|
![]() |
by
![]() |
Magdalena
Drama en tres actos y en verso
Ángel María Dacarrete
Al Señor
D. TEODOMIRO IBÁÑEZ PACHECO.
A ti fue al primero a quien comunique mi propósito de escribir este drama; a ti lo dedico, en público testimonio de nuestra fraternal amistad que la distancia avalora y el tiempo fortifica.
Tuyo siempre de corazón.
Ángel.
El autor de este drama debe un tributo de gratitud, y se complace en ofrecerlo, a los artistas que con su acostumbrada inteligencia y notable celo han interpretado su obra. A ellos son debidos en gran parte, los aplausos y las lágrimas con que el público la ha favorecido; su talento y esmero le arrancaron estas lisonjeras demostraciones que deben honrarles, por más que algunos como la Sra. Lamadrid y el Sr. Arjona, no necesitan de nuevos triunfos para asegurar su merecida fama.
PERSONAJES ACTORES
MAGDALENA Dª TEODORA LAMADRID
ELOÍSA Dª MERCEDES BUZÓN
DON JUAN D. JOAQUÍN ARJONA
ALBERTO D. JOSÉ ORTIZ
EL MARQUÉS D. FERNANDO OSSORIO
ENRIQUE D. VICTORINO TAMAYO
CONVIDADO 1º D. N. SERRANO
CONVIDADO 2º D. N. UTRERA
CRIADO 1º
CRIADO 2º
CRIADO 3º
ACOMPAÑAMIENTO DE SEÑORAS Y CONVIDADOS.
El primer acto pasa en Cádiz en una fonda.-El segundo y tercero en Aranjuez, en casa de Eloísa.
Época:-185...
Las conveniencias teatrales exigieron que en la representación de este drama se acortasen algunos diálogos; alterándolos ligeramente en algunas ocasiones. Los versos de los párrafos suprimidos van señalados con este signo (*) y las variaciones están marcadas en correspondientes notas.
Acto primero
MAGDALENA.-El MARQUÉS.
El MARQUÉS, vestido de calle, entra por la segunda puerta de la izquierda.-MAGDALENA está asomada al balcón, al oír al MARQUÉS, se vuelve a la escena.
Escena I
MARQUÉS ¡Tan temprano levantada!
No esperé yo tal ventura.
MAGDALENA Por gozar la brisa pura
de la mar...
MARQUÉS Pero abrigada
debieras estar ¡por Dios! 5
Tal descuido me da pena,
que tu vida, Magdalena,
es la vida de los dos.
Por mí tu salud conserva,
que es, en mi edad enojosa, 10
lo que entre abrojos la rosa,
lo que entre arenas la yerba.
MAGDALENA ¡Qué poético!
MARQUÉS ¡Hija mía!
A estarlo en esta ocasión,
es sin duda el corazón 15
lo que engendra la poesía.
MAGDALENA Así lo asegura Alberto.
MARQUÉS ¿Salió ya?
MAGDALENA Muy de mañana
acompañando a su hermana.
MARQUÉS ¿A dónde fueron?
MAGDALENA De cierto 20
no lo sé; pero calculo
que a despedirse; se van
ya tan pronto. (¡Amante afán!
¡Y qué mal te disimulo!)
MARQUÉS Nosotros pronto también 25
a Madrid nos volveremos;
pero hasta octubre aguardemos
¡Te encuentras aquí tan bien!
MAGDALENA ¿Cómo no, con el desvelo
y el cariñoso cuidado 30
que me cercan? ¡Oh! me ha dado
en usted un padre el cielo.
¿Cómo hallar más alegría?
¡Padre! ¡Permítame usté
que aqueste nombre le dé! 35
MARQUÉS ¿Que lo permita, hija mía?
¿No sabes que necesito
que vague siempre en tu labio,
que otro cualquiera hace agravio
a mi cariño infinito? 40
Tú no puedes comprender,
inocente Magdalena,
cuanto ese nombre enajena
mi corazón de placer.
Él despierta una memoria 45
dolorosa en este viejo.
(Enjugándose una lágrima.)
MAGDALENA ¿Llora usted? ¿Y su consejo
de olvidar...?
MARQUÉS ¡Sí, sí; la historia
de nuestros pasados años
al olvido condenemos; 50
en ella solo hallaremos
amargura y desengaños!
(Con mucho cariño.)
Te repito mi consejo,
y perdone usted, señora,
si en su contra obré yo ahora... 55
¡Es culpa de todo viejo!
Por la muerte limitado
lo porvenir con enojos
lo presente nuestros ojos,
se vuelven a lo pasado. 60
Mas quien, cual tú, de la vida,
no bien a gozar empieza
si a motivos de tristeza
en el alma dio cabida,
en brazos de la esperanza 65
sus recuerdos deben huir,
fijando en lo porvenir
la mirada.
MAGDALENA ¿Y quién alcanza
del corazón a borrar,
por más que palpite joven, 70
beneficios que le arroben,
penas que le hagan florar?
Yo sin usted, sin su amor...
¡Oh desfallecer me siento
a tan atroz pensamiento!... 75
MARQUÉS (Abrazándola con extremado cariño.)
¡Hija!
MAGDALENA Sí; tal torcedor
con Dios y usted me hace ingrata;
mas abrigarlo no debo.
(¡Pero aquí fijo lo llevo!)
(Señalando el corazón.)
MARQUÉS (Ese torcedor la mata.) 80
(Mirándola con apasionada tristeza.)
MAGDALENA ¡Oh! míreme usted sin pena,
o lo niego mi sonrisa.
(Mirando al MARQUÉS con sonrisa cariñosa. El MARQUÉS sonríe.)
ELOÍSA (Desde adentro.)
Magdalena.
MAGDALENA ¡Es Eloísa!
MARQUÉS Pronto han vuelto.
ELOÍSA ¡Magdalena!
(Entrando en la escena por la puerta del fondo de ALBERTO.)
Escena II
DICHOS.-ELOÍSA.-ALBERTO.
ALBERTO (Saludándose recíprocamente.)
MARQUÉS Marqués...
¡Alberto! Eloísa... 85
MAGDALENA Tan pronto no te aguardaba.
ELOÍSA Ni yo imaginé volver
hasta más tarde.
MARQUÉS ¿Y qué causa
el placer nos proporciona
de esta vuelta inesperada? 90
ALBERTO Salimos a hacer visitas
y solo hallamos en casa
una familia.
ELOÍSA ¡Disculpas!
Que siempre que me acompaña;
de dos meses a esta parte; 95
tal impaciencia le asalta
por volver acá, que yo
por no escuchar su cansada
oración de «se hace tarde:
»tengo que escribir mil cartas; 100
»danto calor me fatiga»
y... qué se yo, resignada,
a sus domésticos gustos
(que por cierto en él me extrañan)
me someto.
MAGDALENA Pues no debes 105
obedecer tan tiranas
exigencias, no; declárate
en rebelión.
ELOÍSA Buenas ganas
a veces siento el hacerlo.
MARQUÉS Pues hágalo usted.
ELOÍSA Me ablanda 110
observar que su impaciencia,
aunque parece infundada,
tiene un motivo muy justo
y que interesa mi alma
doblemente.
(A MAGDALENA y sonriendo con intención.)
¿Digo mal? 115
MAGDALENA (¡Eloísa, por Dios calla!)
MARQUÉS ¿Y usted, Alberto, impasible
de disculparse no trata?
ALBERTO ¿Para qué?
ELOÍSA Dice un refrán
castellano, que quien calla... 120
MAGDALENA (Riendo.)
¡Ah! ¡ah! ¡ah! Cuánto me gusta
ver esta lucha empeñada
entre hermanos que se adoran.
MARQUÉS Pues yo viendo que mis canas
el papel de verde oliva 125
no es posible que aquí hagan,
a fuer de viejo prudente
el riesgo de la batalla
quiero evitar.
ALBERTO (Va a marcharse.)
¿Se va usted?
MARQUÉS Iba ya a salir de casa 130
cuando llegaron ustedes.
El correo de la Habana
vino ayer y por él debo
recibir algunas cartas
que me interesan.
ALBERTO ¿Logró 135
usted como deseaba,
sus haciendas trasladar
a la Península?
MAGDALENA Aun faltan
que hacer unas diligencias.
Pero tengo la esperanza 140
de lograrlo pronto, y luego
que pase la temporada
de los baños, a Madrid
nos iremos.
ELOÍSA ¡Cuántas ganas
tengo de que se realice 145
ese proyecto! ¡Qué guapa
que vas a estar en la corte!
¡Y buena!
MAGDALENA ¡Sí!
MARQUESA La esperanza
abrigo de que suceda.
ELOÍSA ¡Pues no! Si tú no estás mala. 150
No tienes más, que los mimos
del Marqués. Allí el fantasma
de tus males volará.
Y, oye, es preciso que hagas
alguna conquista.
MAGDALENA ¡Yo! 155
ELOÍSA Pues qué ¿se tienen tus gracias
impunemente? Verás
cómo te cerca la vana
turba de pollos dandys
pretendiendo una mirada. 160
Concurrirás a los bailes,
y tendrás tanta demanda
para una polka, una schottisse,
redowa...
ALBERTO Eloísa, basta.
Por el cielo.
ELOÍSA ¡Ya! mi hermano 165
cuando de bailes se trata...
MARQUÉS ¿No le gustan?
ELOÍSA Odio a muerte
profesa a todo el que baila.
MAGDALENA ¡Es achaque de celosos!
ALBERTO Quizás.
MARQUÉS Es la malhadada 170
gravedad de nuestros jóvenes.
Alberto, cuando peinaba
yo, como usted, negros rizos,
no creía rebajada
mi dignidad dando suelta 175
a los gustos de mi alma.
Bailábamos y reíamos
y el corazón, con fe santa,
latiendo por las hermosas
se inflamaba por la patria. 180
Hoy ¿en sencillos recreos
qué joven el tiempo pasa?
¡Lo tiene a menos! Do quiera
ven sus ojos el fantasma
del ridículo. ¡Creación 185
asoladora que arrasa
las flores de la existencia
y vuelve en cambio la nada.
ALBERTO *¡El ridículo!
MARQUÉS *Atrevido
*después que agostó en su marcha 190
*inocentes devaneos,
*derrocar con mano helada
*pretende cuanto más puro
*el hombre abriga. ¿Quién ama
*hoy sin temor a su risa? 195
*¿Quién si de nobles hazañas
*en el campo, en la tribuna,
*en la prensa, cree en su alma,
*sentir alientos, lo dice
*con voz firme y frente alta? 200
*Ya los puros sentimientos
*dentro del pecho se guardan
*cual un crimen: como Macbeth
*de la sombra ensangrentada
*de Banquo do quier huía 205
*y do quiera la encontraba,
*así tus ilusos hijos
*generación desgraciada
*huyendo ese helado espectro
*vagan sin tino y se gastan 210
*en inacción vergonzosa
*los alientos de su alma.
ALBERTO Es verdad.
MAGDALENA ¡Ah! no por Dios:
el triste cuadro que traza
usted, señora, nuestra edad 215
con injusticia retrata.
ALBERTO Sí; que del todo extinguida
aun no está la pura llama
de los nobles sentimientos.
MARQUÉS ¿De otro modo qué esperanza 220
lo porvenir guardaría?
Yo confío... pero basta
que esta cuestión filosófica
por lo inoportuna cansa.
Hasta luego.
ALBERTO Adiós, Marqués. 225
ELOÍSA Si por acaso usted tarda,
nos iremos a los baños.
Alberto nos acompaña.
MARQUESA Bien: no me esperen ustedes.
(Sonriendo.)
A usted como ya cercana 230
al estado de señora
la recomiendo la guardia
de Magdalena.
ELOÍSA En mi celo
ponga usted su confianza.
(Tiende su mano sonriendo al MARQUÉS, que se va.)
Escena III
DICHOS, menos el MARQUÉS.
ELOÍSA Pues que fiado en mis títulos 235
de prometida o fiancée
me encarga de tu custodia
hasta su vuelta el Marqués,
segura, señor hermano,
de que vos guardar la fe 240
sabréis de buen caballero
y que tú más que mujer,
eres un ángel que apenas
toca al mundo con su pie,
dejo en paz a los amantes 245
que son de este siglo prez,
eclipsando la memoria
de Marsilla y de Isabel,
de Julieta y de Romeo,
de Eduardo y de Lucía.
ALBERTO Amén. 250
ELOÍSA Mil gracias.
MAGDALENA Escucha loca.
ELOÍSA Nada escucho. Hasta después.
Escena IV
DICHOS, menos ELOÍSA.
MAGDALENA Gracias a Dios, señor mío,
que puedo hablar con usted.
ALBERTO A él gracias, que me concede 255
de disculparme el placer.
MAGDALENA Disculpas piden clemencia.
ALBERTO Pues justicia he menester,
nada más.
MAGDALENA ¿Sólo justicia?
Lo dudo; mas diga usted: 260
¿por qué anoche en el teatro
hora tras hora esperé
en vano que fueses? Luego
que a casa volví también,
en vano con Eloísa 265
larguísimo rato hablé
en esta pieza aguardando
a que vinieses. ¡A ver
que tal conducta es leal
quién prueba!
ALBERTO Lo probaré. 270
Ha tres años, Magdalena
veinte empezaba a tener
apenas yo, en una noche
con un hombre me ligué
con lazos de gratitud 275
y de amistad a la vez.
MAGDALENA ¿Pues cómo?
ALBERTO Niño insensato,
con otros niños también,
de locuras juveniles
ardiendo en nociva sed, 280
el doble de mi fortuna
sobre una carta arriesgué.
La suerte mi desvarío
castigaba tan cruel
que, ya perdida una suma 285
que jamás satisfacer
yo podría, contemplando
profanada la honradez
de mi nombre, a la vergüenza
no pudiendo frente hacer, 290
con otro crimen mayor
borrar mi crimen pensé;
quise matarme.
MAGDALENA ¡Dios mío!
ALBERTO ¿Qué me restaba que hacer?
Pálido, desatentado, 295
de la mesa me aparté;
salí a la calle. Empezaba
apenas a amanecer...
*y cuando a la luz dudosa
*del crepúsculo miré 300
*el cielo, el mundo, oprimido
*por oculto padecer,
*una lágrima de adiós
*a la vida consagré.
MAGDALENA Me estremece, aunque pasado, 305
tu peligro.
ALBERTO Apresuré
el paso, y de la ciudad
fuera salí. En mi cruel
imaginación absorto,
que seguía no reparé 310
mi huella un hombre, y ansiando
el término aciago ver
cuanto antes de mi vida
una pistola monté...
MAGDALENA ¡Qué horror!
ALBERTO Bastaba un instante; 315
pero con férreo poder
una mano me detuvo,
y ante mis ojos miré
mi acreedor: él de las mías
arranca el arma cruel, 320
la arroja al suelo, y me dice:
«¡A su vida atenta usted
por una deuda de juego!
-Por mi honra -contesté.
-¡La honra! -exclamó-. ¿Y en el lodo 325
no la ha sepultado usted?
Cuando en el torpe garito
penetramos en tropel
codiciando el oro ajeno,
la propia hacienda a perder, 330
honra y corazón dejamos
de la puerta en el dintel.
*-¡Así, habla usted! -dije absorto-,
*-Así pienso. El interés
*no me conduce a esos sitios. 335
*Sin objeto, amor, ni fe
*la vida arrastro; del tedio
*la insufrible pesadez
*me oprime, y mi alma devora
*del sentimiento la sed. 340
*Ella hasta el juego me arrastra,
*mas ¡ay! que más de una vez
*alegre perdí, y vergüenza
*sentí mi ganancia al ver.
MAGDALENA ¡Era bueno!
ALBERTO -Si de amigo 345
me quiere usted conceder
el nombre, añadió, sus brazos
abriéndome, olvide usted
de aquesta noche las horas;
en el seguro entender 350
de que amistad, no dinero,
es lo que exijo de usted.
MAGDALENA ¿Y tú?...
ALBERTO Sin poder hablar,
por mis mejillas correr
sentí el llanto, y en su seno 355
mi confusión oculté.
Desde entonces, Magdalena,
este hombre llegó a ser
mi amigo mejor. Dos años
ha ya que lejos se fue 360
de España, y de Francia a Cádiz
llegó en la tarde de ayer
por el vapor de Marsella.
Pasé la noche con él
y un joven que lo acompaña, 365
teniendo la firme fe
de que tú perdonarías
mi falta.
MAGDALENA Pues es usted
sobrado presuntuoso.
ALBERTO ¿Me engaño?
MAGDALENA Bien puede ser. 370
ALBERTO ¿De veras?
MAGDALENA ¿Cómo se llama?
ALBERTO Don Juan de Mendoza. ¿Es que
dudas?...
MAGDALENA Alberto, yo ¡nunca!
¡Dudar de tu amante fe!
