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La madre hipócrita
Comedia en tres actos
Juan Ignacio González del Castillo
Personas
DON PEDRO. DOÑA TECLA.
DON EUSEBIO. DOÑA CLARA.
DON PRUDENCIO. JUAN.
DON CARLOS. RITA.
DON BRUNO. ALGUACILES.
Acto primero
Escena I
Aparecen: DOÑA TECLA, sentada, con un libro en la mano; RITA, cosiendo; y DON EUSEBIO, paseándose por la escena, como enfadado.
DON EUSEBIO ¡Vaya; si estoy que echo chispas!
Todos se han puesto de acuerdo
para sofocarme.
DOÑA TECLA ¡Hombre!;
por amor de Dios te ruego
que no me quites la vida. 5
DON EUSEBIO Si es malo tener buen genio.
Pues no; como se me suba
la tramontana a los sesos,
han de acordarse de mí. (Pateando.)
RITA ¡Jesús, qué coraje! Apuesto 10
que ha reñido con la moza.
DOÑA TECLA ¿Qué tienes, amado Eusebio?
DON EUSEBIO No me muela usted.
DOÑA TECLA ¡Qué cruz
se ha servido darme el Cielo!
No sé qué quiere este hijo. 15
Yo lo mimo, lo contemplo,
tapo todos sus deslices
por que no llegue a saberlos
su padre y lo aturda a gritos;
si necesita dinero 20
para divertirse, encuentra
mi bolsillo siempre abierto.
¿Qué trampas no le he pagado
por que el niño esté contento?
¿Y qué fruto es el que saco 25
de mi bondad? Sólo ceños,
malos modos, respostadas,
rabietas, votos y ternos.
Así, ni duermo ni como;
lloro, suspiro y me seco 30
como un esparto. ¡Qué vida!
¡Jesús! No se la deseo
a mi mayor enemigo.
Me ha de llevar al infierno.
DON EUSEBIO A mí sí que ha de llevarme; 35
porque estoy tal, que aborrezco
la vida. ¡Voto a...! Mañana
tomo las de Villadiego,
o me encuentran en mi casa
con un lazo en el pescuezo. 40
DOÑA TECLA ¡Ay, qué desesperación!
¡De escucharlo me estremezco!
Vea acá, Eusebio de mi alma;
sosiégate. ¿Qué te han hecho?
Descúbrete con tu madre. 45
DON EUSEBIO Cállese usted, que no puedo
escuchar zalamerías.
(Remedándola.)
«Sosiégate. ¿Qué te han hecho?
Descúbrete con tu madre.»
¿Para qué son fingimientos, 50
si sabe usted como yo
la causa de mi despecho?
DOÑA TECLA No me atrevo a replicarte;
pero, niño, te prometo
como cristiana, aunque mala, 55
que no puedo caer en ello.
DON EUSEBIO ¡Si la tienen a usted lela
los escrúpulos! ¡Me quemo!
Mas, por vida de los diablos,
que aunque haga yo un desacierto 60
nada importa, como usted
se dé golpes en los pechos.
DOÑA TECLA ¿Pero a ti qué pesadumbre
puede darte el casamiento
de tu hermana?
DON EUSEBIO ¡Friolerilla! 65
Si digo yo... ¿Conque debo
tolerar que un señor mío
venga allá de los infiernos
a llevarse con sus manos
lavadas treinta mil pesos, 70
que pudiera yo gastar
con más razón y derecho?
RITA Dice bien el señorito.
Vaya el señor don Prudencio
al Perú, que allí hallará 75
negras con mucho dinero.
DOÑA TECLA ¿Y si éste no se los lleva,
no es fuerza que con el tiempo
tengan otro poseedor?
DON EUSEBIO ¡Qué poquísimo talento! 80
¿Por qué es esa precisión?
¿No hay en Cádiz mil conventos
dónde meterla? Si acaso
rabian ustedes por nietos,
aquí estoy; me casaré. 85
No soy de los majaderos
que repugnan la elección
de sus padres. En no siendo
una Minerva la novia,
¿qué importa que sea un escuerzo? 90
No; por eso no habrá riñas;
yo doy mi palabra. Pero
partir con otro el caudal
y quedarme casi en cueros,
representando el papel 95
más ridículo del pueblo,
no lo sufriré. Más claro:
si no pone usted remedio,
pasará por el dolor
de verme en un Regimiento, 100
donde en la primera guerra
me rompa una bala el pecho,
y tenga usted luego el gusto
de hacer muecas en el duelo.
DOÑA TECLA No lo permita el Señor, 105
por quien es. ¡Jesús! Primero
su Divina Majestad
me lleve a su santo reino.
¡Qué fiel es mi corazón! (Llora.)
Desde el punto que en Laredo 110
formó tu bendito padre
el insensato proyecto
de esta boda, la camisa
no se me ha pegado al cuerpo.
Nadie, nadie sufre más... 115
Dios lo reciba en descuento
de mis culpas y pecados.
RITA Mas, señora, ¿no habrá medio
de aguar la boda y echarle
a la señorita el velo? 120
DOÑA TECLA Si ella no consiente, ¿cómo?
DON EUSEBIO Mi hermana es dócil de genio,
sencillota y obediente.
RITA Es un ángel.
DOÑA TECLA Pero temo
que su padre...
DON EUSEBIO Para padre 125
ya buscaremos un perro
de oreja que nos le ponga
más mansito que un cordero.
Mas Clara viene. Entre todos,
con facilidad podremos 130
convencerla.
DOÑA TECLA Déme Dios
en esta ocasión acierto.
Escena II
DICHOS y DOÑA CLARA.
RITA Aquí está madre.
DOÑA CLARA ¿Has echado
el dobladillo al pañuelo?
RITA Un lado me falta.
DOÑA TECLA Ven. 135
Siéntate, Clara, un momento.
DOÑA CLARA ¿Qué me manda usted?
DOÑA TECLA Parece
que estás triste.
DOÑA CLARA ¿Yo? No tengo
causa para estarlo.
DOÑA TECLA Y bien;
¿qué dices de don Prudencio? 140
Me parece un poco tosco.
DOÑA CLARA Pues yo, señora, lo encuentro
bastante fino.
DON EUSEBIO ¡Ah, ah, ah!
¿Fino ese bestia? Por cierto
que te precias de buen gusto. 145
¿No le ves aquel sombrero
colosal, aquel calzón
como bailarín grotesco,
aquel espadín cosido
a la pretina, aquel pelo 150
empavonado a la gringa,
y, en fin, todo aquel pergeño
de mayorazgo asturiano?
RITA Vaya; si cuando lo veo
entrar en casa..., ¡ah, ah!..., 155
se me figura un maestro
de albañil con el ajuar
del día de Corpus.
DOÑA CLARA Yo creo
que no es fina una persona
por seguir los devaneos 160
de la moda, y consumir
en fruslerías el tiempo.
Yo llamaré fino a un hombre
atento, honrado y discreto,
afable en la sociedad 165
y de nobles sentimientos;
y, según este retrato,
es muy fino don Prudencio.
DON EUSEBIO ¿Qué sabes tú de finura?
DOÑA CLARA Ya sé que son mis talentos 170
muy escasos.
DOÑA TECLA No lo son,
hijita mía; y por eso
me admiro de que no elijas
un camino más perfecto.
Créeme, hija mía: el sayal 175
es el adorno más bello
de la virtud, y si quieres
ser dichosa, en un convento
lo serás. ¡Ah, si yo fuera
doncellita para hacerlo! 180
RITA ¡Perra de mí, que he enterrado
tres maridos! Si lo hecho
se pudiera deshacer,
¡qué chasco le daba al feo
de Patillas! Un Domingo 185
de Ramos fuera mi entierro.
DOÑA CLARA Ustedes dicen muy bien,
y yo igualmente confieso
la perfección del estado
religioso; pero hablemos 190
con madurez y franqueza.
Si yo, señora, no tengo
ni fuerzas ni vocación,
¿no fuera loco denuedo
exponerse a ser la presa 195
del llanto, el dolor y el tedio?
Mis ideas me encadenan
a la sociedad, y creo
que en ella seré feliz
al lado de don Prudencio. 200
DON EUSEBIO ¡Sí, feliz! Eres muy tonta,
muy bruta. Puedes creerlo.
Mas ya se ve: si no ha visto
más mundo que el costurero,
la cocina, el tocador, 205
el estrado y el paseo,
¿no ha de hablar mil desatinos?
RITA ¡Qué bien dice usted! Por eso
todas rabian por casarse
cuando niñas. ¡Ya! Creemos 210
que es el santo matrimonio
un alegre pasatiempo,
y soñamos con la boda;
pero así que nuestro dueño
empieza a juntar las cejas 215
y a espantarnos con el gesto...,
¡ay qué gusto!, entonces sí
que van los treinta dineros
con mil demonios.
DOÑA TECLA ¡Jesús!
Dígalo yo, que con estos 220
angelitos he pasado
el purgatorio... ¡Si tiemblo
de acordarme! ¡Qué batalla!
Y después de todo, el Cielo
me dio un marido, ¡qué hombre!; 225
siempre está arrojando fuego
por los ojos; es un tigre;
no se puede con su genio.
DON EUSEBIO ¿Ve usted todo ese mal trato?
Pues no es siquiera un bosquejo 230
de lo que toleran otras.
Los maridos de estos tiempos
manejan el acebuche
con mucha gracia.
DOÑA CLARA No niego
que los hombres bajos hacen 235
eso, y mucho más que eso;
pero los hombres de honor,
de educación y talento
no cometen tal vileza.
DON EUSEBIO No, hija mía; todo cuerdo 240
marido maneja el palo
como yo hacerlo prometo.
Muchos palos, muchos, muchos.
DOÑA CLARA Yo no dudo esos excesos,
porque suele ser peor 245
el vulgo de caballeros.
DON EUSEBIO Eso es decirme que soy
un ignorante.
DOÑA CLARA Tus hechos
son los que te califican.
DON EUSEBIO ¿Tú me pierdes el respeto? (La amenaza.) 250
DOÑA CLARA No tienes la culpa, no,
sino quien no pone freno
a tu osadía.
DOÑA TECLA ¡Villana!;
¿qué quieres decir con eso?
DOÑA CLARA Que usted, señora, debiera 255
reprimir los desafueros
de mi hermano.
DOÑA TECLA ¿Tú te atreves
a darme, infame, consejos?
DON EUSEBIO ¿Tú insultas a madre?
DOÑA CLARA ¿Yo?
DOÑA TECLA ¡Dios mío, que llueva fuego; 260
y convertidla en pavesas,
como hicisteis, otro tiempo,
con Sodoma y con Gomorra!
