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El Alcázar de Sevilla

Fernán Caballero

 

Magnífico es el Alcázar

 

Con que se ilustra Sevilla;

 

Deliciosos sus jardines

 

Su excelsa portadarica.

 

Duque de Rivas.

Difícil y aun ardua tarea es la que nos proponemos al intentar describir elAlcázar de Sevillaporque no hay cosa más indescriptible. Difícil tarea esrepetimosaun para nuestra paciente plumaquebien que malse complace endescribir lo que la impresiona o interesa. Como no somos historiadores niartistasno describiremos bajo el punto de vista histórico ni bajo elartístico este venerable decano de los edificios del paísjoya de patrimoniode nuestros Reyes: harémoslo sencillamente de la manera gráfica y minuciosacon que reproduce el daguerrotipo los objetosesto esretratándolos sin otrasimpresiones que las que ellos mismos causan.

El Alcázarcastillo fuerte y residencia de los Reyes Morosfue mucho mayorde lo que lo es en el día. Hasta la Torre del Orocercana al ríoseextendían sus fuertes muroshoy en parte arruinadosen parte fuera delrecinto del actual Alcázary escondidos y oprimidos entre casassobre lascuales se alza de trecho en trecho una de sus torrescomo un roble entre laszarzas que lo oprimenpara respirar en ancha atmósfera y no ahogarsemezquinamente. En el día su recinto es más reducidoy carece de los cuartelescuadras y plazas de armas que probablemente ocuparían antes el terreno cercado.Como las construcciones del pueblo reconcentrado a que debe su origencarece elAlcázar de fachada exterior; y sólo tres puertas pequeñassencillas yrivales; y un postigodan separada entrada a tres de sus cuatro patiosalrededor de los cuales se alinean construcciones de diferentes gustos y edadesrecuerdo de distintas épocas y diversos monarcasque se tocansi no en lamayor armoníaen la más perfecta paz y concordiay son todas viejas y pobresesclavas de la mansión Regiahermosa sultana de eterna juventud.

Una de las bellezas que sorprenden y admiran a todo el que se dirige avisitar el alcázares la plaza llamada del Triunfoque antecede a la entradadel primer patioy que nos recuerda otra grandiosa plaza de la capital deGaliciaquecomo ésta sólo se halla formada por cuatro edificios. Alzase alNorte la nunca bien ponderadala nunca bastante admirada catedralla Iglesiade las iglesiasla honra de la católica Españasanto e infalible reloj cuyominutero no ha discrepado un punto desde que la inmutable dignidad del cultocatólico le dio cuerda. Vese al Poniente la Lonjahermosa y perfectaconstrucción de Herreraque en estantes de caoba conserva con el merecidodecoro los preciosos documentos del archivo de Indias. Al Sur se alzan lasalmenadas murallas del Alcázarflanqueadas de torres macizas que le sirven depoderosos sostenes contra el común enemigoel tiempopero que fueronimpotentes contra el ejército que tuvo por caudillo al Santo Rey Fernando III.Completa esta plaza al Levante una espaciosa y bella casa particular que no laafea.

La puerta del Alcázarsituada en el ángulo formado por los murosexteriores de éste y la mencionada casada entrada al patio de las Banderas.Cuanto sobre el origen de este sonoro nombre hemos podido averiguarredúcese aque es debido a un haz de banderas que sobre la puerta hubo en otros tiempospintado al fresco. Debajo del arco de entrada y a mano izquierda hay un preciosoretabloque se ilumina todas las nochesy en cuyo centro se ve una pequeñaVirgen de la Concepción con dos lindas efigies de San Joaquín y Santa Ana asus lados: en la parte superior y en los costados del retablo se hallancolocadas la de San José con el Niño en brazosy las de San Fernando y SanPedroque parecen ofrecer la espada y las llavescon que están representadosa la Madre del Redentor. El todo forma un conjunto tan grato para la vista comopara el corazón. El patio es entrelargotiene en medio una fuente rodeada deárbolesy tanto el lado por donde hemos introducido en él al lectorcomo losdos que le son perpendicularesse hallan compuestos de casassin méritoalguno artísticoalquiladas a particularesalzándose en el opuesto lahermosa habitación del Teniente de Alcaideen cuyo extremo izquierdo según semirahay un arco que conduce por un estrecho y retorcido callejón al postigode que hemos hablado y que da salida a la calle llamada de la Vidaal paso queen el costado derecho se encuentra una gran puerta coronada con las armas Realesy que da ingreso a un cuerpo de edificio construido por Felipe III y reparadopor Felipe Vque colocó en sus salones altos la Real Armería. Entrase pordicha puerta en un vasto corredor o vestíbulo sostenido por columnasllamadoel apeaderoy encuéntrase en frente un antiguo y venerable retablo. En elángulo izquierdo un callejón bajo de techotermina en una cancela de hierroque da entrada a los jardines. En el derecho hay en dirección perpendicular unagalería que tiene a la derecha dos casas y a la izquierda la verja de un patiollamado de Doña María de Padillay que el actual Teniente de Alcaldecon elbuen gusto y celo que le distinguenha convertido en jardín.

