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ROLANDO REVAGLIATTI
- ES DESPUES DE TODO
-
- Es después de todo lo mucho
- que no ha pasado entre ellos
-
- que incrustan con rabia y desconfianza
- tristes besos en tosco
- pero reblandecido pan de jabón
-
- LA PASION
-
- La pasión
- es todo
-
- Luego, nada
- O el amor.
-
- TU BOCA
PUEDE MAS QUE MI CORDURA
-
- Todas
- son para mí
- la tentación
- que me tortura
-
- Vaya!
- Mi cordura!...
-
- Las llamas
- me llaman.
-
- LA FLECHA DE CUPIDO
-
- La flecha de Cupido que tan de lleno
- en la garganta me dió
- agargantado
-
- ¿ Y qué naturaleza de poeta Cupido es ?
- ¿ Y qué género de poema
- al darme
- es esta flecha?...
-
- ME VESTI
DESPRECIANDOLA
-
- Me vestí despreciándola
- a la desnuda Diana
- y triste y victoriosa
-
- Con otro en su cabeza.
-
- FELISBERTO HERNANDEZ
-
- Muequitas en el pizarrón:
- escríbanme o partan tizas
-
- Inteligiendo
- los restos de un pesar antroposófico
- en las costas
-
- Marosca:
- caí de fallecimiento provocado por un signo de admiración
-
- Anticipé:
- ya venía con brizna la brisa
-
- Advertirlo
- sin ablandarse en la modestia
-
- DA SOBRE LAS
COSAS DEL SOL
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- sobre Felisberto da como vemos
- que ve como da sobre las cosas.
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- 1991
-
- NIMBO
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- Era enorme y bueno. Trabajaba y residía en un taller mecánico.
Entre sus pertenencias figuraba un colchoncito con cotín engrasado como él
y unas frazadas asquerosas. Dos gatos dormían a su lado. Cocinaba huevos y
sopa y se calentaba mate cocido con una garrafa. A los chicos del barrio les
producía curiosidad. Un día, ese hombre que se trasladaba bamboleándose,
que sonreía y silbaba, que apretaba con los dientes un toscano, ese hombre
de paz, muerto, limpio, apareció nimbado, semi-empotrado en un pilar,
inapacible, limpio, con alígero nimbo de barníz selenita.
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- CUENTO CORTO
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- A VERO
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- En sus cuentos - me refiero a mi hija - , que son breves,
hay misterio, suspenso. Y siempre mata a alguien. Acababa de leerme el último,
y en ese, moría el protagonista. Le dije: "¿Por qué no haces que
siga vivo?" Ella me explicó: "No me salía, no sabía cómo
continuar, me cansé, y además, ya estuve mucho rato." Le sugerí:
"Seguí escribiéndolo mañana." Me dijo: "No; porque es un
cuento corto."
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- 12/1992
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- HUIR
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- Claro que pensó en huir, harta de padecer la torpeza de
los golpes de esa especie de marido colérico, de pésimo vino y borbotones
de servicia. También pensó en huir cuando su hijo cayera muerto por una
bala perdida entre los cohetes y petardos detonados por los chicos y adultos
del barrio, después de transcurridos veinte minutos del año nuevo. Pensó.
Hasta que dejó de hacerlo. Después de veinte años la vieja sigue, loca,
letártiga, sigue huyendo.
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- RETAZO
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- Nació por vía de ces rea Cristiana, único descendiente
que tendrían sus papás. El nombre lo improvisaron de apuro, por así decir;
lo extrajeron de una criteriosa galera, tras evaluar la armonía fonética
junto al apellido. Aguardaban a Juan Ramón Ernesto e irrumpió Cristina. El
desencanto se fue desplegando corrosivo en sus nimos.
- La niña, alumna aplicada, fantasiosa y fácilmente
ridiculizable: encorvaba la espalda la más alta en todos los grados, fruncía
los labios cuando atendía a una explicación, bizqueaba a veces, y,
adolescente, padecía ataques de picazón, o lloraba - simplificando - sin
motivo.
