados de su compañíalos cuales contaré despuésen estamanera; que juntos todos acometiesen y ninguno se apartase del lado del otro eque todos muriesen por uno e uno por todosmirando de tal suerte los unos porlos otros que a ninguno dexasen matar sin que todos los demáscon todafidelidadhasta librarlese pusiesen al mismo riesgoy así los de estacompañía entraban y salían con mucha victoria e acontescíales no solamenteayudarse a sípero a los de otras compañías. Cúpole a este Capitán laconquista que hoy va de Sant Francisco a lo alto del Tlatelulcoy la echó portierra y al principio della edificó su casaque fue de las primeras que sehicieron en Méxicoy así por esto aquella calle en la traza de México sellama la calle de Tapiael cual dexó hijos y poca renta para lo que susservicios merescieron.



 

 

Capítulo CLIX

Cómo vinieron a Cortés mensajeros de los otomíesquexándose de los de Matalcincoy cómo determinó de inviar a ello a Sandoval.

En el entretanto que el Capitán Andrés de Tapia fue y vino al socorro queCortés le había inviadoalgunos españoles de pie y de a caballo entraban apelear a la ciudad hasta llegar a las casas grandes que estaban en la plazayde allíaunque llevaban consigo muchos indios amigosno podían pasarporquelos de la ciudad tenían abierta la calle de aguaque está a la boca de laplazaque estaba muy honda e anchay de la otra parte tenían una muy ancha yfuerte albarrada e allí peleaban los unos con los otros hasta que la noche losdespartíay luego desde a dos días que Andrés de Tapia vino de la guerra deMarinalcollegaron al real de Cortés diez (e según Motolineaquince)mensajeros de los otomíesque eran como esclavos de los mexicanosa quexarsede los de la provincia de Matalcingosus vecinosde quien rescibían grandesdañospor la cruda guerra que les hacíana causa de haberse dado por amigosde los cristianos e por vasallos del Emperadory que la guerra iba tan adelanteque les destruían la tierra y les habían ya quemado un pueblo y llevado algunagente y que venían destruyendo cuanto podían y con intención de dar en elreal de los cristianospara que saliendo juntamente los mexicanos los acabasen.A los más desto dio crédicto Cortésporque de pocos días [a] aquella partetodas las veces que los nuestros entraban a pelear a la ciudadlos indios losamenazaban con los de la provincia de Matalcingodiciéndoles: «Yaperroscristianosvendrán presto sobre vosotros los de la provincia de Matalcingoque son muchos y muy valientes y tan enemigos vuestros como nosotros; tomaroshan por las espaldas y nosotros os acometeremos por delante y desta manera noescapará ninguno de vosotros y haréis con vuestros cuerpos alegres nuestrosbanquetes; por tantosi no queréis moriralzad vuestro real e íos.»

Los nuestrosacordándose de palabras y de lo que los mensajeros habíandichoaunque no tenían mucha noticia desta provinciabien sabían que eragrande y que estaba veinte y dos leguas de su realy entendieron de la quexaque los otomíes dabanque pedían favor e ayuda contra aquellos sus vecinoseaunque le pidieron en tan recio tiempoCortésque en semejantes trances nodesmayabaconfiando en la ayuda de Diosaunquecomo antes está dichono lefaltaban contradictoresse condolió de aquella miserable y perseguida gentedeterminando de favorescerlos; les dixo: «Diosque no nos faltó contraMarinalcotampoco nos faltará contra Matalcingopues hace tuerto ysinrazón.» Movióle a estoaliende de que hacía lo que debía a sus amigosel deseo que tenía de quebrar en algo las alas a los de la ciudadque cadadía amenazaban con los desta provinciamostrando gran esperanza de sersocorridos por los della y con su ayuda executar sus amenazasy este socorro nole podían tener de otra parte que de allíporque por todas las obras habíande topar primero con provincias y pueblos de los amigos confederados con loscristianosy asípor no poner el negocio en condisciónmandó a Gonzalo deSandovalsu Alguacil mayorde quien confiaba muchoque con diez e ocho decaballo e cient peones españolesen que había un solo ballesterofuesecontra los de Matalcingo y amparase a los otomíes y volviese con toda lapresteza que fuese posibleel cualcomo no se dormía en cosasalió otrodía bien de mañana con su gentellevando por delante los mensajeros otomíespara que diesen aviso a los suyos cómo iba e que con su armas estuviesen apunto.



 

 

Capítulo CLX

De lo que los españoles sintieron esta partiday cómoSandoval venció.

Como Sandoval salióque era persona de tanta importancia para los negociosy llevó consigo tantos españoleslos demás lo sintieron mucho y nuncadesmayaron tanto como estoncesaunque lo disimularon cuanto pudieronasíporque los enemigos no cresciesen en su soberbia e orgullocomo por no dar subrazo a torcer a los indios amigosquecomo dicenandaban siempre mirando ala boca a los nuestroslos cualescomo españoles y hombres que respondían alantiguo linaje de donde descendíandecían muchas veces enojados de ladilación y estorbos que se ofrescían para conseguir sus deseos: «¡Ohpluguiese a Diosque quedando con las vidas solamenteaunque quedásemos encuerostomásemos esta ciudad y acabásemos ya de vencer a estos perrosemperrados que tan porfiadamente se nos defienden sin dar lugar a buena razón!¡Ohsi saliésemos ya con esta empresaaunque ni en la ciudad ni en toda latierra hallásemos oro ni platani otro interese!» De donde se conosceráclaro la extrema nescesidad y peligro en que estaban sus personas e vidas e queno era su principal intentocomo algunos pensaronel enriquecersino hacer eldeber.

PartidopuesSandovalaquel día fue a dormir a un pueblo de los otomíese otro díamuy de mañanasalió de allí y llegó a unas estancias de losmismos otomíeslas cuales halló sin gente y mucha parte dellas quemadaseacercándose más lo llanojunto a una ribera halló mucha gente de guerra delos enemigosque habían acabado de quemar otro pueblolos cualescomo vierona los nuestrosse pusieron en huída. Siguiólos Sandoval y su gentey comoles daban priesadexaban las cargas en el caminoe así casi a cada pasotopaban los nuestros con cargas de maíz e muchos niños asados en barbacoaquetraían para su provisióne otras cosas que ellos habían robado. Pasaron unrío y repararon de la otra partehaciendo rostropensando que estaban muyfuertes. Sandoval con los de a caballo pasó el ríorompió por ellos ydesbaratólos de tal manera que los puso en huídacorriendo a fortalescerse ensu pueblo de Matalcingoque estaba de allí tres leguas. Por todas duró elalcance sin cansarse los de caballohasta encerrar los enemigos en el pueblodonde Sandoval esperó a los españoles de a pie y a los indios amigosloscuales venían matando en los que los de a caballo atajaban y en los que decansados quedaban atrás. Murieron en este alcance más de dos mill de losenemigos.

Llegados los de pieque parescía que habían venido volando e quecomo sifueran inmortalesno venían cansadoslo mismo se puede decir de los indiosamigos que pasaban de diez millcomenzaron todos de ir hacia el pueblodondelos enemigos hicieron rostroen tanto que las mujeresniños e viejos y sushaciendas se ponían en salvo en una fuerza que estaba en un cerro muy altocerca del pueblopero como los nuestros dieron de golpe sobre elloshiciéronlos también retraer a la fuerza que tenían en que era muy agra yfuerte y quemaron y robaron el pueblo (como eran tantos los que acometían) enmuy breve tiempoe como ya era tarde y los nuestros de haber peleado todo aqueldía estaban cansadosno quiso Sandoval combatir la fuerza. Los enemigoscomopor estonces estaban tan sigurosdisimulando su afrentao porque así lotenían de costumbretodo lo más de la noche ocuparon en dar voces y alaridostocando otros a la contina atabales y bocinas con que hicieron grandísimoestruendoque fue para hacer lo que en el capítulo siguiente se dirá.



 

 

Capítulo CLXI

Cómo otro día por la mañanaqueriendo Sandoval combatir lafuerzano halló a nadiey de lo que más subcedió.

Otro díabien de mañanacreyendo Sandoval que los contrarios estaban enla fuerza y que no podía dexar de ser el combate sangriento y dificultosoporel gran peligro que había en subir a lo altoy que a esta causa habían dedesmayar algunos de los suyosjuntos todos para que no hiciesen estoles dixo:«Señores y hermanos míos: Ya sabéis a lo que somos venidos y la granconfianza que de nosotros tiene nuestro General. No será bien que decaigamosdellapor la dificultad que se nos representa de poder subir por tan ásperopeñolpues somos nosotros mismos los que con otras tan dificultosas cosas ymás hemos salido victoriosos; a vencer venimoso a moriry pues lo uno o lootro no se excusabien será que al que cayere la suerte de morirmuera comovarónhaciendo el deberhonrando su personasu linaje y nasciónvolviendopor la fee que profesamos y en que hemospara ser salvadosde morir. Yasabéis lo mucho que el buen ánimo hace y lo mucho que alcanza el bienperseverar; acometamos como españolesque los que quedáremos vivos volveremosvictoriososcumpliendo a lo que venimos.» Dichas estas palabrastodos lerespondieron que ya era tarde para acometer.

Invió Sandovalordenada su genteindios espíasgrandes corredoresa verel orden y fortaleza que tenían los contrarioslos cuales volviereon y dixeronque no había hombre alguno en lo altode lo cual pesó mucho a algunosespañoles y a muchos de los indios amigosporque quisieran mostrarse aqueldía en negocio tan arduo y peligroso. Sandovalpara certificarse másinvióalgunos españoles; volvieron y dixeron lo mismo. Movió con esto Sandoval sureal e dio sobre un lugar que estaba de guerrael señor del cualcomo vio lapujanza de los nuestrosdexo las armasabrió las puertasrescibió a losnuestros con buen semblantedióse y prometió de traer de paz a losmatalcingas e a los de Marinalcoe nocomo dice Gómaraa los de Coixcoqueestaban de México treinta leguasy estas poblaciones están diez hacia elocidente.

Cumplió su palabra aquel señorporque luego los habló y atraxo y despuéslos llevó a Cortésel cual los perdonó y ellos le sirvieron muy bien en elcerco México y le proveyeron de mucha comidaporque Toluca es abundantísimade maízque es la cabeza y tiene mucha tierra y mucha gente; esegún diceMotolinea e otros testigos de vistaToluca tiene un tan gran valleque en élhay muchas estancias de vacasque él dice casi cientoe pocas menos deovejasy en las unas y en las otras grandísimo número de ganadoel cual bebede un río que corre por medio e de otros muchos arroyos y fuentes. Entra esterío por la provincia de Mechuacán y hácese muy grande; llámanle el río dela Barranca.

Mucho se sintieron los mexicanos que los de Matalcingo y Marinalco seofresciesen tan de veras a los cristianosy desmayaron muchoporque toda laesperanza de socorro tenían puesta en estas poblacionesque la una dellashacía provincia.

Con esta victoria se volvió Sandoval al real de Cortés; fue rescebido comotal varón merescíae aquel día que él entró algunos españoles estabanpeleando en la ciudady los mexicanos habían dicho que fuese allá la lengua;éste era Joan Pérez de Artiagaque de los cristianos ninguno la deprendiótan presto ni tan bien; fue muy provechoso antes y después del cerco.Llamáronle los indios Joan Pérez Malincheporque fue el primero que entendióa Marina. Llegado la lenguadixeron los mexicanos que querían hablar sobre lapazla cualsegún parescióno querían sino con condisción que loscristianos dexasen la tierray en demandas y respuestas entretuvieron a losnuestros algunos días y se fortalescieronque lo habían bien menesteraunquenunca jamás se entendió dellos que tuviesen voluntad de no peleary estoparesció bien por un díaquehablando con ellos Cortés tan cerca que nohabía en medio más de una puente quitadadiciéndoles que mejor era la pazque la guerrae que excusasen la hambre que ya comenzaban a padescerun viciodellosa vista de todossacó de su mochila muy despacio pan y otras cosasque comió con gran reposodando a entender que no tenían necesidaddespidiendo a los nuestros de toda esperanza de paz. Aquel día se pasó en estoy no hubo combate.



 

 

Capítulo CLXII

Cómo los tlaxcaltecasdespués de venido Sandovalpelearonsin los españoles con los mexicanose de una plática que su General anteshizoe de cómo los mexicanos acometieron a los nuestros de súbito.

Llegado que fue SandovalChichimecatluno de los Príncipes tlaxcaltecasque siempre estuvo con su gente en el cuartel de Sandovalviendo que despuésdel desbarato los españoles habían afloxado algo de pelear con los mexicanosdeterminando de ganar honra con los unos y con los otrosllamando a losCapitanes y personas principales que debaxo de su maner teníales dixo:«Esforzados y muy valientes Capitanes: Ofrescídose ha ocasión en que sicomosiempre habéis hecholo hacéisganemos inmortal gloria para nuestrosdescendientesnación y patriaque es lo que los caballeros guerreros suelensiempre procurar. Visto habéis cómo los cristianos después de aqueldesbaratoaunque son muy valienteshan afloxado en apretar a estos perrosmexicanosmás enemigos nuestros que de otros ningunos. Conviene que ahoramostremos nuestro valor y esfuerzo y que solossin los cristianosloscombatamos hoypara que estos perros entiendan que sin ayuda de los cristianossomoscomo habemos sidomás poderosos que ellosaunque ellos muchos más quenosotrosy los cristianos conoscan que también sin ellos podemos pelear yvencer; por tantosalgamos en buen conciertocomo los hacen los cristianosequeden cuatrocientos flecheros en nuestra retroguardapara que cuando nosretraxéremospeleando de refresecodetengan la furia de los enemigosy asícerca desto me podéis dar vuestro parescer y decir lo que sentísporqueparesciéndome tallo haré.»

Hecho este breve razonamientodos de los más ancianos de aquellos Capitanesle dixeron en nombre de los demás: «Valentísimo Príncipe e General nuestrodebaxo de cuya dichosa bandera militamos: No se puede decir el contento quetodos hemos rescebidoy así creemos que nuestros buenos dioses te lo haninspiradoen que hoyentre otras muchas buenas cosas que has dicho muyacertadasdigas éstaque tanto al honor de nosotros importa. No hay que teresponder más de que mandes y ordenes lo que luego se ha de hacerporquenosotros donde tú murieres moriremose donde peleares pelearemos.»Chichimecatl luego sin más detenerseconcertó su gentedexandocomo dixecuatrocientos flecheros desta parte de una puente abierta de agua; pasóla conla demás genteque para cazarle allíal retraerse los mexicanosno ladefendieron muchoe acometió luego con mucha grita otra puenteapellidando sulinaje y ciudaddonde hubo un bravo rencuentro.

Aquí dice Motolinea que dexó los cuatrocientos flecheros. Ganólaaunqueno sin mucha sangre de los uno y de los otros. Siguió los enemigosque deindustriapara cogerle a la vueltahuíane ya cuando le tuvieron buen trechoapartado de la puenterevolvieron sobre él. Trabóse una muy gentilescaramuzaporque los unos y los otroscomo eran de una nasciónaunque no deun apellido y linajepeleaban bravamente; los mexicanos por defender su ciudady los tlaxcaltecas por echarlos della. Hubo muchos heridos y muchos muertosylo que fue más de ver las pláticasdesafíosamenazas y denuestos que de launa parte a la otra habíaporque se decían cosas muy extrañas y nuevas a losoídos de los españoles; e ya que se hacía tardelos tlaxcaltecasquehabían llevado lo mejorse comenzaron a retraer. Cargaron sobre ellosqueansí lo hacenaunque sean vencidosmuy de golpelos mexicanospensandocomo dicenque los tenían en el garlitoporque al pasar de otra puente comoaquella habían sido desbaratados los españoles. Pasó Chichimecatl con todoslos suyos casi sin perder ningunopor la gran resistencia que los cuatrocientosflecheros hicieron.

Perdieron este día mucha honra los mexicanosquedaron muy corridos yespantados de una no vista osadía de los tlaxcaltecasaunque al finentendieron que con las espaldas que los cristianos les hacían se podían ponera más que aquelloy fue así que españoles hubo para socorrerlos si en algúntrabajo los vieran; pero con todo esto los nuestros honraron mucho aquel día alos tlaxcaltecas y alabaron el ardid y destreza de su General. Los mexicanoscomo los nuestros no peleaban como solíanpensando que de cobardes o enfermoslo hacíano por falta de bastimentosotro día al cuarto del alba dieron enel real de Alvarado un buen rebato. Sintiéronlo las velasdieron al armasalieron los de dentrode pie y de a caballoy a lanzadas los hicieron huir.Ahogáronse muchos dellose otros muchos volvieron bien heridose todosconoscieron por experiencia que a ningún tiempo se descuidaban los cristianosantes estaban apercebidos.



 

 

Capítulo CLXIII

Del peligro en que se vieron algunos bergantines y de lo bienque lo hizo Martín Lópeze de la muerte del Capitán Pedro Barba.

Después que los españoles que estaban heridos convalescieron a los queestaban cansados tomaron algún alientovolvieron como de antes al combatehallando a los enemigos no menos porfiados e indignados que de antes.Tomáronles los nuestros otra vez las entradas y salidasde que resciberontanta mohina y enojoque desesperados juntaron gran cantidad de canoas ypiraguas e por aquella parte donde Cortés estabaacometieron con muy granfuria a los bergantinesque estaban los unos de los otros apartados. Fue tangrande el ímpetu con que acometieron y pelearon tan como rabiososque losnuestros pensaron que aquel día les ganaran los bergantinesque fuera el mayordesastre que en aquel tiempo les pudiera subceder. Zabordó la fusta capitana enun madero gruesoacudieron muchos de los enemigosy el Capitán dellaJoanRodríguez de Villafuertela desamparó y se pasó a otrapensando de no poderescapar en la suya. Martín Lópezque regía y gobernaba toda la flota e ibaen la capitana a manera de piloto mayordióse con los demás compañeros tanbuena mañaque como muy valientes y esforzado la defendió y sacó fuera.Echó al agua dos españolesporque quisieron desamparar la capitana e hirió aocho porque como pusilánimos y cobardes se metían debaxo del tendal. Hizoaquel día maravillasporque era hombre de grandes fuerzas y mucho ánimo y muymembrudo y de gran persona. Mató a un indio Capitánque era después deGuautemuza el principalel cual defendía un paso que era la llave de laciudadpor donde los nuestros habían de pasar. Quitóle un plumaje e unarodela toda de oro; mató asimismo otros Capitanes y señores; pero la muerte deaquél hizo gran daño a los mexicanos y fue causa de que más en breve setomase la ciudad. Hízole Cortés y con muy gran razón Capitán de la capitanay públicamente le hizo grandes favores.

Mandóvisto lo que heabía pasado aquel díaque los bergantinesanduviesen de cuatro en cuatro. Movióle a esto aunque antes lo tenía mandadoel peligro en que también cerca de Tepeaquilla se vio el bergantín o fusta deque era Capitán Cristóbal Flórezque a no acudir el bergantín en que ibapor Capitán Jerónimo Ruiz de la Motase lo llevaran los enemigos en lasuñasporque ya le tenían tomados los remosrompida la velay dentro muchosde los enemigos a cercado por todas partes de más de docientas canoasaunqueFlórez defendía su parte muy como valiente. Rompieron los dos Capitanesdespués de librado Flórez del peligro en que se había vistopor dos ladospor las canoasy piraguasdieron a fondo con muchas dellastrabóse una bravabatalla navalque duró más de tres horasporque pelearon los unos y losotros valientemente. Quitaron los nuestros los remos a los enemigos y con elloshicieron harto estrago. Finalmenteaunque bien cansados y heridossalieron losnuestros vencedores. Este mismo díaque tuvo de todoapretaron tanto losenemigos a otro berglantíncuyo Capitán era Pedro Barbaque el defenderlecomo caballero le costó la vidaporque ocupado en pelear con un montante enlas manosde una azotea le arrojaron una tan gran piedra sobre la cabezaqueluego cayó muertopero no vencidoporque los suyos vengaron bien su muertesaliendo de aquel aprieto con victoriaaunque con pérdida de tan buenCapitánla cual lloró Cortés y los otros Capitanes y personas principalestan tiernamente que por muchos días duró el sentimiento dellay al contrariocomo tenían ojo en él los enemigosla regocijaron diciendo palabras ehaciendo con los cuerpos meneos y señales de gran contento o menosprecio de losnuestrosde manera que por la obra viene a ser cierto lo que dixo aquelfilósofo: «De lo que tú te ríesllora otro.»



 

 

Capítulo CLXIV

Cómo estando la guerra en estos términos Cortés invió aOjeda e a Juan Márquez a Tlaxcala por bastimentose del gran Peligro en que sevieron al salir de México.

Padescían los reales de Cortés gran nescesidad de bastimentosporquecomohe dichoapenas se hartaban de cerezas de la tierra e algunas tortillasquecomían a deseoa causa de la infinidad de gente que al cerco acudióy asípara algún proveimientodeterminó Cortés de inviar a los dos compañerosOjeda y Joan Márquez a Tlaxcalaa que traxesen todo el más maíz que pudieseny juntamente los bienes de Xicotencatlel que ahorcó en Tezcuco. Partieronestos dos diligentes y atrevidos compañeros luego por la tarde del día que seles mandóatravesaron por una calzadilla que sale hacia Chapultepecfueronaquella noche al real de Alvaradodonde estuvieron dos o tres horase a lamedia noche salieron de aquel real con solos veinte indios tlaxcaltecasrodearon gran parte del alagunaporque por otra parte no podían tomar elcaminoy entre Tepeaquilla y otro pueblo donde Sandoval tenía asentado surealsintieron un mormullo de mucha cantidad de genteque como abejoneshacían ruido. Agacháronse cuanto pudieronpara ver qué seríae vieronluego descender de la sierra más de cuatro mill hombres cargados de armas y demantenimientosy en el aguaentre los carrizalesmetidas más de tres millcanoasrescibiendo y cargando armas y bastimentos para socorro de la ciudad.Los dos amigos y los demás indios a gatas por el suelo se fueron encubriendohasta meterse en unas matasdonde estuvieron con harto miedoesperando lamuerte por momentosporque los del agua y los de la tierra eran más de diezmill hombrespero como era de noche y no clara y andaban embebecidos en aquelsocorroe Dios que no permitió que estonces muriesenno fueron sentidos nivistosy así se estuvieron quedos hasta que todos se acabaron de embarcarquesería media hora antes que amanesciesey cuando los dos compañeros vieron queya no había gente ni ruido dellaatravesandollegaron a Tepeaquilladondeestaba el real de Sandovalel cual andaba a caballo e con él un Fulano deRojase como los vioque sería una hora o poco más después del sol salidoles dixo: «¿Qué buena venida es ésta?» Ellos le respondieron a lo que ibany le contaron lo que les había acaecido. Holgóse Sandoval del aviso delsocorroporque luegoproveyó cómo siete u ocho de a caballo guardasenaquella entrada para que de allí adelantecomo fueno entrase bastimento enla ciudad. Espantóse de la buena ventura que habían tenido en no ser sentidos.

Partiéronse de ahí a pocodespidiéndose de Sandovale llegaron aquellanoche a Oculmae partiendo otro día de madrugada durmieron en Gualipáneotra día entraron en la ciudad de Tlaxcaladonde fueron muy bien rescibidos.Recogieron los bastimentos que pudieronque fueron quince mill cargas de maízy mill cargas de gallinas e más de trecientas de tasajos de venadosjuntamentecon los bienes de Xicotencatlque estaban aplicados al Reyen que había buenacantidad de oropumajes ricoschalechuitles e mucha ropa ricatreinta mujeresentre hijassobrinas y criadas suyas. Partieron de Tlaxcala y llegaron con todoesto a Tezcucobien acompañados de gente de guerrasin subcederles desmánalguno. Entregaron lo más del bastimento a Pedro Sánchez Farfán y a María deEstradaque allí estaban por mandado de Cortésy lo demás llevaron aCuyoacáne de allí fueron a ver a Cortésel cual por extremo se alegró conel buen recaudo que traían.



 

 

Capítulo CLXV

Cómo prosiguiéndose el combateuna Isabel Rodríguezcurabay de lo que acontesció a un Antonio Peinado.

Prosiguiéndose el combatecomo eran tan continuas las refriegassalían dela una parte y de la otra muchos heridosde tal manera que no había día queespecialmente de los indios amigosno saliesen cient heridosa los cuales unamujer españolaque se decía Isabel Rodríguezlo mejor que ella podía lesataba las heridas y se las sanctiguaba «en el nombre del Padre y del Hijo e delEspíritu Sanctoun solo Dios verdaderoel cual te cure y sane»y esto no lohacía arriba de dos vecese muchas veces no más de unae acontescía queaunque tuviesen pasados los muslosiban sanos otro día a pelearargumentogrande y prueba de que Dios era con los nuestrospues por mano de aquella mujerdaba salud y esfuerzo a tantos heridosy porque es cosa que de muchos la supe yde todos conformeme paresció cosa de no dexarla pasar en silencio. Tambiénacontesció con españoles llevar abiertos los cascos y ponerles un poco deaceite y sanar en breveporque no había otras medicinasy aun con agua solasanaron algunosque todo esto da bien a entender lo mucho que Dios favorescíaeste negociopara que su sacro Evangelio fuese de gentes en gentes.

Solían los mexicanoscomo he dichoaunque fuesen vencidosel retraerselos nuestrosvolver con gran furia sobre ellosy para esto usaban de celadas yemboscadas los nuestrosquedándose entre las casassaliendo al disparar deuna escopeta; esto se hizo muchas veceshasta que yapor el daño querescibíancayeron los indios en la cuentay asíal tiempo que los nuestrosse retirabanaunque no dexaban de acometervenían dando saltos como cuervosdescubriendo lo que había por las casas y paredones; e un díaal retraerse lacapitanía de Andrés de Tapiadeteniéndose los ballesterosapretando lanescesidad de proveerse a un soldado que se decía Antonio Peinadose metió enuna casae ya que la capitanía se había retraído buen trechosalió a lapuerta e como se vio perdidoaunque no de consejo y buen juiciocomenzó a dargritos y golpes en la rodela con el espadavolviendo la cabeza hacia la casahaciendo señas que saliesen los que dentro estaban. Los enemigospensando quecomo las otras vecesera celada de españolesse echaron todos al aguanoconfiándose de correr por la calzada. A la grita volvió el capitán Andrés deTapiamató con su gente más de sesenta de los contrarios y guaresció aPeinado que aquel día no le peinaseny si no fuera por buenos terceros yporque en tanto aprieto estuvo tan en sícorriera riesgo de que Cortés lemandara azotar.



 

 

Capítulo CLXVI

De la muerte de Magallanes y de lo que subcedió al TesoreroAlderetey del ánimo y esfuerzo de Beatriz de Palacios.

Estando un día peleando los nuestros cerca de la casa de Guautemucínsería a hora de misael tesorero Alderete se apeó del caballoel cual dio aOjeda y mandó a un paje que se llamaba Campito le armase la ballesta. Tiró aciertos indios principales que estaban en las azoteasque daban bien que hacera los nuestrospor las muchas varas y flechas que les tirabancon que leshacían daño. Empleó todas las xaras hasta gastar cuanta munición tenía;mató muchos e hizo aquel día mucho. Ojeda cabalgó en el caballo y no paró enél mucho por los corcovos y vueltas que echaba alderredordesatinado de unapiedra que desmandada le había dado en la cabeza. Apeóse de presto e aseguróel caballo. Subió en él el Tesoreroy como si tuviera entendimientofuriosocon el dolor de la pedradapeleaba más que su amomordiendo y tirando coces alos enemigos. A estas vueltas vino también una vara desmandadadio por lagarganta e un muy valiente y diestro soldado que se decía Magallanesla cualle degolló e forzó a que se baxase de unos paredonesderramando mucha sangrepor la herida. Llegó adonde estaba el cuerpo del real; echóse en los brazos deaquella piadosa mujerIsabel Rodríguezy diciendo: «A Dios me encomiendo yal Capitán»dio el ánima a Dios. Pesó mucho a Cortés y a los otrosCapitanes de la muerte deste soldadola cual vengó luego otroque se decíaDiego Castellanosmuy certero en tirar piedraballesta y escopeta. Asestó aun indio muy valienteque le paresció que había muerto a Magallanesdio conél muerto del azotea abaxo. Viendo esto los contrariosembravesciéronsetantopor vengar la muerte de aquel indioque debía de ser Capitánqueapretaron de tal manera a los nuestrosque pocas veces lo habían hecho tantode manera que los españoles se animaban unos a otrosdiciendo: «Tenedseñorestenedque no nos monta nada retraernosantes es dar más ánimo alos enemigosy si hemos de morirmuramos peleando y no huyendo.» Desta manerahicieron rostro y pelearon valerosamente hasta que fue hora de retraerse para elrealque estonces era cuando en más trabajo se víancomo ya tengo dicho.

Ayudó grandementeasí cuando Cortés estuvo la primera vez en Méxicocomo cuando después le cercóuna mujer mulata que se decía Beatriz dePalaciosla cual era casada con un español llamado Pedro de Escobar. Diósetan buena maña en servir a su marido y a los de su camaradaque muchas vecesestando él cansado de pelear el día y cabiéndole a la noche la velalahacía ella por élno con menos ánimo y cuidado que su maridoy cuandodexaba las armas salía al campo a coger bledos y los tenía cocidos yadereszados para su marido y para los demás compañeros. Curaba los heridosensillaba los caballos e hacía otras cosas como cualquier soldadoy ésta yotrasalgunas de las cuales diré adelantefueron las que curaron e hicieronvestir de lienzo de la tierra a Cortés y a sus compañeros cuando llegarondestrozados a Tlaxcalay las quecomo Macedonasdiciéndoles Cortés que sequedasen a descansar en Tlaxcalale respondieron: «No es bienseñorCapitánque mujeres españolas dexen a sus maridos yendo a la guerra; dondeellos murieren moriremos nosotrasy es razón que los indios entiendan que sontan valientes los españoles que hasta sus mujeres saben peleary queremospues para la cura de nuestros maridos y de los demás somos nescesariastenerparte en tan buenos trabajospara ganar algún renombre como los demássoldados»; palabrasciertode más que mujeresde donde se entenderá que entodo tiempo ha habido mujeres de varonil ánimo y consejo. Fueron éstas Beatrizde PalaciosMaría de EstradaJoana MartínIsabel Rodríguez y otra quedespués se llamó doña Joanamujer de Alonso Valientey otrasde las cualesen particularcomo lo merescenhará mención.



 

 

Capítulo CLXVII

De lo que otro día subcedióy del desafío de un indio y decómo le mató Hernando de Osma.

Otro día volvieron los nuestros al combate y dieron sobre las mismas casasde Guautemuzae hiciéronlo tan bienaunque los mexicanos se defendíanbravamenteque las desampararon y los nuestros tuvieron lugar de derribar partedellas. Arrinconáronlosque había hartos días que no lo habían hecho;tomaron lo mejor de la ciudadporque llegaron al patio del templo de Uchilobosviendo lo cual los mexicanos y que si las rasas de Guautemucín y el templo seacababan de tomar les quedaba poco reparo y defensacomenzaron a hacer tabladosen el aguaen la cual entraban más de una brazay sobre ella tenían de altodos paredes y de allí se defendían y ofendían. Aprovechóles muchoaunque nopara más de entretenerse en su porfía algunos días más.

Estando la guerra desta maneradice Ojeda en la Relación que me dioqueestando Cortés sentado en una silla mirando cómo los suyos daban el combatesubió un indio en un azotea algo más alta que las otrasmuy dispuesto ymembrudovestido todo de verdecon un plumaje que le salía de las espaldasaltosobre la cabeza una vara también verdecon más de seiscientas plumasllenas todas de argenteríael más bello que hasta aquel tiempo se habíavisto. Comenzó con gran denuedo a jugar de la espada y rodela; la espada era delas nuestrasque argüía mayor valentía en él. Dixoque las lenguas lopudiesen entender: «¡Ahperros cristianos! ¿Hay alguno entre vosotros quesea tan valiente que ose salir aquí conmigo en desafío? Vengaque aquí loesperoque yo le mataré con esta espada que vosotrosde cobardesperdistesy sabed que no me iré de aquí hasta que uno a uno mate muchos de vosotrosomuera yo en la demanda.» Dichas estas bravosas palabrashizo señal con larodela de que saliese el que quisiese de los cristianosy aunque entre elloshabía muchos que lo pudieran hacercomo se halló más cerca un soldado que sedecía Hernando de Osmano lo pudo sufrir sin que luegoyendo de azotea enazoteallegase do el indio estaba. Echaron ambos manoe el indio le tiró unaltibaxo que Osma rescibió en la rodelaque fue con tanta fuerza (aunque nocon destreza)que la hendió hasta la manijay rescibiendo este golpe elsoldado le tiró por abaxo una estocada que le pasó un palmo de espada de laotra parte del cuerpo. Cayó luego el indio muerto e Osma le tomó el plumaje yel espada españolaparesciéndole que arma de gente tan valiente no había dequedar en poder de hombres que tan mal sabían usar della. Volvió como habíaidopero cargó tanta gente que temió mucho Cortés no le llevasen vivo losenemigose así dio muy grandes voces e a muy gran priesa mandó que losballesteros e otros compañeros que arriba estabanle socorriesen. Hizomaravillascomo venía con victoriacon los que le seguíansin perder elplumaje y la otra espadaque fue más mucho que lo que antes había hechoa locual le animó mucho ver que su General le estaba mirando e que ya otros veníanen su ayuda. Llegó do Cortés estabaofrescióle el plumajediciéndole quetan rica pieza no era digna de otro que de él. Cortés le abrazó y tomando elplumaje en las manos se lo volviódiciendo: «Vos le ganastes muy comovaliente y buen soldado y vos le merecéisy a mí me pesa en las entrañas deno haberos conoscido tan bien como ahoraporque os hubiera honrado muchocomode aquí adelante lo haréy no os hubiera ofendido con el rigor yseveridad militar.»