Ni de mí. ¿No es verdad? 375
ALBERTO Eco de los cielos es
tu voz para el alma mía.
MAGDALENA Cumple como honrado y fiel
acompañando a tu amigo.
Lo quisiera conocer 380
y a no ser tuyo pusiera
mi corazón a sus pies.
ALBERTO ¿Qué dices?
MAGDALENA ¡Salvo tu vida!
¡Qué no haría yo por él!
ALBERTO ¿Me amas tanto?
MAGDALENA ¡Y lo preguntas! 385
CRIADO (Entrando por la puerta del fondo y dirigiéndose a ALBERTO.)
Señorito, por usted
pregunta el señor don Juan.
ALBERTO Dile que voy.
CRIADO Su merced
baja ya...
(El CRIADO se retira a una seña de ALBERTO.)
ALBERTO Si conocerlo
quieres...
MAGDALENA No, que no está bien 390
que me halle contigo sola.
Adiós, le veré después.
ALBERTO Enfadosa su presencia
juzgo por primera vez.
MAGDALENA ¡No seas loco!
ALBERTO Si mi enojo 395
mitigase una merced...
MAGDALENA Veamos cuál.
ALBERTO Besar tu mano.
MAGDALENA (Corriendo hacia la puerta de la izquierda del espectador.)
Ya no hay tiempo.
ALBERTO (Cogiendo una mano de MAGDALENA que ella retira.)
Sí, pardiez.
MAGDALENA (En el dintel de la puerta.)
Atrevido caballero,
de rodillas a mis pies. 400
(ALBERTO se arrodilla.)
Reconozca usted su falta,
y en castigo... tome usted.
(Le entrega la mano que ALBERTO cubre de besos. MAGDALENA sale por la segunda puerta de la izquierda.)
Escena V
ALBERTO.-DON JUAN.
ALBERTO ¡Qué buena y hermosa!
DON JUAN (Entrando por el fondo.)
Alberto...
ALBERTO ¿Aun de casa no has salido?
DON JUAN En el balcón, divertido 405
estuve en mirar el Puerto.
¡Ha tanto que no veían
sus blancas velas mis ojos!
¡Como fúnebres despojos
a la mente me traían, 410
recuerdos tristes y bellos
de mi juventud pasada!
ALBERTO ¿No eres joven?
DON JUAN ¿Despojada
de sus rizados cabellos
mi cabeza macilenta, 415
mi faz, sin brillo en los ojos,
cargada el alma de enojos
y pasados los cuarenta,
joven me juzgas?
ALBERTO Sí a fe:
¿en la mitad de tu vida 420
ves la juventud perdida?
DON JUAN ¿No he de verla ya?
ALBERTO ¿Por qué?
Te envejece la ilusión
del tedio y los desengaños:
no pueden nada los años 425
contra un noble corazón.
El tuyo latir podría;
duerme aunque lo juzgas muerto.
DON JUAN Perdona, querido Alberto.
No me agrada la poesía. 430
ALBERTO ¡Eso es! ¡siempre lo mismo!
DON JUAN ¡Qué quieres! No es chica empresa
ya mi enmienda.
ALBERTO Y triste presa
de ese eterno escepticismo
tu vida...
DON JUAN De otra cuestión 435
trataremos si te agrada.
¿Qué hay de nuevo?
ALBERTO (Con enojo.)
No sé nada.
DON JUAN (Con creciente ironía hasta que indica el diálogo que debe cesar.)
Hablemos de tu pasión.
ALBERTO Mi pasión...
DON JUAN ¿No me dijiste
anoche, o me he equivocado, 440
que estabas enamorado?
ALBERTO No recuerdo.
DON JUAN Y estuviste
pintándome la belleza
que cautiva tu albedrío.
ALBERTO Juan: ese sarcasmo frío 445
causa agravio a mi franqueza.
Mis sentimientos respeta.
Piensa que nada te he hablado.
DON JUAN Chico, estás apasionado
como un patán o un poeta. 450
ALBERTO Terminemos la cuestión.
DON JUAN ¿Me vas a guardar encono?
ALBERTO Conozco que es de mal tono
hoy amar.
DON JUAN No sin razón
me juzgues tan de ligero. 455
Olvida mi leve ofensa;
cesen las burlas, y piensa
que muy de veras te quiero.
Hablo así por el temor
de que tu dicha sucumba, 460
que es de nuestro bien la tumba
eso que llaman amor.
ALBERTO Interna voz nos advierte
de que es falsa esa opinión.
DON JUAN La calma del corazón... 465
ALBERTO Es la calma de la muerte.
Si guarda la piedra dura
ardiente chispa oprimida,
si el agua en nubes mecida
flota en la atmósfera pura 470
es para que ansiado fuego
del hierro al golpe se inflame,
es para que el sol derrame
su luz, y en bendito riego
convertidos los vapores 475
que a merced del aire vagan,
en raudales se deshagan
que el valle cubran de flores (1)
*Así el principio fecundo
*de amor, con que Dios eleva 480
*nuestro ser, que vida nueva
*regale incesante al mundo,
*lo puso en el corazón
*para que uniendo dos seres,
*confundiese sus placeres, 485
*sus dolores, su oración;
*no para que en negro abismo
*duro convirtiendo el alma
*lo sepultase en la calma
*de un estéril egoísmo. 490
DON JUAN *¿Concluiste? Bello trozo
*para una escena de drama.
*El éxtasis que te inflama
*se comprende. ¡Eres muy mozo!
*Sueños forjas de ventura, 495
*porque estás de bondad lleno;
*mas endurece tu seno,
*o ten por cosa segura,
*que ese estéril egoísmo
*echarás menos un día 500
*que en solitaria agonía
*te devores a ti mismo,
*destruido hasta el consuelo
*de no haber virgen guardado
*el ensueño nacarado 505
*que hace del amor un cielo.
ALBERTO *Tu funesta profecía
*es inútil. ¿Qué mayor
*soledad que sin amor
*vivir? ¿Qué más agonía 510
*el alma a sentir alcanza?
DON JUAN *Causa más acerbo daño
*el tedio del desengaño
*que el afán de la esperanza.
ALBERTO *Nos libra de ese dolor 515
*de una mujer la ternura.
DON JUAN Alberto, una calentura
del alma, es sólo el amor:
su delirio nos ofrece
una mujer que no existe: 520
de mil encantos la viste,
sobre la tierra la mece;
más cuando en loca ansiedad,
vence el amor al respeto
tocamos el esqueleto 525
de la odiosa realidad.
ALBERTO Hallará tal decepción
quien con vulgares mujeres
busque en groseros placeres
los goces del corazón. 530
DON JUAN ¡Vulgares! ¿Cuál no lo es?
Todo amante piensa hallar
una excepción singular:
pero le enseña después
la razón severa y fría 535
que son iguales en suma,
y su amor, como la espuma
que nace y muere en un día.
(Movimiento de enojo en ALBERTO.)
No pienses que yo imagino
que de hielo la mujer 540
no siente en su pecho arder
de amor él fuego divino.
¡No por Dios! Quizá al contrario
sobrado tierna la creo,
porque es su amante deseo 545
tan universal, tan vario.
¡El aire, la luz, el cielo
veinte veces en un día
la hacen reír de alegría,
sollozar de desconsuelo! 550
Vertiendo sus ojos lloro,
brillan con grato embeleso,
hace sangre al dar un beso;
maldice al decir «te adoro»,
si al estrecharla en tus brazos 555
le ajas un rizo, una flor,
huirá de ti por amor
a sus encajes y lazos;
que la pasión que atesora
da con tino tan profundo, 560
que la derrama en el mundo,
y se la niega al que adora.
Ser inconstante y liviano,
verdugo y víctima al par;
se complace en excitar 565
de venganza afecto insano,
y, como un niño aturdida,
con mil esperanzas juega,
y almas va pisando ciega
por la senda de la vida, 570
hasta que siente el impío
torcedor del desencanto,
deshecha en inútil llanto,
dando suspiro tardío.
Esto es la mujer.
ALBERTO ¡Mentira! 575
Al juzgarla tan cruelmente
tu corazón nada siente
y tu cabeza delira.
*Contra tan infiel retrato
*otro mi alma me ofrece 580
*que más a ella se parece
*que el que trazaste insensato.
Cual humano, frágil ser
es al cabo; no imagino
yo que es un ángel divino; 585
la amo, Juan, porque es mujer.
Porque sé que, estremecida
de placer, miedo y rubor,
ella es quien nos tiene amor
antes que tengamos vida. 590
Quien arrulla con su canto
nuestro primer sueño leve,
quien con su sonrisa bebe
las gotas de nuestro llanto.
Quien con santa inspiración, 595
abre, del mal a despecho,
a la bondad nuestro pecho,
nuestra boca a la oración.
DON JUAN Es verdad; pero escusada
verdad; por mal que te cuadre, 600
que el santo amor de una madre
no se compara con nada.
Mas la mujer...
ALBERTO La mujer
siempre con pura influencia
domina nuestra existencia 605
y ennoblece nuestro ser.
(DON JUAN sonríe con irónica incredulidad.)
Por ella, solo por ella,
la desdeñada virtud
de la loca juventud
es alumbradora estrella. 610
Que el rudo afán que sofoca
y hace latir nuestro seno,
lo trueca en gozo sereno
la sonrisa de su boca.
*Esa sed inquieta y vaga 615
*de una ignorada ventura
*que sentimos, la ternura
*de su mirada la apaga.
Y hoy que tedio asolador
nos anticipa la muerte, 620
y en cieno el agua convierte
y trueca en polvo la flor;
que, rotos del bien los lazos
y humo vano la pureza,
la humanidad su cabeza 625
dobla y se cruza de brazos,
¿quién es, sino la mujer,
quién con palabra bendita,
como a Lázaro le grita:
«Alza y recobra tu ser.» 630
DON JUAN ¿Es decir que a Dios igual
la crees?
ALBERTO Movió Dios su mano,
y brotar hizo un anciano
agua de un vil pedernal.
Dios la inspira, y ella alcanza 635
que en el seno árido y duro
a su voz renazca el puro
manantial de la esperanza.
DON JUAN Religioso en demasía
estás, y te aviso, Alberto, 640
que predicas en desierto
así hablando a el alma mía.
*No defiendas tu opinión,
*si en Dios su defensa estriba,
*porque de tejas arriba 645
*solo veo confusión.
Hasta el cielo nunca llega
mi pensamiento.
ALBERTO También
con sacrílego desdén
yo lo olvidaba.
DON JUAN Pues ruega 650
a Dios me dé contrición,
mientras que yo pobre humano
quiero por camino llano
evitar tu perdición.
ALBERTO ¿Mi perdición?
DON JUAN Si por cierto, 655
que en este siglo de males
ya no brotan manantiales
de las peñas del desierto.
Y muy lejos la mujer
de inspirarnos noble instinto, 660
en confuso laberinto
enervando nuestro ser
a su capricho lo inmola.
Luego el esclavo despierta
y de ella la liberta... 665
el cañón de una pistola.
ALBERTO *¿Con que todo hombre que ama
*arrostra la misma suerte?
DON JUAN *No en el seno de la muerte
*apagan todos su llama: 670
*mas quien tal fin no prefiere,
*llevar se deja adelante
*cual cadáver ambulante
*sin saber si vive o muere.
ALBERTO (Con enojo creciente.)
Pues sea cual fuere el destino 675
que tenía tu previsión
no evites mi perdición;
déjame andar mi camino.
Si un universal decreto
nos obliga a padecer; 700
esclavos de la mujer,
yo obediente lo respeto
y aun adoro mi cadena.
DON JUAN Contemple tu ceguedad
que es diosa la libertad. 705
ALBERTO Y un ángel mi Magdalena.
DON JUAN Loco estás.
ALBERTO Bien, pero en vano
crees curarme, te lo advierto.
DON JUAN No quiero sanar.
Alberto,
Dios te tenga de su mano. 710
Te has de acordar algún día...
ALBERTO (Con severidad.)
Mientras llega, yo te pido
que des mi amor al olvido.
No quiero sanar.
DON JUAN ¿Sería
posible que tu cariño... 715
ALBERTO (Con amarga reconvención.)
No, mas pensé que el objeto
que más amo, tu respeto
merecía.
DON JUAN Eres un niño.
(Con cariño extremado.)
Si vieses... pero esa mano
estrecha, y todo concluya. 720
ALBERTO (Comprendiendo el sentimiento de DON JUAN.)
Sí: no hay nada que destruya
nuestra amistad. De verano
nube pasajera fue
mi enojo.
(Reparando en un reloj que debe haber en la escena.)
¡Mas... Dios! ¿qué veo?
Ya son las dos, y deseo 725
escribir. Dispensa...
ALBERTO ¿Qué?
Que aquí te deje, obligado
a salir.
DON JUAN Ve, yo te sigo.
(Se estrechan las manos con ternura, y sonriendo con ligera ironía dicen.)
Aunque escéptico, tu amigo.
ALBERTO Tu amigo, aunque enamorado. 730
Escena VI
DON JUAN.-Después ENRIQUE.
DON JUAN Nada, está loco. También
yo lo estuve, y condenado
también cual yo se verá
a trocar en odio amargo
tanto amor como atesora; 735
a arrastrar como yo arrastro
la vida... No sé qué diera
por conseguir evitarlo.
*¡Todos así! el sentimiento
*es verdugo despiadado 740
*que en verdugos nos convierte.
*¡Todos así!... no, me engaño;
*Todos no, que hay excepciones;
*los tontos y los malvados.
ENRIQUE (Riendo.)
¡Ah! ¡ah!
DON JUAN ¿Qué te pasa?
ENRIQUE Un lance 745
chistosísimo. ¿Un tabaco,
(Sacando la petaca y ofreciéndole.)
quieres?
DON JUAN No, gracias.
ENRIQUE Pues mira
que es de la Vuelta de abajo.
DON JUAN No quiero fumar.
ENRIQUE (Encendiendo el cigarro.)
Ahora de recogerlos acabo. 750
DON JUAN ¿Por qué te reías?
ENRIQUE ¿Por qué?
Verás: salí de mi cuarto
porque el cartero... ¡A propósito!...
¿Te acuerdas del semi-diablo,
semi-mujer que me tuvo 755
en París encadenado?
DON JUAN No recuerdo...
ENRIQUE Mademoiselle
Fleur d'aubepine.
DON JUAN No caigo...
ENRIQUE Que era entretenúe del ruso,
aquel de bigotes largos. 760
DON JUAN ¡Ah, sí!
ENRIQUE Pues oye: me escribe
diciendo... ¡de risa estallo!
que ha sido débil conmigo.
DON JUAN ¡¡¡Ella débil!!!
ENRIQUE Y yo sandio,
porque su debilidad 765
me costó doce mil francos.
DON JUAN ¡Es chistoso!
ENRIQUE Y me apellida,
seductor y padre ingrato.
DON JUAN (Dejando el tono irónico.)
¡Padre!
ENRIQUE Sí, padre dudoso.
DON JUAN ¡Y a un niño has abandonado! 770
ENRIQUE ¿No lo has hecho nunca tú?
DON JUAN (Con enojo y pena.)
ENRIQUE No lo sé.
ENRIQUE Da para el caso
lo mismo; a más que ya ha muerto.
DON JUAN ¡Feliz él!
ENRIQUE Por muchos años
nos guarde Dios de esa dicha. 775
DON JUAN ¡Pse!
ENRIQUE Sin compartirla alabo
tu indiferencia.
DON JUAN ¿Y la carta
reír te hizo?
ENRIQUE No: del cuarto
salí. A buscarte venía;
y al atravesar el patio 780
en un balcón vi dos jóvenes
muy bellas.
DON JUAN ¡Y te ha causado
esa hilaridad su vista!
ENRIQUE La de una sola.
DON JUAN No caigo
en el motivo.
ENRIQUE La una 785
hermana es de Alberto.
DON JUAN Exacto.
La otra su amante.
ENRIQUE ¿Su amante?
DON JUAN ¿No me has entendido?
ENRIQUE ¡Bravo!
es decir que se la pega
al Marqués...
DON JUAN ¿Cómo? No alcanzo 790
a comprender...
ENRIQUE Esa niña...
DON JUAN Es la hija de un anciano
militar, y compañero
del Marqués...
(Con marcada ironía.)
¡Pues está claro!
DON JUAN Él la protege...
ENRIQUE ¡Pues no! 795
DON JUAN ¿Qué quieres decir?
ENRIQUE El lazo
no está mal...
DON JUAN ¿Cómo?
ENRIQUE ¿Conoces
al Marqués?
DON JUAN Ha muchos años
que lo conocí en América,
pero apenas nos tratamos. 800
ENRIQUE Tenía una hija.
DON JUAN (Con disgusto creciente.)
Lo sé.
ENRIQUE ¡Murió!
DON JUAN Lo sé.
ENRIQUE Ha cuatro años.
DON JUAN Repito que no lo ignoro.
