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El Periquillo Sarniento
Tomo I
José Joaquín Fernández de Lizardi
[II]
...Nadie crea que es suyo el retratosino que hay muchos diablos que separecen unos a otros. El que se hallare tiznadoprocure lavarseque esto leimporta más que hacer crítica y examen de mi pensamientode mi locucióndemi ideao de los demás defectos de la obra.
TORRES VILLARROEL en su prólogo de la Barca de Aqueronte. [III]
Ligeros apuntes para la biografía del Pensador Mexicano
Don José Joaquín Fernández de Lizardi es uno de los hombres cuyo saber yescritos hubieran sido el lustre de su patriasi hubiera correspondido a laclaridad y prontitud de su talento y a su extraordinaria facilidad de escribirsu educación literaria; pero desgraciadamente para su país fue abandonado así mismo en los primeros años de su juventudmás que por indolenciapor lasescasas facultades de su padre que no le permitieron proporcionarle los mejoresmaestrosni ejercer sobre sus ocupaciones y estudios aquella incansablevigilancia que es necesaria a los niños y a los jóveneshasta vencer lasescabrosidadesaridez y fastidiosa monotonía de la instrucción primaria. Asíes quea pesar de que ya más entrado en edad se dio con suma aplicación [IV]a la lectura de libros buenos y malos indistintamenteno pudo adquirir aquellainstrucción sólida que dan los estudios bien cimentadosseguidos con orden ydistribuidos con arregloy forma el juicio recto y seguro que caracteriza lasproducciones de los sabiosresintiéndose de esta falta todos sus escritosyde otra no menos importante cual es la de corrección y lima de lo que escribíaa la que nunca pudo sujetarsesegún él mismo confiesa al fin del últimocapítulo del Periquillocuyas palabras dan bien a conocer su carácter. Yomismo (dice) me avergüenzo de ver impresos errores que no advertí altiempo de escribirlos. La facilidad con que escribo no prueba acierto. Escribomil veces en medio de la distracción de mi familia y de mis amigos; pero estono justifica mis errorespues debía escribir con sosiegoy sujetar misescritos a la limao no escribirsiguiendo el ejemplo de Virgilio o el consejode Horacio; pero después que he escrito de este modoy después de que conozcopor mi natural inclinación que no tengo paciencia para leer muchoparaescribirborrarenmendarni consultar despacio mis escritosconfieso que nohago como deboy creo firmemente que me disculparán los sabiosatribuyendo acalor de mi fantasía la precipitación culpable de mi pluma.
Pero no tratándose en estos apuntes de hacer un juicio crítico de sus obrasnos contraeremos únicamente a los límites que nos propusimos.
Nació nuestro escritor en esta capital el año de 1771 y se bautizó en laparroquia de San Miguel.
Su padrede familia pobre pero honradaejercía la medicina y no era sinduda de los facultativos más acreditadoscuando tuvo que abandonar la ciudad yestablecerse en [V] el pueblo de Tepozotlán de médico de aquel colegio porcontrata.
Lo poco que ésta le rendía unido con el producto de sus curaciones en elpueblo y sus contornosbastaba para la sustentación de su familiasin carecerde nada de lo preciso; pero sin quedarle sobrantes para emplear en lo superfluoviviendo en una moderada medianía.
Por estoy por no haber en el pueblo establecimientos regulares deeducaciónno pudo darla a su hijo tan esmerada como lo exigía su talentoquedesde muy temprano comenzó a despuntardando indicios ciertos de quecultivadoproduciría a su tiempo abundantes y sazonados frutos.
A los seis años de edad fue a la escuelay apenas supo leer y escribircuando vino a esta capital a la casa del maestro Enríquezpreceptor en esetiempo de latinidaden la que lejos de su padre y como abandonado a sí mismolos adelantos que pudo adquirir fueron debidos a su talento naturalmás bienque al empeño del maestro que dividía la atención entre todos sus discípulosesmerándose con aquellos cuyos padresviviendo en Méxicono los dejaban dela mano.
Concluida la gramática latinapasó al colegio de San Ildefonso a estudiarfilosofíasiendo uno de los concurrentes al curso de artes que abrió eldoctor don Manuel Sánchez y Gómezentre cuyos discípulos no fue de los másadelantadospues no obtuvo los primeros lugaresni mereció las mejorescalificacionesfaltándole de este modo los cimientos para levantar después eledificio de una sólida instruccióncuya falta no pudo reponer cuando enépocas posteriores se dedicó a la lectura con asidua aplicación.
A los diez y seis años de edadconcluidos los cursos de [VI] filosofíarecibió en esta universidad el grado de bachillery un año después estuvocursando Teología.
Desde ese tiempo hasta principios de este siglo nada se sabe con certeza desus ocupaciones ni estudiosy ni aun del lugar fijo de su residenciaaunquefrecuentemente y en distintas épocas lo vieron algunos amigos y conocidos suyosen Tepozotlán.
A los esfuerzos y constante empeño del ilustrado ministro don Jacobo deVillaurrutia debió México el establecimiento del único periódico quepublicaba las pequeñas producciones literarias que se le remitíancomenzandoa formar el gusto y excitando a los aficionados al estudio de las bellas letras.En las dos pequeñas hojas en 4.º de que se componía el Diario de Méxicose vieron muchas poesías graciosas y artículos bien escritos sobre distintasmateriascriticándose en algunos con juicio y sales picantes los vicios de losliteratos y de las demás clases de individuos de la sociedad.
Esta publicaciónadecuada al gusto de los mexicanosy más la multitud defolletos en prosa y verso que se imprimieron desde el año de 1808 con motivo dela coronación de Fernando VII y de la invasión de los franceses en Españaenque se hizo punto de honor y como de moda regalar cada día a Napoleón conalgún requiebroaunque había la certeza de que tales finezas no habían dellegar jamás a su noticiaaficionó a los mexicanos a los negocios políticosy a publicar sus producciones por la prensa.
Entre ellos don Joaquín Fernández Lizardi se dedicó a escribiry aunqueno nos consta que fuese autor de algunos de los folletos indicadoslo creemossin temor de equivocarnos; [VII] pero hasta el año de 1810 no se dio a conocerpublicándose entonces sus Letrillas satíricasque tenía sin dudaescritas desde antes.
Siguió entonces la prensa de México publicando periódicos e infinidad depapeles sueltos contra los insurgentesllamándose así a los primeroscaudillos de nuestra independencia y a cuantos siguieron sus banderas. Como laimprenta no estaba librey entonces se vigilaba más que nunca la conducta delos americanosque diariamente presenciaban horrorizados ejecucionessangrientasya se deja entender qué clase de escritores serían los que sepresentaban en la palestra y cuáles sus dignas producciones. Mariquita yJuan soldadoLa chichihua y el sargento y otros títulos por esteestilo anunciaban mil insulsos diálogos en prosa y verso en que se defendía lajusticia del gobierno español en la persecución de los excomulgadosinsurgentes.
Ignoramos si en esta época dio al público nuestro autor algún escrito;pero si lo hizono fue ciertamente a favor de la dominación españolaporquesi en alguna cosa tuvo siempre constanciafue sin duda en promover de cuantosmodos estuvieron a su alcance la libertad de su patria.
El doctor Mora en su obra titulada México y sus revoluciones asientaque Fernández Lizardiconocido con el nombre de Pensador Mexicanofuejefe de una partida de insurgentes; pero en esto hay sin duda equivocaciónporque a ser ciertoy habiendo caído en manos del gobierno españolo lohubiera mandado pasar por las armaso después de una larga prisión lo habríaconfinado a Manila o a las Islas Marianaso cuando menos lo hubiera indultado;pero el año de 1812 estaba en libertad y expedito para publicarcomo lo hizolos primeros números de su Pensador [VIII] Mexicanoobra queconsta de 3 tomos en 4.º y que le dio el nombre por el que fue conocido desdeentonces.
Lo que hay de cierto es que a la entrada del señor Morelos en el Real deTasco era allí el Pensador teniente de justiciay puso en manos del generalindependiente todas las armaspólvora y municiones que pudo encontrarpor loque fue conducido en clase de preso a México por el sargento mayor de lastropas del rey don Nicolás Cosio; mas persuadiendo al gobierno de que lo habíahecho forzado y a más no poderfue puesto inmediatamente en libertad.
En uno de los primeros números de El Pensador Mexicanodirigió alvirrey don Francisco Javier Venegas una alocución a pretexto de felicitar susdíaspidiendo en ella con calor que revocase el bando publicado en estacapital el 25 de junio del mismo año de 1812que desaforaba a loseclesiásticos que tomasen partido con los insurgentes y hasta a los queanduviesen con ellos en clase de capellanes. El resultado de este escrito fueponerlo preso desde luegosuprimirse la libertad de imprenta de que se gozabapor la Constitución españolay perseguirse a los escritores quepublicandocon franqueza sus ideascombatían los abusos de la administración yfomentaban indirectamente la causa de los independientes.
Al cabo de siete meses fue puesto en libertady en todo el año de 1813 dioa luz varios escritosrelativos los más a la peste horrorosa que afligía porese tiempo a México y formarán un tomo en 4.º
En los años siguientes de 181415 y 16 publicó otra multitud de papelessueltos en prosa y versoentre los que se hallan los titulados Alacena defrioleras que unidos a los que dio después hacen siete tomos en 4.º [IX]
El doctor Beristain en su Biblioteca hispano-americana septentrional(1) <notas.htm> en vista de los escritos de que hemos hechomención dice: «Lizardi (don José Joaquín Fernández)natural de la N. E.Ingenio originalque si hubiese añadido a su aplicación más conocimiento delmundo y de los hombres y mejor elección de librospodría merecersi no elnombre de Quevedo americanoa lo menos el de Torres Villaroelmexicano. Ha escrito varios discursos moralessatíricosmisceláneos con los títulos de Pensador Mexicano y de Alacena defrioleras; y tiene entre los dedos la vida de Periquito Sarnientoque según lo que he visto de ellatiene semejanza con la del Guzmán deAlfarache.»
Para el año de 1816 publicó un calendario en 8.º con sus pronósticos enverso.
En 1817 un tomo en 8.º de fábulas en verso.
En este tiempo había ya dado a luz tres tomos del Periquillo Sarnientoy se le había negado la licencia para imprimir el cuarto por el virrey don JuanRuiz de Apodacaconde del Venadito. Estaba escribiendo también La Quijotitaque se imprimió después en cuatro tomos en 8.º
En 1819 publicó dos tomos en 4.º que intituló Ratos entretenidosyde ellos se hizo después otra edición en 8.º
Restablecida la constitución española en 1820escribió y publicó a susanchuras multitud de folletoshabiendo estado preso algunos días por undiálogo entre Chamorro y Dominiquín.
Dio también a luz periódicamente el Conductor eléctrico [X] sobrevarias materiaspero principalmente sobre políticael que continuó despuésde hecha la independenciatiempo en que comenzó a imprimir las Conversacionesdel payo y el sacristánque componen 2 tomos en 4.º
Las conversaciones 6.ª20.ª y 22.ª fueron censuradas agriamente por losdoctores Grageda y Lerdoy contestó el Pensador en un impreso titulado Observacionesa las censuras de los doctores Lerdo y Grageda etc.
El doctor Lerdo publicó después un cuaderno en 4.º impugnando losreferidos escritos; pero el Pensador abandonó el campoasegurando que sóloprescindía de la contienda por falta de fondos para pagar las impresiones.
Más ruidoso había sido el otro negocio suscitado por el impreso titulado: Defensade los frac-masonespues fue fijado públicamente en las iglesias comoexcomulgado por haber incurrido en las censuras fulminadas contra losfrancmasones y sus fautores.
Entabló ante la audiencia territorial un recurso de fuerza por la que decíaque le hizo la autoridad eclesiástica en este asunto; y fijó unos rotulones enlas esquinas desafiando a los doctores de la universidad de México parasustentar un acto en que defendería estas dos proposiciones.
1.ª «La censura es injusta por no haber recaído sobre delito.»
2.ª «Es ilegal por haberse traspasado en su fulminación los trámitesprescritos por la Iglesia.»
La defensa de los francmasones había sido publicada en 1822; pero a fines de1823 en un escrito presentado ante la autoridad eclesiásticarenunció ydesistió del recurso de fuerza y pidió la absoluciónla que se le concedióen decreto [XI] de 29 de diciembre del mismo año de 1823y estos documentos seimprimieron para darles publicidad en el número 269 del periódico titulado ÁguilaMexicanade 8 de enero de 1824.
Los impresos que dio en pliegos extendidos con distintos títulos y sobrediferentes materias formarán un tomo en folio de buen grueso.
La multitud y variedad de escritos en los quince años corridos desde 1812hasta junio de 1827 en que muriómanifiestan la feracidad de su ingenioquesi al principio se hubiera cultivadocomo correspondíahabría producidoobras brillantes que dieran hoy honor a su patria.
Sus escritoscomo es naturaltuvieron aficionados y enemigos; pero como dehojas sueltas y de asuntos pasajerostanto ellos como sus impugnaciones dentrode algunos años quedarán para siempre sepultados en el lago insaciable delolvido.
Distinta suerte aguarda al Periquillo Sarnientoque por pintarse enél las costumbres de una de las clases de la sociedad mexicanaporque éstalee la obra con empeño y con su lectura se ha ilustrado y se ha hecho mejoryporque así logró el Pensador los fines que en ella se propusovivirá máslargo tiempo en la memoria de los hombresy ¿quién sabesi al través de losaños no adquirirá mayor y crédito que el que disfruta en el día?
Contra ella se han dicho muchas cosas; pero las principales [XII] lasrecopiló y publicó en un artículo del Noticioso generaldon ManuelTeran.
El mismo Pensador le dio la contestación siguiente que forma la
Apología del Periquillo Sarniento Artículo inserto en los números487y 488 de 12 y 15 de febrero de 1819 del Noticioso general
Señor editor: He leído en el Noticioso del lunes 1.º del presenteuna impugnación a mi Periquillomuy cáustica y descortésescrita conresabios de crítica por don M. T. (2)<notas.htm>o sea por Uno de tantoscuyo talento noalcanza para otra cosa que para roer los escritos ajenos como los ratones de lafábula 30 de Iriarte.
Ya me es indispensable contestar no tanto por mi propia satisfaccióncuantopor defender mi obrita de los defectos de que le acusa este señor; peroprotesto la fuerza con que tomo la pluma para ejercitarla en una contestaciónpueril y odiosalo que no hiciera a no haber sido provocado por dos veces nohabiendo bastado mi prudencia en la primerapara que en la segunda no se meinsultara hasta lo sumo. Querría sin embargo escribir con más moderación;pero el señor Uno no la conoce; y asívim vi repellere licet.La fuerza con la fuerza [XIII] se debe rechazarporque no tiene otro escudoyseguramente
Bien hace quien su crítica modera | |||
pero usarla conviene más severa | |||
contra censura injusta y ofensiva (3)<notas.htm> | |||
cuando no hables con sincero denuedo | |||
poca razón arguye o mucho miedo. |
Basta de exordio y vamos al asuntoaventando la paja en que abunda la talimpugnacióny dirigiéndonos a lo que parece grano.
Lleno el señor Ranet (4) <notas.htm>de la satisfacción más orgullosa y en tono de maestro decida del mérito de miobra en estos términos. Al Pensador mexicano lo conocemos como al autor deuna obra disparatadaextravagante y de pésimo gusto; de un romance o fábulaescrita con feo modobajo un plan mal inventadoestrecho en sí mismo y máspor el modo con que es tratado... ¿Qué tal se explica este caballero? Másparece que trata de insultar al autor que de descreditar la obraaunque haceuno y otro bellamente.
¿Pero por qué le ha parecido mi obrita tan insufrible? Ya lo dice sin quese le pregunte: porque (son sus palabras) comenzamos la relación ynos vamos hallando con sucesos vulgaresfatales siempre al interéspues si enlos libros encontramos las peores gentes de la sociedad(5) <notas.htm> obrando ordinariamente y según los vemoshablando según los oímosnuestra curiosidad no se excitay dejamos de sentirel atractivo que en el arte se llama interés.
Toda esta jerigonza quiere decir: que para que la acción [XIV] interese enla fábulaes necesario que no se vea en ella nada común ni vulgar. Todo debeser granderaromaravilloso. Orfeo debe entrar en los infiernos en pos deEurídiceTeseo ha de matar a los formidables gigantes Pityocampto y Periphetesy Dédalo ha de volar seguro por los aires con unas alas de cera. Además loshombres grandes han de hablar como los diosesy los plebeyos deben usar elidioma de los reyes y poderosos. Así lo quiere el señor Ranety esmenester darle gusto.
Mas yocon su licenciatomo el Quijote de Cervantesla obra maestra enclase de romancesy no veo en su acción nada raronada extraordinarionadaprodigioso. Todos los sucesos son demasiado vulgares y comunestales comopudieran acontecer a un loco de las circunstancias de don Alonso Quijada. Almismo tiempo advierto que cada uno de los personajes de la fábula habla comolos de su claseesto esvulgar y comúnmente. Hasta hoy estaba yo entendido enque una de las gracias de este género de composición era corregir lascostumbres ridiculizándolas y pintándolas al naturalsegún el país donde seescribe; pero el señor Ranet me acaba de sacar de este grosero errorpues encontrando a las... gentes en los libros obrando como los vemos yhablando como los oímosnuestra curiosidad no se excitay dejamos de sentirel interés.
Éste acaba de desaparecer (sigue el crítico) para las gentes de buengustosi además de encontrarse con acaecimientos los más comunesse les vesuciosviolentos y degradados. Para fundar esta aserciónse asquea muchode la aventura de los jarritos de orines que vaciaron los presos en lacárcel sobre el triste Periquilloy del robo que hizo a un cadáver. ¡Felizhallazgo y pruebas concluyentes del ningún mérito de la obra! Pero si estasacciones son sucias y degradadas en ella¿en qué clase colocaremos larecíproca vomitada que se dieron don Quijote y Sancho cuando aquél se bebióel precioso licor de Fierabrás? [XV] ¿Y cómo se llamará la limpísimadiligencia que hizo Sancho de zurrarse junto a su amo por el miedo que leinfundieron los batanes? A la verdad que el señor Ranet es demasiadolimpio y escrupuloso.
Por lo dicho conocerá el lector lo sólido y juicioso de esta críticayque me sería fácil refutar uno por uno los descuidos en que abundasi notemiera hacer demasiado larga esta contestación. Sin embargodesvaneceréalgunos de los más groseros y con la posible brevedad.
Nota como un defecto imperdonable las digresiones de Periquilloy dice que noda un paso sin que moralice y empalague con una cuaresma de sermones. Digo aesto que si los sermones y moralidades son útiles y vienen al casono sondespreciablesni la obra pierde nada de su mérito. Don Quijote tambiénmoralizaba y predicaba a cada pasoy tanto que su criado le decía que podíacoger un púlpito en las manos y andar por esos mundos predicando lindezas.
Hablando del estilo dice: que yo soy el primero que he novelado en elestilo de la canalla. Ahora bienen mi novela se hallan de interlocutorescolegialesmonjasfrailesclérigoscuraslicenciadosescribanosmédicoscoronelescomerciantessubdelegadosmarquesesetc. Yo he hablado en elestilo de esta clase de personas¿y así dice el señor Ranet quenovelé en el estilo de la canalla? Luego estos individuos en su conceptoson canalla. Sin duda le deben dar las gracias por el alto honor que lesdispensa.
Pero para que se vea cómo nos estrellamos entre las contradicciones másabsurdas cuando dirige nuestra pluma no el amor de la verdadsino el impulso deuna ciega pasiónatiéndase.
En vano buscamos en Periquillo (dice este buen hombre) una variedad delocución que nace en los romances de la diversidad de caracterestan uniformecomo en su acción el chorrillo [XVI] de alcantarillapropio paraarrullarnosse suelta desde el prólogodedicatoria y advertencia a loslectores hasta la última página del tomo tercero. ¿Ya se ve esto? Puessin pérdida de momentoy sin que haya ni una letra de por mediocontinúadiciendo: Desde una sencillez muy mediana pasa su estilo a la bajeza y conharta frecuencia a la grosería del de la taberna. ¿Se dará contradicciónmás torpe y manifiesta? Acabar de decir que mi estilo en la obra es tan uniformetan igual como el sonido del chorro de la alcantarillay luego hallarlo sencillobajo y grosero. ¿Cómo será una cosa igual en todo y de tres modosdistinta? Quédese la inteligencia de este enigma al juicio de los lectorespara que éstos formen el que merezca la crítica de mi antagonista.
En otra parte dice: verisímilmente se ha reducido al trato de gente soezy un tanto mediana. ¿Conque los sacerdoteslos religiososoficialesmilitaresmédicos y demás que hacen papel en mi obritapara este rigidísimocensor nada valeny cuando másy haciéndoles mucho favor los considera como genteun tanto mediana? ¡Caramba y cómo se empeña en honrarlos!
Dice también que los vicios de las gentes distinguidas son menosgroserossus defectos menos chocantesporque están encubiertos con lacivilidad y políticay de esta suerte es más trabajoso apropiarles un papelridículo. ¡Qué dos mentiras!y perdone la claridad.
Una de ellas es que sean menos groseros y chocantes los defectos y vicios delas gentes distinguidas. Cuando los tienen chocan más y se hacen másvergonzosos. Tal vez disculpamos los vicios de la gente plebeyaconsiderandosus ningunos principios y grosera educación. En la gente distinguida noencontramos esta disculpade consiguiente nos son más chocantes sus defectos.La brillantez con que nacieronla fortuna que logran y el empleo que obtienensólo sirve de hacerlos más visibles. No puede una ciudad estar escondida sobreun [XVII] monteni pueden los vicios encubrirse en una persona altamentecolocada. El adulterio de Davidla prostitución de Salomónel sacrilegio deBaltazarla soberbia de Nabucoetc.etc.no habrían escandalizado tanto sihubieran sido cometidos por unos plebeyos oscuros; pero fueron reyes losdelincuentes y esto bastó para que fuesen estos delitos fatales a sus pueblos ysu noticia llegara hasta nosotros.
Si el señor Ranet quiso decir que los vicios de las personasdistinguidas y generalmente de los ricos se disimulanse callan y aun seaplaudeneso ya lo sabemosy hasta los niños de la escuela cantan que
Cuando el rico se emborracha | |||
y el pobre en su compañía | |||
la del pobre es borrachera | |||
la del rico es alegría. |
Mas este aplausoeste disimulo de los vicios del rico sólo cabe entre susviles aduladores y corrompidos mercenarios; los hombres de bien siempre losconocenjamás los alaban ni dejan de ver sus defectos con repugnancia.
Al mismo tiempo es mucho más fácil ridiculizarlos. Su misma elevaciónpresta el motivo. A mí se me haría más notable y me causaría más risa verque un conde cogía el tenedor como rejón para ensartar la piezaque si vieracomer a un indio con todos los cinco dedos. Ambos faltarían en este caso a laurbanidad; pero en el conde sería más chocante la grosería y por lo mismomás ridícula.
Dice también el señor Ranet (hablando de mí): los grandesseñores lo ofuscano no tiene el valor o el talento de rasgar susexterioridades para sacar sus extravagancias. Aquí es menester poner... ydecirle claro que no lo entiende. ¿Pues qué quería este señor que Periquilloponga en ridículo el retrato de un embajadorde un príncipede un cardenalde un soberano? [XVIII] ¿Cómo había de ser eso si en este reino no hay estaclase de señores? Está muy bien dirá; pero a lo menos se podían haber sacadolas extravagancias de un obispode un obispode un oidorde un prebendadodeun gobernadoretc... Muchas gracias le daría yo por el consejo; aunque no medeterminaría a tomarlo.
Lo que más incomoda a este señor es que el arte que gobierna toda laobraes el de bosquejar (según dice) cuadros asquerososescenasbajas... y que verisímilmente me he reducido al trato de gente soez.¡Válgate Dios por inocencia! ¿Que no advertirá este censor que cuando asíse hacees necesarionaturalconforme al plan de la obra y con arreglo a lasituación del héroe? Un joven libertinoholgazán y perdulario¿con quégentes tratará comúnmentey en qué lugares lo acontecerán sus aventuras?¿Sería propio y oportuno introducirlo en tertulia con los padres fernandinosponerlo en oración en las santas escuelaso andando el Via Crucis en elconvento de San Francisco?
Pero además de que no siempre se presenta en escenas bajasni siempre tratacon gente soezcuando se ve en estos casos es naturalmentey por lo mismoéste no es defectosino requisito necesario según el fin que se propuso elautor. Hasta hoy nadie ha motejado que Cervantes introdujera a su héroetratando con mesoneros y ramerascon cabreros y perillanesni han criticado alverlo riñendo con un cocheroburlado de unos sirvientes inferioresapedreadopor pastores y galeotesapaleado por los yangüesesetc. Era natural que a unloco acontecieran estos desaguisados entre esa genteasí como a un jovenperdido es natural que le acontezcanentre la mismaiguales lances que aPeriquillo (6) <notas.htm>. [XIX]
La objeción de que un hospitalun sepulcroni un calabozo se puedanpresentar bajo un aspecto ridículoes harto trivial. Los mismos lugarescierto que no prestarán motivos de risapero sí se pueden poner en ellos losvicios bajo un aspecto ridículoy si no se pueden poner ¿cómo yo los hepuesto? Del acto a la potencia vale el argumentoy esto lo saben los muchachos.¿Habrá quien no se ría al oír las aventuras de Periquillo en su prisiónenel hospital y cuando el robo del cadáver? ¿Falta en estos lugares la sátiracontra el vicio y la moralidad necesaria como fruto de las mismas desgracias delhéroe? ¿Son más espantosos los presoslos enfermosy los cadáveres que losdemonios y los espectros? Pues con éstos tuvo que hacer el ingenioso Villarroelpara moralizar y divertir a sus lectores.
Más satisfecho que Arquímedes cuando halló la resolución del problema dela coronalo parece a mi censor que me va a dar el último golpe y a hacer verde una vez como mi obra es la peor del universo por confesión de mi misma boca.Acaba (dice de mí) acaba de abjurar todos los preceptos del arte comosi fueran los dogmas del Alcorán... ¿Y por qué habla así? Porque yo enlas advertencias preliminares de mi Quijotita digo quetratando deconciliar mi interés particular con la utilidad comúnatropello muchasveces (7) <notas.htm> con lasreglas del arte cuando me ocurre alguna idea que me parece conveniente ponerlade este o del otro modo. Esto sí que es insultar a las gentesexclamael señor Ranet con su acostumbrado patriotismoy sigue con el mismoespíritu lamentándose de que por mi culpapor mi gravísima culpa¡yaperdimos hasta el uso del buen lenguaje! No hay tal cosa.
Yo no atropello con todas las reglas del artey sería un necio [XX] sipresumiera de ello. Los que entienden el arte saben muy bien qué reglastraspasocuándo y con qué objeto. Suelo prescindir de aquellas reglas que meparecen embarazosas para llegar al fin que me propongoque es la instrucciónde los ignorantes (8) <notas.htm>. Porejemplo: sé que una de las reglas es que la moralidad y la sátira vayanenvueltas en la acción y no muy explicadas en la prosa; y yo falto a esta reglacon frecuenciaporque estoy persuadido de que los lectores para quienes escribonecesitan ordinariamente que se les den las moralidades mascadas y aunremolidaspara que les tomen el sabor y las puedan pasarsi no saltan sobreellas con más ligereza que un venado sobre las yerbas del campo. Aun hoynecesitan muchas gentes un comentario para entender el Quijoteel GilBlas y otras muchas obras como éstasen que sólo encuentran diversión.
Por otra parteestoy seguro de que mi intención es buenaque los pobresignorantes como yome lo agradecen y que los sabios dispensaránacordándosecon Horaciode que hay defectos que es necesario perdonary otros en queincurren los escritores o por un descuido o por efecto de la miseria humana.
Sunt delicta tamenquibus ignovisse velimus. | |||
Non ego pancis | |||
offendar maculisquae aut incuria fudit | |||
aut humana parum cavit natura... | |||
In Art. poet. |
Finalmentela general aceptación con que mi Periquillo ha sido recibido entodo el reinola calificación honrosa que le dispensaron los señorescensoreslos elogios privados que ha [XXI] recibido de muchas personasliteratas (9) <notas.htm>el apreciocon que en el día se vela ansia con que se buscael excesivo precio a quelas compran y la escasez que hay de ellame hacen creer no sólo que no es miobrita tan mala y disparatada como ha parecido al señor Ranet y al Tocayode Claritasino que he cumplido hasta donde han alcanzado mis pobrestalentoscon los deberes de escritor. Éstos son según Horacio enseñar allector y entretenerlo.
Omne tullit punctumqui miscuit utile dulci | |||
lectorem delectandopariterque monendo. |
Y si es cierto lo que dice este poeta de que el libro que reúne en sí estasdos condicionesda dinero a los librerospasa los mares y eterniza el nombredel autor:
Hic meret aera liber sociis; hic et mare transit | |||
et longum noto scriptori prorrogat aevum. |
Yo he tenido la fortuna de ver en mi Periquillo las dos primeras señales.Los libreros han ganado dinero con él comprándolo con estimación yvendiéndolo con máslo que están haciendo en el día(10) <notas.htm>. Ha navegado la obra para Españapara laHabana y para Portugal con destino de imprimirse allí; me aseguran que losingleses la han impreso en su idioma y que en México hay un ejemplar(11) <notas.htm>. Con que ya he visto en mi Periquillo algunasseñas de buen libroa pesar de la juiciosa [XXII] crítica del señor Ranet.Sobre si ha de durar mi nombre o nono me he de calentar la cabeza. Famaspóstumas son muy buenas; pero no se va con ellas a la tienda. No aspiro a lagloria de autor inmortalporque sé que al fin me he de morirni me envanezcocon ningunos aplausos.
Non ego ventosae plebis suffragia venor. |
Todo esto es airey mi amor propio no es tanto que me haga creer que hay enmis pobres escritos un mérito verdadero y relevante. Ellos son mis hijos; nosoy hipócrita ni me pesa de que los aprecien los demás; pero no por esto dejode conocer que están llenos de defectos como hijos al fin de mis escasas luces.Lo que acabo de decir de Periquillo no es efecto de vanidad ni porque lo quieroremontar hasta las nubes; lo he dicho por defenderlocomo que soy su padredelos testimonios y calumnias con que lo denigra el señor Ranety paraque vea que si él y otros cuatro piensan asíel público ilustrado de todo elreino piensa de otra maneray le hace más favor del que merece.
Dios le dé a usted paciencia con nosotrosseñor Editorque bastante lanecesita. De usted afectísimoetc. El Pensador mexicanoJosé JoaquínFernández de Lizardi.
P. D.: Nos hemos desentendido de la crítica contra las estampasy de losfavores que nos hace el señor Ranet llamándonos necioshabladoresetc.porque todo esto entra en la paja que nos propusimos aventar desde elprincipio. [I] [II] [III]
Advertencia precisa
Es menester tener presente que esta obra se escribió e imprimió en el añode 1816bajo la dominación españolaestando el autor mal visto de sugobierno por patriotasin libertad de imprentacon sujeción a la censura deoidorescanónigos y frailes; y lo que es más que todocon la necia ydéspota Inquisición encima. Aunque en las advertencias generales se disculpanlas largas digresionesnos tomamos la licencia de acortarlasasí como la deomitir unas notas y añadir otrascon algunas variantes que advertirá siquiere y puede el curioso lector.
Otra. Las notas con que se ha aumentado la presente ediciónpara que nose confundan con las anterioresllevarán al fin una E. [IV] [V]
Prólogodedicatoria y advertencias a los lectores
Señores míos: Una de las cosas que me presentaban dificultades para dar aluz la Vida de Periquillo Sarnientoera elegir persona a quiendedicárselaporque yo he visto infinidad de obras de poco y mucho méritoadornadas con sus dedicatorias al principio.
Esta continuación o esta costumbre continuadame hizo creer que algo buenotenía en sípues todos los autores procuraban elegir Mecenas o patronos aquienes dedicarles sus tareas; creyendo que el hacerlo asíno podía menos quegranjearles algún provecho.
Me confirmé más en esta idea cuando leí en un librito viejo que ha habidoquienes han pactado dedicar una obra a un sujetosi le daba tanto; otro quededicó su trabajo a un potentadoy después la consagró a otro con distintonombre; Tomás Fullerfamoso historiador inglésque dividía sus obras enmuchos tomosy a cada tomo le solicitaba un magnate; otros que se han dedicadoa sí mismos sus producciones; y otrosen finque han consentido que elimpresor de sus obras se las dedique.
En vista de estodecía yo a un amigo: nomi obra no puede quedarse sindedicatoria; eso no viviendo Carlos. ¿Qué dijera de mí el mundoal ver quemi obrota no tenía al frente un excelentísimoilustrísimoo por lo menos unseñor usía que la hubiera acogido bajo su protección? [VI]
Fuera de que no puede menos que tener cuenta el dedicar un libro a algúngrande o rico señor; porque ¿quién ha de ser tan sinvergüenza que dejededicarse una obra; desempolvar los huesos de sus abuelos; levantar testimoniosa sus ascendientes; rastrear sus genealogías; enredarlos con los Pelayos yGuzmanes; mezclar su sangre con la de los reyes del Oriente; ponderar su cienciaaun cuando no sepa leer; preconizar sus virtudesaunque no las conozca;separarlo enteramente de la común masa de los hombres y divinizarlo en un abriry cerrar de ojos? Y por último¿quién serárepetía yo al amigotanindolenteque viéndose lisonjeado a roso y a velloso ante faciem populi(12) <notas.htm>y no menos que en letras de moldese manejecon tanta mezquindad que no me costee la impresiónque no me consiga un buendestinoo cuando todo turbio corraque no me manifieste su gratitud con unadocenita de onzas de oro para una capapues no merece menos el ímprobo trabajode inmortalizar el nombre de un Mecenas?
¿Y a quién piensas dedicar tu obrita?me preguntó mi amigo. A aquelseñor que yo considerase se atreviera a costearme la impresión. ¿Y a cuántopodrán abordar sus costos?me dijo. A cuatro mil y ciento y tantos pesosporahípor ahí. ¡Santa Bárbara!exclamó mi amigo todo azorado. ¿Una obritade cuatro tomitos en cuarto cuesta tanto? Síamigole dijey ésta es una delas trabas más formidables que han tenido y tendrán los talentos americanospara no lucir como debieran en el teatro literario. Los grandes costos quetienen en el reino que lastarse en la impresión de las obras abultadasretraena muchos de emprenderlasconsiderando lo expuestos que [VII] estánno sólo ano lograr el premio de sus fatigassino tal vez a perder hasta su dineroquedándose inéditas en los estantes muchas preciosidades que darían provechoal público y honor a sus autores.
Esta desgracia hace que no haya exportación de ninguna obra impresa aquí;porque haz de cuenta que mi obrita ya impresa y encuadernadatiene de costo porlo menos ocho o diez pesos; pues aunque fuera una obra de mérito¿cómohabía yo de mandar a España un cajón de ejemplarescuando si aquí es caraallí lo sería excesivamente? Porque si a diez pesos de costos se agregabanotros dos o tres de fletesderechos y comisiónya debería valer sobre trecepesos; para ganar algo en este comercio era preciso vender los ejemplares aquince o diez y seis pesosy entonces ¿quién la compraría allá?
¡Válgame Dios!dijo mi amigo; ésa es una verdad; pero eso mismo deberetraerte de solicitar mecenas. ¿Quién ha de querer arriesgar su dinero paraque imprimas tu obrita? Vamosno seas tontoguárdala o quémalay no piensesen hallar protecciónporque primero perderás el juicio.
Ya parece que veo que gastas el dinero que no tienes en hacer poner en limpioy con mucha curiosidad tus cuadernos; que echas el ojo para dedicarlos al condeHcreyendo que porque es condeque porque es ricoque porque es liberalqueporque gasta en un coche cuatro mil pesosen un caballo quinientosen un bailemilel un juego cuanto quiereadmitirá benigno tu agasajote dará lasgraciaste ofrecerá su protecciónte facilitará la imprentao te darácuando menos una buena galita como dijiste. Fiado en estovas a su casarastreas a sus parientesindagas su origenbuscas en el diccionario de Morerialguna gran casa que tenga alusión con su apellido[VIII] lo encajas en ellaquiera que no quiera; levantas mil testimonios a sus padreslo haces descenderde los Godosy le metes en la cabeza que es de sangre real y pariente muycercano de los SigericosTorismundosTheudiselos y Athanagildos; a bienque él no los conocióni nadie se ha de poner a averiguarlo. Últimamenteypara decirlo de una vez y bien clarotrabajas cuanto puedas para hacerle una barbade primera clase; y ya concluida la dedicatoriavas muy fruncido y se la ponesa sus plantas. Entonces el señor que ve aquel celemín de papel escritoy quesólo por no leerlosi se lo mandarandaría cualquier dinerose ríe de tusimpleza. Si está de mal humoro no te permite entrar a verloo te echanoramala luego que penetra tu designio; pero si está de buenaste da lasgracias y te dice que hagas lo que quieras de la dedicatoria; pero que losinsurgentes... que las guerras y las actuales críticas circunstancias no lepermiten serte útil por entonces para nada.
Sales tú de allí todo mohínopero no desesperado. Vas y acometes con lasmismas diligencias al marqués de Ky te pasa lo mismo; ocurres al rico Gy teacontece lo propio; solicitas al canónigo T; ídem; hasta que cansado de andarpor todo el alfabetoy de trabajar inútilmente mil dedicatorias te aburres ydesesperasy das con tu pobre trabajo en una tienda de aceite y vinagre. Esganahijolos pobres no debemos ser escritoresni emprender ninguna tarea quecueste dinero.
Cabizbajo estaba yo oyendo a mi amigo con demasiada confusión y tristezayluego que acabó le dije arrancando un suspiro de lo más escondido de mi pecho:¡hay hermano de mi alma!tú me has dado un desengañopero al mismo tiempouna gran pesadumbre. Si tú me has [IX] abierto los ojos estrellándome en ellosuna porción de verdades que por desgracia son irrefragables; y lo peor es quetodo ello para en que yo pierdo mi trabajo; pues aunque soy limitadoy por lomismode mis tareas no se puede esperar ninguna cosa sublimesino bastantehumilde y trivialcréemeesta obrita me ha costado algún trabajoy tantomáscuanto que soy un chambón y la he trabajado sin herramienta.
Esto lo dirás por la falta de libros. Por eso lo digo; ya verás que esto hamultiplicado mis afanes; y será buen dolor que después de desvelarmede andarbuscando un libro prestado por allí y otro por aculládespués de tener queconsultar estoque indagar aquelloque escribirque borrar algoetc.cuandoyo esperaba socorrer de algún modo mis pobrerías con esta obritase me quedeen el cuerpo por falta de protección... ¡voto a los diablos!más valía quese me hubieran quedado treinta purgas y veinte lavativas... Callame dijo miamigoque yo te voy a proponer unos Mecenas que seguramente te costearán laimpresión.
¡Ay hombre!¿quiénes son?dije yo lleno de gusto. Los lectoresmerespondió el amigo. ¿A quiénes con más justicia debes dedicar tus tareassino a los que leen las obras a costa de su dinero? Pues ellos son los quecostean la impresióny por lo mismo sus Mecenas más seguros. Conquealiéntateno seas bobodedícales a ellos tu trabajo y saldrás del cuidado.
Le di las gracias a mi amigo; él se fue; yo tomé su consejoy me propusedesde aquel momento dedicarosSeñores Lectoresla Vida de tan mentado PeriquilloSarnientocomo lo hago.
Pero a usanza de las dedicatorias y a fuer de lisonjero [X] o agradecidoyodebo tributaros los más dignos elogiosasegurado de que no se ofenderávuestra modestia.
Y entrando al ancho campo de vuestros timbres y virtudes¿qué diré devuestra ilustrísima cunasino que es la más antigua y llena de felicidades ensu origenpues descendéis no menos que del primer monarca del universo?
¿Qué diré de vuestras gloriosas hazañassino que son talesque sonimponderables e insabibles?
¿Qué de vuestros títulos y dictadossino que sois y podéis serno sólotú ni vossino usíasilustrísimosreverendísimosexcelentísimos y quésé yo si eminentísimosserenísimosaltezas y majestades? Y en virtud deesto¿quién será bastante a ponderar vuestra grandeza y dignidad? ¿Quiénelogiará dignamente vuestros méritos? ¿Quién podrá hacer ni aun el diseñode vuestra virtud y vuestra ciencia? ¿Ni quiénpor últimopodrá numerarlos retumbantes apellidos de vuestras ilustres casasni las águilastigresleonesperros y gatos que ocupan los cuarteles de vuestras armas?
Muy bien sé que descendéis de un ingratoy que tenéis relaciones deparentesco con los Caínes fratricidascon los idólatras Nabucoscon lasprostitutas Dalilascon los sacrílegos Baltazarescon los malditos Canesconlos traidores Judascon los pérfidos Sinonescon los Cacos ladronescon losherejes Arriosy con una multitud de pícaros y pícaras que han vivido y aúnviven en el mismo mundo que vosotros.
Sé que acaso seréis algunos plebeyosindiosmulatosnegrosviciosostontos y majaderos.
Pero no me toca acordaros nada de estocuando trato de captar vuestrabenevolencia y afición a la obra que os [XI] dedico; ni menos trato desepararme un punto del camino trillado de mis maestros los dedicadoresaquienes observo desentenderse de los vicios y defectos de sus Mecenasyacordarse sólo de las virtudes y lustre que tienen para repetírselos yexagerárselos.
Esto esoh serenísimos Lectoreslo que yo hago al dedicaros esta pequeñaobrita que os ofrezcocomo tributo debido a vuestros reales... méritos.
Dignaospuesacogerla favorablementecomprando cada uno seis o sietecapítulos cada día (13) <notas.htm>y suscribiéndoos por cinco o seis ejemplares a lo menosaunque después osdeis a Barrabás por haber empleado vuestro dinero en una cosa tan friona yfastidiosa; aunque me critiquéis de arriba a bajoy aunque hagáis cartuchos oservilletas con los libros; que como costeéis la impresión con algunos polvosde añadidurajamás me arrepentiré de haber seguido el consejo de mi amigo;antes desde ahora para entonces y desde entonces para ahoraos escojo y elijopara únicos Mecenas y protectores de cuantos mamarrachos escribierellenándoos de alabanzas como ahoray pidiendo a Dios que os guarde muchosañosos dé dineroy os permita emplearlo en beneficio de los autoresimpresorespapeleroscomerciantesencuadernadores y demás dependientes devuestro gusto.
Señores... etc.
Vuestro... etc.
El Pensador [XII] [XIII]
El prólogo de Periquillo Sarniento
Cuando escribo mi vidaes sólo con la sana intención de que mis hijos seinstruyan en las materias sobre que los hablo.
No quisiera que salieran estos cuadernos de sus manosy así se los encargo;pero como no sé si me obedeceránni si se les antojará andar prestándolos aéste y al otrome veo precisado (para que no anden royendo mis podridoshuesosni levantándome falsos testimonios) a hacer yo mismo y sin fiarme denadieuna especie de Prólogo; porque los prólogos son tapaboca de losnecios y maliciososy al mismo tiempo soncomo dijo no sé quiénunosremedios anticipados de los librosy en virtud de esto digo: que esta obrita noes para los sabiosporque éstos no necesitan [XIV] de mis pobres lecciones;pero sí puede ser útil para algunos muchachos que carezcantal vezdemejores obras en que aprendero también para algunos jóvenes (o no jóvenes)que sean amigos de leer novelitas y comedias; y como pueden faltarles o notenerlas a mano algún díano dejarán de entretenerse y pasar el rato con lalectura de mi vida descarriada.
En ella presento a mis hijos muchos de los escollos en donde másfrecuentemente se estrella la mocedad cuando no se sabe dirigiro desprecia losavisos de los pilotos experimentados.
Si les manifiesto mis vicios no es por lisonjearme de haberlos contraídosino por enseñarles a que los huyan pintándoles su deformidad; y del mismomodocuando les refiero tal cual acción buena que he practicadono es porgranjearme su aplausosino por enamorarlos de la virtud.
Por iguales razones expongo a su vista y a su consideración vicios yvirtudes de diferentes personas con quienes he tratadodebiendo persuadirse aque casi todos cuantos pasajes refiero son ciertosy nada tienen de disimuladoo fingido sino los nombresque los he procurado disfrazar por respeto a lasfamilias que hoy viven.
Pero no por esto juzgue ninguno que yo lo retrato; hagan cuenta en hora buenaque no ha pasado [XV] nada de cuanto digoy que todo es ficción de mifantasía; yo les perdonaré de buena gana el que duden de mi verdadcon talque no me calumnien de un satírico mordaz. Si se halla en mi obrita algunasátira picanteno es mi intención zaherir con ella más que al viciodejandoinmunes las personassegún el amigo Marcial:
Hunc servare modum nostri novere libelli: | |||
parcere personisdicere de vitiis. |
Asípuesno hay que pensar que cuando hablo de algún vicioretrato apersona algunani aun con el pensamientoporque el único que tengo es de quedeteste el tal vicio la persona que lo tengasea cual fuerey hasta aquí nadale hallo a esta práctica ni a este deseo de reprensible. Mucho menos que noescribo para todossino sólo para mis hijos que son los que más me interesany a quienes tengo obligación de enseñar.
Pero aun cuando todo el mundo lea mi obranadie tiene que mosquearse cuandovea pintado el vicio que cometeni atribuir entonces a malicia mía lo que enla realidad es perversidad suya.
Este modo de criticaro por mejor decirde murmurar a los autoreses muyantiguoy siempre ejercitado por los malos. El padre San Gerónimo [XVI] sequejaba de élpor las imposturas de Onasoa quien decía: si yo hablo delos que tienen las narices podridas y hablan gangoso¿por qué habéis dereclamar luegoy decir que lo he dicho por vos?
De la misma manera digo: si en esta mi obrita hablo de los malosjuecesde los escribanos criminalistasde los abogados embrolladoresde los médicos desaplicadosde los padres de familia indolentesetc.etc.¿por qué al momento han de saltar contra mí los juecesescribanosletradosmédicos y demásdiciendo que hablo mal de elloso desus facultades? Esto será una injusticia y una boberíapues al que se quejaalgo le dueley en este casomejor es no darse por entendidoque acusarsesin que haya quien le pregunte por el pie de que cojea.
Comencé al principio a mezclar en mi obrilla algunas sentencias y versoslatinos; y sin embargo de que los doy traducidos a nuestro idiomahe procuradoeconomizarlos en lo restante de mi dicha obra; porque pregunté sobre esto alseñor Muratoriy me dijo que los latines son los tropezones de los librospara los que no los entienden.
El método y el estilo que observo en lo que escriboes el mío natural y elque menos trabajo me ha costadosatisfecho de que la mejor elocuencia es la quemás persuadey la que se conforma [XVII] más naturalmente con la clase de laobra que se trabaja.
No dudo que así por mi escaso talentocomo por haber escrito casi currentecálamoabundará la presente en mil defectosque darán materia paraejercitarse la crítica menos escrupulosa. Si así fuereyo prometo escuchar alos sabios con resignaciónagradeciéndoles sus lecciones a pesar de mi amorpropioque no quisiera dar obra alguna que no mereciera las más generalesalabanzas; aunque me endulza este sinsabor saber que pocas obras habrá en elorbe literario que carezcan de lunares en medio de sus más resplandecientesbellezas. En el astro más luminoso que nos vivificaencuentran manchas losastrónomos.
En fintengo un consueloy es que mis escritos precisamente agradarán amis hijos para quienes en primer lugar los trabajé; si a los demás no lesacomodaresentiré que la obra no corresponda a mis deseospudiendo decir acada uno de mis lectores lo que Ovidio a su amigo Pisón: «Si mis escritos nomerecen tu alabanzaa lo menos yo quise que fueran dignos de ella.» De estabuena intención me lisonjeoque no de mi obra.