Esto dixo Cortés porque por cierta cosa que había hechole había mandadoafrentarlo cual de allí adelante recompensó bienhaciéndole muchosfavoresaunque él siempre se hizo digno de másporque aprobó muy bien en loque restó de la guerra.



 

 

Capítulo CLXVIII

Cómo la guerra andaba tan encendida que hasta los niños ymujeres de los mexicanos peleaban y de lo que pasaron con Castañeda yCristóbal de Olidy del esfuerzo de Cristóbal Corralalférez.

Andaba la guerra tan trabada y tan encendidaespecialmente por parte de losmexicanosque cuanto peor les ibatanto más porfiabande manera que hastalas viejas que casi no se podían menearbarrían las azoteasechando latierra y polvo hacia nosotros por cegarlos; decían cosas en su lengua muy deviejas y muy donosas. Los niños y los muchachos tenían concebido contra losespañoles tan grande odiomamado en los pechos de sus madres y enseñado delas palabras y obras de sus padresquecomo podíantiraban piedras e varasy los que más no podíanterronesdiciendo las palabras que oían a suspadresno tiniendo cuenta con la muerteaunque caían algunos dellos queriendomatar los españoles a sus padres.

Tuvieron cuenta muy grande los mexicanos con Rodrigo de Castañedaque fueuno de los que mejor deprendieron la lenguay como en la viveza y orgulloparescía mucho a Xicotencatl y traía un plumaje a manera de los indiosdecíanle muchos denuestosllamándole «Xicotencatl cuilone». El sonreíase edecíales graciasy desta manera los aseguraba y entretenía y de rato en ratodisparaba la ballestano errando tiroderrocando como pájaros muchos de losenemigos. Esto hizo muchas veces hasta que ellos se desengañaron e desabobarondesviándose dél cuanto podíandiciendo que sabía muchas ruindades y que erabellacoque con palabras graciosas les quitaba las vidasque no los burlaríamás.

Otros muchachos y mujeres queo por estar coxos o mancosno podían andarpor las azoteasno entendían en otro que en hacer piedras de manos y para lashondasque tiraban con mucha fuerza. No dexaban los enemigos de usar todos losardides que podían para amedrentar a los nuestros y ponerles desconfianzaporque conosciendo a Cristóbal de Olida quien por su gran valentía teníanen muchole llamaron por su nombree respondiéndolesle dixeron en la lenguaque si quería comere diciéndoles que síbaxó uno e tráxole unastortillas e unas cerezasdando claro a entender que pues ofrescían comidaqueles debía de sobrar. Cristóbal de Olid se apeótomó las tortillasehaciendo burla del presente y dándoles a entender lo que dellos querían queél entendiesecon menosprecio las dio a un su criadoe asentándose en unaparte donde no podía ser ofendidohizo que comía de las tortillas y cerezas ydespués que estuvo un poco sentadolevantándosealcanzando las faldas delsayomotejándolos de putos y de lo poco en que los teníales mostró lasnalgasaunque cubiertas con las calzas. No lo hubo hechocuando los enemigosmuy afrentadosle tiraron muchas piedras y varas que parescían que llovíanyde nuevo se tornó a trabar otra escaramuza tan brava que parescía que seabrasabanporfiando los mexicanos en morirque otro partido no querían; ycomo gente rabiosaaquel día hicieron daño en los nuestrosaunque lorescibieron mayorabriendo las puentes y cegándolas con palospajas y otrascosas livianaspara que los nuestros cayesen como en trampa.

Llevaba estonces la bandera Cristóbal Corralun muy valiente soldadoelcualentrando descuidadamente en una puentecayó. Acudieron los enemigosycomo era hombre muy reportadoa los primeros que llegaron despachó con unadagae así tuvo lugarestribando en un maderode dar un recio salto haciaatrásque para él fue bien adelante; púsose sobre la calzada y de allíavisó a los que le seguíancampeando la banderaaunque estaba bien mojada.Espantáronse los enemigos que un hombre se hubiese dado tan gran maña que selibrase de un tan gran peligro. Confesaron y dixeron los que entre ellos llamantiacanes (que quiere decir «valientes»)que más quisieran tomarle la banderaque matarle a élporque como entre ellosperdiéndose la bandera y notiniéndola a ojotodos desmayan y huyenasí tenían entendido que habían dehacer los españoles.



 

 

Capítulo CLXIX

Cómo viniendo los españoles huyendoBeatriz Bermúdezsalió a ellos y los avergonzóy volviendovencieron.

No es digno de pasar en silenciopues de semejantes cosas se adornan yennoblescen las historiasel hecho de una mujer española y de noble linajellamada Beatriz Bermúdez de Velascomujer de Francisco de Olmosconquistadorca estando los mexicanospor los españolesque por mar y tierra les dabanrecio combatecomo desesperados y que les parescía que para vencer o morir depresto no les quedaba otro remedio sino como perros rabiosos meterse de tropelcon los españoleshiriendo y matando cuantos pudiesenlo cual hicieron decomún consentimientoy así revolvieron con tanta furia sobre dos o trescapitaníasque les hicieron afrentosamente volver las espaldase ya quemásque retrayéndosevolvían hacia su realBeatriz Bermúdezque estoncesacababa de llegar de otro realviendo así españoles como indios amigos todosrevueltosque venían huyendosaliendo a ellos enmedio de la calzada con unarodela de indios e una espada española e con una celada en laarmado el cuerpocon un escaupilles dixo: «¡Vergüenzavergüenzaespañolesempachoempacho! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vila quientantas veces habéis vencido? Volvedvolved a ayudar y socorrer a vuestroscompañeros que quedan peleandohaciendo lo que deben; y si nopor Dios osprometo de no dexar pasar a hombre de vosotros que no le mate; que los que detan ruin gente vienen huyendomerescen que mueran a manos de una flaca mujercomo yo.» Avergonzáronse tanto con estas tan avergonzantes palabras losnuestrosque volviendo sobre sí como quien despierta de un sueñodieron lavuelta sobre los enemigos ya victoriososque en breve se trabó una bravabatalla; los mexicanospor no volver artásy los españoles por ir adelante evolver por su honraque de tanto por tanto fue la más sangrienta y reñida quejamás hasta estonces se había visto. Finalmenteal cabo de gran espaciolosespañoles vencieronponiendo en huida a los enemigossiguiendo el alcancehasta donde los compañeros estaban peleandoa los cuales ayudaron de talmanera que todos salieron aquel día vencedoresde donde se entenderá lo muchoque una mujer tan valerosa como ésta hizo y puede hacer con hombres que tienenmás cuenta con la honra que con la vidacuales entre todas las nascionessuelen ser los españoles.



 

 

Capítulo CLXX

Cómo los mexicanos tomaron a un españoly de lo quehicieron con él y con otrosy de la batalla que se trabó por tomar el cuerpode un señor que Martín López mató.

Los diversos subcesosasí prósperos como adversosque en este cerco tanlargo acontescieronno podrán en esta historia llevar el orden del día ytiempo en que subcedieronasí por no poner opiniones contrariascomo por noser prolixo y tratar demasiadas menudencias y porque de lo que pasó en los tresreales no pudo tan claro entendersepor no poder ser testigos los unos de losotros. Un díapuesde los siniestros y desgraciados que Cortés tuvoporquela fortuna nunca estuvo en un sertiniendo nescesidad de un caballoporque lehabían muerto el que teníallamó a un Maestresala suyoque se decíaGuzmán (dicen algunos que éste fue el que en la gran refriega pasada murió)el cual no se atreviendo a entrarCortés le dixo que no era Guzmánsino vily cobardepues estando a caballo no osaba entrar do él estaba a pie. Corridodesto el Guzmánbaxando la cabeza y dando de espuelas al caballodixo: «Lavida me ha de costarpero no me dirán otra vez cobarde»y así entró dondele mataron luego a él y al caballoy como era persona de cuentaen la gritaque los enemigos daban y burla que de los nuestros hacíandecían: «GuzmánGuzmán.» Los nuestros creyeron que lo tenían vivopues tantas veces lonombrabany después se supo muy de cierto que muerto el caballo le llevaronvivo y guardaron con otro caballero que vivo habían tomadoque se decíaSaavedrae por hacer burla dellos y de los nuestroslos hacían bailar yservir en las cosas más viles que ellos podían. No los guardaron así muchoque de ahí a poco los sacrificaron.

En este díao según otros antes délmató Martín López un señor yCapitán mexicano en una plaza; acudieron luego suyos a llevarleviéronlo losespañolesque ya se retirabandieron mandado a Martín Lópezel cual consus diez compañeros aguijó a quitárseloy tras dél indios amigos. Trabósedesta suertelos unos por llevarloy los otros por quitárselouna tanreñida pendenciaque de la una parte y de la otra murieron más de cientindios y de los españoles salieron algunos descalabrados. Echaron a MartínLópez desde un azotea una galga o losa sobre la cabezade que cayó luego entierrae a no llevar una muy buena celada le hacían pedazos la cabeza; contodo estole llevaron bien descalabrado y sin sentido; sanó desta herida. Deahí a ciertos días le dieron unas calenturas que le tuvieron en cama;sangróle un ballestero con una punta de un cuchilloy aquel día estuvo enpunto de perderse la flotapor la falta que él hacía con su ausencia. Cortésfue a su aposentoimportunóle y rogóle mucho entrase en la capitana;respondióle Martín López que cómo podía entrar estando sangrando y contanta brava calentura. Cortés le replicó que no quería que peleaseque bienvía que no estaba para ellosino que rigese y gobernase la flota. Húbolo dehacer Martín Lópezpor la nescesidad que le paresció que habíatiniendopor mejor morir él soloque permitir que por su falta subcediese algúndesmán.



 

 

Capítulo CLXXI

Cómo Cortéshecha consulta con ciertos capitanespormuchas partes acometió la ciudady de cómo se señalaron algunos dellos.

Aquel día les subcedió bien a los nuestrosporque salieron pocos heridos ymataron muchos de los enemigosaunque no ganaron tanto de la ciudad cuantopensaron; y asíviendo Cortés que la toma de aquella ciudad se le dilatabade que estaba bien mohinollamó a todos los Capitanes de los tres realesasílos de tierra como los del aguaa los cualestiniendo juntosdixo: «Para loqueseñoresos he llamado es que ya tenéis entendido los muchos días que haque estamos sobre esta ciudad sin haberla podido tomary que habiéndonospuesto a elloaunque no sea sino por los comarcanosestamos obligados o amorir todoso acabar este negocio; y pues los medios que hasta ahora hemostenido en la manera de dar el combate no han bastadosoy de parescersi asíseñoresos paresciereque todos nosotros con los indios que nos cabenasípor mar como por tierrapor todas las partes que pudieren ser combatidosdemosa estos obstinados y empedernidos un repentino y no pensado combateporquederramándose e acudiendo a diversas partesserán menos en cada una y podránmenos y será imposible que no hallemos alguna parte flacapor donde algúnCapitán entre y tome lo más fuerte de la ciudady porque todos podamos acudira unasaldremos cuando yo mandare disparar un tiro.»

Paresció muy bien a todos los Capitanes lo que Cortés quería hacerporqueno menos que él estaban ya mohinos y aun casi corridos de que aquel cercohubiese durado tantoy asícada uno con su compañíase pusieron por talorden y concierto que rodearon toda la ciudadla cual acometieron con granímpetu y furia luego que oyeron disparar el tiroe como los enemigos nodormían y todavía eran muchosacudieron a todas las partes por donde eranacometidosy como los que peleaban por su vidapatria y libertad y estabandeterminados de morir primero que rendirsehubo aquel día bravísimo combateca en él pensaron los nuestros de concluir y no tener más que hacer.Señalóse entre otros el Capitán Pedro Dircioque con algunos compañerosapesar de los enemigos y con trabajo suyoechándose al aguales ganó tres ocuatro puentes. Señalóse asimismo Joan de Limpias Carvajalque estonces ibapor Capitán de un bergantínen compañía de otros bergantinese yendo haciauna calzada que va a Tenayuca topó con unas torres de ídolosdo estaba muchagente de guerra en guarda de otra mucha gente que hacía munición y siempreallí la habían hecho para contra los nuestros. Dióles bateríapúsoles enaprieto e tomara las torres si no acudiera luego gran socorroe haciéndose alo largo dos bergantinesdexando la gente en tierraélcomo muy valienteesperó con su bergantín y recogió toda la otra gente en éle a no hacerestomurieran allí todos. Salió herido y no menos los que esperaronaunquemataron muchos de los enemigos. Señaláronse Alonso de AvilaPedro deAlvaradoGonzalo de Sandovalporque cada uno en su puesto ganaron a losenemigos algunas puentes y pelearon muy valerosamentemetiéndose en el aguamuchas veces hasta los pechos. Mataron ciertos Capitanes mexicanos que hicierona los suyos gran falta.

Señalóse mucho Andrés de Tapia con su compañíaporque aliende de queganó puentes y pasos peligrosospor su persona mató muchos indios y defendióa dos de sus compañeros que estaban en gran riesgo y peligro. Jorge de Alvaradohizo maravillas este díaporque era muy diestro y muy valientey aunqueMartín López no estaba bien sanopor la parte donde él gobernaba losbergantineslo hizo como siempre solía. Cortés en la parte que cayóque fueen una calzada anchaasí a pie como a caballoporque todo lo hizo aquel díagobernó y peleó cuanto un hombre valentísimo y muy sabio podía; ganó dospuentes y albarradas muy fuertes. Yfinalmenteaunque todos este día hicieronmás que nunca y entraron más en la ciudadsin acabar lo que pensabanpor lagran defensa que hallaronse volvieron a sus reales.



 

 

Capítulo CLXXII

Cómo determinó Cortés de combatir otro día la ciudad pordos partesy de lo que también este día se señalaron algunos Capitanes.

Con todo estoCortés no parababuscando nuevos medios cómo salir con suintentoy viendo que el pasado no le había aprovechadotornando a hacer juntade sus Capitanesles dixo cómo determinaba de que por solas dos partesdividido el exército igualmentese diese el combate otro díaporque asípodría ser que hiciesen más hacienday que lo que a esto le movía era nodexar cosa por intentarpara que en ningún tiempopues la peor quexa es desí propioles pasase de no haberlo probado todo.

Concertado así esto y repartido los bergantines en dos partesquedando élen la una como Generaly en la otra Pedro de Alvaradoporque a Gonzalo deSandovalAndrés de TapiaCristóbal de Olid e otros tomó consigomandandoque Pedro Dircio y Alonso de Avila e Jorge de Alvarado e otros quedasen conPedro de Alvaradoe que así puestos todos y ordenadosen haciendo la señalacometiesen con la mayor furia que pudieseny concertado así esto y hecha laseñalacometieron con tanta furia que parescía que ya se llevaban en lasmanos la ciudad; pero los enemigos estaban tan fortificadosasí con las torrescomo con los tablados que habían hechoque dieron bien que hacer a losnuestrosy tanto que parescía que estonces comenzaban a pelear. Ardíase laciudad a voces y gritosy los españolespor concluirse pusieron a grandespeligrosy los contrariospor morir defendiéndosecomo leonesse venían alos nuestros. Murieron este día más de veinte mill indios y ellos prendieronochenta y dos españolesy a los vivos sacrificaron a vista de los nuestros.

Este día Pedro Dircioantes que la señal se hiciesedixo al Capitán deun bergantín que estuviese presto allía par délpara cuando fuesemenestery asíen oyendo la señalsaltó en el bergantín con su Alférezdiciendo al Capitán dél que embistiese hacia una torrecilla donde estaban másfuertes los enemigosel cual lo hizo así; e como los contrarios estaban enalto tiráronle tantas flechas y varasque parescía que llovían del cielodetal manera que él y los suyos por un gran rato no se ocuparon en otra cosa queen guardar los ojos hasta que los de la torre hubieron gastado la mayor parte dela munición; y aunque él y los suyos estaban por muchas partes del cuerpoheridos y molidos de los palazospeleó tan bravamente que desde el bergantínsaltó en la torresiguiéndole su Alférez y los demás. Mataron muchos de losque se defendíany los demás desampararon la torree así fue peleando hastaganar otra que estaba sobre una puenteque no faltaba ya otra para llegar a lagran torre y fortaleza de Uchilobos. Ganárase aquel día esta fortaleza si porla parte donde Pedro de Alvarado estaba y otros Capitaneslos enemigos no losdesbarataranpor haberse metido por una parte angostadonde los unos nopodían valer a los otrosrescibiendo de las casas gran dañoy aquí fuedonde de los españoles muertos y presos murieron los más. Prosiguiendo haciaun ladoPedro de Ircio vio gran cantidad de los contrarios en una isleta dondese hacían fuertes e de donde notablemente hacían gran daño a los nuestros;acometió hacia allí con algunos de los suyosque eran hombres escogidossaltó en el aguaque le daba a los pechose rescibiendo muchos flechazos ygolpes de macanasles tomó la isletamató muchos y echó los otros al agua.



 

 

Capítulo CLXXIII

Do se prosigue lo que Cortés hizo y cómo se señalaronalgunos otros Capitanes.

Cortés por su parte peleó cuanto pudoy aunque pudo muchoporque ganómuchas puentesno pudopor la gran resistencia de los enemigosque concluyeseel negocio y dexase él y muchos de los que con él estabande salir heridos.Gonzalo de Sandovala quien aquel día había tomado por compañeropeleóvalientementequitando a algunos de los españoles de las manos de los indios.Señalóse también Cristóbal Martín de Gamboaque por hallarse a caballo yser muy animosoaunque sacó muchas heridasdefendió a Cortés que no lellevasenque ya le tenían cercadomás de cient indiosy fuérales fácilporque estaba cansado y los compañeros se habían apartado algotiniendo todoslas manos llenasy como los enemigos le traían sobre ojo ninguna cosa tantoprocurabanaunque fuese a costa de las vidas de muchosque matarle e tomarle amanos pretendíanporque desta manera tenían entendidocomo ello fueraquehabiendo división entre los españoleslos acabaran todos presto y quedaranvengados y tiranos como de antesporque como al principio desta historia dixevinieron de fueraechando a los otomíes de su casa.

Señalóseaunque persona particularun soldado de un bergantínque sedecía Alonso Nortesel cualpor la mucha priesa que los enemigos dabanviendo que el Capitán y otros le desampararondeterminando de morir primeroque hacer tal fealdadse quedó con muy pocos y defendió el bergantín porgran pieza hasta que llegaron indios amigos. Salió con siete heridas e unamortaly después de estar curadoaunque tan heridosalió a socorrer dosbergantines que estaban a punto de perdersey por saltar del suyo en uno de losotroscayó en el aguadonde cargaron luego muchas canoas de enemigos yciertole matarán si a somorgujo no se escapara de la furia de los enemigosporque era gran nadadory con todo estorevolvió sobre la calzada e hizoharto provechoaunque él no rescibió ninguno mojándosele las heridasacabadas de curar.

Casi por esta misma manera se señaló grandemente otro soldado que se decíaAndrés Núñezel cualhuyendo a tierra el Capitán del bergantín donde élibaquedando élpeleó tan valientemente que venció y desbarató losenemigos que a su Capitán habían hecho huir; y luegodespués desta victoriallevando ya de vencida los enemigos dos bergantines y tomados ciertosespañolesarremetió con el suyo con tanto ánimo y esfuerzo que desbaratólos enemigos y guaresció dos españolesque se decían el uno Domingo Garcíay el otro Castilloy despuésvolviendo su Capitán al bergantínno le quisorescebirdiciéndole: «Pues al peligro os fuistesno es razón que ya quesalí délseáis vos mi Capitánno meresciendo ser soldado; y si otra cosaos paresceíos a quexar al Generalque cuando él sepa la verdaddará porbien hecho lo que yo ahora hago; y si por fuerza queréis serloaquí estamospara ver quién llevará el gato al aguaque quien no quiso pelear con indiosbien sé que no se osará tomar comigo.» Volvióse el otro harto avergonzadoyaunque él no quisosabiendo Cortés lo que había pasadoconfirmó en lacapitanía al Andrés Núñezel cual en otra refriega que hubocon subergantín desbarató más de tres mill de los enemigos y fue harta parte paraque con más brevedead se tomase la ciudad.

Señalóse Francisco Montañode quien en lo de la pólvora trataré bienlargoque siendo Alférez de Pedro de Alvarado subió con la bandera a unatorre o cu muy alto y le ganóy así le trae hoy por armasy fue causa estehecho de que con más facilidad Pedro de Alvarado ganase después el Tlatelulco.



 

 

Capítulo CLXXIV

Cómo Cortés se retiró y de lo que hizo Pedro Dircio y de loque Andrés de Tapia trabajó.

Ya que los unos y los otros estaban cansados de pelear y Cortés vio queaquel día había habido de todoporque aunque había entrado bien adentro dela ciudadhabía perdido algunos españoles e volvían muchos heridosmandóhacer señal de recogersey porque le habían dicho que por la parte dePedro de Alvarado habían hecho más daño los enemigosretrayéndosepuescon el mejor concierto que pudopor no perder su costumbrelos enemigos dieronsobre él. Salía a ellos de rato en ratohasta que todos los nuestros serecogieron al realy de camino hizo Pedro Dircio una cosa bien digna de poneren memoriay fue que hallando un bergantín atravesado en una puente de agua yque los que en él estaban no le podían sacary que a acudir los enemigos selo llevaban o lo quemaban (que fuerapara lo que estonces importaban losbergantinesmuy gran daño)aunque estaba muy herido y harto cansadosemetió en el aguae como era hombre de grandes fuerzas y de buena mañaayudándole algunos de los suyosque eran pocospuso el hombro al bergantíncon tanto ímpetu que lo sacó en peso hasta ponerlo de la otra parte de lapuente. Ya a este tiempo habían acudido muchos contrariosy aunque lefatigaron bienno quiso salir del agua hasta poner en salvo el navíocomo lohizo.

Trabajó grandemente este día y otros muchos antes Andrés de Tapiaporqueestando una vez Alvarado temeroso de que por aquella parte donde él estaba losenemigos lo habían de fatigar demasiadamente y que podría ser le rompiesenque era lo que podía escurecer lo mucho que había trabajadoinvió a suplicara Cortés le inviase algún socorroel cual le invió a Andrés de Tapia con sufuerte y señalada compañíay en solos dos días que con él estuvohizoretraer los enemigos muy gran espaciotanto que pudiera el postrero día[entrar] en el Tlatelulcoy por no arriesgar y poner en condisción el negociodexó de hacerloy asídándose Alvarado por segurose volvióy en elcamino había más puentes de ganar que por ninguna otra parte y el agua máshonda que en otro lugar alguno de la ciudad. Hiciéronle desde las canoas losenemigos gran guerray con todo esto les cegó muchas puentesy al cegarlaseste día y otroaliende de lo que por su persona peleabaque era su muchopara hacer que sus compañeros se pusiesen a todotomaba el azadón y trabajabacon éltanto que muchas veces le corría sangre de las manosde suerte que dedolor no podía algunas veces apretar la espadaforzado por esto a traerla confiador atado a la muñeca. Fue siempre a los peligros y trabajos uno de losprimeros.

Destas y otras cosas hicieron muchas en este cerco personas de gran valor yesfuerzocuyos hijos y descendientes padescen hoy harta nescesidad.

Cortésdespués que se hubo recogido y visto los heridosque desto teníagran cuidadoestuvo por buen rato imaginando qué modo y traza tendría paraacabar de salir con lo que en las manos teníay asícomunicándolo con susCapitanes y con los Capitanes tlaxcaltecas que en guerra contra indios teníanparescer y le podían darse determinó de volver al combate y no ganar puentesin que primero quemasen y echasen por el suelo las casas cercanaspara quedesta manera los enemigos no tuviesen de dónde ofender ni defenderse.



 

 

Capítulo CLXXV

Cómo Cortés determinó de asolar la ciudad y del socorro quepara esto le vino.

A esta sazón aportó un navío de Joan Ponce de León a la Villa Ricaquehabían desbaratado en la tierra de La Floridael cual vino a tan buen tiempoque más no se pudiera pensarporque traía pólvora y ballestas y otrasmuniciones de que Cortés tenía extrema nescesidady como rescibió las cartasdesto al tiempo que él había determinado de aventurarlo todo para salir con loque había intentadofue grande su contento y dixo a los Capitanes: «Grancuidado tiene Dioscaballerosde hacer nuestro negocioopor mejor decirelsuyopues a tan buen tiempo nos provee de lo que tenemos tanta nescesidad. Lacomarca toda está en nuestro favorno podemos dexar de tener gran esperanza dela victoriapuesa lo que yo puedo alcanzarhemos hecho todo nuestro deber.Estos están tan rebeldes que ahoraque pueden menosestán con mayordeterminación de morir que nuncani sé yo de lo que he leído e oído quehaya en el mundogeneración tan empedernida y porfiada. Todos los medios quehe podidocomoseñoreshabéis vistohe buscado para quitarnos a nosotrosde peligro y a ellos de no destruíllos y acaballos; no ha aprovechado decirlesque no levantaremos los realesni los bergantines cesarán de darles guerrayque destruímos a los de Matalcingo y Marinalcode donde pensaban sersocorridosy que ya no tienen de dónde les pueda venir socorro ni de doproveerse de maízcarnefructas ni aun agua; y cuanto más destas cosas lesdecimosmenos muestras vemos en ellos de flaquezaantesen el pelear y entodos sus ardides los hallamos con más ánimo que nunca. Siendopuesestoasí y que nuestro negocio va muy a la larga y que ha más de cuarenta y ochodías que estamos en este cercoabriendo los enemigos de noche lo que nosotroscegamos de díay que a cabo de tantos días no hemos hecho más que trabajar ederramar nuestra sangre y perder nuestros compañerosque es lo que mássientodeterminocomo ya con vosotrosseñoresy con los Capitanestlaxcaltecastengo acordadode no dar paso sin que por la una parte o por laotra asolemos las casashaciendo de lo que es agua tierra firmey dure lo quedurareque peor esno haciendo nadaconsumirnos y acabarnosy para estollamaré a todos los señores y principales nuestros amigos; decirles he queluego hagan venir mucha gente de sus labradores y que traigan sus coas (coas sonunos palos que sirven de azadones) para que derrocando las casasechen latierra y adobes en las acequiasdexando rasas las calzadaspara que loscaballos puedan correr.»

Paresció por extremo bien a todos los Capitanes con quien comunicó estenegocioel ardid e industria que Cortés tenía pensadoy le dixeron queaquél era el postrer remedio y que si aquél nono se podía imaginar otroyque luego les parescía que inviase a llamar a los señores y principalestlaxcaltecas y a los otros amigospara que con toda brevedad previniesen a loslabradores que habían de servir de azadoneros. Hízolo así luego Cortésejuntos que fueron aquellos señoresles dixo lo que tenía pensado y cuántoimportabapara que del despojoquedasen ricos e con grande honray volviesena sus tierras e dexasen más de trabajar; que con toda presteza llamasen losmás labradoresque pudiesende sus tierraspara que cegasen las acequias conlas coasde la tierra y adobes que ellos derrocasen de las casas. Oído estocomo llevaba tanto camino y razónse espantarondiciéndole que su Dios lehabía avisado de cosa tan buenay que sin más decirle iban luego a mandar loque tan bien a todos estaba.



 

 

Capítulo CLXXVI

Cómo pasados cuatro días desta determinacióncombatióCortés la ciudady de cómo se entretenían los mexicanosy del ardid queusaron.

En el entretanto que los gastadores venían y se concertaban otras cosaspasaron cuatro días que los nuestros no salieron al combatede dondeentendieron bien los contrarios que debían de reposar parea dar mayor asaltoordenando algunos ardides y celadas para mejor hacer su hechoy así elloscomo después parescióse desvelaron en hacer nuevos reparos para su defensay lo que ellos sospecharon de los nuestroslos nuestros sospecharon dellos.Concertadaspuestodas las cosasdespués de haber oído misaCortésordenó toda la genteasí la que tenía designada para combatir por el aguacomo la que había de combatir por la tierra; dixo a los Capitanes pocaspalabras y tráxoles a la memoria lo que estaba concertadoy así tomó elcamino para la ciudady en llegando al paso del agua e albarrada que estabacabo las casas grandes de la plazaqueriéndola combatirlos de la ciudaddixeron que estuviesen quedosporque querían paz. Cortésque no deseava cosatantomandó a la gente que no pelease y dixo a los mexicanos que hiciesenvenir allí a Guautemucínsu señorpara que con él se diese asiento en todoy la paz fuese perpetua. Respondiéronle que la iban a llamary desta manera ledetuvieron más de una horay a la verdad ellos no querían pazporque luegoestando los nuestros quedos como ellos pedíancomenzaron con gran furia atirar flechasvaras y piedras. Viendo esto Cortéscomenzó muy enojado acombatir el albarrada; peleó por diez hombres aquel díaaunque halló granresistencia; ganóselaentró por la plazahallóla toda sembrada de piedraspor que los caballos no pudiesen correr; halló una calle cerrada con piedraseca y otra también llena de piedrasa fin que los nuestros en manera algunase pudiesen aprovechar de los caballose con todo este estorbo se hizo bien laguerra aquel díaporque cegaron los nuestros aquella calle del aguaquesalía a la plazade tal manera que nunca después los de la ciudad la pudieronabriry de allí adelante los nuestros comenzaron a asolar poco a poco lascasas y cerrar y cegar muy bien lo que tenían ganadoy como aquel día Cortésllevaba más de ciento e cincuenta mill hombres e gran cantidad de gastadoreshizo mucha cosa e gran principode donde se podía colegir el próspero ydeseado fin que después tuvo. Los bergantines también hicieron mayor daño enlos enemigos que nuncay así todos muy contentosa buena horase volvieron areposar al real.

En este díaentre otras cosas señaladas que subcedieronhubo un desafíono digno de poner en olvidoporque salió un indio Capitán muy valienteasíde cuerpo como de ánimocon una espada y rodela de Castilla e con muchos yricos plumajese haciendo señal de que todos se sosegasenpor la lenguapidió a Cortés le diese el más valiente Capitán o soldado que teníaconquien se mataseporquemuriendo o viviendoquería por su persona ganar honrapara siempre. Cortés le respondiómuy como estonces conveníaque viniesecon diez como él y que estonces les daría un soldado que matase a todos.Replicó el indio: «Tan valiente soy yo como ese que tú puedes dar; por tantomándale salir.» Estonces Cortés le tornó a decir: «Bien porfías tu muertey por que veas que los muchachos de los españoles son poderosos para matar a tiy a otros tan valientes Capitanes como túsaldrá este muchachopaje mío(quecomo veeno le ha apuntado el bozo) e que te matepues no quieres venircon diez.» Llamábase este paje Joan Núñez Mercadoque después mató otroCapitán. Aceptó el indio el campoaunque enojado; salieron los dos a lacalzada; hubieron su batalla a vista de un mundo de gentee aunque el indio erade grandes fuerzas y muy osado (pero no diestro) a poco rato dio el paje con elindio en tierrade una estocada; matóle y tomóle las armas y plumajeslascuales traxo consigo hasta donde Cortés estabael cual y los demás Capitanesde ahí adelante le hicieron grande honra.

Quedaron desto muy afrentados y corridos los mexicanosy aun para lo deadelante lo tuvieron por ruin agüeroviendo que un muchacho hubiese muerto unCapitán en quien ellos tenían tanta confianza.



 

 

Capítulo CLXXVII

Cómo otro día tornó Cortés a combatir la ciudad e sesubió a una torre para que los enemigos le viesene de un hazañoso hecho quehizo Hernando de Osma.

Otro día siguientecon la misma ordenentró Cortés por su parte y Pedrode Alvarado por la suyae llegadoes [a] aquel circuito e patio grande dondeestaban las torres de los ídolosmandó Cortés a los Capitanes que con sugente no hiciesen otra cosa que cegar las calles de agua y allanar los pasosmalos que tenían ganadosy que los amigos dellos quemasen y allanasen lascasas e otros fuesen a pelear por las partes que solían y que los de caballoguardasen a todos las espaldasy él se subió a una torre la más alta deaquéllaspor que los enemigos le viesen y rescibiesen pesar delloqueciertolo rescibieron muy grande. Desde allí animaba a los suyos y a losindios amigose como lo veía todoinviaba socorro a los unos y a los otrosporque como peleaban a la continuaa veces los contrarios se retraíany aveces los nuestroslos cuales luego eran socorridos con tres o cuatro de acaballoque les ponían gran ánimo para revolver sobre los enemigose destamanera y por esta orden entró Cortés cinco o seis días arreoe siempre alretraerse echaba los indios amigos delantehaciendo que algunos de losespañoles se metiesen en celada en algunas casas y que los de a caballoquedasen atráshaciendo que se retirabanpor sacar a los contrarios a laplaza. Con esto y con las celadas de los peonescada tarde alanceaban losnuestros muchos de los enemigos.

Un día déstos hubo en la plaza siete u ocho de a caballo; estuvieronesperando que los enemigos saliesene como vieron que tardaban en salirsospechando que se recelabanhicieron que se volvíanpero elloscon miedoque a la vuelta serían alanceadoscomo solíanse pusieron por las paredes yazuteas de las casasel número de los cuales era infinitoy como los de acaballo revolvían a los enemigostenían de lo alto tomada la boca de lacalley desta causa no podían seguir a los enemigosporque desde lo alto leshacían mucho daño y desta manera fueron forzados a retraersede que losenemigos tomaron grande ánimo para encarnizarse en ellosaunque iban tan sobreavisoque cuando revolvían los de a caballose acogían adonde no rescibíandañoel cualcomo rescibían grande los de a caballodesde lo altosevinieron retrayendo más que despaciollevando heridos dos caballoslo cualdio ocasión a Cortés a quecomo después diréles armase una brava celada.

