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Para vencer, querer

Comedia original en cuatro actos

José María Díaz


 


A DOÑA MATILDE DÍEZ Y A DON JULIÁN ROMEA.

Su amigo y apasionado

J. M. DÍAZ


Esta obra es propiedad del CÍRCULO LITERARIO COMERCIAL, que perseguirá ante la ley al que sin su permiso la reimprima, varíe el título, o represente en algún teatro del reino, o en alguna sociedad de las formadas por acciones, suscriciones, o cualquiera otra contribución pecuniaria, sea cual fuere su denominación, con arreglo a lo prevenido en las Reales órdenes de 8 de abril de 839, 4 de marzo de 1844, y 5 de mayo de 1847, relativas a la propiedad de obras dramáticas.

Se considerarán reimpresos furtivamente todos los ejemplares que carezcan de la contraseña reservada que se estampará en cada uno de los legítimos.


 

PERSONAJES

ACTORES

     
 

INÉS

DOÑA MATILDE DÍEZ

 

BEATRIZ

DOÑA JOSEFA PALMA

 

ALFREDO

DON JULIÁN ROMEA

 

VIZCONDE

DON FLORENCIO ROMEA

 

GENERAL

DON ANTONIO DE GUZMÁN

 

ARTURO

DOÑA JOSEFA NORIEGA

 

LUIS

DON ANTONIO LOZANO

 

MANRIQUE

DON M. SOTOMAYOR

 

BLAS

DON N. CABELLO

 

AMBROSIO

DON J. GASPAR



 

 

Acto primero

Gabinete amueblado con elegancia: dos veladores; chimenea; puerta a la izquierda; puerta en el fondo; periódicos sobre uno de los veladores.


Escena I

     

INÉS. El GENERAL. El VIZCONDE. ALFREDO. El GENERAL da el brazo a INÉS.

     
       

GENERAL

 

¡Soberbio, querida Inés!

 

VIZCONDE

 

¡Buen café!...

 

GENERAL

 

¡Mejor comida!...

 

ALFREDO

 

Pasamos tal cual la vida...

 

GENERAL

 

¡Gran cocinero!

 

VIZCONDE

 

Lo es...

 

INÉS

 

La duquesita del Huerto

5

   

le despidió: vino a mí

 
   

y al punto le recibí.

 

GENERAL

 

Me ha dado un buen rato...

 

VIZCONDE

 

Cierto.

 

GENERAL

 

¿Qué dice usted?

 

VIZCONDE

 

Corroboro

 
   

lo del buen rato...

 

GENERAL

 

¡Qué vista

10

   

la de la mesa!... ¡Un artista

 
   

de esa especie es un tesoro!

 

VIZCONDE

 

No le elogia usted bastante...

 
   

y después aquel primor

 
   

de Inés...

15

GENERAL

 

(Aparte.)

 
   

¿De Inés? Pues, señor,

 
   

no me gusta este danzante.

 

ALFREDO

 

(Al GENERAL.)

 
   

Se me figura que aún

 
   

conserva usted la afición

 
   

antigua...

 

GENERAL

 

¿Un poco tragón?...

20

INÉS

 

¿No más que un poco?

 

GENERAL

 

Según...

 
   

no siempre hay hambre.

 

INÉS

 

Así es.

 

GENERAL

 

Sobrio me hallarán las gentes

 
   

con tal de que tú te sientes

 
   

junto a mí, querida Inés.

25

INÉS

 

¿Flores a mí?

 

GENERAL

 

La verdad.

 

INÉS

 

Gracias, tío.

 

GENERAL

 

No te acostumbres.

 
   

rica flor, que algunos hombres

 
   

codician por vanidad.

 

ALFREDO

 

¿Sabe usted que no le he visto

30

   

jamás de tan buen humor?

 
   

Que a ser celoso...

 

GENERAL

 

¡El amor

 
   

se me olvidó vive Cristo!

 
   

Pero no porque yo olvide

 
   

lo que es forzoso olvidar

35

   

dejo de ver que un altar

 
   

tan cándida imagen pide.

 
   

¡Me gustas mucho!

 

VIZCONDE

 

Y a mí...

 

ALFREDO

 

Está usted fuerte...

 

GENERAL

 

Eso es hoy:

 
   

me olvido de lo que soy

40

   

recordando lo que fui:

 
   

que a mi edad, lo regular

 
   

lo que hacen al cabo todos,

 
   

es vivir de varios modos

 
   

dando gusto al paladar.

45

INÉS

 

¡Pues si no ha cumplido usté

 
   

cincuenta y seis!...

 

VIZCONDE

 

Ni soñado

 
   

cumplirlos.

 

GENERAL

 

Se ha equivocado:

 
   

treinta años en cada pie

 
   

y un pico: mas no me quejo

50

   

que también a nuestra edad

 
   

se tiene felicidad

 
   

y gozo aunque soy ya viejo.

 

INÉS

 

¿De veras?

 

GENERAL

 

Oye sobrina:

 
   

dos senderos a la vez

55

   

francos dejan a la vejez

 
   

la omnipotencia divina

 
   

El uno de movedizo

 
   

cimiento, lleno de atrancos,

 
   

de zarzas y de barrancos,

60

   

quebrado y resbaladizo:

 
   

senda difícil que huella

 
   

el hombre, Inés, sin notar

 
   

que en su marcha ha de dejar

 
   

pedazos de su honra en ella:

65

   

el mundo en su comezón

 
   

de dar a las cosas nombre,

 
   

le ha dado el que halaga al hombre

 
   

por lo pomposo... «ambición.»

 
   

En tal vereda es delirio

70

   

pensar encontrarme a mí;

 
   

jamás partidario fui

 
   

de la palma del martirio.

 

INÉS

 

¿Y el otro camino?

 

GENERAL

 

Es llano

 
   

y tan sabroso de andar,

75

   

como agradable tocar

 
   

la blanca piel de tu mano.

 
   

Consiste, y a Dios bendigo

 
   

pues tanto bien me otorgó,

 
   

en vivir cual vivo yo.

80

INÉS

 

Prosiga usted...

 

GENERAL

 

Ya prosigo.

 

INÉS

 

(Sentándose al lado del GENERAL.)

 
   

Vizconde, atención.

 

GENERAL

 

Del día

 
   

la luz primera me aburre;

 
   

ni por capricho me ocurre

 
   

saludar la aurora fría:

85

   

dejo mi cama a las diez

 
   

y siempre me afeito yo,

 
   

pues nunca me enharinó

 
   

ningún rapador soez;

 
   

en seguida me aderezo,

90

   

que en el mozo y el anciano

 
   

andar muy limpio es muy sano;

 
   

después oigo misa y rezo.

 

VIZCONDE

 

Exordio de buen agüero

 
   

y de eclesiástico aliño.

95

GENERAL

 

¿Qué quiere usted? Desde niño

 
   

he honrado a Dios lo primero.

 
   

Vuelvo a casa y ya me espera

 
   

dentro de mi gabinete

 
   

el matutino banquete,

100

   

blasón de mi cocinera;

 
   

moza de tal condición

 
   

por lo entendida y discreta,

 
   

que no la vio más completa

 
   

en su Vizcaya el Nervión.

105

   

Un biftec con sus arreos,

 
   

un frito y algún asado

 
   

que entre bocado y bocado

 
   

sazono yo con Burdeos;

 
   

pasas, almendras y tal

110

   

cual dulce de buen sabor

 
   

con su taza del mejor

 
   

café por lo estomacal...

 
   

todo esto, querida Inés

 
   

me sirve en mi partición

115

   

del tiempo, de introducción

 
   

al día.

 

INÉS

 

Tío, ¿y después?

 

GENERAL

 

Después con paz octaviana

 
   

sobre cojines de pluma,

 
   

el paladar me perfuma

120

   

rico imperial de la Habana,

 
   

y en él, sin que se alborote

 
   

la pulcritud de mi casa,

 
   

me cebo, hasta que me abrasa

 
   

con su candela el bigote.

125

   

Mi coche espera en la calle

 
   

entro en él muy arropado,

 
   

que hay dolores de costado

 
   

y es bueno embozar el talle.

 
   

Hago una visita o dos,

130

   

y al dar el reloj las tres

 
   

me voy al Senado, Inés...

 
   

¡téngamelo en cuenta Dios!

 
   

Me informo allí del asunto

 
   

de que se trata, me afano...

135

   

al uno le doy la mano.

 
   

al otro le hablo y pregunto

 
   

como aquél a quien importa

 
   

saber, si de los ministros

 
   

en los áulicos registros

140

   

es larga la vida o corta;

 
   

mas no bien a estos señores

 
   

les cuadra o se les antoja

 
   

tomar la negra y la roja

 
   

banqueta a los senadores,

145

   

yo también voy diligente

 
   

y tomo asiento... de brazo,

 
   

al son del campanillazo

 
   

que es la voz del presidente;

 
   

y allí me aguanto y acoto

150

   

la voz de la mayoría;

 
   

todo gobierno en su día

 
   

puede contar con mi voto.

 

VIZCONDE

 

¡Ministerial!...

 

GENERAL

 

¿Quién lo duda?

 

VIZCONDE

 

¿Por qué?

 

GENERAL

 

Porque mi razón

155

   

me lo dicta.

 

VIZCONDE

 

De telón

 
   

mudemos.

 

GENERAL

 

Cuando se muda,

 
   

¿sabe usted lo que vendrá?

 

VIZCONDE

 

No.

 

GENERAL

 

Pues yo tengo memoria;

 
   

pregúntelo usté a la historia

160

   

de España, y se lo dirá;

 
   

y allí verá con dolor

 
   

que esta patria de Cervantes

 
   

va ahora lo mismo que antes.

 

VIZCONDE

 

Si no va mucho peor.

165

GENERAL

 

Yo no he dicho...

 

INÉS

 

Digresiones

 
   

a lo mejor...

 

VIZCONDE

 

Es costumbre

 
   

en quien siquiera vislumbre

 
   

la sala de las sesiones.

 

GENERAL

 

De vuelta a mi casa tomo,

170

   

acompañado de tres

 
   

o cuatro amigos, Inés,

 
   

asiento a mi mesa y como.

 
   

Y muy bien; pues aunque viejo,

 
   

me encajo tras de la sopa

175

   

de cangrejos una copa

 
   

de Jerez y de lo añejo.

 
   

El salmí para mi olfato

 
   

es ámbar que me sofoca,

 
   

Inés, cuando el diente toca

180

   

las chochas que hay en el plato;

 
   

ni cosa en el mundo vi

 
   

mejor para el paladar

 
   

que del cantábrico mar

 
   

el buen salmón, si está allí.

185

   

¿Qué aroma al aroma iguala

 
   

que presta al pavo la trufa?

 
   

La americana cotufa

 
   

más tentador no le exhala.

 
   

El faisán que es brava pieza,

190

   

la trucha, el dorado pollo

 
   

de la alcachofa el cogollo,

 
   

del jabalí la cabeza...

 
   

¿Y las ostras? Con razón

 
   

las llevaba en paz y en guerra

200

   

a Roma desde Inglaterra

 
   

el mozo del Rubicón.

 
   

¿Qué es ver con alegres ojos

 
   

sobre el mantel y entre flores

 
   

del Plum Bouding los colores

205

   

amarillentos y rojos

 
   

y agotar el que entre bruma

 
   

vino del Rhin se sustenta,

 
   

y el champagna que fermenta

 
   

y estalla y brota en espuma?

210

   

Éste es el otro camino

 
   

que a un viejo el cielo otorgó,

 
   

vivir como vivo yo;

 
   

comer bien, que es desatino

 
   

lo contrario; aunque interpreten

215

   

mal la ley... ¿qué me da a mí?...

 
   

me callo y evito así

 
   

que como carga me fleten.

 
   

Sobrina, para tener

 
   

la vejez sin un pesar

220

   

ni enemistades que odiar,

 
   

ni amistad que agradecer.

 

INÉS

 

El fin de la narración

 
   

que usted me ha hecho, me atrista...

 

VIZCONDE

 

(Aparte.)

 
   

¡El viejo no es egoísta!...

225

GENERAL

 

¿Y por qué?

 

INÉS

 

Mi corazón

 
   

a comprender no se atreve

 
   

cómo usted...

 

GENERAL

 

Me hicieron ducho

 
   

los desengaños; sé mucho

 
   

de este siglo diez y nueve.

230

VIZCONDE

 

Con todo, de vez en cuando

 
   

yo le hallo a usted en la corte,

 
   

y la corte es el resorte

 
   

que la ambición va buscando.

 

INÉS

 

¿De veras?

 

VIZCONDE

 

Yo lo atestiguo

235

   

si usted no quiere.

 

GENERAL

 

No; es verdad:

 
   

allá voy, por vanidad,

 
   

como un monumento antiguo

 
   

que de la corte al arrullo

 
   

se ve rejuvenecido.

240

VIZCONDE

 

¿De veras?

 
   

(Aparte.)

 
   

Siempre va unido

 
   

al egoísmo el orgullo.

 

INÉS

 

¿Y cuándo usted se nos viene

 
   

con una gran cruz al pecho

 
   

y en los bailes, a despecho

245

   

de su opinión, se entretiene

 
   

en buscar una mirada

 
   

del sol que brilla en la corte?

 

GENERAL

 

Sobrinita, otro resorte

 
   

de mi experiencia taimada.

250

   

Busco el sol, porque sustenta

 
   

siempre el sol, y es infecundo

 
   

no vivir en este mundo

 

(Se levantan INÉS y el GENERAL.)

     
   

con el sol que más calienta.

 
   

(A ALFREDO que ojea los periódicos.)

 
   

¿Qué haces ahí tan callado?

255

ALFREDO

 

No estoy bueno...

 

GENERAL

 

¿Algo mohíno?...

 
   

(Aparte.)

 
   

Es la mosca del vecino...

 
   

celoso está y de cuidado...

 

VIZCONDE

 

¿La cabeza?

 

ALFREDO

 

Un poco.

 

GENERAL

 

Nada.

 

INÉS

 

(Con ternura.)

 
   

¿Qué tienes, Alfredo mío?...

260

VIZCONDE

 

¡Qué egoistón es el tío!...

 

ALFREDO

 

(Con despego.)

 
   

¡Inés!...

 

INÉS

 

¿Te enojas?...

 

ALFREDO

 

Me enfada

 
   

que desatiendas por mí

 
   

a uno y otro convidado.

 

VIZCONDE

 

(Mirando el reloj.)

 
   

Ya es tarde; las ocho han dado.

265

ALFREDO

 

(Con interés fingido: toca la campanilla.)

 
   

¿Tan pronto, vizconde?...

 

VIZCONDE

 

Sí.

 

(Aparece un lacayo.)

     
   

Ocupaciones...

 

ALFREDO

 

El coche

 
   

del vizconde...

 

VIZCONDE

 

A mi pesar

 
   

voy un amigo a esperar

 
   

que llega esta misma noche.

270

INÉS

 

¿Y quién es?...

 

VIZCONDE

 

Un camarada

 
   

de colegio...

 

INÉS

 

¿Vuelve usté

 
   

sin duda a tomar el té?

 

GENERAL

 

(Aparte y sacando del bolsillo la petaca de los cigarros.)

 
   

La pregunta es escusada...

 
   

¡Y si Dios no lo remedia!...

275

VIZCONDE

 

General, hasta después.

 

ALFREDO

 

(Dándole la mano.)

 
   

Querido vizconde...

 

VIZCONDE

 

(Saludando.)

 
   

Inés...

 

INÉS

 

¡Cuidado!... A las diez y media.

 
   

(Al GENERAL que saca de la petaca un cigarro puro.)

 
   

¿Qué hace usted?

 

GENERAL

 

Voy a fumar.

 

INÉS

 

En mi gabinete, no.

280

GENERAL

 

Me iré de aquí... se acabó.

 

ALFREDO

 

Puede usté en mi cuarto entrar.

 

GENERAL

 

¿Hay chimenea?

 

ALFREDO

 

Y butaca.

 

GENERAL

 

¿Y cigarros?

 

ALFREDO

 

Cazadores

 
   

los hay...

285

GENERAL

 

(Guardando la petaca.)

 
   

Pues si son mejores,

 
   

usaré de tu petaca.

 
   

(Entrase por la puerta de la izquierda.)

 
       

Escena II

     

INÉS. ALFREDO.

     
       

ALFREDO

 

Allí está... Se ha incomodado...

 
   

Inés... Inés...

 

INÉS

 

¿Se ha pasado

 
   

de la cabeza el dolor?...

290

ALFREDO

 

No estoy contento.

 

INÉS

 

¡Cuidado,

 
   

Alfredo!... Tu mal humor

 
   

por más que yo bondadosa

 
   

contigo sea, no es cosa

 
   

de que a ese punto le lleves,

295

   

porque de dama y de esposa

 
   

guardarme respetos debes.

 

ALFREDO

 

Perdona...

 

INÉS

 

¿Y de qué? El desvío

 
   

que mereció mi ternura,

 
   

fue un desaire y de él me río,

300

   

que el sonrojo que procura

 
   

debe ser tuyo y no mío.

 

ALFREDO

 

Inés, yo hablarte quisiera

 
   

con libertad un instante:

 
   

¿puedes oírme?

 

INÉS

 

¿A qué espera

305

   

tu voluntad?

 

ALFREDO

 

De manera

 
   

que sí te enfada...

 

INÉS

 

Adelante.

 

ALFREDO

 

¿Tomo silla junto a ti?

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

Me quiere de corazón.

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

¡Qué hermosa está!

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Ya le oí

310

   

celoso!... deja el sillón...

 
   

los dos cabemos aquí.

 

(ALFREDO toma asiento en el confidente al lado de INÉS.)

     

ALFREDO

 

¡Inés, no sabes tú bien

 
   

mis amorosos desvelos

 
   

por ti!

 

INÉS

 

Lo sé.

 

ALFREDO

 

Mi desdén

315

   

provino de que los celos

 
   

me irritan.

 

INÉS

 

Lo sé también.

 

ALFREDO

 

¿Entonces no extrañarás

 
   

lo que hice contigo ha poco?

 

INÉS

 

Ahora lo extraño más...

320

ALFREDO

 

Inés, Inés, ¡si estoy loco!

 

INÉS

 

¿Por el vizconde quizás?

 

ALFREDO

 

Por el mismo... Escucha, Inés...

 
   

que me sobra la razón...

 

INÉS

 

Cuidado, porque después,

325

   

si no la tienes, perdón

 
   

has de pedir a mis pies.

 

ALFREDO

 

Mimado por la victoria,

 
   

El vizconde es de esos hombres,

 
   

Inés, que cifran su gloria

330

   

en recoger muchos nombres

 
   

de mujer para su historia.

 

INÉS

 

Que brille el mío no espero

 
   

en sus anales.

 

ALFREDO

 

Galán

 
   

rico, noble y caballero,

335

   

le importa del qué dirán

 
   

lo propio que vale un cero.

 
   

Pues bien; el vizconde pasa,

 
   

sin darle un bledo de mí,

 
   

la mitad del tiempo aquí;

340

   

y estando tú siempre en casa,

 
   

claro es que viene por ti.

 
   

Si vas a un baile, puntual

 
   

él está allí, te da el brazo

 
   

y al salir te prende el schal,

345

   

sirviendo de seña un lazo

 
   

en noches de carnaval.

 
   

En el prado se desvela,

 
   

y hasta ver tu carretela

 
   

y al lado ponerse ufano,

350

   

no descansa de la espuela

 
   

su morcillo jerezano.

 
   

El mundo lo ve y se ceba

 
   

en ti con murmuradoras

 
   

malicias, sin otra prueba

355

   

que el schal, el prado y las horas

 
   

que al lado tuyo se lleva.

 
   

Siendo esto cierto, ya ves

 
   

que tanta contemplación

 
   

debe cesar y es razón

360

   

que cese, en provecho, Inés,

 
   

de tu honra y de mi opinión.

 

INÉS

 

¿Hay más?

 

ALFREDO

 

He dicho y escuso

 
   

repetir que es importante

 
   

cortar hoy mismo este abuso.

365

INÉS

 

Silencio, pues, un instante,

 
   

que la defensa está en uso.

 
   

¡Tú mismo, ves recordando!...

 
   

me presentaste al vizconde

 
   

por tu amigo, enumerando

370

   

sus fincas en no sé donde,

 
   

sus triunfos de no sé cuando,

 
   

Yo atenta le recibí;

 
   

tú le ensalzabas gozoso

 
   

luego si hay culpable aquí,

375

   

eres tú, tú mismo, esposo;

 
   

no me eches la culpa a mí.

 

ALFREDO

 

¡Que es justa, Inés, mi ansiedad!...

 

INÉS

 

Razones tengo en mi abono.

 

ALFREDO

 

Dime, ¿cuáles son?

 

INÉS

 

Mi edad,

380

   

mi genio y la sociedad

 
   

que así comprende el buen tono.

 

ALFREDO

 

¿Tu edad? tu genio? Locuras

 
   

son esas.

 

INÉS

 

Que no lo son...

 
   

conozco mi condición

385

   

mejor que tú. ¿Te figuras

 
   

allá en tu imaginación

 
   

que a mi edad es fácil cosa

 
   

sin más razón que el capricho

 
   

de quien me llama su esposa,

390

   

tener como en entredicho

 
   

mis privilegios de hermosa?

 

ALFREDO

 

Esa loca vanidad

 
   

mi buena opinión maltrata.

 

INÉS

 

¡Figuraciones!

 

ALFREDO

 

Verdad.

395

INÉS

 

¡Qué condición más ingrata!

 

ALFREDO

 

¡Inés!...

 

INÉS

 

¿Y la sociedad?

 
   

Prender un schal, dar el brazo

 
   

de día y también de noche,

 
   

juntar de una alhaja el broche,

400

   

ceñirse por broma un lazo

 
   

y al lado trotar de un coche,

 
   

son cosas que cada día

 
   

ve el mundo...

 

ALFREDO

 

Y que yo no quiero

 
   

ver en ti.

 

INÉS

 

¡Jesús María!

405

   

¡Qué tono tan altanero!

 

ALFREDO

 

Soy Argos de la honra mía.

 

INÉS

 

¿Argos tú?

 

ALFREDO

 

Lo quiero ser

 
   

y al fin lo seré...

 

INÉS

 

¿Consejos?

410

   

¿Y a tu edad?

 

ALFREDO

 

Y has de saber

 
   

que a Dios gracias suelo ver...

 
   

muy lejos...

 

INÉS

 

¡Hola! ¿Muy lejos?

 

ALFREDO

 

¡Señora!

 

INÉS

 

No me intimida

 
   

tu indignación, porque estoy

415

   

resuelta a darte cumplida

 
   

explicación de mi vida.

