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Entremés de La cueva de Salamanca

Miguel de Cervantes Saavedra


Salen PANCRACIOLEONARDA y CRISTINA.


PANCRACIO.- Enjugadseñoraesas lágrimasy poned pausa a vuestrossuspirosconsiderando que cuatro días de ausencia no son siglos. Yo volveréa lo más largoa los cincosi Dios no me quita la vida; aunque será mejorpor no turbar la vuestraromper mi palabray dejar esta jornada; que sin mipresencia se podrá casar mi hermana.

LEONARDA.- No quiero yomi Pancracio y mi señorque por respeto mío vosparezcáis descortés; id en hora buenay cumplid con vuestras obligacionespues las que os llevan son precisas; que yo me apretaré con mi llaga y pasarémi soledad lo menos mal que pudiere. Sólo os encargo la vueltay que nopaséis del término que habéis puesto.

TenmeCristinaque se me aprieta el corazón. (Desmáyase LEONARDA.)

CRISTINA.- ¡Ohque bien hayan las bodas y las fiestas! En verdadseñorquesi yo fuera que vuesa mercedque nunca allá fuera.

PANCRACIO.- Entrahijapor un vidro de agua para echársela en el rostro.Mas espera; diréle unas palabras que sé al oídoque tienen virtud para hacervolver de los desmayos.


(Dícele las palabras; vuelve LEONARDA diciendo:)


LEONARDA.- ¡Basta!ello ha de ser forzoso; no hay sino tener pacienciabien mío; cuanto más os detuviéredesmás dilatáis mi contento. Vuestrocompadre Loniso os debe de aguardar ya en el coche. Andad don Dios; que Él osvuelva tan presto y tan bueno como yo deseo.

PANCRACIO.- Mi ángelsi gustas que me quedeno me moveré de aquí másque una estatua.

LEONARDA.- Nonodescanso mío; que mi gusto está en el vuestro; yporagoramás que os vais que no os quedéispues es vuestra honra la mía.

CRISTINA.- ¡Ohespejo del matrimonio! A fe que si todas las casadasquisiesen tanto a sus maridos como mi señora Leonarda quiere al suyoque otrogallo les cantase.

LEONARDA.- EntraCristinicay saca mi mantoque quiero acompañar a tuseñor hasta dejarle en el coche.

PANCRACIO.- Nopor mi amor; abrazadme y quedaospor vida mía.

Cristinicaten cuenta de regalar a tu señoraque yo te mando un calzadocuando vuelvacomo tú le quisieres.

CRISTINA.- Vayaseñory no lleve pena de mi señoraporque la piensopersuadir de manera a que nos holguemosque no imagine en la falta que vuesamerced le ha de hacer.

LEONARDA.- ¿Holgar yo? ¡Qué bien estás en la cuentaniña! Porqueausente de mi gustono se hicieron los placeres ni las glorias para mí; penasy doloressí.

PANCRACIO.- Ya no lo puedo sufrir. Quedad en pazlumbre destos ojosloscuales no verán cosa que les dé placer hasta volveros a ver. (ÉntrasePANCRACIO.)

LEONARDA.- ¡Allá darásrayoen casa de Ana Díaz. Vayasy no vuelvas;la ida del humo. Por Diosque esta vez no os han de valer vuestras valentíasni vuestro recatos!

CRISTINA.- Mil veces temí que con tus estremos habías de estorbar supartida y nuestros contentos.

LEONARDA.- ¿Si vendrán esta noche los que esperamos?

CRISTINA.- ¿Pues no? Ya los tengo avisadosy ellos están tan en elloqueesta tarde enviaron con la lavanderanuestra secretariacomo que eran pañosuna canasta de colarllena de mil regalos y de cosas de comerque no parecesino [u]no de los serones que da el rey el Jueves Santo a sus pobres; sino quela canasta es de Pascuaporque hay en ella empanadasfiambrerasmanjar blancoy dos capones que aún no están acabados de pelary todo género de fruta dela que hay ahora; ysobre todouna bota de hasta una arroba de vinode lo deuna orejaque huele que traciende.

LEONARDA.- Es muy cumplidoy lo fue siempremi Riponcesacristán de lastelas de mis entrañas.