Al otro lado de éste y en frente de la verja de que hemos hecho méritovese el cuerpo del edificio construido por el emperador Carlos Vpara celebraren él sus bodas con la Infanta Doña Isabel de Portugaly que consiste eninmensos y vacíos salonesde los que unos dan a éste nuevo jardín y otros alos antiguos del Alcázar. En el principal de dichos salones se verificó elRegio enlace el 10 de marzo de 1526solemnizando el invicto Monarca esteacontecimiento con dar libertad en el mismo día al rey Francisco I de Franciapreso en la torre de los Lujanes de Madrid desde la inolvidable victoria dePavía. En otro salón de aquellosllamada la sala Cantareracelebró muchotiempo sus sesiones la Real Academia Sevillana de Buenas Letrasa que SoteloReinosoListaArjonaMármolRoldan y tantos otros hombres ilustrespertenecieronque estuvo en posesión de él desde que en 1752el año dehaber sido fundada por el docto sacerdote D. Luis Germánfue acogida bajo lareal protección por Fernando VIhasta 1848 en que el entonces Teniente deAlcaide la hizo desalojarsin respetar la concesión hecha a este célebrecuerpo literario por su Regio Protectorni el haberle sido confirmada pornuestra augusta Soberana en 1842y sin que hayan sido después eficaces todaslas gestiones de la Academia para volver a ocupar su antiguo e histórico local.

Termina la galería antes expresadaen otro patioque es el principalyque comunica por un arco con otro estrecho y largollamado de la Montería porhaber sido residencia de los leales Monteros de Espinosa. A un extremo está lapuerta que debe su nombre al León de Españaquecon una mano puesta sobreuna lanza y una cruz en la otrase ve pintado encimaostentando éste que fuesu magnífico lema: Ad utrumque.

¡Imposible nos es contemplar sin avergonzarnos este lema glorioso de laantigua España!

En el patio de la Montería se halla un vasto y notabilísimo aposentollamado la Sala de Justiciaque es acaso la construcción más antigua delAlcázar y la más puramente árabe. En él se reunían los Jueces; y cuandohablemos del dormitorio del Rey D. Pedroreferiremos una tradición que unelúgubre y justicieramente el nombre de este Monarca al de la sala expresada.

Vueltos al patio principaldiremos que en el frente opuesto al arco pordonde se sale al de la Monteríaálzase deslumbrando al que la mirala árabefachada del Regio Alcázar. Pero antes de entrar en éstesigamos un pasadizoque del patio principal conduce al cuarto patioque es el más modernoel máschicoel más simétrico y el más triste de todosque se llama de laContratacióny que debe su restauración a los comerciantes que allí teníansus juntas y hacían sus contratos cuando se hallaba en auge el comercio deSevilla con América.

Volvamos a la Regia Morada.