 

ALFREDO

 

Escucho, pues.

 

INÉS

 

Allá voy.

 
   

Quisiste que fuera yo

 
   

tu esposa, y mi padre anciano

420

   

sin yo quererlo, te dio,

 
   

señor marido, mi mano.

 
   

¿No es esto lo que pasó?

 

ALFREDO

 

Es verdad.

 

INÉS

 

¿Prosigo?

 

ALFREDO

 

Sí.

 

INÉS

 

Sin amarte me casé

425

   

contigo. ¿Es cierto?

 

ALFREDO

 

Así fue.

 

INÉS

 

Luego es claro que te di

 
   

la mano, mas no la fe.

 
   

Es decir que yo abrigaba

 
   

oculto amor.

 

ALFREDO

 

¿Y quién era

430

   

el hombre a quien adoraba

 
   

tu corazón?...

 

INÉS

 

Se llamaba

 
   

don Luis de Castro y Rivera.

 
   

Viví soñando con él...

 

ALFREDO

 

¿Después de casada?

 

INÉS

 

¡Toma!...

435

   

Lo menos un año...

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

(¡Infiel!...)

 
   

¿Y en dónde estaba el doncel?

 

INÉS

 

En Viena, en París o en Roma.

 
   

¿No le conoces?

 

ALFREDO

 

Ni quiero.

 

INÉS

 

Don Luis de Castro es un hombre

440

   

muy galán, un poco fiero

 
   

de su honradez y su nombre...

 
   

¡Es todo un buen caballero!

 

ALFREDO

 

¡Mil gracias!... Y... en conclusión...

 
   

le ama usted, señora, aún?

445

INÉS

 

¡Virgen santa! ¡Qué explosión!

 

ALFREDO

 

Respóndame usted.

 

INÉS

 

Según

 
   

Vacila mi corazón...

 

ALFREDO

 

Adelante.

 

INÉS

 

Lo pasado

 
   

está aquí dentro tan frío,

450

   

que casi parece helado...

 
   

(Con ternura.)

 
   

Lo presente, Alfredo mío,

 
   

terreno mucho ha ganado.

 

ALFREDO

 

¡Inés! ¡Inés!

 

INÉS

 

Sin amarte

 
   

fui tuya, pero después

455

   

tornose amor del revés,

 
   

al ver que tuviste el arte

 
   

de hacerte estimar de Inés.

 

ALFREDO

 

¿Y el vizconde?

 

INÉS

 

Es necedad

 
   

pensar en él de esa suerte...

460

   

El vizconde es... la verdad...

 
   

juguete de sociedad.

 
   

Alfredo, que me divierte.

 

ALFREDO

 

¡Inés!... yo me vuelvo loco...

 
   

¿Empiezas a amarme?

 

INÉS

 

Un poco.

465

ALFREDO

 

¿Ya no hay vizconde?

 

INÉS

 

(Con malicia.)

 
   

Si fuera

 
   

don Luis de Castro y Rivera...

 

ALFREDO

 

¡Inés!...

 

INÉS

 

¡Alfredo!... Tampoco.

 
   

Yo creo que ni memoria

 
   

conservo de él.

 

ALFREDO

 

Que me place.

470

INÉS

 

Don Luis no será en mi historia

 
   

nuevo Fénix que renace

 
   

de sus cenizas.

 

ALFREDO

 

¡Oh gloria!

 
   

¡Perdón, mi querida Inés!

 

INÉS

 

Fuiste injusto.

 

ALFREDO

 

(Arrodillándose.)

 
   

Así me ves...

475

   

Que venga el cólera morbo...

 

INÉS

 

¡Dios me libre!... De los pies

 
   

ven a mis brazos.

 

GENERAL

 

(Entrando y viendo a ALFREDO de rodillas besando las manos de INÉS.)

 
       
   

¿Estorbo?

 
       

Escena III

     

INÉS. EL GENERAL. ALFREDO. Después ARTURO y BEATRIZ.

     
       

ALFREDO

 

No. señor.

 

GENERAL

 

Me figuré...

 

CRIADO

 

La vizcondesa y el conde...

480

INÉS

 

(Saliendo al encuentro y besándola.)

 
   

¿De dónde vienes?

 

BEATRIZ

 

¿De dónde?

 

ARTURO

 

¡Señora, a los pies de usté!

 

BEATRIZ

 

¡Inés mía!...

 

ARTURO

 

General.

 

GENERAL

 

Servidor.

 

ALFREDO

 

Muy bien venida.

 

GENERAL

 

Si me permites, querida...

485

INÉS

 

¡Pues no!

 

(INÉS y BEATRIZ se sientan en el confidente: el GENERAL junto al velador en que están los periódicos: ALFREDO al lado opuesto de pie: ARTURO junto a él acudiendo a las señoras y al general, según lo reclama el diálogo.)

     

GENERAL

 

(Leyendo.)

 
   

El Heraldo.

 

INÉS

 

¿Qué tal?

 

BEATRIZ

 

¿La invitación recibiste?

 

INÉS

 

Y a tan brillante soirée

 
   

no quiero faltar...

 

ARTURO

 

(A ALFREDO.)

 
   

¿Y usté?

 

ALFREDO

 

Vamos bien...

 

ARTURO

 

¿Por qué tan triste?

490

ALFREDO

 

Esplín...

 

ARTURO

 

¿O cavilaciones?...

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

Don Luis de Castro y Rivera.

 

INÉS

 

Arturo...

 

ARTURO

 

Siempre hechicera...

 

ALFREDO

 

Otro vizconde en cañones.

 

INÉS

 

Mañana será esplendente

495

   

tu toilette.

 

BEATRIZ

 

De nuevo nada...

 

(ALFREDO recorrerá el Diario de Avisos a su tiempo se le acerca ARTURO.)

     

GENERAL

 

Buen artículo de entrada.

 

BEATRIZ

 

Siempre lo mismo...

 

INÉS

 

¿Y consiente

 
   

de tu belleza el portento?...

 

BEATRIZ

 

Qué quieres... otros cuidados...

500

GENERAL

 

Congreso de diputados...

 

ALFREDO

 

Figuras de movimiento...

 

GENERAL

 

(Volviendo la hoja.)

 
   

Sesión del 10... Presidencia...

 

ARTURO

 

¿Qué hay de Francia?

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

Otro registro...

 

Diálogo entre ARTURO y ALFREDO.

     
   

No lo sé...

 

GENERAL

 

El señor ministro

505

   

de Hacienda.

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

¡Cuánta paciencia

 
   

para sufrirle!

 

GENERAL

 

Y no es corto...

 
   

El señor preopinante...

 

ARTURO

 

El socialismo...

 

GENERAL

 

Adelante.

 
   

Por leído...

 

ARTURO

 

¡Estoy absorto!

510

ALFREDO

 

¿Qué dice usted?

 

ARTURO

 

¿Por lo visto

 
   

usted es lo que antes era

 
   

yo?

 

ALFREDO

 

¿Qué era usted?

 

ARTURO

 

De manera

 
   

que Lamartine...

 

GENERAL

 

¡Vive Cristo

 
   

que tiene gracia!

 

ARTURO

 

(Con tono despreciativo.)

 
   

Un poeta...

515

ALFREDO

 

Nada más que poesía...

 

ARTURO

 

(Con énfasis.)

 
   

El orden... la economía...

 

GENERAL

 

Pérdida importante... Aprieta...

 
   

y es floja...

 

ARTURO

 

Legalidad...

 

GENERAL

 

(Tomando otro periódico.)

 
   

El Clamor...

 

BEATRIZ

 

Lo de costumbre.

520

INÉS

 

No el oropel te deslumbre

 
   

no venza la vanidad

 
   

de la razón a las leyes.

 

ARTURO

 

Centralizar el poder...

 

ALFREDO

 

¡Qué niño!

 

ARTURO

 

Vale más tener

525

   

un rey que trescientos reyes.

 

GENERAL

 

(Leyendo.)

 
   

Y si Dios no lo remedia...

 

ARTURO

 

A propósito, hoy se dice

 
   

que hay crisis y aún se predice...

 

GENERAL

 

Teatro de la Comedia.

530

INÉS

 

Arturo...

 

(ARTURO se dirige a donde están las señoras.)

     

BEATRIZ

 

Es un gran jinete...

 
   

y baila con gran primor,

 
   

y además es tirador

 
   

de pistola y de florete...

 

GENERAL

 

(Leyendo.)

 
   

La educación es el todo,

535

   

sin ella...

 

ALFREDO

 

Castro y Rivera

 
   

bueno es saberlo...

 

ARTURO

 

No fuera

 
   

la Cava del reino godo

 
   

como Inés...

 

GENERAL

 

Las elecciones...

 
   

Veamos... ¡Qué oposición!...

540

   

(Tirando el periódico.)

 
   

Mentira... No hay coacción...

 

INÉS

 

Capítulo de ilusiones.

 

ARTURO

 

No tal, no tal...

 

ALFREDO

 

(Toca la campanilla.)

 
   

Si evadirme.

 
   

pudiera... Ya vuelve...

 
   

(Aparte al criado.)

 
   

Blas...

 
   

el sombrero.

 

INÉS

 

¿A dónde vas?...

545

ALFREDO

 

Dos pasos de aquí...

 

ARTURO

 

(Se acerca a la mesa y con la Esperanza en la mano dice.)

 
   

Ésta es firme

 
   

en su opinión: la Esperanza

 
   

conoce el siglo.

 

GENERAL

 

No veo...

 

ARTURO

 

Ve mucho, mucho...

 

GENERAL

 

(Con enfado.)

 
   

Lo creo

 
   

ni el genio de usted la alcanza.

550

(El criado da su sombrero a ALFREDO.)

     

INÉS

 

No tardes...

 

ALFREDO

 

Voy un momento

 
   

a la Iberia. Hasta después.

 

ARTURO

 

(Tomando su sombrero.)

 
   

Voy con usted...

 

ALFREDO

 

¡Qué tormento!

 

ARTURO

 

(Saludando.)

 
   

No tardaremos... Inés...

 
   

Mi General...

 

GENERAL

 

Servidor...

555

       

Escena IV

     

INÉS. BEATRIZ. El GENERAL.

     
       

INÉS

 

¿Y ha muerto por fin?

 

BEATRIZ

 

En Roma.

 

INÉS

 

¡Pobre don Juan!...

 

BEATRIZ

 

Era el tío

 
   

rico de hacienda y de historia

 
   

muy limpia.

 

INÉS

 

¿No fue ministro?

 

BEATRIZ

 

Si tal y tuvo las cosas

560

   

del gobierno tan a gusto

 
   

de la familia, que ahora

 
   

nos hace notable falta.

 

INÉS

 

Entonces será muy corta

 
   

la herencia.

 

BEATRIZ

 

Según: si quiero

565

   

puede ser grande.

 

INÉS

 

Si me honras

 
   

con tu amistad...

 

BEATRIZ

 

Te diré...

 
   

ya verás si es enojosa

 
   

mi posición: oye, Inés

 
   

y que sentencie tu boca.

570

GENERAL

 

Folletín... Una novela

 
   

de costumbres españolas

 
   

y escrita por un francés...

 
   

Volvamos pronto la hoja.

 

BEATRIZ

 

Me escribe su mayordomo

575

   

don Dimas, el de Cazorla...

 
   

aquel gruñón...

 

INÉS

 

¿Aquel viejo

 
   

con asma, con muermo y gota?...

 

BEATRIZ

 

El mismo. (Leyendo.) «Muy señora mía: Hará tres meses escribí a usted la triste muerte de su señor tío; y hoy lo hago de nuevo para darla cuenta de su última voluntad. En su testamento, que se ha abierto en presencia de un sobrino suyo, que usted no conoce y que le ha acompañado últimamente en sus viajes, se lee la disposición siguiente. Dejo mis bienes, que consisten en 18500 duros de renta líquida, a mis sobrinos la vizcondesa de Loja y don Luis de Castro y Rivera, siempre que contraigan ambos matrimonio. Si esto no llegara a verificarse, es mi voluntad, que cualquiera de los dos que se niegue a cumplir esta condición, se entienda que renuncia a la herencia. Téngalo usted entendido, etc. etc.»

 
   

¿Qué te parece?

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Don Luis de Castro!...

 

BEATRIZ

 

La broma

580

   

es pesada. ¿Qué hago yo?

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

No sé por qué me incomoda

 
   

que llegue la vizcondesa

 
   

a ser de don Luis esposa.

 

BEATRIZ

 

Respóndeme. Inés: consejo

585

   

te pido. Si ciega o loca

 
   

rechazo ese matrimonio,

 
   

renuncio a la altiva pompa

 
   

que hiciera de mí en la corte

 
   

la más envidiada joya,

590

   

y en revuelto laberinto,

 
   

si llego a casarme, arroja

 
   

mi ambición lo que más quiero,

 
   

mi libertad que es mi gloria.

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Don Luis de Castro y Rivera!...

595

   

El mismo de quien idólatra

 
   

mi corazón...

 

BEATRIZ

 

Un consejo

 
   

ya ves que juntos abogan

 
   

mi interés por una parte,

 
   

mi independencia por otra.

600

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Por qué, por qué se me ofrece

 
   

tan ardiente su memoria!...

 

BEATRIZ

 

¿No me respondes?...

 

INÉS

 

Estoy

 
   

reflexionando a mis solas...

 

BEATRIZ

 

¿Inés?

605

INÉS

 

Lo primero escoge.

 

BEATRIZ

 

Es decir, ¿herencia o boda?

 

INÉS

 

Así es.

 

BEATRIZ

 

¿Y si yo obedezco

 
   

tu indicación, será cosa

 
   

de que se convierta. Inés,

610

   

en odio nuestra concordia?

 

INÉS

 

No entiendo.

 

BEATRIZ

 

Me explicaré.

 
   

La gente murmuradora

 
   

dice, Inés, que fue don Luis

 
   

y en época no remota,

615

   

tu galán.

 

INÉS

 

Y también hoy

 
   

con cien trompetas pregona

 
   

que las dos nos disputamos

 
   

el imperio de la moda,

 
   

y no por eso es verdad;

620

   

que a serlo, fuera muy otra

 
   

nuestra conducta y no juntas

 
   

nos vieran a todas horas,

 
   

en los bailes por la noche

 
   

y por el día en Atocha.

625

   

Aunque Luis fue mi galán

 
   

¡ay Beatriz! no me enamoran

 
   

suspiros al pie de rejas,

 
   

ni Gerineldos que acosan

 
   

al ídolo de su amor

630

   

y son más que amantes, sombras.

 

BEATRIZ

 

Con todo, se dice así.

 

INÉS

 

Y así se miente.

 

BEATRIZ

 

¿Y es cosa

 
   

de creer cuando se afirma

 
   

que es buen mozo?

 

INÉS

 

Es ilusoria

635

   

la competencia con él;

 
   

ninguno como él provoca

 
   

la envidia de los demás

 
   

te haré su retrato ahora,

 
   

y luego podrás decirme

640

   

si tiene igual en Europa

 
   

no en Madrid... Es elocuente,

 
   

en el mirar y en las formas

 
   

elegante, de sus labios

 
   

fecundo torrente brota

645

   

de frases que califica

 
   

la ignorancia de lisonjas,

 
   

y que son, si bien se escuchan,

 
   

rocío que al mundo arroja,

 
   

Beatriz, de su fantasía

650

   

ardiente la rica aurora.

 
   

Gran jinete, tirador

 
   

de florete y de pistola,

 
   

jugador y generoso,

 
   

dos circunstancias, dos cosas

655

   

que nunca, Beatriz, se han visto

 
   

sino en distintas personas.

 
   

Habla francés, italiano,

 
   

inglés, y cuando se enoja

 
   

con su amor, mejor que muchos

660

   

poetas escribe trovas;

 
   

y hace más, no las imprime:

 
   

seguro como una roca,

 
   

como un sepulcro callado,

 
   

y humilde como una tórtola

665

   

cualquier sonrisa le engaña,

 
   

cualquier favor le conforma.

 
   

Don Luis de Castro y Rivera

 
   

es, vizcondesa de Loja.

 
   

lo contrario que esos niños

670

   

que pollos las gentes nombran

 
   

sabe hablar, sabe escribir,

 
   

sabe leer, sabe historia...

 
   

lo contrario, lo contrario

 
   

de cuantos hay a la moda.

675

BEATRIZ

 

De amiga el retrato fue.

 

INÉS

 

De imparcial historiadora

 
   

Beatriz mía; reconozco

 
   

sus prendas, aunque fue sorda

 
   

mi voluntad a su amor.

680

   

No hay gran mérito en quien obra

 
   

con justicia, y tan alegre

 
   

estoy, que te ruego ahora

 
   

me dispenses el honor

 
   

de ser madrina en tus bodas.

685

BEATRIZ

 

(Levantándose.)

 
   

Se me figura que Inés.

 

INÉS

 

(Aparte levantándose.)

 
   

Yo no sé por qué me enoja

 
   

que llegue la vizcondesa

 
   

a ser de don Luis esposa.

 
       

Escena V

     

INÉS. BEATRIZ. El GENERAL. ALFREDO. ARTURO.

     
       

INÉS

 

¡Qué pronto!

 

ALFREDO

 

Sí... No te asombres...

690

INÉS

 

¿Vienes enfermo?

 

ALFREDO

 

(Aparte a INÉS: ARTURO se sienta con aire pensativo.)

 
   

¡Qué quieres!...

 
   

El pollo de las mujeres

 
   

es moscón para los hombres.

 
   

No me ha dejado un momento...

 
   

se fue colgado de mí

695

   

y colgado ha vuelto aquí

 
   

del mismo brazo. Reviento

 
   

de cólera: mas quisiera

 
   

que a un niño de esta calaña,

 
   

tornar a ver en España...

700

INÉS

 

¿A Luis de Castro y Rivera?

 

ALFREDO

 

No tanto, no tanto, Inés...

 

INÉS

 

Fue chanza.

 

ALFREDO

 

Broma o no broma

 
   

bien está sin Pedro en Roma.

 

GENERAL

 

(Registrando los periódicos.)

 
   

No ha habido Patria este mes...

705

INÉS

 

Tío...

 

GENERAL

 

Inés, ya he dado fin.

 

BEATRIZ

 

¡Qué afición a deletrear!...

 

ALFREDO

 

Le van a usted a tomar

 
   

por claustro de San Martín.

 

GENERAL

 

(Riéndose.)

 
   

¡Es verdad!

 

ALFREDO

 

(Aparte con reserva.)

 
   

¿Tengo razón?

710

GENERAL

 

¡Qué cosas habrá allí dentro!

 

ALFREDO

 

¡Como que aquello es el centro

 
   

de toda la oposición!

 

ARTURO

 

¡Pobre país!

 

BEATRIZ

 

Arturito.

 

INÉS

 

¿Qué tiene usted?

 

GENERAL

 

¿Por ventura?...

715

ALFREDO

 

(Deteniendo al GENERAL.)

 
   

No: es mal que no tiene cura...

 
   

(Señalándose la frente.)

 
   

es de aquí...

 

ARTURO

 

¡País maldito!

 

INÉS

 

¿Qué le ha pasado en Madrid?...

 

GENERAL

 

¡Los desengaños!

 

ALFREDO

 

(A INÉS.)

 
   

Ya ves;

 
   

quince años!...

 

ARTURO

 

(Levantándose.)

 
   

¡Me aburro, Inés,

720

   

en esta tierra del Cid!

 
   

¿Qué vida llevamos hoy?...

 
   

No hay variedad en las noches,

 
   

ni en los días, ni en los coches;

 
   

por donde quiera que voy

725

   

siempre lo mismo; el Retiro

 
   

con su estanque y sus vergeles,

 
   

la fuente de la Cibeles

 
   

y el canal; por más que miro

 
   

diez leguas a la redonda,

730

   

como el Boulevard no hay calles,

 
   

ni sitios como Versalles

 
   

y Saint-Cloud: ¿no hay una fonda

 
   

que iguale al Hotel Beri...

 
   

Sastres?... Utrilla y Borrel.

735

   

¿La plaza de Carroussell,

 
   

está por ventura aquí?

 
   

Ni un Tunnel con sus pilares,

 
   

ni un Tamesis y ¡oh rubor!

 
   

¡ni un mal buque de vapor

740

   

cruzando en el Manzanares!

 
   

Pas un jeune homme comm'il faut,

 
   

no hay un carruaje con chic,

 
   

ni un sabio a lo Metternic,

 
   

ni un pillo a lo Mirabeau...

745

   

Medianías, petitesse,

 
   

voilà tout... ¡Pobre País!

 
   

¡París!... ¡París!... En París

 
   

y en Londres se vive, Inés.

 

GENERAL

 

Estoy por darle... ¿Está loco?

750

ALFREDO

 

No señor; es un pollito

 
   

que habla en francés.

 

BEATRIZ

 

Arturito...

 

INÉS

 

(Picada: con ironía.)

 
   

Nos tiene usted en muy poco,

 
   

y es usted harto severo

 
   

aunque justo.

 

ARTURO

 

Inés, merci...

755

INÉS

 

Cierto es que faltan aquí

 
   

muchísimas cosas...

 

GENERAL

 

(INÉS habla con la vizcondesa.)

 
   

Pero,

 
   

no falta quien nos recuerda

 
   

a cada instante en las calles,

 
   

que existe en Francia un Versalles...

760

   

Yo no lo he visto...

 

ARTURO

 

No pierda

 
   

usted la ocasión.

 

GENERAL

 

Iré

 
   

con el tiempo.

 

BEATRIZ

 

(Aparte a INÉS.)

 
   

Se ha educado

 
   

en París.

 

ARTURO

 

Seré un criado

 
   

si hago el viaje con usté.

765

GENERAL

 

Gracias.

 

ARTURO

 

Habla usted de un modo...

 

GENERAL

 

En español.

 

ARTURO

 

Yo respeto

 
   

las canas.

 

GENERAL

 

(Aparte.) ¿A que le espeto

 
   

encima de un modismo godo?

770

INÉS

 

(Tira de la campanilla y aparece BLAS.)

 
   

Blas, el té.

 

(Se retira BLAS.)

     

GENERAL

 

¿Sin el vizconde?

 

INÉS

 

Sin el vizconde.

 

GENERAL

 

No insisto.

 

ALFREDO

 

A propósito; le he visto.

 

INÉS

 

¿De veras Alfredo? ¿Y dónde?

 

ALFREDO

 

Junto al café, y muy cumplido

775

   

pidiome licencia, Inés,

 
   

de presentarte después...

 

(BLAS entra con un servicio completo de té: dos lacayos con bandejas de bizcochos. INÉS llena las tazas y las distribuye ella misma; la primera a la vizcondesa; la segunda al GENERAL: la tercera a ARTURO; la cuarta a ALFREDO.)