Quod si digna tua minus est mea pagina laude | |||
at voluisse sat est: animum non carmina jacto. [XVIII] [XIX] |
Advertencias generales a los lectores
Estamos entendidos de que no es uso adornar con notas ni textos esta clase deobras romancescasen las que debe tener más parte la acción que lamoralidad explicadano siendo además susceptibles de una frecuente erudición;pero como la idea de nuestro autor no sólo fue contar su vidasino instruircuanto pudiera a sus hijosde ahí es que no escasea las digresiones que leparecen oportunas en el discurso de su obraaunque (a mi parecer) no son muyrepetidasinconexas ni enfadosas.
Yocoincidiendo con su modo de pensary en obsequio de la amistad que leprofeséhe procurado ilustrarla con algunas que pienso concurren a su mismaintención. Al propio tiempopara ahorrar a los lectores menos instruidos lostropezones de los latinescomo él recuerdadejo la traducción castellana ensu lugary unas veces pongo el texto original entre las notasotras sólo lascitasy algunas veces lo omito enteramente. De maneraque el lector en romancenada tiene que interrumpir con la secuela de la lecturay el lector latinoacaso se agradará de leer lo mismo en su idioma original.
Periquillosin embargo de la economía que ofreceno deja de corroborar susopiniones con la doctrina de los poetas y filósofos paganos.
En uso de las facultades que él me dio para que corrigieraquitara oañadiera lo que me pareciera en su obritapude haberle suprimido todos lostextos y autoridades dichas; pero cuando batallaba con la duda de lo que debíade hacerleí un párrafo del eruditísimo Jamin que vino [XX] a mi propósitoy dice así: «He sacado mis reflexiones de los filósofos profanossin omitirtampoco el testimonio de los poetaspersuadido a que el testimonio de éstos...aunque voluptuosos por lo comúnestablecía la severidad de las costumbres deun modo más fuerte y victorioso que el de los filósofosde quienes hay motivode sospechar que sola la vanidad les ha movido ha establecer la austeridad delas máximas en el seno de una religión supersticiosaque al mismo tiempolisonjeaba todas las pasiones. En efectoal oír a un escritor voluptuosohablar con elogio de la pureza de las costumbresse evidenciará queúnicamente la fuerza de la verdad ha podido arrancar de su boca tan brillantetestimonio.»
Hasta aquí el célebre autor citadoen el párrafo XX del prefacio a sulibro titulado: El fruto de mis lecturas. Ahora digo: si un jovenvoluptuosoo un viejo apelmazado con los vicios ve estos mismos reprendidosylas virtudes contrarias elogiadasno en boca de los Anacoretas y Padres delYermosino en la de unos hombres sin religión perfectasin virtud sólidaysin la luz del Evangelio¿no es preciso que forme un concepto muy ventajoso delas virtudes morales? ¿No es creíble que se avergüence al ver reprendidos yridiculizados sus viciosno ya por los PablosCrisóstomosAgustinos nidemás padres ni doctores de la iglesiasino por los HoraciosJuvenalesSénecasPlutarcos y otros ciegos semejantes del paganismo? Y el amor a la sanamoralo el aborrecimiento al vicio que produzca el testimonio de los autoresgentiles¿no debe ser de un interés recomendableasí para los lectores comopara la misma sociedad? A mí a lo menos así me lo parecey por tanto no hequerido omitir las autoridades de que hablamos. [1]
No es este el Periquillo que cantando | Su fin es deleitar aprovechando | |
o haciendo no sé qué se llevó el viento. | a quien su vida quiera leer atento. | |
Este Perico sin cantarva dando | Tal el carácter es de mi Perico. | |
A muchos mil lecciones de escarmiento. | Escucha pueslector que ya abre el pico. |
Vida y hechos de Periquillo Sarniento
Escrita por él para sus hijos
Capítulo I Comienza Periquillo escribiendo el motivo que tuvo para dejar asus hijos estos cuadernosy da razón de sus padrespatrianacimiento ydemás ocurrencias de su infancia
Postrado en una cama muchos meses hacebatallando con los médicos yenfermedadesy esperando con resignación el día en quecumplido el orden dela Divina Providenciahayáis de cerrar mis ojosqueridos hijos míoshepensado dejaros escritos los nada raros sucesos de mi vidapara que os sepáisguardar y precaver de muchos de los peligros que amenazany aun lastiman alhombre en el discurso de sus días.
Deseo que en esta lectura aprendáis a desechar muchos errores que notaréisadmitidos por mí y por otrosy queprevenidos con mis leccionesno osexpongáis a sufrir los malos tratamientos que yo he sufrido por mi culpa;satisfechos de [2] que mejor es aprovechar el desengaño en las cabezas ajenasque en la propia.
Os suplico encarecidamente que no os escandalicéis con los extravíos de mimocedadque os contaré sin rebozoy con bastante confusión; pues mi deseo esinstruiros y alejaros de los escollos donde tantas veces se estrelló mijuventudy a cuyo mismo peligro quedáis expuestos.
No creáis que la lectura de mi vida os será demasiado fastidiosapues comoyo sé bien que la variedad deleita el entendimientoprocuraré evitar aquellamonotonía o igualdad de estiloque regularmente enfada a los lectores. Asíesque unas veces me advertiréis tan serio y sentencioso como un Catónyotras tan trivial y bufón como un Bertoldo. Ya leeréis en mis discursosretazos de erudición y rasgos de elocuencia; y ya veréis seguido un estilopopular mezclado con los refranes y paparruchadas del vulgo.
También os prometo que todo esto será sin afectación ni pedantismosinosegún me ocurra a la memoriade donde pasará luego al papelcuyo método meparece el más análogo con nuestra natural veleidad.
Últimamenteos mando y encargo que estos cuadernos no salgan de vuestrasmanosporque no se hagan el objeto de la maledicenciade los necios o de losinmorales; pero si tenéis la debilidad de prestarlos alguna vezos suplico nolos prestéis a esos señoresni a las viejas hipócritasni a los curasinteresablesy que saben hacer negocio con sus feligreses vivos y muertosni alos médicos y abogados chapucerosni a los escribanosagentesrelatores yprocuradores ladronesni a los comerciantes usurerosni a los albaceasherederosni a los padres y madres indolentes en la educación de su familiani a las beatas necias y supersticiosasni a los jueces venalesni a loscorchetes pícarosni a los alcaides tiranosni a los poetas y escritoresremendones como yoni a los oficiales de [3] la guerra y soldados fanfarrones yhazañerosni a los ricos avarosneciossoberbios y tiranos de los hombresni a los pobres que lo son por flojerainutilidad o mala conductani a losmendigos fingidos; ni los prestéis tampoco a las muchachas que se alquilannia las mozas que se correnni a las viejas que se afeitanni... pero va largaesta lista. Basta deciros que no los prestéis ni por un minuto a ninguno decuantos advirtiereis que les tocan las generales en lo que leyeren; pues sinembargo de lo que asiento en mi prólogoal momento que vean sus interioresretratados por mi plumay al punto que lean alguna opinión que para ellos seanueva o no conforme con sus extraviadas o depravadas ideasa ese mismo instanteme calificarán de un necioharán que se escandalizan de mis discursosy aunhabrá quien pretenda quizá que soy herejey tratará de delatarme por talaunque ya esté convertido en polvo. ¡Tanta es la fuerza de la maliciade lapreocupación o la ignorancia!
Por tantoo leed para vosotros solos mis cuadernoso en caso de prestarlossea únicamente a los verdaderos hombres de bienpues éstosaunque comofrágiles yerren o hayan erradoconocerán el peso de la verdad sin darse poragraviadosadvirtiendo que no hablo con ninguno determinadamentesino contodos los que traspasan los límites de la justicia; mas a los primeros (si alfin leyeren mi obra) cuando se incomoden o se burlen de ellapodréis decirlescon satisfacción de que quedarán corridos: «¿De qué te alteras? ¿Quémofassi con distinto nombre de ti habla la vida de este hombre desreglado?»(14) <notas.htm>
Hijos míosdespués de mi muerte leeréis por primera vez estos escritos.Dirigid entonces vuestros votos por mí al trono [4] de las misericordias;escarmentad en mis locuras; no os dejéis seducir por las falsedades de loshombres; aprended las máximas que os enseñoacordándoos que las aprendí acosta de muy dolorosas experiencias; jamás alabéis mi obrapues ha tenidomás parte en ella el deseo de aprovecharos; y empapados en estasconsideracionescomenzad a leer.
Mi patriapadresnacimiento y primera educación
Nací en Méxicocapital de la América Septentrionalen la Nueva-España.Ningunos elogios serían bastantes en mi boca para dedicarlos a mi cara patria;peropor serloningunos más sospechosos. Los que la habitan y los extranjerosque la han vistopueden hacer su panegírico más creíblepues no tienen elestorbo de la parcialidadcuyo lente de aumento puede a veces disfrazar losdefectoso poner en grande las ventajas de la patria aun a los mismosnaturales; y asídejando la descripción de México para los curiososimparcialesdigo: que nací en esta rica y populosa ciudad por los años de1771 a 73 de unos padres no opulentospero no constituidos en la miseria; almismo tiempo que eran de una limpia sangrela hacían lucir y conocer por suvirtud. ¡Ohsi siempre los hijos siguieran constantemente los buenos ejemplosde sus padres!
Luego que nacídespués de las lavadas y demás diligencias de aquellahoramis tíasmis abuelas y otras viejas del antiguo cuño querían amarrarmelas manosy fajarme o liarme como un cohetealegando que si me las dejabansueltasestaba yo propenso a ser muy manilargo(15) <notas.htm> de grandey por últimoy como la razón demás peso y el argumento más incontrastabledecían que éste era el modo con[5] que a ellas las habían criadoy que por tantoera el mejor y el que sedebía seguir como más segurosin meterse a disputar para nada del asunto;porque los viejos eran en todo más sabios que los del díay pues ellosamarraban las manos a sus hijosse debía seguir su ejemplo a ojos cerrados.
A seguidasacaron de un canastito una cincha de listón que llamaban fajade dijesguarnecida con manitas de azabacheel ojo del venadocolmillo de caimány otras baratijas de esta clasedizque paraengalanarme con estas reliquias del supersticioso paganismo el mismo día que sehabía señalado para que en boca de mis padrinos fuera yo a profesar la fe ysanta religión de Jesucristo.
¡Válgame Dios cuánto tuvo mi padre que batallar con las preocupaciones delas benditas viejas! ¡Cuánta saliva no gastó para hacerles ver que era unaquimera y un absurdo pernicioso el liar y atar las manos a las criaturas! ¡Yqué trabajo no lo costó persuadir a estas ancianas inocentes a que elazabacheel huesola piedrani otros amuletos de esta ni ninguna clasenotienen virtud alguna contra el airerabiamal de ojoy semejantes faramallas!
Así me lo contó su merced muchas vecescomo también el triunfo que logróde todas ellasque a fuerza o de grado accedieron a no aprisionarmea noadornarme sino con un rosariola santa cruzun relicario y los cuatroevangeliosy luego se trató de bautizarme.
Mis padres ya habían citado los padrinosy no pobressencillamentepersuadidos a que en el caso de orfandad me servirían de apoyo.
Tenían los pobres viejos menos conocimiento de mundo que el que yo headquiridopues tengo muy profunda experiencia de que los más de los padrinosno saben las obligaciones que contraen respecto de los ahijadosy así creenque hacen mucho con darles medio real cuando los veny si sus padres [6]muerense acuerdan de ellos como si nunca los hubieran visto. Bien es verdadque hay algunos padrinos que cumplen con su obligación exactamentey aun seanticipan a sus propios padres en proteger y educar a sus ahijados. ¡Gloriaeterna a semejantes padrinos!
En efectolos míos ricos me sirvieron tanto como si jamás me hubieranvisto; bastante motivo para que no me vuelva a acordar de ellos. Ciertamente quefueron tan mezquinosindolentes y mentecatosque por lo que toca a lo poco onada que les debí ni de chico ni de grandeparece que mis padres los fueron aescoger de los más miserables del hospicio de pobres. Reniego de semejantespadrinosy más reniego de los padres que haciendo comercio del Sacramentodel Bautismono solicitan padrinos virtuosos y honradossino que posponenéstos a los compadres ricos o de rangoo ya por el rastrero interés de queles den alguna friolera a la hora del bautismoo ya neciamente confiados en quequizápuespor una contingencia o extravagancia del orden o desorden comúnserán útiles a sus hijos después de sus días. Perdonadpedazos míosestasdigresiones que rebozan naturalmente de mi plumay no serán muy de tarde entarde en el discurso de mi obra.
Bautizáronmepor finy pusiéronme por nombre Pedrollevandodespuéscomo es usoal apellido de mi padreque era Sarmiento.
Mi madre era bonitay mi padre la amaba con extremo; con estoy con lapersuasión de mis discretas tíasse determinó nemine discrepante(16) <notas.htm>a darme nodriza o chichigua como acádecimos. [7]
¡Ay hijos! Si os casareis algún día y tuviereis sucesiónno laencomendéis a los cuidados mercenarios de esta clase de gentes; lo unoporqueregularmente son abandonadasy al menor descuido son causa de que se enfermenlos niños; pues como no los amany sólo los alimentan por su mercenariointerésno se guardan de hacer cólerasde comer mil cosas que dañan susaludy de consiguiente la de las criaturas que se les confíanni de cometerotros excesos perjudicialesque no digo por no ofender vuestra modestia; y lootroporque es una cosa que escandaliza a la naturaleza que una madre racionalhaga lo que no hace una burrauna gatauna perrani ninguna hembra puramenteanimal y destituida de razón.
¿Cuál de éstas fía el cuidado de sus hijos a otro brutoni aun al hombremismo? ¿Y el hombre dotado de razón ha de atropellar las leyes de lanaturalezay abandonar a sus hijos en los brazos alquilados de cualquieraindianegra o blancasana o enfermade buenas o depravadas costumbrespuestoque en teniendo lechede nada más se informan los padrescon escándalo de laperrade la gatade la burra y de todas las madres irracionales?
¡Ah! Si estas pobres criaturas de quienes hablo tuvieran sindéresisalinstante que se vieran las inocentes abandonadas de sus madrescómo diríanllenas de dolor y entusiasmo: mujeres crueles¿por qué tenéis el descaro yla insolencia de llamaros madres? ¿Conocéis acaso la alta dignidad de unamadre? ¿Sabéis las señales que la caracterizan? ¿Habéis atendido alguna veza los afanes que le cuesta a una gallina la conservación de sus pollitos? ¡Ah!No. Vosotras nos concebisteis por apetitonos paristeis por necesidadnosllamáis hijos por costumbrenos acariciáis tal cual vez por cumplimientoynos abandonáis por un demasiado amor propio o por una execrable lujuria. Sínos avergonzamos de decirlo; pero señalad con verdadsi os atrevéisla causaporque os somos fastidiosos. [8] A excepción de un caso gravísimo en que seinterese vuestra saludy cuya certidumbre es preciso que la autorice un médicosabiovirtuoso y no forjado a vuestro gustodecidnos: ¿os mueven a esteabandono otros motivos más paliados que el de no enfermaros y aniquilar vuestrahermosura?
Ciertamente no son otros vuestros criminales pretextosmadres cruelesindignas de tan amable nombre; ya conocemos el amor que nos tenéisya sabemosque nos sufristeis en vuestro vientre por la fuerzay ya nos juzgamosdesobligados del precepto de la gratitud; pues apenas podéisnos arrojáis enlos brazos de una extrañacosa que no hace el bruto más atroz. Así seprodujeran estos pobrecillos si tuvieran expeditos los usos de la razón y de lalengua.
Quedépuesencomendado al cuidado o descuido de mi chichiguaquienseguramente carecía de buen naturalesto esde un espíritu bien formado;porque si es cierto que los primeros alimentos que nos nutrennos hacenadquirir alguna propiedad de quien nos los ministrade suerte que el niño aquien ha criado una cabra no será mucho que salga demasiado travieso y saltadorcomo se ha visto; si es cierto estodigo: que mi primera nodriza era de ungenio malditosegún que yo salí de mal intencionadoy mucho más cuando nofue una sola la que me dio sus pechossino hoy unamañana otrapasadomañana otray todaso las mása cual peores; porque la que no era borrachaera golosa; la que no era golosaestaba gálica; la que no tenía este maltenía otro; y la que estaba sanade repente resultaba en cinta; y esto era porlo que toca a las enfermedades del cuerpoque por lo que toca a las delespíriturara sería la que estaría aliviada. Si las madres advirtierana lomenosestas resultas de su abandonoquizá no fueran tan indolentes con sushijos.
No sólo consiguieron mis padres hacerme un mal genio con su abandonosinotambién enfermizo con su cuidado. Mis [9] nodrizas comenzaron a debilitar misaludy hacerme resabidosoberbio e impertinente con sus desarreglos ydescuidosy mis padres la acabaron de destruir con su prolijo y mal entendidocuidado y cariño; porque luego que me quitaron el pechoque no costó pocotrabajose trató de criarme demasiado regalón y delicado; pero siempre sindirección ni tino.
Es menester que sepáishijos míos(por si no os lo he dicho) que mi padreera de mucho juicionada vulgary por lo mismo se oponía a todas lascandideces de mi madre; pero algunas vecespor no decir las másflaqueaba encuanto la veía afligirse o incomodarse demasiadoy ésta fue la causa porqueyo me crié entre bien y malno sólo con perjuicio de mi educación moralsino también de mi constitución física.
Bastaba que yo manifestara deseo de alguna cosa para que mi madre hiciera porponérmela en las manosaunque fuera injustamente. Supongamos: quería yo surosarioel dedal con que cosíaun dulcecito que otro niño de casa tuviera enla manoo cosa semejantese me había de dar en el instantey cuenta como seme negabaporque aturdía yo el barrio a gritos; y como me enseñaron a darmecuanto gusto quería porque no llorarayo lloraba por cuanto se me antojabapara que se me diera pronto.
Si alguna criada me incomodabahacía mi madre que la castigabacomo parasatisfacermey esto no era otra cosa que enseñarme a soberbio y vengativo.
Me daban de comer cuanto queríaindistintamente a todas horassin orden niregla en la cantidad y calidad de los alimentosy con tan bonito métodolograron verme dentro de pocos meses cursientobarrigón y descolorido.
Yoa más de estodormía hasta las quinientasy cuando me despertabanmevestían y envolvían como un tamal de pies a cabeza; de manera quesegún mecontaronyo jamás me levantaba de la cama sin zapatosni salía del jonucosin la cabeza [10] entrapajada. A más de estoaunque mis padres eran pobresno tanto que carecieran de proporciones para no tener sus vidrieritas;teníanlas en efectoy yo no era dueño de salir al corredor o al balcón sinopor un raro accidentey eso ya entrado el día. Me economizaban los bañosterriblementey cuando me bañaban por campanada de vacanteera en larecámara muy abrigada y con una agua bien caliente.
De esta suerte fue mi primera educación física; ¿y qué podía resultar dela observancia de tantas preocupaciones juntassino el criarme demasiado débily enfermizo? Como jamáso pocas veces me franqueaban el aireni mi cuerpoestaba acostumbrado a recibir sus saludables impresionesal menor descuido lasextrañaba mi naturalezay ya a los dos y tres años padecía catarros yconstipados con frecuencialo que me hizo medio raquítico. ¡Ah!no saben lasmadres el daño que hacen a sus hijos con semejante método de vida. Se debeacostumbrar a los niños a comer lo menos que puedany alimentos de fácildigestión proporcionados a la tierna elasticidad de sus estómagos; debenfamiliarizarlos con el aire y demás intemperieshacerlos levantar a una horaregularandar descalzoscon la cabeza sin pañuelos ni aforrosvestir sinligaduras para que sus fluidos corran sin embarazodejarlos travesear cuantoquierany siempre que se pueda al aire frescopara que se agiliten yrobustezcan sus nerviecillosy por finhacerlos bañar con frecuenciay si esposible en agua fríao cuando notibia o quebrantadacomo dicen. Esincreíble el beneficio que resultaría a los niños con este plan de vida.Todos los médicos sabios lo encargany en México ya lo vemos observado pormuchos señores de proporciones y despreocupadosy ya notamos en las callesmultitud de niños de ambos sexos vestidos muy sencillamentecon sus cabecitasal airey sin más abrigo en las piernas que el túnico o pantaloncito flojo.¡Quiera Dios que se haga general esta moda para [11] que las criaturas logrenser hombres robustosy útiles por esta parte a la sociedad!
Otra candidez tuvo la pobrecita de mi madrey fue llenarme la fantasía de cocosviejos y macacoscon cuyos extravagantes nombres me intimidabacuando estaba enojada y yo no quería callardormir o cosa semejante. Estacorruptela me formó un espíritu cobarde y afeminadode manera que aun ya deocho o diez añosyo no podía oír un ruidito a media noche sin espantarmeniver un bulto que no distinguierani un entierroni entrar en un cuarto oscuroporque todo me llenaba de pavor; y aunque no creía entonces en el cocopero sí estaba persuadido de que los muertos se aparecían a los vivos cadaratoque los diablos salían a rasguñarnos y apretarnos el pescuezo con lacola cada vez que estaban para elloque había bultos que se nos echabanencimaque andaban las ánimas en penas mendigando nuestros sufragiosy creíaotras majaderías de esta clasemás que los artículos de la fe. ¡Gracias aun puñado de viejas necias que o ya en clase de criadas o de visitas procurabanentretener al niño con cuentos de sus espantosvisiones y aparicionesintolerables! ¡Ahqué daño me hicieron estas viejas! ¡De cuántassupersticiones llenaron mi cabeza! ¡Qué concepto tan injurioso formé entoncesde la divinidady cuán ventajoso y respetable hacia los diablos y los muertos!Si os casareishijos míosno permitáis a los vuestros que se familiaricencon estas viejas supersticiosasa quienes yo vea quemadas con todas susfábulas y embelecos en mis días; ni les permitáis tampoco las pláticas ysociedades con gente idiotapues lejos de enseñarles alguna cosa de provecholos imbuiránen mil errores y necedades que se pegan a nuestra imaginaciónmás que unas garrapataspues en la edad pueril aprenden los niños lo bueno ylo malo con la mayor tenacidady en la adultatal vez no bastan ni los librosni los sabios para desimpresionarlos de aquellos primeros errores con que senutrió su espíritu. [12]
De aquí proviene que todos los días vemos hombres en quienes respetamosalguna autoridad o caráctery en quienes reconocemos bastante talento yestudio; y sin embargo los notamos caprichosamente adheridos a ciertasvulgaridades ridículasy lo peor es que están más aferrados a ellas que elcodicioso Creso a sus tesoros; y así suelen morir abrazados con sus envejecidasignorancias; siendo esto como naturalpues como dijo Horacio: la vasijaguarda por mucho tiempo el olor del primer aroma en que se infurtió cuandonueva.
Mi padre eracomo he dichoun hombre muy juicioso y muy prudente; siemprese incomodaba con estas boberías; era demasiadamente opuesto a ellas; peroamaba a mi madre con extremoy este excesivo amor era causa de que por no darlepesadumbresufriera y toleraraa su pesarcasi todas sus extravagantes ideasy permitierasin mala intenciónque mi madre y mis tías se conjuraran en midaño. ¡Válgame Diosy qué consentido y mal criado me educaron! ¿A mínegarme lo que pedíaaunque fuera una cosa ilícita en mi edad o perniciosa ami salud? Era imposible. ¿Reñirme por mis primeras groserías? De ningúnmodo. ¿Refrenar los ímpetus primeros de mis pasiones? Nunca. Todo locontrario. Mis venganzasmis glotoneríasmis necedades y todas mis boberaspasaban por gracias propias de la edadcomo si la edad primera no fuera la máspropia para imprimirnos las ideas de la virtud y del honor.
Todos disculpaban mis extravíos y canonizaban mis toscos errores con laantigua y mal repetida cantinela de déjelo ustedes niñoes propio de suedadno sabe lo que hace¿cómo ha de comenzar por donde nosotros acabamos?y otras tonteras de este jaezcon cuyas indulgencias se pervertía más mimadrey mi padre tenía que ceder a su impertinente cariño. ¡Qué mal hacenlos hombres que se dejan dominar de sus mujeresacerca de la crianza oeducación de sus hijos! [13]
Finalmenteasí viví en mi casa los seis años primeros que vi el mundo. Esdecirviví como un mero animalsin saber lo que me importaba sabery noignorando mucho de lo que me convenía ignorar.
Llegó por fin el plazo de separarme de casa por algunos ratosquiero decir:me pusieron en la escuelay en ella ni logré saber lo que debíay supecomosiemprelo que nunca había de haber sabidoy todo esto por la irreflexivadisposición de mi querida madre; pero los acaecimientos de esta época os losescribiré en el capítulo siguiente.
Capítulo II En el que Periquillo da razón de su ingreso a la escuelalosprogresos que hizo en ellay otras particularidades que sabrá el que lasleyerelas oyere leero las preguntare
Hizo sus mohínas mi padresus pucheritos mi madrey yo un montón dealharacasy berrinches revueltos con mil lágrimas y gritos; pero nada valiópara que mi padre revocara su decreto. Me encajaron en la escuela mal de migrado.
El maestro era muy hombre de bien; pero no tenía los requisitos necesariospara el caso. En primer lugar era un pobrey emprendió este ejercicio por meranecesidady sin consultar su inclinación y habilidad; no era mucho queestuviera disgustado como estabay aun avergonzado en el destino.
Los hombres creen (no sé por qué) que los muchachos por serlono seentretienen en escuchar sus conversaciones ni las comprenden; y fiados en esteerrorno se cuidan de hablar delante de ellos muchas cosas que alguna vez lessalen a la caray entonces conocen que los niños son muy curiososyobservativos. [14]
Yo era uno de tantosy cumplía con mis deberes exactamente. Me sentaba mimaestro junto a síya por especial recomendación de mi padreo ya porque erayo el más bien tratadito de ropa que había entre sus alumnos.
No sé que tiene un buen exterior que se respeta hasta en los muchachos.
Con esta inmediación a su persona no perdía yo palabra de cuantas proferíacon sus amigos. Una vez le oí decir platicando con uno de ellos: «sólo lamaldita pobreza me puede haber metido a escuelero; ya no tengo vida con tantomuchacho condenado; ¡qué traviesos que son y qué tontos! Por más que hagono puedo ver uno aprovechado. ¡Ahfucha en el oficio tan maldito!¡Sobre que ser maestro de escuela es la última droga que nos puede hacer eldiablo!...» Así se producía mi buen maestroy por sus palabras conoceréisel candor de su corazónsu poco talento y el concepto tan vil que teníaformado de un ejercicio tan noble y recomendable por sí mismopues el enseñary dirigir la juventud es un cargo de muy alta dignidady por eso los reyes ylos gobiernos han colmado de honores y privilegios a los sabios profesores; peromi pobre maestro ignoraba todo estoy así no era mucho que formara tan vilconcepto de una tan honrada profesión.
En segundo lugarcarecíacomo dijede disposición para ellao de lo quese dice genio. Tenía un corazón muy sensiblele era repugnante el afligir anadiey este suave carácter lo hacía ser demasiado indulgente con susdiscípulos. Rara vez les reñía con asperezay más rara los castigaba. Lapalmeta y disciplina tenían poco que hacer por su dictamen; con esto losmuchachos estaban en sus gloriasy yo entre ellosporque hacíamos lo que senos antojaba impunemente.
Ya ustedes veránhijos míosque este hombreaunque bueno de por síeramalísimo para maestro y padre de familias; pues así como no se debe andar todoel día sobre los niños con [15] el azote en la mano como cómitre de presidioasí tampoco se les debe levantar del todo. Bueno es que el castigo sea de tardeen tardeque sea moderadoque no tenga visos de venganzaque seaproporcionado al delitoy siempre después de haber probado todos los medios dela suavidad y la dulzura para la enmienda; pero si éstos no valenes muy buenousar del rigor según la edadla malicia y condición del niño. No digo quelos padres y maestros sean unos tiranospero tampoco unos apoyos oconsentidores de sus hijos o encargados. Platón decíaque no siempre sehan de refrenar las pasiones de los niños con la severidadni siempre se hande acostumbrar a los mimos y caricias. (17)<notas.htm>
La prudencia consiste en poner medio entre los extremos.
Por otra partemi maestro carecía de toda la habilidad que se requiere paradesempeñar este título. Sabía leer y escribircuando máspara entender ydarse a entender; pero no para enseñar. No todos los que leen saben leer. Haymuchos modos de leersegún los estilos de las escrituras. No se han de leerlas oraciones de Cicerón como los anales de Tácitoni el panegírico dePlinio como las comedias de Moreto. Quiero decirque el que lee debe saberdistinguir los estilos en que se escribepara animar con su tono la lecturayentonces manifestará que entiende lo que leey que sabe leer.
Muchos creen que leer bien consiste en leer aprisay con tal método hablanmil disparates. Otros piensan (y son los más) que en leyendo conforme a laortografía con que se escribequedan perfectamente. Otros leen asíperoescuchándose y con tal pausaque molestan a los que los atienden. Otros porfinleen todo género de escritos con mucha afectaciónpero con ciertamonotonía o igualdad de tono que fastidia. Éstos son los modos más comunes deleery vosotros iréis experimentando [16] mi verdady veréis que no son losbuenos lectores tan comunes como parece.
Cuando oyereis a uno que lee un sermón como quien predicauna historia comoquien refiereuna comedia como quien representaetc.de suerte que sicerráis los ojos os parece que estáis oyendo a un orador en el púlpitoa unindividuo en un estradoa un cómico en un teatroetc.decid: éste sí leebien; mas si escucháis a uno que lee con sonsoneteo mascando las palabrasoatropellando los rengloneso con una misma modulación de voz; de manera que lomismo lea las noches de Young que el todo fiel cristiano delcatecismodecid sin el menor escrúpuloFulano no sabe leercomo lo digoahora de mi primer maestro. Ya se veera de los que deletreaban caca; ceque; ciquietc.¿qué se podía esperar?
Y si esto era por lo tocante a leerpor lo que respecta a escribir¿quétal sería? Tantito peory no podía ser de otra suerte; porque sobre cimientosfalsos no se levantan jamás fábricas firmes.
Es verdad que tenía su tintura en aquella parte de la escritura que se llamacalografía; porque lo que eran trazosfinalesperfilesdistanciasproporcionesetc.en una palabrapintaba muy bonitas letras; pero en esto de ortografíano había nada. Él adornaba sus escritos con puntoscomasinterrogaciones ydemás señales de éstas; mas sin ordenmétodoni instrucción; con estosalían algunas cosas suyas tan ridículasque mejor le hubiera sido nohaberlas puesto ni una coma. El que se mete a hacer lo que no entiendeacertará una vezcomo el burro que tocó la flauta por casualidad; perolas más ocasiones echará a perder todo lo que hagacomo le sucedía a mimaestro en ese particularque donde había de poner dos puntos ponía coma; endonde ésta tenía lugarla omitía; y donde debía poner dos puntossolíaponer punto final; razón clara para conocer desde luego que erraba cuantoescribía; y no hubiera sido [17] lo peor que sólo hubieran resultadodisparates ridículos de su maldita puntuación; pero algunas veces salían unasblasfemias escandalosas.
Tenía una hermosa imagen de la Concepcióny le puso al pie una redondillaque desde luego debía decir así:
Pues del Padre celestial | |||
fue María la Hija querida | |||
¿no había de ser concebida | |||
sin pecado original? |
Pero el infeliz hombre erró de medio a medio la colocación de loscaracteres ortográficossegún que lo tenía de costumbrey escribió undesatino endemoniado y digno de una mordazasi lo hubiera hecho con la másleve advertenciaporque puso:
¿Pues del Padre celestial | |||
fue María la Hija querida? | |||
Nohabía de ser concebida | |||
sin pecado original. |
Ya ven ustedes qué expuesto está a escribir mil desatinos el que carece deinstrucción en la ortografíay cuán necesario es que en este punto no osdescuidéis con vuestros hijos.
Es una lástima la poca aplicación que se nota sobre este ramo en nuestroreino. No se ven sino mil groseros barbarismos todos los días escritospúblicamente en las veleríaschocolateríasestanquillospapeles de lasesquinasy aun en el cartel del coliseo. Es corriente ver una mayúsculaentremetida en la mitad de un nombre o verbounas letras por otrasetc. Como(verbigracia) ChocolaTería famosaRial estanquiyo de puros y cigarosEl Barbero de CebillaLa HorgullosaEl Sebero Dictadoryotras impropiedades de este tamañoque no sólo manifiestan de a legua laignorancia de los escribientessino lo abandonado de la policía de la capitalen esta parte. [18]
¿Qué juicio tan mezquino formará un extranjero de nuestra ilustracióncuando vea semejantes despilfarros escritos y consentidos públicamenteno yaen un pueblosino nada menos que en Méxicoen la capital de las IndiasSeptentrionalesy a vista y paciencia de tanta respetable autoridady de unnúmero de sabios tan acreditados en todas facultades? ¿Qué ha de decirniqué concepto ha de formarsino de que el común del pueblo (y eso si piensacon equidad) es de lo más vulgar e ignorantey que está enteramentedesatendido el cuidado de su ilustración por aquellos a quienes está confiada?
Sería de desear que no se permitiera escribir estos públicos barbarismosque contribuyen no poco a desacreditarnos (18)<notas.htm>.
Pues aún no es esto todo lo malo que hay en el particularporque es unalástima ver que este defecto de ortografía se extiende a muchas personas defina educaciónde talentos no vulgaresy que tal vez han pasado su juventuden los colegios y universidadesde manera que no es muy raro oír un bellodiscurso a un oradory notar en este mismo discurso escrito por su manosesenta mil defectos ortográficos; y a mí me parece que esta falta se debeatribuir a los maestros de primeras letrasque o miran este punto tan principalde la escritura como mera curiosidado como requisito no necesarioy por esose descuidan de enseñarlo a sus discípuloso enteramente lo ignorancomo mimaestroy así no lo pueden enseñar.
Ya ustedes verán ¿qué aprendería yo con un maestro tan hábil? [19] Nadaseguramente. Un año estuve en su compañíay en él supe leer de corridosegún decía mi cándido preceptoraunque yo leía hasta galopado; porque comoél no reparaba en niñerías de enseñarnos a leer con puntuaciónsaltábamosnosotros los puntosparéntesisadmiraciones y demás cositas de estas conmás ligereza que un gato; y esto nos celebraban mi maestro y otros sus iguales.
También olvidé en pocos días aquellas tales cuales máximas de buenacrianza que mi padre me había enseñado en medio del consentimiento de mimadre; pero en cambio de lo poco que olvidéaprendí otras cosillas de gustocomo (verbigracia) ser desvergonzadomal criadopleitistatracalerohabladory jugadorcillo.
La tal escuela eraa más de pobremal dirigida; con esto sólo la cursabanlos muchachos ordinarioscon cuya compañía y ejemploayudado del abandono demi maestro y de mi buena disposición para lo malosalí aprovechadísimo enlas gracias que os he dicho. Una de ellas fue el acostumbrarme a poner malosnombresno sólo a los muchachos mis condiscípulossino a cuantos conocidostenía por mi barriosin exceptuar a los viejos más respetables. ¡Costumbre ocorruptela indigna de toda gente bien nacida!pero vicio casi generalmenteintroducido en las más escuelasen los colegioscuarteles y otras casas decomunidad; y vicio tan común en los pueblosque nadie se libra de llevar sumal nombre a retaguardia. En mi escuela se nos olvidaban nuestros nombrespropios por llamarnos con los injuriosos que nos poníamos. Uno se conocía porel tuertootro por el corcovadoéste por el lagañosoaquél por el roto.Quien había que entendía muy bien por locoquien por burroquien porguajolotey así todos.
Entre tantos padrinos no me podía yo quedar sin mi pronombre. Tenía cuandofui a la escuela una chupita verde y calzón amarillo. Estos coloresy elllamarme mi maestro algunas [20] veces por cariño Pedrillofacilitarona mis amigos mi mal nombreque fue Periquillo; pero me faltaba un adjetivo queme distinguiera de otro Perico que había entre nosotrosy este adjetivoo apellido no tardé en lograrlo. Contraje una enfermedad de sarnay apenas loadvirtieroncuando acordándose de mi legítimo apellido me encajaron elretumbante título de Sarnientoy heme aquí ya conocido no sólo en laescuela ni de muchachosino ya hombre y en todas partespor PeriquilloSarniento.
Entonces no se me dio cuidadocontentándome con corresponder a misnombradores con cuantos apodos podía; pero cuando en el discurso de mi vidaeché de ver qué cosa tan odiosa y tan mal vista es tener un mal nombremedaba a Barrabásreprochaba este vicio y llenaba de maldiciones a losmuchachos; más ya era tarde.
Sin embargono dejarán de aprovecharos estas lecciones para que a vuestroshijos jamás les permitáis poner nombresadvirtiéndoles que esta burdamaníacuando menosarguye un nacimiento ordinario y una educación muygrosera; y digo cuando menosporque si no se hace por mera corruptela ychanzonetasino que estos nombres son injuriosos de por sío se dicen conánimo de injuriarentonces prueban en el que los pone o los diceuna almabaja o corrompiday será pecaminosa la tal corruptelade más o menosgravedad según el espíritu con que se use.
Entre los romanos fue costumbre conocerse con sobrenombres que denotaban losdefectos corporales de quien los tenía; así se distinguieron los Cocleslos Manos largaslos Ciceroneslos Nasones y otros; perolo que entonces fue costumbre adoptada para inmortalizar la memoria de unhéroehoy es grosería entre nosotros. Las leyes de Castilla imponen gravespenas a los que injurian a otros de palabray el mismo Cristo [21] dice que seráreo del fuego eterno el que le dijere a su hermano tonto o fatuo.
Y si aun con los iguales debemos abstenernos de este vicio¿qué serárespecto a nuestros mayores en edadsaber y gobierno? Y a pesar de esto ¿cuáles el superiorsea de la clase o carácter que seaque no tenga su mal nombreen la comunidad o en el pueblo que gobierna? Pues éste es un osadoatrevimientoporque debemos respetarlos en lo público y en lo privado.
Sólo el ser viejo ya es un motivo que debe ejercitar nuestro respeto. Lascanas revisten a sus dueños de cierta autoridad sobre los mozos. Tan conocidaha sido esta verdad y tan antiguaque ya en el Levítico se lee: reverenciala persona del ancianoy levántate a la presencia de los que tienen canas.Aun a los mismos paganos no se ocultó la justicia de este respeto. Juvenal nosdice que hubo tiempo en que se tenía por un crimen digno de muerteque nose levantara un joven a la presencia de un viejoo un niño a la de un hombrebarbado (19) <notas.htm>. Entrelos Lacedemonios se mandaba que los niños reverenciaran públicamente a losancianosy les cedieran el lugar en todas ocasiones.
¿Qué dijeran estos antiguos si vieran hoy a los muchachos burlarse de lospobres viejos a merced de su cansada edad? Cuarenta y dos muchachos perecieronen los brazos y dientes de dos osos; ¿y por qué? Porque se burlaron delprofeta Eliseo gritándole calvo. ¡Ohqué bueno fuera que siemprehubiera un par de osos a la mano para que castigaran la insolencia de tantomuchacho atrevido y mal criado que crecen entre nosotros!
No digo a los viejospero ni a los asimplados o dementes [22] se debe burlarpor ningún caso. El defecto espiritual de estos infelices debe servir para dargracias al Criador de que nos ha librado de igual fatalidad; debe contenernuestra soberbiahaciéndonos reflexionar que mañana u otro día podemospadecer igual trastorno como que somos de la misma masa; y por últimodebeexcitar nuestra compasión hacia ellosporque el miserable trae en su mismamiseria una carta de recomendación de Dios para sus semejantes. Vedpuesyqué crueldad no será el burlarse de cualquiera de estos pobrecillosen vez decompadecerlos y socorrerlos como debía ser. Aprended todo esto para inspirarloa vuestros hijosy no tengáis por importunas mis digresiones.
Volviendo a mis adelantamientos en la escueladigo que fueron ningunosyasí hubieran sido siempresi un impensado accidente no me hubiera librado demi maestro. Fue el caso que un día entró un padre clérigo con un niño aencomendarlo a su dirección; después que hubo contestado con élaldespedirse observó el versito que os he dicholo miró atentamentesacó unanteojitolo volvió a leer con élprocuró limpiar las interrogaciones y lacoma que tenía el nocreyendo fuesen suciedades de moscas; y cuando sehubo satisfecho de que eran caracteres muy bien pintadospreguntó: ¿quiénescribió esto? A lo que mi buen maestro respondió diciendo que él mismo lohabía escrito y que aquélla era su letra. Indignose el eclesiásticoy ledijo: y usted ¿qué quiso decir en esto que ha escrito? Yopadrerespondiómi maestro tartamudeandolo que quise decires que María Santísimafueconcebida en gracia originalporque fue la hija querida de Dios Padre. Puesamigorepuso el clérigousted eso querría decir; mas aquí lo que se lee esun disparate escandaloso; pero pues sólo es efecto de su mala ortografíatomeusted el palo del tintero o todos sus algodones juntosy borre ahora mismo yantes que me vaya este verso perversamente escritoy si no sabe usar de los[23] caracteres ortográficosno los pinte jamás; pues menos malo será quesus cartas y todo lo que escriba lo fíe a la discreción de los lectoressingota de puntuaciónque no que por hacer lo que no sabeescriba injurias oblasfemias como la presente.
El pobre de mi maestro todo corrido y lleno de vergüenza borró el versofataldelante del padre y de nosotros. Luego que concluyó su tácitaretractaciónprosiguió el eclesiástico: me llevo a mi sobrino porque él esun ciego por su edad; y usted otro ciego por su ignorancia; y si un ciego es ellazarillo de otro ciegoya usted habrá oído decir que los dos van a dar alprecipicio. Usted tiene buen corazón y buena conducta; mas estas cualidades depor sí no bastan para ser buenos padresbuenos ayos ni buenos maestros de lajuventud. Son necesarios requisitos para desempeñar estos títuloscienciaprudenciavirtud y disposición. Usted no tiene más quevirtudy esta sola lo hará bueno para mandadero de monjas o sacristánnopara director de niños. Con que procure usted solicitar otro destinopues sivuelvo a ver esta escuela abiertaavisaré al maestro mayor para que le recojaa usted las licenciassi las tiene. A Dios. Consideren ustedes¿cómoquedaría mi maestro con semejante panegírico? Luego que se fue el padreclérigose sentó y reclinó la cabeza sobre sus brazoslleno de confusión yguardando un profundo silencio.
Ese día no hubo planasni lecciónni rezoni doctrinani cosa que lovaliera. Nosotros participamos de su pesadumbre e hicimos el duelo a su tristezaen el modo que pudimospues arrinconamos las planas y los librosy no osamoslevantar la voz para nada. Bien esque por no perder la costumbreretozamos ycharlamos en secreto hasta que dieron las docea cuya primera campanada volviómi maestro en sí; rezó con nosotrosy luego que nos echó su bendiciónnosdijo con un tono bastante tierno: «Hijos míosyo no trato de proseguir [24]en un destino que lejos de darme que comerme da disgusto. Ya habéis visto ellance que me acaba de pasar con ese padre; Dios le perdone el mal rato que me hadado; pero yo no me expondré a otro igualy así no vengáis a la tarde;avisad a vuestros padres que estoy enfermo y ya no abro la escuela. Con quehijosvayan norabuena y encomiéndenme a Dios.»
No dejamos de afligirnos algún tantoni dejaron nuestros ojos de manifestarnuestro pesarporque en efectosentíamos a mi maestro como que maguer tontosconocíamos que no podíamos encontrar maestro más suave si lo mandábamoshacer de mantequilla o mazapán; pero en finnos fuimos.
Cada muchacho haría en su casa lo que yo en la míaque fue contar al piede la letra todo el pasaje; y la resolución de mi maestro de no volver a abrirla escuela.
Con esta noticia tuvo mi padre que solicitarme nuevo maestroy lo halló alcabo de cinco días. Llevome a su escuela y entregome bajo su terrible férula.
¡Qué instable es la fortuna en esta vida! Apenas nos muestra un día surostro favorable para mirarnos con ceño muchos meses. ¡Válgame Diosy cómoconocí esta verdad en la mudanza de mi escuela! En un instante me vi pasar deun paraíso a un infiernoy del poder de un ángel al de un diabloatormentador. El mundo se me volvió de arriba abajo.
Este mi nuevo maestro era altosecoentrecanobastante bilioso ehipocondriacohombre de bien a toda pruebaarrogante lectorfamosopendolistaaritmético diestro y muy regular estudiante; pero todas estasprendas las deslucía su genio tétrico y duro.
Era demasiado eficaz y escrupuloso. Tenía muy pocos discípulosy a cadauno consideraba como el único objeto de su instituto. ¡Bello pensamiento si lohubiera sabido dirigir con prudencia! Pero unos pecan por uno y otros por otroextremo [25] donde falta aquella virtud. Mi primer maestro era nimiamentecompasivo y condescendiente; el segundo era nimiamente severo y escrupuloso. Eluno nos consentía mucho; y el otro no nos disimulaba lo más mínimo. Aquélnos acariciaba sin recato; y éste nos martirizaba sin caridad.
Tal era mi nuevo preceptorde cuya boca se había desterrado la risa parasiemprey en cuyo cetrino semblante se leía toda la gravedad de un Areopagita.Era de aquellos que llevan como infalible el cruel y vulgar axioma de que laletra con sangre entray bajo este sistema era muy raro el día que no nosatormentaba. La disciplinala palmetalas orejas de burro y todos losinstrumentos punitoriosestaban en continuo movimiento sobre nosotros; y yoque iba lleno de viciossufría más que ninguno de mis condiscípulos losrigores del castigo.
Si mi primer maestro no era para el caso por indulgenteéste lo era menospor tirano; si aquél era bueno para mandadero de monjaséste era mejor paracochero o mandarín de obrajes.
Es un error muy grosero pensar que el temor puede hacernos adelantar en laniñez si es excesivo. Con razón decía Plinio que el miedo es un maestromuy infiel. Por milagro acertará en alguna cosa el que la emprendaprevenido del miedo y del terror; el ánimo conturbadodecía Cicerónno es apropósito para desempeñar sus funciones. Así me sucedíaque cuando iba o mellevaban a la escuelaya entraba ocupado de un temor imponderablecon esto mimano trémula y mi lengua balbuciente ni podía formar un renglón buenoniarticular una palabra en su lugar. Todo lo errabano por falta de aplicaciónsino por sobra de miedo. A mis yerros seguían los azotesa los azotes másmiedoy a más miedo más torpeza en mi mano y en mi lenguala que megranjeaba más castigo.
En este círculo horroroso de yerros y castigo viví dos meses [26] bajo ladominación de aquel sátrapa infernal. En este tiempo ¡qué diligencias nohizo mi madreobligada de mis quejaspara que mi padre me mudara de escuela!¡Qué disgustos no tuvo! ¡Y qué lágrimas no le costó! Pero mi padre estabainexorablepersuadido a que todo era efecto de su consentimientoy no queríaen esto condescender con ellahasta que por fortuna fue un día a casa devisita un religioso que ya tenía noticia del pan que amasaba el señor maestrosusodichoy ofreciéndose hablar de sus crueldadesperoró mi madre con tantoahíncoy atestiguó el religioso con tanta solidez a mi favor queconvencidomi padrese resolvió a ponerme en otra partecomo veréis en el capítulo quesigue.
Capítulo III En el que Periquillo describe su tercera escuelay la disputade sus padres sobre ponerlo a oficio
Llegó el aplazado día en que mi padre acompañado del buen religiosodeterminó ponerme en la tercera escuela. Iba yo cabizbajolloroso y lleno detemorcreyendo encontrarme con el segundo tomo del viejo cruelde cuyo poderme acababan de sacar; sin embargo de que mi padre y el reverendo me ensanchabanel ánimo a cada paso.