ENRIQUE Afligido el pobre anciano
por la muerte de su hija, 805
escondido más de un año
vivió; mas Dios a sus puertas
un ángel descarriado
llevó, que escapó a mis uñas
poco antes por milagro, 810
y en el carcomido tronco
de su existencia brotaron
otra vez hojas y flores
de Magdalena al halago.
DON JUAN ¡Magdalena!
ENRIQUE Era una niña 815
que teniendo unos tres años,
a nuestro umbral una noche
llegó, llevada en los brazos
de su madre, y a la mía
conmovió su desamparo. 820
Ambas quedaron en casa.
DON JUAN Parece un cuento.
ENRIQUE Pasaron
meses, años, y la niña
joven fue llena de encantos
que a mi natural deseo 825
le daba muy malos ratos.
Murió su madre, y victoria
canté, que no vi en mis años
más celoso Can-cerbero.
DON JUAN ¿Y después?
ENRIQUE Tenté, está claro, 830
por mil medios poseer
su belleza; mas ni halagos,
ni promesas la rendían
y mi madre, columbrando
el hecho, intentó alejarla 835
casándola.
DON JUAN Bien pensado.
ENRIQUE Sí; pero negose ella
a acceder, y aprovechando
yo la ocasión, la estreché
de tal modo, que su cuarto 840
se halló vacío una mañana
y en la mesa, destinado
había un billete a mi madre.
Él declaraba el arcano
de su huida con palabras 845
sentimentales, y el caso
verdadero era que yo
ni su novio le gustábamos.
ENRIQUE ¿Y no supisteis?
DON JUAN Mi madre
se indignó. Yo, como acabo 850
de verlo, creí que la suerte
tal vez la pondría en mi paso.
DON JUAN ¿Seguro estás de que es ella?
ENRIQUE La misma que tras dos años
de vivir, ya no sé cómo, 855
sólo sé que con encantos,
joven, ignorada y sola
de ese viejo millonario
llegó a la puerta, y subió
desde el zaguán al estrado. 860
El misterio que esto encierra
fácil es adivinarlo,
y fácil también pensar
que por contraste a los blancos
pelos del Marqués, la niña 865
no desdeñe los castaños
y así me reía, pues que
yo pensaba... ¡Voto al diablo!
Ya no podré, porque Alberto
me ha ganado por la mano. 870
DON JUAN (¡Y su noble corazón
caería en tan torpe lazo!)
ENRIQUE ¿Qué es lo que tienes?
DON JUAN ¿Tú sabes
lo que has dicho? ¡Desgraciado
Alberto!
ENRIQUE ¿Por qué?
DON JUAN ¡La ama! 875
ENRIQUE ¿Y qué?
DON JUAN Con amor tan casto,
que piensa hacerla su esposa.
ENRIQUE ¡¡¡Su esposa!!! Por muchos años.
(Riendo.)
¡Le hará... feliz!
DON JUAN Miserable.
ENRIQUE (Con aire agresivo.)
¿Cómo es eso?
DON JUAN Sí... ¡insensato! 880
en reñir contigo el tiempo
iba a perder, que en salvarlo
debo emplear... ¿pero cómo?
ENRIQUE A no ser por lo que acabo
de oír... yo sé un medio. 885
DON JUAN ¿Cuál?
ENRIQUE Yo nunca tolero...
DON JUAN Vamos,
di ese medio, que después,
nos mataremos si tanto
afán tienes por reñir.
ENRIQUE Confiesa que acalorado... 890
DON JUAN Sí, lo confieso. Di pronto.
ENRIQUE Yo también siento que un guapo
chico por candor...
Acaba.
ENRIQUE Pues si con ella yo hablo,
seguro estoy de que rompe 895
con Alberto.
DON JUAN ¿Pero acaso...
pensarías tu abusar?
ENRIQUE Te veo tan preocupado
hoy de ideas caballerescas,
que de imitarte yo trato. 900
Hasta que Alberto la olvide,
solemne promesa hago
de nutrirme de esperanza.
DON JUAN ¿Víbora con guantes blancos,
cumplirás lo que prometes? 905
ENRIQUE Te doy mi palabra y mano.
DON JUAN ¿Pero ese medio...
ENRIQUE Verás.
(Tira de una campanilla, y sale un criado por el fondo. ENRIQUE saca de su cartera una tarjeta, en la que escribe con el lápiz.)
Esta tarjeta, volando,
llévala a la señorita
Magdalena. Que la aguardo 910
aquí, añades.
(El CRIADO entra por la puerta que entró MAGDALENA; a poco sale y se retira por el fondo.)
DON JUAN ¿Y vendrá?
ENRIQUE ¿Quién lo duda? Ve tú en tanto
a entretener allí a Alberto.
DON JUAN Pero dime...
ENRIQUE Mas despacio
hablaremos. Calla... ¡es él! 915
(ALBERTO y ELOÍSA salen por distintas puertas, dispuestos para salir a la calle.)
DON JUAN ¿Y su hermana?
ENRIQUE ¡A que se ha aguado
mi plan!
DON JUAN ¡Silencio!
ENRIQUE Procura
muy lejos de aquí llevártelo.
Escena VII
DICHOS.-ELOÍSA.-ALBERTO.
(ALBERTO se dirige a saludar a ENRIQUE. DON JUAN se adelanta a ELOÍSA y le estrecha la mano con cariñosa confianza.)
ALBERTO ¿Se ha descansado?
ELOÍSA ¡Mendoza!
DON JUAN Eloísa.
ELOÍSA Ya sabía 920
por Alberto su llegada.
DON JUAN Y dispuso mi propicia
suerte que hallase aquí a ustedes.
ALBERTO (A su hermana, presentándole a ENRIQUE.)
Don Enrique de Medina,
amigo de Juan y mío. 925
ELOÍSA (Saludando.)
Es muy justo.
ENRIQUE (Ídem.)
Señorita...
ELOÍSA Ustedes permitirán...
¿Vamos, Alberto?
ALBERTO Creía
que esperabas... ¿Sales sola?
Magdalena...
Una visita 930
del Marqués le han anunciado.
ALBERTO ¿Pero aguardar no podrías?...
ELOÍSA No, dice que no saldrá
hasta la tarde.
ELOÍSA (¡Eloísa!
¿Dejar aquí a Magdalena?) 935
ELOÍSA A casa de nuestra tía
podrás llevarme, y con ella
iré a los baños. (¿No miras
que te pones en ridículo?)
ALBERTO Vamos, pues. (¡Oh! me lastima. 940
(Dando el brazo a su hermana.)
No sé qué temor...)
ELOÍSA (Saludando.)
Adiós.
ALBERTO (Ídem.)
Hasta luego.
DON JUAN (A ALBERTO.)
Está vecina
a la casa que tú vas
el casino; yo tu pista
voy a seguir. Con que allí 945
te aguardaré.
ALBERTO (Con marcado disgusto.)
Pues de prisa
tienes que andar.
DON JUAN Voy volando.
Soy contigo.
(ALBERTO y ELOÍSA salen por el fondo.)
Escena VIII
DON JUAN.-ENRIQUE.
ENRIQUE Fue magnífica
la ocurrencia; vete pronto
y entiende, de política 950
hablando, o literatura...
o cualquier cosa.
DON JUAN Mas cuida
de portarte cual dijimos.
De lo contrario...
ENRIQUE Examina
que Magdalena estará 955
atisbando tu salida
para venir... con que vete.
DON JUAN Si le faltas...
Escatima
amenazas.
DON JUAN Hasta luego.
(Vase DON JUAN.)
ENRIQUE Velis nolis será mía. 960
Escena IX
ENRIQUE.-MAGDALENA.
ENRIQUE Magdalena...
MAGDALENA (Con altiva severidad.)
Señor mío.
ENRIQUE Lo primero doy a usted
las gracias por la merced
de escucharme.
A mi albedrío
no obedezco al consentir 965
tan absurda conferencia.
ENRIQUE Deploro que mi presencia
así le enoje.
MAGDALENA Advertir
debo a usted que acabe luego
y dígame por qué osado 970
vuelve así desalentado
a perturbar mi sosiego.
ENRIQUE Tan criminal intención
no abrigo, por vida mía.
MAGDALENA Terminemos.
ENRIQUE ¿Todavía 975
con la misma condición?
Ya es tiempo de tener calma:
escúcheme usted serena;
aún por usted, Magdalena,
se abrasa en amor mi alma. 980
(MAGDALENA va a retirarse, y él se interpone.)
Ha muerto mi madre, y dueño
soy de mi vida y mis bienes;
deponga usted sus desdenes,
y no habrá un capricho, un sueño
que su mente de mujer, 985
apetezca o divinice,
que yo al punto no realice,
que mi amor...
MAGDALENA A comprender
no alcanza usté en su afán necio
que esa palabra en su labio 990
al amor le causa agravio,
y a mí me inspira desprecio?
ENRIQUE Es que...
(Con desdén altivo.)
Basta.
ENRIQUE (Con tono iracundo.)
¡Magdalena!
MAGDALENA En vano con torpe alarde,
grosero intenta y cobarde 995
amenazarme. Serena,
veré su infamia a mis pies,
que con la ayuda de Dios
me ampara...
ENRIQUE (Con sarcasmo.)
¿Cuál de los dos?
MAGDALENA ¿Cómo?
ENRIQUE ¿Alberto o el Marqués? 1000
MAGDALENA ¿Qué dice usted?
ENRIQUE Lo sé todo.
Con todo contado había
al hablarle. ¿Usted creía
sorprender...? De ningún modo.
¡Y no me inspiran recelos 1005
sus egidas en verdad!
El Marqués me da piedad...
¡Pero Alberto me da celos!
MAGDALENA (Con marcado desprecio.)
¿Celos usté?
ENRIQUE Esa altiveza
más enciende...
MAGDALENA Demos punto, 1010
señor mío, ya al asunto.
ENRIQUE ¡Darle punto y ahora empieza!
MAGDALENA Dar no debe usté al olvido
que al hablar así deshonra
de su apellido la honra. 1015
ENRIQUE Hablo yo: no mi apellido.
Y sin faltar al respeto
que al sexo es fuerza rendir,
voy, pues, a usté a decir
de mi discurso el objeto. 1020
Siento celos, aunque usté
no lo crea, y necesito
que me ame usté, lo repito:
quien ofendido se ve
como yo, vengarse quiere 1025
y exige a usted mi venganza
(Ademán de desprecio en MAGDALENA.)
que dé a mi amor esperanza
o el amor de Alberto muere. 1025
MAGDALENA (Con desdén y confianza.)
¡Su amor!
ENRIQUE (Con ironía.)
Sencillo, inocente,
amor pur sang de novela, 1030
ni desengaños recela,
ni desconfianza siente.
Mas es así porque ignora
que quien lo inspira algún día
vivió...
MAGDALENA La desgracia mía 1035
lo trajo a usted aquí ahora:
¿capaz será usted!
ENRIQUE De todo.
MAGDALENA No es posible tal vileza.
ENRIQUE Deponga usted su esquiveza,
y yo a callar me acomodo. 1040
MAGDALENA *¡Oh, jamás!
ENRIQUE *En caso tal...
MAGDALENA *¿No tiene usted corazón!
ENRIQUE *Tengo muy poca afición
*al tono sentimental.
*Así, pues,
MAGDALENA *¿Con qué derecho 1045
*eterno perseguidor
*de mi paz?...
ENRIQUE *Con el amor
*que usted encendió en mi pecho.
MAGDALENA *¡Es una burla horrorosa!
ENRIQUE *Es realidad a fe mía, 1050
*que encuentro a usted cada día,
*Magdalena, más hermosa.
¡Oh, basta!
ENRIQUE Con que es decir
que usted se resigna.
MAGDALENA ¡Ah, no!
¿pero qué le hecho a usted yo 1055
para hacerme así sufrir?
Es imposible que sea
tan malo su corazón
como afecta. Compasión
le pido.
ENRIQUE Pero usted vea 1060
que es un sobrehumano empeño,
cuando la amo pretender
que a otro hombre pueda ver
de tanta hermosura dueño.
Por última vez. Si en vano 1065
rogué, tenga usted por cierto
que revelo hoy mismo a Alberto
de su existencia el arcano.
Y venciendo en mi porfía,
no será usted ¡vivo Dios! 1070
de ninguno de los dos,
pues que no quiere ser mía.
MAGDALENA (¿Por qué merezco, Dios santo,
que me hagas así penar?)
ENRIQUE (¡Me duele verla llorar! 1075
¡pero soy un necio! llanto
de mujer muy poco dura.)
MAGDALENA (Él escuchará a su amor,
mas dudando de mi honor
quizá... qué horrible tortura!) 1080
ENRIQUE Perdone usté si enfadoso...
MAGDALENA No aumente usté mi tormento.
ENRIQUE En tal caso aunque lo siento...
MAGDALENA ¡Sea usted por Dios generoso!
Olvide el funesto encanto 1085
que al mal así lo encadena.
ENRIQUE Suplico a usted, Magdalena,
que enjugue ese inútil llanto.
MAGDALENA Si... alguien viene.
ENRIQUE (Mirando al fondo.)
Es el Marqués.
Conteste usted.
MAGDALENA ¡Oh! ¡no puedo! 1090
más tarde...
ENRIQUE A esperar accedo.
MAGDALENA ¡Virgen santa!
ENRIQUE Hasta después.
(Sale ENRIQUE por la puerta de la derecha. El MARQUÉS entra por el fondo.)
Escena X
MAGDALENA.-El MARQUÉS.
(MAGDALENA sale al encuentro del MARQUÉS y le estrecha ambas manos con grande agitación.)
MAGDALENA ¡Ah, señor!
MARQUÉS ¿Qué te agita?
MAGDALENA (Como hablando consigo misma.)
Si es forzoso...
MARQUÉS ¿Llorando estás? ¿Qué tienes, Magdalena?
MAGDALENA Es forzoso, señor, que de mi vida 1095
el misterio concluya.
MARQUÉS ¿Mas qué es esto?
ese llanto...
MAGDALENA Usted sabe la amargura
que ese secreto derramó en mi vida:
hoy más que nunca mata mi ventura. 1100
¿Por qué callarlo? Alberto...
MARQUÉS Nada ignoro:
conozco que te ama.
MAGDALENA ¡Padre mío!
MARQUÉS ¿Y tú?
MAGDALENA Le amo también.
MARQUÉS ¿Por qué ese lloro?
MAGDALENA Es esclavo suyo mi albedrío.
Pedirle a usté mi mano 1105
veces mil intentó: yo le contuve;
mas hoy lo quiero yo; pero el arcano
de mi vida es forzoso que no exista.
MARQUÉS Si en ello solo estriba tu ventura.
(Con tono de dolorosa reconvención.)
MAGDALENA Mi ventura y mi honra.
MARQUÉS ¿Magdalena? 1110
MAGDALENA Mi honra que está como mi alma pura.
MARQUÉS No comprendo...
MAGDALENA Más tarde, lo prometo,
todo lo explicaré.
MARQUÉS Oye, hija mía:
respetando la paz de tu inocencia
tu origen oculté; ¿tú no me viste 1115
solo, a veces, llorando...?
MAGDALENA De mi madre
el retrato besar, y yo creía
el nombre ansiado pronunciar de padre...
MARQUÉS ¡Llámame padre, sí; tal me llamaba
la desgracia a quien el ser debiste!
MAGDALENA ¡No en vano el corazón me lo anunciaba! 1120
MARQUÉS Oye: en la noche de recuerdo triste
que en mis brazos murió, me dijo el nombre
de la mujer que te cuidó en tu infancia
su retrato me dijo que tenías,
y en cambio de la hija que lloraba, 1125
Dios te envió para encantar mis días.
MAGDALENA ¿Con que es verdad? ¡El dulce pensamiento
que acaricié!...
MARQUÉS Su alma, Magdalena,
nos bendice al mirar nuestro contento.
¿Mas qué tienes?
MAGDALENA El gozo me enajena: 1130
¿y mi padre?
MARQUÉS ¡¡Murió!!
MAGDALENA ¿Dónde la losa
de su sepulcro está? ¿Cuál es su nombre?
quiero ostentarlo alegre y orgullosa.
MARQUÉS ¡Su nombre!
MAGDALENA Sí, saberlo necesito.
MARQUÉS Pero...
MAGDALENA Que borre de mi frente pura 1135
el injusto baldón que lleva escrito.
MARQUÉS Tú ignoras, pobre niña, que tu madre...
MAGDALENA ¡No más, por compasión! ¡Bien lo comprendo!
pero él ¿dónde está?
MARQUÉS ¿Ay, ese hombre?
MAGDALENA No me rechazará. ¿No es él mi padre? 1140
¿quién a su hija negará su nombre?
¿en dónde está?
MARQUÉS Me matan tus palabras.
¡¡Yo no sé ni quién es!!
MAGDALENA ¡¡Oh, Dios clemente!!