     

INÉS

 

¿A quién?

 

ALFREDO

 

Al recién venido

 

INÉS

 

¿Se llama?

 

ALFREDO

 

No he preguntado...

 
   

pero viniendo con él,

780

   

por lo menos un lebrel

 
   

habrá en sus armas pintado.

 

BEATRIZ

 

No se burle usted, Alfredo,

 
   

que usted también en su escudo...

 

ALFREDO

 

Sí, vizcondesa; un embudo

785

   

y en campo de plata un dedo.

 

INÉS

 

No hagas caso: es su manía

 
   

burlarse de sus blasones,

 

BEATRIZ

 

Respeto sus opiniones...

 

ARTURO

 

Que valen poco en el día.

790

GENERAL

 

(A INÉS que le da una taza de té.)

 
   

Gracias, sobrina; ligero,

 
   

¿no es verdad?

 

INÉS

 

Muy ligerito.

 

GENERAL

 

(Al criado que se los ofrece en una bandeja.)

 
   

Sin bizcochos...

 

INÉS

 

Arturito,

 
   

¿usted quiere té?

 

ARTURO

 

(Tomando la taza que le ofrece INÉS.)

 
   

Té quiero.

 

GENERAL

 

¡Bravo, bravo el parisién!

795

BEATRIZ

 

Es mozo muy cortesano.

 

INÉS

 

Muy galán.

 

ALFREDO

 

(A ARTURO.)

 
   

Venga esa mano.

 

INÉS

 

(Ofreciendo una taza a ALFREDO.)

 
   

¿Una tacita?

 

ALFREDO

 

También.

 
       

Escena VI.

     

INÉS. BEATRIZ. El GENERAL. ALFREDO. ARTURO. El VIZCONDE y Don LUIS DE CASTRO.

     
       

BLAS

 

(Anunciando.)

 
   

El señor vizconde.

 

INÉS

 

A punto.

800

(INÉS, sin volver la cara, prepara una taza de té para el vizconde.)

     

VIZCONDE

 

(Presentando a don LUIS a ALFREDO.)

 
   

La exactitud mi primera

 
   

cualidad... Querido Alfredo,

 
   

don Luis de Castro y Rivera...

 

ALFREDO

 

(Dominando su emoción, le saluda cortésmente.)

 
   

Don... Don... Luis... Muy señor mío...

 

VIZCONDE

 

Vizcondesa, General,

805

   

Arturo...

 

ALFREDO

 

¿Don Luis de Castro?

 

INÉS

 

[falta una acotación]

 
   

¡Ah! ¡Luis!

 

GENERAL

 

¿Te has hecho mal?

 

(INÉS vuelve al velador y prepara dos tazas de té.)

     

ALFREDO

 

¡Es natural la emoción!

 

LUIS

 

Dos años de ausencia.

 

INÉS

 

(Volviendo con la taza.)

 
   

Sí...

 
   

siéntese usted... una taza,

810

   

vizconde... Usted junto a mí.

 
   

¿Quieres más, Alfredo mío?

 

(Se sienta don LUIS junto a INÉS en el confidente; el VIZCONDE junto a la VIZCONDESA; el GENERAL y ARTURO donde estaban; ALFREDO en el mismo sitio.)

     

ALFREDO

 

No, querida: es la primera...

 
   

todavía...

 

BEATRIZ

 

(Aparte.)

 
   

¿Luis de Castro?...

 

ALFREDO

 

¡Don Luis de Castro y Rivera!

815

FIN DEL ACTO PRIMERO

     

Acto segundo

Gabinete en la casa de BEATRIZ.


Escena I

     

BEATRIZ, sentada.

     
       
       
   

Lo he resuelto; mi interés

 
   

lo exige, y en este asunto

 
   

seguiré punto por punto

 
   

mi plan y perdone Inés.

 
   

Con todo, Beatriz, no tanto

5

   

primero de ir al altar

 
   

será bueno examinar

 
   

las condiciones del santo;

 
   

don Luis adora en Inés;

 
   

¿Inés le ha olvidado? No;

10

   

secreto es éste que yo

 
   

he penetrado después.

 
   

«Que nunca le tuvo amor

 
   

y que si el mundo decía

 
   

lo contrario, que sería,

15

   

dijo Inés calumniador...»

 
   

Entonces, ¿a qué temblar

 
   

Cuando le vio de improviso?

 
   

Yo bien recuerdo que quiso

 
   

Inés, y no pudo hablar:

20

   

don Luis por su parte estaba

 
   

tan encantado, tan bobo

 
   

que en lo mejor de su arrobo

 
   

se le caía la baba.

 

(Se levanta.)

     
   

Y es muy galán, eso sí;

25

   

y aun me presumo que ha herido

 
   

mi intención el prometido

 
   

desde el punto en que le vi.

 
   

¿Qué harás, Beatriz, en tal caso?

 
   

¿Qué conducta has de seguir?

30

   

¡Si es lo más fácil salir

 
   

con gran provecho del paso!

 
   

Si Luis porque su conciencia

 
   

o su amor no lo consiente,

 
   

dice «no hay boda» corriente;

35

   

vaya él con Dios y la herencia

 
   

venga conmigo; si no,

 
   

no hay más que tener paciencia,

 
   

que con don Luis y la herencia

 
   

no salgo perdiendo yo.

40

   

Lo he resuelto; mi interés

 
   

lo exige, y en este asunto

 
   

seguiré punto por punto

 
   

mi plan y perdone Inés.

 
       

Escena II

     

BEATRIZ. AMBROSIO.

     
       

BEATRIZ

 

Ambrosio... no has olvidado

45

   

supongo...

 

AMBROSIO

 

Nada, señora,

 

BEATRIZ

 

No vengamos a la hora

 
   

misma...

 

AMBROSIO

 

Está todo arreglado.

50

BEATRIZ

 

¡Cuenta con las omisiones!...

 
   

Al gasto no he puesto tasa...

 
   

¡Que brillen hoy de mi casa

 
   

como nunca los salones!...

 

AMBROSIO

 

Descuide vuecencia en mí...

55

   

¿manda vuecencia otra cosa?

 

BEATRIZ

 

(Abriendo el balcón.)

 
   

¡Qué mañana tan hermosa!

 

AMBROSIO

 

¿Me voy?

 

BEATRIZ

 

Espera por si...

 
       

Escena III

     

BEATRIZ. ARTURO. AMBROSIO, retirado.

     
       

ARTURO

 

Hermana, muy buenos días...

 

BEATRIZ

 

(En tono de reconvención.)

 
   

¡Las dos!

 

ARTURO

 

Aprensiones mías...

60

   

Me he levantado a las doce...

 
   

me he vestido... ¡Es un gran goce

 
   

la cama en mañanas frías!

 

BEATRIZ

 

¿Bastón y espuelas?...

 

ARTURO

 

Me voy

 
   

al campo y monto, Beatriz,

65

   

después de dos meses hoy,

 
   

el caprichoso Austerliz...

 
   

¡y no basta por quién soy

 
   

la espuela sola con él!

 

BEATRIZ

 

¿De veras?

 

ARTURO

 

La gran Bretaña

70

   

no envió en sus buques a España,

 
   

ni mas brioso corcel...

 

BEATRIZ

 

Ni más estrecha alimaña.

 
   

No pienso ver animal

 
   

más largo, ni más enjuto...

75

ARTURO

 

Pure sang! ¡Y vale un caudal!...

 
   

¡Hermosa estampa de bruto!

 

AMBROSIO

 

¿Llamó vuecencia?...

 

ARTURO

 

No tal.

 

BEATRIZ

 

Vete.

 
       

Escena IV

     

BEATRIZ. ARTURO.

     
       

BEATRIZ

 

Arturo...

 

ARTURO

 

No hay remedio;

 
   

severa amonestación

80

   

me aguarda...

 

BEATRIZ

 

¿No te parece

 
   

que fuera mucho mejor

 
   

saber algo más de historia

 
   

y menos de equitación?

 
   

¿No tienes tú por más útil

85

   

dar brillo a la inculta flor

 
   

que brota en nuestra cabeza

 
   

del tallo de la razón?

 

ARTURO

 

Allá, en el siglo diez y ocho

 
   

no digo, Beatriz, que no,

90

   

porque aquel un siglo fue

 
   

de estudio y meditación

 
   

pero en el siglo presente

 
   

que de las luces llamó

 
   

no sé quien, ni yo sé cuando,

95

   

va la civilización

 
   

sobre carriles de hierro

 
   

al impulso del vapor;

 
   

se estudia lo que es de moda

 
   

y nada más; la lección

100

   

es corta y se aprende bien.

 

BEATRIZ

 

¿Y así el brillante esplendor

 
   

conservarás de tu nombre,

 
   

las glorias de tu blasón?

 

ARTURO

 

Muchos hay que me aventajan,

105

   

pues saben menos que yo;

 
   

porque al fin yo sé tirar

 
   

un coupé con tal primor

 
   

que asombra; toco la flauta,

 
   

sé jugar a la boulotte

110

   

bailar el scotiks... sé la historia

 
   

de Francia...

 

BEATRIZ

 

¡Y de España no!

 

ARTURO

 

¿Para qué? ¿Para decir

 
   

que ha sido una institución

 
   

desgraciada el Santo Oficio?

115

   

¿Para proclamar a voz

 
   

en grito, que se llamaba

 
   

Felipe el rey fundador

 
   

del Escorial? ¿Para ver

 
   

siempre debajo del sol

120

   

de España, algún poderoso

 
   

audaz despilfarrador?

 
   

¿Para llorar sobre antiguos

 
   

laureles la mengua de hoy?

 
   

¿Para esto quieres que sepa

125

   

la historia de esta nación?

 
   

Soy noble y rico y me basta.

 

BEATRIZ

 

¡Rico era padre y señor,

 
   

y el saber, no la riqueza,

 
   

tan alto le levantó!

130

ARTURO

 

¿Qué obtuvo las embajadas

 
   

de Londres y de Moscou?...

 
   

Pues bien, Beatriz, con el tiempo

 
   

me ha de hacer embajador,

 
   

de un consejo de ministros

135

   

la sabia resolución.

 

BEATRIZ

 

Y harás brillante papel

 
   

al lado de Nesselrode...

 

ARTURO

 

No vivirá para entonces.

 

BEATRIZ

 

Lo creo; tiempo y sermón

140

   

perdidos, haz lo que quieras.

 

ARTURO

 

Siempre haré lo que mejor

 
   

y más convenga a mi gusto.

 
       

Escena V

     

BEATRIZ. ARTURO. VIZCONDE.

     
       

VIZCONDE

 

¿Disputa?

 

BEATRIZ

 

No.

 

ARTURO

 

Explicación

 
   

fraternal.

 

VIZCONDE

 

¿Y qué motivos?

145

BEATRIZ

 

Asuntos del interior

 
   

de la familia.

 

VIZCONDE

 

Me callo.

 

ARTURO

 

(Al VIZCONDE.)

 
   

Fue pasajero el turbión:

 
   

veraniega y tempestad

 
   

que estalla y pasa veloz.

150

VIZCONDE

 

Reemplace entonces, Beatriz,

 
   

la sonrisa al mal humor...

 
   

¿Cuándo es la boda?

 

ARTURO

 

¿Te casas?

 

BEATRIZ

 

No sé.

 

ARTURO

 

Vizconde, las dos

 
   

y media... Vamos; ya es tarde.

155

VIZCONDE

 

No puedo.

 

ARTURO

 

¿Y por qué razón?

 

VIZCONDE

 

Abduld-Mejid tiene muermo,

 
   

y Fanny se me encojó.

 

ARTURO

 

¿Y es eso todo, vizconde?

 
   

Monte usted a Mogador...

160

   

es cosa de diez minutos...

 
   

yo mismo, vizconde, voy...

 

VIZCONDE

 

¿Es buen caballo?

 

ARTURO

 

Comme-ça...

 
   

es un caballo español...

 
       

Escena VI

     

BEATRIZ. VIZCONDE.

     
       

VIZCONDE

 

¿Cuándo es la boda?

 

BEATRIZ

 

No sé.

165

VIZCONDE

 

¿Es secreto?

 

BEATRIZ

 

Es precaución...

 

VIZCONDE

 

Luis todo me lo ha contado.

 

BEATRIZ

 

¿De veras? ¿No le engañó?

 

VIZCONDE

 

Que viene a casarse dijo.

170

BEATRIZ

 

Así parece.

 

VIZCONDE

 

¿Esa unión

 
   

dispuesta en el testamento

 
   

de un tío que se murió,

 
   

no mata en usted alguna

 
   

misteriosa inclinación?

175

BEATRIZ

 

¿Es sólo curiosidad

 
   

la tal pregunta, o favor

 
   

que lograr pretende usted

 
   

de mi amistad, o misión

 
   

que el señor don Luis de Castro

180

   

a su celo encomendó?...

 

VIZCONDE

 

Lo segundo.

 

BEATRIZ

 

¿Quiere usted

 
   

saber mis secretos?

 

VIZCONDE

 

¡Oh!

 

BEATRIZ

 

¿Y de una deuda tan grande

 
   

será usted buen pagador?

185

VIZCONDE

 

Le juro a usted...

 

BEATRIZ

 

Pues entonces

 
   

no hablemos más; confesión

 
   

general y como dama

 
   

la preferencia me doy.

 

VIZCONDE

 

Es decir que a usted...

 

BEATRIZ

 

Que a mí

190

   

me toca ser confesor

 
   

antes que a usted.

 

VIZCONDE

 

¡Qué donosa!

 

BEATRIZ

 

¿Celebra usted mi elección?

 

VIZCONDE

 

Por supuesto.

 

BEATRIZ

 

Al caso, pues.

 
   

Dicen que Inés...

 

VIZCONDE

 

De mi amor

195

   

es objeto.

 

BEATRIZ

 

¿Y corresponde?

 

VIZCONDE

 

Beatriz, la contestación

 
   

es delicada.

 

BEATRIZ

 

Adelante.

 

VIZCONDE

 

No me permite el rubor...

 

BEATRIZ

 

Vizconde.

 

VIZCONDE

 

Padre, obedezco

200

(Quiere arrodillarse, y BEATRIZ no se lo permite.)

     
   

y me arrodillo...

 

BEATRIZ

 

Eso no;

 
   

que falta el confesonario,

 
   

muralla entre el pecador

 
   

y el sacerdote que absuelve.

 

VIZCONDE

 

Pero el cura a quien pecó

205

   

le da la mano a besar...

 

BEATRIZ

 

Después de la absolución.

 

VIZCONDE

 

Inés a cada momento

 
   

me habla; el tono de su voz

 
   

más que su palabra dice;

210

   

sus ojos tan sin rigor

 
   

me miran, que sus miradas

 
   

dan alas a mi pasión.

 
   

Cuando le aprieto la mano

 
   

al subir a su landó,

215

   

agradecida recibe

 
   

temblando la compresión;

 
   

le pongo el schal en los bailes,

 
   

le pido siempre una flor

 
   

de su ramo y me la da;

220

   

y cuando, declaración

 
   

del alma, le hablo de amores,

 
   

que su hermosura encendió,

 
   

mudando de pronto el rumbo

 
   

me suele hablar del calor,

225

   

o misteriosa se abisma

 
   

en honda meditación.

 
   

Ya ve usted que estas señales

 
   

revelan al que es doctor...

 

BEATRIZ

 

¿Y no hay más?

 

VIZCONDE

 

¿Y es esto poco?

230

BEATRIZ

 

¿Nada el vizconde ocultó?

 

VIZCONDE

 

Juro a usted que de este caso

 
   

he sido fiel narrador.

 

BEATRIZ

 

Entonces pregunte, padre,

 
   

que ya mi turno llegó.

235

VIZCONDE

 

Respóndame, pecadora,

 
   

ingenuamente. ¿Esa unión

 
   

dispuesta en el testamento,

 
   

del tío que se murió,

 
   

no mata en usted alguna

240

   

misteriosa inclinación?

 

BEATRIZ

 

¡Quién sabe!

 

VIZCONDE

 

Su nombre...

 

BEATRIZ

 

Es nombre

 
   

que muchas veces se oyó

 
   

en comedias de Moreto

 
   

y en lances de Calderón.

245

VIZCONDE

 

¿Qué señas tiene?

 

BEATRIZ

 

Tan claras

 
   

como los rayos del sol.

 

VIZCONDE

 

¿Ojos?

 

BEATRIZ

 

Pardos.

 

VIZCONDE

 

¿Frente?

 

BEATRIZ

 

Noble.

 

VIZCONDE

 

¿De maneras?...

 

BEATRIZ

 

Comm'il faut.

 

VIZCONDE

 

¿Y el talle?

 

BEATRIZ

 

Esbelto, elegante.

250

VIZCONDE

 

¿Jinete y buen tirador?

 

BEATRIZ

 

Por supuesto.

 

VIZCONDE

 

¿Habla francés?

 

BEATRIZ

 

Lo mismo que Mirabeau.

 

VIZCONDE

 

¿De rancia estirpe?

 

BEATRIZ

 

Seguro.

 

VIZCONDE

 

Beatriz, ¿le conozco yo?

255

BEATRIZ

 

Y mucho.

 

VIZCONDE

 

¿Se llama?

 

BEATRIZ

 

Luego...

 

VIZCONDE

 

¿Fama de conquistador

 
   

tiene en la corte?

 

BEATRIZ

 

Pretende

 
   

sellar su reputación

 
   

de una manera brillante.

260

VIZCONDE

 

¿Y en quién sus miras fijó?

 

BEATRIZ

 

En Inés.

 

VIZCONDE

 

Beatriz, el nombre

 
   

de ese oscuro campeón.

 

BEATRIZ

 

Si no hay quien estorbe el lance,

 
   

don Luis.

 

VIZCONDE

 

¿Y quién se atrevió

265

   

a dar a usted como un hecho

 
   

tan loca figuración?

 

BEATRIZ

 

Vizconde lo propio he dicho

 
   

yo misma al historiador.

 

VIZCONDE

 

¿Y en qué se funda?

 

BEATRIZ

 

En muy buenos

270

   

antecedentes.

 

VIZCONDE

 

¿Y son?

 

BEATRIZ

 

Amores de hará tres años

 
   

que la ausencia interrumpió.

 

VIZCONDE

 

¡Beatriz!

 

BEATRIZ

 

Me lo ha dicho Inés.

275

VIZCONDE

 

¿Ella misma?

 

BEATRIZ

 

Hay una voz

 
   

que es más significativa,

 
   

la elocuencia del temor

 
   

con que niega la mujer

 
   

lo que hay en su corazón.

280

VIZCONDE

 

Si es así, que tiemble Inés,

 
   

que tiemble el embaucador

 
   

que en mí la amistad de niños

 
   

tan torpemente burló.

 
   

Quiero a Inés como un demente;

285

   

pero es tal mi condición,

 
   

que a mi orgullo sacrifico,

 
   

si es necesario, mi honor.

 

BEATRIZ

 

Vizconde, no tan de prisa;

 
   

cuidado, que un resbalón

290

   

en estas cosas es grave:

 
   

la prudencia es lo mejor.

 

VIZCONDE

 

La prudencia con un poco,

 
   

Beatriz, de mala intención.

 
       

Escena VII

     

BEATRIZ. VIZCONDE. ARTURO.

     
       

ARTURO

 

Vizconde, están los caballos

295

   

en el jardín: vámonos.

 

VIZCONDE

 

(Dándose las manos.)

 
   

Beatriz, alianza ofensiva

 
   

y defensiva.

 

BEATRIZ

 

Es razón,

 
   

que en la victoria ganamos

 
   

únicamente los dos.

300

(El VIZCONDE besa la mano de BEATRIZ y se retira con ARTURO por la puerta de la derecha. BEATRIZ por la de la izquierda.)

     
       

Escena VIII

     

La escena queda sola por algunos instantes. Después INÉS por la puerta del fondo.

     
       
   

No importa; que el tocador

 
   

no deje, Ambrosio, por mí:

 

(Sentándose.)

     
   

la esperaré. Loco amor,

 
   

¿dónde me elevas así

 
   

delirando en tu dolor?

305

   

¡Qué noche, buen Dios! ¡Y el día

 
   

qué feliz! ¡Yo me engañaba

 
   

riyendo como reía,

 
   

sin ver que tras él venía

 
   

pesar que no sospechaba!

310

   

¡Conque dos años viví

 
   

creyendo que era la historia

 
   

de su amor recuerdo en mí,

 
   

a lo más en mi memoria

 
   

presente, no ardiendo aquí!

315

   

¡Y dos años me engañé!

 
   

¡Y en ese tiempo, insensata,

 
   

recordando lo que fue,

 
   

yo en lo más hondo clavé

 
   

el duro arpón que hoy me mata!

320

   

¡Y Alfredo! Siempre conmigo

 
   

tan amoroso y tan fiel,

 
   

que no me engaño si digo,

 
   

que amante, esposo y amigo

 
   

dos años he visto en él!

325

   

¿Por qué, mi Luis has llegado?

 
   

¡Tus frases me hacen oír

 
   

con su acento enamorado

 
   

junto al bien de lo pasado

 
   

la dicha del porvenir!

330

   

¡Y si abro a tu amor la puerta,

 
   

del mundo entero baldón,

 
   

será mi deshonra cierta;

 
   

y si no la dejo abierta,

 
   

se muere mi corazón!

335

   

¡Loca estoy! ¿A qué has venido?

 
   

¿Castigo es éste, buen Dios,

 
   

del amor que le he tenido?

 
   

Señor, ¿nos habrás perdido

 
   

juntándonos a los dos?

340

       

Escena IX

     

BEATRIZ. INÉS.

     
       

BEATRIZ

 

¡Qué sorpresa! ¿Tú en mi casa

 
   

y tan de mañana, Inés?

 

INÉS

 

Te fuiste anoche en seguida,

 
   

Beatriz, de tomar el té

 
   

con señales inequívocas

345

   

de mal humor o desdén

 
   

Y he venido a disculparme

 
   

si tengo culpa, o saber

 
   

que, exceso de mi cariño

 
   

si no, la sospecha fue.

350

BEATRIZ

 

No te engañaste; ofendió

 
   

mi mujeril altivez

 
   

don Luis, que pasose anoche

 
   

de frío y de descortés.

 

INÉS

 

Don Luis no te conocía:

355

   

por eso sin duda ayer

 
   

usó contigo modales

 
   

de excesiva timidez,

 
   

mas no de descortesía.

 

BEATRIZ

 

Sin negar que podrá ser

360

   

así como tú le pintas,

 
   

con todo...

 

INÉS

 

Beatriz, ¿por qué?