DON EUSEBIO Márchate de aquí, o te quiebro
una costilla.
DOÑA CLARA ¡Dios mío! 265
Yo no tengo sufrimiento.
Acabadme de sacar
de esta vida o este infierno. (Vase.)
Escena III
DICHOS, menos DOÑA CLARA.
RITA Por fin ya va santiguada.
Al fin la convenceremos. 270
DON EUSEBIO A no estar madre delante,
hubiera llevado el premio...
DOÑA TECLA Si es tan mala, tan hereje
como su padre. Lo menos
la tentará Satanás 275
diez veces al día. El Cielo
se duela de ella y aclare
la luz de su entendimiento.
Escena IV
DICHOS y DON PEDRO.
DON PEDRO ¿Qué tiene Clara, que está
querellándose allá dentro? 280
DOÑA TECLA No me hables de esa insolente.
¡Si la hubieras visto! El grueso
de un cabello no ha faltado
para arañarme.
RITA ¡Qué genio
tiene la tal señorita! 285
DON PEDRO ¿Quién la ha llamado a este entierro?
Cosa y cállese.
RITA Señor,
yo los labios no despego.
DON PEDRO Y, vaya, ¿cuál fue el motivo?
DOÑA TECLA Haberle dado un consejo 290
saludable.
DON PEDRO ¿Pero cuál?
DOÑA TECLA Si tú no me dejas tiempo
para hablar...
DON PEDRO Las cosas, prontas.
No me ande usted con rodeos.
DOÑA TECLA Hombre, ya voy a decirlo. 295
No me sofoques, que tengo...
DON PEDRO Al caso.
DOÑA TECLA Yo le decía
que todos nuestros desvelos
deben siempre dirigirse
a ganar la gloria.
DON PEDRO Bueno. 300
Pero vamos al asunto.
DOÑA TECLA Por Dios, no me apures, Pedro.
Yo acabaré. Le decía
que, siendo tantos los riesgos
de este mundo, donde hallamos 305
a cada paso un despeño,
me parecía que el modo
de asegurar una el cielo
era encerrarse en el claustro.
DON PEDRO Bien temía yo que el cuento 310
fuese alguna bobería.
DOÑA TECLA ¿Son éstas cosas de juego
para que te mofes de ellas?
DON PEDRO ¿Conque, cuando yo la tengo
prometida, viene usted 315
a tratarnos de convento?
¿Soy algún niño, señora,
para plantar a un sujeto
de estimación?
DOÑA TECLA Pero cuando
la causa es tan justa, creo 320
que no se debe agraviar.
DON PEDRO Pero dirá don Prudencio,
con muchísima razón,
que si no tuvimos tiempo
de consultarlo. Además 325
que ella no quiere; y primero
la casara con un pobre
que violentarla a un encierro.
DOÑA TECLA ¿Conque es bueno que los hijos
hagan su gusto?
DON PEDRO Debemos 330
no obligarlos a abrazar
estado contra su genio.
DOÑA TECLA ¡Qué dislate! Si leyeras
dos renglones del Espejo
de cristal fino, pensaras... 335
DON PEDRO Si otra vez a saber vuelvo
que incomodas a Clarita
con tus pantomimas, vengo
y hago una hoguera de todos
tus libros y mamotretos. 340
DOÑA TECLA Eres un hereje.
DON PEDRO Ya;
hereje porque no creo
tus gazmoñadas. No, Tecla;
no te cuelas con tus gestos
y jaculatorias. Mira 345
que te conoce bien Pedro.
No consiste la virtud
en correr de templo en templo
abandonando su casa,
descuidando al mismo tiempo 350
la educación de sus hijos.
Sí, mi señora; los rezos
y los ayunos no sirven
si no cumplimos primero
con nuestras obligaciones. 355
No empieces ya con pucheros.
Esta es la verdad; y yo
he de decir lo que siento.
DOÑA TECLA ¡Dios mío, qué infeliz soy!
Pero mucho, y más merezco 360
por mis gravísimas culpas.
DON EUSEBIO Padre; mire usted...
DON PEDRO ¿Qué es esto?
¿Tú me reconvienes? ¡Hola!
Mira que a ti no te tengo
por santo, y te romperé 365
una docena de huesos.
DOÑA TECLA Hombre, no me aflijas más.
DON PEDRO ¿Te aflijo porque reprendo
lo que es justo? ¡Ignorantona,
mojigata!
DOÑA TECLA Yo no puedo 370
sufrir más. ¡Eterno Dios;
(Se arrodilla y levanta los brazos.)
libradme de este tormento
y llevadme a descansar
a la gloria; yo os lo ruego
por el ángel de mi guarda; 375
por el apóstol San Pedro;
por todas las once mil
Vírgenes; por...!
DON PEDRO ¡Yo me quemo!
Di por todo el almanaque,
y así acabarás más presto. 380
¡Qué embustera! Yo me voy,
pues si la escucho no hay medio:
o he de reventar de rabia
o he de hacer un desacierto. (Vase.)
Escena V
DICHOS, menos DON PEDRO.
DOÑA TECLA ¡Anda con cinco mil diablos! 385
¿Han visto ustedes qué genio
tan endiablado?
DON EUSEBIO A no ser
mi padre...
RITA No he visto un viejo
más colérico. ¡Caramba!,
que por usted lo tolero. 390
¡No faltaba más! ¡Pues soy
bonita yo para esto!
Nadie, nadie me ha metido
el resuello para dentro.
DON EUSEBIO ¡Vive Dios, que he de impedir 395
el dichoso casamiento,
solamente por vengarme
de Su Merced!
DOÑA TECLA ¡Cómo, Eusebio!
¿Pues qué pretendes hacer?
DON EUSEBIO ¡Qué sé yo! Si no hallo medio, 400
seré capaz de aguardar
una noche a don Prudencio
y darle un pistoletazo.
DOÑA TECLA No, hijo mío; no lo apruebo.
Eso es perderte. ¡Jesús! 405
No lo permitan los cielos.
DON EUSEBIO Pues ellos no han de casarse,
RITA ¿Y para qué es el ingenio?
¡Miren qué dificultad!
Con un empate está hecho. 410
DOÑA TECLA ¿Cómo, Rita?
RITA El escribiente
es un mozo de talento
que falsea cualquier firma...
DOÑA TECLA ¡Jesús, hija! Yo no puedo
entrar en ese embolismo. 415
DON EUSEBIO ¡El escrúpulo está bueno!
¿Conque usted, sin duda, quiere
que yo mate a don Prudencio,
y tenga después que andar
por esos mundos, huyendo? 420
DOÑA TECLA No, hijito... ¡Jesús! La pena
me matara sin remedio.
RITA Vamos; que aún falta saber
si el don Carlos querrá hacerlo.
DON EUSEBIO ¿No lo ha de hacer? ¡Toma! El otro 425
es un amigo de aquellos
que saben sacrificarse
por su amigo. ¡Qué bureos
hemos tenido! No hay más;
en diciendo que en el juego 430
me presta, todo está dicho.
Y si no, pronto saldremos
del cuidado. ¿Juan, Juan, Juan?
Escena VI
DICHOS y JUAN.
JUAN Más gritos. Para boyero
tiene usté una voz que asombra. 435
DON EUSEBIO ¿En dónde estabas, camello?
JUAN ¡Toma! Recogiendo puntas
de cigarro por el suelo.
DON EUSEBIO ¿Y eso es antes que acudir
cuando llamo?
JUAN Por supuesto, 440
que en el día los chicotes
deben pisarse. Está bueno
para chanzas el tabaco.
Ayer me dio el estanquero
raíces de escorzonera 445
por cigarros. ¡Qué gran perro!
DON EUSEBIO Reniego de tu tabaco
y tu pesadez. Ve presto,
y di a don Carlos que suba.
JUAN ¿Tiene usté en el cañutero 450
algún chicotico?
DON EUSEBIO Marcha
a lo que digo, o te arreo
con el pie.
JUAN Ya voy, señor.
Búsquelo usted para luego.
DON EUSEBIO Bien; lo buscaré.
JUAN Siquiera 455
porque le traigo y le llevo
cuando se ofrece... No digo
nada más. Usté es discreto. (Vase.)
Escena VII
DICHOS, menos JUAN.
DON EUSEBIO ¡Qué postema!
RITA Es como el plomo.
DON EUSEBIO No tenga usté algún recelo. 460
Yo sé bien quién es don Carlos.
No digo yo a don Prudencio,
que parece un poco tonto;
pero al hombre más experto
es capaz, si se le pone 465
en los cascos, de envolverlo.
RITA ¡Cómo me gustan los hombres
que tienen entendimiento!
Pero él viene.
Escena VIII
DICHOS y DON CARLOS, sin sombrero, con la pluma en la mano.
DON CARLOS Juan me dijo
que me llamabas.
DON EUSEBIO Es cierto. 470
DON CARLOS ¿Qué me quieres?
DON EUSEBIO Siéntate.
DON CARLOS Ahora sentarme no puedo,
porque el tío solicita
que vaya por el correo
una maldita factura, 475
y ya la estoy concluyendo.
DON EUSEBIO Pues, Carlitos, te llamamos
para que luzcas tu ingenio.
DON CARLOS Vaya, ¿y qué es el caso?
DON EUSEBIO Escucha.
¿Qué hablamos en el paseo 480
ayer tarde?
DON CARLOS Allí se habló
de que estabas sin dinero
y... ¿qué sé yo? ¡Se trataron
tantas cosas!...
DON EUSEBIO Lo primero,
¿no fue de mi hermana?
DON CARLOS Sí; 485
acerca del casamiento.
DON EUSEBIO Y bien; ¿qué te dije yo?
DON CARLOS Que estabas hecho un veneno,
viendo que será preciso
partir con un forastero 490
tu caudal; y yo te dije
que todo tiene remedio,
menos la muerte.
DON EUSEBIO Es verdad;
y, como me ayudes, tengo
de desbaratar la boda. 495
DON CARLOS Ya tú conoces mi genio.
¿Qué quieres que haga por ti?
DON EUSEBIO Una bagatela. Quiero
que te finjas novio antiguo
de Clara, con documentos 500
falsificados, con prenda
(que ésa acá te la daremos)
y, en fin, con los requilorios
de un empate.
DON CARLOS Ya te entiendo.
¡Cáscaras!, que el enredillo 505
es peliagudo. Primero
será menester pensarlo.
DON EUSEBIO ¡Cómo! ¿Tú tienes recelo?
No lo creyera. ¿Y de qué?
DON CARLOS ¿Te parece que don Pedro 510
armará poco ruido?