No ha mucho que esta inapreciable joya se encontraba en el más triste yvergonzoso abandono. No sólo se hallaban deslustrados y perdidos los preciososcolores y dorados que hacían de ella la única mansión capaz de realizarlassemi-fantásticas concepciones de los cuentos de las Mil y una nochesnosólo se hallabana fuerza de estúpidos blanqueosenterrados y completamenteocultos en cal los finísimos arabascos de sus muros; no sólo conservaba comoheridas sin curarlos destrozos sufridos en distintas épocas y circunstanciassino que varios patios y aposentos apuntalades daban margen a que escribiesecierto humorista viajero de los que en lugar de descripciones hacen sátiraspor ser esto último más fácilque una de las cosas afortunadas que lehabían sucedido durante su viajeera el haber salido sano y salvo del Alcázarde Sevilla. Asípueslos verdaderos amantes del paíslos anticuarioslosartistas y los historiadores deben estar profundamente agradecidos a nuestraReina Doña Isabel IIen cuyo reinado se ha dado por fin cima a larestauración de este admirable monumentoúnico en Europaque con la Alhambray el Romancero nos trasporta a lo vivo a aquellas románticas edades en que laelegancia y los bríos varonilesel espíritu caballeresco y el religiosolagalantería y el heroísmo reinaban justamente y sin contrariarse. Estabienhadada restauracióncuya fechacon el nombre de la Reina que la dispusobrilla en letras de oro formando el más bello adorno de la puerta principal delpalacioatrae y atraerá cada día con mayor fuerza a nuestra Soberana losentusiastas elogios a que es acreedorapor haber sabido sobreponerse alespíritu avariento de la época y a sus tendencias cínicamente pregonadoras delo positivo y de lo útildemostrando doblemente de lo que son capaces lagenerosidad y esplendidez regias.

La equidad exige que recaiga una parte de estos elogios en el entendido yperseverante Teniente de Alcaide actualque con singular constanciacelo einteligenciasuperando obstáculos y venciendo inerciasha sabido realizar losdeseos de la augusta señoraeficazmente ayudado en la parte artística por eldistínguidísimo pintor sevillano Don Joaquín Domínguez Bécquer.Difícilmente se hubiera hallado otra persona que hubiera podido hacer lo que elSeñor D. Alonso Núñez de Prado ha llevado a cabopues no es fácilseguramente encontrar quien esté dotado de su fuerza de voluntadquien seenamorecomo él de su obray le dedique todo su tiempo; quien tenga su buengusto y su inteligenciay quien sea asimisino bastante acaudalado para poderanticipar de sus propios fondos las sumas necesarias para tan dispendiosa obraa cubrir las cuales no siempre alcanzaban los rendimientos de las fincas delReal Patrimonio puestas a su cuidado. Asípuestanto nuestros soberanos comoel paísdeben estar reconocidos al queinterpretando dignamente los noblesdeseos de nuestra reinaha logrado restaurar este Alcázarpreparandoinfatigablemente la noble hoguera de la que en todo su primitivo esplendor haresucitado al morisco Fénis.

Ya en la fachada deslumbran los vivísimos colores y el oroque constituyenel regio manto de esta encantadora mansión. La entrada carece a nuestroentender de grandezaprivándola una pared de la vista del magnífico patioprincipalal que conduce una pequeña puerta lateral. Hállase este patiorodeado de cincuenta y dos columnas de mármolde las que cuarenta estánapareadasformando las doce restantes cuatro grupos de a tres en los ángulos.Sobre estas columnas álzanse veinte y cuatro arcos piramidalesformado cadauno de trece semicírculosmenos los cuatro que ocupan el centro de cada frenteque constan de quince; rodeando al patio una galeríacuyos muros así como losde los arcosestán cubiertos de arabescosy tienen formados sus zócalos deaquel brillante y perdurable alicatado peculiar de los moros.

Frente a cada uno de los cuatro arcos centralesque son mayores y menosagudos que los demáshay en la galería una gran portadade las que unacomunica al salón de Embajadoresotra al llamado de Carlos Votra a otrosalóny la restante constituye el emplazamiento en quesegún es famasecolocaba el trono de los Reyes moros para recibir el feudo de las cien Doncellasimpuesto a sus vasallos por el usurpador Rey de Asturias Mauregatoy pagadoanualmente a los árabes en recompensa de haber auxiliado a aquel paraapoderarse de la coronahasta que su sucesor el gran rey D. Alfonso II el Castoredimió a los cristianos de tan vergonzoso tributogracias a sus brillantesvictorias sobre los infieles.

De verificarse en este patio la entrega de este feudopretende la tradiciónque se deriva su nombre de patio de las Doncellas.

Dos de los tres pequeños ajimeces o claraboyas caladas que hay encima de lamagnífica puerta de alerce que conduce al salón llamado de Carlos Vporhaberlo reedificado este soberano y sustituido a su antigua techumbre elprecioso artesonado que hoy se admira en éltienen en su parte superior doscabezas árabes cubiertas con sus turbantesuna de hombre y otra de mujer.Según tradiciónson retratos del alarife que el rey D. Pedro hizo venir deGranada para reconstruir el antiguo Alcázary de su mujer puestos en aquelparaje por orden del monarca para perpetua memoria.