En el entretantono quiero callar lo que en este día hizo Hernando de Osmael cualestando confrontados los indios tlaxcaltecas con los mexicanosyendolos unos contra los otrossobre los terrados de las casasque estaban muyjuntasy viendo que los mexicanos hacían retraer a los tlaxcaltecasdiciéndoles palabras afrentosasno pudiéndolo sufrirse salió de entre losespañolesque estaban en la calzada peleando con los demássin que fuesesentido ni haber dado dello noticia al General. Pasó a nadoarmadounaacequia bien honday metiéndose en una casapor el humero dellaque salióbien tisnadosalió arriba; topó luego con un Capitán mexicanoque traíaespada y rodela; hubo con él su batallaa vista del exército españolsinpoderle socorrer ninguno de los nuestros; hirióle tres o cuatro vecesy alcabo le mató de una estocadaque era la que ellos no sabían tirar. Con estolos tlaxcaltecas tomaron grande ánimorevolvieron sobre los mexicanosyendopor Capitán delante dellos Hernando de Osmael cual fue causa que aquelcuartel de los tlaxcaltecas venciese a los mexicanos y que se les aguase elcontento que habían rescebido de haber retirado los de caballo e herirles loscaballos. Maravilláronse muchoy con razónestando una acequia tan honda enmediover tan de repente español sobre sus azoteasy así decían que aunquemorían los cristianos como ellosque parescían más espíritus que hombres.



 

 

Capítulo CLXXVIII

De lo que otro día hizo Cortésponiendo celada a losenemigose de lo que hallaron los españoles en una sepolturay de lo muchoque la celada atemorizó a los mexicanos.

Vuelto Cortés a su realquedando los enemigos en alguna manera ufanos de lopasadopara urdirles una celadahizo luego mensajero a Gonzalo de Sandovalpara que antes del día viniese donde él estabacon quince de a caballo de losque entre él y Pedro de Alvarado tenían. Sandoval vino antes que amanesciesecon los de a caballoe Cortés tenía ya de los de Cuyoacán veinte y cincoque por todos hacían cuarenta. A los diez dellos mandó que luego por lamañana saliesen con toda la otra gente y que ellos y los bergantines fuesen porla orden pasada a combatirderrocar y ganar todo la que pudieseny que élcuando fuese tiempo de retraerseiría allá con los treinta de a caballo.Díxoles que pues sabían que estaba gran parte de la ciudad ganadaque cuantopudiesen siguiesen de tropel a los enemigos hasta encerrarlos en sus fuerzas ycalles de aguay que allí se detuviesen peleando con ellos hasta que fuesehora de retraersey que él y los treinta de a caballo pudiesensin servistosmeterse en celada en unas casas grandes de la plaza. Los españoles lohicieron así; pelearon muy como talesretrayendo a los enemigos hasta doCortés les había dichoe allí peleando los entretuvieron.

Cortés salió de su real poco después de la una de mediodíaentró en laciudadpuso los treinta de a caballo en aquella casay élpara asegurar elnegociose subió en la torre altacomo solíay en el entretanto que sehacía tiempo de darles señalalgunos de los españoles abrieron unasepultura. Hallaron en ellaen cosas de oromás de mill y quinientoscastellanos.

Venida la hora de retraerseCortés mandó a los suyos que muy reportados ycon mucho concierto lo hiciesen y que los de caballo se estuviesen retraídos enla plaza; hiciesen que acometían y que no osaban llegary que esto hiciesencuando viesen que había mucha gente alderredor de la plaza y en ella. Los de lacelada estaban ya deseando que se llegase la horaporque tenían deseo deseñalarse y eran todos personas de cuenta y estaban ya cansados de esperar.Cortés se metió con ellospor gozar de tan buena cazae ya se veníanretrayendo por la plaza los españoles de pie y de caballo y los indios amigosque habían entendido la balada.

Los enemigos venían con tantos alaridoscomo si ya fueran señores de lavictoriaque parescía que hundían el mundo. Los de a caballo hicieron quearremetían tras ellos por la plaza adelantee por cebarlos mejor de golpe setornaron luego a retraer. Hicieron esto dos vecesde que los enemigos tomarontanto ánimo que en las ancas de los caballos les venían dando con las macanase así con toda furia se metieron en el mataderoporque gran número dellosentró por la calle donde estaba la celada. Estonces Cortés y los compañeroscomo vieron pasar tanta gente y luego oyeron disparar un escopetaque teníanpor señalsalieron con gran furiaapellidando: «¡Sanctiagoy a ellos!»ycomo tan de súbito se vieron los enemigos salteados de tantos de caballoembazaron. Cortés y los suyos alancearon muchos principalesderrocaron eatajaron infinitospara que los indios amigos que estaban avisados los tomasen.

Hicieronasí los nuestros como los tlaxcaltecasgrande estrago en losmexicanosporque los tenían en la plazala parte donde mejor podían andarlos caballos y donde acorralados estaban.

Fue esta montería muy de ver a los que de alto la mirabany muy provechosaa los indios amigosporque ninguno fue sin un brazo o una pierna al hombropara cenar aquella noche. Murieron en esta celada más de seiscientos de losenemigoslos más principalesesforzados y valientes. Fue tan grande elespanto y admiración de los que quedaron vivos y de los demás que lo vieron ono pudieron socorrerque en toda aquella tarde no alzaron cabezaenmudesciendocomo si no tuvieran lenguani se osaron asomar en la calle ni en azotea dondeno estuviesen muy seguros.



 

 

Capítulo CLXXIX

Cómo primero que los nuestros se retraxesenlos enemigosinviaron espías y los nuestros las tomarony de lo que se supo de una señoramuy principal que Joan Rodríguez Bejarano prendióe lo que de ciertos indiosse entendió.

Ya que era casi de nocheque los nuestros con esta victoria se ibanretrayendolos principales de la ciudad mandaron a ciertos esclavos suyosquelo más desimuladamente que pudiesen mirasen si los nuestros se retraían o quéhacíane como se asomaron por una callebarruntando los nuestros lo que eraarremetieron diez o doce de a caballo y siguiéronlos de manera que ninguno seles escapóde que los de la ciudad quedaron muy corridos y escarmentados de noinviar a otrose de lo uno y de lo otro cobraron tanto temor que nunca másentodo el tiempo que duró la guerrano osaron entrar en la plaza para ir enalcance contra los de pie o contra los de a caballoni cuando se retiraban nicuando hacían que huíanaunque fuese uno solo el que viesenni jamás osaronsalir a los indios amigoscreyendo que de entre los pies se les había delevantar otra celada; y esta de este día con tanta victoria y buen subceso fuebien principal causa para que la ciudad más presto se ganaseporque losnaturales della rescibieron mucho desmayoy los nuestros y sus amigos dobladoánimoespecialmente con lo que de una señora muy principal supieronque JoanRodríguez Bejaranopeleando muy como valienteentrando por fuerza en una casafuerte de un señorsacó del patio principal dellay trayéndola a Cortéshaciéndole él todo regalo y buen tratamientoporque luego se supo que era muyprincipalle dixo que no tuviese miedoni estuviese con pesarporque losespañoles trataban muy bien a las mujeresaunque fuesen madres o hijas de susenemigoso casadas con ellosporque el hombre que en mujer ponía las manosera más afeminado que la mujery que pues era señoray a la calidad de supersona no era dado mentirdebaxo de todo secreto le pedía le descubriese quépensamiento tenía Guautemuza y los demás principales de su ciudady quémanera tendría si no quisiesen darse y venir en amistad con élpara acabarlosde vencery que si le decía lo que acerca desto sentía y sabíale haríatoda merced y la pondría en libertadpara que si quisiese se volviese a laciudado después de tomadala casaría con algún español e que haría todolo que ella le pidiese.

Ellacomo era señoray estando presa vio el regalo con que Cortés latrataba y la honra que le hacía y que no le había dicho amenazasbaxados losojossacando del pecho un templado sospirole dixo: «Gran señorno puedoaunque parezca que ofendo a mi patriadexar de agradescerte mucho la honra queme hacespudiéndome tener por tu esclava; en reconoscimiento de lo cualtediré todo lo que siento y he vistopara que veas lo que te conviene hacerysi te fuere bien delloacordarte has de hacerme las mercedes que te pidiere.Muchos y los más han estado y están de parescer de dárseteaunque conalgunos buenos subcesos le han mudadopero Guautemuza y sus deudos y otrosprincipalespor no desagradarlehan estado y están muy durosdeterminados demorir primero que rendirse. Ya muchos pelean contra su voluntad e todoscomienzan a padescer gran nescesidad de comida; vales faltando la municióneotrosíestán discordes entre sí. Convienesi no se te dierenque creo nodaránles aprietes sin cesar por todas partes y tengas tomados todos los pasospor donde de comida o de agua o de munición se puedan proveer. Han levantadocasas de maderaporque les vas asolando las de tierra; pegarles has fuegoocortarás los palos sobre que se fundany aunque no duermasde día ni denoche los fatigaporque con la hambreque ya comienzan a padescery con lossobresaltos de nocheno dormirán y desta suerte no se podrán defender. Hetedicho lo que sientoasí como porque soy señora y no tengo de mentircomoporque veo la poca razón de Guautemuza y que los de mi linaje son contrarios desu parescer.»

Mucho se holgó Cortés con esta repuesta. Regalóla y acaricióla muchomandando que todos la tratasen con mucho respecto y se le diese lo que hubiesemenesterencargando a las mujeres españolas que hiciesen lo mismo e latuviesen consigode que ella rescibió gran contentoe vino después a decirotras muchas cosas que sabía. Tomó Cortés su consejo e aprovechó muchoporque quiso Diospara que su nombre fuese conoscido de gente tan ciegaquedel monte (como dicen) saliese quien el monte quemase. E porque este capítulono sea más largo que los otrosdiré en el siguiente lo que resta.



 

 

Capítulo CLXXX

Do se prosigue lo que resta del pasado.

En este díaaunque hubo tanta victoriano hobo desmán notable con que seaguaseecepto que al tiempo que los de la celada salían se encontraron dos dea caballo e cayó el uno de una yegua en que ibala cual se fue derecha a losenemigos y ellos la flecharone muy heridacomo vio la mala obra que lehacíanse volvió a los nuestros y aquella noche murió. El caballero caídopeleó muy como diestro en aquel menesteraunque pesó mucho a los nuestros porla muerte de la yeguaporque los caballos e yeguas eran los que daban la vidapor lo mucho que con ellos se hacíaaunque el pesar no fue tan grande porquemurió entre los nuestrosca se pensó muriera en poder de los enemigosporhaberse ido a elloslos cuales como de cualquiera cosa pequeñacuanto másdestahaciendo fiesta y regocijodieran pena a los nuestros.

Los bergantines y las canoas de los amigos hicieron grande estragorompiendopor las canoas y piraguas de los enemigose mataron tantos dellos sin rescebirdaño notableque mucha del agua estaba tinta en sangre.

Con este subceso tan prósperobien alegrescomo era razónse recogióCortés a su reale pasada una hora de la nochelas centinelas tomaron dosindios de poca suerteque de su voluntad se venían al real a que los tomasen;lleváronlos delante de Cortésel cual los amedrentópreguntándoles si eranespías. Ellos le dixeron que nosino que eran unos pobres hombres que salíande noche a pescar por entre las casas de la ciudad e que andaban por la parteque della los cristianos tenían cegadabuscando leñahierba y raíces quecomer. Cortésasí por lo que la señora había dichocomo por la manera dehablar déstosentendió que no venían con malicia; preguntóles si teníanhambre; respondiéronle que muy grande y que ella los había forzado a metersepor entre sus enemigos; de adonde dixo bien el Cómico: «Dura espada es lanescesidad». Cortés les mandó dar luego de comeraunque ni a él no a lossuyos sobraba. Mirábanse el uno al otrocomo maravillados de que el Capitánde sus enemigos les hiciesen tan buena obra cual ellos a sus amigos apenashicieran. Preguntóles Cortés cómo estaban los de la ciudad; respondiéronleque con muy gran nescesidad de comidapero que muy determinados de morirprimero que darsey que por horas iban cresciendo la hambre.

Pesó mucho a Cortés de que teniendo los de la ciudad dentro de su casa untan bravo enemigoquisiesen también tener por enemigos los españolesponiéndolos el enemigo de casa en tanta flaquezaque no pudiesen pelear conlos de fuera: tanto puede una ciega porfía y obstinación.

Entendido estoCortés mandó llamar a los Capitanes con quienprincipalmente consultaba los negocios de guerra; díxoles lo que con los indioshabía pasado e cómo conformaba con lo que aquella señora había dicho.Espantáronse mucho de la ciega determinación de los mexicanose aunquequisieran que conoscieran cuán bien les estaba el mudar parescerviendo queera ya por demásdixeron a Cortés que no perdiese punto de apretarlos cuantofuese posiblepues lo más estaba hechohasta acabarlos o ponerlos en términoqueaunque les pesasese diesen. Cortésviendo que no podía hacer otra cosae que no era razón de perder más tiempodexó ordenado aquella noche lo queluego de mañana se había de hacer.



 

 

Capítulo CLXXXI

Cómo Cortés al cuarto del alba dio sobre los enemigosponiendo primero espíasy cómo derrocó con los bergantines muchos de lostablados que tenían hechos.

Con esta determinaciónsiguiendo el parescer de aquella señoraacordóCortés de entrar al cuarto del alba e hacer todo el daño que pudiese e que losbergantines saliesen antes del día. Cortés con quince de a caballo y ciertospeones españoles e algunos amigos entró de golpehabiendo puesto primerociertas espíaslas cualessiendo de díaestando puesto él y los suyos enceladale hablan de hacer señal de salire fue así queviendo la señaldio sobre infinita gentepero como eran de aquellos miserables que salían abuscar de comerlos más venían desarmadosy entre ellos algunas mujeres ymuchachospero con todo estosin poderlo evitarse hizo gran daño en ellosy el mismo por doquiera que iba de la ciudadtanto que de presos y muertospasaron de ochocientas personas. Hacía Cortés esto por ver si apretándolostantovendrían a lo bueno.

Los bergantinescomo estonces soplaba el viento y era hora desacostumbradahicieron más dañoporque como iban a vela y remocon la furia e ímpetugrande rompían por los tabladosdando con ellos en el aguadondecon lapesadumbre de la madera e con el acudir de los bergantines que atrás veníanse ahogaban los más. En éstos no hubo cuentaporque como quedaban debaxo delaguano se podían contar. Tomaron otra gente mucha e muchas canoas que andabanpescandoen las cuales hicieron grande estrago los Capitanes y las otraspersonas principales de la ciudad. Viendo andar a los nuestros a hora tandesacostumbradaquedaron tan espantados como de la celada pasadadiciendo quelos cristianosaunque comían y bebían como ellosno se sabían cansar nidebían de dormirpues al tiempo que todos los hombres del mundo reposanvelaban e trabajaban ellose así ninguno osó salir a peleary desta maneralos nuestros todos se volvieron al real con mucha presa y mantenimiento para losindios amigos.



 

 

Capítulo CLXXXII

Cómo Cortés tornó otro día al combate y cómo se acabó deganar la calle de Tacubae quemó las casas de Guatemuza y lo demás.

Otro día de mañana tornó Cortés a entrar en la ciudade como ya losindios amigos veían la buena orden que Cortés y los suyos llevabany como elnegocio estaba ya puesto en términos de quesegún lo que habían vistonopodía dexar de subceder prósperamenteacudieron de los de fuera tantos enfavor e ayuda de Cortésque no se podían contary de cada día venían casisin cuentode suerte que casi ya estorbaban [más] que ayudaban: tanto era elodio y enemistad que a la tiranía del imperio mexicano tenían; y con verseasí los mexicanos oprimir y que ninguno venía que no fuese su enemigoporfiaron tanto que hasta ser asolados no dieron muestra de arrepentimiento desu porfía y endurescimientodiciendo que rindiéndose a los españolesperdían su libertad (y desto paresce ahora lo contrario) y que dándose a lostlaxcaltecas e a otrosdesta suerte hacían gran vileza y poquedade que másquerían que después de muertos en la guerrao de hambresus enemigos loscomiesenpues no lo habían de sentirque verse vivos en poder de aquellos alos cuales ellos mandaban y de los cuales habían tan reconoscidos yrespectados.

Finalmenteaquel día acabó Cortés de ganar toda la calle de Tacuba y deadereszar los malos pasos della en tal manera que los del real de Alvarado sepodían comunicar por la ciudad con los del real de Cortés. Ganáronse otrasdos puentes en la calle principal que iba al mercado; cegóse muy bien el agua equemó Cortés las casas del Rey y señor Guautemuzasubcesor de Motezumayquemándolassegún eran grandes e reales (aunque convenía así) rescibióCortés y muchos de los suyos gran penaporque arruinaron el más bravo ysoberbio edificio que había en este Nuevo Mundo.

Era Guautemuza estonces de edad de diez e ocho años hasta veintede dondese entenderá el invencible ánimo que en tan tierna edad tenía y el poco queen tanta prosperidad Motezuma mostróaunque algunos lo atribuyen a prudenciaofresciéndosele casos en que si la pusilanimidad y flaqueza de ánimo no fuerannaturalesfuera prudencia mostrar ánimo y corajeefectos de fortaleza.

Eran las casas no menos fuertes que grandes y hermosasporque estabancercadas de agua y las murallas eran muy gruesas y fuertesy así se hizo muchoy fue de grande efecto ganarlasporque en ellas se fortalescían mucho losenemigos y dellas habían hecho gran daño.

Ganáronse otras dos puentes de otras calles que iban cerca desta delmercado; cegáronlas muy biene así cegaron otros muchos pasosde manera quede cuatro partes de la ciudadya los nuestros tenían ganadas las tresy asílos enemigos no hacían sino retraerse hacia lo más fuerteque era las casasque les quedaban en el aguaporque los tablados no los hallaban tan buenosporla gran fuerza con que los bergantines los derrocaban. Con todo estoviéndoselos enemigos ir de vencida y que cada día se apocabano con la rabia de lamuerteo por las causas que tengo dichassacando fuerzas de flaquezasedefendían bravamentecontra los cuales se señalaron en este día casi todoslos Capitanesasí los del aguacomo los de tierracreo que porque ya víanla presa en las manosy que por no dexarla les conveníaaunque quedasenalgunos allí (que no quedaron) hacer todo su deberdando buen fin y remate alo que hasta estonces habían trabajado.



 

 

Capítulo CLXXXIII

Cómo otro día Cortés ganó a los enemigos una gran calle ede cómo revolvieron sobre Cortés y de lo que decían a los indios amigos.

Otro día siguienteque fue día del Apóstol Sanctiagotornó Cortés aentrar en la ciudad por la orden que antessiguió por la calle grande que ibaa dar al mercadoganó una calle muy anchade aguaen que los enemigostenían gran confianza y pensaban tener toda seguridady así se tardó granrato en ganar y no con poco peligro y sin pocas heridas de la una parte y de laotray como era tan ancha no se pudo acabar de cegarde manera que los de acaballo pudiesen pasar de la otra partee como estaban todos a pie y los de laciudad vieron que los de a caballo no habían pasadovinieron de refresco congran furia sobre los nuestros muchos dellos y muy lucidos (que aún no habíanacabado de perder su antigua gallardía). Hiciéronles rostro los nuestrosquetenían consigo copia de ballesterosy como los indios vieron tanta resistenciae que les iba mal en la refriegadieron vuelta a sus albarradas y fuerzasdonde se hicieron fuertesaunque muchos dellos primero que a ellas llegasencayeron muertos con las xaras que llevaban en el cuerpo. Fueron de gran provechoen esta refriega y en otras las picas que los españoles de pie llevabanlascuales Cortés había mandado hacer después que lo desbarataronporque comolos que las jugaban eran diestros dellashacían a veces más daño que losescopeteros.

Aquel día lo que restó del pelear se empleó todo en quemar y allanar lascasas que de la una parte y de la otra habíacosa (como tengo dichoy Cortésescribe en su Relación) lastimosa de verca en pocos díascon grande estragode sus moradoresse vio quemada y asoladay lo que era agua hecho tierralamás grandela más insigne y poblada ciudad deste Nuevo Mundopero no sepodía hacer otra cosaaunque con todo este tan grande estragoestaban en suobstinacióntan porfiados y durosque animándose los unos a los otrosdecían a los indios amigos y mortales enemigos suyos: «Quemadtalad ydestruid edificios y casas de tantos añosque nosotros os haremos que lastornéis a hacer de nuevo y mejoresporque si nosotros vencemos ya vosotrossabéis que esto ha de ser asípues lo tenéis entendido del imperio ysubjección que sobre vosotros hemos tenidoy si los cristianos vencierentambién las habéis de hacer para ellos»y desto postrero plugo a Dios quesaliesen verdaderosaunque los mexicanos han sido los que principalmente lashan edificado con harto provecho y adelantamiento suyopagándoles su trabajo.

Otro díaluego de mañanavolvió Cortés a la ciudady llegado a lacalle del agua que había cegado el día anteshallóla de la manera que lahabía dexado. Pasó adelante dos tiros de ballestaganó dos acequias grandesde aguaque tenían los enemigos rompidas en lo sano de la misma calleyllegó a una torre pequeña de sus ídolosy en ella halló ciertas cabezas delos cristianos que habían muerto y sacrificadoque pusieron harta lástima alos nuestrosporque allí muchos conoscieron a sus amigos y se les refrescaronlas llagas. Desde aquella torre iba la calle derechaque era la misma dondeCortés estabaa dar a la calzada del real de Sandovale por la mano izquierdaiba otra calle a dar al mercadoen la cual ya no había aguaexcepto una quedefendían los enemigose aquel día no pasó Cortés de allípero él y lossuyos pelearon muchoaunque los enemigos llevaron lo peor.

Volvióse Cortés con estosin hacer otra cosaporque la noche sobreveníaaunque habían peleado tanto que aunque volvieran más temprano lo habían bienmenester.



 

 

Capítulo CLXXXIV

Cómo Alvarado ganó ciertas torres cerca del mercadoy elpeligro en que se vieron los de a caballoy lo que Cortés hizo.

El otro día siguienteestando Cortés apercibiéndose para entrar en laciudada las nueve horas del díavio desde su real que salía humo de dostorres muy altas que estaban en el Tlatelulco o mercado de la ciudad. El humoera mucho y mayor harto del que solía salir cuando los indios incensaban a susdioses y les hacían sacrificios. No podía Cortés pensar qué fuesey asíestuvo vacilando un rato y echando diversos juicios con los que con él estaban.Les paresció a todos (y fue así) que Pedro de Alvarado y su gente debía dehaber subido a aquellas torres; e ciertoaquel día Pedro de Alvarado y lossuyos se señalaron grandementeporque paresce que pelearon más que porhombresca quedaban muchas puentes y albarradas por ganare siempre acudía alas defender toda la mayor parte de la ciudade como vio Alvarado que por laparte de Cortés los españoles iban estrechando a los enemigostrabajó cuantopudo por aventajarse y entrar al mercadodonde tenían toda su fuerzadiciendoa los suyos que en aquel día y de aquella vez habían de ganar todos inmortalfama y nombre si de tal manera ponían el pecho al negocioqueo quedasenmuertoso saliesen con ély que era muy justo quepudiendose aventajasen alos de Cortéspues querer y procurar exceder a otros en virtud y valentía eracosa loable. Con haberpueshecho más que nuncano pudo llegar más de avista del mercado y ganarles aquellas torres y otras muchas que estaban junto almismo mercado. En lo alto de las dos mandó hacer fuegopara que Cortés y lossuyos entendiesen adónde había llegadoy para dar dolor y pesar a los de laciudad y desmayarlos para no proseguir más en su defensa.

Los de caballo en esta victoriaaunque pelearon como Cidesse vieron engran aprieto y trabajotanto que les fue forzado retirarsey al retraerse leshirieron tres caballosy con tanto se volvierony Alvarado con ellos a sureal.

Peleó Cortés como siempreganó algunos pasos y no quiso aquel día ganaruna puente y calle de agua que solamente quedaban para llegar al mercadoocupándose tan solamente en cegar y allanar los malos pasosdiciendo quejamás le acaecería otra como la pasadae quea trueco de un día másquería asegurar el juegollevando las espaldas seguras con dexar todo lo deatrás fixocomo convenía. Al retraersele apretaron reciamente los enemigosaunque fue bien a su costaporque mataron muchos dellos. Despartiólos lanocheque veníaporque todavía estaban tan emperradosque las muertes delos primeros no fueran parte para hacer volver las espaldas a los segundos:tanto ciega el rancor y deseo de venganza.



 

 

Capítulo CLXXXV

Cómo Cortés entró en la plaza y Alvaradopor otro caminovino a ellay del placer que los unos con los otros rescibierony cómoCortésde piedadentretuvo el combate.

Otro día entraron los Capitanes lo más de mañana que pudieron en laciudady como no había por la parte que Cortés iba qué ganarsino unatraviesa de calle con aguacon su albarradaque estaba junto a una torrecillacomenzóla a combatire un su Alférez e otros dos españoles se echaron alaguay hallando poca resistenciapasaron de la otra parte porque loscontrarios desampararon aquel fuerteque pudieran por buena pieza defenderyse retiraron la ciudad adentro. Cortés se detuvo en cegar aquel paso de suespacioy adereszarle de manera que los de a caballo pudiesen salir y entrarpor él a su salvo. Estando haciendo estollegó Pedro de Alvarado por la mismacalle con cuatro de a caballo. No se puede decir (y así lo escribió Cortés)el placer que los unos con los otros rescibieronasí por haber hallado caminosin pensarlocómo el un real se comunicase con el otrocomo porque aquelcamino era el más breve y más seguro para acabar de dar conclusión en laguerra y a negocio tan importante y tan bien porfiado.

Dexó Pedro de Alvarado recaudo de gente a las espaldas y ladosasí para sudefensacomo para conservar lo ganadoy como luego se adereszó el pasóCortéscon algunos de a caballose fue a ver el mercadomandando a la gentede su real que en ninguna manera pasase adelante hasta que él dello dieseavisoy después que hubo un rato andádose paseando por la plaza con algunosde a caballomirando los portales dellalos cuales por lo baxo estaban tanvacíos como llenos por lo altoporque no cabían de los enemigoslos cualescomo la plaza era muy grande e vían que los de a caballo eran señores dellano osaron baxar ni desde lo alto acometermirándose los unos a los otroscomoesto vio Cortésse subió a una torre grande que estaba junto al mercadoy enella y en otras halló cabezas de cristianos e de indios tlaxcaltecasofrescidas y puestas ante sus ídolos. Rogaron allí él y los suyos por ellosque desto entre los nuestros se tenía gran cuidado. Miró Cortés desde aquellatorre o cu que Pedro de Alvarado ganólo que tenían ganado de la ciudadqueera de ocho partes las siete.

Era esta torre o cu la principal de lo que se dice el Tlatelulcoy en laotra Francisco MontañoAlférez de Pedro de Alvaradocon gran peligro de supersonasubió la banderacon que grandemente animó a los que le siguieronyasí fue parte para que luego Alvarado ganase el Tlatelulco.

ViendopuesCortés que tanto número de enemigos no era posible sufrirseen tanta angosturaespecialmente que aquellas casas que les quedaban eranpequeñas y puestas cada una dellas en el aguay que por las calles y en elagua había montones de cuerpos muertossin infinitos que en sus casas teníanescondidoscuyo hedor fue tan pestilencial que mató a muchosy que la hambreque padescían era insufribleporque por las calles hallaban los españolesroídas las raíces y cortezas de los árbolesdeterminó de no combatirlosaquel día ni aun otros y ofrescerles partido por donde no peresciese tantamultitud de gente.



 

 

Capítulo CLXXXVI

De lo que Cortés invió a decir a los de la ciudad y de loque ellos respondieron.

Muchas veces (según paresce de lo dicho) había Cortés convidado con la paze con otros muchos medios para tenerla con los mexicanose aunque todas ellasse las negaronsiempre deseó y procuró de buscar medios nuevos para noponerlos en el estrecho y trabajo en que ya los teníael cual ellos procuraronpor sus manospues a sabiendas y como desesperadossiendo tan amable la vida ytan aborrecible la muertequerían más morir que vivir. Yapuesque por suculpa los tenía puestos en tanta estrechezaque en ninguna manera podíandexaro de morir a cuchilloo de hambreo venir las manos puestas pidiendoperdóny paresciéndole que si no eran más indómitos y fieros que tigreslagran nescesidad en que estaban los había de compeler a mudar propósitolesinvió los mensajeros más elocuentes y facundos que pudo hallarpara queaunque la verdad desnuda pudiera moverlosadornada de elegantes palabras y modode decirlos moviese más fácilmente.

Llegados los mensajerossaludaron al Rey Guautemucín e a los otros señoresprincipalesque con él estaban. Suplicáronles que pues venían a tratar conellos negocio de gran peso y el mayor que se les podía ofrescerque los oyesencon muy gran atención y cuidado y que no respondiesen luego hasta que hubiesenpensado bien la repuestapues dellasiendo buenao malapendía el no volverellos más con otra embaxada.

La suma de lo que dixeronprometiendo Guautemucín de oirlosfue la que sesigueporquecomo son verbososdecirlo todo daría fastidio. «Gran señoren quien el imperio mexicano ha subcedidoy vosotrosPríncipesseñores ycaballeros de la Corte imperial de Culhúa: En nombre del invencible y bienafortunado Cortésos saludamos. Díceos por nosotros que ya sabéis las muchasveces que con la paz os ha rogadoy que como siempre la habéis negadoasí osha ido de mal en peorhasta casi estar vuestra ciudad echada por el suelovuestros innumerables vecinos muertos y vosotros puestos en tan gran aprietoqueporfiandoo de hambreque ya padescéis estrechísimao de la furia ysaña de vuestros contrarios los cristianosno podéis escapar vivos. Ruégaosmuchocondolesciéndose de vuestro trabajoque volváis sobre vosotrosy quepues tenéis tiempouséis délca no es valentíasino temeridadfaltandotoda esperanza de vencerporfiar los hombres en querer morir. Dice Cortés quesi ahora os daisque os trataráno como a sus enemigos y tantas vecesrebeldessino como a muy queridos amigos y de quien hubiese rescebido muybuenas obras; y que si no hallardes esto ser asípodréiscomo hombreslibresrebelaros contra él y hacer de nuevo la guerrapues estáis en vuestratierra y casas. Dice más: que no querría ya ensangrentar su espada envosotrosque estáis más para pedir perdón de lo hechoque para pelear ytomar armasy que pues en esto no habéis de perder honrapues habéis hechotodo lo que ha sido en vosotrosy que todo lo demás que justo sea os loconcederáruégaos una y muchas veces que no echéiscomo dicenla soga trasel calderoqueriendo morir como fieras y no como hombres que usan de razónyque él con esto cumple con su Dioscon su Reycon vosotros y con sus amigos yvuestrosy que si así no lo quisierdes hacerél no puede dexar de acabaroshasta que ninguno quede vivo. A estosi os parescecomo al principio ossuplicamosresponderéis mañana.»

Guautemucínque muy mozo y orgulloso eraaunque había estado bien atentono dando lugar a más dilación ni a que los otros señores le contradixesenque había muchos que lo hicieranrespondió muy enojado y dixo:

«Diréis a Cortés que no hable en amistad ni la espere jamás de nosotrosporque estamos tan determinados de ver el fin deste negociopeleandoqueaunque no quede más de unoha morir haciendo esto. Perdido hemos lo más; queperdamos lo menosno es mucho. No queremos vida sin libertad y sin laconversación y compañía de nuestros amigos y deudos que en esta guerra hemosperdido. Si muriésemospara eso nascimos e iremos más presto e gozarnos conellosdiciéndoles que los imitamos e hecimos lo que ellos; y también lediréis que primero que esto seatodo nuestro tesoro y riquezas echaremos en elaguadonde jamás parezca (y así lo hicieron)porque no queremos queperdiendo nosotros las vidasél y los suyos se huelguen con nuestrashaciendas. Con tantoos podéis ir para no volver jamásporque será excusadopensar que hayamos de hacer otra cosa.»

Bien mohinos y aun corridos volvieron a Cortés con la repuesta losmensajerosde la cualaunque mucho pesó a Cortésviendo que no podía hacerotra cosadeterminó de proseguir el combate.



 

 

Capítulo CLXXXVII

Cómo Cortés mandó hacer un trabuco por falta de pólvora ycómo se erróy de lo que pasó con los mexicanos.

Cortés entretuvo algunos días la guerraocupado en hacer un trabucoporla falta de pólvora que tenía para los tiros y escopetasy aunque habíaquince días antes tratado delloquiso estonces ponerlo por obraasí porquela nescesidad de pólvora la apretabacomo porque los enemigos estaban talesque aunque dexase de combatirlos no podían hacerle daño. Llamó loscarpinterosy como no le habían hechocada uno hablaba diferentemente delotroy aunque Cortés entendió lo que después fuecomo le porfiaron que nose perdería nada en probarloconsintió que se hiciese. Tardó en hacersecuatro díasque fueron los que se dieron más de larga a los de la ciudadpara que aunque cesase el combatela hambre más los afligiese.

Hecho el trabucole llevaron a la plaza del mercado; sentáronle en uno comoteatroque estaba en medio della hecho de cal y canto cuadradode altura dedos estados y medio; tenía de esquina a esquina casi treinta pasos. Hacíanseen este asiento las fiestas y juegos de los mexicanospara que losrepresentadores dellas fuesen vistos a placer de toda la demás gente delmercadoque era infinita.

Puestopuesallí el trabucoque tardó en asentarse tres díassaliótan mal acertado que espantaba los de fuera y mataba los de dentrodespidiendola piedra hacia atráshabiendo de echarla adelante. Esta faltaasí losindios amigoscomo los españolesdesimularon tan bienque asentándose eltrabuco y después de asentadolos indios amigos amenazaban a los de la ciudaddiciéndoles: «¡Ahperrospues queréis morir como venadoscon este ingenioque veis os mataremos a todos y acabaremos de asolar esas pocas casas en que oshacéis fuertes! ¡Eapuesno porfiéis tanto en vuestra nescedad; acabaddaos; que mejor es vivir que morir!» Los de la ciudad respondían lo quesiempreaunque el ingenio les puso harto miedo y aun por él creyó Cortés quese dierany en todo se engañóporque ni él ni los carpinteros salieron conlo que porfiaronni los de la ciudadaunque tenían temormovieron partidoalguno ni salieron a los que les ofrescían; e diciendo ellos al cabo de dos otres días: «¿Cómo no nos matáis con ese ingenio?»; respondían los indiosamigos por boca de los españoles: «Porque os tenemos lástima y deseamos quecon tiempo miréis por vosotros.» Replicaban a esto ellos lo que otras vecesdecían: «Morir o vencer.»