MARQUÉS Al deshonrar mi encanecida frente,
a su crimen unió la villanía 1145
de abandonar tu seducida madre.
Sin fe, sin corazón...
MAGDALENA (Con amargura suplicante.)
¡Ah! ¡que es mi padre!
MARQUÉS Tienes razón; perdona. Yo su suerte
siempre ignoré, y su nombre de mi oído
llegó a robarlo la implacable muerte. 1150
Mas, recobra tu ánimo abatido:
si Alberto es digno de tu amor, tu alma
solo amará, y a él la amarga historia
revelaré que emponzoñó mi vida,
y en verte suya cifrará su gloria. 1155
Yo su padre seré.
MAGDALENA ¡Nunca! Perdida
tiene ya el corazón toda esperanza.
Aunque un dolor inmenso lo taladre,
no compraré su paz ni su alegría
a costa de la honra de mi madre.
MARQUÉS ¿Cómo? 1160
MAGDALENA ¡Si hiciera mi fortuna impía
que mi mano rehusase en ese caso
a mi madre, a mi madre ofendería!
¡nunca será! ¡Conozco que en mi alma
él siempre vivirá!
MARQUÉS ¡Pobre hija mía! 1165
MAGDALENA No tema usted: mi madre desde el cielo
me alentará para arrostrar mi suerte.
MARQUÉS Y acaso un día encontrarás consuelo.
MAGDALENA ¡Sí: tal vez! (¡En el seno de la muerte!)
más preciso es, señor, que no le vea; 1170
que no le hable yo.
MARQUÉS Mas... ¿de qué modo?
MAGDALENA Hoy mismo es fuerza que de aquí salgamos.
MARQUÉS ¿Cómo?... Si quieres, el vapor del puerto
(Tirando de un llamador.)
alcanzaremos, y de allí esta noche...
MAGDALENA (Entrando precipitadamente en su habitación.)
¡Si, sí, pronto por Dios! 1175
MARQUÉS (A un criado que se retira después de la orden MARQUÉS.)
Volando, un coche.
Escena XI
El MARQUÉS.-DON JUAN.-ALBERTO.-Después MAGDALENA.
(Dirigiéndose a un criado que saldrá inmediatamente después de retirarse el anterior. El segundo debe aparecer viejo.)
MARQUÉS Pedro.
CRIADO Señor.
(DON JUAN y ALBERTO que aparecen en el dintel de la puerta, oyen las palabras del MARQUÉS.)
MARQUÉS Ahora mismo
salimos la señorita
y yo de Cádiz: mañana, 1180
en el vapor de Sevilla
tu vas; y llevas los cofres.
Paga en la fonda y avisa
a mi banquero.
CRIADO Está bien.
(Vase.)
DON JUAN (¡Se portó Enrique!)
ALBERTO (Al MARQUÉS.)
No atina 1185
mi confusión... ¿Es exacto
lo que escucho?
MARQUÉS Me precisa
a salir de Cádiz hoy...
ALBERTO ¿Y esa marcha repentina...
Magdalena?...
MAGDALENA Me acompaña. 1190
(MAGDALENA sale de su habitación de sombrero. Trae una carta en la mano.)
ALBERTO (¡Ella!)
MAGDALENA (¡Cielos!)
DON JUAN (¡Pobre niña!)
(ALBERTO se acerca a MAGDALENA, que desliza en su mano la carta cuyo sello va a romper ALBERTO, y ella le detiene. Él quiere hablar y ella con ademán suplicante, y enjugándose sus lágrimas le pide que calle; le estrecha la mano, que ALBERTO cede maquinalmente, y se agarra del brazo del MARQUÉS. Durante esta escena muda, DON JUAN se acerca al MARQUÉS y dice las breves palabras que indica el diálogo.)
(Me conmueven su belleza
y juventud.)
MARQUÉS (¡Hija mía!)
DON JUAN ¿Señor Marqués, esa joven
acaso es de la familia 1195
de usted?
MARQUÉS No señor.
(A ALBERTO estrechando su mano que este abandona.)
Adiós.
(A MAGDALENA.)
¿Vamos?
MAGDALENA (A ALBERTO con voz ahogada.)
¡¡¡Adiós!!!
(MAGDALENA saluda con la cabeza a DON JUAN, y éste le devuelve su saludo con el aire de un hombre que se halla bajo el dominio de un sentimiento penoso.)
DON JUAN ¡Señorita!...
Escena XII
DON JUAN.-ALBERTO.
ALBERTO ¿Es un sueño?
DON JUAN (¡Pobre Alberto!
Oh si realmente esa niña
le amase)... ¿En qué piensas?
ALBERTO Sí; 1200
de una horrible pesadilla
soy la presa; mas leamos.
(Abre la carta y la lee con muestras de profunda desesperación, la arruga y la arroja al suelo, dejándose caer sobre una silla y cubriéndose el rostro con las manos.)
¡¡Ella dejarme!! ¡mentira!
DON JUAN (¿Será acaso una coqueta?)
(Leyendo.)
«Adiós Alberto, su fe 1205
»consagre a mejor objeto:
»de usté me aparta un secreto
»que jamás revelaré.
»No habrá para mí otra pena
»más amarga que su olvido: 1210
»sin embargo yo le pido
»que me olvide.-Magdalena.»
ALBERTO Tu funesta profecía
se cumplió. ¡No puede ser!
¡Ah! sí: que en formas divinas 1215
su aliento inunde el infierno.
DON JUAN ¡Valor!
ALBERTO ¿Qué es valor? ¿Qué finja
cuando mis entrañas
despedazadas palpitan?
¡Ah!
(Arroja este grito fijando su vista en el balcón, al que se dirige procurando en vano DON JUAN detenerlo.)
DON JUAN ¡Se alcanza a ver el vapor! 1220
¡Detente!
¡Ya de mi vista,
quizá por siempre se aleja!
DON JUAN Mas oye...
ALBERTO Adiós, necesita
mi alma estar sola.
(Entra precipitadamente en su habitación.)
DON JUAN ¿Qué extraño?
Es tan joven. Esa niña, 1225
no se por qué pura, casta,
a mis ojos parecía.
¡Leamos, me distraerá,
la farsa de la política!
(Dice esto cogiendo un periódico que habrá sobre la mesa, y dejándose caer en una butaca.)
FIN DEL ACTO PRIMERO.
Acto segundo
Salón de baile brillantemente iluminado. Entre los adornos habrá ramos de flores y otros accesorios que revelen la estación en que se supone que pasa la escena, que es la primavera. Este salón terminará en el fondo por una galería con columnas, por la que se verán pasar convidados, criados con bandejas, etc.-En ambos lados una puerta en primer término con cortinas, y en segundo una ventana.
Escena I
ELOÍSA.-Después ALBERTO.
(Al levantarse el telón, aparece ELOÍSA delante de un espejo, arreglando su tocado. A poco sale ALBERTO por la puerta de la derecha, y se detiene en su dintel. ALBERTO tiene el rostro pálido y con marcada expresión de disgusto e indiferencia, sentimiento que procura ocultar, según lo indica el diálogo.)
ELOÍSA (Componiendo un ramo que tiene en el pecho.)
¡Acaso mejor sería
no haberme puesto estas flores;
son tan vivos sus colores,
que más bien... qué tontería!
(Con inocente satisfacción.)
Una señora casada 5
no debe en esto pensar.
Yo siempre le he de agradar
a Luis...
(Reparando en su hermano cuya imagen se refleja en el espejo.)
¡Ay qué mirada
tan triste que tiene Alberto!
(Volviéndose a él.)
Señor mío, buenas noches. 10
ALBERTO Pensé que ruido de coches
había oído.
ELOÍSA Sí por cierto.
Ya ha venido alguna gente;
mas no quien usté desea.
ALBERTO ¿Yo desear? ¡Es la idea 15
peregrina!
Ciertamente;
ELOÍSA ¿quién a un deseo a tus años
dará en el alma cabida?
¿Qué es más a esa edad la vida
que achaques y desengaños? 20
Yerta la sangre en las venas,
cuenta el alma, en su agonía,
las horas de cada día
por desencantos y penas.
En la tierra, en el espacio
no hay nada que ponga fin 25
a ese Byroniano spleen
que lo tiene a usté tan lacio.
¿No es verdad?
ALBERTO Ya no es severo
tal juicio, es calumniador.
Yo me divierto.
ELOÍSA ¡Mejor! 30
¿Vas a echarla de ligero?
¿Piensas hacerme creer
que los bailes y paseos
son imán de tus deseos,
manantial de tu placer? 35
Aunque digas, pobre hermano,
que ya no puedes sentir,
algo noto yo latir
cuando pongo aquí la mano.
(Tocando el pecho de ALBERTO.)
Inundando ese latido 40
de gozo mi corazón,
que despierte a mi presión
el tuyo, que está dormido.
ALBERTO Ingrato y torpe sería
si a tu cariño callase. 45
ELOÍSA ¡Qué poco oportuna frase
de vana galantería!
No se trata del cariño,
fraternal.
ALBERTO Pues más, no acierto...
ELOÍSA Pretendes en vano, Alberto, 50
engañarme. Eres un niño.
ALBERTO (Sonriendo.)
No disputaré yo a usted
los fueros de su experiencia.
ELOÍSA En ciertas materias, ciencia
nos da de Dios la merced 55
a las mujeres, y así
penetro en tu corazón
y en él leo la razón;
que te ha conducido aquí.
ALBERTO Quizá te engañes.
ELOÍSA No quiera 60
el cielo. Mas por tu vida
dime, Alberto: ¿así se olvida
una pasión verdadera?
ALBERTO Así la negra traición
la sofoca en solo un día. 65
ELOÍSA Mas deja...
ALBERTO Ceniza fría
en el muerto corazón.
ELOÍSA Ceniza que al soplo leve
de un grato recuerdo vuela,
y oculto fuego revela 70
lo que juzgábamos nieve.
Y ¡quien sabe si esa llama
el bien nos dará que huimos!
¡Quién sabe si maldecimos
a quien nos llora y nos ama. 75
ALBERTO (Con ansiedad y alegría.)
¡Eloísa, tú quizás
has hablado...
ELOÍSA Mi alma goza
al verte...
ALBERTO ¿Quién es?
ELOÍSA (Mirando a la izquierda del fondo.)
Mendoza.
Sí...
ALBERTO Ni una palabra más.
Escena II
DICHOS.-DON JUAN.
(DON JUAN saluda a ELOÍSA sin reparar en ALBERTO, que se apoya sobre una consola con aire pensativo.)
DON JUAN Eloísa...
ELOÍSA Bien venido. 80
Su promesa cumplió usté.
DON JUAN Nunca hasta ahora dejé
de cumplir lo prometido.
¿Cómo cuando el cumplimiento
me ofrece placer y honor? 85
Ha seis meses que el amor
celebró su casamiento,
¿y a la fiesta faltaría
que la ventura de usted
recuerda?
ELOÍSA ¡Tanta merced! 90
DON JUAN ¿Aranjuez durante el día,
ha estado muy concurrido?
ELOÍSA Hoy no he salido de casa:
hace ya un calor que abrasa.
¿Ha visto usté a mi marido? 95
DON JUAN Le he saludado al entrar.
(Reparando en ALBERTO, que se adelanta a los interlocutores.)
¡Calle!... ¡Tú aquí! ¿Esta mañana
no me dijiste?...
ALBERTO A mi hermana
tampoco quise faltar.
ELOÍSA (Aparte a DON JUAN)
(Eso es mentira.)
ALBERTO Vi un tren 100
pronto a salir... las carreras
de caballos... lo que quieras.
En fin, me pareció bien
pasar esta noche aquí.
DON JUAN ¿Quién te pide explicaciones? 105
ALBERTO ¿Hay ya gente en los salones?
DON JUAN No poca.
ELOÍSA ¿Vas allá?
ALBERTO Sí.
ELOÍSA ¿Piensas bailar?
ALBERTO No lo sé:
tal vez.
(A DON JUAN.)
¿Quién viene contigo?
DON JUAN Enrique con otro amigo. 110
ALBERTO Voy a buscarlos.
(Vase.)
Escena III
DON JUAN.-ELOÍSA.
DON JUAN ¿Por qué
tan extraño desconcierto
noto?...
ELOÍSA Porque la mujer
tiene un inmenso poder;
aunque usted no quiera.
DON JUAN ¿Alberto 115
esclavo en otra cadena...
ELOÍSA No, en la misma que llevaba.
Ama siempre a quien amaba.
DON JUAN ¿Qué dice usted?
ELOÍSA A Magdalena.
DON JUAN No puede ser.
ELOÍSA Creo que sí. 120
DON JUAN ¿Le he hablado?
ELOÍSA Pienso que no.
DON JUAN ¡Ni le hablará!
ELOÍSA ¡Qué se yo!
Pronto veremos.
DON JUAN ¿Aquí
está ella?
ELOÍSA No: vendrá.
Yo le he escrito que viniese. 125
DON JUAN ¿Para?...
ELOÍSA Para que la viese.
DON JUAN ¿Y él por eso?...
ELOÍSA Vamos, ya
dio usted en el quid. Ha tres
días que a Madrid llegó.
Al punto le escribí yo, 130
y esta mañana, al Marqués,
Luis, pidiéndole atento
que viniese sin excusa
esta noche.
DON JUAN ¿Y si rehúsa
aceptar?
ELOÍSA Presentimiento 135
tengo de que usté se engaña,
sí, que imagino que Dios,
porque se viesen los dos,
dispuso su vuelta a España.
Delicada en demasía, 140
ordenaron los extraños
médicos que a tomar baños
volviese a la Andalucía:
que se ve ya amenazada
su combatida existencia: 145
de su pasión la influencia
no está muerta; está callada.
DON JUAN (Con ironía.)
¡Su pasión!
ELOÍSA Pasión ardiente,
aunque usté no la comprenda.
DON JUAN ¿Qué?
ELOÍSA La duda es una venda 150
que ver la luz no consiente.
DON JUAN Un juicioso escepticismo
nos hace más claro ver.
ELOÍSA El alma de la mujer
para usted es un abismo. 155
DON JUAN Quizá sea el sentimiento
lo que me haga desear
que llegue Alberto a olvidar...
ELOÍSA ¿Y hay más imposible intento?
¡Olvidarla! El tiempo en vano 160
y la ausencia lo han querido
su amor aumenta escondido
de su pecho en el arcano.
Dice que le inspira enojos
hablar de su amante historia, 165
y al traerla a su memoria
brillan húmedos sus ojos.
Nada su inquietud serena,
hielo halla en cuanto toca,
y siempre vaga en su boca 170
el nombre de Magdalena.
¿Y piensa usté entre dos seres
que el mismo Dios así ha unido
interponer el olvido,
calumniando a las mujeres? 175
DON JUAN Si un mal intento evitar...
ELOÍSA ¡Siempre juicios de esprit fort!
¿Qué mal existe mayor
que el de vivir sin amar?
DON JUAN Disputar con una bella 180
no es cortés, y en tal asunto...
ELOÍSA Quiere usted ya darle punto
porque está vencido.
(Se oye un carruaje y ELOÍSA corre a la ventana de la izquierda.)
¡Es ella!
DON JUAN ¿Quién?
ELOÍSA ¡Magdalena! ¡Fue mía
la victoria! ¡Qué elegante! 185
Voy abrazarla al instante.
Estoy loca de alegría.
(Sale corriendo por la izquierda del fondo.)
Escena IV
DON JUAN solo.-A poco, MAGDALENA.-ELOÍSA.-El MARQUÉS.
DON JUAN ¡Otra vez esa mujer
en la senda se interpone
de Alberto. Si llega a hablarle... 190
¡Preciso es que yo lo estorbe
a toda costa! ¡Tal vez:
por ella vino esta noche!
(Entrando cariñosamente enlazada a MAGDALENA. El MARQUÉS los sigue.)
ELOÍSA ¡Qué hermosa estás!
MAGDALENA ¡Lisonjera!
ELOÍSA Por mil diversas razones 195
no he podido cual quería
ir a Madrid. ¡Desde anoche
con una ansiedad te espero!
Mendoza ¿usted no conoce
(Presentandolos mutuamente.)
al señor Marqués del Soto? 200
Don Juan de Mendoza, el hombre
más escéptico del mundo
a pesar, un alma noble.
MARQUÉS Las ideas del señor
desmentirán sus acciones. 205
DON JUAN (¡Me confunde!)
MARQUÉS Y no es extraño
que en estos tiempos que corren
en las sombras de la duda
tal vez la virtud se esconde.
DON JUAN (¡Me avergüenza su bondad!) 210
Con injusticia supone
en mí, méritos y faltas
Eloísa.
ELOÍSA Está la noche
modesta con demasía.
(El MARQUÉS y DON JUAN hablan entre sí.)
MAGDALENA Y ¿por qué, di, de la corte 215
has salido tan temprano?
ELOÍSA ¿En la estación de las flores
quién se resigna allí a estar?