- En procura de constreñir fatigsa gimnasia (contar paradas
de colectivos, o perros, o discapacitados, o automóviles con patentes de
provincias), ritos incoercibles (sentarse un instante en determinado sillón,
antes de la merienda), sueños repetitivos (su madre obstinándose en
ofrecerle muestras de comprensión y cariño), concurrió a un curso de
control mental que promocionaban por radio. En esas estaba, cuando ella y el
licenciado que dictaba el curso, se enamoraron. Sin tropiezos accedieron al
altar; y ahora,él la embarazó y la tiene ilusionada con que por fin nacera
Juan Ramón
- Ernesto, una generación después. Retazo de vida.
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- 1986
-
- CHARLES DICKENS
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- El don concedido (en "El Hechizado") el don
esparcido y anulado el don
- el espectro de Jacobo Marley asustado departe sobre pesadísimas
cadenas con Ebenezer Scrooge asustado
- transcurren los cuatro cuartos de hora de Trotty Veck y sus
campanas
- Oliverio Twist reza en el cementerio
- Tomás Vago el polemista desengañado por la perfidia
equina goteada y Francisco Buenchico en descansada jira goteaba también
hidalgos y coroneles y princesas su cogñac con agua caliente
- Mariana y Engracia (inmersas en la batalla de la vida) y
los renunciamientos
- el clérigo de la cortedad de palabras Jorge Sílverman
diseña no obstante palabras y se explica en los nueve capítulos de su
novelita
- maese Humphrey habla desde junto a su reloj al amor de la
chimenea
- el Cosario y Cañamón rompen a bailar entre cricrís y
ollas ronroneantes
- y al punto se edita y con dibujos y asimismo se lee lo
hasta aquí asentado por este corresponsal londinense de "El Balido de
Lloronchisme".
-
- HABLA GLORIA
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- En bombacha, hace flexiones en la barra (un metro y setenta
y siete centímetros de buena madera) engrampada en la pared lila. Hoy es
viernes feriado nacional y nuestra kenesióloga no trabaja ni concurre al
seminario de post-grado. Pudo haber ido a un pic-nic con gente del hospital,
en Virreyes. No se suspendía por lluvia y garúa desde el amanecer. Pudo
haber presenciado el ensayo de "Los Húsares" en el Centro Dramático
Buenos Aires.
- Hoy es viernes y Ernesto no apareció a las diez de la mañana,
feriado el día completo desaprovechándose. Hace
- reflexiones con ímpetu admirable.
- Nuestra tromba se llama Gloria y desde el martes el zócalo
de frente a la puerta del baño, ha quedado salpicado con gotas de su sangre
menstrual.
- Gozó tanto con Ernesto durante las escandalosas cuatro
horas en que la sangre parecía no importar!... Había sido desnudada a
manotazos, todo convenido, sólo "por las malas". La alfombrita añil
también quedó manchada.
- La primera embestida incluyó a esa alfombra. Fantástico
fué cuando él le rescató bucalmente el clítoris con tamaña dulsura. Si
no recordaba mal, Ernesto fué el único que tras merodear en la zona en
esas condiciones, además se instaló. La pucha! Así le gustaba a Gloria,
la ráfaga del Cono Sur. Ser por tanta emoción y gratitud que otro "clinch",
meduloso y vehemente, culminó con la felatio más exhaustiva de su
trayectoria, tolerando con naturalidad aquel precioso semen en su boca. Lo
escupió en el inodoro, un par de buches con la pasta dental y retornó a él.
- Ernesto prometía "redactar un poema que le haga
justicia a tus labios".
- Labios. Todos reparaban en sus labios.
- Tomaron Whisky en la cama (él, con hielo) antes de renovar
el frenesí. Ella encima de él acababa como una locomotora, el vapor (de la
locomotora) los aureolaba, lo estaba haciendo bolsa al flaco, ay! si se
pudiera circular con este pedazo hirviente, con este irredento entre las
piernas, así aferrando las tetas, insistentes y malévolas las yemas del
bibliotecario hundiéndome los pezones, pensaba huija pero no lo exclamaba,
y Ernesto sucumbió, aunque siguieron, había con qué, un rato.
- Concluye la sesión de flexiones, al tiempo que un largo
tema del Gato Barbieri, del que abundan láminas y posters en su bulín, aun
en los armarios de la cocina. Es hermosa y ama para cinco minutos. Suena el
teléfono, baja el volumen del equipo, se arroja al tubo. Oye y especifica:
- - Habla Gloria.