Pasados estos días volvió Cortés a combatir la ciudady como habíacuatro días que no lo había hechohalló las calles por donde iba (cosaciertode lástima) llenas de mujeres y niños y otra gente miserableque semorían de hambre y salían traspasados ecomo dicenen los huesosa buscarde comer. Cortésque muy piadoso eramandó a los indios amigos que no lestocasendiciéndoles que no era valentía en gente tan flaca executar su saña.Hiciéronlo asíque no hicieran si no oyeran estas palabras.

La gente de guerra no salió a pelearantes se estuvo queda donde no podíarescebir dañoporque se subieron a las azoteas de sus casasdonde seestuvieron quedoscubiertos con sus mantas y sin armas. Cortés estoncesconlas lenguas y con un Escribano y muchos testigosles requirió con la pazloscuales respondían con disimulacionesni diciendo síni diciendo nogastandoel día en falsos entretenimientoslo cualcomo vio Cortésmuy enojadolesinvió a decir que pues eran tan malos y tan falsos y mentirososque él losquería combatir; por tantoque hiciesen retraer aquella miserable gentesinoque daría licencia a los indios amigos para que los matasen.



 

 

Capítulo CLXXXVIII

De lo que los mexicanos respondieron y del bravo combate queles dieron Cortés y Alvarado.

Los indios mexicanoscon el doblez y engaño que solíanrespondieron sedetuviese y no hiciese mal a aquella pobre genteque ya querían paz. Cortéscomo escarmentado de tantasles replicó que él no vía allí a su Rey yseñorcon quien la paz se había de tratar; que le llamaseny que venidoharía todo lo que más conviniese a la paz e quietud delloslos cualeshicieron como que inviaban a llamary muy de priesaa Guautemucínpero comoera burlase paresció prestoporque todos estaban apercebidos para pelearyasí fueron los primeros que acometieron; enojado Cortés de lo cualmandó aPedro de Alvarado que con toda su gente entrase por la parte de un gran barrioque los enemigos teníanen que había más de mill casasy él entró a piepor otraporque no había espacio donde los caballos anduviesen. Dixo a lossuyos: «¡Eaamigosacabemos ya con estos perrosque tantas nos han hecho ycon quiencomo fierasno vale razón! Echemos ya este negocio a un cabo oacabemos aquí todosque ya no hay quien lo sufra.» Fue el intento de Cortésestrechar a los enemigos cuanto pudiesepara hacerlos venirsi posible fuesea que todos no acabasen.

Hubo por la una parte y por la otra tan bravo y recio combate y tan granresistencia en los contrariosque por muchas horasduró más que otro algunocon tanto derramamiento de sangre y tantas muertesespecialmente de losmexicanosque a porfía se metían por las espadasque las calles y el aguatodonadaba en sangre.

Señaláronse este día muchos de los españoles e muchos de lostlaxcaltecasque no parescían hombressino iras del cielo. Ganaron losnuestros todo aquel barrioaunque con gran trabajo y muchas heridasporquepeleaban con desesperados y con hombres que no deseaban más que morirvengandocuanto pudiesen sus muertes. Cortéspor su partelos arrinconó muchohaciendo en ellos horrible y espanto estrago. Finalmentefue tan grande lamortandad que se hizo en ellosque muertos y presospasaron de doce millhombrescon los cuales los tlaxcaltecas e los otros indios amigos usaron detanta crueldadque por ninguna víaa ninguna suerte de personamujerniñoo viejodaban la vidaaunque Cortés y los otros Capitanes más losreprehendiesen y castigasenrespondiendo que aquéllos eran sus mortales yantiguos enemigos y que mataban a todos porque ni hubiese mujeres dellos quepariesen ni criasenni que en ninguna manera pudiesen ser provechosasy quelos niños no habían de crescer ni vivir para ser tan malos como sus padresyque los viejos no hacían menos mal con los consejos que los mozos con lasarmasy que por esto era bien que dellos no quedase memoriay ciertoaunquedecían estola causa principal era su condisción natural ser tan vengativos ytan poco inclinados a perdonarque por muy pequeñas causas hay entre ellosmortales enemistadesno condolesciéndose los unos de los otrosaunque losvean en extrema nescesidadbastante pruebadexada la ley cristianaque a locontrario nos obligade mujeril y afeminado ánimovil y ajeno de todagrandeza y nobleza de hombres dignos de tal nombre.



 

 

Capítulo CLXXXIX

Cómo otro día Cortés volvió a la ciudad y de cómo losenemigos le llamarony de lo que le dixeron.

Otro día siguiente tornó Cortés a la ciudad; mandó a los suyos que enninguna manera peleasen ni hiciesen mal a los mexicanoslos cualescomo vierontan gran multitud de gente sobre sí y conoscieron que sus mismos vasallos aquien ellos solían mandar los venían a matary los habían puesto y poníanen tan estrecha nescesidad cuanta mayor no podía serpues asolada ya casi todasu ciudadno tenían donde poner los piessino sobre los cuerpos muertos delos suyosdecían y clamaban: «Habed yacristianose vosotrosnuestrosnaturales (aunque mortales enemigos) misericordia de nosotros; despenadnos ya ysacadnos de tanta desventura; acabadnos ya; quitadnos la vidaporque la muertees mejor que ella.»

Dichas estas palabrasciertos principales dellos a mucha priesa rogaron aciertos españoles que más cerca estaban que en todas maneras les llamasen aCortésporque le querían hablare como todos los españoles deseaban que yaaquella guerra se concluyese y tenían gran lástima del mal que aquéllospadescíanholgaron mucho de ir a llamar a Cortéspensando que ya queríanpaz.

Llegados los españoles do Cortés estabacon mucho contento le rogaron eimportunaron se llegase a un albarrada donde estaban ciertos principales que congrande ansia le deseaban hablarel cualaunque sabía que había de aprovecharpoco su idadeterminó de irasí por complacer a los que se lo importunabancomo porque no dixesen que no hacía todo lo que era en sí para atraer a suscontrariosaunque estaba cierto que en el señor y en otros tres o cuatroprincipales estaba y había de estar la endurescida porfíaporque la otragentemuertos o vivosdeseaban ya verse fuera de allí.

Llegadopuesal albarradadixéronle los indios principalesque puesellos le tenían por hijo del soly el sol con tanta brevedad como era un díay una noche daba vuelta a todo el mundoque por qué él asíbrevementenolos acabada de matar y los despenabaporque aunque la muerte siempre la habíanhuidocomo a cosa tan aborrescible y temerosaahora la amaban y deseaban muchomas que la vida cuando estaban en su prosperidady que ya entendían que podíaser tan mala la vida que fuese peor la muertey que pues ellos viviendomoríanle suplicabansi como decían era clemente y piadosoque en todo casomuy presto los acabaseporque ellos se querían ir al cielo con su diosUchilobus (este era el principal ídolo que ellos adoraban) que los estaba alláesperando para darles descanso y agradescerles mucho haber muerto en suserviciocegueraciertolastimosa y digna de llorar.

Cortés a estas palabras les respondió muchas cosasdesengañándolos delerror en que estaban; ofrescióles mucha amistadgran tratamiento y la libertadque quisiesen; y ninguna cosa aprovechótanto puede el demonioviendo en losnuestros más muestras y señales de paz que jamás ningunos vencidos mostraroncon ser ellospor la bondad de Diossiempre vencedores.



 

 

Capítulo CXC

Cómo Cortés invió un principal mexicano que tenía preso ala ciudady de lo que le dixoque hiciesee cómo los suyos le sacrificaron.

Puestospueslos enemigos en el extremo que tengo dichocomo estaban tandeterminados de moririmaginaba Cortés cómo podría apartarlos de tan malpropósitoy asírevolviendo consigo muchas cosashalló que era bieninviarles una persona muy principal que dos o tres días antes había preso enel combateun tío de Don Fernandoseñor de Tezcucopara que éstecomopersona tan señalada y a quien respectarían y darían todo crédictolespersuadiese a que mudasen parescere así como lo pensólo llamóal cualdixo: «Yo sé que tú eres caballero y de los más principales de la ciudad;estás mal herido; hante curado por mi mandadoporque así lo tenemos loscristianos de costumbreespecialmente con las personas tan principales comotú; en mi poder estáspara hacer de ti lo que quisiere; yo quieropor queveas que no pretendemos más que vuestra amistadque tú escojas lo que másquisiereso estarte con nosotros en la libertad y autoridad que tenías en tuciudadoaunque no estás bien sanovolverte a ella con algunas cosas que yote daré; e si esto último quiereshasme de dar la palabracomo caballerodehacer lo que yo te rogare.»

El prisionero se alegró mucho con lo que Cortés le dixoy como el amor dela patria puede tantole dixo que la una merced y la otra eran muy grandes yque cada una dellas le obligaban a morir por élcuanto más a hacer lo que lemandasee que pues le daba a escogerque él quería volver a la ciudad conlos suyosdonde había nascidoy que en lo demás le daba su palabracomocaballeroe por sus dioses inmortales prometíade hacer con toda fidelidad loque le mandase.

Entendido esto por Cortésle dixo: «Lo que te ruego mucho que hagas es quecuando te veas con Guautemucín le digas el tratamiento que yo te he hechoypues vees que no pueden escapar de morirsi no se dan por nuestros amigoslepersuadas cuanto pudieres se dexe de porfiar másporque yo le dexaré tan granseñor como ahora esporque yo no pretendo más que su amistad. Cata aquíropas ricas y plumajes que llevespara que con verdad puedas decir lo bien quecontigo lo he hechoe irán contigo de mis soldados hasta ponerte dondeGuautemucín está.»

Tornó a replicar el prisionero que aquello él lo haríapor lo bien queles estaba y porque él se lo mandabay que antes de dos días después délllegado sabría la fidelidad con que él lo hacía. Con esto se despidió bienalegre y bien acompañado.

Los españoles le entregaron a los de la ciudadlos cuales lo rescibieroncon mucho acatamientocomo a persona tan señalada; lleváronle luego delantede Guautemucínsu señory como en su presencia comenzó a tratar el buentratamiento que había rescebido y a decir cuán bien sería que se tratase depazGuautemucínmuy enojadono dexándole pasar adelante con su razónlemandó luego sacrificar; de manera que élque quiso más volver a su patria ytan heridoque quedar con tan buen tratamiento entre los extrañosmurió porhacer el deberqueriendo lo que no quisierasi supiera lo que escogía. Conestola respuesta que dieron fue venir con grandes alaridosdiciendo que noquerían sino morirtirando contra los nuestros muchas varaspiedras yflechaspeleando tan bravamente que mataron un caballo con un dalle que unotraíahecho de una espada de las nuestrasperoal caboles costó caroporque murieron muchos dellos.



 

 

Capítulo CXCI

Cómo otro día entró Cortés en la ciudady de lo que dixoa ciertos principales della y de lo que ellosllorandole respondieron.

Otro día Cortés tornó a entrar en la ciudade ya estaban los enemigostalesque a los indios amigos no se les daba nada de quedarse a dormir en laciudad. LlegadopuesCortés a vista de los enemigosno quiso pelear conellossino andarse paseando por la ciudadporque tenía creído que cada horase habían de salir della y venirse donde los nuestros estabany por másinclinarlos a ellose llegó cabalgando cabo una albarrada que tenían bienfuerte. Llamó a ciertos principales que estaban detrása los cuales élconoscía; díxoles que pues se vían tan perdidos y conoscían quesi élquisieseen un hora no quedaría ninguno vivo dellosque por qué no venía ahablarle Guautemucínsu señorque él prometía de no hacerle mal ningunoeque queriendo él y ellos venir de pazque serían dél muy bien tratados y quecobrarían todo lo que por su culpa habían perdidoy que estuviesen ciertosque esto sería asíporque era costumbre muy antigua entre los Capitanesespañoles cumplir la palabra que diesene que pues el señorcomo ellosdecíansu enemigotenía tanta lástima dellosque era más razón que ellosla tuviesen de sípues con sólo querer paz (que no solamente los hombrespero los brutos animalesen su génerosiempre conservan)vendrían a tenertodo lo que deseaban. Estas y otras muchas razones les dixo Cortéscon que losprovocó a muchas lágrimasy asíllorandole respondieron que bienconoscían su yerro y perdición e que ellos querían ir a hablar a su señor;que no se fuese de allíporque presto volverían con la repuesta.

Cortés holgó mucho destoaunque quedó dubdoso si Guautemucín vendría ono. Los indios volvieron desde a un rato; dixéronle que porque ya era tarde suseñor no veníapero que otro día a mediodía vendríasin dubdaa hablarleen la plaza del mercado. Creyólo Cortésporque se lo dixeron con granvehemenciamostrando gran contento a venir con aquella respuesta.

Volvióse Cortés con los suyos al reale para que Guautemucín y aquellosseñores entendiesen lo mucho que deseaba su amistad y lo mucho en que lostenía y deseaba honrarproveyó luego que para otro díaque en aquelcuadrado alto que estaba en medio de la plaza donde se puso el trabucoseadereszase un estrado el más sumptuoso que ser pudiesecomo los indiosseñores lo acostumbrabandonde Guautemucín y los otros señores se asentasene por que no faltase nadaentendiendo que no les había sobrado la comidamandó se adereszase muy bien de comer. Hízose todopara en aquel tiempo bienespléndidamente.



 

 

Capítulo CXCII

Cómo Cortés salió a lo puesto e Guautemucín no vinoe delo que invió a decir e Cortés respondióy de las demás cosas que pasaron.

Otro día de mañana fue Cortés a la ciudadavisando primero a la gente queestuviese apercebidaporque si los de la ciudad tuviesen tratada algunatraicióndebaxo de pacesno los tomasen descuidadosy lo mismo mandó avisara Pedro de Alvaradoque todos habían de ir juntosaunque por diferentepartesa dar asiento en aquel negocio.

Como Cortés llegó al mercado invió a decir a Guautemucín cómo él estabaesperandoel cualcomo inconstante y mudable (como los más de su nación)aunque Reyhabía mudado propósitodeterminando de no irpero por no hacerclara fealdadinvió a Cortés cinco muy principales señoresque Cortés denombre y comunicación bien conoscíalos cualesde parte de Guautemucínledixeron que en todas maneras le perdonase porque no veníaque tenía muchomiedo y empacho (palabras naturales de los indios) de parescer delante délyque también estaba mal dispuestoy que ellos estaban allí. Esto dixeronaquellos señores de su parteque viese lo que mandabaporque ellos lo haríancon toda voluntad; e aunque el señor no vinoholgó mucho Cortés que aquellosseñores viniesenporque paresció que habría camino de dar presto conclusióna lo que él tanto deseaba.

Rescibiólos con muy alegre semblantehonrólos muchomandólos sentar enaquel estradohízoles dar luego de comer y beberen lo cual mostraron bien eldeseo y nescesidad que dello tenían; y después de haber comido les dixo quehablasen a su señor y le dixesen que pues a ellos había rescebido con tantavoluntad y se había holgado con ellosque qué haría con él; por tantoqueno se excusase con decir que tenía temorporque él le prometía de no hacerleningún enojoni decirle cosa que le pesasesino antes darle todo contento yplacery que pues sin su presencia no se podía dar asiento en cosaque leporfiasen a que viniese. Acabado de decir estoles mandó dar algunas cosas derefresco que llevasen para comerlos cuales se despidieron de Cortéshaciéndole grandes promesas de procurar que en todas maneras su señor viniese.

Contaron a Guautemucín todo lo que había pasadodiéronle el refresco quellevaban; volvieron desde a dos horastraxeron a Cortés ciertas mantas dealgodón ricas e dixéronle que en ninguna manera Guautemucín su seño vendríani pensaba venir y que era excusado hablar más en ello.

Cortésreplicandodixo que él no sabía la causa por qué Guautemucíntanto se recelaba de venir ante élpues vía que a ellosque él sabía habersido los principales causadores de la guerra y que la habían sustentadoleshacía tan buen tratamientodexándolos ir e venir tan seguros y sin rescebirenojo; por tantoles rogaba tornasen a hablar a Guautemucín e cargasen muchola mano en suplicarle de su parte viniese y como Rey cumpliese su palabrapuesa él y a ellos les convenía y les iba el todo en hacerlo y él no alineaba porotra cosa que por su provecho. Ellos le respondieron que así lo harían e quede suyo le dirían otras muchas cosas e que otro día volverían con larepuestae así se fueron y también Cortés a su real.



 

 

Capítulo CXCIII

Cómovolviendoaquellos señoresdixeron a Cortés seviniese a ver con Guautemucíne de cómo volvió a faltare cómo Cortéscombatió unas albarradas e de la gran matanza que en los enemigos hizo.

Otro díabien de mañanaaquellos señores vinieron al real de Cortés;dixéronle que se fuese a la plaza del mercado de la ciudadporque su señorquería venir a hablarle allí. Cortésaunque tantas veces burladoengañándose con el gran deseo que tenía de verse con Guautemucíncreyendoque fuera asícabalgó para allá. Estúvole esperando más de cuatro horas ynunca quiso venir ni parescer ante éle como vio la burla y que ya se hacíatarde y que ni los señores de Guautemucínveníaninvió a llamar a losindios amigosque habían quedado a la entrada de la ciudadcasi una legua dedonde él estaba. Habíales mandado que no pasasen de allíporque los de laciudad le habían pedido que para hablar en las paces no querían que ningunodellos estuviese dentroy como estaban a piquehechos ya a la presanotardaron nadani tampoco los del real de Alvaradoy como todos llegarondíxoles Cortés: «¡Eatiacanes (que quiere decir «valientes»)pues estosperros no quieren pazdémosles guerra!» Con esto comenzó a combatir unasalbarradas y calles de agua que teníanporque ya no les quedaba otra mayorfuerza. Entróles Cortés y los indios amigose al tiempo que Cortés salió desu realdexó proveído que Gonzalo de Sandoval entrase con los bergantines porla otra parte de las casas donde los enemigos se hacían fuertespor manera queestuviesen cercadosy habíale avisado que no los combatiese hasta que vieseque él los combatía.

Comenzado el combateestando los enemigos así cercados y apretadosnotenían paso por donde andarsino por encima de los muertos y por las azoteasque les quedabany a esta causani tenían ni hallaban flechasni varas nipiedras con que ofender a los nuestros. Andaban los indios amigos con espadas yrodelas entre los nuestrosy como estaban favorescidoshacían maravillas.

Fue tanta la mortandad que en los enemigos los nuestros y ellos hicieronasí por el agua como por la tierraque aquel día pasaron de más de cuarentamill hombres los muertos y presosy era tanta la grita y lloro de los niños ymujeresque no había persona a quien no quebrasen el corazónespecialmente alos nuestros españolesque entre todas las nascionesde su naturalcondisciónson más clementes y piadosose así tenían más que hacer enestorbar a los indios amigos que no matasen ni fuesen tan cruelesque no enpelear.

Estaban los indios amigos tan encarnizados que fue más de fieras que dehombres su crueldadtanto que por ninguna vía podían ser estorbadosantescomo sangrientos leonesmataban y despedazaban a los mexicanosque eran susnaturales y de su ley e nascióne asíescribiendo esto Cortésdice que enninguna generación se vio crueldad tan fuera de toda orden de naturaleza.

Hobieron este día gran despojoen que los nuestros tampoco fueron partepara estorbárseloporque ellos eran más de ciento y cincuenta mill hombres elos nuestros hasta nuevecientose así no bastó ningún recaudo ni diligenciapara estorbarles que no robasenaunque los nuestros hicieron todo lo posibleeuna de las cosas por qué Cortés los días antes había rehusado de venir enrompimiento con los de la ciudadera porquetomándolos por fuerzahabían deecharcomo lo hicierontoda su riqueza en el aguay donde hasta hoy nunca haparescidoque fuesegún algunos dixeronincreíblee por el estrago que losindios amigospor robarhabían de hacer en ellosque son a hurtar taninclinadosque a cualquier cosapor chica que sease abalanzan; e porque yaera tarde y los nuestros no podían sufrir el mal olor de los muertos (que erapestilencial)se fueron a sus realespesándoles de no haber hallado voluntaden Guautemucín para que aquel estrago tan grandeque ellos no habían podidoevitarse excusase.

Aquella tardeque volvió tempranoproveyó Cortés que para el díasiguiente que había de entrar en la ciudad se aparejasen tres tiros gruesospara llevarlos por delanteporque temió que como los enemigos estaban tanjuntos y no tenían por donde se rodearqueriéndoles entrar por fuerzapodrían entre sí ahogar a los españolese quería desde afuera con los tiroshacerles algún daño para provocarlos a salir de allí contra los nuestros.Proveyó asimismo que Sandoval entrase con los bergantines por un lago de aguagrande que se hacía entre unas casas adonde estaban todas las canoas de laciudad recogidase ya tenían tan pocas casas donde poder estarque el señorde la ciudad andaba en una canoa con ciertos señores y principalesque nosabía qué hacer de sí.



 

 

Capítulo CXCIV

Cómo otro día Cortés volvió a la ciudadcomo lo teníaordenadoy cómo un gran señor que se decía Ciguacoacín hablé a Cortésyde lo que él proveyó para que los indios amigos no hiciesen estrago en los quese daban.

Siendo ya de día hizo Cortéssegún tenía ordenadoapercebir toda lagente y llevar los tiros gruesosinviando a mandar a Pedro de Alvarado que leesperase en la plaza del mercado y no diese combate hasta que él llegaseyestando ya todos juntos y los bergantines apercebidosfue en buen orden contodos ellos por detrás de las casas del aguadonde estaban los enemigos.Mandó que en oyendo soltar un escopetaentrasen por una pequeña parte queestaba por ganar y echasen los enemigos al agua hacia donde los bergantineshabían de estar a puntoavisándoles mirasen mucho por Guautemucín ytrabajasen de lo tomar vivoporque de aquello pendía cesar la guerra e venirsede paz otras muchas provincias.

Cortés se subió en un azoteae antes del combate habló con algunosprincipales de la ciudadque conoscía. Díxoles con palabras muy amorosas econ que mostraba condolescerse mucho de su miseria y aflicciónque por quécausa Guautemucín no quería venir y estaba tan rebelde en lo que a él y a lossuyos tanto convenía; que les rogaba que antes que a todos los destruyesepuesse vían casi sin armas y de todas partes cercadosque le traxesen aGuautemucíny de su parte le dixesen que ningún temor hobiese de parescerdelante délporque le trataría muy como a señore que donde noque mirasepor sípues no podía vivo o muerto escapar de sus manos.

Movieron mucho estas palabras aquellos principalesdos de los cualessinresponder palabraparesció que lo iban a llamare desde a poco volvió conellos uno de los más principales de todos ellosque se llamaba CiguacoacínCapitán y Gobernador de todos ellospor cuyo consejo se seguían todas lascosas de la guerra. Cortés le mostró muy buen rostropara que se asegurase yno tuviese temor de decir lo que quisiesee al findespués de muchas razonescomedidasdixo que en ninguna manera Guautemucín vendría ante su personaporque tenía determinado de morir primero que hacer otra cosay que a él lepesaba mucho destoporque no podía alcanzar otra cosa de su señor; por tantoque hiciese lo que quisiese.

Cortéscomo vio estoenojadoy con razónle replicó: «Ahorapuessois tan malostan rebeldes y tan sin juicioapercebíosque yo os quieroluego combatir e no dexar hombre de vosotros a vida; volveos y decid esto aGuautemucín.» Ellos se fuerony como en estos conciertos pasaron más decinco horase los de la ciudad estaban todos encima de los muertos y otros enel aguae otros nadando e otros ahogándose en aquel lago donde estaban lascanoasque era espaciosoera tan grande la penamiseria y trabajo quepadescíanque los nuestrossin gran tristezano los podían mirare asíno pudiendo sufrir el terrible hedor y el verse acabarsin respecto nimiramiento del señorpor momentos salía infinito número de hombres ymujeresniños y viejos hacia los nuestrose por darse priesa a salirunos aotros se cebaban en el agua y se ahogaban entre aquellos cuerpos muertosloscualespor haber bebido agua salada e padescido tan gran hambre e atosigadoscon el pestilencial hedor de los que primero moríanvinieron a ser tantos quepasaron de sesenta mille porque los nuestros no entendiesen la nescesidad enque estabanni echaban los cuerpos muertos al aguaporque los bergantines notopasen con ellosni los sacaban fuera de sus casasporque los nuestros no losviesen en las callesfue causa de que entre ellos hubiese mayor mortandad; easíno pudiendo ya desimular el negociovinieron los nuestros a hallar porlas calles montones de cuerpos muertosy lo mismo dentro de las casasdemanera que los nuestros no tenían dónde poner los piessino sobre cuerposmuertose como se salía tanta genteproveyó Cortéscomo hombre tan piadosoy cristiano que eraque por todas las calles estuviesen españoles de guardapara estorbar que los indios amigos no se encruelesciesen y encarnizasencomosolíanen aquellos miserables. Lo mismo mandó a todos los Capitanes de losindios amigosy no se pudo tanto estorbarcomo eran tantos los unos y losotrosque aquel día no matasen y sacrificasen más de quince mill.



 

 

Capítulo CXCV

Cómo Cortésvista la rebeldía de los mexicanosloscombatióe cómo Garci Holguín prendió a Guautemucín e al gobernador y delo que más pasó.

En estotodavía los principales y gente de guerra de la ciudad se estabanarrinconados en las azoteas y casas que les quedabanque eran bien pocasdondeya no les aprovechaba la desimulación ni había ya lugar de inventar ardidescon queestando flacosfingiesen fortalezaporque ya su perdición y flaquezaestaba claray con todo estocomo se venía la tarde y ellos no se queríandarhizo Cortes asestar los dos tiros gruesos hacia ellospara ver si sedarían. Hizo esto por dos causas: la una por espantarlos y amedrentarlos; laotrapor hacerles menos dañoque le rescibieran muy grandedando licencia alos indios amigos que les entrasen.

Hicieron los tiros algún dañopero como tan poco aprovechómandódisparar la escopetay en disparándola fueron acometidos por los nuestros etomaron y ganaron aquel rincón que tenían y echaron al agua los que en élestabany otros que quedaban sin pelear se rindierony los bergantinesentraron de golpe por aquel lagorompiendo con gran furia por medio de la flotade las canoasy la gente de guerra que en ella estabaturbadaconfusa ydesfallecidano sabía dónde estaba ni levantaba las manos a tomar armaseasí los de los bergantines no hicieron más de rendirlos.

En esta victoria fue grande la ventura de un Capitán que se decía GarciHolguínel cualviendo que una canoaen la cual le paresció que iba muchagente de maneray que a toda furia huía de entre las otras canoasaguijó consu bergantínque iba a vela y remosy acercándosecomo llevaba en la proadel bergantín dos o tres ballesterosmandó que encarasen contra los de lacanoalos cuales hicieron luego señal que no tirasenporque estaba allíGuautemucín. Saltó de presto Garci Holguín en la canoa y luego tras dél doso tres compañeros; prendió a Guautemucín y a Ciguacoacín y al señor deTacuba y a otros principales que con él iban.

Estuvo muy en sí Guautemucínmostrando semblante de muy valientePríncipecontentocomo después diréde haber hecho todo lo que pudo.Tratóle Garci Holguín con mucho comedimientocostumbre de los españolescuando rinden a sus contrariosporque conoscen (como ello es) ser varia lafortuna de la guerra y que el que hoy vence puede mañana ser vencidolo quemuchosciegos con la prosperidad presenteno consideran.



 

 

Capítulo CXCVI

Cómo Garci Holguín llevó preso a Guautemucín a Cortés yde lo que entre los dos pasó.

Muy alegrecomo era razóny muy acompañadoasí de indios amigos como deespañolesGarci Holguín llevó a Guautemucín delante de Cortés a un azoteadonde estabaque era junto al lago. Iban con Guautemucín otros señores muyprincipales presosque en su rostro y semblante mostraban más pesar de ver asu señor preso que de irlo ellos.

Cortés le rescibió con alegre rostrono mostrándole riguridad devencedor. Mandóle asentar a par de síe primero que le hablase palabralevantándose Guautemucínle dixo muy reportado y con gran ánimo:«Invencible y muy venturoso Capitán: Hasta este punto yo he hecho todo lo quede mi parte era obligado para defender a mí y a los míos contra su gran poder.Si mis dioses o mi fortunao tu Diosque debe ser muy poderosome han sidocontrariosno tengo yo la culpade que estoy muy contento. En tu poder metienes; tu prisionero soy; haz de mí a tu voluntad»e poniendo la mano en unpuñal que Cortés traíale dixo que la mayor merced que le podría hacersería matarle con aquel puñalporque él iría muy descansado donde estabansus diosesa rescebir dellos la honra y gloria que su firmeza merescíaespecialmente habiendo muerto a manos de un tan famoso Capitán.

Cortésque tan piadoso era como sabiodesimulando el sentimiento que de lamudanza de fortuna con tan gran señor en su pecho sentíale dixo: «Muyvaliente y poderoso Rey: No es de fuertes y valerosos Capitanescuando sonvencidos por otrospedir la muerteque tantono solamente los hombresperolos brutos animales procuran evitary estonces los valientes caballeros le hande tener en poco cuandoo no la pueden excusaroviviendoquedan afrentados.Tú has hecho el deber y no tienes tú culpasino tu fortunay asíno tetendré yo en menossiendo vencidoque si fueras vencedor. Por tantoalégrate y no desmayesque más te quiero vivo que muerto y el tiempo te dirálo bien que yo te he querido.»

Mucho se alegró Guautemucín con estas palabrasporque mostró luego otrosemblantey como así le vio Cortésle rogó que desde aquella azotea hicieseseñal a los suyos que se diesen. El lo hizo con mucha voluntady ellosqueserían hasta setenta milldexaron las armasaunque ya estaban talessegúntengo dichoque poco o nada se podían aprovechar dellas; e así preso este tangran señorcesó luego la guerra de Méxicocon grande espanto de los de laciudad y maravilla de todos los de la comarca.



 

 

Capítulo CXCVII

En qué día se tomó México y cuánto duró el cerco dellay de la memoria que hoy se hace de su victoriay de otras cosas.

Tomóse México martesdía de Sant Hipólitotrece de Agosto del año demill y quinientos y veinte e uno. Duró el cerco hasta este díaque fue(según escribe Cortés) desde treinta de Mayo del mismo añosetenta y cincodíase muchos conquistadores dicen que pasaron más de ochenta. Sea lo uno olo otrolo que consta y está claro de lo pasadoes el gran trabajo que losnuestros tuvieronlos peligros y desaventuras que tuvieronla porfía y tesónque hubo en los unos y en los otrosdonde los españoles mostraron sus personastan aventajadamente como atrás queda dichoaunque en la antigua España nofaltaron émuloscomo los tienen todos los claros hechosque dixeron no haberhecho mucho Cortés y los suyos en haber conquistado hombres desnudos; y vino atanto la envidia déstosque dixeron haber peleado con gallos de papadahabiendo hecho la más memorable y hazañosa hazaña que tantos por tantoshicieron en el mundoporque deciraliende de otros grandes bienesel quehicieron en abrir puerta para dar a la Corona Real de Castilla tantos reinos yseñoríos como hay en las tres partes del antiguo mundosería nunca acabar.

Edificaron luego los nuestros una iglesiaen memoria y comemoración deaquella tan insigne y nunca oída victoriaa Sant Hipólitoen aquella parte ylugar donde saliendo los nuestros de Méxicomurieron dellos más deseiscientosa la mano derecha de la calzadasaliendo de la ciudadaunquecomo tengo atrás dichodonde los más murieronque es un poco antes en lamisma calzadaun conquistador edificó una ermita. Ambos templos están hoy enpieaunque mal reparados.

Acostumbra casi desde estonces el Regimiento y Cabildo desta ciudad sacar elestandarte la víspera deste sancto y el día siguiente por la mañanacon lamayor pompa y autoridad que puede; sácanle los Regidores por su ordenaunquepor merced particular de Alférezle sacó una vez Rodrigo de Castañeda.Acompáñanle el VisorreyAudienciaArzobispo y Obispos que al presente sehallancon todas las demás personas principales de la ciudad. Sácanle de lascasas de Cabildo e vuélvenle a ellas. Hay misa cantada y sermón aquel díaeyo he predicado algunas veces.

Tuvo Cortés sobre Méxicocuando menosdocientos mill hombres de indiosamigosy de españoles cuando más nuevecientosochenta caballosdiez e sietetiros de artilleríatrece bergantines y seis mill canoas. Murieron de losespañoles hasta cincuentay seis caballosy de los indios amigospara sertan grande el númerono muchos. De los contrarios murieron más de docientosmillporque no había cuento con los que mató la hambre y pestilencia.

Notaron los nuestros una cosa no digna de olvidarque los recién muertoshedían y después no hacían gusanostanto que como carne momia se enxugabanen muy brevede manera que tomando a uno por el pie le levantaron enterocomosi fuera hecho de cañahexas. La causa desto se cree que era el comer poca carneo ningunasino era la que de cuando en cuando comían de los que sacrificabanporque de la de los suyos siempre se abstuvieron; su cotidiana comida eratortillas y agicomida muy enxuta y que engendraba pocos humoresy caer loscuerpos sobre tierra salitrosa. Murieron muchos noblesporque fueron los quemás porfiaron. Bebían ruin aguamas no de la saladaporque es peor que la dela mar. Dormían entre los muertosde cuyo hedor inficcionados morían luegoinficcionando a otros.

No menos que ellos porfiaron las mujeresqueriendo morir con sus maridos ypadrestiniendo en poco la muertedespués de haber trabajado en servir losenfermoscurar los heridoshacer hondas y labrar piedras para tirar. Peleabancomo romanasdesde las azoteastirando tan recias pedradas como sus padres ymaridos.