(Continúan hablando entre sí.)
DON JUAN Sí señor: ha diez u once
meses que en Cádiz nos vimos. 220
MARQUÉS Yo a épocas anteriores
me refiero. ¿Ha estado usted
en Cuba?
DON JUAN Siendo muy joven.
(¿Sospechará?) Y de la honra
de tratar a usted entonces
privado estuve.
ELOÍSA (Al MARQUÉS.)
¿Es cuestión 225
política la que absorbe
la atención de ustedes?
MARQUÉS No.
¿Y Luis?
ELOÍSA En los salones
recibiendo con mamá.
¿Llamaré...?
(Dirigiéndose a un tirador.)
MARQUÉS Que se incomode 230
no es justo.
ELOÍSA Mendoza, usted
que bien la casa conoce,
guíe al Marqués.
MARQUÉS ¡Tal favor!
DON JUAN Con gusto estoy a sus órdenes.
MARQUÉS Mil gracias.
(El MARQUÉS habla aparte con MAGDALENA y ELOÍSA.)
DON JUAN (¿Sabrá el Marqué?... 235
No: fuerza será que ignore
quien soy: de otro modo habría...
¡fatal recuerdo que impone
miedo a mi alma y vergüenza!)
MARQUÉS Ella dirá.
(Con ELOÍSA.)
ELOÍSA Aunque se enoje 240
se ha de quedar: yo lo exijo,
lo menos hasta las doce.
MARQUÉS (A DON JUAN que estará sumido en la mayor absorción.)
Cuando usté guste.
DON JUAN Le ruego
a usted, Marqués, que perdone.
Distraído...
MARQUÉS No hay de qué. 245
(¿Dónde he visto yo a este hombre?)
Escena V
MAGDALENA.-ELOÍSA.
ELOÍSA ¡Con que tan pronto querías
retirarte! Se conoce
que ha muerto en ti el sentimiento
que unió nuestros corazones! 250
¡Ingrata! Después de aquella
pronta partida, a tu nombre
y el del Marqués veces mil
te escribí, explicaciones
pidiendo en vano.
MAGDALENA Te ruego 255
Eloísa, que no toques,
ese asunto. Ve que sufro
amarguísimos dolores.
ELOÍSA ¿Y por qué, dime, a tu hermana
la causa de ellos escondes? 260
¿Confianza no te inspiro?
MAGDALENA Secretos devoradores
hay que guarda el corazón
de sí mismo.
ELOÍSA ¿Tan enormes
serán tus penas? ¡Y quieres 265
que tranquila las ignore!
MAGDALENA Hablemos de otra materia.
¿Eres feliz?
ELOÍSA Que yo logre
dicha entera no es posible,
mientras que turben mis goces 270
las penas de los que amo.
¡Alberto!
MAGDALENA (Con sobresalto.)
¿Cómo?
ELOÍSA Dolores
sufre también, y el ingrato
también de mí los esconde.
MAGDALENA (¿Me amará?) ¿Pero en tu estado 275
eres dichosa?
ELOÍSA Veloces
llenos de placer los días
para mí serenos corren.
Completada mi existencia
con el que me dio su nombre, 280
pienso que mayor ventura
nunca mi pecho ambicione.
Tú no sabes, Magdalena,
qué ardiente y tranquilo goce
llena dos almas que unidas 285
fueron por castos amores
que en el ara Dios bendice.
¡Qué hermoso se mira entonces
el mundo! ¡Sentir al par
latiendo dos corazones! 290
¡Reír los mismos placeres,
llorar los mismos dolores!
¡De un ser que anima a dos seres,
la santa influencia doble,
confunde sus existencias 295
cual dos raudales que corren,
por solo un cauce que acaba
en el mar que los absorbe!
¿No es muy triste, Magdalena
que quien ventura tan noble 300
puede alcanzar en su pecho,
el germen de ella sofoque?
MAGDALENA ¡Es horrible!
ELOÍSA ¿Y qué motivo
tan poderoso hay que logre
sofocar el sentimiento 305
que anima a dos corazones?
¿Qué hay que venza un amor puro?
MAGDALENA Eloísa, no destroces
más, por compasión mi pecho.
ELOÍSA ¿Lloras?
MAGDALENA ¡Preciso es que llora 310
en el seno de una amiga,
que ya oprimido se rompe
mi corazón!
ELOÍSA ¿Te he afligido?
Te pido que me perdones.
MAGDALENA Eloísa: no imagines 315
que mi alma desconoce
tu pura intención: si callo,
si a tu amor no corresponde
mi afecto con tal reserva,
y el llanto miras que corre 320
por mis mejillas; comprende
de cuán duros eslabones
será la horrible cadena
que atroz silencio me impone.
(Sollozando.)
ELOÍSA ¡Magdalena! ¡amiga mía! 325
yo respeto las razones
que te obligan a callar.
¡No me hagas caso! ¡no llores
más por Dios! ¿Lo ves? ¡También
amargas lágrimas corren 330
de mis ojos! Qué, ¿no sabes
que soy una loca? Esconde
el motivo de tus penas.
¿A qué saberlo? ¡En mejores
días con usura el cielo 335
las pagará! ¿Oyes? ¡Ya rompe
el baile! Al salón corramos.
MAGDALENA No ¡mi emoción se conoce
demasiado todavía!
ELOÍSA ¿Y qué importa? En canto doble 340
te comunica. Ven pues.
MAGDALENA No: terno que me sofoquen
la luz, el calor. Aquí
te esperaré.
ELOÍSA Pues entonces
yo me quedaré contigo. 345
MAGDALENA Está muy mal que se note
ahora tu ausencia. A cumplir
ve los deberes que impone
tu carácter de señora
(Con cariñosa ironía.)
de la casa.
ELOÍSA No te mofes, 350
que son penosos por cierto.
En cuanto dé en los salones
dos vueltas, torno por ti.
¿Querrás, ya, venir entonces?,
MAGDALENA Sí.
ELOÍSA Dame un beso. ¡Qué fea 355
que estás! ¡Ea! ¡que no me enojes
llorando más! A cumplir
marcho mis obligaciones.
Escena VI
MAGDALENA.-Después ALBERTO.
MAGDALENA ¡Sí; quiero sola estar! Lejos del mundo
que con su alegro estruendo me fatiga. 360
Aquí apoyada bañará mi frente
el blando rayo de la luna amiga.
¡Ay! ¡con más libertad respira ahora
mi seno comprimido,
y reanimarse el corazón ya muerto 365
parece con la esencia de las flores!
Así puedo vivir. ¡Cielos! ¡Alberto!
(Al terminar el ultimo hemistiquio repara en ALBERTO, que aparece por la izquierda del fondo.)
ALBERTO (¡Es ella!) Señorita, usted perdone
que haya con mi presencia interrumpido...
MAGDALENA ¡Interrumpir! ¿Por qué? Me ha sofocado 370
el calor del salón, y a esta ventana
me asomé a respirar el aire libre.
¡Hermosa está la noche!
ALBERTO ¡Muy hermosa!
Y antes quizá que luzca la mañana
la veremos oscura y borrascosa. 375
MAGDALENA ¿Borrascosa? ¿Por qué?
ALBERTO ¡Está sujeta
cual todo a variar! ¿Qué no varía?
MAGDALENA (Disponiéndose a marchar.)
Me retiro si usted...
ALBERTO (Con creciente sarcasmo.)
Qué, ¿tan inquieta
está usté por bailar?
MAGDALENA ¡Sí! (¡Qué agonía!)
ALBERTO No podrá usted ahora, que ha ya tiempo 380
que empezó el rigodón; pero otra danza
la orquesta anunciará en breves instantes.
No pierda usté del goce la esperanza,
no faltarán ni polkas ni danzantes.
MAGDALENA (Con ironía dolorosa.)
Pues en tal caso, esperaré impaciente 385
el ansiado momento en que de nuevo
el baile rompa; pero ¿usté indolente
renuncia a ese placer? ¡no me acordaba
de que es usté fanático enemigo
(Con risa sardónica.)
de los bailes! ¡Ah! ¡ah!
ALBERTO Así pensaba 390
en un tiempo, sin duda; pero ahora
ansia indecible de bailar me aqueja.
MAGDALENA (Afectando ligereza.)
¿Es posible?
ALBERTO No ha mucho que valsaba
con delicia en los brazos de una vieja.
MAGDALENA ¿Delira usted?
ALBERTO ¡Oh! ¡no por vida mía! 395
¡¡y al arrastrar un giro acompasado
su cuerpo, como un buque empavesado,
me juzgaba feliz y me reía!!
MAGDALENA *¡Alberto!
ALBERTO *Y me decía:
*Diamantes, flores, lazos, 400
*objeto del amor de las mujeres,
*al compás de la música en mis brazos
*os hago voltear a mi capricho.
*Una vez os domino. ¿Qué me importa
*que recuerde cincuenta o más abriles, 405
*la beldad que a mi yugo os avasalla?
*¡Acaso me asegura
*eso mayor poder: quizá no mientan
*los empañados ojos que derraman
*miradas de decrépita ternura! 410
MAGDALENA ¿Por qué así calumniarse?
ALBERTO ¡Usted extraña
que ame los bailes yo! ¡Y quién podría
sin entusiasmo contemplar la turba
ruidosa de galanes y doncellas,
que se inflama brincando en esas salas 415
tan necios ellos como impuras ellas!
MAGDALENA (Reprimiendo débilmente su emoción.)
Es usted exigente en demasía.
¿Por qué satirizar con tal sarcasmo
el ajeno placer? ¡Quizá contento
fingen muchos allí, al par que sufren 420
devorador tormento!
ALBERTO ¿Y quién podrá dudarlo? ¡Almas sensibles
por do quier se encuentran! usted misma
quizá oprimida por oculta pena...
MAGDALENA (Procurando ocultar su llanto y emoción.) 425
¡Yo sufrir!... ¡Qué locura! ¡Soy... dichosa...
como nadie en el mundo!
ALBERTO (Pasando con violento contraste a la expresión del amor y sobresalto.)
¡Magdalena!
MAGDALENA (¡Ay yo muero!)
¿Usted llora?
MAGDALENA (Tratando de ahogar sus sollozos.)
¡Yo! sonrío.
ALBERTO Sonrisa amarga que me causa espanto. 430
Mi corazón sediento de ese llanto
lo reclama. ¡Sí, sí! ¡Tu llanto es mío!
MAGDALENA (¡Aun me ama!)
ALBERTO ¡Dos años, Magdalena,
de casto amor; de adoración tan pura,
que pienso que tu madre desde el cielo 435
bendijo mi ternura,
no se olvidan jamás! ¡Es imposible
que tú que engrandeciste el alma mía,
me engañases!
MAGDALENA ¡Alberto ese lenguaje!...
ALBERTO Lo dicta el corazón. ¿Acabe el vano 440
cruel sarcasmo que inspiró el orgullo;
sentir yo orgullo y derramar tu lloro?
¿lo creíste verdad? No ¡aquí no late
más que amor! Magdalena, yo te adoro.
MAGDALENA (¿Por qué no muero ahora?)
ALBERTO Dime, dime. 445
ese fatal motivo misterioso
que de mi lado te arrancó aquel día
en que amado de ti fui tan dichoso.
¿Pero no, a qué saberlo? Que me amas,
que hago latir tu seno todavía. 450
¿Dime, qué importa lo demás? ¡no es cierto
que no me engaña el alma que me grita;
que siempre fue tu corazón de Alberto!
MAGDALENA ¡Siempre! ¡siempre lo fue! ¡Y ahora palpita
más que nunca de amor! ¡Si mi honda pena, 455
si mi pasión, Alberto, contemplaras
no me hicieras sufrir!
ALBERTO ¡Ah! ¡Magdalena!
*perdón, perdón por mi delirio ciego.
*¿Quién bañó con la hiel de la ironía
*mis labios que temblaban de ternura? 460
*no es verdad que me amas, alma mía?
MAGDALENA (Con abandono.)
*¡Sí! ¡te adoro!
ALBERTO *¿Qué vale la amargura
*que el desaliento horrible que mi alma
*en tu funesta ausencia han devorado?
*¿Qué los rigores de contraria suerte? 465
*¡Yo apetezco el dolor! ¡yo le bendigo!
*¡¡él me hará, Magdalena, merecerte!!
MAGDALENA No me atiendas, Alberto, que mi boca,
un horrible deber hora quebranta.
¡No me hables, por Dios! ¡me vuelves loca! 470
¿te he dicho que te amo? ¡sí, lo dije,
por que yo... te idolatro!
ALBERTO ¡Vida mía!
MAGDALENA Ya de nada me acuerdo: di, ¿no es cierto
que Dios de mi penar compadecido,
todo me manda que lo dé al olvido? 475
ALBERTO ¡Todo menos mi amor!
MAGDALENA Escucha, Alberto.
(ENRIQUE aparece por el fondo acompañado de varios jóvenes.)
MAGDALENA (¡Cielos! ¿qué miro? ¡Enrique!)
ALBERTO ¡Magdalena!
habla. Pendiente de tu voz mi alma,
en ti vive mi ser.
MAGDALENA (¡Siempre ese hombre!)
ALBERTO ¿Qué te detiene?
MAGDALENA (Con dolorosa contracción.)
Alberto... es un delirio 480
que recordemos tiempos que pasaron
para siempre.
ALBERTO (Con sorpresa.)
(¡Qué escucho!)
MAGDALENA (¡Qué martirio!)
Ensueños nuestras almas abrigaron,
que sin piedad las horas destruyeron.
ALBERTO ¿Y las protestas de tu fe?
MAGDALENA ¡¡Mintieron!! 485
ALBERTO (Con desesperación creciente.)
¡Me harás enloquecer!
MAGDALENA (Mirando con zozobra a los que llegan.)
Ni una palabra...
ALBERTO No es posible callar, yo necesito
mi corazón librar de la cadena
con que este amor lo esclavizó maldito.
MAGDALENA (Suplicante.)
¡¡Silencio!!
(ENRIQUE y los que le acompañan entran en la escena.-ALBERTO al verlos se aparta bruscamente de MAGDALENA, quedando en primer término aislado y sumido en la más profunda abstracción.)
Escena VII
DICHOS.-ENRIQUE.-CONVIDADOS.
ENRIQUE (Dirigiéndose a MAGDALENA.)
Triste el salón 490
sin la presencia se nota
de usted.
MAGDALENA Buscando a Eloísa
vine, y allí vuelvo ahora.
ENRIQUE (Ofreciéndoselo con la acción.)
¿Quiere usté el brazo?
MAGDALENA Mil gracias.
(MAGDALENA rehúsa el brazo de ENRIQUE y saludando a los convidados que le abren calle, sale por el fondo arrojando una mirada dolorosa a ALBERTO, que no repara en ella.)
Escena VIII
DICHOS, menos MAGDALENA.
CONVIDADO 1.º La chica es encantadora. 495
ENRIQUE ¿No la conocías?
CONVIDADO 1.º No.
CONVIDADO 2.º Merece bien tan absorta
tener la atención de Alberto.
ENRIQUE Pero es por demás incómoda
ya tanta absorción.
ALBERTO (¿Enrique 500
la conoció antes de ahora?
¡su expresión!...)
CONVIDADO 1.º (A ALBERTO poniéndole la mano sobre el hombro.)
¿Por qué así huyes
del lado de las hermosas
del salón?
CONVIDADO 2.º Siempre tan triste
desperdiciando tus horas 505
con un recuerdo.
ENRIQUE Ese amor
ya en extravagancia toca.
CONVIDADO 2.º ¡Habiendo tantas mujeres,
pensar siempre en una sola!
ENRIQUE Y con leve diferencia 510
da lo mismo una que otra.
CONVIDADO 1.º La cuestión de un no o un sí
suele ser cuestión de horas.
ENRIQUE O del grado de calor
que se respira en la atmósfera. 515
ALBERTO ¡Voto al diablo! ¿A qué venís
con esa charla enfadosa?
¿Ignoro yo por ventura
que es el amor cual la ampolla
de jabón que forma el niño 520
con el aire de su boca?
Flota a sus ojos brillante,
el iris la tornasola
con sus colores, y ciego
se olvida de que es su obra. 525
Ansía cogerla, mas luego
que contento la aprisiona
en breve punto de espuma
entre sus dedos se torna.
Llora un instante, patea; 530
mas después la caña toma
y el jabón, y a centenares
derrama nuevas ampollas.
TODOS (Riendo.)
*¡Ah! ¡ah!
CONVIDADO 1.º *¡Bravísima idea!
ALBERTO *Y verdadera. Allá en horas, 535
*de las que apenas me acuerdo,
*inocente, candorosa,
*o necia, quiso mi alma
*también hacer sus ampollas.
*¡Yo pensé! ¡qué pensamiento!, 540
*en coyunda encantadora
*un solo ser de dos seres
*formar, y al ver mi ilusoria
*pretensión desecha, ansié
*matar, morir: con voz ronca 545
*hasta el cielo maldecía
*y... ¡qué se yo! Pero ahora
(Con risa sardónica.)