- Su prima tienta: Hay dos tipos bárbaros y a uno se lo
quiere presentar. Gloria se juega por Ernesto, renuncia, se abstiene de
concer hombres nuevos por ahora, que no le enturbien el sortilegio del
martes, ya sin menstruación lo aguarda, si no fue a las diez ser a las
veinte, pero ser , ser , ella lo sabe, gracias, que los disfrutes y chau.
- A todo Gato otra vez, fundas y cubiertas de discos por aquí
y por allá, y los auriculares sobre un bafle. También Beatles y Rolling
Stones y Kiss. And Jose Cocker and James Taylor and Bee Gees. Discos en las
estanterías junto a los libros de la profesión, apuntes y agendas de los
últimos años, y un retrato de Gloria adolescente, óptima potra
incabalgada. Tiempos de resaltar las pestañas y pronunciar el escote para
fastidio de su papá (atemorizaso): toda esta potra, digo, esta hija para
mi; digo, no es para mí: es mi hija. Tiempos de vigilar la expansión de
las pantorrillas, la tersura del abdomen, la consistencia de los muslos.
Tiempos de evaluar apetencias a la salida del normal, de dejar con las ganas,
tiempos de acalorada soledad. Nunca hacía frío en su alma. En otro retrato,
Gloria miraría a cámara, inmarcesible, mordisqueándole una oreja a un
felino bicolor. Y en otro, en una toma porterior, una Gloria baqueteada
durante su tránsito por la facultad: orgías al paso con compañeros o
auxiliares de cátedra.
- El teléfono, sobre una mesa rodante conseguida en Emaús,
al lado de la cama de una plaza, de caña, descuarejingada, con la almohada
sin funda, suena.
- -Habla Gloria.
- ... al muchaco supuestamente bárbaro. Y lo cita para el
lunes. Cuenta los chinches que en la pared coral sujetan su espléndido
vestido bahiano, cual si fuera un tapiz. De su estadía en San Pablo viene
memorando con insidiosa frecuencia los dólares que se agenciara sin proponérselo,
de una desleída cogida con un hotelero. Recién en vuelo al norte descubrió
en el estuche de cosméticos los billetes que le posibilitaron alquilar
automóvil, comer langosta a la Terminor y adquirir tanta pilcha cara.
Posponía encarar ese episodio, maremágnum de sensaciones displacenteras al
principio, en su análisis.
- Al dorso de una tarjeta de su depiladora, asienta con un
marcador: "Estoy Lavándome El Pelo". La incrusta en la mirilla de
la puerta del departamento. Lava su violeta cabellera con champú de huevo
en la pileta del lavadero. Se enjuaga, se seca, y se mira en el espejo
circular y estropeado que aprisiona un fierrito sobre la pileta. Retira la
tarjeta de la mirilla. La guarda en su cigarrera. Teclea en plena siesta, a
doble espacio en papel tamaño oficio y con dos copias, la versión nunca se
sabe si definitivamente de "La Demanda de atención Kinésica en un
Instituto de Día Geriátrico", que urdiera con Carmelita Pizzurno,
terapista ocupacional. La presentarán en el congreso de para-médicos en la
ciudad de Córdova. Ir con Carmela. Ernesto examinar la versión por si
hubiera incorrecciones de estilo. Estilo el suyo de mecanógrafa. Mucha
Pitman, muchas Academias Orbe, pero ataca el maquinón con fogosidad digna
de causas menos preciosistas. La
- Underwood negra salió a prueba de Glorias desmañadas. La
mesita en la que está, herencia de un abuelo abogado y ex-senador, ya
temblequea.
- Rodolfo Mederos se desgrana desde un casete que Gloria
grabara en vivo, cuando llama a casa de Ernesto:
- -Habla Gloria.
- El llamado lo atiende el amigo de Ernesto, a quien ella
conciera también el martes. No había llegado, le dice; él creía que
Ernesto estaría con ella. Escueto y amable.
- Come en la cocina un racimo exhuberante de uvas rosadas:
una mordida y glup, una mordida y glup. Efectúa insignificantes enmiendas
en el trabajo de investigación. Larguito. Y no meramente descriptivo.