Entramos por fin a la nueva escuela; pero ¡cuál fue mi sorpresa cuando vilo que no esperaba ni estaba acostumbrado a ver! Era una sala muy espaciosa yaseadallena de luz y ventilaciónque no embarazaban sus hermosas vidrieras;las pautas y muestras colocadas a trechoseran sostenidas por unos genios muygraciosos que en la siniestra mano tenían un festón de rosas de la máshalagüeña y exquisita pintura. No parece sino que mi maestro había leídoalsabio Blanchard en su escuela de las costumbresy que pretendiórealizar los proyectos [27] que apunta dicho sabio en esta parteporque la salade la enseñanza rebozaba luzlimpiezacuriosidad y alegría.
Al primer golpe de vistaque recibí con el agradable exterior de laescuelase rebajó notablemente el pavor con que había entradoy me serenédel todo cuando vi pintada la alegría en los semblantes de los otros niñosdequienes iba a ser compañero.
Mi nuevo maestro no era un viejo adusto y saturninosegún yo me lo habíafigurado; todo lo contrario; era un semijoven como de treinta y dos a treinta ytres añosde un cuerpo delgado y de regular estatura; vestía decenteal usodel día y con mucha limpieza; su cara manifestaba la dulzura de su corazón; suboca era el depósito de una prudente sonrisa; sus ojos vivos y penetrantesinspiraban la confianza y el respeto; en una palabraeste hombre amable pareceque había nacido para dirigir la juventud en sus primeros años.
Luego que mi padre y el religioso se retiraronme llevó mi maestro alcorredor; comenzó a enseñarme las macetasa preguntarme por las flores queconocíaa hacerme reflexionar sobre la varia hermosura de sus coloreslasuavidad de sus aromasy el artificioso mecanismo con que la naturalezarepartía los jugos de la tierra por las ramificaciones de las plantas.
Después me hizo escuchar el dulce canto de varios pintados pajarillos queestaban pendientes en sus jaulitas como los de la salay me decía: ¿ves hijoqué primores encierra la naturalezaaun en cuatro yerbecitas y unos animalitosque aquí tenemos? Pues esta naturaleza es la ministra del Dios que creemos yadoramos. La mayor maravilla de la naturaleza que te sorprendala hizo elCriador con un acto simple de su suprema voluntad. Ese globo de fuego que estásobre nuestras cabezasque arde sin consumirse muchos miles de años hacequemantiene sus llamas sin saberse con qué pábuloque no sólo alegrasino queda vida al hombreal brutoa la [28] planta y a la piedra; ese solhijo míoesa antorcha del díaese ojo del cieloesa alma de la naturaleza que con susbenéficos resplandores ha deslumbrado a muchos pueblosgranjeándoseadoraciones de deidadno es otra cosapara que me entiendasque un juguete dela soberana Omnipotencia. Considera ahora cuál será el poderla sabiduría yel amor de este tu gran Diospues ese sol que te admiraesos cielos que tealegranestos pajarillos que te diviertenestas flores que te halaganestehombre que te enseñay todo cuanto te rodea en la naturalezasalió de susdivinas manos sin el menor trabajocon toda perfección y destinado a tuservicio. Y qué¿tú serás tan para poco que no lo conozcas? O ya que loconozcas¿serás tan indigno que no agradezcas tantos favores al Dios que telos ha hecho sin merecerlos? Yo no lo puedo creer de ti. Pues mirael mejormodo de mostrarse agradecida una persona a su bienhechores servirlo en cuantopuedano darle ningún disgusto y hacer cuanto le mande. Esto debes practicarcon tu Diospues es tan bueno. Él te manda que lo ames y que observes susmandamientos. En el cuarto de ellos te ordena que obedezcas y respetes a tuspadresy después de ellos a tus superioresentre los que tienen un lugar muydistinguido tus maestros. Ahora me toca serlo tuyoy a ti te toca obedecermecomo buen discípulo. Yo te debo amar como hijo y enseñarte con dulzuray túdebes amarmerespetarme y obedecerme lo mismo que a tu padre.
No me tengas miedoque no soy tu verdugo; trátame con miramientopero almismo tiempo con confianzaconsiderándome como padre y como amigo.
Acá hay disciplinasy de alambreque arrancan los pedazos; hay palmetasorejas de burrocormasgrillos y mil cosas feas; pero no las verás muyfácilmenteporque están encerradas en una covacha. Esos instrumentoshorrorosos que anuncian el dolor y la infamiano se hicieron para ti ni esosniños [29] que has vistopues estáis criados en cunas no ordinariastenéisbuenos padresque os han dado muy bella educacióny os han inspirado losmejores sentimientos de virtudhonor y vergüenzay no creo ni espero quejamás me pongáis en el duro caso de usar de tan repugnantes castigos.
El azotehijo míose inventó para castigar afrentando al racionaly paraavivar la pereza del bruto que carece de razón; pero no para el niño decente yde vergüenza que sabe lo que le importa hacery lo que nunca debe ejecutarnoamedrentado por el rigor del castigosino obligado por la persuasión de ladoctrina y el convencimiento de su propio interés.
Aun los irracionales se docilitan y aprenden con sólo la continuación de laenseñanzasin necesidad de castigo. ¿Cuántos azotes te parece que les habrédado a estos inocentes pajaritos para hacerlos trinar como los oyes? Yasupondrás que ni uno; porque ni soy capaz de usar tal tiraníani losanimalitos son bastantes a resistirla. Mi empeño en enseñarlos y suaplicación en aprender los han acostumbrado a gorjear en el orden que los oyes.
Con que si unas avecitas no necesitan azote para aprenderun niño como tú¿cómo lo habrá menester?... ¡Jesús!... ni pensarlo. ¿Qué dices? ¿Meengaño? ¿Me amarás? ¿Harás lo que te mande? Sí señorle dijetodoenternecidoy le besé la manoenamorado de su dulce genio. Él entonces meabrazóme llevó a su recámarame dio unos bizcochitosme sentó en lacamay me dijo que me estuviera allí.
Es increíble lo que domina el corazón humano un carácter dulce y afableymás en un superior. El de mi maestro me docilitó tanto con su primeralecciónque siempre lo quise y veneré entrañablementey por lo mismo loobedecía con gusto.
Dieron las doceme llamó mi maestro a la escuela para que las rezara conlos niños; acabamos y luego nos permitió estar saltando y enredando todos enbuena compañía; pero a su vista[30] con cuyo respeto eran nuestros juegosinocentes. Entre tanto fueron llegando los criados y criadas por sus respectivosniñoshasta que llegó la de mi casa y me llevó; pero advertí que mi maestrole volvió el libro que yo tenía para leery le dio una esquelita para mipadrela que se reducía a decirle que llevara yo primeramente los compendiosde Fleuri o Pintony cuando ya estuviera bien instruido en aquellos principiossería útil ponerme en las manos el Hombre felizlos Niñoscélebreslas Recreaciones del hombre sensibleu otras obritassemejantes; pero que nunca convenía que yo leyera Soledades de la vidalas novelas de SayasGuerras civiles de Granadala historiade Carlo Magno y doce paresni otras boberas de éstasque lejos deformarcooperan a corromper el espíritu de los niñoso disponiendo sucorazón a la lubricidado llenando su cabeza de fábulasvalentías ypatrañas ridículas.
Mi padre lo hizo según quería mi maestroy con tanto más gusto cuanto queconocía que no era nada vulgar.
Dos años estuve en compañía de este hombre amabley al cabo de ellossalí medianamente aprovechado en los rudimentos de leerescribir y contar. Mipadre me hizo un vestidito decente el día que tuve mi examen público. Seesforzó para darle una buena gala a mi maestroy en efecto la merecíademasiado. Le dio las debidas graciasy yo también con muchos abrazosy nosdespedimos.
Acaso os habrá hecho fuerzahijos míosque habiendo yo sido de tan malnatural por mi educaciónfísica y moral sin culpasino por un excesivo amorde mi madrey habiéndome corrompido más con el perverso ejemplo de losmuchachos de mi primera escuelahubiera transformádome en un instante de maloen regular(porque bueno jamás lo he sido) bajo la dirección de mi verdaderomaestro; pero no lo extrañéis porque tanto así puede la buena educaciónreglada por un talento superior y una prudencia vigilantey lo que es másporel buen [31] ejemplo que es la pauta sobre que los niños dirigen sus accionescasi siempre.
Así quecuando tengáis hijoscuidad no sólo de instruírlos con buenosconsejossino de animarlos con buenos ejemplos. Los niños son los monos de losviejos; pero unos monos muy vivos: cuanto ven hacer a sus mayoreslo imitan almomentoy por desgracia imitan mejor y más pronto lo malo que lo bueno. Si elniño os ve rezarél también rezará; pero las más veces con tedio ydurmiéndose. No así si os oye hablar palabras torpes e injuriosas; si osadvierte iracundosvengativoslascivosebrios o jugadores; porque esto loaprenderá vivamenteadvertirá en ello cierta complacenciay el deseo desatisfacer enteramente sus pasioneslo hará imitar con la mayor prolijidadvuestros desarreglos; y entonces vosotros no tendréis cara para reprenderlos;pues ellos os podrán decir: esto nos habéis enseñadovosotros habéis sidonuestros maestrosy nada hacemos que no hayamos aprendido de vosotros mismos.
Los cangrejos son unos animalitos que andan de lado; pues como advirtiesenesta deformidad algunos cangrejos civilizadostrataron de que se corrigieraeste defecto; pero un cangrejo machucho dijo: señoreses una torpeza pretenderque en nosotros se corrija un vicio que ha crecido con la edad. Lo seguro esinstruir a nuestra juventud en el modo de andar derechospara que enmendandoellos este despilfarroenseñen después a sus hijos y se logre desterrar parasiempre de nuestra posteridad este maldito modo de andar. Todos los cangrejos neminediscrepante (20) <notas.htm>celebraron el arbitrio. Encargose su ejecución a los cangrejos padresy éstoscon muy buenas razones persuadían a sus hijos a andar derechos; pero loscangrejitos decían¿a ver cómopadres? Aquí era ello. Se ponían aandar [32] los cangrejos y andaban de ladocontra todos los preceptos que lesacababan de dar con la boca. Los cangrejilloscomo que es naturalhacían loque veían y no lo que oíany de este modo se quedaron andando como siempre.Ésta es una fábula respecto a los cangrejos; mas respecto a los hombres es unaverdad evidente; porque como dice Sénecase hace largo y difícil el caminoque conduce a la virtud por los preceptos; breve y eficaz por el ejemplo.
Asíhijos míosdebéis manejaros delante de los vuestros con la mayorcircunspecciónde modo que jamás vean el malaunque lo cometáis alguna vezpor vuestra miseria. Yoa la verdadsi habéis de ser malos (lo que Dios nopermita) mas os quisiera hipócritas que escandalosos delante de mis nietospues menos daño recibirán de ver virtudes fingidasque de aprender viciosdescarados. No digo que la hipocresía sea buena ni perdonable; pero del mal elmenos.
No sólo los cristianos sabemos que nos obliga este buen ejemplo que se debedar a los hijos. Los mismos paganos conocieron esta verdad. Entre otros es dignode notarse Juvenal cuando dice en la Sátira XIV lo que os traduciré alcastellano de este modo.
Nada indigno del oído o de la vista | |||
el niño observe en vuestra propia casa. | |||
De la doncella tierna esté muy lejos | |||
la seducción que la haga no ser casta | |||
Y no escuche jamás la voz melosa | |||
de aquel que se desvela en arruinarla. | |||
Gran reverencia al niño se lo debe | |||
y si a hacer un delito te preparas | |||
no desprecies sus años por ser pocos | |||
que la malicia en muchos se adelanta; | |||
antes si quieres delinquirtu niño [33] | |||
te debe contener aun cuando no habla | |||
pues tú eres su censory tus enojos | |||
por tus ejemplos moverá mañana. | |||
(Y has de advertir que tu hijo en las costumbres | |||
se te ha de parecer como en la cara.) | |||
Cuando él cometa crímenes horribles | |||
no perdiendo de vista tus pisadas | |||
tú querrás corregirlo y castigarlo | |||
y llenarás el barrio de alharacas. | |||
Aún más harássi tienes facultades | |||
lo desheredarás lleno de saña; | |||
¿pero con qué justicia en ese caso | |||
la libertad de padre le alegaras | |||
cuando tú que eres viejo a su presencia | |||
tus mayores maldades no recatas? |
Después que pasaron unos cuantos días que me dieron en mi casa de asueto ycomo de galase trató de darme destino. Mi padreque como os he dichoera unhombre prudente y miraba las cosas más allá de la cáscaraconsiderando queya era viejo y pobrequería ponerme a oficio; porque decía que en todo casomás valía que fuera yo mal oficial que buen vagamundo; mas apenas comunicó suintención con mi madrecuando... ¡Jesús de mi alma! ¡Qué aspavientos yqué extremos no hizo la santa señora? Me quería muchoes verdad; pero suamor estaba mal ordenado. Era muy buena y arreglada; mas estaba llena devulgaridades. Decía a mi padre: ¿mi hijo a oficio? No lo permita Dios. ¿Quédijera la gente al ver al hijo de don Manuel Sarmiento aprendiendo a sastrepintorplatero u otra cosa? Qué ha de decirrespondía mi padre; que donManuel Sarmiento es un hombre decentepero pobrey muy hombre de bieny noteniendo caudal que dejarle a su hijoquiere proporcionarle algún arbitrioútil y honestopara que solicite [34] su subsistencia sin sobrecargar a larepública de un ocioso másy este arbitrio no es otro que un oficio. Estopueden decir y no otra cosa. No señorreplicaba mi madre toda electrizadasiusted quiere dar a Pedro algún oficio mecánicoatropellando con sunacimientoyo nopues aunque pobreme acuerdo que por mis venas y por las demi hijo corre la ilustre sangre de los PoncesTaglesPintosVelascosZumalacárreguis y Bundibaris. Pero hijadecía mi padre¿qué tiene que verla sangre ilustre de los PoncesTaglesPintosni de cuantos colores yalcurnias hay en el mundocon que tu hijo aprenda un oficio para que semantenga honradamentepuesto que no tiene ningún vínculo que afiance susubsistencia? ¿Pues quéinstaba mi madrele parece a usted bueno que unniño noble sea sastrepintorplaterotejedor o cosa semejante? Sími almarespondía mi padre con mucha flema; me parece bueno y muy buenoque el niñonoblesi es pobre y no tiene protecciónaprenda cualquier oficiopormecánico que seapara que no ande mendigando su alimento. Lo que me parecemalo es que el niño noble ande sin blancaroto o muerto de hambre por no teneroficio ni beneficio. Me parece malo que para buscar qué comerande de juego enjuegomirando dónde se arrastra un muerto (21)<notas.htm>dónde dibuja una apuestao logra por favor unagurupiada (22) <notas.htm>. Me parecemás malo que el niño noble ande al medio día espiando dónde van a comer paraecharsecomo dicende apóstoly yo digo de gorrón o sinvergüenzaporquelos apóstoles solían ir a comer a las casas ajenas después de convidados yrogadosy éstos tunos van sin que los conviden ni les rueguen; antes a truequede llenar el estómago son el hazme reír de todossufren mil desairesydespués de tanto[35] permanecen más pegados que unas sanguijuelasde suerteque a veces es necesario echarlos noramala con toda claridad. Esto sí me parecemalo en un noble; y me parece peor que todo lo dicho y malísimo en extremo dela maldad imaginableque el joven ociosovicioso y pobre ande estafando aéstepetardeando a aquél y haciendo a todos las trácalas que puedehastaquitarse la máscaradar en ladrón públicoy parar en un suplicioignominioso o en un presidio. Tú has oído decir varias de estas pilleríasyaun has visto algunos cadáveres de estos noblesmuertos a manos de verdugos enesta plaza de México. Tú conociste a otro caballerito noble y muy noblehijode una casa solariegasobrino nada menos que de un primer ministro y secretariode estado; pero era un hombre viciosoabandonado y sin destino; (por calavera)consumó sus iniquidades matando a un pobre maromero en la cuesta delPlatanillocamino de Acapulcopor robarle una friolera que había adquirido acosta de mil trabajos. Cayó en manos de la Acordadase sentenció a muerteestuvo en la capillalo sacó de ella un virrey por respeto del tíoypermanece preso en aquella cárcel ya hace una porción de años(23) <notas.htm>. He aquí el triste cuadro que presenta unhombre noblevicioso y sin destino. Nada perdió el lustre de su casa por elvillano proceder de un deudo pícaro. Si lo hubieran ahorcadoel tío hubieraquedado como quedó en el candelero; porque así como nadie es sabio por lo quesupo su padreni valiente por las hazañas que hizo; así tampoco nadie seinfama ni se envilece por los pésimos procederes de sus hijos.
He traído a la memoria este caso horrendoy ¡ojalá no sucedieran otrossemejantes!para que veas a lo que está expuesto el noble que fiado en sunobleza no quiere trabajaraunque sea pobre. [36]
Pero ¿luego ha de dar en un ojo?decía mi madre¿luego ha de ser Pedritotan atroz y malvado como D. N. R.? Síhijitarespondía mi padreestando enel mismo predicamentolo propio tiene Juan que Pedro; es una cosa muy naturaly el milagro fuera que no sucediera del mismo modomediando las propiascircunstancias. ¿Qué privilegio goza Pedro para quesupuesta su pobreza einutilidadno sea también un vicioso y un ladróncomo Juany como tantosJuanes que hay en el mundo? ¿Ni qué firma tenemos del Padre Eternoque nosasegure que nuestro hijo ni se empapará en los viciosni correrá ladesgraciada suerte de otros sus igualesmayormente mirándose oprimido de lanecesidadque casi siempre ciega a los hombres y los hace prostituirse a loscrímenes más vergonzosos?
Todo esto está muy buenodecía mi madre; ¿pero qué dirán sus parientesal verlo con oficio? Nada¿qué han de decir? Respondía mi padre; lo más quedirán es: mi primo el sastremi sobrino el platero o lo que sea; o tal vezdirán: no tenemos parientes sastresetc.; y acaso no le volverán a hablar;pero ahoradime tú: ¿qué le darán sus parientes el día que lo vean sinoficiomuerto de hambre y hecho pedazos? Vamosya yo te dije lo que dirían enun casodime tú lo que lo dirán en el contrario. Puededecía mi buenamadrepuede que lo socorran siquiera porque no los desdore. Ríete de esohijarespondía mi padre; como él no los desplateepoca fuerza les hará quelos desdore. Los parientes ricospor lo comúntienen un expediente muyensayado para librarse de un golpe de la vergüencilla que les causan losandrajos de sus parientes pobresy éste es negarlos por tales redondamente.Desengáñate; si Pedro tuviere alguna buena suerte o hiciere algún viso en elmundono sólo lo reconocerán sus verdaderos parientessino que se leaparecerán otros mil nuevosque lo serán lo mismo que el Gran turcoytendrá continuamente a su lado un enjambre de amigos que no lo dejarán mover;pero si [37] fuere un pobrecomo es regularno contará más que con el pesoque adquiera. Ésta es una verdadpero muy antigua y muy experimentada en elmundopor eso nuestros viejos dijeron sabiamenteque no hay más amigo queDiosni más pariente que un peso. ¿Tú ves ahora que nos visitan y noshacen mil expresiones tu tío el capitánmi sobrino el curalas primasDelgadosla tía Riveramamá Manuela y otros? Pues es porque venque aunquepobresa Dios graciasno nos falta qué comery los sirvo en lo que puedo.Por eso nos visitanpor eso y nada máscréelo. Unos vienen a pedirmeprestadootros a que les saque de este o aquel empeñoquien a pasar el ratoquien a inquirir los centros de mi casay quien a almorzar o tomar chocolate;pero si yo me muerocomo que quedas pobreverásverás como se disipan losamigos y los deudoslo mismo que los mosquitos con la incomodidad del humo. Porestos conocimientos deseara que mi Pedro aprendiera oficioya que es pobrepara que no hubiera menester a los suyos ni a los extraños después de misdías. Y te adviertoque muchas veces suelen los hombres hallar más abrigoentre los segundos que entre los primeros; mas con todo esobueno es atenersecada uno a su trabajo y a sus arbitriosy no ser gravoso a nadie.
Túmedio me aturdes con tantas cosasdecía mi madre; pero lo que veo esque un hidalgo sin oficio es mejor recibido y tratado con más distinción encualquiera parte decenteque otro hidalgo sastrebateojapintoretc. Ahíestá la preocupación y la vulgaridadrespondía mi padre. Sin oficio puedeser; pero no sin destino u arbitrio honesto. A un empleado en una oficinaa unmilitar o cosa semejantele harán mejor tratamiento que a un sastre o acualquier otro oficial mecánicoy muy bien hecho; razón es que las gentes sedistingan; pero al sastre y aun al zapaterolo estimarán más en todas partesque no al hidalgo tunoociosotrapiento y petardista[38] que es lo quequiero que no sea mi hijo. A más de esto¿quién te ha dicha que los oficiosenvilecen a nadie? Lo que envilece son las malas accionesla mala conducta y lamala educación. ¿Se dará destino más vil que guardar puercos? Pues esto noembarazó para que un Sixto V fuera pontífice de la iglesia católica...
Pero esta disputa paró en lo que leeréis en el capítulo cuarto.
Capítulo IV En el que Periquillo da razón en qué paró la conversación desus padresy del resultado que tuvoy fue que lo pusieron a estudiary losprogresos que hizo
Mi madresin embargo de lo dichose opuso de pie firme a que se me dieraoficioinsistiendo en que me pusiera mi padre en el colegio. Su merced ledecía: no seas cándiday si a Pedro no le inclinan los estudioso no tienedisposición para ellos¿no será una barbaridad dirigirlo por donde no legusta? Es la mayor simpleza de muchos padres pretender tener a pura fuerza unhijo letrado o eclesiásticoaun cuando no sea de su vocación tal carreranitenga talento a propósito para las letras; causa funestacuyos perniciososefectos se lloran diariamente en tantos abogados firmones(24) <notas.htm>médicos asesinosy eclesiásticosignorantes y relajadoscomo advertimos.
Todavía para dar oficio a los niños es menester consultar su genio yconstitución físicaporque el que es bueno para sastre o pintorno lo serápara herrero o carpinterooficios que pidena más de inclinacióndisposición de cuerpo y unas robustas fuerzas. [39]
No todos los hombres han nacido útiles para todo. Unos son buenos para lasletrasy no generalmentepues el que es bueno para teólogono lo será paramédico; y el que será un excelente físicoacaso será un abogado de adocenasi no se le examina el genio; y así de todos los letrados. Otros sonbuenos para las armas e ineptos para el comercio. Otros excelentes para elcomercio y topos para las letras. Otrospor últimoaptísimos para las artesliberalesy negados para las mecánicasy así de cuantos hombres hay.
En efectohombres generales y a propósito para todas las ciencias y artesse considerano como fenómenos de la naturalezao como testimonios de laOmnipotencia divinaque puede hacer cuanto quiera.
Sin embargoyo creo firmemente que estos omnisciosque una que otravez ha celebrado el mundohan sido sólo unos monstruos (si puede decirse así)de entendimientode aplicación y de memoriay han admirado a las generacionespor cuanto han adquirido el conocimiento de muchas más ciencias que el comúnde los sabios sus coetáneosy las han poseídotal vezen un grado mássuperior; peroen mi conceptono han pasado de unos fenómenos de talentorarísimos en verdadmas limitados todavía infinitamentey no han merecido nimerecerán jamás el sagrado renombre de omnisciospues si omniscio quieredecir el que todo lo sabedigo que no hay más que un omniscio dentro y fuerade la naturalezaque es Dios. Este Ente Supremo essíel único y verdaderoomniscioporque es el que única y verdaderamente sabe todo cuanto se puedesaber; y en este sentidoconceder un hombre omnisciofuera conceder otro Diosde cuyo absurdo están muy lejos aun los que honraron al profundo Leibniz contan pomposo título.
Acaso este grande hombre no sería capaz de ensuelar un zapatode bordar unasardinetani de hacer otras mil cosas que todos vemos como meras frioleras yefectos de un puro [40] mecanismo; y sin acasoeste ingenio célebresiresucitaratendría que abjurar muchos de sus preceptos y axiomasdesengañadocon los nuevos descubrimientos que se han hecho.
Todo esto te digohija míapara que reflexiones que todos los hombressomos finitos y limitadosque apenas podemos acertar en una u otra cosa; quelos ingenios más célebres no han pasado de grandes; pero ni remotamente hansido universalespues ésta es prerrogativa del Criadory que según estodebemos examinar la inclinación y talento de nuestros hijos para dirigirlos.
No me acuerdo donde he leído que los lacedemoniospara destinar a los suyoscon aciertose valían de esta estratagema. Prevenían en una gran saladiferentes instrumentos pertenecientes a las ciencias y artes que conocían;supón túque en aquella sala ponían instrumentos de músicade pinturadeesculturade arquitecturade astronomíade geografíaetc.sin faltartampoco armas y libros; hecho esto disponían con disimulo que varios niños sejuntasen allí solosy que jugasen a su arbitrio con los instrumentos quequisieseny entre tantosus padres estaban ocultos y en observación de lasacciones de sus hijosy notando a qué cosa se inclinaba cada uno de por sí; ycuando advertían que un niño se inclinaba con constancia a las armasa loslibroso a cualquiera ciencia o artede aquellas cuyos instrumentos tenían ala vistano dudaban aplicarlos a ellosy casi siempre correspondía el éxitoa su prudente examen.
Siempre me ha gustado esta bella industria para rastrear la inclinación delos niños; así como he reprobado la general corruptela de muchos padres que atontas y a locas encajan a los muchachos en los colegiossin indagar ni aunligeramente si tienen disposición para las letras.
Hija míaéste es un error tan arraigado como grosero. El niño que tengaun entendimiento somero y tardojamás hará [41] progresos en ciencia algunapor más que curse las aulas y manosee los libros. Ni éstos ni los colegios dantalento a quien nació sin él. Los burritos entran todos los días a loscolegios y universidades cargados de carbón o de piedray vuelven a salir tanburros como entraron; porque así como las ciencias no están aisladas en losrecintos de las universidades o gimnasiosasí tampoco éstos son capaces decomunicar un adarme de ciencia al que carezca de talento para aprenderla.
Fuera de estohay otra razón harto poderosa para que yo no me resuelva aponer a mi hijo en el colegioaun cuando supiera que tenía una belladisposición para estudiantey ésta es mi pobreza. Apenas alcanzo para comercon mi corto destino¿de dónde voy a coger diez pesos para la pensiónmensualy toda aquella ropa decente que necesita un colegial? Y ya ves túaquí un embarazo insuperable. Nodijo mi madreque hasta entonces sólohabía escuchado sin despegar sus labios para nada; noésa no es razón nimenos embarazo; porque con ponerlo de capense ya se remedió todo. Muy biendijo mi padreme has quinado; pero vamos a ver qué salida me das a esta otradificultad. Yo ya estoy viejosoy pobreno tengo qué dejarte; mañana memuerote hallas viudasolasin abrigo ni qué comercon un mocetón a tulado que cuando mucho sabrá hablar tal cual latinajo y aturdir al mundo enterocon cuatro ergos y pedanterías que el mismo que las dice no lasentiende; pero que en realidad de nada vale todo eso; porque el muchacho como notiene quien lo siga fomentandose queda varado en la mitad de la carrerasinpoder ser ni clérigoni abogadoni médiconi cosa alguna que le facilite susubsistencia ni tus socorros por las letras; siendo lo peor que en ese casotampoco es útil ya para las artes; pues no se dedicará a aprender un oficiopor tres fortísimas razones. La primerapor ciertos humorcillos de vanidad quese pegan en el colegio a los muchachosde modo que cualquiera [42] de ellossólo con haber entrado al colegio (y más si vistió la beca) y saber mascar elCicerón o el Breviarioya cree que se envilecería si se colocara tras de unmostradoro si se pusiera a aprender un oficio en un taller. Esto es aúnsiendo un triste gramatiquillo¿qué será si ha logrado el altisonante ycolorado título de bachiller? ¡Oh!entonces se persuade que la tierra no lomerece. ¡Pobres muchachos!
Ésta es la primera razón que lo inutiliza para las artes. La segunda esque como ya son grandesse les hace pesado el trabajo materialal paso quevergonzoso el ponerse de aprendices en una edad en que los demás son oficialesy aun se dificultaría bastante que hubiera maestro que quisiera encargarse dela enseñanza y mantención de tales jayanes.
La tercera razón esque como en tal caso ya los muchachos tienen elcolmillo duroesto esya han probado a lo que sabe la libertadde maneraninguna se quieren sujetar a lo que tan fácilmente se hubieran sujetado de másniños; y cátate ahí el estado de tu Pedro si lo ponemos a estudiar y muerodejándolocomo es factibleen la mitad de la carrera; pues se queda en elaire sin poder seguir adelante ni volver atrás. Y cuando tú veas que en vez decontar con un báculo en que apoyarte en la vejezsólo tienes a tu lado unharagán inútil que de nada te sirve (pues en las tiendas no fían sobresilogismos ni latines)entonces darás a Judas los estudios y las bachilleríasde tu hijo. Con quehija míahagamos ahora lo que quisieras haber hechodespués de mis días. Pongamos a oficio a Pedro. ¿Qué dices? ¿Qué he dedecir?respondió mi madre; sino que tú te empeñas en mortificarme y en hacerinfeliz a esa pobre criaturatratando de ordinariarlo poniéndolo de artesanoy por eso hablas y ponderas tanto. Pues qué¿ya sabes que es un tonto? ¿Yasabes que te vas a morir en la mitad de sus estudios? ¿Y ya sabespor finqueporque tú te mueras se cierran todos los recursos? Dios no se muere; parientestiene [43] y padrinos que lo socorran; ricos hay en México harto piadosos quelo protejany yo que soy su madre pediré limosna para mantenerlo hasta que selogre. Nosino que tú no quieres al pobre muchacho; pero ni a mí tampocoypor eso tratas de darme esta pesadumbre. ¿Qué he de hacer? Soy infeliz ytambién mi hijo... Aquí comenzó a llorar la alma mía de mi madrey con suscuatro lágrimas dio en tierra con toda la constancia y solidez de mi buenpadrepues ésteluego que la vio llorar la abrazó como que la amabatiernamentey la dijo: no lloreshijitano es para tanto. Yo lo que te hedicho es lo que me enseña la razón y la experiencia; pero si es de tu gustoque estudie Pedroque estudie norabuena; ya no me opongo; quizá querrá Diosprestarme vida para verlo logradoo cuando nosu Majestad te abrirá caminocomo que conoce tus buenas intenciones.
Consolose mi madre con esta recetay desde entonces sólo se trató deponerme a estudiary me empezaron a habilitar de ropa negraarte de la lengualatina y demás necesarias menudencias.
No parece sino que hablaba mi padre en profecíasegún que todo sucediócomo lo dijo. En efectotenía mucho conocimiento de mundo y un juicioperspicaz; pero estas cualidades se perdíanlas más vecespor condescendernimiamente con los caprichos de mi madre.
Muy bueno y muy justo es que los hombres amen a sus mujeres y que les dengusto en todo cuanto no se oponga a la razón; pero no que las contemplen tantoque por no disgustarlasatropellen con la justiciaexponiéndose ellosyexponiendo a sus hijos a recoger los frutos de su imprudente cariño como mesucedió a mí. Por eso os provengo para que viváis sobre avisode manera queaméis a vuestras esposas tiernamente según Dios os lo manda y la naturalezaarreglada os lo inspira; mas no os afeminéis como aquel valientísimoHércules[44] que después que venció leonesjabalíeshidras y cuanto sele puso por delantese dejó avasallar tanto del amor de Omfale que ésta lodesnudó de la piel del león Nemeolo vistió de mujerlo puso a hilary aunle reñía y castigaba cuando quebraba algún husoo no cumplía la tarea quele daba. ¡Qué vergonzosa es semejante afeminación aun en la fábula!
Las mujeres saben muy bien aprovecharse de esta loca pasióny tratan dedominar a semejantes maridos de mantequilla.
Cólera da ver a muchos de estos que no conociendo ni sabiendo sostener sucarácter y superioridadse abaten hasta ser los criados de sus mujeres. Notienensecreto por importante que seaque no les revelanno hacen cosa sintomarles parecerni dan un paso sin su permiso. Las mujeres no han menestertanto para querer salirse de su esferay si conocen que este rendimiento delhombre se lo han granjeado con su hermosuraentonces desenrollan de una veztodo su espíritu dominantey ya tenéis en cada una de éstas una Omfaley encada hombre abatido un Hércules marica y sinvergüenza. En este casocuandolas mujeres hacen lo que se les antoja a su arbitriocuando tienen a loshombres en nadacuando los encuernancuando los mandanlos injurian y aun lesponen las manoscomo lo he visto muchas vecesno hacen más sino cumplir consu inclinación naturaly castigar la vileza de sus maridos o amantes sinprevenirlo.
Dios nos libre de un hombre que tiene miedo a su mujerque es preciso que letome su parecer para ir a hacer esto o aquelloque sabe que le ha de dar razónde adonde fue y de donde vieney que si su mujer grita y se alteraél notiene más recurso que apelar a los mimos y caricias para contentarla. Estoshombresindignos de nombre tan superiorestán siempre dispuestos a ser unosdescendientes del cabríoy unos padres de familia ineptísimos; porque ellosno dirigen a sus hijossino ellas. Los mismos muchachos advierten temprano [45]la superioridad de las madresy no tienen a sus padres el menor miramiento; ymás cuando notan que si cometen alguna picardía por la que el padre los quierecastigarcon acogerse a la madreésta los defiendey si se ofrecearma unapendencia al padrey se queda cometida la culpa y eludida la pena.
No sin razón dijo Terencio que las madres ayudan a sus hijos en lasiniquidadesy estorban el que sus padres los corrijan. Lo que os pondré en unaestrofita para que la tengáis en la memoria.
Suelen ayudar las madres | |||
a la maldad de sus hijos | |||
impidiendo que los padres | |||
les den el justo castigo. |
Es verdad que ni mi padre ni mi madre eran de los hombres afeminadosni delas mujeres altivas que he dicho. Mi padre algunas veces se sosteníay mimadre jamás se alteraba ni se alzabacomo dicencon el santo y la limosna; loque sucedía era que cuando no le valían sus insinuaciones y sus ruegos parahacer a mi padre desistir de su intentoapelaba a las lágrimasy entonces eracomo milagro que no se saliera con la suya; porque las lágrimas de una mujerhermosa y amada son armas eficacísimas para vencer al hombre más circunspecto.
Sin embargoalgunas ocasiones se sostenía con el mayor vigor. Era bueno quesiempre hubiera conservado igual carácter; mas los hombres no somos dueños denuestro corazón a todas horasaunque siempre debiéramos serlo.
Finalmentellegó el día en que me pusieron al estudioy éste fue el dedon Manuel Enríquezsujeto bien conocido en Méxicoasí por su buenaconductacomo por su genial disposición y asentada habilidad para laenseñanza de la gramática latinapues en su tiempo nadie le disputó laprimacía entre [46] cuantos preceptores particulares había en esta ciudad; maspor una tenaz y general preocupación que hasta ahora dominanos enseñabamucha gramática y poca latinidad. Ordinariamente se contentan los maestros conenseñar a sus discípulos una multitud de reglas que llaman palitosconque hagan unas cuantas oracioncillasy con que traduzcan el BreviarioelConcilio de Trentoel catecismo de San Pío Vy por fortuna algunos pedacillosde la Eneida y Cicerón. Con semejante método salen los muchachoshabladores y no latinoscomo dice el padre Calasanz en su Discernimientode ingenios. Tal salí yoy no podía salir mejor. Saqué la cabeza llenade reglitasadivinanzasfrases y equivoquillos latinos; pero en esto deinteligencia en la pureza y propiedad del idiomani palabra. Traducía no muymal y con alguna facilidad las homilías del Breviarioy los párrafos delCatecismo de los curas; pero VirgilioHoracioJuvenalPersioLucanoTácitoy otros semejanteshubieran salido vírgenes de mi inteligencia si hubieratenido la fortuna de conocerlosa excepción del primer poeta que he nombradopues de éste sabía alguna cosita que le había oído traducir a mi sabiomaestro. También supe medir mis versosy lo que era hexámetropentámetroetc.; pero jamás supe hacer un dístico.
A pesar de estoy al cabo de tres años acabé mis primeros estudios asatisfacciónpues me aseguraban que era yo un buen gramáticoy yo lo creíamás que si lo viese. ¡Válgate Dios por amor propio y cómo nos engañas aojos vistas! Ello es que yo hice mi Oposición a toda gramáticay quedé sobrelas espumasmi maestro y convidados muy contentosy mis amados padres máshuecos que si me hubiera opuesto a la magistral de México y la hubieraobtenido.
Siguiéronse a esta funciónlas galaslos abrazoslos agradecimientos ami maestroy mi salida del estudio; aunque yo no debo salirme sin deciros otrascositas que aprendí y repasé [47] en aquellos tres años. Como allí no habíaun corto número de niñoscomo en mi buena escuelasino que había infinidadde muchachos entre pupilos y capensestodos hijos de sus madresy de tandiferentes genios y educacionesy yo siempre fui un maleta de primeratuve lamaldita atingencia de escoger para mis amigos a los peores; y me correspondieronfielmente y con la mayor facilidad; ya se veque cada oveja ama su parejayesto es corrienteel asno no se asocia con el loboni la paloma con el cuervocada uno ama su semejante. Así yo no me juntaba con los niños sensatospundonorosos y de juiciosino con los maliciosos y extraviadoscon cuyasamistades y compañías cada día me remataba máscomo os sucederá a vosotrosy a vuestros hijossi despreciando mis lecciones no procuráis o hacerlos quetengan buenos amigoso que no tengan ningunopues es infalible el axiomadivino que nos dice: con el santo serás santo; y te pervertirás con elperverso. Así me sucedió puntualmentebien que yo ya estaba pervertido;pero con la compañía de los malos estudiantes me acabé de perder enteramente.
Paréceme que al leer estos renglones exclamáis: ¿cómo se mudó tan prestonuestro padre? Pues en la última escuela en que estuvo¿no había olvidadolas malas propiedades que había adquirido en la primera? ¿Cómo fue estametamorfosis tan violenta? Hijos míoslas buenas o malas costumbres que seimprimen en la niñezechan muy profundas raícespor eso importa tanto eldirigir bien a las criaturas en sus primeros años. Los vicios que yo adquiríen los míosya por el chiqueo de mi madrelas adulaciones de las viejas misparientasel indolente método de mi maestroel pésimo ejemplo y compañíade tanto muchacho desregladoy sobre todo estopor mi natural perverso y malinclinadoprofundizaron mucho en mi espíritume costó demasiado trabajo irmedeshaciendo de ellos a costa de no pocas reprensiones y caricias de mi buenmaestroy del [48] continuo buen ejemplo que me daban los otros niños. Meparece que si nunca me hubieran faltado semejantes preceptos y condiscípulosno me hubiera vuelto a extraviarsino que hubiera asentado una conductaacendrada y religiosapero ¡ah! que no hay que fiar en enmiendas forzadas opasajerasporque en faltando el respeto o el fervorse lleva el diablo estaclase de enmiendasy quedamos con nuestro vestido antiguo o tal vez peores.
Así lo experimenté yobien a mi costa. Estaban mis pasiones sofocadasnomuertas; mi perversa inclinación estaba como retiradapero aún permanecía enmi corazón como siempre; mi mal genio no se había extinguidoestaba ocultosolamente como las brasas debajo de la ceniza que las cubre; en una palabrayono obraba tan mal y con el descaro que antespor el amor y respeto que tenía ami prudente maestroy por la vergüencilla que me imponían los demás niñoscon sus buenas acciones; pero no porque me faltaban ganas ni disposición.
En efectoluego que me separé de estos testigosa quienes respetabay meuní otra vez a otros compañeros tan disipados como yovolví a soltar larienda a mis pasiones; corrieron éstas con el desenfreno propio de la edadyse salieron del círculo de la razónasí como un río se sale de madre cuandole faltan los diques que lo contienen.
Sin duda era el muchacho más maldito entre los más relajados estudiantes;porque yo era el Non plus ultra (25)<notas.htm> de los bufones y chocarreros. Esta sola cualidadprueba que no era mi carácter de los buenospues en sentir del sabio Pascalhombrechistosoruin carácter. Ya sabéis que en los colegios estas frasespararla bolapandorguearcantaleteary otrasquieren decir: mofarinsultarprovocarzaheririnjuriarincomodar[49] y agraviar por todos los modos posibles a otro pobre; y lo másinjusto y opuesto a las leyes de la virtudbuena crianza y hospitalidad es queestos graciosos hacen lucir su habilidad infame sobre los pobres niños nuevosque entran al colegio. He aquí cuán recomendables son estos truhanes majaderospara que atados a un pilar del colegio sufrieran cien azotes por cada pandorgade éstas; pero lo sensible es que los catedráticospasantessotaministrosy demás personas de autoridad en tales comunidadesse desentienden del todo deesta clase de delitoque lo es sin duda gravey pasa por muchachadaaun cuando se quejan los agraviadossin advertir que esta su condescendenciaautoriza esta depravada corruptelay ella ayuda a acabar deformar losespíritus crueles de los estragadores como yoque veía llorar a un niño deestos desgraciadosa quienes afligía sumamente con las injurias y befa que leshacíay su llantoque me debía enternecer y refrenarcomo que era el frutodel sentimiento de unas criaturas inocentesme servía de entremés y motivo derisay de redoblar mis befas con más empeño.
Considerad por aquí cuál sería mi bella índolecuando tenía la fama deser el mejor pandorguista de todo el colegioy decían mis compañerosque yo le paraba la bola a cualquiera; que era lo mismo que decir que yo era elmás indigno de todos ellosy que ningunobueno o malodejaría deincomodarse si escuchaba en su contra mi maldita lengua. ¿Os parecehijosmíosesta circunstancia algo favorable? ¿Con ella sola no advertís midepravado espíritu y condición? Porque el hombre que se complace en afligir aotro su semejanteno puede menos que tener un alma ruin y un corazón protervo.Ni valga decir que lo hacen unos muchachospues esto lo que prueba es que siaun desde muchachos son malosde grandes serán peoressi Dios y la razón nolos moderalo que no es muy común. Yo tuve una multitud de condiscípulosypor observación he [50] visto que es raro el que ha salido bueno de entre estosgenios burlones con exceso; y lo peor es que hay mucho de esto en nuestroscolegios.
Por estos principios conoceréis que era perverso en todo. En finentré aestudiar filosofía.
Capítulo V Escribe Periquillo su entrada al curso de arteslo queaprendiósu acto generalsu gradoy otras curiosidades que sabrá el que lasquisiere saber
Acabé mi gramáticacomo os dijey entré al máximo y más antiguocolegio de San Ildefonso a estudiar filosofíabajo la dirección del doctordon Manuel Sánchez y Gómezque hoy vive para ejemplar de sus discípulos.Aún no se acostumbraba en aquel ilustre colegioseminario de doctos yornamento en ciencias de su metrópoliaún no se acostumbrabadigoenseñarla filosofía moderna en todas sus partes; todavía resonaban en sus aulas los ergosde Aristóteles. Aún se oía discutir sobre el ente de razónlas cualidadesocultas y la materia primay esta misma se definía con laexplicación de la nadanec est quidetc. Aún la física experimentalno se mentaba en aquellos recintosy los grandes nombres de CarlesioNewtonMuschembreck y otroseran poco conocidos en aquellas paredes que handepositado tantos ingenios célebres y únicoscomo el de un Portillo. En finaún no se abandonaba enteramente el sistema peripatético que por tantos siglosenseñoreó los entendimientos más sublimes de la Europacuando mi sabiomaestro se atrevió el primero a manifestarnos el camino de la verdad sin quererparecer singularpues escogió lo mejor de la lógica de Aristóteles y lo quele pareció más probable de los autores modernos en los rudimentos de físicaque nos enseñó; y de este modo fuimos unos verdaderos eclécticossin adherircaprichosamente a ninguna opiniónni deferir sistema algunosólo porinclinación al autor. [51]
A pesar de este prudente métodotodavía aprendimos bastantesdespropósitos de aquellos que se han enseñado por costumbrey los queconvenía quitarsegún la razón y hace ver el ilustrísimo Feijooen losdiscursos XXI y XIIdel tomo 7 de su teatro crítico.
Así como en el estudio de la gramática aprendí varios equivoquillosimpertinentessegún os dijecomo Caracoles comes; pastorcito comeadoves; non est pecatum mortale occidere patrem sumy otrassimplezas de éstas; así también en el estudio de las súmulas aprendí luegomil sofismas ridículosde los que hacía mucho alarde con los condiscípulosmás cándidos como por ejemplo: besar la tierra es acto de humildad; lamujer es tierraluego etc.; los apóstoles son doceSan Pedro esapóstol ergo etc.; y cuidadoque echaba yo un ergo con más garboque el mejor doctor de la academia de Parísy le empataba una negada a laverdad más evidenteello esque yo argüía y disputaba sin cesaraun lo queno podía comprenderpero sabía fiar mi razón de mis pulmonesen frase delpadre Isla. De suerte que por más quinadas que me dieran mis compañerosyo nocedía. Podía haberles dicho: a entendimiento me ganaránpero a gritón nocumpliéndose en mícada ratoel común refrán de que quien mal pleitotienea voces lo mete.
¿Pues qué tal sería yo de tenaz y tonto después que aprendí lasreduccionesreduplicacionesequipolencias y otras baratijasespecialmenteciertos desatinados versosque os he de escribir solamente porque veáis a loque llegan los hombres por las letras. Leedy admirad.
BarbaraCelarentDariiFerioBaralipton | |||
CelantesDabitisFapesmoFrisesonorum | |||
CesareCamestresFestinoBarocoDarapti | |||
FelaptonDísamisDatisiBocardoFerison. |
¡Qué tal! ¿No son estos versos estupendos? ¿No están más propios paraadornar redomas de botica que para enseñar reglas [52] sólidas y provechosas?Pues hijos míosyo percibí inmediatamente el fruto de su invención; porquedesatinaba con igual libertad por Bárbara que por Ferisonpuesno producía más que barbaridades a cada palabra. Primero aprendí a hacersofismas que a conocerlos y desvanecerlos; antes supe obscurecer la verdad queindagarla; efecto natural de las preocupaciones de las escuelas y de lapedantería de los muchachos.
Enmedio de tanta barahúnda de voces y terminajos exóticossupe qué cosaeran silogismoentimema sorites y dilemma. Este último es argumentoterrible para muchos señores casadosporque lastima con dos cuernosy por esose llama bicornuto.
Para no cansarosyo pasé mi curso de lógica con la misma velocidad quepasa un rayo por la atmósfera sin dejarnos señal de su carreray asídespués de disputar harto y seguido sobre las operaciones del entendimientosobre la lógica naturalartificial y utentesobre su objeto formal ymaterialsobre los modos de sabersobre si Adán perdió o no la ciencia porel pecado (cosa que no se le ha disputado al demonio)sobre si la lógica esciencia o artey sobre treinta mil cosicosas de éstasyo quedé tan lógicocomo sastre; pero eso símuy contento y satisfecho de que sería capaz deconcluir con el ergo al mismo Estagirita; ignoraba yo que por los frutosse conoce el árboly que según estolo mismo sería meterme a disputar encualquiera materiaque dar a conocer a todo el mundo mi insuficiencia. Con todoesoyo estaba más hueco que un calabazoy decía a boca llena que era lógicocomo casi todos mis condiscípulos.