*¿no me veis? ¡ah! ¡ah! bien sé
*que las penas amorosas
*que da una mujer, se curan 550
*con las caricias de otra,
*que con la espuma del vino
*las lágrimas se evaporan
*y los gemidos se acallan
*con el tintín de las copas. 555
ENRIQUE Me agrada que en la materia
tu talento se conozca
que las mujeres, Alberto,
las pasiones amorosas
no comprendan que en el alma 560
cifran su vida y su gloria.
CONVIDADO 2.º De constancia no conozco
ninguna merecedora.
CONVIDADO 1.º La que más amor nos tiene
ama más su guardarropa. 565
ENRIQUE Como que es el arsenal
de sus armas de victoria.
Y por Dios que no comprendo
que adoración misteriosa
al corazón se pretende 570
excitar con una blonda
que mal cubre un blanco pecho;
con la nagua crujidora
que en sus contornos dibuja
la cintura que aprisiona, 575
¡Corazón! ¡sus ademanes,
sus miradas melancólicas,
sus palabras, todo en ellas
granos de encendida pólvora,
es que arrojan los nervios 580
del sandio que las adora!
CONVIDADO 1.º ¡Ay del pobre que imagina
ver en ellas otra cosa!
ENRIQUE *¡Qué inútil y tristemente
*su vida y tiempo derrocha 585
*quien, presa de eso que llaman
*pasiones devoradoras
*de impalpables emociones,
*la correspondencia implora!
ALBERTO ¡Tal vez!...
ENRIQUE El amor dramático 590
les halaga un par de horas;
dura más, y es su juguete:
su burla si se prolonga,
y con el tedio le ahuyentan
si sobrevive a la mofa. 595
ALBERTO Sí; tienen el corazón...
CONVIDADO 1.º Como el de cristal de roca,
duro y brillante.
ENRIQUE Y en tanto
que desdeñado las llora
el amador novelesco, 600
frutos positivos logra
quien conoce lo que valen
y...
ALBERTO (Con violencia.)
¡Qué!
ENRIQUE No las enamora
con suspiros ni miradas.
ALBERTO (Reprimiendo su ira.)
(¿Se burla?)
ENRIQUE Quizá tú ahora 605
satisfecho te verías
si una marcha más ramplona,
pero útil, seguido hubieses.
Y no que acaso a estas horas
un beso apaga la risa 610
que tus amores provocan.
ALBERTO (Con el mayor furor y dando una bofetada a ENRIQUE.)
¡¡Miserable!!
(En el momento de recibir, ENRIQUE el golpe, quiere arrojarse furiosamente sobre ALBERTO. Todos se interponen entre ambos y los sujetan hasta la salida de ALBERTO.)
CONVIDADO 1.º ¡Enrique!
CONVIDADO 2.º ¡Alberto!
ENRIQUE (Luchando.)
¡Soltadme! La ira me ahoga.
CONVIDADO 2.º (A ALBERTO con tono de reconvención.)
ENRIQUE ¿A un amigo?
¡Soltad!
ALBERTO Basta.
Inútil y escandalosa 615
sería aquí ahora una escena.
CONVIDADO 1.º Mas, satisfacción honrosa
fuerza es que des...
CONVIDADO 2.º Que motives...
ALBERTO Mis palabras, ni mis obras
nunca explico: las sostengo. 620
ENRIQUE Eso quiero.
ALBERO Mi persona
y mis testigos dispuestos
se encuentran ya desde ahora;
esperaré en los salones.
(Vase.)
CONVIDADO 2.º (A los demás.)
Sigámosle por si notan 625
que está alterado, ahuyentar
las sospechas. (Voy a toda
la reunión a referir
el lance.)
Escena IX
ENRIQUE.-CONVIDADO 1.º
CONVIDADO ¿Se vio más loca
y extraña acción?
ENRIQUE Es preciso 630
que, apenas raye la aurora,
nos batamos.
CONVIDADO ¿Bien: qué armas?
ENRIQUE ¿Armas? florete o pistola,
sable no; quiero matarlo.
CONVIDADO ¿Mas tú?...
ENRIQUE Le planto a una mosca 635
un balazo, y el florete
mejor lo manejo. Sola
una condición impongo,
y tiene que ser forzosa...
CONVIDADO ¿Cuál?
ENRIQUE Que uno de los dos 340
quede en el terreno. Ahora
habla tú con sus padrinos.
Si se escoge la pistola,
que sea cerca.
CONVIDADO Veinte pasos.
ENRIQUE Quince es mejor. Me sofoca 645
la sed de sangre.
CONVIDADO Alguien viene.
ENRIQUE Huyamos no sea algún cócora.
Escena X
Vanse por un lado de la galería del fondo, y por el opuesto entran MAGDALENA y el MARQUÉS.
MARQUÉS ¿Mas, segura estás de ello?
MAGDALENA ¡Sí, sí; no me cabe duda,
deben batirse! ¡En las salas, 650
toda la reunión se ocupa
en hablar de ello! ¡Me ahogo!
MARQUÉS Calma, por Dios, esa angustia.
MAGDALENA Pero, ¿no es verdad, señor,
que es horrible, que es injusta 655
esa costumbre? ¡Batirse
él, de alma noble y pura
con Enrique! Y si su acero
con el de Alberto se cruza,
dirán que es hombre de honor! 660
MARQUÉS Si evitarlo se procura...
MAGDALENA ¡Y si lo mata, dirán
que supo vengar su injuria!
MARQUÉS Oye, hija mía.
MAGDALENA ¡Matarlo!
¡no es posible que se cumpla 665
tal atentado! ¡Yo debo
impedirlo! Si mis súplicas,
si mi llanto no lo alcanzan,
entonces...
MARQUÉS A la ternura
de tu amor no creo posible 670
que resista. De la tumba
tu misma madre te ordena
que Alberto sepa tu pura
pasión: ¡el cruel sacrificio
que te impusiste, concluya! 675
MAGDALENA ¿Revelarle?...
MARQUÉS Lo reclama
su vida; no tu ventura.
MAGDALENA ¡Salvarlo! Salvarlo debo.
MARQUÉS Tú, de tu amor lo asegura;
de lo demás yo me encargo. 680
Eloísa...
MAGDALENA Sí, que juntas
sus súplicas con las mías
alcancen...
MARQUÉS ¿Qué te conturba?
MAGDALENA Él se acerca con Mendoza.
MARQUÉS Sí.
MAGDALENA Permita usté que oculta 685
aquí escuche lo que dicen.
MARQUÉS Pero...
MAGDALENA Vuele usted en busca
entretanto de Eloísa.
MARQUÉS (Marchándose por el fondo.)
Ellos son.
MAGDALENA (Ocultándose detrás de las cortinas de la puerta de la derecha.)
¡Dios me dé ayuda!
Escena XI
DON JUAN.-ALBERTO.-MAGDALENA oculta.
ALBERTO Crees en vano disuadirme. 690
DON JUAN Pues es injusto ese empeño.
No tienes razón.
ALBERTO ¿Qué?
DON JUAN Franco a ser me obliga mi afecto.
ALBERTO ¡Que razón me falta!
DON JUAN Sí.
Y no estorbase yo el duelo, 695
de otro modo. ¿Qué motivo
pudiera impulsarme a hacerlo?
Creo que le matas y sé
que al atravesarle el pecho
alivias la humanidad 700
con un pícaro de menos.
Ya ves que por él no abogo.
Por ti sentiría, confieso,
que murieras; mas no olvido
que todo buen caballero 705
debe sostener sus actos...
¡Justo!
DON JUAN Matando o muriendo.
A más sabes que la vida
estimo en muy poco. Lejos
estoy, pues, de combatir 710
tu propósito por miedo,
ni causas sentimentales;
mas exijo que este duelo
no se lleve a cabo.
MAGDALENA ¡Oh dicha!
él también se opone!
ALBERTO Empeño 715
tenaz y vano es el tuyo;
morir o matarlo quiero.
DON JUAN Sí; y manchado con su sangre
o en tierra cadáver yerto,
serás la mofa y ludibrio 720
de todos.
ALBERTO ¿Qué dices?
DON JUAN Ciego
tu pasión te tiene. Enrique
no quiso ofenderte.
ALBERTO Pero...
DON JUAN Esa mujer es indigna
de tu amor.
ALBERTO (Con furor.)
Mentira.
MAGDALENA (Avanzando con espanto.)
(¡Cielos!) 725
DON JUAN Pues que a decirlo me fuerzas,
pues que ya no hay otro medio
sabe que es...
ALBERTO ¿Qué?
DON JUAN La querida
del Marqués...
MAGDALENA ¡¡¡Jesús!!!
(Dice esto MAGDALENA cayendo a plomo en el suelo. Al pronunciar DON JUAN sus ultimas palabras, aparecen el MARQUÉS y ELOÍSA por el fondo. El primero avanza con aire amenazador hacia DON JUAN: pero al oír a MAGDALENA, vuela en su socorro con ELOÍSA. ALBERTO queda anonadado al oír las palabras de DON JUAN, da un grito y se cubre el rostro con las manos: a la voz de MAGDALENA se vuelve a ella con aire delirante, hasta despertarlo de su estado la del MARQUÉS.)
ALBERTO ¡Oh!
ELOÍSA ¡Cielos!
¡Magdalena!
MARQUÉS ¡Muerta!
ALBERTO (Con espantosa angustia.)
¡Muerta! 730
¡Oh rabia!
(Volviéndose con aire amenazador a DON JUAN, que estará aterrado.)
ELOÍSA (Reclinada sobre MAGDALENA.)
Su pecho, siento
que late.
ALBERTO ¿Por qué la vida
me salvaste que aborrezco?
(Dice esto dirigiéndose a DON JUAN, y sale desesperado por el fondo.)
DON JUAN (Con aire de extravío mental.)
¡¡Muerta!!
(ELOÍSA toca una campanilla y aparecen dos criados.)
MARQUÉS (Estrechando entre sus manos las de MAGDALENA.)
¡Hija mía!
ELOÍSA (A las criadas.)
Ayudadme:
voy a llevarla a mi lecho. 735
(Al MARQUÉS.)
(Toda esta escena debe hacerse con la mayor prontitud posible. ELOÍSA y sus criadas entran a MAGDALENA por la puerta y el MARQUÉS se dirige hacia DON JUAN, que al escuchar su voz alza la cabeza con espanto.)
Escena XII
DON JUAN.-El MARQUÉS.
DON JUAN (Hablando consigo mismo.)
(¡Qué horror!)
MARQUÉS Quiso usté evitar
un duelo, y quiso la suerte
que otro duelo, pero a muerte,
tenga ahora mismo lugar.
DON JUAN ¡Un duelo!
MARQUÉS Sí, entre los dos. 740
DON JUAN ¡Nunca!
MARQUÉS ¡Qué! ¿Tiembla su mano?
¡pues firme la de este anciano
está, que la mueve Dios!
DON JUAN ¡Imposible!
MARQUÉS Y vano alarde
querrá hacer de caballero 745
un calumniador grosero
que retrocedo cobarde.
¿Y a desdeñar la merced
se atreve que hago extremada
de cruzar con él mi espada! 750
DON JUAN ¡Oh, basta!
MARQUÉS ¿Y vacila usted,
debiendo ser su destino
morir...?
DON JUAN (¡Vergonzoso yugo!)
MARQUÉS ¿Con el dogal del verdugo
o el puñal del asesino? 755
DON JUAN (Con furor mal reprimido.)
¡Señor Marqués!
MARQUÉS (Andando dos pasos hacia el fondo.)
Eso quiero.
Innecesario es buscar
testigos.
DON JUAN No puedo alzar
contra usted mi brazo.
MARQUÉS Pero...
DON JUAN Tal pensamiento me espanta. 760
MARQUÉS ¡Oh!... pero yo necesito
tu vida...
DON JUAN Contra ella un grito
de la tumba se levanta.
Nada al suelo la encadena
es de usted: la muerte quiero. 765
Mas esgrimir un acero...
¡Oh, jamás!
MARQUÉS ¿Y Magdalena!...
Su virtud venganza pide;
sin ella no tendré calma.
DON JUAN ¡Su virtud!
MARQUÉS ¡Hija del alma! 770
De la vida se despide
quizás. ¡Ella, mártir pura!
DON JUAN ¡Mártir! ¡Hija!... Mas mi labio
al decir...
MARQUÉS Al torpe agravio
añadió horrenda impostura. 775
Sabe de vergüenza lleno,
cobarde, calumniador,
que la hija de mi amor,
le dio la vida en su seno.
DON JUAN (Con un grito terrible.)
¡Ah! ¿Qué dice usted?... ¡¡María!! 780
MARQUÉS ¿Cómo?
DON JUAN ¡¡Terrible expiación!
MARQUÉS ¿Qué dices?
DON JUAN (Cruzando las manos con el mayor dolor y desesperación.)
¡Perdón, perdón!
¡Magdalena es hija mía!
MARQUÉS ¡Tú su padre!... ¡Tú el villano
que a eterna deshonra y pena 785
me ha condenado!... ¡Y serena
revela tu alma el arcano
que ya tu muerte asegura!
DON JUAN Verla y morir es mi anhelo.
MARQUÉS Jamás; no concede el cielo 790
al crimen tanta ventura.
Vil seductor de la madre
y de la hija homicida,
no escucharás en tu vida
el dulce nombre de padre. 795
DON JUAN ¡Compasión!
MARQUÉS ¡Vive sabiendo
que tu hija en orfandad
forzosa, su tierna edad
pasó su llanto bebiendo.
Que en vano llamando a un padre, 800
viviendo de amparo ajeno,
buscaba en extraño seno
las caricias de una madre.
Que más tarde, en su hondo afán,
tocó al instante de horror 805
en que se vende el honor
por un pedazo de pan.
DON JUAN Del mundo y de Dios maldito
siento horror a mi existencia;
pero que yo en su presencia 810
pueda expiar mi delito.
¡Que me perdone!
MARQUÉS ¡Jamás!
Nunca emponzoñe tu acento
su postrero pensamiento.
DON JUAN ¡Ella morir!
MARQUÉS Sí, quizás 815
abandono ya la tierra:
y tú la matas.
DON JUAN ¡Piedad!
(Va a entrar por la puerta de la derecha, y el MARQUÉS se le interpone.)
MARQUÉS ¡Atrás!
DON JUAN ¡Ay!
MARQUÉS A la maldad
el cielo esta puerta cierra.
DON JUAN (Cayendo de rodillas a los pies del MARQUÉS, que le rechaza y dice entrando y cerrando tras de sí la puerta.)
¡La muerte, por compasión! 820
MARQUÉS Tal ventura no te alcanza,
no; vive sin esperanza
de consuelo ni perdón.
(Cae el telón.)
FIN DEL ACTO SEGUNDO.
Acto tercero
Gabinete de reducidas dimensiones y lujosamente amueblado.-Una puerta a la izquierda en primer término. Otra a la derecha en el segundo. Otra en el fondo, por la que se distinguirán algunos muebles de la pieza que se supone contigua, que deber tener mucho fondo, terminando en otra puerta frente a la que de entrada a la escena, a fin de que los que vengan por esta parte sean vistos por el espectador mucho antes de entrar en escena. Un velador, sobre el que habrá un candelabro, cuyas bujías arden casi consumidas, y un pupitre de lujo, encima del que se notará una carta desplegada. A la derecha hay una ventana.
Escena I
DON JUAN.-ELOÍSA.
(DON JUAN aparece echado sobre una butaca, cubierto el rostro con un pañuelo y apoyado el codo en el brazo de la butaca, que estará junto al velador. Al levantarse el telón habrá un momento de pausa silenciosa. ELOÍSA sale por la puerta de la derecha, pasa por detrás de la butaca, entra por la de la izquierda sin hablar, y vuelve a salir, deteniéndose en su dintel. DON JUAN no sale de su abstracción hasta que ELOÍSA le dirige la palabra; al oírla, se levanta precipitadamente, y con el mayor afán le habla.)
ELOÍSA (No me ha sentido: en cadáver
lo convierte su amargura.
¡Acaso llora!) ¡Mendoza!
DON JUAN ¿Vive?...
¿Cómo está?
ELOÍSA Disfruta
de un sueño tranquilo.
DON JUAN (Con espanto.)
¡Sueño! 5
ELOÍSA ¿Por qué esa expresión de angustia?
Duerme serena, y el médico
que no hay peligro asegura.
DON JUAN ¿De veras?... ¡Qué horrible idea
cruzó mi mente!
ELOÍSA Que una 10
afección nerviosa solo
dice que ha sido, y no duda
que muy pronto acabará.
DON JUAN ¿Pero ella?...
ELOÍSA A mi ternura
respondiendo su aflicción, 15
calmó en abundante lluvia
de lágrimas.