Ernesto se olvidó los Parisiennes. Enciende con el Magiclic una hornalla y
con la hornalla un cigarro. De la mesa de la luz extrae el pote (dado
vuelta) de quitaesmalte Miss Blue, el quitacutículas, dos limas y neceser
de plástico rosa Dior. Introduce el meñique de la mano izquierda en la
abertura de la inflamable esponjita y gira el pote. Y así con los
siguientes nueve largos dedos. Lava las manos con agua fria y sin jabón. Se
seca. Empuja las cutículas con el aplicador del quitacutículas y las
recorta amrosamente con el alicate. Da forma a las uñas con la lima de
acero y luego con la de esmeril, y además, suprime los rebordes. Lava las
manos con agua tibia y jabón La Toja. Esmalta sus uñas, agita las manos y
sopla.
- Abraza a la almohada, transversal en el lecho, durante
media hora se permite el desfile de buenos mozos y ... ¿ qué hace en la
pasarela el amigo de Ernesto? Errabunda, considera: La ranura del pote me
manbea, me deja colifata, ¿ así serán las de las muñecas inflables?... Y
luego: No lavé los corpiños, ni el toallón, ni el vaquero, ni cosí la
blusa. Y hasta yo me doy cuenta que el placard está hecho un kilombo.
Ernesto no llama. Ya me veo a la medianoche: lavar, coser, ordenar, y meta
sublimar. Y se nos queda dormida la que sueña con teléfonos tornasoles
afirmados al cielorraso.
- - Habla Gloria.
- Susurra: - Habla Gloria.
- Canturrea: - Habla Gloriaaa....
- Grita: Habla Gloria!
- Ni aunque vocifere. Verdes ojos abiertos. Ha ido demasiado
lejos. Transida saca, saca, saca pullóveres, camisolas, medias, pañuelos
de seda y pañuelitos, saca del placard bolsas de plástico y de celofán,
remeras, un mantón de manila, cinturones, cuatro polleras y dos túnicas
saca y apila, perchas, carteras en el piso, y la dormidera se va, se va,
viene lo tangible, con humor ya que no con pasión, música, falta música.
- Percibe la inefabilidad melodiosa del timbre del
departamento, orpimido varias veces. Apremiada, Gloria se entera de que
Ernesto llegó. Abre la puerta, ríen y se le cuelga haciendo pinzas con las
piernas. Festeja, besándolo. El patea la puerta, la cierra y traslada a
Gloria, la pasea, la acaricia, la zarandea. Todo es confuso y divertido y
nadie inquiere ni reprocha. Son las veinte.
-
- VEINTICUATRO HORAS
-
- El varón argentino del que trata el presente relato se
llama Amancio.
- Intentaré esctructurar un friso (acaso lo ser para algunos
lectores) crudo y fidedigno. Quien esto escribe, también varón y
argentino, se apropiar del transcurrir de una jornada de su amigo del alma.
El que lo es desde que crus ramos el colegio secundario en un barrio al que
no pertenecíamos: Mataderos.
- Tenemos la misma edad y parecida conformación física. Yo
acabo de casarme por segunda vez. Convivo con mi esposa desde hace cinco años.
- El convivió con chicas durante lapsos cortos. Tiene un
hijo al que no conoce.
- Nieto de armerios bailarines, integraba un ballet folclórico
armenio. Baila el tango y cualquier ritmo de moda.
- Frecuentábamos boliches, clubes y centros regionales con
la intención de hacernos rápidos levantes.
- Yo no alcanzaba siempre ese objetivo. El, casi nunca
"se quedaba en la palmera". Y no era selectivo.
- Alternó con una multitud de bagayos con las que le era
imposible compartir algo más que una cama, o paredones propicios para el
atraque, umbrales, puentes ferroviarios intransitados, parques.
- Tiene cuatro hermanas mayores; y yo, dos.
- Ellas le han ido favoreciendo el acceso a sus amigas. Y con
una de mis hermanas se escapó en carpa un tórrido fin de semana, a Mar de
Ajó. No hay escenario en donde no esté a la pesca.
- "Tirarse, tirarse y achicar el pánico a rebotar. Lo
que no se da hoy, puede darse mañana. No intereso a todas, pero
eventualmente intereso a "todas", sigo oyéndolo proclamar muy con
los pies sobre la tierra. Y así, no hay grupo, conjunto, clase, congregación,
gape, banda, vernissage, amontonamiento, donde con las damas no se muestre
representando el papel de manso, o atrevido, o cínico, o revolucionario, o
habilidoso, o tornadizo.