 

BEATRIZ

 

Don Luis no andubo muy corto

 
   

en prodigarte a su vez

 
   

atenciones delicadas

365

   

y algunas de un interés

 
   

particular.

 

INÉS

 

Sí, me habló

 
   

de cosas de la niñez,

 
   

¡recuerdos de aquella edad

 
   

encantadora y sin hiel

370

   

que entre flores sin espinas

 
   

pasó para no volver!...

 

BEATRIZ

 

Y dime. ¿Vuelve don Luis

 
   

igual al retrato aquel

 
   

que tú me hiciste?

 

INÉS

 

No creo.

375

BEATRIZ

 

¿Hay cambio?

 

INÉS

 

A lo que juzgué,

 
   

por la entrevista de anoche,

 
   

don Luis es otro: harás bien

 
   

de retardar esa boda.

 

BEATRIZ

 

Si me quieres, cuéntame.

380

INÉS

 

Vuelve altivo y presuntuoso,

 
   

y hasta he notado en su tez

 
   

cierta mudanza...

 

BEATRIZ

 

¿Qué dices?

 
   

¿La oveja cambió de piel?...

 

INÉS

 

Sí.

385

BEATRIZ

 

(Con ironía.)

 
   

¡Qué lástima! ¿Y conserva

 
   

la sencilla nitidez

 
   

que brillaba en sus discursos?

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

(¿Me habré vendido? ) No sé.

 

BEATRIZ

 

¡No lo sabes y te habló

390

   

tan solícito y cortés

 
   

que a mí me dabas envidia

 
   

al verte tan junto a él!

 

INÉS

 

¿Si tendrás celos de mí?

 

BEATRIZ

 

Y todo pudiera ser.

395

   

El mundo es un panorama.

 

INÉS

 

¿Panorama el mundo?...

 

BEATRIZ

 

¡Inés,

 
   

cuidado con tropezar!...

 

INÉS

 

Respondo de no caer.

 
   

Don Luis de Castro y Rivera,

400

   

querida Beatriz, no es...

 
   

ni ha sido... ni lo será...

 
   

se me figura... es un buen

 
   

amigo... pero... ¿me entiendes?

 
   

Caballero de alta prez

405

   

eso sí... mozo y galán...

 
   

no sé si me explico bien...

 

BEATRIZ

 

Y tanto como te explicas,

 
   

pues he llegado a entender

 
   

lo que me quieres decir...

410

   

Don Luis de Castro...

 

INÉS

 

Soirée

 
   

brillante la de esta noche:

 
   

sospecho que no ha de haber,

 
   

por más que se lo imaginen

 
   

algunas hermosas, quien

415

   

iguale por lo escogidas

 
   

las galas de tu toilette.

 
   

Y eso que hoy mejor que nunca

 
   

engalanada has de ver

 
   

a la condesa del Cisne,

420

   

graciosa hasta en su esquivez,

 
   

flor que intacta se conserva

 
   

en el peligroso edén

 
   

del mundo en que vive y brilla,

 
   

por más que van en tropel

425

   

lisonjas a sus oídos,

 
   

corazones a sus pies.

 
   

Y no faltarán tampoco

 
   

los enviados y attachés

 
   

de todas las embajadas,

430

   

ni nuestros ministros que,

 
   

como viven en el aire

 
   

diez días de cada mes,

 
   

al baile se aficionaron

 
   

y bailan que es un placer.

435

   

¡Qué noche, Beatriz, me aguarda

 
   

a mí que tengo por ley

 
   

observar para reírme

 
   

de lo que observo después!

 

AMBROSIO

 

(Anunciando.)

 
   

Don Luis de Castro y Rivera.

440

INÉS

 

(Levantándose violentamente.)

 
   

Me voy.

 

BEATRIZ

 

No tal, siéntate.

 

(Inés se sienta.)

     
   

Empecemos a reírnos

 
   

desde este momento, Inés.

 
       

Escena X

     

INÉS. BEATRIZ. LUIS.

     
       

LUIS

 

¿Inés aquí?

 

INÉS

 

¡Santo Dios!

 

LUIS

 

Disimulemos...

 

(Saluda.)

     

BEATRIZ

 

(Aparte.)

 
   

Saludo

445

   

ceremonioso...

 

(Mirando a INÉS de reojo.)

     
   

semblante

 
   

conmovido.

 

LUIS

 

(Aparte.)

 
   

Estoy confuso.

 

BEATRIZ

 

Tome usted silla.

 

LUIS

 

(Sentándose.)

 
   

Señora...

 

BEATRIZ

 

De usted, no hará dos segundos,

 
   

hablábamos.

 

LUIS

 

¿Tanta dicha

450

   

he merecido?

 

INÉS

 

Presumo

 
   

que usted se figurará

 
   

del tal diálogo el asunto.

 

LUIS

 

No sospecho...

 

BEATRIZ

 

Dijo Inés...

 

INÉS

 

Dije a Beatriz y me fundo

455

   

en algo para decirlo,

 
   

que vuelve usted de esos mundos

 
   

muy otro, Luis.

 

LUIS

 

Ser podrá

 
   

que cambie en Madrid de rumbo;

 
   

que sacrifique al deber,

460

   

pues yo mis deberes cumplo

 
   

en todo, Inés, y por todo,

 
   

los sentimientos que muchos

 
   

olvidan y que yo guardo.

 
   

aunque secretos, muy puros.

465

BEATRIZ

 

(Aparte.)

 
   

Explicaciones se dan

 
   

y en mi presencia. ¡Qué insulto!

 

INÉS

 

Me responde usted de un modo...

 
   

se me figura que escucho

 
   

(Riéndose.)

 
   

la arenga de un misionero.

470

   

Perdone usted si me burlo

 
   

de su respuesta...

 
   

(Aparte.)

 
   

¡Ay de mí!

 

LUIS

 

La risa de usted disculpo.

 

BEATRIZ

 

Hace usted bien, primo mío.

 
   

(Aparte.)

 
   

¡Cuanto padece mi orgullo!

475

(Levantándose: se dirige al velador y escribe.)

     

INÉS

 

¿A dónde vas?

 

BEATRIZ

 

A escribir...

 

INÉS

 

¿Se puede saber?...

 

BEATRIZ

 

No oculto

 
   

nada, Inés, porque no tengo

 
   

que ocultar... sobre un asunto

 
   

de interés... Sigan ustedes...

480

   

si hago falta...

 

LUIS

 

El cielo puso

 
   

mucha amargura en mi alma;

 
   

por eso en silencio sufro,

 
   

y con mis lamentaciones

 
   

no mortifico a ninguno.

485

BEATRIZ

 

(Escribiendo.)

 
   

«Espero a usted al momento.»

 

INÉS

 

¿Vienes, Beatriz?

 

BEATRIZ

 

Ya concluyo...

 
   

¿Me necesitas?

 

INÉS

 

¡Pues no!...

 
   

Si el pobre Luis tan oscuro

 
   

me habla, que no le comprendo.

490

BEATRIZ

 

(Cerrando la carta, de pie.)

 
   

Quizás en sus viajes últimos

 
   

a Alemania quiso ser

 
   

un filósofo profundo,

 
   

y vuelve, como un profeta

 
   

de misteriosos augurios...

495

(Tira de la campanilla y aparece AMBROSIO.)

     

LUIS

 

¡Gastan ustedes humor!...

 

BEATRIZ

 

(En voz baja.)

 
   

Ambrosio... ¡Cuidado! Al punto.

 
   

Te dejo por un instante,

 
   

querida con mi futuro.

 

INÉS

 

Beatriz no es posible...

 

BEATRIZ

 

Inés,

500

   

¿tan poco a los ojos tuyos

 
   

valgo yo, que así me niegas

 
   

este favor?... Y te anuncio

 
   

que no he de tardar... Ya ves...

 
   

tengo baile y a mi gusto

505

   

no estoy, si por mí no veo

 
   

cuanto se arregla; tributo

 
   

que pago a mi vanidad...

 
   

No me despido; a lo sumo

 
   

tardaré...

 

INÉS

 

¡Beatriz!...

 

BEATRIZ

 

Adiós

510

INÉS

 

Ven pronto...

 

BEATRIZ

 

Cuatro minutos.

 
       

Escena XI

     

INÉS. LUIS.

     
       

LUIS

 

Inés, Inés, un momento

 
   

clava los ojos en mí...

 

INÉS

 

¿Para qué?

 

LUIS

 

Para tormento

 
   

de un amor...

 

INÉS

 

Que es hoy aquí

515

   

delito y remordimiento.

 

LUIS

 

Te acuerdas, Inés...

 

INÉS

 

De todo;

 
   

no renovemos la historia

 
   

de ese amor que fue mi gloria,

 
   

si usted no me ofrece el modo

520

   

de echarla de mi memoria.

 

LUIS

 

¿Y quién el culpable ha sido

 
   

de situación tan amarga?

 

INÉS

 

Cuando un deber se ha cumplido...

 

LUIS

 

¿Porque una ausencia fue larga

525

   

se justifica un olvido?

 

INÉS

 

Tenía el alma una cuerda

 
   

que vibró con fuerza en mí...

 

LUIS

 

¿Tu padre lo quiso?

 

INÉS

 

Sí:

 
   

Y que ahora me gane o pierda

530

   

porque a su ruego cedí,

 
   

no merece en mi pensar

 
   

tan agria reconvención,

 
   

cuando tengo que ocultar

 
   

mis ojos, para llorar

535

   

la pena del corazón...

 

LUIS

 

Inés... Inés...

 

INÉS

 

Olvidemos

 
   

esa edad; consideremos

 
   

que flores son los amores

 
   

en esta vida, y veremos

540

   

que mueren pronto las flores.

 

LUIS

 

Así será, pero yo

 
   

conservo en el alma pura

 
   

esas flores que alumbró

 
   

el astro que más brilló

545

   

por su completa hermosura.

 
   

Y esas flores que condena

 
   

tu ingratitud, con su aroma

 
   

daban consuelo a mi pena,

 
   

lo mismo en Londres que en Viena,

550

   

lo mismo en París que en Roma.

 
   

Por donde quiera que fui

 
   

tu imagen iba delante,

 
   

ni hubo hora en que no te vi,

 
   

Inés, ni pasó un instante

555

   

sin acordarme de ti;

 
   

y acaso me figuré...

 

INÉS

 

Silencio... recuerde usté

 
   

que falto cuando le escucho.

 
   

Silencio, Luis...

 

LUIS

 

¿Y por qué?

560

   

¿No ves que padezco mucho?

 

INÉS

 

Calle usted, vuelvo a decir...

 

LUIS

 

A dolor que es tan profundo,

 
   

es preferible morir.

 

INÉS

 

¿Y acaso para sufrir

565

   

sólo usted, se ha hecho el mundo?

 

LUIS

 

¿Por ventura, tú?...

 

INÉS

 

Yo, no...

 
   

Soy feliz; voy al paseo,

 
   

trenes ricos me compró

 
   

quien ni en chanza pretendió

570

   

poner coto a mi deseo.

 
   

¡Tengo un palacio por casa,

 
   

salón de escudos y cascos;

 
   

muebles y espejos, sin tasa;

 
   

por donde quiera que pasa

575

   

mi vista brillan damascos

 
   

trajes de blonda y brocado;

 
   

cadenas de plata y oro

 
   

no faltan a mi tocado,

 
   

y en mi gaveta hay guardado

580

   

de joyas casi un tesoro!

 
   

¡Ya ve usted que es mi existencia

 
   

de goces un ancho centro!

 

LUIS

 

¿Y el corazón?

 

INÉS

 

¡Qué demencia!

 
   

¡El grito de esa conciencia,

585

   

no se oye, que muere dentro!

 

LUIS

 

¡Inés!... ¡Inés!...

 

INÉS

 

Ya es tocar,

 
   

amigo, en la tiranía...

 
   

¿No viene usted a jurar

 
   

fe eterna sobre un altar?

590

   

¿No está cercano ese día?

 

LUIS

 

No lo sé; de mí depende

 
   

ser rico dentro de una hora.

 

INÉS

 

Entonces, si usted comprende...

 

LUIS

 

Hay algo que no se vende,

595

   

que nunca vendí, señora...

 

INÉS

 

¡Ay! ¡Ay! ¡Me ahogo!...

 

LUIS

 

Inés,

 
   

¿qué tienes? ¡Temblando estás!...

 
   

Si te ofendí, ya me ves

 
   

arrepentido a tus pies...

600

(LUIS intenta arrojarse a sus pies; INÉS no se lo permite.)

     

INÉS

 

Levántese usted...

 

(LUIS quiere estrechar la mano de INÉS: INÉS la retira.)

     
   

Jamás.

 
   

Recuerde usted que se halla

 
   

en casa ajena; recuerde

 
   

que en esta infernal batalla,

 
   

si grita el que menos pierde,

605

   

padece más el que calla.

 

LUIS

 

Esposo de otra he de ser

 
   

si usted...

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Casarse los dos!...

 
   

¡y en brazos de otra mujer!

 
   

¡En tanto yo!... ¡Padecer!...

610

LUIS

 

Respóndame usted...

 

INÉS

 

Adiós.

 

(Al dirigirse INÉS a las habitaciones interiores, se presenta ALFREDO por la puerta del fondo, con una carta en la mano.)

     
       

Escena XII

     

LUIS. INÉS. ALFREDO.

     
       

ALFREDO

 

¡Inés!...

 

INÉS

 

¡Ay!

 

ALFREDO

 

(Saludando a LUIS con amabilidad.)

 
   

Perdone usted...

 
   

(Afectando serenidad.)

 
   

¿Tú aquí?

 

INÉS

 

(Procurando dominar su agitación.)

 
   

Mi querido Alfredo...

 
   

vine a ver... ya te lo dije...

 

ALFREDO

 

¿Y Beatriz?

 

LUIS

 

¿Beatriz? Adentro;

615

   

instantes hace no más...

 
   

¿Se sienta usted?... Al momento

 
   

vendrá...

 

ALFREDO

 

¡Mil gracias... Inés

 
   

qué palidez!

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Ay! ¡no puedo

620

   

más!... ¡Se oscurecen mis ojos!...

 

(Se sostiene de pie apoyándose en un sillón.)

     
       

Escena XIII

     

LUIS. INÉS. ALFREDO. BEATRIZ.

     
       

BEATRIZ

 

¡Alfredo!...

 

ALFREDO

 

(Dándole las manos.)

 
   

Beatriz...

 

BEATRIZ

 

Celebro

 
   

la exactitud. Hace nada

 
   

que he salido y cuando vuelvo

 
   

me hallo con usted...

 

LUIS

 

(Aparte.)

 
   

Respiro...

625

ALFREDO

 

(Acudiendo a su socorro.)

 
   

Inés, Inés...

 

INÉS

 

(Desmayándose.)

 
   

Yo fallezco.

 

(Cae en los brazos de ALFREDO.)

     

BEATRIZ

 

Querida Inés...

 

(BEATRIZ tira fuertemente de la campanilla: aparece AMBROSIO.)

     

LUIS

 

(Aparte.)

 
   

¡Desgraciada!

 

BEATRIZ

 

Un vaso de agua, corriendo.

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

¡Ya siento en el corazón

 
   

el torcedor de los celos!

630

(INÉS vuelve en sí: AMBROSIO entra con vasos de agua.)

     

LUIS

 

Tome usted.

 

(INÉS bebe.)

     

INÉS

 

¡Ya se ha pasado!

 

ALFREDO

 

El agua te hará provecho.

 

INÉS

 

Me voy a casa...

 

BEATRIZ

 

Que pongan

 
   

el coche...

 

INÉS

 

No lo consiento...

 
   

si está dos pasos de aquí...

635

ALFREDO

 

Con todo, Inés: siempre es bueno...

 

INÉS

 

No tal.

 

BEATRIZ

 

Mi futuro, entonces

 
   

a mis súplicas cediendo,

 
   

ir puede contigo, en tanto

 
   

que Alfredo me da un consejo.

640

   

Ambrosio, irás tú también.

 

INÉS

 

¡Si mucho mejor me siento!

 
   

Gracias, Beatriz.

 

ALFREDO

 

Inés mía,

 
   

si estás muy pálida...

 
   

(A don LUIS.)

 
   

Ruego

 
   

a usted...

 

LUIS

 

(Tomando su sombrero y ofreciendo el brazo a INÉS.)

 
   

¡Es obligación!

645

INÉS

 

¡Alfredo!...

 

ALFREDO

 

Inés... yo lo quiero...

 

INÉS

 

Adiós, Beatriz.

 

BEATRIZ

 

Que te alivies...

 
   

(A don LUIS.)

 
   

No tarde usted.

 

ALFREDO

 

(Besando la mano de INÉS.)

 
   

Hasta luego.

 

(INÉS toma el brazo de LUIS y salen por la puerta del fondo. AMBROSIO los sigue.)

     
       

Escena XIV

     

BEATRIZ. ALFREDO.

     
       

BEATRIZ

 

¿No sabe usted que me caso?

 

ALFREDO

 

¿Pues no? Si mal no recuerdo,

650

   

Inés me ha dicho la cláusula

 
   

del curioso testamento.

 

BEATRIZ

 

¿Y qué me aconseja usted?

 

ALFREDO

 

Casarse, Beatriz, y presto.

 

BEATRIZ

 

No tanto: bueno es pensar

655

   

con madurez y criterio...

 
   

Por lo mismo escribí a usted...

 

ALFREDO

 

(Enseñando la carta.)

 
   

Es verdad: aquí la tengo.

 

BEATRIZ

 

Esta boda es un asunto,

 
   

amigo mío, tan serio,

660

   

que puede ser hasta causa...

 

ALFREDO

 

Una boda no es proceso

 
   

que se debe examinar

 
   

con tanto detenimiento:

 
   

don Luis de Castro es un noble

665

   

muy antiguo; dos cangrejos

 
   

tiene en sus armas y un casco

 
   

con su lanza y...

 

BEATRIZ

 

Yo desciendo

 
   

de los nobles de Aragón

 
   

por el costado paterno.

670

ALFREDO

 

Entonces, cásese usted.

 

BEATRIZ

 

Gracias a Dios, el dinero

 
   

me sobra, que mi difunto...

 

ALFREDO

 

Cásese usted...

 

BEATRIZ

 

Y no es esto

 
   

que yo niegue al tal don Luis

675

   

las cualidades de ingenio,

 
   

de ser galán...

 

ALFREDO

 

Es un mozo,

 
   

Beatriz querida, completo.

 
   

Cásese usted...

 

BEATRIZ

 

Sin embargo...

 
   

¡Sacrificarme de nuevo...

680

   

dejar de ser libre!... No;

 
   

mi libertad es primero...

 
   

Y si al fin don Luis viniera

 
   

como Inés en otro tiempo

 
   

le conoció, menos malo...

685

ALFREDO

 

Y diga usted, ¿estuvieron

 
   

Inés y don Luis a solas

 
   

mucho rato?

 

BEATRIZ

 

Por supuesto,

 
   

me dijo Inés, que ha cambiado

 
   

completamente de genio.

690

ALFREDO

 

¿Y hablaron?... ¿de qué? ¿Se sabe?

 

BEATRIZ

 

Caprichoso y embustero...

 

ALFREDO

 

¿Oyó usted lo que decían?

 

BEATRIZ

 

Y no me gustó por cierto

 
   

lo que vi.

 

ALFREDO

 

¿Qué ha visto usted?

695

BEATRIZ

 

Un aire tan... Yo me entiendo...

 

ALFREDO

 

Hable usted...

 

BEATRIZ

 

Un aire...

 

ALFREDO

 

Así...

 
   

tan libre, tan desenvuelto

 
   

con Inés...

 

BEATRIZ

 

¿Qué dice usted?...

 

ALFREDO

 

Cásese usted... que es mancebo

700

   

de prendas el de Rivera...

 
   

Lo digo como lo siento.

 
   

¡Qué habrá pasado que tarda

 
   

tanto!

 

BEATRIZ

 

No tal.

 

ALFREDO

 

Lo veremos.

 

BEATRIZ

 

El reloj.

 

ALFREDO

 

(Viendo la hora.)

 
   

Las cuatro y media,

705

   

y a las tres, Beatriz, se fueron.

 

BEATRIZ

 

No, señor.

 

ALFREDO

 

Pues mi Breguet

 
   

no se adelanta ex-profeso...

 
   

(Enseñándole la hora.)

 
   

Vea usted.

 

BEATRIZ

 

Las tres y media,

710

ALFREDO

 

Le sobra a usted por entero

 
   

la razón.

 

BEATRIZ

 

Habrá subido

 
   

con Inés... y...

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

(No lo creo...)

 

(Aparece LUIS.)

     
   

Aquí está.

 
       

Escena XV

     

LUIS. BEATRIZ. ALFREDO.

     
       

LUIS

 

Llegó tan buena...

 

ALFREDO

 

(Tomando el sombrero.)

 
   

En ese caso me ausento.

715

BEATRIZ

 

(Dándose las manos.)

 
   

¡Adiós!

 

ALFREDO

 

A los pies de usted.

 
   

Señor don Luis...

 

(Se saludan con grande amabilidad. ALFREDO se retira por el foro.)

     

LUIS

 

Caballero...

 
       

Escena XVI

     

BEATRIZ. LUIS.

     
       

LUIS

 

Ya que solos nos dejaron,

 
   

señora y prima, las gentes

 
   

que a admirar la galanura

720

   

de tantos hechizos vienen...

 

BEATRIZ

 

Lisonjas tan sin motivo,

 
   

dan lugar a que sospeche,

 
   

primo y señor...

 

LUIS

 

Es moneda

 
   

en este mundo corriente

725

   

decir la verdad si agrada,

 
   

callarla cuando moleste...

 
   

Pero dejemos a un lado,

 
   

Beatriz, verdades corteses,

 
   

y hablemos de nuestro asunto.

730

BEATRIZ

 

Es lo mejor; me parece...

 

LUIS

 

Ya sabe usted que murió

 
   

nuestro tío.

 

BEATRIZ

 

Hará dos meses;

 
   

y hasta ayer, sin ir más lejos,

 
   

no supe lo que previene

735

   

su testamento.

 

LUIS

 

¿De veras?

 

BEATRIZ

 

De esas cosas que suceden.

 

LUIS

 

Sin embargo, yo escribí,

 
   

si no me engaño, a los trece

 
   

días del fallecimiento.

740

BEATRIZ

 

Primera mentira. Debe

 
   

la carta haberse extraviado,

 
   

aunque lo dudo.

 

LUIS

 

¿Y qué tiene

 
   

de extraño?

 

BEATRIZ

 

Porque hay ahora

 
   

ministro que no se duerme,

745

   

y una carta no es periódico

 
   

de oposición que se pierde.