El piso superior lo forma una galería jónica construida por Carlos Vcuyosoberbio Plus Ultra ostenta también este patio.

Pásase del patio que hemos descrito al salón de Embajadoresque eleva susoberbia cúpula sobre todas las demás techumbres del edificio. Compónese cadauno de sus cuatro frentes de un bellísimo arcotres de los cuales tienen otrostres embutidos; sobre cada arco grande hay tres claraboyas figuradas y caladascomo encaje; encima de los cuatro grandes arcosse ven cuarenta y cuatro máspequeños embutidos en el muro; sobre estos hay un balcón en cada fachadayencima de ellos y circundando al salónexistía una serie de retratos de losReyes de Españadentro cada uno de un arco gótico; álzase finalmente lamajestuosa media naranja artesonada que corona el salón. Destinado en unaocasión el Alcázar a cuartel de voluntariosentretuviéronse estos desde losbalcones en despedazar a bayonetazos los históricos retratos de que hemoshablado.

Impotente nuestra pluma para describir debidamente este salón y referir lasimpresiones que el recuerdo de la trágica escena ocurrida en su recinto el 19de Mayo de 1358 despiertay de quesegún afirma la tradiciónson evidentestestimonios las vetas rojizas que manchan las losas del pavimentoy que sesuponen producidas por la sangre del maestre Don Fadrique al ser muerto por losballesteros de su ofendido hermano el Rey Don Pedro de Castilladejemos hacerloal primero y más nacional de nuestros poetas contemporáneosal Duque de Rivas:

 

Mas ¡hay! aquellos pensiles

 

No he pisado un solo día

 

Sin ver (¡sueños de mi mente!)

 

La sombra de la Padilla.

 

..................................

 

Ni en el aposento regio

 

El que tiene en la cornisa

 

de los reyes los retratos

 

El que en columnas estriba.

 

Al que adornan azulejos

 

Abajoy esmalte arriba

 

El que muestra en cada muro

 

Un rico balcóny encima

 

El hondo artesón dorado

 

Que lo corona y atrista

 

Sin ver en tierra un cadáver;

 

Aun en las losas se mira

 

Una tenaz mancha oscura...

 

¡Ni las edades la limpian!...

 

¡Sangre! ¡Sangre!... ¡OhCieloscuántos

 

Sin saber que lo es la pisan!

Del salón de Embajadores se pasa a un patio de no grandes dimensionesperode imponderable belleza. Llámase de las Muñecasy se compone de diez arcosde los que los cuatro centrales son mayores que los restantes. Sostiénenloscolumnas de mármoly tanto sus muros como los de la galería que forman y losdos pisos superioresson literalmente de finísimo y delicado encaje. Es todoblancoy ha sido resguardado de la acción de la intemperiecolocando sobreél una elegante cubierta de cristales.

Sólo el lápiz y el pincel unidos pueden dar idea de la caprichosa variedady belleza de los adornosde que así el salón y los dos patios de que hemoshecho méritocomo las demás estancias del piso bajo del Alcázartienenrevestidos sus muros; y de lo admirable de los artesonados. Por todas partesdeslumbran el oro y los mosaicos compuestos de los más vistosos colores. Lasventanasdivididas a lo morisco por finas columnitasdan la mayor parte a losjardineslos cuales tendrían quizás el aire demasiado gravesi la severidadde los naranjos y bojes que unos contra las paredesotros sirviendo de marco alos cuadrosno discrepan de la etiquetano estuviera paliada por el murmullode las fuentesla espléndida alegría del cielo y la lontananza de sushorizontes que nada interrumpepor concluir los jardines en los muros de laciudadlo que les da el silencio y el apacible encanto de la soledad.

El segundo piso del edificio fue levantado en su mayor parte conposterioridad a la construcción árabe y a la reedificación hecha por D. Pedro.En él existen muchos hermosos salones con magníficos artesonados(entre ellosuna estancia admirable que da a la fachaday cuyas paredes sostenidas porcolumnasrevisten el oro y los coloresy los mismos encantadores arabescos queembellecen los aposentos del piso bajo)y un lindísimo oratorio dearquitectura góticafabricado de orden de los Reyes Católicosy de gustosemejante al de la iglesia de San Juan de los reyes en Toledo.