Mira: lo menos, lo menos,
me plantará en la del Rey;
y, ya se ve, yo no siento
dejar la casa, sino 415
adquirir en el comercio
mala fama. Ya tú sabes
que mas que tenga un casero
cuatrocientos extravíos,
nadie le roe los huesos; 420
pero como el infeliz
piense en casarse, al momento
le cierran todas las puertas,
y se queda pereciendo.
DON EUSEBIO Vaya, vaya, que el reparo 525
me ha hecho fuerza. Mira, necio:
en muriéndose mi padre,
¿no serás, entonces, dueño
de la casa? Tú no ignoras
que me fastidia el manejo 530
de los negocios y que
necesito un compañero
que dirija esa monserga,
mientras ando en mis bureos.
¿Conque a quién podré elegir 535
mejor que a ti, por tu genio,
tu honradez y..., la verdad,
porque te estimo?
DON CARLOS No niego
que será así. Pero mientras
que no se le antoje al viejo 540
salir de este mundo, ¿cómo
sin destino me mantengo?
DON EUSEBIO Con lo que yo te señale.
DON CARLOS Pero tú...
DOÑA TECLA ¡Jesús! Por eso
no se desconsuele usted. 545
Dios no lo permita; pero
si por mi causa lo viese
desacomodado, creo
que hasta la postrer alhaja
vendiera por socorrerlo. 550
DON EUSEBIO Hombre, no tengas cuidado.
Quince, veinte, treinta pesos
que necesites al mes
para la broma o el juego,
se te darán al instante. 555
Mira: mi padre está enfermo.
Él es regañón; mañana
de un berrinchín queda tieso;
y entonces, Carlitos mío,
nosotros dos triunfaremos. 560
Vaya, responde: ¿lo harás?
DON CARLOS Me pones e un estrecho...
DON EUSEBIO No seas tímido.
RITA ¡Qué hombre
tan cobardísimo!
DOÑA TECLA ¿Puedo
lisonjearme, don Carlos, 565
de que empleará sus talentos
en servirnos?
DON CARLOS Sí, señora;
ya estoy a todo resuelto.
¿Qué no haré yo por ustedes?
Si supiera que don Pedro 570
me daba un pistoletazo,
no he de ceder del empeño.
DON EUSEBIO Ahora sí que eres mi amigo.
RITA ¡Si don Carlos vale un reino!
DOÑA TECLA Crea que, en mis devociones, 575
no lo olvidaré.
DON CARLOS Por cierto
que si me despide el tío,
me pondré gordo con eso.
DOÑA TECLA ¡Jesús! Cuente usted, don Carlos,
con mis facultades.
DON EUSEBIO Presto; 580
ven a escribir el papel;
y tú, Rita, ve allá dentro,
y mira lo que le puedes
pescar a mi hermana.
RITA Quedo
impuesta. Seguro está 585
que se malogre el proyecto
por falta de prenda. ¡En buenas
manitas está el pandero!
DON EUSEBIO Ven, Carlitos.
DON CARLOS Ya tú ves
a lo que me comprometo 590
por servirte, y que yo...
DON EUSEBIO Vamos;
y ahora no pienses en ello.
(Vanse los dos.)
RITA Voy a descubrir el campo. (Vase.)
DOÑA TECLA Y yo en mi cuarto me encierro
a implorarte los auxilios 595
que necesitas del Cielo.
Acto segundo
Escena I
DON EUSEBIO, DON CARLOS y luego RITA.
DON CARLOS ¡Qué diablura! Sobre que
tiemblo de pies a cabeza
cuando pienso en los bufidos
que dará tu padre.
DON EUSEBIO Deja,
que después lo amansaremos. 5
Sobre todo, el que desea
manejar plata y hacer
un papel brillante, es fuerza
que estafe, embrolle y engañe;
y si acabase en tragedia, 10
paciencia, que alguna cosa
debe exponer el que juega.
DON CARLOS Es que yo temo la cárcel.
DON EUSEBIO ¿Cárcel por una friolera?
¡Qué cobarde!... Pero aguarda, 15
que Rita viene. ¿Y la prenda,
pudiste pescarla?
RITA (Saliendo.) ¡Toma!
Ya hice yo mi diligencia;
y si ustedes no me creen,
será preciso que crean 20
a esta sortija, que tiene
un rubí como una rueda
de molino.
DON EUSEBIO Un reino vales.
RITA ¡Qué favores!
DON EUSEBIO Di, morena;
¿me quieres dar un abrazo? 25
RITA Me sofoco si me aprietan.
DON CARLOS Yo los doy con suavidad.
DON EUSEBIO Y yo también.
RITA Anda fuera,
tentación. (Huye, y la siguen.)
DON EUSEBIO No has de escaparte.
Escena II
DICHOS y DOÑA TECLA.
DOÑA TECLA Niños, ¿qué algazara es ésta? 30
RITA Si me quieren abrazar...
DOÑA TECLA ¿Qué es esto? Suéltala, o llevas
un pellizco.
DON EUSEBIO También hay
para usted. (La abraza.)
DOÑA TECLA ¡Que me revientas!
Toma, para que escarmientes. 35
¡Qué criaturas! Sólo piensan
en jugar.
DON EUSEBIO ¡Toma! Lo mismo
haría usted cuando doncella.
No empiece usted a marearnos
con sus sermones; y sepa 40
que el novio postizo tiene
asegurada la prenda
y la palabra.
DOÑA TECLA ¿Tan presto?
¡Ay, que las carnes me tiemblan!
Mi señora Santa Rita; 45
cuatro milagros de cera
y uno de plata os ofrezco
si nos sacáis de la empresa.
DON EUSEBIO ¡Toma si nos sacará;
como que en la faltriquera 50
tengo una carta que vale
un tesoro!
DOÑA TECLA ¡Cómo!
DON EUSEBIO En ella
se manifiesta que el padre
de don Prudencio desea
la conclusión de la boda 55
para quebrar.
DOÑA TECLA ¡Qué vileza!
¿Pero quién la escribe?
DON EUSEBIO Él mismo.
DOÑA TECLA ¿Y a quién?
DON EUSEBIO ¡La pregunta es buena!
¿A quién ha de ser? Al hijo.
DOÑA TECLA ¡Vaya; si no lo creyera! 60
¿Y cómo llegó a tus manos?
DON EUSEBIO ¡Qué sandez! Por la estafeta
de Carlitos.
DON CARLOS Sí, señora.
Yo he falseado su letra
y el horrible garabato 65
de su firma; de manera,
que si el hijo va a Laredo
y al viejo se la presenta,
afirma que es suya, y pide
el braguero a toda priesa. 70
DOÑA TECLA ¡Jesús! ¡Jesús!... ¿Y a qué fin
es esa carta?
DON EUSEBIO Usted vea,
oiga y calle, que yo sé
lo que me hago.
DOÑA TECLA Me llenan
de temor tus travesuras. 75
¡Señor; oíd a esta sierva!
Escena III
DICHOS y JUAN.
JUAN Ahí está...
DON EUSEBIO ¿Quién? Habla, bruto.
JUAN Pero si usted no me deja...
DON EUSEBIO Si eres un asno... Prosigue.
JUAN Ahí está...
DON EUSEBIO Me desespera 80
este tonto.
DOÑA TECLA No te irrites.
RITA ¿Tienes frenillo en la lengua?
JUAN ¿He de hablar de carretilla?
Por cierto que es linda tema.
DOÑA TECLA Vaya, ¿quién es?
JUAN Don Prudencio. 85
DON EUSEBIO Pase adelante. ¿Qué esperas?
JUAN ¿Tiene usté aquel encarguito?
DON EUSEBIO ¿Qué encargo?
JUAN ¿Ya no se acuerda
de aquello?
DON EUSEBIO Di: ¿qué es aquello?
JUAN Toma; aquello que jumea. 90
RITA Explícate.
JUAN El chicotito
que le pedí habrá hora y media.
DON EUSEBIO Yo no sé cómo te aguanto.
RITA Ve a lo que te mandan, bestia.
JUAN Por Dios, no me olvide usted, 95
porque el vicio no me deja... (Vase.)
Escena IV
DICHOS, menos JUAN.
RITA ¡Qué fastidioso!
DON EUSEBIO Cuidado;
que ahora comienza la escena.
Cada cual haga el papel
que le corresponde.
DOÑA TECLA Acerca 100
aquí una silla.
RITA Aquí está.
DON CARLOS Silencio todos, que llega.
Escena V
DICHOS y DON PRUDENCIO.
DOÑA TECLA se sienta fingiendo que llora, con el pañuelo en los ojos. DON EUSEBIO cruza los brazos y se pasea, pateando. DON CARLOS se queda a un lado, en pie, con los ojos fijos en el suelo. RITA se apoya sobre el espaldar de un taburete, manifestando confusión.
DON PRUDENCIO Señores; felices días.
Mi señora doña Tecla,
¿qué es esto? ¿Qué tiene usted? 105
DOÑA TECLA ¡Ay! ¡Que ya no tengo fuerzas
para sentir!
DON PRUDENCIO Qué, señora,
¿está usté acaso indispuesta?
DOÑA TECLA No, señor.
DON PRUDENCIO ¿Pues qué otro origen
tiene ese llanto? Merezca 110
mi amistad su confianza;
descúbrame usted su pena.
DOÑA TECLA ¡Ay, mi señor don Prudencio;
que estos hijos, o estas fieras,
han de quitarme la vida! 115
DON EUSEBIO ¡Qué hermanita! Si tuviera
una pizca de dominio,
yo le aseguro...
RITA ¡Está buena
la injusticia! Yo no sé
por qué a las pobres sirvientas 120
se han de achacar los deslices
de las señoritas.
DON EUSEBIO Cierra
ese pico; que vosotras
sois siempre las tapaderas.
¡Que no pudiera yo hacer 125
hoy un ejemplar!...
DON PRUDENCIO Me llenan
ustedes de confusión.
Qué, ¿doña Clara pudiera
merecer esos extremos
de indignación?
DOÑA TECLA En la tierra 130
no hay madre más infeliz.
DON EUSEBIO ¡Estamos buenos! ¡Me tientan
los demonios!
DON PRUDENCIO Don Eusebio,
témplese usted. La promesa
de don Pedro y el amor 135
que a doña Clara me estrecha,
no me permiten, amigo,
mirar con indiferencia
los disgustos de esta casa;
y, así, no extrañe que sea 140
importuno en inquirirlos.
Vamos; ¿por qué son las quejas
de esta señora? ¿En qué pudo
doña Clarita ofenderla?
DON EUSEBIO ¿En qué?... Mejor es callar, 145
porque si hablo...