 

LUIS

 

Seguiré.

 

BEATRIZ

 

Prosiga usted.

 

LUIS

 

Mi tío, Beatriz, pretende

 
   

que el lazo del matrimonio...

750

BEATRIZ

 

Ya lo sé.

 

LUIS

 

Mas yo que siempre

 
   

obré con delicadeza,

 
   

no he de permitir se lleve

 
   

a efecto su voluntad,

 
   

si el tal matrimonio puede

755

   

desbaratar otros planes

 
   

de porvenir más alegre

 
   

para usted.

 

BEATRIZ

 

(Aparte.)

 
   

(Ya la soltó.)

 
   

Primo y señor, felizmente

 
   

no tengo, aunque viuda y joven,

760

   

amores que me sujeten.

 

LUIS

 

¿Habla usted, prima, de veras?

 

BEATRIZ

 

De veras hablo.

 

LUIS

 

¡Parece

 
   

mentira!

 

BEATRIZ

 

¡Qué quiere usted!

 
   

¡Si el difunto, y Dios le premie!

765

   

para mí del matrimonio

 
   

la antorcha sacra no enciende,

 
   

llego a viuda de cuarenta

 
   

de viuda de veinte y siete.

 

LUIS

 

¿Y en Madrid no han reparado

770

   

en el rubor de esa frente,

 
   

en el volcán de esos ojos

 
   

ni en esa cintura leve?

 

BEATRIZ

 

Nada, primo.

 

LUIS

 

¿Ni en la mano?...

 

BEATRIZ

 

(Enseñando el pie.)

 
   

Ni en el pie.

 

LUIS

 

No se comprende.

775

BEATRIZ

 

¡Son cosas del mundo!

 

LUIS

 

Entonces

 
   

importa que usted se entere

 
   

de mi carácter, si al cabo

 
   

cumpliendo como obedientes,

 
   

hemos de ser...

 

BEATRIZ

 

Más que primos...

780

   

¿Verdad que el asunto es éste?

 

LUIS

 

Sí, Beatriz: soy melancólico,

 
   

suspicaz, impertinente,

 
   

preguntón; paso los días...

 
   

¿qué digo los días? meses

785

   

sin ver a nadie; el esplín

 
   

suele ser en mí tan fuerte,

 
   

que aburro a cuantos me cercan

 
   

por lo tenaz y rebelde.

 

BEATRIZ

 

No será muy divertido

790

   

vivir con usted; mas cueste

 
   

lo que costare, el amor

 
   

que más imposibles vence,

 
   

hará que el esplín se vaya

 
   

y usted verá que no vuelve.

795

LUIS

 

Soy jugador.

 

BEATRIZ

 

Mala cosa.

 

LUIS

 

Disputador insolente.

 

BEATRIZ

 

No habrá disputas conmigo.

 

LUIS

 

Camorrista y por apéndice

 
   

espadachín.

 

BEATRIZ

 

Que me place

800

   

la cualidad: envanece

 
   

llevar al lado un marido

 
   

que en una ocasión se muestre...

 

LUIS

 

(Aparte.)

 
   

(¡Cuidado con la primita!)

 

BEATRIZ

 

(¡Pues el primito no miente!)

805

LUIS

 

Otro defecto.

 

BEATRIZ

 

¿Qué? ¿Hay más?

 

LUIS

 

Soy celoso, hasta ponerme

 
   

como un tigre; me alboroto,

 
   

en un vértigo se envuelve

 
   

mi razón y es para mí

810

   

en ese instante solemne

 
   

la mujer frágil cristal

 
   

que con placer indeleble

 
   

despedazo...

 

BEATRIZ

 

¿Y quién no gusta,

 
   

como de un maná celeste

815

   

de ese amor arrebatado

 
   

que el buen poeta engrandece,

 
   

ya pinte en Venecia a Otelo,

 
   

ya en Asia a Orosman invente?

 
   

(Aparte.)

 
   

Y le han de venir pintados

820

   

los moriscos alquiceles.

 

LUIS

 

Me retiro por la noche...

 

BEATRIZ

 

¿Muy tarde?

 

LUIS

 

Cuando

 

BEATRIZ

 

No me gusta esa costumbre.

 

LUIS

 

No es fácil que la remedie.

825

BEATRIZ

 

Esa pica en historia.

 

LUIS

 

¡Si he dicho ya que no hay ente

 
   

más fastidioso que yo!

 
   

¡Si es imposible se encuentre

 
   

mujer que de buena fe

830

   

en darme la mano piense!

 

BEATRIZ

 

Si es verdad lo que usted dice...

 
   

¡No jure usted que se ofende

 
   

a Dios!

 

LUIS

 

¡Confieso también

 
   

que vivo en el alma hierve

835

   

otro amor!...

 

BEATRIZ

 

¡Gracias al cielo

 
   

que una verdad se desprende

 
   

de su boca!

 

LUIS

 

Y diga usted,

 
   

¿habrá quien se considere

 
   

dichosa conmigo?

 

BEATRIZ

 

Yo.

840

LUIS

 

¿Nada ve que la aterre?

 

BEATRIZ

 

Nada, primo... Inés casose

 
   

con Alfredo sin quererle,

 
   

y son tan felices hoy

 
   

que envidia dan a las gentes.

845

LUIS

 

(Disimulando su rabia.)

 
   

Está bien; si nos casamos,

 
   

haré porque usted celebre

 
   

con el tiempo su elección...

 
   

(Levantándose.)

 
   

(¡La he de meter en un brete.

 
   

No ha de ver la luz del día!)

850

BEATRIZ

 

¿Qué es eso, primito, hay fiebre?...

 
   

Sí, señora, estoy ardiendo...

 

BEATRIZ

 

¿El esplín?

 

LUIS

 

Sí; ¡me acomete

 
   

con tanta facilidad!...

 

BEATRIZ

 

¿Y es mucho lo que padece?

855

LUIS

 

Mucho, sí.

 

BEATRIZ

 

Me lo figuro...

 

(LUIS toma el sombrero.)

     
   

¿Se va usted?

 

LUIS

 

Otros quehaceres

 
   

me llaman.

 

BEATRIZ

 

Que no se olvide...

 
   

cuanto más pronto se arregle,

 
   

mejor.

 

LUIS

 

Estoy... a los pies

860

   

de usted.

 

BEATRIZ

 

Que el caso es urgente,

 
   

y no sufriré más trámites

 
   

que los que marcan las leyes.

 

(LUIS saluda desde la puerta, y se retira.)

     
   

Trescientos setenta mil

 
   

de renta líquida pierdes,

865

   

si te echas a don Quijote

 
   

en el siglo diez y nueve.

 

FIN DEL ACTO SEGUNDO.

     

 

Acto tercero

La misma decoración: las puertas del fondo abiertas: se ven los salones del baile, vistosamente engalanados, las señoras y caballeros circulan en todas direcciones: música a lo lejos. Criados y lacayos, con bizcochos, dulces y refrescos.


Escena I

     

LUIS. ALFREDO. Poco después el VIZCONDE.

     
       

LUIS

 

(Aparte a la izquierda.)

 
   

Bailad, bailad, los que necios

 
   

nada sentís en el alma;

 
   

los que veis en esta vida

 
   

divertimiento, algazara,

 
   

materialismo...

5

ALFREDO

 

(Aparte a la derecha.)

 
   

Ayer noche

 
   

Inés me ocultó sus lágrimas;

 
   

se levantó muy temprano:

 
   

salió después y en la casa

 
   

de Beatriz... ¡Vamos con tiento,

10

   

que de la honra se trata:

 
   

prudencia! ¡que a mí me toca

 
   

velar por mi honor!

 

(Aparece el VIZCONDE.)

     

VIZCONDE

 

(Estatuas

 
   

de mármol los dos parecen.

 
   

Empecemos la batalla

15

   

y pues tú no has de caer,

 
   

vizconde, caiga el que caiga.)

 
   

Alfredo...

 

ALFREDO

 

(Saludando con amabilidad.)

 
   

Vizconde...

 

VIZCONDE

 

Luis.

 

LUIS

 

¿Qué quieres?

 

VIZCONDE

 

¿No me esperabas?

 

LUIS

 

No tal; te daba en el baile.

20

VIZCONDE

 

Te engañaste; ya no bailan

 
   

sino los pollos.

 
   

(A ALFREDO.)

 
   

¿Y usted?

 

ALFREDO

 

Los maridos no se cansan

 
   

en estar... A lo mejor

 
   

se eclipsan, sino se marchan.

25

LUIS

 

Y como es que tú, vizconde,

 
   

te encuentras en esta sala

 
   

tan solo, tan...

 

VIZCONDE

 

Porque estoy

 
   

examinando, con ansia

 
   

de comprenderlo, el problema

30

   

del matrimonio, y tan ardua

 
   

materia, Luis, necesita

 
   

de reflexión solitaria.

 
   

Y a propósito... ¿cuál es

 
   

la opinión autorizada

35

   

de ustedes en el asunto?

 

ALFREDO

 

El matrimonio es muy santa

 
   

institución.

 

VIZCONDE

 

Sin embargo...

 
   

el buen tono como carga

 
   

la tiene.

 

ALFREDO

 

Pues aun así...

40

   

no pesa cuando es honrada.

 

VIZCONDE

 

Y tú, ¿qué me dices?

 

LUIS

 

¿Yo?

 
   

Que nunca un baile fue cátedra

 
   

de matrimonios.

 

VIZCONDE

 

Con todo,

 
   

se han bailado contradanzas

45

   

de menos complicación

 
   

que ciertos enlaces...

 

LUIS

 

Basta,

 
   

vizconde...

 

VIZCONDE

 

Bien: callaré,

 
   

pites veo que no te agrada

 
   

la conversación. Tus bodas

50

   

que se anuncian tan cercanas,

 
   

me hicieron reflexionar

 
   

sobre este asunto.

 

ALFREDO

 

¿Se casa

 
   

usted?

 

VIZCONDE

 

Algunos lo niegan,

 
   

y dicen que hay repugnancia

55

   

por parte de Luis, y añaden

 
   

que sacrifica en las aras

 
   

de otro amor boda y riquezas...

 

ALFREDO

 

No lo creo: usted se engaña

 
   

vizconde.

 

VIZCONDE

 

Responde, Luis.

60

LUIS

 

¡Tienes buen humor!

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

(¡Se calla!)

 
   

¿Renuncia usted a vivir

 
   

en la opulencia?

 

VIZCONDE

 

Rechaza

 
   

posición, riquezas, nombre,

 
   

por una ilusión liviana

65

   

que agita en su corazón

 
   

misteriosas esperanzas.

 

ALFREDO

 

¿Y usted lo renuncia todo?

 
   

¿Y en sus adentros alaba

 
   

lo grande del sacrificio?

70

   

¿No sabe usted que una ingrata

 
   

la imagen es de la sierpe

 
   

con cintas engalanada?

 
   

¿No sabe usted que en sus labios

 
   

está el veneno que mata,

75

   

nunca el licor de la dicha,

 
   

jamás del amor el ámbar?

 
   

¿Y usted renuncia por ella?...

 
   

Señor don Luis, pintan calva

 
   

la ocasión y de un cabello,

80

   

cuando viene, hay que agarrarla.

 
   

El mundo es hoy lo que ha sido;

 
   

quien tiene dinero, gasta,

 
   

quien gasta es en el mundo

 
   

un nuevo dios que levanta

85

   

la sociedad; la pobreza

 
   

nos envilece y no falta

 
   

quien haya dicho en sus libros

 
   

que es la miseria una amarga

 
   

carcajada que el demonio

90

   

arroja al hombre en la cara.

 

LUIS

 

Sin negar a usted, Alfredo,

 
   

que hay verdad en lo que acaba

 
   

de decirme, sin embargo

 
   

el matrimonio me espanta.

95

   

No sé lo que haré; Beatriz

 
   

es joven, amable, franca;

 
   

de belleza es un modelo

 
   

y además acaudalada...

 
   

Pues bien, este matrimonio

100

   

no sé por qué me acobarda.

 

VIZCONDE

 

Contigo pan y cebolla.

 
   

Huyamos y allá en las Pampas...

 

ALFREDO

 

¡Huyamos! ¿Quién?

 

VIZCONDE

 

Romántico.

 

LUIS

 

Su humor entretiene o carga...

105

VIZCONDE

 

Según lo toman las gentes.

 

ALFREDO

 

(Aparte y retirándose a un lado con aire meditabundo.)

 
   

¡Alfredo, silencio y calma!

 

VIZCONDE

 

Me han dicho, Luis, que es Inés

 
   

el objeto de tus ansias.

 

LUIS

 

No es verdad.

 

VIZCONDE

 

Yo la idolatro.

110

LUIS

 

Vizconde, puedes amarla

 
   

cuanto gustes.

 

VIZCONDE

 

No me engañes;

 
   

la amistad debe ser franca.

 

LUIS

 

La he conocido muy niña,

 
   

vizconde, desde la infancia.

115

VIZCONDE

 

Mira que soy vengativo,

 
   

que es condición de mi raza,

 
   

que además soy mallorquín.

 

LUIS

 

No vives más que de farsas.

 
   

Déjame en paz.

120

VIZCONDE

 

Está bien.

 
   

(Vizconde, caiga el que caiga.)

 
       

Escena II

     

LUIS. El VIZCONDE. ALFREDO. BEATRIZ. EL GENERAL dando el brazo a BEATRIZ.

     
       

BEATRIZ

 

¡General, si están aquí!

 
   

A todos tres los buscaba,

 
   

y al cabo los encontré.

125

ALFREDO

 

¿De veras, Beatriz?

 

LUIS

 

Tamaña

 
   

distinción...

 

VIZCONDE

 

¿A quién se debe?

 

BEATRIZ

 

Al General.

 

VIZCONDE

 

¿Y qué causa?

 

BEATRIZ

 

La más sencilla, vizconde;

 
   

diome su brazo, y es harta

130

   

su condescendencia ya;

 
   

por mí se fatiga y anda,

 
   

y pasea más acaso

 
   

de lo que importa.

 

(BEATRIZ deja el brazo del GENERAL.)

     

GENERAL

 

Se engaña,

 
   

que me hallo muy satisfecho

135

   

de ser su Amadís de Gaula,

 
   

al ver que estando más bella

 
   

se encuentra tan solitaria.

 

VIZCONDE

 

(Ofreciéndola el brazo.)

 
   

Vizcondesa...

 

BEATRIZ

 

Luis, el brazo,

 

LUIS

 

Por tal sorpresa mil gracias.

140

BEATRIZ

 

Bueno es que usted se acostumbre.

 
   

Y... ¿hay algo resuelto?

 

LUIS

 

Nada.

 

BEATRIZ

 

¿No? ¡Paciencia! Esperaré.

 

LUIS

 

Espere usted.

 

GENERAL

 

(A ALFREDO.)

 
   

¿Qué te pasa?

 

ALFREDO

 

¿Qué puede pasarme, tío?

145

GENERAL

 

Hay cierta tinta en tu cara

 
   

de tristeza y mal humor...

 

BEATRIZ

 

(A todos.)

 
   

¿Vamos?

 

VIZCONDE

 

Al punto.

 

(BEATRIZ se retira con LUIS y entra en los salones.)

     
       

Escena III

     

EL VIZCONDE. ALFREDO. El GENERAL.

     
       

VIZCONDE

 

(A ALFREDO y al GENERAL.)

 
   

Palabra.

 
   

¿Usted que es hombre machucho,

 
   

y usted que muy alto raya

150

   

en esto de penetrar

 
   

misterios y zarandajas

 
   

del mundo, no han sospechado

 
   

quién sea la oculta dama

 
   

que ha vuelto el juicio a Rivera?

155

GENERAL

 

No lo sé.

 

VIZCONDE

 

Dicen que es larga

 
   

la fecha de sus amores.

 

ALFREDO

 

¿Y usted en saberlo gana

 
   

alguna cosa, vizconde?

 

VIZCONDE

 

Yo no.

 

ALFREDO

 

Pues entonces ancha

160

   

Castilla, y no enturbie usted,

 
   

pues no ha de beberla, el agua.

 

VIZCONDE

 

Por saber y por hablar

 
   

después...

 

ALFREDO

 

A veces la charla

 
   

con intención o sin ella,

165

   

suele costarnos muy cara.

 

VIZCONDE

 

¿Es advertencia?

 

ALFREDO

 

Es consejo.

 

GENERAL

 

¿Y a ti quién te mete?... ¡Vaya,

 
   

vaya! Vámonos, vizconde;

 
   

dejémosle con su rancia

170

   

doctrina: el hombre ha de hacer

 
   

aquello que más le agrada.

 

(Se retiran por el fondo el GENERAL y el VIZCONDE hablando con animación. ARTURO sale precipitadamente: el GENERAL tropieza con él, le mira y sigue su camino.)

     
       

Escena IV

     

ARTURO. ALFREDO.

     
       

ARTURO

 

(Al GENERAL.)

 
   

¡Ya van dos! Es mucho cuento

 
   

con el hombre!... Tropezando

 
   

conmigo a cada momento.

175

ALFREDO

 

¿Qué importa?

 

ARTURO

 

Me voy cargando...

 
   

¡y si me irrito!...

 

ALFREDO

 

Con tiento,

 
   

Arturo, que al fin sus años

 
   

lo autorizan.

 

ARTURO

 

Que modere

 
   

esos ímpetus huraños

180

   

de su carácter, si quiere

 
   

respeto de los extraños.

 

ALFREDO

 

Olvide usted desafueros

 
   

que no llevan intención...

 
   

la prudencia es la razón

185

   

mejor de los caballeros

 
   

de tan alta condición.

 

(Algunos caballeros y señoras atraviesan la escena durante este diálogo y se entran por la puerta de la derecha.)

     

ARTURO

 

Mil gracias por la advertencia.

 

ALFREDO

 

¿Y a donde se va?

 

ARTURO

 

Al buffet.

 

ALFREDO

 

¿Y niega usted su presencia,

190

   

Arturo, a la concurrencia?

 

ARTURO

 

Alfredo, véngase, usté.

 

ALFREDO

 

No es cosa en que me divierto.

 

ARTURO

 

Mire usted que sorprendente

 
   

será.

 

ALFREDO

 

Me es indiferente.

195

ARTURO

 

El salón ya está desierto.

 
   

Venga usted; se va la gente...

 
   

No se quede usted aquí

 
   

tan solo...

 

ALFREDO

 

En mi soledad

 
   

he de gozar más que allí.

200

ARTURO

 

¿Poco puede mi amistad?

 

ALFREDO

 

Vale mucho para mí.

 
   

Vamos, pues.

 

ARTURO

 

Y le procuro

 
   

un buen rato.

 

ALFREDO

 

Así lo creo.

 

ARTURO

 

El brazo... se lo aseguro...

205

   

si me equivoco, el deseo

 
   

suplirá...

 

ALFREDO

 

¡Muy bien, Arturo!

 

(Se entran por la puerta de la derecha.)

     
       

Escena V

     

LUIS. INÉS que entra por el fondo.

     
       

LUIS

 

Querida Inés, dos palabras;

 
   

serán las postreras voces

 
   

de este amor que en otros días

210

   

sembró tu vida de flores.

 

INÉS

 

No. Luis: de modo ninguno:

 
   

quizás nuestra ausencia noten

 
   

y no faltarán sin duda

 
   

ojos investigadores

215

   

que me busquen.

 

LUIS

 

No es posible

 
   

en tan confuso desorden.

 
   

Los unos bailan, Inés;

 
   

los otros se van veloces

 
   

en pos de ricos manjares...

220

   

Siéntate; no te incomoden

 
   

memorias, Inés, que viven

 
   

dentro del alma muy dóciles,

 
   

y sólo a esperar se atreven

 
   

el adiós que las otorgues.

225

INÉS

 

Dije a usted esta mañana

 
   

que deberes superiores,

 
   

sagrados...

 

LUIS

 

¿Y quién te dice,

 
   

Inés, que los abandones?

 
   

Una palabra de amor,

230

   

y hoy mismo, esta misma noche

 
   

renuncio a todo; a Madrid

 
   

dejo y en otras regiones

 
   

viviré...

 

INÉS

 

¿Por causa mía

 
   

va usted a perder los goces

235

   

de la opulencia? Un enlace

 
   

con quien es tan rica y noble

 
   

que miramientos alcanza

 
   

de soberana en la corte?

 
   

¿Por mí se resigna usted

240

   

en este siglo a ser pobre?

 

LUIS

 

¡Tu amor, Inés, es mi vida!

 
   

Si es ese el precio que pones

 
   

a tu amor: pobre seré...

 
   

¿Me quieres aún? Responde.

245

INÉS

 

¿Y usted se figura, Luis,

 
   

que a tales conversaciones

 
   

me entrego yo por capricho,

 
   

por vanidad? ¿No conoce

 
   

usted mismo que en el alma

250

   

grabadas tengo ilusiones

 
   

antiguas, recuerdos puros,

 
   

ardientes y encantadores

 
   

de amor que vivió conmigo

 
   

sin yo saber, desde entonces,

255

   

sin yo querer que volviera

 
   

sin yo decir que me estorbe?...

 

LUIS

 

Inés, Inés...

 

INÉS

 

¿Nada valen,

 
   

ni el triste llanto que corre

 
   

de mis ojos, ni la pena

260

   

que mi existencia corroe

 
   

desde ayer? ¿Porque usted quiere

 
   

fuerza es que yo me desborde

 
   

en mi pasión y que vaya

 
   

por calles, plazas y bosques

265

   

diciendo lo que aún oculto

 
   

aquí dentro tiene el nombre

 
   

de crimen? Gritando a todos...

 
   

«Aquel es; nadie me acose

 
   

en mi camino... En el mundo

270

   

no hay nada que me acomode

 
   

sino Luis. -Tengo un marido...

 
   

no importa que se sonroje

 
   

de haber unido a la mía

 
   

su suerte; llevele en dote

275

   

mi virtud y la he perdido,

 
   

mi fama y la hago girones...»

 
   

¡Ay, Luis!... El amor a veces

 
   

del egoísmo se pone

 
   

la careta y llega al fin

280

   

a ser repugnante y torpe...

 

LUIS

 

¡Inés, mi vida!... ¡mi dios!...

 

INÉS

 

No hay vida que no se ahogue

 
   

bajo el crimen; no hay belleza

 
   

que envilecida soporte

285

   

con calma y resignación,

 
   

sin que sucumba a sus golpes,

 
   

el desprecio que la escupe,

 
   

de la conciencia el azote.