No corrí mejor suerte en la física. Poco me entretuve en distinguir laparticular de la universal; en saber si ésta trataba de todas las propiedadesde los cuerposy si aquélla se contraía a ciertas especies determinadas.Tampoco averigüé qué cosa era física experimentalo teórica; ni endistinguir el experimento [53] constante del fenómeno rarocuya causa esincógnita; ni me detuve en saber qué cosa era mecánicacuáles lasleyes del movimiento y la quietudqué significaban las voces fuerzavirtudy cómo se componían o descomponían estas cosas; menos supe qué era fuerzacentrípetacentrífugatangenteatraccióngravedadpesopotenciaresistenciay otras friolerillas de estaclase; y ya se debe suponer que si esto ignorémucho menos supe qué cosa era estáticahidrostáticahidráulicaaerometríaóptica ytrescientos palitroques de éstos; pero en cambiodisputé fervorosamente sobresi la esencia de la materia estaba conocidao no; sobre si la trina dimensióndeterminada era su esenciao el agua; sobre si repugnaba el vacío en lanaturaleza; sobre la divisibilidad en infinitoy sobre otras alharacas de estetamañode cuya ciencia o ignorancia maldito el daño o provecho que nosresulta. Es cierto que mi buen preceptor nos enseñó algunos principios degeometríade cálculo y de física moderna; mas fuérase por la cortedad deltiempopor la superficialidad de las pocas reglas que en él cabíano por mipoca aplicaciónque sería lo más ciertoyo no entendí palabra de esto; ysin embargo decía al concluir este cursoque era físicoy no era másque un ignorante patarato; pues después que sustenté un actillo de físicadememoriay después que hablaba de esta enorme ciencia con tanta satisfacciónen cualquiera concurrenciatomo que me mochen si hubiera sabido explicar enqué consiste que el chocolate dé espumamediante el movimiento del molinillo;por qué la llama hace figura cónicay no de otro modo; por qué se enfríauna taza de caldo u otro licor soplándolani otras cosillas de estas quetraemos todos los días entre manos.
Lo mismoy no de mejor mododecía yo que sabía metafísica y éticaypor poco aseguraba que era un nuevo Salomón después que concluío concluyóconmigoel curso de artes.
En esto se pasaron dos años y mediotiempo que se aprovechara [54] mejorcon menos reglitas de súmulasalgún ejercicio en cuestiones útiles delógicaen la enseñanza de lo muy principal de metafísicay cuanto sepudiera de físicateórica y experimental.
Mi maestro creo que así lo hubiera hecho si no hubiera temidosingularizarsey tal vez hacerse objeto de la crítica de algunos zoylossi seapartaba de la rutina antigua enteramente.
Es verdady esto ceda siempre en honor de mi maestro; es verdad quecomodejo dichoya nosotros no disputábamos sobre el ente de razóncualidadesocultasformalidadeshecceidadesquididadesintencionesy todo aquel enjambre de voces insignificantes con que los aristotélicospretendían explicar todo aquello que se escapaba a su penetración. «Es verdad(diremos con Juan Buchardo Mecknio) que no se oyen ya en nuestras escuelas estascuestiones con la frecuencia que en los tiempos pasados; pero ¿se hananiquilado del todo? ¿Están enteramente limpias las universidades de las hecesde la barbarie? Me temo que dura todavía en algunas la tenacidad de lasantiguas preocupacionessi no del todoquizá arraigada en cosas que bastanpara detener los progresos de la verdadera sabiduría.» Ciertamente que ladeclamación de este crítico tiene mucho lugar en nuestra México.
Llegó por fin el día de recibir el grado de bachiller en artes. Sostuve miacto a satisfaccióny quedé grandementeasí como en mi oposición a todagramática; porque como los réplicas no pretendían lucirsino hacer lucir alos muchachosno se empeñaban en sus argumentossino que a dos por tres sedaban por muy satisfechos con la solución menos nerviosay nosotrosquedábamos más anchos que verdolaga en huerta de indiocreyendo que notenían instancia que oponernos. ¡Qué ciego es el amor propio!
Ello es que así que asadoyo quedé perfectamenteo a lo menos así me lopersuadíy me dieron el sonoroso [55] y retumbante título de baccalaureoy quedé aprobado ad omnia (26)<notas.htm>. ¡Santo Dios! ¡Qué día fue aquél para mí tanplausibley qué hora la de la ceremonia tan dichosa! Cuando yo hice eljuramento de institutocuando colocado frente de la cátedra en medio de dosseñores bedeles con mazas al hombrome oí llamar bachiller en concurso plenodentro de aquel soberbio generaly nada menos que por un señor doctorcon sucapelo y borla de limpia y vistosa seda en la cabezapensé morirmeo a lomenos volverme loco de gusto. Tan alto concepto tenía entonces formado de labachilleríaque aseguro a ustedes que en aquel momento no hubiera trocado mitítulo por el de un brigadier o mariscal de campo. Y no creáis que eshiperbólica esta proposiciónpues cuando me dieron mi título en latín yautorizado formalmentecreció mi entusiasmo de manera que si no hubiera sidopor el respeto de mi padre y convidados que me conteníacorro las callescomolas corrió el Ariosto cuando lo coronó por poeta Maximiliano I. ¡Tanto puedeen nosotros la violenta y excesiva excitación de las pasionessean las quefuerenque nos engaña y nos saca fuera de nosotros mismos como febricitantes odementes!
Llegamos a mi casala que estaba llena de viejas y mozasparientas ydependientes de los convidadoslos cualesluego que entréme hicieron milzalemas y cumplidos. Yo correspondí más esponjado que un guajolote; ya se vetal era mi vanidad. La inocente de mi madre estaba demasiado placenteraelregocijo le brotaba por los ojos.
Desnudeme de mis hábitos clericales y nos entramos a la sala donde se habíade servir el almuerzoque era el centro a que [56] se dirigían los parabienesy ceremonias de aquellos comedidísimos comedores. Creedmehijos míosloscasamientoslos bautismoslas cantamisas y toda fiesta en que veáisconcurrenciano tienen otro mayor atractivo que la mamuncia. Síla cocala coca es la campana que convoca tantas visitasy la bandera querecluta tantos amigos en momentos. Si estas fiestas fueran a secasseguramenteno se vieran tan acompañadas.
Y no penséis que sólo en México es esta pública gorronería. En todaspartes se cuecen habasy en prueba de elloen España es tan corrientequeallá saben un versito que alude a esto. Así dice:
A la raspa venimos | |||
Virgen de Illescas | |||
a la raspa venimos; | |||
que no a la fiesta. |
Así eshijosa la raspa va todo el mundo y por la raspa; que no por dardías ni parabienes. Pero ¿qué mas? Si yo he visto que aun en los pésames nofalta la raspaantes suelen comenzar con suspiros y lamentos y concluir conbizcochosquesoaguardientechocolate o almuerzosegún la hora; ya se veque habrán oído decir que los duelos con pan son menosy que a barriga llenacorazón contento.
No os disgustéis con estas digresionespues a más de que os pueden serútilessi os sabéis aprovechar de su doctrinaos tengo dicho desde elprincipioque serán muy frecuentes en el discurso de mi obray que ésta esfruto de la inacción en que estoy en esta cama; y no de un estudio serio ymeditado; y así es que voy escribiendo mi vida según me acuerdoyadornándola con los consejoscrítica y erudición que puedo en este tristeestadoasegurándoos sinceramente que estoy muy lejos de pretender ostentarmesabioasí como deseo seros útil como padrey quisiera que la lectura de mivida os fuera provechosa [57] y entreteniday bebierais el saludable amargo dela verdad en la dorada copa del chiste y de la erudición. Entonces sí estaríacontento y habría cumplido cabalmente con los deberes de un sólido escritorsegún Horacioy conforme mi libre traducción:
De escritor el oficio desempeña | |||
quien divierte al lector y quien lo enseña. |
Mas en finyo hago lo que puedo; aunque no como lo deseo.
Sentámonos a la mesacomenzamos a almorzar alegrementey como yo era elsanto de la fiestatodos dirigían hacia mí su conversación. No se hablabasino del niño bachillery conociendo cuán contentos estaban mis padresy yocuán envanecido con el tal títulotodos nos daban no por donde nos dolíasino por donde nos agradaba. Con esto no se oía sino: tenga usted bachillerbeba usted bachillermire usted bachillery torna bachillery vuelvebachillera cada instante.
Se acabó el almuerzo; después siguió la comida y a la noche el bailecitoy todo ese tiempo fue un continuo bachilleramiento. ¡Válgame Dios y loque me bachillerearon ese día! Hasta las viejas y las criadas de casa medaban mis bachillereadas de cuando en cuando. Finalmentequiso laMajestad divina que concluyera la frascay con ella tanta bachillería.Fuéronse todos a sus casas. Mi padre quedó con sesenta o setenta pesos menosque le costó la función; yo con una presunción másy nos retiramos a dormirque era lo que faltaba.
A otro día nos levantamos a buena hora; y yo que pocas antes había estadotan ufano con mi títuloy tan satisfecho con que me estuvieran regalando lasorejas con su repeticiónya entonces no le percibía ningún gusto. ¡Quécierto es que el corazón del hombre es infinito en sus deseosy queúnicamente la sólida virtud puede llenarlo!
No entendáis que ahora me hago el santucho y os escribo estas [58] cosas porhaceros creer que he sido bueno. Nolejos de mí la vil hipocresía. Siempre hesido perversoya os lo he dichoy aun postrado en esta camano soy lo quedebía; mas esta confesión os ha de asegurar mejor mi verdadporque no saleempujada por la virtud que hay en mísino por el conocimiento que tengo deellay conocimiento que no puede esconder el mismo vicio; de suerteque si yome levanto de esta enfermedad y vuelvo a mis antiguos extravíos (lo que Dios nopermita) no me desdeciré de lo que ahora os escriboantes os confesaré quehago mal; pero conozco el biensegún se expresaba Ovidio.
Volviendo a mídigoque a los dos o tres días de mi gradodeterminaronmis padres enviarme a divertir a unos herraderos que se hacían en una haciendade un su amigoque estaba inmediata a esta ciudad. Fuime en efecto...
Capítulo VI En el que nuestro bachiller da razón de lo que le pasó en lahaciendaque es algo curioso y entretenido
Llegué a la hacienda en compañía del amigo de mi padreque era no menosque el amo o dueño de ella. Apeámonos y todos me hicieron una acogidafavorable.
Con ocasión del divertimiento que había de los herraderosestaba la casallena de gente lucidaasí de México como de los demás pueblos vecinos.
Entramos a la salame senté en buen lugar en el estradoporque jamás megustó retirarme a largo trecho de las faldasy después que hablaron de variascosas de campoque yo no entendíala señora grandeque era esposa deldueño de la dicha haciendatrabó conversación conmigo y me dijo: conqueseñorito¿qué le han parecido a usted esos campos por donde ha pasado? Lehabrán causado su novedadporque es la primera vez [59] que sale de Méxicosegún noticias. Así esseñorala dijey los campos me gustan demasiado.Pero no como la ciudad¿es verdad?me dijo. Yo por política le respondí:sí señorame han gustadoaunque ciertamente no me desagrada la ciudad. Todome parece bueno en su línea; y así estoy contento en el campo como en elcampo; y divertido en la ciudad como en la ciudad. Celebraron bastante mirespuestacomo si hubiera dicho alguna sentencia catonianay la señoraprosiguió el elogio diciendo: sísíel colegial tiene talentoaunqueluciera mejor si no fuera tan traviesosegún nos ha dicho Januario.
Este Januario era un joven de diez y ocho a diez y nuevo añossobrino de laseñoracondiscípulo siempre y grande amigo mío. Tal salí yoporque erademasiado burlón y gran bellacoy no le perdí pisada ni dejé de aprovecharmede sus lecciones. Él se hizo mi íntimo amigo desde aquella primera escuela enque estuvey fue mi eterno ahuizote (27)<notas.htm> y mi sombra inseparable [60] en todas partesporque fue a la segunda y tercera escuela en que me pusieron mis padres; salióconmigoy conmigo entró y estudió gramática en la casa de mi maestroEnríquez; salí de allísalió él; entré a San Ildefonsoentró éltambién; me graduéy se graduó en el mismo día.
Era de un cuerpo gallardoalto y bien formado; pero como en mi consabidaescuela era constitución que nadie se quedara sin su mal nombrese locascábamos a cualquiera aunque fuera un Narciso o un Adonis; y según estaregla le pusimos a don Januario Juan Largocombinando de este modo elsonido de su nombre y la perfección que más se distinguía en su cuerpo. Perodespués de todoél fue mi maestro y mi más constante amigo; y cumpliendo conestos deberes tan sagradosno se olvidó de dos cosas que me interesarondemasiado y me hicieron muy buen provecho en el discurso de mi viday fueron:inspirarme sus malas mañasy publicar mis prendasy mi sobrenombre dePERIQUILLO SARNIENTO por todas partes; de manera que por su amorosa y activadiligencia lo conservé en gramáticaen filosofía y en el público cuando sepudo. Vedhijos míossi no sería yo un ingrato si dejara de nombrar en lahistoria de mi vida con la mayor efusión de gratitud a un amigo tan útila unmaestro tan eficazy al pregonero de mis glorias; pues todos estos títulosdesempeñó a satisfacción el grande y benemérito Juan Largo.
No sabíacon todo esosi aquellas señoras tenían tan larga relación demíni si sabían mi retumbante nombrecillo. Estaba muy ufano en el estradodando tabacomo dicencon la señora y una porción de niñasentre lascuales no era la menos viva y platiconcilla la hija de la señora mipanegiristaque no me pareció tercio de pajaporque sobre no haber quinceaños [61] feos y estar ella en sus quinceera demasiado bonitae interesantesu figuramotivo poderoso para que yo procurara manejarme con cierta afabilidady circunspección lo mejor que podía para agradarla; y ya había notado quecuando decía yo alguna facetada colegialunaella se reía la primera ycelebraba mi genialidad de buena gana.
Estaba yopuesquedando bien y en lo mejor de mi gustocuando en esto queescuché ruido de caballos en el patio de la hacienday antes de preguntarquién erase fue presentando en medio de la salacon su buena mangapaño desolbotas de campanay demás aderezos de un campista decente... ¿Quiénpiensan ustedes que sería? ¡Quién había de serpor mis negros pecadossinoel demonio de Juan Largomi caro amigo y favorecedor! Al instante que entróme vioy saludando a todos los concurrentes en común y sobre la marchasedirigió a mí con los brazos abiertos y me halagó las orejas de esta suerte:¡ohmi querido Periquillo Sarniento! ¿Tanto bueno por acá? ¿Cómo te vahermano? ¿Qué haces? Siéntate...
No puedo ponderar la enojada que me di al ver como aquel maldito en uninstante había descubierto mi sarna y mi periquería delante de tantos señoresdecentesy lo que yo más sentíadelante de tantas viejas y muchachasburlonaslas que luego que oyeron mis dictados comenzaron a reírse acarcajadas con la mayor impudencia y sin el menor miramiento de mi personita. Yono sé si me puse amarilloverdeazul o coloradolo que sí me acuerdo es quela sala se me oscureció de la cóleray los carrillos y orejas me ardían másque si los hubiese estregado con chile. Miré al condenado Juan Largoy lerespondí no sé quécon mucho desdén y gravedadcreyendo con este entonocorregir la burla de las muchachas y la insolencia de mi amigo; pero nada menosque eso conseguípues mientras yo me ponía más seriolas muchachas reíande mejor ganade modo que parecía que les hacían cosquillas a las muypuercas[62] y el pícaro de Juan Largo añadía nuevas facetadas con queredoblaban sus caquinos. Viéndome yo en tal apurohube de ceder a la violenciade mi estrella y disimular la bola que teníariéndome con todos; aunque si vaa decir verdadmi risa no era muy naturalsino algo más que forzada.
En findespués que me periquearon bastante y disecaron el hediondo cadáverde su sarnosa etimologíaya que no tenían baso para reírni aquel bribónbufonada con que insultarmecesó la escenay calmógracias a Dioslatempestad.
Entonces fue la primera vez que conocí cuán odioso era tener un mal nombrey qué carácter tan vil es el de los truhanes y graciososque no tienenlealtad ni con su camisa; porque son capaces de perder el mejor amigo por noperder la facetada que les viene a la boca en la mejor ocasión; pues tienen elarte de herir y avergonzar a cualquiera con sus chocarreríasy tan a mala horapara el agraviadoque parece que les pagancomo me sucedió a mí con mi buencondiscípuloque me fue a hacer quedar maljustamente cuando estaba yoqueriendo quedar bien con su prima. Detestadhijos míoslas amistades desemejante clase de sujetos.
Llegó la hora de comerpusieron la mesay nos sentamos todos según laclase y carácter de cada uno. A mí me tocó sentarme frente a un sacerdotevicario de Tlalnepantlaa cuyo lado estaba el cura de Cuautitlán(lugar asiete leguas de México) que era un viejo gordo y harto serio.
Comieron todos alegrementey yo tambiénque como muchacho al finno erarencorosoy más cuando trataban de complacerme con abundancia de guisadosexquisitos y sabrosos dulces; porque don Martínque así se llamaba el amoera bastante liberal y rico.
Durante la comida hablaron de muchas cosas que yo no entendí; pero despuésque alzaron los mantelespreguntó una señora ¿si habíamos visto lacometa? El cometa dirá ustedseñoritadijo el padre vicario. Eso esrespondió la madama. Sílo hemos visto estas noches en la azotea del curato ynos hemos divertido bastante. ¡Ay!qué diversión tan feadijo la madama.¿Por qué señorita? ¿Por qué? Porque ese cometa es señal de algún dañogrande que quiere suceder aquí. Ríase usted de esodecía el cleriguito; loscometas son unos astros como todos; lo que sucede es que se ven de cuando encuando porque tienen mucho que andary así son tardonespero no maliciosos.Si noahí está nuestro amigo don Januarioque sabe bien qué cosa son loscometasy por qué se dan tanto a desear de nuestros ojosy él nos haráfavor de explicarlo con claridad para que ustedes se satisfagan. SíJanuaritoandadinos como está esodijo la prima; mas el demonio de Juan Largo sabíatanto de cometas como de piroctheniapero no era muy tonto; y así sin cortarserespondió: primaese encargo se lo puedes hacer a mi amigo Perico por dosrazonesla una porque es muchacho muy hábily la dosporque siendo estasúplica tuyapropia para hacer lucir una buena explicación cometalpor reglade política debemos obsequiar con estos lucimientos a los huéspedes. Conquevamossuplícale al Sarnientito que te lo expliqueverán ustedes quépico de muchacho. Así que él no esté con nosotros yo te explicaréno digoqué cosa son cometasy por dónde caminanque es lo que ha apuntado elpadrecitosino que te diré cuántos son todos los luceroscómo se llama cadaunopor dónde andanqué hacenen qué se entretienencon todas lasmenudencias que tú quieras sabersatisfecho que tengo de contentar tucuriosidad por prolija que seasin que haya miedo que no me creaspues comodijo tío Quevedo:
El mentir de las estrellas | |||
es un seguro mentir | |||
porque ninguno ha de ir | |||
a preguntárselo a ellas. [64] |
Conque ya quedamosPoncianitaque te explicará el cometa al derecho y alrevés mi amigo Peruchomientras yo con licencia de estos señores voy aensillar mi caballo; y diciendo y haciendo se disparó fuera de la sala sinatender a que yo decíaque estando allí los señores padresellossatisfarían el gusto de la señorita mejor que yo. No valió la excusa; elvicario de Tlalnepantla me había conocido el juegoy porfiaba en que fuera yoel explicador. Yodecíano señores; fuera una grosería que yo quisieralucir donde están mis mayores. El curaque era tan socarrón como serioaloír esta mi urbanidadse sonrió al modo de conejo y dijo: sabrán ustedespara bien saberque en tiempo de marrashabía en mi parroquia un cura muytonto y vanoentre los que eran más tontos; élpuesun día estabapredicando lleno de satisfacción cuantas majaderías se le venían a la cabezaa unos pobres indios que eran los que únicamente podían tener paciencia deescucharlo. Estaba en lo más fervoroso del sermóncuando fue entrando en laiglesia el arzobispo mi señorque iba a la santa visita. Al instante queentró alborotose el auditorio y turbose el predicador; siendo su sorpresa mayorque si hubiese visto al diablo. Callose la bocaquitose el bonetey diciendosu ilustrísima que continuaraexclamó: ¡cómo era capazseñorilustrísimoque estando presente mi preladofuera yo tan grosero que meatreviera a seguir mi sermón! Eso nosuba usía ilustrísimay acábelomientras acabo yo la misa pro populo. El arzobispo no pudo contener larisa de ver la grande urbanidad de este cura ignorantey lo bajó del púlpitoy del curato; apliquen ustedes. Calló el padre gordo diciendo esto. Sonriose elvicario y las mujeresy yo no dejé de corrermeaunque me cabía cierta dudaen si lo diría por mi políticao por la de Juan Largo; mas no duré mucho enesta suspensiónporque el zaragate del padre vicario probó de una vez todo suarbitrio diciendo a la Poncianita: ustedniñaelija quién ha de explicar loque es cometael colegial o [65] yo; y si la elección recae en mílo harécon mucho gustoporque no me agrada que me rueguenni sé hacer desaire a lasseñoras. Sin duda la guiñó del ojoporque al instante me dijo la prima deLargo: ustedseñorquisiera me hiciera ese favor. No me pude escaparmedeterminé a darle gusto; mas no sabía ni por dónde comenzarporque malditosi yo sabía palabra de cometasni cometos; sin embargocon algún orgullo(prenda esencialísima de todo ignorante) dije: puesseñoreslos cometasolas cometascomo otros dicenson unas estrellas más grandes que todas lasdemás; y después que son tan grandestienen una cola muy larguísima... ¿Muylarguísima?dijo el vicario; y yo que no conocía que se admiraba de que nicastellano sabía hablarle respondí lleno de vanidad: sípadremuylarguísima¿pues qué no la ha visto usted? Vayasea por Diosme contestó.Yo proseguí: estas colas son de dos coloreso blancas o encarnadas; si sonblancasanuncian paz o alguna felicidad al pueblo; y si son coloradas comoteñidas de sangreanuncian guerras o desastres; por eso la cometa quevieron los reyes magos tenía su cola blancaporque anunció el nacimiento delSeñor y la paz general del mundoque hizo por esta razón el rey Octavianoyesto no se puede negarpues no hay nacimiento alguno en la noche buena que notenga su cometita con la cola blanca. El que no los veamos muy seguido es porqueDios los tiene allá retiradosy sólo los deja acercarse a nuestra vistacuando han de anunciar la muerte de algún reyel nacimiento de algún santoola paz o la guerra en alguna ciudady por eso no los vemos todos los días;porque Dios no hace milagros sin necesidad. El cometa de este tiempo tiene lacola blancay seguramente anuncia la paz. Esto esdije yo muy satisfechoestoes lo que hay acerca de los cometas. Está usted servidaseñorita. Muchasgraciasdijo ella. Nono muchasdijo el vicario; porque el señoritoaunqueme dispenseno ha dicho palabra en su lugarsino un atajo de disparates [66]endiablados. Se conoce que no ha estudiado palabra de astronomíay por lopropio ignora qué cosas son estrellas fijasqué son planetascometasconstelacionesdígitoseclipsesetc.etc. Yo tampoco soy astrónomoamiguitopero tengo alguna tintura de una que otra cosilla de éstas; y aunquees muy superficialme basta para conocer que usted tiene menosy así hablatantas barbaridades; y lo peor es que las habla con vanidady creyendo queentiende lo que dice y que es como lo entiende; pero para otra vez no sea ustedcándido. Sepa usted que los cometas no son estrellasni se ven por milagronianuncian guerrasni pacesni la estrella que vieron los reyes del Orientecuando nació el Salvador era cometani Octaviano fue reysino césar oemperador de Romani éste hizo la paz general con el mundo por aquel divinonatalicio; sino que el príncipe de la paz Jesucristoquiso nacer cuandoreinaba en el universo una paz generalque fue en tiempo de Augusto CésarOctavianoni crea usted finalmenteninguna de las demás vulgaridades que sedicen de los cometas; y porque no piense usted que esto lo digo a tintín debocale explicaré en breve lo que es cometa. Oiga usted. Los cometas sonplanetas como todos los demásesto es: lo mismo que la LunaMercurioVenusla TierraMarteJúpiterSaturno y Herschellos cuales son unos cuerpos esféricos (esto esperfectamente redondoso comovulgarmente decimosunas bolas)son opacosno tienen ninguna luz de por síasí como no la tiene la Tierrapues la que reflectan o nos envíanse lacomunica el Sol. La causa de que los veamos de tarde en tardees porque sucurso es irregular respecto a los demás planetasquiero decir: aquéllos hacensus giros sobre el sol esféricay éstos elípticamentepuesunos dan suvuelta redonday otros (los cometas) larga; y ésta es la causa porque teniendomás camino que andarnos tardamos nosotros más en verlos; así como máspronto verá usted al que haya de ir y venir de aquí a Méxicoque al que hayade ir y venir de aquí a Guatemala; [67] porque el primero tiene menos que andarque el segundo. Esas colas que se les adviertenno sonsegún los queentiendenotra cosa más que unos vapores que el sol les extrae e iluminaasícomo ilumina la ráfaga de átomos cuando entra por una ventana; y este mismosolconforme la disposición en que comunica su luz a este vaporhace queestas colas de los cometas nos presten un color blanco o rojopara cuyapersuasión no necesitamos atormentar el entendimientopues todos los díasadvertimos las nubes iluminadas con una luz blanca o roja según su posiciónrespecto al sol (28) <notas.htm>. Envirtud de estonada tenemos que esperar favorable del color blanco de las colasde los cometasni que temer adverso por su color rojo. Esto es lo más fundadoy probable por los físicos en esta materia; lo demás son vulgaridades que yatodo el mundo desprecia. Si usted quisiere imponerse a fondo de estas cosasleaal padre Almeidaal Brisony a otros autores traducidos al castellano quetratan de la materia pro famotioriesto escon extensión. La que yo hetenido para explicar este asuntoha sido demasiaday verdaderamente tienevisos de pedanteríapues estas materias son ajenas y tal vez ininteligibles alas personas que nos escuchanexceptuando al señor cura; pero la ignorancia yvanidad de usted me han comprometido a tocar una materia singular entresemejantes sujetosy que por lo mismo conozco habré quebrantado las leyes dela buena crianza; mas la prudencia de estos señores me dispensaráy usted meagradecerá o nomis buenas intencionesque se reducen a hacerle verno semeta jamás a hablar en cosas que no entiende.
Contemplen ustedes ¿cómo quedaría yo con semejante responsorio? Alinstante conocí que aquel padre decía muy bienpor más que yo sintiera suclaridadpues aunque he sido ignoranteno he sido tontoni he tenido cabezade lepeguaje; fácilmente [68] me he docilitado a la razón; porque en larealidadhay verdades tan demostradas y penetrantes que se nos meten por losojos a pesar de nuestro amor propio. ¡Infelices de aquellos cuyosentendimientos son tan obtusos que no les entran las verdades más evidentes! Ymás infelices aquellos cuya obstinación es tal que los hace cerrar los ojospara no ver la luz. ¡Qué pocas esperanzas dan unos y otros de prestarsedóciles a la razón en ningún tiempo! Quedeme confusocomo iba diciendoycreo que mi vergüenza se conocía por sobre de mi ropaporque no me atreví ahablar una palabrani tenía qué. Las señorasel cura y demás sujetos de lamesasólo se miraban y me miraban de hito en hitoy esto me corría más ymás.
Pero el mismo padre vicarioque era un hombre muy prudenteme quitó deaquella media naranja con el mejor disimulodiciendo: señoreshemos parladobastante; yo voy a rezar vísperasy es regular que las señoritas quieranreposar un poco para divertirnos esta tarde con los toritos.
Levantose luego de la mesa y todos hicieron lo mismo. Las señoras seretiraron a lo interior de la casay los hombresunos se tiraron sobre loscanapésotros cogieron un librootros se pusieron a divertir a juegos denaipesy otros por fintomaron sus escopetas y se fueron a pasar el rato a lahuerta.
Sólo yo me quedé de nonaunque muchos señores me brindaron con sucompañía; pero yo les di las graciasy me excusé con el pretexto de queestaba cansado del caminoy que acostumbraba dormir un rato de siesta.
Cuando vi que todos estaban o procurando dormiro divertidosme salí alcorredorme recosté en una bancay comencé a hacer las más seriasreflexiones entre mí acerca del chasco que me acababa de pasar.
Ciertamentedecía yociertamente que este padre me ha avergonzado; perodespués de todoyo he tenido la culpa en meterme a dar voto en lo que noentiendo. No hay dudayo soy un necioun bárbaro y un presumido. ¿Qué heleído yo de [69] planetasde astroscometaseclipsesni nada de cuanto elpadre me dijo? ¿Cuándo he visto ni por el forrolos autores que me nombróni he oído siquiera hablar de esto antes que ahora? ¿Pues quién diablos memetió en la cabeza ser explicador de cosa que no entiendoy luego explicadortan sandio y orgulloso? ¿En qué estaría yo pensando? Ya se vesoy bachilleren filosofíasoy físico. Reniego de mi física y de cuantos físicos hay enel mundo si todos son tan pelotas como yo. ¡Voto a mis pecados! ¿Qué diráeste padre? ¿Qué dirá el señor cura? ¿Y qué dirán todos? Pero ¿qué hande decirsino que soy un burro? Para más fue que yoel tuno de Juan Largoque no se atrevió a manifestar su ignorancia. No hay remediosaber callar esun principio de aprendery el silencio es una buena tapadera de la pocainstrucción; Juan Largono hablandodejó a todos en duda de si sabe o nosabe lo que son cometas; y yo con hablar tanto no conseguí sino manifestar minecedad y ponerme a una vergüenza pública. Pero ya sucedióya no hayremedio. Ahora para que no se pierda todoes preciso satisfacer al mismo padreque es quien entiende mi tontera mejor que los demásy suplicarle me dé unapunte de los autores físicos que yo pueda estudiar; porque ciertamente lafísica no puede menos que ser una cienciaa más de utilísimaentretenidayyo deseo saber algo de ella.
Con esta resolución me levanté de la banca y me fui a buscar al vicario queya había acabado de rezary redondamente le canté la palinodia. Padrecitoledije¿qué habrá usted dicho de la nueva explicación del cometa que me haoído? Vamosque usted no se esperaba tan repentino entremés sobre mesa; perola verdadyo soy un majadero y lo conozco. Como cuando aprendí en el colegiounos cuantos preliminares de física y algunas propiedades de los cuerpos engeneralme acostumbré a decir que era físicolo creí firmísimamenteypensé que no había ya más que saber en esa facultad. A esta preocupación se[70] siguió el ver que había quedado bien en mis actillosque me alabaron losconvidados y me dieron mis galas; y después de estono habrá ocho días queme he graduado de bachiller en filosofíay me dijeron que estaba yo aprobado paratodo; pensé que era yo filósofo de verdadque el tal título probaba misabiduríay que aquel pasaporte que me dieron para todome facultabapara disputar de todo cuanto hayaunque fuera con el mismo Salomón; pero ustedme ha dado ahora una lección de que deseo aprovecharme; porque me gusta lafísicay quisiera saber los libros donde pueda aprender algo de ella; pero quela enseñen con la claridad que usted.
Ésa es una buena señal de que usted tiene un talento no vulgarme dijo elpadreporque cuando un hombre conoce su errorlo confiesa y desea salir deélda las mejores esperanzaspues esto no es propio de entendimientosarrastrados que yerran y lo conocenpero su soberbia no les permiteconfesarlos; y así ellos mismos se privan de la luz de la enseñanzasemejantes al enfermo imprudente que por no descubrir su llaga al médicosepriva de la medicina y se empeora.
Pero ¿dónde aprendió usted ese montón de vulgaridades que nos contó delos cometas? Porque en el colegio seguramente no se las enseñaron. Ya se ve quenole respondí. Esa copia de lucidísima erudición que he vaciado se la deboa las viejas y cocineras de mi casa. No es usted el primerodijo el padrequemama con la primera leche semejantes absurdos. Verdaderamente que todas ésasson patrañas y cuentos de viejas. Usted lo que debe hacer es aplicarsequeaún es muchacho y puede aprovechar. Yo le daré el apuntito que me pide de losautores en que puede leer a gusto estas materiasy le daré también algunasleccioncitas mientras estemos aquí.
Le di las graciasquedando prendado de su bello carácter; iba a pedirle unfavor de muchachocuando nos llamaron para que nos fuéramos a divertir alcorral del herradero. [71]
Capítulo VII
Prosigue nuestro autor contando los sucesos que le pasaron enla hacienda
Sin embargo de que nos llamaronel padre vicario continuó diciéndome: porlo que toca a lo que usted me pide acerca de que le instruya de los mejoresautores físicosle digo que no es menester apuntitoporque son muy pocos losque he de aconsejar a usted que leay fácilmente los puede encomendar a lamemoria. Procure usted leer la Física experimental de los Abates Para yNolletlas Recreaciones filosóficas del padre don Teodoro de Almeidael Diccionario de físicay el Tratado de física de Brisson. Conesto que usted lea con cuidadotendrá bastante para hablar con acierto de estaciencia en donde se le ofrezcay si a este estudio quisiere añadir el de lahistoria natural como que es tan análogo al anteriorpodrá leer con utilidadel Espectáculo de la naturaleza por Pluchey con más gusto y fruto la Historianatural del célebre conde de Buffonllamado por antonomasia el Pliniode Francia.
Estos estudiosamiguitoson útilesamenos y divertidos; porque elentendimiento no encuentra en ellos lo abstracto de la teologíalaincertidumbre de la medicinalo intrincado de las leyesni lo escabroso de lasmatemáticas. Todo llenatodo deleitatodo embelesa y todo enseñaasí en lafísica como en la historia natural. Es estudio que no fatiga y ocupación queno cansa. La doctrina que ministra es dulcey el vaso en que se brinda es deoro.
Los que miran el Universo por la parte de afuerase sorprenden con suprimorosa perspectiva; pero no hacen más que sorprenderse como los niñoscuando ven la primera vez una cosa bonita que les divierte. El filósofocomove el Universo con otros ojospasa más allá de la simple sorpresa; conoceobservaescudriña y admira cuanto hay en la naturaleza. [72]
Si eleva su entendimiento a los cielosse pierde en la inmensidad de esosespacios llenos de la Majestad más soberana; si detiene su consideración en elsolmira una mole crecidísima de un fuego vivísimopenetrante einextinguibleal paso que benéfico e interesante a toda la naturaleza; siobserva la lunasabe que es un globo que tiene montesmaresvallesríoscomo el globo que pisa; y que es un espejo que refleja la brillante luz del solpara comunicárnosla con sus influencias; si atiende a los planetas como VenusMercurio y Martey la restante multitud de astrosya fijosya errantesnocontempla sino una prodigiosa infinidad de mundos ya luminososya iluminadosya solesya lunas que observan constantemente los movimientos y giros que lasabia Omnipotencia les prescribió desde el principio; si su consideracióndesciende a este planeta que habitamosadmira la economía de su hechura; mirael agua pendiente sobre la tierracontenida sólo con un débil polvillo dearena; los montes elevadoslas cascadas estrepitosaslas risueñas fuenteslos arroyos mansoslos caudalosos ríoslos árboleslas plantaslas floreslas frutaslas selvaslos valleslos colladoslas aveslas fieraslospecesel hombrey hasta los despreciables insectillos que se arrastran; ytodotodo le franquea teatro a su curiosidad e investigación. La atmósferalas nubeslas lluviasel rocíoel granizolos fuegos fatuoslas aurorasborealeslos truenoslos relámpagoslos rayosy cuantos meteoros tiene lanaturalezapresentan un vastísimo campo a su prolijo y estudioso examenydespués que admiracontemplaexaminadiscurrepondera y acicala suentendimiento sobre un caos tan prodigioso de entes heterogéneostanadmirables como incomprensiblesreflexiona que el conocimiento o ignorancia quetiene de estos mismos sereslo llevan como por la mano hasta la peana del tronodel Criador. Entonces el filósofo verdadero no puede menos que anonadarse ypostrarse ante el solio de la Deidad Supremaconfesar su poder[73] alabar suprovidenciareconocer en silencio lo sublime de su sabiduríay darleinfinitas gracias por el diluvio de beneficios que ha derramado sobre suscriaturassiendo entre las terrestres la más noblela más excelsala másprivilegiaday la más ingrata el hombre«bajo cuyos pies (nos dice la voz dela verdad) que sujetó todo lo criado»: Omnia subjecisti sub pedibus ejus;y lo mismo será llegar el filósofo a estos sublimes y necesariosconocimientosque comenzar a ser teólogo contemplativo; pues así como todoslos rayos de la rueda de un coche descansan sobre la maza que es su centroasílas criaturas reconocen su punto céntrico en el Criador; por manera que losimpíos ateístas que niegan la existencia de un Dios criador y conservador delUniversoproceden contra el testimonio común de las nacionespues las másbárbaras y salvajes han reconocido este soberano principio; porque los mismoscielos proclaman la gloria de Diosel firmamento anuncia sus obrasmaravillosasy las criaturas todas que se nos manifiestan a la vistason lasconductoras que nos llevan a adorar las maravillas que no vemos. Peroya se velos ateístas son unos brutos que parecen hombreso unos hombres quevoluntariamente quieren ser menos que los brutos. Ello es evidente... En estoviendo que nos tardábamossalieron a llamarnos otra vez las niñas y señoresde la haciendapara que fuéramos a ver las travesuras de los payos ycaporalesy tuvimos que suspendero por mejor decircortar enteramente unaconversación tan dulce para míporque en la realidad me entretenía más quetodos los herraderos.
Admiráronse de vernos tan unidos al padre y a mícreyendo que yoconservara algún resentimiento por el sonrojillo que me había hecho pasarsobre mesa; y aun entre chanzas nos descubrieron su pensamiento; pero yoenmedio de mis desbaratoshe debido a Dios dos prendas que no merezco. La una unentendimiento dócil a la razóny la otraun corazón noble y sensiblequeno me ha dejado prostituir fácilmente a mis pasiones. [74] Lo digo así porquecuando he cometido algunos excesosme ha costado dificultad sujetar elespíritu a la carne. Esto eshe cometido el mal conociéndolo y atropellandolos gritos de mi conciencia y con plena advertencia de la justicialo queacaece a todo hombre cuando se desliza al crimen. Por estas buenas cualidadesque digo he visto brillar en mi almajamás he sido rencoroso ni aun con misenemigos; mucho menos con quien he conocido que me ha aconsejado bien tal vezcon alguna asperezalo que no es comúnporque nuestro amor propio se resientede ordinario de la más cariñosa correcciónsiempre que tiene visos deregaño; y por eso los de la hacienda se admiraban de la amistosa armonía queobservaban entre mí y el padre.
Fuímonospor final circo de la diversiónque era un gran corralen elque estaban formados unos cómodos tabladitos. Sentámonos el padre vicario y yojuntosy entretuvimos la tarde mirando herrar los becerrosy ganado caballar ymular que había. Mas advertí que los espectadores no manifestaban tantacomplacencia cuando señalaban a los animales con el fuegocomo cuando setoreaban los becerrillos o se jineteaban los potrosy mucho más cuando untorete tiraba a un muchacho de aquélloso un muleto desprendía a otro desobre sí; porque entonces eran desmedidas las risadaspor más que el golpeadoinspirara la compasión con la aflicción que se pintaba en su semblante.
Yocomo hasta entonces no había presenciado semejante escenano podíamenos que conmoverme al ver a un pobre que se levantaba rengueando de entre laspatas de una mula o las astas de un novillo. En aquel momento sólo considerabael dolor que sentiría aquel infelizy esta genial compasión no me permitíareír cuando todos reventaban a caquinos. El juicioso vicarioque ¡ojaláhubiera sido mi mentor toda la vida!advirtió mi seriedad y silencioyleyéndome el corazón me dijo: ¿usted ha visto toros en México alguna vez?Noseñorle contesté[75] ahora es la primera ocasión que veo esta clasede diversionesque consisten en hacer daño a los pobres animalesy exponerselos hombres a recibir los golpes de la venganza de aquéllosla que juzgo semerecen bien por su maldita inclinación y barbarie. Así esamiguitome dijoel vicario; y se conoce que usted no ha visto cosas peores. ¿Qué dijera ustedsi viera las corridas de toros que se hacen en las capitalesespecialmente enlas fiestas que llaman Reales? Todo lo que usted ve en éstas son frutasy pan pintado; lo más que aquí sucede es que los toretes suelen dar susrevolcadillas a estos muchachosy los potros y mulas sus caídasen las queordinariamente quedan molidos y estropeados los jinetes; mas no heridos omuertos como sucede en aquellas fiestas públicas de las ciudades que dije;porque allícomo se torean toros escogidos por ferocesy están puntalesesmuy frecuente ver los intestinos de los caballos enredados en sus astashombresgravemente lastimados y algunos muertos. Padrele dije yo¿y así exponen losracionales sus vidas para sacrificarlas en las armas enojadas de una fiera? ¿Yasí concurren todos de tropel a divertirse con ver derramar la sangre de losbrutosy tal vez de sus semejantes? Así sucedeme contestó el vicarioysucederá siempre en los dominios de Españahasta que no se olvide estacostumbre tan repugnante a la naturalezacomo a la ilustración del siglo enque vivimos.
Conversamos largo rato sobre estocomo que es materia muy fértily cuandomi amigo el vicario hubo concluidole dije: padreestoy pensando que ese demontrede Januario o Juan Largomi condiscípuloluego que sepa los disparates que yodije del cometay la justa reprehensión de ustedme ha de burlar altamente yen la mesa delante de todosporque es muy pandorguistay tiene su gustoen pararle la bolacomo dicena cualquiera en la mejor concurrencia; y yociertamente no quisiera pasar otro bochorno como el de a medio díao ya queél sea tan mal amigo [76] y tan imprudenteque padeciera el mismo tártago queyohaciéndolo usted quedar mal con alguna preguntita de físicapues estoyseguro que entiende tanto de esto como de hacer un par de zapatos; y así leencargo a usted que me haga este favor y le saque los colores a la cara porfaceto.
Mire ustedme dijo el padrea mí me es fácil desempeñar a ustedperoésa es una venganza cuya vil pasión debe usted refrenar toda la vida; lavenganza denota una alma baja que no sabe ni es capaz de disimular el másmínimo agravio. El perdonar las injurias no sólo es señal característica deun buen cristianosino también de una alma noble y grande. Cualquiera porpobrepor débil y cobarde que seaes capaz de vengar una ofensa; para esto nose necesita religiónni talentoni prudenciani noblezacunaeducación ninada bueno; sobra con tener una alma vily dejar que la ira corra por donde sele antoje para suscribir fácilmente a los sanguinarios sentimientos queinspira. Pero para olvidar un agraviopara perdonar al que nos lo infiereypara remunerar la maldad con acciones benéficases menester no solamente saberel evangelioaunque esto debía ser suficientesino tener una alma heroicauncorazón sensibley esto no es común; tampoco lo es ver unos héroes comoTrajanode quien se cuenta que dando audiencia pública llegó al trono unzapatero fingiendo iba a pedir justicia; acercose al emperadory aprovechandoun descuidole dio una bofetada. Alborotose el puebloy los centinelasquerían matarlo en el acto; pero Trajano lo impidió para castigarlo por símismo. Ya asegurado el alevosole preguntó: ¿qué injuria te he hechoo quémotivo has tenido para insultarme? El zapaterotan necio como vanolecontestó: señorel pueblo bendice vuestro amable carácter; nada tengo quesentir de vos; mas he cometido este sacrílego delitosabiendo que he de morirsólo porque las generaciones futuras digan que un zapatero tuvo valor para daruna bofetada al emperador Trajano. Pues biendijo éstesi [77] ése ha sidoel motivotú no me has de exceder en valor. Yo también quiero que diga laposteridad quesi un zapatero se atrevió a dar una bofetada al emperadorTrajanoTrajano tuvo valor para perdonar al zapatero. Anda libre.
Esta acción no necesita ponderarse; ella sola se recomienday usted puedededucir de ella y de miles de iguales que hay en su líneaque para vengarse esmenester ser vil y cobardey para no vengarse es preciso ser noble y valiente;porque el saber vencerse a sí mismo y sujetar las pasioneses el más difícilvencimientoy por eso es la victoria más recomendabley la prueba másinequívoca de un corazón magnánimo y generoso.
Por todo estome parece que será bueno que usted olvide y desprecie lainjuria del señor Januario. Pues padrecitole dijesi más valor se necesitapara perdonar una injuria que para hacerlayo desde ahora protesto no vengarmeni de Juan Largoni de cuantos me agravien en esta vida. ¡Ohdon Pedritomecontestó el vicariocuán apreciable fuera esta clase de protestas en el mundosi todas se llevasen al cabo! Pero no hay que protestar en esta vida con tantaarroganciaporque somos muy débiles y frágilesy no podemos confiar ennuestra propia virtudni asegurarnos en nuestra sola palabra. A la hora de latempestad hacen los marineros mil promesaspero llegando al puerto se olvidancomo si no se hubieran hecho. Cuando la tierra tiembla no se oyen sinoplegariasactos de contrición y propósitos de enmienda; mas luego que seaquietael ebrio se dirige al vasoel lascivo a la damael tahúr a labarajael usurero a sus lucrosy todos a sus antiguos vicios. Una de las cosasque más perjudican al hombrees la confianza que tiene de sí mismo. Éstapone en ocasión de prostituirse a los jóvenesde extraviar a las almastimoratasde abandonarse a los que ministran la justiciay de ser delincuentesa los más sabios y santos. Salomón prevaricóy San Pedroque se tenía porel más valiente de los Apóstolesfue el primero y aun el único que negó asu divino [78] Maestro. Conque no hay que fiar mucho en nuestras fuerzasni quecharlar sobre nuestra palabraporque mientras no llega la ocasióntodos somosrocas; pero puestos en ella somos unas pajitas miserables que nos inclinamos alprimer vientecillo que nos impele.
Poco más duró nuestra conversacióncuando se acabó la tarde y con ellaaquella diversiónsiéndonos preciso trasladarnos a la sala de la hacienda.
Como en aquella época no se trataba sino de pasar el ratotodos fueronentreteniéndose con lo que más les gustabay así fueron tomando sus naipes ybandolonesy comenzaron a divertirse unos con otros. Yo entonces ni sabíajugar(o no tenía quéque es lo más cierto) ni tocary así me fui por unacabecera del estrado para oír cantar a las muchachaslas que me molieron lapaciencia a su gustoporque se acercaban hacia mí dos o tresy una decía:niñacuéntame un cuentopero que no sea el de Periquillo Sarniento. Otra medecía: señorusted ha estudiadodíganos ¿por qué hablan los pericos comola gente? Otra decía: ¡ayniñaqué comezón tengo en el brazo! ¿Sitendré sarna? Así me estuvieron chuleando estas madamas toda la noche hastaque fue hora de cenar.
Púsose la mesasentámonos todos y con todos mi amiguísimo Juan Largo quehasta entonces se había estado jugando malillao no sé qué.
Mientras duró la cena se trataron diversos asuntos. Yo en uno que otrometía mi cucharada; pero después de provocadoy siempre con las salvas de: segúnme parece; yo no tengo inteligencia; dicen; he oídoaseguraretc.; pero ya no hablé con arrogancia como al medio día; ya sevetal me tenía de acobardado el sermón que me espetó el vicario en misbigotes. ¡Ohcuánto aprovecha una lección a tiempo!