Mandó Cortés que así españoles como indios saqueasen la ciudad. Losespañoles tomaron el oroplata y plumasy los indios la otra ropa y despojoque fue en gran cantidady mandó en lugar de luminariasseñal de públicaalegríahacer grandes fuegos en las calles y plazasy fueron tan grandes queestaba la ciudad tan clara como de día.

Aprovecharon mucho tantos y tan grandes fuegos para purificar el airequecon el hedor de tantos muertos encalabrinaba a los nuestros. Enterraron losmuertos como mejor pudieronherraron algunos hombres y mujeres por esclavos conel hierro del Rey; en México fueron pocosy asimismo en todo el tiempo queCortés gobernóporque volviendo Montejo de España con el hierro del Reyhizo junta en Sant Franciscode letradose cuanto pudo estorbó no se hiciesenesclavosy a esto (como escribe) se halló presente Fray Toribio Motolinea.



 

 

Capítulo CXCVIII

Cómo Cortés mandó guardar los bergantinesy de lospronósticos que precedieron de la destruición de México.

Hecho estomandó Cortés varar los bergantines en tierraponiendo engoarda dellos a Villafuerte con ochenta españoles para que indios no losquemasene a toda priesa mandó hacer unas atarazanas donde hasta hoy díaestán guardados y tan buenos y tan enteros como estonces.

Tiene hoy la tenencia destas atarazanas y fuerza el Alcaide Bernardino deAlbornozque también es Regidor de Méxicoy en estas y otras cosas se detuvoCortés cuatro o cinco díasy después pasó el real a Cuyoacán. Allíacudieron los señores y principales de las provincias que se habían hallado enel cerco y toma de México; vinieron muy de fiestadieron la norabuena aCortésalegrándose con su buen subceso; dixéronle muchas palabras de amorofresciéndose para cuando en otra cosa fuesen menester.

Cortésque muy alegre estaba (que cierto no hay cosa que más contento hagaal Capitán que la victoria de sus enemigos) los abrazó uno a unoy después atodos juntos les dixo que les tenía en gran mercedasí lo que por él habíanhechocomo la voluntad con que de nuevo se le ofrescíane que así élmiraría de ahí adelante por sus personas y estados como por sus cosaspropriasy que estuviesen ciertos de que procuraría cuanto en él fuese con elEmperador y Reysu señorde favorescerlospara que señores y vasallostodos de ahí adelante viviesen muy contentoslibres de toda opresión ytiranía. Con esto les dixo que se fuesen a sus tierraspues al presente nohabía en qué le pudiesen ayudarporque la guerra era acabadae que cuando lahobiese los inviaría a llamar. Con tantose despidieron casi todos muycontentos de lo que Cortés les había dicho y porque también iban ricos deldespojo y ufanos en haber destruído a Méxicoque tan aborrescible les era.

No son de callar los pronósticos que uno o dos años antes predescieron dela ruina y destruición de tan grande y tan temida ciudadprueba grande de lavariedad e inconstancia de la fortunaque jamás sabe [estar] mucho tiempo enun ser.

En aquel año que México se ganó oyeron aquellos vecinos dél algunasnoches gemir y llorar con muy grandes sospiros y gritosy esto de la medianoche abaxo. Despertaban los vecinos despavoridos e oían las voces lamentablese no hallaran a quien las dabade que tenía gran congoxa e gran recelo de loque después subcedió. Vieron en el mismo año muchas cometas en el cieloquevenían de hacia oriente e gran cantidad de mariposaslangostas y palomastorcazas que pasaban de vuelo hacia el ocidentecosa bien nueva a losmexicanos; y en este mismo año paresce quepor remate y fin desta tan dañadareligiónhubo más sacrificios que muchos años de los de atrás. Subcedióasimismoque es lo más horrible y espantosoqueviniendo unos indiosgrandes hechicerosde hacia la costa de la mar Océano que se dice Guatuscohicieron delante de Motezuma muchas maneras de juegos nunca vistasy entreotras se cortaban los pies y las manosque parescía muy claro correr la sangrey estar apartados los miembros cortados de los otrosy los juntaban luego comosi nunca los hubieran cortadoe Motezumapor ver si era ilusión o querealmente era lo que parescíamandó luego tomar de aquellos miembros yecharlos a cocer en agua hirviendo e que luego se los diesenpara ver sí losjuntaban como de antes. Desto se enojaron e agraviaron muchodiciendo que lesdaba mal pago por los servicios que le habían hechomas que ellos se veríanvengados por gente extraña y nunca vista y que él perdería el imperio ycuando menos catase vería la laguna tinta en sangre y sus casas quemadas yasoladas; con esto se fueron. Rióse Motezumapero levantándose una mañanatrayéndole agua a manosdesde un corredorcillo donde se solía lavarvio lalaguna y acequias coloradas como la sangre y muchas cabezasmanospies ybrazos cortados de indios; temorizóse muchoacordándose de lo que loshechiceros le habían dichoy con grande espanto e voces llamó a la gente desu guardia para que viesen lo que él había visto e víae venido no vieronnada más de a su señor extrañamente turbado y con mayor pena que antesenque no viesen los demás lo que él había visto. Quedó tal de allí adelanteque de ninguna cosa rescibía contento; invió a llamar a toda furia a loshechiceros; excusáronse cuanto pudieroncreyendo que Motezuma los mandaramatarpero al fin porfiados y asegurados con buenas palabras y donesvinierony aunque quisieran darle algún contentono pudieronpor ser las señales desuyo tan horrendo y espantosas. Dixéronle que en aquel año habría grandesguerras en su ciudadcon gentes nuevasde extraño traje y vestidurae que dela una parte y de la otra se derramaría mucha sangree por no desconsolarle ydesmayarle máscallaron el triste subceso que este pronóstico mostraba.Mandóles Motezuma por esto relevar los tribuctos que pagaban por toda su vida yhízoles mercedes de mucha cantidad de ropa e joyas ricascon que ellos fuerontan alegres como él quedó triste y congoxoso.

Libro sexto



 

 

Capítulo I

De un extraño caso que a Motezuma acaesció estandodeterminado de salirse de México.

Como Motezuma andaba ya con tan gran cuidado y tan sin contento por lo quehabía vistoentendiendo que en él se había de acabar el imperio mexicanotrataba consigo mismo muchas cosasunas contrarias de otraspersuadiéndoseunas veces que aquellos pronósticos habían de ser en su favore como elcorazón le daba siempre lo contrariodesmayabae para no verse en tan grandesmalesdeterminó de ausentarsey para hacerlo de manera que de nadie fueseconoscido ni sentidoa la media noche se metió en una recámara donde teníatodas sus riquezas. Desnudóse sus ropas e vistióse un cuero de hombrequeellos solían curar para vestirse (los que habían sido valientes y hecho cosasseñaladas) en su areitos y bailes; púsose un collar de oro con muchapedreríae tomó un báculo de palocon ciertos cascabeles al caboquesolían traer sus papase un encensario en la otra manocon brasas y encienso(que llaman copal). Desta manera salió sin ser sentidotomando el camino de lacalzada de Chapultepeque; no se sabe para do ibamás de que iba llorando ydando grandes sospirosvolviendo el rostro de rato en rato hacia la ciudad deMéxicosintiendo grandemente los males en que se había de ver.

En el entretanto el demonioque no quería que Motezuma se ausentase de laciudadacordó de aparescerse a un indiopobre pescadorque andaba con unacanoa pequeña buscando mariscosy estando cansado de andar en este exerciciose echó a dormir sobre la misma calzadae a media noche lo comenzó el demonioa llamar por su nombreQuahutín; díxole que dexase de dormir e viniese luegoa su llamado. Despertó el indioe como oía la voz e no vía quién lellamabatemió mucho y no osaba levantarse ni ir hacia donde le llamaban; eldemonio le tornó a llamar más reciodiciéndole no temieseque era uno desus dioses y el gran dios y su señory que si no venía le mataría luego. Elindio se animó; fue hacia do el demonio estaba; no se sabe qué figura tomómas de que le dixo: «Yo te tengo escogido para que me hagas un gran servicio;por tantosé hombre para elloque yo te haré grandes mercedes. Motezuma hade venir por aquí disfrazado y soloque no le conoscerás; abrázate con élllámale por su nombre y dile que adónde vay procura de hacer que se vuelvadiciéndole que Uchilobos está muy enojado y te mandó que cuando de suvoluntad no volviesele volvieses por fuerzae dieses mandado a losmexicanos.» El indio dixo que así lo haría. El demonio se despidióe deahí a pocoaunque hacía grande obscuridadel indio devisó a Motezumae yaque llegaba donde él tenía la canoale salió al camino; abrazólofuertemente e díxole: «¿Dónde vasMotezumaque dexas la ciudaddesamparadahuyendo como cobarde?; vuélveteque el Rey y Emperador como túno ha de hacer tan gran vileza; no dexes a los tuyospues ellos no te dexan ati; ten corazón y no hayas miedo de las gentes extrañas que vienenque en tucasa y reino estás; espera y anima a los tuyosque placiendo a nuestrosdiosestendrás victoria.»

Motezuma se espantó muchoporque yendo tan desconoscido le conosciesen yllamasen por su propio nombre y dixesen su pensamiento. Rogó al indio le dixesecómo se llamaba y quién le había dicho su nombre y pensamiento. El indio nocuró de responderle a esto; porfióle se volviese a su casa y que en ella lediría lo que pasaba; finalmentepudo tantoaunque resistía mucho Motezumaque le hizo volvere metidos en la recámarale contó muy por extenso lo queel demonio le había dicho y mandado. Motezumaviendo que por ninguna otra víapodía ser conoscido y que era aquella la voluntad de Uchilobosdeterminó deesperar lo que viniese; dio al indio las joyas y plumas que llevabamandándoleque otro día volviese a su casay queso pena de la vidade lo que habíapasadono diese cuenta a nadieporque luego sería descubiertopues lo habíasido él saliendo más secreto. El indio calló por muchos días.

Volvió luego otro día a casa de Motezumahablóle a solasllamándoleprimero Motezumaporque le conosció; cargóle de mucha ropay de pobre hombrele hizo caballero rico. Déste descienden hasta hoy ciertos indios principalesque viven en el barrio de Sant Joan de México.



 

 

Capítulo II

De la diligencia que puso Cortés en saber del tesoro deMéxicoy de otras cosas.

Tomada la ciudad (según dicho es) y cumplidos los pronósticos de sudestruiciónCortés y los suyos con toda diligencia procuraron saberasí deltesoroe que valía más de sietecientos mill ducadosque a la sazón quesalieron de México habían perdidocomo del que Motezuma y otros señores ylos ídolos tenían; y fue cosa muy de notar que siendo el un tesoro y el otrotan grandescon cuanta diligencia los nuestros pusieronno pudieron hallarrastro dellos; y como Cortés y los suyos deseaban quedar ricosen premio desus largos y grandes trabajose inviar al Emperador de su quinto gran cantidadde oro y plata e joyaspara que entendiese la prosperidad de la tierra y elgran servicio que le habían hechoa instancia de los Oficiales de la RealHaciendamandó Cortés dar tormento a un señorvasallo de Guautemucíny almismo Guautemucínel uno puesto frontero del otro. Era el tormento de fuegoeapretando más al vasallo que a Guautemucínno le pudieron hacer confesardónde el tesoro estabao porque no sabía dél (que esto no es muy creíble) oporque (que esto es más cierto) tienen tan gran fidelidad y lealtad losvasallos y criados a sus Reyes y señoresque primero se dexan matar quedescubrir secreto que sus señores les confían; pero como el fuego le ibasiempre fatigando másvolvió los ojos dos o tres veces a Guautemucín comodándole entender le diese licencia de descubrir lo que sabíae no permitieseque acabase la vida con tan rabiosa muerte. Guautemucínque le entendiólemiró con rostro airado e le dixo: «Caballero vilapocado e inconstante¿qué me mirascomo si yo estuviese en algún baño o en otro algún deleite?;haz lo que yopues soy tu señor.» Pudieron tanto estas palabrasque elcaballero sin descubrir cosa ningunacon gran esfuerzo y constancia acabó lavida; e paresciéndole a Cortés que era gran crueldad poner en los mismostérminos a Guautemucínle mandó quitar del tormento. Fue después Cortésacusado desta muerte en su residenciae descargóse bastantemente con probarque el Tesorero Julián de Alderete se lo había requeridoy porque paresciesela verdadporque muchos de los compañeros de Cortés afirmaban que él teníausurpado el tesoro.

Finalmentedespués de hechas grandes diligencias e buscándole por muchaspartesno pudieron hallar más de una gran rueda de buen oro e ciertas rodelastambién de orocon algunas piezas de artillería de las que los indios habíantomado a los nuestros con lo demás a la salida de Méxicoque hallaron en unaacequia que estaba junto a las casas de Guautemucín. Lo demásque dicen serde increíble prescio y estimahasta hoy nunca ha parescidoni se creeparescerá; de donde se colige que siendo tantoe que no podían dexar desaberlo muchas personasser espantoso el secreto que estos bárbaros guardaronpuesni aun muriendolo quisieron descubrir a sus hijos.



 

 

Capítulo III

De lo que se hubo del despojo de Méxicoy de lo que cupo alEmperador de su quinto.

Pasó Cortés a la ciudad de Cuyoacán después de haber descansado en sureal cuatro o cinco díasdando orden en muchas cosas que conveníanydespués que tuvo recogido el despojo de oro y platacon parescer de losOficiales del Reylo mandó fundir. Hecho esto y pesadomontó ciento ytreinta mill castellanos. Repartiólos Cortés entre los que habían servidosegún la calidad y méritos de cada uno. Cupieron al Rey de quinto veinte yseis mill castellanossin los esclavos e otras cosas muchas de plumajesjoyasmantas de algodón ricas e algunas piedrasaunque no de mucho valoraliende deuna vaxilla de orolabrada con piedrasen que había tazasjarrosplatosescudillasollas e otras piezas de vaciadizoharto extrañas de verunas comoavesotras como peces y como animales e otras como fructa y florestodas tanal vivoque parescían naturalessin otras muchas joyas de hombres y mujeres ealgunos ídolos e cebratanas de oro e platatodo lo cual valía ciento ecincuenta mill castellanosaunque otros dicen que dos tantos. Cupiéronleasimismo muchas máscaras musaicas de pedrecitas turquesasque ni son de tumboni de mucho prescio; tenían algunas puntas razonables con las orejas de oro ylos ojos de espejos y los dientes de hombressacados de algunas calavernasmuchas ropas de diversas maneras y colorestexidas de algodón y de pelos deconejoque es del pelo de las liebresde la barrigaque en estas partes songrandes y berrendasaunque también de la misma parte pelan algunos conejos.

Inviaron con esto huesos de grandes gigantesde los cuales después acá sehan visto algunosespecialmente una calaverna en que cupo más de dos arrobasde aguay aun dicen muchos (que yo no la vi) que cuatro. Inviaron tres tigresuno de los cuales se soltó e mató dos hombres e hirió seis y se echó a lamar; mataron los otrospor excusar otro daño como el pasado.

Muchos inviaron dineros a sus parientese Cortés invió cuatro mill ducadosa sus padres con Joan de Riberasu secretario.

Llevaron esta riqueza Alonso de Avila e Antonio de QuiñonesProcuradoresgenerales de México y de todo lo conquistadoen tres carabelaslos dos de lascuales que llevaban el tesorotomópor gran ventaja que llevabaun cosariofrancés llamado Floríny esto más allá de las islas de los Azoresel cualcasi en el mismo tiempo tomó también otra nao que iba de las islas con setentay dos mill ducadosseiscientos marcos de aljófal y perlas y dos mill arrobasde azúcar.



 

 

Capítulo IV

De lo que con los procuradores escribió Cortés al Emperadory de lo que de Cortés le escribió el Cabildo de México.

Con este presente (muestra clara de la fertilidad y grandeza de la tierra quehabía conquistado)aliende de la Relación que inviabaescribió Cortés unamuy avisada e cristiana carta al Emperadorla cualentre otras muchas cosasque contenía (que sería largo decir) principalmente trató dos cosas: la unade que fuese servido queporque aquella tan fértil y populosa tierra parescíaa Españafuese servido se llamase (como hoy día se llama) Nueva España;aunquecomo muy bien dice Motolineatomando la denominación de más atráscon mejor título se pudiera llamar la Nueva Hesperiaa imitación deste nombreque la antigua España en sus primeros tiempos tuvopor una estrella que enesta tierra sale al occidenteque se llama Esper. La otra cosa (y en queprincipalmentecomo era razónhacía grande estribo) era que Su Majestad leinviase Obisposclérigos y flaires letradospara el asiento y conversión delos naturales y para que con más presteza se fundase en estas partes la nuevaiglesia quepor la bondad de Diosen tan pocos años como ha que esta tierrase fundóespecialmente la iglesia mexicanade donde todas las demás hantomado dechadoha venido en tanto aumentoque paresce a la más antigua que enEuropa se ha fundado.

Vinieron luego que esto escribió Cortés doce flaires Franciscosque por sugran bondadvidaletra y exemplolos nuestros los llamaron los doceApóstoles. Hicieron gran fructoy así los que después de su Orden y de lasotras vinieronentre los cualesasí de Prelados como de ministrosha habidoe hay notables personasy en las iglesias catedrales muchos prebendados degrandes letras y exemplode todos los cualesasí flaires como clérigosacabado de concluir la historia destas partessi viniere al estado de lapacificaciónhablaré más particularmenteporque no menos bien merescen losque sustentan lo conquistadoque los que de nuevo lo adquirieron.

Escribió también (con lo que tengo dicho) Cortésy muy largo y con muyencarescidas palabrasel gran servicio que sus vasallos españoles en laconquista deste Nuevo Mundo le habían hecholo mucho que merescíanlafidelidad que habían guardadolos grandes trabajos que habían padescidolasangre que habían derramadola firmeza y constancia que habían tenidoycómo con el favor de Dios habían hecho más que hombresy que por esto y porotras muchas razones eran merescedores de que Su Majestad los ennoblesciesemuchohonrase y perpectuase en parte de lo que habían ganado.

No fue oculto lo que Cortés escrebía a los Cabildos de las Villas que yaestaban fundadasque por no ser desagradescidos a su caudillo y Justicia mayordespacharon luego con los mismos Procuradores cartas para el Emperadorsuplicándole mandase dar asiento en tierra tan buenade suerte que los grandesservicios de Cortés y los suyos fuesen remuneradosafirmandocomo ello eraque ningún Capitán griego ni romano había ganado tanta ni tan populosa tierracomo Cortésni ennoblescido e illustrado tanto su tierra y nasción. Estascartas y las que Cortés escribiócomo iban duplicadasaunque el cosariotomó los dos navíosllegaron a España; pusieron en gran admiración a losque las leyeron e oyerone así movieron a muchos a que dexadas sus tierrasseviniesen a éstadonde los que han trabajado y vivido virtuosamente se hanaventajado de como estaban en las suyas.



 

 

Capítulo V

Cómo fue preso Alonso de Avila y llevado a Franciay delgran ánimo que tuvo un año entero con una fantasma que de noche se echaba ensu cama.

Memorable cosa es y digna de la grandeza desta historia referir lo que aAlonso de Avilaque iba por sí apartado de su compañeropor si algosubcediesecomo subcedióle acontescióel cual apartado del otro navíotopósaliendo de las islas de los Azorescon Florínfrancéscosariodequien atrás tengo hecha menciónel cualcomo venía a robar traía gente yartillería con que aventajarse a los que iba a buscar. Dixo luego (como el queiba con ventaja) a Alonso de Avilaque amainase y se rindiese. Alonso de Avilacomo era valerosoaunque conosció la ventajase puso en defensa; peleó granratomatáronle los contrarios cinco o seis de los compañerosque pocos oninguno quedaron con ély aun dicen por más cierto que sólo un criado suyo.Entró el cosario en el navíohaciendo Alonso de Avila en defensa dél todo loque pudo y era obligadoy como era hombre de muy buena persona e iba bientratadopretendiendo el cosario más su rescate que su muerteno le matócomo pudieraantes le hizo buen tratamientodiciéndole que era usanza deguerra que el Capitán vencedor vendiese al Capitán vencidoporque hoy era lavictoria de uno y mañana de otroy como vio luego la gran riqueza que en elnavío habíacreyendo ser de Alonso de Avilano contentándose (según esgrande la cobdicia humana) con lo que presente víatiniendo ojo al granrescate que por hombre tan principal podía pedirse volvió luego a Franciadonde dixo que traía un gran señor preso. El Rey lo mandó poner en unafortaleza a gran recaudodonde no solían estar presos sino señoresypensando ser talpidieron por él cuatrocientos mill ducados.

Estuvo tres años enteros preso en aquella fortalezaaunque bien tratadopero guardado con gran diligenciapor que no se fuese; y el primer añocasidesde el primero día que en aquella fortaleza entrótodas las noches sinfaltar ningunadespués de apagadas las velasde ahí a pocosentía abrir lacortina de su cama y echarse a su lado una cosa queal parescer del andar eabrir la camaparescía persona; procuró las primeras noches de abrazarse conellay como no hallaba cuerpoentendió ser fantasma. Hablóladíxola muchascosas e conjuróla muchas vecesy como no le respondiódeterminó de callar yno dar cuenta al Alcaide ni pedirle otro aposentoporque no entendiese quehombre español y caballero había de tener miedo.

Pasados ya muchos días quesin faltar nochele acontesció estoestandouna tarde sentado en una sillamuy triste y pensativose sintió abrazar porlas espaldasechándole los brazos por los pechos; le dixo la fantasma:«Mosiur¿por qué estás triste?» Oyó la voz e no pudo ver más de losbrazosque le parescieron muy blancose volviendo la cabeza a ver el rostrose desaparesció.

A cabo de un año que esto pasabaviendo el Alcaide por la conversación quecon él y con otros caballeros teníaque podía fiarse ya algo délconsintió que un clérigo que mucha se había aficionado a Alonso de Avilaquedase a gran instancia suya a dormir aquella noche en el aposentodonde hechala camafrontero de la de Alonso de Avilaapagadas las velas e cansados ya dehablarya que el clérigo se quería dormirsintiendo que personaabriendolas puertasentraba por el aposentohabiéndolas él cerrado por sus manosyque abría la cortina y se echaba en la camadespavorido y espantado destolevantándose con gran prestezaabrió las puertas y salió dando grandesvoces; alteró la fortaleza; despertó al Alcaideel cual acudió con la gentede guardapensando que Alonso de Avila se huía. Llegado el Alcaideelclérigo pidió lumbrediciendo que el demonio andaba en aquel aposento. Metidauna hacha encendidano se halló cosa más de a Alonso de Avila en su camaelcualsonriéndosecontó lo que le había pasado un año continuoy la causapor qué había callado. Maravillóse mucho el Alcaide y los que con élveníany tuvieron de ahí adelante en más su personay así miraban por élcon menos recato.



 

 

Capítulo VI

De lo que más subcedióy cómo Alonso de Avila fuerescatado.

Mucho pesó después a Alonso de Avila de haber descubierto lo que habíapasadoporque jamás sintió la fantasmay como le había abrazado y habladotan amorosamentepensó que a no haber descubierto el secretole dixera algunacosa en lo tocante a su prisiónen la cual estuvo dos años despuésporqueno había tanto dinero como el que pedían para ser rescatado y no se queríanlos franceses acabar de desegañarcreyendo siempre que era algún gran señory no un particular caballero. Salió algunas veces con licencia del Rey aexercicios de guerradonde se señaló mucho; tenía muchos amigos por su granbondad y valoraunque también no le faltaban émulosque de los unos y de losotros (según halla los pechos) suele ser causadora la virtud. Supo bien lalengua francesay de ninguna cosa le pesaba más en su prisión que de no tenerque gastaren lo cual le paresce harto su subcesor y sobrino Alonso de AvilaRegidor desta ciudad.

Pasados casi tres años de su prisiónsubcediendo entre españoles yfranceses aquella memorable batalla de Pavíadonde rotos los francesessu ReyFrancisco de Valois con muchos señores y caballeros fue presoy asíporconcierto y conveniencia fueron resgatados caballeros franceses por caballerosespañolesdesta manera salió de la prisión Alonso de Avila.

Vino a Españahízole el Emperador mucho favorvolvió por su mandado a laNueva Españay como ya México y las demás provincias a ellas comarcanasestaban ya pacíficas y de pazapetesciendo mayores cosasrenunció lospueblos que tenía en encomienda por sus serviciosen su hermano Gil Gonzálezde Avila; y como estonces era tan señalada la conquista de Guautemalaaunqueestaba muy lexosfue a elladonde se señaló como siempre muchodondedespués de pacificada se le dio repartimiento de indios.



 

 

Capítulo VII

Cómo ganada Méxicono tiniendo Cortés pólvora paraconquistar las demás provinciasinvió diversas personas por azufrey de loque con Montaño y Mesa pasó.

Ganado ya México y despachados los procuradorescomo está dichoCortésse retiró a Cuyoacándonde se comenzó a informar de los reinos y provinciasque quedaban por conquistary como para tan alto y engrandescido pensamientoera menester pólvorasin la cual no se podía hacer la guerraporque la quehabía traído y la que le había venido se había acabadopensabacomo el quetan gran máquina traía sobre sus hombrosqué modo tendría para socorrer atan estrecha nescesidad; e asíparte por la nescesidad (que es maestra deingenios)como porque era muy sagazdio en que no podía dexar de haber azufreen el volcánque está doce leguas de Méxicode que atrás tenemos hechamucha menciónpor el grande humo y fuego que dél vía salir muchas veces; ycomo el principal material para la pólvora era el azufrellamó a algunaspersonas de quien para aquel efecto tenía crédicto; rogóles subiesen alvolcáne díxoles que si le traxesen azufreserían dél muy biengalardonadoslos cuales fuerony como la subida era tan agria y tan largasevolvieron sin hacer nadadesconfiados de que ellos ni otros podrían subir. Fuecosa que a Cortés dio gran pesarpero como la nescesidad le forzaba a no dexarcosa por probarllamó a Montaño y a Mesasu artilleroa los cuales dixoasí: «Amigos y hermanos míos: Ya sabéis que no tenemos pólvoray que sinella ni nos podemos defenderni conquistar un mundonuevo que nos quedadeque podamos ser señoresy nuestros descendientes para siempre quedenennoblescidos; temo en gran manera que los indiosasí amigos como enemigossepan la falta que de pólvora tenemosporque a sola el artillería y loscaballos temen como furia del cielo. También sabéis los muchos hombres que heinviado a que suban al volcánpara traer azufreque no puede dexar dehaberloque no solamente no han hecho nadapero desmayan a mí e a los demáscomo si hubiese cosa en el mundo tan dificultosa que hombres de seso y esfuerzono la puedan acabar. Quien no hace más que otrono meresce más que otro.Disponeosos ruegoa este negocioque el ánimo me da que habéis de salircon él y que habéis de ser confusión de los que han ido y de los que los hancreído ylo que tengo en másque habéis de ser instrumento para que porvuestra industriaDios mediantesalgamos con el mayor negocio que españoleshan emprendido. Visto os habéis en grandes peligrosy mayores son los que nosquedan si nos falta la pólvoraporque los amigos y enemigos se volveráncontra nosotrossabiendo que con el artillería y escopetas no los podemosofender. En vosotrosdespués de Diosestá conservar lo ganado y el adquerirgrandes reinos y señoríos; por tan grandes premiosbien se sufre aventurarlas vidasque no podemos dexar de perder si vosotros con gran firmezanoaventuráis las vuestrasque volviendo con ellas (como espero en Dios) ytrayendo recaudoyo os mejoraré entre todos los demáscomo tan notableservicio merescerá.»

Dichas estas palabrascon las cuales encendió los pechos de los dosrespondiendo Montaño por ambosle dixo: «Señor: Visto tenemos lo que noshabéis dichoe nosotros de nuestra voluntad nos queríamos ofrescer a elloeaunque otros han ido tan bastantes y más que nosotrosestad cierto que estamosdeterminados de tomar este negocio tan a pechosque o habemos de traer recaudoo quedar allá muertosporque donde tanto vacomoseñorhabéis dichoynosotros entendemosbien se emplearán las vidas.»

Cortés no lo dexó pasar adelante; abrazólos con gran regocijoagradesciéndoles mucho el ofrescimiento y prometiéndoles grandes mercedes.Movió a Cortés llamar a Montaño saber que había subido en la isla deTenerife al volcán que en ella hayque se llama el Pico de Teidae que habíadicho que en él había gran cantidad de azufrey que pues se había atrevidosin interese alguno a subir allíque mejor lo haría acádonde tanto a él ya los demás importaba.



 

 

Capítulo VIII

Cómo Montaño y Mesa e otros compañeros se adereszaron parasubir al volcány de lo que al principio les subcedió.

Luego con toda presteza se adereszaron los dos para la partidallevandoconsigo tres compañerosuno de los cuales se decía PeñalosaCapitán depeonesy el otro Joan Larios. Tomaron treinta y seis brazas de guindalesa endos pedazosque pesaban dos arrobasy un balso de cáñamo para entrar en elvolcáne cuatro costales de anjeoaforrados en cuero de venado curtidoenque se traxese el azufre. Fuése Cortés con ellos hablando hasta salir de laciudad de Cuyoacándonde estaba asentado el real; díxoles muchas y buenaspalabrasviendo en ellos la buena gana y determinación con que iban. Llegaronaquel día antes que anochesciesea la provincia de Chalco; hicieron noche enun pueblo que se dice Amecamecaque está dos leguas de la halda del volcányotro día partieron para ir encima del puertoporque desde él comienza lasubida para el volcán. Fueron con ellos muchos señores y principales deaquellas provinciasacompañados de más de cuarenta mill hombrespor ver sieran otros de los que antes habían pasado y vuelto sin hacer naday comovieron que eran otrosdeterminaron de hacer sus ranchos alderredor del volcánpara ver si aquellos españoles eran tan valientes que hiciesen lo que todosleos otros no habían hechoni ellos jamáshabían visto ni oído.

Montaño y los otros sus compañerosacordando de subir aquel mismo díaanduvieron mirando por donde mejor podrían subiry siendo poco más demediodíaencomendándose de todo corazón a Diosllevando a cuestas las dosguindalesasel balso y costales e una manta de plumaque los indios llamanpelónpara cubrirse con ella donde la noche los tomasecomenzaron a subirmirándolos infinidad de indiosabobados y suspensosdiciendo entre sídiversas cosasdesconfiando los unos y teniendo confianza los otros. En estoyhabiendo subido la cuarta parte del volcán con muy gran trabajoaunque con muygran ánimoles tomó la nochey como en aquel tiempo y en aquel altura eratan grande el frío que no se podía sufrirpensando si se volverían a baxar atener la noche en lo más baxo del volcánacordaron de abrir el arena y hacerun hoyo donde todos cupiesene tendidos y cubiertos con la manta pudiesendefenderse e del fríoe asía unadesviando el arena hasta en hondura dedos palmose dieron luego en la peñade que es todo el volcán; salió luegotan gran calor y con él tan gran hedor de azufreque era cosa espantosaperocomo era más insufrible el frío que el calor y hedor que salíatendiéndosetodos juntostapando las naricescalentarony no pudiendo ya más sufrir elcalor y el hedorlevantándose a la media nocheacordaron de proseguir lasubidaque era tan dificultosa que a cada paso iban ofrescidos a la muerte.



 

 

Capítulo IX

Cómo prosiguiendo la subida del volcánuno de loscompañeros cayó en un ramblazoe cómo otro dellos se quedó en el caminodesmayadoe cómo esperaron allí hasta que vino el día.

Y así como iban a escuras y los hielos eran grandesdeslizando uno de loscompañeroscayó en un ramblazomás de ocho estados en altoe vino aencaxarse en medio de unos grandes hielos de carámbanos tan duros como aceroque a quebrarse fuera rodando más de dos mill estados abaxo; dióse muchasheridascomenzó a dar grandes voces a los compañerosrogándoles que leayudasen. Los compañeros acudieron con harto riesgo de caer; echáronle laguindalesa con una lazada corredizaque con mucha dificultad metió por debaxode los brazos e con muy mayorayudándose con los pies e las manos e diciendoque tirasenle pudieron sacarlleno de muchas heridas. Viéndose asídestamaneracasi perdidosno sabiendo qué hacerseporque de cansados no sepodían menearencomendándose a Diosdeterminaron de no pasar adelantesinoesperar que amanescieseque a tardar algunas horas más de salir el solnoquedara hombre vivosegún ya estaban helados del grandísimo frío que hacía.En el entretantovueltos los rostros los unos a los otroscon el vaho de laboca calentaban las manoshaciéndose calor los unos a los otrostiniendo lospies y piernas tales que no los sentían de frío.

Salido el solesforzándose lo mejor que pudieroncomenzaron a proseguir lasubidae a cabo de media hora poco más salió gran humareda del volcánenvuelta con gran fuego; despidió de sí una piedra encendidadel tamaño deuna botija de una cuartilla; vino rodando a parar donde ellos estabanqueparesció inviársela Dios para aquel efecto; pesaba muy pocoporque con lamanta la detuvieronque a tener pesosegún la furia que llevaballevara trassí al que la detuviera. Calentáronse a ella de tal manera que volvieron ensí; tomando nuevo esfuerzo y aliento (como suelen españoles con pequeñosocorro) prosiguieron la subidaanimándose e ayudándose unos a otrosy nopudieron tanto perseverar en el trabajoque el uno dellos de ahí a media horano desmayase. Es de creer que debía de ser el que cayó. Dexáronle allí losdemásdiciéndole que se esforzaseque a la vuelta volverían por élelcualencomendándose a Diosporque le parescía que ya no tenía otro remedioles dixo que hiciesen el deberque poco iba que negocio tan importante costasela vida a alguno. Ellos fueron subiendoaunque con penapor dexar alcompañeroe a obra de las diez del día llegaron a lo alto del volcándesdelo alto de la boca del cual descubrieron el sueloque estaba ardiendoa manerade fuego naturalcosa bien espantosa de ver.