 

LUIS

 

Inés, yo te juro aquí,

290

   

por la memoria del hombre

 
   

que el ser me dio, no turbar

 
   

con amantes pretensiones

 
   

la paz de tu corazón,

 
   

con tal, Inés, de que broten

295

   

de tu boca unas palabras

 
   

de amor, que en la ausencia borren

 
   

las dudas que el alma tiene.

 

INÉS

 

¿Y así te alejas conforme?

 
   

En un tiempo eras feliz

300

   

con sólo escuchar los sones

 
   

del harpa y el dulce canto

 
   

de tu Inés: ¡nuestros amores

 
   

pasaron! No volverán,

 
   

por más que tu afán recoge

305

   

palabras que arroja al viento

 
   

la verdad que aquí se esconde.

 

LUIS

 

¡Inés!... ¡Inés!...

 

INÉS

 

Te lo juro;

 
   

de mí no esperes que doble

 
   

la cerviz... Para memoria

310

   

de aquella pasión que indócil

 
   

vive aquí...

 
   

(Dándole el ramo.)

 
   

Toma... es tan pura

 
   

que debe dar sólo flores,

 
   

y un poco de llanto mío

 
   

que las queme y las agoste.

315

(Dándole el pañuelo después de haberse enjugado las lágrimas.)

     

LUIS

 

¡Inés, para siempre!... ¡adiós!...

 

INÉS

 

Olvídame...

 

LUIS

 

(Arrodillándose y besándole la mano.)

 
   

¡No!...

 
   

(Se levanta.)

 
   

El vizconde.

 

(Al presentarse el VIZCONDE que ha visto a LUIS arrodillado, éste se guarda precipitadamente el pañuelo entre el chaleco y la camisa sobre el corazón, pero de manera que se vean las puntas.)

     
       

Escena VI

     

El VIZCONDE. INÉS. LUIS.

     
       

VIZCONDE

 

Así principia el segundo

 
   

tomo de un cuento dramático

 
   

con puntas de epigramático,

320

   

que ha de dar la vuelta al mundo.

 

LUIS

 

Vizconde, ¿le escribes tú?

 

VIZCONDE

 

Sí, por cierto.

 

LUIS

 

Estará lleno

 
   

de chiste...

 

VIZCONDE

 

El asunto es bueno...

 
   

picante... ¡Vale un Perú!

325

   

Voy a explicarte cuál es

 
   

en dos palabras.

 

INÉS

 

No quiero

 
   

que usted se canse... prefiero

 
   

leerle.

 

VIZCONDE

 

¡Alfredo!

 

ALFREDO

 

(Aparte entrando.)

 
   

¡Los tres!

 
       

Escena VII

     

ALFREDO. INÉS. LUIS. El VIZCONDE.

     
       

ALFREDO

 

¿Qué hay de nuevo?

 

INÉS

 

El buen humor

330

   

del vizconde, se entretiene

 
   

en referirnos, que tiene

 
   

escrito...

 

ALFREDO

 

¿Usted escritor?

 

VIZCONDE

 

En mis momentos de esplín

 
   

me doy a escribir.

 

ALFREDO

 

¿Historias

335

   

que recuerden nuestras glorias?

 

VIZCONDE

 

No; historias de folletín.

 
   

Empiezo, y punto por punto

 
   

la he de contar.

 

ALFREDO

 

¿De tal modo

 
   

que se entienda?

 

VIZCONDE

 

Alfredo, todo.

340

   

Personajes de mi asunto:

 
   

un marido bonachón,

 
   

un pretendiente, una dama

 
   

y un galán.

 

ALFREDO

 

Esto se llama

 
   

ser claro en la explicación.

345

LUIS

 

¡Vizconde!...

 

(Se oye música de wals.)

     

INÉS

 

(A LUIS.)

 
   

El wals ofrecido...

 

ALFREDO

 

Espera, que rayaría

 
   

tu ausencia en descortesía.

 
   

Siga el cuento interrumpido.

 

VIZCONDE

 

Una dama pobre y bella

350

   

amando a más no poder

 
   

a cierto galán, mujer

 
   

fue de otro. Su mala estrella

 
   

la llevó al mundo después,

 
   

y en el asaz imprudente

355

   

se burló de un pretendiente

 
   

a su amor...

 

ALFREDO

 

Hay interés

 
   

en el asunto...

 

LUIS

 

No veo...

 

ALFREDO

 

¿Que no?... Pues a mí me agrada.

 

INÉS

 

No encuentro en la historia nada...

360

LUIS

 

Ni en mí despierta el deseo...

 

VIZCONDE

 

¿No? Ya verás; entretanto

 
   

que ella aquí su mano daba,

 
   

el primer galán viajaba...

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Mi culpa no es para tanto!...

365

   

¡Valor y serenidad!

 

ALFREDO

 

Siga usted que me divierte

 
   

oír contar de esa suerte...

 
   

con tal naturalidad...

 
   

(No paga su sangre toda

370

   

tan infame villanía.)

 

VIZCONDE

 

Pasó tiempo y llegó un día...

 
   

aquí episodio de boda,

 
   

y se juntaron los dos.

 
   

Primera parte del cuento.

375

INÉS

 

Queda para otro momento

 
   

la segunda.

 

ALFREDO

 

No, ¡por Dios!...

 
   

que juntos ya los amantes,

 
   

de encuentro tan singular

 
   

sin remedio han de brotar

380

   

escenas interesantes...

 
   

Siga usted.

 

VIZCONDE

 

En la segunda

 
   

he de poner, bien descrita

 
   

se sobrentiende, una cita,

 
   

que en estos lances abunda...

385

   

cualquier romance de amores...

 
   

y en esta cita ha de haber

 
   

por fuerza que recoger

 
   

algún ramito de flores.

 

(ALFREDO fija los ojos en el ramo de flores.)

     
   

Mucho de mi bien, mi cielo

390

   

de arrodillarse el galán,

 
   

y sin miedo al qué dirán

 
   

como prenda algún pañuelo.

 

(Involuntariamente LUIS procura esconder el pañuelo con disimulo; pero ALFREDO sigue sus movimientos con la vista.)

     
   

¡Eh! ¿Qué tal?

 

ALFREDO

 

Sube de punto

 
   

el interés. Y por dónde

395

   

se desenlaza, vizconde,

 

(INÉS conmovida se sienta en el sofá.)

     
   

tan enmarañado asunto?

 
   

(Con cariño.)

 
   

¿Inés?... ¿Te vuelve el vahído

 
   

de esta mañana?

 

INÉS

 

Me voy.

 

ALFREDO

 

¿No estás para bailes hoy?

400

   

¿Ni aun para el wals ofrecido?

 

INÉS

 

No, Alfredo.

 

LUIS

 

(Con amabilidad afectada.)

 
   

¿Puedes oír,

 
   

vizconde?

 

(ALFREDO al mismo tiempo que atiende a INÉS, los observa.)

     

VIZCONDE

 

(Acercándose.)

 
   

¿Qué quieres?

 

LUIS

 

(En voz baja.)

 
   

Quiero,

 
   

porque eres mal caballero,

 
   

matarte pronto o morir.

405

VIZCONDE

 

No se engaña a la amistad

 
   

impunemente.

 

LUIS

 

Villano,

 
   

habla más bajo, o mi mano

 
   

te despedaza.

 

INÉS

 

Es verdad;

 
   

tomar el aire es mejor.

410

LUIS

 

A las dos y con espada.

 

VIZCONDE

 

El arma que más me agrada.

 

LUIS

 

Vizconde, que va el honor

 
   

de una mujer...

 

ALFREDO

 

Ya se pasa,

 
   

mi bien. ¿No es cierto?

 

INÉS

 

(Levantándose.)

 
   

Si tal.

415

ALFREDO

 

¡Jesús! ¡qué pícaro mal!

 
   

¡Y siempre fuera de casa!

 
   

¡No estés tan triste!... Rivera,

 
   

dé usted el brazo a mi Inés...

 
   

Alégrate... ¿No me ves

420

   

a mi? Si alguno te viera,

 
   

creería...

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Qué humillación!...

 

(Tomando el brazo de LUIS.)

     
   

Alfredo, ¿no vienes tú?

 

ALFREDO

 

¡Yo no! Vete al ambigú...

425

   

no te vuelvas al salón.

 
   

Yo supongo que ¿hecho un ascua

 
   

está el marido entre tanto?

 

VIZCONDE

 

No señor; porque es un santo

 
   

con mofletillos de Pascua.

430

ALFREDO

 

(Pronuncia estos versos enmedio de grandes risotadas: INÉS y LUIS se ríen también. ALFREDO los acompaña hasta la puerta de la derecha: El VIZCONDE se dirige a los salones por la del foro.)

 
   

¡Bravo, vizconde!... ¡Díos mío!

 
   

no puedo... ríete, Inés...

 
   

y usted también. ¡Tú no ves

 
   

con cuánto gusto me río!

 
       

Escena VIII

     

ALFREDO.

     
       
   

Ay! Sal de mi corazón,

435

   

dolor que me atormentabas,

 
   

en lágrimas por mis ojos,

 
   

y en sangre con mis palabras.

 
   

¡Le mataré!... Con la suya

 
   

sabré lavarme la infamia

440

   

que arrojó sobre mi nombre

 
   

su lengua desvergonzada;

 
   

y haré pedazos tu lengua,

 
   

¡vizconde, vizconde!... ¡Oh rabia!

 
   

La ira nubla mis ojos,

445

   

y la voz en mi garganta

 
   

se ahoga; todo mi cuerpo

 
   

estremecido se exalta,

 
   

y ríese el corazón

 
   

y alégranse las entrañas

450

   

al contemplar que ya toco

 
   

el placer de la venganza.

 
   

¿Y como ir hasta ella

 
   

sin exponerme a que caiga

 
   

sobre el cristal trasparente

455

   

de mi opinión y mi fama

 
   

el mote ruin con que insultan

 
   

los hombres esta desgracia?

 
   

Silencio, prudencia, Alfredo,

 
   

y atolondrado no vayas

460

   

tú mismo a precipitar

 
   

sobre tu nombre esa mancha.

 

(Se pasea en la mayor agitación.)

     
   

Inés le quiso en un tiempo...

 
   

Inés ayer me juraba

 
   

que después... Luis vino luego...

465

   

habló con ella... En la casa

 
   

de Beatriz... Al verme, Inés

 
   

convulsa, desalentada,

 
   

se desmayó... Por la noche

 
   

el baile... Prendiose cuantas

470

   

preseas le dio mi amor...

 
   

Y ¿qué me importan sus galas

 
   

ni su amor, cuando mi honra

 
   

la honra que se maltrata,

 
   

en la lengua del vizconde

475

   

será de Madrid la fábula?

 
   

Don Luis... no me queda duda...

 
   

por su descaro y audacia

 
   

retó al vizconde... Si yo

 
   

no me anticipo, mañana

480

   

dirán por do quier las gentes

 
   

que Inés del duelo fue causa

 
   

que por Inés con Beatriz

 
   

la boda don Luis rechaza

 
   

y al decirlo irá mi honra

485

   

con razón despedazada

 
   

por esos mundos de Dios

 
   

sirviendo a todos de farsa...

 
   

No señor, yo soy primero;

 
   

antes que yo nadie saca

490

   

la espada en favor de Inés,

 
   

y si el vizconde me mata,

 
   

diga después lo que quiera,

 
   

la sociedad; no me espantan

 
   

sus burlas: y si le mato,

495

   

pondranse todos mordaza,

 
   

que historias de folletín

 
   

escritas con sangre humana,

 
   

producirán tal efecto

 
   

que nadie querrá explicarlas.

500

   

Así pues dentro de poco...

 
   

Alfredo, prudencia y calma...

 
   

¡Don Luis!... Después... Es preciso

 
   

a distintas circunstancias,

 
   

diferente proceder...

505

   

¡Inés! ¡Inés! ¡Se me saltan.

 
   

las lágrimas de los ojos,

 
   

y el corazón se me arranca

 
   

del pecho! ¡Inés! Alguien viene...

 
   

Prudencia...

 

(Aparece el VIZCONDE.)

     
   

¡Dios mío, gracias!

510

       

Escena IX

     

ALFREDO. EL VIZCONDE.

     
       

ALFREDO

 

¿Usted por aquí, vizconde?

 
   

¿Cómo tan solo?

 

VIZCONDE

 

No puedo

 
   

sufrir el calor: me ahogo

 
   

en los salones, Alfredo.

 

ALFREDO

 

¿De veras?

 

VIZCONDE

 

¿Se ha puesto ya

515

   

el viento del buen humor?

 

ALFREDO

 

No señor, que he sido siempre

 
   

en las materias del honor

 
   

muy quisquilloso...

 

VIZCONDE

 

¿Y acaso

 
   

he dado yo a usted motivo?...

520

   

Si es así, como advertencia

 
   

aquel consejo recibo.

 

ALFREDO

 

A risa no tome usted

 
   

lo del consejo, que es grave...

 

VIZCONDE

 

¿De qué se trata?

 

ALFREDO

 

¡Vizconde!...

525

VIZCONDE

 

No adivino...

 

ALFREDO

 

Usted lo sabe,

 
   

y haciendo a usted la justicia

 
   

que se merece, no puedo

 
   

suponer que usted no quiere

 
   

hablar... porque tiene miedo...

530

VIZCONDE

 

¿Yo miedo? ¡Pregunte usted,

 
   

que he de explicarme, por Dios!

 

ALFREDO

 

¡Ya empezamos a entendernos,

 
   

señor vizconde, los dos!...

 
   

Me han dicho...

 

VIZCONDE

 

Pronto.

 

ALFREDO

 

Cuidado,

535

   

vizconde, que no permito

 
   

que en mi presencia ninguno

 
   

más que yo levante el grito.

 

VIZCONDE

 

Ni yo he tenido paciencia

 
   

igual en mi vida, Alfredo.

540

ALFREDO

 

La paciencia es muchas veces

 
   

el sinónimo del miedo.

 

VIZCONDE

 

¡Miserable!

 

ALFREDO

 

(Sujetándole la mano.)

 
   

Quieto ahí...

 
   

Estamos en casa ajena.

 

VIZCONDE

 

Yo no comprendo a este hombre.

545

   

Hable usted, que no sin pena

 
   

tranquilo le escucharé.

 

ALFREDO

 

Me han dicho que usted proclama

 
   

por todas partes, vizconde,

 
   

en perjuicio de mi fama,

550

   

que en cierta ocasión cobarde

 
   

estuve con un don Juan

 
   

de Ozores, hombre perdido,

 
   

disipador y truhán.

 

VIZCONDE

 

No es verdad; ni yo sabía

555

   

de lance tal, ni he contado

 
   

paparrucha semejante:

 
   

éste es un cuento forjado

 
   

con mala intención sin duda.

 

ALFREDO

 

Me han dicho también que usté

560

   

se ríe de mi bondad,

 
   

llamándola buena fe

 
   

de marido candoroso.

 

VIZCONDE

 

No es cierto.

 

ALFREDO

 

¿Que miento yo

 
   

señor vizconde?

 

VIZCONDE

 

Si usted

565

   

en provocar se empeñó

 
   

un lance, no se incomode

 
   

en buscar pretextos vanos:

 
   

a todas horas del día

 
   

me sobran valor y manos.

570

ALFREDO

 

Hay razón.

 

VIZCONDE

 

¿Cuál es entonces?

 
   

Sépala antes de reñir.

 

ALFREDO

 

¿Pues no ha conocido usted

 
   

que no la quiero decir?

 

VIZCONDE

 

¿Hora?

 

ALFREDO

 

Mañana a las dos.

575

VIZCONDE

 

Perdone, por Dios, hermano;

 
   

tengo otro a la misma hora.

 

ALFREDO

 

A las siete.

 

VIZCONDE

 

Es muy temprano.

 

ALFREDO

 

A las once.

 

VIZCONDE

 

Me conviene.

 
   

¿Armas?

 

ALFREDO

 

Espada o pistola.

580

VIZCONDE

 

¿Distancia?

 

ALFREDO

 

La que designen.

 

VIZCONDE

 

Adiós.

 

ALFREDO

 

Adiós.

 

VIZCONDE

 

Carambola

 
   

mejor en mis aventuras

 
   

galantes no la he tenido:

 
   

librarme puedo mañana

585

   

del amante y del marido.

 

(Vase por la derecha y saluda al GENERAL que entra por la misma puerta.)

     
       

Escena X

     

ALFREDO. EL GENERAL.

     
       

GENERAL

 

¡Jesús! ¡Jesús! ¡Qué tropel

 
   

en el ambigú! ¡Qué gresca!

 
   

¡Y está abundante... eso sí!

 
   

el Champagne no escasea...

590

   

De toda la temporada

 
   

es sin disputa la fiesta

 
   

más brillante... Y tú ¿qué tienes?

 
   

¿Por qué no has ido a la mesa?

 

ALFREDO

 

Porque un asunto más grave

595

   

aquí me detuvo...

 

GENERAL

 

¿Y era...?

 

ALFREDO

 

Escuche usted; necesito

 
   

primero de su experiencia,

 
   

y después de su valor...

 

GENERAL

 

Habla, sobrino, y apriesa...

600

   

¿Qué ha sucedido?

 

ALFREDO

 

Que Inés

 
   

por loca o por indiscreta

 
   

compromete su decoro.

 

GENERAL

 

¿Son celos?

 

ALFREDO

 

Son... evidencias.

 
   

Inés adora...

 

GENERAL

 

¿Al vizconde?...

605

ALFREDO

 

No señor.

 

GENERAL

 

¿A quién?

 

ALFREDO

 

Se acuerda

 
   

de don Luis que fue su amante.

 

GENERAL

 

¿Don Luis de Castro y Rivera?

 

ALFREDO

 

Sí señor.

 

GENERAL

 

Fácil remedio...

 
   

entre ella y don Luis, cien leguas.

610

ALFREDO

 

Es que el vizconde...

 

GENERAL

 

¿También?

 

ALFREDO

 

Con descarada insolencia

 
   

la insultó...

 

GENERAL

 

¡Sobrino! Y luego,

 
   

como es natural que hiciera,

 
   

don Luis de su proceder

615

   

pidiole al vizconde cuenta.

 
   

Yo entonces, porque los dos

 
   

ignorasen la vergüenza

 
   

de mi situación, callé...

 
   

pero después...

 

GENERAL

 

¡No suspendas

620

   

tu narración, por San Marcos!

 

ALFREDO

 

Historia, Señor, como éstas,

 
   

hasta después que se escriben

 
   

con sangre, a nadie se cuentan.

 

GENERAL

 

Alfredo, mi autoridad

625

   

lo manda; soy la cabeza

 
   

principal de la familia,

 
   

y mi egoísmo no piensa

 
   

soportar impunemente

 
   

ultrajes a mi nobleza.

630

ALFREDO

 

Aparte llamé al vizconde

 
   

y le he retado.

 

GENERAL

 

(Estrechándole la mano.)

 
   

Esta diestra

 
   

te dice que hiciste bien.

 

ALFREDO

 

Mi cuestión es la primera

 
   

que se ha de zanjar mañana,

635

   

y evito así se entretenga

 
   

el vizconde refiriendo

 
   

la causa de su querella

 
   

con don Luis, pues yo le he dado

 
   

otro pretexto a la nuestra.

640

GENERAL

 

¡Bien, sobrino!

 

ALFREDO

 

Usted será

 
   

el padrino.

 

GENERAL

 

Lo que quieras...

 
   

con mucho gusto...

 

(Aparte y separándose un poco de ALFREDO.)

     
   

¡Qué sabio

 
   

he sido! Y luego se empeñan

 
   

en decir... ¡Si es el que sigo

645

   

el mejor de los sistemas!

 
   

Nunca he querido casarme

 
   

por estas y otras prebendas.

 

ALFREDO

 

Después de acabado el lance

 
   

con el vizconde, si es buena

650

   

mi salud, con el don Luis

 
   

otro más serio nos queda...

 

GENERAL

 

Sobrino... de ningún modo.

 

ALFREDO

 

¿Por qué razón?

 

GENERAL

 

A su ofensa,

 
   

venganza más que castigo:

655

   

le casas, y así te vengas.

 
   

Pero ya vuelven las gentes...

 
   

Tranquilidad y prudencia.

 
       

Escena XI

     

INÉS. BEATRIZ. ALFREDO. VIZCONDE. LUIS. GENERAL. ARTURO. SEÑORAS y CABALLEROS.

     

(Algunos caballeros llevan los ramos de flores de las señoras y se pasean dándolas el brazo; otras parejas se sientan. ALFREDO, sobreponiéndose al pesar que le abruma, está alegre y obsequioso con INÉS y con BEATRIZ. INÉS muy triste. LUIS pensativo. BEATRIZ atiende a los convidados y observa cuanto pasa. ARTURO impaciente, de mal humor. El VIZCONDE bullicioso.)

     
       

BEATRIZ

 

No tanto, señor vizconde;

 
   

un baile sin pretensión.

660

   

de amigos: no corresponde,

 
   

ni con mucho, a ese montón

 
   

(Paseándose.)

 
   

de elogios que usted relata...

 

VIZCONDE

 

He dicho a usted lo que siento,

 
   

y es la vajilla de plata,

665

   

por su labor, un portento.

 

BEATRIZ

 

Herencia de mi difunto.

 

VIZCONDE

 

¡Gran baile y mejor buffet!

 
   

¡Qué detalles! ¡qué conjunto!

 

BEATRIZ

 

Vizconde, cállese usté.

670

   

General, ¿en qué se piensa?

 

GENERAL

 

¿En qué, Beatriz? En que está

 
   

esta atmósfera muy densa.

 

BEATRIZ

 

Pues pronto se aclarará...

 

GENERAL

 

Así lo espero, sobrina...

675

BEATRIZ

 

Alfredo...

 

GENERAL

 

Vamos, responde...

 

VIZCONDE

 

¡Es usted, Inés, divina!...

 

INÉS

 

Mil gracias, señor vizconde.

 

ALFREDO

 

(A BEATRIZ.)

 
   

Perdone usted: distraído...

 

BEATRIZ

 

¿Y cómo en este rincón,

680

   

señor cartujo, le ha ido?

 

ALFREDO

 

¿Qué falta hago en el salón?

 

(Estrechándola la mano.)

     
   

¿Te sientes mala, querida?

 

INÉS

 

No, Alfredo...

 

ALFREDO

 

Tu palidez

 
   

es tanta, que fue de huida

685

   

el buen color de tu tez...

 

LUIS

 

(Aparte.)

 
   

¡Cómo padece!...

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Infeliz!

 

ALFREDO

 

¿No es verdad, amada Inés

 
   

que sienta bien a Beatriz

 
   

este tocado?...

 

INÉS

 

Así es...

690

VIZCONDE

 

Y tanto, que resplandece

 
   

como nunca su belleza.