DON JUAN ¿Me maldice?
ELOÍSA A Enrique es solo a quien culpa.
Piensa que usted repitió,
inocente, una impostura 20
por él forjada.
DON JUAN ¡Que al menos
si no ha de amarme nunca,
que no me aborrezca! ¡Cómo
pensará que una calumnia
se afirme que en la sospecha 25
más insensata se funda!
¡Ay que tarde de la fe
la clara llama me alumbra!
ELOÍSA ¿Qué dice usted?
DON JUAN Dolorosos
a mi corazón se agrupan 30
mil perdidos sentimientos
que de mi olvido me acusan.
En el polvo mi soberbia,
roto el velo de la duda
que me cegaba: mi mente 35
analiza con pavura
mi pasado, y ansío amar.
¡Qué tarde!
ELOÍSA No: no lo es nunca.
Las flores nacen, Mendoza,
en el borde de las tumbas, 40
en los secos arenales
brotan islas de verdura.
DON JUAN ¡En qué inefable consuelo
de usté el acento me inunda!
Debo esperar. ¿No es verdad? 45
¿Podré tener la ventura
no de estrecharla a mi pecho,
de verla...? ¡ay Dios! ¡De mi angustia
calmar con besar la huella
de su planta! ¡Que ella nunca 50
sepa que yo soy su padre,
en buen hora! ¡Que ninguna
afección sienta por mí!
Pero, al menos, que la pura
luz de sus ojos me anime 55
para llegar a la tumba
sin maldecir la existencia.
ELOÍSA Sí, Mendoza, ¡Esa ventura
logrará usted!
DON JUAN (Con gran ansiedad.)
¿Ahora?
ELOÍSA (Con dolor y compasión.)
¡Cómo!
DON JUAN (Con desaliento.)
Por ver si, mi pena endulza 60
usted me engaña.
ELOÍSA El Marqués
DON JUAN Y en tanto lágrimas surcan
sus mejillas.
ELOÍSA ¿Cómo no?
DON JUAN ¡Oh, yo también como nunca
he llorado y lloro aún! 65
Pero el dolor que me abruma
con nada calmarse puede.
ELOÍSA Serene usted esa angustia.
Yo bien quisiera a su lecho
llevarle a usted; pero pugna 70
el Marqués por no moverse
de la cabecera.
DON JUAN ¿Y dura
su voluntad, aun se niega
a que la vea?
ELOÍSA Sin duda
con el tiempo accederá. 75
DON JUAN ¡El tiempo!... ¿Y quién asegura
que yo lejos de la muerte
esté?
ELOÍSA ¿Por qué la amargura
aumentar que nos rodea
con tal pensamiento?
DON JUAN Justa 80
la ira de Dios me condena
a no verla.
ELOÍSA ¡Qué locura!
Oiga usted. He visto a Alberto:
¡cual usté me dijo, ni una
palabra sobre su duelo 85
le hablé! no teniendo duda
de que usted ha de impedirlo,
pues...
DON JUAN Eloísa, segura
esté usted en mi palabra.
No se batirá. (La tumba 90
a otro reclama.)
ELOÍSA El suceso
le conté que el alma pura
revela de Magdalena.
DON JUAN ¿Y?...
ELOÍSA Presa de amarga angustia 95
verla, llorando pedía;
yo lo impedí, y su amargura
fue a ocultar en su aposento.
DON JUAN ¡Qué tristemente renuncia
mi alma a ser padre de Alberto! 100
ELOÍSA ¡Quién sabe!... El reloj ya apunta
las cuatro.
DON JUAN Sí.
ELOÍSA Voy corriendo
a dar al Marqués ayuda
en su velada. Esperanza
abrigue usted. ¡No tan mustia 105
clave la mirada! Un beso
en nombre do la ternura
de usted daré a Magdalena.
DON JUAN ¡Ay Eloísa!
ELOÍSA ¿Y quién duda
que sentirá su alma ensueños 110
que besa su frente pura
su padre!... ¡Valor y fe,
que en ella el amor se funda!
(Vase por la puerta de la izquierda.)
Escena II
DON JUAN solo.-Permanece algunos momentos en silencioso abatimiento después de la salida de ELOÍSA, a quien habrá seguido con una mirada dolorosa al desaparecer de la escena. Luego, como despertando de su estupor, alza la cabeza, se dirige a la ventana y dice:
DON JUAN ¡Aún no despunta la aurora!
¡Qué noche!... ¡mi frente estalla! 115
¡Con mi ánimo batalla
inquietud devoradora!
(Frente a la puerta de la izquierda.)
¡Clavado aquí a mi despecho
no poderla contemplar
ni aun dormida, ni aspirar 120
el aliento de su pecho!
¡Esto es horrible, es impío!
¡Qué inexorable condena!
¿Quién mi corazón refrena?...
¿No soy su padre?... ¡Dios mío! 125
¡Su padre!... ¿Con qué derecho
quiero yo que así me llame?...
¿No soy también el infame
que la postró en ese lecho?
¿No soy quién a la inocente 130
que en mal hora el ser le dio
con su deshonra dejó
en desamparo inclemente?
¿Quién, de uno en otro exceso
vagando, ingrato no oía 135
a una niña que pedía
sollozante, pan y un beso?
¡¿Cómo pretendo el bendito
placer de verte, hija mía?!
(Alzando su vista al cielo.)
¡Dios me castiga! ¡¡María, 140
fue muy grande mi delito!!
(Pausa. Se dirige al pupitre, coge la carta, y mirándola tristemente dice.)
Tú mi crimen generosa
perdonaste: yo conmigo
siempre he llevado el testigo
de tu ternura piadosa. 145
(Pausa. Leyendo.)
«No es el amor ofendido;
»no es la virgen engañada
»que tiembla ante la mirada
»de su padre escarnecido,
»quién hoy, Mendoza, reclama. 150
»de tu alma un pensamiento.
»Me resigno a mi tormento,
»y quien desprecia, no ama.
»Una hija me dio el cielo
»y, por temor a mi padre, 155
»de los brazos de su madre
»La ha arrancado extraño celo.
»No temas que yo te aflija:
»yo te perdono mi ofensa;
»pero que eres padre piensa: 160
»ven a buscar a tu hija.»
¡Oh, me horroriza mi ser!
¡¡Y a este amargo desconsuelo
pude, corazón de hielo,
cobarde desatender!! 165
¡En qué sombras de impiedad
pase mi vida, que ahora
con cárdena luz colora
la severa realidad!
(Pausa.)
*Yo ansiaba el bien. ¡Yo era bueno! 170
*¡Era tan joven... y amé!
*y profanaron mi fe:
*llenaron de hiel mi seno.
*Y, perdida mi esperanza,
*caí al abismo profundo 175
*de la duda, y por el mundo
*vagué buscando venganza.
*Sin piedad, mi cruel tormento
*daba a inocentes mujeres,
*procurando en los placeres 180
*ahogar el remordimiento.
*Logrando astuto vencer
*la sorprendida ternura,
*profanaba la ventura
*en el altar del placer. 185
*Y seco hastío devoraba
*mi maldita juventud,
*sin pensar que en la virtud
*él bien perseguido estaba.
¡Oh! ¡Quién hizo así sus años 190
esclavos de la maldad
debe en honda soledad
morir con sus desengaños!
¿De Dios logrará clemencia
quién la negó en ira loca? 195
¡No! la creo ahora que toca
su término mi existencia.
Si, creerla necesito,
porqué es forzoso; la suerte
está echada, y de la muerte 200
me reclama el sordo grito.
¡Morir!...
(Con violento contraste mirando a la puerta de la izquierda.)
¡No! De Magdalena
es mi existencia... ¡¡no puedo!!
¡Yo tengo a la muerte miedo!...
(Cayendo de rodillas y cruzando las manos que eleva al cielo.)
¡Dios mío, ve mi honda pena! 205
¡Que el dardo mi alma taladre
de tu justicia ofendida;
pero déjame la vida!
¡Sí, quiero vivir!... ¡¡Soy padre!!
(Pausa. Oculta su cabeza entre las manos, y así permanece algunos momentos hasta que entra el criado.)
Escena III
DON JUAN.-Un CRIADO.
CRIADO (Entrando por el fondo.)
Señor...
DON JUAN (Levantándose y componiendo su rostro.)
¿Quién es?
CRIADO Por usted 210
pregunta con gran empeño
el señor...
DON JUAN (Interrumpiéndole.)
Atiende. ¿Oíste
qué dijo al salir el médico?
CRIADO No señor.
DON JUAN (¿Me engañaría
Eloísa?)
(Pausa.)
CRIADO El caballero 215
para quien llevé la carta
de usted, ha venido, y luego
dice que tiene que hablarle.
DON JUAN (Con distracción.)
¿Está ahí?
CRIADO Como que vengo
para anunciarle.
DON JUAN Que pase. 220
Escucha. ¿Entró don Alberto
en su cuarto?
CRIADO Ya ha una hora.
DON JUAN ¿Duerme?
CRIADO La vela luciendo
está aún.
DON JUAN Ve y di que pase
a ese señor.
(Vase el CRIADO.)
Escena IV
DON JUAN.-Después ENRIQUE.
DON JUAN ¡Oh qué inmenso 225
sacrificio hago en hablar
con el miserable! Debo
sin embargo... Si posible
fuese conseguir que al menos
fuera digno de perdón... 230
Mas si se resiste... ¡Cielos!
(Viendo a ENRIQUE que se adelanta por el fondo.)
¡Ya está ahí! Dame, Dios mío,
serenidad.
ENRIQUE (Con aire enojado y provocativo.)
No comprendo
cómo me obligas a que
hasta aquí penetre.
DON JUAN (Con manifiesta contracción.)
Alberto 235
no está.
ENRIQUE Mas esta es su casa;
puede venir.
DON JUAN Terminemos
escrúpulos. Mi cabeza
está muy débil. Te advierto
que quiero hablar poco.
ENRIQUE Sea. 240
¿A qué me llamas? ¿Qué empeño
es el de hablarme? ¿Y cuál ese
gran obstáculo y secreto
para ir a verme?
DON JUAN (Con solemnidad.)
Oye, Enrique.
¿No hay en tu mente un recuerdo? 245
¿No hay un ser en todo el mundo;
en tu alma un sentimiento,
que haga latir con ternura
tu corazón?
ENRIQUE ¡No te entiendo!
(Con insolencia.)
¡Qué lenguaje! ¿Tú estás loco? 250
DON JUAN (Apartándose con enojo de ENRIQUE.)
No lo sé.
ENRIQUE Pues vamos. Tiempo
no hay que perder. ¿Eres tú
quizá padrino de Alberto?
No temas que esto me agravie.
Entre amigos, bien comprendo 255
que tal servicio se presta
a aquel que llega primero.
DON JUAN ¡Servicios! El que a un amigo
cumplir le toca es el hierro
arrancar del torpe brazo 260
que a impulsos de un falso y necio
honor, criminal, impune,
pretende alzarse sangriento.
¡Abrir los ojos del alma
a quien despeñado y ciego 265
honrar la venganza intenta!
ENRIQUE ¿Qué dices? ¿Estás haciendo
un sermón? Pues ya ha pasado
la cuaresma. Veo que es cierto
lo de que el diablo se mete 270
a predicador.
DON JUAN Dejemos
las burlas, Enrique. Piensa...
ENRIQUE (Con enfado.)
¿Qué he de pensar? ¡Hay suceso
más extraño! ¿Qué te pasa?
DON JUAN Acabemos.
ENRIQUE Acabemos. 275
DON JUAN Te llamo para evitar
el combate.
ENRIQUE (Con insolente ironía.)
¿Qué?
DON JUAN Mi intento...
ENRIQUE (Sonriendo.)
Tú te chanceas.
DON JUAN ¡Enrique!
ENRIQUE No te supongo tan necio
que pienses de buena fe 280
hacer aquí un drama tierno
de reconciliación.
A no ser que tengo miedo
Alberto...
DON JUAN ¡¡Cobarde él!!
ENRIQUE No lo afirmo. Si sospecho 285
tuya es la culpa, que...
DON JUAN (Con sarcasmo.)
¡¡Si!!
De cuánta bravura ejemplo
por el contrario daréis
cuando entrambos, sin aliento,
busquéis, la punta evitando, 290
el corazón descubierto.
¡Qué valor! ¡Sabes un golpe
que lince sea inútil el hierro
en el brazo del contrario;
lo acechas, y en el momento 295
en que tu cobarde astucia
te lo reduce indefenso,
lleno de valor! traspasas
seguramente su pecho.
ENRIQUE ¿Vas a plagiar a Rousseau 300
declarando que es el duelo
cosa indigna de un filósofo?
Pues por si acaso, te advierto,
que Juan Jacobo me da
con todas sus obras sueño. 305
Más que todas las razones
puede el honor.
DON JUAN ¿Qué derecho
para invocar ese nombre,
y aun a costa sostenerlo
de la vida, tiene quien 310
de la fe de sus abuelos,
de la honra de su madre;
del alma que hay en su seno
torpe duda? ¡Honor! ¡valor!
¡La raza que juzga estrecho 315
el mundo para gozar!
¡Que, por su vida temiendo,
niega su sangre a la patria,
al amigo, al tierno objeto
de su amor! ¡Quien con la risa 320
del sarcasmo o un silencio
imbécil, el heroísmo
acoge! ¿Cómo derecho
tendrá tan inútil ser
para esgrimir un acero 325
y verter sangre invocando
al honor!
ENRIQUE Yo no me ofendo,
porque veo que te retractas.
DON JUAN ¡Es verdad! Pues bien, por eso
juzga ahora lo sinceras 330
que son mis palabras.
ENRIQUE Pero...
DON JUAN Sí: más tarde o más temprano
un rayo de luz el cielo
a la noche de las almas
envía. ¿Qué vencimiento 335
mayor para quien ofende
que el perdón? ¡Oh y así el precio
o una vida no calculas?
¡Qué! ¿no piensas que en el suelo
lazos puros la sujetan? 340
¡Que en llanto amargo deshechos
otros seres su mirada
de ti huirán!
ENRIQUE Basta. Acabemos.
Yo no sé si desvarías,
pero te digo, que Alberto 345
me ha ultrajado, y es forzoso
que ese ultraje tenga término
con su vida.
DON JUAN (Con furor mal reprimido.)
¿Con que en vano
violentar mis sentimientos
pretendí, evitando un crimen? 350
ENRIQUE En vano.
DON JUAN Pues bien. Primero
sabe que es pagar ofensas
que vengarse.
ENRIQUE No te entiendo.
DON JUAN ¡Dios lo quiere! Demasiado
conocer debí que necio 355
era pretender en ti
despertar un sentimiento
humano.
ENRIQUE ¿Qué? ¡Tal lenguaje!
DON JUAN Basta: palabras ahorremos.
¿A qué hora tus padrinos 360
han dicho que en el terreno
se haya de estar?
ENRIQUE A las ocho.
DON JUAN Pues ve a buscarlos corriendo,
y di que los necesitas
a las seis, para otro duelo. 365
ENRIQUE ¿Cómo?
DON JUAN Has de satisfacer
un antiguo, agravio.
ENRIQUE ¿Pero
a quién?
DON JUAN Allí lo verás.
ENRIQUE Mas sin saber...
DON JUAN (Con desprecio.)
¿Tienes miedo?
ENRIQUE ¡Miedo yo!
DON JUAN Gente se acerca.
(Dice esto volviéndose hacia la puerta de la derecha, e indicando a ENRIQUE que salga por la del fondo: éste en el momento de salir tiende su mano a DON JUAN y éste retira la suya con altivez y dice:)
DON JUAN Te la daré en el terreno. 370
(ENRIQUE vacila un instante con aire amenazador, y sale por el fondo.)
Escena V
DON JUAN.-ALBERTO.
DON JUAN ¡Dios lo ha querido! ¡es forzoso,
es justo que se destroce
mi pecho, dejando al mundo
sin que su labio me nombre!
Escribamos al Marqués. 375
(Se dirige al pupitre, y en el momento de tomar la pluma aparece ALBERTO por la puerta de la derecha. DON JUAN se levanta al verlo y estrecha su mano.)
DON JUAN ¡Alberto!
ALBERTO ¿Será que estorbe?
DON JUAN No.
ALBERTO ¡Qué pálido tu rostro
está!
DON JUAN Los negros dolores
que me oprimen sabes.
ALBERTO Sí:
son tan grandes que me imponen 380
el silencio.
DON JUAN Alberto, escucha:
¿será que mi pecho logre
tu perdón?
ALBERTO ¿Cómo negarlo
a quien tanto sufre!
DON JUAN Enorme
es nuestro pesar.
ALBERTO Ahora 385
imagino que no estorbes
que me bata.
(Al oír estas palabras, DON JUAN fija su vista en el reloj y dice con la mayor inquietud.)
DON JUAN ¡Ya las cinco
y cuarto son!