DON PRUDENCIO Prudencia;
sin irritarse.
DON EUSEBIO No, amigo;
yo no despego la lengua.
El señor, que es su rival,
puede darle la respuesta. 150
DON PRUDENCIO Pues decid.
DON CARLOS Que es la desdicha
mayor el tener pobreza. (Vase.)
Escena VI
DICHOS, menos DON CARLOS.
DON PRUDENCIO ¿Qué estilo es éste? No sé,
ciertamente, si me ofenda
de un silencio que me expone 155
a estos desaires.
DON EUSEBIO Quisiera
no darle yo la noticia;
mas, puesto que usted se queja
de mi silencio, le digo
que don Carlos tiene prenda 160
y palabra de mi hermana.
¡Indigno! ¡Con qué insolencia
se declaró! Yo no sé
cómo... ¡Vaya; si no fuera
por la que está en esa silla!... 165
Mejor es callar... Me llevan
los diablos cuando no puedo
usar de mi genio.
DOÑA TECLA ¡Vengan,
Señor, más pesares juntos
sobre este montón de tierra 170
que ha excitado vuestras iras!
RITA Señor don Prudencio: piensan
que yo he sido... (no sé cómo
explicarme) la alcahueta
de los niños. ¡Mire usted! 175
Una moza... (aunque parezca
mal que yo lo diga) tan...
DON EUSEBIO Vamos, alábate.
RITA ...honesta.
Sí, señor; puedo decirlo
con mi cara descubierta. 180
DON EUSEBIO Déjame en paz.
DON PRUDENCIO ¿Pero cómo;
doña Clarita...? ¿Es quimera?
¿Una niña tan amable,
tan recatada, tan llena
de virtudes, contraerse 185
sin la debida anuencia
de sus padres; engañarme
con una falsa terneza;
usar de unos artificios,
de un dolo, de una reserva 190
que en su edad son imposibles?
RITA Yo tampoco lo creyera;
mas, con esto, ya descubro
todo el misterio de ciertas
acciones, ciertas miradas 195
y ciertas palabras sueltas
de que nunca he maliciado.
Ya se ve; yo soy sincera
y no pienso mal de nadie.
Ayer iba a la despensa 200
por jamón, y los hallé
arrimados a la mesa
del comedor. Bien oí
que él le decía: «Ya es fuerza
quitarse la mascarilla.» 205
Preguntole entonces ella:
«¿Y cuándo será? -Mañana»,
le respondió. Entré en la pieza,
y al instante se salieron.
¿Quién formaría sospecha 210
de tres palabras al aire?
¡Estaba yo tan ajena
de este enredo! Pero ya...,
¡Jesús!..., nadie me la pega.
¿Niñas? ¡Cáspita! Si yo 215
fuese juez, no consintiera
que se pusiese una amiga
a dos leguas de una escuela.
DON EUSEBIO ¡Que no los hubiera hallado
tan sólo una vez siquiera 220
en secretitos!...
DOÑA TECLA ¡Villana;
mala hija!... No; no es ésta
la crianza que le he dado!
RITA ¡Y qué cierto!
DOÑA TECLA La perversa
siempre ha vivido a mi lado 225
como una joven honesta
RITA Y yo testigo.
DOÑA TECLA ¡Malvada!...
DON PRUDENCIO Señora; nada aprovechan
las lágrimas, aunque justas;
el despecho nada enmienda, 230
Además de eso, el delito
no es de tal naturaleza
que carezca de disculpa.
Un joven cuya presencia
con tantos méritos brilla; 235
que en el estrado, en la mesa,
desenvuelve sus talentos;
que, desde su adolescencia,
debajo de un mismo techo
hace alarde de sus prendas, 240
no es mucho que haya encendido
con sus gracias tan violenta,
tan voraz llama en el pecho
de una jovencita tierna.
DON EUSEBIO Por más que usted la disculpe, 245
yo he de hacer que se arrepienta
de su liviandad.
Escena VII
DICHOS y DON PEDRO.
DON PEDRO ¿Y quién
se ha de arrepentir? Mas, Tecla,
¿por qué lloras? Don Prudencio;
descalcémonos, que hoy riega 250
mi mujer toda la sala
con sus lágrimas; y fuera
irreverencia pisarlas
con el polvo de las suelas.
DOÑA TECLA ¿Vienes, hombre, a duplicar 255
mi martirio? Por Dios, deja
que llorando desahogue
mi corazón.
DON PEDRO ¡Qué embustera!
¡Yo me pierdo! ¡Vive Dios,
que a no ser porque dijeran...! 260
DON PRUDENCIO Esta señora, don Pedro,
con mucha razón se queja.
Una madre que ha sufrido
tantos afanes y penas
por inspirar sus virtudes 265
a una hija, dulce prenda
de su ternura, no puede
mirar con indiferencia
la ceguedad con que, hollando
todo respeto, enajena 270
su corazón, y dispone
de su mano; ligereza
que, si el amor la disculpa,
el decoro la condena.
DON PEDRO Yo no entiendo a usted.
DON PRUDENCIO Señor; 275
doña Clarita se encuentra
sin libertad. A don Carlos
le ha dado la preferencia
el amor; y yo respeto
lo que su deidad decreta. 280
DON PEDRO Pero ¿cómo? ¿Quién lo ha dicho?
¿Por dónde se sabe? Tecla,
¿qué embrollo es éste?
DOÑA TECLA Don Carlos,
a instancias de la perversa,
se ha declarado conmigo. 285
DON PEDRO ¿Qué dices? Rita, anda apriesa.
Llámame a Clara. ¡Traidora! (Vase RITA.)
Si es verdad, ¡infeliz de ella!
Escena VIII
DICHOS, menos RITA.
DON PRUDENCIO Señor don Pedro; el rigor
perjudica, no remedia 290
en estos casos, y así...
DON PEDRO Calle usted; que no hay prudencia
cuando los hijos se burlan
de la crédula terneza
de sus padres. ¡Quién juzgara 295
que toda aquella modestia,
aquella humildad, aquel
recato, aquella obediencia
fuesen sólo una impostura!
¡Qué astuta! Dios nos defienda 300
del agua mansa. No, amigo;
ya no tendré la flaqueza
de creer en gazmoñadas.
¡Hipócrita! Mira, Tecla,
el fruto de tus arrobos, 305
de esa estéril e indiscreta
santidad de que te jactas.
¿Lo ves? ¿Querrás que enmudezca
que no culpe el abandono,
la insensatez, la indolencia 310
con que educas tu familia?
DOÑA TECLA Hombre, no me aturdas; cesa.
Bien temía era preciso
que tronase la tormenta
sobre mí. Dadme, mi Dios, 315
por vuestro amor, resistencia.
Escena IX
DICHOS, DOÑA CLARA y RITA.
RITA Aquí está la señorita.
DOÑA CLARA ¿Qué manda usted?
RITA Aquí es ella.
DON PEDRO ¿Me conoce usted, señora?
DOÑA CLARA Esa pregunta me aterra, 320
padre mío.
DON PEDRO Pues si sabe
que su padre no tolera
liviandades ni perfidias,
¿cómo a mi vista no tiembla,
después de haberme burlado? 325
Diga usted, señora: ¿piensa
que con dos mimos y tres
lagrimitas me enternezca,
y proteja su delirio?
Vaya, responda; no quiera 330
que le haga hablar. (Amenazándola.)
DOÑA CLARA Padre mío;
suplico a usted que suspenda
su indignación.
DON PEDRO Vamos, habla;
no me apures la paciencia;
pues si me irrito...
DOÑA CLARA Señor; 335
si ignoro por qué se altera,
¿qué quiere usted que responda?
DON PEDRO Ya no sirven apariencias
ni disimulos; responde,
responde, pues, con presteza. 340
DOÑA CLARA Haga usted lo que gustare;
pero sé que mi inocencia
no merece esa injusticia.
DON PEDRO ¡Conque inocente! ¡Embustera!;
¿aún piensas alucinarme, 345
cuando ya la buena pieza
de don Carlos ha tenido
la solemne desvergüenza
de pedirte?
DOÑA CLARA ¿Qué don Carlos,
ni qué pretensión es ésa? 350
Yo no entiendo a usted, señor.
DON EUSEBIO Mujer, no te desentiendas.
Si ya lo sabemos todo.
DOÑA CLARA ¿Pero qué saben? ¿Desean
volverme el juicio?
DOÑA TECLA Calla; 355
y Dios no te tome en cuenta
el pesar que me ocasionas.
DOÑA CLARA ¿Qué conjuración es ésta,
Dios de mi alma?
RITA Señorita;
diga usted, por Santa Elena, 360
si en sus tratos o no tratos
la he servido de tercera.
DOÑA CLARA ¿Qué dices?
RITA Que lo declare;
porque no quiero que muerdan
mi estimación.
DOÑA CLARA ¡Yo estoy loca! 365
DON PRUDENCIO Yo, señora, aunque pudiera
quejarme de un desengaño
que desairado me deja,
es mi afecto tan leal,
que solamente la idea 370
de que serán mis suspiros
ecos de su complacencia,
ya que no temple mis ansias,
en parte las lisonjea,
DOÑA CLARA ¡Señores; yo me confundo! 375
¿Qué especie de enigma es ésta?
Hablen ustedes más claro.
¿Para qué son indirectas?
¿En qué he faltado?
DON PEDRO ¡Insolente!;
ya no han de servir tus tretas. 380
¿Juan, Juan? Veremos ahora
si la niña se hace lerda.
Escena X
DICHOS y JUAN.
JUAN ¿Qué manda usted?
DON PEDRO ¡Picarón!
¿Qué es esto? ¿Tú te presentas
fumando tabaco?
JUAN ¿Yo? 385
¡Dios mío! ¿Qué mala lengua
me ha levantado ese falso
testimonio?
DON PEDRO ¿Conque niegas
lo mismo que estoy yo viendo?
JUAN Señor; por Santa Teresa, 390
que usted se equivoca.
DON PEDRO ¿Cómo?
¿Y esa pipa?
JUAN Si está llena
de aserrín... Toma; el tabaco
no tizna mi chimenea.
DON PEDRO Mira que ya me empalagan 395
tus chanzas.
JUAN Pero si...
DON PEDRO Apriesa,
llama a don Carlos.
JUAN Corriendo...;
ya él subía la escalera.
Escena XI
DICHOS y DON CARLOS.
DON PEDRO Venga usté acá, señor mío.
Cuidado, que si me niega 400
lo que voy a preguntarle,
lo he de poner a usté en Ceuta.
Vamos; diga francamente
qué tratos tiene con ésa.