CRISTINA.- Pues¿qué le falta a mi maese Nicolásbarbero de mis hígadosy navaja de mis pesadumbresque así me las rapa y quita cuando le veocomo sinunca las hubiera tenido?

LEONARDA.- ¿Pusiste la canasta en cobro?

CRISTINA.- En la cocina la tengocubierta con un cernaderopor el disimulo.


(Llama a la puerta el ESTUDIANTE CARRAOLANOyenllamandosin esperar que le respondanentra.)


LEONARDA.- Cristinamira quién llama.

ESTUDIANTE.- Señorasyo soyun pobre estudiante.

CRISTINA.- Bien se os parece que sois pobre y estudiantepues lo uno muestravuestro vestidoy el ser pobre vuestro atrevimiento. Cosa estraña es éstaque no hay pobre que espere a que le saquen la limosna a la puertasino que seentran en las casas hasta el último rincónsin mirar si despiertan a quienduermeo si no.

ESTUDIANTE.- Otra más blanda respuesta esperaba yo de la buena gracia devuesa merced; cuanto másque yo no quería ni buscaba otra limosnasinoalguna caballeriza o pajar donde defenderme esta noche de las inclemencias delcieloquesegún se me trasluceparece que con grandísimo rigor a la tierraamenazan.

LEONARDA.- ¿Y de dónde bueno soisamigo?

ESTUDIANTE.- Salmantino soyseñora mía; quiero decir que soy de Salamanca.Iba a Roma con un tío míoel cual murió en el caminoen el corazón deFrancia. Vime solo; determiné volverme a mi tierra; robáronme los lacayos ocompañeros de Roque Guinardeen Cataluñaporque él estaba ausente; queaestar allíno consintiera que se me hiciera agravioporque es muy cortés ycomedidoy además limosnero. Hame tomado a estas santas puertas la nochequepor tales las juzgoy busco mi remedio.

LEONARDA.- En verdadCristinaque me ha movido a lástima el estudiante.

CRISTINA.- Ya me tiene a mí rasgadas las entrañas. Tengámosle en casa estanochepues de las sobras del castillo se podrá mantener el real; quiero decirque en las reliquias de la canasta habrá en quien adore su hambre; y másqueme ayudará a pelar la volatería que viene en la cesta.

LEONARDA.- Pues¿cómoCristinaquieres que metamos en nuestra casatestigos de nuestras liviandades?

CRISTINA.- Así tiene él talle de hablar por el colodrillocomo por la boca.

Venga acáamigo: ¿sabe pelar?

ESTUDIANTE.- ¿Cómo si sé pelar? No entiendo eso de saber pelarsi no esque quiere vuesa merced motejarme de pelón; que no hay para quépues yo meconfieso por el mayor pelón del mundo.

CRISTINA.- No lo digo yo por esoen mi ánimasino por saber si sabíapelar dos o tres pares de capones.

ESTUDIANTE.- Lo que sabré responder es que yoseñoraspor la gracia deDiossoy graduado de bachiller por Salamancay no digo...

LEONARDA.- Desa manera¿quién duda sino que sabrá pelar no sólo caponessino gansos y avutardas? Yen esto del guardar secreto¿cómo le va? Yadicha¿[es] tentado de decir todo lo que veeimagina o siente?

ESTUDIANTE.- Así pueden matar delante de mí más hombres que carneros en elRastroque yo desplegue mis labios para decir palabra alguna.

CRISTINA.- Pues atúrese esa bocay cósase esa lengua con una agujeta dedos cabosy amuélese esos dientesy éntrese con nosotrasy verá misteriosy cenará maravillasy podrá medir en un pajar los pies que quisiere para sucama.

ESTUDIANTE.- Con siete tendré demasiado: que no soy nada codicioso niregalado.


(Entran el sacristán REPONCE y el BARBERO.)


SACRISTÁN.- ¡Ohque en hora buena estén los automedones y guías de loscarros de nuestros gustoslas luces de nuestras tinieblasy las dosrecíprocas voluntades que sirven de basas y colunas a la amorosa fábrica denuestros deseos!

LEONARDA.- ¡Esto sólo me enfada dél! Reponce mío: hablapor tu vidaalo modernoy de modo que te entienday no te encarames donde no te alcance.