Se alzó la mesay mi buen amigo Juan Largodirigiendo a mí la palabracomenzó a desahogar su genio bufónlo mismo [79] que yo me había pensado.ConquePeriquillome dijo¿las cometas son una cosa a modo de trompetas?¡Vamosque tú has quedado lucido en el acto del medio día! Síya sé tusgracias; no sabía yo que tenía por condiscípulo un tan buen físico como túy a más de físicoastrónomo. Seguramente que con el tiempo serás el mejoralmanaquero del reino. A hombre que sabe tanto de cometas¿qué cosa se lepodrá ocultar de todos los astros habidos y por haber? Las mujerescomo casisiempre obran según lo que primero advierteny en esta rechifla no veían otracosa que una burletacomenzaron a reír y a verme más de lo que yo quería;pero el padre vicario que ya me amaba y conocía mi vergüenzaprocurólibertarme de aquel chascoy dijo a don Martín (que ya dije era dueño de lahacienda)¿conque pasado mañana tiene usted eclipse de sol? Sí señordijodon Martíny estoy tamañito. ¿Por qué?preguntó el vicario. ¿Cómo porqué? (dijo el amo); porque los eclises son el diablo. Ahora dos añosme acordaréque estaba ya viniéndose mi trigoy por el maldito eclísnació todo chupado y ruincísimoy no sólosino que toda la cría delganado que nació en aquellos días se maleó y se murió la mayor parte. Veausted si con razón les tengo tanto miedo a los eclises. Amigo donMartíndijo el vicarioyo creo que no es tan bravo el león como lo pintan;quiero decirque no son los pobres eclipses tan perversos como usted lossupone. ¿Cómo nopadre? dijo don Martín. Usted sabrá muchopero tengomucha esperenciay ya ve que la esperencia es madre de la cencia.No hay dudalos eclises son muy dañinos a las sementerasa losganadosa la salú y hasta las mujeres preñadas. Ora cinco años meacordaré que estaba en cinta mi mujery no lo ha de creer; pues hubo eclísy nació mi hijo Polinario tencuitas. ¿Pero por qué fue esa desgracia?preguntó el cura. ¿Cómo por quéseñor?dijo don Martínporque se locomió el eclís. No se engañe usteddijo el vicario; el eclipse es muyhombre de biena nadie se come ni perjudicay si [80] noque lo diga donJanuario. ¿Qué dice usted señor bachiller? No hay remediocontestó lleno desatisfacciónporque le habían tomado su parecer; nono hay remediodecía;el eclipse no puede comer la carne de las criaturas encerradas en el vientre desus madrespero sí puede dañarlas por su maligna influenciay hacer quenazcan tencuas o corcovadasy mucho mejor puede con la misma malignidadmatar las crías y chuparse el trigosegún ha dicho mi tíoatestiguando conla experienciay ya ve ustedpadre míoque quod ab experientia patet nonindiget probatione. Esto esno necesita de prueba lo que ya ha manifestadola experiencia.
No me admirodijo el padreque su tío de usted piense de esa maneraporque no tiene motivo para otra cosa; pero me hace mucha fuerza oír producirsede igual modo a un señor colegial. Según esodígame usted¿qué son loseclipses? Yo creodijo Januarioque son aquéllos choques que tiene el sol ylunaen los que uno u otro salen perdiendo siempre conforme es la fuerza delque vence; si vence el solel eclipse es de la lunay si vence éstaseeclipsa el sol. Hasta aquí no tiene dudaporque mirando el eclipse en unabandeja de aguamaterialmente se ve cómo pelea el sol con la luna; y seadvierte lo que uno u otro se comen en la lucha; y si tienen virtud estos doscuerpos para hacerse tanto daño siendo solidísimos¿cómo no podrán dañara las tiernas semillas y a las débiles criaturas del mundo? Eso es lo que yodigorepuso el bueno de don Martínvea usted padre si digo bien o mal. No hayqué hacermi sobrino es muy sabido; ansí mesmo según y comoél explica el eclíslo explicaba su padre mi difunto hermanoque erahombre de muchas letrasy allá en la Huastecanuestra tierradecían todosque era un pozo de cencia. ¡Ahmi hermano!si él viviera ¡qué gustotuviera de ver a su hijo Januarito tan adelantado! No muchoaunque me perdonedijo el vicarioporque el señor no entiende de cuanto ha dicho; antes es unblasfemo filosófico. ¿Qué [81] pleitosqué choquesinfluencias fatales nimalditas quiere usted que produzcan los eclipses? Sepa ustedseñor donMartínque el mayor eclipse no le puede hacer a ustedni a sus siembrasniganadomás daño que quitarles una poca de luz por un rato. No hay tal pleitodel sol y la lunani tales faramallas. ¿Se pudiera usted pelear de manos desdeaquí con uno que estuviera en México? Ya se ve que nodijo don Martín. Pueslo propio sucede al sol respecto de la lunaprosiguió el vicarioporque distaun astro de otro muchísimas leguas. Pues en resumidas cuentaspreguntó donMartín¿qué es eclís? No es otra cosarespondió el padre vicarioque la interposición de la luna entre nuestra vista y el soly entonces sellama eclipse de solo la interposición de la tierra entre la luna y el solyentonces se dice eclipse de luna.
¿Ya ve usted todo eso?dijo el payopues no lo entiendo. Pues yo haré quelo perciba usted clarísimamentedijo el padre; sepa usted que siempre que uncuerpo opaco se opone entre nuestra vista y un cuerpo luminosoel opaco nosembaraza ver aquella porción de luz que cubre con su disco. Agora lo entiendomenosdecía don Martín. Pues me ha de entender ustedreplicó el padre. Siusted pone su mano enfrente de sus ojos y la luz de la velaclaro es que noverá la llama. Eso sí entiendo. Pues ya entendió usted el eclipse. ¿Esposiblepadredecía don Martín muy admiradoes posible que tan poco tienenque entender los eclises? Síamigo míodecía el vicario. Lo quesucede es que como su mano de usted es mayor que la llama de la velasiempreque la ponga frente de ellala tapará toda y hará un eclipse total; pero sila pone frente de una luminaria de leñaseguramente no la tapará toda sino unpedazoporque la luminaria es más grande que la mano de ustedy entoncespuede usted decir que hizo un eclipse parcialesto esque tapó una parte dela llama de la luminaria. ¿Lo entiende usted? Y muy bienrespondió el payo.Pero ¿qué tan fácilmente ansí se entienden los [82] eclisesdel sol y de la luna? Sí señordijo el padre. Ya dije a usted que el solestá muchas leguas distante de la lunaes mucho mayor que ellalo mismo quela luminaria es mucho más grande que su mano de ustedy así cuando la lunapasa por entre el sol y nuestros ojostapa un pedazo de ésteque es lo que novemosy lo que al señor Januarioa usted y a otros les parece comidono esotra cosa que la mano que pasa frente de la luminaria. ¿Lo entiende usted?Completamentedijo don Martíny según eso nunca habrá eclisestotales de solporque es la luna mucho más chicay no lo puede tapar todo.Así debía serdijo el vicariosi siempre la luna pasara a una mismadistanciarespecto del sol y nuestra vista; pero como algunas veces pasaquedando muy cerca de nosotros (29) <notas.htm>nos lo cubre totalmenteasí como siempre que usted se ponga la mano junto delos ojos no verá nada de la luminariasin embargo de que su mano de usted esmucho más chica que la luminaria; y ahora sí creo que me ha entendido usted.¿Y los de la luna cómo son?preguntó el payo. Del mismo mododijo el padre;así como la luna tapa u obscurece un pedazo del sol(30) <notas.htm> cuando se pone entre él y nosotrosasí latierra tapa u obscurece un pedazo de luna o todacuando se pone entre ella y elsol.
Ansí debe serdijo don Martíny ora reflejo que he vistoalgunos eclises del sol y luna totalescomo usted les llamao que se hatapado todade modo que hemos estado oscuras totalísimamente. Sobre queno le hace que la luminaria sea más grande que la mano. ¿Y es posible que noson otra cosa los eclises? Sí señordijo el padreno son otra cosayteniendo el año trescientos sesenta y cinco o sesenta y seis díassi esbisiestotenemos [83] nosotros otros tantos eclipses del soly totalesque esmás gracia. ¡Cómo Padre!decía don Martín. Ya se ve que sídijo elvicario; ¿ve usted de noche el sol? No señorni una pizcarespondió donMartín. Pues ahí tiene usted que se le eclipsa el sol todo enteroy para queusted no me veatanto tiene que yo me meta a la recámaracomo que ustedcierre los ojos. Es verdaddecía don Martín; pero según que usted me hadichoy según lo que agora me dicecreo que el mundo es mucho másgrandísimo que el solque no puede menossobre que lo estamos mirando. Puessí puede menosamigodijo el vicario; y en efectoes tan pequeño respectoal solcomo lo es una avellana respecto a un coco. Pues entoncesreplicó donMartínsalimos con lo que usted me dijopues aunque mi mano sea más chicaque la luminariame la puede tapar toda en estando muy cerca de mis ojos. Asíesdijo el vicariopuede o no puede taparla todasegún la distancia en queusted la pusiere respecto a sus ojos. Si la pone lejos de ellosno tapará todala luminariaalgo verá usted de ella; pero si se la pone en las naricesnoverá nada. Ya se ve que así ha de serdecía don Martíny no solamente noveré la luminariapero ni la puerta de la hacienda que es más grandeni cosaalgunay eso será porque casi me tapo los ojos con la mano poniéndola tancerca. Pues vea usted la razóndijo el padreporque se suelen ver algunoseclipses totales de sol causados por la lunaporque éstaaunque mucho máspequeña que élsi se pasa muy cerca de nosotroscomo en realidad pasaalgunas veceshace el efecto de la mano frente de la luminariay lo mismo hacela tierrasin embargo de su pequeñezeclipsándonos el sol todas las nochespor estar pegada a nosotros (31) <notas.htm>.
Perfectamente entendí todo el asunto de los eclipsespadre [84]vicariodijo don Martíny creo que cualquiera lo entenderápor negado quesea. ¿Lo entiendeshija? ¿Lo han entendidomuchachas? Todas a una vozrespondieron que síy que muy bienque ya sabían que podían hacer eclipsesde solde lunao de luminariascada vez que se les antojara; pero el buen donMartín volvió a preguntar: dígame ustedpadreya que los eclises noson más que eso¿por qué son tan dañinos que nos pierden las siembraslosganadosy hasta nos enferman y sacan imperfectos los muchachos? Ésa es lavulgaridadrespondió el vicario. Los eclipses en nada se metennitienen la culpa de esas desgracias. Las siembras se pierdeno porque les hafaltado cultivo a su tiempoo han escaseado las aguaso la semilla estabadañadao era ruino la tierra carece de jugoso está cansadaetc. Losganados malpareno las crías nacen enfermasya porque se lastiman lashembraso padecen alguna enfermedad particular que no conocemoso han comidoalguna yerba que las perjudicaetc.; últimamentenosotros nos enfermamos opor el excesivo trabajoo por algún desorden en la comida o bebidao porexponernos al aire sin recato estando el cuerpo muy calienteo por otros milachaques que no faltan; y las criaturas nacen tencuasraquíticasdefectuosas o muertaspor la imprudencia de sus madres en comer cosas nocivaspor travesearcorretearalzar cosas pesadastrabajar muchotener cólerasvehementeso recibir golpes en el vientre. Conque vea usted como no tienen lospobres eclipses la culpa de nada de esto. Biendijo don Martín; pero ¿cómosuceden estas desgracias puntualmente cuando hay eclís? La desgracia delos eclipsesdijo el vicarioconsiste en que suceda algo de esto en su tiempoporque los pobres que no entienden de nadaluego echan la culpa a los eclipsesde cuantas averías hay en el mundo. Así como cuando uno se enfermalo primeroque hace es buscar achaque a su enfermedady tal vez cree que se la ocasionólo más inocente. Conque amigono hay que ser [85] vulgaresni que quitar elcrédito a los pobres eclipsesque es pecado de restitución.
Celebraron todos al padre vicarioy le pegaron un buen tabardillo al amigoJuan Largode modo que se levantó de allí chillándole las orejas. A pocorato nos fuimos a acostar.
Capítulo VIII En el que escribe Periquillo algunas aventuras que le pasaronen la hacienda y la vuelta a su casa
A otro día nos levantamos muy contentos; el señor cura hizo poner su cochey el padre vicario mandó ensillar su caballo para irse a sus respectivosdestinos. El padre vicario se despidió de mi con mucho cariñoy yo lecorrespondí con el mismoporque era un hombre amablebenéficoy no soberbioni necio.
Fuéronsepor finy yo quedé sin tan útil compañía. El hermano JuanLargotan tonto y sinvergüenza como siempre (porque es propiedad del necio nodársele nada de cosa alguna de esta vida)a la hora del almuerzo me comenzó aburlar con la cometa; pero yo le rebatí defendiéndome con los disparates queél había hablado acerca del eclipsecon cuya diligencia lo dejé corridoyél debía de haber advertido que es una majadería ponerse a apedrear el tejadodel vecino el que tiene el suyo de vidrio.
Fuérase porque yo era nuevo en la casao porque tenía un genio másprudente y joviallas señoraslas muchachas y todos me querían más que aJuan Largoque era naturalmente tosco y engreído. Con estocuando yo decíaalguna facetadala celebraban infinitoy de esto mondaba mi rival Januarioytrataba de vengarse siempre que hallaba ocasiónsin poder yo librarme de susmaldadesporque las tramaba con la capa de la amistad. [86] ¡Abominablecarácter de almas vilesque fabrican la traición a la sombra de la mismavirtud!
Como yo por una parte lo amabay él por otra tenía un genio intrigantemedisimulaba sus malas intencionesy yo me entregaba sin recelo a susdictámenes.
Todas las tardes salíamos a pasear a caballo. Ya se deja entender qué buenjinete sería yoque no había montado sino los caballos de alquiler barato deMéxicoanimales flacostrabajadosy de una zoncería y mansedumbreimponderable. No eran así los de la haciendaporque casi todos estaban lozanosy eran briososmotivo bastante para que yo les tuviera harto miedo; por esto meensillaban los de la señora y de la niña su hijay todas las tardescomodijesalíamos a pasear Januarioyo y dos hijos del administrador que eran muybuenas maulas.
De todos los cuatro yo era el menos jineteo como dicenel más colegialcon estome hacían mil travesuras en el campocomo colearme los caballosmaneármelosespantármelosy cuanto podían para quea pesar de ser mansosse alborotasen y me echaran al suelocomo lo hacían sin mucha dificultad acada instante; de suerte que aunque los golpes que yo llevaba eran ligeros y depoco riesgo por ser en las yerbaso en la arenasin embargofueron tantos queno sé cómo no bastaron a acobardarme. Bien que mis buenos amigosdespués quereían a mi costa cuanto queríanme consolaban contándome las caídas quehabían llevado para aprendery añadían: «no te apureshombreesto no esnada; pero aunque en cada caída te quebraras una piernao se te sumiera unacostillalo debías tener a mucha dichacuando vieras lo que aprovechan estaslecciones de los caballos para tenerse bien en ellos; porqueamigono hayremediolos golpes hacen jinete; y tú mismo advertirás que ya no estás tanlerdo como antes; noya te tienes más y te sientas mejory si duras otro pocoen la haciendanos has de dar a todos ancas vueltas.»
[87]
¿Quién creerá que estas frívolas lisonjas eran las bilmas medicinales queaquellos tunantes aplicaban a mis golpes y magullones? ¿Y quién creerá que yome daba por muy bien servido con ellasy se me olvidaba la jácara que mehacían al caery los pujidos que me costaba levantarme algunas veces? ¿Masquién lo ha de creersino aquel que sepa que la adulación se hace tanto lugaren el corazón humanoque nos agrada aun cuando viene dirigida por nuestrospropios enemigos?
El picarón de Januario no se saciaba de hacerme mal por cuantos mediospodíay siempre fingiéndome una amistad sincera. Una tarde de un día domingoen que se toreaban unos becerrosme metió en la cabeza que entrara yo a torearcon él al corral; que eran los becerros chicosque estaban despuntadosqueél me enseñaríaque era una cosa muy divertidaque los hombres debíansaber de todoespecialmente de cosas de campoque el tener miedo se quedabapara las mujeresy qué sé yo que otros desatinoscon los que echó portierra todo aquel escándalo que yo manifesté al vicario la vez primera que vila tal zambra de hombres y brutos. Se me disipó el horror que me inspiraron alprincipio estos juegosfalté a mi antigua circunspección en este puntoyatropellando con todome entré al corral a pieporque me juzgué más seguro.
A los principios llamaba al becerro a distancia de diez o doce varasconcuya ventaja me escapaba fácilmente de su enojo subiéndome a las trancas delcorral; mas como en esta vida no hay cosa a que no se le pierda el miedo con larepetición de actospoco a poco se lo fui perdiendo a los becerrosviendo queme libraba de ellos sin dificultady ayudado con los estímulos de mis buenosamigos y camaradasque a cada momento me gritaban«arrímesecolegial;arrímate hombreno seas collón; anda Coquita (32)<notas.htm>»y otras incitaciones de esta claseme fuiacercando [88] más y más a sus testas respetableshasta que en una de ésasse me puso por detrás de puntillas el señor Juan Largoy cuando yo quisehuirno pudeporque él me embarazó la carrera haciendo que tropezabaconmigocon cuyo auxilio tan a tiempo me alcanzó el becerroy levantándomeen el aire con su mollerame hizo caer en tierra como un zapote mal de migradoy a la distancia de cuatro a cinco varas. Yo quedé todo desguarnido delsusto y del porrazo; pero con todo estocomo el miedo es ligerísimoy yotemía la repetición del lancepues el becerro aún esperaba concluir sutriunfome levanté al momento sin advertir que al golpe se me habíanreventado los botones y las cintas de los calzonesy así habiéndoseme bajadoa los talones quedé engrilladosin poder dar un paso y en la más vergonzosafigura; pero el maldito novilloaprovechando mi ineptitud para correrrepitiósobre mí un segundo golpemas con tal furia que a mí me pareció que mehabían quebrado las costillas con una de las torres de Catedraly que habíavolado más allá de la órbita de la luna; pero al dar en el suelo tan furiosocostalazo como el que dino volví a saber de cosa alguna de esta vida.
Quedé privado; subiéronme cubierto con unas mangasy se acabó ladiversión con el sustocreyendo todas las señoras que me había dado algúngolpe mortal en el cerebro.
Quiso Dios que no pasó de una ligera suspensión del uso de los sentidospues con los auxilios de la lana prieta (33)<notas.htm>el álcaliligaduras y otras cosasvolví en míal cabo de media horasin más novedad que un dolorcillo en el hueso cóccixque no dejaba de molestarme más de lo que yo quería.
Pero cuando estuve en mi entero acuerdo y me vi rodeado de todos los señoresque estaban en la haciendatendido en una [89] camamuy abrigadoy llenostodos de sobresaltopreguntándome unos: ¿cómo se siente usted?; otros¿qué tiene usted?; y todos¿qué le duele? Y en medio de esta concurrenciaadvertí mis calzones sueltospor haberse reventado la pretinay me acordé delas faldas de mi camisa y del lance que me acababa de pasarme llené devergüenza (pasión que no me ha faltado del todo)y hubiera querido habercaído honestamente como César cuando lo asesinó Bruto.
Les di gracias por su cuidadocontestándoles que no me había hecho mayormal; mas con todo esola señora de la hacienda me hizo tomar un vaso devinagre aguadoy a poco rato una porción de calahualacon lo que a otro díaestaba enteramente restablecido.
Mi buen amigo Januarioen aquel primer rato de mi maly cuando todosestaban temiendo no fuera cosa gravese manifestó bien apesadumbrado con todaaquella hipocresía que sabía usar; mas al siguiente día que me vio fuera deriesgome cogió a cargo y comenzó a desahogar todas sus bufonadashaciéndome poner colorado a cada momento delante de las muchachas con elvergonzoso recuerdo de mi pasada aventurainsistiendo en mi desnudezen laposición de mi camisa y en el indecente modo de mi caída.
Como él con sus truhanadas excitaba la risa de las niñasy yo no podíanegarlome avergonzaba terriblementey no hallaba más recurso que suplicarleno me sonrojara en aquellos términospero mi súplica sólo servía deespuelas a su maldita verbosidady esto me añadía más vergüenza y másenojo.
Para serenarme me decía: no seas tontohermanosi esto es chanza. Estatarde nos iremos a pasear a Cuamatlaverás qué hacienda tan bonita. ¿Quécaballo quieres que te ensillen? ¿El almendrillo o el grullo de tía? Yo lecontesté la primera vez que me lo dijo: amigoyo te agradezco tu cariñoperoexcúsate de que me ensillen ningún caballoporque yo no pienso volver [90] amontar en mi vida grullos ni grullasni pararme delante de una vacacuantomenos delante de los toros o becerros. Andahombredecía élno seas tancobarde; no es jinete el que no caey el buen toreador muere en las astas deltoro. Pues muere túnorabuenale respondía yoy cae cuantas vecesquisieresque yo no he reñido con mi vida. ¿Qué necesidad tengo de volver ami casa con una costilla menos o una pierna rota? NoJuan Largoyo no henacido para caporal ni vaquero. En dos palabras: yo no volví a montar a caballoen su compañíani a ver torear siquieray desde aquel día comencé adesconfiar un poco de mi amigo. ¡Feliz quien escarmienta en los primerospeligros!pero más «feliz el que escarmienta en los peligros ajenos»comodijo un antiguo: Felix quem faciunt aliena pericula cautum. Esto se llamasaber sacar fruto de las mismas adversidades.
A los tres días de este suceso se acabaron las diversionesy cada huéspedse fue para su casa. El malvado Januario había advertido que yo veía concariño a su prima y que ella no se incomodaba por estoy trató de pegarmeotro chasco que estuvo peor que el del becerro.
Un día que no estaba en casa don Martín porque se había ido a otrahacienda inmediatame dijo Januario: yo he notado que te gusta Poncianay queella te quiere a ti. Vamosdime la verdadya sabes que soy tu amigo y quejamás me has reservado secreto. Ella es bonitatú tienes buen gustoy yo telo preguntoporque sé que puedo servir a tus deseos. La muchacha es mi prima yno me puedo yo casar con ella; y así me alegrara que disfrutara de su amor unamigo a quien yo quisiera tanto como a ti. ¿Quién había de pensar que éstaera la red que me tendía este maldito para burlarse de mí a costa de mi honor?Pues así fueporque yo tan fácil como siemprelo creíy le dije: que tuprima es de méritoes evidente; que yo la quierono te lo puedo negar; perotampoco [91] puedo saber si ella me quiere o nopues no tengo por dóndesaberlo. ¿Cómo no?dijo Januario¿pues que nunca le has dicho tusentimiento? Jamás la he hablado de esole respondí. Y ¿por qué?instóél. ¡Cómo por qué!le dije yoporque le tengo vergüenza; dirá que soy unatrevidolo avisará a su madreo me echará noramala. A más de eso tu tíaes muy celosajamás nos da lugar de hablarni la deja sola un momento;¿conque cómo quieres que yo tenga lugar para tratar con esa niña unasconversaciones de esta clase? Riose Januario grandementeburlose de mi temor yrecatoy me dijo: eres un pazguato; no te juzgaba yo tan zonzo y para nada;¡miren qué dificultades tan grandes tienes que vencer! Quita allácollón.Todas las mujeres se pagan de que las quierany aunque no correspondanagradecen el que se los digan. Ahora¿no has oído decir que al que no hablanadie le oye? Pues hablasalvajey verás como alcanzas. Si temes a la viejade mi tíayo te haré juegoyo te proporcionaré que le hables a solasespacio y a tu satisfacción. ¿Qué dices? ¿Quieres? Hablaverás que yo solosoy tu verdadero amigo.
Con semejantes consejosviendo que la ocasión me brindaba con lo mismo queyo apetecíano tardé mucho en admitir su obsequiosa ofertay le di másagradecimientos que si me hubiera hecho un verdadero favor.
El bribón se apartó de mí por un corto ratoal cabo del cual volvió muycontento y me dijo: todo está hecho. He dado un vomitorio a Poncianitay me hadesembuchado todo; ha cantado redondamentey me ha confesado que te quierebien. Yo le dije que tú mueres por ella y que deseas hablarla a solas. Ellaquisiera lo mismopero me puso el embarazo de su madre que la trae todo el díacomo un llavero. La dificultad al parecer es grande; mas yo he discurrido elarbitrio mejor para que ustedes logren sus deseos sin zozobray es éste: eltío no ha de venir hasta mañana; ya tú sabes la recámara donde ella duerme[92] con su madrey sabes que su cama está a la derecha luego que se entra; yasí esta misma noche puedes entre las once y doce ir a hablarla todo cuantoquierasen la inteligencia de que la vieja a esa hora está en lo más pesadode su sueño. Poncianita está corrientesólo me encargó que entraras concuidado y sin hacer ruidoy que si no está despiertale toques la almohadaque ella tiene un sueño muy ligero. Conque mire ustedseñor Periquilloyqué pronto se han vencido todas las dificultades que te acobardan; y así nohay que ser zonzologra la ocasión antes que se paseya yo hice por ti cuantohe podido.
Repetí las gracias a mi grande amigo por sus buenos oficiosy me quedéhaciendo mi composición de lugarpensando qué le diría yo a esa niña (puesa la verdad mi malicia no se extendía a más que a hablar) y deseando quecorrieran las horas para hacer mi visita de lechuza.
Entre tanto el traidor Juan Largoque ni palabra había hablado a su primaacerca de mis amorcillosfue a ver a su tía y le dijo que tuviera cuidado consu hijaporque yo era un completo zaragate; que él ya había notado que yo lehacía mil señas en la mesay que ella me las correspondía; que algunasnoches me había buscado en mi camay no estaba yo en ella; y así que mudara aPoncianita a otra recámara con una criaday que ella se acostara en la mismacama que su prima aquella nochey estuviera con cuidado a ver si él seengañaba. Todo le pareció muy bien a la señoralo creyó como si lo vieraagradeció a Januario el celo que manifestaba por el honor de su casaprometiótomar el consejo que le acababa de dary sin más averiguaciónse encerró enun cuarto con la inocente muchacha y le dio una vuelta del demoniosegún mecontó a los dos meses una criada suya que se fue a acomodar a mi casay oyóel chisme del pícaro primoy advirtió el injusto castigo de Ponciana. [93]
Dos lecciones os da este sucesohijos míosde que os deberéis aprovecharen el discurso de vuestra vida. La primera es para no ser fáciles en descubrirvuestros secretos a cualquiera que se os venda por amigo; lo uno porque puede noserlosino un traidorcomo Januarioque trate de valerse de vuestrasimplicidad para perderos; y lo otroporque aun cuando sea un amigoquizállegará el caso de no serloy entoncessi es un vil como muchosdescubrirávuestros defectos que le hayáis comunicado en secretopara vengarse. En todocasomejor es no manifestar el secreto que aventurarlo: si quieres que tusecreto esté oculto decía Sénecano lo digas a nadie; pues si túmismo no lo callas¿cómo quieres que los demás lo tengan en silencio?
La otra lección que os proporciona este pasaje es que no os llevéis de lasprimeras ideas que os inspire cualquiera. El creer lo primero que nos cuentansin examinar su posibilidadni si es verazo noel mensajero que nos trae lanoticiaarguye una ligereza imperdonableque debe graduarse de necedadynecedad que puede ser y ha sido muchas veces causa de unos daños irreparables.Por un chisme del perverso Amán iban a perecer todos los judíos en poder delengañado Asuero; y por otro chisme y calumnia del maldito Juan Largosufrióla niña su prima un castigo y un descrédito injusto.
En el discurso de aquel día la señora me mostró bastante ceño o mal modo;pero como muchachono presumí que yo era la causa de élatribuyéndolo aalguna enfermedad o indisposición con la familia sirviente. Sí extrañé quela niña no asistió a la mesa; pero no pasó de echarla menos.
Llegó la noche; cenamosme acostéy me quedé dormido sin acordarme de laconsabida cita; cuando a las horas prevenidasel perro de Januarioque sedesvelaba por mi dañoviendo que yo roncaba alegrementese levantó y fue adespertarme diciéndome: flojocondenado¿qué haces? Andaque son las [94]oncey te estará esperando Poncianita. Era mi sueño mayor que mi maliciayasí más de fuerza que de gana me levanté en paños menores; descalzo ytemblando de frío y de miedo me fui para la recámara de mi amadaignorante dela trama que me tenía urdida mi grande y generoso amigo. Entré muy quedito; meacerqué a la camadonde yo pensaba que dormía la inocente niña; toqué laalmohaday cuando menos lo penséme plantó la vieja madre tan furiosozapatazo en la caraque me hizo ver el sol a media noche. El susto de no saberquién me había dadome decía que callara; pero el dolor del golpe me hizodar un grito más recio que el mismo zapatazo. Entonces la buena vieja meafianzó de la camisay sentándome junto a sí me dijo: cállese ustedmocosoatrevido¿qué venía a buscar aquí? Ya sé sus gracias. ¿Así se honra asus padres? ¿Así se pagan los favores que le hemos hecho? ¿Éste es el modode portarse un niño bien nacido y bien criado?¿Qué deja usted para los payosordinarios y sin educación? Pícaroindecenteosadoque se atreve aarrojarse a la cama de una niña doncellahija de unos señores que lo hanfavorecido. Agradezca quepor respeto de sus buenos padresno hago que lomajen a palos mis criados; pero mañana vendrá mi maridoy en el día haréque se lleve a usted a Méxicoque yo no quiero pícaros en mi casa.
Yo lleno de temor y confusión me le hinquélloré y supliqué tanto que nole avisara a don Martínque al fin me lo prometió. Fuime a mi camayobservé que reía bastante el indigno Januario debajo de la sábana; pero no medi por entendido.
Al día siguiente vino don Martíny la señorapretextando no sé quédiligencia precisa en la capitalhizo poner el cochey sin volver a ver a lapobre muchachame condujeron a la casa de mis padressin darse la señora porentendida con su marido según me lo prometió.
[95]
Capítulo IX Llega Periquillo a su casa y tiene una larga conversación consu padre sobre materias curiosas e interesantes
Llegamos a mi casa donde fui muy bien recibido de mis padresespecialmentede mi madreque no se hartaba de abrazarmecomo si acabara de llegar deluengas tierras y de alguna expedición muy arriesgada. El señor don Martínestuvo en casa dos o tres días mientras concluyó su negocioal cabo de loscuales se retiró a su haciendadejándome muy contento porque se habíaquedado en silencio mi desorden.
El señor mi padre un día me llamó a solas y me dijo: «Pedroya hasentrado en la juventud sin saber en dónde dejaste la niñezy mañana tehallarás en la virilidad o en la edad consistente sin saber cómo se te acabóla juventud. Esto quiere decir que hoy eres muchacho y mañana serás un hombre;tienes en tu padre quien te dirijaquien te aconseje y cuide de tusubsistencia; pero mañanamuerto yotú habrás de dirigirte y mantenerte acosta de tu sudor o tus arbitriosso pena de perecersi no lo haces así;porque ya ves que yo soy un pobre y no tengo más herencia que dejarte que labuena educación que te he dadoaunque tú no la has aprovechado como yoquisiera.
En virtud de estopensemos hoy lo que ha de ser mañana. Ya has estudiadogramática y filosofíaestás en disposición de continuar la carrera de lasletrasya sea estudiando teologíao cánonesya leyes o medicina. Las dosprimeras facultades dan honor y aseguran la subsistencia a los que se dedican aellas con talento y aplicaciónmas es como preciso que sean eclesiásticospara que logren el fruto de su trabajo y sean útiles en su carrera; pues unsecularpor buen teólogo o canonista [96] que seani podrá orar en unpúlpitoni resolver un caso de conciencia en un confesonario; y así es queestas facultades son estériles para los secularesy sólo se pueden estudiarpor ilustrarseen caso de no necesitar los libros para comer.
La medicina y la abogacía son facultades útiles para los seculares. Todasson buenas en sí y provechosascomo el que las profese sea bueno en ellasesto escomo salga aprovechado en su estudio; y así sería una necedad muytorpe que el teólogo adocenadoel médico ignoranteel leguleyoo rábulaacusaran a estas ciencias del poco crédito que ellos tieneno les echaran laculpa de que nadie los ocupeporque nadie los juzga útilesni quieren fiar sualmasu salud ni sus haberes en unas manos trémulas o insuficientes.
Esto es decirtehijo míoque tienes cuatro caminos que te ofrecen laentrada a las ciencias más oportunas para subsistir en nuestra patria; puesaunque hay otrasno te las aconsejoporque son estériles en este reinoycuando te sirvan de ilustraciónquizá no te aprovecharán como arbitrio.Tales son la físicala astronomíala químicala botánicaetc.que sonparte de la primera ciencia que te dije.
Tampoco te persuado que te dediques a otros estudios que se llaman bellasletrasporque son más deleitables al entendimiento que útiles a la bolsa.Supongamos que eres un gran retórico y más elocuente que Demóstenes: ¿dequé te servirá si no puedes lucir tu oratoria en una cátedra o en unosestrados?que es como decirtesi no eres sacerdote o abogado. Supón tambiénque te dedicas al estudio de las lenguasya vivasya muertasy que sabes conprimor el idioma griegoel hebreoel francésel inglésel italiano yotrosesto solo no te proporcionará subsistir.
Pero con más eficacia te apartara yo de la poesíasi la quisierasemprender como arbitrio; porque el trato con las musas es tan encantador comoinfructuoso. Comúnmente cuando [97] alguno está muy pobre dice que estáhaciendo versos. Parece que estas voces poeta y pobre sonsinónimaso que el tener la habilidad de poetizar es un anatema para perecer.Algunos familiares del Pindo han logrado labrar su fortuna por su numenperohan sido pocos en realidad. Virgilio fue uno de ellosque fue protegido deAugusto; pero no se hallan fácilmente Augustos ni Mecenas que patrocinenVirgilios; antes muchos otros que han tenido las dos circunstancias que Horaciorequiere para la poesíaque son numen y artehan pedido limosnacuando se han atenido a esta habilidady otros más prudentes se han apartadode ellamirándola como un comercio pernicioso a su mejor colocación; tal fuedon Esteban Manuel Villegascuyas Eróticas tenemos. Por esto teaconsejo en esta parte con las mismas palabras de Bocángel.
Si hicieres versoshaz pocos | |||
por más que te asista el genio | |||
que aunque te lo aplauda el gusto | |||
ha de reñirlo el talento. |
Que es como decirte: aunque tengas gusto de hacer versosaunque éstos seanbuenos y te los celebrenhaz pocosno te embeleses ni te distraigas en esteejerciciode suerte que no hagas otra cosa; porque entoncessi no eres ricoha de reñirlo el talentopues la bolsa lo ha de sentiry la moneda andaráreñida contigo como con casi todos los poetas. El padre del gran Ovidio ledecía que no se dedicara a las Musasponiéndole por causal la pobreza que sepodía esperar de ellaspues le acordaba que Homero siendo tan celebrado poetamurió pobre. Nullas reliquit opes.
No es esto decirte que son inútiles la poesía y las demás ciencias que tehe dicho; antes muchas de ellas son no sólo útilessino necesarias a ciertosprofesores. Por ejemplola dialéctica[98] la retórica y la historiaeclesiásticason necesariasísimas al teólogo; la químicabotánica y todala física es también precisa para el médico; la lógicala oratoria y laerudición en la historia profanason también no sólo adornossino báculosforzosos para el que quiera ser buen abogado. Últimamenteel estudio de laslenguas ministra a los literatos una exquisita y copiosa erudición en susrespectivas facultadesque no se logra sino bebiéndose en las fuentesoriginalesy la dulce poesía les sirve como de sainete o refrigerio que lesendulza y alegra el espíritu fatigado con la prolija atención con que sededican a los asuntos serios y fastidiosos; pero estos estudios considerados conseparación de las principales facultades(si se deben separar) sólo serán unmero adornopodrán dar de comer alguna vezpero no siemprea la menos enAméricadonde faltan proporciónestímulos y premios para dedicarse a lasciencias.
Con que de todo esto sacamos en conclusiónque un pobre como tú que siguela carrera de las letras para tener con qué subsistirse ve en necesidad deser o sacerdote teólogo o canonista; o siendo secularmédico o abogado; yasíya puedes elegir el género de estudio que te agradeadvirtiendo antesque en el acierto de la elección consistirá la buena fortuna que te haráfeliz en el discurso de tu vida.
Yo no exijo de ti una resolución violenta ni despremeditada. Nohijo míoésta no es puñalada de cobarde. Ocho días te doy de plazo para que lo piensesbien. Si tienes algunos amigos sabios y virtuososcomunícales las dudas que teocurranaconséjate con ellosaprovéchate de sus leccionesy sobre todoconsúltate a ti mismoexamina tu talento e inclinacióny después que hagasestas diligenciasresolverás con prudencia la carrera literaria que piensesabrazar. En inteligenciaque si de tus consultas y examen deduces que no serásbuen letrado ni sacerdoteni secularno te apures ni te [99] avergüences dedecírmeloque por la gracia de Diosyo no soy un padre ridículoque he deincomodarme porque me participes el desengaño que saques por fruto de tusreflexiones. NoPedro míodimedime con toda franqueza tu nuevo modo depensar; yo te puse el arte de Nebrija en la manopor contemporizar con tumadremas ahora que ya eres grandequiero contemporizar contigoporque túeres el héroe de esta escenatú eres el más interesado en tu logroy asítu inclinación y tu aptitud para esto o para aquellose debe consultary nola de tu madre ni la mía.
No soy yo de los padres que quieren que sus hijos sean clérigosfrailesdoctores o licenciadosaun cuando son ineptos para ello o les repugna talprofesión. Noyo bien sé que lo que importa es que los hijos no se quedenflojos y haraganesque se dediquen a ser útiles a sí y al estadosinsobrecargar la sociedad contándose entre los vagosy que esto no solamente lasciencias lo facilitantambién hay artes liberales y ejercicios mecánicos conque adquirir el pan honradamente.
Y asíhijo míosi no te agradan las letrassi te parece muy escabroso elcamino para llegar a ellaso si penetras que por más que te apliques has deavanzar muy pocoviniendo a serte infructuoso el trabajo que impendas eninstruirteno te aflijaste repito. En ese caso tiende la vista por lapinturao por la música; o bien por el oficio que te acomode. Sobran en elmundo sastresplaterostejedoresherreroscarpinterosbateojascarroceroscanteros y aun zurradores y zapateros que se mantienen con el trabajo de susmanos. Dimepuesqué cosa quieres sera qué oficio tienes inclinaciónyen qué giro te parece que lograrás una honrada subsistencia; y créeme que conmucho gusto haré por que lo aprendasy te fomentaré mientras Dios me dierevida; entendido que no hay oficio vil en las manos de un hombre de bienni artemás ruinoficio u ejercicio más abominable que no tener arteoficio ni [100]ejercicio alguno en el mundo. SíPedroel ser ocioso e inútil es el peordestino que puede tener el hombre; porque la necesidad de subsistir y el nosaber cómo ni de quélo ponen como con la mano en la puerta de los viciosmás vergonzososy por eso vemos tantos droguerostantos rufianes de susmismas hijas y mujeresy tantos ladrones; y por esta causa también se hanvisto y se ven tan pobladas las cárceleslos presidioslas galeras y lashorcas.
Así pueshijo míoconsulta tu genio e inclinación con espacioparaabrazar éste o el otro modo con que juzgues prudentemente que subsistirás losdías que el cielo te concedasin hacerte odioso ni gravoso a los demáshombres tus hermanosa quienes debes ser benéfico en cuanto puedasque estoexige la legítima sociedad en que vivimos.
Pero también debes advertir que aunque tú has de ser el juez que teexaminepor la misma razón has de ser muy recto sin dejarte gobernar por lalisonjapues entonces perderás el tiempotus especulaciones serán vanasyte engañarás a ti mismosi no pruebas tu capacidad y analizas tu genio comosi fuera el de un extrañoy sin hacerte el más mínimo favor. El gran Horacioaconseja en su Arte Poética a los escritores que para escribir elijanaquella materia que sea más conforme a sus fuerzasy vean el peso que puedantolerar sus hombrosy el que resistan.
Pues es cierto que si las fuerzas exceden a la cargaésta se sobrellevará;mas si la carga es mayor que las fuerzasrendirá al hombrequienvergonzosamente caerá bajo su peso.
Es una verdad que se introduce sin violencia dentro de nuestros corazonesque no todos lo podemos todo; pero la lástima es que aunque conocemos suevidenciala conocemos respecto de los demás; mas no respecto de nosotrosmismos. Cuando alguno emprende hacer esto o aquello y le sale malluegodecimos: ¡Oh!pues si se mete a lo que no entiende¿no es preciso [101] queyerre? Pero cuando nosotros emprendemoscreemos que somos capaces de salirnoscon la nuestra¿y si erramos? ¡Oh!entonces nos sobran mil disculpas anuestro favor para cubrirnos de las notas de imperitos o atolondrados.
Por esto no me cansaré de repetirtehijo míoque antes de abrazar esta ola otra facultad literariaesta o aquella profesión mecánicaetc.lopienses bienveas si eres o no a propósito para ello; pues aun cuando te sobreinclinaciónsi te falta talentoerrarás lo que emprendas sin ambas cosasyte expondrás a ser objeto de la más severa crítica.
Cicerón fue el depósito de la elocuencia romana; tenía inclinación a lapoesíapero no aquel talento propio para ella que llaman estrolo quefue causa de que cometiese una ridícula cacofoníao mal sonido de palabras enaquel verso que censuró con otros Quintiliano.
O fortunatam natam me consule Romam. |
Y Juvenal dijo que si las Filípicas con que irritó el ánimo deAntonio las hubiera dicho con tan mala poesíanunca hubiera muerto degollado.
El célebre Cervantes fue un grande ingeniopero desgraciado poeta; susescritos en prosa le granjearon una fama inmortal (aunque en esto de pesetasmurió pidiendo limosna. Al fin fue de nuestros escritores); pero de sus versosespecialmente de sus comediasno hay quien se acuerde. Su grande obra del Quijoteno le sirvió de parco para que no lo acribillaran por mal poetaa lo menosVillegas en su séptima elegía dice hablando con su amigo:
Irás del Helicón a la conquista | |||
mejor que el mal poeta de Cervantes | |||
donde no le valdrá ser Quijotista. |
Este par de ejemplitos te asegurará de las verdades que te [102] he dicho.Conque andahijopiénsalas bieny resuelve que es lo que has de ser en elmundo; porque el fin es que no te quedes vago y sin arbitrio.»
Fuese mi padre y yo me quedé como tonto en vísperas; porque no percibíaentonces toda la solidez de su doctrina. Sin embargoconocí bien que su mercedquería que yo eligiera un oficio o profesión que me diera de comer toda lavida; mas no me aproveché de este conocimiento.
En los siete días de los ocho concedidos de plazo para que resolvierano meacordé sino de visitar a los amigos y pasearcomo lo tenía de costumbreapadrinado del consentimiento de mi cándida madre; pero en el octavo me dio mipadre un recordoncitodiciéndome: «Pedrilloya sabrás bien lo que has dedecir esta noche acerca de lo que te pregunté hoy hace ocho días.» Al momentome acordé de la citay fui a buscar un amigo con quien consultar mi negocio.
En efecto lo hallé; pero ¡qué amigo!como todos los que yo teníay losque regularmente tienen los muchachos desbaratadoscomo yo era entonces.Llamábase este amigo Martín Pelayoy era un bicho punto menos maletaqueJuan Largo. Su edad sería de diez y nueve a veinte añosjugadorcillo más queBirjanenamorado más que Cupidomás bailador que Batilo; más tonto que yoy más zángano que el mayor de la mejor colmena. A pesar de estas nulidadesestaba estudiando para padresegún decíacon tanta vocación en aqueltiempo para ser sacerdote como la que yo tenía para verdugo; sin embargoyaestaba tonsurado y vestía los hábitos clericalesporque sus padres lo habíanencajado al estado eclesiástico a fuerzalo mismo que se encaja un clavo en lapared a martillazosy esto lo hicieron por no perder el rédito de un par decapellanías gruesas que había heredado. ¡Qué mal estoyy estaré toda mivida con los mayorazgos y las capellanías heredadas!
Pero de cualquier modoéste fue el eximio doctorel hombre [103] proyectoy el sabio virtuoso que yo elegí para consultar mi negocioy ya ustedes veránque bien cumpliríacon las buenas intenciones de mi padre. Así salió ello.
Luego que yo le informé de mis dudas y le dije algo de lo que mi padre mepredicóse echó a reír y me dijo: eso no se pregunta. Estudia para clérigocomo yoque es la mejor carreray cierra los ojos. Mira: un clérigo es bienvisto en todas partestodos lo veneran y respetan aunque sea un tontoy ledisimulan sus defectos; nadie se atreve a motejarlos ni contradecirlos en nada;tiene lugar en el mejor baileen el mejor juegoy hasta en los estrados de lasseñoras no parece despreciable; y por últimojamás le falta un pesoaunquesea de una misa mal dicha en una carrera. Conque así estudia para clérigo y noseas bobo. Mira tú: el otro díaen cierta casa de juego se me antojó noperder un albura pesar de que vino el as contrario delante de mi cartay meafiancé con la apuestaesto escon el dinero mío y con el ajeno. El dueñoreclamaba y porfiaba con razón que era suyo; pero yo gritéme encolericéjuréme cogí el dinero y me salí a la callesin que hubiera uno que medijera esta boca es míaporque el que menosme juzgaba diáconoy yatú ves que si este lance me hubiera sucedido siendo médico o abogado secularo me salgo sin blancao se arma una campaña de que tal vez no hubiera sacadolas costillas en su lugar. Conque otra vez te digoque estudies para clérigo yno pienses en otra cosa.
Yo le respondí: todo eso me gusta y me convence demasiado; pero mi padre meha dicho que es preciso que estudie teologíacánonesleyes o medicina; y yola verdadno me juzgo con talentos suficientes para eso. No seas majaderomerespondió Pelayo. No es menester tanto estudio ni tanto trabajo para serclérigo¿tienes capellanía? No tengole respondí. Pues no le haceprosiguió élordénate a título de idioma; ello es maloporque los pobresvicarios son unos criados de los curas[104] y tales hay que les hacen hasta lacama; pero esto es pocorespecto a las ventajas que se lograny por lo quetoca a lo que dice tu padre de que es necesario que estudies teología ocánones para ser clérigono lo creas. Con que estudies unas cuantasdefiniciones del Ferrer o de Lárragate sobra; y si estudiares algo deCliqueto del curso Salmaticense¡oh!entonces ya serás un teólogomoralista consumadoy serás un Séneca para el confesonarioy un Cicerónpara el púlpitopues podrás resolver los casos de conciencia más arduos quehayan ocurrido y puedan ocurriry predicarás con más séquito que losMasillones y Burdalúesque fueron unos grandes oradoressegún me dice micatedráticoque yo no los conozco ni por el forro.
Pero hombrela verdadle dijeyo creo que no soy bueno para sacerdoteporque me gustan mucho las mujeresy según esopienso que soy mejor paracasado. Perico¡qué tonto eres!me contestó Pelayo. ¿No ves que ésas sontentaciones del demonio para apartarte de un estado tan santo? ¿Tú crees quesólo siendo eclesiástico podrás pecar por este rumbo? No amigotambién losseculares y aun los casados pecan por el mismo. A más de que ¿qué cosa...?Pero no quiero abrirte los ojos en esta materia. Ordénatehombreordénate yquítate de ruidosque despuéstú me darás las gracias por el buen consejo.
Despedime de mi amigoy me fui para casaresuelto a ser clérigotopara enlo que topara; porque me hallaba muy bien con la lisonjera pintura que me habíahecho Martín del estado.
Llegó la nochey mi buen padreque no se descuidaba en mi provechomellamó a su gabinete y me dijo: Hoy se cumple el plazohijo míoque te dipara que consultaras y resolvieras sobre la carrera de las ciencias o de lasartes que te acomodepara dedicarte a ellas desde luego; porque no quiero [105]que estés perdiendo tanto tiempo. Dimepues¿qué has pensado y qué hasresuelto? Yoseñorle respondíhe pensado ser clérigo. Muy bien me pareceme dijo mi padre; pero no tienes capellaníay en este casoes menester queestudies algún idioma de los indioscomo mexicanootomítarascomatzagua uotro para que te destines de vicario y administres a aquellos pobres los santossacramentos en los pueblos. ¿Estás entendido en esto? Sí señorlerespondíporque me costaba poco trabajo decir que sí; no porque sabía yocuáles eran las obligaciones de un vicario.