DON CARLOS Si es delito, padre mío, 405
el amor y la terneza
de dos finos corazones
que han unido las estrellas,
confieso que somos reos;
y, así, tenga usted clemencia 410
de nosotros, conociendo
cuán poderosa es la fuerza
de una pasión. Sí, señor;
ahora es justo resplandezcan
su bondad y su dulzura... 415
Mis lágrimas se lo ruegan,
por la vida de su esposa,
por esta mano que besa
mi humildad, por...
DON PEDRO ¡Por los diablos
que te lleven! Ya me ciega 420
tanto la rabia, que estoy
por hacer... ¿Lo ves, perversa?
¿Qué responderás?
DOÑA CLARA No sé;
porque es tanta mi sorpresa,
que voces con qué explicarse 425
mi sentimiento no encuentra.
¿Qué es esto, señor don Carlos?
¿Es posible que se atreva
con semejante descaro
a mentir en mi presencia? 430
¿Qué ternura? ¿Qué pasión?
¿Qué influjos de las estrellas?
¿Qué multitud de locuras
ha proferido? Usted sueña...
¿Yo amarlo? Yo, ¿cuándo o cómo 435
le he dado la menor muestra
de cariño?
DON CARLOS Señorita,
ya está soltada la piedra;
conque no hay otro remedio
que ablandar, con nuestras tiernas 440
lágrimas, el corazón
del señor don Pedro.
DOÑA CLARA ¿Intenta
burlarse de mí este hombre?
¿Qué es lo que habla? ¿Está fuera
de juicio?
DON CARLOS Doña Clara; 445
si, por rubor o violencia,
pretende usted desmentir
mi confesión, será fuerza
ratificarla.
DOÑA CLARA ¡Impostor!
¿Aún tendrá usted la insolencia 450
de sustentar un engaño
tan manifiesto?
DON CARLOS Quisiera
no verme en la precisión
de publicar las finezas
de una dama; pero cuando 455
las circunstancias me estrechan,
perdone usted si, grosero,
hago alarde de esta prenda.
(Muestra un anillo.)
DON EUSEBIO Pues; su anillo.
DOÑA TECLA Yo no sé
cómo no me caigo muerta. 460
DON PRUDENCIO ¿Ya qué tengo que dudar?
RITA ¡Ay! Ya me acuerdo; una siesta...
¿Fue el mes pasado? No..., el otro...,
jurara que en la escalera
le alargaba usté el anillo. 465
DOÑA CLARA ¡Infame; tú mientes!
RITA Ea,
se acabó; lo soñaría;
por eso no haya quimera;
tiene usted mucha razón.
DON PEDRO Y bien, señora; ¿esta prueba 470
le parece despreciable?
¿Tendrá usted la desvergüenza
de hacer otros aspavientos
para borrar su flaqueza?
Ea, pues; ¿qué dice usted? 475
DOÑA CLARA Digo que es la más perversa,
la más infame impostura,
y que...; pero ya es bajeza
tanta disculpa. Señor;
no extrañe usted que enmudezca. 480
Yo no puedo proferir
sino amarguísimas quejas
contra todo el que me agravia
y siendo quien más se empeña
en desdorarme mi padre, 485
por que el dolor que me ciega
no se olvide del respeto,
echaré un nudo a mi lengua,
aunque en el silencio quede
poco airosa mi inocencia. 490
DON PRUDENCIO (Aparte.) ¿Será falso este lenguaje?
DON PEDRO ¡Yo he de perder la cabeza
con este enredo! Don Carlos
o don demonio; si es cierta
la palabra, ¿cómo Clara 495
redondamente la niega?
¿Qué misterio es éste?
DON CARLOS Ignoro
los fundamentos que tenga
para tan intempestiva
mudanza. Pero si piensa, 500
o porque esté arrepentida
de amar a quien escasea
sus favores la Fortuna,
o porque las iras tema
de una familia que funda 505
el mérito en las riquezas;
si piensa, digo, por esto
negar su fe y su promesa,
por más que finja y proteste
no es posible que desmienta 510
este documento...; sí;
me acuerdo de aquella siesta
que le recibí, postrado,
de esa mano que... Mas era
otro tiempo entonces. ¡Ay!... 515
¡Cuán fácilmente se truecan
los suspiros en ultrajes,
en aversión la terneza!
Y más cuando...
DON PEDRO ¿De qué sirven
tantas pantomimas? Ea; 520
¿qué contiene ese papel?
DON CARLOS Una inconstancia de aquellas
que ofrecen al agraviado
mil disculpas, si se venga.
DOÑA CLARA Pero ¡cómo!
DON CARLOS Sí, señora; 525
supuesto que usté atropella
mi honor y su fe, tolere
que, irritado de la ofensa,
tome un miserable amante
la venganza que le queda. 530
(Lee.) «Yo, doña Clara de Vargas Machuca, enamorada de don Carlos Antonio Fernández, le doy palabra y mano de esposa, sin que sirvan de pretexto para revocarla ni el disgusto que pueda manifestar mi familia, ni el desheredamiento, ni cuantos males me produjere el logro de mis deseos. Y para que conste en todo tiempo la fe con que le entrego mi corazón, firmo la presente en Cádiz a 20 de Julio de 1800. -Clara de Vargas Machuca.»
DON EUSEBIO ¡A ver la niña!
DOÑA TECLA ¡Dios mío!
¿Quién a estos niños enseña
un lenguaje que yo ignoro,
siendo mujer de cincuenta?
DON PEDRO Y bien; ¿qué dirás ahora? 535
¿Callas, infame?
DOÑA CLARA ¡Qué pena!
No puedo más. (Se desmaya.)
DOÑA TECLA ¡Ay, mi Clara,
que se desmaya!
RITA Me quiebra
el corazón. Marcha, pronto,
por agua.
JUAN ¡Pobre mozuela! (Vase.) 540
Escena XII
DICHOS, menos JUAN.
DON EUSEBIO Ya no puedo más. ¡Que esté
toda la casa revuelta
por un vil! He de beberte
la sangre.
RITA ¡Que se pelean!
DON PEDRO Tente, Eusebio.
DOÑA TECLA ¡Hijo de mi alma! 545
DON EUSEBIO ¡Déjenme ustedes!
DON PEDRO ¿Qué espera?
Plántese al punto en la calle,
antes que de otra manera
se lo mande.
DON CARLOS Poco a poco,
señor don Pedro.
DON PEDRO Pues ea; 550
obedezca usté al instante.
DON CARLOS En su casa usted gobierna;
pero en la calle, yo haré
que mis derechos se atiendan. (Vase.)
Escena XIII
DICHOS, menos DON CARLOS.
DON EUSEBIO No me impidan que lo mate. 555
DON PRUDENCIO Don Eusebio...
DON PEDRO ¿Te sosiegas,
niño o demonio? Di.
DOÑA CLARA ¡Ay, cielos!
RITA Ya parece que se alienta.
Vamos; llore usted.
DOÑA CLARA Yo muero...
DON PEDRO Quítenla de mi presencia, 560
si no quieren que la ahogue
entre mis manos.
DOÑA TECLA Ya es ésta
demasiada crueldad.
DON PEDRO Chitón; y tú no te metas
en este asunto.
RITA Señora; 565
venga usted.
DOÑA CLARA No tengo fuerzas
para sostenerme.
RITA Vamos
poquito a poco.
(Vanse las dos.)
Escena XIV
DON PEDRO, DOÑA TECLA, DON EUSEBIO, DON PRUDENCIO y JUAN.
JUAN ¡Qué fresca
viene el agua!
DON PEDRO Majadero;
vete de aquí.
JUAN La tormenta 570
rompió en agua. Juan; a casa,
no caiga alguna centella... (Vase.)
Escena XV
DICHOS, menos JUAN.
DON PRUDENCIO Señor don Pedro; este lance
ha oprimido de manera
mi corazón, que es preciso 575
se sirva darme licencia
para recobrarme.
DON PEDRO ¿Cómo?
¿Usted se va? ¿Ya me deja
mi único amigo?
DON PRUDENCIO Señor;
su amigo de usted se ausenta 580
para poder suspirar
y quejarse de su estrella,
con libertad. Cuando calmen
el tumulto y la violencia
de mis ansias; cuando el grito 585
de la razón enmudezca
mis sentimientos, no dude
que, entonces, su amigo vuelva,
no a cumplir con una estéril
y maquinal etiqueta, 590
sino a ofrecerle la misma
voluntad con que a sus puertas
solicitó una ventura
que la desgracia le niega. (Vase.)
Escena XVI
DICHOS, menos DON PRUDENCIO.
DON PEDRO ¡Que no conozca esa loca 595
la notable diferencia
que hay de hombre a hombre! ¿Es posible
tal ceguedad? ¡Quién creyera
tan poco seso en Clarita!
Honradez, caudal, nobleza, 600
todo lo ha perdido, todo.
¿Y por quién? Por un tronera.
No hay remedio; si mi amigo
don Prudencio la desprecia
(que hará muy bien en hacerlo) 605
aunque por ella interceda
el mismo Rey, al instante
la sepulto en una celda.
DON EUSEBIO Yo discurro que hará usted
lo postrero cuando lea 610
dos rengloncitos.
DON PEDRO ¿Qué dices?
DON EUSEBIO Que engañan las apariencias;
y por eso, a cada instante,
nos hallamos en las presas
de alguno de tantos lobos 615
como llevan piel de oveja.
DON PEDRO Déjate de alegorías,
y habla claro.
DON EUSEBIO Cuatro letras
descifrarán el misterio. (Le da una carta.)
DON PEDRO ¿Qué simpleza será ésta? 620
(Lee.) «Querido hijo: Nuestros asuntos están cada vez en peor estado. La casa de Mr. Potier, que acaba de quebrar en Holanda, giraba, como sabes, la mayor parte de nuestros intereses; y este funesto golpe me deja sin esperanza de sostener mi crédito más tiempo. Por tanto, acelera tu boda con doña Clara, pues no quisiera que mi desgracia te privase de las comodidades que te promete tan ventajoso casamiento. Es verdad que esta conducta no dejará de ser vituperada; pero la necesidad obliga muchas veces al hombre a obrar contra sus verdaderos sentimientos. Queda pidiendo a Dios guarde tu vida muchos años, tu padre que de corazón te ama, -Francisco Ignacio Vergara.»
¡Yo estoy pasmado! ¡Una casa
tan fuerte! ¡Quién lo dijera!
Pero dime: ¿quién te ha dado
esta carta?
DON EUSEBIO Mi destreza.