BARBERO.- Eso tengo yo buenoque hablo más llano que una suela de zapato;pan por vino y vino por pano como suele decirse.

SACRISTÁN.- Síque diferencia ha de haber de un sacristán gramático a unbarbero romancista.

CRISTINA.- Para lo que yo he menester a mi barberotanto latín sabey aúnmásque supo Antonio de Nebrija; y no se dispute agora de ciencia ni de modosde hablar: que cada uno hablasi no como debea lo menoscomo sabe; yentrémonosy manos a laborque hay mucho que hacer.

ESTUDIANTE.- Y mucho que pelar.

SACRISTÁN.- ¿Quién es este buen hombre?

LEONARDA.- Un pobre estudiante salamanquesoque pide albergo para esta noche.

SACRISTÁN.- Yo le daré un par de reales para cena y para lechoy váyasecon Dios.

ESTUDIANTE.- Señor sacristán Reponcerecibo y agradezco la merced y lalimosna; pero yo soy mudoy pelón ademáscomo lo ha menester esta señoradoncellaque me tiene convidado; y voto a... de no irme esta noche desta casasi todo el mundo me lo manda. Confíese vuesa merced mucho de enhoramala de unhombre de mis prendasque se contenta de dormir en un pajar; y si lo han porsus caponespéleselos el Turco y cómanselos ellosy nunca del cuero lessalgan.

BARBERO.- Éste más parece rufián que pobre. Talle tiene de alzarse contoda la casa.

CRISTINA.- No medre yosi no me contenta el brío. Entrémonos todosydemos orden en lo que se ha de hacer; que el pobre pelará y callará como enmisa.

ESTUDIANTE.- Y aun como en vísperas.

SACRISTÁN.- Puesto me ha miedo el pobre estudiante; yo apostaré que sabemás latín que yo.

LEONARDA.- De ahí le deben de nacer los bríos que tiene; pero no te peseamigode hacer caridadque vale para todas las cosas.


(Éntranse todosy sale LEONISOcompadre dePancracioy PANCRACIO.)


COMPADRE.- Luego lo vi yo que nos había de faltar la rueda; no hay cocheroque no sea temático; si él rodeara un poco y salvara aquel barrancoyaestuviéramos dos leguas de aquí.

PANCRACIO.- A mí no se me da nada; que antes gusto de volverme y pasar estanoche con mi esposa Leonardaque en la venta; porque la dejé esta tarde casipara espirardel sentimiento de mi partida.

COMPADRE.- ¡Gran mujer! ¡De buena os ha dado el cieloseñor compadre!Dadle gracias por ello.

PANCRACIO.- Yo se las doy como puedoy no como debo; no hay Lucrecia que se[le] llegueni Porcia que se le iguale; la honestidad y el recogimiento hanhecho en ella su morada.

COMPADRE.- Si la mía no fuera celosano tenía yo más que desear. Por estacalle está más cerca mi casa; tomadcompadrepor éstasy estaréis prestoen la vuestra; y veámonos mañanaque [no] me faltará coche para la jornada.Adiós.

PANCRACIO.- Adiós.


(Éntranse los dos.)

(Vuelven a salir el SACRISTÁN [y] el BARBEROconsus guitarras; LEONARDACRISTINA y el ESTUDIANTE. Sale el SACRISTÁNcon la sotana alzada y ceñida al cuerpodanzando al son de su mismaguitarra; ya cada cabriolavaya diciendo estas palabras:)


SACRISTÁN.- ¡Linda nochelindo ratolinda cena y lindo amor!

CRISTINA.- Señor sacristán Reponceno es éste tiempo de danzar; déseorden en cenar y en las demás cosasy quédense las danzas para mejorcoyuntura.

SACRISTÁN.- ¡Linda nochelindo ratolinda cena y lindo amor!

LEONARDA.- DéjaleCristina; que en estremo gusto de ver su agilidad.


(Llama PANCRACIO a la puertay dice:)


PANCRACIO.- Gente dormida¿no oís? ¿Cómoy tan temprano tenéisatrancada la puerta? Los recatos de mi Leonarda deben de andar por aquí.