ALBERTO ¿Ese hombre
qué hora señaló?
DON JUAN Las ocho.
Mas da al instante lo orden 390
de que enganchen.
ALBERTO ¿Cómo?
(Toca una campanilla y habla con un CRIADO.)
DON JUAN Tengo
que ir yo a la casa del conde,
tu padrino.
ALBERTO ¿Para qué?
DON JUAN Para... algunas condiciones
arreglar. Yo volveré 395
por ti.
ALBERTO Qué no te demores
demasiado. ¿No tenías
que escribir?
(Viendo que DON JUAN se dispone a salir.)
DON JUAN Sí; pero al conde
quiero hablar pronto. En su casa
escribiré.
CRIADO (Saliendo por el fondo: se va al instante después de recoger el candelabro: comienza a amanecer.)
Di la orden. 400
DON JUAN Adiós, Alberto.
ALBERTO (Estrechando su mano.)
¿Llorando
estás?
DON JUAN ¿Qué mucho que llore!
¡Sufro tanto! (¡Magdalena
(Frente al cuarto de su hija.)
Si tu espíritu me oye
recibe mi adiós postrero 405
hija de mi alma!)
ALBERTO (¡Pobre
padre!)
DON JUAN Si la ves, Alberto,
consuela tu sus dolores
con tu amor. ¡Qué feliz eres!
¡Te ama! ¡Oh cómo corre 410
el tiempo!
(La escena se llena de luz.)
ALBERTO Adiós, vuelve pronto.
DON JUAN Sí, sí. (Que Dios me perdone.)
(Vase.)
Escena VI
ALBERTO.-ELOÍSA.
ALBERTO ¡Qué agitación! Mas ¿qué extraño?
¡sufrir tan tremendo golpe!
ELOÍSA Alberto, vengo a buscarte 415
de Magdalena en el nombre.
ALBERTO ¡Qué dices!
ELOÍSA Hablarte quiere.
Ten presente que no note
que sabes quién es su padre,
pues el Marqués que lo ignore 420
siempre quiere.
ALBERTO Mas...
ELOÍSA Se acercan.
ALBERTO (¡Ay mi corazón se rompe!)
Escena VII
DICHOS.-MAGDALENA.-El MARQUÉS.
(MAGDALENA sale apoyada en el brazo del MARQUÉS, ésta vestida de blanco y el cabello recogido descuidadamente. ELOÍSA y ALBERTO se retiran, de modo que los nuevos interlocutores no reparen en ellos al entrar y dirigirse lentamente a la ventana.)
MARQUÉS ¿Te sientes bien?
MAGDALENA ¡Muy bien, y me consuela
tanta luz de sol! ¡Qué hermoso día! 425
(ELOÍSA se acerca a ellos seguida de su hermano.)
ELOÍSA ¿No es verdad que revela
el alba una esperanza de alegría?
MAGDALENA ¿Tú aquí ya? (¡Y él!)
MARQUÉS Adiós, Alberto.
¿Usted de pie también tan de mañana?
ALBERTO Sí señor; que huyó el sueño de mis ojos 430
esta noche.
ELOÍSA Marqués: un pensamiento
se me ocurre. ¿Al jardín acompañarme
querrá usted?
MARQUÉS ¿Por qué no?
ELOÍSA (A MAGDALENA.)
Como tú bellas
se abren las flores al nacer la aurora.
¡Su aroma te hará bien! Verás que ramo 435
te trae (de tu amor la embajadora.)
MARQUÉS Vamos pues.
ELOÍSA (Al MARQUÉS con aire de connivencia.)
A mi hermano de enfermero
dejaremos.
MARQUÉS Sea así.
MAGDALENA (A ELOÍSA con cariño.)
¡Qué buena eres!
(¡Dame fuerzas Dios mío!)
ELOÍSA Adiós. Con gran cuidado he de cogerlas 440
porque guarden las gotas de rocío;
aquí te ceñiré, flores y perlas.
(Besándola en la frente.)
(ELOÍSA sale por el fondo del brazo del MARQUÉS: al llegar a la puerta vuelven ambos la cabeza, para contemplar a MAGDALENA y ALBERTO. Estos han quedado separados. Él en el instante que desaparecen su hermana y el MARQUÉS se dirige a MAGDALENA.)
Escena VIII
MAGDALENA.-ALBERTO.
ALBERTO ¡Magdalena! ¡Perdón! Perdón si pude
dudar de ti un instante.
MAGDALENA Ya al olvido
esa duda entregué.
ALBERTO ¡Ay, la pureza 445
de tu alm a, jamás he merecido!
MAGDALENA ¿No, Alberto? ¿Quién que tú más generoso?
¿Más amante que tú? ¡Falta! ¡estrella
que mi amarga existencia ha presidido,
nuestras almas hermanas dividía 450
y apartó para siempre!
ALBERTO ¡Para siempre!
¡no Magdalena, no, tuya es la mía!
MAGDALENA ¡No es posible! ¡no quiere mi destino!
¿Por qué tan cruda guerra
al destello divino 455
que eleva al corazón, hace a tierra?
ALBERTO Mas ¿nuestro amor?
MAGDALENA Adoración eterna
tendrá en mi alma; de mi amarga vida.
¡Será el sostén y el único consuelo
y de mi pecho el postrimer latido 460
*recogerá para volverse al ciclo! (2)
ALBERTO *¡A mi lado!
MAGDALENA *¡Jamás! ¡Pronto este suelo
*dejaré, acompañada del anciano
*de que es inútil existencia apoyo, 465
*por él tan solo afrontaré la vida!
ALBERTO *¡Ah! Dime que me engañas Magdalena.
*¡Amarga despedida
*escuchar, cuando ebrio de ternura,
*¡imagine! ¡infelice! que tu labio 470
*ya perdonando mi insensato agravio
*prometiese a mi amor casta ventura.
*¡Ten de mi compasión: he padecido
*tanto! ¡tanto, sin ti! ¡Si es que la gloria
*a que siempre aspiré, no he merecido, 475
*yo aguardaré sin que enfadoso ruego
*mi pecho exhale; un año! ¡Cuanto quieras!
*si tu lo ordenas, vivirá sin verte,
*mas ¿perder mi esperanza? ¡No! ¡La muerte
*más bien! 480
MAGDALENA *¡Es fuerza! ¡Que lo ordena el cielo!
*¡Tu corazón no ofendo! Pero un día,
*sí, no lo dudes, sentirás consuelo.
ALBERTO ¿Lejos de ti!
MAGDALENA Bien sé que mi memoria
vivirá siempre en ti. ¿Pero quién sabe? 485
¡Acaso otra mujer!
ALBERTO ¡Oh! ¡calla! ¡calla!
¿Y dices que me amas?
MAGDALENA ¡Con ardiente,
con eterna pasión que al acallarla,
mi corazón despedazarse siento!
¡Pero es fuerza! ¡Ya basta, que el aliento 490
me falta! yo te pido
por el recuerdo de ese amor tan puro,
que si un día... mi frente abrasa el fuego
el rubor...
ALBERTO ¿Qué te agita?
MAGDALENA (Con dolorosa resolución.)
Si: me ordena
mi deber que lo diga. ¡Yo te exijo 495
por la paz de mi alma, que si un día...
fueses... padre... jamás! ¡nunca a tu hijo
niegues tu amor! ¡tu nombre!
ALBERTO ¡Por el cielo
cálmate!
MAGDALENA ¡Júralo por la memoria
de tu madre, por mí!
ALBERTO ¡Yo te lo juro! 500
MAGDALENA ¡Ay, Dios te haga feliz!
ALBERTO ¡No! ¡yo no puedo
resignarme a perderte! ¡Eres mi esposa!
MAGDALENA ¡Yo!
ALBERTO ¡Sí: me inspira mi abandono miedo!
¡Soñando una existencia virtuosa,
verla volar, y devorar mi pena 505
solo en el mundo!
MAGDALENA ¡Alberto!
ALBERTO ¡Tú no debes
consentirlo! ¡tu mano, Magdalena!
¡Apiádate de mí!...
(Cae de rodillas y extiende sus brazos a MAGDALENA, en actitud suplicante. El MARQUÉS y ELOÍSA aparecen por el fondo y se detiene escuchando con avidez.)
MAGDALENA ¡Yo ser tu esposa!
¡Imposible ventura!
ALBERTO ¡Sí, la madre
de mis hijos serás!
MAGDALENA (Con desesperación.)
¡Fortuna impía! 510
¿Y qué nombre a tus hijos les daría
yo que ignoro? ¡Oh vergüenza! ¡el de mi padre!
Escena IX
DICHOS.-El MARQUÉS.-ELOÍSA.
MARQUÉS Acabe el justo rigor
que mi agravio me inspiraba.
MAGDALENA ¿Qué dice usted?
MARQUÉS Ángel puro, 515
da cabida a la esperanza
en tu pecho.
MAGDALENA ¿Qué?
MARQUÉS ¡Tu padre vive!
(Interrogando con la expresión de una alegría delirante a todos los que la rodean.)
¡Es verdad!
ELOÍSA Y con ansia
viva te esperan sus brazos.
MAGDALENA ¿Y quién me los arrebata? 520
¿Dónde está? ¡Yo soy su hija!
Cuando un padre a su hija llama,
¿quién se opone a que a él acuda!
MARQUÉS Yo, que obcecado juzgaba
que debía hacerlo... el recuerdo 525
del ultraje de mis canas...
Además... sin conocerte,
contribuyó a tu desgracia.
Te ofendió.
MAGDALENA Pero ¿no soy
la prenda de sus entrañas? 530
Usted olvida su ultraje:
mi vida no importa nada.
¡Él me la dio, él es su dueño!
¿Dónde está? ¡Se despedaza
mi corazón! ¡Quiero verle! 535
UN CRIADO (Con una carta que coge ALBERTO.)
Señorita...
ELOÍSA ¿Qué?
ALBERTO Una carta
para el Marqués.
ELOÍSA ¡Es su letra!
MAGDALENA ¿¿De mi padre!!
ELOÍSA Sí.
(MAGDALENA coge con gran ansiedad la carta, la besa, rompe el sello, y antes de abrirla pasa su mano por la frente y suspira dominando su emoción.)
MAGDALENA Me mata
la alegría. ¡¡¡Santo cielo!!!
(Dice esto dando un grito horrible después de haber fijado un instante sus ojos en la carta. Todos corren hacia ella: ALBERTO coge el papel de sus manos, fija en él la vista y dice.)
ALBERTO ¡Suerte aciaga! 540
(El MARQUÉS se une a ALBERTO, que se ha apartado del grupo, y ALBERTO lee en voz alta. Durante la lectura tiene MAGDALENA clavados sus ojos en el MARQUÉS y ALBERTO, estrechando convulsivamente entre las suyas las manos de ELOÍSA las aprieta a su pecho.)
(Leyendo.)
»A batirme a muerte voy
»es mi postrera demanda
»que no odie mi memoria
»la hija de mis entrañas.
»La legación de mis bienes 545
»y mi nombre, y una carta
»de su madre se hallarán
»sobre mi cadáver.
MARQUÉS (Arrancando la carta a ALBERTO.)
Basta!
MAGDALENA ¡Oh justo Dios!
MAGDALENA Es mentira.
Decir no puede esa carta 550
lo que has leído. ¡Mas sí!
¡Que lo quiere mi desgracia!
¡Pero es preciso salvarlo!
Llevadme adonde se halla.
¡Que un mismo golpe nos hiera! 555
MARQUÉS Sí...
ALBERTO Volemos.
ELOÍSA Mas la carta
no dice adonde...
MAGDALENA (Con desesperada resolución.)
Encontrarle
yo sabré...
(Va a salir por el fondo y se oponen a su paso.)
ELOÍSA ¡Detente!
MAGDALENA (Con energía delirante.)
¡Basta!
¿Quién se opondrá a mi camino?
¡Padre! ¡Padre!
(La expresión de MAGDALENA hace apartarse a los interlocutores, y ella se precipita por el fondo gritando: ¡Padre! ¡Padre! en el instante en que aparece DON JUAN por él. Oye las palabras de MAGDALENA y la recibe en sus brazos.)
DON JUAN ¡Hija del alma! 560
Escena X
DICHOS.-DON JUAN.
(DON JUAN y MAGDALENA bajan a la escena sin abandonar el uno los brazos del otro. El MARQUÉS queda a la izquierda en primer término, y ALBERTO y ELOÍSA unidos a la derecha.)
ALBERTO ¡Aún vive!
ELOÍSA (Alzando los ojos al cielo.)
¡Gracias Señor!
(A ALBERTO estrechando sus manos con alegría.)
¡Ya acabó nuestro quebranto!
MARQUÉS Si cesa el tuyo ¡Dios Santo!
¿Qué será de mi rigor?
MAGDALENA ¿Tú eres mi padre?
DON JUAN ¡Si! ¡sí! 565
¡Tu padre! ¡Dame ese nombre!
¿Es posible que haya un hombre
más venturoso? ¡Y sin ti
tantos años he sufrido
la vida!
MAGDALENA ¡Fue su sostén 570
la esperanza!
DON JUAN ¡Cuanto bien
me da el cielo!
MAGDALENA (Examinándolo con cariñoso afán, sin abandonar sus brazos.)
¿Estás herido?
¡No!
MAGDALENA ¡Oh placer!
DON JUAN De vida lleno,
Dios me condujo a tus brazos.
¿Quién ya romperá los lazos 575
que te estrechan a mi seno?
(MAGDALENA, como herida por un nuevo pensamiento, coge de una mano a su padre, y se acerca con él al Marqués, que al verlos llegar toma una actitud severa y vacilante, como el hombre que quiere dominar una emoción poderosa.)
MARQUÉS ¡Magdalena!
MAGDALENA Compasión
imploro para mi padre.
(El MARQUÉS aparta su rostro procurando afectar serenidad.)
¡Desde la tumba mi madre
pido también su perdón! 580
(Al oír estas palabras de MAGDALENA, el MARQUÉS cubre sus ojos procurando ocultar su emoción, y alarga la mano derecha a DON JUAN, que de rodillas, la coge entre las suyas y la besa respetuosamente.)
MAGDALENA ¡Gracias! ¡Madre!
(Cruzando sus manos sobre el pecho y alzando los ojos al cielo con religioso entusiasmo. El MARQUÉS levanta a DON JUAN y lo llama a sí. MAGDALENA corre a unirse a ALBERTO y a ELOÍSA.)
ELOÍSA ¡La alegría
me embarga!
MAGDALENA (A ALBERTO.)
¡Acabó mi pena!
ALBERTO ¡Seré tuyo, Magdalena!
MAGDALENA ¡Eloísa!,
(Cayendo en sus brazos.)
ELOÍSA ¡Hermana mía!
MARQUÉS (A DON JUAN con solemnidad.)
Mitigó mi justo encono 585
la mártir que está en la altura.
(Señalando a MAGDALENA.)
Si labra usted su ventura
yo mi agravio le perdono.
DON JUAN ¡Ah señor!
(Vuelve a besar la mano del MARQUÉS, y dirigiéndose al otro grupo, se coloca entre ALBERTO y MAGDALENA y cogiendo sus manos, dice.)
¡Alberto! ¡Impío
quise extraviar tu vida: 590
al funesto amigo olvida,
y ama a tu padre, hijo mío!
(Dice esto uniendo a MAGDALENA y ALBERTO que se estrechan las manos con la expresión de una alegría inmensa, y se unen al MARQUÉS hablando entre sí.)
DON JUAN ¡Eloísa!
ELOÍSA Al fin el cielo
de sus ruegos se apiadó.
DON JUAN El mi vida conservó 595
para salvarme.
ALBERTO ¿Ese duelo?...
DON JUAN Rozó la bala homicida
de Enrique, apenas mi pecho...
MAGDALENA ¡Oh!
DON JUAN ¿Y entonces mi derecho
me hizo dueño de su vida! 600
ALBERTO ¿Lo mataste?
DON JUAN ¿Ensangrentada
mi mano, podría abrazar
a mi hija?
ALBERTO ¡Soportar
su vista!...
DON JUAN No temas nada.
ELOÍSA ¿Cómo?
DON JUAN A remota región 605
lo llevan la mar y el viento:
Dios le dé arrepentimiento
cual yo le doy mi perdón.
ELOÍSA ¡Premia Dios al que perdona!
MAGDALENA Yo lo siento en este instante. 610
ALBERTO Y al amor puro y constante
con la ventura corona.
(DON JUAN cubriendo con sus brazos a MAGDALENA y ALBERTO. El MARQUÉS estará al lado de aquella, ALBERTO al de ELOÍSA.)
DON JUAN ¡Ambos seréis mi consuelo!
MARQUÉS (A MAGDALENA.)
Ama y respeta a tu padre.
MAGDALENA A todos mi santa madre 615
nos bendice desde el cielo.
(Cae el telón.)
FIN DEL DRAMA.