Habrá desde la boca hasta donde el fuego paresce ciento y cincuenta estados.Dieron vuelta alderredorpara ver por dónde se podría entrar mejory portodas partes hallaron tan espantosa y peligrosa la entradaque cada unoquisiera no haber subidoporque estaban obligados a morirsegún habíanprometidoo no volver donde Cortés estaba; y como en los hombres de vergüenzapuede más el no hacer cosa feaque el peligropor grande que seadeterminaronpor no echar la carga los unos a los otrosde echar suertes cuáldellos entraría primero. Cúpole la suerte a Montañolo cualcómo entró ylo que hizose dirá en el capítulo que se sigue.



 

 

Capítulo X

Cómo Montaño entró siete veces en el volcány la cantidadde azufre que sacóe cómo entró otro e asimismo sacó azufrey cómo elMontaño anduvo buscando por dónde pudiesen todos decendir.

EntrópuesMontañocolgado de una guindalesaen un balso de cáñamocon un costal de anjeoaforrado en cuero de venadocatorce estados dentro delvolcán; sacó de la primera vez casi lleno el costal de azufrey desta maneraentró siete veces hasta que sacó ocho arrobas y media de azufre. Entró luegootro compañeroy de seis veces que entró sacó cuatro arrobas poco másdemanera que por todas eran doce arrobasque les paresció que bastaban parahacer buena cantidad de pólvoray así determinaron de no entrar másporquesegún me dixo Montañoera cosa espantosa volver los ojos hacia abaxoporquealiende de la gran profundidad que desvanecía la cabezaespantaba el fuego yla humareda que con piedras encendidasde rato en ratoaquel fuego infernaldespedíay con estoal que entrabapara aumento de su temorle parescíaque o los de arriba se habían de descuidaro quebrarse la guindalesao caerdel balsoo otros siniestros casosque siempre trae consigo el demasiadotemor.

Estaban todos muy contentosporquelibres deste miedose apercebían paradescendirpero luego se les recresció otro grave cuidadoacompañado de hartotemorque era buscar la baxadala cual era muy peligrosa (aunque no hubierande baxar cargados). Para esto entraron en su acuerdo e determinóse Montaño dedar una vuelta a la boca del volcán en el entretanto que los compañeroshacían los costalese andando con gran cuidadode ahí a poco volvió a loscompañeros; visto que no había senda ni baxada ciertales dixo que paradescendir con menos peligrolo mejor era baxar rodeando el volcánaunquedesta manera se detendrían mucho más. Parescióles bien a todosy así cadauno se cargó de lo que pudo llevarsin dexar cosa alguna; descendieron congran tientoporque casi a cada paso había despeñaderosdexándose ir deespaldas muchas vecescon la carga sobre los pechosdeslizándose hasta topardonde parasen con los pies. Anduvieron desta manera gran espacioviendo muchasveces la muerte a los ojospor los pasos peligrosísimos que de rato en ratotopabanreparando y tratando por dónde sería mejor descendiry algunas veceseran forzados dar la vuelta atrás o hacerse a un lado o a otroporque de otramanera estaba la muerte cierta.



 

 

Capítulo XI

Cómo por gran ventura toparon con el compañeroque habíaquedado desmayadoy del gran contento que él y ellos en toparse rescibieronycómo acabaron de descendiry del espanto de los indios.

Andando aquellos atrevidos hombres en estos términosvinieron a pararadonde habían dexado el compañero desmayadoel cualaunque ya estabadesconfiado de la vidaocupado solamente en pedir a Dios perdón de suspecadosen el ruido y habla de los compañerosno creyendo que era verdadsino que lo soñabales dixo primero que ellos le hablasen: «¿Son miscompañeros los que vienen?»respondiéndole ellos: «Somos»replicó él:«Bendicto sea Diosque hoy he nascido.» Pararon todos un ratoy ciertocongrande alegríadando gracias a Dios que así los había guiado. Desta maneraprosiguieron su embaxadaayudándole los compañeros a vecesque lo habíabien menesterpor que no tenía fuerzas para más que alegrarsepor verseentre sus compañeros. Fue tan grande el espanto que aquella noche rescibió decosas que o las vía o las imaginaba (tanto puede la imaginación)que enmuchos días después (según Montaño me dixo)no acabó de volver en sí.

Desta maneraa las cuatro horas de la tardesiendo mirados de gran multitudde indios que los estaban esperandollegaron al pie del volcán. Corrieron aellos con muy grande alegría los caciques y la demás gente que con ellosestaba; diéronles allí luego de comerporque desde el día antes por la tardehasta estonces no habían comido bocado. Acabado que hubieron de comera cadauno pusieron en unas andase los costales de azufre dieron a los indios decarga. Lleváronlos en hombroscomo acostumbraban a los grandes señoresacompañándolos por la una parte y por la otra muchos indiosque algunas vecestropezaban e caían unos sobre otros por irlos mirando a la caraespantados deque hubiese hombres de la figura y faición dellosque hubiesen hecho una cosatan espantosanunca hasta estonces jamás vista ni oíday así lo seríaahoraporque nadie ha llegado más de hasta la mitad del volcán.

Anduvieron seis leguas hasta llegar a un embarcaderodonde se metieron encanoas con gran cantidad dellasque los acompañaban. Vinieron a amanescer a laciudad de Cuyoacándonde el General tenía asentado su campoel cual yatenía nueva por muchos mensajeros que los señores le habían hechodel buenrecaudo que los suyos traían y de lo mucho que habían trabajadoy como el quesabía (para animar a otros) agradescer los trabajossaliólos a rescebir fuerade la ciudad. Abrazólosagradescióles mucho lo menos que habían hechoprometióles de gratificárselo muy bien diciéndoles que habían hecho muchomás de lo que pensabaporque habían sido causaasí de dar a entender a losindios amigos y enemigos que no había cosa imposible a los españolescomo delquitarles el atrevimiento y osadía en que estaban ya puestos de levantarsecontra los nuestrospor la falta de la pólvoracon que principalmente sehabía de hacer la guerra y sustentar lo ganado. Elloscomo victoriososentendiendo de su Capitán que su servicio y trabajo era tan gratodando porbien empleado lo que habían padescidoolvidados (como las que paren) delpeligro pasadose ofrescieron de nuevo a otro que tan grande o mayor fuese (queesta es la condisción y propiedad del ánimo español). Cortés los tornó aabrazaradmirado de que no habiendo acabado de descansarse ofresciesen anuevos trabajos.

Con estas pláticas y otrasalegres y regocijadas (cuales suelen tratarse denegocios peligrosos que tienen dichosos y bien afortunados fines) llegaron a laciudad de Cuyoacándondeasí de los demás españoles que en su guardaquedaroncomo de los indiosfueron alegremente rescebidosmirados y tratadoscomo hombres que habían hecho lo que apenas de hombres se podía esperar.Mandó Cortés les diesen de cenar y que se les hiciese para en aquel tiempotodo el regalo posible. Mandó apurar y afinar el azufre; quedó en diez arrobasy media; hízose dél tanta cantidad de pólvora que bastó para acabar de ganarla mayor parte de las provincias de la Nueva Españaporque en el entretantoacudió provisión desta munición y de otras.

Díxome Montaño muchas veces que le parescía que por todo el tesoro delmundo no se pusiera otra vez a subir al volcán y sacar azufreporque hastaaquella primera vez le parescía que Dios le había dado seso y esfuerzoy quetornar sería tentarle; y asíhasta hoy jamás hombre alguno ha intentado ahacer otro tantode dondecomo otras veces tengo dichose puede bien entenderhaber sido la conquista deste Nuevo Mundo milagrosay por esto los que leconquistaron dignos de gran premio y de otro coronista de mayor facundia que lamía.



 

 

Capítulo XII

De la orden y diligencia que Cortés tuvo y puso para asegurarlo que había ganadoy saber lo que quedaba por ganar.

Hecho Cortés señor de México y seguro que ya no le podía faltar pólvorapor la mucha cantidad que del azufre se había hechono ensoberbeciéndose nadapor la gran victoria que había alcanzadoporque suele ser antigua querella dela próspera fortuna mudar la condisción a los que favoresceantes se dio tanbuena maña que a los que más le temíanviéndole ya tan señorhizo mejortratamiento y aventajó en mercedesporque sabía que para dar el vuelo quepretendió y consiguióle era nescesario estribar sobre los hombros de suscompañerosy fuele tan natural el hacer bien estoque con los indios amigos yenemigos se hubo de la misma maneray así entre los amigos que le habíanayudado repartió gran cantidad de cacaomantas y otros bastimentose a losCapitanes e a los que como valientes se señalaron dio ricas rodelasplumajesbrazaletes e otras joyas con que mucho los obligóe por asegurar su juegoalos que tenía presoshizo mercedes e invio a sus tierrashaciendo mensajerosa los pueblos que no le habían sido muy amigosdiciendo a los señores que yaélen nombre del gran señor de los cristianosel Emperadorhabíaconquistado y ganado la gran ciudad de Méxicocabeza del imperio índicoyque los más de los pueblos comarcanos le obedescían y servíany que haciendoellos estolos tratarían como a hermanosdonde noque supiesen que para noser asolados no tenían defensa y que sin que él hiciese más que mandarlosusmismos vecinos los destruirían.

No fueron menester mucho estos mensajerosporque con la nueva de lavictorialos más de los señores de las provincias y pueblos inviaron susmensajerosy algunos dellos vinieron ofresciendo amistad y suplicando a Cortésse sirviese de sus personas y haciendas contra los que no le obedesciesen.Cortés los rescibió alegremente y dio de las cosas que teníapara másatraerlos a sí e asegurar lo mucho que había hecho e lo mucho que pensabahacer. Repartió entre sus soldadosa cada uno conforme a la calidad de susservicios y personamuchas preseasoro y platacon que los más quedaron muycontentosaunque nunca le faltaron quexososo porque pedían más de lo quemerescíano porque un hombrepor bastante que seano puede contentar a todos(que esto trae consigo la fragilidad humana).

Repartió Cortés sus Capitanes y gente; mandóles poblar ciertas villas yél no quiso (porque era la fuerza de todo el resto) salir de Méxicode donderegíagobernaba y proveía lo que convenía hacerse; trató de inviarCapitanescomo adelante diréa provincias remotascomo a PánucoaGuatemala e Hondurascon instrucciones muy católicascuyo principal motivoera que gentes tan bárbaras conosciesen un solo y verdadero Dios. Despachómercaderes indios quecomo mensajerosiban seguros por donqueriera queentrabanpara que le traxesen razón de las provincias y reinos que viesendelos cuales supo pocoo porque no volvíano porque no acertaban a entrar pordonde había poblacionesaunque supo de ciertos indios que hacia el Nortehabía grandes poblaciones; quisieron decir lo que ahora se va descubriendo dela provincia de Copala o de la tierra de la Floridade quien tantas cosas sehan dicho y tan pocas se han visto; de cuyo descubrimiento y conquistas diré ensu lugar.

Supo de una provincia que se dice Zacatecasque tenía gentes extrañas yque muchos negros de los que de los españoles se habían huido estaban entreellos e que habían puesto cruces; pero esto y lo de Copala no pudo ser luegoque Cortés ganó a Méxicoporque estonces no había negrosni aún habíanacudido españoles. E porque así de Copala como de Zacatecas pienso hablar muylargo en su tiempo y lugarcontinuaré lo que Cortéscon ánimo invenciblefue haciendo; el cualviendo que los indios mercaderes le habían traído pocarazóninvió a un español que se llamaba Villadiegoque sabía la lenguamedianamentecon algunos indios amigospara que con las cosas de rescate quellevasenfuesen descubriendo tierras y conosciendo gentespara volver con larazón de lo que viesendándoles por instrucción que topando con alguna nuevagente no pasasen adelantesino que viendo bien su tierratrato ycomunicaciónle diesen luego nueva dello; pero ellos hicieron la ida delcuervoporque jamás volvieron ni se supo delloscomo si nunca fueran.Créesepor la grande enemistad que los indios tenían a nuestra nasciónquelos mismos que acompañaron al Villadiego le matarone que ellos por no poderdar buena cuenta délse metieron la tierra adentrodonde nunca másparescieron.



 

 

Capítulo XIII

Cómo un español acaso descubrió la provincia de Mechuacáne de cómo Cortés invió a Montaña con otros españoles allá.

Antes destoo muy poco despuésqueriéndolo así la buena ventura deCortésyendo un español con ciertos indios amigos a recoger gallinas paraproveer el exército (llámase el español Porrillas)hombre gracioso y de buenánimomuy querido de los indioslos moradores del pueblo de Matalcingopocoa poco le llevaronrecogiendo gallinashasta llegar a la raya de la provinciade Mechuacánadonde ningún español había llegadoporque por muchos díasdespués de ganado México ninguno salió de la ciudad más de hastaChapultepecporque así conveníahasta tener noticia de alguna provincia. Losde aquella raya holgaron mucho de ver al español; miráronle con gran cuidadotocándole con las manoscomo a cosa nunca vistarepresentándoseles quemuchos como aquel eran bastantes para vencer y subjectar mayores ciudades quelas de Méxicoe por señas y por la lengua le preguntaron muchas cosasa lascuales él respondióponiéndolos en gran admiración. El les preguntó quétierra era la que tenían atrás e qué gente la morabay después que hubosabido muchas cosasles preguntó si tenían plata y oroy ellosentestimonio de que la teníanle dieron alguna labraday para que viesen máspor extenso lo que el español les había dicho le dieron dos indiosprometiendo él que los trataría muy bien e que volverían muy presto. Losindios fueron muy contentos.

Llegado que fue con ellos donde Cortés estabafue muy bien rescebidoporque con la relación de lo que él tanto deseabatraía consigo hombres deaquella tierraa los cuales él mandó tratar muy bien e que los traxesen portodo el realpara que viesen la gentearmasartillería y caballosmandandoque delante dellos escaramuzasen algunos de caballo e disparasen dos o tresescopetasde que ellos no poco se espantaron. Finalmentehechas estasdiligenciasles dio muchas cosas de resgatee por la lengua les dixo que comolos cristianos eran muy valientes y espantosos contra sus enemigosasí amabany querían mucho a los que se les daban por amigosdefendiéndolos eamparándolos en sus peligros y nescesidadesy que así haría con todos los desu nasción y que presto los iría a ver y enseñar cuán errados habían vividolos que adoraban dioses y sacrificaban hombresy que con esto se podían ir enbuen hora a su tierra e que hasta allá irían con ellos algunos indiosmexicanos o los que ellos quisiesensi éstospor ser generales enemigos detodas las provinciasno los querían. Ellospor extremo alegres de lo quehabían vistoy del tratamiento que habían rescebidole besaron las manosdiciendo que no querían mexicanos; tomaron tlaxcaltecas en su compañía.Destos dos indios supo el Cazonciseñor de Mechuacán y mortal enemigo deMotezumael discurso de lo pasadolo cual fue causa de quecomo diréinviase a Cortés sus embaxadores. Cortéscon la nueva que tuvo de aquellosdos indiosdeterminó de inviar a llamar a Montaño y sus compañeroscomohombres que tenían ya en el negocio pasado tan bien probado su intención;díxoles que él los quería inviar a que descubriesen la provincia deMechuacán y la de las Amazonasque los indios llaman Ciguatlány que lesdaría veinte señores indios con un intérprete que sabía tres lenguasmexicanaotomí y tarascaque ésta era y es la que los indios de aquellaprovincia hablan; dióles muchas cosas de rescatepara que con ellas tuviesenentrada en aquella tierra; rogóles que procurasen ver y hablar al señor dellay tratar con él amistad y ver desimuladamente la multitud de la gentelasarmasfuerzascontratacionesfertilidad y disposición de la tierray quepudiendo hablar despacio con el señorle diesen razón de quién era elEmperador de los cristianos y el Sumo Pontíficey de que él veníaa hacerbien y no mal e desengañarlos de muchas cosas en que estaban ciegos y queporno haber querido los mexicanos rescebir tanto bienhabía querido el gran Diosde los cristianos destruirlos y asolarloscomo haría con todos los que losimitasen. Prometió con esto a Montaño y a sus compañerossi traían buenrecaudode hacerles grandes mercedesy luegodelante dellos por la lenguadixo muchas cosas a los veinte señoresy entre otras lo que principalmente lesrogó y encargó fue que yendo con aquellos cristianosque eran muy valientes yhermanos suyoslos sirviesen e guardasen y que nunca los dexasenporque destorescibiría él gran contento y le pondrían en obligación de quevolviendolos haría mayores señoresy como para aquel negocio el intérprete era tanimportanteaunque era hombre de baxa suertele encargó mucho que en lasdemandas y repuestas dixese y tratase toda verdady que si se viese con elseñor de aquella provinciacomo testigo de vista le contase el poder de loscristianos y cuán bien le estaría darse por vasallo del Emperador dellos.Después de haberle instruido en esto y otras cosas (viendo lo que acerca detodos los hombres el premio mueve)le prometió de hacerlo caballero y señorde un pueblo (como después lo hizo).



 

 

Capítulo XIV

De lo que Montaño y los demás respondieron a Cortésycómo se despacharon y partieron.

Montaño y sus compañeroscomo habían hecho lo que era másmuy contentosde hacer lo que era menospor obligar más a Cortés (o por mejor deciralEmperador) respondieron diciendo que no solamente aquellopero todo lo demásque se ofresciese en servicio de Dios y de su Rey lo harían hasta perder lavida; que les diese cosas de rescate y que luego se querían partirporque enla tardanza no hubiese riesgo. Cortés los abrazó y se lo agradesció muchotornándoles a decir que tan buenos servicios no perderían galardón; diólesluego cosas de rescate y esperó lo que los veinte señores responderíandelos cuales el más ancianoque siempre se tuvo entre ellos este respectorespondiendo por sí y por los demásaunque dixo muchas cosas (que en esto sonprolixos)la suma fue que todocomo lo mandabaharían y cumplirían sindiscrepar en cosay porque la obra lo magnifestaríano le querían encarescerde presente el amor grande que ellos le tenían y lo mucho que lo deseabanserviry que por el ofrescimiento que les hacíaque volviendo losadelantaría en mayores estadosle besaban los piesy que sin tan gran mercedestaban obligados a servirle en cosas muy mayores y de más peligro que aquellaque les mandaba.

Cortés les agradesció mucho la buena repuestae por inviarlos máscontentos les dio algunas cosasy lo mismo hizo al intérpreteel cualagradesciendo la merced presente (que era prueba de la que esperaba)respondiendo a lo que Cortés con tanto cuidado le había encargadole dixo:«Señorson tan buenas las obras que nos hacesque aunque yo no tuviera ganade servirteme obligas y fuerzas a que no pase de cosa que mandares el secretoy fidelidad que debo guardar en declarar lo que me dixeren y responder lo quetus compañeros mandaren; miraré con tanto cuidado y diligenciacomo si misdioses me lo mandasen y por quebrantar cualquiera cosa hubieran de abrasarmevivoinviando fuego del cieloy así por ellos te prometo que en breve por lasobras veas cómo no he sido largo en las palabras.» Cortéstornando a repetirlo que le había prometidole dixo que él estaba muy cierto de aquelloy queasí lo fuese élque en volviendo sería señor de un muy buen puebloy quede vasallo y pechero le haría señor de vasallos y pecheros a quien mandaseporque no todos los señores heredaban señoríos sino que muchas veces muchoslos venían a alcanzar y conseguir por el gran valor de sus personas y pornotables hechos que en servicio de sus Reyes hobiesen hechoy que esta era lamejor entrada para conseguir honra y estado para sí y para sus descendientesal revés de lo que a algunos subcedíaque de grandes estadospor sus viciosy maldadesvinieron a perderlos y dexarlos apocados y a sus hijos con ellos.

Todas estas palabras paresció a Cortés que convenía decir [a] aquelintérpreteporque era de buen entendimiento y había entendido dél queaspiraba a mayores cosasy con esto lo encendió con ofrescimiento tan debido ycon palabras que tanto le animasena lo cual todo replicó el intérprete queno tenía más que decir que lo dichoy que ya se le hacía tarde para ir acumplir lo que su Merced le mandaba.

Aprestadospuestodossalieron los cuatro cristianoslos veinte señoresy el intérprete otro día por la mañanajuntosmuy alegres y contentosdelreal; salió Cortés con ellos y algunos de los suyoshasta dexarlos puestos enel caminodonde al despedir dixo a los veinte señores y al intérprete queallí los saldría a rescebir cuando volvieseny que les encomendaba muchohiciesen lo que les tenía rogadoporque así haría él lo que les teníaprometido.



 

 

Capítulo XV

Cómo a cabo de cuatro días llegaron a un pueblo que se diceTaximaroaen la raya de Mechuacán y de la cerca del puebloy delrescibimiento que los dél les hicierony de la matanza que en un tiempo los deMechuacán en él hicieron en los mexicanos.

Caminaron cuatro días los españoles e indios juntossin apartarse los unosde los otros; no les subcedió cosa de que hacer memoria. Llegaron cerca deaquel pueblo que dice ser raya de Mechuacánel cual se llamaba Taximaroaycomo el señor y los vecinos dél tenían tan buena relación de los cristianospor lo que los dos indios habían dichodeterminaron salir de paz arescebirlos; fue mucha la genteporque aun hoy el pueblo es muy grande y muypoblado. El señor y Gobernador dél con muchos principales que le acompañabanabrazó primero a los cristianos; dióles (como tienen de costumbre) rosas oramilletesque en esta historia llamo súchelesy luego abrazó a aquellosindios señores. Pararon un ratoy por la lengua que los nuestros llevabanelseñor de Taximaroa dio la bienvenida a los españolesdiciéndoles que seholgaba mucho que a su ciudad y casa hubiesen llegado tan buenos huéspedes; quese holgasenporque él los serviría y regalaría cuanto pudiesey queestuviesen ciertos de que él deseaba mucho conoscer a su Capitán y por él sercriadoy vasallo del señor de los cristianosporque vía que su poder era tangrandeque estando su persona tan lexos de Méxicocon pocos criados yvasallos suyos hubiese subjectado la más fuerte ciudad que en estas parteshabíay que así tenía entendido que harían todos los demás reinos yprovinciasy que supiesen que desde aquel pueblo adelante comenzaba el reino yprovincia de Mechuacánsubjecta a un gran señorque se decía el Cazoncicapital enemigo de los mexicanosy que la tierra era grande y fértil y muypoblada de hombres valientes y muy diestros en el flecheary que teníaentendido que aquel gran señor inviaría presto sus embaxadores a Cortésofresciéndole su personacasa y reino. Desto los españoles rescibieron grancontentoporque vieron que de tales muestras no se podía seguir sino prósperoy alegre subceso; dixéronle que con el tiempo vería el gran valor de Cortés yque por él y por sus compañeros conoscería el gran poder del Emperador de loscristianosy que prestocomunicándose todosse desengañarían de loserrores en que estaban.

En estas y otras pláticastodos muy alegresaunque harto más losespañolesdieron la vuelta hacia la ciudadde la cual será bien decir algopor ser extrañamente murada; la causa era la guerra que con los mexicanostenían. Estabaaunque era muy grandecercada de una cerca de trozos muygruesos de encinacortados a mano; tenía de alto dos estados e uno de ancho;parescía muy antigua; renovábase cada díasacando los trozos muy secos ymetiendo otros recién cortadospara lo cual había maestros y peones diputadosque en ninguna otra cosa se ocupabansalariados para esto del dinero de larepública. Por lo alto y por el lienzo de afuera y de dentro iba tan igual ytan tupida la cercaque no pudiera ser mejor labrada de cantería.Acostumbraban desde su principiopor las victoria que contra los mexicanosteníande no quemar la leña vieja y seca que sacabansino en sacrificio desus dioseshaciendo ciertas cerimonias cuando metían la nuevacomosignificando que con su favor se haría aquel muro tan fuerte que sus enemigosnunca entrarían por él y que dél saldrían los vecinos y volveríanvictoriosos.

Entrados que fueron en el pueblo los nuestroslos de la ciudad les traxeronmucha comida y les hicieron grandes regalos y tan buen tratamiento que ellosquedaron espantadospero con todo esto aquella noche se velaron por suscuartoscomo hombres de guerra que querían estar segurospues muchas vecesdebaxo de muestras de muy mayor amor que aquelestá encubierta la muerte delos que nesciamente se confíancomo en un tiempo acaesció a los mexicanostiniendo guerra con los mechuacanenses o tarascos; que yendo un grueso exércitodellospor mandado de Motezumasobre el reino y provincia de Mechuacánpensando que de aquella vez le destruiríanllegando a este pueblo y poniendosu real sobre la guarnición del Cazoncique en esta frontera estabafingióque huíadexando en la ciudad mucha ropamuchos bastimentos y gran cantidadde vino. Los mexicanos entraronpensando que les huíany como era dos horasantes que el sol se pusiesedieron saco a la ciudady en lo que más metieronla mano fue en el comer y beberque hartos y borrachos cayeron casi todos sinsentidoy cuando estaban en lo más profundo del sueñohacia la media nochedieron con gran furia los enemigos sobre ellosy como no hallaron resistenciaen pocas horas hicieron tan gran matanza que apenas escapó hombre delloseotro díaporque no hediesen en la ciudadlos echaron en el campocuyoshuesos cubrieron la tierra y casi hasta hoy hay grandísima cantidad dellos.Puso este estrago de ahí adelante tanto miedo a los mexicanosque jamásdespués osaron asomar a la raya de Mechuacán.

Otro día bien de mañana los nuestroshicieron mensajeros a Cortésescribiéndole lo que pasabade lo cual rescibió extraño contentodiciendo amuchos de los principales de su exércitoque al leer de la carta se hallaronpresentes: «¡Bendicto sea Dioscaballerosque tan bien encamina nuestrosnegocios! Yo espero en Su Majestad Divina que ha de ser muy servido en estaspartes.»

Mucho regocijaron aquellos caballeros la buena nueva hasta buena parte de lanoche.



 

 

Capítulo XVI

Cómo aquel día los cuarto españoles con la demás gente separtieron en demanda de la ciudad de Mechuacány cómo en ella fueronrescebidos.

En este mismo día Montaño y sus compañeros se partieron en demanda de laciudad de Mechuacán; tardaron en llegar seis días sin subcederles cosa que decontar seamás de que cada día los acompañaban más gente de la provinciaque de los pueblos comarcanos al camino salían a ver los cristianosque tangran negocio habían acabado con sus enemigos los mexicanos.

De la llegada de los nuestros a Taximarocael Gobernador dellaque eravasallo del Cazoncile hizo muchos mensajerosy lo mismo los Gobernadores delos otros pueblos por donde pasabanhasta inviarle pintados los españolescómo ibancómo comíancómo dormíanlas armas y vestidos que llevaban; eya que llegaban media legua pequeña de la ciudad de Mechuacánaquel granseñorque por momentos estaba avisado para mostrar su poder y la voluntad quea los nuestros teníamandó salir ochocientos señores vestidos de fiestaquecada uno tenía a diez e a doce mill vasallos; salieron con ellos tantos de lossuyos y del gran señorque cubrían los camposjuntándose con los nuestrose abrazándose. Uno dellosque parescía tener más edad y más autoridaddándoles primero unas rosasles dixo: «El Cazoncigran señor nuestrocúyos todos los que aquí estamos (siendo señores) somos vasallosnos mandóos saliésemos a rescebir y que os dixésemos fuésedes muy bien venidoy queasí por particulares mensajerosdesde que llegastes a Taximaroahasta llegardonde ahora estáisos ha inviado a visitarsignificándoos el contento quecon vuestra venida tiene; díxonos que entrando en su gran ciudad seréistratados como en la vuestradonde os ruega reposéis y descanséis y que oshace saber que de lo que deseáis entender y saber os dirá gran partea queasí rescibirá gran merced de que de Cortés y del muy gran señor suyo elEmperador le deis copiosas nuevasca desea mucho ser amigo del uno y vasallodel otro.» Los españolesque gran deseo llevaban de ver y hablar al Cazonciholgando por extremo deste mensajeno reposandorespondieron pocas palabrasaunque muy amorosasno viendo la hora que verse con aquel gran señor.Lleváronlos a unos aposentos muy grandes y extrañamente labradosque bienparescían ser de tan gran Príncipe; aposentáronlos allítrayéndoles congrandes cerimonias de crianza y reverencia gran variedad de manjares que paraaquel tiempo tenían adereszados; tocaron sus instrumentos músicosque sonmuchos y muy sonorosy luego que hubieron comidoel gran señor los fue a veraunque dice Montaño en su Relaciónque antes que les traxesen de comer saliócon gran majestad a verlos el Cazonciy haciéndoles señal de paznoconsintiéndolos llegar a élles dixo que reposaseny que volvería luego ahablarles despacio; y de lo que pasó dirá el capítulo siguiente.



 

 

Capítulo XVII

Cómo el Cazonci salió otra vez a ver a los nuestros y elloslo salieran a rescebiry de lo que les dixo y ellos respondieron.

De ahí a dos horas que los nuestros hubieron comidoel Cazoncique porinstigación del demonioque tanto perdía en la conversión de aquellosindiosno tiniendo el pecho sanotornó a salir a ver los españoles; estosería a las diez de la mañanay como antes (aunque ellos le salieron arescebir)no consintiéndolos llegar a élles dixo por la lengua con granseveridad: «¿Quién sois? ¿De dónde venís? ¿Qué buscáis? ; que taleshombres como vosotros ni los hemos oído ni visto hasta ahora. ¿Para quévenís de tan lexos? ¿Por ventura en la tierra donde nacistes no tenéis decomer y bebersin que vengáis a ver y conoscer gentes extrañas? ¿Qué oshicieron los mexicanosque estando en su ciudad los destruistes? ¿Pensáishacer lo mismo comigo?; pues yo tan valiente y poderoso soyque no loconsentiréaunque he tenido siempre guerra con los mexicanos y han sidograndes enemigos míos.»

Los españoles no se holgaron nada con estas palabrasy aunque se alterarony no pocouno dellos por la lengua le respondió: «Gran señora quien tusdioses prosperen y en mayores reinos adelanten: No hay por qué te recelesquetus servidores somosinviados por el Capitán Cortés no a otra cosa que aservirte y que le conozcas y tengas por amigoque le hallarás tan en todo loque se ofresciere a ti y a los tuyos; y pues en pocas palabras nos haspreguntado muchas cosas a que no te podemos responder sino despaciosuplicámoste que con benegnidad nos oyasque después que lo hayas hecho no tepesará.

»Nosotros somos cristianosnascidos en una tierra que se llama España.Venimos por mandado de un muy gran señorque se dice el Emperador de loscristianosa quien nuestro Dios puso en corazón que viniésemos a ver estastierras nuevasno porque en la nuestra nos falta lo que hemos menesterqueantes nos sobra para pasar la vida humana; venimosdespués que tuvimos noticiade las tierras que hemos descubiertoa dos cosas principalmente; la una acomunicaros y teneros por amigosdándoos de lo que nosotros tenemos quevosotros no tenéis acárescibiendo nosotrospor vía de contratación yamistadde vosotros lo que nosotros en nuestra tierra no tenemoscomo se hacee usa en todas las tierras del mundo y vosotrossegún hemos entendidousáislos de un reino con los de otrolo cual es causa que los reinos se ennoblescan;pero la segunda cosa es la que más importaque resulta del trato ycomunicación que con vosotros deseamos tenerque es el desengañaros de unagran ceguedad y error en que el diablo os tiene metidoshaciéndoos adorardioses falsos y quebrantar en muchas cosas la ley naturalque acerca de todoslos hombres tanta fuerza tiene; y aunque al principio os parezca esto ásperopor la costumbre que en vuestro error tenéiscuando nos hayáis comunicado seos hará fácil y sabroso; y si hecimos guerra y destruímos a los mexicanosfue porque nos quebrantaron muchas veces el amistady por traición y maldadnos quisieran matary por castigar las injurias y tiranías que contra muchasnasciones que nos pidieron socorro e ayuda habían usadoy asíaunque eranmuchos y muy poderosos y puestos en ciudad tan fuerteno fueran parte paradefenderse ni para ofendernosporque nuestro Diosque es uno y solo poderosopeleaba contra ellos y contra sus dioses opor mejor decirdiablosperseguidores crueles de los hombres; y si quieresgran señormás clarosaber cómo no deseamos ni procuramos hacer mal a nadieinfórmate de cuánbuenos amigos y favorescedores hemos sido de los que se nos han encomendado ydado por amigosy así entenderánque queriéndolo tú ser nuestrocomo lohas inviado a decirte holgarás mucho con nuestra amistady no hay para quedes oídos a los demonios ni a otros malos consejerospara que hagas otra cosade lo que debes a tu real personaque nosotros en lo dicho te hemos tratadotoda verdady si nopues tienes intérpretes mexicanospregúntalo aparte aestos señores que con nosotros vienenque ellos te lo diránaunque no son denuestro linaje ni nuestros amigos.»

Muy atento estuvo el Cazoncirevolviendo en su pecho grandes cosasporquede las que había oído en la repuesta de aquellos españolesunas le dabancontento y otras le ponían en temor y alteracióny asíreparando un pococomo pensando en alguna cosales respondió que se holgaba de haberlos oído yque reposasen y se holgasenque él daría la repuesta cuando le paresciese yfuese su voluntady diría lo que debían hacer; y con estosin habersesentadose despidió delloslos cualesaunque no quedaron nada contentos niseguros de tal repuesta y amistadno mostraron punto de flaquezapor no caerde una gran opinión en que estaban puestosque era tenerlos por inmortales ehijos del sol; que muchas veces por descuidos y atrevimientos demasiados de losnuestrosse desengañaron. Comenzaron a tratar entre sí qué haríanyfinalmentecomo los que no podían salir a parte ninguna de noche ni de díaque no fuesen sentidosvistos y presosdeterminaron (encomendándose a Dios)de estar a lo que les subcedieselo cual fue bien notablecomo luego diré.



 

 

Capítulo XVIII

Cómo el Cazonci mandó guardar a los nuestros de noche y dedía y con dos señores les invió a decir no saliesen sin su mandadoy deltemor que tuvieron de ser muertos.