Pues ahora es menester que también sepasañadió mi padreque debes irsin réplica a donde te mandare tu preladoaunque sea al peor pueblo de tierracalienteaunque no te guste o sea perjudicial a tu salud; pues mientras mástrabajos pases en la carrera de vicariotantos mayores méritos contraeráspara ser cura algún día.
En los pueblos que te digo hay mucho calor y poca o ninguna sociedadsi noes con indios mazorrales. Allí tendrás que sufrir a caballo y a todas horas enlas confesionessoles ardientesfuertes aguacerosy continuas desveladas ovigilias. Batallarás sin cesar con los alacranesturicatastlalagespinolillogarrapatasgegeneszancudosy otros insectos venenosos de estaclaseque te beberán la sangre en poco tiempo. Será un milagro que no pasestu trinquetada de tercianas que llaman fríosa los que sigue despuésordinariamente una tiricia consumidora; y en medio de estos trabajossiencuentras con un cura tétriconecio y regañóntendrás un vasto campodonde ejercitar la paciencia; y si topas con uno flojo y regalóncargarásobre ti todo el trabajosiendo para él lo pingüe de los emolumentos. Conqueesto es ser sacerdote y ordenarse a título de idioma o administración. ¿Tegusta? Sí señorle respondí de cumplimientopues a la verdad no dejó deresfriar mi ánimo el detall que me había hecho de los trabajos y mala [106]vida que suelen pasar los vicarios; pero yo decía entre mí ¿qué luego ha dedar en un ojo? ¿Luego he de ir a tener a tierra calientea un pueblo ruin?¿Luego ha de haber alacranesmoscasni esos otros salvajes que me dicemi padre? ¿Luego me han de dar los fríoso los curas a quienes sirva han deser todos flojos o regañones? Quizá no será asísino que hallaré un buenpueblo y curay entonces pasearé bientendré dineroy dentro de un par deaños lograré un curato riquilloy descansando yo en mis vicariosya mepodré tender boca arribay raparme una videta de ángeles.
Estas cuentas estuve yo haciendo a mis solasmientras mi padre fue a lapuerta para enviar una criada a traer tabaco. Volvió su mercedse sentó ycontinuó su conversación de este modo.
ConquePedrillosupuesta la resolución que tienes de ordenarte¿quéquieres estudiar? ¿Cánones o teología? Yo me sorprendíporque cuanto meagradaba tener dinero rascándome la barriga hecho un flojotanto así merepugnaba el estudio y todo género de trabajo.
Quedeme callado un corto ratoy mi padre advirtiendo mi turbaciónme dijo:cuando resolviste dedicarte a la iglesiaya previniste la clase de estudios quehabías de abrazary así no debes detener la respuesta. ¿Quépuesestudias? ¿Cánones o teología? Yo muy fruncido le respondí: señorlaverdadninguna de esas dos facultades me gustaporque yo creo que no las he depoder aprenderporque son muy difíciles; lo que quiero estudiar es moralpuesme dicen que para ser vicarioo cuando más un triste curacon eso sobra.
Levantose mi padre al oír esto algo amohinadoy paseándose en la saladecía: ¡Vea usted! Estas opiniones erróneas son las que pervierten a losmuchachos. Así pierden el amor a las cienciasasí se extravían y seabandonanasí se empapan en unas ideas las más mezquinasy abrazan lacarrera eclesiástica [107] porque les parece la más fácil de aprenderlamás socorrida y la que necesita menos ciencia. De factoestudian cuatrodefiniciones y cuatro casos los más comunes del moralse encajan a un sínodoy si en él aciertan por casualse hacen presbíteros en un instanteyaumentan el número de los idiotas con descrédito de todo el estado. Yencarándose a míme dijo: en efectohijoyo conozco varios vicariosimbuidos en la detestable máxima que te han inspirado de que no es menestersaber mucho para ser sacerdotesy he visto por desgraciaque algunos hansoltado el acocote para tomar el cálizo se han desnudado la pechera dearrieros para vestirse la casullase han echado con las petacas y se han metidoa lo que no eran llamados; pero no creas túPedroque una mal mascadagramática y un mal digerido moral bastancomo piensaspara ser buenossacerdotes y ejercer dignamente el terrible cargo de cura de las almas.
Muy bien sé que hubo tiempos en que (como nos refiere el abate Andrés en suhistoria de la literatura) decayeron las ciencias en la Europa en tanto gradoque el que sabía leer y escribir tenía cuanto necesitaba para ser sacerdoteysi por fortuna sabía algo del canto llanoentonces pasaba plaza de doctor;pero ¿quién duda que la Santa Iglesia no se afligiría por esta tan generalignoranciay que condescendería con la ineptitud de estos ministros por laoscuridad del siglopor la inopia de sujetos idóneosy porque el pueblo nocareciera del pasto espiritual; y así a trueque de que sus hijos no perecierande hambreteniendo por la gracia de Jesucristo el pan tan abundantetenía quefiar con dolor su repartimiento a unas manos groserasy que encomendara másno poderla administración de la Viña del Señor a unos operarios imperitos?
Pero así como en aquel tiempo hubiera sido un error grosero decir que sobracon saber leer para hacerse alguno digno de los sagrados órdenespor más queasí sucediera; de la misma [108] manera lo es hoy asegurar que para obtener tanalta dignidad sobra con una poca de gramática y otro poco de moralpormás que muchos no tengan más ciencias cuando se ordenan; pues tenemosevidentes testimonios de que la iglesia lo toleramas no lo quiere.
Todo lo contrariosiempre ha deseado que los ministros del altar esténplenamente dotados de ciencia y virtud. El sagrado Concilio de Trento manda:«que los ordenados sepan la lengua latinaque estén instruidos en las letras;desea que crezca en ellos con la edad el mérito y la mayor instrucción; mandaque sean idóneos para administrar los sacramentos y enseñar al puebloy porúltimomandó establecer los seminarios donde siempre haya un número dejóvenes que se instruyan en la disciplinaeclesiásticalos que quiere queaprendan gramáticacantocómputo eclesiásticoy otras facultades útiles yhonestas; que tomen de memoria la sagrada escrituralos libros eclesiásticoshomilías de los santosy las fórmulas de administrar los sacramentosenespecial lo que conduce a oír las confesionesy las de los demás ritos yceremonias. De suerte que estos colegios sean unos perennes planteles deministros de Dios.» Ses. 23 cap. 111314 y 18.
Conque ya veshijo míocomo la Santa Iglesia quierey siempre ha queridoque sus ministros estén dotados de la mayor sabiduríay justamente; porque¿tú sabes qué cosa es y debe ser un sacerdote? Seguramente que no. Pues oye:un sacerdote es un sabio de la leyun doctor de la fela sal de la tierra y laluz del mundo. Mira ahora si desempeñará estos títuloso los merecerásiquierael que se contenta con saber gramática y la moral a mediasy mira sipara obtener dignamente una dignidadque pide tanta cienciabastará osobrará con tan pocoy esto suponiendo que se sepa bien. ¿Qué seráordenándose con una gramática mal mascada y una moral mal aprendida? [109]
Por otra partecuando vemos tantos sacerdotes sabios y virtuosos que yaviejosenfermos y cansadoscon las cabezas trémulas y blancasen fuerza dela edad y del estudioaún no dejan los libros de las manosaún nocomprehenden bastante los arcanos de la teologíaaún se oscurecen a supenetración muchos lugares de la sagrada Bibliaaún se confiesan siemprediscípulos de los santos padres y doctores de la iglesiay se conocen indignosdel sagrado carácter que los condecora¿qué juicio haremos de la altadignidad del sacerdocio? ¿Y cómo no nos convenceremos del gran fondo desantidad y sabiduría que requiere un estado tan sublime en los que sean susindividuos?
Y si después de estas serias consideracionestendemos la vista por eloriente opuestoy vemos cuán tranquilos y satisfechos se introducen al SanctaSanctorum muchos jovencitos con cuatro manotadas que le han dado a Nebrija yotras tantas al padre Lárraga. Si vemos que algunosapenas se ordenan depresbíteroscuando se despiden no sólo de estos dos pobres librossinoquizá y sin quizá hasta del breviario. Y por últimosi damos un paso fuerade la capitaly ciudades donde residen los diocesanos y cabildosy vemos poresos pueblos de Dioslances de ignorancia escandalosos y aun increíbles(34) <notas.htm>y [110] si escuchamos en esos púlpitossandeces y majaderías que no están escritas¿qué juicios nos hemos deformar de estos ministros? ¿Cuál de su virtud? ¿Y cuál de lo recto de laadministración espiritual de los infelices pueblos encargados a su custodia?¡Oh!que para referir los daños de que son causasería preciso decir lo queEneas a Dido al contarle las desgracias de Troya. ¿Quién reprimirá laslágrimas al referir tales cosas?
Aquí sacó mi padre su reloj y me dijo: ha sido larga la conferencia de estanoche; mas aún no te he dicho todo cuanto necesitas sobre un asunto taninteresante; sin embargolo dejaremos pendiente para mañanaporque ya son lasdiezy tu madre nos espera para cenar. Vámonos.
Capítulo X Concluye el padre de Periquillo su instrucción. Resuelve ésteestudiar teología. La abandona. Quiere su padre ponerlo a oficio; él seresistey se refieren otras cosillas
Cenamos muy contentos como siemprey nos fuimos a acostar como todas lasnoches. Yo no pude menos que estar rumiando lo que acababa de decir mi padreyno dejaba de conocer que me decía el credoporque hay verdades que se metenpor los ojosaunque uno no quiera; pero por más que me convencían las razonesque había oídono me podía resolver a estudiar cánones o teologíaque erael intento de mi buen padre; pues así como me agradaba la vida libre yholgazana [111] así me fastidiaba el trabajo. Finalmenteyo me quedé dormidohaciendo mis cuentas de cómo conseguiría ser clérigo para tener dinero sintrabajary de cómo eludiría las buenas intenciones de mi padre. En esto sedesvelan muchos niños sin advertir que se desvelan en su ruina.
Al otro día después que vino mi padre de misame llamó a su cuarto y medijo: no quiero que se nos vaya a olvidar la contestación de anoche. Te decíaPedroque los pueblos padecen mucho cuando sus curas y vicarios son ignoranteso inmoralesporque jamás las ovejas estarán seguras ni bien cuidadas en poderde unos pastores necios o desidiosos; y todo esto te lo he dicho para probarteque la sabiduría nunca sobra en un sacerdotey más si está encargado delcuidado de los pueblos; y para mayor confirmación de mi doctrinaoye.
En los pueblos puede habery en efecto habrá en muchosalgunas almasmísticas y que aspiren a la perfección por el camino ordinarioque es el dela oración mental. ¿Y qué dirección podrá dar un padre vicario semi lego auna de estas almascuando por desidia o ineptitud no sólo no ha estudiado larespectiva teologíapero ni siquiera ha visto por el forro las obras de SantaTeresala Lucerna mística del padre Esquerralos desengaños místicos delpadre Arbioly quizá ni aun el Kempis ni el Villacastín? ¿Cómo podrádirigir a una alma virtuosa y abstracta el que ignora los caminos? ¿Cómopodrá sondear su espíritu ni distinguir si es una alma ilusao verdaderamentefavorecidacuando no sabe qué cosa son las vías purgativailuminativacontemplativa y unitiva? ¿Cuando ignora qué cosa ron revelacioneséxtasisraptos y deliquios? ¿Cuando le coge de nuevo lo que son consolaciones ysequedades? ¿Cuando se sorprende al oír las voces de ósculo santoabrazodivino y desposorio espiritual? ¿Y cuando (por no cansarte con lo que noentiendes) ignora del todo los primores con que obra la divina gracia en lasalmas espirituales y devotas? [112] ¿No es verdad? ¿No conoces tú que si tepusieras a llevar un navío a Cádiza Cavite o a otro puertocon las lucesque tienes de pilotaje (que son ningunas) seguramente darías con laembarcación infeliz que se te confiara en un bancoen un arrecifeo en ungolfo sin llegar jamás por jamás al puerto de su destino? Esto lo debescomprender porque la comparación es muy sencilla. Pues lo mismo sucede a estosinfelices vicarios Lárragos a secasque apenas saben absolver a unpecador común (como los indios que no saben más que llevar una canoa aIxtacalco). Ellos los pobres son ciegosy las almas que aspiran a entrar por lavía de la perfeccióntambién son ciegasy necesitan una buena guía que lasdirija. No la hallan en los directores modorrosy sucede que (a no ser por unfavor especial de la gracia) ellas o se entibian o se pierden; y las guías o seconfundeno se precipitan en los errores de la ilusión que ellas lescomunican.
Ésta es una verdad terriblepero es una verdad que no negará ningúnsacerdote sabio. Yo lo que veo (y que confirma mi opinión en el particular) esque los sacerdotes virtuosossantos y doctosson muy escrupulosos paraconfesar y dirigir monjas y otras almas espiritualesy cuando las dirigen sonmuy eficaces para no dejar de la mano la sonda de la doctrina y la prudencia. Amás de estoconsultan con el teólogo por esenciacon Dios digoen los ratosde oración que tieneny como saben que deben hacer cuantas diligencias humanasestén en su arbitrio para conseguir el aciertoconsultan las dudas que tienencon otros varones sabios y espirituales. Esto veoy esto me hace creer locontingente que será el acierto de la dirección espiritual de unas almasmísticas fiado a unos pobres clérigos casi legosque apenas saben lo muypreciso para decir misa y absolver al penitente en virtud de la promesa deJesucristo.
De manerahijo míoque estoy firmemente persuadido que [113] si la Iglesiasanta pudiera hacer que todos sus ministros fueran teólogos y santosnoomitiría sacrificio alguno para conseguirlo; pero la escasez de varones ytalentos tales como los necesarioshace que provea a los fieles de aquellos quese encuentran tal cual útiles para la simple administración de losSacramentos.
Aún hay más. Ya te dije que los sacerdotes son los maestros de la ley. Aellos toca privativamente la explicación del dogma y la interpretación de lasSagradas Escrituras. Ellos deben estar muy bien instruidos en la revelación ytradición en que se funda nuestra fey ellos en findeben saber sostener a lafaz del mundo lo sólido e incontrastable de nuestra tanta religión y creencia.
Pues ahorasupongamos un caso remotopero no imposible. Supongamosdigoque un pobrecito vicario de éstos de que hablamoso un religioso hebdomadarioo que llaman de misa y ollatiene con un hereje una disputa acerca de lacerteza de nuestra religiónde la justicia de su dogmade lo divino de susmisteriosde la realidad del cumplimiento de las profecíasde lo evidente dela venida del Mesíasdel cómputo de las semanas de Daniel o cosa semejante(advirtiendo que los herejes que promueven o entran en estas disputasaunqueson ciegos para la feno lo son para las ciencias. He vivido en puerto de mary he conocido y tratado algunos)¿cómo conocerán sus sofismas? ¿Cómoeludirán sus argumentos? ¿Cómo distinguirán su malicia de la fuerzaintrínseca de la razón? ¿Y cómo podrá salir de sus labios la verdadtriunfante y con el brillo que le es tan natural? Ello es cierto que si sólo elFerrerel Cliquetel Lárraga u otro sumista de moralsemejante fueran bastantes para contrarrestar a los herejesno sé cómohubiera salido San Agustín con los maniqueosSan Gerónimo con los donatistasni otros santos padres con otras chusmas [114] de herejes y heresiarcas aquienes combatieron y confundieron con brillantez y solidez de argumentos.
De todo lo dicho debes concluirPedro míoque para ser un digno sacerdoteno sobra con saber lo muy preciso; es necesario imbuirse y empaparse en lasólida teologíay en las reglas o leyes eclesiásticas que son los cánonesde la Iglesia.
«Agrega a estoque es tan peculiar al sacerdocio la literaturaque amediados del siglo XIII no eran promovidos al clericato sino los literatossegún la novela de Justiniano 6cap. 4 y 123cap. 12. De modo que Juliano elantecesor escribía: El que no es literato no puede ser clérigo.Sucedió que para significar un hombre docto y literatoempezó a usarse elnombre de clérigoy el de lego para denotar un ignorante o queno sabía las letrasde donde provino también que a los legos doctos se lesdaba el título de clérigos; y por el contrariolos eclesiásticos noliteratos eran llamados también legos. Se le llama clérigo (sonpalabras de Oderico Vital en el lib. 3) porque está imbuido en elconocimiento de las letras y de las demás artes. En la Crónica Andrenseleemos también las siguientes palabras: Con la anuencia de algunos romanoshizo que se le subordinase cierto español muy clérigo llamado Burdino. Yen la historia de los obispos de Eistet: Este obispo Juan fue gran clérigoen el Derecho Canónicoesto esgran letrado. El mismo significado seobserva que tuvo antiguamente en la lengua francesapues clerc queríadecir lo mismo que doctocomo también clergie lo mismo queciencia y doctrina.»
Toda esta erudición y alguna másla recogió el señor Muratori en suopúsculo titulado: Reflexiones sobre el buen gustocap. 7fol. 7071y 72donde lo podrás verconfirmando que para merecer el nombre de clérigoes menester ser literato; y de lo contrarioel que no lo seano será un padreclérigosino un padre lego. [115]
Harto te he dichoy así si quieres ser eclesiásticodime ¿qué teresuelves a estudiar?
Viéndome yo tan atacadono hubo remediorespondí a mi padre queestudiaría teologíay a los dos días ya era yo cursante teólogoy vestíalos hábitos clericales.
No tardé mucho en ver en la universidad a mi amigo Pelayoa quien di partede todo lo que me había ocurrido con mi padrey cómo yono pudiendoescaparme de sus insinuacioneselegí estudiar teología. Ello será unperdedero de tiemposupuesto que no te gusta el estudiome dijo mi amigo; perosi no hay otro remedio¿qué se ha de hacer? A veces es preciso contemporizarcon los viejos ideáticosaunque uno no quieraaunque sea para engañarlosmientras se realizan nuestros proyectos. Mi padre también es del tenorsiguiente: ha dado en que estudie cánones a fortioriesto esquierasque no quierasy aun me habla de licenciaturas y borlas; pero yo que no soyvanidosono pienso en eso; lo que quiero es acabar mis cánones bien o malalcanzar el gradilloordenarme y quitarme de libros ni quebraderos de cabeza.Tú puedes hacer lo mismo: aguanta tus cursos de universidad con la pacienciaque un purgadoy cuando menos lo pienses te hallarás hecho un bachillerteólogoque para el caso de que digan que lo erescon eso basta.
Ni es menester que te des mala vida ni te derritas los sesos sobre loslibros. Estudia de carrera lo que te señale tu catedráticoenséñate amanejar el ergo por imitacióny frecuenta la universidadporque loscursos importanhijo; los cursos son más precisos que la ciencia mismaparalograr el grado.
Bien saben y sabemos que a lo que vamos los más estudiantes a la universidadno es a aprender nadasino a cuajar un rato unos con otros; pero locierto es que el que no tiene su certificación de haber cursado el tiempoprefinido por estatutono se graduaráaunque sea más teólogo que SantoTomás; [116] y si la tieneél será bachilleraunque no sepa quién es Diospor el padre Ripalda; pero ello es que así la vamos pasandoy así lapasaremos tú y yo con más descanso.
Yo apenas falto de la universidad tal cual vez; pero del colegio sí medeserto con frecuencia. Los domingosjueves y fiestas de guardarno tenemosclase por el colegioy yo salo (35)<notas.htm> uno o dos días a la semanaya verás qué poco memortifico.
Esto es lo que harás túsi quieres que no se te haga pesado el estudio dela teología. Acompáñate conmigoarráncale a tu padre los realitos quepuedasy confía de mí en que no sólo te pasarás buena vidasino que tecivilizarásporque advierto que eres un mexicano payoy yo te quiero sacar debarreras. Síyo te llevaré a varias casas de señoritas finas que tengo detertuliasaprenderás a danzara bailara contestar con las gentes decentes.Fuera de estote sentaré en los estrados y haré que te comuniques con lasdamasporque el trato con las señoras ilustra demasiado. Últimamenteteenseñaré a jugar al billarmalilla de campotresillobáciga y alburesquetodas estas habilidades son partes de un mozo fino e ilustradoy de este modonos la pasaremos buena. Al cabo de un año tú no te conocerásy me darás lasgracias por los buenos oficios de mi amistad.
El cielo vi abierto con el plan de vida que me propuso Pelayoporque yo noaspiraba a otra cosa que a holgar y divertirme; y así le di las gracias por elinterés que tomaba en mis adelantosy desde aquel día me puse bajo sudirección y tutela.
Él inmediatamente trató de cumplir con sus deberesllevándome a variastertulias que frecuentaba en algunas casas [117] medianamente decentesy en lasque vivían señoritas de títulocomo la Cucarachala Pisa-bonitola Quebrantahuesos y otras de igual calaña.
Ya se deja entender que los tertulios y tertulias debajo de capascasacas yenaguaseran muchachas y jóvenes de primera tijeraesto esmozos y mozasestragadoslibertinos y tunos de profesión.
Con tan buenas compañías y la dirección de mi sapientísimo Mentordentrode pocos meses salí un buen bandolonistabailador incansablesaltador eternodecidorrefraneroatrevido y lépero (36)<notas.htm> a toda prueba.
Como mi maestro se había propuesto civilizarme e ilustrarme en todos losramos de la caballería de la modame enseñó a jugar al billartresillotute y juegos carteados; no se olvidó de instruirme en las cábulas del bisbís(37) <notas.htm>ni en los ardides para jugar albures segúnartey no asíasía la buena de Diosni a lo que la suerte diera; pues medecía: que el que limpio jugaba limpio se iba a su casasino siemprecon su pedazo de diligencia.
Un año gasté en aprender todas estas maturrangas; pero eso sísalímaestro y capaz de poner cátedra de fullería y leperaje a lo decente;porque hay dos clases de tunantismo: una soez y arrastrada como la de losenfrazadados y borrachos que juegan a la rayuela o a la taba en una esquinaquese trompean en las callesque profieren unas obscenidades escandalosasquellevan a otras leperuzcas descalzas y hechas pedazosy se emborrachanpúblicamente en las pulquerías y tabernasy éstos se llaman pillos y léperosordinarios.
La otra clase de tunantismo decentees aquella que se compone [118] de mozosdecentes y extraviados que con sus capascasaquitas y aun perfumesson unosociosos de por vidacofrades perpetuos de todas las tertuliascortejos decuanta coqueta se presentaseductores de cuanta casada se proporcionajugadorestramposos y fulleros siempre que pueden; cócoras(38) <notas.htm> de los bailessustos de los convitesgorrones intrusossinvergüenzasdescaradosnecios a nativitatetarabillas perdurables y máquinas vestidasescandalosas y perjudiciales a ladesdichada sociedad en que viven; y estos tales son pillos y léperosdecentesy de esta clase de pillería digo que pude haber puestocátedra públicasegún lo que aproveché con las lecciones de mi maestro y elejemplo de mis concursantes en el corto espacio de un año.
El pobre de mi padre estaba muy ajeno de mis indignos adelantamientosy muypagado de Martín Pelayoque visitaba mi casa con frecuenciaporque ya os hedicho que vuestro abuelo era de tan buen entendimiento como corazón. En efectoera hombre de bien y virtuosoy como tales personas son fáciles de engañarsepor las astucias de los malvadosentre yo y mi amigo teníamos alucinado a mibuen padre; porque yo era un gran pícaroy Pelayo era otro pícaro más queyo; y así entre los dos hacíamos cera y pabilo de las creederas de mi padreque tenía por un mozo muy finoarreglado y buen estudiante al tal tuno deMartíny éste a mis excusas hacía delante de mis padres unos elogiosencarecidísimos de mi talento y aplicacióncon lo que les clavaba más laespinaesto esa mi padreque a mi madre no era menester nada de esoporquecomo me amaba sin prudenciamis mayores maldades las disculpaba [119] con laedady mis menores me las pasaba por gracias y travesuras.
Pero así como la moneda falsa no puede correr mucho tiempo sin descubrir osu mal trojel o su ligaasí la maldad no puede pasar muchos días con la capade la hipocresía sin manifestar su sordidez. Puntualmente sucedió lo mismoconmigopues mi padreun día que yo no lo pensabame preguntó que ¿cuándoera mi acto? ¿O que si estaba en disposición de tenerlo? Ciertamenteque sicomo me preguntó esome hubiera preguntado ¿que si estaba apto para bailaruna contradanza? ¿Para pervertir una joven? ¿O para amarrar un alburito? No metardo mucho en responder afirmativamentepero me hizo una pregunta difícilporque yocon mis quehaceresno pude dedicarme a otro estudiode suerte quemi Biluart estaba limpio y casi intacto.
Sin embargoera preciso responder alguna cosay fue que mi catedrático nome había dicho nadaque se lo preguntaría. Nome dijo mi padreno lepreguntes nadaque yo lo haré. En mala hora se encargó mi padre de semejantecomisiónporque fue al segundo día al colegioy le preguntó a mi maestroque ¿en qué estado estaba yo de estudio? Y que si estaba capaz de sustentar unactolo hiciese favor de avisárselo para hacer sus diligencias para losgastos.
Mi maestrotan veraz como seriole contestó: amigoyo deseaba que ustedme viera para decirle que su niño no promete las más leves esperanzas deaprovecharno porque carezca de talentosino por falta de aplicación. Es muyabandonadorara semana deja de faltar uno o dos días a la clasey cuandovienees a enredar y a hacer que pierdan el tiempo los otros colegiales. Envirtud de estoya usted verá cuál será su aptitudy cuáles sus adelantos.A más de estoyo le he advertido ciertas amistades y malas inclinaciones queme hacen temer la ruina próxima de esto mozoy así usted como buen padre velesobre su conductay vea en qué le ocupa con sujeción; [120] porque si noelmuchacho se le pierdey usted ha de dar a Dios cuenta de él.
Mi padre se despidió de mi maestro bastante avergonzado (según después medijo) y lleno de una justa cólera contra mí. ¡Pobres padres! ¡Y qué ratostan pesados les dan los malos hijos! Fue a casa al medio díame saludó conmucha desazónse entró a la recámara con mi madrey ésta como a las doshoras salió con los ojos llorosos a mandar poner la mesa.
Mi padre apenas comiómi madre tampoco; yocomo sinvergüenza y queignoraba que era el eje sobre que se movía aquel disgustono dejé de hacercuanto pude por agotar los platosporque al fin no hay sinvergüenza que no seaglotón. Durante la comida no habló mi padre una palabray así que seconcluyó se levantaron los mantelesy se dieron gracias a Dios; se retiró mipadre a dormir siesta y me dijo con mucha seriedad: esta tarde no vaya usted alcolegioque lo he menester.
Como la culpa siempre acusayo me quedé con bastante miedotemiendo nohubiera sabido mi padre algunas de mis gracias extraordinariasy me quisiesedar con un garrote el premio que merecían.
Luego concebí que yo había sido la causa de la cólerade la parsimonia dela mesay de las lágrimas de mi madre; pero como estaba satisfecho en queésta no me queríasino me adorabano tuve empacho para decirla: señora¿qué novedad será ésta de mi padre? A lo que la pobrecita me contestó consus lágrimasy me refirió todo lo que había acaecido a mi padre con mimaestroy cómo estaba resuelto a ponerme a oficio... ¿A oficio(dije yo) aoficio? No lo permita Diosseñora. ¿Qué pareciera un bachiller en artesyun cursante teólogo convertido de la noche a la mañana en sastre o carpintero?¿Qué burla me hicieran mis condiscípulos? ¿Qué dijeran mis parientes?¿Qué se hablará? Pues hijome contestó mi madre[121] ¿qué quieres quehaga? Ya yo he rogado a tu padre bastanteya se lo he dichoya le he llorado;pero está renuenteno hay forma de convencerse; dice que no quiere que se lolleve el diablo juntamente contigo por darme gusto. Yo no sé qué hacer... Nollore ustedseñorala dijeyo sí sé lo que se ha de hacer. Seguro estáque mi padre tenga el gusto de verme de hojalatero ni de sastre. Pues ¿que yase cerraron los cuarteles? ¿Ya se acabaron las casacas y el pan de munición?¿Qué quieres decir con esoPedrito?me decía mi madre. Nadaseñoralecontestésino que antes que aprender oficiome meteré a soldadoa bien quetengo buen cuerpoy me recibirán en cualquiera parte con mil manos.
Aquí redobló mi madre su llantoy me dijo: ¡ay hijo de mi alma! ¿Qué eslo que dices? ¿Soldado? ¿Soldado? ¡No lo permita Dios! No te preocupes ni tedesesperes; yo volveré a rogarle a tu padre esta tardey ya que dice que noeres para los estudiosy que es fuerza darte destinoveremos si te coloca enuna tienda... Calle usted madrele dije. Eso es peor. ¿Qué bien pareciera unbachiller tiznadoy lleno de mantecay un teólogo despachando tlaco dechilitos en vinagre? Nono; soldado y nada más; pues una vez que a mi padre yase le hace pesado el mantenermeel rey es padre de todosy tiene muchos milespara vestirme y darme de comer. Esta tarde me voy a vender en la bandera deChinay mañana vengo a ver a usted vestido de recluta.
Cada vez que yo me acuerdo de este y otros malos ratos que di a la pobre demi madrey de las lágrimas que derramó por míquisiera sacarme el corazóna pedazos de dolor; pero ya es tarde el arrepentimientoy sólo sirven estasleccioneshijos míospara encargaros que miréis a vuestra madre siempre conamor y respeto verdaderosin imitar a los malos hijos como yo fui; antes rogada Dios no castigue los extravíos de mi juventud como mereceny acordaos quepor boca del Sabio os [122] dice: honra a tu padrey no olvides los gemidosde tu madre. Acuérdate que a ellos les debes la viday págales lo que te handado.
Finalmenteesta escena paró en que mi madre me rogóme instóme lloróporque no fuera soldadojurándome que se volvería a empeñar con mi padrepara que desistiera de su intento y no me pusiera a oficiocon cuya promesa meserenécomo que eso era lo que yo deseabay por lo que afligí tanto a sumercedno porque a mí me agradaba la carrera military más en clase desoldadocomo que veía con horror todo género de trabajo.
¡Qué bueno hubiera sido que mi madre me hubiera quebrado en la cabezacuanta silla había en la salay bien amarrado me hubiera despachado al primercuartely allí me hubiesen encajado luego la gala de recluta! Con eso sehubieran acabado mis bachillerías y sus cuidados; pero no lo hizo asíy tuvodespués que sufrir lo que Dios sabe.
Al cabo de un rato salió mi padre ya con sombrero y bastóny me dijo: tomeusted la capa y vamos. Yo la tomé y salí con su merced con temory mi madrese quedó con cuidado.
A poco haber andadose paró mi padre en un zaguány me dijo: amigoyaestoy desengañado de que es usted un gran perdidoy yo no quiero que se acabede perder. Su maestro me ha dicho que es un flojovagoy viciosoy que no espara los estudios. En virtud de estoyo tampoco quiero que sea para la ganzúani para la horca. Ahora mismo elige usted oficio que aprendero de aquí llevoa usted a presentarlo al rey en la bandera de China.
Todos los retobos que usé con mi madrecon mi padre se volvieronsumisionescomo que sabía yo que no acostumbraba mentir y era resuelto; y asíno pude hacer más que humillarme y pedirle por favor que me diese un plazo parainformarme del oficio que me pareciera mejor. Concediome mi padre [123] tresdías a modo de ahorcadoy volvimos para casadonde hallamos a mi pobre madreenferma de un gran flujo de sangre que le había venido por la pesadumbre que lediy el susto con que se quedó.
Ya se ha dicho que mi padre la amaba con extremo; y así lleno de sentimientoacudió a que la medicina la auxiliara. En efectoal segundo día ya estuvomejor; pero sin dejar de llorar de cuando en cuandoporque ya yo le habíadicho la resolución de mi padrey ella en medio de su dolencia no se habíadescuidado en suplicarle no me pusiera a oficioa lo que mi padre le contestóque se restableciera de su achaquey que ahí se vería lo que por fin sehabía de hacer.
Esta respuesta desconsoló a mi madrey fue causa de que yo no las tuvieratodas conmigoporque no habiendo visto jamás a mi padre tan tenaz en supropósito y tan esquivo con mi madre al parecerme hizo entender que deaquella vez no me escaparía yo de cualquier aprendizaje.
No sabiendo qué hacer para librarme de la férula de los maestrosmecánicosque me amenazaba por momentosdiscurrí la traza más diabólicaque podía en lance tan apuradoy fue ir a ver a mi caritativo preceptor ysabio amigoel ínclito Martín Pelayo. Con la confianza que teníame entréde rondón hasta su cuartodonde lo hallé columpiándose de un lazo quependía del techotarareando unas boleras y dando saltos en el suelo.
Tan embebecido estaba en su escoletaque no sintió cuando yo entréyprosiguió brincando como un gamohasta que yo le dije: ¿qué es estoMartín? ¿Te has vuelto loco o estás aprendiendo a maromero? Entonces él mevio y me contestó: ni estoy loconi quiero ser volatín; sino que estoytrabajando por aprender a hacer la octava que piden estas bolerasy diciendoesto continuó sus cabriolas.
Yomirando lo espacio que estabale dije: suspende un poco [124] tusleccionesque traigo un asunto de mucha importancia que comunicartey del quesólo tu amistad puede sacarme con bien. Él entonces muy cortés se quitó ellazose sentó conmigo en su camay me dijo: no sabía yo que traías asuntopero di lo que se ofrezcaque ya sabes cuánto te estimo.
Le conté punto por punto todas mis cuitasrematando con decirle que paralibertarme del deshonor que me esperaba en el aprendizajehabía pensadometerme a fraile. Él me oyó con bastante gravedady me dijo: Pericoyosiento los infortunios que te amenazan por el genio ridículo y escrupuloso detu padre; pero supuesto que no hay medio entre ser oficial mecánico o soldadoy que el único arbitrio de evadirte de ambas cosas de ésas es meterte afraileyo soy de tu mismo parecer; porque más vale tuerta que ciegapeor esser el sastre Pericoo el soldado Pericoque no el padre fray Pedro. Ello esverdadero que la vida de fraile trae sus incomodidades inaguantablescomo elestudiola asistencia de comunidadla observancia de las reglaslasubordinación a los prelados y la sujeción o privación de la libertad quetanto te acomoda a ti y a mípero todo es hacerse. A más de que en cambio deesas molestiastiene el estado sus ventajas considerablescomo el honor de lareligión que se extiende por todos sus individuosaunque sean legos; elrespeto que infunde el santo hábitoy sobre todohijoel afianzar la tortapara siempre. Ya verás túque estas conveniencias no las encuentra unartesano ni un soldado; y así me parece que lleves adelante tu pensamiento.
Pues yo he venidole dijea consultarte mis designiosy a suplicarte teempeñes con tu padre para que me dé una esquela de recomendación para que meadmita tu tío el provincial de San Diego; porque esto urgey en la tardanzaestá el peligro; pues como yo consiga la patente de admitidoya a mi padre sele quitará el enojoy me verá de distinto modo.
Pues eso es lo de menosme dijo Pelayoven mañana temprano [125] que yoharé que mi padre ponga la esquela esta noche. Con este consuelo me despedí deMartín muy contentoy me volví a mi casa.
Entré en ellay encontré de visitas a don Martín el de la haciendaa laseñora su esposa la que me cascó el zapatazoa su niña y al famoso JuanLargo o Januarioque toda la familia había venido a México a pasear; porquecomo todo fastidia en este mundolos que viven en las ciudades buscan sudiversión en el campoy los que viven en el campo anhelan por la ciudad paradivertirsey ni unos ni otros logran por largo tiempo satisfacer sus deseosporque como la tristeza no está en el campo ni en la ciudad sino en elcorazónnos siguen los fastidios y cuidados donde quiera que llevamos nuestrocorazón.
Luego que hube saludado a las visitas y que cesaron los cumplimientos demodame aparté al corredor con Januario y hablamos largo sobre diversosasuntosocupando el mejor lugar de la conversación los míosentre los que leconté mis aventurasy la última resolución que tenía de volverme frailealo que Juan Largo me contestó muy aprisa: sísíPeriquillovuélvetefrailehijovuélvete fraileno harás cosa mejor. No todos los hombres hacenlo que debensino lo que les está más a cuento para sus fines particularesquien hay que se ordene porque es inútil para otra cosao por no perder unacapellanía; quien que se casa con la primera que encuentra mas que no le tengaamorni con qué mantenerlasólo por escaparse de una leva; quien que se metaa soldado porque no lo persiga la justicia ordinariapor tramposo o por algunafechoría que ha cometido; y quienen finque hace mil cosas contra su gustosólo por evitar éste o el otro lance que considera serle peor; conque ¿quénuevo ni raro será que tú te metas a fraile por no emprender oficioni sersoldado?
SíPericohaces bienalabo tu determinación; pero hermanoavivaavivael negocioporque al mal paso darle prisa. [126]
Así concluyó su arenga este grande hombre. Éles claro que me dijo muchasverdadespero truncas. Si me hubiera dicho después de ellasque aunque asílo hacenen ello nada justo hacen ni digno de un hombre de bieny que por locomún estas trampas y artificios de que se valen para eludir el castigoexcusar el trabajoengañar al superior o evitar por el camino más breve ladesgracia inminente o que parece talno son sino unos remedios paliativos oaparentesque después de tomados se convierten en unos venenos terriblescuyas funestas resultas se lloran toda la vida; si me hubiera dicho estorepitoquizá me hubiera hecho abrir los ojos y cejar de mi intento de serreligiosopara el que no tenía ni natural ni vocación; pero por mi desgracialos primeros amigos que tuve fueron malosy de consiguiente pésimos susconsejos.
A otro día marché para la casa de Pelayoquien puso en mis manos laesquela de su padreel que no contento con darlapensando que yo era un jovenmuy virtuosoprometió ir a hablar por mí a su hermano el provincialpara queme dispensara todas aquellas pruebas y dilaciones que sufren los que pretendenel hábito en semejantes religiones austeras.
No parece sino que me ayudaba en todo aquella fortuna que llaman de pícaroporque todo se facilitaba a medida de mi deseo.
Yo recibí mi esquela con mucho gustodi las gracias a mi amigo por suempeñoy me volví para casa.
Capítulo XI Toma Periquillo el hábito de religiosoy se arrepiente en elmismo día. Cuéntanse algunos intermedios relativos a esto
Todo aquel día lo pasé contentísimo esperando que llegara el siguientepara ir a ver al provincial. No quise ir en esa [127] tardepor dar lugar a queel padre de Pelayo hiciese por mí el empeño que había ofrecido.
Nada ocurrió particular en este día; y al siguiente a buena hora me fuipara el convento de San Diegoy al pasar por la alamedaque estaba solamepuse frente a un árbolhaciéndolo pasar en mi imaginación la plaza deprovincialy allí me comencé a ensayar en el modo de hablarle en voz sumisacon la cabeza inclinadalos ojos bajosy las dos manos metidas dentro de lacopa del sombrero.
Con éstas y cuantas exterioridades de humildad me sugirió mi hipocresíamarché para el convento.
Llegué a élanduve por los claustros preguntando por la celda del prelado;me la enseñarontoquéentré y hallé al padre provincial sentado junto a sumesay en ella estaba un libro abiertoen el que sin duda leíaa mi llegada.
Luego que lo saludéle besé la mano con todas aquellas ceremonias en quepoco antes me había ensayadoy le entregué la carta de recomendación de suhermano. La leyóy mirándome de arriba abajome preguntó que si quería serreligioso de aquel convento. Sípadre nuestrorespondí. ¿Y usted sabeprosiguióqué cosa es ser religiosoy de la estrecha observancia de NuestroPadre San Francisco? ¿Lo ha pensado usted bien? Sí padrerespondí. ¿Y quéle mueve a usted el venir a encerrarse en estos claustrosy a privarse delmundoestando como está en la flor de su edad? Padredije yoel deseo deservir a Dios. Muy bien me parece ese deseodijo el provincialpero ¿que nose puede servir a su majestad en el mundo? No todos los justos ni todos lossantos lo han servido en los monasterios. Las mansiones del Padre celestial sonmuchasy muchos los caminos por donde llama a sus escogidos. En correspondiendoa los auxilios de la graciatodos los estados y todos los lugares de la tierrason a propósito para servir a Dios. Santos ha habido casadossantos célibessantos viudossantos anacoretas[128] santos palaciegossantos idiotassantos letradossantos médicosabogadosartesanosmendigossoldadosricosy en una palabrasantos en todas clases del estado. Conquede aquí sesigue que para servir a Dios no es condición precisa el ser frailesino elguardar su santa leyy ésta se puede guardar en los palaciosen las oficinasen las callesen los talleresen las tiendasen los camposen las ciudadesen los cuartelesen los navíosy aun en medio de las sinagogas de los judíosy de las mezquitas de los moros.
La profesión de la vida religiosa es la más perfecta; pero si no se abrazacon verdadera vocaciónno es la más segura. Muchos se han condenado en losclaustrosque quizá se hubieran salvado en el siglo. No está el caso enempezar bienes menester la constancia. Nadie logra la corona del triunfosinoel que pelea varonilmente hasta el fin. En la edad de usted es precisodesconfiar mucho de esos ímpetus o fervores espiritualesque ordinariamente nopasan de unas llamaradas de zacateque tan pronto se levantan como seapagan; y así sucede que muchos o no profesano si profesan es por lavergüenza que les causa el qué dirán; y estos tales profesoscomo quelo son sin su voluntadson unos malos religiososdesobedientes y libertinosque con sus vicios y apostasías dan que hacer a los superioresescandalizan alos secularesy de camino quitan el crédito a las religiones; porque como diceSanta Teresay es constante: el mundo quiere que los que siguen la virtudseanmuy perfectos; nada les dispensatodo les notalos advierte y moteja con elmayor escrúpuloy de aquí es que los mundanos fácilmente disculpan losvicios más groseros de los otros mundanospero se escandalizan grandemente siadvierten algunos en este o el otro religioso o alma dedicada a la virtud.Levantan el grito hasta el cieloy hablan no sólo contra aquel fraile que losescandalizasino contra el honor de toda la religiónsin pesar en la balanzade la justicia los [129] muchos varones justos y arreglados que ven en la mismareligióny aun en el mismo convento.
Para evitar que los jóvenes se pierdan abrazando sin vocación un estado queciertamente no debe ser de holgurasino de un trabajo continuopara cumplirlos prelados con nuestra obligacióny no dar lugar a que las religiones sedescrediten por sus malos hijosdebemos examinar con mucha prudencia y eficaciael espíritu de los pretendientesaun antes de que entren de noviciospues elnoviciado es para que ellos experimenten la religión; pero el prelado debeexaminarles el espíritu aun antes de ser novicios.
En virtud de estousted que desea servir a Dios en la religión¿ya sabeque aquí de lo primero que ha de renunciar es de la voluntadporque no ha detener más voluntad que la de los superioresa quienes ha de obedecerciegamente? Sí padredije yo. ¿Sabe que ha de renunciar para siempre almundosus pompas y vanidadesasí como lo prometió en el bautismo? Sípadre. ¿Sabe que aquí no ha de venir a holgar ni a divertirsesino a trabajary a estar ocupado todo el día? Sípadre; y sí padrey sí padrerespondía setenta sabes que me preguntóque ya pensaba yo que era llegada mihora y me estaban sacramentando; y todo este examen paró en que me dio mipatente allí mismoadvirtiéndome que fuera mi padre a verse con suReverencia.
Tales fueron mis palabras estudiadas y mis hipocresíasque la llevó entreoreja y oreja aquel buen preladoy formó de mí un concepto ventajoso. Ya seveél era bueno; yo era un pícaroy ya se ha dicho lo fácil que es que lospícaros engañen a los hombres de bieny más si los cogen desprevenidos.
El bendito provincialal despedirmeme abrazó y me dijo: Pues hijo míovaya con Diosy pídale a su Majestad que le conserve en sus buenospropósitossi así conviene a su mayor gloria y bien de su alma. Dígale todoslos días con el mayor [130] fervor: confirma hoc Deusquod operatus es innobis (39) <notas.htm>y dispongasu corazón cada día más y más para que fecundice en él la gracia delEspíritu Santoy produzca frutos opimos de virtud. Con esto le besé la manoy me retiré para casa.
¿Quién creerá que cuando salí del convento sentí no sé qué de bueno enmíque me parecía que de veras tenía yo vocación de ser religioso? No se meolvidaba aquel aspecto venerable del anciano preladoaquellas palabras tanllenas de unción y penetrantes que tanto eco hicieron en mi corazónaquellasu prudenciaaquel su carácter amabley aquel todo hechicero de la verdaderavirtudcapaz de enamorar al mismo vicio.
En efectoyo decía entre mí: ¿qué mano que hubiera nacido para fraileque no lo hubiera advertidoy Dios quisiera haberse valido de este accidentepara reducirmey meterme en el camino que me conviene? No hay dudaasí debeser. Yo me acuerdo haber oído decir que Dios hace renglones derechos con pautastorcidasy éste ha de ser uno de ellossin remedio. Estos y semejantesdiscursos ocupaban mi imaginación en el camino del convento a mi casa.
Luego que llegué a ellame entré a ver a mi madrey le conté cuanto mehabía pasado manifestándole la patente de admitido en el convento de SanDiego. De que mi madre la viono sé cómo no se volvió loca de gustocreyendo que yo era un joven muy buenoy que cuando menos sería yo otro SanFelipe de Jesús.
No hay que dudar ni que admirarse de esta sorpresa de mi madrepues si mismaldades le parecían graciasmi virtud tan al vivo ¿qué le parecería?
Vino mi padre de la calley mi madre llena de júbilo le impuso de todas misintencionesenseñándole al propio tiempo la patente del padre provincial.[131]
¿Veshijole decíaves como no es tan bravo el león como lo pintan?¿Ves como Pedrito no era tan malo como tú decías? Él como muchacho ha sidotraviesillo¿pero qué muchacho no lo es? Tú querías que fuera un santodesde criaturaquerías bien; pero hijoes una imprudencia¿cómo han decomenzar los niños por donde nosotros acabamos? Es necesario dar tiempo altiempo. Ya ves qué mutación tan repentina. ¿Cuándo la esperabas? Ayerdecías que Pedro era un pícaroy hoy ya lo ves hecho un santo; ayer pensabasque había de ser el lunar de su linajey hoy ya ves que él será el lustre desu familiaporque familia que cuenta un deudo fraileno puede ser de oscuroprincipio; yo a lo menos así lo entiendoy en esta fe y creencia he de viviraunque me digancomo ya me lo han dichoque esto es una preocupación de lasque han echado más raíces en América que en otras partes del mundo; pero yono lo creosino que en teniendo una familia un pariente fraileya puedeapostárselas en nobleza con el Preste Juan de las Indias sin haber menesterejecutoriasgenealogíasni esotras zarandajas de que tanto blasonamos losnoblesporque esas cosas sólo las saben los parientes y amigos de las casaspero los extraños que no las venno pueden saber si son nobles o no. Lo que nosucede teniendo un deudo fraileporque todo el mundo lo vey nadie puede dudarde que es noble élsus padressus abuelossus bisabuelos y sus tatarabuelos;y si el dicho fraile se casarafueran nobles y muy nobles sus hijosnietosbiznietostataranietos y choznosporque un fraile es una ejecutoria andando.Conque mira si tengo razón de estar contentay si tú también debes estarlocon la nueva resolución de Pedrito.
Yo por un agujerito de la puerta había estado oyendo y fisgando toda estaescenay vi que mi padre leyóreleyóy remiró unados y tres veces lapatente; y aun advertí que más de una vez estuvo por limpiarse los ojosapesar de que no tenía [132] lagañas. ¡Tal era la duda que tenía de mi verdadque apenas creía lo que estaba leyendo!