Esta mañana a las siete 625
fingía leer la Gaceta
de Leyden; pero se estaba
vistiendo con tanta priesa,
que no quise importunarlo.
Senteme junto a la mesa; 630
y, estándole revolviendo
los libros, vi la cartera
junto al tintero y, al lado,
esta carta medio abierta.
Yo no soy curioso; pero 635
conociendo que era letra
de su padre, mientras él
se lavaba en la otra pieza,
le pasé la vista, y luego
me la eché en la faltriquera 640
para que usted viese el lazo
prevenido.
DOÑA TECLA ¡Qué vileza!
DON PEDRO ¿Es posible, santo Dios,
que de esta suerte procedan
los hombres más timoratos? 645
¿Qué harán los que no profesan
sino la estafa y el fraude?
Lo digo: es una quimera
la honradez. Todos son buenos,
son justos, mientras no media 650
el interés; porque entonces
no tienen fe ni conciencia.
¡Jesús! ¡Jesús!
DOÑA TECLA Yo me pasmo
de que las gentes no teman
el divino azote. ¡Somos 655
muy pecadores! Paciencia.
DON PEDRO Si no quieres que me ahorque,
cállate, mujer.
DOÑA TECLA ¡Qué tema
me ha tomado! ¡Jesús mío;
no puedo mover la lengua 660
sin que se ponga este hombre
más rabioso que una hiena!
DON EUSEBIO Padre, ahora, tiene motivo
para irritarse. ¿Es friolera
lo que mi hermanita ha hecho! 665
DOÑA TECLA ¿Y he de pagar yo la pena
de su liviandad? ¡Malvada!
Si su padre me creyera,
mañana mismo en un claustro
la encerrara.
DON PEDRO Si me tientas, 670
puede ser que sea esta tarde.
DOÑA TECLA ¡Ojalá, pues, que así fuera,
Pedro mío; que de Clara
no hay que esperar cosa buena.
¡Sí, lo digo! Una mocita 675
que solamente se prenda
de mozuelos; que, a tu espalda,
su palabra y mano empeña,
no está segura. Quizá
mañana será la presa 680
de un seductor, y tendremos
que suspirar su flaqueza
y nuestro descuido. Dios
no permita que yo sea
madre de una pecadora; 685
primero me caiga muerta.
Después de eso, ¿quién será
tan loco que la pretenda,
conociendo sus desbarros?
No, Pedro mío; aunque sean 690
los hombres calaverillas,
quieren mujeres honestas
y juiciosas. Conque, hijo;
si hemos de estar siempre alerta
con la niña, y a la postre 695
se ha de perder, mejor fuera
librarnos de sobresaltos
y, sin dilación, meterla
en Candelaria; que allí,
con la continua abstinencia 700
y disciplina, este freno
de la carne que nos tienta,
se olvidará brevemente
de las cosas de la tierra.
DON PEDRO Y mas que nunca se olvide, 705
¿qué me importa? Llore; sienta
el haberme así engañado.
¡Falsa!... Creí verdadera
tu resignación; creí
que lograse mi terneza 710
labrar tu dicha... Mas no;
no es tiempo de vanas quejas...
Ahora mismo... ¿Dónde está
mi sombrero? Aunque ya sea
tarde, no he de comer hoy 715
hasta hacer las diligencias... (Vase.)
Escena XVII
DICHOS, menos DON PEDRO.
DON EUSEBIO Perfectamente, mamá.
¡Qué bien nuestra estratagema
se ha logrado! Vaya; Carlos
es un héroe.
DOÑA TECLA Estoy contenta 720
por haber puesto a Clarita
en la más segura senda
de la salvación. ¡Qué gozo
fuera el mío si quisieras
ser religioso!
DON EUSEBIO ¿Quién? ¿Yo? 725
No le respondo una fresca
por no perderle el respeto.
¿Habrá más maldita vieja? (Vase.)
DOÑA TECLA ¡Qué loco! Ya; si es muchacho...
Luego que cumpla los treinta 730
será un santo. Quiera Dios
que, amigos, no le perviertan.
Acto tercero
Escena I
DON PEDRO, que viene de la calle pensativo; y luego RITA.
DON PEDRO Todo está allanado... No;
no ha de estar la niña en casa
un momento. ¿Rita, Rita? (Llamando.)
¡Cuál la infiel me alucinaba
con sus mojigaterías! 5
Mas ¿qué mucho, si la santa
de mi esposa es otra tal?
RITA (Saliendo.)
¿Qué manda usted?
DON PEDRO ¿Qué hace Clara?
RITA Llorando como una niña.
DON PEDRO ¡Fingimientos! No me engaña. 10
Ya pasó ese tiempo. ¿Juan? (Llamando.)
¡Una y mil veces malhaya
mi simpleza! ¡Que no hubiera
conocido la añagaza
de su fingida humildad! 15
Pero ¿qué hace este canalla?
¿Juan, o demonio?
Escena II
DICHOS y JUAN.
JUAN Señor;
por Dios, que no tengo astas,
ni pies de gallo, ni cola,
ni crin, ni garras, ni patas. 20
DON PEDRO No me irrites. A Ramón,
que ponga el coche.
JUAN Tarara.
Hoy creo que no se come,
y yo estoy como una flauta. (Vase.)
Escena III
DICHOS, menos JUAN.
DON PEDRO Ve allá dentro y dile a Tecla 25
que arregle sobre la marcha
la ropa que ha de llevar
esa mujer...
RITA ¡Ay, qué cara!
Lucifer es un Adonis. (Vase.)
Escena IV
DON PEDRO, solo.
¡Hijos! ¡Ellos acibaran 30
nuestros placeres! ¡Qué ingratos!
El sustento; la enseñanza;
los halagos; nada sirve;
nada los obliga, nada;
seguro está que, en obsequio 35
de sus tristes padres, hagan
el más leve sacrificio.
¡Ay, qué día! De la rabia
y la agitación, no puedo
sostenerme... Ya me cansa 40
la vida; sí, es mi martirio...
Pero don Prudencio; vaya,
¡quién lo creyera!
Escena V
DON PEDRO y DON PRUDENCIO.
DON PRUDENCIO Señor;
aunque la fiera borrasca
que ha excitado en mis sentidos 45
un burlado amor, no calma;
y aunque estos dulces umbrales
exasperan más la llaga
de mi corazón, con todo,
la amistad que nos enlaza 50
tiene en mí tanto poder
que a costa de muchas ansias
vengo a cumplir...
DON PEDRO Yo lo estimo;
y me pesa que se haya,
por un vario cumplimiento, 55
molestado.
DON PRUDENCIO Usted me agravia,
si juzga que la verdad
no acompaña mis palabras.
DON PEDRO ¡Ah, don Prudencio! En el día
todo se vuelve hojarasca, 60
falsedades, artificio...
¿A qué andarse por las ramas?
Quitémonos uno y otro
la mascarilla. Usted trata
de engañarme, y yo no quiero 65
ser la risa de esta farsa;
conque busque usté otro simple,
mientras le doy a Dios gracias
de haberme abierto los ojos
cuando casi ya pisaba 70
el precipicio.
DON PRUDENCIO ¿Qué es esto,
señor don Pedro? ¿Qué habla?
Sin duda que, con la pena,
le ha entrado fiebre.
DON PEDRO Tomara
fuese efecto de una fiebre, 75
pues con quince o veinte dracmas
de quina, quedara bueno;
pero el disgusto y la rabia
que me ha dado la perfidia
de un hombre que me llamaba 80
su amigo, no han de quitarse
con cuantas drogas ensartan
todas las... ¡Cáspita! ¿Somos
por ventura, aquí, de pasta,
para callar?
DON PRUDENCIO Pero bien; 85
¿qué delito se me achaca?
Sepamos en qué he faltado.
DON PEDRO Es conversación muy larga,
muy fastidiosa; y yo estoy
de mal humor.
DON PRUDENCIO ¿Cómo?
DON PEDRO Basta 90
de porfía; y para que
no le quede a usté esperanza
de conseguir sus proyectos,
tome usted. (Le da la carta.)
DON PRUDENCIO ¿Qué es esto?
DON PEDRO Nada;
sólo quiero a usté advertirle 95
que si su padre prepara
otro nuevo engaño, tenga
más cuidado con sus cartas. (Vase.)
Escena VI
DON PRUDENCIO, solo.
¿Qué enredo es éste? Aturdido
estoy con lo que me pasa. 100
Esta es letra de mi padre.
Veamos, pues.
Escena VII
DON PRUDENCIO, y JUAN con un papel en la mano.
JUAN Si lograra
despegar la oblea... Doile
con saliva. Vaya; es gana.
Se rompe el papel. Si está 105
la oblea picoteada...
¿Qué he de hacer? ¿Cómo sabré
lo que contiene?
DON PRUDENCIO ¡Qué infamia!
¿Quién podrá ser el autor
de esta impostura?
JUAN ¡Malhaya 110
quien te pegó! Don Prudencio;
si me diera usted palabra
de no descubrirme...
DON PRUDENCIO Sí;
te lo ofrezco.
JUAN Pues yo estaba
en el banco del portero 115
embetunando las rajas
de mi pipa, cuando atisbo
a don Carlillos, que andaba,
envuelto en un capotón,
observando las ventanas. 120
Yo al instante entré en malicia;
y como tengo esta pasta
que todos son mis amigos,
me llegué y le dije: «Vaya;
¿qué busca usted? ¿Puedo acaso 125
servirle en algo? -Sí; llama
(me respondió) al señorito.»
Díjele no estaba en casa.
Entonces sacó la bolsa
y me rogó que tomara, 130
naturalmente, un cigarro;
pero como me temblaba
la mano de regocijo
y tengo las uñas largas,
sin querer me traje el forro 135
enredado entre las garras.
Después me dio este papel
para que se lo entregara
al señorito, y se fue,
dejándome con la escama 140
de si será desafío.
¡Contemple usted, si se matan,
qué desdicha! Ya se ve;
yo, en este apuro, no hallaba
callejuela, porque dar 145
la esquela al amo o al ama,
era perder a don Carlos.
¡Jesús! ¡Dios lo libre! Basta
que me haya dado el pobrete
humo para una semana. 150
Conque, así, tan sólo usted
puede con dulzura y maña
cortar el lance. Mas cuenta
no me nombre para nada;
que no quiero que ninguno 155
me tome ojeriza. ¡Guarda!
DON PRUDENCIO Bien. Veremos lo que dice.
JUAN ¡Que no se encuentren, Santa Ana!