 

ALFREDO

 

Señor vizconde, parece

 
   

que usted a aplaudir empieza

 
   

lo que ha mucho tiempo brilla...

695

VIZCONDE

 

Alfredo, el mejor cristiano

 
   

siempre dobló la rodilla

 
   

a la Venus del Ticiano;

 
   

y Venus es una diosa

 
   

de distinta religión...

700

BEATRIZ

 

Señor vizconde, no es cosa

 
   

de que siga el parangón.

 

ARTURO

 

(Entrando y viendo al GENERAL.)

 
   

Aquí está; yo le prometo

 
   

que así como su vejez

 
   

exige de mí respeto...

705

   

Yo se lo exijo a mi vez.

 

GENERAL

 

Bien, sobrino: te has portado...

 

ALFREDO

 

¡Si viera usted lo que pasa

 
   

en mi corazón!...

 

GENERAL

 

¡Cuidado!

 

ALFREDO

 

Toque usted; mi mano abrasa.

710

MANRIQUE

 

(Entra y se dirige a ALFREDO: en voz baja.)

 
   

Alfredo...

 

ALFREDO

 

Manrique amigo...

 

MANRIQUE

 

El vizconde me eligió...

 

GENERAL

 

(Se retira a un lado con MANRIQUE.)

 
   

Entonces, acá conmigo

 
   

que su padrino soy yo.

 

ARTURO

 

No se ha de reír el viejo:

715

   

me ha dado tres pisotones

 
   

y yo he de abrirle el pellejo...

 
   

¡Vive Dios!...

 

MANRIQUE

 

(Al GENERAL.)

 
   

Las condiciones

 
   

son duras...

 

GENERAL

 

Las quiere así...

 

MANRIQUE

 

¿No hay otras?... Acepto, pues.

720

ALFREDO

 

(Apoyándose en el brazo de LUIS.)

 
   

Véngase usted por aquí...

 

INÉS

 

Beatriz...

 

BEATRIZ

 

¿Qué te pasa, Inés?

 

INÉS

 

(Reportándose.)

 
   

Nada...

 

(BEATRIZ habla con algunos caballeros que la rodean.)

     

ALFREDO

 

Castro, tengo un lance

 
   

con el vizconde, y espero

 
   

de usted en tan duro trance

725

   

un favor de caballero.

 

LUIS

 

Disponga usted, como guste,

 
   

de mí.

 

ALFREDO

 

Por que Inés mañana

 
   

no se alborote y asuste

 
   

si alguna lengua villana

730

   

le contare...

 

INÉS

 

(A BEATRIZ.)

 
   

Di, qué harán

 
   

Alfredo y Luis tan callando...

 

BEATRIZ

 

¡Qué se yo!

 

INÉS

 

¿No ves?...

 

BEATRIZ

 

¡Qué afán!

 
   

Es muy claro: están hablando.

 

LUIS

 

Bien, Alfredo: la diré

735

   

que el tal lance se efectuó,

 
   

que libre ha salido usté

 
   

y que el padrino fui yo.

 

ALFREDO

 

Finjamos, Luis, que nos mira...

 
   

cuidado, que es singular

740

   

el mundo; todo es mentira.

 

(Se dirigen del brazo a donde está BEATRIZ e INÉS, cercadas de otros caballeros.)

     

LUIS

 

La risa, como el pesar...

 

INÉS

 

¡Ay! respiro...

 

MANRIQUE

 

(Se dan las manos.)

 
   

Así lo haré

 
   

Señor General...

 

GENERAL

 

Adiós.

 

ARTURO

 

General...

 

GENERAL

 

(Mirando.)

 
   

El pollo...

 

ARTURO

 

¡Eh!...

745

   

Tenemos que hablar los dos...

 

GENERAL

 

Después... mañana... otro día.

 

ALFREDO

 

No puedo aguardar, que es grande,

 
   

señor, la impaciencia mía:

 
   

no espere usted que me ablande...

750

   

Tres pisotones...

 

GENERAL

 

Me voy...

 
   

¡Qué niño!... Me compromete

 
   

a que...

 

ARTURO

 

Mis respuestas doy

 
   

con la punta del florete...

 

GENERAL

 

¿Conque usted me desafía?...

755

ARTURO

 

Sí Señor...

 

GENERAL

 

Usted se empeña...

 
   

en que los dos...

 

ARTURO

 

No se ría...

 

GENERAL

 

El niño delira o sueña...

 
   

Buen... ¿Y qué dirán

 
   

si yo?... Quince años...

 

ARTURO

 

Es que,

760

   

Señor, la valeur n'attend

 
   

point le nombre des années.

 
   

No admito disculpa humana...

 
   

(Marcándola con el bastón.)

 
   

Una segunda y al suelo...

 

GENERAL

 

Le voy a comprar mañana

765

   

fléuri, cartilla y pañuelo.

 

MANRIQUE

 

(En voz baja al VIZCONDE.)

 
   

Corriente...

 

(Se oye la orquesta.)

     

GENERAL

 

(A ALFREDO en voz baja.)

 
   

Corriente...

 

BEATRIZ

 

(Toma el brazo del VIZCONDE.)

 
   

Llama

 
   

la orquesta... al salón, señores...

 

ARTURO

 

Cada galán con su dama...

 

(LUIS sigue con sus miradas a INÉS.)

     

INÉS

 

(Tomando el brazo del GENERAL.)

 
   

El brazo.

 

GENERAL

 

Con mil amores.

770

ARTURO

 

¡Qué noche! ¡Toda es placer!...

 

BEATRIZ

 

Caballeros a bailar...

 

INÉS

 

(Aparte.)

 
   

¡Corazón, a padecer!

 

ALFREDO

 

¡Corazón, hay que esperar!

 

(ALFREDO se sienta en una silla, don LUIS permanece de pie. Cae el telón.)

     

FIN DEL ACTO TERCERO.

     

 

Acto cuarto

La misma decoración del acto primero.


Escena I

     

El GENERAL embozado. BLAS.

     
       

BLAS

 

¿Qué manda vuecencia?

 

GENERAL

 

Di

 
   

a mi sobrino que estoy

 
   

de prisa.

 

BLAS

 

Al instante voy.

 

(Se entra por la puerta de la izquierda.)

     

GENERAL

 

Corriendo: le espero aquí.

 
       

Escena II

     

GENERAL.

     
       
   

¡Quién lo creería! ¡A mi edad!...

5

   

¡Metido en tan duro trance!...

 
   

Porque este lance es un lance

 
   

de responsabilidad.

 

(Se desemboza.)

     
   

Inés... mi sobrino... Un loco

 
   

es el vizconde y de atar.

10

   

¡Meterse en averiguar!...

 
   

Si le matan, aún es poco.

 
   

Y la mañana está fría...

 
   

¡Caramba!... ¡Qué buena cosa

 
   

es en Madrid la pañosa!

15

   

Yo nunca dejo la mía,

 
   

ni en el gabán... Algunos van

 
   

con éste sólo... no yo,

 
   

que siempre me pareció

 
   

débil muralla un gabán

20

   

cuando el Norte se destapa;

 
   

porque al fin de este ropón

 
   

es cómoda la invención

 
   

llevando encima la capa.

 
   

Y en esta gresca el sobrino

25

   

lleva razón... ¡Humillarla!

 
   

¡En su presencia insultarla!

 
   

No quedaba otro camino.

 
   

Yo no le he dicho... ni quiero

 
   

decir... La razón le sobra;

30

   

matar al vizconde es obra

 
   

de excelente caballero.

 
   

Aquí está.

 
       

Escena III

     

ALFREDO. GENERAL. BLAS.

     
       

ALFREDO

 

(A BLAS que se marcha en seguida.)

 
   

¿Vino el carruaje?

 

GENERAL

 

¿Cómo te sientes?

 

ALFREDO

 

Dispuesto

 
   

a todo: quien me habla de esto

35

   

me infunde mayor coraje.

 

GENERAL

 

¿Has visto a Inés?

 

ALFREDO

 

Desde anoche,

 
   

no señor.

 

GENERAL

 

¿Y no te habló?

 

ALFREDO

 

¡Mucho en silencio lloró!

 

ARTURO

 

¿Qué más?

 

BLAS

 

(Desde la puerta.)

 
   

Ha venido el coche.

40

   

(Se retira.)

 

ALFREDO

 

Que espere.

 

GENERAL

 

¿No has procurado

 
   

indagar?...

 

ALFREDO

 

¿Y para qué?

 
   

¡Si estoy seguro, si sé

 
   

que Inés no me ha deshonrado!

 
   

Inés podrá haber cedido

45

   

al recuerdo poderoso

 
   

de otro amor; mas de su esposo

 
   

la fama no echó en olvido.

 
   

Ese recuerdo será

 
   

de influencia pasajera.

50

GENERAL

 

Sobrino, ¿y si no lo fuera?

 

ALFREDO

 

Entonces...

 

GENERAL

 

¿Qué?

 

ALFREDO

 

¡Dios dirá!

 
   

De todas maneras, tío,

 
   

yo creo que hice muy bien

 
   

en ser prudente.

 

GENERAL

 

También

55

   

es ese el dictamen mío.

 

ALFREDO

 

¡Que ignore el mundo, señor,

 
   

el motivo de este duelo;

 
   

echemos al lance un velo,

 
   

que es un espejo el honor!

60

   

Si mato al vizconde, oculto

 
   

debe quedar el motivo;

 
   

y si es el vizconde el vivo,

 
   

amores no dificulto

 
   

de nadie, amores que son,

65

   

muriendo yo, permitidos.

 

GENERAL

 

¿No están hoy correspondidos?

 
   

¿No te engaña el corazón?

 

ALFREDO

 

No lo sé; mas se me alcanza

 
   

que el dicho de usted dolor

70

   

me da, y me quita el valor

 
   

quitándome la esperanza.

 
   

Así, pues, no hablemos ya

 
   

de lo que el lance provoca;

 
   

demos un punto a la boca,

75

   

que en ello no perderá

 
   

mi buena opinión.

 

GENERAL

 

(Mirando el reloj.)

 
   

Ya es tarde.

 

ALFREDO

 

Dieron a poco las diez.

 

GENERAL

 

Sé puntual por esta vez.

 

ALFREDO

 

No ir a tiempo es de cobarde

80

   

y no lo soy.

 

GENERAL

 

Vamos, pues.

 

ALFREDO

 

No tan pronto, porque quiero...

 

GENERAL

 

Dentro del coche te espero.

 

ARTURO

 

Necesito hablar a Inés.

 
   

No tardaré.

 
       

Escena IV

     

ALFREDO.

     
       
   

Ya llegó

85

   

la hora, valor; que nunca

 
   

se diga Alfredo, de ti

 
   

que vengaste las injurias

 
   

con otras y mucho más,

 
   

cuando aparecen confusas.

90

   

¡Arbitra Inés de su suerte,

 
   

si en otros amores funda

 
   

su bienestar, su reposo,

 
   

del corazón la ventura,

 
   

viva feliz sin que el dardo

95

   

de mi presencia importuna

 
   

penetre en el bien que goce

 
   

con su emponzoñada punta

 
   

Inés!

 
       

Escena V

     

ALFREDO. INÉS.

     
       

ALFREDO

 

Te esperaba, Inés.

 

INÉS

 

¿Qué exiges de mí?

 

ALFREDO

 

¿Te asusta

100

   

el tono de mis palabras?

 
   

No merece esa pregunta

 
   

el deseo natural

 
   

de una explicación.

 

INÉS

 

Segura

 
   

estoy de mi proceder;

105

   

si no me aterran calumnias.

 
   

Tampoco las apariencias

 
   

me importan, siempre que puras

 
   

conserve ante la justicia

 
   

de Dios mi fama y la tuya.

110

ALFREDO

 

Pero es el caso, señora,

 
   

que en el mundo se acostumbra

 
   

a juzgar y a decidir

 
   

por lo que en él se vislumbra;

 
   

es el caso que mi afrenta

115

   

ayer ha sido tan pública...

 

INÉS

 

Alfredo, tiento en la lengua,

 
   

que no hay afrenta ninguna.

 
   

Yo sé del honor el precio;

 
   

sé que en la tierra no hay suma

120

   

de amores ni de grandeza

 
   

que me sirvan de disculpa

 
   

si le pierdo: aunque muy pobre,

 
   

honrada ha sido mi cuna

 
   

y mientras viva he de serlo,

125

   

y honrada me iré a la tumba.

 

ALFREDO

 

Bien, Inés: lo que tú quieras,

 
   

y esas lágrimas enjuga

 
   

que conmovida derramas,

 
   

pues temo, si continúan,

130

   

que explicaciones urgentes

 
   

entre los dos interrumpan.

 

INÉS

 

Obedezco, y algún día

 
   

sabrás la mortal angustia

 
   

con que las vierte el dolor

135

   

que aquí violento me punza.

 

ALFREDO

 

Inés, ayer de mañana

 
   

con la verdad del que juzga

 
   

muerto el amor de otros años,

 
   

me ofreciste la pintura

140

   

de tu vida de tal modo,

 
   

que el alma y la lengua mudas,

 
   

no tuve más que mis ojos

 
   

para adorar tu hermosura

 
   

y pedirte que olvidaras,

145

   

Inés, sospechas injustas.

 

INÉS

 

¡Y no te engañaba, no!

 

ALFREDO

 

Lo creo: después sin duda

 
   

tu mala estrella y la mía

 
   

que por lo visto iban juntas,

150

   

envidiosas de la paz

 
   

de nuestro hogar, iracundas

 
   

me arrojaron a un abismo

 
   

de confusiones tan turbias,

 
   

que al punto empecé a dudar...

155

INÉS

 

¿La vuelta de Luis?...

 

ALFREDO

 

Escucha:

 
   

anoche en el baile, cuando

 
   

el vizconde con inmunda

 
   

narración se divertía

 
   

en dar a mi honor tortura,

160

   

yo le escuché, muy tranquilo

 
   

al parecer, con estúpidas

 
   

carcajadas, fingimientos

 
   

del hombre que en vano busca

 
   

un velo para tapar

165

   

el vil borrón que le ensucia;

 
   

pero en mis venas la sangre

 
   

saltaba como la espuma

 
   

del mar que chisporrotea

 
   

del huracán por la furia;

170

   

y ante mis ojos ardía

 
   

esa antorcha que no alumbra,

 
   

la antorcha de la venganza

 
   

ante la afrenta que insulta...

 
   

y callé por tu decoro,

175

   

porque ante las gentes se lisa

 
   

callar, y al vizconde di

 
   

pretexto, a veces ayuda,

 
   

y los dos nos divertimos

 
   

con mi honor; y entre las burlas

180

   

de un villano y la prudencia

 
   

de un hombre que no se ofusca,

 
   

la honra de mi familia

 
   

era un juguete!... ¡Fue mucha

 
   

la serenidad anoche

185

   

del hombre que no te acusa,

 
   

porque cree de corazón,

 
   

Inés, que no tienes culpa!

 

INÉS

 

Y esa es la verdad, Alfredo:

 
   

de aquella ruin barahúnda

190

   

que armó insolente el vizconde,

 
   

no he sido cómplice. En pugna

 
   

mi deber con un recuerdo

 
   

que avergonzado se oculta,

 
   

saldrá el primero triunfante

195

   

de tan repentina lucha.

 
   

No sé lo que en mí se pasa:

 
   

sobre el corazón se agrupan

 
   

sentimientos encontrados

 
   

que se rechazan; fluctúa

200

   

mi razón; si pienso en ti,

 
   

de pronto la imagen suya

 
   

se me aparece: perdida,

 
   

en tal laberinto, escusas

 
   

le demando a mi razón

205

   

y mi razón me repulsa.

 
   

Alfredo, dame tu apoyo;

 
   

huyamos de tan profunda

 
   

confusión; ¡soy inocente;

 
   

tu Inés, ante Dios lo jura!

210

ALFREDO

 

Ya lo sé; que no se cambia

 
   

sin exponerse a la ruda

 
   

reconvención de las gentes,

 
   

por alegrías presuntas,

 
   

el bienestar que en el seno

215

   

de la virtud se disfruta.

 
   

¿Sabes tú lo que es vivir

 
   

en esa infame coyunda

 
   

que llama la sociedad

 
   

amorosas aventuras?...

220

INÉS

 

¡Alfredo!

 

ALFREDO

 

La adulación

 
   

por el momento deslumbra

 
   

a la mujer; la lisonja

 
   

tan cautamente la arrulla

 
   

y engalana su torpeza

225

   

con tal variedad de plumas

 
   

que mal su grado se engaña

 
   

la condición más astuta.

 
   

Pero en el fondo no hay paz,

 
   

no hay felicidad: repugna

230

   

el mismo placer que halaga;

 
   

allí la conciencia aguza

 
   

sus flechas y para siempre

 
   

allí las clava y sepulta...

 
   

Y cuando pasa el capricho

235

   

en que la pasión se funda,

 
   

cuando al fin se desvanecen

 
   

las ilusiones impuras

 
   

y alza su frente el desprecio,

 
   

y el grito fúnebre zumba

240

   

de la conciencia implacable,

 
   

entonces las vestiduras

 
   

no bastan, ni las preseas,

 
   

ni los adornos de púrpura

 
   

para volver al semblante

245

   

marchito su galanura,

 
   

que en él estampa su sello

 
   

la degradación que triunfa,

 
   

dejando en él enclavadas

 
   

del deshonor las arrugas.

250

   

Y entonces la sociedad

 
   

también el látigo empaña

 
   

del escarnio y la ironía

 
   

y su majestad augusta

 
   

vindica, y los desvaríos

255

   

en vez de amenguar abulta,

 
   

y la mujer infeliz

 
   

por más que do quier acuda,

 
   

no encuentra, Inés, a pesar

 
   

del gran dolor que la abruma,

260

   

sino hombres que la desprecien

 
   

y mujeres que la escupan.

 

INÉS

 

(Levantándose.)

 
   

¡Alfredo!... Basta de oír

 
   

acusaciones, si acusas;

 
   

cesen ya los improperios,

265

   

¡Alfredo, si es que me insultas!...

 
   

Aún puedo mirar tranquila

 
   

a esa sociedad injusta

 
   

que es muchas veces la causa

 
   

de ser la mujer perjura

270

   

y otras tiene el monopolio

 
   

de pretensiones absurdas...

 

ALFREDO

 

¿Inés?

 

INÉS

 

¡Yo sé lo que exige

 
   

la nobleza de mi alcurnia,

 
   

sé lo que debo a los nombres

275

   

de Pimentel y de Zúñiga

 
   

unidos en los altares

 
   

al nombre de Covarrubias,

 
   

y porque lo sé, mis ojos

 
   

te miran y no se nublan;

280

   

y porque lo sé, ya es hora

 
   

de que mis palabras suban

 
   

hasta ti, que te pregunten

 
   

de qué manera se ocupan

 
   

en la sociedad las gentes,

285

   

de una mujer que a la brusca

 
   

voluntad cedió de un padre

 
   

y ahogó la pasión aguda

 
   

de su amor con el dogal

 
   

de su deber!... ¡La pintura

290

   

no fue exacta; te olvidaste

 
   

de retratar una a una

 
   

las penas del corazón

 
   

que calla por más que sufra;

 
   

el secreto de esas lágrimas

295

   

que se vierten infecundas

 
   

para el bien; esa agonía

 
   

que crece entre fiesta y bulla,

 
   

y hasta el umbral de la muerte

 
   

callando a la vida empuja:

300

   

esa hiel encarnizada,

 
   

y esos dardos que se cruzan

 
   

y hieren y martirizan

 
   

incansables, sin que aturdan

 
   

la razón y sin que logren

305

   

de la virtud que sucumba!...

 
   

¿Qué nombre le dan a aquella

 
   

que los lazos desanuda

 
   

de su amor? ¿Qué nombre dan

 
   

a la que sin tregua lucha

310

   

y vence al fin y presenta

 
   

clara la frente y desnuda,

 
   

sin miedo a que la desprecien,

 
   

sin temor a que la escupan?...

 

ALFREDO

 

¡Inés!... ¡Inés!... Mi partido

315

   

tomé ya, de mi fortuna

 
   

la mitad es para ti,

 
   

si lejos de mí aseguras

 
   

tu felicidad...

 

INÉS

 

¿Y el mundo?

 
   

¿Y mi opinión? ¿Y la tuya?...

320

ALFREDO

 

Un viaje será el pretexto...

 
   

Decide, Inés, lo que cumpla

 
   

mejor a tu voluntad,

 
   

los miramientos arrumba.

 
   

O vivir en la abundancia

325

   

sin que lecciones insulsas

 
   

por ser mías te molesten,

 
   

o abandonar con premura

 
   

a Madrid, hoy mismo, Inés...

 
   

(Mirando el reloj.)

 
   

¡Ya es tarde, adiós!...

 

INÉS

 

¡Él te acuda!

330

       

Escena VI

     

INÉS.

     
       
   

¡Y así se premia el combate

 
   

de la virtud contra el vicio!

 
   

¡Al corazón que aquí late

 
   

sin embargo no le abate

 
   

lo estéril del sacrificio!

335

   

¡La lucha está ya empeñada

 
   

entre el deber y el honor!

 
   

¡Situación desventurada!

 
   

¡Si sucumbo... el deshonor!

 
   

¡Si salgo triunfante... nada!

340

   

¡Frialdad!... ¡Ni un solo acento

 
   

de paz en su despedida!

 
   

¡Y él sabe que yo no miento

 
   

y sabe que el sentimiento

 
   

puede costarme la vida!

345

   

No me atormentes, historia

 
   

de ese amor, que un crimen es,

 
   

así como fue mi gloria!

 
   

¡Virtud, apadrina a Inés

 
   

en contra de su memoria!

350

   

¡Alfredo!... ¡Luis!... ¡No vendrá...

 
   

por última vez me habló

 
   

anoche y no insistirá!

 
   

¡Así me lo prometió,

 
   

y fiel me lo cumplirá!

355

   

¡Y si volviera!... ¡sería

 
   

hacerme un insulto a mí...

 
   

y yo le castigaría

 
   

con mi desprecio... eso sí...

 
   

mas no le aborrecería!

360

       

Escena VII

     

INÉS. LUIS.

     
       

INÉS

 

¡Luis!

 

LUIS

 

¡Inés!

 

INÉS

 

Entre los dos

 
   

no hay lazo ya que nos una;

 
   

de esta visita importuna

 
   

la cuenta le toca a Dios,

 
   

no a mí; que yo de ella infiero

365

   

que es usted, y no le asombre,

 
   

como a los demás, un hombre

 
   

cualquiera, no un caballero.

 

LUIS

 

¿Así me recibe usté

 
   

porque faltó a su precepto?