Sin embargo de esta su sorpresaoyó muy bien toda la arenga de mi madreala que luego que concluyó le dijo: ¡Válgate Dioshijaqué cándida eres!¡Cuántas boberías me has dicho en un instante! Si alguno nos hubieraescuchadoyo me avergonzarapues las familias que en realidad son noblescomola tuyano aspiran a parecerlo con el empeño de tener un hijo religiosonihacen vanidad de ello cuando lo tienen; antes ese empeño y esa vanidades unaprueba clara de una no conocida noblezao que a lo menos no puede manifestarsede otro modo; modo ciertamente muy aventuradoy que puede estar sujeto a miltrácalas; pero esto no es lo que importa por ahoraa más que la noblezaverdadera consiste en la virtud. Ésta es su piedra de toque y su pruebalegítimay no los puestos brillanteseclesiásticos o secularespues éstosmuchas veces se pueden hallar en personas indignas de tenerlos por su malamoraletc. Lo que importa por ahora es esta patente. Yo me hago cruces y noacabo de entender cómo es esto. Ayer era Pedro tan libertino y descarriadoquehacía continuas faltas en el colegio por irse a tunantear con sus amigos¿yhoy tan sujeto y virtuoso que pretende ser religiosoy de una religiónestrecha y observante? Ayer tan flojo que aun para estudiar teologíaponíamil cortapisas¿y hoy tan decidido por el trabajo de una comunidad? Ayer tandisipado¿hoy tan recoleto? Ayer tan uno¿y hoy tan otro? No sé cómo seráesto.
Yo no ignoro que Dios es poderoso y puede hacer cuanto quiera; sé muy bienque de una Magdalena hizo una santade un Dimas un confesorde un Saulo unPablode un Aurelio un Agustinoy de otros pecadores otros tantos siervossuyos que han edificado su iglesia; pero estos casos no son comunesporque noes común que el pecador corresponda a los auxilios de la gracia; lo corrientees despreciarlos cada instante[133] y por eso está el mundo tan perdido. Nosé por qué me parece que éstas son picardías de Pedro... Cállatedijo mimadrecomo tú no quieres al pobre muchachoaunque haga milagros te han deparecer mal. Sus defectos sílos creesaunque no los veas; pero de su virtuddudasaun mirándola con los ojos. Bien dicenen dando en que un perro tienerabiahasta que lo matan.
¿Qué estás hablandohija?decía mi padre¿qué virtud estoy mirandoyoni jamás he visto en Pedro? ¿Qué más prueba de virtud que esa patente?decía mi madre. Noesta patente no prueba virtudreplicaba mi padrelo queprueba es que tuvo habilidad para engañar al provincial hasta arrancársela porsus fines particulares. Tú harás y dirás todo eso por no gastar en el hábitoy en la profesión; pero para eso no es menester que quites de las piedras paraponer en mi hijo. Aún tiene tíosy cuando noyo pediré los gastos delimosna. Así se explicó mi madrea quien mi padrecon mucha prudenciacontestó: no seas tontamujer. No son los gastossino la experiencia quetengo la que me hace desconfiar de Pedro. Conozco su genioy tengo examinado sucarácterpor eso dudo que sea cierta su vocación. Él es mi hijolo amoylo amo mucho; pero este amor no me quita el conocimiento que tengo de él. Séque no le gusta el trabajoque le agrada la libertadlos amigos y el lujodemasiadoy que es muy variable en su modo de pensar. A más de estoes muyjovenle falta mucho para saber distinguir bien las cosasy todo ello me hacecreer que apenas estará en el convento dos o tres mesesverá el trabajo de lareligión y se saldrá. Esto es lo que deseo excusarno los gastospuessiempre he erogado gustoso cuantos he considerado concernientes a su bien.
No obstanteyo de buena gana y con la misma voluntad que otras vecesgastaré en esta ocasión cuanto sea necesarioy me daré los plácemes de quesea con provecho suyo. [134]
Aquí paró la sesióny salieron los dos buenos viejos a comer.
A la noche me llamó mi padre a solasme hizo mil preguntasa las que yocontesté aménaméncon la misma hipocresía que al provincialmeechó su merced mi buen sermón explicándome qué cosa era la vida de unreligiosocuál la perfección de su estadocuáles sus cargoscuán temiblesson las resultas que se debe prometer el que abraza sin vocación un estadosemejantey qué sé yo que otras cosastodas ciertasjustasmuy bien dichasy para mi bien; pero esto es lo que los muchachos oyen con menos atenciónyasí no es mucho se les olvide pronto. Ello es que yo estuve en el sermón conlos ojos bajos y con una modestia talque ya parecía un novicio. Tan bien hiceel papelque mi padre creyó que era la pura verdady me ofreció ir por lamañana a ver al padre provincial; me dio su bendiciónle besé la mano y nosfuimos a acostar.
Yo dormí muy contento y satisfechoporque los había engañado a todosyme había escapado de ser aprendiz o soldado.
A otro día cuando me levantéya mi padre había salido de casay cuandovolvió a ella al medio díame dijo delante de mi madre: señor Pedritoya vial provincialya está todo en corrientey de aquí a ocho díasdándonosDios vidatomarás el hábito.
Mi madre se alegróy yo fingí alegrarme más con la noticia.
Comimosy a la tarde fui a ver a Pelayo y le di cuenta del buen estado de minegocio. Él me dio los plácemes de este modo: me alegrohermanode que todose haya facilitado. El caso es que aguantes las singularidades de los frailesymás en el año del noviciadoporque te aseguro que las tienen y de marcapuesesto de levantarse a media nocherezar todo el [135] díaandar con los ojosbajoshablar pocoayunar muchopelarse a azotesbarrer los claustrosestudiar y sufrir por toda la vida a tanto fraile gravees una tareainacabableun subsidio eternouna esclavitud constantey una serie nointerrumpida de trabajosde que sólo la muerte podrá librarte; pero en finya lo hicistey es menester morderte un brazoporque si no¿qué dirá tupadre? ¿Qué dirá tu madre? ¿Qué dirán tus parientes? ¿Qué dirá elprovincial? ¿Qué dirán los conocidos de tu casa? ¿Qué dirá mi padre? Y¿qué dirán todos? Si ahora te arrepintierasfuera un escándalo para elpúblicoun deshonor para tiy una vergüenza terrible para tus pobres padres;y así no hay remediohermanoa lo hecho pechodice el refránahora esfuerza que seas fraile quieras o no quieras.
Hay hombres cuyo carácter es tan venenoso que hacen malaun cuando ellospiensan que hacen bien. Son como el gato que lastima al tiempo de hacercariños. Así era el de Pelayoque después que decía que me estimabapareceque se empeñaba en enredarme o afligirme; pues primero me pintó que lareligión era una Jauja; y ya que estuve comprometidome la representócomo una mazmorradesacreditándola por ambos lados.
Yo me despedí de élbien contristadoy casi casi ya estaba porretractarme de mis propósitos; pero la vergüencilla y este qué diráneste qué dirán del mundoque es causa de que atropellemos casi siemprecon las leyes divinasme hizo forzar mi inclinaciónhacer a un lado mistemoresy llevar adelante mi falsa intentona.
En aquellos ocho días se prepararon todas las cosas necesarias para miingresose dio parte de él a todos mis amigosparientesconocidosbien ymalhechoresy de todos ellos recibió mi padre mil parabienes y mi madre milenhorabuenasque hacían por junto dos mil faramallasque llaman políticasceremonias y cumplimientos; pero que no dejan todas ellas una onza de utilidadpor más que se multipliquen en número. [136]
Mis padres se ocupaban en estos ocho días en recibir visitas y en disponerlo necesario para la entraday yo me ocupaba en andar con Pelayo despidiéndomede mis tertulias no con poco dolor de mi corazónpues sentía demasiadaviolencia en la separación de mis pecaminosas distracciones.
Mi gran Pelayo se había propuesto avisar en cuantas partes íbamos de misnuevos intentosy lo pronto que estaba mi noviciado. Yo le rogaba que loscallaramas a él se le hacía escrúpulo y cargo de conciencia el reservarlosy como todas las casas que visitábamos eran de aquellos y aquellas que llamande la hojame daban mis estregadas terriblesespecialmente las mujeres.Una me decía: ¡ay!¡qué lástima!tan niño y encerrarse. Otra: ¡quégracia!y tan muchacho. Otra: ¿que no se acordará usted de mí? Otra: ¿a queno profesa usted? Ésta: yo no creo que usted sea bueno para fraile siendo tanmuchachono feoy con tantas gracias. Aquélla: ¿bailador y fraile?vamosyo no lo creo; y así todasy cuando se ofrecía proferir algunos cuentecillosy palabritas obscenas (que se ofrecían a cada paso) saltaba alguna muchachaburlona con la frialdad de ¡ay niña! ¿quién dice eso? Cállatenoperturbes al siervo de Dios.
Sin embargo de todas estas bufonadasyo me divertía todo lo posible pordespedida. Hacía orejas de mercader y bailabatocaba el bandolónplaticabaseducía y hacía cosas que son mejores para calladas. Tales fueron losejercicios preparatorios en que me entretuve en los ocho días precedentes a mifrailazgo. Así salió ello.
No contento con la libertad que tenía en la calle hasta las ocho de la noche(que hasta esa hora se le extendió la licencia al religioso in fieriopor ser)ni satisfecho por las holguras que me proporcionaba mi maestro Pelayomi genio festivoy la facilidad de las damas que visitábamostodavíaaspiraba a seducir a Poncianitala hija de don Martín el de la haciendaquefrecuentaba [137] mi casa diariamente; mas la muchacha era virtuosadiscreta yjuguetona. Conocía bien mi caráctery me tenía por lo que eraesto esporun joven calavera y maliciosopero tonto en la realidady así a todos losmimos y zorroclocos que yo le hacíame contestaba con mucho agrado; perotambién con mucha variedady siempre haciéndome ver que me quería. Con estoyo más bobo y malicioso que ellapensaba lograr alguna vez la conquista; peroella más honrada y viva que yopensaba que esta vez jamás llegaríacomo enefecto jamás llegó.
Un día le di yo mismo una esquelita que decía una sarta de tonteras yrequiebrosy remataba asegurándole de mi buena voluntady que si yo nohubiera de entrarme religiosocon nadie me casaría sino con ella. Por aquí sepuede conocer muy bien lo que yo eray cómo es compatible la ignorancia sumacon la suma malicia; pero lo más digno de celebrarse es la chusca contestaciónde ella a mi papelque decía: Señorito: agradezco la buena voluntad deusted y si pudiera la corresponderíapero estoy queriendo bien a otrocaballeritoque si esto no fueracon nadie me casaría yo mejor que con ustedaunque sacara dispensa. Dios lo haga buen religiosoy le dé ventura en lides.La que usted sabe.
No puedo ponderar bien las agitaciones que sentí con esta receta. Ella meencelóme enamoró y me enfureció en términos que esa noche que fue lavíspera de mi entradaapenas pude dormir. ¿Qué tal sería el alboroto de mispasiones? Pero por fin amanecióy con la vista de otros objetosfue calmandoun poco aquel tumulto.
Llegó la tarde; me despedí de mi madretías y conocidas a quienes abracémuy compungidosin descuidarme de hacer la misma ceremonia con la dóminaPoncianitala que correspondió mi abrazo con bastante desdéncomo que estabapresente su madrey no me quería como me significaba. [138]
Acabada la tanda de abrazoslágrimas y moneríasnos fuimos para elconventomi padreyomis tíosy una porción de convidados que iban a sertestigos de mi hipocresía.
Luego la suerte (adversa para mí) presagió mi desventuraen mi conceptoporque el silencio con que íbamosy la larga serie de coches que seguía elnuestrorepresentaba bien un dueloy cuantos nos miraban en la calle nopensaban otra cosa. En efectoa mí y a mis padres se nos podía haber dado elpésame con justicia.
Llegamos a San Diegose avisó al padre provincialquien nos recibió consu acostumbrado buen caráctery montando en el coche en que yo iba con mipadrenos dirigimos a Tacubayadonde está el noviciado de San Diego.
Luego que nos apeamos a la puerta del conventose dispusieron todas lascosasy fuimos al corodonde se celebró la función. Tomé el hábitoperono me desnudé de mis malas cualidades; yo me vi vestido de religioso y mezcladocon ellospero no sentí en mi interior la más mínima mutaciónme quedétan malo como siemprey entonces experimenté por mí mismo que el hábitono hace al monje.
Despidiose mi padre de mí y de aquella venerable comunidadhicieron lomismo los demásy Juan Largo me dio un grande abrazoa cuyo tiempo le dije:no dejes de venir a verme. Él me lo prometió; se fueron todosy me quedé yosolo y curtido entre los frailesy como suele decirserabo entre piernasycomo perro en barrio ajeno.
Inmediatamente comencé a extrañar lo áspero del sayal. Llegó la hora derefectorioy me disgustó bastante lo parco de la cena. Fuime a acostary nohallaba lugar que me acomodara; por todas partes me lastimaba la cama de tablasy como nunca me había dado una ensayadita en estas mortificaciones ni dechanzase me asentaban demasiado.
Daba vueltas y más vueltasy no podía dormir pensando [139] en Poncianitaen la Zorraen la Cucarachay en otras iguales sabandijasy mearrepentía sinceramente de mi determinaciónrenegaba del apoyo que hallé enPelayoy me daba al diablo juntamente con la esquela de recomendación que tanbreve me había facilitado mi presidioque así nombraba yo mi nuevo estado;pero él no tenía la culpasino yoque no era para él.
¿No soy buen salvaje y majadero (me decía yo mismo)en haberme condenadopor mi propia voluntad a esta cárcel tan espantosay a esta vida tanmiserable? ¿Qué caudales me he robado? ¿Qué moneda falsa he fabricado?¿Qué herejías he dicho? ¿Qué casa he incendiado? ¿Ni qué crimen atroz hecometidopara padecer lo que padezco? ¿Quién diablos me metió en la cabezaser fraile sólo por librarme de ser aprendiz o soldado? En cualquiera de estosdos ejercicios me la pasara yo mejor seguramenteporque comiera cuando pudierahasta hartarmey lo que se me diera la ganame pusiera camisa mas que fuera demantadurmiera en colchón si lo teníay hasta que se me antojara el día queestuviera francoy por últimogozaría de mi libertad andando entre misamigos y conocidas en los bailes y jaranitas; y no aquí con esta jerga pegadaal pellejodescalzocomiendo maldurmiendo peor y sobre unas duras tablasencerradotrabajandoy sin ver una muchacha ni cosa que lo parezca por todoesto. ¡Ah!reniego de míy maldita sea la hora en que yo pensé ser fraile.
Así hablaba yo conmigo mismoy así hablan todos aquellos jóvenes de ambossexosy en especial las niñas miserablesque sin una inspiración de Dios ysin una vocación perfectaabrazan el estado religioso; estado santoestadoquietodulce y celestial para los que son llamados a él por la gracia; peroestado durodifícil e infernal para los que se introducen a él sin vocación.¡Cuántoscuántos lo experimentan en sí mismos a la hora de éstatal vezy sin remedio! Cuidadohijos míos[140] cuidado con errar la vocaciónseacual fuerecuidado con entrar en un estado sin consultar más que con vuestroamor propioy cuidado por fincon echaros cargas encima que no podéistolerarporque pereceréis debajo de ellas.
Maldiciendo y renegandocomo os digome quedé dormido cerca de las once ymedia de la nochey apenas había pegado mis párpadoscuando entra en micelda un novicio despertadory me dice: hermanohermanolevántese sucaridadvamos a maitines. Abrí los ojosadvertí que era fuerza obedeceryme levanté echando sapos y culebras en mi interior.
Fui a coroy medio durmiendo y rezongando lo que entendía del oficioconcluí mi tarea y volví a mi celda apeteciendo un pocillo de chocolatesiquiera a aquella horaporque ciertamente tenía hambre; pero no había ni aquién pedírselo.
Reinaba un profundo silencio en aquel dormitorioy en medio del pavor que mecausabapara entretener mi hambremi vigilia y mi desesperaciónme volví aentregar a mis ideas libertinas y melancólicasy tanto me abstraje en ellasque derramé hartas lágrimas de cólera y de arrepentimiento; pero me vencióel sueño al cabo de las cuatro de la mañanay me quedé dormido; mas ¡ohdesgracia de flojos!no bien había comenzado a roncarcuando he aquí alhermano novicio que me vino a despertar para ir a prima.
Me levanté otra vez lleno de rabiamaldiciéndome a guisa de condenadopero allá en mi corazón y sin hablar una palabradiciendo entre mí: ¿puesno es ésta una vida pesadísima? ¡Habrase visto empeño como el que ha tomadoeste frailecillo en no dejarme dormir! Él es mi ahuizote sin dudaesotro doctor Pedro Reciopues si el del Quijote quitaba a Sancho Panza losplatos de delante luego que empezaba a comeréste me quita a mí el sueñoluego que comienzo a dormir.
Pensando estos despropósitos me fui a cororecé más que un ciegoy alcantar abría tanta bocapero de hambreporque [141] como la cena de la nocheanterior no me gustó muchoapenas la probé; y así tenía el estómago en unhilodeseando se acabara la prima para ir a desquitarme con el chocolatequeme lo prometía de lo mucho y buenopues había oído decir en el siglo que losfrailes tomaban muy buen caracasy cuando en casa había algún pocillo muygrandedecíaneste pozuelón es frailero; con esto yo decía entre mí: a lomenos si la cena fue malael desayuno será famoso. Síno hay dudaahora mesoplaré un tazón de buen chocolate con sus correspondientes bizcochosocuando nocon cuartilla de pan enmantecado por lo menos.
En esta santa contemplación se acabó el rezo y salimos de coro; ¡perocuál fue mi tristeza y enojo cuando dieron las seislas seis y medialassietey no parecía tal chocolate ni pareció en toda la mañanaporque medijeron que era día de ayuno! Entonces me acabé de dar a Barrabásrenegandomás y con doble fervor de mi maldito pensamiento de ser frailey más cuandofueron otros dos noviciosy presentándome dos cubetas de cuerome dijeron:hermanovenga su caridad; tome esas cubetasy vamos a barrer el conventomientras es hora de ir a coro.
Ésta está peorme decía yo¡conque no dormirno comery trabajar comoun macho de noria! ¿Esto es ser novicio? ¿Esto es ser fraile? ¡Ahpese a mimaldita ligerezay a los infames consejos de Pelayo y de Juan Largo! No hayremedioyo no soy fraileyo me salgoporque si duro aquí ocho días me acabade llevar el diablo de sueñode hambre y de cansancio. Yo me salgosíyo mesalgo... pero ¿tan breve? ¿Aún no caliento el lugary ya quiero marcharme?No puede ser. ¿Qué dirán? Es fuerza aguantar dos o tres mesescomo quienbebe agua de tabacoy entonces disimularé mi salida fingiéndome enfermo;aunque no habrá para qué afanarme en fingirpues mi enfermedad será real yverdadera con [142] semejante viday plegue a Dios que de aquí allá no hayayo estacado la zalea (40) <notas.htm>en estos santos paredones. ¡Qué hemos de hacer!
Así discurría yo mientras subía agua y regaba los tránsitos con la pichanchasiempre triste y cabizbajopero admirándome de ver lo alegres que barrían losotros dos frailecitos mis compañerosque eran tanto o más jóvenes que yo; yase veeran unos virtuososy habían entrado allí con verdaderavocaciónyno por excusarse de trabajarpara holgarse como yo.
El uno de ellosque era el más muchachoera muy alegresu color erablancosu pelo bermejosus ojillos azules y muy vivossu boca llena de unamodesta sonrisay como estaba fatigado con el trabajoestaba coloradito ybonito que parecía un San Antonio; advirtió mi semblante sombrío y tristeycreyendo el inocente que era efecto de una suma austeridad y de los escrúpulosque me agitabanse llegó a mí y me dijo con mucho agrado: hermanito¿quétiene? ¿Por qué está tan triste? Alégresela alegría no se opone alservicio de Dios. Este Señor es todo bondad. Somos sus hijosno sus esclavos;quiere que lo amemos como a padrey que lo adoremos como al Señor Supremo; noque lo temamos con un miedo servilnosi no es nuestro tirano. Es un Dioslleno de dulzurano un Dios parricida como el Saturno de los paganos. Su vistasola alegra a los santos y hace toda la felicidad del cielo. Su servicio debeinspirar a los suyos la mayor confianza y alegría.
El santo rey David nos dice expresamente: servid al Señor con alegríay el Eclesiástico: «arroja lejos de ti la tristezaporque es pasión que amuchos quita la viday en ella no hay [143] utilidad.» Pero ¿qué más? Elmismo Jesucristo nos manda «que no queramos hacernos tristes como loshipócritas.» Conque hermanitoalegrarsealegrarsey desechar escrúpulos eideas funestas que ni hacen honor a la deidadni traen provecho a las almas.
Yo agradecí sus consejos al buen religiosoy le envidié su virtudsuserenidad y alegríaporque no sé qué tiene la sólida virtud que se haceamable de los mismos malos.
Llegó la hora de la misa conventualy fuimos a coro. Entonces advertí queno asistían algunos padres que había visto por el convento. Pregunté elmotivoy me dijeron que eran padres graves y jubiladoso exentos de lasasistencias de comunidad. Con esto me consolé un pocoporque decía: en casode profesarque lo dudocomo yo sea padre graveya estoy libre de estascosas. Fuimos a coro.
Capítulo XII Trátase sobre los malos y los buenos consejos; muerte delpadre de Periquilloy salida de éste del convento
Estuve en el coro durante la tercia y la misapero con la misma atenciónque el facistol. Todo se me fue en cabecearestirar los párpados y bostezarcomo quien no había cenado ni dormido.
El que presidía lo notóy luego que salimos me dijo: hermanoparece quesu caridad es harto flojillo; enmendarseque aquí no es lugar de dormir.
Yo no dejé de incomodarmecomo que no estaba acostumbrado a que meregañaran muchopero no osé replicar una palabra. Me calé la capillaymarché a continuar la limpieza de mi santo cuartel.
Llegó la hora bendita del refectorioy aunque la comida era [144] decomunidada mí pareció bajada del cielocomo que a buena hambre no hay malpan.
En finme fui acostumbrando poco a poco a sufrir los trabajos de fraile y elencierro de noviciomanteniendo el estómago debilitadoconsolando a mis ojossoñolientosanimando mis miembros fatigados con el trabajoy tolerando lasdemás penalidades de la religióncon la esperanza de que en cumpliendo seismeses fingiría una enfermedady me volvería a mis ajos y colesque habíadejado en la calle.
Esta esperanza se avaloraba con la vista de mi padre de cuando en cuandopero más y más con los siempre cristianosprudentes y caritativos consejos demis dos mentores Januario y Pelayoque solían visitarme con licencia del padremaestro de noviciosa quien mi padre los había recomendado.
Uno me decía: síPericono harás otra cosa mejor que mudarte de aquí;mírate ahí como te has puesto en dos díasflacotristeamarilloque yacon la mortaja encima no falta más sino que te entierrenlo que no tardaránmucho en hacer estos benditos frailespues con toda su santidad son bienpesados e imprudentes. Luegoluego quisieran que un pobre novicio fueracanonizable; todo le notantodo le castigannada le disimulan ni perdonan; yase veningún padre maestro se acuerda que fue novicio. Esto me decía el menosmalo de mis amigosque era Pelayo; que el Juan Largo malditoése era peor:blasfemaba de cuantos frailes y religiosos había en el mundoy ¿en quétérminos lo haríapues siendo yo algo peor que Barrabásme escandalizaba?
Ciertamente que no son para escritas las cosas que me decía de todasy enespecial de aquella venerable religiónque no tenía la culpa de que unpícaro como yo se acogiera a ella sin vocación y sin virtudsólo para eludirlos muy justos designios de su padre; pero por sus consejos inferiréis el fondode maldad que abrigaba su corazón. No seas tontome decía[145] saltesaltea la calle; no te vayas a engreír aquí y profesesque será enterrarte envida. Eres muchachosalvajegoza del mundo. Las muchachas tus conocidassiempre me preguntan por ti; mi prima ha llorado muchote extrañay dice queojalá no fueras fraileque ella se casara contigo. Conque saltePeriquillohijosaltey cásate con Poncianitaque es la única hija de don Martín ytiene sus buenos pesos. Ahoraahora que te quiere has de lograr la ocasiónpues si ella pierde la esperanza de tu salida y se enamora de otrolo pierdestodo. ¡Ojalá y yo no fuera su primo! A buen seguro que te diera estosconsejospues yo los tomara para mí; pero no puedo casarme con ellaal fin seha de casar con cualquieray ese cualquiera no ha de ser otro más que túqueeres mi amigo; pues lo que se ha de llevar el moromejor será que se lo lleveel cristiano. ¿Qué dices? ¿Qué le digo? ¿Cuándo te sales?
Yo era maletay luego con las visitas y persuasiones de este tuno mepervertía más y más; y llegué a tanto grado de desidia que no hacía cosa aderechas de cuantas me mandaba la obediencia. Si salía a acolitarestaba en elaltar inquietísimomi cabeza parecía molinilloy no paraban mis ojos derevisar a cuanta mujer había en la iglesia; si barría el convento lo hacíamuy mal; si servía el refectorioquebraba los platos y escudillas; si metocaba algún oficio en el corome dormía; finalmentetodo lo hacía malporque todo lo hacía de mala gana; con estoraro era el día en que no entrabaal refectorio con la almohadala escoba o los tepalcates colgadosconun tapaojos o con otra señal de mis malas mañas y de las ridiculeces de losfrailescomo yo decía.
Los primeros días se me asentaba la silla un poco(41) <notas.htm>esto esse me hacían pesadas semejantesburlas y mojigangas como [146] yo las llamabasiendo su propio nombre penitencias;pero después me fui connaturalizando con ellas de modo que se me daba tanto deentrar al coro o refectorio con una sarta de guijarros pendiente del cuellocomo si llevara un rosario de Jerusalén.
Así cayendo y levantandoy haciendo desesperar a los benditos religiososllegué a cumplir seis meses de noviciotiempo que desde el primer día mehabía prefijado para salirme a la calle y volverme a mis andanzas en el siglo.Ya estaba yo pensando de qué mal sería bueno enfermarmeo fingir que meenfermabapara cohonestar mi veleidady habiendo por último elegido laepilepsiaya iba a descargar sobre el corazón sensible de mi padre el golpefatalescribiéndole mi resolución de salirmecuando llegó Januario y me diola triste noticia de hallarse mi dicho padre gravemente enfermo y desahuciado delos médicos.
Afligiome semejante nuevay trataba de acelerar mi salidapero Januario mecontuvo diciéndome que tiempo había para ellaque por entonces suspendiera miresolución pues nada iba a medrary antes podría suceder que mi padre con lapesadumbre se agravara y se abreviaran sus días por mi precipitación; y asíque me sosegaraque por muerte o por vida de mi padre se haría la cosadespués con más acierto y menos inconvenientes.
Hícelo asíy confieso que me convencióporque a pesar de ser tan maloesta vez me aconsejó como hombre de bien.
Los hombreshijos míosson como los libros. Ya sabéis que no hay librotan malo que no tenga algo bueno; así los hombresno hay uno tan perversoquetal cual vez no tenga algunos buenos sentimientos; y en esta inteligenciaelmayor pecadorel más relajado y libertino puede darnos un consejo sabio yedificante.
Cinco días pasaron después del que me habló Januariocuando [147] vino averme don Martíny previniéndome el ánimo con los consuelos que le dictó sucaridadme dio una carta cerrada de mi padrey con ella la noticia de sufallecimiento.
La naturaleza apretó mi corazóny mis lágrimas manifestaron en abundanciamis sentimientos. Don Martín repitió sus consuelosy se fue a dar algunaslimosnas al padre provincial para sufragios por el alma del difunto. El padreVicariolos coristas y mis connoviciosentraron a mi celda y me daban todosaquellos consuelos que se apoyan en la religión; y luego que calmó un poco midolorme dejaron solo y se retiraron a sus destinos. Dos días pasaron sin queyo me atreviese a abrir la cartapues cada vez que la quería abrirleía elsobrescrito que decía: A mi querido hijo Pedro Sarmiento. Dios lo guarde ensu santa gracia muchos años. Entonces se estremecía mi corazónsobremaneray no hacía más que besarla y humedecerla con mis lágrimaspuesaquellos pocos caracteres me acordaban el amor que siempre me había tenidoysu constante virtud que me había inspirado.
¡Ayhijos! ¡Qué cierto es que el buen padrela buena esposa y el buenamigosólo se conocen cuando la muerte cierra sus ojos! Yo sabía que mi padreera buenopero no lo conocí bien hasta que tuve la noticia de sufallecimiento. Entonces a un golpe de vista vi su prudenciasu amorsu juiciosu afabilidad y todas sus virtudesy al mismo tiempo eché de ver el maestroel hermanoel amigo y el padre que había perdido.
Al cabo de tres días abrí la cartacuyo contenido leí tantas veces que seme quedó en la memoriay por ser sus documentos digna herencia de vuestroabueloos la quiero dejar aquí escrita.
Amadohijo: al borde del sepulcro te escribo éstaque según mi ordenteentregarán luego que esté mi cadáver sepultado.
No tengo más bienes que dejar a tu pobre madre que cuatro reales y los pocosmuebles de casa para que pase sin ansias algunos [148] días de su tristeviudedad; y a tihijo mío¿qué te podré dejarsino escritas por mi manotrémula y moribunda aquellas mismas máximas que he procurado inspirarte todami vida? Hazles lugar en tu corazón y procura traerlas a la memoria confrecuencia. Obsérvalasque jamás te arrepentirás de su observancia.
Ama a Diostémelo y reconócelo por tu padretu Señor y tu benefactor.
Sé fiel a tu patriay respeta u las autoridades establecidas.
Pórtate con todos como quisieras se portaran contigo.
A nadie hagas dañoy jamás omitas el bien que puedas hacer.
No aflijas a tu madreni excites su llantoporque las lágrimas quederraman las madres por los malos hijosclaman ante Dios contra éstos por lavenganza.
Jamás desprecies los clamores del pobrey hallen sus miserias un abrigo entu corazón.
No juzgues del mérito de los hombres por su exteriorque éste es engañosolas más veces.
No te empeñes nunca en singularizarte en nada.
Si profesares en esa santa religiónno olvides en ningún tiempo los votoscon que te has consagrado a Dios.
No te afanes por alcanzar los puestos honoríficos de la religiónni teentristezcas si no los alcanzaresque esto no es propio del verdadero religiosoque ha abandonado el mundo y sus pompas.
Si fueres padre maestro o preladono olvides la observancia de tu regla;antes entonces debes ser más modesto en el hábitomás puntual en el coroymás edificante en todo; pues no es razón que exijas de tus súbditos elestrecho cumplimiento de su obligaciónsi tú les enseñas otra cosa con elejemplo.
No te mezcles en los negocios y asambleas de los seglaresporque no losescandalice tu relajación; pues también parece un religioso en el coroen elclaustroen el altarpúlpito o confesonario[149] como mal en elpaseotertuliajuegobailecoliseo y estrados de visitas.
No uses copetes en el cerquillo a modo de faisán o pavoque esta soladivisa manifiesta el poco espíritu religiosoy declara bien lo apegado queestá el que lo usa al mundo y a sus modas.
Finalmentesi no profesasguarda los preceptos del Decálogo en cualquieraque sea el estado de tu vida. Ellos son pocosfácilesútilesnecesarios yprovechosos. Están fundados en el derecho natural y divino. Lo que nos mandanes justolo que nos prohíben es en beneficio nuestro y de nuestros semejantesnada tienen de violento sino para los abandonados y libertinos; y por últimosin su observancia es imposible lograr ni la paz interior en esta vidani lafelicidad eterna en la otra.
Acuérdate puesde estoy de que dentro de pocos días seguirás el caminoen que va a entrar tu padrecuya bendición con la de Dios te alcance porsiempre. Adióshijo amado. A las orillas de la eternidadtu amante padre-Manuel.
Esta carta no hizo más efecto que entristecerme algunos ratospero sinprofundizar sus verdades en mi corazónporque a éste le faltaba disposiciónpara recibir tan saludable semilla.
Pasaron quince díasen cuyo corto tiempo se me olvidaron en gran parte lossentimientos de la muerte de mi padrelos avisos de su carta (esto eselprimer espíritu de compunción con que la leí) y sólo me acordaba de miapetecida libertad.
Al cabo de estos días vino Januario y me trajo un recado de mi madrediciéndome que estaba muy apesarada y triste en su soledady que ya era tiempopara que yo realizara mis proyectospues habiendo muerto mi padreya no habíacosa que embarazara mi salida; antes ésta podría servir a mi madre deconsueloy otras cosas a este modo conque acabé yo de resolverme. [150]
Le manifesté a Januario la carta de mi padrey él luego que la leyó seechó a reíry me dijo: está bueno el sermónno hay que hacer. Tu padrehermanoerró la vocación de medio a medio. Era mejor para misionero que paracasado; pero consejos y bigotesdicen que ya no se usan. La herencia está muybuenaaunque yo no daría por ella una peseta. Si como tu padre te dejóadvertenciaste hubiera dejado monedasse las deberías agradecer más;porqueamigoun peso durovale más que diez gruesas de consejos. Guarda estacartay salte a ver qué haces con lo que ha dejado tu padreporque tu madre¿qué ha de hacer? En cuatro días lo gasta y se acabay ni tú ni ella lodisfrutan.
Yo le agradecí aquellos que me parecían buenos consejosy le dije que lepropusiera a mi madre mi salidapretextándole mi enfermedad y lo útil que yole podía ser a su lado. Januario me ofreció desempeñar el asunto y volver alotro día con la razón.
Inquietísimo me quedé yo esperando la resolución de mi madreno porque yoquería captar su veniapues no la juzgaba necesariasino para con estahipocresía atarle la voluntad de modo que me franqueara sin reserva todos losmediecillos que mi padre había dejadoy se fiara de mícomo si yo fuera unbuen hijo.
Todo me salió según me lo propusepues al día siguiente volvió Januarioy me dijo que todo estaba corrienteque él había ponderado mucho mi falsaenfermedad a mi madrey díchole que yo lloraba mucho por ellaque tanto pormi saludcomo por servirla y acompañarladeseaba salirme; pero que esperabasu parecerporque era tan bueno su hijoque sin su licencia no daría un paso.A lo que mi madre le contestó que saliera en horabuenapues mi salud valíamás que todoy en todas partes se podía servir a Dios. [151]
Oídos que tales orejas (42) <notas.htm>dije yo al escuchar estas razones. Mañana comemos juntosJanuario... Y alinstante vamos a visitar a Poncianitame dijo élque cada día está máschula el diantre de la muchacha.
En conversaciones tan edificantes como éstas pasamos el rato que mepermitió la campanaa cuyo toque se despidió Januarioquedándome yodeseando llegara la noche para avisarle mi determinación al padre maestro denovicios.
Llegó en efectoy a mi parecer más tarde que otras veces. Luego que tuvelugar me entré en su celday le dije que estaba enfermoy a más de esoquemi madre había quedado viudapobre y sin más hijo que yoy que así pensabavolverme al siglo; que me hiciera favor de facilitarme mi ropa.
El buen religioso me escuchó con santa pacienciay me dijo que viera lo quehacíaque ésas eran tentaciones del demonio; si estaba enfermomédicos ybotica tenía el conventoy que allí me curarían con el mismo cuidado que enmi casa; que si mi madre había quedado viuda y pobreno había quedado sinDiosque es padre universal y no desampara a sus criaturas; y por últimoquelo pensara bien. Ya lo tengo bien pensadopadre nuestrole dijey no hayremedioyo me salgoporque ni la religión es para míni yo para lareligión.
Enfadose su paternidad con estas razonesy me dijo: la religión es paratodos los que son para ella; mas su caridad dice bienque no es para lareligióny así me lo ha parecido algunas veces. Vaya con Dios. Mañanatemprano mandaré avisar a nuestro padre provincialy se irá a su casa o adonde le parezca.
Me retiré de su vistay esa noche ya no quise ir a coro ni [152] arefectorio (ni me hicieron instancia tampoco)y a otro día entre nueve y diezde la mañaname llamó el padre maestro de noviciosme despojó solemnementede los hábitosme dio mi ropay me marché para la calledirigiéndomeinmediatamente para México.
Después que descansé un rato en un asiento de la alameday me sacudí elpolvo del caminoque había hecho desde Tacubayame dirigía a mi casae ibayo envuelto en mi capacon mi pañuelo amarrado en la cabeza y lleno deconfusiónpensando que estaba como excomulgado y separado de aquellos siervosde Dios. No sé qué pavor se apoderaba de mi corazón cada vez que volvía lacara y veía las sagradas paredes de San Diegodepósitos de la virtud yquietudde donde yo me retiraba.
No hay dudadecía yo entre míyo acabo de dejar el asilo de la inocenciayo he dejado la única tabla a que podía asirme en el naufragio de esta vidamortal. Dios me verá como un ingratoy los hombres me despreciarán como uninconstante... ¡Ahsi pudiera yo volverme!
En estas serias meditaciones iba yo embebecidocuando me tiró de la capauno de mis antiguos contertulianos que me conoció y acompañaba a una de lascoquetillas más desenvueltas que yo había chuleado antes de entrar en elconvento.
Luego que nos saludamos y reconocimos los tresme preguntó él ¿cuándo mehabía salido y por qué? Le respondí que aquel mismo díay por la muerte demi padre y mi enfermedad. Me lo tuvieron a bieny me llevaron a almorzar a unfigóndonde comí a lo loco y bebí punto menoscon cuyos socorros sedisiparon mis tristezas.
Despidiéronse de míy me fui para mi casa. Luego que mi madre me viocomenzó a abrazarme y a llorar amargamentepero me manifestó su contento portenerme otra vez en su compañía. ¿Quién le había de decir que sus trabajoscomenzaban desde aquel díay que mi personalejos de proporcionarle [153] losconsuelos y alivios que se prometíale había de ser funestamente gravosa?Pero así fuecomo veréis en el capítulo siguiente.
Capítulo XIII Trata Periquillo de quitarse el lutoy se discute sobre losabusos de los funeralespésamesentierroslutosetc.
Entramos a la época más desarreglada de mi vida. Todos mis extravíosreferidos hasta aquíson frutas y pan pintado respecto a los delitos que sesiguen. Ciertamente me horrorizo yo mismoy la pluma se me cae de la mano alescribir mis escandalosos procederesy al acordarme de los riesgos y lancesterribles que a cada momento amenazaban mi honrami vida y mi almaporque esevidente que el hombre mientras es más vicioso está más expuesto a mayorespeligros. Ya se sabe que nuestra vida es un tejido continuo de sustosmiseriasriesgos y zozobras que por todas partes nos amagan; pero el hombre de bien consu conducta arreglada se libra de muchos de ellosy se hace feliz en cuantocabe en esta vida miserable; cuando por el contrarioel hombre vicioso yabandonado no sólo no se libra de los males que naturalmente nos acometensinoque con su misma relajación se mete en nuevos empeñosy llama sobre sí unaespantosa multitud de peligros y laceríasque ni remotamente los experimentarasi viviera como debía vivir; y de este fácil principio se comprende por quélos más viciosos son los más llenos de aventurasy acaso los que lo pasanpeor aun en esta vida. Yo fui uno de ellos.
Seis meses estuve en mi casa haciendo una vida bien hipócritaporque rezabael rosario todas las nochessegún la costumbre de mi difunto padresalía muypoco a la calleno asistía a ninguna diversiónhablaba de la virtud y decosas de [154] Dios con frecuenciay en una palabrahice tan bien el papel dehombre de bienque la pobre de mi madre lo creyó y estaba conmigo loca decontenta; ¡qué mucho!si la tragó Januario siendo tan veterano enpicardíasy tanto lo creyó que un día me dijo: Periquillome has admirado;ciertamente que tú naciste para frailepues cuando yo esperaba que salieras acoger las primicias de tu libertad absolutay que nos daríamos los dosnuestros verdes muy razonableste veo encerrado y hecho un anacoreta en tucasa. ¡Pobre de Januario! ¡Pobre de mi madre! ¡Y pobres de cuantos sepersuadieron a que era virtud lo que sólo era en mí una malicia muy refinada!
Trataba yo de conceptuarme bien con mi madre para que confiando en mítotalmenteno me escaseara los mediecillos que mi padre le hubiera dejadoloque no me fue difícil conseguir con mis estratagemas maliciosas.
De factomi madre me descubrió y aun me hizo administrador de losbienecillos que habían quedadoy consistían en mil y seiscientos pesos enrealescomo quinientos en deudas cobrablesy cerca de otros mil en alhajitas ymuebles de casa. Cortos haberes para un ricomas un principalito muy razonablepara sostenerse cualquier pobre trabajador y hombre de bien; pero sólo eso eralo que me faltabay así di al traste con todo dentro de poco tiempocomo loveréis.
Cualquier capitalito razonable florece en las manos de un hombre de conductay aplicado al trabajo; pero ninguno es suficiente para medrar en las de un jovencomo yoque no sólo era disipadosino disipador.
El dinero en poder de un mozo inmoral y relajado es una espada en las manosde un loco furioso. Como no sabe hacer de él el uso debidoconstantementesólo le sirve de perjudicarse a sí mismo y perjudicar a otrosabriendo sinreserva la puerta a todas las pasionesfacilitando la ejecución de todos los[155] viciosy acarreándose por consecuencia necesaria un sin número deenfermedadesmiseriaspeligros y desgracias.
Para precaver así la dilapidación de los mayorazgoscomo la total ruina deestos pródigos viciososmeten la mano los gobiernosy quitándoles laadministración y manejo del capitalles señalan tutores que los cuiden yadieten como a unos muchachos o dementes; porque si noen dos por trestirarían los bancos de Londres si los hubieran a las manos.
¡Es una vergüenza que a unos hombres regularmente bien nacidosy sin ladesgracia de la demenciasea menester que las leyes los sujeten a la tutela ylos reduzcan al estado de pupiloscomo si fueran locos o muchachos! Pero asísucedey yo he conocido algunos de estos mayorazgos sin cabeza.
Si yo hubiera sido mayorazgono me hubiera quedado por corto para tirar todoel caudal en dos semanaspues era flojovicioso y desperdiciadotres requisitos que con sólo ellos sobra para no quedar caudal a vida poropulento y pingüe que sea.
Atando el hilo de mi historia digo que ya me cansaba yo de disimular lavirtud que no teníay deseando romper el nombre y quitarme la máscara de unavezle dije un día a mi madre: Señoraya no tarda nada el díade SanPedro. ¿Y qué me quieres decir con eso?preguntó su merced. Lo que quierodecirle respondíes que ese día es de mi Santoy muy propio para quitarnosel luto. ¡Ay!no lo permita Diosdecía mi madre. ¿Yo quitarme el luto tanbreve? Ni por un pienso. Amé mucho a tu padrey agraviaría su memoria si mequitara el luto tan presto.
¿Cómo tan prestoseñora?decía yo¿pues ya no han pasado seis meses?¿Y qué?decía ella toda escandalizada¿seis meses de luto te parecen muchopara sentir a un padre y a un esposo? No hijoun año se debe guardar el lutoriguroso por semejantes personas.
Ya ustedes verán que mi madre era de aquellas señoras antiguas [156] que sepersuaden a que el luto prueba el sentimiento por el difuntoy gradúan éstepor la duración de aquél; pero ésta es una de las innumerables vulgaridadesque mamamos con la primera leche de nuestras madres.
Es cierto que se debe sentir a los difuntos que amamosy tanto máscuantomás estrechas sean los relaciones de amistad o parentesco que nos unían conellos. Este sentimiento es naturaly tan antiguoque sabemos que lasrepúblicas más civilizadas que ha habido en el mundoGrecia y Romano sólousaban lutosino que hacían aun demostraciones más tiernas que nosotros porsus muertos. Tal vez no os disgustará saberlas.
En Greciaa la hora de expirar un enfermosus deudos y amigos queasistíanse cubrían la cabeza en señal de su dolor para no verlo. Lecortaban la extremidad de los cabellosy le daban la mano en señal de la penaque les causaba su separación.
Después de muerto cercaban el cadáver con velas(43) <notas.htm>lo ponían en la puerta de la calley cercade él ponían un vaso con agua lustralcon la que rociaban a los que asistíana los funerales. Los que concurrían al entierro y los deudosllevaban luto.
Los funerales duraban nueve días. Siete se conservaba el cadáver en lacasael octavo se quemabay el noveno se enterraban sus cenizas. Con pocadiferencia hacían lo mismo los romanos.
Luego que expiraba el enfermodaban tres o cuatro alaridos para manifestarsu sentimiento. Ponían el cadáver en el suelo[157] lo lavaban con aguacalientey lo ungían con aceite. Después lo vestían y le ponían lasinsignias del mayor empleo que había tenido.
Como aquellos gentiles creían que todas las almas debían pasar un río delinfierno que llamaban Aquerontepara llegar a los Elíseosy en esterío había sólo una harcacuyo amo era un tal Carónbarquerointeresable que a nadie pasaba si no le pagaban el fletele ponían los romanosa sus muertos una moneda en la boca para el efecto.
A seguida de estoexponían el cadáver al público entre hachas y velasencendidassobre una cama en la puerta de la casa.
Cuando se había de hacer el entierrose llevaba el cadáver al sepulcro oen hombros de gente o en literas (como nosotros antes de hoy los llevábamos encoches). Acompañaba al cadáver la música lúgubrey unas mujeres lloronasalquiladasque llamaban por esta razón Praeficaey en castellano sellaman plañiderasque con sus llantos forzados reglaban el tono de la músicay el punto que había de seguir en el suyo el acompañamiento.
Los esclavos a quienes el difunto había dado libertad en su testamentoibancon sombreros puestos y hachas encendidas. Los hijos y parientes con los rostroscubiertos y tendido el cabello. Las hijas con las cabezas descubiertasy todoslos demás amigos con el pelo suelto y vestidos de luto.
Si el difunto era ilustrese conducía primero el cadáver a la plazaydesde una columna que llamaban de las arengasun hijo o parientepronunciaba una oración fúnebre en elogio de sus virtudes. Tan antiguos asíson los sermones de honras.
Después de estose conducía el cadáver al sepulcrosobre cuyo lugar hubovariación. Algún tiempo se conservaban los cadáveres en las casas de loshijos. Después viendo lo perjudicial de este usose estableció por buengobierno que se sepultasen en despoblado; y ya desde entonces procuraba cada[158] uno labrar sepulcros de piedra para sí y su familia(44) <notas.htm>. Lo mismo observaron los griegosconexcepción de los lacedemonios. Los pobres que no podían costear este lujoseenterraban como en todas partesen la tierra pelada.
Después se acostumbró quemar a los héroes difuntos. Para esto ponían elcadáver sobre la Pira (45) <notas.htm>que era un montón bien elevado de leña secala que rociaban con licores yaromas olorososy los parientes le pegaban fuego con las hachas que llevabanencendidasvolviendo en aquel acto las caras a la parte opuesta.
Mientras ardía el cadáverlos parientes echaban al fuego los adornos yarmas del difuntoy algunos sus cabellos en prueba de su dolor.
Consumido el cadáverse apagaba el fuego con agua y vinoy los parientesrecogían las cenizasy las colocaban en una urna entre flores y aromas.Después el sacerdote rociaba a todos con agua para purificarlosy alretirarsedecían todos en alta voz: Aeternum valeo que te vayabien eternamentecuyo buen deseo explica mejor nuestro requiescat inpace. En paz descanse. Hecho estose colocaba la urna en elsepulcroy grababan en él el epitafioy estas cuatro letras S. T. T. L. quequerían decir: Sit tibi terra levis. Séate la tierra leveparaque los pasajeros deseasen su descanso. Entre nosotros se ve una cruz en uncaminoo un retablito de algún matado en una callea fin de que se hagaalgún sufragio por su alma. [159]
Concluida la funciónse cerraba la casa del difuntoy no se abría ennueve díasal fin de los cuales se hacía una conmemoración.