LEONARDA.- ¡Aydesdichada! A la voz y a los golpesmi marido Pancracio eséste; algo le debe de haber sucedidopues él se vuelve. Señoresa recogersea la carbonera: digo al desvándonde está el carbón.

CorreCristinay llévalos; que yo entretendré a Pancracio de modo quetengas lugar para todo.

ESTUDIANTE.- ¡Fea nocheamargo ratomala cena y peor amor!

CRISTINA.- ¡Gentil relentepor cierto! ¡Eavengan todos!

PANCRACIO.- ¿Qué diablos es esto? ¿Cómo no me abríslirones?

ESTUDIANTE.- Es el toqueque yo no quiero correr la suerte destos señores.Escóndanse ellos donde quisiereny llévenme a mí al pajarquesi allí mehallanantes pareceré pobre que adúltero.

CRISTINA.- Caminenque se hunde la casa a golpes.

SACRISTÁN.- El alma llevo en los dientes.

BARBERO.- Y yo en los carcañares.


(Éntranse todos y asómase LEONARDA a la ventana.)


LEONARDA.- ¿Quién está ahí? ¿Quién llama?

PANCRACIO.- Tu marido soyLeonarda mía; ábremeque ha media hora queestoy rompiendo a golpes estas puertas.

LEONARDA.- En la vozbien me parece a mí que oigo a mi cepo Pancracio; perola voz de un gallo se parece a la de otro galloy no me aseguro.

PANCRACIO.- ¡Oh recato inaudito de mujer prudente! Que yo soyvida míatumarido Pancracio: ábreme con toda seguridad.

LEONARDA.- Venga acáyo lo veré agora. ¿Qué hice yo cuando él separtió esta tarde?

PANCRACIO.- Suspirastelloraste y al cabo te desmayaste.

LEONARDA.- Verdad; perocon todo estodígame: ¿qué señales tengo yo enuno de mis hombros?

PANCRACIO.- En el izquierdo tienes un lunar del grandor de medio realcontres cabellos como tres mil hebras de oro.

LEONARDA.- Verdad; pero¿cómo se llama la doncella de casa?

PANCRACIO.- ¡Eabobano seas enfadosaCristinica se llama! ¿Qué másquieres?

[LEONARDA].- ¡CristinicaCristinicatu señor es; ábreleniña!

CRISTINA.- Ya voyseñora; que él sea muy bien venido.

¿Qué es estoseñor de mi alma? ¿Qué acelerada vuelta es ésta?

LEONARDA.- ¡Aybien mío! Decídnoslo prestoque el temor de algún malsuceso me tiene ya sin pulsos.

PANCRACIO.- No ha sido otra cosa sino que en un barranco se quebró la ruedadel cochey mi compadre y yo determinamos volvernosy no pasar la noche en elcampo; y mañana buscaremos en qué irpues hay tiempo. Pero ¿qué voces hay?


(Dentroy como de muy lejosdiga el ESTUDIANTE:)


ESTUDIANTE.- ¡Ábranme aquíseñores; que me ahogo!

PANCRACIO.- ¿Es en casa o en la calle?

CRISTINA.- Que me maten si no es el pobre estudiante que encerré en elpajarpara que durmiese esta noche.

PANCRACIO.- ¿Estudiante encerrado en mi casay en mi ausencia? ¡Malo! Enverdadseñoraque si no me tuviera asegurado vuestra mucha bondadque mecausara algún recelo este encerramiento; pero veCristinay ábreleque sele debe de haber caído toda la paja a cuestas.

CRISTINA.- Ya voy.

LEONARDA.- Señorque es un pobre salamanquesoque pidió que leacogiésemos esta nochepor amor de Diosaunque fuese en el pajar; y ya sabesmi condiciónque no puedo negar nada de lo que se me pidey encerrámosle;pero veisle aquíy mirad cuál sale.


(Sale el ESTUDIANTE y CRISTINA; él lleno depaja las barbascabeza y vestido.)


ESTUDIANTE.- Si yo no tuviera tanto miedoy fuera menos escrupulosoyohubiera escusado el peligro de ahogarme en el pajary hubiera cenado mejorytenido más blanda y menos peligrosa cama.

PANCRACIO.- ¿Y quién os había de daramigomejor cena y mejor cama?