- No lee mucho pero tiene calle y barniz. Lee revistas,
novelas policiales o de género fantástico, cancioneros.
- Canta en reuniones, y compone y estudia vocalización y
armonía.
- De las letras de las que soy autor, difunde las que él
musicalizó, las humorísticas: "El Muy Aludo" (zamba), "Los
Racinguistas de San Lorenzo" (chamamé). "La lobizona"
(milonga campera), "El burro de Polipropileno" (valsesito). Es
buen chisporroteador y cuentacuentos.
- Habita un monono departamento, en Uriburu y Paraguay,
decorado por él.
- Es propietario, a medias, de un instituto de danzas y
expresión corporal, por Saavedra, en cuyo vestíbulo, en cuadritos de
varilla sepia, brotan refranes y sentencias: "El hombre haga ciento; a
la mujer no la toque el viento", "El que quiera gozar, goce, que
del mañana no hay certeza", "Ama sois mientras que el niño mama;
después ni ama, ni nada".
- El miércoles trece a las dos y media de la madrugada lo
tenemos a Amancio montado por Verónica, estudiante en receso universitario,
a la que se fue ganando en un anfiteatro, desde las veintidós del martes
doce.
- Alarma a las siete el despertador de Amancio dispuesto por
Verónica.
- Reiterada la experiencia de las dos y media, Verónica se
duchó mientras Amancio yacía derrumbado. Luego se vistió, le anotó sus números
de teléfono (y sus medidas) en un pañuelo de papel, y se fue a su empleo
(oficinas de la PepsiCola).
- Amancio se sobresaltó a las once, al sonar el timbre
oprimido por la encargada del edificio. Reclama su firma en una notificación
de que el viernes quince se realizar una reunión de copropietarios.
- Se despabila: flexiones al lado de la ventana abierta.
- Desayuna mate cocido con Tosti-Beck y queso San Regim
fresco.
- Habla por teléfono con su socio; con la productora de un
programa de televisión, a la que el viernes, a medianoche, pasar a buscar
por el canal; con un primo residente en la provincia de Chubut, en viaje de
negocios por Buenos Aires; con un instructor del instituto.
- Arregla la cama mientras tararea "reloj, no marques
las horas", lustra sus zapatos grises y ejecuta otros menesteres. Se baña
y perfuma.
- Ingiere dos porciones de tarta de zapallitos y agua
mineral.
- Cepilla sus dientes, y cuando oye la chicharra del portero
eléctrico, aprieta el botón de la cerradura, y se cubre con una toalla que
se ajusta a la cintura. Sonriendo recibe a Edurne que sale del ascensor y le
devuelve la sonisa.
- Entra al departamento, él cierra la puerta, se estrechan.
La toalla se desliza hasta el suelo y Edurne (baja, melosa, piel
adolescentona) se ruboriza.
- Amancio la conduce al comedor, le quita la cartera blanca y
una bolsa de plástico que deposita sobre la mesa.
- Sube al sofá y se instala con piernas abiertas y en
equilibrio de frente a Edurne.
- Obtenida la eyaculación, desciende del sofá,
congratulado, la desabotona, libera de cierres, broches y "falsas
ataduras", le muerde la nuca y entusiasmándose con los pechos, desde
atrás, maniobra hacia el dormitorio, donde ella concluye de desvestirse.
- No logra Amancio con sus caricias que Edurne se abandone a
un verdadero climax (por ningún procedimiento lo habría ella
experimentado). La induce a arrodillarse, se introduce en su sexo y, ya
lubricado, la sodomiza.
- Después, fuman un puro, mientras Edurne le comenta que
llegó directamente al sanatrio donde su nuera acababa de dar a luz.
- Se bañan, juntos, de inmersión, en despampanante bañera.
Y se recobra, Amancio, de una lipotimia, cuando Edurne se va.
- Se viste, se acicala, atiende el llamado telefónico de
alguien que le solicita en alquiler un salón del instituto para efectuar
allí una muestra coral.
- Guarda en un ataché carpetas y talonarios que llevar al
instituto. Llega caminando al registro civil en el que ser uno de los
testigos de mi casamiento.