Los griegos cerca de la hoguera o pira ponían floresmielpanarmas yviandas... ¡Ay!ofrendasofrendas de los indios¡qué antiguo ysupersticioso es vuestro origen! (46) <notas.htm>Toda la función se concluía con una comida que se daba en casa de algúnpariente. Hasta esto imitamosacordándonos que los duelos con pan son menos.
¿Y acaso sólo los griegos y romanos hacían estos extremos de sentimientoen la muerte de sus deudos y amigos? Nohijos míos. Todas las nacionesy entodos tiempos han expresado su dolor por esta causa. Los Hebreoslos Sirioslos Caldeosy los hombres más remotos de la antigüedadmanifestaban susensibilidad con sus finadosya de unoya de otro modo. Las naciones bárbarassienten y expresan su sentimiento como las civilizadas.
Justo es sentir a los difuntosy en los libros sagrados leemos estaspalabras: Llora por el difuntoporque ha faltado su luz o su vida. Supramortum ploradefecit enimlux ejus. (Eccl.Cap. 22V. 10.)Jesucristolloró la muerte de su querido Lázaro; y así sería un absurdo horroroso elllevar a mal unos sentimientos que inspira la misma naturalezay blasfemarcontra las demostraciones exteriores que los expresan.
Así es que yo estoy muy lejos de criticar ni el sentimiento ni sus señales;pero en la misma distancia me hallo para calificar por justos los abusos quenotamos en éstasy creo que todo hombre sensato pensará de la misma manera;porque ¿quién [160]
[161]
[162] (47) <notas.htm>
Ésta sí fuera asistencia honrosay los mayores elogios que pudieranlisonjear el corazón de sus parientes; porque las lágrimas de los pobres en lamuerte de los ricoshonran sus cenizasperpetúan la memoria de sus nombresacreditan su caridad y beneficenciay aseguran con mucho fundamento lafelicidad de su suerte futura con más solidezverdad y energía que toda lapompavanidad y lucimiento del entierro. ¡Infelices de los ricos cuya muerteni es precedida ni seguida de las lágrimas de los pobres!
Volvamos al entierro. Siguen metidos dentro de unos sacos colorados unoscuantos viejosque llaman trinitarios; después van algunos eclesiásticos ycon ellos otros muchos monigotes al modo de clérigos; a esta comitiva sigue elcadáver y tras él una porción de coches.
La iglesia donde se hacen las exequias está llena de blandones con ciriosyla tumba magnífica y galana. La música es igualmente solemne aunque fúnebre.
Durante la vigilia y la misaque para algunos herederos no es de réquiemsino de graciasno cesan las campanas de aturdirnos con su cansadoclamoreorepitiéndonos
Que ese doble de campana | |||
no es por aquel que murió | |||
sino porque sepa yo | |||
que me he de morir mañana. |
Bien que de esta clase de recuerdos deben aprovecharse especialmente losricospues estos dobles sólo por ellos se echan y les acuerdan que tambiénson mortales como los pobrespor los que no se doblan campanaso si acasoespoco y de mala gana; y así los pobres son en la realidad los muertos que nohacen ruido.
Se concluye el entierro con todo el fausto que se puedeo que se quierecuidándose de que el cadáver se guarde en un [163] cajón bien claveteadoforrado y aun dorado (como lo he visto)y tal vez que se deposite en unabóveda particularya que los mausoleos son privativos a los príncipescomosi la muerte no nos hiciera a todos igualesverdad que atestigua Sénecadiciendo en la ep. 102que la ceniza iguala a todos. ¿Quiéndistinguirá las cenizas de César o Pompeyo de las de los pobres villanos de sutiempo?
Toda esta bambolla cuesta un dineraly a veces en estos gastos tan vanoscomo inútiles se han notado abusos tan reprensibles que obligaron a losgobernantes a contenerlos por medio de las leyesmandando éstas que siendo losgastos de los funerales excesivosatendidos los haberes y calidad del difuntolos modifique el juez del respectivo domicilio.
Entra aquí la grave dificultad para saber cuándo no hay exceso en estosgastos. Confieso que será muy rara la vez que el juez pueda decidir en estecasoporque casi siempre le faltarán los conocimientos interiores del estadode las cosas del finado; y así sólo podrá determinar el exceso con atencióna su calidad. Supongamos: cuando un plebeyo conocido quiera sepultarse con lapompa de un condey aun entonces si tiene dinero con que pagarlano sé si seburlará de las leyespero Horacio sí lo sabía cuando dijo que todolavirtud... entiéndaselos elogios que a ella son debidosla fama y elesplendor obedecen a las hermosas riquezasy el que las sepa acopiar seráilustrevalientejustosabioy lo que quiera.
Mas hablando a lo cristianoyo no me detendré en fijar la regla por dondese deba conocer cuándo hay exceso en los funerales.
Ya sé que parecerá nimiamente escrupulosapero aseguro que es infalible ymuy sencilla. Se reduce a que lo que se gaste de lujo en los funerales no hagafalta a los acreedoresni a los pobres.
¿Y si los acreedores están pagados y a los pobres se les han [164] dadoalgunas limosnasno podrá el finado disponer a su voluntad del quinto de susbienes? Sí podráse respondepero luegoluego pregunto: ¿lo que se gastaen lujo no estuviera mejor empleado en los pobres que siempre sobran? Esinconcuso. Pues en este caso ¿cuál es el lujo que se deberá usar lícitamenteentre cristianos? Ninguno a la verdad. Digo esto si hablo con cristianosque sihablara con paganos que afectaran profesar el cristianismosería menosescrupuloso en mis opiniones. Vamos a otra cosa.
A proporción de los abusos que se notan en los entierros de los ricosseadvierten casi los mismos en los de los pobres; porque como éstos tienenvanidadquieren remedar en cuanto pueden a los ricos. No convidan a los delHospicioni a los trinitariosni a muchos monigotesni se entierran enconventosni en cajón compuestoni hacen todo lo que aquéllosno porque lesfaltan ganassino reales. Sin embargohacen de su parte lo que pueden. Sellama a otros viejos contrahechos y despilfarrados que se dicen hermanos delSantísimopagan sus siete acompañadosla cruz altasu cajoncitoordinarioetc.y esto a costa del dinero que antes de los nueve días delfuneral suele hacer falta para pan a los dolientes.
Es costumbre amortajar a los difuntos con el humilde sayal de San Francisco;pero si en su origen fue piadosaen el día ha venido a degenerar encorruptela.
Estoy muy lejos de murmurar la verdadera piedad y devocióny el objeto demi presente crítica recae únicamente sobre el simoniaco comercio(48) <notas.htm> que se hace con las mortajasy los perjuiciosque resienten las gentes vulgares por vestir a sus muertos de azul y a tantacosta. [165]
Las mortajas se venden a un precio excesivamente carocual es el de docepesos y mediosi es para hombrey seis pesos dos reales para mujer. Lospobresapenas muere el enfermotratan de solicitarle la mortaja¿y si notienen dinero? Se empeñanse endrogany aun piden limosna para ellohaciendofalta para pan a las criaturas lo que gastan en un trapo inútil y asquerosopues no pasa de ahí la mejor mortaja cuando se pone a un muertoquien está enel caso de no poder ganar ninguna indulgencia; y como para gozar estas graciasespirituales se necesita estar en el estado de merecerse sigue que en novistiendo al enfermo la mortaja en vidadespués de muerto le valdrá tantocomo el capisallo del gran Chino.
Vosotrossi tenéis en el discurso de vuestra vida algunos deudosy susfallecimientos acaecen en medio de vuestra indigenciano os aflijáis por elentierroni por la mortaja. El entierro se facilita con tres pesos cuatrorealesque distribuiréis en esta forma. Doce reales de un cajón; un peso paralos cargadoresy otro para el sepulturero que les abre la casa en el camposanto.
La mortaja será más barata si os conformáis con vuestra pobreza. Losjudíos acostumbraban liar a sus muertos con unas vendas que llamaban Sudariosy después los envolvían en una sábana limpia. Así podéis hacerlo yquedarán los vuestros tan amortajados como el mejor. Por cierto que no fue otrala mortaja de Jesucristo.
Acabados los entierrossiguen los pésames. Para recibir éstosse cierranlas puertasse colocan las señoras mujeres en los estradosy los señoreshombres en las sillastodos enlutados y guardando un profundo silencio duranteesta ceremoniao cuando máshablando en voz baja porque no les dé alferecíaa los dolientescuya moderación y respeto acaso no se observó tanescrupulosamente en la enfermedad del finado. [166]
También he notado como abuso en estos lancesque las conversaciones que setienen con los dolientes se dirigen a celebrar y ponderar las virtudes deldifuntoa traer a la memoria las causas que produjeron su enfermedadlo quepadeció en ellalos remedios que le ministraronlo que tardó en la agoníay otras impertinencias semejantescon cuya relación atormentan más losafligidos espíritus de sus parientes.
Esta costumbre de dar pésames se contrae a dos cosas. La primeraamanifestar que tomamos parte en el sentimiento de aquellas personas a quieneslos damosya por razón de parentescoo ya por la amistad que teníamos con eldifunto. La segundapara consolar en lo posible a sus dolientesofreciéndolesnuestros arbitrios temporalesy asegurándoles que con los suyos uniremosnuestros votos para que se aumenten los sufragios de que consideramos a su almanecesitada.
Ya se ve que todo este ceremonial es casi siempre un embuste solemneuncumplimiento de rutinay una de las costumbres más bien recibidas.
No parecerá muy avanzada esta proposición a quien advierta queno digo losparientes remotos y los amigospero los más inmediatos y aun los másfavorecidos del difuntopasado poco tiempono se vuelven a acordar de él;porque con el discurso de los días el corazón se serenalas lágrimas seenjuganla falta se suplelos beneficios se olvidan y todo se borraa pesarde cuantos gritosalharacaslágrimaspataletas y faramallas se prodigaron enla escena triste de su muerte.
Y si este olvido se nota en el hijoen la esposay en el hermano¿quéesperanza podrán tener los pobres muertos en los sufragios tan prometidos porlos que sólo van al velorio por beber el chocolatey a dar el pésame porqueles llevaron el convitepor más que al despedirse digan que no losolvidarán en sus oracionesaunque malos?
Este asunto es muy serio. Lo suspenderemos mientras acabamos [167] de refutarel abuso de hablar de los difuntos al tiempo de dar los pésamesporque si comohemos dichouno de los objetos de estos pesamenteros es aliviar elsentimiento de los dolientesparece que es un error que puede calificarse deimpolítico el renovar los motivos de dolor a los deudos al tiempo mismo quepretendemos consolarlos.
No puede menos que atormentarse el corazón de la mujer o hijo del difunto aloír decir: ¡qué bueno era don Fulano! ¡Qué atento! ¡Qué afable! ¡Aymi alma!dice otratiene usted mil razones de llorarlo; no hallaráotro marido como el que perdió; y otras sandeces de éstasque son otrostantos tornillos con que están apretando el corazón que quieren consolar. Demodo que estas políticas lisonjas son unos indiscretos torcedores de losespíritus afligidos.
¿Cuánto mejor no fuera sustituir a esta fórmula imprudente de darpésamesotra opuestaen la que o se trataran asuntos festivos e indiferenteso más bien se redujera sólo esta etiqueta a ofrecer con sinceridad sus haberesy proporciones a la voluntad de los dolientesen caso de haberlos menester?Puespero con verdadno con faramallay cuando los dichos dolientesestuvieran satisfechos de esta verdadseguramente quedarían más bienconsolados que con todos los panegíricos que hoy dedican los pesamenterosa sus muertos.
Pero volviendo a éstosdigo que pobre del que se muere si no ha procuradoen vida facilitarse el camino de su salvaciónateniéndose a los hijosa losamigos y albaceas.
Vemos (y muy frecuentemente) que muchosque tal vez tienen proporcionesmientras vivenni dan limosnani se hacen decir una misani pagan sus deudasni restituyen lo mal habidoni practican ninguna obligación de aquellas quenos impone la religión y nuestro mismo interés; pero llega la hora en quenuestros oídos no pueden menos que escuchar la verdad. Les intima el médico lasentencia de su muerte; conocen ellos [168] que puede no errar el pronósticoporque su naturaleza se debilita por instantes más y más; se apodera de suscorazones el temor de la eternidad que los espera; se llama al confesor y alescribano; vienen los dos casi juntos; se hace la confesión de prisa y Diossabe cómo; se sigue el testamento; se dispone todo; se declaran las deudas; semanda pagar; se nombran albaceas para el efecto; se ordena hacer las limosnasque llaman mandas forzosasalgunas a los pobres; decir algunas misas por sualma; y hecho todo estose recibe el sagrado Viáticolos santos Óleosymuere el enfermo muy consolado; pero ¡ah!... ¡Cuánto hay que desconfiar deestas buenas disposiciones cuando se hacen a la orilla misma del sepulcro!
Se dan limosnas y se mandan hacer restituciones (si se mandan hacer) enaquella horaporque no se pueden llevar los caudales a la sepultura. Se muerenmuy confiados en que los albaceas cumplirán el testamento¿y cuántas vecesse engañan los testadores? ¿Cuántas veces se trasforman los albaceas enherederosy los curadores ad bona en tenedores de bienes? Innumerables.Nono son raras las quejas que se oyen todos los días a los pobres menores aquienes ha dejado por puertas o la mala feo la mala administración deaquéllos.
Todo lo dicho os enseña a no esperarcomo dicena la hora de los gestospara disponer de vuestras cosasporque entonces el susto y la precipitaciónrebajan mucha parte del acierto.
Llegamos a los lutos en los quecomo visteis con mi madrecaben tambiénlos abusos. El luto no es más que una costumbre de vestirse de negro paramanifestar nuestro sentimiento en la muerte de los deudos o amigos; pero estecolor a merced de la dicha costumbrees sólo señalmas no prueba delsentimiento. ¿Cuántos infelices no se visten luto en la muerte de las personasque más amanporque no lo tienen? Y su dolor es innegable. Al contrario¿cuántas viuditas jóvenescuántos hijos [169] y sobrinos malos einteresablesque desearon la muerte del difunto por entrar en la posesión desus bienesno se vestirán unos lutos muy rigurosos así por seguir lacostumbrecomo por persuadirnos que están penetrados del sentimiento que noconocen?
El colordicen los físicos que es un accidente que no altera la sustanciade las cosas; y asíel buen hijo sentirá a su padrela buena esposa a sumarido y los buenos amigos a sus amigosora se vistan de negroora de azulora de verdeencarnado o cualquier color. Y al contrarioel deudo que no amabaa su parienteo que quizá deseaba que expirara por heredarlono lo sentirámas que se eche encima cuantas bayetas negras hay en todas las luterías delmundo.
En algunas provincias del Asiael color blanco es el que han adaptado paraluto; y entre nosotrosque se acostumbra vestirse de negro el Viernes Santo yel día de Finadosse observa que no es por sentimientosino por lujo.
Después de todono tengo por abuso el traje negro en semejantes casos; perosí califico por talaquel determinado número de días que se traen los lutospara denotar nuestro mayor o menor sentimientosegún las graduaciones deparentesco que se tiene con los difuntos.
Ya habéis visto que en el tiempo de mi madreun año era el prefijado parallevar el luto por los padreshijos y consortes (49)<notas.htm>seis meses por los hermanostres por lossobrinosetc. Ésta no puede menos que ser una boberaporque si se amaba a losdifuntos verdaderamentey el luto es la prueba del sentimientoen ningúntiempo se debía quitarporque en ningún tiempo debía cesar el motivo; y sino se amabanera indiferente el [170] llevarlo pocos o muchos mesespues queno prueba sentimiento el traje negro.
Algunas de estas reflexiones hice a mi madrehasta que la desentusiasmé desu caprichoy me ofreció que nos quitaríamos el luto para el día de SanPedroque era cuanto yo deseaba para quitarme también la máscara de la virtudque había fingidoy correr a rienda suelta por toda la carrera de los viciosdisfrutando de mi libertad enteramentey tirando con mis amigos los pocosmediecillos que mi padre había economizado para la subsistencia de mi pobremadre.
Según esta determinaciónse me hizo un vestido de petimetre para ese díay se dispuso su almuerzocomiday bailecito para la noche.
Llegó el tan deseado para mí 29 de Junio; me quité los trapos negrosquehasta entonces habían sido escolaresy me planté de gala a lo secular. Pareceque con campana llamaron a todos los parientes y conocidos ese díamuchos queno habían vuelto a casa desde el entierro de mi padrey otros que ni aun elpésame habían ido a dar a mi madrese encajaron entonces con la mayorconfianza y poca vergüenza.
Ya se deja entender que en primer lugar fueron mis íntimos amigos JanuarioPelayoy otros como ellosque también llevaron al baile a sus madamastituladas que lo eran también mías. En una palabrael olor del guajolote ydel pulque de piñaacarreó ese día a mi casa una porción de amigos míosparientes y conocidos de mi madreque fueron a cumplimentarme. Dios se lospague.
Se lamieron el almuerzoconsumieron la comiday a su tiempo alegraron elbaile grandementeporque cantaronbailaronretozaronse embriagaronensuciaron toda la casay al final finsalieron unos murmurando el almuerzootros la comidaotros el bailey todos alguna cosa de lo mismo que habíandisfrutado.
[171]
¡Qué necedad es tener una diversión pública! Se gasta el dinerosesufren mil incomodidadesse pierden algunas cosasy siempre se queda mal conlos mismos a quienes se pretende obsequiar; y se recibe en murmuración yhabladurías lo que se pretende recibir en agradecimiento.
Sin embargo de todo estocomo entonces yo no pensaba asínada me dabacuidadoni en nada pensé sino en divertirme y holgarme a costa del dineroaunque es verdad que en aquella hora me adularon bastanteespecialmente lascoquetascon cuyos elogios di por bien empleado el dinero que se gastó y lasincomodidades que sufrió mi madre.
Capítulo XIV Critica Periquillo los bailesy hace una larga y útildigresión hablando de la mala educación que dan muchos padres a sus hijosyde los malos hijos que apesadumbran a sus padres
Cansados de bailar y de beberse acabó el baile como todos se acaban. A lasdoce poco más de la noche se fueron yendo los más prudenteso los menostontos que no trataban de desvelarse. Los demás que se quedaronfuéraseporque extrañaban el bullicio de los que se habían idoo porque se habíancansado yaapenas se levantaban a bailar. Las velas estaban muy bajas ypidiendo su relevoy los músicos (que no descuidan en empinar la copa en talesocasiones) ya no atinaban a tocar bien el son que le pedíany aun habíaalguno de ellos que rascaba su bandolón abajo de la puente.
Januariocomo tan diestro en estas escuelasme dijo: hombre¡quéentristecida se ha dado el baile y tan temprano! ¿Y qué hemos de hacer?ledije yo. ¿Cómo qué? Alegrarlome respondió. ¿Y con qué se alegra?lepregunté. Con una friolera. ¿Hay aguardiente? Síle dije. ¿Y azúcar ylimones? También. Pues manda que lo pongan todo en la recámara. [172] Hice loque me dijo Januarioquien en un momento hizo una mezcla de aguardienteazúcar y limónque llaman ponche; mandó poner nuevas luces en las pantallasy comenzó a dar a los músicos y a los asistentes de aquel brebaje condenado apasto y sin medidacon cuya diligencia se puso aquello de los demonios.
Al principio bailaban con algún ordeny sabían algunos lo que tocaban yotros lo que saltabanpero en cuanto el aguardiente endulzado comenzó a hacersu operaciónse acabaron de trastornar las cabezasse hizo a un lado el talcual respetillo y moderación que había habidolas mujeres escondieron lavergüenza y los hombres el miramiento.
Entró segunda y tercera tanda de ponchey ya no había gente con genteporque ya aquello no era bailesino retozo y escándalo criminal.
Los que hacen bailesy más si son de la clase de éste (que pocos hay queno lo sean)son unos alcahuetes y solapadores de mil indecencias escandalosas.Tal vez no lo presumiránno lo querrán y aun se disgustarán con ellasperotodo esto no salva el que sean los consentidores y los motores principales deestas lúbricas desenvolturaspues en buena filosofía se sabe que lo que escausa de la causaes causa de lo causado; y así los que hacen un bailedeben tener consideración de muchas cosas para evitar estos desenfrenosescandalososporque si no pasarán la plaza de alcahuetes declarados a los ojosdel mundoy a los de Dios serán reos de cuantos pecados se cometan en suscasas.
Las principales consideraciones que debe tener presentes el que hace unbaileme parece que se pueden reducir a las siguientes.
1.ª Que las mujeres concurrentes sean honestasde buena viday nuncasolteras o mujeres libressino hijas de familia o casadasy que vayan con suspadres o maridospara [173] que el respeto de éstos las contengay contenga alos jóvenes libertinos.
2.ª Que con conocimientojamás se convide a ninguno de éstos porexquisita que sea su habilidadpues menos malo será que se baile malque noque se seduzca bien. Ordinariamente estos mozos bailadoreso como les dicenútilesson unos pícaros de buen tamaño; no llevan a un baile más que dos objetos:divertirse y chonguear (es su voz). Este chongueo no es más quesus seducciones o llanezas. Si puedenpervierten a la doncella y hacenprevaricar a la casaday todo esto sin amorsino por un mero vicio opasatiempo.
Algunas ocasiones (¡ojalá no fueran tantas!) logran sus intentosy apenassatisfacen su lujuriacuando abandonan por nuevo objeto a aquellas infeliceslocas que prostituyeron su honor y su virtud a la verbosidad y arterías de unmozo inmorallascivonecio y sólo buen bailarín.
Pero aun cuando encuentran con pedernalquiero decircuando por fortuna lasmuchachas todas de un baile son juiciosashonestas y recatadasque sabenburlar sus intentonas y conservar su honor ileso en medio de las llamascomo lazarza que vio arder Moisés sin quemarselo que ciertamente es un milagroaunen este caso tan remoto hacen estos útiles su negocio.
Ellosa más no podery cuando se les cierran los oídos de las jóvenesno se dan por vencidos ni se entristecen. Como sus adulaciones y diligencias encualquier seducción no son por amor sino por viciono se les da cuidado de losdesairesni se entibian por no hallar correspondencia. Nada menos. Siguenbrincando y saltando muy serenoscontentándose con lo que ellos llaman caldo.
Este caldo... alerta casados y padres de familia que sabéis lo que esel honory lo queréis conservar como es debidoeste caldo es elmanoseo que tienen con vuestras hijas y mujeres (50)<notas.htm>[174] las licencias pasan mil veces de las manos alas bocascasi convirtiéndose los manoseos claros en ósculos furtivosquelas menos escrupulosas no llevan a maly las que se llaman prudentes y honradasdisimulan y sufren por evitar pendencias.
De suerte que el marido o padre pundonoroso que en su casa se espantaría deque su mujer o hija le diese la mano a un hombreen un baile de éstos tolera asu vista que se las abracentientenestrujen y manoseen más que las ancas deun caballo gordo.
Lo peor es que estos manoseos y tentadas acompañadas de las risas y dichitosque se acostumbranson para muchas mujeres como el pecado venial para lasalmascon la diferencia que el pecado venial entibia y dispone a lasalmas para el pecado mortaly los manoseos o caldos de que hablamosenciendeny disponen a algunas jóvenes para dar al traste con su honorel de sus padresy maridos. Ningún escrúpulo está por demás para evitar estos excesos.
La tercera consideración que podían tener los que hacen o dan un baileeraque no hubiera en ellos licor espirituoso. En caso de ser precisopor costumbreo cariñoobsequiar a los concurrentessería menos malo hacerlo con zoletas ynieve de lechelimóntamarindoetc.de esta claseque no con merendatasy vinoaguardienteponche y otros licores semejantesque ofuscando el cerebrofacilitan el trastorno de la razóny alteran la constitución física de ambossexoscuyas resultascuando menosno escapan de ser deseospensamientosconsentidosy delectaciones morosasy en tal y tal persona algo másy máspecaminoso. [175]
Mucho de esto se evitaría con la reglita que os dejo señaladapues escierto el dicho antiguo de que sine Cerere et Baccho friget Venusqueequivale a esta coplita:
Poco manjar y ninguna | |||
espirituosa bebida | |||
si la lujuria no apagan | |||
a lo menos la mitigan. |
La cuarta y última consideración que se debía tenerera que los bailesdurasen cuando más hasta las doce de la noche. Ésta es una hora más queregular para irse a recoger cada uno a su casa bastante divertidosi esracional; porque lo que pasa de esa horaya no debe llamarse diversiónsinovicioincomodidad y tontería.
A solas estas cuatro reglillas quisiera yo que se sujetaran los que dan unbailey me parece (bien que no lo aseguro) que no se arrepentirían de suobservancia.
Últimamenteyo no declamo contra los bailessino contra los escándalos delos bailes. Quítese de ellos todo lo que los hace pecaminosos y peligrososydejándolos en una clase de diversión indiferenteellos serán malos paraquien quiera ser malo en ellosy serán honestos para el honesto; pero mientrasasí no se hagael bailesea por sus abusossea por su ocasiónno podrálibrarse de la definición de un padre de la Iglesiaque dice que el bailees un círculocuyo centro es el demonio.
Bailar no es malolo malo es el modo con que se bailay el objeto por quese baila. David bailó delante del Arca del Señory los israelitas delante delbecerro de Belial. Todos bailaronpero ¡con qué diversomodoy con quédiverso objeto! Por eso también fueron diversas las retribuciones.
Hay moralistas tan austeros que no consideran baile sin ocasión próximavoluntariay según estono juzgan lícito ninguno. [176] Yodespués derespetar su opiniónno me conformo con ella. Soy más indulgente y digo quepuede haber y de hecho habráno siendo como los que se usanalgunos bailesdonde falten estas ocasionesestos escándaloscantares lascivosmanoseosembriaguecesy demás abusos que se notan en los más de ellos. ¿Y cuálesserán éstos? Los que se debieran usar entre gentes de buena conciencia.
Si todos los concurrentes lo sonel baile será una diversión honesta. Ladificultad estriba en que se dé un baile con tanto arreglo.
Dejando a todos que hagan lo que quieran en sus casasvolviendo a la míadigo que ya fatigados de saltarbeber y charlarse fueron poniendo en quietuda más no poderporque los más no se podían tener en pie.
Los músicos arrumbaron sus instrumentos junto a las sillasy ellos seacostaron en ellas lo mejor que pudieron; las mujeres se amontonaron en elestradoy los hombres se pusieron a contar cuentos y a hablar ociosidades parano dormirsepues no tardaba en amanecercomo deseabanpara irse a tomarcafé.
Las disposiciones no eran muy malaspero ellos ni ellas eran dueños de sísino el aguardiente que los narcotizaba más y más a cada minuto.
Con estounos hablando y otros oyendo simplezasse fueron quedando dormidosunos por un lado y otros por otrosiendo de los primeros Januario.
La señora mi madre ya se había recogido bien tempranoencargándome quecuidara la casacomo lo hicepues aunque tenía sueño como el mejorno meatreví a dormir temeroso de que no se fuera alguno a llevar alguna cosa. Es undemonio el interés. En el estado de la salud pocas cosas desvelan a los hombresmás que él.
Alerta estaba yo velando a todos y oyéndolos roncar y variar el estómagocual más cual menos. No me era muy grata [177] esta música ni estos olores; ya más de esoya no podía sufrir el sueño.
Es verdad que el zaguán estaba cerrado y yo tenía la llavepor lo que bienme podía haber acostadopero me detenía el considerar que en casa no habíamás que mi madreyo y una criada buenapero vieja y dormilonaque nomadrugaba si el mundo se volcara de arriba abajo. Mi madre no era justo que selevantara a abrir a aquellos bribones a la hora que a cada uno se le quitara laborrachera y quisiera marcharse para la calley así no había otro centinelamás que yoque para no dormirme me puse a divertir con los dormidos a mientera satisfaccióncomo que sabía que dormíanlos máscon dos sueñosel natural y el del aguardiente.
Uno de los perjuicios que la embriaguez acarrea al que la tienees exponerloa la irrisión de cualquieracomo les sucedió a éstos conmigopues a unosles tizné las carasa otros les escondí varias cosasa otros los cosí unoscon otrosy a todos les hice mil maldades.
Amaneció el díacorrió el ambiente frescoabrí el balcóny a vista dela luzy al sonido de las campanas y del ruido de la gente que andaba por lascallesfueron despertando; y mirándose unos a otros las caras llenas de jaspesy laboresno podían contener la risaespecialmente las mujereslas que lomismo fue levantarse que oírcon dolor de su corazóntronar sus vestidos yaun verlos hechos pedazos.
Unas disimulaban su pesarmas otras renegaban del pícaro ocioso que lashabía inferido tal dañoque ciertamente lo era; pero los tunantes como yonoreparan en eso; el caso es divertirse a costa ajenay como esto se logrenadales importa hacer una maldad que perjudique el interés y aun la salud de losdemás.
Pasado el primer fervor del enojolimpias unasremendadas otrasy todosmás serenosse marcharon para el café o sus [178] casasmenos Januario ytres o cuatro amigos suyos y míosque como más gorrones y sinvergüenzassequedaron hasta apurar en el almuerzo las reliquias del día anterior; pero porfin almorzarony viendo que ya no quedaba más que repelar de la fiestasefueron a la calle y yo a mi cama.
Dormí como un podenco hasta las doce del díaa cuya hora me levanté yhallé a la pobre vieja cocinera hecha un Bernardo contra los bailadores.Señoradecía a mi madre¿no es brava sinrazón la de estos perdulariosquedespués de haber tragado y divertídose todo el díapusieran la casa como lahan puesto? Mire ustedseñoratodo el día se me ha ido en limpiar susporquerías; porque ¡Jesús! ¡Cómo estaba todo! Era un asco. Un vómito porel corredoruna suciedad por la escaleraotra por otro lado; hasta la salaseñorahasta la sala estaba hecha una zahúrda. ¡Ah fu! ¡Qué gente tansucia y tan grosera! Pero lo que yo más he sentidoseñorahan sido lasmacetas. Mire su merced cómo las han puesto. Todas están destrozadas. ¡Ayqué gentes van a los bailes de tan mal naturalque no contentas con tragardivertirseemborracharse y emporcar la casatodavía hacen mil maldades comoésta!
Mi madre consoló a la viejecita diciéndole: dice usted biennana Felipason unos pícarosindecentesgroseros y malcriados los que hacen tanto mal enlas mismas casas en que se divierten; pero yapor ahorano hay remedio. Yausted sabe que mi marido no era amigo de estas jaranasy así yo no teníaexperiencia de semejantes groserías; pero le empeño a usted mi palabra en queserá la primera y la última.
No me gustó mucho esta sentenciaporque como ni yo gastaba el dineronitrabajaba en nada de la funciónhubiera querido que siguieran los bailecitosen mi casaa lo menos tres veces a la semana.
Sin embargono me metí por entonces en otra cosa más [179] que en reírmede la viejay a la tarde a buena hora tomé mi sombrero y me salí para lacalle.
Volví por la primera a las nueve de la nochey hallé a mi madre algoseriapues me dijo que ¿dónde había estado? Que extrañaba en mí tantalicenciaque yo era su hijoy que no pensara que porque había muerto mi padreya era yo dueño absoluto de mi libertady otras cosas a este modoa las querespondí que ya ese tiempo se había acabadoque ya yo no era muchachoque yame rasurabay que si salía y me detenía en la calleera para ver de quécosa nos habíamos de mantener.
Semejantes respostadas entristecieron a mi madre bastantey desde luegoconoció lo que iba a sucederque fue quitarme la máscara y perderla elrespeto enteramente como sucedió.
Quisiera pasar este poco tiempo de maldades en silencioy que siempreignoraraishijos míoshasta donde puede llegar la procacidad de un hijoinsolente y malcriado; pero como trato de presentaros un espejo fiel en queveáis la virtud y el vicio según esno debo disimularos cosa alguna.
Hoy sois mis hijosy no pasáis de unos muchachos juguetones; pero mañanaseréis hombres y padres de familiasy entonces la lectura de mi vida osenseñará cómo os debéis manejar con vuestros hijospara no tener quesufrirles lo que mi pobre madre tuvo que sufrirme a mí.
Dos años sobrevivió mi madre a la muerte de mi amado padrey fue muchosegún las pesadumbres que le di en ese tiempoy de que me arrepiento cada vezque me acuerdo.
Constantemente disipadovago y mal entretenidono pensaba sino en el baileen el juegoen las mujeresy en todo cuanto directamente propendía a viciarmis costumbres más y más.
El dinerito que había en casa no bastaba a cumplir mis deseos. Prontoconcluyó. Nos vimos reducidos a mudarnos a una viviendita de casa de vecindad;pero como ni aun ésta [180] se pudo pagara pocos días puse a mi madre en uncuarto bajo e indecentelo que sintió sobremaneracomo que no estabaacostumbrada a semejante trato.
La pobre de su merced me reprendía mis extravíosme hacía ver que elloseran la causa del triste estado a que nos veíamos reducidosme daba milconsejos persuadiéndome a que me dedicara a alguna cosa útilque meconfesaray que abandonara aquellos amigos que me habían sido tanperjudicialesy que quizá me pondrían en los umbrales de mi últimaperdición. En finla infeliz señora hacía todo lo que podía para que yoreflexionara sobre mípero ya era tarde.
El vicio había hecho callos en mi corazónsus raíces estaban muyprofundasy no hacían mella en él ni los consejos sólidosni lasreprensiones suaves ni las ásperas. Todo lo escuchaba violento y lo despreciabapertinaz. Si me exhortaba a la virtudme reía; y si me afeaba mis vicios meexasperaba; y no sólosino que entonces le faltaba al respeto con unasrespuestas indignas de un hijo cristiano y bien nacidohaciendo llorar sinconsuelo a mi pobre madre en estas ocasiones.
¡Ahlágrimas de mi madrevertidas por su culpa y por la mía! Si a losprincipiossi en mi infanciasi cuando yo no era dueño absoluto de losresabios de mis pasionesme hubiera corregido los primeros ímpetus de ellasyno me hubiera lisonjeado con sus mimosconsentimientos y cariñosseguramenteyo me hubiera acostumbrado a obedecerla y respetarla; pero fue todo locontrarioella celebraba mis primeros deslices y aun los disculpaba con laedadsin acordarse que el vicio también tiene su infancia en lo moralsuconsistencia y su senectud lo mismo que el hombre en lo físico. Él comienzasiendo niño o trivialcrece con la costumbre y fenece con el hombreo llega asu decrepitud cuando al mismo hombre en fuerza de los años se le amortiguan laspasiones.
¡Qué provecho no hubiera resultado a mi madre y a mísi [181] no sehubiera opuesto tantas veces a los designios de mi padresi no le hubieraembarazado castigarmey si no me hubiera chiqueado tanto con su imprudenteamor! ¡Ah!yo me habría acostumbrado a respetarlame hubiera criado timoratoy arregladoy bajo este sistemano hubiera yo padecido tantos trabajos en elmundoni mi madre hubiera sido víctima de mis desobediencias y vilipendios.
Lo más sensible es que este funesto caso no carece de ejemplares. Hijos deviudas consentidorascasi siempre son hijos perdidos y malcriadosy madres desemejantes hijos ¿qué han de ser sino unas mujeres desgraciadas?
Sucede por lo común que el padre es un hombre regular que procura inspiraral niño unos sentimientos cristianosmorales y políticosy según ellosdesviarlo de todas aquellas bajezas a que el hombre se inclina naturalmente.Esto hace llorar al niñoy la madre se aflige y lo embaraza. Hace algunatravesurase le celebra; usa alguna malacrianzase le disculpa; producealgunas palabras indecenteso porque las oyó a los criadoso en la calleyse festejan; el padre se tuesta de estas cosasy teme empeñarse enreprenderlas y castigarlas al hijoporque cuando lo hacesabe que salta lamadre como una leona; y ya sea porque la ama demasiadoya porque no se vuelvaaquel matrimonio un infiernocondesciende con ellano se castiga el delito delmuchachoéste se queda riendoy satisfecho en la impunidad que le asegura sumamáda rienda a sus viciosque entonces como dijimos son vicios niñospuerilidadesfrioleraspero en la edad adulta son crímenes y delitosescandalosos.
Sin embargorara vez deja de servir de cierto freno la presencia del padre;pero si éste mueretodo se acaba de perder. Roto el único dique que habíaaunque débilse sale de caja el río de las pasionesatropellando con cuantose pone por delante. [182]
Entonces la viuda reconoce lo feroz de un corazón entregado a la libertadquiere oponerse por la primera vezpero es tardeel torrente es impetuosoysus fuerzas incapaces de contenerlo. Prueba los consejosemplea las cariciascompila las reprensionestienta las amenazasagota las lágrimassolicitacastigosy acaso desesperada prorrumpe en maldiciones contra su hijo(51) <notas.htm>; mas nada basta. El joven endurecido yobstinadoy acostumbrado a no obedecer ni respetar a su madredesprecia losconsejosse mofa de las cariciasburla las reprensionesse ríe de lasamenazasse divierte con las lágrimaselude los castigosy retorna lasimprecaciones con otras talessi no se desacatacomo se ha vistoa poner susviles manos en la persona de su madre (52)<notas.htm>.
Toda esta lastimosa catástrofe se excusaría con educar bien yescrupulosamente a los niños. ¿Y a cuántos puntos se pueden reducir lasprincipales obligaciones de los padres acerca de la buena educación de sushijos? A tresen sentir de un varón apostólico que floreció en México(53) <notas.htm>. A saber: a enseñarles lo que deben saberacorregirles lo mal que haceny a darles buen ejemplo. Tres cosas muy fácilesal decirsepero muy difíciles al practicarseatendiendo la multitud de hijosmal criados y llenos de vicios que notamos; mas no porque sean difíciles deobservarseporque el yugo del Señor es suave; sino porque los tales padres ymadresni remotamente se aplican a practicar los tres preceptos insinuadosantes parece que al propósito se desvían de ellos cuanto pueden.
Si es en la instrucciónse contentan con darles la muy superficial [183]por medio de unos maestros o ayos mercenarios (54)<notas.htm>que acasoviendo el chiqueo de los padresnotratan más que de lisonjear al pupilo con harto daño de él y de susconciencias.
Si es en la correcciónya hemos dicho el abandono de estos padresyespecialmente de las madres.
Últimamentesi es en el ejemplo¿cuál es el ordinario que ven los hijosen sus casas? Lujo en las personasexcesos en la mesaorgullo con los criadosaltanería y desprecio con los pobres.
Esto es cuando menosque cuando másya se sabe lo que ven y oyen losniños en muchas casas. Y siendo el ejemplo el aliciente más poderoso paraformar bien o mal el corazón del niño en aquella edad¿cómo será éste contales ejemplos? [184] Los resultados nos lo dicen: niño engreídograndesoberbio; niño consentidogrande necio; niño abandonadogrande perdido; yasí de lo demás.
Todo esto se remediaba con la buena educacióny ésta desde temprano. Elconsejo es del Espíritu Santoque dice: si tienes hijosinstrúyelos desdesu niñez. (Eccl. cap. 7.) El árbol se ha de enderezar cuando es varanocuando se robustece y es tronco. Los médicos dicen que los remedios se debenaplicar al principio de las enfermedadesantes que tomen cuerpoantes que sevicie toda la sangre y corrompa los humores. Los diestros cirujanos componen elhueso luego que se dislocay lo entablan luego que advierten la fracturaporque si nocría babillay se imposibilita la cura.
Asíni más ni menosdebe ser la educación de los niñosdesdepequeñosantes que sean troncos. Se han de corregir sus deslices luego que seles notenporque si nocrían babilla.
Estas verdades son más claras que el aguamás repetidas que los díasnohay quien diga que las ignora; y con todo eso no se ven sino muchachosmalcriados y neciosque después son unos hombres vagosviciosos y perdidos.
Esto no puede estar en otra cosa sino en que obramos contra lo mismo quesabemos. Consentimos a los muchachospor serloy por tenerles demasiado amor;ellos cuando jóvenes nos llenan de pesadumbres y disgustosy entonces son losojalás y los malhayaspero sin fruto.
¿Cuánto mejor y más fácil no es domar al caballo de potro que de viejo?Tienen los padres un freno y un acicate muy oportunos para el casoy quesabiéndolos manejar con prudenciaes casi imposible que deje de producirbuenos efectos. El freno es la ley evangélica bien inspiraday el acicateelbuen ejemplo practicado constantemente.
Los campistas de nuestra tierra dicen que el mejor caballo necesita lasespuelas; así podemos decirque el niño más dócil [185] y el de mejornaturalha menester observar buenos ejemplos para formar su corazón en la sanamoraly no corromperse. Ésta es la espuela más eficaz para que los niños nose extravíen.
El buen ejemplo mueve más que los consejoslas insinuacioneslos sermonesy los libros. Todo esto es buenopero por finson palabrasque casi siemprese las lleva el viento. La doctrina que entra por los ojosse imprime mejor quela que entra por los oídos. Los brutos no hablany sin embargoenseñan a sushijosy aun a los racionales con su ejemplo. Tanta es su fuerza.
No hay que admirarse de que el hijo del borracho sea borracho; el deljugadortahúr; el del altivoaltivoetc.etc.; porque si eso aprendió desus padresno es maravilla que haga lo que vio hacer. El hijo del gato cazaratóndice el refrán.
Lo que si es maravillao por mejor decircosa de risaes quecomo apuntépoco hacuando el hijo o hija son grandesy grandes pícaroscuando cometengrandes delitos y dan grandes disgustosentonces los padres y las madres sehacen de las nuevas y exclaman: ¡Quién lo pensara de mi hijo! ¡Quién locreyera de fulana! ¡Tontos! ¿Quién lo ha de creerquién lo ha de pensar?Todo el mundoporque todo el mundo ha visto cuál ha sido vuestro modo decriarlos. El milagro fuera que educándolos bien y dándolos buenos ejemplosellos salieran indóciles y perversos; pero que salgan malos cuando la doctrinaque han mamado ha sido ningunay los ejemplos que han visto han sido pésimoses una cosa muy naturalporque todos los efectos corresponden a sus causas.¿Quién se ha admirado hasta hoy de que un poco de algodón arda si se aplicaal fuego? ¿Ni que se manche un pliego de papel si se mete en una olla de tinta?Nadieporque todos saben que es propio del fuego [186] quemar lo combustibleyde la tinta teñir lo susceptible de su color. Pues tan natural así es que losniños ardan con la mala educacióny se contaminen con los malos ejemplos. Loque importa es no darles una ni otros.
Por esto entre los Lacedemonios se acostumbraba castigar en los padres losdelitos de los hijosdisculpando en ellos la falta de advertenciayacriminando en aquéllos la malicia o la indolencia.
Wenceslao y Boleslaopríncipes de Bohemiafueron hermanoshijos de unamadre; el primero fue un santoa quien veneramos en los altares; y el segundoun tirano cruel que quitó la vida a su mismo hermano. Distintos naturalesdistintas suertes; pero ¿a qué se atribuirán sino a las distintaseducaciones? Al primero lo educó su abuela Ludmilamujer piadosísima y santay al segundo su madre Draomiramujer locainfame y torpísima. ¡Tal es lafuerza de la buena o mala educación en los primeros años!
Cuando ponderamos lo mal que hacen los padres cuando faltan a lasobligaciones que tienen contraídas respecto de los hijosno disculpamos aéstos de sus desacatos e inobediencias. Unos y otros hacen maly unos y otrostrastornan el orden naturalinfringen la ley y perjudican las sociedades en queviveny no enmendándoseunos y otros se condenanpues como se lee en lossagrados libros: los hijos recogen la leñay los padres encienden el fuego(55) <notas.htm>.
Es verdad que Dios dice que el hijo malcriado será el oprobio y laconfusión de sus padres; pero también están llenas de anatemas lasdivinas letras contra tales hijos. Oíd algunas que constan en los Proverbios yel Eclesiástico. Se extinguirá la vida del que maldice a su padrey prontoquedará entre las tinieblas del sepulcro. Mala será la famao se verádeshonrado [187] el que menosprecia a su madre. El que aflige a su padreo huye de su madreserá ignominioso e infeliz. La maldición de ésta destruyehasta los cimientos de la casa de los malos hijos; y por último: Devorenlos cuervos carniceros el cadávery sáquenle los ojos al que se atreve aburlarse de su padre.
Horrorizan estas maldiciones; pero y qué¿habrá hijos tan inicuosingratos y desalmados que las merezcan? Esto mismo dudó Solóny por esocuando dio leyes a los atenienses y les señaló castigo a todos los delitosnolo señaló al hijo ingrato y parricida (56)<notas.htm>diciendo que no se persuadía pudiera haber taleshijos. ¡Ah! Nosotros no podemos fingirnos esta dudaporque vemos mil hijos queni merecen este nombresegún son de perversos o ingratos con sus padres.
Por el contrarioprodiga Dios las bendiciones de los hijos buenosamantes yobedientes a sus generadores. Dice que vivirán largo tiempo sobre la tierraque la bendición del padre afirma las casas de los hijosesto essufelicidad temporal. Que de la honra que tributaren al padreresultará lagloria del hijo o su buen nombre. Que el Señor se acordará del buen hijo en eldía de su tribulaciónque atenderá sus oracionesque les perdonará supecadosy en finque les acompañará la bendición de Dioseternamente.
Es tan justodebido y natural el amorrespeto y gratitud que los hijosdeben a los padresque los mismos paganos que no conocieron al verdadero Diosni se impusieron en sus bendiciones y amenazasnos lo dejaron recomendado nosólo con sus plumas sino con sus obras.
¡Qué amor el de aquella joven romana que estando su padre preso ysentenciado a morir de hambrese dio arbitrio para alimentarlo por una rendijade la puerta de la cárcel! Y [188] ¿con qué? Con la leche de sus pechos.Acción tan tierna quesabida por los juecesle granjeó el indulto al infelizanciano.
¡Qué respeto el de aquellos dos nobles hijos Cleoves y Vitónque faltandolos caballosellos tiraron la carroza y condujeron hasta las puertas del temploa su madre la sacerdotisa! Acción que elogió Ciceróny la aplaudieron tantolos romanos que veneraron como a dioses a aquellos dos tan reverentes hijos.
¡Qué piedad la de Eneas que ardiendo la ciudad de Troya en la noche fatalde su exterminiocuando todo era espantoterror y confusióny no tratandotodos sino de librarse de la muerteél corre donde estaba su viejo padreAnchiseslo pone sobre sus hombrosvuela con él por entre las llamasy leasegura la vida diciéndole:
Eaven a mi cervizque yo en mis hombros | |||
te tengo de libraroh padre amado | |||
sin que tan dulce carga en ningún tiempo | |||
me agrave ni la estime por trabajo. | |||
Sea después lo que fuereque hora el riesgo | |||
o la dicha será común a entrambos. -Virg. En. 2. |
Estos heroicos ejemplos ¿no embelesanno encantanno enternecen a losbuenos hijos? Y a los malos ¿no los avergüenzan y confunden? Estas brillantesacciones no fueron hechas por unos santos cristianosni por unos anacoretas delYermosino por unos gentilespor unos paganosque no gozaron la luz delEvangelioni tuvieron noticia de sus infalibles promesasy sin embargo amabanveneraban y socorrían a sus padres hasta el extremo que habéis vistosin másguía que la naturalezay sin más interés que la complacencia interior que esuno de los frutos de la virtud. [189]
Pero los malos hijos no sólo no veneran a sus padressino que los insultany lejos de socorrerlos y alimentarlosles disipan cuanto tienenlos abandonany los dejan perecer en la miseria. ¡Ay de tales hijos!y ¡ay de mí!que fuiuno de ellosy a fuerza de disgustos y sinsabores di con mi pobre madre en lasepulturacomo lo veréis en el capítulo primero del tomo que sigue.
FIN DEL TOMO PRIMERO