DON PRUDENCIO (Lee.) «Querido Eusebio: Ya ves cuánto me debes. Estoy en el momento de recordarte tus promesas; pero los papeles no son medios seguros para tratar de nuestros asuntos; y, así, te suplico vayas al café que yo frecuento, donde te aguardo a las cuatro de la tarde, para decirte lo que pienso y salir de nuestra empresa con victoria. Adiós y no faltes, pues a todos nos interesa el buen suceso. Tu amigo de corazón, -Carlos.»
Hombre, sosiega. Ya ves
que están en paz octaviana. 160
La verdad, no sé qué pienso
de este papel. Aquí hay trama.
«Querido Eusebio: Ya ves
cuánto me debes», y acaba
de agraviarlo...
JUAN Pues, señor; 165
una vez que las espadas
han de ser las lenguas, venga,
que quiero entregarlo.
DON PRUDENCIO Aguarda,
que por hoy lo necesito.
JUAN ¿Pero no ve usted...?
DON PRUDENCIO Mañana 170
te lo volveré.
JUAN Señor...
DON PRUDENCIO No tengas recelo; calla,
y toma para tabaco.
JUAN La pipa me hace más falta;
pues la que tengo, ha diez años 175
que comencé a carenarla.
DON PRUDENCIO Adiós.
JUAN Por Santa Cecilia,
que no salga yo en la danza.
DON PRUDENCIO Yo te lo prometo. (Vase.)
Escena VIII
JUAN, solo.
Pienso
que algún enredillo traza 180
don Prudencio. ¿Qué será?
¿Si al fin vendré yo a pagarlas?
Pero venga lo que venga,
hoy no pensemos en nada,
sino en fumar. ¡Qué cigarros! 185
La boca se me hace agua.
Escena IX
JUAN, DOÑA TECLA, DOÑA CLARA y RITA.
RITA ¡Camastrón!
JUAN Señora Rita;
cuenta que no quiero chanzas.
Usté es una mozaleja,
y yo tengo ya más barbas 190
que un zamarro; conque así..
RITA Vaya, no nos muelas; marcha
y saca el baúl, que está
junto a los pies de la cama
de la señora.
JUAN Ni el diablo 195
puede con una criada.
Escena X
DICHOS, menos JUAN.
RITA Conque, señora, ¿la niña
lleva todas sus alhajas?
DOÑA TECLA Su padre no quiere.
RITA Cierto
que esto ya pasa de raya. 200
No puedo ver sinrazones.
Pero ¿por qué usted lo aguanta?
DOÑA TECLA ¿Qué he de hacer? Iba yo a instarle;
pero a la primer palabra
me dio un bufido tan fuerte 205
que estuve dos horas largas
como una sorda.
RITA ¡Jesús!
Me parece que me ahorcara
si diera con un marido
de este temple.
DOÑA TECLA No hay constancia 210
para tan grande martirio.
Yo ya a estas horas obrara
milagros, a no vivir
en una eterna batalla
con este infernal esposo. 215
Escena XI
DICHOS y JUAN con un baúl.
JUAN Suspenda usted por un asa.
RITA Ea, que al dichoso viejo
ya se le caen las bragas.
JUAN ¡Lengua de víbora!
RITA Siento
no tenerla.
JUAN Charla, charla. 220
¡Qué demonio de mujer!
Le pusiera una mordaza... (Vase.)
Escena XII
DICHOS, menos JUAN.
DOÑA CLARA En fin, ¿con tal vilipendio,
con tal impiedad me arrastran
a mi horrorosa prisión? 225
¡Dios mío! ¿Estoy en la casa
de mis padres o en las rocas
de los caribes? ¿Quién tanta
barbarie, tanta injusticia
vio jamás?
DOÑA TECLA Te pido, Clara, 230
por San Antonio bendito,
que no me aflijas el alma.
Escena XIII
DICHOS y DON PEDRO.
DON PEDRO Ea, pues; llegó, señora,
el instante de llevarla
donde eternamente llore 235
sus locos amores. Vaya;
bajemos, que el coche espera.
DOÑA CLARA Padre mío; si mis ansias,
mi pasmo, mi turbación
al ver la insolente audacia 240
de ese impostor, impidieron
que volviese por mi fama,
hoy que tristemente piso
la orilla de la desgracia,
debo vindicarme, debo 245
apelar de tan tirana
injusticia a la terneza
de un padre que me estrechaba
entre sus brazos, de un padre
a quien he debido tantas 250
y tan generosas pruebas
de amor y de confianza...
Sí, señor; en esta mano,
que mi horrible angustia baña
de tristes lágrimas, juro 255
que al tal don Carlos...
DON PEDRO Te cansas
en vano. Por más que digas
no has de convencerme, Clara.
Conque no perdamos tiempo.
DOÑA CLARA Yo no he de dejar sus plantas 260
sin merecer un momento
de atención.
DOÑA TECLA Vamos, muchacha;
resígnate y no resistas
lo que tu padre te manda.
DOÑA CLARA ¿Resignarme? ¿Cómo es dable? 265
¿Qué ley divina ni humana
me impone un torpe silencio
cuando injustamente ultrajan
mi inocencia y, lo que es más,
cuando en el honor me agravian? 270
No, madre, no; la obediencia
en tales casos degrada,
envilece; y, así, en tanto
que en mi triste pecho lata
un soplo de vida, debo 275
decir que es falso.
DON PEDRO ¿A que callas?
DOÑA CLARA La violencia no despoja
del derecho.
DON PEDRO Ven; no hagas
que ejecute un desatino.
DOÑA CLARA ¿Matarme? Pues ¿a qué aguarda 280
la ciega crueldad de un padre,
que de una vez no se sacia?
Ea, pues; traspase usted
mi corazón. Nada, nada
me intimida. Más bien quiero 285
derramar en esta sala
mi sangre, que en un encierro
expirar entre las garras
de mi desesperación.
DOÑA TECLA ¿Conque aborreces, villana, 290
el santo velo?
DON PEDRO El encierro
es lo que le desagrada.
DOÑA CLARA La violencia, dirá usted,
con que despojarme trata
de la inestimable joya 295
de mi libertad.
DON PEDRO ¡Malvada!;
ya no puedo tolerar
el arrojo con que hablas.
Vamos pronto. (La agarra de un brazo.)
DOÑA CLARA ¡Padre mío!
DOÑA TECLA Camina, descomulgada. 300
DOÑA CLARA Suélteme usted, que yo iré
sin resistirme.
DON PEDRO Pues anda.
DOÑA CLARA Respiraré. ¿Conque, en fin,
no se escuchan las plegarias
de una inocente? Pues, padre, 305
tiemble usted de las infaustas
resultas de esta violencia.
Sí; las paredes sagradas
de ese templo serán, padre,
mi suplicio. Sin tardanza 310
partamos al sacrificio.
Ea; la víctima aguarda
que usted guíe. Ya estoy pronta.
DOÑA TECLA ¿En qué piensas, Pedro? Vaya,
¿tú haces caso de rabietas? 315
En pasando dos semanas,
se olvida de ese mozuelo
y empieza a ser una santa.
DON PEDRO Bien dices. Vamos.
Escena XIV
DICHOS y JUAN.
JUAN Don Bruno,
el Alcalde, en la antesala 320
espera licencia.
DON PEDRO Que entre. (Vase JUAN.)
Retírense ustedes.
DOÑA TECLA Clara,
no llores.
DOÑA CLARA Calle usted, madre,
que usté es mi mayor contraria.
DOÑA TECLA ¿Eso dices? Algún día 325
puede que me des las gracias.
(Vanse las dos.)
Escena XV
DON PEDRO y DON BRUNO.
DON BRUNO Señor don Pedro, hace tiempo
que esta ocasión deseaba
de tratarle, y hoy la logro
con la dulce confianza 330
de merecer su atención
por la interesante causa
que me conduce.
DON PEDRO Señor,
usté es dueño de mi casa
y mi persona; y, así, 335
puede mandar.
DON BRUNO Basta, basta
de cumplimientos, y vamos
a lo que importa. Vergara...
DON PEDRO ¿Don Prudencio?
DON BRUNO Sí, señor.
En solas cuatro palabras 340
me ha referido el suceso
que presenció esta mañana.
Igualmente me ha mostrado
aquella supuesta carta
de su padre.
DON PEDRO No es supuesta 345
señor don Bruno.
DON BRUNO Cachaza.
Señor don Pedro, muy pronto
le probaré yo que es falsa.
Últimamente enseñome
un papel que le enviaba 350
don Carlos a don Eusebio,
cuyas expresiones daban
indicios de alguna oculta
inteligencia.
DON PEDRO Se engaña
quien imagine que Eusebio... 355
DON BRUNO ¿No es capaz de tales tramas?
Bien; deje usted que concluya
mi relación; poco falta.
En efecto; yo en persona
fui al café, donde estaba 360
el tal don Carlos; llevelo
custodiado a mi morada;
y usando, según costumbre,
de promesas y amenazas,
hice que el dichoso niño 365
poco a poco confesara
todo el enredo.
DON PEDRO ¿Y qué enredo
puede haber?
DON BRUNO Que la palabra
de casamiento es su obra.
DON PEDRO ¿Él la ha forjado?
DON BRUNO Y a instancias 370
de doña Tecla.
DON PEDRO ¿Es posible?
¡Jesús, y qué zalagarda!
Pero ¿con qué fin lo ha hecho
esa mujer?
DON BRUNO Con la santa
intención de sepultar 375
en un claustro a doña Clara
para complacer al hijo,
que como un toro bramaba
viendo que era indispensable,
si se casaba su hermana, 380
partir el caudal.
DON PEDRO ¡Bergante!
Si ahora se me presentara,
discurro que le ahogaría.
Pero ¿y la madre beata?
¡Sobre que me vuelvo loco! 385
DON BRUNO Se supone que la carta
del padre de don Prudencio
es también falsificada
por don Carlos.
DON PEDRO Qué, ¿también
ha declarado esa infamia? 390
DON BRUNO Sí, señor; y fue invención
de don Eusebio.
DON PEDRO ¡Qué maula!
¡Dios mío! Pero la prenda...
DON BRUNO Tómela usted. (Le da el anillo.) La criada
desempeñó con aplauso 395
el encargo de robarla.
DON PEDRO ¿Conque todos, según eso,
se armaron contra mi Clara?
DON BRUNO Y contra usted, pues le han dado
tan buen día.
DON PEDRO ¡Qué canalla! 400
¡Vive Dios, que han de acordarse
para siempre de esta hazaña!
DON BRUNO Por si importa, los ministros
me esperan en la antesala
con don Carlos.
DON PEDRO Yo me alegro. 405
Que venga esa buena alhaja.
DON BRUNO ¿Martínez? Entren ustedes.