- Se excusa por no poder quedarse al sencillo lunch posterior
a la ceremonia. "Siendo el trece de enero de mil novecientos ochenta y
ocho y en compañía de los testigos Rosalía Ethel Albornóz y Amancio
Toufenedjián, van ustedes a unirse en matrimonio, y conformar de esa manera
la legítima familia, base y sustento de la sociedad y del Estado.
- Bien. No sé si ustedes ya, ustedes, viven juntos. Lo
deduzco, más o menos, por la documentación....
- "Una agraciada compañera de trabajo de la mujer con
la que me están casando, toma fotografías. "...prescindir de la
lectura de los artículos de la Ley de Matrimonios, porque entiendo que
ustedes ya lo han practicado y conocen. Y los voy a invitar a que se
acerquen al estrado junto con sus testigos para recibir el consentimiento.
"Así hasta llegar a contrayentes, les entrego en ambas manos esta
libreta de matrimonio. "Mucha suerte".
- Besos, abrazos y más fotografías.
- Amancio, en un aparte, señalándome que de verdad está
muy urgido de tiempo, y que quien es esa mina (la agraciada), que habría
que planear algo para charlar con ella, y que interceda para obtener él ese
chance, y que sigamos Martha, mi esposa, y yo, siendo un ejemplo a imitar, y
que para cuándo el primogénito, se despide, asciende a un colectivo y
otea. Ninguna engancha con las miraditas, por lo que llega a destino virgen,
sin novedad.
- Soluciona engorros en el instituto y conversa con una
flaquita que no tenía computada, nueva alumna de gimnacia rítmica.
- Amancio la acompaña a su casa, en Boulogne. Ella guía con
vivacidad el Ranault 18 de su padre. Con vivacidad le trasmite que no posee
registros, pero sí elementos (salvoconductos) probatorios de que su padre
es un general de la nación.
- Anochece. Estaciona el auto a algunas veredas de su casa.
Calle arbolada.
- Al descender del Renault, Amancio con disimulo acomoda su
trajinado instrumental fuera del slip. Con lo cual (y contra la carrocería
del rodado) después de besar con cautela a la flaquita, y posteriormente
con vehemencia, incrustándose en ella la promueve para causas aún más
conmovedoras. Ella se justifica (aunque Amancio no ha verbalizado ninguna
proposición), explicitando motivos por los que no podría prolongar su
permanencia con él. Se citan para el domingo en la confitería Caddie.
- Después de un par de trayectos en colectivos, en uno de
los que procura en vano simpatizar con otra joven discurseándole que él es
uruguayo, que, "supongamos que soy uruguayo, supongamos por lo tanto
que requiero de un cicerone, supongamos que vos te ofrecés para hacerme
conocer esta gran metrópoli", piensa: "Rígida la joven. Yo tan
ocurrente, tan suelto, y ésta, impavida, obtusa. Hoy no pasa nada en los
colectivos". Llega Amancio al edificio del diario La Razón y ubica a
Eva, con quien no ha estado en dos meses. La extraña, ella no lo había
vuelto a llamar. Tenía ganas de ir al cine con ella, de cenar, y de todo lo
demás. Tal vez Eva estuviese disponible. Lo recibe en su escritorio, y
contentísima da por terminada su labor. Va a un baño del piso y se propina
una biaba de maquillaje. En taxi se trasladan al restaurante Río Rhin, en
Almagro, a la vuelta de la casa de Eva. Comparten el vistoso pollo "a
la carroza real", en un panqueque de banana, y ella toma un café. El
cine quedar para otro día. Ya en el departamento de Eva, estilo jiposo,
Amancio canta temas suyos (y míos) mientras Eva lo graba. Con Amancio
cantando desde el casete, ambos juguetean a desvestir al otro. Eva ya en
bombacha, pide break para conectar el contestadr telefónico y clocarse el
diafragma. Concedido el juicioso y responsable break se demoran en la
combinatoria de un categórico sesenta y nueve, hasta que Eva interrumpe,
saturada. Amancio, entonces, la penetra con lentitud. Eva grita y araña clásicamente
la espalda de Amancio. Ya jueves catorce y una y cuarenta y cinco, a Amancio
le aguarda dormir enrscado con su querida Eva hasta el amanecer. Y entonces
regresar ser imperativo, salir de allí, caminar, cielo y porteros que lavan
las veredas, y dormir otro rato en su propia cama, y la vida sigue, y él
sigue, mi amigo, argentino y varón, compulsivo y equidistante.