370

INÉS

 

No gana mejor concepto

 
   

quien miente palabra y fe.

 

LUIS

 

Me he visto obligado yo

 
   

a faltar a mi promesa...

 

INÉS

 

¡Donosa disculpa es esa!...

375

LUIS

 

¿Usted no la admite?

 

INÉS

 

No.

 

LUIS

 

¡El mismo Alfredo ha querido

 
   

que yo viniera en persona!...

 
   

¡Inés!... ¿Tampoco me abona

 
   

la voluntad de un marido?...

380

INÉS

 

No comprendo...

 

LUIS

 

No es la cosa

 
   

tan difícil sin embargo...

 

INÉS

 

¿Qué razón?...

 

LUIS

 

Tengo a mi cargo

 
   

tranquilizar a la esposa...

 

INÉS

 

¿Qué ha sucedido?

 

LUIS

 

En un duelo,

385

   

Alfredo, con el vizconde...

 

INÉS

 

¿En dónde está Alfredo? ¿En dónde?

 
   

decídmelo... ¡por el cielo!

 
   

¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado?

 
   

al punto... Saberlo quiero.

390

   

Si es usted buen caballero,

 
   

no hay que engañarme... ¡Cuidado!

 

LUIS

 

Sano y salvo está...

 

INÉS

 

¡Ay! respiro:

 
   

¡gracias mil por su bondad!...

 
   

¡De entera felicidad

395

   

es éste el primer suspiro!...

 
   

¿A qué hora fue?...

 

LUIS

 

Yo le vi

 
   

a cosa, Inés, de las nueve.

 

INÉS

 

¿Razón del duelo?...

 

LUIS

 

No debe

 
   

decirse a nadie...

 

INÉS

 

¿Ni a mí?...

400

   

¿Quién fue su padrino?...

 

LUIS

 

Quien

 
   

al traer a usted noticias

 
   

agradables, por albricias

 
   

recibe ingrato desdén.

 

INÉS

 

¿Y Alfredo fue?...

 

LUIS

 

Vencedor...

405

INÉS

 

¿Se batió con bizarría?

 

LUIS

 

¡Como hombre que defendía

 
   

en la honra de usted su honor!...

 

INÉS

 

¡Ay! ¿Conque es mi nombre mengua?...

 

LUIS

 

Inés...

 

INÉS

 

¡Ya escándalo ha sido!...

410

LUIS

 

No hay honra que no haya herido

 
   

del tal vizconde la lengua...

 

INÉS

 

Y Alfredo... ¡Qué humillación!...

 
   

¡Oh! ¡Qué noble proceder!...

 
   

desde hoy su esclava he de ser...

415

   

No es otra mi condición.

 

LUIS

 

No es él solo; alguno habrá

 
   

que en más terrible contienda

 
   

tu honra también defienda...

 

INÉS

 

Pero él se ha batido ya...

420

   

Y no ha esperado a decir...

 
   

«Voy a defender tu honor,»

 
   

cuando es callado el valor

 
   

es mucho más de aplaudir.

 

LUIS

 

No hay tiempo, Inés, que perder

425

   

en ilusoria esperanza;

 
   

de Alfredo al fin la venganza

 
   

sobre ti vendrá a caer...

 
   

Toda precaución es poca;

 
   

por penetrar, nos acecha,

430

   

en este amor...

 

INÉS

 

No sospecha;

 
   

lo sabe ya por mi boca.

 

LUIS

 

Huye al punto que perdida

 
   

estás, si obstinada aquí...

 

INÉS

 

Jamás...

435

LUIS

 

¡Inés, piensa en ti!

 
   

¿De qué me sirve la vida?

 
   

¡De mí no exijas que huya!...

 
   

Su vida expuso este día...

 
   

Yo haré que guarde la mía

440

   

para cuidar de la suya.

 
   

Vete, Luis.

 

LUIS

 

¿Y es eso amarme

 
   

con un amor verdadero?...

 

INÉS

 

Por lo mismo que te quiero,

 
   

no intento, Luis, deshonrarme.

445

(Ruido dentro.)

     

LUIS

 

Ya no es tiempo.

 

INÉS

 

¡Ay infeliz!

 
   

Venganzas justas provoco...

 

LUIS

 

¡Serénate, Inés! un poco.

 

BEATRIZ

 

(Dentro.)

 
   

Inés, Inés...

 

INÉS

 

¡Ay!... Beatriz...

 
       

Escena VIII

     

INÉS. BEATRIZ. LUIS. ARTURO.

     
       

BEATRIZ

 

Inés, Inés...

 

INÉS

 

¿Qué ha pasado?...

450

   

Tan grande inquietud me extraña....

 

BEATRIZ

 

Sin embargo, es natural:

 
   

te quiero con toda el alma

 
   

y ésta es la razón por que

 
   

me encuentras hoy en tu casa

455

INÉS

 

No te comprendo, Beatriz...

 
   

¿Qué significan palabras

 
   

que llegan a mis oídos

 
   

de tal manera embozadas?

 
   

¿Me explica usted?

 

LUIS

 

Yo... no sé...

460

BEATRIZ

 

No te sorprendan. Buscaba

 
   

a Alfredo: hablarle quería

 
   

de un asunto de importancia

 
   

a solas... y al verte aquí...

 
   

con Luis... y tan de mañana...

465

   

Alfredo, Inés, ¿dónde está?

 

INÉS

 

No sé: tu pregunta llama

 
   

mi atención.

 

BEATRIZ

 

Es que... me han dicho...

 

INÉS

 

¿Lo del vizconde?... Ya se habla

 
   

por Madrid...

 

LUIS

 

(Con intención a BEATRIZ.)

 
   

Inés lo sabe;

470

(Miradas de inteligencia entre LUIS y BEATRIZ: inquietud en INÉS; incredulidad.)

     
   

yo vine a tranquilizarla.

 
   

Alfredo dejó bien puesta

 
   

con el vizconde su fama,

 
   

y libre está de ese lance...

 

BEATRIZ

 

¿De veras? Mucho me agrada

475

   

la nueva.

 

ARTURO

 

¿Pues qué hora es?

 

INÉS

 

Las once y media.

 

BEATRIZ

 

(En voz baja.)

 
   

Se calla

 
   

en estos casos, Arturo...

 

INÉS

 

(Sorprendiendo las miradas de LUIS y de BEATRIZ.)

 
   

¿Por qué le riñes?... ¿Qué pasa

 
   

entre ustedes, que se miran

480

   

con intención tan marcada?

 
   

¿No puedo saberlo yo?

 
   

¿Qué se me oculta, o no alcanza

 
   

mi razón a penetrar?

 
   

¿Me habrán engañado y faltan

485

   

al corazón otras penas

 
   

que sufrir, otras desgracias

 
   

que lamentar, porque sea

 
   

imposible remediarlas?

 
   

¿Por qué calla usted, Rivera?

490

   

¿Por qué tú los ojos bajas?

 
   

¿No merezco que respondan

 
   

a mis humildes instancias?

 

BEATRIZ

 

Yo he dicho lo que sabía...

 
   

si más supiera... mi franca

495

   

amistad...

 

LUIS

 

Inés, deseche

 

(ARTURO saca del bolsillo una carta; la desdobla y lee.)

     
   

usted presunciones vanas...

 
   

Alfredo salió del lance

 
   

mejor de lo que pensaba.

 

(INÉS observa alternativamente a BEATRIZ a LUIS y a ARTURO.)

     

ARTURO

 

(Aparte.)

 
   

No lo entiendo: a mí el vizconde

500

   

me dice... La frase es clara.

 
   

Muy clara... A las once.

 

INÉS

 

Arturo...

 

ARTURO

 

¿Qué quiere usted?

 

INÉS

 

(Al mismo tiempo que habla con ARTURO, procura no perder las miradas de BEATRIZ y de LUIS.)

 
       
       
   

¿Esa carta

 
   

de quién es?...

 

BEATRIZ

 

¡Válgame Dios!

 
   

De algún otro tarambana

505

   

como él...

 

INÉS

 

¿Usted me permite

 
   

que yo la lea?

 

BEATRIZ

 

¿No basta

 
   

que yo te lo diga, Inés?...

 

ARTURO

 

(No sé qué hacer...)

 

INÉS

 

Una dama

 
   

le ruega a usted, caballero...

510

   

Los nobles tienen a gala

 
   

complacer a las señoras...

 

ARTURO

 

(Perdónenme las miradas

 
   

de Beatriz...) Escuche usted...

 
   

(Ocultaré lo que trata

515

   

del lance con su marido

 
   

y así su temor se calma.)

 
   

(Leyendo: INÉS tiene fija la vista unas veces en la carta y otras en BEATRIZ y en LUIS: al dar fin a la lectura, INÉS le arrebata la carta y lee el último renglón.)Mon cher Arturo; la journée es completa. Envíeme usted de suite sus pistolas, parce que j'en ai besoin. A las tres de la tarde tengo un lance con Luis y etc. etc. etc.»

 

INÉS

 

«¡Y con Alfredo a las once!»

 

BEATRIZ

 

Inés, los duelos acaban

 
   

en la fonda.

 

INÉS

 

No los duelos

520

   

del honor, que siempre matan...

 
   

¡Alfredo!... ¡Alfredo!... Por mí

 
   

sin ostentar arrogancias

 
   

futuras, corre a la muerte...

 
   

en tanto que yo...¡insensata!

525

   

(paseándose con agitación.)

 
   

Y éste es el hombre que nunca

 
   

mentía... a quien adorabas

 
   

por leal y caballero...

 
   

por quien amarguras pasas

530

   

tan grandes que no te ahogan

 
   

porque es más pena guardarlas...

 
   

¡Éste es!... Y mientras Alfredo

 
   

por mi decoro batalla,

 
   

él aquí me compromete,

535

   

me precipita, me infama,

 
   

proponiéndome una fuga

 
   

criminal... ¡Desventura!

 
   

¡Quién te quiere de los dos

 
   

con más amor en el alma!

540

   

(Tira de la campanilla con violencia: aparece BLAS.)

 
   

El coche.

 

BEATRIZ

 

¿Y a dónde vas?

 

INÉS

 

¡Beatriz, pregunta escusada!

 
   

¿Y Alfredo? Le quiero ver,

 
   

le quiero hablar... me hace falta.

 

BEATRIZ

 

Dirán que te has vuelto loca

545

INÉS

 

Tendrán razón.

 

BEATRIZ

 

Que te arrastras

 
   

a mendigar del vizconde...

 

INÉS

 

No importa.

 

LUIS

 

Dirán que es farsa

 
   

tal delirio...

 

INÉS

 

Y mentirán.

 

LUIS

 

(En voz baja.)

 
   

No faltará quien las causas

550

   

indague de ese arrebato...

 

INÉS

 

Hará bien...

 

BEATRIZ

 

Con más audacia,

 
   

por verte más infeliz,

 
   

sobrarán gentes que traigan

 
   

calumnias a la memoria...

555

INÉS

 

Me alegraré si me ultrajan.

 

BEATRIZ

 

¡Inés, Inés!...

 

LUIS

 

(En voz baja.)

 
   

Sobre Alfredo

 
   

podrá recaer la tacha

 
   

de cobarde, y sobre usted

 
   

podrá caer la de infamia...

560

INÉS

 

¿Pero usted tiene derecho?...

 
   

Cuando se miente no se alzan

 
   

los ojos, señor de Castro,

 
   

y usted me ha mentido... Basta

 
   

de reflexión, de consejos...

565

   

que no conducen a nada.

 
   

(Tira de la campanilla repetidas veces: BLAS.)

 
   

El coche, el coche al instante,

 
   

que mi paciencia se cansa...

 

BEATRIZ

 

¿Y sabes acaso tú

 
   

en dónde están?

 

INÉS

 

La eficacia

570

   

me hará saber...

 

BEATRIZ

 

¿Como loca

 
   

irás por calles y plazas

 
   

preguntando?

 

INÉS

 

Lo sabré

 
   

(Tirando con más fuerza aun de fa campanilla.)

 
   

del vizconde en la morada...

 
   

(Gritando al mismo tiempo.)

 
   

El coche...

 
   

(Mirando al reloj con desesperación.)

 
   

¡Las doce ya!

575

(Ruido de un coche.)

     

BEATRIZ

 

¡Inés!

 

INÉS

 

¡Jesús! ¡Dios me valga!

 

Después de algunos momentos de silencio, aparecen el GENERAL primero, después ALFREDO.)

     
       

Escena última

     

INÉS. BEATRIZ. LUIS. ARTURO. GENERAL. ALFREDO.

     
       

INÉS

 

(Precipitándose en los brazos de ALFREDO.)

 
   

¡Alfredo!... ¡A mis brazos ven!

 

ALFREDO

 

¡Inés!

 

GENERAL

 

¡Sobrinita, así!

 
   

¿Qué, no hay otro para mí?

 

INÉS

 

(Le abraza.)

 
   

¡Querido tío; también!

580

ALFREDO

 

¿Por qué te afliges?

 

BEATRIZ

 

(A INÉS.)

 
   

No llores.

 

LUIS

 

Doy a usted mi enhorabuena.

 

ALFREDO

 

Yo a usted gracias por la pena

 
   

que se ha tomado.

 

BEATRIZ

 

Esas flores

 
   

que se desprenden, Inés,

585

   

en cada lágrima queden

 
   

para luego, porque pueden

 
   

ser recogidas después.

 

ALFREDO

 

Y ahora.

 

BEATRIZ

 

¿Y cómo?

 

ALFREDO

 

(Tomando las manos de INÉS.)

 
   

Es muy llano:

 
   

sobre su mano caídas.

590

   

las tiene usted recogidas

 
   

por mi boca de su mano.

 

(Besándolas.)

     

BEATRIZ

 

No parece usted marido

 
   

de Inés.

 

ALFREDO

 

Pues, Beatriz, lo soy,

 
   

y no me duele ser hoy

595

   

lo mismo que ayer he sido.

 

ARTURO

 

¿Y del vizconde... se sabe?

 

ALFREDO

 

No está bueno.

 

ARTURO

 

Un arañazo...

 

GENERAL

 

Caballerito, un balazo.

 

ARTURO

 

¿La herida será?...

 

ALFREDO

 

Muy grave.

600

BEATRIZ

 

(Riéndose.)

 
   

¡Pobre vizconde!

 

ARTURO

 

¡Qué mengua!

 

ALFREDO

 

No la hay en salir herido.

 

GENERAL

 

Cuatro muelas ha perdido

 
   

y la mitad de la lengua.

 

ARTURO

 

Es decir que tira mucho

605

   

Alfredo...

 

GENERAL

 

Yo se lo fío.

 
   

¡Discípulo de su tío!

 

ARTURO

 

¡Cáspita! ¿Qué es lo que escucho?

 

ALFREDO

 

(A Inés en voz baja.)

 
   

¿Qué tienes? Esa tristeza,

 
   

señora, ¿qué viene a ser?

610

INÉS

 

Que tú has cumplido un deber,

 
   

Alfredo, y que el mío empieza.

 

ALFREDO

 

¡Prudencia!

 

INÉS

 

Por un momento

 
   

atención pido a los tres.

 

ARTURO

 

¿No somos cinco?

 

INÉS

 

Así es;

615

   

a los cinco, y va de cuento.

 
   

Rivera, que está delante,

 
   

fue allá en mis años primeros

 
   

la flor de los caballeros

 
   

y algo más, pues fue mi amante.

620

   

Don Luis de Castro su sino

 
   

puso en mi amor; pero luego

 
   

de dos parientes al ruego

 
   

cambiose nuestro destino.

 
   

Y en tanto que él, por llenar

625

   

obligaciones viajaba,

 
   

yo en Madrid me esclavizaba

 
   

a Alfredo sin murmurar.

 
   

A los dos años... mi cuento

 
   

tropieza aquí, y no se espanta

630

   

del tropezón con la santa

 
   

voluntad de un testamento.

 
   

A los dos años volvió,

 
   

como en mis años primeros,

 
   

la flor de los caballeros,

635

   

más galán que se marchó.

 
   

Rendido estuvo a mis pies

 
   

anoche, y en su alegría,

 
   

«no me caso, me decía,

 
   

si usted no me casa, Inés.»

640

   

Así, pues, con un derecho

 
   

que no es de Luis, sino mío,

 
   

y el testamento de un tío,

 
   

el matrimonio está hecho...

 

(Enlazando las manos de LUIS y BEATRIZ.)

     
   

¡Y ojalá que en la ventura

645

   

que en el mundo los espera,

 
   

me guarden a mí siquiera

 
   

un recuerdo de ternura!

 

BEATRIZ

 

Querida Inés, tu amistad...

 

ALFREDO

 

(Aparte.)

 
   

¡Pobre Inés!

 

LUIS

 

¡Cuánto padece!

650

   

Su sacrificio merece

 
   

otro más grande en verdad.

 

GENERAL

 

¿Serás la madrina?

 

INÉS

 

¿Yo?

 

BEATRIZ

 

Seguro.

 

ALFREDO

 

No hay que dudar...

 

LUIS

 

Alfredo, quisiera hablar

655

   

con ella a solas...

 

ALFREDO

 

¡Pues no!...

 
   

Hable usted...

 

(ALFREDO, BEATRIZ, GENERAL y ARTURO hablan en secreto.)

     

LUIS

 

Ya sin colores

 
   

brillantes y sin aroma,

 
   

pues que tuyas fueron, toma

 
   

y guarda mucho esas flores...

660

   

(Dándole el ramo y el pañuelo.)

 
   

que en sus hojas guarecida

 
   

alguna lágrima ardiente

 
   

andará, postrer presente

 
   

de amor, en mi despedida...

 

ALFREDO

 

Ramo y pañuelo... ¡La acción

665

   

es buena!

 

(INÉS le da el ramo y el pañuelo.)

     

INÉS

 

Son tus despojos...

 

ALFREDO

 

Acabe, Inés, la aflicción...

 

INÉS

 

Últimas memorias son

 
   

que se salen por los ojos...

 
   

Beatriz, la boda al momento.

670

BEATRIZ

 

Cuando quieras.

 

INÉS

 

(En voz baja a ALFREDO.)

 
   

Y después

 
   

un viaje a París.

 

ALFREDO

 

Consiento.

 

INÉS

 

Mañana.

 

BEATRIZ

 

Corriente, Inés,

 
   

si es ese tu pensamiento.

 

GENERAL

 

Olvido de lo pasado

675

   

y almorcemos, ¡vive dios!

 
   

que hambre tengo de soldado.

 

ARTURO

 

General... ¿Se le ha olvidado?

 

GENERAL

 

¡Abracémonos los dos!

 

(Se abrazan.)

     

INÉS

 

¡Alfredo!

 

ALFREDO

 

Inés, alegría,

680

   

y ensancha ese corazón

 
   

que es muy glorioso este día;

 
   

la virtud y la razón

 
   

triunfaron, hermosa mía.

 
   

No temas que maldiciente,

685

   

los hechos desfigurando,

 
   

el mundo tu historia cuente,

 
   

que el mundo se calla, cuando

 
   

la virtud alza su frente.

 

FIN DE LA COMEDIA.

     


JUNTA DE CENSURA DE LOS TEATROS DEL REINO.

Madrid, 26 de Setiembre de 1851.

Aprobada y devuélvase.

Juan Valero y Soto.


Artículos de los Reglamentos orgánicos de Teatros, sobre la propiedad de los autores o de los editores que la han adquirido.

«El autor de una obra nueva en tres o más actos percibirá del Teatro Español, durante el tiempo que la ley de propiedad literaria señala, el 10 por 100 de la entrada total de cada representación, incluso el abono. Este derecho será de 3 por 100 si la obra tuviese uno o dos actos.» Art. 10 del Reglamento del Teatro Español de 7 de febrero de 1849.

«Las traducciones en verso devengarán la mitad del tanto por ciento señalado respectivamente a las obras originales, y la cuarta parte las traducciones en prosa.» Ídem art. II.

«Las refundiciones de las comedias del teatro antiguo, devengarán un tanto por ciento igual al señalado a las traducciones en prosa, o a la mitad de éste, según el mérito de la refundición.» Ídem art. 12.

«En las tres primeras representaciones de una obra dramática nueva, percibirá el autor, traductor, o refundidor, por derechos de estrella, el doble del tanto por ciento que a la misma corresponda. Ídem art. 13.

«El autor de una obra dramática tendrá derecho a percibir durante el tiempo que la ley de propiedad literaria señale, y sin perjuicio de lo que en ella se establece, un tanto por ciento de la entrada total de cada representación, incluso el abono. El máximum de este tanto por ciento será el que pague el Teatro Español, y el mínimum la mitad.» Art. 59 del decreto orgánico de Teatros del Reino, de 7 de febrero de 1849.

«Los autores dispondrán gratis de un palco o seis asientos de primer orden en la noche del estreno de sus obras, y tendrán derecho a ocupar también gratis, uno de los indicados asientos en cada una de las representaciones de aquéllas.» Ídem art. 60.

«Los empresarios o formadores de Compañías llevaran libros de cuenta y razón, foliados y rubricados por el Jefe Político, a fin de hacer constar en caso necesario los gastos y los ingresos.» Ídem art. 78.

«Si la empresa careciese del permiso del autor o dueño para poner en escena la obra, incurrirá en la pena que impone el art. 23 de la ley de propiedad literaria.» Ídem art. 81.

«Las empresas no podrán cambiar o alterar en los anuncios de teatro los títulos de las obras dramáticas, ni los nombres de sus autores, ni hacer variaciones o atajos en el texto sin permiso de aquéllos; todo bajo la pena de perder, según los casos, el ingreso total o parcial de las representaciones de la obra, el cual será adjudicado al autor de la misma, y sin perjuicio de lo que se establece en el artículo antes citado de la ley de propiedad literaria.» Ídem art. 82.

«Respecto a la publicación de las obras dramáticas en los teatros, se observarán las reglas siguientes:

1.ª Ninguna composición dramática podrá representarse en los teatros públicos sin el previo consentimiento del autor.

2.ª Este derecho de los autores dramáticos durará toda su vida, y se transmitirá por veinte y cinco años, contados desde el día del fallecimiento, a sus herederos legítimos, o testamentarios, o a sus derecho-habientes, entrando después las obras en el dominio público respecto al derecho de representarlas.» Ley sobre la propiedad literaria de 10 de junio de 1847, art. 17.

«El empresario de un teatro que haga representar una composición dramática o musical, sin previo consentimiento del autor o del dueño, pagará a los interesados por vía de indemnización una multa que no podrá bajar de 1000 reales ni exceder de 3000. Si hubiese además cambiado el título para ocultar el fraude, se le impondrá doble multa.» Ídem art. 23.