Poco después que el Cazonci se fue su aposentoproveyendo desde elprincipioque lo tenía pensadoque ochocientos hombres principalesno sinarmas secretasde noche y de díaestuviesen en guarda de los españoles en elpatiodesimulando la guarda asentados en asientos de madera labrados ypintadoscomo hoy los tienenmandó a dos caballeros de los más señalados desu casa quehaciendo una raya a la puerta de la entrada por donde habíanentradodixesen a los españoles que el gran señor Cazonci les mandaba que enninguna manerade noche ni de díapor ninguna causa ni razónpasasen niatravesasen aquella raya sin su licencia.

Mucho se alteraron desto aquellos españolesporque les paresció que eranpalabras pesadas y sangrientas y que amenazaban muertepero desimulando lomejor que pudieron el temorel uno dellos con rostro muy alegre y palabras muycomedidas dixo: «Decid a Su Alteza que en su casa y en su reino estamos y quemensajeros somos y que con voluntad de servirle venimosy que así nodiscreparemos punto de lo que Su Alteza manda y que si quiere que no salgamosdeste aposento lo haremos con tanta voluntad como lo que ahora nos manda.»

Con esta repuestabien contentos los mensajeros volvieron a su señorelcual a hora de vísperas comenzó a hacer grandes fiestas por toda la ciudad yen los cúes encender muchos fuegos y quemar muchas cosas olorosassacrificandoen ellos a sus ídolos gran cantidad de hombresmujeresmuchachosmuchachasniños y niñascon gran estruendo y ruido de cornetas y caracolesconcontinuos bailes y danzas de noche y de díacon canciones tan tristes ypavorosas que parescían del infierno. Duraron estas fiestas y sacrificios dieze ocho días. Hízolas el Cazonci con pensamiento y voluntad que a cabo de losveinte sacrificaría a los españoles y vería si eran mortales o no; pero comoDios quería que ya comenzase a cesar el cruel y sangriento señorío que eldemonio en aquellas partes teníaqueriendo guardar aquellos españoles y aotros que habían de ser instrumento del remedio de aquellos infielespuso enel corazón de un gran señorviejo de sesenta añosque por el Cazoncigobernaba todos sus estados y le era muy acepto y por cuyo consejo se regíaque una nocheal cabo de los diez e ocho díasle dixese:

«Gran señora quien los dioses inmortales han puesto en tan alto estadoque muerto Motezuma y deshecho su imperiotú solo eres el mayor señor desteNuevo Mundo: Bien será que con mucho acuerdo pienses primero lo que intentashacerque es cosa cruel y no digna de tan gran Rey como túque quieras matara los que te vienen a visitar y conoscersin que primero estés muy cierto sivienen con buen ánimo o malo. Mira que estos hombres y los que quedan con suCapitán Cortés son muy valientespues siendo tan pocos han vencido infinitosindios; ciertosu Dios (que dicen que no tienen más que uno) debe ser muypoderosopues ha quemado y destruido los dioses de México y aquel gran dios(llamado Uchilobos) que con tanta reverencia los mexicanos adoraban. Ciertoyocreo que estos cristianos deben ser hijos del soly por tantocontra susenemigos han sido tan poderosos; mi parescer es (que pues siemprepor me hacermercedhas seguido mi consejoque te detengas y antes hables bien a estocristianos que les hagas malporque desto no se te puede seguir daño algunoantes asegurarás tus negocios para ver lo que te convengay no habiendo razónpor quéno hagas enemigos a los que te podrían ayudar y favorescer.»

Mucho contentaron estas palabras al Cazonciporque eran muy verdaderas y demucho peso y dichas por un hombre de tanta autoridad y de quien él tanto sefiaba y asíagradesciéndole con muy buen semblante el consejomandó luegoque cesasen las fiestas y que los sacrificios no pasasen adelanteinviando acuatro principales al aposento donde los españoles estabandiciéndoles queluego le inviasen cuatro de aquellos principales indios que entre los veinteconsigo habían traídoporque los quería hablar e informarse dellos deciertas cosas que mucho convenían. Los españolesno menos congoxados destoque de lo pasadocomo vieron que no podían hacer otra cosadixeron a losmensajeros que de ahí a poco se los inviaríanporque quería escoger los quemás sabios fuesenpara dar relación a Su Alteza de lo que quería saberdellos; y aunque días había que estaban industriados de lo que debían decirapartando a los cuatro que les parescieron ser más avisados y desenvueltos ytener más afición a los cristianosles dixeron lo siguiente:



 

 

Capítulo XIX

Cómo aquellas españoles industriaron a los indiosy delrecelo con que en el entretanto quedaron.

«Hermanos nuestros que tan verdaderos amigos nos habéis sidoasí ennuestros trabajoscomo en nuestras prosperidades: Muchas veces por el camino ydespués acá en este aposento donde estamos os hemos advertido de lo quedebéis de hacer y decir cuando os veáis con el Cazonci. Ahorasegún vemoslo que habíades de hacer por nosotroses forzoso lo hagáis por vosotrossiqueréis vivirporquea lo que entendemosel Cazonci ha querido o quieresacrificarnosy así será bien que cuando os pregunte por nosotros lerepresentéis la manera de pelear nuestralas armaslos caballoslos tiroslas escopetas y ballestasy cómo un cristiano con cualquier arma déstas puedemás y es más valiente que diez mill indios. Decirle heis (porque ospreguntará cómo destruímos a México) que por mucho que porfió y resistióque con un tiro muchas veces morían cient indiosy cómo los caballos nopelean menos que los caballerosy el gran destrozo que los perros hacen en losindios enemigos de los cristianosy decirle heis cómo somos de tal propiedad ycalidad los cristianosque no nos sabemos cansar en la guerrapasándonos sincomer y beber dos y tres díasy que no sabemos dormir cuando es menesterycómo en las cosas de la guerra somos tan industriosos y venturosos que jamás(como habéis visto) hemos sido vencidossino siempre vencedores. Diréis conestoque hasta vencer a nuestros enemigosa fuego y a sangre los asolamospero después que piden misericordia y pazse la damos y guardamosno menosque si fuesen nuestros hermanosdefendiéndolos y amparándolos de sus enemigoscomo a nosotros proprios. Diréisle también cómo el Emperador de loscristianosque invió a nuestro Capitán con la gente que hoy tienecada díale envía armas de las de aquella tierra y muchos y muy esforzados caballerospara que ningún Rey ni señorpor poderoso que seani muchos juntosseatrevan a ofenderlosy cómo ninguno ha intentado estoque no haya sido muertoo haya perdido su estadoyfinalmentepues sois testigos de vistalepersuadiréis procure el amistad de Cortéssi quiere conservarse en su estadoy señorío y que no haga cosa de que después se arrepienta. Estas y otrascosas que se ofrescerán le diréis para ponerle miedo y espantoy si todavíavierdes que está de mal propósitodiréisle que nosotros cuatro somosbastantes para matar a todos los que nos tiene puestos por guarda y a otros másque venganaliende de que nuestros Capitán vendrá luego y le matará ydestruirá su reino. Con esto id con Dios y hablad con grande ánimo y notengáis penaque aquí estamos nosotros.»

Con esto se fueron los cuatro indios con los que habían venido por ellos.Entraron do el Cazonci estabaal cuala su modono menos que a los dioseshicieron reverencia y acatamientoy luegollamados los intérpretesdelantede algunos de su consejo y de aquel prudente y buen Gobernadorles preguntómuchas cosasa las cuales ellos respondieron tan bien y con tanto esfuerzo ylibertad como si Cortés estuviera con su exército a la puerta.

Mucho se espantó el Cazonci y aquellos señores de lo que los indiosdixerony creyéronlo todoporque de mucho dello tenían larga relacióny enespecial aquel Gobernador se holgó máspor haber sido causa de que el Cazoncino hiciese tan gran desatino como pensabay volviéndose a su señorle dixo:«¿Qué te parescegran señorsi te aconsejé bien y cuánto lo hubieraserrado si de otra manera lo hicieras?» El Cazonci le alabó el consejo y tuvoen más su persona e mandó luego tratar bien aquellos indiosporque le dixeronque eran señoresdiciéndoles por dos o tres lenguas lo mucho que se habíaholgado de hablar con ellos y de estar cierto de lo que estaba dubdosoy que seestuviesen en su palacio hasta que él mandase se fuesen con los cristianos. Enel entretantolos españolescomo había pasado día y medio que sus indios novolvíanestaban muy temerosos de moriraunquecomo españolesconjurados ydeterminados de vengar de tal suerte primero sus muertesque el Cazonci y lossuyoscuando se desengañasen de ser inmortalesentendiesen cuán caro lescostaba la muerte de cada uno dellossin lo que después al Cazonci costaríaviniendo Cortés a vengarlos; pero al tiempo que más ocupados estaban en hacerestas consideracionescuando no se cataronvieron entrar sus indios por lapuerta del aposento muy alegres y contentosque les parescieroncomo debía deser así en aquella sazónángeles y no hombres. Abrazáronlosno vieron lahora que preguntarles qué nuevas habíaa lo cual dixeron: «Muy buenasqueespantado dexamos al Cazonci y [a] aquellos señores con lo que a suspreguntas respondimosy tenemos por cierto que prestoy aun con ricospresentesnos inviará a nuestro Generalqueriendo procurando su amistad másque él la dellos.



 

 

Capítulo XX

Cómo de allí a tres horasviniendo de montería el Cazoncifue a visitar aquellos españoles y cómo les dio la cazay de lo que por lalengua les dixo.

De ahí a tres horas que esto pasóvino el Cazonci con cuarenta o cincuentaseñorese por pajes diez o doce mancebos muy bien dispuestosy en seguimientosuyo más de veinte mill hombrestodos con arcos y flechas y enramadosllenosde guirnaldascon una grita como gente vencedora. Los españoles no lastuvieron todas consigocreyendo que por cerimonia venían de aquella manerapara matarlos y sacrificarlos a sus ídolos. Apercibiéronse desimuladamenteyel uno dellos tuvo de trailla un lebrel muy bravocebado en indioscondeterminaciónsi acometíande soltarlepero avínoles muy de otra manera delo que temieronporque entró el Cazonci por el patio hacia donde ellos estabancon muy buen semblante y con otro rostro del que hasta entonces les habíamostrado. Llevaba su arco en la manotodo lleno de engastes de esmeraldasy alas espaldas una aljaba de orocuajada de pedreríaque con el sol el arco yaljaba relumbraban muchoy soloyendo algo apartado dél por los lados yespaldas aquellos señores sus más privadosentró por los aposentos donde losespañoles estabanlos cuales no osaron salir a rescebirle más adelante deadonde la raya estaba hecha. Hiciéronle grande acatamiento con rostros muyalegresy élrescibiéndolos asíse apartó a un cabomandando poner pororden gran cantidad de venados muertos y vivos y gran cantidad de conejoscodornices y aves de otras muchas suertesmuertas y vivasque pusieron a losnuestros gran admiración porque era la montería y caza mejor que en toda suvida habían visto ni oído.

Estando todavía en piellamando a las lenguas y mirando a nuestrosespañolesles hizo un razonamiento; otros dicen que por la majestad suyalehizo a su Capitán generaly el Capitán lo declaró al intérprete de losespañolesy esto es lo más cierto. Lo que contenía el razonamiento en sumaera pedir perdón a los nuestros por haberlos detenido tantos días y que lacausa había sido haber estado aquel tiempo ocupado en las fiestas y sacrificiosde sus diosesque cada año acostumbraba hacer en aquel mismo mesy que en loque tocaba a pasar ellos adelantea ver la tierra de las Amazonasque no loconsintiría ni permitiría por vía algunaporque si algo les subcediese enque fuesen heridos o muertosno quería él ser la causasino inviarlos tansanos y tan buenos a su Capitán como habían venidoal cual les rogaba dixesenque él le era muy aficionado y deseaba servir en todo y ser vasallo y criadodel Emperador de los cristianosque tan poderoso señor erapues inviaba talCapitán y tales hombres que más parescían dioses que hombrespues siendo tanpocossegún había oídoen tan breve tiempo se habían hecho señores detodo el imperio mexicanoque tantos reinos y provincias tenía subjectasy queporque era costumbre de los Reyes de Mechuacán no inviar vacíos a losmensajeros que los venían a visitarque otro día por la mañana losdespacharía con dones para ellos y presente para su Capitánal cual besabalas manos y suplicaba rescibiese lo que inviaríamás por prenda y señal deamistadque por el valorporque todo su reino era poco para quien tantomerescíay que lo más presto que pudiese iría a besarle las manos y darle laobidiencia en nombre del Emperador; y en el entretanto quería inviar con ellosciertos señores. Hecha esta pláticales dio toda la caza e les dixo que a suvoluntad la repartiesen.

No se puede decir el contento que desto los españoles rescibieronporqueesperando morirverse libres y tan regaladosles parescía sueño más queverdad; y así le respondieronaunque no con muchas palabrascon muestras degrande agradescimientodiciéndole que besaban los pies a Su Alteza y que entodo había mostrado quién eralo cual más largamente contarían a suCapitány que desto serían buenos testigos los señores que con ellosinviasecuando volviesen con la respuesta de la embaxada. Desta manera sedespidierony el Cazonci mandó que les traxesen gran cantidad de comidaguisada que había para cuatrocientos hombresinviándoles a decir que seholgasenporque sin dubda otro día los despecharía sin haber más dilacióny que él quedaba escogiendo los señores de su reino que con ellos habían deirlos cuales irían con el adereszo de comida que para todos convenía hastallegar a Méxicoy que para su contento irían cazadores.

Los españolesaunque no se les cocía el pan hasta verse fuera de aquelreinoporque siempre estuvieron con recelorespondieron que besaban las manosa Su Alteza por la merced que de nuevo les hacíay que estando en su real casano podían dexar de holgarse. Con este entretenimiento pasaron el resto de aqueldía y la nocheesperando el tan deseado subceso de que estaban dubdosos.



 

 

Capítulo XXI

Cómo otro día muy de mañana vinieron muchos señoresy delgran presente que traxerony de lo que a los nuestros dixeron cerca deltratamiento de los señores que con ellos iban.

Luego venido el díavinieron muchos señores principales; traían consigomuchos indios cargadosy como el patio era grande y cuadradomandarondescargar por partes iguales en los cuatro ángulos del patio toda la ropa quetraían. Había en cada parte veinte cargas de ropa de la muy estimada y veinteasientos de maderapor maravilla bien labradosy cinco cargas de calzado queellos usan de muy lindo cuero de venadode blanco y amarillo y coloradoycincuenta marcos de joyas de platea y oro baxo. En el medio de los cuatromontones pusieron muchas esterasque los indios llaman petatesmuy ricas ydelgadasarrolladasy muchas mantas blancasmuy ricassobre las cualespusieron tanta cantidad de piezas de plata y oro baxo y finoque valdríancient mill castellanos.

A este tiempo ya había venido el Cazonciel cualpor su Capitán general yel Capitán general por otro privado suyo y el privado por el intérpretedixoa los españoles que la ropa y joyas que estaban en las cuatro partes del patioel gran señor Cazonci les hacía merced dellay que la que estaba en medio delpatio la diesen a Cortés su Capitány le dixesen que le suplicaba que tuviesemás cuenta con la voluntad y amor que le inviaba aquel presenteque no con lopoco que valíay que como tenía prometidoél en personacuando más lugartuvieseiría a besarle las manos. Dichas estas palabrastomó a ocho señoresde los que allí estabane apartándolos de los otrosmandóles que fuesen aver y visitar aquel gran Capitán de los cristianosy los entregó a los cuatroespañolesdiciéndoles por el intérpreteque aunque tenía entendido queellos tenían tan buen corazón que no era menester encomendarles aquellos ochoseñoresque eran de los más queridos y favorescidos de su casaque todavíapor lo que él debía a su persona y a lo que [a] aquellos señores queralesencargaba y encargaba muchos los tratasen muy bien por el caminoy que despuésque hobiesen llegado donde su Capitán estabale suplicaba mucho de su parte selos tornase a inviar sin hacerles mal alguno ni desabrimientosino que cuandoellos se quisiesen volverpudiesen librementey que desde aquella hora quedabapor su amigo y vasallo del Emperadory que vueltos que fuesen aquellosseñoresél mismocomo tantas veces había dichoiría a besarle las manos.

A estocon mucho comedimiento y reverenciaporque aún no creían lo queveíantodos cuatro con muestras de grande alegríarespondieron que no eranellos tan malos quehabiendo rescebido tantas mercedes en su casay a lapostre haberlos dado tantas y tan buenas joyasno mirasen por aquellosseñorescomo estaban obligadoscomo si fueran sus hermanosy que llegadosque fuesen donde su Capitán estabaverían el buen tratamiento y las cosas queles dabaporque no sabía rescebir sin luego gratificary que vueltos quefuesen a su casa realle dirían con verdad haber ellos en este prometimientoquedado cortosy Su Alteza se holgaría de haberlos inviado y se arrepentiríade no haber ido luego. El Cazonci delante de los españoles dixo pocas y muygraves palabras al despedirse de aquellos señores; en sumafueron: «Miautoridad y crédicto lleváis para visitar a ese hijo del sol; hacerlo heis conmucha corduradándole a entender lo que otras veces os he dichoque le soyservidor y amigo y que así me hallará cuando menester seay miraréis bien ensu persona y tratamientopara que a la vuelta me deis cuenta.»

A los señores se les arrasaron los ojos de aguay el Cazoncisin decirpalabracon buen semblantea los españoleshaciéndoles con la cabeza ciertamanera de inclinaciónse despidió dellos y se fue a su aposentoreprimiendoel alteración que en enviar aquellos señores rescibió. Mandó luego irochocientos hombres para que llevasen las cargas y la comidalos cualescomohoy también usanen cargándosesalieron luego de la casa realuno en pos deotrocomo cigüeñassin ir dos juntospor aquellos llanosque hacían unhilo tan largo que no se acababa de divisar.



 

 

Capítulo XXII

Cómo ya que los españoles querían salirel Cazonci lesinvió a pedir el lebrely lo que pasó en dárseloy cómo lo sacrificó.

Estando en estoya que los españoles queran salir al patioel Cazonciinvió ciertos señores a mucha priesarogando con muy gran instancia a losespañoles quepor cuanto aquel lebrel que tenían le había parescido el máshermoso animal que jamás había vistole hiciesen tan gran placer de se ledarque por él inviaría todo el oro y plata que le pidiesenporque animaltan valiente y que había venido en compañía de tan fuertes y valerososhombresno podía dexar de ser muy bueno para la defensa y guarda de su personay casa y que a ellos no les faltara otro como aquél que él sabía que en elexército de Cortés había muchos que peleabany que en ninguna manera ledixesen de noporque le pesaría mucho dello.

Mucho pesó a los españoles deste mensajeporque era tan bueno el lebrelque en aquel tiempo no tenía presciopor ser muy grandemuy animoso y muydiestro en la guerray tan temido de los indiosque en soltándoleaunquehubiese diez mill indios delanteno osaban paray era con esto tan presto ytan ligero y tan cebado en los indiosque lo primero que hacía era derrocartodos los que topaba y después que vía que se le alexaban mucho los que ibandelanterevolvían sobre los que se levantabanhaciendo siempre presa en lagarganta. Y como el ruego del señor sea mando y fuerzaestuvieron dubdandoqué haríany Peñalosaque así se llamaba el dueño del lebrelestuvo granrato más firme y duro que su nombre en darleaunque mucho se lo porfiaban suscompañerostemiendo (como ello fuera) que si no le dieranfueran todos presosy sacrificados. Con todo estoestuvo muy porfiado Peñalosadiciendo que másquería morir que darle; pero como era hombre de razónal cabo le vinieron aconvencer aquellos señores indios que sacaron de Méxicodiciéndole quesindubdael Cazonci tenía enojados a sus diosespor no haber sacrificado enaquellas fiestas aquellos hombres estrañostan grandes enemigos suyosy quepor aplacarlos quería sacrificar aquel lebrelpor matar cosa que fuese de loscristianosy que tenían entendido que si no daba el lebrelque todosmorirían y también el lebrely que para esto mejor era que a costa dellebrelpues era un animalse salvasen todos ellos. Peñalosa dio el perro muycontra su voluntadpudiendo más (como era razón) el temor de la muertequesu excusada porfía; y porque no estaba para responderuno de aquellos otrossus compañeros dixo a los señores que venían por el lebrel: «Decid a SuAlteza que aunque este animal es el más presciado que teníamosque de muybuena gana le servimos con élpara que tenga alguna prenda nuestra y seacuerde de nosotrosy que si de lo que tenemos le paresce otra cosa biensesirva dellapues le debernos mucho más»y que en lo que decía que inviaríaoro o plataque harto les había dado y que no eran hombres que a quien tantodebían de vender aquel lebrel; el cual aquellos señores llevaron con muy grancontento; y en el entretanto que el lebrel no los viosalieron los nuestros deaquel patio como hombres encarceladosno viendo la hora que verse fuera; y fuecausa haber dexado el lebrelque por todo el camino fuesen temerososcreyendoque ya que el Cazonci le tenía en su poderinviaría por ellos parasacrificarlos; acrecentóles este miedo saber por cosa ciertaal cabo de dosdías que habían salidoque el Cazonci había hechos unas solemnes fiestasenlas cualescon grandes cerimoniaspidiendo perdón a sus dioseshabíasacrificado al lebrelal cual sacrificio concurrieron de otros puebloscomarcanos infinitos hombres y mujeresdiciendo que iban a ver cómo moríaaquel animal tan bravo que tantos indios había muerto.

Hicieron este sacrificio particularmente los sacerdotescon nuevascerimoniasdiciendo al perrocomo si los entendiera: «Ahora con tu muertepagarás las muertes de muchos; cesarán las de los que más matarasy nuestrosdioses perderán la saña que contra los nuestros tenían por no habersacrificado a los cristianos que en nuestro poder teníamos.» Dicho estotendiéndole (como hacían a los hombres) de espaldas sobre las gradas deltemplotentándole el lado del corazóncon gran destrezacon una navaja depiedrase lo abrierony sacándole el corazónuntaron los rostros de susídoloshaciendo luego un baile y cantandocomo solíantan tristemente comoen las tristes muertes de los que no eran en culpa dellas solían hacercosaciertoespantosa y que la razón natural rehuye contarlacuanto más verla yhacerla.



 

 

Capítulo XXIII

Cómo hasta llegar do Cortés estabalos españoles sevelaban cada nochey de cómo le escribieron y de cómo los salió a rescebiry de lo que pasó con ellos.

Los españoles prosiguieron su caminoy aunque se vían fuera de la cárcelque tal lo era aquella casa real de Cazonciestaban tan cuidadosos y la barbatan sobre el hombreque no pudieron gozar del pasatiempo del camino y de losservicios que los indios del Cazonci les hacíanpensando que todo aquello erafalsoy para llamarlos cuando menos pensaseno para que descuidándoseaquellos ocho señores mechuacasenses los matasenpues llevaban consigosinlos de cargamás de ochocientos hombresy a esta causade día iban concuidadosin apartarse uno de otroy de noche se velaban.

Desta manera acabaron su jornada hasta llegar a cuatro leguas de Cuyoacándonde Cortés estabaal cual escribieronen sumalo que les había pasado ycómo traían consigo ocho señorescriados del Cazoncia los cuales conveníahiciese todo regalo y buen tratamientoporque conformase con lo que ellos alCazonci habían dichoy que la gente que habían visto era mucha y muy buena yla tierra muy fértil y espaciosay que de lo demás cuando llegasen le daríanmuy particular cuenta.

Grandísimo contento dio esta carta a Cortés y a todos los de su realporque tenían ya por muertos aquellos españolesy saber que fuesen vivossiendo tan necesariosy que viniesen sin pensarloaumentaba su alegría(aliende de la mucha que recibieron con las buenas nuevas que inviaban y por labuena maña que se habían dado). Cortés les invió al camino cuatro hombres dea caballocon algún refresco de lo que él tenía (que era bien poco).Topáronlos en la mitad del caminoapeáronse los de a caballo y abrazáronselos unos a los otros con tan grande amor (porquea la verdadCortés lesinvió los más amigos) que por un gran ratode alegría y contentoestuvieronllorandocosa que los españolespor ser más duros de corazón que las otrasnascionesen los casos y negocios muy tristes pocas veces suelen haceryaunque las más veces el dolor y pesar suele ser causa de lágrimasla ternezadel amorcon el contento de verse los que bien se quierentambién las causany máscomo digoen los españolespor la firmeza y constancia grande que consus amigos tienen. Hablaron los de a caballo a los señores mechuacanensesabrazáronlosdiéronles la bienvenidapreguntáronles por su señorcon larepuesta de los cuales y con otras pláticasentre los españoles bien suaves ysabrosasllegaron cerca de Cuyoacánde donde a tiro de arcabuz salió Cortéscon algunos caballeros a rescebirlos; abrazólos tan entrañablemente como silos hubiera engendradoy entre él y ellos fueron muchas las lágrimasaunqueélcomo tan valerosolas procuraba reprimir. Díxolesabrazándolos:«Seáis muy bien venidosamigos del corazónque cierto os tenía por tanmuertos como a los que están enterrados; huélgome tanto de veros y deseabatanto saber de vosotrosque me paresce que sueño lo que veoporque ha más detreinta días que no sabía de vosotrosy como cosa no esperada ni pensada medistes una tan grande y repentina alegría que me alteró tanto que no memaravillo de los que con súbito placer han muerto o enfermado; teníadeterminado y juradosabiendo que érades muertosvengar tan cruelmentevuestras muertes cuales jamás otras fueron vengadasy pues Dios os ha hechotanta merced de traeros vivos y sanos y con tan buenas nuevas a nuestro realya mí ha dado tanto contento que vivos os veaen nombre del Emperadornuestroseñor a quien tan notable servicio habéis hechoyo os haré muy grandes ycrescidas mercedes.» Con estas tan buenastan amorosas y tan favorablespalabrasdieron aquellos españoles por muy bien empleados los trabajospeligros y temores que habían padescidotomando con ellas nuevo esfuerzo yánimo para ponerse en otros mayoresqueciertoel buen Capitán no menosanima y esfuerza con tales palabrasque con grandes y crescidas dádivasyasíle respondieron que aunque de sus trabajos no tuviesen otra paga más dehaberlos rescebido con tanto amor y dicho tan favorables palabrasquedabanobligados a servirle en mayores peligros que los pasados. Pasado estoCortésrescibió muy bien a los embaxadores y dixoles que en su casaporque veníancansadosmás despacio le darían la embaxada del Cazoncisu señor.



 

 

Capítulo XXIV

De lo que más pasé con aquellos españoles y de la alegríaque con su venida hubo en el realy de la embaxada de aquellos señoresycómo Cortés les respondió.

Y asídespués que hubo rescebido el gran presente y tratado muyparticularmente con Montaño y sus compañeros lo que les había parescido de latierra y de la gente y cómo el Cazonci los había querido sacrificar y cómohabía pedido el lebrel y por quéy todo lo demás que arriba queda dicho y loque sobre esto se había de hacer y cuánto convenía rescebir bien aquellosseñores y tratarlos con afabilidady hechos grandes regocijos en el realcomotan buena nueva y subcesos demandabanya que entendió que habrían descansadolos invió a llamary para representar el autoridad que entre los suyos tenía(porque esto hacía mucho al casopara con aquella gente) púsose una ropalarga de terciopelosentóse en una silla de espaldas y mandó que por toda lasala donde él estaba todos los españoles estuviesen en pie y destocadosconlas gorras en las manosy estando desta suerte con esta representación deautoridadentraron los embaxadores de dos en dosuno en pos de otro; hicierona la entrada de la sala un muy gran comedimiento e a la mitad della asimismoycuando llegaron donde Cortés estabaél se levantó a ellosy uno a unoconmuy buena gracialos les dixo dixesen a lo que venían. Estonces uno dellosque de más edad y autoridad parescíahaciendo a su modo y costumbre ciertamanera de representación de cerimoniaque a una también hicieron los demáshabló desta manera:

«Inmortal e invencible Capitánhijoa lo que pensamosdel sol: ElCazoncigran Rey de Mechuacán y sus subjectosmuy amado y querido señornuestropor nosotros te besa las manos y dice que por la gran fama de tusmaravillosos hechosque por todo este mundo vuelate es tan aficionado que nohay cosa que tanto desee como verte y serte amigo y servidor y criado y vasallodel Emperador de los cristianoscúyo vasallo y criado tú eresy dice que noes mucho que sea tan poderoso Emperador tiniendo tales vasallos y criados comotúy que así le ha espantado mucho que con tan poca gente de cristianoshayáis vencido y asolado la más fuerte y poderosa ciudad del mundodonde susmoradores estaban tan soberbios que les parescíaque el poder de sus dioses nobastaba a humillarlosde adonde vinieroncasi no hallando contradiciónsinofue en el Cazoncinuestro Rey y señorpor tiraníasa dilatar tanto suimperioque algunas partes se extendía más de docientas leguas. Dice tambiénque lo más presto que pueda te vendrá a besar las manos y a ofrescerte supersonareino y amigosque tiene muchos y muy buenosy que de lacomunicación y amistad que contigo tendrá resultará el entender lo que acercade su religión le conviene hacery porque de los cristianos que le enviaste yen su casa tuvo te informarán más largo de la voluntad y amor que te tienecerca desto no decimos mássuplicándote nos respondas y despaches cuando teparezca».

Cortés a esta embaxadacon la gracia a él posibleagradesció a ellos lavenidadiciéndoles que se holgaba mucho que tales caballeros como elloscriados y vasallos de tan gran señorhubiesen venido a su realpara pagar enparte lo mucho que al Cazonci debía por el buen tratamiento que a susespañoles hizo y por el presente que le inviay que así le rogaba que aunquepodían irse cuando quisiesendescansasen algunos días y viesen despacio elasiento de su reallas armaslos caballos y los exercicios de guerray que enlo demás deseaba por extremo ver personalmente a tan gran señorque tanpoderoso fue contra el imperio mexicanoy que de haber venido no le pesaríaporque sabría y entendería cosas que a él y a su reino mucho conviniesenyque en el ofrescerse por amigo suyo y vasallo y criado del Emperador de loscristianos hacía más de lo que pensabaporque por este vía sería máspoderoso señor que nuncay que en prendas de amistadcomo él decíaleinviaría algunas cosas de la tierra de Españaque aunque no fuesen muy ricaspor su novedad y extrañeza le darían gran contento. Respondiéndoles destamaneramandó luego hacer una escaramuza de a caballo y otra de a pie ydisparar algunos tiros y escopetasque fueron cosas espantosas y extrañas paraaquellos señoresque con muy gran cuidado y atención las miraban. Esto hizoCortéscomo otras vecespara poner espanto a los que venían de fueray paraque contándolo a sus señores les pusiesen tan gran temor que no osasenemprender cosa que contra el poder de los cristianos fuese. De ahí a pocorescebidas las joyas que Cortés inviaba y saliendo con ellos algunosespañolesdespidió Cortés muy contentos a aquellos señoreslos cualesfueron causa de que el Cazonci inviase a un su hermano a ver a Cortéscomoluego diré.



 

 

Capítulo XXV

Cómo Cortés hizo señor del pueblo de Xocotitlán al indiointérprete para tenerle grato en las cosas de Mechuacány de cómo un hermanodel Cazonci vino a ver a Cortés y de lo que pasó con él.

Despachados los embaxadores del Cazoncicon quien dice Motolínea que invióCortés dos españolesal que tomasen lengua de la mar del Surque es alponiente de Méxicodeterminó de cumplir la palabra que al intérprete habíadadoy asíen nombre del Emperadorle hizo Gobernador y cacique del pueblode Xocotitlánasí porque lo había muy bien merescido por la verdad yfidelidad que en negocio tan importante había tenidocomo por animarle para enlo que en el reino de Mechuacán pudiese subceder. Juntóse a esto el contentogrande que dello rescibieron todos los que de los indios eran amigos de Cortésentendiendo de aquella liberalidad que a cualquiera que de los señores en suamistad perseverase le haría mayores mercedesy así esta merced tan biendebida fue causa que muchoscontra su natural condisciónperseverasen en lapalabra que tenían dada.

Los embaxadores del Cazoncique en el entretanto llegaron donde su señorestabale dixeron tantas y tan grandes cosas en honra y alabanza de Cortésque le pusieron en grande admiración; preguntóles muy particularmente por todolo que habían vistoy como ellos no habían ido a otra cosadiéronle tanparticular cuentacomo si hubieran estado muchos mesesy así quiso venirluego a ver a Cortés si no se lo estorbaran los de su consejoporque haciendollamamiento delloshecho primero cierto sacrificio para que con voluntad de losdioses fuese su partidalos más dellos y de los que él más crédicto teníafueron de parescer que un tan gran señor como élse hubiese de irno fuesetan prestosin que primeropor los que él inviaseentendiese Cortés elseñorío y majestad suyay aunque hubo otros que porfiaron en que fuese luegopor haberlo inviado a decir tantas vecespudo máscomo acaesce en todas lasconsultasel parescer de los másaunque todos vinieron en que el Cazonciinviase a un hermano suyoque se llamaba UchichilciCapitán general delexércitoel cual después fue con Cortés a Honduras.

Invió el Cazonci con su hermano más de mill personas de servicio y muchoscaballerosque para su servicio también llevaron más de otras mill personas.Dióle para que presentase a Cortés mucha ropa de pluma y algodóncinco millpesos de oro baxoe mill marcos de plata revuelta con cobretodo esto enpiezas de aparadore joyas de cuerpo. Díxole muchas cosas en público y otrasen secreto; créese las de secreto debían de ser mirase con cuidado si eratantolo que de Cortés se decíacomo sus embaxadores le habían contadopara ver si podía él ser parteya que el imperio mexicano estaba deshechoaestarse en su reino sin reconoscer a nadie y apoderarse de otras ciudadeshaciéndose mayor señor.