Escena XVI
DICHOS, y dos ALGUACILES con DON CARLOS.
DON CARLOS Señor don Pedro, a sus plantas
arrepentido...
DON PEDRO No es tiempo
de llantos ni de plegarias. 410
Entren pronto en esa alcoba.
DON CARLOS ¿Puedo tener esperanza...?
DON PEDRO Entre el bribonazo, y calle.
DON CARLOS Por Dios, señor...
DON PEDRO Noramala.
(Le entran por fuerza.)
Escena XVII
DON PEDRO, DON BRUNO y DON PRUDENCIO.
DON PRUDENCIO Mi señor don Pedro, aquí 415
tiene usted todas las cartas
de mi padre. Le suplico
que se digne examinarlas
para que se inteligencie
del estado de mi casa. 420
DON PEDRO Amigo, perdone usted
mi ligereza. La causa
ya la sabe usté. ¡Esa infame,
esa infernal alianza
nos ha dado un bello día! 425
Yo no he comido; mi Clara
no ha cesado de llorar;
y si el señor no llegara
tan a tiempo, la infeliz
ya estuviera en Candelaria. 430
DON PRUDENCIO ¡Pobre niña! ¿Dónde está?
Corramos a consolarla.
DON PEDRO Yo la mandaré llamar.
¿Rita? La infeliz muchacha,
ya se ve, se resistía 435
con razón.
Escena XVIII
DICHOS y RITA.
RITA ¿Señor?
DON PEDRO Di a Clara
que venga al instante.
RITA ¿Llevan
el baúl hoy o mañana?
DON PEDRO Eso no le importa; marche
y haga lo que se le manda. 440
RITA ¡Qué perro viejo! Por fin
hoy le hemos puesto una maza. (Vase.)
Escena XIX
DICHOS, menos RITA.
DON PEDRO Ésta es la criada.
DON BRUNO Tiene
talento para urdir tramas,
porque la presente es suya. 445
DON PEDRO Hoy mismo saldrá de casa.
¡Ojalá pudiese a Tecla
de la misma suerte echarla!
Escena XX
DICHOS, DOÑA TECLA, DOÑA CLARA y RITA.
DOÑA TECLA Hijo, ya he puesto a Clarita
como un guante. Conque, vaya, 450
tomemos al punto el coche,
no venga a meter la pata
Satanás, y mis afanes
se malogren.
DON PEDRO ¡Qué cachaza
tienes! Ya el diablo ha venido 455
y me ha quitado la gana
de ponerla en reclusión.
DOÑA TECLA ¿Qué dices?
DON PEDRO Si lo amarraras
con el cordón de algún santo,
no metiera aquí la pata. 460
Ven, hija; dame un abrazo
y perdona mi insensata
determinación. Amigo,
así cumplo mi palabra.
Usté es dueño de esta mano. 465
DOÑA TECLA ¡Cómo, Pedro? ¿Qué mudanzas
y qué arrebatos son éstos?
¿Eres loco? ¿No reparas
que tiene ya vocación
y que es eso violentarla? 470
DON PEDRO ¿Violentarla? Dime, niña:
¿quieres ser monja o casada?
DOÑA CLARA Usted, señor, dio mi mano,
y yo di con ella el alma.
DON PEDRO ¿Lo ves, Tecla?
DOÑA TECLA ¡Qué bribona! 475
Por último, tú la casas
con un hombre que pretende
chasquearnos y que...
DON PEDRO Calla,
embustera, hipocritona;
¿cómo tienes, di, la audacia 480
de forjar tales engaños?
DOÑA TECLA ¿Yo engaños? ¿Qué es lo que hablas,
deslenguado, mentiroso?
¡Vive el cielo? Pero nada...
Dices bien; no he de irritarme. 485
Sin duda Lucifer anda
por aquí. ¡Jesús mil veces!
No le han de valer sus trazas
al maligno... ¡Dios me asista!
DON PEDRO No pienses, no, que me engañas. 490
Sé el enredo que has urdido
por deshacerte de Clara.
DOÑA TECLA Dios mío, volved por mí;
que este hombre me levanta
un testimonio más falso 495
que su corazón.
DON PEDRO Son vanas
esas gesticulaciones.
Todo lo sé. Mojigata,
¿negarás que tú, don Carlos,
tu hijito y esa criada 500
habéis sido los actores
de tan detestable farsa?
RITA ¿Yo, señor? ¡Triste de mí!
Porque soy pobre me ultraja
todo el mundo... Antes decían 505
que yo la alcahueteaba,
y ahora...
DON PEDRO Déjate de lloros,
porque si agarro una tranca...
DOÑA TECLA ¿Es Lucifer este hombre?
Escena XXI
DICHOS y DON EUSEBIO.
DON EUSEBIO Padre, ¿conque ya mi hermana 510
se va al convento? ¡Qué gusto!
Mira: he de verte una santa
dentro de poco; si no,
me parece que llorara
diez años, según te quiero. 515
¡Como que tengo yo un alma
tan sensible! Padrecito,
¿me deja usté acompañarla?
DON PEDRO Ya Clara no va al convento;
tú sí que saldrás mañana 520
para Sevilla.
DON EUSEBIO ¿A qué asunto?
DON PEDRO A mejorar de enseñanza
en los Toribios.
DON EUSEBIO ¿Toribios?
¡Cáscaras, que no me agrada
la cuchufleta!
DON PEDRO (A TECLA.) Tú harás 525
que se disponga, sin falta,
su equipaje.
DOÑA TECLA Te suplico
por toda la corte santa
que no me des más pesares.
DON EUSEBIO Pues qué, ¿es de veras? ¡Caramba, 530
que yo no he dado motivo!...
DON PEDRO Insolente, ¿tendrás cara
para alegar inocencia,
tú, que inventaste la carta
con que desacreditar 535
a don Prudencio?
DON EUSEBIO Tomara
conocer al hablador
que viene a sembrar cizaña
en las familias.
DOÑA TECLA Si son
pretextos y faramallas 540
de tu padre, solamente
para dorar su inconstancia...
DON PEDRO Y si te pongo delante
quien te pruebe tus infamias,
¿qué dirás?
DOÑA TECLA No puede ser. 545
¿Tú piensas con amenazas
aturdirme?
RITA ¿Quién sería
capaz de ponerme tacha
rostro a rostro? ¡Vive el cielo!...
DON EUSEBIO Vengan; verán con qué gracia 550
les digo que mienten.
DON PEDRO ¿Sí?
Pues, por confundirte, salgan
ustedes.
Escena XXII
DICHOS, DON CARLOS y los ALGUACILES.
DOÑA TECLA ¡Cómo! ¿Don Carlos?
DON CARLOS Sí, señora. En esto paran
las injustas pretensiones. 555
Mas, ¡ay!, que yo no pensaba
en esta maldad, y ustedes
me han forzado a ejecutarla.
Por ustedes me he perdido.
RITA Yo también, como criada, 560
sin experiencia y simplona,
hice lo que me mandaban.
Pero bien sabe mi Dios...
DON PEDRO No quiero disculpas; marcha
donde nunca vuelva a verte 565
RITA Pero...
DON PEDRO No hables más palabra.
Ve a ponerte la mantilla.
RITA He nacido desdichada... (Vase.)
Escena XXIII
DICHOS, menos RITA.
DON BRUNO Yo ofrezco hacerte dichosa
con la cena que te aguarda. 570
DON PEDRO ¿Conque, señora, son éstos
sus milagros? ¿Ahora calla?
Dígame que soy el diablo,
que soy un hereje... Vaya;
cíteme usté algún librito. 575
DOÑA TECLA Debo confesar mis faltas
a vista de todo el mundo.
Señores: soy una flaca
mujer; soy un vil gusano
y he delinquido. Postrada 580
pido a todos me perdonen.
Pero ¿qué digo? No bastan
las palabras sin las obras
Debo andar toda la sala
de rodillas, aplicando 585
mis labios a vuestras plantas.
Señores: perdón, perdón.
(Comienza a andar de rodillas, y DON PRUDENCIO, DON BRUNO y CLARA corren a levantarla.)
DON PEDRO Un cordel para amarrarla.
DON PRUDENCIO Bueno está, señora.
DON BRUNO Baste.
DOÑA TECLA Así quedo descansada. 590
DON PEDRO Vamos; y usted, señorito,
¿no resuelve andar a gatas
como su madre?
DON EUSEBIO Es que yo,
si pretendí que mi hermana
no se casase... Es verdad 595
que mi intención no era mala;
y como usted...
DON PEDRO No prosigas,
que las disculpas son vanas.
DON EUSEBIO Pero, padre...
DON PEDRO No te escucho.
Mañana, al romper el alba, 600
partirás a tu destino.
DOÑA TECLA ¡Pedro mío de mi alma!
Ten lástima de tu esposa;
considera que me arrancas
el corazón en mi Eusebio. 605
Yo soy sólo la culpada.
Castígame a mí y perdona
su inocencia.
DON PEDRO Tus plegarias
me irritan más. Ignorante,
mujer débil, preocupada, 610
¿cómo quieres, con los medios
con que su ruina labrabas,
templar mi rigor? Sí, loca;
esa torpe tolerancia,
esa culpable indulgencia, 615
ese mimo... Sí, mañana
irá donde le corrijan.
Ya la sentencia está dada.
No hay remedio.
DON EUSEBIO Caballero,
en este lance me valga 620
su intercesión.
DON BRUNO Desmintiera
mis principios si abogara
contra sentencia tan justa.
DOÑA CLARA Él corregirá sus faltas
conociendo las resultas 625
de su conducta estragada.
Sí, señor; el triste llanto
de mi madre es la fianza
de esta promesa; penetro
su silencio. Escarmentada 630
de su bondad y dulzura,
será más severa y cauta
en la educación de Eusebio.
DON PEDRO Sin falta, por la mañana,
ha de ir a los Toribios. 635
DON BRUNO Y el amigo, a la Carraca.
DON CARLOS Señor...
DON BRUNO Llevadle.
DON CARLOS ¡Ay de mí,
que hoy empiezan mis desgracias!
Escena XXIV
DICHOS, menos DON CARLOS y los ALGUACILES.
DON PEDRO Señorito; ya ve usted
las consecuencias infaustas 640
de su pésima conducta;
conque procure enmendarla,
porque si no... Ya me entiende...
Y usted, señora beata,
procure ser virtuosa 645
sin apariencias de santa.
Deje las preocupaciones;
estudié más la crianza
de sus hijos; ponga en todos
igual amor; y sin tanta 650
ostentación, desempeñe
las devociones cristianas.
Y aquí acaba la comedia;
perdonad sus muchas faltas.
FIN