El altarque es de azulejorepresenta la Visitación de Nuestra Señoraviéndose en el frontal la Anunciacióny entre muchos adornos la bella ymemorable divisa de los augustos fundadores Tanto montacon el yugoysus iniciales F. I.

En este mismo piso se encuentra el dormitorio del Rey D. Pedroque es laúltima habitación situada en el lado izquierdo del Alcázarmirando hacia losjardines. En el techo de la parte de muro comprendida entre dos puertasque unatras otra cierran una de las entradas de esta estanciase ven pintadas cuatrocalaverasy junto a otra puerta una figura esculpida en estucoque representaun hombre sentado contemplando otra calavera. He aquí la tradición a que estose refiere. Cuéntase que escuchando un día el Rey a quien la historia llama elCruely las tradiciones y la poesía el Justicierounadeliberación entablada en la sala de Justicia por cuatro jueces que acababan deoír la relación de cierta causavino en conocimiento de que trataban detorcer la ley del lado de la dádivay del modo de repartirse las que enpremio de su infamia les habían sido ofrecidas. Presentóse el monarcaindignado ante ellosy haciéndoles cortar acto continuo las cabezasdispusocolocarlas para eterno escarmiento en el sitio donde hoy se ven las calaveras.Andando el tiempo fueron quitadas de allí las cabezasy sustituidas por lascalaveras y la figura que parece llamar la atención sobre ellascomo indicandoel fin reservado por la justicia del Rey a los jueces prevaricadores.

Una pequeña y casi escondida escaleraúnica que existía en el antiguoAlcázar-pues la grandiosa principal que hoy une los dos pisosy quepertenece al Renacimientoes del tiempo de Felipe IIy se halla fuera delrecinto de aquél-comunica desde el dormitorio de D. Pedro a una capillasituada en el piso interioren lo que fueron habitaciones de Doña María dePadillay por ella diz que bajaba el Rey a distraerse de las ingratitudes yfalacias de que fue siempre víctimaal lado de una mujer amante y fiel.

Un terrado se extiende ante las habitaciones altasy otro ante las bajasyconducen desde ellas a los jardines. Llámanse jardinespor estar divididosnosabemos con qué objeto. La última división que al frente parte el jardín endoses debida al Asistente Don Francisco Brunaque malgastó en ello bastantedinero.

Por la izquierda termina el jardín en una gran galería techadapor la cualpuedes pasearte en los días lluviosos; y que separa a aquél de la extensahuerta perteneciente al Alcázar. Cubre la galería una azoteaque es otronuevo paseoen extremo agradable por las buenas vistas que ofrece; pero ningunamás grata que el contraste que forman de una parte aquellos regios jardines consu majestadsu orden y su silencioy de otro la casita del hortelano en supintoresco desordencon su parra por toldosus gallinas y pollos porcortesanossus legumbres por riquezasus flores por lujoy su albercahabitada por ranasa dos pasos de los históricamente famosos y regios bañosde las Sultanasy más tarde de Doña María de Padilla. Entrase en ellos porel jardíny están hoy bajo el patio que lleva el nombre de éstalevantadoen tiempo de Carlos V. En lo antiguo se hallaban rodeados de naranjos ylimoneros que bebían sus aguasy cubierta únicamente su parte superior.Consisten los años en una larga albarcaque tendría en aquella época aguasiempre corriente para abastecerla.

Cuéntase quemientras se bañaba le hermosa favorita le hacían tertulia elRey y sus cortesanoslo cual deja de ser tan escandaloso como a primera vistapudiera aparecersi se considera que hoy mismo es costumbre en algunas partesrecibir en el bañoy aun en ciertos parajes bañarse muchas personas de ambossexos reunidascomo se verifica en los de Biarritz en Franciay en los de Bathen la pulcra Albión. La galantería de aquellos tiempos había introducido lacostumbre de quelos caballeros bebieran del agua misma en que se bañaban lasdamas. Así lo verificaba en el baño de Doña María el Rey D. Pedro y suscortesanos. Notó un día aquel que uno de estos no lo hacíay dirigiéndose aél le dijo: ¿Porqué no bebes? Prueba esta agua y verás cuán buena y frescaes. -No haré talSeñorcontestó el interpelado. -¿Porqué? tornó apreguntar picado el Monarca. -Para evitarSoberano Señorrepuso aquélquesi encuentro agradable la salsavaya a antojárseme la perdiz.