ESTUDIANTE.- ¿Quién? Mi habilidadsino que el temor de la justicia metiene atadas las manos.

PANCRACIO.- ¡Peligrosa habilidad debe de ser la vuestrapues os teméis dela justicia!

ESTUDIANTE.- La ciencia que aprendí en la Cueva de Salamancade donde yosoy naturalsi se dejara usar sin miedo de la Santa Inquisiciónyo sé quecenara y recenara a costa de mis herederos; y aun quizá no estoy muy fuera deusallasiquiera por esta vezdonde la necesidad me fuerza y me disculpa; perono sé yo si estas señoras serán tan secretas como yo lo he sido.

PANCRACIO.- No se cure dellasamigosino haga lo que quisiereque yo lesharé que callen; y ya deseo en todo estremo ver alguna destas cosas que dicenque se aprenden en la Cueva de Salamanca.

ESTUDIANTE.- ¿No se contentará vuesa merced con que le saque aquí dosdemonios en figuras humanasque traigan a cuestas una canasta llena de cosasfiambres y comederas?

LEONARDA.- ¿Demonios en mi casa y en mi presencia? ¡Jesús! Librada sea yode lo que librarme no sé.

CRISTINA.- ([Aparte].) El mismo diablo tiene el estudiante enel cuerpo: ¡plega a Dios que vaya a buen viento esta parva! Temblándome estáel corazón en el pecho.

PANCRACIO.- Ahora bien; si ha de ser sin peligro y sin espantosyo meholgaré de ver esos señores demonios y a la canasta de las fiambreras; y tornoa advertir que las figuras no sean espantosas.

ESTUDIANTE.- Digo que saldrán en figura del sacristán de la parroquiay enla de un barbero su amigo.

CRISTINA.- ¿Mas que lo dice por el sacristán Riponce y por maese Roqueelbarbero de casa? ¡Desdichados dellosque se han de ver convertidos en diablos!Y dígamehermano¿y éstos han de ser diablos bautizados?

ESTUDIANTE.- ¡Gentil novedad! ¿Adónde diablos hay diablos bautizadosopara qué se han de bautizar los diablos? Aunque podrá ser que éstos lofuesenporque no hay regla sin excepción; y apártensey verán maravillas.

LEONARDA.- ([Aparte].) ¡Aysin ventura! Aquí se descose;aquí salen nuestras maldades a plaza; aquí soy muerta.

CRISTINA.- ([Aparte].) ¡Ánimoseñoraque buen corazónquebranta mala ventura!

ESTUDIANTE

Vosotrosmezquinosque en la carbonera

 
 

hallastes amparo a vuestra desgracia

 
 

salidy en los hombroscon priesa y con gracia

 
 

sacad la canasta de la fïambrera;

 
 

no me incitéis a que de otra manera

 
 

más dura os conjure. Salid: ¿qué esperáis?

 
 

Mirad que si a dicha el salir rehusáis

 
 

tendrá mal suceso mi nueva quimera.

 

Hora bienyo sé cómo me tengo de haber con estos demonicos humanos; quieroentrar allá dentroy a solas hacer un conjuro tan fuerteque los haga salirmás que de paso; aunque la calidad destos demonios más está en sabellosaconsejarque en conjurallos.


(Éntrase el ESTUDIANTE.)


PANCRACIO.- Yo digo que si éste sale con lo que ha dichoque será la cosamás nueva y más rara que se haya visto en el mundo.

LEONARDA.- Sí saldrá¿quién lo duda? Pues¿habíanos de engañar?

CRISTINA.- Ruido anda allá dentro; yo apostaré que los saca; pero vee aquído vuelve con los demonios y el apatusco de la canasta.

LEONARDA.- ¡Jesús! ¡Qué parecidos son los de la carga al sacristánReponce y al barbero de la plazuela!

CRISTINA.- Miraseñoraque donde hay demonios no se ha de decir Jesús.

SACRISTÁN.- Digan lo que quisieren; que nosotros somos como los perros delherreroque dormimos al son de las martilladas; ninguna cosa nos espanta niturba.

LEONARDA.- Lléguense a que yo coma de lo que viene de la canasta; no tomenmenos.