Con esto salió Uchichilci de la ciudad de Mechuacánno sin cerimonias ysacrificios que primero se hiciesen a los ídolos. Acompañóle el Cazoncisuhermanocon grandísima cantidad de caballeros; despidióle con muchos abrazosun razonable trecho de la ciudad. Era este Capitán muy valiente y muy discretoy como llevaba gran voluntad de ver a un hombre tan valiente y sabio comoCortésdióse la mayor priesa que pudo hasta llegar do estaba; el cualcomotuvo nueva de su venidainvió caballeros españoles con el intérprete arescibirle y darle la bienveniday élpor guardar su autoridadse estuvo ensu palacio hasta que supo que entraba por él. Salióle a rescebir a la primerasala; abrazólo e hízole grandes cariciase tomándole por la manole asentócerca de sí y le mandó traer de comer y beber. Mostró al vino buen rostroporque no hay nación en el mundoque aunque no lo haya bebido no le sepa bieny después que hubo algún tanto descansadoCortés por la lengua le dixo queaunque deseaba mucho ver a su hermano el Cazoncicomo él se lo habíaprometidoque se holgaba muchocon su venidapues era su hermano y teníagran noticia del valor y esfuerzo de su persona y de cuán bien se había habidoen las cosas de la guerraespecialmente contra los mexicanos. El se holgómucho con esto; besó las manos a Cortés por ellodiciéndole que delante délno había ningún valientepero que con su persona y con todo cuanto tenía leserviría todas las veces que se lo mandasey que le suplicaba le oyese lo quede parte de Cazonci su hermano y señor le venía a decirsuplicándole primerorescibiese aquel presente que allí lo traía. Rescebido y dádole las graciasCortésél le habló desta maneratiniendo en el modo de su decir laautoridad y reposo que su hermano y otro mayor señor pudiera tener:

«Muy poderoso e invencible Capitán Cortés: Muchos días hadespués quetus españoles fueron a aquella nuestra tierraque el Cazonci mi señor e yo tehemos deseado ver y hablarpor los maravillosos y espantosos hechos que de tupersona y de los tuyos se cuentan. El viniera luego si no le estorbaran ciertosnegocios muy importantes de su reinopero vendráa lo que entiendomuyprestoy te hago cierto que te es tan servidor y te será tan buen amigoqueen lo que se te ofrescierelos tlaxcaltecasde quien has conoscido tantavoluntadno le harán ventaja. De mílo que te puedo decir es que me hasparescido tan bienque juntamente con lo que de ti he oídono habrá cosa enque tanta merced resciba como en que me mandes y te sirvas de míporque paraacá entre los de mi nasción yo te podré hacer algún servicio como losCapitanes tlaxcaltecas; y porque los embaxadores que mi hermano te inviócontaron extrañas cosas de las armas y manera de pelear de vosotros loscristianosrescibiré gran merced me lo mandes mostrar todo y aquellas grandescanoas con que combatiste la gran ciudad de México.» Cortésque no deseabaotra cosadespués de haberle con muy buenas palabras dado a entender lo muchoen que tenía su ofrescimientole dixo que el día siguientedespués quehubiese descansadole mostraría todo lo que deseabay así mandó luegoapercebir sus Capitanes para que otro día hiciesen una trabada escaramuza depie y de caballo y una salva de artilleríaque aunque parte desto solía hacercon otros embaxadoresmás de propósito lo quiso hacer con este Capitángeneralpor el motivo y razón que ya tengo dicho.



 

 

Capítulo XXVI

De lo que otro día se hizo y de cómo Cortés mostró a esteCapitán los bergantines y la destruición de Méxicoy lo mucho que dello seespantó.

El día siguienteluego por la mañanacomo la gente toda estabaapercebidaCortés invió a llamar [a] aquel Capitán generale llevándoleconsigo a una plaza muy grandedesde un pretil mandó que se comenzase laescaramuza de caballola cual se hizo tan reñida como si de veras fuera. Muchose maravilló y aun espantó el hermano del Cazonciporque los de caballo conla furia y grita que traían le ponían pavorparesciéndole que aun allídonde estaba no estaba seguro. Luego la infanteríahecha una muy lindaroseñase partió en dos partesambas con sus atambores y pífaros; rompieronuna batalla con tanto ardid y destrezacon tanto ruido de los atambores ypífarosque muy bobo y como atónito estaba aquel Capitántras de lo cual sesiguió luego una fingida bateríadonde con gran ruido de los atamboresarremetieron a un altocomo si fuera castillodonde estaban otros españolesen defensay dieron el asaltoque fue cosa muy de ver para aquel que jamás lohabía visto. Dispararon desde lo llano el artillería gruesacuyo ruido hacíaestremecer el lugar donde Cortés estaba con el hermano del Cazonciel cualcomo discretodesimuló el pavoraunque no dexó de alterarsecomo en cosaque de suyo era tan espantosaespecialmente para el que jamás se había vistoen ello.

Acabado todo estode lo cual concibió en su pecho mayor opinión de loscristianos de la que había oído (aunque era muy grande)Cortés se metió conaquel Capitán en una canoa entoldada e muchos de sus caballeros en otrascongran música de trompetase por una acequia muy grande vino a MéxicodondeCortésmostrándole el grandísimo sitio de la ciudad y las casi infinitascasas y cúes quemados y deshechos y las muchas puentes que había cegado ycómo habían quedado tan pocos vecinos que apenas había quien paresciese porla ciudadparesció que no fuerzas de hombressino furia del cielohabíahecho tan grande estrago. Dicen que con tan miserable espectáculo el hermanodel Cazonci no pudo contener las lágrimasconsiderando la vuelta de lafortunae viendo que aquella ciudadcabeza y conquistadora deste Nuevo Mundotan poderosa tantos años atrásestuviese tan caíday siendo tan poblada queparescía que el agua y tierra producía hombresestuviese tan asoladatandestruida y desamparada de favor; ofrescióselesegún se puede creeraquellaantigua soberbiagrandeza y pujanza de aquella ciudadque tan grandesEmperadores había tenidola grande e increíble riquezalos triunfos yvictorias habidos de tantos reinos y señoríos y la gran prosperidad en quetantos años se había sustentado; que todo esto viniese a acabarse en poco másde ochenta díascosaciertomiserable y queciertoal que lo oyerecuantomás al que lo vierapusiera gran lástima y dolorde donde vino a entender loque los muy poderosos Príncipes debían considerar que los imperios señoríosque con injuriasagravios y tiranías se amplíanextienden y engrandescencuando no se catanpor justicia divinacomo los edificios muy grandes malfundadosque su gran pesadumbre los ayuda a caervienen de tal manera a serdestruídosque aun las reliquiaspara la memoria de su destruiciónnoquedan; y así debía de considerar aquel Capitán quepues contra tan granpoder había sido poderoso Cortésque sería bien que su hermano no ignoraseestopara que no se pusiese en defensa.

Cortéscomo le vio en alguna manera afligido y tan espantadole dixo porla lengua: «No te maravillesesforzado Capitánde la ruina y caída destatan gran ciudadque sus maldades y pecados lo han merescidoque ya el Diosverdaderoa quien los cristianos adoramosaunque por tantos años losdesimulóno lo pudo más sufriry como has vistoa nuestras personasarmasy manera de pelear pocos son los que en el mundo pueden resistirespecialmentecuando tenemos razón y tratamos negocio que toca a nuestro Dios. Muy muchasveces convidé con la paz a los mexicanos y estuvieron siempre tan porfiadosque hasta que los destruí no quisieron volver sobre síy tengo entendido queera porque no quedasen sin el castigo que sus grandes maldades y tiraníasmerescían. Ahora vamos a ver las grandes canoaso acalesque vosotros decísque yo mandé hacer para pelear por el aguaen que tanto los mexicanos con lainfinidad de sus canoas confiaban.» Mostróle los trece bergantineslas velasy remos; hizo entrar en uno dellos cuarenta o cincuenta soldadosy en pocoespacio aquel Capitán vio y entendió la poca parte que podrían ser muchascanoas contra un bergantínasí en fuerza como en ligerezay con cuántafacilidad con todos los que topase por delante podía echar a fondo. Paseósepor uno de aquellos bergantinesmirólos todos con mucho cuidado y no hizo másde maravillarse y espantarse. Con esto se volvieron todos.

Ahora diremos cómo este Capitán generalmás espantado que los embaxadoresde su hermanose despidió de Cortésy lo que pasó con el Cazoncisiendocausa que luego viniese a ver a Cortés.



 

 

Capítulo XXVII

Cómo el hermano del Cazonci se despidió de Cortés y llegadodo su hermano estabacontándole lo que había vistole hizo venir.

De ahí a pocos días el hermano del Cazonci determinó volversesólo porhacer que su hermano viniese y se hiciese amigo y servidor de un tan valerosohombre como Cortésa quien él cada día se iba más aficionandolo cual leforzó que al despedirse de Cortéscon juramento hecho a sus diosesleprometiese de volver con su hermano y quedarse en su servicio (como Motolineadice que lo hizo). Cortés le dio algunas cosas para inviarle más grato; saliócon él hasta sacarle de la ciudad; caminó hasta llegar a Mechuacán lo másque pudodespachando cada día desde que salió mensajeros a su hermano elCazonciel cual le salió a rescebir con toda su corte cerca de la ciudad deMechuacándondea su costumbre y usohubo muchos bailes y danzas. Elhermanohecha cierta reverenciaque en tales rescibimientos a su Rey y señor(aunque hermano) debía hacerle abrazó luego; en sumayendo hablando elCapitán general hasta entrar en la ciudadfue diciendo al Cazonci grandesmaravillas e increíbles cosas para lo de acá de Cortés y su gentea lascuales el Cazonci estaba muy atento y no con poco placer de haber dexado desacrificar a aquellos españolescuyas muertes fueran causa de su totaldestruición.

Otro díadespués de llegado este Capitán generalel Cazonci hizo llamara todos sus consejeroslos cuales sentados por su orden y antigüedad sentadocerca dél el Capitán general su hermanoles dixo:

«Ya señoressabéis cómo queriendo yo ir a ver a CortésCapitán de loscristianoslos más de vosotros me lo estorbastesdiciendo que no conveníaque un tan gran señor como yo fuese a ver un hombre extrañosin estar primeromuy cierto del valor y ser de su personaaunque bastante prueba era de lo muchoque valetener nuevas tan ciertas de la destruición de Méxicohecha por susmanos; y fuistes de parescer quepara que en todo me saneasemi hermanoquepresente estáfuese a visitarle y ver con mucho cuidado la manera de supersona y la de los suyosla suerte de armas y la manera de pelear; y viene tanespantado que por todo mi reino no quisiera (como tenía pensado) habersacrificado a aquellos cuatro cristianosporque soy cierto (según sonpoderosos y valientes los cristianos)que Cortés no dexara hombre vivo denosotros; por tantoyo estoy determinadosi a vosotros os parescede irle aver y ofrescer mi persona y reinoy por que veáis cuánto nos convieneruegoque oigáis a mi hermano algo de lo mucho que a mí me ha dicho.»

Ellosque no deseaban cosa tantoestándole muy atentosdixo el Capitángeneral: «Yocomo sabéisseñoresfui a ver a Cortés sólo por entender loque al Rey nuestro señor ya todos nos conveníay ciertoaunque había oídocosas espantosaslas que vi me espantaron tanto que no se cómo os lo decirporque en todo son los cristianos tan diferentes de nosotrosque el menosvaliente dellossegún son animosos y diestros en el pelear (y con armas que enmucho hacen ventaja a las nuestras) puede pelear con cient valientes Capitanesde los nuestros y salir vencedor. Las armas son de muchas maneraspero hay unasmuy espantosas que cuando dan un gran tronido matan muchos indios. Esto decíaporque no sabía cómo se llamaban las escopetas y los tiros. Fuera desto subensobre unos animales muy mayores que ciervos y tan ligeros como ellosque hacentodo cuanto mandan los que van encima. Tienen también muchos animales de lasuerte de aquel que traxeron los cuatro cristianosque nosotrospor aplacar alos diosessacrificamos. Vi la manera de pelear suyaque pone gran miedomirarlay después vi trece grandes acalesque en el menor dellos cupierandocientos de nosotros. Con éstos Cortés venció y conquistó los mexicanosque tan fuertes estaban con su laguna. Por otra parte miré mucho en ello quesiendo tan valientes los cristianosson muy noblesmuy humanosmuy liberalesy dadivososde donde entiendo que son buenos para amigos y malos para enemigos;y asísoy de parescer que el Cazonci mi hermano vaya lo más presto quepudiere a visitar a tal hombre y tenerle por amigo.»

Todosoídas estas palabrasque tuvieron gran créditofueron de parescerque el Cazonci se adereszase luego con toda la majestad posible para la jornaday llevase grandes presentesde que nada pesó a los nuestros. Salidos con estadeterminación de aquella juntael Cazonci mandó adereszar para el camino todolo nescesariodexando en el entretanto quien gobernase su reino.



 

 

Capítulo XXVIII

Cómo el Cazonci fue a ver a Cortés y cómo dél fuerescebidoy de su muerte algunos años después.

No se pudo el Cazonci dar tanta priesa para adereszarseque no se detuviesealgunos díasaunque fueron pocosen comparación del adereszo y aparato conque partió. Vino por su jornadas con toda la majestad a él posibleinviandocada díade donde llegaba a hacer nochesus mensajeros a Cortésdiciéndolecómo ya iba y adónde quedabay otras palabras de mucho comedimientoy asíllegando cerca del real de los nuestrosCortés con los principales de suexércitodeterminó salirlo a rescebir; llevó consigo la música que teníaporque sabía que el Cazonci traía la suya. Salió Cortés poco más de medialeguae cuando los unos reconoscieron a los otrosfue cosa muy de ver la salvaque con la música se hicieronno cesando hasta que Cortés y el Cazonci sevinieron a juntary estonceshabiendo gran silenciocomo si hombre noestuviera en el campoel Cazonci se humilló mucho a Cortése Cortés leabrazó e mostró gran amore luego por los intérpretes el Cazonci le dixo:

«Muy valiente y muy esforzado caballerocapitán y caudillo de muyvalientes y esforzados caballerosinviado por el mayor señor que jamás heoído: Suplícote cuanto puedo perdones mi tardanza en no haberte venido a vercuando prometípor queciertomuchas veces (como te habrá acontescido) loshombres (especialmente que gobiernan) piensan uno y hacen otro. Yo vengo aservirte y a ser vasallocomo tú lo eresdel Emperador de los cristianostuRey e señory asípuedes mandarme de hoy en adelante en todo lo que seofresciereque toque al servicio del gran Emperador de los cristianosy porquede lo que te ofrezco han de dar testimonio las obrasen prueba de quecorresponderán a mis palabrasrescibirás hoy ciertos presentes de oroplatajoyas e otras cosas que en mi reino haypara que entiendas que ofresciéndotemi personaes lo menos servirte con mi hacienda.»

Cortéstan alegre de las palabras y obras del Cazonci como era razónletornó a abrazare por los intérpretes respondió que no se maravillaba de queno pudiese haber venido antes a verleaunque lo hubiese prometidopor larazón que él decía que era muy justa y muy ciertay que cada día solíasubcedery que desto no tuviese penaporque él con su venida estaba tanalegre y regocijadoque no querría que le hablase en aquello y que le besabalas manos y tenía en mucho así el ofrescimiento como las obrasy que elEmperador y Reysu señorle haría muy grandes mercedesy que por lacomunicación que adelante tendrían con los cristianos vería y conoscería elgran bien que a él y a los suyos dello redundaríaporque se desengañaría degrandes y perversos errores en que el demonio por tantos años los teníaengañados.

En estas y otras pláticas volvieron hacia los aposentos de Cuyoacán conmucha música y regocijo; aposentóle Cortés todo lo mejor que pudo e hízoletoda la fiesta que su posibilidad y aquella tierra sufrían; mandó a todos losespañoles principales que en lo que pudiesen diesen gusto y contento a losseñores y deudos que con el Cazonci veníanpara que todos con el buentratamiento se aficionasen a la conversación y amistad de los cristianosconlos cuales ellos en todo o en lo más tenían gran semejanza.

Comía el Cazonci y algunos de los más principales deudos y señores conCortés; sabíanles bien las comidas de Castilla y más el vinoa que hasta hoyson todos tan aficionados que es menester gran rigor para que no se emborrachen.Mandó Cortés (como lo había hecho con su hermano) en aquellos días que allíestuvo el Cazonci [que] hubiese escaramuzas de los nuestros de a pie y a caballoy algunas salvas de artillería y escopeteríaque no menos que a su hermano lepusieron pavoraunque (como luego diré) vuelto a su tierrainstigándole lossuyos y el demonioque hacía la mayor guerrano estuvo con aquella firmeza yfidelidad que había prometido. Dice Motolínea que se batizó y que él lo vio.

Pasados después algunos añosviniendo a gobernar Nuño de Guzmánpresidente del Audiencia real de Méxicoen la revolución y rebelión delreino de Jaliscoque por otro nombre dicen la Nueva Galiciaprendió alCazonci con intentosegún muchos dicende sacarle oro y platafingiendo quehabía muerto veintidós españoles y que con los cueros dellos hacía areitos yque con su sangrerevuelta con muchas semillasa su costumbrehabía hecho unídoloque con gran reverenciaalegría y contento él y los suyos adoraban; ycomo vio que no le podía sacar el dinero que queríale mandó quemardebaxode lo que dicho tengoel cualdicenque cuando vio que le querían quemar yque ya no tenía remedio su vidadixo a sus criados «Después que yo estéhecho polvosos encargo muy y mando como señor vuestrolos llevéis a mi casay los ofrescáis a mis ídolos.» Los cristianos que a su muerte se hallaronsabido estopor no dar lugar a aquella idolatríabarriendo muy bien el sueloecharon los polvos en un río. Fue después por esta muerte preso Nuño deGuzmán y en España muy fatigadoporque paresció haber hecho gran crueldadaunque dio los descargos que pudo.

Dexó el Cazonci dos hijoslos cuales aprendieron Gramática y nuestralengua castellanay el mayorhabiendo tenido el señorío de su padre algúntiempomurió sin dexar hijos y subcedióle el segundoque se decía DonAntonioa quien yo muy familiarmente traté. Era grande amigo de españolesmuy querido y obedescido de los suyosmuy bien enseñado en la fee católica;presciábase de tener muchos libros latinoslos cuales entendía muy bien. Eramuy gentil Escribano y especialmente en castellano escrebía con mucho aviso unacartay no menos en latín. Y porque de las cosas de Mechuacán hablaré máslargo cuando tenga recogidas las Memorias y papeles de aquella provinciacercadel Cazonci por ahora no diré másviniendo a las provincias que Gonzalo deSandoval conquistó y pobló.



 

 

Capítulo XXIX

De las provincias que Gonzalo de Sandoval conquistó y pobló.

Al tiempo que los mexicanos echaron a los españoles de su ciudad con elestrago y matanza que en su lugar dixelos pueblos y provincias subjectas aMéxico y las con él confederadas hicieron gran daño en los españoles que porla tierra toda estaban derramados buscando minas de oro y plata. Y porque no esrazón dexar de contar algunas grandes crueldades que a su costumbre (comohombres muy vengativos) hicieron en los nuestrosdiré algunaspara que seentienda la razón que de castigarlos tuvo Cortés.

En Tututepecque es a la costa de la mar del Surjuntándose gran cantidadde indiosde súbito dieron sobre ciertos españolese presoslos desnudaronen carnes y metieron en un patio cercado de un pretil almenadode un estado enaltoe poniéndose alderredor más de dos mill indioscomo a toroscon varastostadas los comenzaron a agarrocheary como es tan terrible la muerteque nohay animal que no la huyaprocurando los miserables escaparsese abrazaban conlas almenasprocurando salir fuerano haciendo otro fructo que dexarlasensangrentadaspara memoria de su miserable muerte y ferinacrueldad de susenemigos. Finalmenteviendo que no podían dexar de morir y que no tiniendootras armas que las manos heridas y ensangrentadasguardándolas para mejormenesterhincándose todos de rodillaslevantándolas al cielo y animándoseunos a otrosacabaron la vida muy como cristianos.

En otros puebloscomo no andaban los españoles tan juntosa los que asíanpensaban (como sedientos de nuestra sangre) con qué novedad de tormentos lospodrían acabary asía unos tenían muchos días en lo más secreto de unacasa fuerte encerradossin darles de comer dos o tres díasy despuéscortándoles un miembro de su cuerpococido o asado se lo daban a comer: tantaera la sed de su más que mujeril venganza. A otros asaban vivos a poco fuegopor que más durase el tormento. A otros desollaban vivos (como en nuestrotiempo hacen los chichimecas) que han hecho gran daño en el camino de México alos Zacatecas. Finalmentecomo toda crueldad sea más de fieras que de hombresy el ánimo generoso las aborrezcapor no indignar al lector e yo por noenternecermedexando las demás bestiales crueldadesprosiguiré lo que cercadesto Cortés ordenóel cual en el año de mill y quinientos y veinte e unoen fin de Octubredesde Cuyoacán invió a Gonzalo de Sandoval con docientosespañoles de a pie y treinta y cinco de a caballocon muchos indios amigosaTututepec y a Guatuxco (que eran los pueblos más culpados)los cualescomo enla destruición y huída de México se habían (como dicho tengo) ensoberbecidoy encruelecidoasívista la mudanza de fortuna y el poder que los nuestrosteníanasolado Méxicole salieron a rescebirpuestas las manosrindiéndoselepidiéndole perdón de las cosas pasadasjurando de ser de ahíadelante muy obedientesdiciendo que en lo pasado los había engañado eldemonio. Sandoval los rescibió con buen rostrocastigando a los quenotoriamente halló culpadosrepresentando a los demás (como dicen) el pan yel palodiciéndoles el bien que se les siguiría de ser buenos de ahíadelante y el mal que les vendría de hacer lo contrario.

Fue Tututepec una muy gran poblacióna do Motezuma tenía una granguarnición de gente para la seguridad de muchos pueblos e provincias ricas quehay en aquella comarcaaunque en Tututepec no hay hoy con mucho tanta gentecomo estoncesa causa de la guarnición que estonces a la continua allíresidía. Está de México cerca de ochenta leguasy no ciento y veintecomootros dicen; y donde se pobló Medellín es más abaxo y no muy lexos de laVeracruzporque el año de mill y quinientos y veinte y cinco se pasóMedellín a la Veracruz. De Tututepec pasó a poblar a Guazaqualcocreyendo quelos de aquel río estaban en el amistad de Cortéscomo con toda solemnidad dejuramento tenían prometido a Diego de Ordás cuando fue allá en vida deMotezuma. No halló Sandoval el acogimiento que pensó; díxoles que los iba avisitar de parte de Cortés e a saber si habían menester algo. Ellosnoaplaciéndoles estos comedimientos (como al enfermo de cólera le amarga lamiel) con gran desabrimiento le respondieron que no tenían nescesidad de sugente ni de su amistad y que volviesen con Dios y no estuviesen más allí.Sandoval con toda blandura les replicó se acordasen de la palabra que habíandado a Diego de Ordástrayéndoles a la memoria cuánto les convenía teneramistad con los cristianos y salir de la falsa religión en que vivíanofresciéndoles pazla cual ellos no quisieronarmándose e amenazando aSandoval y a los suyos que si luego no salían los matarían cruelmente.



 

 

Capítulo XXX

Cómo Gonzalo de Sandoval salteó de noche un pueblo yprendió una señoray de cómo ganó y conquistó otras provincias.

Sandovalcomo vio que buenas razones ni comedimientos no bastabansalteóde noche un puebloponiendo más pavor que haciendo dañoque este era suintentodonde prendió una señoraque fue gran parte para que los nuestrosllegasen al río sin contraste y se apoderasen de Guazaqualco e sus riberas.Pobló Sandoval cuatro leguas de la mar una villa que llamó del EspírituSanctoque hoy está pobladaaunque de muy pocos vecinosporque los indios sehan ido apocando. Aportan allí algunos navíos y hallan refrigerio.

Atraxo Sandoval a su amistad a QuechullánCiuatlánQuezaltepec y Tabascoque duraron poco en el amistadporque vueltas las espaldas los nuestrosserebelaron con otros muchos pueblos que se habían encomendado en los pobladoresdel Espíritu Sancto por cédulas de Cortés.

Casi en este mismo tiempo invió Cortés a Francisco de Orozcohermano deVillaseñorcon treinta de caballo y ochenta peones de a pieacompañado demuchos indios amigosa conquistar la provincia de Guaxaca con su hermoso valledel cual después tomó el título de Marqués el Capitán generalcon la cualconfina la muy rica provincia de la Mistecacon otras provinciasque todaspor la excelencia de la Mistecase llaman asíaunque cada una tenía sunombreMixtecapanporque daban guerrano como algunos dicen a Tepeacaqueestá muy lexossino a otros indios amigos.

Halló el Capitán Orozco en Guaxaca una muy gran guarnición de indiosmexicanos con sus casasmujeres y hijosque sojuzgaba y oprimía todasaquellas provincias. Fortificáronse cuando los españoles llegaronen unpeñol que tenía una cerca de cal y cantode una legua en torno; teníandentrocomo forzados de galeramás de mill mistecasno para otro oficio sinopara dar grita de noche en la vela y en las batallascaciertoperturbabamucho al que no estaba acostumbrado a ella. Túvolos cercados Orozco ocho díasarreodándoles de noche y de día combatequitándoles el aguae con todoesto no se querían darhasta que Orozcosegún unos diceninvió mensajerosa Cortéslos cuales volvieron al fin de los ocho díasy de parte de Cortéshablando a los cercados que se diesenporque así se lo rogaba el Capitángeneraly así ellosquiriendo ganar aquella honra (aunque ya no podían alhacer) se dieron en ausencia a Cortésviéronse en tan gran aprietoespecialmente de sedque bebían lo que orinabany así cuando baxaron al ríoa darsebebiendo murieron muchos.

Pocos días antes que esta victoria consiguiese OrozcoMiguel Díaz de Auxmuy valiente soldado y hombre de mucho puntoparesciéndole que estabaafrentado debaxo de la bandera de Orozcohabiendo él sido antes Capitán deFrancisco de Garayintentó de levantarse contra Francisco de Orozco y alzarsecon la capitaníaparesciéndole que en ella se diera mejor maña que Orozcoel cual luegocomo lo entendióle echó grillos y envió con una hamaca conguarda de españoles a Cortésel cual desimuló el delictoporque la personade Miguel Díaz era bastante para cualquier negocio de guerra. Era biendeterminadomurió en esta ciudad muy viejoy de allí adelante Cortés jamásle apartó de consigo y hallóse muy bien con él.

Motolinea dice que Sandoval tuvo tres encuentros con estos indiosen loscuales murieron dellos muchos primero que se diesen ni consintiesen a losespañoles poblar en su tierra; todo pudo serpero Orozco los hallócomodicho tengoempeñolados. Asentó por estonces aquella tierra e volvió conmucha honra donde su General estabainviándole él a llamar.



 

 

Capítulo XXXI

Cómo Cortés invió a descubrir la mar del Sur por otrocaminoe tenida relación invió a Pedro de Alvaradoe de cómo se dio de pazel señor de Teguantepec.

Gran deseo tenía Cortés de descubrir la mar del Sur por el grande interese(como diré) que pretendíay asíaunque había inviado por otra parte cuatroespañoles a descubrirlateniendo de nuevo noticia que no estaba muy lexos deallíinvió otros cuatro españoles con indios mexicanos; los dos fueron aZacatulacient leguas de México; los otros dos a Teguantepecque dista cientoy veinte leguasaunque por otras partesestonces ocultasestaba más cerca lamar del Surpor la cual Cortés pensaba descubrir islas muy ricas de oro ypiedras presciosasespecias e otras grandes riquezas e traer por aquel viaje ala Nueva España la especería de los Malucoscomo después lo intentó en elaño de mill y quinientos y veinte y sieteinviando tres navíos bienadereszadosde los cuales el uno volvía muy ricocargado de especeríae porno saber la navegación para volverno pudo navegar y tornó a arribar a losMalucosde do había salido.

Llegadospueslos españolesaunque tomaron posesiónpusieron crucespidieron oro e otras cosas que traer a Cortés; traxeron indios de aquellacostaque Cortés rescibió y trató muy biene después de algunos díasdándoles cosillas de rescatese volvieron muy alegres a sus tierrasllevandocomo todos los demáspor doquiera que ibanbuenas nuevas de Cortés. El unode los españoles que volvió más ricoque vive hoy en Guaxacase dice RománLópezel cual perdió un ojo por llevar (como subceden las cosas humanas) suprosperidad bien aguada.

El señor de Teguantepecque ya de las buenas nuevas de Cortés estaba bieninformadoviendo los dos españolesse holgó mucho con ellos. Preguntólesmuchas particularidades de Cortésdióles un gran presente de oroplumaalgodón y armasque en su nombre ofresciesen a Cortés y le dixesen que élcon su personacasa y señorío quedaba muy a su servicio y que desde luego sedaba por vasallo del Emperador de los cristianossu Rey e señory que comotal le suplicaba le inviase socorro de españoles y caballos contra los deTututepec que le hacían guerray la causa era porque habían sentido dél quetenía afición y amor a los cristianos. Cortésque no poco holgó con elpresente y la embaxadadespachó luego a Pedro de Alvarado con docientosespañolescuarenta de a caballo y dos tiros de campoe por la instruiciónque llevaba se fue por Guaxacaque ya tenía Orozco pacificadaaunque hallóalgunos pueblos que le resistieronpero no muchoe pasando adelante llegó aTutepequeel señor del cual le rescibió muy biencon muestras de grandeamor. Quísole aposentar dentro de la ciudad en unas casas suyas grandes ybuenaspero cubiertas de pajacon intento de quemar [a] los españoles aquellanoche al primer sueño; pero Alvaradoo porque lo sospechó o porque leavisaronno quiso quedar allídiciendo que no era bueno para sus caballosyasíse aposentó en lo baxo de la ciudad e detuvo al señor e a un su hijopresoslos cuales se resgataron después en veinte e cinco mill pesos de oroporque es tierra rica de minas.

Pobló Alvarado hacia la costa de la mar en Tututepec una villa que llamóSegura de la Fronteracon el mismo regimiento que había en la otra Segura dela Fronteraque estaba en Guaxacay así la villa de Segura se mudó tresveces: la primera se puso en Tepeaca: la segundaen Guaxacay la tercera enTututepecy después de Tututepec volvió a Guaxacadonde ahora está. No tuvoAlvarado dicha de asegurar a Segura en Tututepecporque los vecinos se mudaroncomo luego diré.



 

 

Capítulo XXXII

Cómo Alvarado se volvió y los vecinos se mudarony Cortésinvió a Diego de Ocampoe de lo que acontesció a la vuelta a Pedro deAlvarado con un señor de indios chontales.

Vuelto Pedro de Alvaradoestuvo la villa poblada con el mismo regimiento queantes casi seis meses. La ocasión que los vecinos tuvieron de despoblarla fueque habiéndoles Alvarado repartido la tierraCortés hizo novedadtomandopara sí (según algunos se quexaban) lo mejor. Fue el que principalmente a estolos induxo un Regidor que se decía Hernán Ruiz. Y por que se entienda lo pocoque estonces los naturales entendíanno quiero pasar por una cosa donosay esque estando en aquel pueblo Pedro de Alvarado mal dispuesto de un ojo (o pormejor decir de cobdicia) le preguntó el señor qué medicina sería menesterpara aquella su enfermedad e respondiéndole Alvarado que tejuelos de oroelseñorpor más de quince díasle traxo cada día cinco o seis tejuelosquepesaban a ciento y treinta castellanosunos más y otros menosy élponiéndoselos sobre el ojodecía al señor que ya iba mejorando. Dióleasimismo una cadena que pesó siete mill y quinientos castellanosla cualAlvarado echó al cuello de su caballoporque él no la podía sufrir en elsuyoni aun el caballo mucho tiempoy así la guardó do no se la hurtaron.

Invió luego Cortés a Diego de Ocamposu Alcalde mayorpor pesquesidorcontra los que habían despoblado la villa; condenó a uno a muerte; créese fueel Regidor que dixeporque fue la principal parte. Apellóen grado deapellación se presentó ante Cortésel cual le mudó la muerte en destierro.

En este comedio murió el señor de Tututepecpor cuya muerte se rebelaronalgunos pueblos de la comarca. Dice Motolínea que tornó a ella Pedro deAlvaradoe después de algunas muertes de españoleslos reduxo como antesestabanpero Segura (como dixe) no se pobló más hasta que Nuño de Guzmán lemandó poblar y llamar Antequera. Alvarado a esta vuelta invió a FranciscoFlórez y a Diego de Coria a visitar aquella tierrae yendo por Guaxacavisitando hasta Teguantepequevolvieron por la costay en un pueblo antes dellegar a Teguantepequeque se dice Tecquecistlánque es de chontalesqueriéndolo visitarprocuraron matarlosy reprehendiéndolos y amenazándolospor esto con el Tonatioque es «hijo del sol»que así llamaron los indios aPedro de Alvaradocomo a Cortés llamaban Malincherespondió el señor dellosmuy enojado: «¿Qué diablosTonatioTonatioteutesteutessois losespañolesque nuestros dioses no fornicanni quieren oroni ropani comenni bebenaunque solamente beben sangre de corazones? Venga el Tonatioque enel campo me hallará con cuarenta mill hombres»; y así lo cumplióporquedende a dos meses vino sobre él Pedro de Alvarado con ciento y cincuentaespañoles y cuarenta de caballodonde le halló en la delantera. Resistió alprincipio con gran furia; derramóse mucha sangreaunque más de los enemigose finalmentedespués de muy bien reñida aquella batallaquedando vencidoaquel señorlos suyos con élperdiendo el brío que teníanconosciendo porla obra lo que de palabra habían oídoquedaron pacíficos.



 

 

Capítulo XXXIII

Cómo Cortés invió a la mar del Sur a hacer dos bergantinesy cómo invió a Joan Rodríguez de Villafuertee Sandoval fue a Upilcingo e aZacatula y de lo que más pasó.


FIN DE LA OBRA




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