A la entrada de los jardinespor la cancela de hierro de que casi alprincipio de estas páginas hablamosy que es la que en ciertos días sefranquea al públicohay un magnífico estanque de más de tres varas deprofundidadapoyado en la galería que separa los jardines de la huertay encuya pared se ven todavía bellísimas pinturas mitológicasque ni el ardientesol ni los violentos aguaceros de Andalucía han podido deslustrar.

De este estanque se refiereque hallándose muy preocupado D. Pedro con laidea de a qué Juez confiaría el sentenciar un pleito sumamente enmarañado yoscurocortó una naranja en dos mitadesy colocó una de estas sobre lasuperficie de las aguas del estanque. Hizo venir a un Juez y le preguntó quéera lo que sobrenadaba. Contestóle el Juez que era una naranjay descontentoel rey lo despidiómandando llamar sucesivamente otros varios Juecesdequieneshabiéndoles hecho la misma preguntaobtuvo también la mismarespuesta. Llegópor últimouno que al escuchar la pregunta del Reydesgajó una rama de un árboly trayendo con ella hacia sí el objeto a queaquél aludíalo sacó del agua: Es media naranjaSeñorcontestó entonces.-Tú serásdijo el Reyquien sentencie la causa; y la puso a su cuidado.

No debemos pasar por alto una cosa que entusiasma a algunosy asusta a otrosde los muchos que visitan los jardines del Alcázar. Nos referimos a un juego deaguas que hace brotar de repente entre los ladrillos de los paseosgrancantidad de saltadoresque formando prismas con los rayos del sol ponientecausan bellísimo efecto y parecen otros tantos movedizos penachos de brillantes.

También hay un laberinto de arrayáncaro a los niñosque los atrae yasusta como todo lo misterioso.

Hay otra cosa en estos jardinesque sin ser cosa artística ni regiasinrecuerdo histórico y sin ayuda del tiempo ni del hombreencantay admirayes un ruiseñor que no busca recuerdos ni bellezassino verde hojarascay nopodemos concluir de hablar del Alcázarsin dedicar un recuerdo a este huéspedde sus jardinesporque él a su vez nos trae a la memoria los amigos queridos ysimpáticos en unión de los cualesy sentados con ellos alrededor de unafuentehemos quedado tantas veces mudos y absortos escuchando los mismossonidos que oirían las grandes figurascuyos hechos han quedado impresos enlas páginas de la historiay cuyas huellas se estamparon en los mismos sitiosque recorríamos. Una serie de sigloscon los personajes y cosas que en cadacual figuraronpasaba lentamente ante nuestra vistatrayéndonoslos a lamemoria como repite un lejano eco los debilitados sonidos de distintas tocatas.Entoncescual nuncasentíamos lo que Mr. Ernesto ReuanMiembro del Institutofrancésha expresado no ha mucho en las siguientes palabras

: «¡Lo pasado es tan poético! ¡Lo porvenir lo es tan poco! Hay másmérito en amar lo que fueque en amar lo que será. Ciertos seresprivilegiados aman las cosas antiguas y gastadasporque las ven débiles yabandonadasy porque la multitud se aglomera en otras direcciones. En estoconsiste el secreto de su fuerza; pues enmedio de esta humanidad ligera que ríese divierte y se enriquececonservan lo que constituye la fuerza del hombreylo que a la larga da siempre la victoriaesto esla fela gravedadlaantipatía a todo lo vulgarel menosprecio de la frivolidad.»

Mal hemos llenado nuestro cometido perovenga todo aquel que quiera conocer bien esta joya de España a la hospitalariahija del Betis; cuando le admire la Lonjale encante el Alcázar y leentusiasme la catedralconocerá cuán difícil es describir en lisa y llanaprosa lo que se siente al contemplarlos. No ha sido éste tampoco el objeto quenos hemos propuesto al trazar las presentes líneas. Al ver que la épocaactualque tiene tantas trampas para publicar lo que es triste y malo -o lo quesin ser malo hace que lo parezca-no ha tenido fuera de Sevilla ni una débilvoz para publicar la buena y satisfactoria nueva de esta hermosa restauracióncuya importancia es la de un verdadero acontecimiento nacional (por mas que nosea un ferrocarril)hemos querido sólo evitar que quede desatendidaycontribuir en algo a que todo español amante de las bellezas artísticas y delos monumentos históricos de su patriatribute a nuestros reyes la gratitud aque en estacomo en tantas otras ocasionesse han hecho acreedores.




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