ESTUDIANTE.- Yo haré la salva y comenzaré por el vino. (Bebe.)

Bueno es: ¿es de Esquiviasseñor sacridiablo?

SACRISTÁN.- De Esquivias es¡juro a...!

ESTUDIANTE.- Téngasepor vida suyay no pase adelante. ¡Amiguito soy yode diablos juradores! Demonicodemonicoaquí no venimos a hacer pecadosmortalessino a pasar una hora de pasatiempoy cenary irnos con Cristo.

CRISTINA.- ¿Y éstos han de cenar con nosotros?

PANCRACIO.- Síque los diablos no comen.

BARBERO.- Sí comen algunospero no todos; y nosotros somos de los quecomen.

CRISTINA.- ¡Ayseñores! Quédense acá los pobres diablospues hantraído la cena; que sería poca cortesía dejarlos ir muertos de hambreyparecen diablos muy honrados y muy hombres de bien.

LEONARDA.- Como no nos espanteny si mi marido gustaquédense en buenhora.

PANCRACIO.- Queden; que quiero ver lo que nunca he visto.

BARBERO.- Nuestro Señor pague a vuesa[s] mercede[s] la buena obraseñoresmíos.

CRISTINA.- ¡Ayqué bien criadosqué corteses! Nunca medre yosi todoslos diablos son como éstossi no han de ser mis amigos de aquí adelante.

SACRISTÁN.- Oiganpuespara que se enamoren de veras.


(Toca el SACRISTÁNy canta; y ayúdale el BARBEROcon el último verso no más.)


SACRISTÁN

Oigan los que poco saben

 
 

lo que con mi lengua franca

 
 

digo del bien que en sí tiene

 

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

 

SACRISTÁN

Oigan lo que dejó escrito

 
 

della el bachiller Tudanca

 
 

en el cuero de una yegua

 
 

que dicen que fue potranca

 
 

en la parte de la piel

 
 

que confina con el anca

 
 

poniendo sobre las nubes

 

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

 

SACRISTÁN

En ella estudian los ricos

 
 

y los que no tienen blanca

 
 

y sale entera y rolliza

 
 

la memoria que está manca.

 
 

Siéntanse los que allí enseñan

 
 

de alquitrán en una banca

 
 

porque estas bombas encierra

 

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

 

SACRISTÁN

En ella se hacen discretos

 
 

los moros de la Palanca;

 
 

y el estudiante más burdo

 
 

ciencias de su pecho arranca.

 
 

A los que estudian en ella

 
 

ninguna cosa les manca;

 
 

vivapuessiglos eternos

 

BARBERO

La Cuev[a] de Salamanca.

 

SACRISTÁN

Y nuestro conjurador

 
 

si esa dichade Loranca

 
 

tenga en ella cien mil vides

 
 

de uva tinta y de uva blanca;

 
 

y al diablo que le acusare

 
 

que le den con una tranca

 
 

y para el tal jamás sirva

 

BARBERO

La Cueva de Salamanca.

 

CRISTINA.- Basta: ¿que también los diablos son poetas?

BARBERO.- Y aun todos los poetas son diablos.

PANCRACIO.- Dígameseñor míopues los diablos lo saben todo¿dónde seinventaron todos estos bailes de las zarabandaszambapalo y Dello me pesacon el famoso del nuevo Escarramán?

BARBERO.- ¿Adónde? En el infierno; allí tuvieron su origen y principio.

PANCRACIO.- Yo así lo creo.

LEONARDA.- Puesen verdadque tengo yo mis puntas y collar escarramanesco;sino que por mi honestidady por guardar el decoro a quien soyno me atrevo abailarle.

SACRISTÁN.- Con cuatro mudanzas que yo le enseñase a vuesa merced cadadíaen una semana saldría única en el baile; que sé que le falta bien poco.

ESTUDIANTE.- Todo se andará; por agoraentrémonos a cenarque es lo queimporta.

PANCRACIO.- Entremos; que quiero averiguar si los diablos comen o noconotras cien mil cosas que dellos cuentan; ypor Diosque no han de salir de micasa hasta que me dejen enseñado en la ciencia y ciencias que se enseñan en LaCueva de Salamanca.




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